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CAPITULO 10

LA DOCTRINA BÍBLICA DE
LA INSPIRACIÓN

Mientras que muchos puntos de vista teológicos estarían dispuestos a


decir que la Biblia es inspirada, uno halla poca uniformidad en cuanto a lo
que se quiere expresar por inspiración. Algunos la aplican a los escritores;
otros a los escritos; aun otros, a los lectores. Algunos la relacionan con el
mensaje general de la Biblia; otros con los pensamientos; aun otros con las
palabras. Algunos incluyen la inerrancia; muchos no.

Estas diferencias reclaman precisión al declarar esta doctrina bíblica.


Anteriormente todo lo que uno necesitaba para afirmar su creencia en la
inspiración total de la Biblia era la declaración: “Yo creo en la inspiración
de la Biblia”. Pero cuando algunos no extendieron la inspiración a las
palabras del texto se hizo necesario decir: “Yo creo en la inspiración verbal
de la Biblia”. Para contrarrestar la enseñanza de que no todas las partes de
la Biblia eran inspiradas, uno tenía que decir: “Yo creo en la inspiración
verbal y plenaria de la Biblia”. Entonces, porque algunos no quisieron
atribuirle precisión total a la Biblia, fue necesario decir: “Yo creo en la
inspiración verbal, plenaria, infalible e inerrante de la Biblia”. Pero
entonces “infalible” e “inerrante” se empezaron a limitar a los asuntos de
la fe solamente, en vez de también abarcar todo lo que la Biblia contiene
(incluso hechos históricos, genealogías, relatos de la creación, etcétera);
así que se hizo necesario agregar el concepto de la “inerrancia ilimitada”.
Cada adición a la declaración básica surgió a causa de una enseñanza
errónea.
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I. LOS DATOS BÍBLICOS REFERENTES A LA
INSPIRACIÓN

La doctrina de la inspiración no es algo que los teólogos han impuesto


sobre la Biblia. Más bien, es una enseñanza de la misma Biblia, una
conclusión derivada de los datos contenidos en ella. Y, aparte de lo que
uno piense acerca de la Biblia, ella, como cualquier otro testigo, tiene el
derecho de testificar a su propio favor. Algunos descartan la validez de
semejante evidencia porque es un auto testimonio y por lo tanto puede que
no sea verdad. Se concede que el auto testimonio puede que sea o no
verdad, pero es necesario oírlo.

Estos son los datos pertinentes que la Biblia presenta y con los cuales
nos confronta.

A. 2 Timoteo 3:16
En este versículo el apóstol Pablo declara que toda la Escritura es inspirada
por Dios y que es provechosa para varias cosas. Note tres afirmaciones
importantes en esta declaración.

1. Toda la Escritura, la Biblia entera, es inspirada y provechosa. Este es


el alcance de la revelación. El Nuevo Testamento usa la palabra “Escritura”
cincuenta y una veces y siempre con referencia a alguna parte de la Biblia.
Puede tratarse de todo el Antiguo Testamento (Lucas 24:45; Juan 10:35);
de un pasaje particular del Antiguo Testamento (Lucas 4:21); de un pasaje
determinado del Nuevo Testamento (1 Timoteo 5:18); o de una porción
más amplia del Nuevo Testamento (2 Pedro 3:16, que se refiere a los
escritos de Pablo).

Estas dos últimas referencias, 1 Timoteo 5:18 y 2 Pedro 3:16, tienen


mucha importancia. En 1 Timoteo 5:18 Pablo combina una referencia del
Antiguo Testamento y una del Nuevo y designa a ambas como Escrituras.
La cita del Antiguo Testamento viene de Deuteronomio 25:4, y la del
Nuevo de Lucas 10:7 (mientras que ese pensamiento se halla en Levítico

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19:13 y Deuteronomio 24:15, Lucas claramente no está citando ninguno de
estos dos versículos. Por cierto, el énfasis en Levítico 19 y Deuteronomio
24 está en no retener los salarios más allá del tiempo en que deben
pagarse). El hecho de unir una cita de Lucas a una del Antiguo Testamento
canónico es muy significativo. Recuerde también que es probable que sólo
cinco o seis años hubieran transcurrido del tiempo en que se escribió Lucas
a cuando se escribió 1 Timoteo.

En 2 Pedro 3:16 Pedro identifica los escritos de Pablo con las Escrituras,
lo que demuestra su temprana aceptación y reconocida autoridad. Aunque
es cierto que no todo el Nuevo Testamento estaba escrito cuando Pablo
escribió 2 Timoteo 3:16 (faltaba 2 Pedro, Hebreos, Judas, y todos los
escritos de Juan), de todos modos, debido a que todos esos libros fueron
finalmente reconocidos como pertenecientes al canon de la Escritura,
podemos concluir que 2 Timoteo 3:16 incluye a los sesenta y seis libros
como los conocemos hoy. No se excluye a libro alguno, ni parte alguna de
la Biblia; toda la Escritura es inspirada por Dios.

La mayoría no niega que 2 Timoteo 3:16 incluye a todos los libros


canónicos. Aquellos que desean reducir la cantidad de Escritura incluida
en el versículo lo hacen por traducirlo de esta manera: “Toda Escritura
inspirada por Dios, también es útil” (En lugar de “Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil”). En otras palabras, todas las partes de la
Escritura que son inspiradas son útiles, pero las que no son inspiradas no
son provechosas. Esa traducción indica que solamente parte de la Biblia es
inspirada.

Esa traducción es posible, pero no obligatoria. En realidad, cualquiera


de las dos traducciones puede alegar ser correcta. Ambas traducciones
tienen que suplir la palabra “es”; puesto que no aparece en el original. El
asunto se convierte en una cuestión de suplir “es” una vez o dos veces
(“Toda Escrituras inspirada por Dios también es útil”, o: “Toda la Escritura
es inspirada por Dios y es útil”). Se prefiere la segunda traducción, por tres

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razones. Primera, al suplir “es” dos veces, los dos adjetivos (“inspirada” y
“útil”) se entienden de la misma manera: como predicados nominales, lo
cual es más natural. Segunda, la palabra conjuntiva, aunque se puede
traducir “también”, significa “y” con mucha más frecuencia. Tercera razón,
una construcción similar ocurre en 1 Timoteo 4:4, donde los dos adjetivos
[“de desecharse” equivale al adjetivo “rechazable”. Nota del Editor]
claramente son predicados nominales. Por lo tanto, la traducción preferida
hace bastante claro que toda la Biblia es inspirada.

2. La Biblia entera es espirada por Dios. Esto expresa los medios de la


inspiración. La forma es pasiva, lo que significa que la Biblia es el resultado
del aliento de Dios. Si, por el contrario, la forma fuese activa, entonces
significaría que la Biblia exuda o habla de Dios. Por supuesto, eso es cierto,
pero no es lo que Pablo dice en este versículo. Nuestra palabra castellana
“inspirar” lleva en sí la idea de respirar hacia el interior de algo,
específicamente, la Escritura. Es cierto que autores humanos escribieron
el texto, pero la Biblia se originó como una acción de Dios, que la espiró.

3. La Biblia entera es útil. Esto expresa el propósito de la inspiración. Su


utilidad consiste en que enseña, amonesta, corrige, restaura, y entrena en
justicia; para que el creyente pueda ser apto, capaz, o proficiente, y
completamente equipado en cada aspecto de su ser. La Biblia no es para
ponerla en un museo y admirarla, sino para aplicarla a nuestras vidas.

En resumen: al juntar las tres ideas de 2 Timoteo 3:16, el versículo nos


declara que la Biblia entera provino de Dios para enseñarnos cómo vivir.

B. 2 Pedro 1:21
Este versículo nos dice con singular claridad, cómo Dios usó a los
escritores humanos para producir la Biblia. El Espíritu Santo los movió o
los impulsó. El uso del mismo verbo en Hechos 27:15 ilumina nuestro
entendimiento en cuanto al significado de “llevar” o “mover” a los
escritores humanos. Justamente antes que el barco que llevaba a Pablo a
Roma se destrozara en la isla de Malta, se encontró con una fiera tormenta.
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Aunque eran hombres con experiencia, los marineros no pudieron guiarlo;
así que finalmente tuvieron que dejar que el viento llevara al barco a
dondequiera que soplara. En la misma manera que ese barco fue
manejado, dirigido, o llevado por el viento, Dios dirigió y movió a los
escritores humanos que El usó para producir los libros de la Biblia.
Aunque el viento fue la fuerza que movió el barco hacia adelante, los
marineros no estaban dormidos e inactivos. De igual manera, el Espíritu
Santo fue la fuerza guiadora que dirigió a los escritores; quienes, aun así,
llevaron a cabo un papel activo al escribir las Escrituras.

Pero este versículo también aporta otro dato importante. Declara que
la voluntad de los autores humanos no dirigió la operación de escribir la
Biblia. El mismo verbo, “mover” o “llevar” aparece también [en griego] en
la última parte del versículo. Así que la profecía no fue traída por la
voluntad del hombre. El Espíritu lo hizo, no la voluntad del hombre. Esta
declaración arroja valiosa luz sobre la cuestión de la inerrancia de la Biblia.
La voluntad del hombre, incluso su voluntad de cometer errores, no
trajeron las Escrituras; más bien, el Espíritu Santo, que no puede errar,
trajo las Escrituras. Es cierto que los escritores estaban activos al escribir;
pero lo que escribieron fue dirigido, no por sus propias voluntades con la
posibilidad de error, sino por el Espíritu Santo, que es veraz e infalible.

B.B. Warfield, comentando sobre 2 Pedro 1:21 enfatizó bien este punto:
“En esta declaración singularmente precisa y llena de sentido, hay varias
cosas que demandan que se les observe cuidadosamente. Está, primero
que todo, la negación enfática de que la profecía —es decir, en la hipótesis
sobre la cual estamos trabajando, la Escritura— deba su origen a la
iniciativa humana: ‘Porque nunca la profecía fue traída —“vino” es la
palabra que usa la versión inglesa”— por la voluntad del hombre’.
Entonces, hay la afirmación, igualmente enfática, de que su origen está en
Dios: Es cierto que fue declarada por hombres, pero los hombres que la
declararon lo hicieron como instrumentos de Dios. Y, una cláusula notable
se inserta aquí, y está puesta delante en la oración para que el énfasis caiga
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sobre ella, la cual nos dice cómo hombres, al hablar, hablasen no de sí
mismos, sino Dios a través de ellos: fue como llevados —el mismo término
que arriba fue traducido ‘fue traída’, y posiblemente pudiera interpretarse
‘traídos’ aquí— por el Espíritu Santo que ellos hablaron. Al hablar así bajo
la influencia del Espíritu Santo, las cosas que ellos hablaron no
provinieron de sí mismos, sino de Dios” (The Inspiration and Authority
of the Bible [Philadelphia: Presbyterian and Reformed, 1948], p. 136).

En resumen: 2 Pedro 1:21 declara que Dios usó a los hombres y nos dio
una Biblia completamente veraz.

C. 1 Corintios 2:13
Aquí Pablo afirma que la revelación de Dios llegó a nosotros en palabras.
Esto contrarresta la contención de algunos de que la inspiración solamente
tiene que ver con los pensamientos que Dios quería que supiéramos, y no
con las palabras con las cuales se expresaron esos pensamientos. Sostener
ese punto de vista releva a uno de tener que creer en la inerrancia del texto;
porque uno supuestamente pudiera tener pensamientos acertados (los de
Dios) transmitidos en palabras erróneas (las del hombre). Pero Pablo
insistió en que el mensaje de Dios vino en las palabras del texto.

El hecho de que Pablo dice que él habló con palabras, no significa que
no se esté refiriendo a sus escritos. Note que Pedro dijo que Pablo ‘habló’
en sus epístolas (2 Pedro 3:16). Así que ‘hablamos con palabras’
ciertamente puede referirse a las cartas de Pablo.

En resumen: Este versículo enseña que las palabras mismas de la Biblia


son inspiradas.

D. Una colección de datos


Estos datos demuestran algo de la variedad del material que Dios movió a
los autores humanos a incluir en la Biblia.

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1. Material que vino directamente de Dios. Las dos piedras en que fueron
escritos los Diez Mandamientos vinieron directamente de Dios
(Deuteronomio 9:10).

2. Material recopilado. Aunque algunas partes de la Biblia se escribieron


directamente (como algunas de las cartas de Pablo), otras fueron el
resultado de previa investigación para recopilar datos. El Evangelio de
Lucas es un ejemplo de esto (Lucas 1:1–4).

Lucas no fue un testigo presencial de los eventos de la vida de Cristo.


Así que, o Dios le tuvo que haber dado a él revelación directa de esos
eventos para que escribiera su Evangelio, o él los tuvo que haber
descubierto por medio de investigación. En su prólogo, Lucas nos dice que
(a) él consultó a testigos presenciales de la vida y ministerio de Cristo) usó
narraciones escritas disponibles de partes de Su ministerio; (c) investigó
cuidadosamente y escudriñó todas sus fuentes; (d) planeó un arreglo
ordenado de su material; y (e) el Espíritu Santo lo movió y lo llevó a él en
la tarea misma de escribir; de modo que todo lo que escribió fue preciso y
verídico.

3. Material profético. Aproximadamente un cuarto de la Biblia fue


profecía al momento de escribirse (aunque, por supuesto, algo de todo ese
material se ha cumplido). La profecía verdadera puede venir solamente del
Dios verdadero, que todo lo sabe. Ningún escritor humano podría concebir
profecía que fuera cien por cien verdadera.

4. Material histórico. Gran parte de la Biblia narra la historia, y lo hace en


forma precisa. La mayoría de las porciones históricas fueron escritas por
aquellos que habían personalmente presenciado esos eventos. (e.g., Lucas,
quien fue compañero de Pablo en muchos de sus viajes, Hechos 16:10–13;
20:5–21:18; 27:1–28:6; o Josué, quien participó en la conquista de Canaán
y entonces escribió sobre la misma en el libro de Josué). Algo como la
historia de la creación, por supuesto, tuvo que ser revelado por Dios a

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Moisés; puesto que ningún ser humano fue testigo presencial; y Moisés
escribió de esto mucho después de ocurrir.

5. Otro material. La Biblia sí archiva cosas que no son verdad, como las
mentiras de Satanás (Génesis 3:4–5); pero da cuenta de ellas con
exactitud. La Biblia también contiene citas de los escritos de personas no
salvas (Tito 1:12). También tiene algunos pasajes que son fuerte e
intensamente personales y emocionales (Romanos 9:1–3). Pero esta
variedad de material se ha relatado con exactitud.

En resumen: Esta variedad de materiales demuestra que Dios algunas


veces reveló cosas en forma sobrenatural y directa; algunas veces permitió
que los autores humanos compusieran Su mensaje usando su propia
libertad de expresión. Pero El espiró el producto total, dirigiendo en varias
formas a los autores, para darnos Su mensaje en las palabras de la Biblía.

II. UNA DEFINICIÓN DE LA INSPIRACIÓN

Por supuesto, una definición adecuada debe formularse, tomando como


base los datos que las Escrituras proveen sobre el particular, según se
expuso arriba. El esqueleto de una definición es esta: Dios dirigió a los
hombres para que ellos escribieran Su mensaje en la Biblia.

Si le agregamos carne a ese esqueleto llegamos a una definición como


esta: Dios supervisó a los autores humanos de la Biblia, para que ellos
compusieran y grabaran sin error Su mensaje a la humanidad en las
palabras de sus escritos originales.

Note cuidadosamente algunas de las palabras clave en esa definición.


(1) La palabra “supervisar” admite el alcance de las relación es que Dios
tuvo con los escritores y la variedad de materiales. Su supervisión algunas
veces fue muy directa y otras no tanto, pero ésta siempre incluía el guardar
a los escritores para que ellos escribieran con exactitud.

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(2) La palabra “compusieran” muestra que los escritores no eran
taquígrafos pasivos a los cuales Dios les dictaba el material, sino escritores
activos.

(3) “Sin error” expresa la aseveración de la misma Biblia de que ella es


la verdad (Juan 17:17).

(4) La inspiración solamente puede atribuírsele a los escritos originales,


no a las copias o las traducciones, por más precisas que sean.

Observe: El procedimiento utilizado en este capítulo ha sido examinar


los datos bíblicos concernientes a la inspiración, y entonces formular una
definición que incorpore esos datos. La definición, pues, intenta ser una
declaración de las aseveraciones de la Biblia acerca de sí misma. No
comenzamos con una definición, para imponerla sobre los datos y, en el
proceso, forzar o seleccionar solamente los datos que respaldaran esa
definición.

Finalmente, nunca debemos perder de vista las aseveraciones


asombrosas que la Biblia hace acerca de sí misma en el asunto de la
inspiración. Ningún otro libro puede compararse con ella. Dios la espiró,
los hombres la escribieron; nosotros la poseemos.

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