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La fachada del Panteón de Agripa tiene la forma de un templo octastilo. El pronaos, está
compuesto por tres filas de columnas corintias monolíticas y lisas de granito egipcio. Tienen una
altura de 40 pies (11,82 m). Está unido a la parte circular por un elemento intermedio a forma
de paralelepípedo. Una gran águila de bronce adornaba el tímpano sobre las columnas.
El espacio interno es el que causa una sensación de grandeza muy especial. Se trata de un único
ambiente de planta circular cubierto por una inmensa cúpula hemisférica de dimensiones
impresionantes. Al entrar nos sentimos dentro de una gran esfera. En efecto, las proporciones
son las de una esfera: el diámetro es de 43,44 m (150 pies romanos) que es la misma dimensión
de su altura.
El Panteón de Agripa fue concebido como un espacio cerrado y un espacio abierto al mismo
tiempo, como un cuadrante astrológico. Las horas van girando con la luz recorriendo la cúpula.
El disco de luz queda suspendido como un escudo de oro. La lluvia forma una superficie mojada
bajo el óculo mientras las plegarias suben como el humo hacia el cielo.
Este es uno de los factores más importantes del Panteón de Roma: su relación con la luz. Es ella
la que crea el espacio interno. Esta relación entre espacio y luz es un gran descubrimiento de la
antigüedad romana.
Mientras que los templos griegos y las construcciones egipcias eran estructuras para
contemplarlas desde fuera, el Panteón de Roma es un espacio arquitectónico para entrar, para
que esa perfección nos acoja.