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Tema 1 CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL LENGUAJE HUMANO

OBJETIVOS
Presentar el objeto de estudio de la Lingüística General: el lenguaje humano. Tiene, por tanto,
este tema una función introductoria que delimita el ámbito propio de esta disciplina. Se centrará el estudio
del lenguaje como parte de la Semiótica General, para lo que se procederá a la distinción entre los
distintos tipos de comunicación.
Analizar cada una de las características del lenguaje humano consideradas universales. Estudiar
las relaciones entre lenguaje, pensamiento y realidad, tal y como han sido planteadas a los largo de la
historia

ESQUEMA

1. Comunicación y comunicación humana.


1.1.Comunicación animal y comunicación humana.
1.2. Sistemas de comunicación humana y comunicación lingüística.

2. Características de los signos lingüísticos y del lenguaje en general.

3. Lenguaje, pensamiento y realidad.


3.1. Logicismo y Perspectivismo lingüístico.

4. Los Universales del lenguaje.

CONTENIDOS BÁSICOS

1. COMUNICACIÓN Y COMUNICACIÓN HUMANA

En el sentido más amplio del término puede entenderse por comunicación cualquier transmisión
de información; pero es necesario ajustar el concepto de forma que sea útil para el estudio de la
comunicación lingüística, para lo cual hay que añadir el rasgo de intencionalidad que nos diferencia los
hechos comunicativos del resto, pues son producto de un comportamiento decidido del emisor de
establecer un intercambio comunicativo planificado y basado en el conocimiento compartido de un
código de signos; esto permite distinguir la comunicación propiamente dicha del simple trasiego de
información o de meras inferencias. Son múltiples los esquemas que establecen estas diferencias;
adoptamos el de Gaetano Berruto por su sencillez y claridad:

No verbal (gestos, etc.)

Natural Verbal: LENGUAJE VERBAL


HUMANO
Humana

Comunicación Artificial (señalizaciones públicas, etc.)


En sentido estricto

Hechos Animal (canto de los pájaros, ladridos de los perros, danza de


las abejas, etc.)
Sígnicos Transmisión de información e inferencias con valor comunicativo.

Cualquier ser animado superior y, en particular, el ser humano puede definirse como
esencialmente comunicativo; por lo que siendo la lingüística en términos muy genéricos el estudio de la
comunicación humana por medio de las lenguas, es necesario tener en cuenta que tal comunicación
lingüística funciona siempre en el conjunto de sistemas comunicativos no lingüísticos pero también
reales.
Siguiendo al mismo autor y a otros planteamientos muy extendidos, es necesario añadir y
clarificar las diferencias existentes entre distintos conceptos manejados por la Semiótica que tienden a
clasificar los tipos de signos y que, en nuestro caso, nos interesan por la necesidad de clarificar lo
lingüístico dentro del conjunto de elementos con valor comunicativo en los que el ser humano se
desarrolla. Atendiendo al carácter motivado o no de los signos y a la intencionalidad o no en el uso de los
mismos, hay que distinguir entre:

1. Indicios (síntomas): motivados naturalmente y no intencionales (el estornudo es indicio del


resfriado, las huellas del caballo del paso del mismo, etc.)
2. Señales: motivados naturalmente y usados intencionalmente (ladrido de aviso del perro
guardián, canto del pájaro para señalar el propio territorio, etc.)
3. Iconos: motivados analógicamente e intencionales (signos de una guía turística,
convenciones gráficas de una mapa, etc.)
4. Símbolos: motivados culturalmente e intencionales (el color negro para el luto, el rojo para
la ideología de izquierdas o para la señal de prohibición en los semáforos, la paloma blanca
para la paz, la silueta del toro de Osborne para España, etc.)
5. Signos (en sentido estricto): no motivados y de carácter intencional (los signos lingüísticos,
pero también el lenguaje de los gestos de los sordomudos, etc.)

2. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL LENGUAJE HUMANO

Desde los inicios del pensamiento especulativo, el lenguaje humano ha llamado poderosamente
la atención de pensadores y científicos en general, como elemento diferenciador e identificador de lo
específicamente humano. Definido el lenguaje en términos muy genéricos como sistema de
comunicación, es preciso comenzar por establecer los límites y características de la comunicación
humana, de cuyo complejo entramado de sistemas el lenguaje humano es parte. Es ya clásico en la
historia de la lingüística del siglo XX el estudio del lingüista norteamericano Ch. F. Hockett que en 1960
estableció un conjunto de quince características o propiedades cuya presencia en los distintos sistemas de
comunicación es preciso constatar. Aunque tal inventario de rasgos ha sido sometido posteriormente a
revisiones muy profundas, tendentes por lo general a eliminar muchas de estas características por no
resultar definitorias, es conveniente presentarlas en este momento y definirlas brevemente.

1. Oralidad y audibilidad. El lenguaje humano es un sistema de comunicación basado en la


producción de sonidos portadores de sentido, siendo tales sonidos producidos por ciertos
órganos de la fisiología humana adaptados para tal fin y perceptibles por el aparato auditivo
del ser humano.

2. Transmisión irradiada y recepción dirigida. La emisión de los sonidos lingüísticos se


propaga en todas direcciones desde el emisor; y desde el punto de vista del receptor se
localiza una de las direcciones de las ondas sonoras procedentes del emisor.

3. Extinción rápida. La naturaleza físico-acústica del lenguaje humano en su estado natural y


no manipulado lleva a la consecuencia inmediata de que las señales sonoras se pierden
rápidamente, por lo que la duración de tales mensajes es muy escasa. Piénsese cómo buena
parte de la historia del progreso de la humanidad está relacionado con la lucha incesante
para conseguir superar este carácter evanescente de la comunicación lingüística. Desde la
invención de la escritura hasta los más sofisticados sistemas de grabación, el ser humano
siempre ha tratado de encontrar la posibilidad de dotar de permanencia y estabilidad a los
mensajes lingüísticos que originariamente se perdían nada más ser pronunciados.

4. Intercambiabilidad. Los partícipes en un acto de comunicación lingüística pueden ser


emisores y/o receptores. En la conversación ordinaria se consiente tácitamente el
intercambio fluido de tales funciones; y socialmente hay normas que regulan un mayor o
menor grado de intercambiabilidad comunicativa lingüística.
5. Retroalimentación. El desarrollo de la actividad lingüística es retroalimentada por la propia
actividad lingüística desarrollada. El hablante es el primer destinatario de lo que dice, y esta
inmediata recepción orienta lo que ha de seguir diciendo.

6. Especialización. El acto físico de hablar no satisface, por ejemplo, un determinado deseo,


pero puede desencadenar una serie de consecuencias que al final permitan satisfacer tal
deseo; por lo que el hombre aprende pronto a repetir actuaciones lingüísticas dado que, si no
directamente sí indirectamente, las acciones lingüísticas le permiten conseguir buena parte
de sus deseos.

7. Semanticidad. Se refiere al hecho de que las expresiones lingüísticas son entidades


conceptuales, con lo que la posibilidad de representación de la realidad no requiere la
presencia misma de la realidad, sino el uso de signos que son una representación
convencional de la misma.

8. Arbitrariedad. La relación entre el elemento sonoro o físico-acústico y el elemento


conceptual es completamente arbitraria y sin motivación natural alguna; no hay nada en el
significante que haga naturalmente pensar en el significado.

9. Carácter discreto. Las unidades de los sistemas lingüísticos son identificables como
unidades aislables y analizables en su individualidad.

10. Desplazamiento. La posibilidad de representar entidades y acontecimientos no presentes en


el momento y lugar de la comunicación. Consecuencia ésta derivada lógicamente de la
semanticidad y arbitrariedad, pues el carácter simbólico del lenguaje permite no tener ante
los ojos lo que el hablante quiera representar.

11. Dualidad. También llamada “doble articulación” en la tradición teórica del funcionalismo de
A. Martinet; según esto, los signos lingüísticos son entidades articuladas en dos momentos:
en primer lugar, los signos lingüísticos son producto de la articulación de unidades mínimas
significativas (monemas); y cada una de éstas es a su vez producto de la articulación de
unidades mínimas no significativas o fonemas. El significante de un signo, por ejemplo, es
una selección y combinación lineal particular de un conjunto de elementos (fonemas)
pertenecientes al conjunto total de fonemas de la lengua; con lo cual las posibilidades de
construir significantes en una lengua son ilimitadas.

12. Productividad y economía. Conceptos éstos entendidos de maneras diversas, pues, por una
parte, puede concebirse como característica de los sistemas cerrados de elementos de la
primera y segunda articulación de Martinet; por otra parte, puede entenderse el concepto de
economía como el hecho de que en el ámbito sintáctico los esquemas formales son
reutilizados infinitamente para la construcción de oraciones diferentes en su configuración
final; y por otra parte, puede considerarse como economía el hecho de que el uso de la
lengua cuenta con el entorno o contexto que por sí mismo puede resultar informativo y, por
tanto, el esfuerzo lingüístico siempre se ve apoyado en la información no lingüística que
todo acto comunicativo conlleva.

13. Transmisión cultural. Siendo las lenguas realidades históricamente configuradas son, por
esto mismo, expresión del carácter cultural de la comunidad que las utiliza; Así, cada lengua
es, en buena medida, identificadora de la particular visión del mundo que ostenta cada
comunidad humana.

14. Prevaricación. Entendida como la posibilidad que ofrecen las lenguas naturales al ser
humano de construir mensajes falsos. La prevaricación ha de entenderse en estrecha relación
con el concepto de creatividad, pues la falsedad no es otra cosa que la creación de mundos
ficticios, pasados o futuros.

15. Reflexividad. La capacidad de los sistemas lingüísticos para convertirse en objeto de


referencia para sí mismos; el lenguaje lo explicamos por medio del lenguaje, y los códigos
lingüísticos parece que son los únicos capaces de explicarse a sí mismos.
Como hemos dicho, este inventario de características ha sido sometido a profundas revisiones,
algunas de las cuales las encontramos en el propio ámbito de la Lingüística General desarrollada en las
universidades españolas en los últimos años. Así, por ejemplo, el profesor A. López reduce a tres las
características universales del lenguaje humano: reflexividad, estructura asimétrica de los signos
lingüísticos (que coincide con el concepto de doble articulación) y prevaricación. El profesor J. C.
Moreno también reduce a tres las características de las lenguas naturales: economía, creatividad y
simbolismo, pues las quince características definidas pueden entenderse agrupadas en los principios de
estas tres categorías de carácter más general. Así, el concepto de economía englobaría características más
puntuales como la intercambiabilidad, la dualidad o doble articulación y lo que algunos autores llaman
eficiencia. La intercambiabilidad supone que emisor y receptor aprenden el mismo código, de forma que
no hay que saber una gramática diferente para actuar como emisor y otra para actuar como receptor en un
intercambio comunicativo de naturaleza lingüística; la dualidad afecta a la economía de los códigos, en
cuanto todos ellos con un número reducido y finito de unidades y reglas, pueden formar un número
potencialmente infinito de signos y mensajes de propios de una lengua natural; y la eficiencia, se refiere
al hecho de que la comunicación lingüística sea capaz de aprovechar la información contextual de forma
que el valor referencial de los signos de la misma se actualiza de manera distinta en cada uso que de ellos
hacemos; así, el enunciado “se lo dio”, puede tener aplicaciones referenciales infinitas en la medida en
que los referentes de “se” y “lo” son siempre cambiantes según los distintos usos que de ellos se hagan.

En cuanto al principio del simbolismo, éste incluye características del lenguaje humano como la
semanticidad, la especialización, la arbitrariedad, la reflexividad, la prevaricación y el desplazamiento. Y
en cuanto al principio de creatividad, viene a ser una consecuencia necesaria de los dos grupos de
características anteriores.

3. LENGUAJE Y PENSAMIENTO

Es un hecho empíricamente comprobado por todos nosotros el que hablar y pensar son dos
actividades estrechamente relacionadas; de manera que, a simple vista, no sabemos muchas veces si
estamos pensando en voz alta (hablando) o si estamos hablando mentalmente. Esta simple comprobación
hace que surjan en el estudio del lenguaje humano una serie de cuestiones que han preocupado a
filósofos, psicólogos y lingüistas desde la Antigüedad hasta nuestros días, y que podríamos resumir en las
siguientes preguntas: ¿Existe igualdad o paralelismo entre el lenguaje y el pensamiento? ¿Cuál de los dos
fenómenos determina la forma del otro? Las respuestas han sido múltiples, pues como decimos, son
cuestiones que llevan debatiéndose más de veinte siglos; nosotros resumiremos bastante el asunto
aglutinando todas las posibles respuestas en dos hipótesis explicativas:

1. Lenguaje y pensamiento son dos realidades independientes.


2. Lenguaje y pensamiento son dos realidades idénticas.

En el desarrollo de la primera hipótesis explicativa ha tenido una importancia especial en la


lingüística del siglo XX la conocida como hipótesis Sapir-Whorf, que en lo fundamental hunde sus raíces
en el idealismo romántico alemán de finales del siglo XVIII, y que pondera y valora en extremo la
diversidad cultural y lingüística del mundo. A la luz que proporcionó el contacto con las lenguas
amerindias, E. Sapir (1884-1939) en primer lugar, y seguidamente B. Lee Whorf (1897-1941) formularon
la hipótesis que lleva sus nombres, y que podemos condensar en dos principios básicos:

a. El determinismo lingüístico: es el lenguaje el que determina la forma del


pensamiento.
b. El relativismo lingüístico: la realidad es interpretada de forma diferente en cada
lengua.

Los ejemplos que corroboran este fenómeno de la diversidad lingüística pueden multiplicarse
infinitamente; así, el número de palabras que significan “camello” en árabe establece una
conceptualización de la realidad totalmente distinta a la que nos posibilita nuestra lengua, donde sólo
disponemos de la palabra “camello”; y al contrario, pensemos, por ejemplo cómo en el argot taurino de
nuestra lengua “zaino”, “bragao”, “meano” establecen una conceptualización parcelada del color de los
toros exclusiva de nuestra lengua. La formulación más extrema de la hipótesis Sapir-Whorf se ve negada
por los propios hechos, pues la traducción entre dos lenguas muy alejadas semánticamente es un hecho
posible; y cualquier concepto puede tener expresión, léxica o sintáctica, en otra lengua. La versión
atenuada de la hipótesis Sapir-Whorf no admite que las lenguas determinen nuestra manera de pensar,
pero sí que influyen en nuestra forma de pensar. Y sobre todo, dicha hipótesis es la constatación de la
diversidad lingüística.

La segunda respuesta posible a la cuestión de las relaciones entre el lenguaje y el pensamiento,


parte de una tradición mucho más antigua, que hay que remontar al menos a la Edad Media, en el seno la
llamada Gramática Especulativa y de la teoría de los modistas o modalistas. Desde entonces una corriente
de pensamiento de carácter logicista ha recorrido la historia de la lingüística hasta el mismo siglo XX,
siempre suponiendo más o menos implícitamente, o afirmando de manera explícita, que entre el lenguaje
y el pensamiento impera una relación de paralelismo o igualdad, y que las diferencias y desajustes sólo
son aparentes o accidentales; por lo que desde planteamientos como éstos se insiste en la posibilidad de
construir una gramática universal, que necesariamente ha de ser de carácter logicista.

4. LOS UNIVERSALES DEL LENGUAJE

Planteamos en este apartado de manera directa una cuestión que de forma implícita venimos
arrastrando a lo largo del tema y que ahora estudiaremos en sí misma: el hecho de que, para nosotros, sea
una constatación empírica el que percibamos las diferencias profundas entre las lenguas naturales, y el
hecho de que todas comparten un conjunto importante de características comunes y son percibidas, por
ello, como realidades de la misma naturaleza; así, cuando hemos hablado de características del lenguaje
humano en el primer apartado de este tema, hemos aceptado implícitamente que en ese nivel las
diferencias entre las distintas lenguas naturales no eran tenidas en cuenta, y que más bien eran fenómenos
compartidos que suponíamos ciertos en todas las lenguas naturales, más allá de las diferencias. Se trata
ahora, pues, de fijar los conceptos más esenciales de esta dimensión universal del lenguaje humano.
Seguimos para ello, el trabajo de E. Coseriu “Los universales del lenguaje (y los otros)” citado en la
bibliografía de este tema. Distingue el autor tres tipos de universales que él llama primarios: conceptuales
o posibles, esenciales y empíricos.

a. Universales conceptuales o posibles serían las categorías lingüísticas, en cuanto


que su existencia en las lenguas es teóricamente posible, y en cuanto que su
definición no se formula con respecto a una lengua en particular, sino en un sentido
universal. De hecho, no definimos, por ejemplo, el adjetivo en español, sino que la
definición de esta categoría es universal o independiente de la particularidad de las
lenguas; y con respecto a las lenguas particulares lo que hacemos es comprobar su
presencia o no en las mismas, y en caso afirmativo la lingüística descriptiva ha de
explicar cómo es y cómo funciona dicha categoría.

b. Los universales esenciales serían las propiedades que pertenecen a las lenguas o al
lenguaje humano en cuanto tales, o por hecho mismo de ser lenguas naturales y no
otra cosa; se trata de aquellos elementos constitutivos de las lenguas naturales. Los
rasgos que hemos estudiado en el apartado primero del tema se corresponden
concretamente con los universales esenciales, puesto que, como hemos visto,
simbolismo, creatividad y economía, son fundamentos del ser propio de las
lenguas; o, lo que es lo mismo, no identificaríamos algo como lengua natural si no
reconociéramos estos tres elementos.

c. Los universales empíricos serían las propiedades cuya presencia en las lenguas se
ha comprobado efectivamente, pero que no vienen exigidas por razones de tipo
esencial, y no son, por esto, racionalmente deducidos. El hecho de que se
encuentren en todas las lenguas o grupos de lenguas ha de llevar al estudio de los
motivos de esta presencia constante.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA COMENTADA

Para la diferenciación de la comunicación animal del lenguaje humano, es clásico el trabajo de E.


BENVENISTE: “Comunicación animal y lenguaje humano”, en Problemas de lingüística general, México,
Siglo XXI, págs. 56-62. También la compilación de V. SÁNCHEZ DE ZABALA, Sobre el lenguaje de los
antropoides, Siglo XXI, Madrid, 1976. Los más agudos juicios sobre el concepto de lenguaje como
enérgeia los encontramos sin duda en muchos de los trabajos de E. Coseriu, entre otros los recogidos en
El hombre y su lenguaje, Gredos, Madrid, 1977. Sobre el concepto de simbolismo, es un clásico la obra
de E. CASSIRER, Filosofía de las formas simbólicas I. El lenguaje, F.C.E., México, 1971. Es imprescindible
en este tema el artículo de CH. F. HOCKETT, “The problem of Universals in Language”, en J. G. GREENBERG
(ed.). Universals of Language, The MIT Press, 1978, págs. 72-113. Para el concepto de economía y
dualidad, son clásicos los trabajos de E. BENVENISTE, entre otros, los contenidos en La lingüística
sincrónica, Gredos, Madrid, 1971. Sobre las relaciones entre lenguaje y pensamiento, ver la obra de W.
M. URBAN, Lenguaje y Realidad. La filosofía del lenguaje y los principios del Simbolismo, F.C.E.,
México, 1979. Sobre el signo y la semiótica en general, ver U. ECO, Trattato di semiotica generale,
Bompiani, Milano, 1975. Y en cuanto a los universales de lenguaje, léase sobre todo el trabajo citado de
E. COSERIU, “Los Universales del lenguaje (y los otros)”, en Gramática, semántica y universales, Gredos,
Madrid, 1978, págs. 148-205.
TEXTOS DE APOYO

El lenguaje es un método exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar


ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera
deliberada. Estos símbolos son ante todo auditivos, y son producidos por los llamados
“órganos del habla”. No hay en el habla humana, en cuanto tal, una base instintiva apreciable,
si bien es cierto que las expresiones instintivas y el ambiente natural pueden servir de estímulo
para el desarrollo de tales o cuales elementos del habla, y que las tendencias instintivas, sean
motoras o de otra especie, pueden dar a las expresiones lingüísticas una extensión y un molde
predeterminados. La comunicación, humana o animal (si acosa se puede llamar
comunicación), producida por gritos involuntarios instintivos, nada tiene de lenguaje en el
sentido en que nosotros lo entendemos.
E.SAPIR, El lenguaje, págs. 14 y 15.

El mundo de nuestras experiencias necesita ser simplificado y generalizado


enormemente para que sea posible llevar a cabo un inventario simbólico de todas nuestras
experiencias de cosas y relaciones; y ese inventario es indispensable si queremos comunicar
ideas. Los elementos del lenguaje, los símbolos rotuladores de nuestras experiencias tienen
que asociarse, pues, con grupos enteros, con clases bien definidas de experiencia, y no
propiamente con las experiencias aisladas en sí mismas. Sólo de esa manera es posible la
comunicación, pues la experiencia aislada no radica más que en una consciencia individual y,
hablando en términos estrictos es incomunicable. Para que sea comunicada, necesita
relacionarse con una categoría que la comunidad acepte tácitamente como una identidad”.
E. SAPIR, El lenguaje, pág. 19.

El lenguaje es intencional. Este aserto corresponde a una comprobación inmediata,


pero debe entenderse y aplicarse también más allá de lo inmediato. En efecto, el lenguaje es
“intencional” –o sea, actividad motivada por fines, y no condicionada por la naturaleza (por
“causas”)-, no sólo como uso de expresiones y significados, sino también –y en primer lugar-
como actividad por la cual se crean significados (y expresiones que les corresponden). A este
respecto, Humboldt ha caracterizado el lenguaje como enérgeia en sentido aristotélico, es
decir, como actividad libre o creadora. De hecho, el lenguaje es originariamente creación de
significados (y expresiones) que pueden emplearse luego en el trato práctico del hombre con
otros hombres y en su operar en el mundo. En este empleo, el lenguaje es, sin duda,
instrumento para otros “fines”, que ya no son lingüísticos; pero el lenguaje como instrumento
práctico se funda en el lenguaje como actividad teórica (creadora).

Como enérgeia, el lenguaje pertenece al mismo dominio que las demás actividades
libres del hombre (poesía, ciencia, filosofía, etc.) y es, incluso, equiparable a una de estas
actividades. En efecto, el lenguaje considerado exclusivamente como creación de un sujeto,
como objetivación inmediata de los contenidos de la conciencia, no siendo ni verdadero ni
falso y siendo previo a la distinción entre existencia e inexistencia, no es separable de la
poesía: el lenguaje entendido como lenguaje absoluto, es decir, como actividad de un sujeto
absoluto, es simplemente lo mismo que la poesía.
E. COSERIU, “El lenguaje y la comprensión de la existencia”, en El hombre y su
lenguaje, págs. 46 y 47.

El mensaje de las abejas no se deja analizar. Sólo podemos ver en él un contenido


global, por estar ligada la única diferencia a la posición espacial del objeto relatado. Mas es
imposible descomponer el contenido en sus elementos formadores, en sus “morfemas”, de
suerte que corresponda cada uno de éstos a un elemento del enunciado. El lenguaje humano se
caracteriza precisamente por esto. Cada enunciado se reduce a elementos que se dejan
combinar libremente según reglas definidas, de suerte que un número de morfemas bastante
reducido permite un número considerable de combinaciones, de donde nace la variedad del
lenguaje humano, capacitado para decir todo.
E. BENVENISTE: Problemas de Lingüística General I, pág. 61. “Comunicación animal y
lenguaje humano”, en Problemas de Lingüística General I, pág. 61.

TEST DE AUTOEVALUACIÓN
1. Las huellas del conejo son para el cazador
a. Símbolos de la abundancia de estos animales.
b. Señales del paso de los mismos.
c. Símbolos cinegéticos.
d. Indicios de la presencia de los mismos.

2. Un enunciado como “A Dafne ya los brazos le crecían/y en luengos ramos bueltos se


mostraban” (Garcilaso de la Vega).
a. Ha de entenderse como fruto del carácter arbitrario del lenguaje.
b. Es producto de la especialización del lenguaje humano.
c. Implica un conjunto de despropósitos semánticos.
d. Es producto de la capacidad prevaricadora del lenguaje.

3. Las obras de teatro, como realidades lingüísticas que son


a. Se basan en la “intercambiabilidad”.
b. Responden al uso metalingüístico.
c. Constituyen un fenómeno reiterado de recurrencia.

4. ¿Cuál de las características del lenguaje humano en más patente al decir la palabra
“autorregulación”.
a. La eficiencia.
b. La semanticidad.
c. La dualidad.
d. La reflexividad.

5. La expresión “La catedral está a cuatrocientos metros de aquí”


a. Es radicalmente ambigua.
b. Es prevaricadora por incierta.
c. Supone un acto de desplazamiento.
d. Es eficiente porque es reutilizable en situaciones distintas.

6. Atendiendo a la oralidad, audibilidad y extinción rápida


a. La escritura ortográfica manifiesta la negación de tales características de las lenguas.
b. La escritura ortográfica es la primera superación de las tres características.
c. La escritura ortográfica supera la audibilidad y la extinción rápida.
d. La escritura ortográfica supera la oralidad.

7. La reflexividad
a. Es una ley lógica sin manifestación alguna en las lenguas naturales.
b. Se manifiesta cuando un elemento lingüístico se convierte en objeto de referencia.
c. Es característica necesaria de todos los códigos semióticos.

8. La diversidad lingüística
a. Sólo es fonética.
b. Es esencialmente gramatical.
c. Sólo afecta al léxico.
d. Implica interpretaciones diferentes de la realidad.

9. El adjetivo en español se define


a. Como categoría léxica
b. No se define sino que se describe.
c. Por los morfemas de género y caso.

10. El que todas las lenguas del mundo tengan sílabas abiertas del tipo CV
a. Es un fenómeno universal esencial.
b. Es un universal empírico.
c. Es un universal teórico.

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