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Colecciòn: Historia de la Sociedad Politica FEDERICA MORELLI

Director: BARTOLOMÈ CLAVERO SALVADOR

TERRITORIO O NACI6N
Reforma y disoluci6n del
espacio imperial en Ecuador,
1765-1830

Traducido del francés por


ANTONIO HERMOSA ANDUJAR

CENTRO DE ESTUDIOS POLITICOS Y CONSTITUCIONALES


Madrid, 2005
e
La traducci6n realizada por Antonio Hennosa Andujar se ha hecho, a indicaci6n
de su autora Federica Morelli, de la edici6n actualizada francesa, que fue publicada
con el tftulo Territoire ou Nation? Réforme et dissolution de l'espace impérial,
Equateur; 1765-1830, en 2004, por L'Harmattan, Paris, aunque anteriormente
habfa aparecido, en 2001, la versi6n italiana editada por Rubbettino con el tftulo
Territorio o Nazione. Rifonna e dissoluzione dello spazio imperiale in Ecuador;
1765-/830.

INDICE

ABREV!ATURAS . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . 9
INTRODUCCJÒN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

I. LA SOBERANÌA FRAGMENTADA . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . • . . . • . 19
1. La reforma del Estado mixto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
2. La retrocesi6n de la soberania . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
3. El Pacto de 1812: e! Estado mixto en la versi6n republicana . . . 47
4. Federaci6n o confederaci6n: e! itinerario del térrnino «indep en-
dencia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
5. La soberania de la naci6n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

II. LA REVOLUCJÒN DE LA REPRESENTACIÒN . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . 9 1


l . El modelo electoral de Cadiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 1
2. Practicas electorales urbanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I OI
3. Un neo-sincretismo politico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 3
4. La frontera m6vil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

III. LA GUERRA SOCIALIZADA . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 1


1. El sistema defensivo imperial . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 13 1
2. La extensi6n del fuero militar . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 138
© De la traducci6n francesa, ANTONIO HERMOSA ANDUJAR
© FEDERJCA MORELLI
3. El ciudadano-soldado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 145
© CENTRO DE EsTUDIOS POLITCOS CONSTITUCIONALES 4. Pueblos y Caudillos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . I 52

NIPO: 005-05-37-3 IV. INDIOS, CIUDADANiA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES . . . . . 159
ISBN: 84-254-1311-X I. La reforma de la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
DEP6SITO LEGAL: M-45801-2005 2. De subdito a ciudadano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
lMPRENTA: Solana e Hijos, A.G., S.A. 3. La restauraci6n del tributo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I 76
Leganés (La Fortuna) MADRJD
e 4. Estado y comunidad en el siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

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FEDERICA MORELLI

V. EL TRJUNFO DE LOS MUNICIPIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 J


I. Los cuerpos intermediarios de la tradici6n bispano-americana . 191
2. El modelo politico criollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
3. La crisis del territorio urbano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
4. La constitucionalizaci6n de las areas rurales . . . . . . . . . . . . . . . 229
5. El nuevo municipalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246

CoNCLUSIÒN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
APÉNDICES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
I. Articulos del Pacto Solemne de Sociedad y Uni6n entre las Provin- ABREVIATURAS
cias que forman e! Estado de Quito (18 I 2) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 1
II. Reglamento Provisorio constitucional de la Provincia de Guayaquil
(1820) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279
ID. Pian de Gobierno de la Provincia independiente de Cuenca (1820) . 283 ABCE: Archivos del Banco Centrai de Ecuador
GLOSARJO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289 AC/M: Archivos de Ias Cortes, Madrid
AFL: Archivos del Congreso, Quito
FUENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
AGI: Archivo Generai de lndias, Sevilla
AGN/B: Archivos Nacionales, Bogota
AHG: Archivos del Guayas, Guayaquil
AHM/C: Archivos Municipales, Cuenca (Ecuador)
AHM/Q: Archivos Municipales, Quito
AHN/M: Archivos Nacionales, Madrid
AHN/Q: Archivos Nacionales, Quito
BBCE: Biblioteca del Banco Centrai de Ecuador

e
8 9
INTRODUCCION

«i,Qué es una naci6n? Un cuerpo de aso-


ciados que vive bajo una ley comun y esta
representado por la misma legislatura».
SIEYÈS, iQué es e/ estado /!ano?

En el origen de este libro esta el tema, aun debatido por los histo-
riadores, de la anarquia y de la ingobemabilidad de las republicas his-
pano-americanas de la primera mitad del siglo XIX. Su objetivo es el
de dar a esta cuesti6n una respuesta mas convincente que la explica-
ci6n que ve en el caudillismo y en la supuesta incompatibilidad entre
la América hispana y el constitucionalismo liberal las causas de dicho
fenomeno.
El titulo, Territorio o Naci6n, sugiere en efecto que uno de los
principales dilemas a los que hubo de hacer frente el nuevo Estado
republicano fue la tensi6n entre el territorio, considerado corno un
conjunto de suj etos colectivos aut6nomos y localizados, y la naci6n,
vista corno una entidad colectiva superior, una instancia de pertenen-
cia comun, depositaria de una jurisdicci6n unica y uniforme encama-
da por el Estado. La crisis repentina e imprevista del imperio impidi6
de hecho la consolidaci6n del Estado absolutista y el surgimiento en
la América hispana de las condiciones necesarias para la fonnaci6n de
un verdadero Estado-naci6n, a saber: la consolidaci6n territorial, la
diferenciaci6n de los 6rganos gubernamentales en relaci6n a las
demas organizaciones y también el monopolio de los medios de coer-
e
11
FEDERJCA MORELLI INTRODUCCIÒN

ci6n; todo lo cual produjo multiples tensiones. La monarquia espafio- precario equilibrio entre modernizaci6n del aparato centrai y supervi-
la, por tanto, no Jleg6, antes de su disoluci6n, a reformar los poderes vencia de la sociedad corporativa quedo roto en 1808 a causa de la
territoriales intermediarios; éstos, al contrario, se demostraron en inesperada crisis de la monarquia. Dich~ crisis, qu~ se concluye vein-
grado de defender y consolidar el conjunto de los cuerpos que habian te afios mas tarde con la independencia del contmente respecto de
garantizado la cohesion de la sociedad colonia! durante tres siglos. Espafia, sefialo el surgimiento de nuevos poderes y el.~esurgimie~to ~e
En el momento de la revolucion liberal espafiola, la antigua tradi- otros antiguos, que contribuyeron a la fragmentac1on del temtono
cion de los Habsburgo -que mediante la concesion de amplias auto- colonial en multiples espacios aut6nomos.
nomias territoriales y corporativas durante todo el siglo XVIl habia La dimension territorial, en efecto, jug6 un papel fundamental en
favorecido el desarrollo de un Estado mixto y de un imperio federal- e! proceso de reinterpretacion de la cuesti6n del Estado, tal y corno lo
estaba todavia fuertemente arraigada en los territorios americanos, han demostrado numerosas investigaciones acerca de la estructura-
donde habia conducido al fracaso del proyecto borbonico de imponer ci6n del territorio europeo, que han puesto de relieve la multip~icidad
una monarquia administrativa a la francesa. Ahora bien, ese ultimo y la heterogeneidad de las formaciones territo:iales c~acteris~1c.as de
aspecto de la experiencia hispano-americana podria permitir aportar la estructuracion espacial del poder estatal baJo el Antlguo Reg1m~n.
elementos nuevos y significativos al proceso de revision del antiguo Asi, mas que corno una entidad politica dotada de un poder exclus1vo
paradigma estatal. En efecto, desde los afios ochenta, la historiografia sobre un territorio continuo y unitario, el Estado se presentaba corno
ha demostrado que el Estado moderno europeo no es, corno se habia un conjunto de unidades territoriales en situaciones geografic~s .Y g~o-
creido basta entonces, el resultado de una marginaci6n y expropiacion politicas diversas, dotadas de una autonomia y de un?s pnv.ile~10s
progresivas de los poderes locales por la monarquia, sino e! de las arti- particulares. La ausencia, durante la entera ~po~a colomal, de .~stJtu-
culaciones e interdependencias de ambas esferas 1, esto es, de dinarni- ciones representativas de los diferentes vmemados, con:fi~o a la
cas particularmente evidentes en las regiones periféricas, tales corno dimension territorial una importancia singular en el contexto h1spano-
la América hispana, en las que la integracion de los grupos locales en americano, en el que los principales poderes locales lo~ d~tentabru_-i los
el tejido politico y administrativo se revelo necesario para la supervi- cabildos, ya fueran blancos (cabildos de espaiioles) o md1os (cabz(dos
vencia de la monarquia. de indios). Tales comunidades juridicas gozaban,. si, de. personahdad
El caso de la Audiencia de Quito, provincia alejada no solo de la juridica y ejercian funciones jurisdiccional~s pnmordiales sobre el
peninsula, sino también de los principales centros de los virreinados territorio: importancia centrai perfectamente 1lustrada por.e! ~echo de
americanos, constituye al respecto un observatorio privilegiado. Alli, que el término respublica hay~ sido emplea~o en los ~emtonos ame-
corno se vera, el papel jugado por las élites locales influyo en efecto ricanos a lo largo de todo el siglo XVIII y aun a coIDJenzos del ~ '
de manera determinante en el resultado de las reformas borbonicas, no para designar un organo politico.superior, sino ~as bien corno atr1-
pues a los impulsos de centralizacion correspondio una consolidacion buto de la communitas, correspond1ente a los cabzldos. .
del orden jerarquico y corporativo. Aun cuando proponer una evalua- El objetivo de la presente obra es mostrar de qu~ .m anera d1chos
cion global del reformismo borbonico en las colonias americanas sea cuerpos lograron mantener y conquistar durante la cns1s y las guerras
siempre dificil para los historiadores, cabe empero subrayar que el de independencia los dos recursos politicos fundamentales: a _saber, la
justicia y la representacion, obstaculizando por tanto el nac1m1ento del
1
Ct: por ejemplo Jean-Frédéric Schaub, «Les temps et l'Etat. Vers un nouveau régi-
Estado nacional. A este prop6sito, subrayemos antes de nada que la
me historiographique de I' Ancien Régime français», en Quaderni fiorentini per la storia representaci6n politica nunca habia sido estudiada a partir de los
del pensiero giuridico moderno, XXV, 1996, pags. 127- l 8 1; Luigi Bianco, «Note sulla documentos de los archivos, pese a ser tan numerosos, lo qu~ puede
più recente storiografia in tema di 'Stato moderno'», en Storia Amministrazione Costitu- sin duda explicarse por la imagen esencialmente ne~at~va prop1a de la
zione, o.0 2, Bologna, 1994, pags. 259-297; B. Clavero, « lnstituci6n politica y derecho:
desvalimiento del Estado moderno», en Tantas personas como Estados. Por una antro-
representaci6n de tipo liberal. De un lado, ~as practlcas electorales
pologia politica de la historia europea, Madrid, 1986. siempre han sido consideradas corruptas, mcapaces por tanto de

12 13
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fNTROD UCCIÒN
FEDERICA MORELLI
v_is18:, el caso _de ~a Audiencia de Quito, donde la poblaci6n era mayo-
garantizar la menar eficacia a las instituciones representativas; de ntan~mente m~1a Y donde . la. aplicaci6n de la constituci6n liberal
otro, la experiencia liberal del siglo XIX ha sido siempre considerada esp~ola ~onduJO al reconoc1m1ento de la ciudadania de los indios - lo
por la historiografia corno un fracaso en el intento de aplicar modelos cual 1mph~aba t~nto su derecho a elegir corno a ser elegido- nos _
europeos a realidades demasiado diferentes. El acrecentado interés de ce de part1cular mterés. ' pare
los bistoriadores de los diez o quince ultimos afios por la representa- Junto a la c~estJ6_n de la representaci6n politica que acabamos de
ci6n y las experiencias electorales del siglo XIX latinoamericano se evocar, la del eJerc1c10 de la justicia constituye otro elemento fund _
explica por las experiencias de la transici6n democratica en el conti- me?tal p~ra comp~ender l~s. dinarnicas de la fragmentaci6n del te~-
nente y los recientes debates sohre la ciudadania comunitaria o pluri- tono_. BaJo el Antigua ~eg!n_ien, en continuidad con la experiencia
nacional - planteados a escala nacional e intemacional por la revuelta med1eval en la que la Just1c1a era la unica funci6n publica visible
zapatista de Chiapas y por otros movimientos indios del continente-, des~~ el punto de vista juridico, eso que boy llamariamos «adminis-
pero también por los resultados mas recientes de la historiografia trac10n» adoptaba en lo esencial la forma de una gesti6n judicial del
europea francesa, inglesa e italiana- , que han renovado totalmente
2
los poder4. En e~ecto, la ampliaci6n de los poderes publicos, incluso en el
enfoques de la cuesti6n electoral en la época del liberalismo . Mucho curso d~ la epoca n_iode~a, ?o h~bia dado lugar al nacimiento de un
se ha insistido, por ejemplo, en la fuerte influencia de las comunida- nuev~ tipo ~~ func10nano eJecutlvo, sino mas bien a una progresiva
des locales sobre las practicas electorales, y sobre el modo en el que es~ec1~l~zac10~ de cada _uno de los sectores publicos en el ejercicio de
los valores colectivos de los grupos territoriales se han articulado con la JUstlcia. Asi,_ la a~tonda~ _d~l intendente, por ejemplo, derivaba de
los de los sistemas politicos representativos. La naturaleza colectiva su derecho de mstruir los htig10s y de juzgar dentro de los limites d
de las practicas electorales ha aparecido entonces corno central, en la su c~mpo de com1:,~tencias, careciendo fuera de eso de cualquie;
medida en que la construcci6n de la representaci6n bacia referencia al med10 para con~~e~1r a _los subditos a obedecer sus 6rdenes. Jgual-
estatuto social de los electores, a su identidad o a los vinculos end6- mente, los mun1c~p~os disponian de capacidad coercitiva autonoma,
genos que aseguraban su lealtad a un partido o a un notable. Mas otro por l? ~ue su ac~v1d~? no quedaba limitada a funciones de gesti6n
dato, a menudo subestimado, explica igualmente el aumento del inte- economica, de d1recc10n y de contro!. Ahora bien segun ' lo ha
tr d 1 ·d d l · . , · mos-
rés actual por la cuesti6n representativa: la adopci6n por la mayor _a ? c~~ c an a a histonografia institucional al identificar la espe-
parte de los nuevos paises independientes, pese a la imagen de siste- ciahzac10n de los 6rganos gubemamentales - y en especial la divisi6n
mas politicos oligarquicos y con débil participaci6n popular que aun
se les atribuye con frecuencia, de condiciones de sufragio muy exten-
sas para la época, que no excluian a los indios 3 • Desde este punto de ~;:~f~~~ 7:~~;t;1~~1~}t ·t::1~~~ct':~~~: 1
;~:i:dn:~:b~'èt!~t ft:;~;::;
~ ore emocracy. th_e H1sto?' ofE_lections in Europe and Latin America, London 1996-

2 Véanse, a modo de ejemplo: K. T. Hoppen, Elections, Politics and Society in lre-


~lda ~abato (dir.)_, C1udadama politica y formaciém de /as naciones Buenos Aires' 1999'.
/and, 1832-1885, Oxford, 1984; J. P. D. Dunbain, «Le riforme elettorali e le loro conse- _a ree a Tarnavas10, La revoluci6n del voto. Politica y elecciones' 18 10-1852 B' '
Aires '.2002·
d ll ' Gabne_
· Il~ Chi aromontJ·, Sufragzo
. e rappresentanza nel Perù
, del/'800, Gli
uenos
iti-
guenze nel Regno Unito, 1865-1895», en P. Pombeni (dir.), La trasformazione politica
ne/l'Europa liberale, Bologna, 1986; Antonio Annino y Raffaele Romanelli (dir.), «Nota- nera~ e a sovramta (1808-1860), Torino, 2003. ·
bili, Elettori, Elezioni», Quaderni Storici, n.0 69, 1988; Frank O'Gorman, Voters, Patrons M ~~erca de la na~leza de la administraci6n en el Antiguo Régimen cf Antonio
and Parties: Th e Unreformed E/ectorate of Hanoverian England, 1734-1832, Oxford, anue spanha: '.<JustJça e administraçiio entre o antiguo regime e a revol~ a~» en B
1989; del mismo autor, «Campaign, R.ituals and Cerimonies: The Socia! Meaning ofElec- Cla~ero, P. Gr?ss1, .~· Tomas y Valiente, Hispania entre derechos propios ç d;recho;
tions in England, 1780-1860», Past and Present, n. 0 135, 1992, pags. 79-11 5; Alain Garri- n~czonales. Atti del/ incontro di studio Firenze-Lucca 25-27 Maggio 1989 M·i
pags. 135-204; Luca Mannori, «Giustizia e amministrazione tra antJ·co e ' • ano, .
1990
'
gou, Le vate et la vertu. Comment /es français sont devenus électeurs, Paris, 1992 ; Pie- en R Rom Jr (dir) .,, . . . nuevo regime»,
rre Rosanvallon, Le sacre du citoyen. Histoire du suffrage universel en France, Paris, · ane · 1 · , magistrati e potere nella storia europea Bologna 1994 pa 38
1992 ; Patrice Gueniffey, Le nombre et la raison. La Révolutionfrançaise et /es é/ections, 6z;; i'ou;f ~a:nori YBernardo_Sor~i, Storia del diritto amminis~rativo, R~ma-BariI~ter:
Paris, 1993; Raffaele Romanelli (dir.), How did they become voters? The History of Fran- no', 1995·. o re la Edad Media, vease Paolo Grossi, L'ordine giuridico medievale, Mila-
chise in Modern European Representation, Hague-London-Boston, 1998.
3 Cf. Antonio Annino (dir.), Historia de las · elecciones en Jberoamérica, Buenos

15
14
FEDERICA MORELLI INTRODUCC!ÒN

entre justicia y administraciòn- corno una etapa ~ecisiva del pr~ceso de los ejércitos ecuatorianos, ni sobre e! impacto que su formaciòn
de construcciòn del Estado-naciòn, la citada cuestlòn de las func1ones tuvo sobre la sociedad civil.
entremezcladas resulta fundamental. Por desgracia, la justicia, al igual
que la representaciòn, ha sido un tema muy poco ~stud_iado por los Desearia finalmente expresar mi reconocimiento a cuantos han
historiadores latinoamericanistas, y solo ahora emp1eza Justamente a h~~h? posible _la rea)iza~iòn de este libro. A Antonio Annina, que ha
abordarse5• Ese retraso, que afecta tarnbién a las investigaciones sobre dm~1do estas mvest1gac1one~ y me ha ensefiado a amar a América y
Europa, se debe principalmente a la concepciòn «arquetipica>~ d~l la ep~ca mo_d_erna. Horst P1etschmann, Annick Lempérière, Maria
constitucionalismo del siglo XIX, en virtud de la cual eJercer la JUSh- Rosana S!ab1h, Tamar Herzog, Alfredo Massart y Nicola Bellini, por
cia consistia unicamente en aplicar la ley. Empero, a nivei de los s~s conseJos y apoyo. Johanne Kuhn, Géneviève Verdo y Joelle Chas-
modelos corno de las practicas politicas, existen diferentes modalida- sm, por su ayuda en la tarea de traducir del italiano al francés . AJ Cen-
des de concebir la divisiòn de poderes, que producen a su vez sistemas tre d'Etudes sur les Mondes Américains en la Ecole des Hauts Etudes
politicos diferentes. . . . . . en Sciences Sociales, y a su director, Serge Gruzinski, por haberme
Durante los afios que van desde el 101c10 de la cns1s en 1808 hasta acogi~o. 1:'- Bartolomé Clavero y al Centro de Estudios Politicos y
la formaciòn de la republica ecuatoriana en 1830, las cuestiones de la Conshtuc10~ales por haber sostenido y apoyado la traducciòn espafio-
justicia y la representaciòn se mezclan con las de la guerra. Las gue- la. A Antonio Hermosa por su valioso trabajo de traductor. A Rose-
rras - y la violencia en general- han sido siempre consid~radas ~~r la M_arie Tera.o, Guillermo Bustos y Hugo Celi, por su amistad durante
bistoriografia simultaneamente una de las causas de la ~nestab1h~a? m1s dias en Ecuador. A la Universidad Andina Sim6n Bolivar de
politica de los paises latinoamericanos y una conse~uenc1a de I~ m1h- Quito, por su apoyo institucional. Y, por su colaboraci6n, a Ios di~ec-
tarizaci6n de la politica, fruto de las guerras de mdependenc1a. En tores y al persona! de los Archivos y de la Biblioteca del Banco Cen-
semejante perspectiva, estas ultimas, al representar la primera_ gran tr~I ~e Ecuador, de los Archivos y de la Biblioteca del Congreso, de la
movilizaciòn bispanoamericana de la época moderna, son cons1dera- B1bhoteca Aurelio Espinosa Polit, de la Biblioteca de la Universidad
das corno un verdadero punto de ruptura entre una época colonial Catòlica de Quito, de los Archivos Nacionales de Cuenca de los
exenta de guerras y un siglo XIX caracterizado por una excesiva vio- Arcbivos Municipales de Cuenca, de los Archivos Històricos de Gua-
lencia6. Desde entonces, e1 analisis de las guerras de independencia se yas, de los Archivos Nacionales de Colombia, de la Biblioteca Nacio-
ba vuelta esencial para comprender el papel que jugaron en el proce- nal de Bogota, del Archivo Generai de lndias, de la Biblioteca de
so de formaciòn del Estado-naci6n, asi corno las razones que hicieron Esrudios Hispano-Americanos de Sevilla, de Ios Archivos Nacionales
que, contrariamente a lo sucedido en Europa, tal movilizaciòn no y de la Biblioteca Nacional de Madrid.
entrafiase la consolidaciòn del poder central. Con todo, y aun cuando
un buen numero de estudios hayan comenzado recientemente a abor-
dar el tema de la guerra7, ninguno se ha concentrado en la constituciòn

5 Véase por ejemplo Eduardo Zimmerman (dir.) , Judicial 1nstitutions in Nineteenth


Century Latin America, London, 1999; Marco Bellingeri (dir.), Dinamicas de antii:}'?
régimen y orden constitucional. Representaci6n, justicia y a_dm~nistraci6n _en ~bero~men-
ca, siglos XVIII-XIX, Torino, 2000; Marcello Carmagnam (dtr.), Constztucionalismo Y
orden liberal, 1850-1920, Torino, 2000.
6 Cf. Anthony McFarlane y Marianne Wiesebron (dir.), «Violencia social y conflicto
0
civil: América Latina, siglos XVIII-XIX», Cuadernos de Historia Latinoamericana, n. 6,
1998. Latin Ame~ic~, University Park, Pennsylvania State University Press, 2002; Climent Thi-
7 Juan Ortiz Escamilla Guerra y gobierno. Los pueblos y la independencia de Méxi- baud, Republ,ca en armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de independencia en
co, SeviUa, 1997 ; Miguel Àngel Centeno, Blood and Debt.: War and the Nation-State in Colombia y Venezuela, Bogota, 2003.

j 16 17
CAPìTIJLO I

LASOBERANÌAFRAGMENTADA

1. La reforma del Estado mixto

Una reflexion sobre la soberania y sus itinerarios durante el perio-


do de la independencia latino-americana no puede pasar por alto el
analisis en profundidad de la época borbonica, habida cuenta del
estrecho vinculo que une las reformas de la segunda mitad del siglo
XVIII en Espaii.a al proceso de emancipacion de sus colonias ameri-
canas, tal y corno han puesto en evidencia los estudios mas recientes 1.
De hecho, ese nuevo enfoque historiografico enfatiza la gran contri-
bucion del proyecto borbonico al surgimiento de cuestiones que aca-
baran siendo centrales a lo largo del siglo XIX latino-americano, ante
todo las concemientes a los conflictos entre liberales y conservadores,
entre centralismo y federalismo, entre ciudad y campo, entre parla-
mentarismo y caudillismo.
El proyecto borbonico de extender al imperio hispano-americano
el modelo de la monarquia absoluta, tal y corno acababa de imponer-
se en numerosos paises europeos, iba mucho mas alla del mero some-
timiento de los territorios coloniales a un contro! politico y fiscal; se
trataba asimismo de poner en acto un nuevo concepto de Estado, en el

1 El primero en proponer esa nueva periodizaciòn ha sido Tulio Halperin Donghi, al

inicio de los aiios ochenta del pasado siglo (Re/orma y diso/uci6n de los imperios ibéri-
cos, 1750-1850, Madrid, 1985).

19
FEDERICA MORELLI LAS0BERAN1A FRAGMENTADA

que el establecimiento de una burocracia mas eficaz tenderia a quebrar tos al comercio; tal liberalizaci6n, pensaban, habria de favorecer la
el poder de los grupos oligarquicos y producir una sociedad mas dina- multiplicaci6n de los intercambios comerciales y poner naturalmente
mica. Las reformas, por tanto, propendian a la vez a romper la orga- fin al contrabando, con el consiguiente aumento de los ingresos fisca-
nizaci6n ol igop61ica del comercio transatlantico, a reducir el predo- les del Estado, gracias asimismo a la mejora de las comunicaciones y
minio de los centros administrativos tradicionales en beneficio de gru- a una mas racional organizaci6n administrativa. La comisi6n intermi-
pos de actores provinciales, a reafirmar el contro! estatal sobre la fuer- nisterial encargada por Carlos III de llevar a buen puerto tales refor-
za de trabajo indigena, a reducir e! papel economico de la Jglesia, a mas -co~puesta por Grimaldi, Esquilache y Arechaga, respectiva-
poner fin a los monopolios sobre el comercio interior, a favorecer la mente mm1stros ?e la Guerra, del Tesoro y de las Indias- comenz6 por
participaci6n de los habitantes en la gesti6n municipal de los centros probar su eficac1a en Cuba antes de extenderlas al conjunto de los
urbanos, etc. territorios coloniales3.
Dejando de lado la delicada y aun debatida cuesti6n del resultado Por otra parte, dicha transformaci6n del sistema comercial debia
de las reforrnas emprendidas en la propia peninsula ibérica, es menes- servir de punto de partida para la introducci6n de importantes cambios
ter constatar que el debate abierto en Espafia a lo largo del siglo XVIII de orden administrativo y politico, por cuanto el punto fuerte del pro-
se extendi6 con rapidez a las colonias latino-americanas. La inadapta- yecto de los Borbones era reemplazar la organizaci6n federativa de los
ci6n del sistema institucional imperial, en efecto, apareci6 entonces Habsburgo por una «monarquia administrativa» a la francesa de corte
con tanta mayor fuerza por morde los grandes cambios que se estaban centralista. Lo cual implicaba el paso de una organizaci6n' fundada
sucediendo en la escena europea, en especial por la afirmaci6n de so~re el po~e~ Jurisdiccional a otra forma ~ueva, basicamente ejecuti-
potencias que no se contentaban ya con controlar las grandes rutas va . Se de~1d10, en efecto, la reforma radical del modo de gobiemo
comerciales, sino que aspiraban a imponer su dominaci6n directa locai, en vrrtud de la cual e! antiguo sistema de corregimientos y de
sobre los territorios economicamente estratégicos. Asi, fue la ocupa- las alcaldias mayores, que habia estructurado basta entonces las rela-
ci6n de la Habana por las tropas inglesas durante la Guerra de los Siete ciones entre el gobierno locai, los virreinatos y la metr6poli, debia
Aiios lo que reforz6 la necesidad para Espafia de revisar la organiza- reemplazarse por el de intendencias, ensayado primero en Cuba antes
ci6n politico-econ6mica de su imperio colonia!, e impeli6 a Carlos III de ser extendido al conjunto de colonias americanas a partir de 1767.
y sus ministros a emprender un importante programa de reformas. Fue en esa fecha, en efecto, cuando José de Gàlvez durante su céle-
Tal programa, basarlo principalmente en los escritos de célebres bre visita a Nueva Granada, optò por establecer la ~ueva administra-
economistas del siglo XVIII espafiol - Jer6nimo de Uztariz, José del ci6n, a fin de poner remedio al estado de manifiesta decadencia que
Campillo y Cosio, Bernardo Ward2-, retomaba el enfoque mercanti- observara en el gobierno locai, para entonces por completo en manos
lista de estos ultimos, que reconocia a los territorios coloniales un de la oligarquia criolla. En su proyecto, aun cuando los intendentes
papel estratégico en el renacimiento de la potencia espafiola. En efec- permaneciesen sujetos a la autoridad suprema de los virreyes, que
to, las colonias americanas debian, en su opini6n, servir de salidas desde 174; habi~n adquirido plenos poderes en materia fiscal, no por
naturales para los productos manufacturados de la metr6poli, y de elio se veian pnvados de un poder absoluto en su jurisdicci6n, que
fuentes de aprovisionarniento de materias primas, sin por ello perma- abarcaba las «cuatro causas»: la administraci6n, la justicia, las finan-
necer surnisas a una fuerte dominaci6n politica. Al contrario, los refor- zas y la guerra.
mistas predicaban la accesibilidad de las. actividades comerciales al
conjunto de los ciudadanos espafioles y la apertura de todos los puer- 3
Allan J. Kuethe, «The Early Reforms ofCharles Il[ in New GranadID>, en John Fis-
her, Allan J. Kuethe, Anthony McFarlane (eds.), Reform and lnsurrection in Bourbon New
Granada and Peru, Baton Rouge y Londres, 1990, pags. 19-40.
2 Jer6nimo de Uztariz, Theorica y Pratica del Comercio y Marina ( 1724); José del 4
_ Para una defini~i6n de la <(monarquia adrninistrativID>, c f. Luigi Bianco, Statu e
Campillo y Cosio, Nuevo Sistema de Gobierno para América (1 789) ; Bernardo Ward, fu11z1011ar1 nella Francia del Settecento: gli «ingénieurs des ponts et chaussées» Bolonia
Proyeclo Economico ( 1762). 1991. , ,

20 21
FEDERICA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTA DA

Los cargos de corregidores y de alcaldes mayores, vituperados a voluntad ,manifiesta de est~blecer un efectivo poder monarquico abso-
menudo por corrupci6n e incompetencia, debian ser suprirnidos y luto, seguo po~e~ de mamfiesto las multiples tentativas de los reyes
reemplazados por puestos de subdelegados: funcionarios nombrados europeos por hm1tar los p_oderes institucionales de sus subditos, y por
y directamente sujetos a su intendente. Empero, el aspecto mas inno- tanto de liberar en la med1da de lo posible a la realeza de todo contro!
vador de dicha reforma del poder locai concemia a un punto que la popular. Incluso si ya ha quedado claro que, por su vinculo con la
historiografia, en cambio, ha descuidado a menudo, a saber: la crea- sociedad corporativista, el Estado absoluto no tuvo fuerza para impo-
ci6n de espacios politicos intermediarios entre los antiguos corregi- ner una soberania unica y monista ni unificar el Derecho, tampoco
mientos y alcaldias mayores y los virreinatos: una cuesti6n que, lo puede negarse el papel estratégico que jugara en el proceso de reduc-
veremos, llegara a ser crucial para los territorios americanos en el ci6n del pluralismo institucional en Europa.
momento de la construcci6n de una nueva forma de representaci6n Esas contradicciones en el proceso de construcci6n del Estado
durante la crisis de la monarquia. absoluto las volvemos a hallar de manera paradigmatica al considerar
Los resultados de las investigaciones, al dar cuenta de realidades el caso hispano-americano. De hecho, en él se constata el fracaso del
sumamente varias, hacen que aun hoy sea dificil para los historiadores intento centralizador por reducir las diversidades existentes siendo las
trazar una valoraci6n global del impacto de las reformas borb6nicas en dinarni~as engen~adas por la crisis de la monarquia en 1808 la prue-
América Latina. Asi, algunos piensan que estas ultimas tuvieron un ba mamfiesta. Ahi, corno en otras zonas periféricas pertenecientes a
efecto limitado, en tanto otros afirman que contribuyeron por el con- otr?s grand~s conjuntos politicos, las relaciones entre poder monar-
trario a romper de manera definitiva el vinculo entre Espafia y sus qmco y soc1edad locai de hecho se articularon de manera mas estre-
territorios americanos, preparando el terreno para la emancipaci6n. cha, vale decir, mas compleja.
Cabe, con todo, sacar algunas conclusiones de orden generai, segun las Aun cuando la Corona espafiola denegara siempre a sus colonias
cuales las reformas comerciales dieron resultados relativamente posi- el derecho a poseer sus propios conjuntos representativos, la relaci6n
tivos - aun cuando algunas de ellas ocasionalmente hayan favorecido c?ntractual entre el rey y su reino colonia! no por elio existia menos,
mas a Jas colonias que a la metr6poli 5-, rnientras que las de naturale- b1en que de una forma particular: los criollos reconocieron la autori-
za politica se toparon con numerosas dificultades. De hecho, el siste- dad fis_cal de la Coron~ a cambio de una autonomia que, mediante el
ma de intendencias no lleg6 a ser aplicado por doquier, y choc6 con mecamsmo de la venahdad de los cargos, se habia institucionalizado
tales resistencias alli donde se puso en practica que sus objetivos pri- al punto de dar nacimiento a una especie de gobierno criollo autono-
meros se vieron modificados considerablemente. Se asiste, pues, a un mo. C~n~ariamente a cuant? podia observarse en la Europa del Anti-
fracaso de la monarquia absoluta en su intento por centralizar y limi- guo Reg1men, en el caso h1spano-americano el poder de los grupos
tar la pluralidad de cuerpos y sistemas juridicos existentes. locales no estab_a garantizado por camaras de representantes, sino por
Al objeto de mejor comprender esa limitaci6n fundamental del una_represent~c16n de tipo _burocratico-patrimonial, puesto que ciertos
proyecto borbonico, es menester retomar la cuesti6n del Estado, conJuntos de mtereses part1culares se hallaban politicamente legitirna-
reconsiderandola a la luz del contexto europeo. Si la historiografia de dos merced a su dominio sobre los cargos publicos.
los ultimos veinte afios ha demostrado con claridad que el absolutis- A pesar de la abolici6n de la venta de estos ultimos -o, al menos
mo no se ha construido contra la sociedad corporativista, sino junto y de los de mas alto nivei: oidores (miembros de las Audiencias) y virre~
gracias a ella6, no hay sin embargo que perder de vista que si hubo una
sobre (as relaciones centro/periferia, véanse: Luigi Bianco, «Note sulla più recente storio-
5 Acerca de los efectos de las reformas comerciales, cf. John Fisher, Comercial Rela- gra~a_m tema d1 'Stato moderno'», op. cit.; B. Clavero, «Instituci6n politica y derecbo: des-
tions between Spain and Spanish America in the Era of Free Trade, 1778-1796, Liverpool, vahm1ento del Estado moderno», op. cit.; Stefano Mannoni, Une et indivisible. Storia
1985, y «The Effects of Comercio Libre on the Economies ofNew Granada and Peru: a dell'accentramento administralivo in Francia, Milano, 1995; Luca Mannori (ed.) , Comunità
Comparison», en J. Fisher et al., cit., pags. 147-163. e P?teri centrali negli antic~i stati italia:ii, Nap? Li, 1997; Jean Frédéric Schaub, «Les temps
6 Para las contribuciones mas recientes aportadas a la revisi6n del paradigma estatal y et I Etat. Vers un nouveau regime b1ston ograph1que de I' Ancien Régime français», op. cit.

')'l
FEDERICA MORELLI LA SOBERANIA FRAGMENTADA

yes-, dicha articulacion entre la Corona esp~ola y las ~l~tes america- Granada, amenazados por la proximidad de las colonias inglesas de
nas no se detuvo con el advenimiento del penodo borbomco. En efec- Jamaica y Curaçao, solo que la recaudaci6n de impuestos estaba en
to, y asi lo muestra el caso de Quito, el papel de los grupos lo~ales manos de recaudadores privados que se apropiaban de una parte con-
tuvo una influencia fundamental en el resultado de las reformas, ilus- siderable del mismo a titulo de intereses y de reembolso de gastos.
tracion de la interdependencia y de las constantes interacciones entre Fue para poner remedio a tal problema que el nuevo virrey decidio
autoridad estatal y poderes periféricos. . . . . privar de dos de lo sectores mas importantes de la administracion fis-
En tanto que zona marginal del interior de la penfena del 1mpeno cal de la capitai - aguardiente y alcabalas- al dominio de la élite locai
espafiol conformado por las colonias americanas, el ~jemplo de la y someterlos directamente al control de funcionarios espafioles.
Audiencia de Quito, que siempre habia gozado de cons1d~ra?le a~to- Tales medidas, que casaban a la perfecci6n con el ritmo de los
nomia en relacion a la metropoli, es particularmente s1gruficattvo. tiempos y correspondian a la voluntad de racionalizacion y de instau-
Provincia adscrita al virreinato del Peru hasta mediados el siglo racion de un contro! directo sobre el conjunto de sus territorios, tan
XVIII la Audiencia pas6 en 1739 bajo lajurisdiccion del virreinato de comun a la mayor parte de las monarquias de la época, dieron lugar a
Nuev~ Granada. Sometida al contro! indirecto que Lima Y Bogota un alto crecimiento de los ingresos del Estado, acompafiado de una
compartian, no por ello la region disponia menos d~ una aut~nomia limitaci6n importante de la autonomia locai. La primera ola de oposi-
relativamente amplia, pues quien ejercia alli la autondad po~ittca era ci6n se produjo entonces bajo una de las formas mas antiguas de la
la Audiencia y su presidente, convertido en interlocutor drrecto de tradicion autonomista ibero-americana: el cabildo abierto. La propia
Madrid a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. naturaleza de dicha instituci6n - asamblea publica compuesta de
Ese grado de autonomia que siempre habia poseido co~stituia por diversas corporaciones urbanas- muestra basta qué punto las nuevas
otra parte una parcial explicacion de los efectos produ~1d~s por la m.edidas fiscales, al igual que los medios para su puesta en acto, fue-
introducci6n de las primeras medidas fiscales en los temtonos de la ron entonces a justo titulo percibidas corno una amenaza al derecbo
Audiencia. Asi, la rebelion llamada «de los barrios» de Quito, que consuetudinario de la comunidad de participar en el gobiemo local
estallo en 1765 tras el intento de reforma, por parte del virrey de Santa para la consulta y negociacion de leyes y reglamentos8 • De becho, los
Fe, Pedro Messia de la Cerda, de la administracion fiscal de Quit~, Borbones aspiraban a la vez a introducir nuevos impuestos y a la rup-
constituye sin duda un interesante punto de partida a la hora de anah- tura de esa practica que desde bacia dos siglos marcaba la relacion
7
zar las relaciones entre centro y periferia en la época de las reformas . contractual entre el monarca y sus subditos americanos. El funciona-
La Audiencia de Quito representaba entonces una de las principa- miento de dicho sistema, que definia la naturaleza mixta del Estado,
les fuentes de financiaci6n para los puertos septentrionales de Nueva ha sido descrito a la perfeccion por John Leddy Phelan en su libro
sobre la revolucion de los comuneros en Colombia: «La 'constitucion
7 Poco ha sido el interés demostrado por la historiografia en la rebeliòn de 1765. El no-escrita' preveia que las decisiones fundamentales se adoptarian
primer historiador en mencionarla es el jesuita Juan de Velasco en su obra His~oria del mediante el rodeo de consultas informales entre la burocracia real y
Reino de Quito, de 1789 (Quito, 1977); mas tarde, el tema fu~ tratad~ dur~te el siglo XIX los vasallos coloniales del rey. De tal interaccion surgia por lo generai
por el gran historiador ecuatoriano Federico Gonzalez Suarez (Historia Ge~eral _de la
Republica del Ecuador 1892-1894, Quito, 1971), antes de que lo retomara mas rec1ente-
8 El derecho de la comuoidad a negociar con las autoridades regias la introducciòn
mente Carlos de la Torre Reyes en su libro La Revoluci6n de Quito del I O de Agost? de
1809 (Quito, 1961 , pags. 147-154). Tales autores, a imageo de la_m~yor parte de la histo- de nuevos impuestos estaba profundamente arraigada en la mentalidad hispano-america-
riografia ecuatoriana, consideran dicha _rebeliòn corno un °:1ov1m1ento precursor de la oa. Durante la asamblea del cabildo abierto, un antiguo juez de la Audiencia, Luis de
independencia; algunos estudios mas rec1entes, por el contrano, se ~an de~c~do a su?ra- Santa Cruz, tras referencia expresa a las Siete Partidas y a Solarzano y Pereira, afirrnò que
yar que se trata de hecho de una verdadera revuelta an~ifiscal del Anti~uo Regrme~. Vease las leyes habian de adaptarse a Jas necesidades de las sociedades y a las tradiciones de los
también al respecto Anthony McFarlane, «The Rebelhon ofThe Bamos», en J. F1sher, A. pueblos; y que, en el caso americano, Jos mas aptos para operar tal adaptaciòo eran los
J. Kuethe, A. McFarlane (eds.) Reform and Insurrection in Bourb~n. New Granada a~d criollos, debido a su mas directo y profundo conocimiento de la situaciòn locai. AGI,
Peru, op. cit., pags. 197-254, y J. Kennet Andrien, «Ec~oomic Cns1s, Taxes and Quito Quito, Jeg. 398, n. 0 22, «Luis de Santa Cruz to Messia de la Cerda» (Quito, 01 /02/1765),
Insurrection of 1765», Past and Present, n.0 129, 1990, pags. 104-131. cit. por A. McFarlane, op. cit., pags. 2 16-2 17.

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FEDERICA MORELLI LA SOBERAN!A FRAGMENTADA

un compromiso viable entre lo que idealmente esperaban alcanzar las alma de la rebelion, el levantamiento se extendio después al centro, en
autoridades centrales y lo que las condiciones y presiones locales donde fueron tomados al asalto los simbolos mismos del reformismo
podian tolerar» 9. Asi pues, la revuelta «de los barrios» de Quito fue borbonico: el negociado de impuestos y la destileria de aguardiente.
esencialmente de naturaleza institucional, opuesta a una detenninada Acto seguido, el movimiento se radicalizo progresivamente, hasta
politica en lugar de al poder monarquico corno tal, al que los rebeldes transformarse en verdadera rebelion, con el ataque al palacio de la
reafinnaron en diversas ocasiones su lealtad. Audiencia, la destitucion de sus jueces y e! pillaje de las propiedades
Por otro lado, no esta de mas recordar aqui que la costumbre de de los espaiioles. Solo la intervencion de la élite criolla y la constitu-
interpretar las leyes, y de modificarlas en funcion de las circunstan- cion de un gobierno provisional, formado por representantes elegidos
cias, no habia surgido en América, sino que, antes bien, se referia al por los barrios, consiguio poner fin a la revuelta y restablecer el
derecho castellano medieval 10• La rebelion de Quito, por tanto, hacia orden 12 , justo cuando los insurgentes, destruida ya la jerarquia politi-
directa referencia a libertades y derechos hereditarios de la tradicion ca, comenzaban a amenazar el equilibrio socia!.
de la propia madre-patria, siguiendo un curso igualmente observable, Habiendo demostrado que a un funcionario enviado por Madrid
pese a algunas diferencias, en la América anglo-sajona en los momen- no le era posible hacer aplicar las reformas sin el sostén de los actores
tos de crisis 11 . locales, los unicos capaces de allanar Ias tensiones sociales, la rebe-
Con todo, y pese a las protestas de la comunidad de Quito en el lion tuvo consecuencias considerables tanto sobre el porvenir de la
seno del cabildo abierto, el virrey de Santa Fe ordeno de todos modos Audiencia corno sobre el conjunto del propio proyecto reformista. Su
la aplicacion de las nuevas medidas fiscales, que tendrian corno pri- accion, en efecto, debio limitarse en lo sucesivo a simple calculo poli-
mer resultado el establecimiento de la aduana. Estas ultimas - en espe- tico, consistente en determinar la formula bajo la cual podia llevarse a
cial el impuesto sobre las ventas y el de la renta anual de las activida- cabo la parte esencial de las reformas, vale decir, Ias medidas fiscales,
des productivas (haciendas, obrajes, talleres, depositos, alfareria), sin lesionar las redes clientelistas locales. Paralelamente la élite locai
apodado cabez6n-, afectaron a toda la poblacion de la ciudad, inclui- con la sola defensa de sus propios intereses, habia d~mostrado s~
dos sus miembros mas marginales, es decir, los indios y los mestizos. doble e irremplazable funcion de interlocutor del poder centrai y de
Asi, la insurreccion estallo en los barrios de San Roque, San Sebas- garante del orden social, lo cual nos permite dar de ella una definicion
tian y San Blas; parroquias en las que, en el limite entre el mundo rural esencialmente dinamica. La élite criolla, pues, no es definible tan solo
y el urbano, vivian numerosos artesanos y pequefios comerciantes por en términos de estatuto, de riqueza materiai o incluso de funcion de
lo generai agrupados en gremios o en corporaciones de oficios. Desde representaci6n del poder centrai, sino mas bien por su capacidad de
esas zonas marginales de la ciudad, que constituyeron la verdadera manejar las tensiones locales. De ahi que, por mucho que este aspec-
to haya sido con frecuencia descuidado por los historiadores del perio-
9
Jobn Leddy Phelan, El pueblo y e/ rey. La revoluci6n comunera en Colombia, 1781, do, tras la revuelta de 1765 se asista a una colaboraci6n cada vez mas
Bogota, 1980, pags. 14-15.
10 El célebre principio se acata pero no se cumple, constantemente reivindicado por
estrecha entre Ios funcionarios espaiioles y dicha élite 13 .
Los jueces americanos, formaba parte de esos derechos de origen medieval. Contraria-
12
mente a lo que sostiene la historiografia en generai, dicho principio en absoluto se inven- . El gobiem o provisional lo forrnaban, ademas de los diputados de los barrios, ele-
tò en América para corromper las practicas de la justicia, sino que, corno lo ha sabido g1dos entre las familias rnas ricas de la ciudad, los representantes del cabildo, de la noble-
subrayar A. Annino, pertenecia al derecho castellano desde al rnenos dos siglos antes de za y del clero. Se nombraron asimismo «capitanes de barrios», a fin de proceder a su vigi-
1492, y derivaba del derecho vasco (véase A. Annino, «l paradossi occulti del V centena- lancia y administracion, rnientras que se envi6 a misioneros jesuitas a las parroquias de
rio. Note gerbiane per una verfassung ispano-americana», Quaderni Storici, n. 0 81 , Bolo- Santa Barbara, San Roque, San Blas y San Sebastian, al objeto de apaciguar a la pobla-
nia, l 992, pags. 937-938). cion y restablecer el orden (A. McFarlane, op. cit., pags 238-239).
11 13
Recordemos al respecto que el constitucionalismo norteamericano es el producto de La cuestion de las reformas borbonicas en Quito sigue sin ser objeto de estudios
la reelaboracion de una berencia cultura! proveniente de Inglaterra, y que hallo en la Com- en profundidad, y algunos de sus aspectos, corno el de la politica institucional, permane-
man Law la mas eficaz defensa contra el absolutismo (cf. N. Matteucci, Organizzazione del cen desconsiderados. En efecto, tan solo dos investigaciones se han ocupado de la misma
potere e libertà. Storia del costituzionalismo moderno, Turin, 1988, pags. 125 s). el de Rosemarie Teran, Los proyectos del imperio borbonico en la Real Audiencia, Quito'.

26 27
LA SOBERANÌA FRAGMENTADA
FEDERJCA MORELLI

El periodo borbonico marca en América Latina una ruptura fun- posito, es menester remarcar que el establecimiento de las intenden-
damental respecto del pasado, puesto que la élite locai a menudo se cias en la América hispana dio resultados muy diferentes de una
vio excluida de los cargos superiores de la administracion en benefi- ~egion a otra. En los antiguos virreinatos de Nueva Espaiia y Pero, los
cio de los nuevos funcionarios enviados por la metropoli. De este mtenden~es hallaron una fuerte resistencia por parte de la antigua
modo, mientras que en Europa la monarquia absoluta redefinia la burocracia, que por otro lado consiguio recuperar con rapidez buena
misma nocion de nobleza introduciendo en ella el concepto de ' méri- parte de sus poderes. Mientras que en e! del Rio de la Plata, al igual
to', y no solo el de cuna (con el objetivo de reorientar bacia los cargos que en las capitanias de Chile, de Yucatan y de Guatemala, el sistema
publicos las aspiraciones de las élites aristocraticas o las emergentes), de intendencias fue aplicado sin debilitar por ello los antiguos cabil-
en las colonias espaiiolas, por e! contrario, las reformas tendian apri- dos provinciales, que mantuvieron su influencia en las zonas rurales.
vara las élites criollas del acceso a las carreras publicas. En la Arné- Ademas, en e! virreinato de Nueva Granada, la rebelion de los comu-
rica hispana, pues, el criterio de acceso a los principales cargos admi- neros de Socorro obligo al virrey Caballero y Gongora a negociar con
nistrativos no llego a ser el mérito, sino la cuna; de ahi que todos, la élite criolla para resolver e! conflicto: hubo finalmente que sacrifi-
salvo los de menor entidad, pasaran a manos de los espafioles, provo- car la p~~sta en marcha de la intendencia al objeto de salvar la parte
cando asi una fractura entre Estado y territorio. Por lo tanto, frente a mercantthsta del programa de Carlos Ill 17; y un proceso semejante
la llegada de altos funcionarios provenientes de Espafia, los criollos tuvo lugar en la Audiencia de Quito, donde el proyecto de intenden-
adoptan una estrategia tendente a consolidar su control sobre las ins- cias nunca se aplico en realidad.
tituciones locales, tales corno municipios y milicias. A pesar de las Asi pues, a consecuencia de la rebelion de 1765 y de las numero-
prohibiciones, un alto numero de oficiales municipales se ven enton- sas revueltas indias contra la introduccion de nuevas medidas fiscales
ces confirmados en sus funciones, las cuales son a menudo desempe- l~s funciona~i?s reales se vieron ~onstrefiidos por Io generai a nego~
fiadas por miembros de una misma familia 14. Al crear una nueva buro- ciar con las ehtes locales, y a sacnficar la reorganizacion administra-
cracia, aiiadida de hecho a la ya existente, e! Estado centrai provoca tiva y judicial del territorio a cambio de su apoyo a la reforma de los
un conflicto en tomo a la redistribucion de los recursos, mostrandose
asi corno un factor que desencadena y cataliza la competencia politi- Mas ~a~~e, el crecimiento. ~e las fuerzas _armadas y el papel decisivo de las guerras en la
ca a nivei locaI' 5• dcfimc1on del espac10 politico entre los s1glos XVll y XVlll hace de la intendencia el polo
de articulaciòn no solo militar, sino también burocratico y civil de los Estados modemos.
La politica de colaboracion entre élites locales y funcionarios rea- Sobre el origen de las intendencias, cf. Roland Mousnier, «R echerches sur la création des
les se consolida bajo la presidencia de Leon y Pizarro, nombrado por inte~dants des provinces, ~ 634-1648» ( e~ Forschungen zu Staat und Ve,fassung. Festga-
Galvez visitador generai de la Audiencia de Quito, y encargado de be far F:1tz Hartung, Berlm, 1958); Adriana Petracch1, Intendenti e prefetti. L'intendente
poner en marcha el sistema de intendencias en la region 16• A este pro- provmcw/e nella Francia d'antico regime, 1: 1551-1648, Milan, 1970.
17 Sobre la puesta en marcha de las intendencias de México, cf. Horst Pietschmann

Die Einfiihrung des Intendantsystem in Neu-Spanien in Rahmen der a//gemeinen Verwa/~


1988, y e! de Douglas A. Washbum, The Bourbon Reforms: a Socia/ and Economie His-
tungsreforme der Spanischen Monarchie in 18 Jahrhundert Colonia 1972· David Bra-
tory of the Audience of Quito, 1760-1810, Ph. D. , University ofTexas, Austin, 1984. No
ding, Mineros y comerciantes en el México borbonico, Mé~co, 1975; Jos;fma Zoraida
obstante, ambas obras olvidan remarcar la continua interacci6n existente entre los repre-
V~~uez (e~.)'. lnterpretaciones del siglo XV/11 mexicano. El impacto de /as reformas bor-
sentantes del poder centrai y los del poder loca!, planteando la cuesti611 mas bien en tér-
bomcas, Mexico, 1992. Sobre las de l Peru, cf. John Fisher, Gobierno y Sociedad en el
minos de oposici6n entre centro y periferia.
14 Sobre las estrategias de reprod ucci6n de la élite mediante el monopolio de los car- Peru c~/onial:. e~ régimen de /as l~tendencias, /784-1814, Lima, 198 1; del mismo autor,
El Peru borbonico 1750-1824, Lima, 2000; John Preston Moore, The Cabi/do in Peru
gos municipales, véase la investigaci6n de Maria Elena Porras, La élite quiteiia en e /
under the Bourbon: a Study in the Dec/ine and Resurgence of locai Government in the
cabi/do, Memoria de Maestria, Flacso, Quito, 1987.
15 La génesis de semej ante competencia a nivei locai en parte explica la posici6n Audiencia of Lima, 1700-1824, Durham, 1986. Sobre las del Rio de la Plata, cf. John
Lynch, Spanish Colonia/ Administration, 1782-1810: the Jntendant System in the Vìce-
adoptada por la Audiencia durante la primera fase de la rebeli6n de 1765, que consisti6 en
roya/ty o/ Rio de la P/ata, Londres, 1958. Sobre las de Chi le, cf. Jacques A. Barbier,
aharse con la élite criolla a fin de aislar politicamente a Diaz de Herrera, el funcionario
Reform and Po/itics in, Bourbon Chi/e, 1775-1796, Ottawa, 1980. Sobre las de Nu eva Gra-
enviado por Santa Fe para aplicar las nuevas medidas fiscales.
16 En su origen, la intendencia es una instituciòn de caracter esencialmente militar.
nada, cf. John Leddy Phelan, El Pueblo y e/ Rey, op. cit.

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

impuestos. En el caso de Quito, el fracaso del sistema de int~~dencia veremos, conservaron sus jueces propios y ampliaron su influencia
fue asimismo resultado de la distancia entre el proyecto ongrnal de jurisdiccional sobre las zonas rurales20.
Galvez y el del presidente de la Audiencia, Leon y Pizarro. En efecto, Bien que el reformismo borbonico represento sin duda alguna una
mientras que el primero aboga por una Audiencia ~ubordinada frna~- época de cambio profundo para la América hispanica, no se trata con
cieramente al virrey, Leon y Pizarro perseguia la idea de una adm1- todo de un cambio linea!, querido por el centro, sino de un cambio
nistracion independiente - una superintendencia subdelegada- que producido por las respuestas y las reacciones de los grupos america-
solo le estaria sometida desde el punto de vista militar18 . Esta ultima nos a las innovaciones introducidas. Desde este punto de vista, no se
vision correspondia al deseo de independizar administrativamente la detecta ninguna oposicion entre los casos hispano-americano y euro-
Audiencia de Quito de Santa Fe y de someterla directamente al con- peo. De hecho, las monarquias europeas permanecieron prisioneras de
tro! de la metropolis. la misma contradiccion que caracterizo al reformismo de los Borbo-
La creacion de un nuevo tipo de funcionario, el administrador, nes en América: vinculados en demasia a la sociedad corporativista
destinarlo a remplazar a los subdelegados de los intendentes parece corno para poder prescindir de ella, eran al mismo tiempo demasiado
haber tenido igualmente por objeto el dar a Quito una mayor inde- modemos corno para resignarse a soportarla. Un balance sobre la
pendencia frente a Santa Fe, volviendo la administracion fiscal mas experiencia de Jas intendencias en Francia sintetiza con suma claridad
eficaz. En adelante, en efecto, se nombro a un administrador para tal situacion: «No es posible sostener seriamente la vocacion centrali-
cada ramo de la Real Hacienda (tributo, alcabalas, aguardiente, zadora de la intendencia ( ... ) En el actual estado de los conocimien-
tabaco), poniendo fin asi a la omnipotencia antaiio acordada a los tos ciertos, todo indica que ante todo se trata de una institucion fman-
subdelegados por las Ordenanzas sobre los Intendentes de 1782 y ciera de la que se hizo un uso a veces politico contra los poderes pro-
1786. Tan completa reorganizacion hizo nacer a una figura del todo vinciales»21.
inédita en el contexto del reformismo colonia! del siglo XVIII, asi Asi, para garantizar la puesta en practica de sus politicas fiscales,
corno a una division entre gestion fiscal y cuestiones administrativas los soberanos europeos llegaron por lo generai a permitir el reparto de
y jurisdiccionales desconocida hasta entonces. Fue esa nueva divi- la administracion ordinaria entre intendentes y actores locales tradi-
sion lo que permitio a los funcionarios espafioles el !levar a cab? cionales, los cuales, tanto en Europa corno en América Latina, se sin-
reformas fiscales ganandose el consentimiento y el apoyo de las éh- tieron asi reconfortados.
tes locales 19 . La reforma del Estado mixto produjo por tanto resultados con-
El modo en que se redefini6 el pacto entre poder centrai y actores trastantes en los territorios hispano-americanos; si, por cierto, consi-
locales luego de la revuelta de 1765 estuvo en el origen de notables guio alejar de los criollos una buena parte de la administracion supe-
cambios politicos en la region. En efecto, el enfrentamiento entre la rior del Estado, no logro en cambio debilitar la sociedad corporativis-
voluntad centralizadora de la Corona y las reivindicaciones locales ta establecida, al fracasar en su intento por establecer un vinculo mas
condujo a una especie de compromiso: a cambio de una parcial renun- directo entre la Corona y sus subditos individualmente tomados . En
cia a su dominio politico en beneficio de las élites locales, la Metro- consecuencia los criollos reforzaron su control sobre las instituciones
poli obtuvo un sustancial aumento en sus ingresos fiscales. Las refor- inferiores, lle~ando a convertirse asi en los unicos representantes legi-
m as borbonicas, pues, no llegaron a debilitar los cabildos, que, corno timos de las intereses locales.

18 Cf. Rosemarie Teran, op. cit., pags. 65-66. 20 Respecto de las consecuencias producidas por las reformas en el d istrito de Quito,
19 Entre finales de 1770 y el inicio de 1780, numerosas rebeliones indigenas estalla- cf. nuestro articulo «Las reforrnas de Quito. La redistribuciòn del poder y la consolidaciòn
ron en la Audiencia de Quito, pero ninguna conociò una coaliciòn de fuerzas pareci~a a de la jurisdicciòn municipal», Jahrbuch far die Geschichte von Staat, Wirtschafl und
la observada en 1765. Acerca de las revueltas indigenas, véase Segundo Moreno Yaiiez, Gesellschafl Latinamerikas, n. 0 34, 1997, pags. 183-207.
Sublevaciones indigenas en la Audiencia de Quito desde comienzo del siglo XVlll hasta 2 1 François-Xavier Emmanuelli, Un mythe de l 'absolutisme bourbonien: l 'intendan-
finales de la colonia, Bonn, 1976. ce du milieu du XVII à la fin duXVlll' siècle, Aix en Provence, 1981 , pag. 175.

30 31
FEDERJCA MORELLI LA SOBERANIA FRAGMENTADA

2. La retrocesion de la soberania trastoc6 en primer lugar e) centro del imperio antes de rede:finir su
estructura politica y provocar al fin su desintegraci6n23.
La supervivencia del Estado mixto, de su determinante influen- Se~ejante v!si6n de la crisis introduce elementos que en parte
cia sobre las trayectorias de la soberania en los territorios del impe- contrad1cen las mterpretaciones clasicas de los acontecimientos de
rio, jug6 un papel fundamental durante la crisis de la monarquia 1.809 - forjadas en buena medida a lo largo de la segunda mitad del
espafiola. A consecuencia de las reformas borb6nicas, la consoLida- siglo XIX para responder a la necesidad de legitimar el modelo de
ci6n de los poderes jurisdiccionales de las corporaciones urbanas Est_ado-nac_i6_n liberal en proceso de construcci6n 24 . Asi, esas interpre-
habia reforzado, en efecto, la idea de Estado mixto y con elio una tac1ones cl~s1ca~ presentan a los Estados aparecidos al fmal del perio-
concepci6n pluralista de la soberania. Tal y corno han puesto de do revoluc10n~o ~omo entidades preexistentes a la independencia,
relieve diversas investigaciones a lo largo de estos ultimos diez o fiuto de la asprrac16n a la emancipaci6n nacional y del rechazo del
quince afios, la cuesti6n de la soberania resulta crucial para com- d~spotismo espaiiol. S6Io que tal lectura plantea cuestiones sobre el
prender las dinamicas desencadenadas por la crisis del imperio, la siglo XIX (cual la de la fragmentaci6n territorial de los nuevos Esta-
cual estall6 en 1808 luego de la abdicaci6n de los Borbones y el paso dos, o bien la de la dificultad de fundar naciones modemas vale decir
de la Corona a José Bonaparte22 . Tales sucesos, acaecidos en Bayo- entidades te6ricas y abstractas, una vez desaparecida la legitimidad d;
na, originaron sin duda una grave crisis de legitimidad y un vacio de !a figura real) que, al dejarlas sin respuesta, la vuelven finalmente
poder sin precedentes. Juntas gubernativas que reivindicaban la msostenible. La primera parte del proceso revolucionario contradice
soberania se formaron entonces tanto en la peninsula corno en sus e.sa interpretaci6n historiografica clasica, puesto que las fuentes ame-
colonias. Y no es ningun azar que los territorios que mas radical- nc~nas mue~tran no ~6lo la lealtad de la irunensa mayoria de los terri-
mente reaccionaron frente a la crisis, y en los que aparecieron de tonos ,colomales bacia su monarca espafiol, sino también el papel de
inmediato las primeras juntas revolucionarias, se correspondieran la penmsula corno motor de los grandes cambios polf ticos y cultura-
precisamente con las ciudades que, corno Quito, habian logrado ase- les del continente americano.
gurarse un fuerte contro! sobre su territorio a lo largo de la ultima L~a estrecha. interdependencia entre las dos partes del imperio,
fase de la época colonia!. Espana y Aménca, trasparece de manera evidente en las reacciones
Asi, el 9 de agosto de 1809, se formò en Quito una de Ias prime- provocadas por los acontecimientos de Bayona. La abdicaci6n forza-
ras juntas revolucionarias de la América hispana. Para comprender la da de Fernando VII y de todos los miembros de la familia real, el tras-
causa de esa ruptura, que impeli6 entonces a determinados actores de paso de la Coro~a ~ Napole6n y a su bermano José después, repre-
la sociedad locai a formar una junta de gobierno autonoma, es menes- sentan un hecho umco tanto en la historia espafiola corno en la de Jas
ter hacer referencia a un enfoque global de la crisis politica que sacu- 23
di6 el imperio, y elio por dos razones principales. Ante todo, porque !bid ., pags. 115- 1I 8. La crisis de los imperios sigue sieodo tema de suma actuali-
dad. Asi, la caida del imperio espaiiol represeota el primer caso de disoluci6n de uno de
tal visi6n de conjunto pone de manifiesto la espectacular uniformidad esos grand~s conjuntos pl.uri-co~unitarios, tan frecuentes en la Europa del Aotiguo Régi-
con la que reaccionaron regiones por lo demas tan diferentes en lo meo, constJ~yendo un p~mer eJemplo de lo que luego sucedera eo el siglo XX con el fin
economico y lo socia!; y en segundo lugar, porque todas Ias fuentes de l?s 1m~en os .a u~tro-huogaro y otomano tras la primera guerra mundial y la disoluci6n
de la época muestran que era la cuesti6n de la legitimidad politica lo del unpeno sov1ét:1co en los afios de 1980 (véase la conclusi6n de Antonio Ann.ino Luis
Castro Leiva y François-Xavier Guerra, «Dialogo a tres voces» en De /os imperio; a /as
que mas preocupaba a los americanos: la lucha contra Napole6n, su naciones: lberoamérica, Zaragoza, 1994, pags. 6 13-6 15). '
24
representaci6n en la Junta Centrai, la convocatoria de las Cortes, etc. • ~n lo ~oncem i~nte a Ecuador, las priocipaJes obras que preseotan la independeo-
Como Guerra dijera con c laridad, se trataba de una crisis global que c1a Y la 1dent:1dad nac1onal no corno una ruptura sino corno Ios frutos de una evoluci6o
que, por el contrario, arraiga eo el pasado colonia! (a través de Ias antiguas rivaJidades
entre criollos Y espafioles), o incluso pre-colonial, son las de Pedro Ferroi.n Cevallos
22 Véase en primer lugar el trabajo pionero de François-Xavier Guerra, Modemida- Resu":en de la Historia del Ecuador, Lima, I 870 (Ambato, 1973), y de F. Gon.zalez Sua~
des e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispanicas, Madrid, 1992. rez, c1t.

32 33
I
I FEDERICA MORELLI LA SOBERANiA FRAGMENTADA

demas dinastias europeas. Jamas una familia real, en efecto, habia ciones s6lidas. Se encuentran asi, en esta primera fase del movimiento
confiado con anterioridad su corona a un extranjero sin una gue1:a o revolucionario hispano-americano, similitudes con la revoluci6n norte-
alianza familiar previa, pues desde la Edad Media tod~s l~ doc~!nas americana: los dos procesos comienzan en efecto con la reivindicaci6n
regias descansaban en el principio fundamental de la ma~1e?ab1Itdad de antiguas libertades e instituciones heredadas de la metropoli, pre-
de los derechos y de los bienes de aquélla, que el rey debia J~~ r_es- sentandose al principio corno una especie de restauraci6n del derecho y
petar durante su acceso al trono 25 . Tal principio implicab_a l~ ~1stmc16n una resistencia legitima contra la ilegalidad de los actos de su gobiemo,
entre el rey corno persona fisica y el rey corno persona Jur1d1ca, Ypor los del parlamento inglés en el caso de las trece colonias anglosajonas
eso mismo entre el patrimonio privado del rey y el de la Corona, s1en- y los de la dinastia borbonica en el del imperio espafiol. Asimismo, se
do el primero alienable, contrariamente al_ s~gundo por pertenecer a la observa en ambos casos el particular esfuerzo hecho por los jefes de la
funci6n y no a la persona. Como ad?11Ills_tra~or de la _C~rona, el revoluci6n para mantenerla en los limites de la legalidad, al demostrar
monarca no podia deshacerse de su patnmomo sm consent~m1en~o del que la violaci6n del pacto era cosa de los gobiemos respectivos y en
reino. De ahi que, al dar la Corona y sus bienes a un extranJero sm ~se ningun caso de los colonos, escrupulosos observadores de la ley27 .
acuerdo, los Borbones cometieron en Bayona un acta t~talmente ~e- En Quito, la nueva de los acontecimientos de Bayona provocò, al
gitimo. Tal hecho, esencial, nos permite comprend~ _meJor p~r. q~e la igual que en otras ciudades americanas (Caracas, Buenos Aires y
situaci6n de vacatio regis puso entonces en cuestlon la leg1tirm~ad México), una primera reacci6n inmediata. El 25 de diciembre de
misma del sistema politico, al no quedar limitadas sus conse~uenc~as 1808, un reducido grupo de personas se reuni6 en la hacienda «El
en el planteamiento de la cuesti6n de ~uién debia ~obe~ar el 1mpeno. Obraje»28 , perteneciente al marqués de Selva Alegre29 y situada en el
La vacatio regis, en efecto, engendro una vac~t!o _legzs en el plano valle de Chillos, junto a la capital, a fin de discutir y analizar las posi-
local, puesto que implicaba la pérdida de su leg1t1rmdad para los fun- bles consecuencias de las abdicaciones. Ademas del marqués, partici-
.
cionarios de la Corona, fun c10nar10s. de l rey 26 . paron en la reuni6n el cura del pueblo de Pintang, José Luis Riofrio,
Asi pues, la revoluci6n hispano-american~ nace an~e todo de una e! capitan Juan Salinas, los célebres abogados y juristas Juan de Dios
resistencia legitima contra actos de gobiemo_Juzgad?s ilegale~, co~o Morales y Manuel Rodriguez de Quiroga, asi corno otros miembros de
lo confirma la ausencia casi absoluta de toda ideologia revolu~10nana, la élite quitefia, corno Nicolas de la Pena, Juan Pablo Arenas, Francis-
es decir, de todo modelo de sociedad y de gobiemo preconce?_1do Y ra- co Javier Ascazubi; hombres que, meses mas tarde, participaran en la
cionalizado. Desde ese punto de vista, el proceso de formac1on de l~s
juntas aut6nomas es, pues, a la vez un mome~to de ruptura Y d~ co~tl- 27
nuidad con el pasado, organizado en tomo a 1deas antlguas y a mshtu- Sobre ese preciso punto, cf. Giuseppe Bottà, «Il modello americano», en Vittorio
Ivo Comparato (ed.), Modelli nella storia del pensiero politico, voi. Il, Florencia, 1989,
pags. 67-73.
28
Se trata de un célebre lugar, al haber acogido a los conjurados de Navidad, pero
2s La relaciòn entre el juramento de acceso al trono y el nacimiento de ~a entidad Co- también a otros personajes de relieve, corno el baròn Von Humboldt, Aimé Bompland,
rona-fisco percibida corno di ferente - superior y perpetua-:- d~ la person~ fisica -y mortai- José Francisco de Caldas o también al gran rnariscal José de Sucre. Antigua propiedad de
del rey, ha sido subrayada por Emst Kantorow1cz, The King s two Bod1~. A study 1~, Me- los jesuitas, habia sido comprada por el marqués de Selva Alegre luego de su expulsiòn.
diaeval Politica/ Theology, Princeton, 1957, pags. 347-365. Los pnn_c1p10s de suces1on de 29 Juan Pio Montufar, segundo marqués de Selva Alegre, era hijo de Juan Pio Mon-
la Corona y de inalienabilidad del reino se aùadieron a finales. del siglo ~ a las «ley~s tufar y Grasso, presidente de la Audiencia de 175 1 a 1763. Su familia poseia diversas
fundamentales» a Jas que el rey estaba sujeto (cf. Barbey, «Genese et con~ecration des Lo1s haciendas en la sierra (Quito, Riobamba, Ibarra, Latacunga) y, ademas de estar dedicado
fondamentales», Droit: revue Jrançaise de théorie juridique, lii, 1986, pags. 75-~6. . al comercio, consagrò una buena parte de su vida a la promociòn de la ciencia y la cultu-
26 La ilegitimidad de \a vacatio /egis explica el caracter catastrofico que rev1ste la c;1- ra. Asi, participò en la Sociedad de Amigos del Pais, fundada por Eugenio de Santa Cruz
sis de la monarquia espafiola, en contraste, baj o ese punt~ de v1s~a, con el ~aso portugues. y Espejo, y financiò la publicaci6n de la primera revista de Quito, Las Primicias de la Cul-
En efecto, el traslado del rey y de \a corte a Rio de Jan~1ro evito al 1mpeno portugués la tura de Quito. De otro lado, desempeiiò numerosos cargos municipales en la capitai y fue
acefalia politica sufrida por su vecino espafi_ol (cf. Gmlherme Pere1ra Da~ Neves, «Del nombrado situadista a finales del siglo XVIII, vale decir, responsable del dinero que Quito
Imperio Luso-Brasilefio al Imperio de Brasil»_( 1789-1 82~) », ,en A. Annino, L. Castro daba cada aiio a Cartagena para la defensa del puerto (cf. Neptali Zuii.iga, Juan Pio de
Leiva, F.-X. Guerra, De los Jmperios a las Nacwnes, op. c1t., pags. 169-193). Montufar y Larrea, el primer presidente de América revolucionaria, Quito, 1945).

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANiA FRAGMENTADA

formaci6n de la primera junta revolucionaria. Bien_q~e restringida, En dicho extracto, Rodriguez de Quiroga afirrna que el consenti-
esa primera conspiraci6n es ya reveladora de los_ pnnc1pales ~ompo- miento del reino es un elemento necesario de la sucesi6n a la Corona,
nentes sociales que caracter~za~an a las fl:1!1"".as JUn~s. de Qwto, las tanto en los casos legitimos - por elecci6n o derecho hereditario-,
cuales reuniran en efecto a Junstas, eclesiasticos, m1htares y, desde corno en los casos de guerra y de conquista; la victoria por las armas
luego, miembros de las mas import~ntes familias de la c~pital. no constituye en estas ultimas situaciones un argumento de legitima-
Frente a la amenaza de caer baJo el yugo de Napoleon, los cons- ci6n admisible. Como en tales casos la legitirnidad unicamente puede
piradores decidieron entonces constituir una junta de gobiemo <:JUe seguir a la extinci6n de la fami lia real o a la renuncia explicita del
afirrnara su soberania en nombre del rey; pero su pian fue descub1er- reino a sus derechos, la invasi6n de Espafia por parte del ejército fran-
to algunos meses mas tarde y sus autores fueron persegui?o~ por las cés no constituia por tanto de ningun modo un motivo legitimo para
autoridades espaòolas. Ahora bien, los argumentos esgruru_dos por justificar el acceso al trono por parte de la familia Bonaparte. Consi-
Quiroga en su defensa en ocasi6n de su_ pr~c_es?, muestran b1e~ a !as guientemente,
claras que habian sido precisamente la 1leg1t1m1dad de las abd1cac10-
nes y el caracter extraordinario de la vacatio regis, y no una falta de La cesi6n es pues irrita y ninguna; no por defecto de libertad espon-
lealtad respecto de la metr6polis, lo que habian i~pulsad~ a los acu- tanea y piena en el cedente, sino por la irnposibilidad de la cosa
sados del complot a poner en pie su proyecto de JUOta autonoma. cedida, porque su naturaleza es absolutamente inajenable, y por
consiguiente, no tener disposici6n libre en ellas lo que han renun-
Segun la doctrina del sabio publicista Sam~el_Pufendo;f, es cons- ciado o transrnitido31 .
tante que el reino es adquirido por conse~arruento ultroneo de l~s
pueblos, o por un consentimien_to extorc_1do por fuerza .. En_ el pn- Para demostrar la inalienabilidad del reino de no mediar consenti-
mer modo distinguimos el remo elect1vo y el hered1tano ( ... ) miento del pueblo, Rodriguez de Quiroga analiza la constituci6n bis-
Claro esta ' pues que Bonaparte se halla ~esnudo de esta. c~lidad t6rica de la monarquia, separandola de su naturaleza patrimonial:
esencial en que podria fondar sus pretens1ones a los ~om1mos_ de
Espaiia y de lndias; pues ni se ha estinguido 1~ casa remante, m se No hay apariencia de que sea patrimonial o heril un Reino donde
ha eligido su persona, ni mucho menos lo as1sten derechos de la su forma esencial es administrativa, y contrapesa la autoridad con
sucesi6n y de la sangre ( ... ) Exa~emos ~I. que produce en sus poderes que sujetan a la suprema dentro de ciertos y circumscritos
arrnas, en la opresi6n y en las operac1ones rmhtares, o e! que resul- términos. Tal es y ha sido la Espaiia. El Rey con los ricos hombres
ta de un consentirniento extorcido por la fuerza ( ... ) es visto que las y los diputados de los pueblos ha dictado las leyes, ha irnpuesto los
solas armas, por favorables que les sea la fortuna, no danjusto titu- subsidios y ha previsto a todo lo que concierne a los intereses del
lo corno lo dice el dr. Morales; pues el éxito infausto de la guerra Estado y a la salud publica. Jefe y soberanote una Naci6n libre y
a ~adie extingue el derecho, quedandole siempre al vencido el de generosa, no ha sido su voluntad la regia de la conducta politica en
expeler al vencedor. Asi es que no le~!tima la ocupaci6n o con- el orden y gobierno de la Monarquia; sujeto por las leyes funda-
quista, sino cuando se extingue la fam1ha a que pert~nece el tron? mentales del Reino a los consejos, a los nobles o grandes y a las
invalido; o cuando los vecinos, hecha la paz, renunc1an a sus legt- cortes que representaban los derechos de los pueblos, ha sido una
timos derechos30. constituci6n sabia, reglada y prudente que nada h atenido que dese-
ar del celebrado gobiemo de la Gran Bretai'ia donde de diverso
30 Alegato de Quiroga presentado en el primer juici~ iniciado contra_los pr6ceres en
modo es repartida la autoridad suprema en el Rey, en el orden de
febrero de 1809». Las actas del proceso contra los consp1radores de Nav1dad se han per- los nobles y en el pueblo o sus representantes. Que los abusos de la
dido. El unico documento del que se dispone relata la defensa pr~sentada por_Manuel adm injstraci6n ministerial y favorita hayan inusitado las cortes y
Rodriguez de Quiroga y fue publicada por el peri6dico «El Comer~1~» con oca~16n de la sofocado el influjo de los consejos y deprimido a los grandes y
celebraci6n del primer centenario de la revoluci6n de 18~9. Tamb1en fue _pubhcado por
Clemente Ponce en las Memorias de la academia Ecuatoriana correspond1ente a la Real
31
Espaiiola, n.0 especial , Quito, 1922, pags. 62- 100. Jbid., pag. 78.

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FEDERJCA MORELLI
LA SOBERANiA FRAGMENTADA

beneméritos, corno se queja la naci6n en sus papeles publicos y lo


ri_~sgo d~ engendrar el _c~os34; ello equivalia a dirigir una admoni-
dice la soberana junta, atribuyendo a las presentes desgracias. del
Estado al poder arbitrario con que se han regido, no por eso se ha
extinguido ni variado esencialmente su forma constitucional. Los
accidentes no mudan la naturaleza de las cosas, y éstas subsisten
c10n partrcular a la adm1rnstraci6n rninisterial
habian de_s?a~alizado la constituci6n de la m
~~: ca?i:t
~~:nto s,us abus~s
do al deb,htm:11'.ento del J?apel de Ios nobles y de la'! conducr-
las mismas, seao las que fuere n las contingencias o sucesos preca- ro aSe advertira pues la 1mportancia del siguiente fragmento de Qui-
rios que las turbeo32 . ~ ' que nos ayud~ ,a comprender las consecuencias politicas impli-
:a as en la afirmac10n de la naturaleza mixta de la mona ,
Quiroga afirma pues la naturaleza mixta de la monarquia espano- noia para los territorios americanos: rquia espa-
la, al escribir que el rey esta no solo sujeto a las leyes fundamentales
del reino, sino que por tradici6n siempre ha compartido la soberania Unidas las lnd!as a la corona de Le6n y Castilla, entraron en el
con los consejos de la nobleza y las cortes, representantes de las ciu- g?ce de sus 1;11smos fueros, exenciones y prerrogativas, corno
dades. Ahora bien, en nuestra opini6n, la importancia de dicha afir- !~ce e! Sr. Soiarzano en ~l capitulo II, libro 1.0 de su Politic: India-
maci6n reside en que nos hallamos aqui por prirnera vez frente a una , n. 18, fundaodo _el t1tulo de la adqujsici6n: los mismos indjos
definici6n de la monarquia hispanica corno un verdadero gobierno se all~aron voluntanamente en querer tener y reconocer por re es
mixto en el sentido clasico del término, vale decir, un equilibrio de y duenos _soberano~ absolutos suyos a los de Espaiia y de elio hi~e-
ron repet1dos genumados y j uridicos autos en varios tiempos y e
poderes entre el uno (el rey), los pocos (los nobles) y los mas (las ciu-
esa _volunt~d ~an preservado y preserveran constantes. De I~ cua~
dades), inventado por Polibio con anterioridad a su reelaboraci6n por se s1gu~ la m?1spensabl7 Y legitima consecuencia, que cuando falte
los pensadores florentinos del Renacimiento, y mas tarde por los fil6- este vo untar10 al1anam1ento, no puede dfaponerse de ellas contra
sofos ingleses del siglo XVII. En efecto, el elogio del gobierno mixto su formai Y expreso consentimiento ( ... ).
hasta entonces solo habia servido corno instrumento genérico con No puede enajenarse una parte de un reino si ésta no consiente· la
miras a limitar el poder del monarca, pero nunca antes se habia defi-
nido la naturaleza mixta de la monarquia espafiola corno una verda-
dera divisi6n de la autoridad suprema, repartida entre el rey, los nobles
:r
raz;:n es po_rque se juzga y se s_upone, racionalmente, que los ~ue
andas~c1ado a u~a M~tr6poh, o a un rei no, eligieron la forma o
mo o e aquel impeno, Y, de consiguiente, mudadas las cir-
y los representantes de las ciudades33.
34 N
Desconocemos por desgracia si hubo otros te6ricos de la época otemos a este respecto la sirnilitud entre la definici , d . .
que dieron una definici6n de la monarquia sirnilar a la de Rodriguez ~on los hombres ricos y los representantes de los pueblos h:ndic~a~~1~og~ («el ~ey, Junto

de Quiroga; empero, nos parece importante interrogarnos sobre el c:>;a;~/d~~o;:~~:~:o;iao~o;~ncei:ruente a los intereses,del Estado /Je ~~:~l~~~~e:i~~
hecho de que la necesidad de demostrar esa naturaleza mixta del Esta- lnglaterra dada en la celebérrim{ ~~ 1;,.hn Co!peper, los dos consejeros de Carlos l de
Both Hou~es ofParliament de 1642·,s E a1~tys_A11s~er to the Nineteen Propositions of
do se hiciera sentir -en América Latina con mas fuerza aun que en
otros lugares- inmediatamente después de la abdicaci6n de Fernando
g
la camara de los Pares Y la camara de<~o~ e remo, as _leyes las hacen en comun e! rey,
tra no solo que Quiroga poseia un co . . omunes eleg1da por e! pu~blo». Ello demues-
VII en Bayona. En efecto, el objetivo de Rodriguez de Quiroga no era -se sabe en efecto que su b"bl.
' ,
noc1~mednto profondo del pensam1ento politico inglés
1 10teca pnva a conten'a · 1m
tanto el de especificar la divisi6n de los poderes cuanto el de elogiar Montesquieu (al respecto cf Ekkart Keed · D I . igua ente obras de Locke y de
vinz Quito, Colonia-Vien; i°983 pags 27~n~73;!. 'Z_eua/ter der Aufkliirung in der Pro-
el tradicional equilibrio entre los tres estamentos de la sociedad, insis- sido propuestas en dos mo:Oento; pari" · - • smo que ambas definiciones habian
1
tiendo sobre el hecho de que con una ruptura del mismo se corria el inicio de graves crisis de legitimidad ~~~ ares y e\alg~os as~e_ctos s1m1l~es, a saber, al
Ademas corno subra a Poe . ~enaza an. a e5tab 1hdad del sistema politico.
j~s de P~libio y de M~quiav~~k;:~r~~:~::~: ~i~~;s~a ~;i°gu::~ia ejer~ida po r _los lengua-
32 lbid., pags. 78-79. c1ona a condici6n de ue cada d ierno mIXto: e1 sistema fun -
33 demas a dejar de lado ~us miras u~iceu1:e~omponentes aporte su _virtud, y llevando a los
Acerca de la noci6n de gobiemo mixto en el siglo XVll en Espafia, cf. José Anto-
nio Maravall, La philosophie politique espagnole au XV" siècle dans ses rapports avec pios fines (John G A Pocock
. · ·
e'he
,,'
M. I . ' sei/parando asi su prop1a corrupci6n y sus pro-
ac 11ave 1a11 Moment Fl r p 1· ·
l'esprit de la contre-réforme, Paris, 1955, pags. 137-141. and the Atlantic Republican Tradition Pn" , · oren me o 1t1cal Thought
, nce1on, 1975 , pags. 628-631 ).

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'Il'

LA SOBERANÌA FRAGMENTADA
FEDERICA MORELLI

cumstancias no se Ies puede sujetar a otro extraiio, porque empeo- través de la obra del padre Juan Velasco Historia del Reino de Quito,
raria la condici6n de la parte enajenada. Aqui interviene un pacto, la cual, publicada en Faenza en 1789, dio una originai interpretaci6n
entre la Metropoli y la colonia, de protecci6n, amparo Y defensa. del pasado precolombino de la Audiencia. Asi, masque glorificar la
Los que se agregaron al Imperio, estipularon p~a si una defensa d,e civilizaci6n de los Incas, atribuye a Quito un pasado alternativo, vin-
Parte del todo I sin permitirle la facultad de enaJenarlos; luego aquel culado al pueblo imaginario de los Caran Scyri 38 , participando en tal
no puede enajenar la colonia contra su voluntad y arb'1tno • ~
. modo en el proceso de formaci6n de una identidad locai y legitiman-
do asi las aspiraciones autonomistas de la regi6n de Quito respecto de
Las abdicaciones, que para ser legitimas habrian req~erido el con- Lima y Bogota.
sentimiento de los diversos reinos del imperio, comprend1dos los ame- En Quito, el papel de los jesuitas en el proceso de elaboraci6n de
ricanos, otorgaron al contrario - a causa de su ilegitimidad- a estos una cultura moderna ha sido fundamental. Como enfatiza Ekkart Kee-
ultimos la facultad de organizarse politicamente a fin de preservar la ding en su obra ya clàsica acerca de la Ilustraci6n en Quito, el patri-
tradicional constituci6n mixta a pesar de la ausencia del rey. monio libresco de los jesuitas era rico en extremo, comparable al del
Semejante documento, aun demostrativo de la clara ~nfluenci~ del Colegio de Nobles de Madrid, yen lo concerniente a la cultura moder-
pensamiento de la neo-escolastica. espafiola, ~ e~ ~special de S~~rez, na superior al de la biblioteca de la Universidad de Salamanca39 . La
sobre el pensarniento politico americano y el pnnc1p10 de_retroces1on de reforma de los estudios universitarios conducida por el obispo de
la soberania36, no debe sin embargo hacernos perder de vista los ap~rtes Quito Pérez y Calama, es un elemento afiadido que prueba la difusi6n
provenientes de otras doctrinas filos6ficas. D e hecho, se sabe por eJem- de las doctrinas europeas en los medios culturales de la ciudad, con-
plo que la censura era muy permeab~e en esta época y q~~ las o?ras de sistiendo la principal novedad en la introducci6n de obras de la Ilus-
los fil6sofos franceses sobre todo c1rculaban entre las ehtes h1s?ano- traci6n espafiola e italiana, corno las de Campomanes, Bernardo Ward,
arnericanas. Es preciso recordar, ademas, que a lo largo de la pnmer_a Filangieri, Muratori y Genovesi 40 . Ahora bien, tal reforma tuvo una
mitad del siglo XVIII los propios j~suitas hab_i~ reelaborad~ la doctn- influencia notable en la formaci6n de los futuros jefes de la revoluci6n
na neo-escolastica a través de la remterpretac10n -en un sent1do resuel- de 1809-1812, corno lo prueba el analisis de sus bibliotecas privadas,
tamente antidesp6tico y antiabsolutista- del iusnaturalismo holandés Y que contenian numerosas obras de autores modemos, a veces incluso
de la obra de Montesquieu. De ahi su papel fundamental en ~l proceso prohibidas por la censura41 .
de redefinici6n de la identidad y de los derechos de los cnollos, p_o- Empero, y segun aludiéramos, fue la doctrina iusnaturalista la que
niendo el acento sobre el pasado precolombino corno antece~ente h1~- mas influy6 en la retrocesi6n de la soberania, apoyandose en ella tanto
t6rico fundador de la identidad americana37 . Su interpretac1on provt- las juntas espaiiolas corno las arnericanas en la afrrmaci6n de su legi-
dencial del pasado, que presentaba la época prehispanica ~omo una eta- timidad42. Antes de cruzar el Atlantico, las obras de Grocio, Pufendorf
pa preparatoria para la evangeliz~ci6n, ~ernitia a la c~nqmsta ,corno sola
38
fuente de legitirnidad de la identldad cnolla, devolv1endo asi de mane- Juan Velasco, Historia del reino de Quito en la América Meridiana! (1789) , Quito,
1977, pags. 11-1 7 y 19-36.
ra implicita al Estado su papel de detentador unico de la ~oberania. , 39
Op. cit., pag. 65.
En Quito corno en otras partes, en Méxic~ c?n C:lavtJ er? y en P~ru 4
o l bid., pags. 300-301.
con Juan Pablo Viscardo, semejante influencia Jesmta se hizo sentir a 41 José Francisco de Caldas, Cartas de Caldas, Eduardo Posada (ed.) , Bogota, 191 7,

pag. 99. Uno de los casos indudablemente mas interesantes es el de la biblioteca privarla
de Manuel Rodriguez de Quiroga, en la que se encontraban las obras de Grocio y de
35 «Alegato de Quiroga ... », op. cit., pags. 8 1-82. . . . . . Pufendorf, prohibidas en Espaiia, asi corno las de Montesquieu, Voltaire, Rousseau y
36 Sobre la influencia del pensamiento neo-escolasttco durante la cn s1s del 1mpen o,
Mably (cf. E. Keeding, op. cit., pags. 272-275). Para la lista completa de las obras con-
cf. Carlos Stoetzer, El pensamiento politico en la América espafiola durante el p eriodo de
fiscadas a Manuel Rodriguez de Quiroga, cf. Isaac Barrera, «Los papeles de un pr6cer.
la emancipaci611 (1789-1825) , Madrid, 1966, 2 vols. . Documentos relacionados con el pr6cer José Manuel Rodriguez de Quiroga», Boletin de
37 David Brading , The First America. The Spanish Monarchy, Cre_ole Patrwts .a nd the
la Academia Nacional de Historia , voi. XXXI, n. 0 77 (1951), pags. 109-119.
Liberal State (1 492-1867) , Cambridge, 199 1; Antbony Padgen, Spamsh I mpenalzsm and 42
Acerca de la in.fluencia de las teorias iusnaturalistas en la crisis del imperio, cf.
the Politica/ Jmagination, New Haven y Londres, 1990.

41
40
FEDERJCA MORELLI LA SOBERANfA FRAGMENTADA

y Hinneccio habian efectivamente conocido una gran difusiòn en la v~catio reg_is, un rein~ grande y formado por naciones, provincias y
peninsula durante el reinado de Carlos III, durante el cual, ademas, se cmdades d1versas; o si el rey ha sido destituido justamente, corno en
reform6 el sistema universitario. Asi, fue en este periodo cuando se el caso de las Provincias holandesas, es posible pasar del autogobier-
asisti6 a la instituciòn de la primera catedra de Derecho Natural y de no a la emancipaciòn respecto de la Corona.
Gentes, atribuida a Joaquin Marin y Mendoza43 , en los Rea/es Estu- ~ e~te. proposito, remarquemos que el model o politico holandés y
dios de San !sidro (1770). La asimilaciòn de esa doctrina protestante las drnam1cas de la revuelta de los Paises Bajos ejercieron enorme
no implicò sin embargo una ruptura c~ el pasado gracias a la adapta- influen~ia ~obre las posesiones espafiolas en Italia48 y, desde alli, en
ciòn que se hizo de sus principios, sobre todo de la idea del contrato, los temtonos americanos. En efecto, durante la revuelta los rebeldes
a la doctrina catòlica tradicional44 . Bien que existan huellas de la cir- holandeses empezaron reclamando libertades antiguas, que se funda-
culaciòn de obras de protestantes holandeses desde finales del siglo ban en un derecho colectivo de resistencia reconocido en la carta lla-
XVII45 , la teoria del derecho natural circul6 por los tenitorios ameri- mada de la Blyde Incompste, fechada en 135649 . De otro Jado, tal
canos en buena medida a raiz de la traducciòn de la obra de Pufendorf corno los americanos en 1808, no tenian al principio objetivos preci-
por Jean Barbeyrac. s~s y claramente formulados, y las ideas politicas presentes en la rica
La influencia de los filòsofos del derecho natural, en particular de hteratura de los panfletos no sobrevinieron sino mas tarde corno reac-
Pufendorf, aport6 innovaciones importantes a la visiòn neo-escolasti- ciones a posteriori. Ha podido asi subrayarse que la ~isma forma
ca del principio de retrocesiòn de la soberania, volviendo operativa republicana fue una consecuencia de la rebeliòn y no de una clara
-corno subray6 Annino- una doctrina puramente metafisica en su voluntad de los rebeldes, lo que se explica y se confrrma por el hecho
punto de partida46 . Pufendorf, en efecto, sostenia que en caso de fal- de que las tesis académicas de finales del siglo XVI eran mayoritaria-
tar la familia real, la soberania retomaba al pueblo, que podia ejercer- mente favorables a una monarquia moderada, y no a una republicaso_
la bien directamente o bien por intermediaciòn de sus delegados 47 . ~na ~ez declarada la independencia respecto de Espafia, decisiòn muy
Ahora bien, ello implicaba un cambio importante en relaciòn a la doc- mflutda por el rechazo de las autoridades espafiolas a llevar a cabo
trina neo-escolastica, la cual no preveia de hecho ninguna posibilidad concesiòn alguna, fue pues preciso afrontar el problema de la sobera-
de que el pueblo ejerciera una soberania autonoma, estipulando tan nia, y decidir si debia retornar a los Estados Generales o a los Estados
sòlo que una vez roto el pacto era menester formular otro contrato y Provinciales. Fue entonces cuando la propia practica politica devino
nombrar un nuevo rey. Ademas, Pufendorf sefiala que, en caso de
48
Salvo Mastellone, «Holland as a Politica! Model in Italy in the Seventeenth Ceo-
José Carlos Chiaromonte, Ciudades, provincias, Estados: Origenes de la Naci6n Argen- tury», Bijdragen en M edelingen betrejfende de Geschiedenis der Nederlanden n. 0 98
tina (1800-1846) , Buenos Aires, 1997. 1983, pags. 568-582; Vittorio Conti, «Il modello poLitico olandese in Italia d~rante I~
43 Cf. Simonetta Scandellari, «L' importanza di Pufendorf e dell' insegnamento del prima metà del seicento», en V. I. Comparato (ed.), Modelli nella storia del pensiero poli-
diritto naturale nei progetti di reforma degli studi giuridici nella Spagna di Carlos lll>>, en tico, Floreocia, 1987, pags. 145-162.
49
Vanda Fiorillo (ed.), Samuel Pufendo,f.filosofo del diritto e della politica, Napoles, 1996, . Ese antiguo derecho reconocia que, en caso de violaci6n de los privilegios y de Jas
pags. 225-250. hbertades por e! duque de Brabante, los subclitos quedaban dispensados de la obediencia
44 Cf. por ejemplo la definici6n de «derecho natural» dada por Mario y Mendoza en al principe; y que los estamentos, en tanto que representantes del pueblo, podian reem-
su tratado Historia del Derecho Natural y de Gentes (Madrid, 1776): «un conjunto de plazarlo por un regente. Los estamentos, en su funci6n de magistratus pop!flares, debian
leyes, dadas por Dios y participadas a los hombres a través de la raz6n natural» (S. Scan- velar por _el respeto de los derechos y las libertades de Los subditos y resistir al principe
dellari, op. cit., pag. 238). cuyo gob1e?10 ~ubiera degenerado en tirania (cf. Hugo de Schepper, «Le Jangage poLiti-
45 Por ejemplo, Rodriguez de Quiroga afirma que las obras en latin de Pufendorf y que d~ la rebel11on néerl.aoda1se», en Eluggero Pi (ed.), i linguaggi politici delle rivolu-
Grocio se encontraban en Quito desde I 762 («Alegato de Quiroga presentado en el pri- zioni m Europa, Florencia, 1992, pags. 45-66.
5
mer juicio iniciado contra los pr6ceres en febrero de 1809», op. cit.). . ~ ,Durante una prirnera fase al menos, los rebeldes holandeses no tuvieron ninguna
46 A. Annino, «Soberanias en lucha», op. cit., pags. 238-239. mtenc10n de ro~per con_ e! monarca espafiol, y las numerosas actas redactadas por los
47 Samuel Pufendorf, De Jure Naturae et Gentium, tr. francesa de Jean Barbeyrac, e~tam~ntos contmuaron s1endo publicadas en nombre de Felipe li (cf. H. de Schepper, op.
Amsterdam, 17 12, lib. Il, pags. 314-316. c1t., pags. 64-65).

42 43
FEDERICA MORELLI LA SOBERANlA FRAGMENTADA

decisiva en la respuesta a esta cuestion; las Provincias Unidas eran la Plata) y uno por Capitania Generai (Cuba, Puerto Rico, Guatemala,
conducidas a transformarse en republica confederai a causa del altisi- Chi le y Venezuela). De este modo, la Audiencia de Quito, integrada en
mo grado de autonomia politica y financiera al que habian llegado a la de Nueva Granada, se veia privada de representaciòn especifica
lo largo del periodo revolucionario. independiente de esta ultima, lo que en gran medida impulsò a las éli-
Ahora bien, si es cierto que existen, corno se veni, numerosas tes de la ciudad a constituir una junta autonoma52 :
similitudes entre la revuelta neerlandesa y el caso hispano-americano,
subrayemos aqui el becho de que el ejemplo bolandés, al igual que la Quito, retirada en un angulo de la tierra, no tenia a nadie que sos-
filosofia del derecho natural, permitiero~nte todo a los americanos tuviera sus esperanzas o de alguna manera la defendiera 53 .
identificar al «pueblo», entidad abstracta y teorica evocada por los
teologos espafioles bajo la concreta forma de ciudades, de juntas o de La coyuntura politica de la peninsula constituyò otro elemento
municipalidades. clave en el desenvolvimiento de los acontecirnientos en Quito. En
La difusion de estas doctrinas, junto con la remision a los antiguos efecto, pese a no haber obtenido el derecho de elegir a un represen-
derechos y libertades beredados de la tradicion metropolitana, permi- tante propio, laAudiencia empero habia respetado las consignas y par-
tio pues la legitimacion teorica e historica del derecho de los america- ticipado en las elecciones generales de junio de 1809. Asi, no fue sino
nos a formar sus propios organos gubernamentales durante la vacatio en la noche del 9 al 1O de agosto, luego de la fuga de la Junta Centrai
regis. Empero, el elemento que de manera decisiva contribuyo a la de Madrid a Sevilla y de las dramaticas noticias llegadas de Espafia,
efectiva puesta en practica del principio de retrocesion de la soberania que los conspiradores proclamaron la instituciòn de una junta autono-
fue la decision, de 22 de enero de 1809, de la Junta Centrai Espafiola ma en Quito, corno lo explica Rodriguez de Quiroga:
de otorgar a los territorios americanos una representacion y la paridad
politica. Tal decision confirmo el principio segun el cual la soberania Creyendo acéfala la Naci6n, o bien en un peligro pr6ximo, hace
se ballaba repartida entre el conjunto de los reinos de la Corona y res- Quito lo que hicieron las Provincias de la Peninsula, con honor y
pondia directamente a las aspiraciones de los criollos. En efecto, la sobrada justicia; esto es, crear, al ejemplo de la Metropoli, una
mayoria de las juntas se formaron en 1809 a continuaciòn de esta ulti- Junta depositaria de la Autoridad Suprema, en la sola extensi6n de
su respectivo distrito54 .
ma, a ejemplo de la junta de Quito:

Puesto que est.a declarado que por una Real Orden que la América La mayoria de los protagonistas de la conspiraciòn de Navidad de
es una parte integrante de la Monarquia Espaiiola, no es irregular 1808, al igual que otros miembros de la élite de la capitai, se reunie-
que Quito, corno la Capitai de un Reino participe de las exenciones ron entonces en la casa de dofia Manuela Cafiizares, donde decidieron
y prerrogativas de las de Espaiia, y tenga su junta particular corno
la tienen las capita!es de aquellas 51 . 52
Subrayemos a este propòsito la estrecha similitud entre los acontecimientos de
Quito Y los de la Paz, donde también se constituy6 una junta autonoma en j ulio de 1809.
No obstante, la disparidad de representacion entre la peninsula y De hecho, la Audiencia de Charcas, al haber sido adscrita al Rio de la Plata, hizo que La
sus colonias inducida por la Real Orden de 1809 fue un importante Paz, corno Quito, no enviara ningun representante locai a la Junta Centrai. Para una inte-
resante comparaci6n entre esas dos revoluciones, véase Scarlett O' Phelan Godoy, «Por el
factor de tensiones. Mientras que los diputados espafioles eran treinta Rey, la Religiòn y la Patria. Las juntas de gobierno de 1809 en La Paz y Quito», Bul/etin
y seis, a los territorios americanos solo se habian atribuido nueve, esto de l'Jnstitut Français d'Etudes Andines, tomo xva, n. 0 2, Lima, 1988, pags. 61-80.
53
es, uno por virreinato (Nueva Espafia, Pero, Nueva Granada y Rio de «Manifiesto del pueblo de Quito», enA!fredo Ponce Ribadeneira, Quito, J 809-1812,
segiin los documentos del Archivo Nacional de Madrid, Madrid, 1960, pags. 142-144.
54
<<A.legato presentado por el doctor don Manuel Rodriguez de Quiroga, abogado de
5 1 ABCE Fondos Jijòn y Caamafio, Manuscritos 3/12, «Expediente relativo a la repo- la Real Audiencia de Quito, para desvirtuar las inculpaciones que le hace el abogado fis-
siciòn de Ruiz de Castilla en la presidencia de la Real Audiencia y Gobierno de Quito y cal, don Tomas Arechaga, en los sucesos revolucionarios del IO de Agosto de 1809»,
sus provincias del que le despojò la junta del I Ode agosto», cap. 2. Boletin del Archiva Nacional de Historia, n. 0 9-1 O, Quito, 1959, pags. 52-83.

44 45
FEDERICA MORELLI LA SOBERANIA F RAGMENTADA

destituir a las autoridades e instituir una junta suprema. El apoyo de 3. El Pacto de 1812: el Estado mixto en la version republicana
algunos oficiales de dos unidades militares de la c iudad, e1:1 su mayo-
ria, a causa de las reformas borb6nicas, c~mpuestas ?e cn~llos, ~er- La primera junta de Quito tuvo una breve duraci6n. En efecto,
miti6 conducir a buen puerto e1 proyecto sm mayor v10le1:1~1a. La ms- constituida en agosto de 1809, capitul6 finalmente sin recurrir a la
tituci6n del nuevo gobiemo fue acompafiada de la redacc~on del Acta fuerza dos meses mas tarde, en octubre, debido, de un Jado, a la opo-
de Jndep endencia de Quito, documento en el que se descr:i~e 1~ ~ueva sici6n de las demas ciudades -que nunca le reconocieron el derecho
organizaci6n administrativa. No obstante, y pese a .la ut1.hzac10n del de ejercer su soberania sobre el conjunto del territorio de la Audien-
término «independencia», el obj:tiv~ de lo~evol~~1onanos no ~ra la cia-, y de otro a las luchas intestinas entre las diferentes facciones.
emancipaci6n respecto de Espana, smo la formac1on de un gob1emo Mas tarde, una serie de negociaciones permitieron lograr un acuerdo
autonomo que entre el presidente de la junta, el marqués de Selva Alegre, el cabildo
y el alto clero; elio desemboc6 en un cambio de presidencia de la junta
gobernara interinamente a nombre y corno representant~ de nues- locai -el cargo se devolvi6 a un miembro de la municipalidad, Juan
tro legitimo Soberano el Sefior do~ Fem.ando VII Y m1~~tral 5 Su Guerrero y Mateu- y en la declaraci6n de su subordinaci6n a la Supre-
Majestad recupera la Peninsula o viene a imperar en Amenca . ma Junta Centrai de Sevilla. Se trataba pues de un primer paso bacia
la vuelta a la legalidad, que fue seguido dias después por la firma de
La decisi6n de la Junta Central espafiola, al establecer por vez las capitulaciones: acuerdos entre los miembros de la junta y el presi-
primera que los territorios americanos gozasen de los rnis~os dere- dente legitimo de la Audiencia, el conde Ruiz de Castilla.
chos y privilegios que los de la peninsula, tuvo -en ausenc1a del rey Contrariamente a lo que podria hacer pensar el actual sentido del
al que los americanos habian jurado su l~altad, ,Y. por ~ nto en ausen- término, las capitulaciones no constituian entonces las condiciones de
cia de autoridad Jegitima- consecuenc1as pohticas mesperada~, al rendici6n de una de las partes, sino que representaban, desde un punto
hacer que el discurso se deslizara hacia el derecho de las coloruas a de vista juridico, un contrato o un acuerdo solernne entre el rey y uno o
formar sus propias juntas de gobiemo: varios de sus subditos, en virtud del cual cada contratante reconocia sus
derechos y sus deberes respecto del otro57 . La utilizaci6n de ese térmi-
Si no son, pues, criminales las Juntas de Esp~a que reasurnieron no no implicaba pues una capitulaci6n de los miembros de la junta, sino
el poder supremo, corno lo declara )a d~,Astunas en su Acta .de _N·
de la de Sevilla, en su prirnera mst1tuc1on, las de otra~ Provm~1~s 57 Semejante forma juridica se habia impuesto a fina les del siglo XV, con et comien-
de la Peninsula, l,Cual es la diferencia para que se gra~ue de crmu- zo de la empresa colonizadora. Habia en efecto documentos que, a petici6n del futuro
nosa y revolucionaria la de Quito, siguiendo la mJSn:a norma, conquistador que desea emprender el descubrimiento o el doblamiento de las tierras del
ejemplo, fi nes, objeto y modo? No la enc~entro por ma~ que me Nuevo Mundo, eran otorgados por el rey o algun alto funcionario, los cuales establecian
fatigo a descubrirla: no por raz6n de Coloma, porque esta declara- en una serie de capitu.los -de ahi el ténnino capitulaciones- las condiciones, las excep-
do por la Junta Suprema ser parte integrante de la monarquia ( ... ) ciones, los privilegios y las recompensas que recaerian sobre el demandante en caso de
llevar a cabo su empresa. Bien que redactadas por lo generai corno si se tratase de una
Tampoco Jas Juntas de Espafia se crearon con anuenc.1a ~ concurso
merced o una coocesi6n del rey, las capitulaciones fueron siempre consideradas por los
de las Capitales; se establecieron cada una .en su. d1stnto, con el criollos corno contratos genuinos, eo v irtud de los cuales, a cambio de asistencia mil itar,
poder Supremo, corno lo hizo I~ ~e Astunas. Fm~l~ente, l qué la Corona debia garantizarles el derecho a ejercer los cargos gubemameotales y a ser reco-
culpa tiene Quito, si en el procedmuento q~e s~ ~cnnuna, no hizo nocidos corno nobles (acerca de las capitulaciones corno fuente del Derecho Indio, cf.
otra cosa que lo que en iguales circunstanc1as h1c1eron los pueblos Alfonso Garcia-Gallo, Manual de Historia del Derecho Espaiiol, voi. I, Madrid, 1959,
pags. 386-387). De otro lado, la utilizaci6n del ténnino capitulaciones durante la rebeli6n
de Espafia?56 .
de los comuneros de Socorro en 1781 constituy6 un precedente importante, pues como lo
demuestra Phelan eo su libro consagrado a esta. ultima, la remisi6n a las capitulaciones
ss «Acta de la lndependencia celebrada el 10 de Agosto de 1809», Gaceta Munici- impl icaba por parte de los habitantes de Nueva Granada una reivindicaci6n de los dere-
pal, n. 0 31, Quito, 1930, pags. 43-47. chos fundamentales que la Corona tenia el deber de reconocerles en tanto que descen-
S6 fbid., pags. 57-58. dientes de conquistadores (J. L. Phelan, El Pueblo y e/ Rey, op. cit., pags. 189-190).

46 47
FEDERJCA MORELLI LA SOBERANiA FRAGMENTADA

el establecimiento de un contrato entre esta ultima y los representantes Los acontecimientos del 2 de agosto, la revuelta y la presencia de
de la Corona. Asi, por dicho acuerdo, la junta no se disolvia, sino que las tropas peruanas conduj eron al alto clero y a una parte de la élite
se mantenia corno junta provincia! sujeta al presidente de laAudiencia, criolla a convocar un cabildo abierto, el cual, con autorizacion del
quien, en contrapartida, quedaba cornprornetido sobre siete puntos, en- presidente de la Audiencia, se celebro el 4 de agosto en una de las
tre los cuales se hallaban el reconocimiento de hecho de que la junta se salas del palacio gubemarnental. Reunio a todos los funcionarios de la
habia formarlo para oponerse a Bonaparte y estaba subordinada a la Real Audiencia, a los jefes militares, al obispo y al clero seglar y regu-
Junta Centrai espaii.ola; la interdiccion de devolver sus cargos a ciertas lar, y se decidio poner fin a las persecuciones contra los participantes
autoridades destituidas por la junta; la interdiccion de perseguir a los en la insurreccion de 1809, restituyéndoles la libertad asi corno sus
miembros de la junta hasta el retomo del rey; o el re.nocimiento de la bienes y cargos que ocupaban antes de la misma. La asamblea decidio
subordinacion al virrey de Nueva Granada58 . también librarse lo antes posible de las tropas llegadas de Lima, sus-
Esa situacion de calma contractual fue rata por la llegada de las tituirlas por un batallon constituido por individuos originarios de la
tropas de Lima, al mando del corone! Arredando, que habian sido re- provincia de Quito, y recibir con todos los honores al enviado real don
queridas por el gobernador de Guayaquil, Culacon, cuya region habia Carlos de Montufar60 . Frente a los acontecimientos del 2 de agosto y
sido juridica y militarmente sustraida al contro] de Quito y Santa Fe en a la crisis politica que babian engendrado, los notables de la ciudad se
1803, para ser anexada al virreinato del Pero. La oposicion de Guaya- habian, pues, reunido para adoptar resoluciones, confmnando asi su
quil al proyecto de la junta de Quito de recuperar la supremacia sobre derecho a legislar en caso de grave peligro para la comunidad.
la totalidad del territorio tradicionalmente perteneciente a la Audiencia Durante ese tiempo, la situacion en la peninsula habia cambiado
se tradujo pues en la llegada de tropas de Lima, las cuales ocuparon la radicalmente, pues la Junta Centrai habia sido disuelta para hacer
ciudad a comienzos de diciembre de 1809. Algunos dias mas tarde se plaza a un Consejo de Regencia, no sin haber establecido previamen-
produjo el arresto de todas las personas implicadas en la revuelta del 1O te las modalidades de convocatoria a Cortes y redactado bajo la piuma
de agosto, que fueron inmediatamente juzgadas. Fue entonces cuando de Quintana un manifiesto condenando el despotismo del Antigua
el juez Tomas Arechaga reclamo la pena capitai para cuarenta y seis Régimen y anunciando un régimen mas liberal. Mas la rnayoria de las
acusados, y la de prision para rnuchos rnas. Sentencia ésa nunca ejecu- juntas americanas, de continuo informadas sobre los acontecirnientos
tada por morde una remision de la causa ante los tribunales de Santa Fe espaii.oles, dieron la peninsula por perdida al haber caido totalmente
por orden del virrey. Pero durante ese tiempo la situaci on empeoraba en en manos del ocupante francés, y no reconocieron por tanto al nuevo
Quito de dia en dia, al comportarse las tropas peruanas mas corno un gobiemo provisional, a cuya eleccion, ademas, no habian sido invita-
ejército de ocupacion que corno guardian del orden. Esa fuerte tension das a participar. Frente a esta hostil reaccion americana, el Consejo de
se transformo en revuelta el 2 de agosto de 1810, cuando una reducida Regencia rehuso a su vez reconocerles legitimidad, pues ésta !es venia
multitud ataco la prision en la que se hallaban retenidos los autores de del principio de representacion y de la paridad politica entre las dos
la insurreccion de 1809. Algunos consiguieron entonces fugarse, pero partes del Imperio apenas reafirmados por la antigua Junta Centrai
otros -corno Juan de Dios Morales, Manuel Rodriguez de Quiroga o recién disuelta. De esta situacion derivo progresivamente una guerra
también Juan Larrea- perdieron alli la vida. La insurreccion se propa-
go de inmediato a través de toda la ciudad, y solo la intervencion con- nales muertos e n nombre de la libertad. Es pues particulannente dificil dar una evaluaci6n
ciliatoria del obispo consiguio apaciguarla59 . global del hecho històrico corno tal en tanto siga novelado. De ahi la persisteacia de
numerosas dudas sobre el numero real de muertos, corno también sobre los autores del
asalto o incluso sobre la auténtica extensiòn de la revuelta.
58 ABCE Fondos Jijòn y Caamaiio, Manuscritos 3/12, «Expediente relativo a la repo- 60
Carlos Montufar y Larrea, originario de Quito e hijo del marqués de Selva Alegre
sici6n de Ruiz de Castilla e n la presidencia de la Real Audiencia y Gobiemo de Quito y - presidente de la prirnera j unta- , se habia establecido en Espaiia y habia sido nombrado
sus provincias del que le despoj6 la juntad del IO de Agosto». tenieate corone! de ejército peninsular. Eaviado a Quito por el Consejo de Regencia en
59 Los acontecimientos del 2 de agosto adquirieron una dimensi6n de gran relevan- calidad de delegado a fin de restablecer la paz, abandonò Espaòa en el transcurso del mes
cia e n la historia patria de Ecuador, al ser consideradas las victimas corno héroes nacio- de marzo y llegò al lugar el 12 de setiernbre de 1810.

48 49
LA SOBERANiA FRAGMENTADA
FEDERICA MORELLI

entre lealistas, que reconocian la autoridad del Consejo de Regencia, para los babitantes de Quito las dos causas principales de la «declara-
e insurgentes, convertida luego en guerra civil. Tal oposici6n amigo- ci6n de independencia»:
enemigo entrano entonces una importante transformaci6n de la iden-
... en cuya virtud tienen derecho y facu ltad indisputable todos los
tidad americana, con e! refuerzo de la idea de «americanidad», que se
pueblos que se hallan libres de la opresi6n para exercer a su arbi-
habia ido formando durante la época colonia! ( en paralelo a la cons- trio el poder de la soberania que han reasumido legitimamente sin
trucci6n de las identidades regionales o locales) y consolidada a fina- que estén obligados a reconocer y depender contra su voluntad de
les del siglo XVIII, luego del debate europeo sobre la naturaleza del njnguna otra autoridad parcial y precaria que no haya reunido el
hombre americano y de la visi6n de las lndias corno colonias. Con la voto de toda la naci6n63 .
guerra, el sentimiento que vinculaba al individuo a su lu~ de naci-
miento, la patria chica, se habia consolidado debido a la necesidad de Asi pues, los miembros de la junta de Quito se negaron a reconocer
distinguirse del enemigo. A este respecto, la imagen de los «martires» la legitimidad de la soberania de la asamblea espai'iola sobre el conjun-
de Quito del 2 de agosto de 181 O resulta paradigmatica, pues su difu- to del imperio; y esta ruptura con Espai'ia volvi6 a plantear un proble-
si6n por las restantes regiones del continente sudamericano contribu- ma ya presente al comienzo de la crisis: disueltos los vinculos colonia-
y6 a reforzar e! sentimiento de odio de sus babitantes bacia los espa- les, L,qué derecbo quedaba a Quito para reivindicar la soberania sobre
noles61. la totalidad de los territorios de la Audiencia? La desaparici6n de las
En setiembre de 181 O, tras informaciones provenientes de la autoridades coloniales habia provocado, cierto, la fragmentaci6n de las
metr6polis, una segunda junta se formò en Quito. El dia 19 se reunie- correspondientes jerarquias antiguas, otorgando asi a cada ciudad idén-
ron en el palacio de la Audiencia el presidente, el conde Ruiz de Cas- tico derecho al de la antigua capitai a ejercer su soberania y declararse
tilla, Carlos Montufar el obispo y otros cuatro representantes de la ciu- independiente. Por eso tocaba a Quito convencerlas de que la indepen-
dad ( elegidos por los cabildos civil y eclesiastico, la nobleza y el dencia singular de las provincias seria dificilmente viable, mientras
clero) a fin de discutir sobre las modalidades de ponerla en acto. Ruiz que el sistema de junta --en tanto que asamblea que reunia a los repre-
de Castilla fue nombrado presidente, Carlos Montufar y e! obispo Cai- sentantes de las diversas provincias, segun el modelo de la Junta Cen-
cedo miembros permanentes; los otros once representantes, en cambio trai espafiola- si baria posible la integraci6n sin la dependencia.
(uno por el cabildo civil, otro por el cabildo eclesiastico, dos por e! De este modo, y al objeto de poner remedio al problema de la
clero, dos por la nobleza y uno por cada barrio de la ciudad), debian anarquia y a la amenaza de disoluci6n territorial, la junta de Quito
ser elegidos 62 . Tras haber reconocido inicialmente la legitimidad del decidi6 convocar un congreso que estipulase una nueva forma de
Consejo de Regencia, la nueva junta proclamò finalmente la ruptura gobierno. Invitados a participar fueron, ademas de los miembros de la
de los vinculos entre Quito y el gobiemo espanol un ano mas tarde, propia junta, los representantes de las ciudades que habian reconoci-
después de la reuni6n de las Cortes en Cadiz y de promulgado su pri- do la autoridad del nuevo gobierno, es decir, Ibarra, Otavalo, Lata-
mer decreto, que declaraba la soberania de la naci6n. La desigualdad cunga Ambato Riobamba Alausi y Guaranda. El resultado fue la ela-
en la representaci6n de los dos hemisferios y e! hecbo de que la sobe- boraci6n' de una ' suerte de' carta constitucional, el Pacto solemne de
rania de las Cortes hubiese sido establecida antes incluso de que Amé- sociedad y uni6n entre las Provincias que forman el Estado de Quito ,
rica bubiera terminado de elegir a sus representantes constituyeron promulgada e! 15 de febrero de 1812. Como lo indica el titulo, el
nuevo Estado, fundado en la uni6n de las voluntades de los cuerpos
61
En numerosas ciudades de Nueva Granada se organ.izaron ceremon.ias fùn ebres en territoriales, nacia por tanto no de una alianza cultura!, sino del acuer-
honor de los béroes de Quito del 2 de agosto y basta se les erigiò un monumento en Cara- do esencialmente politico entre las provincias.
cas (F.-X. Guerra, «La desintegraciòn de la monarquia b.ispan.ica: Revoluciòn de lnde-
pendencia», en A. An.nino, L. Castro Leiva, F.-X. Guerra, op. cit., pags. 195-227). 63 AGI, Quito, 276, «Acta del gobiemo de Qu.ito en que se constituye soberano y san-
62
AGI, Quito, 276, «Acta preparatoria del establecimiento del segundo gobierno
subversivo de Quito» (Qu.ito, 19/09/18 1O), Fol.. 253 y v. ciona su independencia de Espaiia», fols. 258v-259r.

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FEDERICA MORELLI LASOBERANiAFRAGMENTADA

De los doce signatarios de dicha carta, siete pertenecian al clero, naturales se encuentran garantizados por la tradici6n, los antiguos tex-
y los autores de los tres proyectos presentados al congreso eran igual- tos legislativos y la religi6n. De hecho, el principal objetivo del con-
mente eclesiasticos: el maestro en teologia, don Calisto Miranda; el greso de Quito no era la fundaci6n de un nuevo cuerpo soberano e
can6nigo Manuel Guizado y el profesor de filosofia Manuel Antonio independiente de la monarquia espafiola, sino el establecimiento de un
Rodriguez, cuyo proyecto de constituci6n, en fin, fue definitivamente acuerdo entre cuerpos ya considerados corno soberanos, las provin-
aprobado por el congreso, y que habia ya traducido y publicado la cias, con miras a preservar intereses comunes:
Declaraci6n de los Derechos del Hombre. La nueva carta era pues
resultado de una mezcla de doctrinas modernas y tradicionales, y en deseando estrechar mas fuertemente los vinculos que han reunido
ciertos aspectos pareci6 incluso anticipar la constituci6n li~al espa- estas Provincias basta el dia, y darse una nueva forma de Gobiemo
fiola, promulgada por las Cortes en Cadiz el mes de marzo del rnismo analogo a su necesidad y circunstancias 65 .
afio64 . Empero, a pesar del lenguaje a veces radical y moderno, la carta
de Quito aparece en realidad corno un acto de regulaci6n y de com- Aun cuando dicho pacto nuoca fuera aplicado por la entrada de Jas
posici6n con las fuerzas ya existentes, mientras que la constituci6n tropas realistas en Quito en mayo de 1812, para nosotros se trata con
liberal espafiola si funda un poder publico en verdad nuevo. En efec- todo de un documento de gran interés, en tanto nos permite compren-
to, la introducci6n del pacto fundador del Estado de Quito se refiere a der la evoluci6n del concepto de Estado o de gobiemo mixto en los
la doctrina de la retrocesi6n de la soberania, la cual reposa no sobre la territorios americanos durante la crisis del imperio. Se constata asi que
voluntad del pueblo, sino sobre las «disposiciones de la Divina Provi- la fragmentaci6n territorial provocada por la crisis de la monarquia
dencia» (la soberania emana directamente de Dios) y del antiguo forzo a los habitantes de Quito a sobrepasar Jas teorias tradicionales
«orden de los acontecimientos humanos», ya que la retrocesi6n de la del Estado mixto, segun las cuales el monarca comparte la soberania
soberania no es sino el resultado de la acefalia engendrada por la cau- con las instituciones representativas del reino, y a proyectar la puesta
tividad del rey. La fuente de la legitimidad del Pacto de Quito, por en acto de una especie de republica confederai en el seno mismo de la
tanto, no se presenta corno algo que emana de la voluntad del pueblo monarquia.
o del consentimiento racional de los ciudadanos, sino de la tradici6n De hecho, si a menudo se ha visto en el articulo 2 del Pacto de
y de la voluntad de Dios; de ahi que en el mismo falten algunos pun- Quito la voluntad de construir un Estado independiente66 , semejante
tos fundamentales que lo hubieran convertido en una verdadera cons- interpretaci6n no contradice menos el articulo 5, que reconoce a Fer-
tituci6n moderna, corno la declaraci6n de derechos o el contro! de la nando VII corno monarca del nuevo Estado67. En realidad, el térrnino
constitucionalidad de las leyes. Asi, a falta de un verdadero poder «independencia», no se refiere en efecto a la monarquia hispanica,
constituyente y por tanto de un reconocirniento de la superioridad de sino mas bien a otros territorios americanos, y mas en concreto a Peru
las normas constitucionales respecto de las demas leyes, los derechos y Nueva Granada. Si se !es interpreta a la luz del contexto de crisis y

64 65 Preambulo del Pacto solem11e de sociedad y union e11tre las Provincias que forman
Véanse, por ejemplo, las afinnaciones del presidente de la Auctiencia, Melina,
acerca del parecido entre la constituci6n de Cactiz y e! Pacto: «Es cosa averiguada que e! Estado de Quito.
66 «Este Estado de Quito es y sera independiente de cualquier otro Estado y Gobier-
Mejia daba la cuenta individuai de los secretos de Jas Cortes a sus paysanos. ( ... ) habien-
dose fonnado a cinco mii leguas de intermedio y por personas que no se conocen entre si no en cuanto a su administraci6n y economia interior, reservando a la ctisposici6n y al
la constituci6n justamente anulada y proscripta por nuestro amado Monarca, y la que se acuerdo del Congreso Genera! todo lo concerniente al interés publico de toda América o
hizo por e! Estado popular e independiente del Pueblo Soberano de Quito, salieron ambas de los Estados que deseen confederarse».
67 «Como prueba de su antiguo amor y de su constante fidel idad a la persona de sus
tao conformes en designios, metodos y expresiooes, que deben reputarse de un solo y
mismo sueiio democratico. Lo mas notable es que la de Quito se firmò y public6 en 15 de Reyes pasados, este Estado afim1a que reconoce y reconocera corno monarca suyo al
febrero de 1812 y la de Cadiz a 18 de marzo de aquel propio ano: prodigio de uniformi- Sefior don Fernando Séptimo desde e! momento en que, libre de la dominaci6n francesa
dad ( ... )». AGI, Estado 74, n. 74, «Carta de Melina al Secretario de Estado» (Lima, y ajeoo a toda influencia amistosa o de parentesco con el tirano de Europa, pueda reinar
27/3/1815). sin perjuicio para esta Constituci6n».

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANiA FRAGM ENTADA

de sus consecuencias68 , los articulos dejan de parecer contradictorios, de poderes. lgualmente, Mably, uno de los autores favoritos de Rodri-
y desde entonces se comprende mejor corno pudo proclru::narse a la vez guez de Quiroga 72 , insistia en los aspectos antidespoticos de los
que la forma de gobiemo «es y sera siempre r~~resentativa»_(art. 3) Y «gobiernos mixtos» de Esparta y Roma, atribuyendo a esos modelos
que Fernando VII sigue siendo el s~be:ano leg1t1mo_. Los ~a~1tantes ?e antiguos una fu erte actualidad politica 73 .
Quito intentaron construir una repubhca en el sentido clas1co del_ t~r- La influencia de estos autores sobre el Pacto y la forma de gobier-
mino, vale decir, un gobiemo compuesto por sus tres partes trad1c10- no republicana trazada por él es posible ballarla en varios puntos. En
nales: el uno, los varios y los muchos. primer lugar, se advierte la institucion de un auténtico régimen de
A este respecto subrayemos que el concepto de republic~ o gobie~- asamblea sobre el modelo de las republicas antiguas, cuyo organo
no mixto, teorizado por Polibio y reformulad~ por los e5'1tores pol!- principal lo constituye un Congreso Supremo elegido por el pueblo y
ticos florentinos del siglo XVI, habia experunentado una profunda encargado no solo de velar por la aplicacion de la carta y la salva-
evolucion en Europa entre los siglos XVII y XVIII. La republica, en guardia de los derechos de este ultimo, sino también de nombrar a los
efecto, se babia alejado de las formas historicas del pa~ado ~ transfor- titulares de los poderes legis lativo, ejecutivo y judicial. Tal organo
mado en un ideal susceptible de desarrollarse en el mtenor de una estaba calcado sobre el modelo de los Consejos Grandes y Consejos
monarquia, a imagen de la organizacion inglesa69 . Por consiguiente, el Mayores de las antiguas ciudades-Estado italianas, instituciones que
interés por las antiguas republicas a lo largo del siglo XVIII no debe procedian al reparto de todas las magistraturas o cargos estatales en
considerarse corno la manifestacion de un régimen politico diferente nombre de los «muchos»74 . Los demas componentes del gobiemo
(republica o monarquia). Como claramente ha~ia s~fialado Ho?bes, mixto, el «uno» -en forma de presidente ayudado de tres asistentes- y
cabia extraer una leccion subversiva de la expenencia de las antiguas los «pocos» - representados por un Senado y un tribuna! de justicia-,
republicas y de los correspondientes escritos, en virtud ,de los cuales ejercian respectivamente el poder ejecutivo y el poder legislativo y
«los hombres han aprendido a matar a sus reyes despues de hab~rse judicial. Remarquemos al respecto que los autores del Pacto de Quito
70
cuidado de definirlos previamente corno tiranos» . Entre los escnto- no adoptaron un modelo rigido de separacion de poderes, sino un sis-
res franceses de la primera mitad del siglo XVIII, a imagen de Féne- tema de pesos y contrapesos en el que el poder ejecutivo participaba
lon Rollin y Goguet, cuyas obras, por lo demas, estaban muy presen- en las actividades legislativas y en el que el poder legislativo votaba
1
tes ~n las bibliotecas publicas y privadas de Quito 7 , la admiracion por los impuestos. En ese sentido, habian sido influidos por las versiones
las antiguas republicas (de Esparta masque de Atenas) estaba tefiida mas modernas del gobiemo mixto, puesto que éstas justamente se arti-
de una fuerte critica contra el poder absoluto del rey. Lo que mas se culaban, en el pensamiento de Bolingbroke y Montesquieu, en tomo al
resaltaba era la forma de gobiemo mixta, por garantizar el equilibrio principio de separacion de poderes y de una distribucion a veces entre-
mezclada de las funciones del Estado entre sus diversos componentes.
68 Como dice Guerra, los gobiernos republicanos de esta prirnera época no_se erigen
72 Quiroga poseia en su biblioteca la obra completa de Mably (Keeding, op. cit. ,
en oposiciòn al régimen monarquico, sino en relaciòn al vacio de P?der ~roduc1do ~or la
desapariciòn del rey y luego de la Junta Centrai (F.-X. Guerra, «La 1dent1dad repubhc'.111a pags. 227, 274-275).
73 Las obras de Mably que tratan particularmente de las republicas antiguas son: Des
en la época de la independencia», en Gonzalo Sanchez Gòmez [dtr.], Museo, memona Y
nacion, Bogota, Museo Nacional de Colombia, 2000, pags. 253-283). . droits et des devoirs du citoyen ( 1758), Entretiens de Phocion (1 763) y Observations sur
69 Acerca de la transformaciòn del concepto de republica en la lnglaterra del siglo l'histoire de la Grèce (1766).
74 El papel preponderante que debian jugar los <(muchos» en relaciòn al «uno» y a los
XYUI, cf. Franco Venturi, Utopia e re/orma nell 'illuminismo, Turin, 1970, p~gs. 60-87 ..
70 Thomas Hobbes, Leviathan [165 l], parte Il, cap. XXIX (cit. por Luciano Guerci, «pocos» habia sido subrayado por Donato Giannotti, quien, en el siglo XVI, reformulaba
Libertà degli antichi e dei moderni. Sparla, Atene e i «philosophes» nella Francia del Set- asi considerablemente la teoria del gobierno mixto, convirtiéndolo en precursor de buena
tecento», Napoles, 1979, pag. 15). . parte del pensamiento constitucional inglés y aorte-americano de los siglos XVI y XVll.
71 Las obras de Rollin conocieron una difusiòn particulannente amplia en los En su opiniòn, un buen funcionamiento del sistema y un contro! reciproco eficaz requeria
ambientes culturales de Quito, y cabia hallarlas sobre todo en la biblioteca de los jesuitas, que los elementos constitutivos del Estado, mutuamente dependientes, no lo fueran de
corno en las de Espejo, del obispo Pérez Calama, de Rodriguez de Quiroga, de Bernardo manera paritaria, sino que mas bien uno de ellos jugase un papel preponderante en rela-
VilJacis, o también del marqués de San José (cf. E. Keeding, op. cit.). ciòn con los demas (cf. Pocock, op. cit., voi. l, pags. 546-555).

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

El objetivo principal del balanced government no era, pues, la divisi6n Por otra parte, la naturaleza confederai de dicho modelo aparece
de los poderes, sino la realizaci6n de un sistema de controles recipro- igualmente confirmada por el hecho de que cada ley debia ser apro-
cos en grado de evitar la supremacia de uno de ellos sobre los otros75 . bada por la unanimidad de las provincias, al estar también la institu-
A pesar del vinculo entre el Pacto y la teoria del gobierno equili- ci6n legislativa constituida por un representante de cada ciudad. De
brado, hay con todo una profunda diferencia entre la carta establecida este modo, no puede menos que subrayarse la clara similitud entre el
en Quito y las versiones modernas de republica, nacidas de las expe- modelo del Pacto y el ejemplo holandés, que de hecho consistia en
riencias revolucionarias de finales del siglo XVID. De hecho, mien- una organizaci6n de tipo confederai de ciudades depositarias de la
tras que la representaci6n politica de las ultimas se fundaba en una soberania77 . Contrariamente al caso norte-americano, en el que los
idea monista de pueblo, los hispan,o-~eric~nos, po_r el co1fario, con- actores politicos fundamentales del proceso revolucionario fueron
sideraban al pueblo no corno un unico conJunto, smo corno un agre- antes colonias y luego Estados, en la América hispana fueron las ciu-
gado de multiples elementos, diferenciados por grupos tanto sociales dades las que organizaron el territorio. El Pacto constituia por tanto un
corno territoriales. Consiguientemente, si en los casos francés y nor- acuerdo entre cuerpos soberanos que, en aras de su supervivencia,
teamericano el principio de separaci6n de poderes no se utiliz6 para renunciaban a algunos de sus poderes en favor de una asamblea que
dividir la soberania, sino tan s6lo su ejercicio, en el caso de Quito el ellos mismos elegirian78 . Asi pues, en el caso de Quito la confedera-
mismo principio se utiliz6 para dividir la propia soberania. Asi, ésta se ci6n represent6 un medio para mantener unido el territorio de la anti-
hallaba dividida entre los diferentes cuerpos que conformaban el gua Audiencia, cuya fragmentaci6n se habia visto inicialmente irnpul-
nuevo Estado, vale decir - y corno lo indica el titulo mismo de la sada por la crisis.
carta- , entre las diversas provincias; de ahi que mas arriba calificara- Segun se acaba de intentar demostrar, el texto fundador del Esta-
mos de confederai la republica propuesta por el Facto. El analisis de do de Quito es de hecho el resultado de una fusi6n entre el modelo
este texto, en efecto, pone claramente de relieve c6mo los verdaderos republicano clasico, el de las republicas italianas de los siglos XVI y
depositarios de la soberania son las ciudades en lugar del Congreso XVII y los modelos republicanos holandés y anglosaj6n. En efecto el
Supremo, compuesto sin embargo por sus representantes en raz6n de primer elemento retenido por los autores del Pacto de las experiencias
dos por Quito y uno por cada una de las restantes ciudades (Ibarra,
Riobamba, Otavalo, Latacunga, Ambato, Alausi y Guaranda)76 . 77 «Cada provincia posee sus propios Estados, cada uno independiente de los demas,

y tras la mutaci6n sobrevenida los Estados conservan actualmente en el puesto del Presi-
75 La exigencia fundamental del prin cipio de separaci6n de poderes no era de natura- dente la soberania de su propia Provincia; y se forrnan en la nobleza individuos rnas cua-
leza institucional, sino ética; corno dijera Guicciardini, la separaci6n de las funciones era lificados que viven en el campo, y en el Tercer Estado de las ciudades, en las cuales resi-
necesaria para evitar la corrupci6n de la virtud. Bolingbroke, por su parte, escribi6 que la se- de la casi totalidad del gobiemo actual» (Guido Bentivoglio, Della guerra di Fiandra, III
paraci6n de poderes servia para eliminar las reciprocas influencias y que la independencia parte, Colonia, 1639, pag. 549, cit. por Salvo Mastellone, «li modello politico olandese e
de los tres poderes no implicaba forzosamente una rigida separaci6n de las tres funciones. la storiografia italiana nella prima metà del Seicento», en Guido Bentivoglio, Relatione
En el siglo XVllI no babia por tanto una neta distinci6n entre el discurso sobre la funci6n, delle Province Unite [ 1629], Florencia, Centro Editoriale Toscazo, 1983, pag. 19). En esta
que babria inducido la denuncia de abusos constitucionales, y el discurso sobre la virtud. descripci611 del gobiem o de las Provi.ncias Unidas, Guido Bentivoglio - nuncio p ontificio
Este tipo de lenguaje influy6 notablemente en el pensamiento de Montesquieu y, a través de en Bruselas, y autor de numerosos tratados sobre la rept'.tb lica bolandesa- subraya no solo
él, en el de los «padres fundadores» norteamericanos, que elaboraron una teoria de la re- la forma confederai del Estado, sino también el caracter tipicamente urbano del orden
presentaci6n multiple con el objetivo principal de conservar la virtud republicana. El mixed politico bolandés. Sus obras también se las encuentra en laAmérica hispana, corno lo ates-
government se babia transforrnado asi en balanced government, que gracias al equilibrio de tigua la presencia en Quito de dos copias (traducidas al francés) de su libro sobre la gue-
los tres poderes estaba destinado a garantizar la conservaci6n del orden politico evitando los rra de Flandes en las bibliotecas de los franciscanos y de Mejia Lequerica, futuro repre-
peligros del despotismo y la anarquia (cf. Pocock, op. cit., vol. 11, pags. 874-876). sentante de la Audiencia en las Cortes de Cadiz (E. Keeding, op. cit., pags. 156 y 269).
76 Cf. el artictùo 12 del Pacto: «Cada Provincia no podra elegir para el Congreso mas 78 La soberania de las ciudades parece estar confrrmada por el hecbo de que el Pacto

que un Diputado, excepto la de Quito a quien le corresponde por esta Constituci6n el dere- no contiene precisi6n alguna respecto del procedimiento de elecci6n de los representan-
cbo de designar dos en atenci6n a su poblaci6n casi dupla de las dernas Provincias en par- tes al Cor,greso Supremo. Dicha falta, pensamos, ba de relacionarse con la libertad deja-
ticular; pero podran si quieren nombrar a mas del Diputado un suplente para los casos de da a los cuerpos soberanos del Estado de decidir cada una de las formas de designaci6n
enfermedad o muerte de aquel». de sus representantes.

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

italianas - las de las ciudades-Estado de Florencia y Venecia- fue el tante80 . Lamentablemente, poseemos poca informacion sobre las fun-
recurso al gobiemo mixto, en su dimension antidespotica sobre todo; ciones ej ercidas por los tribunos de la plebe en el caso de Quito; empe-
mientras que de las corrientes flamenca y anglosajona heredaron res- ro, parece que hayan jugado el papel de genuinos representantes _d e la
pectivamente el caracter tipicamente urbano del orden politico y la comunidad, vale decir, de mediadores entre los barrios y el gob1erno
idea de que una construccion republicana era posible en el seno autonomo. En cuanto a las milicias, cuyo sobrenombre de «falangis-
mismo de la monarquia. Montesquieu no habia dejado de subrayar tas» remite explicitamente a la Roma republicana, volveremos sobre
que en las republicas modernas, la veneciana y la holandesa, el equi- ellas en el capitulo tercero, que trata sobre las guerras, limitandonos
librio de los cuerpos (consejos, Senado, etc.) base de s1.1 grandeza por el momento a subrayar que se trata de un elemento que, al favore-
habia terminado por romperse dejando al fin lugar a un gotlemo des- cer la participacion de los «muchos» en la cosa publica, confirma la
potico, pasado a manos de un reducido numero de familias 79 . Del fuerza de la ideologia republicana en el seno de la Audiencia.
mismo modo, el filosofo destacaba la vulnerabilidad de tales republi- Al servirse de la tradicion republicana y de las versiones màs
cas, tanto frente a ofensivas extemas corno frente a insurrecciones modernas del Estado mixto los habitantes de Quito lograron por tanto
populares, derivando de ahi el interés que, para sobrevivir, habrian un doble objetivo. Por un lado, intentaron limitar el poder del monar-
tenido en estar bajo la proteccion de un monarca. Para Montesquieu la ca al reafinnar la constitucion historicamente mixta de la monarquia
solucion residia en el compromiso, en el seno de la monarquia, entre es~afi.ola y al intentar identificar las estructuras nobiliarias y urbanas
el soberano y las estructuras nobles, urbanas y judiciales, corno en el mas apropiadas para compartir con el rey el ejercicio de la soberania.
caso inglés. Dicha evolucion doctrinal, sobrevenida a lo largo del Por el otro, al elegir en ausencia del rey una forma de gobiemo mixto
siglo XVIII, demuestra que un modelo politico que bacia referencia al de tipo republicano, reivindicaron la estructura federativa del imperio,
concepto de republica no entraba entonces forzosamente en contra- entendiéndolo corno un conjunto de comunidades autonomas que se
diccion con una organizacion de tipo monarquico. Asi, el fin de los autogobiernan. A partir de estos elementos, resultaria sumamente inte-
autores del Pacto era construir un gobiemo de forma republicana que resante seguir la pista de la tradicion republicana en la América his-
perrnaneceria en el interior de una monarquia, al percibirse esta ulti- pana, y evaluar su papel durante la crisis imperial y las revoluciones
ma corno garantia a la vez de una mayor autonomia y de una mayor de independencia81 .
estabilidad .
En el caso de Quito, aun otros elementos nos rerniten a la influen-
cia cierta de la tradicion republicana sobre el pensamiento politico de 4. Federacion o coofederacion: el itinerario del término
los actores locales durante la crisis del imperio. Anotemos entre ellos a «iodependencia»
«los tribunos de la plebe», que ejercian de mediadores entre la junta y
la poblacion de los barrios de la ciudad y estaban encargados, a usanza Buena parte de la historiografia ecuatoriana sobre la independen-
romana, de reclutar a los miembros de las milicias urbanas destinados cia ha visto en la revolucion de 1809-1812 la voluntad de algunos
al mantenimiento del orden, los llamados «falangistas». En efecto, los miembros de la sociedad locai de separarse de Espaiia, nacida del
tribunos de Roma, al igual que los éforos de Esparta, magistrados cuya deseo de devolver a la Audiencia su pasado esplendor, perdido a con-
funcion era la de controlar la accion del monarca con el que, segun la secuencia de la crisis economica y de los recortes jurisdiccionales
tradicion del gobierno mixto, compartian una parte del poder, se ha-
bian convertido en un tema harto corriente en la literatura politica de 80 La fun ciòo de tales magistrados constituye un elemento importante de la teoria
los siglos XVII y XVIII, sobre todo entre los autores de origen protes- politica de Althusius. Debian represeotar a la comunidad, elegir al magistrado supremo ,
cooperar con él y al mismo tiempo controlar que no violase las leyes ni la justicia.
81 Sobre la evoluciòn del concepto de republica en la época de las independencias
79 Montesquieu, L'Esprit des lois, lib. VIII, cap. V (en Roger Caillois, dir., Oeuvres hispano-americanas, cf. F.-X. Guerra, «La ideotidad republicana en la época de la inde-
Complètes, Paris, Gallimard, 1949). pendencia», op. cit.

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANiA FRAGMENTADA

sufridos entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XI.X82 . Es reside en e! ejercicio del poder ejecutivo o legislativo, sino mas bien
cierto que tal explicacion puede servir para explicar algunos decretos en la administracion de la justicia, la Audiencia no era un simple tri-
y decisiones tomadas por las diferentes juntas, pero es clara su insufi- buna! judicial y disponia de verdadera autoridad politica sobre su
ciencia para dar cuenta de toda la complejidad del periodo. Resulta territorio. Compuesta de un presidente, cuatro jueces, un procurador y
pues imprescindible tener una vision global de la crisis, ya que son los un protector de los indios, la Audiencia de Quito no fue mas que una
acontecirnientos de la peninsula los que pautan las evoluciones ame- Audiencia menar basta 1717, por cuanto el contro! politico, adminis-
ricanas. De hecho, insistir en la voluntad por parte de Quito de «recon- trativo y militar era formalmente ejercido por el virrey de Lima. A par-
q~,istar» la aut~rida? perd_ida sobre territorios a1:llputados l_ia jurisdic- tir de 1720, en cambio, en el cuadro de la reorganizacion administra-
c10n de su Aud1encia, o bten sobre su deseo de mdependell:ia frente a tiva del imperio y de la creacion del virreinato de Nueva Granada,
Lima y Bogota, significarla querer demostrar la existencia ya en el adquiere el estatuto de Audiencia mayor84 , lo que supuso un cambio
siglo XVIII de un Estado «protonacional» al que los héroes de 1809 y fundamental. De hecho, el ejercicio de las funciones de gobierno 85 era
181 O habrian intentado dar vida, sin 1legar a conseguirlo a causa de la precisamente lo que distinguia a las provincias corno tales de las sim-
oposicion de algunas provincias, vinculadas en exceso a sus intereses ples circunscripciones para perrnitir la administracion de la justicia o
particulares. Mas, en realidad, no existia entonces ninguna conciencia el ejercicio de las funciones militares o eclesiasticas.
nacional, ningun sentimiento de pertenencia a un grupo homogéneo Ahora bien, ese estrecho vinculo entre funciones jurisdiccionales y
unido por lazos lingiiisticos, culturales y religiosos en grado de dife- espacio territorial no es caracteristico solo de la Audiencia, sino tam-
renciarlos de otros, sino antes bien una simple entidad politica mas o bién de las municipalidades. En efecto, los cabildos de las ciudades re-
menos estructurada, que se habia construido en torno a un espacio par- presentaban un verdadero poder territorial que ampliamente sobrepa-
ticular marcado por los limites del antiguo reino83 . saba los limites urbanos. Todas las actividades rurales dependian de
Asi, la importancia de las estructuras administrativas coloniales es ellas, que tomaban decisiones acerca de la division de las tierras, la re-
particularrnente neta en el proceso de formacion del futuro Estado glamentacion del trabajo, la utilizacion de la mano de obra rural en Jas
ecuatoriano independiente, puesto que se construira segun los limites obras urbanas, el contro! de los precios y la circulacion de las mercan-
de la antigua Audiencia de Quito. Dada su situacion intermedia en la cias a través de los mercados semanales. Por tanto, los poderes y privi-
escala jerarquica del imperio, entre el nivei locai de los cabildos, el legios de los cabildos les eran a menudo disputados por otros cuerpos
alcance regional de los corregimientos y el extenso en exceso de los territoriales, al estar el estatuto y la dignidad de un gobierno local y de
virreinatos, la Audiencia fue, innegablemente, la mas importante ins- sus habitantes estrechamente vinculados a la posicion que su ciudad o
titucion colonial. Ademas, en virtud de la concepcion medieval del su pueblo ocupaba en la jerarquia territorial. Ello explica que, durante
Estado, en virtud de la cual el atributo supremo de la soberania no la crisis de la monarquia, estallaran nuevos conflictos y rivalidades no
solo entre la capi tal y las ciudades provinciales, sino igualmente entre
82
Cf. por ejemplo las obras de Carlos de la Torre Reyes, cit., y de Demetrio Ramos Pé- estas ultimas y otros centros urbanos de menor importancia.
rez, Entre el Plata y Bogota. Cuatro claves de la emancipacion ecuatoriana, Madrid, 1978. A com.ienzos del siglo XIX la Audiencia estaba dividida en tres
83
Al respecto, subrayemos que a partir de la conquista surgi6 sobre el continente
americano toda una serie de reinos: Nueva Espaùa, Nueva Galicia, Guatemala, Nueva gobernaciones (Quito, Guayaquil y Cuenca) y seis corregimientos
Vizcaya y Nuevo Le6n, asi corno, en e! sur, Peru, Chile y Nueva Granada, entre los cua-
les cabe contar también e! de Quito. Se dispone de poca informaci6n sobre los criterios
84
que servian para definir e! estatuto de una regi6n conquistada. Se sabe sin embargo que Jean-Paul Deler, Ecuador. Del espacio al estado nacional, Quito, L987, pags. 165-
~n ~1~rtos casos la Corona no utiliz6 los términos de «reinos y provincias» para designar 166.
85
Jundicamente sus nuevas posesiones. S6lo a fina les del siglo XVU , con la publicaci6n de Cf. al respecto Alfonso Garcia-Gallo, Los orlgenes espanoles de las instituciones
la Recopilacion de los Reynos de las lndias en 1681 , se atribuye por vez primera e! esta- americanas. Estudio de derecho indiano, Madrid, 1987, pags. 860-863. A este prop6sito,
~to de «reinos» a Jas posesiones americanas de Espaùa (sobre ese punto, cf. Horst remarquemos que e! térrnino «provincia)) allil no es demasiado claro a comienzos del sig lo
P1etschmann, «Los principios rectores de Organizaci6n Estatal en las Indias», en A. Anni- XIX, en la medida en que continua representando toda una serie de territorios diferentes,
no, L. Castro Leiva, F.-X. Guerra, De Los imperios ... , op. cit., pags. 75- 103). que van del reino a la gobernacion o al corregimiento.

60 61
LA SOBERANiA FRAGMENTADA
FEDERJCA MORELLI

limitar el poder de las ciudades provinciales mediante la creacion de


(Riobamba, Ibarra, Loja, Otavalo, Latacunga y Guaran.da). _También
una unidad administrativa intermedia entre los antiguos corregimien-
eran seis las municipalidades: Quito, Cuenca, Guayaquil, Riobamba,
tos y los virreinatos - la intendencia-, destinada a permitir un ejercicio
Ibarra y Loja (ver fig. 1). Hemos visto corno el intento borbonico de
vertical y centralizado del poder, habia fracasado en el caso de la
Audiencia de Quito. Y corno, por el contrario, dio lugar a un renuevo
de fuerza y de vitalidad en tales cuerpos territoriales durante la pri-
Figura 1: Division territorial de la Audiencia de Quito (1750-1809)
mera fase de la crisis monarquica, momento en el que la retrocesion
de la soberania habia respetado las jerarquias de la época colonia!,
legitimando asi la supremacia de los cabildos provinciales.
Las seis municipalidades de la Audiencia tomaron parte en la elec-
Oceano cion de los representantes enviados a la Junta Centrai espafiola (Quito,
Pacifico Cuenca, Loja, Ibarra y Riobamba votaron por el de Nueva Granada y
Guayaquil por el de Pero). Bien que pertenecientes a la misma
Audiencia, las cinco primeras ciudades votaron sin embargo de mane-
ra harto dispersa, pues cada una de ellas voto a sus propios candidatos
(cf. tabla 1). Ahora bien, semejante dispersion de los sufragios mues-
tra no solo la fuerte dimension local de lo politico, sino que pone
igualmente en evidencia la débil legitimidad reconocida por las otras
ciudades a los representantes elegidos por la capitai. Ello explica el
cuestionamiento del derecho de Quito a representar sola al conjunto
de laAudiencia, que siguio al decreto de 22 de enero de 1809, en vir-
tud del cual la Junta Centrai espai'iola otorgaba una representacion y
la paridad politica a los territorios americanos.

Tabla 1: Representantes de los cabildos de la Audiencia de Quito


para las elecciones a la Junta Central86

Ciudad Electo Electo Representante*

Quito C. Può.oenrostro Carlos Montufar José de Larrea


Cuenca José M. de Noboa José M. de Landa Fernando Guerrero
Loja José de Riofrio J. M. Lequerica Pio de Yaldivieso
' /
Ibarra M. Zaldumbide D. Gangotena C. Puiioenrostro
Altitud > 2.200 m. - Riobamba Juan de Larrea José de Larrea Carlos Montufar
7
j
•'-,,, i
" * Cada municipio e legia una terna, de la que se extraia a suerte el representante de la ciudad.
·"
86 Neptali Zufiiga, «Drama y grandeza de Carlos Montufarn, Boletin de la Academia
• Capitai de la Audiencia e Cabecera de corrcgimiento, cabildo @ Tenencia de corregimiento
Nacional de Historia, n. 0 149-150, Quito, 1987, pags. 93-13 7.
O Capitai del gobiemo O Cabecera de corregimiento

63
62
FEDERICA MORELLI LA SOBERANiA FRAGMENTADA

El problema irresuelto de la representacion paritaria de Espana y to. Al contrario, destituy6 a las autoridades existentes y las su stituyo
de América se reproducia por tanto a nivel local, siendo la cuestion la por funcionarios nuevos, elegidos directarnente por ella y en estrecbo
de saber quiénes eran los sujetos legitimamente habilitados para cons- vinculo con las grandes familias de la capita! 90 . Tales pretens iones
tituir las juntas. El caso de Nueva Granada es ejemplar desde este hegemonicas de la junta de Quito sobre las restantes provincias pro-
punto de vista, puesto que se formaron nurnerosas juntas durante el vocaron una viva reaccion entre las élites de las estas ultimas. El con-
verano de 1810 y no reconocieron la supremacia de la de Santa Fe87 . flicto fue particularmente visible en el caso de Guayaquil, Cuenca,
Rubo entonces de hacerse frente al mismo problema planteado en Pasto y Popayan, que no s6lo constituyeron un bloque econ6mico
Espana dos anos antes: formar una junta unica constituida por los opuesto a la capitai, sino que de ahi llegaron a un verdadero estado de
representantes de las provincias, al objeto de crear un g~iemo en guerra entre ciudades. Asi, el rechazo de las ciudades provinciales a
grado de evitar la disolucion territorial, garantizar una defensa comun, reconocer a la junta de Quito no debe explicarse por su respeto de las
fijar las modalidades electorales para la constitucion de un congr~so antiguas autoridades coloniales, sino corno signo revelador de la lucha
representativo y, de saldarse en fracaso, elaborar una nueva constitu- existente entre las élites provinciales y las de la capitai por la recupe-
ci6n. Pero, por no haber invasion extranjera, ni necesidad consiguien- racion de los diferentes espacios politicos y sociales a los que la situa-
te de constituir un frente comun contra el enernigo, no fue posible una cion de crisis habia vuelta accesibles.
rapida solucion de la crisis en suelo americano. Por otra parte, las causas del fracaso del proyecto de la élite de
Asi, en agosto de 1809, los insurgentes de Quito eligieron el Quito también hay que buscarlas probablemente en la fragmentacion
modelo de la Junta Centrai, esto es, un sistema que bacia posible la politica de la Audiencia, dividida en nurnerosos gobiernos y diocesis
integracion sin la dependencia. Al comprender que la naturaleza ilegi- que raramente coincidian con los distritos judiciales, mas también y
tima de la situacion en Espaiia podia dar lugar al nacimiento de otras sobre todo en la division de la estructura economica, con sus tenden-
juntas en el seno rnismo de la Audiencia, intentaron granjearse la cias regionales no solo divergentes sino a menudo antagonistas y en
adbesi6n de las otras ciudades a la de la capitai, declarando en su acta compete?cia mutua. Tales conflictos de intereses economicos pueden
constitutiva que aquélla debia formarse no solo por los elegidos de la ser cons1derados corno una explicacion complementaria de la volun-
capitai, sino igualmente por representantes t~d de la capitai de la Audiencia de beneficiarse del nuevo orden poli-
tico para extender su jurisdiccion sobre territorios que antes le esca-
de los cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta gober- paban, c?mo Guayaquil, Pasto y Popayan. Hasta 1803, en efecto,
naciòn y las que se unan voluntariamente a ella en lo sucesivo, Guayaqml, entonces parte del virreinato de Nueva Granada habia
corno son Guayaquil, Popayan, Pasto, Barbacoas y Panama, que
sid~ ju?dicamente dependiente de la Audiencia de Quito; al i~al que
ahora dependen de los virreynatos de Lima y Santa Fe88 .
el d1stnto de Popayan (al que pertenecia Pasto), que en cambio depen-
En consecuencia, dias después de su instauraci6n, se envio una .
90
_En G~aranda, ~I corregidor depuesto fue reemplazado por José de Larrea y Villa-
circular a todos los corregidores y cabildos de la Audiencia invitan- v1cenc10, cunado y pnmo del marqués de Selva Alegre; en Otavalo el nuevo corregidor
doles a reconocer la junta de su capitai y a elegir a sus representan- nombrado por lajunta de Quito fue José Sanchez de Orellana, hijo del marqués de Villa-
tes89. Sin embargo, a pesar de su declaracion de intenciones, la junta orellana; en Ibarra, se nombrò a Domingo Gangotena; en Esmeralda, Antonio Bustaman-
te, miemb~? del ca~ildo de Quito, fue elegido gobernador; el nuevo teniente gobernador
de Quito adopto una actitud agresiva y a menudo no espero la res- fue, en Qw3os, Mariano Basantes. Ademas, lajunta nombr6 igualmente funcionarios para
puesta de las demas ciudades respecto de su adbesion o no al proyec- reempl~r a las autoridades de la~ ciudades fuera de su jurisdicciòn, corno Popayan,
Guayaquil y Cuenca, aun cuando nmguna de ellas la reconociera. El ten iente auditor de
guerra Vallecilla ocupò el lugar del antiguo gobernador de Popayan; e! corone) Bejerano
87 Javier Ocampo Lòpez, «El proceso politico, militar y socia) de la independencia»,
ree~plazò al gobernador de Guayaquil; J?sé Checa fue nombrado gobernador de Cuenca;
Nueva Historia de Colombia, voi. Il, Bogota, 1989, pags. 9-64. Jose Cabezas y el corone! José Zaldumb1de pasaron a ser respectivamente gobemadores
88 «Acta de la lodependencia celebrada el IO de Agosto de I 809», op. cit., pag. 43.
d~ Barbacoas y ~e Pasto. AGI, Estado 72, n.0 64, «Memoria de la Revoluciòn de Quito en
89
C. de la Torre Reyes, op. cit., pag. 233. cmco cartas escntas a un amigo (25 de Octubre de 1809)», carta n. 0 3.

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I FEDERICA MORELLI
LA SOBERAN!A FRAGMENTADA

dia de Santa Fe para todo lo concemiente con el gobierno, la econo-


y elio por mor de dos factores principales: el estancamiento de la
mia y la defensa. De hecho, el territorio de la Audiencia habia padeci-
industria minera de Potosi por un lado, y la nueva politica de los Bor-
?~ ~umerosos recortes territoriales entre finales del siglo XVIII y los
bones por otra. Al igual que el apogeo del dinero de Patosi habia favo-
1mc10s del XIX, con la creacion de un nuevo obispado en Cuenca en
recido la integracion y el desarrollo de Las regiones agricolas y artesa-
1779, que privo a la jurisdiccion eclesiastica de Quito de su dominio
nales de la zona andina, la crisis del mismo produjo, al contrario, la
sobre Guayaquil, Portoviejo, Loja, Zarurna y Alausi; el paso en 1793
desarticulacion de los espacios economicos, un proceso de ruraliza-
de Esrneraldas, Tumaco y La Tola (en la costa septentrional) bajo la
cion de las ciudades y la caida de los precios vinculados al mercado
jurisdiccion de Popayan91 por orden del virrey de Nueva Granada; la
interno. La crisis del centro minero peruano provoco un fuerte des-
creacion en 1802, mediante Cédula Real, de una nueva di9tesis y de
censo de la demanda de productos textiles provenientes de la sierra
un gobiemo militar en el Mainas, directamente dependient~ de Espa-
ecuatoriana. Afiadido al considerable declive demografico causarlo
fia92; y, finalmente, la anexion al virreinato de Pero en 1803 del
por las catastroficas epidemias de finales del siglo XVII, sumergio a
gobiemo de Guayaquil, que escapaba asi a las jurisdicciones de Quito
la Audiencia en una profunda crisis 95 . Ademas, la nueva politica eco-
y de Santa Fe, impuesta por una nueva Cédula Real 93 .
nomica de los Borbones, de orientacion neo-mercantilista, agravo la
Semejantes recortes adrninistrativos provocaron una desarticula-
situacion al transformar las colonias en mercados para los bienes
cion politica del territorio de la Audiencia, agravada por la crisis eco-
manufacturados llegados de Europa yen productores de materias pri-
nomica que conocio la region hacia rnediados del siglo XVIII. A lo
mas, y no solo de minerales. Aquélla favorecio en tal modo el desa-
largo del mismo, en efecto, se asiste a la progresiva desestructuracion
rrollo de la costa, productora de bienes agricolas -cacao y tabaco-
de la economia regional y al fmal de la autosuficiencia que habia
para el mercado intemacional en detrimento de la sierra, cuya pro-
caracterizado a las regiones andinas durante los siglos precedentes 94,
duccion textil debio cornpetir con Los productos europeos. Estos ulti-
91
mos afluyeron masivamente a la region andina, sobre todo gracias a la
Rosemarie Teran, op. cit.
92
La provincia de Mainas se encontraba al este de la Audiencia, y no comenz6 a ser apertura de nuevas rutas comerciales, corno la del cabo de Hornos, y
v_erdaderamente objeto de las preocupaciones espafiolas mas que en la segunda mitad del a la liberalizacion del comercio96 . La entrarla del comercio extranjero
siglo XVIII, cuando se bizo necesario defender las fronteras orientales contra los portu- por el cabo de Hornos tuvo consecuencias considerables para Quito,
gueses: Fue ~ntonces _también cuando vio la luz e! proyecto de transformar dicba regi6n
en gob1erno mdepend1ente, tanto desde el punto de vista militar corno religioso (cf. Maria
~lena Porras, La gobernacion y el obispado de Mainas en el siglo XVII y XVIII, Memo- Robson Tyrer, Historia demografica y economica de la Audiencia de Quito: poblacion
na de maestria, Pontificia Universidad Catolica de Ecuador, Quito, 1984). indigena e industria textil, 1600-1800, Quito, 1988).
95 Acerca de la crisis demografica de la Audiencia, cf. Martin Minchom, The People
93 Michael T. Hamerly, Historia social y economica de la antigua provincia de Gua-

yaquil, 1763-1842, Quito, 1987, pags. 36-39. El autor distingue dos fases en la subordi- of Quito, 1690-1810, Oxford, 1994; Suzanne A. Alchon, Native Society and Disease in
naci6n de Guayaquil a Lima; la primera va de 1804 a 181 O, yen ella se asiste a una subor- Colonia/ Ecuador, Cambridge, 1991; Robson Tyrer, op. cit.; Rosemary D.F. Bromley,
dinaci6n parcial; en la segunda, en cambio, entre 1810 y 1820, se asiste a una completa Urban Growth and Decline in the Centrai Sierra of Ecuador, 1698-1 840, Pb. D ., Univer-
subordinacion de la ciudad y su provincia a Lima. Asi, luego de numerosas protestas de sity ofWales, 1977.
96 Sobre los efectos provocados por las reformas ecoo6micas de los Borbones en la
s~ cabildo, Guayaquil obtuvo en 1807 del Consejo de Indias escapar parcialrnente de
Lima y volver bajo la jurisdiccion de Quito en todo lo concerniente a los asuntos judicia- regi6n andina, cf. John Fisher, «The Effects of Comercio Libre», op. cit., pags. 147-163.
les, '.111tes de que el virrey de Peru no repusiera la ciudad de nuevo bajo la corte de la En su obra, este autor demuestra que la liberalizaci6n del comercio favorecio a las regio-
Aud1encia de Luna en 1809, a causa de los acontecimientos revolucionarios ocurridos en nes agricolas de la costa y a las regiooes mineras, y que tuvo en cambio efectos negativos
Quito. sobre la produccion manufacturera de las regiones del interior, cuyo declive habia empe-
94
En el curso del siglo XVII, la Audiencia de Quito habia desarrollado un modelo zado con anterioridad a la introduccion del decreto sobre el comercio libre por efecto de
economico basado en la exportaci6n de productos textiles bacia la regi6n minera de Poto- otros factores, tales corno las catastrofes naturales, la contracci6n demografica y el con-
si, a cambio de metales_pre~iosos (sobre el modelo de produccion de la region andina, y trabando (sobre el declive economico de la sierra ecuatoriana, cf. Carlos Marchan Rome-
en p~rt1cular de la Aud1encrn de Quito en el siglo XVII, cf. Carlos Sempat Assadourian, ro, «Economia y sociedad durante el siglo XVIll», Cultura, n. 0 24, Quito, 1986, pags. 55-
El sistema de la ec_onomia colonia/. Mercado interno, regiones y espacio economico , 76; Nick D. Mills y Gonzalo Ortiz, «Economia y sociedad en el Ecuador poscolonial,
LIIlla, 1981 ; Jobn F1sher, Minas y mineros en e/ Peni colonia/, 1776-1824, Lima, 1977; 1759-1859», Cultura, n. 0 9, Quito, 1980, pags. 71 -1 52. Sobre el desarrollo de la region
costera, cf. M. T. Hamerly, op. cit.).

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FEDERJCA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

debido a la competencia de los productos europeos y sobre todo alale- la Audiencia exponia la necesidad de comercializar los productos de
jamiento de las principales rutas comerciales, que se desplazaron la sierra en la regi6n de Choc6, cuya fuerte produccion minera permi-
hacia el sur. El problema se agravo ulteriormente por la supresion de tiria a Quito obtener los recursos monetarios indispensables. Con ese
la feria de Portobelo en 1737 y el fin del antiguo sistema de flotas en fin consideraba necesario abrir una nueva via de comunicaci6n que
1740, que hizo perder a Panama su lugar de puerta de entrada obliga- uniese Quito y Panama sin pasar forzosamente por el puerto de Gua-
da de la América latina, reduciendo por tanto de modo drastico el tra- yaquil; de ahi que Carondelet intentase restituir a la Audiencia las
fico comercial que, teniendo por destinos Peru y Chile, por fuerza jurisdicciones de Esmeralda, Tumaco y La Tola, lo que no consigui6
habia de pasar por Quito. Fue asi corno la Audiencia se encontro cada hasta 1807. Por ultimo, el bar6n pi dio la transformaci6n de la Audien-
vez mas aislada y menos importante en el espacio economico suda- cia en Capitania Generai, para emanciparla de la dependencia res-
mericano97. De o tra parte, la reduccion de la produccion textil, al tener pecto de los dos virreyes y garantizar a Quito un dominio territorial
igualmente repercusiones sobre el sector agricola, hizo que la escasez propio. El programa inacabado de Carondelet fue retomado por la
de moneda se tradujese en una disminucion de la demanda de bienes junta de 1809, que afirm6 asi en su acta de creacion la voluntad de
producidos en las baciendas de la region. integrar a Quito asimismo territorios alejados, corno los de Barbacoas
Asi pues, los recortes jurisdiccionales y la crisis economica pro- y Panama. En efecto, el desplazamiento bacia el sur de las principales
vocaron una profunda desarticulacion de la Audiencia, que durante rutas comerciales tras la apertura del cabo de Hornos habia provoca-
toda la época colonia! se babia estructurado alrededor de la capitai. A do el creciente interés de Quito por esos territorios, que podian repre-
lo largo de los siglos XVI y XVII, Quito habia efectivamente domina- sentar eventuales nuevas salidas hacia el norte. Ahora bien, tal pro-
do el conjunto del espacio economico y politico de la region. Fue alli yecto se oponia con fuerza a las aspiraciones de las élites de 1as demas
donde se formo la alta sociedad criolla, cuyo poder economico y social ciudades, puesto que Cuenca, mas vinculada a Guayaquil y Lima que
descansaba sobre el control de la sociedad indigena por medio de las a Quito, no podia esperar de él ninguna repercusi6n positiva, y Popa-
haciendas y de los obrajes. Fue alli donde se expedian los principales yan y Guayaquil tenian todo que perder: la primera, su contro] sobre
productos de la sierra, que a través del puerto de Guayaquil se expor- la costa del Pacifico; y la segunda, su condicion de puerto unico de la
taban al resto del imperio y a Europa a cambio de otras mercancias. Audiencia, mas las rentas derivadas del monopolio de las relaciones
Era de Quito, por ultimo, de donde partian las misiones bacia Oriente. comerciales con Quito. Asi pues, desde el comienzo estas ciudades se
Es, pues, ese papel centrai de la ciudad lo que los miembros de la Junta opusieron a la junta de Quito, organizando en primer lugar un bloqueo
de 1809 aspiraban a restablecer, a fin de evitar que la Audiencia pasa- economico, y acto seguido la respuesta armada contra la capitai, que
ra progresivamente bajo la influencia de Lima y Santa Fe. Fue ese mientras tanto habia enviado expediciones militares tanto bacia el sur
objetivo loquela crisis de 1809, al darles la oportunidad de constituir corno bacia el norte. La guerra abri6 la puerta a la intervenci6n de las
un gobiemo autonomo e independiente tanto de la madre patria corno tropas peruanas, y provoco el fracaso de la junta, que también fue tem-
de los dos virreyes, les proporciono la ocasion de alcanzar. poralmente el del intento de construcci6n de un espacio politico y eco-
No obstante, algunos intentos de salir de la crisis y restablecer la nomico autonomo frente a los dos virreinatos.
centralidad politica y economica de la capitai, ya habian visto la luz Empero, la cuesti6n volvi6 a presentarse en 181 O, cuando se cons-
antes de 1809, en especial bajo la presidencia del baron de Caronde- tituy6 en Santa Fe, capitai de Nueva Granada, una junta que destituy6
let ( 1799-1806), cuyo memorando redactado en 1800, y en el que se al virrey, rompiendo por eso mismo todos los vinculos que la unian a
expone su programa, rnuy pr6ximo a las aspiraciones de la élite crio- Quito, y dando a esta ultima una autonomia que se vio igualmente
lla, ha alcanzado notoriedad98 . Para mejorar la situaci6n economica de confirmada por la decisi6n del Consejo de Regencia de enviar a Quito

97 D. Ramos Pérez, op. cit., pags. 107-109. publicado corno anexo en e! libro de Carlos Manuel Larrea, El bar6n de Carondelet, XXIX
98 El memorandum de Carondelet, enviado al ministro Caballero en 1808, ha sido presidente de la Real Audiencia de Quito, Quito, s. f.

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LA SOBERANiA FRAGMENTADA
FEDERICA MORELLI

Al igual que en 1809, la segunda junta de Quito aspiraba a reinte-


a Carlos Montufar, un delegado directamente subordi_n ado al <::onsej_o grar bajo su autoridad todos los territorios antafi.o pertenecientes a la
y provisto de plenos poderes 99 . La junta de _1~~O, baJO la pres1dencia Audiencia; pero, al revés que la primera, se guardo bien de adoptar
del propio Montufar, se formo pues en opos1c10~ al proyect~ de_la de una actitud agresiva, e invito por el contrario a las ciudades de Cuen-
Santa Fede someter a su autoridad todos los temtonos del v1rre~ato. ca y Guayaquil, subordinadas a Lima tras los acontecimientos de
En efecto, el 2 de agosto de ese mismo afi.o, e_I c_abildo_de Qmto _se 1809, a formar sus propias juntas y a reconocer la supremacia de la de
habia visto invitado por el de Santa Fe a constltu1! una Junta prop1~, Quito. No obstante, estas ultimas se rehusaron una vez mas y se ali-
100
bien que subordinada a la de la capital ne~granadina : Tal propos1- nearon de nuevo junto a los realistas, entrando en guerra contra Quito.
cion fue firmemente rechazada por los hab1tantes de Qmto, que apro-
En el norte, en cambio, las tropas de Santa Fe, que ocupaban Popayan,
vecharon en cambio para constituir una segunda junta autonoma. instauraron ahi una junta subordinada a la de la capitai 103 • Siendo un
Queda pues instalada, en nombre de nuestro amado Sobe~ano, el hecho el fracaso de la expedicion de las tropas quiteii.as en el sur, la
seiior don Fernando VIl, esta Junta Gubemativa, co~ _el t1_~Jo de ocupacion de la costa pacifica (Esmeralda y Barbacoas) por las fuer-
Superior, respecto de que habiéndose eri~ido con antJc1pac10n un_a zas realistas y el paso de Pasto a manos de los rebeldes de Nueva Gra-
Suprema en Santa Fe y destruidose el _Yirreynato, de cuya auton- nada, la unica oportunidad de supervivencia consistia en instar a las
dad dependia este Distrito, fue preciso _q~e se_ .sepa~a.se de su demas provincias a formar una confederacion. Asi, el 20 de abril de
dependencia en todos los ramos de la Admimstrac1on CIVll [ . ._.] En 1812 se establecio un pacto de confederacion entre Quito y Popayan,
consecuencia de esta conducta, la mas prudente que perm1te el que preveia una alianza militar entre ambas ciudades 104 y hacia por
estado critico de unas circumstancias tan extraordinarias, se han ello de la confederacion un medio para evitar una guerra interna y
reunido en esta Junta la representaciòn y facultades que residi~1: en
reconstruir un espacio territorial en vias de fragrnentacion. Los pode-
el extinguido Virreynato, tanto en lo politi~o corno en lo m1~tar,
res soberanos de las dos juntas permanecian intactos. La independen-
porque de otro modo era inevitabl~ el conflicto ? de que~ar a1sla-
dos y sin e! pronto recurso que sug1eren las neces1dades mas urgen- cia proclamada por los habitantes de Quito en 1811 no se dirigia pues
tes o depender servilmente de la Junta de Santa Fe 101 • a Espaii.a, sino tanto a Lima corno a Bogota.
Empero, a pesar de la redaccion del Pacto y de los esfuerzos de
Asi pues, la junta quiteii.a se atribuyo la total~dad de los poderes ' Quito por construir una unidad territorial autonoma, el proyecto fra-
que el virrey detentaba anteriormente, trans!orma_ndose de hecho en caso una vez mas a causa de las divisiones intemas de la Audiencia y
una entidad politica independiente, cuya ex1stencia fue fo~a~ente de estar fatto del apoyo indispensable de las restantes ciudades. Y es
reconocida poco después, al adquirir oficialmente la Aud1encia el que, ciudad andina, situada a tres mil metros de altitud, alejada del
estatuto de Capitania Generai el 9 de octubre .
102 mar y de los demas centros urbanos, Quito tenia escasas posibilidades
de éxito sin el apoyo de estos ultimos, en primer lugar de Guayaquil,
99
la unica puerta de acceso al mar. De ahi el resultado diferente de otros
D. Ramos Pérez, op. cit., pags. 203-205. . . , . .
100 Algunas semanas mas tarde, la junta de Santa Fe ~nvlto al pre~1dente de la A_ud1en-
cia, Ruiz de Castilla, a formar juntas provinciales en Quito y 01;as cmdades, al obJeto de Audiencias (Guatemala, Filipinas, Chile) en capitanias genera/es. No se trataba entonces,
que eligieran sus representantes para I~ junta suprem~ de Bogotà.. Era_ un 1;11odo para San~ corno habia sido el caso con anterioridad, de sirnples distritos militares, sino de verdade-
Fe de mostrar que no sòlo no reconoc1a la autonomia de la Au~1e~c1a, srno que la poma ros espacios politicos, al verse investidos los capitanes generales de las mismas funciones
al mismo nivei que a las demas ciudades, sin reconocerle supei:iond,ad alguna en s_u con- que los virreyes y al representar, coma éstos, a la persona del monarca (A. Garcia Gallo,
diciòn de capitai. A este proposito subrayemos que l_a <?onstJ~c10n de Cundantmarca Los origenes espaiioles, op. cit., pags. 874-879).
(abril de 1811) y el Acta de Federaciòn de las Provrncias Umdas de Nueva ~ranada 103 Para evitar todo conflicto con los revolucionarios neogranadinos, y con e! objetivo
(noviembre de 1811) confirmaron el deseo de integrar a_Bog?ta todos los temtonos que de obtener su eventual apoyo contra las fuerzas realistas del sur, las tropas de Quito, entra-
habian formarlo parte del virreinato (Ramos Pérez, op. c1t.,_ pags. 2_03-205, 262-264). das en Pasto en setiembre de 1811, decidieron someter la ciudad a la junta de Popayan.
101 «Oficio de Carlos Montufar al Cousejo de Regenc1a» (Qmto, 21/10/1810), en A. 104
AGI, Quito 269, «Pacto de confederaci6n eutre Quito y Popayan» (Quito,
Ponce Ribadeneira, op. cit., pags. 214-216. , , . 20/04/ I 8 12).
102 Durante la segunda mitad del siglo XVlll, la monarqma transformo ciertas

71
70
FEDERJCA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

intentos, corno los de Buenos Aires y Caracas, que al controlar el En el caso de la Audiencia de Quito, la manifestaci6n de esta
acceso al mar disponian de una importante fuerza de intimidaci6n voluntad autonomista alcanza su apogeo en 1820, cuando en la estela
frente a las otras ciudades. Ademas, no se trataba solo de una divisi6n de los movimientos de independencia se asiste a la creaci6n de nume-
entre los lugares principales de las tres grandes regiones de la Audien- ro~os go~iernos urbanos que se definen corno «independientes». La
cia (Quito, Cuenca y Guayaquil), sino igualmente de una oposici6n de pnmera cmd~d en declarar asi su independencia y en formar una junta
estas ultimas y de otras ciudades mas pequefias, que habian .logrado fue Guayaqml, el 9 de octubre de 1820. Su gobierno, merced a la
acrecentar su poder sobre el territorio durante la crisis de la monar- estratégica posici6n de la ciudad, que no s6Io era el unico puerto de la
quia. La vacatio regis, en efecto, habia engendrado una situaci6n de regi~~, s~o que as~ismo constituia una suerte de Estado tap6n entre
vacatio legis y conducido a la recuperaci6n del ejercicio de su sobe- los eJerc1tos de Bohvar y de San Martin, provenientes respectivamen-
rania por los diversos cuerpos territoriales, por lo cual Quito no dis- te del norte y del sur, duro dos afios, basta su integraci6n en la Gran
ponia ya de argumentos legitimos para proclamar su supremacia sobre Colo~bia. ~ora bien, la experiencia de real autogobiemo integrai
las demas ciudades de la Audiencia. En consecuencia, unicamente r~:orzo c~ns1derablemente el poder contractual de Guayaquil en rela-
quedaban dos soluciones posibles: o una guerra interna, corno la habi- c10n a Quito, lo que tuvo consecuencias fundamentales sobre la cons-
da entre Quito, Cuenca y Guayaquil, o bien la puesta en practica de °:1cci6? del futuro Estado ecuatoriano, en la medida en que la super-
una confederaci6n, a imagen de la establecida por el Pacto de 1812 v1venc1a de este ultimo dependia del indispensable entendimiento
entre Quito y las demas ciudades de la sierra (Otavalo, Ibarra, Rio- entre las dos ciudades.
bamba, Latacunga, Ambato, Alausi y Guaranda). Los oficiales de las tropas procedentes del norte constituyeron el
Asi, la ruptura de las jerarquias territoriales de la época colonia! nucleo de la insurrecci6n de Guayaquil, cuyos tres actores principales
habia dado una doble dimensi6n al término «independencia», al fu~ron de hecho tres de ellos: los capitanes Le6n Febres Corderos y
expresar, de un lado, la voluntad de autonomia de la Audiencia en Lms Urdaneta y el sargento mayor Miguel Latamendi, perteneciente
relaci6n con los dos virreinatos; y, de otro, el deseo de autonomia de al batall6n Numancia, enviado al Peru por el virrey de Santa Fe 105, y
cada una de las ciudades de la misma contra las pretensiones hege- compuesto en buena medida por miembros de familias prestigiosas
m6nicas de Quito. Esta segunda dimensi6n ilustr6 la dramatica ampli- que se ba?i~n visto enrol~das en el ejército realista de Morillo por
tud de la fragmentaci6n territorial engendrada por la crisis. Entre 1809 baber part1c1pado en consprraciones y movimientos independentistas.
y 1812, las ciudades que no se adhirieron a la junta quiteiia gozaron En Guayaquil, donde mucho habia cambiado la situaci6n en relaci6n
de gran autonomia, al punto de formar pequefios Estados indepen- a 1809'. la iniciativa de los militares fue sosteni da por una gran parte
dientes. Tales intentos de independencia urbana estaban destinados a de la élite locai, corno José de Villamil, Luis Fernando de Vivero, José
reproducirse de manera casi ciclica durante todo el siglo XIX, pues a Joaquin de Olmeda, Jacinto Bejarano, Francisco y Antonio Erizalde
106
cada crisis politica de gravedad seguia por parte de las ciudades una etc. . En efecto, cuando ya una buena parte del continente habia rot~
recuperaci6n de su soberania y la constituci6n de gobiernos aut6no- toda relaci6n politica con la Metr6polis, y numerosos puertos con Ios
mos, que desembocaban en nuevos pactos y asociaciones. En esa pers- que Guayaquil comerciaba se habian por tanto hecbo ya independien-
pectiva, la crisis de 1809 juega pues un papel particularmente impor- tes, las contribuciones dadas por la ciudad para el sostenimiento de
tante a la hora de comprender el siglo XIX, ya que constituye el pri- los realistas - impuestos sobre las exportaciones principalmente- se
mer intento de las ciudades por hacerse independientes de la capitai
del futuro Estado. Ademas, no representa una situaci6n especifica del 15
~ En 18 16, N ue_va Granada fue reconquistada por las armas realistas, y e! virrey res-
caso ecuatoriano, por cuanto las hubo similares en Colombia, Vene- tablectdo en sus func1ones. S61o en 18 19 consiguieron las fuerzas independentistas con
zuela y Argentina, corno lo fueron todos los casos de pretensiones Bolivar al mando, reconquistar el pais, e iniciar la campana contra las fuerzas realista's del
sur del continente.
hegem6nicas sobre el conjunto de los territorios del reino por parte de 106
A~1;rca de la insurrecci6n de Guayaquil de 1820, cf. Carni lo Destruge, Historia de
la junta de la capitai. la revoluc1on de Octubre y campana libertadora, Guayaquil, 1920 .

. 72 73
LA SOBERANIA FRAGMENTADA
FEDERJCA MORELLI

ga, Machachi, Riobamba, Ambata y Alausi, declaradas pocos dias


habian vuelto insostenibles, sobre todo por el hecho de la disminuci6n mas tarde que la de Cuenca, proclamada el 3 de noviembre de 1820,
del precio intemacional del cacao a causa de la sobreproducci6n ame- fueron vencidas de inmediato por las tropas realistas, el nuevo gobier-
ricana. Fue tan particular situaci6n lo que animò a comerciantes Y no autonomo de esta ultima sobrevivi6 en cambio casi dos meses, sin
terratenientes a apoyar el movimiento de independencia, corno lo adherirse a la provincia de Guayaquil y construyéndose un sistema
demuestra la rapida publicaci6n, desde la creaci6n misma del nuevo politico propio. En Cuenca, los diputados de las parroquias y de las
gobiemo, de un c6digo comercial destinado ante todo a poner fin a la corporaciones urbanas se reunieron en la ciudad para redactar un Pian
dominaci6n del consulado de Lima sobre la ciudad. de Gobierno, que instituy6 un presidente y una junta suprema forma-
Un mes después de la declaraci6n de independencia, una asamblea da por miembros de Jas corporaciones urbanas (clero, agricultura,
de los representantes de la provincia se reuni6 en. Guayaqui~ y nom- comercio y milicias). Como en el caso de Guayaquil, el objetivo prin-
br6 a los miembros de la nueva junta: Rafael M. Junena, ant1guo ofi- cipal de la junta era lograr la autonomia de la provincia en relaci6n a
cial del ejército; Francisco Maria Roca, miembro de una de las mas las demas unidades territoriales. Ésa es la raz6n por la que se otorg6
importantes familias de comerciantes de la ci~dad; José Joaqui~ de al jefe de gobiemo funciones idénticas a las de los antiguos virreyes y
Olmeda, abogado, miembro del cabildo de la cmdad, poeta y ex-dtp~- capitanes generales 107 , que estaban subordinados directamente a la
tado de la provincia en las Cortes de Cadiz, que fue nombrado_ pre~1- Corona. El articulo 3 del Pian, previendo la posibilidad de confede-
dente. La asamblea redact6 igualmente un «Reglamento Const1tuc10- rarse con otras provincias «con el fm de garantizar su independencia
nal Provisional de la Provincia de Guayaquil», cuyas disposiciones y derechos reciprocos», confirm6 esa hip6tesis. De hecho, la renova-
generales proclamaban la libertad y la independencia de la provincia, da alusi6n a una eventual confederaci6n es significa6va, puesto que
asi corno su derecbo a «unirse a la gran asociaci6n de su elecci6n entre dicho modelo poli6co permitia tanto el ejercicio de su soberania a ciu-
las que se formaran en América meridional». Sin emb_arg~,, el texto no dades o provincias corno el recurso a una defensa comun contra posi-
contenia referencia alguna a la soberania o a su locahzac10n, lo que a bles invasiones, al tiempo que preservaba a los confederados de la
menudo se ba interpretado corno signo de la voluntad de la ciudad ~e amenaza de una fragmentaci6n territorial excesiva. No obstante, el
esperar la liberaci6n del conjunto de la Audiencia antes de tom~~ dec1- territorio de la antigua administraci6n de Cuenca no lleg6 a conservar
siones sobre la organizaci6n del nuevo Estado. Pero la cuestlon nos su unidad, y apenas unos dias después de formada la junta, la ciudad
parece en realidad bastante mas compleja y de nuevo vinculada al té~- de Zaruma declar6 a su vez su independencia, eligiendo a sus propios
mino mismo de «independencia». De hecho, y aunque en contrapos1- dirigentes: un gobemador, dos alcaldes, un procurador y un coman-
ci6n a la primera fase revolucionaria el texto haya dejado de recono- dante militar 108 . Zaruma, corno Loja, que rehus6 igualmente recono-
cer al rey espafiol corno soberano legitimo ~el ?uevo Estad?, l~s cer a la junta de Cuenca y alineandose en cambio junto a los realistas,
documentos de la junta no por elio precisan s1 la mdependenc1a re1- particip6 por tanto en la fragmentaci6n en multiples gobiemos aut6-
vindicada va contra Espaiia o contra otras entidades politicas. Se tiene, nomos del espacio politico intermediario creado por las reformas bor-
en suma, la sensaci6n de que el principal objetivo de la célebre pro- b6nicas, la gobernaci6n.
clamaci6n del 9 de octubre era el de liberar la provincia de su subor- A l igual que en Zaruma, los gobiemos aut6nomos instaurados
dinaci6n a Lima y alcanzar una autonomia completa, en el dominio tenian a su cabeza «gobemadores», término ése cuyo uso denota sig-
comercial especialmente. Tal y corno se vera, en efecto, tampoco a nifica6vamente la voluntad adscrita de constituirse en cuerpos sobe-
Bolivar le fue facil obtener su adscripci6n a la Gran Colombia dos ranos. Segun el lenguaje juridico y politico colonia!, en efecto, una
aii.os mas tarde. Cabe, pues, afirmar que la «gran asociaci6n» evoca-
da en el articulo 2 antes citado, verosimilmente debe entenderse corno 107
Art. 8 del «Pian de Gobiemo», en Constituci6n de la Republica de Cuenca en
una confederaci6n de cuerpos soberanos. 1820, Cuenca, 191 5.
108
Tomas Mora, «Jndependencia de Zaruma», El Diario, n. 0 390, Guayaquil,
La declaraci6n de independencia de Guayaquil desencaden6 otros 26/11/ 1929.
movimientos autonomistas; y si bien las independencias de Latacun-
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FEDERICA MOREL LI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

gobernaci6n representaba a una provincia 109 con derechos y privile- des que, corno Ambato y Alausi, ni siquiera habian poseido cabildo
gios propios. En época colonia!, las provincias se correspondian glo- propio antes de la revolucion de 181 O y de la aplicacion de la Consti-
balmente con los virreinatos y las capitanias genera/es, esto es, con tucion de Cadiz. Los dos primeros ai'ios constitucionales ( 1810-1 812),
territorios directamente vinculados a la Corona. Sin embargo, la crisis a causa del acrecentamiento del numero de municipalidades, contri-
del imperio se acompafio de una evolucion en el sentirlo del término, buyeron pues considerablemeote a legitimar las reivindicaciones auto-
reflejo en cierta manera del proceso de fragmentacion del territorio, en nomistas de las pequefias ciudades que caracterizarian todo el periodo
el que Jas provincias dejarian de representar para Jos americanos las que siguio. De este modo, contrariamente a los Estados Unidos, donde
grandes divisiones administrativas de antafio, convirtiéndose en cir- el federalismo se inscribio en la continuidad a partir de entidades terri-
cunscripciones mas limitadas, en mas o menos correspondencia con toriales fuertemente arraigadas, en la América hispana el model o fede-
los corregimientos o los territorios sujetos a la jurisdiccion de las ciu- ra!, o confederai, resulto de muJtiples fragmentaciooes debidas sobre
dades principales. Al elegir «gobernadores» a la cabeza de sus gobier- todo a las fuertes tensiones existentes entre los niveles provinciales y
nos independientes, las ciudades de menor importancia de la Audien- municipales 110• Cabe, pues, afinnar que la inexistencia de un nivei
cia reivindicaban pues claramente su derecho a la autonomia. Ademas, intermediario eotre la Corona espafiola y sus territorios americanos
no por ello el Jenguaje deja de ser el del Antiguo Régimen, que daba condiciono el desarrollo politico de los futuros Estados independien-
un sentirlo muy concreto a los términos abstractos yen esencia admi- tes, al reforzar las tendeocias centrifugas.
nistrativos, lo que plantea la cuestion extremadamente compleja de
conocer la relacion de tales territorios con la monarquia, sabiendo que
justamente de esa relacion habian surgido los derechos y libertades de 5. La soberania de la naci6n
continuo reivindicados en 1820. Aportar una respuesta a dicha inte-
rrogante no es facil, pues los documentos de la época jamas plantean Asi pues, las revoluciones de 1809-1812 y de 1820 no fueron
con claridad el problema; pero puede ayudarnos a reflexionar sobre lo revoluciones modernas con miras a establecer un Estado de Derecho
que se entendia en esa época por «independencia». basado en la ceotralidad de la ley y de la nacion, sino mas bieo revo~
Los movimientos de emancipacion, guiados por los ejércitos lle- luciones de los cuerpos intermedios del imperio, que lograroo llevar a
gados del sur y del norte, permitieron pues a ciertas élites de la cabo una verdadera «federalizacion» de la monarquia 111 , lo cual tuvo
Audiencia de Quito obtener la completa autonomia gubernamental una influencia notable en las medidas adoptadas - por Espafia en pri-
que siempre desearan, lo que dio lugar a un fenomeno de fragmenta- mer lugar, y luego por los nuevos Estados independientes- al objeto
cion del territorio semejante al ya observado en 1808, producido por de hacer freote a la extrema fragmentacion politica. En efecto, sea la
la desaparicion de las antiguas autoridades que garantizaban la unidad constitucion liber_a l espafiola de 1812 que la de la Gran Colombia de
politica de la monarquia. Cabe observar, sin embargo, una considera- 1821 optaron por un modelo, desde un punto de vista teorico al
ble diferencia entre ambas fases de la crisis, puesto que en 1820 se · menos, muy centralista, declarando tanto la una corno la otra que la
asiste a la entrarla en liza de pequefias ciudades, mientras que entre soberania pertenecia a la nacion. Remarquemos sobre esto ultimo que
1809 y 1812 solo los principales centros urbanos de la Audiencia, la Constituci6n de Cadiz jugo un papel extremadamente importante
corno Quito, Guayaquil y Cuenca, habian jugado un papel importan- no solo en Europa, sino también en la América hispana, donde servi-
te. Ello engendro una parcelacion del espacio politico mucho mayor rla de modelo a numerosos Estados a lo largo del siglo XIX.
en 1820 que en 1809, pues se crearon gobiernos autonomos en ciuda-
110
Sobre las multiples formas del federalismo latino-americano, cf. Marcello Car-
109 El dicciooario de la Real Academia Espano/a, de 1737, defioia la provincia corno magnani (dir., Federalismos /atin oamericanos: México, Brasi/, Argentina, México, 1993.

«la parte de un Reino o Estado habituada a ser gobem ada en nombre del Principe por un
. ui Expresi~n u~ilizada por Federico Chabod y citarla por Ruggero Romano, «Un
b1lanc10 approssunativo», en R. Romano y M. Ganci (dirs.), Governare il Mondo. L 'im-
ministro o gobemadorn. pero spagnolo dal XV al XIX secolo, Palermo, 1991 , pag. 478.

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FEDERICA MORELLI
LA SOBERANiA FRAGMENTADA

De hecho, la Constituci6n de Cadiz, elaborada entre 181 O y 1812


por una asamblea constituyente compuesta por representantes espafio- pasado dieron lugar a numerosas ambigiiedades en el texto constitu-
les y americanos, no fue redactada corno reacci6n al absolutismo, ya cion~l, ofre~iendo a (~s sociedad~s locales ru:11Plios margenes de
en crisis, sino para ad.ministrar las multiples juntas ten-itoriales, cada man1obra e mterpretac1on. Abora b1en, esas alus1ones bist6ricas esta-
una de las cuales se habia reapropiado de su soberania, a fin de recons- ban lejos de ser purame~te ret6ricas 114 , puesto que, corno se ha visto,
truir una unidad politica que se habia roto en 1808 y no habia cesado una bue~a p_arte ?e los_ hberales espanoles habia tornado por modelo
de fragmentarse después. Fue, pues, dicha cuesti6n la que los libera- el const1t:uc1onahsmo mglés, Montesquieu y Burke, y consideraba
les espafioles quisieron solventar con una respuesta radical, llevando c??1o pehgrosa, corno el ejemplo francés demostrara, una total nega-
a las Cortes a constitucionalizar la idea de una soberania abstracta, c~on del p~sado en nombre de la soberania del pueblo. Por eso, el pro-
unitaria e indivisible, corno lo afinna el primer decreto de 24 de p10 prefac10 de la carta afirma que los principios generales del texto
setiembre de 181 O: se ~dan en la consciente recuperaci6n de un pasado constitucional
perdido por el hecho del despotismo:
Los diputados que componen este congreso y que representan a la
Naciòn espaiiola, se declaran legitimamente constituidos en Cortes Las Cort_es generale_s y extraordinarias de la Naciòn espaiiola, bien
Generales y Extraordinarias, y que reside en ellas la Soberania c?_nvenc1das, despues del mas detenido examén y madura delibera-
nacional 112• c1on, de_ que las antiguas leyes fundamentales de la Monarquia,
acompanadas de las oportunas providencias y precauciones, que
asegur~ de un mod~ estable y permanente su entero cumplimien-
Pero los americanos rechazaron esta idea, y siguieron defendien- to, podran _llenar deb1~amente el gran objeto de promover la gloria,
do en el seno de las Cortes una concepci6n pluralista de la soberania; la pr~spe_n dad ~ ~l b1en de toda la Naciòn, decretan la siguiente
dicba oposici6n estuvo presente en numerosos debates de la asamblea, consbtuc16n pohttca para el buen gobierno y recta administraciòn
y mas particularrnente en las discusiones sobre el articulo 3, que defi- del Estado.
nia la fuente de la soberania. Asi, rnientras los liberales espafioles afir-
maban que ésta residia «esencialmente» en la naci6n, los diputados Ese t~ real vinc~lo con la constituci6n hist6rica produjo una
americanos defendian el adverbio «originariamente» o «radicalmen- construcc1on que en c1ertos aspectos difiere considerablemente de los
te» 11 3 • Tal querella linguistica era expresi6n de la coexistencia de dos modelos constitucionales de la época, y sobre todo del modelo fran-
concepciones diferentes de la soberania y de sus relaciones con la cés. En efecto, la carta espafiola no incluye ninguna declaraci6n de Jos
representaci6n politica. Al adverbio «esencialmente», usado por derechos del hombre y no hace referencia alguna a la consideraci6n de
Sieyès y retomado por la Constituci6n francesa de 1791 , que permitia estos ultimos corno anteriores o superiores al sistema constitucional
a la asamblea reivindicar el ejercicio de la soberania, los americanos adem~s de decl_arar ~a p~rtenenci~ confesional que no deja ningu~
opusieron una idea de soberania «originaria», natural y preestatal, que espac10 a la mas mmima idea de libertad de conciencia individuai.
los autorizaba por el contrario a no delegar toda la soberania a las Cor- E_sos dos puntos bastan por si solos para subrayar la necesidad de estu-
tes, donde se sabian a priori condenados a estar en minoria. diar des?e ~n pu:'1to de vista comparativo e! modo espafiol de acceso
Finalmente se impuso el principio de soberania de la naci6n a( const1tuc10nahsmo, en el cual la monarquia cat6lica no renuncia a
defendido por los espafioles, pero las constantes referencias hecbas al nmguno de sus co~ponentes seculares, la monarquia y el catolicismo,
Y no obstante da ongen a una realidad politica radicalmente diferente
112
de la monarquia cat6lica hispanica tradicional.
Decreto de las Cortes de 24-IX-1 8 10, en Coleccion de todas las 6rdenes, decretos
y providencias emanadas de las Cortes genera/es y extraordinarias de los dominios de Es- 114 J . M P
p aiia e l11dias instaladas en la Real ]sia de Leon, e/ 24 de Septiembre del aiio de 1810, Ta- . . ose . orti·11o,_« La h'1s~o~1. a del pn·mer constitucionalismo espaiìol. Proyecto de
rragona, pag. 16, en F.-X. Guerra, Modernidad e lndependencias, op. cit., pag. 333. m~~st1gac160», Quaderni fiore11tm1_ per la storia del pensiero giuridico moderno, 0 _0 24,
113 Sobre e! debate, cf. A. Armino, «Soberanlas e n lucha», op. cit., pags. 242-243. Milan, 1995, pags. 303-373~ del trusmo autor, Revolucion de nacion, orige11es de /a cul-
tura constuucwnal en Espana: 1780- 1812, Madrid, 2000 .

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FEDERICA MORELLI LASOBERANiAFRAGMENTADA

Una de las novedades mas acusadas de la carta de Cadiz reside en cuerpo numeroso que delibera sobre materias las mas de las veces
el esfuerzo de definici6n del sujeto nacional y de su identidad, que de muy propias para empeiiar al mismo tiempo las virtudes y los
hecho no es tan atrevido en las demas constituciones de la época. Asi, defectos del animo 116•
el primer titulo esta consagrado a la definici6n de los conceptos de
Naci6n espafiola y de espafioles, y situa la definici6n del sujeto colec- El acto legislativo no era, por tanto, un simple acto de gobierno
tivo nacional con precedencia tanto a la de individuo y de sus atribu- que requeria una manifestaci6n de voluntad, sino mas bien un proce-
tos politicos y constitucionales, cuanto a la precisi6n de la divisi6n de so de interpretaci6n de la realidad materiai, mas dependiente del sen-
los poderes y de la forma de gobierno. Por otro lado, esa posici6n cen- tido comun que de una voluntad individuai. Cuanto mas se intervenia
trai de la naci6n se pone de relieve en e! esfuerzo de identificaci6n en el proceso, tanto mas equilibrado era el sistema, salvaguardando
tanto geografico y territorial (el capitulo primero del titulo Il, donde siempre la supremacia del parlamento. En eso consistia la esencia del
se enumeran todos los territorios del imperio, se titula Del ten:itorio equilibrio y de la monarquia moderada.
de las Espafias), corno religioso y politico (capitulos 2 y 3 del titulo La gran participaci6n en la vida politica locai acordada por los
II, que definen a la naci6n espafiola corno una monarquia moderada, constituyentes a los administrados era, en efecto, una caracteristica
hereditaria y cat6lica) del que es objeto 11 5• Ahora bien, esa necesidad suplementaria de la monarquia moderada, que permitia ademas afron-
particular de Uegar a una definici6n precisa de la naci6n se debe vero- tar la cuesti6n de la representaci6n de las comunidades y limitar el
similmente a dos factores fundamentales, a saber: al caracter abstrac- campo de acci6n dejado al poder ejecutivo detentado por el rey. Dos
to y fuertemente teorico del concepto de naci6n moderna y al hecho instituciones representativas fueron pues creadas, las municipalidades
de que la naci6n espaiiola, en contraposici6n a la francesa, que se - ayuntamientos- y las diputaciones provincia/es, destinadas a garan-
identificaba con e! reino, era un sujeto complejo y heterogéneo muy tizar la buena gesti6n de los intereses y de las necesidades locales.
dificil de definir por cuanto compuesto de un conjunto de comunida- Mientras que las primeras eran totalmente electivas y se renovaban
des politicas. De hecho, la reducci6n de este conjunto hist6ricamente cada afio, las segundas estaban compuestas de un funcionario nom-
pluri-comunitario al concepto unico de naci6n moderna encamada brado por el poder ejecutivo y siete miembros nombrados por los
por una asamblea representativa no era sencillo, y de ahi la amplitud grandes electores al dia siguiente de las elecciones de los diputados a
y complejidad de la definici6n que la carta constitucional da de la las Cortes. Quedaba, por tanto, una sempiterna cuesti6n por resolver,
naci6n. dado que la voluntad de limitar al poder ejecutivo por medio de la
Asi pues, al objeto de afrontar la dificil cuesti6n de la representa- creaci6n de tales 6rganos «intermediarios» dificilmente se conciliaba
ci6n nacional, la constituyente traz6 de la misma una forma mas com- con la exigencia de garantizar la soberania de la ley; y es que la insti-
puesta que la descrita en su articulo 27 - Las Cortes son la reuni6n de tuci6n de una pluralidad de autoridades colegiales, electas y titulares
todos los diputados que representan a la Naci6n- , en virtud de la cual de un poder politico locai, podia en efecto suscitar el temor a tenta-
el monarca era igualmente depositario de la soberania de la naci6n, ciones federalistas.
por medio de su derecho de veto suspensivo, que seguo la propia Ahora bien, tal cuesti6n se complico aun mas ante la falta del tér-
comisi6n redactora del proyecto constitucional estaba destinado a mino «administraci6n». De hecho, en contraposici6n a la constituci6n
limitar la supremacia de la asamblea legislativa: francesa de 1791 -que establecia la neta distinci6n entre 6rganos
administrativos y politicos, y negaba por elio todo caracter represen-
La parte que se ha dado al Rey en la autoridad legislativa, conce- tativo o politico a toda instituci6n que no emanase directamente del
diéndole la sanciòn, tiene por objeto corregir y depurar cuanto sea cuerpo legislativo o del rey, los unicos habilitados para representar a
posible el caracter impetuoso que necesariamente domina en un
116
Proyecto de constituci6n politica presentado a las Cor/es genera/es y extraordi-
115 Cf. J. M. Portillo, op. cit. narias por su comisi611 de Constituci6n, Cadiz, 1811, pags. 17-18.

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LA SOBERANÌA FRAGMENTADA
FEDERICA MORELLI

blecido por los constituyentes de Cadiz con las antiguas circunscrip-


la naci6n soberana 117-, la constituci6n liberal espafiola no definia la
ciones monarquicas, debido a que el liberalismo espafiol no habia
a~inistraci6n c~mo un mero instrumento al servicio del poder eje-
nacido, contrariamente al francés, de una declarada hostilidad respec-
cutivo, y desprovtsto en consecuencia de toda capacidad representati-
to del pasado y de la sociedad del Antigua Régimen, contribuy6 inten-
va; y en eso se basaban los actores concemidos para considerar a
samente a que ayuntamientos y diputaciones se concibieran corno ins-
ayuntamientos y diputaciones corno instituciones propiamente repre-
tituciones verdaderarnente representativas en el territorio de su juris-
sentativas de los intereses locales. Ademas, la creaci6n de esas insti-
dicci6n. Asi, y aun cuando ello no supusiese que el liberalismo espa-
tuciones locales respondia claramente a la voluntad de crear espacios
iiol fuera favorable a los privilegios o al corporativismo, no es menos
aut6nomos destinados a hacerse cargo de cuestiones que debian per-
innegable que esas constantes referencias al pasado atenuaron sus ten-
manecer fuera de la esfera estatal, a fin de
dencias antipluralistas.
Establecer el justo equilibrio que debe haber entre la autoridad del La contradicci6n latente entre el nuevo principio de soberania y
gobiemo, corno responsable del orden publico, y de la seguridad las concesiones hechas a favor de un cierto grado de autonomia locai
del estado, y de la libertad de que no se puede privar a los subditos se manifestò de manera dramatica en el curso de los debates constitu-
de una naciòn de promover por si mismos el aumento y mejora de cionales sobre los articulos relativos a municipalidades y diputacio-
sus bienes y propiedades 11 8. nes. En efecto, dos posiciones extremadamente distintas se enfrenta-
ron entonces; los liberales espaiì.oles consideraban los ayuntamientos
La cuesti6n, pues, se complica no s6lo por el hecho de no haber y las diputaciones provinciales corno instituciones sujetas al ejecuti-
en la carta referencia alguna a la naturaleza puramente administrativa vo119, mientras que los diputados americanos las miraban corno 6rga-
de rnunicipalida~es y diputaciones, sino también por el hecho de que nos representativos de los pueblos, a igual titulo que las Cortes lo eran
su poder no se eJercia sobre circunscripciones artificiales, destinadas del conjunto de la naci6n:
a romper los lazos hist6ricos entre los individuos y las antiguas insti-
tuciones corporativas a fin de construir, corno en el caso de Francia, Unos hombres que han de elegir el pueblo y cuyas facultades les han
una nueva representaci6n de la naci6n. En efecto, corno verernos, los de venir del pueblo o de las Cortes, que son la representaci6n nacio-
ayuntamientos constitucionales fueron establecidos sobre los espacios nal, y no del Poder ejecutivo, son representantes del pueblo 120 .
tradicionalmente sujetos a las ciudades, los pueblos y las parroquias,
o sea, cuerpos sociales considerados corno naturales, espontaneos y El debate aun se hizo mas vivo cuando se recibi6 en Cadiz un
preestatales. Las diputaciones provinciales se correspondian a las anti- memorando enviado por el ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala
guas Audiencias, es decir, a los distritos politicos y judiciales que en el que los americanos declaraban ser Jos unicos en poder Jegislar
habian desempefiado un papel centrai en la construcci6n de entidades sobre sus propios territorios, tan Jejanos y diferentes de los europeos,
culturales especificas y de espacios econ6micos mas o menos horno- y naturalmente invitaban a su diputado, el padre Larrazabal, a presen-
géneos durante la entera época colonia!. Ahora bien, el vinculo esta- tar enmiendas al articulo 335 sobre las atribuciones de las diputacio-
nes provinciales; su aprobaci6n, que implicaba el reconocimiento del
11 7 El capituJo V del titulo Ili («Des pouvoirs politiques») de la constituci6n de J79l
. 119 La concepci6n administrativa de las municipalidades fue defendida por los prin-
està consagrado a la «administraci6n interna», y en él se establece una clistinci6n neta
c1pales representantes del liberalismo espafiol, tales corno Agustin de Argilelles y el conde
entre esa manifestaci6n técnica del poder y las directamente politicas: «Los administra-
de Toreno, quienes afirmaron que, habida cuenta de corno se elegia a los miembros de las
dores de ningùn modo son representativos» (art. 2), y son simples funcionarios elegidos
mismas, era necesario suborclinarlas al contro) del Jefe Politico: «Este es el remedio que
por el pueb!o; y s aiìadia: «no pueden intervenir en el ejercicio del poder legislativo, sus-
7
pender la e~ecuc1on de las leyes, intervenir en el orden judicial ni en disposiciones u ope-
la Constituci611, pienso, intente establecer para apartar el federalismo, puesto que no
raciones m11Itares» . hemos tratado de formar sino una naci6n sola y ùnica». Diario de Sesiones de fas Cortes
118 Generales y Extraordinarias, 10/01 /1812, pàgs. 2590-2591.
. Proyecto de constitucion politica presentado a fas Cortes ge~erales y extraordi- 120 Jbid. , 131111812, pag. 2618.
nanas por su comision de Constitucion, op. cit., pàg. 5.

82 83
FEDERICA MORELLI LA SOBERANÌA FRAGMENTADA

derecho de las diputaciones a requerir de las Cortes la suspensi6n de una concepci6n federativa del imperio, pero se oponia a la pretensi6n
las leyes en grado de perjudicar a la regi6n, habria supuesto la defini- de los espafioles de centralizar la soberania nacional en la asamblea 125 .
tiva ratificaci6n de la naturaleza federai del Estado 121 • Naturalmente, Los debates constitucionales y las numerosas instrucciones envia-
las enmiendas propuestas por Larrazabal, juzgadas contrarias a la idea das por los cabildos a sus diputados demuestran pues que los ameri-
de soberania unica y centralizada, fueron rechazadas por las Cortes, canos no habian aceptado la distinci6n entre titularidad y ejercicio de
mas la disputa entre ambas tendencias prosigui6 en lo concerniente al la soberania, implicita en la doctrina de la representaci6n politica
numero de diputaciones a atribuir a los territorios americanos. La moderna. Las municipalidades siempre se consideraron corno institu-
constituyente, en efecto, habia previsto la creaci6n de 45 diputaciones ciones soberanas, y por ende dotadas logicamente del derecho a parti-
provincia/es, 30 en la peninsula y 15 en América, o lo que es igual, cipar en las actividades legislativas a través de la mediaci6n de sus
una por cada unidad administrativa enumerada en el arti culo 1O del representantes. Ese conflicto latente entre dos percepciones de la
texto constitucional. Tal decisi6n fue tan asperamente cuestionada soberania y la representaci6n jugara, de otra parte, un papel decisivo
(sobre todo por José Maria Mejia Lequerica, diputado del reino de en la recepci6n del model o liberal en América, pues a la nueva noci6n
Quito, que representaba a los territorios a los que no se habia acorda- de naci6n abstracta y totalizante no cesaron jamas de oponerle una
do diputaci6n 122) que al final las Cortes decidieron aiiadir otras 6 ins- idea de naci6n tradicional y concreta, compuesta de un conjunto de
tituciones provinciales a las 45 previstas inicialrnente, tres en Améri- cuerpos politicos y naturales (municipalidades, provincias, etc.).
ca centrai y 3 en su parte meridional. No obstante, el concepto de «naci6n liberal», heredado de la
Asi pues, las discusiones parlamentarias reflejan un equilibrio Constituci6n de 1812, ejerci6 una gran influencia en el pensamiento
inestable entre los partidarios de municipalidades y diputaciones pura- politico de Sim6n Bolivar, quien lo utiliz6 corno fundamento para la
mente administrativas y los defensores de instituciones verdadera- construcci6n de las nuevas entidades politicas nacidas de las guerras
mente representativas. Veremos corno el tiempo jugara a favor de los de independencia, entre las que la Gran Colombia fue sin duda la mas
segundos, puesto que en el curso del debate de 1822 acerca de las importante. Creada en 1819 durante el Congreso de Angostura, ese
diputaciones provincia/es, los diputados ya no cuestionarian su papel nuevo Estado fue esencialmente el resultado de los numerosos afios
de representaci6n de los pueblos de cada provincia, comparandolas de guerra, a lo largo de los cuales se habian ido forjando s6lidos vin-
frecuentemente a las Cortes 123 , lo que demuestra que los americanos culos entre los independentistas venezolanos y los neogranadinos.
no babian aceptado los principios constitucionales que negaban com- Asi, en diciembre de 1819, al final de la guerra contra los realistas, se
pletamente las antiguas libertades criollas. En efecto, una de las exi- asiste a la publicaci6n de la Ley Fundamental de la Republica de
gencias mas a menudo presentadas en los debates de la constituyente Colombia, cuyo articulo 2 estipula que el territorio del nuevo Estado
requeria justamente la convocatoria de Cortes americanas a las que republicano esta compuesto por «la antigua Capitania General de
someter la aprobaci6n del texto 124• Dicha exigencia era coherente en
125
Una de las proposiciones mas interesantes sobre el federalism o fue enviada por la
municipalidad de la ciudad de Guatemala a su diputado Larrazabal (con el titulo exacto
121
Mario Rodriguez, El experimento de Cadiz en Centroamérica, 1808-1826, Méxi- de «Instrucciones para la Constituci6n Fundamental de la Monarquia Espaiiola y su
co, 1984, pags. 94-96. gobiemo de que ha de tratarse en las pr6ximas Cortes Generales de la naci6n, dadas por
122
Jbid., 28/4/1812, pags. 3122-3123. el M.l.A de la N.N. y L. Ciudad de Guatemala a su diputado e! seiior doctor don Antonio
123
Alfredo Gallego Anabitarte, «Espaiia 1812: Cadiz, Estado unitario, en perspecti- de Larrazabal, can6nigo penitenciario de esta m etropolitana Iglesia, fonnadas por don
va hist6rica», en Miguel Artola (ed.), Las Cortes de Cadiz, Madrid, 1991 , pags. 147-149. José Maria Peinado, regidor perpetuo y decano del mismo Ayuntamiento»). Los autores
124
En 182 1, a fin de restablecer la paz en las provincias americanas en guerra, se proponian la constituci6n de un Consejo Nacional Supremo, que comprendia un diputado
requiri6 la creaci6n de tres cuerpos legislativos en el continente: uno en América centrai por cada reino an1ericano, elegido por todos los ayuntamientos de cada uno de tales rei-
(Nueva Espai'ia y Guatemala), otro en la parte septentrional de la América m eridional nos. Por debajo de dicho Consejo se proponia la creaci6n en cada provincia de una junta
(Nueva Granada, Venezuela, Quito) y e! tercero en e! sur (Peru, Rio de la Plata, Chile). superior, compuesta por dos delegados por municipalidad, lo que bacia finalmente de este
AC/M, Serie General, leg. 22, n. 0 19, «.Dictamenes y votos particulares acerca de la paci- ultimo escal6n el verdadero titular de la soberania (cf. Jorge Mario Garcia Laguardia,
ficaci6u de América (l 82 1-1 822)», sesi6n del 26 de octubre de 1821. Centroamérica en las Cortes de Cadiz, México, 1994, pags. J 65-178).

84 85
FEDERICA MORELLI LA SOBERANIA FRAGMENTADA

Venezuela y el Virreinato de Nueva Granada» 126 . Bien que aun no blicanas clasicas, cuyos origenes se remontaban a Maquiavelo, y que
libre de la dominacion espafiola, fundada en el principio del uti pos- Montesquieu y Rousseau habian reelaborado en el siglo XVIII, influ-
sidetis iuris, el territorio de la Audiencia de Quito formaba parte del yeron de manera considerable en el pensamiento politico bolivaria-
exvirreinato de Nueva Granada, y corno tal pertenecia al nuevo con- no induciéndole a creer, a semejanza de ambos filosofos, que el
junto independiente, cuyo texto constitucional fue redactado por el ho:nbre, considerado en tanto que ciudadano activo de la republica,
congreso convocado de maya a octubre de 1821 en Cucuta, ciu~ad podia alcanzar la genuina virtud 130. Lo que mas habia atraido a Boli-
situada en la frontera entre Nueva Granada y Venezuela. La constltu- var a la lectura de tales autores, y en particular de El Contrato Socia/
cion de Cucuta marco pues el nacimiento en ese afio de la Gran y de El Principe, era el énfasis otorgado al papel del legislador, diri-
Colombia, uniendo bajo un mismo gobierno a Venezuela con Colom- gente y fundador del nuevo Estado. De hecho, al oponerse a todo
bia y, potencialmente, Quito, y con Bogota por capitai. Las nuevas intento de recuperacion del pasado hispanico - al cual reprochaba el
élites dirigentes, al declarar en la nueva carta que «la soberania res!- haber mantenido a los criollos en un perpetuo estado infanti 1, y redu-
de esencialmente en la nacion» 127 , optaban finalmente por un rég1- cido los territorios americanos a meras colonias- , o también del
men centralista y unitario, lo que prueba ante todo que habian apren- prehispanico, Bolivar se vio constrefiido a construir naciones ex nihi-
dido las lecciones de las guerras y del fracaso de las precedentes ten- lo. Ahora bien, no teniendo nada que aprender al respecto de su pro-
tativas federai istas 128 . pio pasado en el seno de la monarquia espafiola, la nue~a Améri~a
Empero, la «nacion liberal» de Bolivar diferia radicalmente de independiente podia tener lecciones que extraer de la antlgua~ re~u-
las construcciones liberales europeas, por su creencia en que no blicas griegas y romanas, corno quiza también de las expenencias
podia realizarse sino en la forma de «republica virtuosa» del Contra! inglesa y francesa 13 1. Ademas, la referencia al constitucionalismo
socia/. El libertador afirmaba, en efecto, que en las republicas la historico habria implicado asimismo la legitimacion del sistema
libertad no estaba garantizada por los derechos, ni protegida por las monarquico, rechazado por Bolivar por cuanto fundado en la coer-
asambleas representativas, sino que provenia de la «virtud republica- cion, el patronazgo y la persecucion de intereses personales. De
. 129 ,.... I ·•
na sin la cual no hay libertad en el gob1emo» . 1a concepc1on, becho, si el libertador creia que una republica prospera y virtuosa
se~n la cual toda sociedad constituida deberia ser capaz ~~ produc~r podia ciertamente existir en el seno de un régimen monarq~ic~, pe,n-
el maximo de bondad posible y el mas alto grado de estab1hdad poli- saba que ello solo seria posible instaurando un modelo de tipo mgl~s,
tica y proteccion socia!, volvia a la republica deseada por Bolivar que exigia un alto nivei de conciencia politica por parte d~ sus cm-
muy proxima a las de los antiguos. Ciertamente, las doctrinas repu- dadanos. En su opinion, por tanto, los nuevos Estados amencanos tan
solo podrian construir regimenes republicanos, los unicos capaces de
126 Art. I de la «Ley Fundamental de la Republica de Colombia», en Aurelio Noboa crear una sociedad en grado de resistir a la persecucion de los intere-
(ed.), Recopi/acion de las Leyes del Ecuador, tomo I, Quito, I _898, pags. 3-8. ses personales en el contexto de vacio politico y moral que inevita-
121 Art. 2 de la «Constituci6n de la Republica de Colombia», en A. Noboa (ed.), o p.
cit., pags. 15-56.
blemente seguirla a la caida del régimen espafiol. En efecto, en las
12s El fracaso del modelo federalista es particularmente evidente en e l caso de Nueva republicas la verdadera soberania residia en las leyes, y no en la
G ranada1 donde en 1810 nurnerosas c iuda des habian rechazado someterse a la junta de voluntad particular del rey; leyes sin las cuales «la sociedad es con-
Bogota, ya que unas se habian unido en el seno de la Feder~c!6n_de la Provincias de fusion, un abismo, un conflicto individuai entre un hombre y otro
Nueva Granada, cuya capitai era Tunja, mientras que otras re1vmd1caban una co_mple_ta
independencia. El fracaso definitivo de los centralistas lo causò entonces la publtcac1on hombre, entre un cuerpo y otro cuerpo» 132 .
de una constituci6n impuesta por los federalistas -el Acta de Federacion de las Provi11-
cias Unidas de Nueva Granada (27 de noviembre de I 8 11 )-, que hacia de la nueva repu- 130 Sobre el pensam iento politico fiorentino y sobre cl concepto de republica, cf.
blica una asociaci6n de Estados soberanos e independientes, que finalmente desencaden6
Pocock, op. cit.
una guerra civ il saldada en 18 16 con la derrota de l_o~ independentist~s. • 131 «Discurso de Angostura» / 15/02/18 19), Simòn Bolivar, op. cit., voi. lll, pàgs.
129 «Discurso al congreso consti tu yen te de Bolivia» ( 1826), en S1m6n Bolivar, Obras
684-685.
complelas, ed. De Vicente Lecuna, Caracas, 1950, voi. li, pags. 765-766. 132 Sim6n Bolivar, Obras Completas, voi. li, pag. 692.

86 87
FEDERICA MORELLI
LA SOBERANIA FRAGMENTADA

Segun Bolivar, el ejemplo norteamericano tampoco era el ade- Al rechazar toda referencia al pasado y a las antiguas instituciones
cuado a las condiciones hispano-americanas, y su oposici6n al fede- del imperio, el pensamiento de Bolivar habia impuesto la supremacia
ralismo fue clara desde 1812. Para él, en efecto, los norteamericanos de la ley corno unico principio legitimo y fundador del Estado, refor-
habian podido contar sobre una larga tradici6n liberal y sobre un zando de esta manera el concepto de «soberania de la naci6n» intro-
republicanismo que, aun bajo tapadera monarquica, se fundaba en ducido por la revoluci6n liberal espafiola.
una significativa experiencia de autogobierno que habia producido un
desarrollo de la virtud politica de los ciudadanos. Los hispanoameri-
canos, en cambio, jamas habian gozado de una experiencia directa de
gobierno, y no habian adquirido por ende identidad politica indepen-
diente. Es decir, no poseian las virtudes politicas necesarias para la
construcci6n de una verdadera republica, ni la conciencia de pertene-
cer a cornunidades especificas, condiciones ambas indispensables
para transformar los restos del imperio espafiol en una federaci6n de
Estados aut6nornos de tipo nortearnericano. No obstante, el liberta-
dor cometi6 asi el mismo fundamental errar que los liberales espa-
fioles al no reconocer a los territorios americanos una constituci6n
hist6rica distinta a la de la peninsula, cuando en realidad de sobra
habian conocido largas e importantes experiencias de autogobierno a
lo largo del periodo colonial. De hecho, los problemas de la América
hispana no derivaban de la falta de un sentimiento de pertenencia a
una comunidad, sino mas bien de la falta de identidades territoriales
mas amplias que las de ciudades o pueblos.
Como sostiene Padgen, uno de los principales errores de Bolivar
fue pensar que los hombres podian transformarse en ciudadanos por
la sola fuerza de las leyes, negando asi implicitamente un argumen-
to fundamental de Montesquieu, uno de sus autores favoritos. Y es
que el filosofo francés afirmaba que todas las sociedades, incluso las
mas virtuosas, para su creaci6n corno para su supervivencia depen-
dian de su constituci6n cultural, de los usos y de las costumbres de
sus habitantes. Pero Bolivar, al separarse por completo de la dimen-
si6n hist6rica del proceso de formaci6n de la identidad americana,
nw1ca logr6 identificar las verdaderas costumbres locales. La patria
de la que se reclarnaban Viscardo, Hidalgo y Morelos era imaginaria,
pero estaba compuesta de partes bastante reales; la patria bolivaria-
na, en cambio, qued6 siempre en ideai politico, en «enlightened illu-
sion» 133.

133 Anthony Padgen, Spanish Jmperialism and the Politica/ lmagination, op. cit.,
pag. 1s 1.

88 89
CAPiTULO II

LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

1. El modelo electoral de Cadiz

La cuesti6n de la representaci6n politica desempefia un papel


clave en el proceso de fragmentaci6n territorial de la Audiencia de
Quito, debido a que la transici6n de una forma de representaci6n pre-
modema a una representaci6n moderna, o electoral, se produce en
plena crisis del imperio espafiol, o lo que es igual, a falta de un cua-
dro estatal fuerte capaz de controlar las relaciones entre el voto y sus
16gicas institucionales. Por otra parte, el sistema representativo elabo-
rado en Cadiz constituye un modelo fundamental para los futuros
Estados independientes, corno lo muestra el hecho de que se le reen-
cuentra en buena parte de las constituciones latinoamericanas de la
primera mitad del siglo XIX.
Una vez declarada la soberania de la naci6n y atribuido a las Cor-
tes el ejercicio de sus poderes, era evidente la necesidad de elaborar
un sistema en grado de establecer determinada relaci6n entre la naci6n
soberana y la asamblea legislativa. Para elio, los constituyentes espa-
fioles debieron recurrir una vez mas al sistema constitucional francés,
yen particular al modelo representativo elaborado por Sieyès, aunque
con excepciones notables. Los principios y los procedimientos del sis-
tema electoral de Cadiz, por ejemplo, no estan reglamentados por
leyes ordinarias, sino que reposan sobre la propia carta, lo que proba-
blemente se deba al hecho de que en la época post-revolucionaria la

91
FEDERJCA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

cuesti6n de la representaci6n se hallaba estrechamente vinculada a la No obstante, a pesar de tales argumentos y de la instituci6n de una
doctrina constitucional. En efecto, se consideraba al sistema represen- nueva soberania unica y totalizadora, los constituyentes de Cadiz, por
tativo corno una estructura politica susceptible de garantizar la liber- su indudable temor a que el vacio creado por la destrucci6n del anti-
tad de los ciudadanos y de impedir el arbitrio del gobiemo, por cuan- guo orden corporativo desembocase en una situaci6n politica y socia!
to permitia evitar «el exceso de poder», segun afirmara Constant 1• peligrosa, no impusieron una concepci6n abstracta y homogeneizado-
Para los constituyentes de Cadiz, corno para Sieyès, uno de los fines ra del territorio, Llegando a retomar en su carta la divisi6n territorial
principales de la representaci6n consistia por tanto en garantizar los tradicional en parroquias, corregimientos y provincias. Pero eso, lejos
derechos contra las posibles usurpaciones por parte de los poderes de crear vinculos nuevos entre los individuos, no hizo sino favorecer
constituidos, al frente de los cuales se encontraba la asamblea legisla- la reproducci6n del orden jerarquico y corporativo. Los ritos y las
tiva, devenida exclusivo intérprete de la voluntad de la naci6n. practicas simb6licas tradicionales no fueron sustituidos con un nuevo
Los demas principios-clave del modelo elaborado por Sieyès eran imaginario politico susceptible de dar un sentido al concepto de iden-
la defensa del mandato electoral contra toda veleidad por parte de los tidad nacional, y, por el contrario, las antiguas identidades territoria-
ciudadanos de ejercer un poder directo, asi corno la afirmaci6n de la les se vieron consolidadas.
vocaci6n de los diputados de representar al conjunto de la naci6n, y Junto al recorte del territorio, la definici6n de la ciudadania era el
no s61o su circunscripci6n electoral. La funci6n del acto electoral era otro elemento fundamental para romper los antiguos vinculos corpo-
pues la de seleccionar a los expertos que compondrian la clase politi- rativos y establecer la igualdad juridica de los individuos. Al igual que
ca, y en cuyas manos los electores depositarian por entero su poder la naci6n, comunidad de individuos iguales, la representaci6n no
legislativo, por cuanto la Iey debia ser solo el resultado de la libre deli- podia sino estar compuesta de voluntades individuales; mas en el caso
beraci6n de sus representantes. Ahora bien, hacer de la representaci6n del sistema representativo de Cadiz, la cuesti6n de la definici6n y de
nacional la unica voz legitima de la naci6n exigia la adopci6n de pro- la identificaci6n de los ciudadanos activos, dotados de derechos civi-
cedimientos electorales id6neos para reflejar las relaciones de fuerza, les y politicos, sigui6 siendo problematica tanto en la teoria corno en
impidiendo la influencia de los intereses organizados en una sociedad la practica. La distinci6n entre derechos civiles y derechos politicos
que debia estar compuesta de individuos juridicamente iguales. En habia sido en efecto introducida por el constitucionalismo francés, al
esta perspectiva, la divisi6n del territorio, paso obligado para romper objeto de abolir de una vez por todas la sociedad de 6rdenes y de cuer-
los vinculos de pertenencia de los individuos a las antiguas institucio- pos, y de hacer triunfar la imagen del ciudadano-individuo. Dicha dis-
nes corporativas, pas6 a ser una articulaci6n fundamental. Se fund6 tinci6n se apoyaba en el concepto de «autonomia de la voluntad», que
entonces el proyecto de reforma territorial en la doctrina del dete1mi- permitia identificar a quienes tenian derecho de voto. Las voluntades
nismo espacial, en virtud de la cual la transformaci6n del espacio aut6nomas eran las unicas en producir efectos juridicamente validos,
podia producir un nuevo dispositivo politico y social. De este modo, al estar reservada la participaci6n en la vida politica a Ios individuos
sobre un mismo principio, la igualdad de los territorios debia inducir libres y aut6nomos3. Sin embargo, la identificaci6n de los criterios
a la igualdad de representaci6n, al transformar los grupos sociales en que !es reconocieran nunca ha sido facil. Como en el caso francés, los
simples numeros de ciudadanos2 . constituyentes de Cadiz negaron el derecho de sufragio a las mujeres,
a los menores y a los sirvientes, pero asimilaron los ciudadanos acti-
1
vos a los vecinos de la tradici6n hispanica.
Cf. la introducci6n de Carlo Carini en su obra La rappresentanza tra due rivolu-
zioni (1789-1848), Florencia, 1991 , pags. 14- 16.
2 3
Por ej emplo, la circunscripci6n cantonal francesa se creo para garantizar la igual- Sobre tal cuesti6n, cf. Pierre Rosanvallon, op. c it., pags. 111- 1I 2. E l autor demues-
dad de la participaci6n de los ciudadanos y la igualdad de la representaci6n entre las dife- tra que existe un estrechisimo vinculo entre los fundamentos del derecho civil, en parti-
rentes partes del territorio. Sobre la refom1a territorial francesa, cf. Marie-Vic Ozouf- cular en sus dimensiooes contractuales, y el derecho politico moderno. El voto, en e fecto,
Marigner, Lafo rmation des départements. La représentation du territoirefrançais à la.fin se asimila a un acto juridico, productor, corno todo cootrato, de obligac iones; eo los dos
du XVIII< sièc/e, Paris, 1992. casos est\ presente e l rnisrno principio de autonomia de la voluntad.

92 93
LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN
FEDERICA MORELLJ

dio sino una definici6n vaga del término al gobernador de Cuenca


Asi pues, la nueva ciudadania no se funda ni en la propiedad ni en
cuando éste le solicit6 que se lo clarificase:
la fiscalidad, sino en la vecindad, un concepto indefinido y estrecha-
mente vinculado a los valores locales. La carta de 1812 excluye del La ley 6, tit. 10, lib. del codigo municipal explicando la palabra ve-
derecho de voto a quienes no poseian la nacionalidad espafiola, a los cino declara serio el que tuviere casa poblada. lPero qué se entien-
no residentes en el imperio, a quienes habian sido objeto de condenas de por residente o morador; y qué por casa poblada? Para lo prime-
penales o eran insolventes, corno también a los «sirvientes domésti- ro no se ~ecesi~a hab!tar en un pueblo sin perdidas de momentos, por
cos» y a todos los que «no tienen empleo, oficio o modo de vivir cono- s~r esto 1mpos1ble; smo ~ue basta residir la mayor parte del aiio, se-
cido»4, sin por elio definir el término vecino, dejando pues implicita- guo lo expresa la ley 8, tJt. 27 de las Recopiladas de Castilla, por es-
mente a las sociedades locales la tarea de interpretarlo. El concepto de tas palabras: «salvo si en tal lugar morare o tuviese vecindad y casa
vecindad habia sido elaborado en época medieval en el contexto de la poblada la mayor parte del aiio con la mujer y sus hijos». Por casa
reconquista y de la repoblaci6n de los territorios sustraidos a los ara- poblada se entiende «la familia compuesta de mas de dos indivi-
duos», seg(m la ley 7, tit. 37, siendo los doctores de opini6n que,
bes, y por lo tanto no estaba originariamente vinculado a las personas,
aunque alguno se haya separado de tal lugar, si ha dejado en el su fa-
sino a su residencia estable en una municipalidad5, corno lo confirma milia y tiene animo devolver debe reputarse corno residente6.
la definici6n del diccionario de Real Academia Espafiola de 1737,
segun la cual vecino es Tal y corno cabe deducir del discurso del procurador las unicas
condiciones ciertas para ser considerado corno vecino e;an pues la
... el que habita con otros en un mismo barrio, casa o pueblo. Veci-
residencia y el papel de jefe de familia, lo que implicaba la incorpo-
no se llama también el que tiene casa y hogar en un pueblo y con-
tribuye en él en las cargas o repartimientos aunque actualmente no raci6n de los indianos a la ciudadania. Semejante acontecimiento
viva en él. Vecino significa asimismo el que ha ganado domicilio extraordinario para la época, hallo sus fundamentos en el debate te6~
en un pueblo por haber habitado en el tiempo determinado por la rico acerca de la igualdad juridica de los indianos desarrollado a fina-
ley. les del siglo XVIII merced a los funcionarios borb6nicos con fre-
cuencia apoyados por las altas jerarquias eclesiasticas 7. '
En América, aun cuando el concepto de vecindad estuviera en un Las dos restricciones fundamentales al derecho de voto impuestas
principio vinculado a la fundaci6n de las ciudades, habia evoluciona- por la carta constitucional fueron, pues, de un lado la interdicci6n del
do a lo largo del tiempo y adquirido nuevas connotaciones, que final- acceso a la ciudadania a las castas, es decir, «a los espafioles que de
mente llevaron a asimilar el vecino al notable. La definici6n de modo una u otra manera tenian origenes africanos», y de otro la suspensi6n
honesto de vivir servia en efecto en época colonia! para designar a de tales derechos para los sirvientes. En el prirner caso, con todo la
quienes siendo propietarios de un inmueble - y en consecuencia mayo- limitaci6n no era absoluta, puesto que la constituci6n dejaba a las das-
res de edad y socialmente responsables- tenian derecho a participar en tas la posibilidad de adquirir la ciudadania por la «puerta de la virtud
las milicias. Al hacer referencia a la imagen publica de cada uno, el y del mérito», gracias a la realizaci6n de «servicios eminentes» o bien
térrnino vecino implicaba por tanto un reconocimiento socia! del indi- se distinguian por «su talento, su aplicaci6n y su conducta» 8 . El deba-
viduo en su comunidad, y no un conjunto de condiciones rigurosas y te en tomo a dicha cuesti6n fue muy animado, pues la concesi6n de la
bien definidas, lo que de manera natural dio lugar a interpretaciones
diversas de dicho concepto. El propio procurador de la Audiencia no 6
AHN/Q, Gobiemo, caja 63, exp. 2 1-X-1813. Es menester notar que Ios esclareci-
mientos le habian sido pedidos al gobernador porque los hacendados, que residian en la
c1udad, votaban a meoudo dos veces: una eo la asamblea parroquial, y otra en la asamblea
4Articulos 24 y 25 de la Constituciòn de l 8 12. urbana.
5 Sobre la evoluciòn del concepto de vecindad en la Espana y la Arnérica del Anti- 7
Sobre el debate, cf. cap. IV, par. I.
gua Régimeo, cf. e! iooovador trabajo de Tarnar Herzog, Defining Nations. lmmigrants 8
Art. 22 de la Constituciòn de Cadiz.
and Citizens in Early Modem Spain and Spanish America, New Haveo y Londres, 2003.

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94
FEDERICA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

ciudadania a las castas habria implicado una representaci6n america- excluir de la ciudadania activa a los vagabundos y a quienes carecian
na superior a la de la peninsula; pero los argumentos mas s6lidos a de domicilio fijo. Entre los que habian violado las reglas de la vida
favor de la exclusi6n de las castas del voto se referian sin embargo a socia! y se veian por elio privados de sus derechos civicos, la consti-
una cuesti6n fundamental, a saber, la del vinculo entre participaci6n tuci6n de Cadiz tanto a quienes no habian respetado la ley corno a
politica y nivei cultura! de los individuos 9 . quienes no habian respetado sus obligaciones contractuales en el
Respecto de los sirvientes, estaban excluidos del voto por mar de dominio comercial. La ciudadania, aqui, reviste pues una dimensi6n
su dependencia frente a un tercero y de su asimilaci6n a la esfera del esencialmente moral, y es que el derecho de voto es la expresi6n de
domus, es decir, de la casa y de la farnilia patriarca!, y no por sus capa- un contrato de confianza entre el individuo y la sociedad.
cidades o por su censo 10 • La voluntad de los constituyentes no era la Al unir los derechos politicos a la integraci6n en la sociedad civil,
de privar del derecho de voto a todos los asalariados o trabajadores sin ninguna barrera de tipo fiscal, la definici6n de la ciudadania acti-
dependientes de un propietario y «cuyos servicios no eran puramente va establecida por la carta de 1812 no hace referencia alguna a la
personales», sino unicamente al «criado destinado s6lo al servicio de naci6n moderna, en la que se considera a los individuos corno engra-
la persona» 11 • Asi pues, era la falta de autonomia lo que justificaba, najes del ciclo de producci6n, que contribuyen mediante su trabajo al
corno para las mujeres, la exclusi6n de los sirvientes del voto. Sin progreso economico y civil de la sociedad 12. Una vez mas, la refe-
embargo, la identificaci6n de dicha categoria sigui6 siendo harto pro- rencia a la antigua legislaci6n hispanica no fue puramente instru-
blematica, pues era delicado diferenciar a los verdaderos sirvientes de mental. En efecto, el vecino era tradicionalmente aquél que tenia
los simples empleados, especialmente en América, donde habia nume- derecho a participar en el cabildo abierto y a elegir a los alcaldes
rosas formas de dependencia. Asi, eran muchas las formas de concer- municipales y al procurador de la ciudad en las antiguas Cortes, lo
taje, esto es, de prestaciones de servicios (los voluntarios, los estacio- que hizo que la definici6n liberal de la ciudadania no se percibiese
nales, los trabajadores adscritos a las haciendas), y la categoria de corno una ruptura radical respecto del pasado, y complico todavia
conciertos, puramente administrativa de por si y utilizada para la per- mas la identificaci6n del individuo rniembro de la nueva comunidad
cepci6n de tributos, recubria realidades diversas, lo que la bacia tanto nacional con la ciudadania politica, identificaci6n que fue particular-
mas dificil de discemir por cuanto numerosos conciertos mantenian mente dificil en los territorios del imperio espaiiol. Se confiri6, pues,
contactos y vinculos con sus comunidades de origen. Esa dificultad de el derecho de voto al vecino no en tanto que individuo que mediante
identificaci6n de los sirvientes confiri6 un amplio espacio de inter- su actividad contribuye al progreso de la naci6n, sino en tanto que
pretaci6n, que les permiti6 definir en funci6n de sus valores especifi- miembro de una colectividad o de un cuerpo territorial, con indepen-
cos quién tenia o no derecho a votar, y por tanto a intervenir en el dencia de sus rentas y de su posici6n. Asi, a pesar de la negaci6n en
dominio de la representaci6n politica liberal. el plano formai de la existencia de identidades politicas no-indivi-
La sumisi6n de la ciudadania a la residencia y la exclusi6n del duales e igualitarias y no-nacionales y unitarias, la definici6n de ciu-
sufragio de aquéllos que habian infringido las reglas de la vida socia! dadania contenida en la carta liberal espafiola introduce pues un ins-
confirmaban el principio en virtud del cual la definici6n del ciudada- trumento adecuado para, al contrario, construir representaciones cor-
no activo dependia directamente de su implicaci6n en la sociedad. La porativas de tipo territorial.
exigencia de sedentarismo que materializaba tenia por objetivo el 12
Se hace referencia aqui al modelo francés, y sobre todo al proyecto de Sieyès, que
preveia la concesiòo del derecho de sufragio a todos aquéllos que pagarao un tributo vo-
9 M. Pérez Ledesma, «Las Cortes de Cadiz y la sociedad espanola», en M. Artola luntario para la subsistencia de las instituciones publicas. Aun cuaodo e! proyecto no fuera
(ed.), op. cit. , pags. 186-187. aceptado por la asamblea constituyeote francesa, que sustituy6 la contribuciòn voluntaria
10 Sobre la cuestiòn de los sirvientes en el caso francés, cf. P. Rosanvallon, op. cit., por UD irnpuesto equivalente a tres dfas de trabaj o, es preciso subrayar que hacia del ciuda-
pags. 127-128. dano activo un «genuino actor de la gran empresa socia!», que contribuia con su trabajo al
11 Intervenciòn del diputado Golfm, Diario de Sesiones de las Cortes Genera/es y funcionamiento de las instituciones publicas. Cabe observar ahi, pues, UD enfoque de la so-
Extraordinarias, 10/9/1 8 11 , n. 0 343. ciedad y de la implicaci6n socia! del individuo muy diferente del enfoque espafiol.

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FEDERICA MORELLI
LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTAC!ÒN

La verificaci6n de las condiciones para la definici6n del cuerpo electores llamado de partido, quienes a su vez elegian a los de la pro-
electoral fue en ef~cto delegada a las juntas electorales, esto es, a las vincia, los cuales elegian finalmente a los diputados a las Cortes y a las
asambleas de vecmos-electores, presididas por un funcionario y el
diputaciones provinciales. El sufragio indirecto estaba destinado a ga-
cu~a. El voto era por tanto un acto colectivo de Jas asambleas parro- rantizar a la vez una amplia participaci6n y la racionalidad de la deci-
quiales, las cu~les, en virtud del a~culo 50 de la constituci6n, posei- si6n, si endo percibido por Tocqueville corno «el unico medio de poner
an la facultad i_natacable de estaturr sobre las condiciones exigibles y, eluso de la libertad politica al alcance de todas las clases del pueblo» 14•
en consecuencra, de designar a los votantes:
En la practica, dicho modo de sufragio conducia a disociar, a lo largo
Si se susci~asen dudas sobre si en alguno de los presentes concu- del proceso electoral, el momento de la deliberaci6n del de la autoriza-
rren las cahdades requeridas para votar, la misma junta decidira en ci6n. Asi, el papel de Jas asambleas primarias se limitaba a designar a
el acto lo que le parezca; y lo que decidiera se ejecutara sin recur- los grandes electores, confiriendo en tal modo una especie de legitimi-
so alguno por esta vez y para este solo efecto. dad de origen al conjunto del procedimiento representativo, mientras
que las asambleas de tercer y cuarto grado realizaban las verdaderas
. La constituci6n_ preveia que todos los ciudadanos masculinos, ins- elecciones politicas. Era asi corno el escrutinio indirecto permitia con-
cntos por las a:1tondades co.munales en las listas electorales, se pre- ciliar e! aumento del numero de individuos implicados en el sistema
sentaran la manana del domrngo previsto en la casa consistorial para politico con la detenci6n del poder decisorio por una minoria, dando lu-
nombrar a dos e~crutadores y un secretario, cuya funci6n era la de gar a una genuina «oligarquizaci6n» del persona! politico, puesto que
anotar en los re?1stros los nombres de los votantes y los de aqué!Ios el verdadero poder electoral correspondia a asambleas muy restringi-
por los que habran votado. Las decisiones de la junta tampoco eran das, integradas por reducidos grupos organizados salidos de las élites,
apelables en lo que respecta a fraudes e irregularidades. Eran tales y totalmente desvinculados de cualquier forma de obligaci6n respecto
asambleas las que tenian el poder de decidir quién tenia O no derecho de las asambleas que !es habian elegido.
al estatus de vecino, por el hecho que el Estado y sus funcionarios sin El foso cavado por el sufragio indirecto entre la ciudadania y la re-
cen~os por los que ~~arse, carecian de los medios de identificar~ de presentaci6n amplio todavia mas la distancia fisica entre las comuni-
clas1ficar a. Iayoblac10n. Ese poder de las comunidades Jocales sobre dades americanas y las Cortes espafiolas, con su refuerzo de las auto-
los proced1m1ento~ .f ri~cipales, corno la identificaci6n del cuerpo nomias locales. Pero, tras e! foso entre territorio y representaci6n libe-
e(:ctoral, les pe~t10 eJercer una gran influencia sobre la interpreta- ral habian igualmente otras causas, descollando entre ellas las escasas
cton Y la percepc1on ?el modelo liberal, atenuando considerablemen- relaciones entre los diferentes niveles de voto, debido al hecho de que
te el proyecto centrahsta de la constituci6n. los elegidos no siempre habian salido de la elecci6n precedente. Igual-
Con s~ renuncia a v~cular la ciudadania tanto a la propiedad corno mente, el silencio de la constituci6n sobre las condiciones de selecci6n
a la fiscal.1~ad, la con~tttuyente de Cadiz hubo de ha!Iar otra soluci6n de los candidatos -y es que se consideraba por entonces que los ciuda-
para conctliar .l?s dos tmperativos basicos e igualmente importantes de danos votaban en funci6n de la confianza que tenian en una persona, y
la representac10n moderna, a saber: el consenso, concebido corno fun- no segun convicciones politicas-, o con otras palabras, la falta de nor-
~a_mento.del nuevo or~en politico, y la formaci6n de una voluntad po- mas acerca de las candidaturas y por tanto de una verdadera oferta elec-
h~ca rac10~~l, necesana para la conservaci6n del Estado. De ahi la 16- toral, tuvo consecuencias considerables, corno las papeletas mal relle-
gica adopc10n ~e un modelo de escrutinio indirecto a cuatro niveles nas, la dispersi6n de los sufragios o también el ocasional rechazo de su
---esto _es, dos m~s que en el caso francés- , en el que las asambleas pa- nombrarniento por parte de los electos, y la principal de todas: la su-
rroqmales elegian compromisarios 13, que votaban para elegir a los
la relaci6n entre e! numero de habitantes de una parroquia y et numero de electores que
13Et' l' . se le habia asignado.
imo og1camente, et ténnino designa a un inctividuo encargado de resolver un 14 Alexis de Tocqueville, De la Démocratie en Amérique [1835), Paris, 1986, pags.
problema. En nuestro contexto, tales personajes debian en efecto resolver ta cuesti6n de
196-200.

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FEDERICA MORELLI
LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

pervivencia de ciertas pnicticas tradicionales. La inexistencia de un de-


bate publico y de toda forma de comparacion entre las opiniones tendio berano dejado a las juntas electorales son dos elernentos que favorecie-
en efecto a limitar la competencia a un ambito muy restringido, lo que ron, rnas que en los demas regimenes occidentales, una gran interven-
favorecio el mantenimiento de una concepcion organica de la repre- ci6n de la sociedad en la construcci6n de la ciudadania, impidiendo la
sentacion, segun la cual una eleccion consistia en el nombramiento de ernancipaci6n de lo politico en relacion a lo socia!.
un representante luego de una deliberacion colectiva. En ese contexto,
la intervencion de la colectividad tenia por funcion atestar la dignidad 2. Practicas electorales urbanas
de un candidato, en lugar de elegir a un representante en el sentido mo-
derno del término. A la postre, la eleccion servia pues para consagrar la El analisis del sistema representativo de Cadiz es importante para
cohesion de la comunidad en tomo a sus tutores naturales, elegidos en comprender el modo en que la sociedad hispano-americana recibio el
cuanto reconocidos por tales. Que no hubiera normas sobre las candi- modelo liberal; y en esa perspectiva, el estudio de la publicaci6n del
daturas se explica asimismo por ciertos principios surgidos del imagi- texto constitucional y de los juramentos prestados a la Constitucion
nario liberal, en virtud de los cuales el voto debia ser sincero y libre, y -primeros actos publicos con los que el texto oficialmente entra en el
ninguna influencia habria de afectar la conciencia del ciudadano. Por universo americano- puede aportar informaciones preciosas acerca de
consiguiente, todo cuanto rodeaba una campana electoral (reuniones, corno el nuevo codigo fue introducido y percibido por la sociedad
distribuci6n del materiai de propaganda, coaliciones) era tenido por ili- colonia! 16• Los informes de los funcionarios sobre las celebraciones
cito. En teoria, tales prohibiciones aspiraban a liberar al individuo de organizadas por la publicaci6n de la Carta de Cadiz y el juramento que
las subordinaciones a las solidaridades locales y de la ascendencia de se le debia prestar, en los cuales cabe ballar la descripci6n de las cele-
los patrones; mas en los hechos, la fatta de candidaturas y de debates braciones, con los rituales de la fiesta, los discursos y los simbolos
publicos en sociedades aun tradicionales produjo el efecto contrario,
historicos y mitologicos representados, constituyen documentos de
pues el sufragio tendia naturalmente a privilegiar a los individuos mas
suma importancia para comprender la difusion y percepcion de la
influyentes, que no solo gozaban de una autoridad socialmente recono- Constitucion de 1812 17. Las manifestaciones culturales, en efecto, for-
cida, sino que también poseian la capacidad de movilizar las redes ne-
maban parte integrante de la politica: rituales, signos y simbolos con-
cesarias para imponerse en las elecciones.
ferian legitimidad politica a ciertos grupos, y constituian ademas, ins-
El sistema electoral puesto en marcha por la Constitucion de 1812
trumentos de persuasion y propaganda corno eran, un importante
muestra por tanto hasta qué punto el paso de una concepcion organica medio de cambio politico y social.
a otra individualista del cuerpo politico, que la carta habria debido fa-
En el contexto de la sociedad hispano-americana de principios del
vorecer, se qued6 en una realidad muy parcial y contradictoria, sobre
siglo XIX, en cuyo imaginario colectivo eljuramento constituye el fun-
todo en el caso en el que la referencia al pasado y a una antigua consti-
tucion historica no era puramente retorica. Los procedimientos adopta- 16
dos por los constituyentes formaron en efecto una extrafia amalgama Sobre las celebraciones por la publicaci6n y el jurarnento de la Constituci6n de
18 12 en la América hispana, cf. mi arti culo L a publicaci611 y el j uramento de la constitu-
de antiguo y de moderno, de tradicion y de innovacion, en la que los ci6n de Cadiz en Hispanoamérica. Jmagenes y valores (1 812-1813), en J.-M. Scholz y T.
elementos del pasado - el voto en asamblea, la falta de candidaturas pu- Herzog (ed.), Observation and Communication: The Construction ofRealities in the His-
blicas, etc.- contrarrestaron el proceso de individualizaci6n del voto. panic World, Frankfurt, 1997, pags. 133- 176.
17
Una buena parte de tales documentos se balla en los Archivos de las Cortes, en
Aun cuando algunos de estos procedirnientos hayan sido asimismo
Madrid, en una secci6n especifica denominada «Certificaciones del juramento prestado a
adoptados por otros sisternas politicos, corno el de la Francia revolu- la Constituci6n por las Provincias de América ( I 81 2-18 I 3)». En cambio, otros docurnen-
cionaria 15, en el caso espanol la definicion de ciudadania y el poder so- tos se hallan en los archivos arnericanos, sobre todo municipales, puesto que fueron a
menudo los municipios los que se vieron encargados de la organizaci6n concreta de tales
15
Cf. e! libro de Patrice Guennifey, Le nombre et la raison. La Révolutionfrançaise ceremonias. Finalmente, los informes de funcionarios o de an6nimos, publicados por lo
et /es élections, Paris, 1993. generai en la gaceta oficial, constituyen un tercer fondo documentai, y su intenci6n con-
memorativa esta mas marcada que en los otros.

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LA REVOLUCI6N DE LA REPRESENTACT6N
FEDERICA MORELLI

<lamento de la soberania, los rituales del juramento prestado a la cons- Por otro lado, no se asiste a una secularizaci6n del juramento, que
tituci6n devienen esenciales; y el analisis de las practicas sociales de- preserva su forma religiosa heredada del pasado. Fueron las propias
sarrolladas en tomo a dicho acta solemne es por tanto basico para com- Cort~s las que vincularon la Constituci6n a la religi6n cat6lica, pues
prender el tipo de pacto politico sobre el que se basa la sociedad. Paolo los d1versos cuerpos debian jurar sobre los Evangelios durante una
Prodi, en su obra sobre el itinerario del juramento en la historia consti- rnisa solemne en la que los sacerdotes debian ilustrar a los fieles las
tucional de Occidente ha destacado con meridiana claridad su impor- bondades de la nueva carta, corno por decreto se les habia ordenado.
tancia corno forma de representaci6n politica, coma practica por medio Por lo tanto, no se asiste en laAmérica hispana a un proceso de secula-
de la cual el cuerpo social se convierte legitimamente en sujeto politi- rizaci6n de la obligaci6n politica, a causa de la naturaleza percibida
co18. El analisis del juramento hecho a la Constituci6n de Cadiz nos corno esencialmente contractual deljurarnento. Lo sacro, la divinidad
permite comprender sobre qué tipo de obligaciones politicas reposaba c?,nstitui~n la garantia metapolitica del pacto, la cual hallaba su expre~
ese régimen, y evaluar hasta qué punto se habia difundido la dimensi6n s10n no solo en una cultura o una ideologia-la doctrina del derecho de
politica moderna en la esfera social y de las mentalidades. resistencia y del contrato-, sino también en la Iglesia corno instituci6n.
A diferencia de la Francia revolucionaria, en el caso espaiiol la El juramento consti tuia pues el nexo de uni6n entre lo politico y lo sa-
proclamaci6n de la soberania nacional no fue seguida de la adopci6n grado, entre la instituci6n eclesiastica y las instituciones seculares. La
de un nuevo imaginario politico (la naci6n voluntaria de individuos- fe religiosa y la politica se fundian en un unico sistema de obediencia.
ciudadanos), a causa del vinculo mantenido con el pasado y la consti- En los demas paises europeos, por el contrario, a partir de la revoluci6n
tuci6n hist6rica. Numerosos privilegios del Antigua Régimen, es cier- fran~esa eljurarnento sale de la esfera del contrato y se transforma pro-
to, se suprimieron en Cadiz, pero los constituyentes, en cambio, no la gres1vamente en una especie de voto secularizado, llegando a conver-
emprendieron contra la clasica visi6n hispanica, que concebia la tirse en el medio fundamental para la fusi6n del individuo con el cuer-
sociedad corno un conjunto de cuerpos naturales. Semejante naturale- po social. De una relaci6n a tres (con Dios corno testigo y vengador) se
za organica y comunitaria del cuerpo social aparece con meridiana pasa pues a una relaci6n directa entre el individuo y el Estado. Desde
claridad apenas se hojean los textos que relatan las ceremonias mas entonces ~I jura_mento deja de constituir una garantia para un pacto ya
arriba evocadas, en las cuales se precisa que eran los cuerpos de la desaparec1do, smo un acto de iniciaci6n y de identificaci6n colectiva
sociedad los que debian prestar juramento a la Constituci6n: el acto de fundaci6n de la nueva sociedad20 . '
A fin de cuentas, y pese a la introducci6n de la practica nueva que
Se practic6 el juramento en sus manos [del sacerdote] sobre los fue la lectura publica del texto constitucional, el imaginario utilizado
Santos Evangelios en los mismos términos en que se ordena en los en América para publicar la Constituci6n de 1812 fue el de la lealtad
reales decretos, el que presto primero el tribuna! de la Real Audien- rnonarquica en su forma tradicional. El concepto de publicaci6n pre-
cia, en segunda los cabildos eclesiastico y secular, los caciques, servaba su significado de Antigua Régimen, es decir, el de acto en vir-
gobemadores y sus corporaciones sujetas, las prelados regulares y tud del cual el rey afirmaba publicamente su poder frente a sus subdi-
finalmente e! pueblo y el clero 19. tos_. Protagonista ausente, su retrato estaba presente por doquier y era
obJeto de veneraci6n. Asi, la irnagen del monarca, protegida por una
18 Tal transformaci6n se produjo en la polis griega, en la cual al no identiticarse la guardia de honor cual si se hubiese tratado de la propia persona del
divinidad con los detentadores concretos del poder pudo iniciarse un largo proceso de ~-ey'. er_a regularmente acornpaiiada de la carta constitucional y de las
desarrollo del valor politico del juramento. Ello marca el paso de la era del individuo con- ms1gmas reales. La relaci6n entre el soberano y sus territorios, por
siderado corno m.iembro de un grupo o de una farni lia a la del contrato, es decir, a la del
individuo considerado corno una persona legai (Paolo Prodi, Il sacramento del potere. Il
t~nto, seguia siendo considerada corno una relaci6n bilatera]: la que
giuramento nella storia costituzionale dell'Occidente , Bolonia, 1992, pags. 28-29). vmculaba a los vasallos con su sefior. Si comparasemos el ceremonial
19 AC/M, serie generai, leg. 29, exp. I , «Informe de don José Villavicencio y Aiidra-
de sobre la publicaci6n y el juramento de la Constituci6n de Cadiz», Cuenca, 16 de octu-
bre de 1812. °Cf. Paolo Prodi, op. cit.
2

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FEDERICA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESEN TACIÒN

de 1812 con el de los siglos XVII y XVIII, advertiriamos que la sus subditos- y la lealtad a la Corona, de continuo reafirmada por cier-
estructura de las ceremonias era palpablemente la misma, sucedién- to con la permanente referencia a la unidad y al vinculo indisoluble con
dose los diversos actos (cortejos, procesiones, misas, banquetes, fes- la monarquia, presente tanto en las imagenes corno en los discursos.
tejos) segun un mismo patron. Los constituyentes no cambiaron el Asi, el propio modo de propagarse la nueva Constitucion en el mundo
ritual de las festividades heredado del pasado, pues para ellos las cele- colonial demuestra que los americanos siguieron teniendo una concep-
braciones en honor de la Constitucion tenian por funcion consolidar cion dualista del Estado. No habia ciertamente para ellos soberania uni-
los vinculos tradicionales de la comunidad. Se reconfirma asi que la taria, sino soberania compartida entre el monarca - ausente- y los rei-
constituyente de Cadiz en nada ataco la vision catolica tradicional, nos. Las normas concernientes a las celebraciones por la publicacion y
que consideraba la sociedad corno un conjunto de cuerpos naturales. el juramento de la carta constitucional no cambiaron, en suma, el ima-
Asi pues, las propias representaciones abstractas presentaban la ginario colectivo de las fiestas publicas, y favorecieron una primera ar-
Constitucion corno un producto de las antiguas leyes hispanicas; y la ticulacion entre valores sociales tradicionales y liberalismo.
minuciosa descripcion llevada a cabo por un funcionario colonial del Tal articulacion se concreto de manera aun mas evidente con la
tablado edificarlo en San Salvador (Guatemala), frente al cual se pre- puesta en acto del sistema electoral, que fue introducido en los terri-
servaban la Constitucion y la imagen del rey, constituye un importante torios de laAudiencia de Quito en 1813, tras la derrata de los revolu-
documento para comprender corno el texto constitucional - elemento cionarios ante las tropas realistas al mando del generai Toribio Mon-
nuevo, pese a todo- fue percibido por los americanos en este contex- tes. Al objeto de poder celebrar elecciones concretas, la Audiencia
to2 1. Seguo tal documento, en la imagen que representaba el salon de hubo primero de redactar un plan que estableciera el numero de muni-
las Cortes aparecia la mesa del presidente, sobre la cual figuraban, en- cipalidades a elegir, asi corno el numero de electores por distrito, de
tre otras, una Biblia abierta, el segundo tomo de las Leyes Municipales diputados a las Cortes, o incluso el numero de miembros par:a la Dipu-
abierto sobre la Ley 1, Titulo 1, Libro 3, en virtud del cual las Américas tacion Provincia!. Mas, ante la falta de datos precisos sobre la pobla-
quedaban definitivamente incorporadas a la Corona de Castilla, la Po- cion, dicha tarea estuvo lejos de ser facil. Todo lo relacionado con el
litica Indiana de Solorzano, y los Anales de Arag6n, de Zurita y Zala- censo, en efecto, siempre habia sido problematico para Espafia, por lo
zar. Para los americanos, por tanto, la nueva Constitucion constituia el que, sabedores de elio y a fin de ponerle remedio, los funcionarios de
fruto de la reinterpretacion de tales obras. Junto a la Biblia, que expre- la época borbonica habian efectuado diversas visitas y empadrona-
saba la conformidad de la carta con los principios de la religion catoli- mientos antes de proceder a la reorganizacion administrativa y econo-
ca, estaban representadas obras juridicas, tanto espafiolas - los Anales mica del imperio. No obstante, al haber tenido que basarse con fre-
de Aragon22- corno americanas; la referencia a estas ultimas - Politica cuencia en informaciones proporcionadas por las parroquias y las
Indiana y la Recopilaci6n de Leyes de los Reynos de las Indias- subra- autoridades étnicas ---curas y caciques- , el aparato burocratico borbo-
yan perfectamente la voluntad de los americanos de ver reconocida la nico nuoca llego a poseer un conocimiento mas directo de la pobla-
especificidad de su constitucion historica, diferente de la peninsular. cion americana. El proyecto liberal, pues, obligo de nuevo a la metro-
De hecho, estas dos obras afirman el derecho de los americanos al auto- poli a pedir a los funcionarios coloniales toda una serie de datos esta-
gobierno, asi corno la no contradiccion entre la reivindicacion del mis- disticos concernientes a aquélla, asi corno a los grupos étnicos, los
mo - justificada por la relacion contractual existente entre el monarca y productos agricolas, las fmanzas publicas, etc., en el deseo, corno
afirmara el responsable del Ministerio de Ultramar, Ciriaco Gonzalez
21
AC/M, Serie Generai, leg. 28, n.0 1, «Descripci6n del Tablado», redactada por José de Carvajal, de «conocer a América para gobernar América» 23 . Este
Maria Peinado, San Salvador, 20 de octubre de I 812.
22
La referenci a a los Anales de Arag6n la hallamos igualmente en e! «Discurso de la
23
Comis i6n de la Constituci6n», e! cual afirrna que se apela a los fueros de Arag6n y de Cas- Uno de los primeros cuestionarios enviados a América concernia a la sociedad
tilla para construir e! sistema legislativo (Dia rio de Sesiones de las Cortes Genera/es y india, y constaba de 36 cuestiones acerca de los diversos aspectos de la vida comunitaria:
Extraordinarias, sesi6n del 17 de agosto de 18 11 ). los grupos étnicos, la supervivencia de antiguas tradiciones, la integraci6n lingilistica y

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LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN
FEDERJCA MORELLI

mismo ministro redacto entonces una ordenanza destinada a las dipu- los censos de 1784; y, para algunos pueblos, los datos geograficos de
taciones provinciales, a los jefes politicos y a los intendentes, a fin de 180726 , en su mayoria establecidos por las parroquias, corno también
que se organizaran visitas semejantes a las de la época borbonica, las declaraciones de los vecinos de ciertas ciudades. Del mismo modo,
cuyo _o?jetivo final era el de reunir un maximo de informaciones que en el caso peruano el virrey hubo de referirse a los censos de 1793,
penrutieran mejorar la administracion y la economia de las colonias, salvo en los datos referidos a los indios, cuyo numero se dedujo de las
y alcanzar la unidad politica y la felicidad de todos los ciudadanos del listas de tributarios. Pero habia otros problemas vinculados al débil
·
rmpeno· 24 . Empero, los datos mas urgentes tenian que ver con la conocimiento geografico de ciertos distritos electorales, corno lo
poblacion, puesto que para aplicar la Constitucion era menester ante muestra el caso de la provincia de Guayaquil, donde
todo llevar a cabo las elecciones. Fue asi corno la América hispana
se encontr6 la Junta embarazada por el mucho numero de partidos
conocio su primer censo destinado a servir a una practica electoral, y de tenencias de gobiemo en que se halla dividido su territorio por
pues hasta ese momento el conocimiento geografico de los territorios la notable desigualdad de la poblaci6n que estas tierras tienen entre
coloniales se habia subordinado a los intereses economicos fiscales si, comprendiendo algunas hasta quince o veinte mii almas cuando
religiosos, sociales y militares del Estado. ' '
otras no tienen quinientas, y por la absoluta carencia de noticias
Se trataba, sin embargo, de operaciones largas y complejas, que topograficas del pais27 •
habrian necesitado un buen numero de afios para alcanzar datos defi-
nitivos, lo que condujo a la mayoria de los funcionarios a utilizar los Esas dificultades condujeron al virrey peruano a conceder al
censos mas o menos corregidos de la época borbonica, corno lo gobemador de Guayaquil plenas facultades para el trazo de nuevos
demuestra e] caso de la Audiencia de Quito: distritos electorales, lo que hizo de esta region la unica de la Audien-
cia en conocer un nuevo disefio administrativo establecido con finali-
Sentada la verdad de que no puede hacerse el censo tao breve corno dad electoral28 . En las otras provincias, los distritos electorales
se desea, para que mediante las elecciones se ponga en pianta todo
correspondieron de hecho a los antiguos corregimientos29.
el sistema de la constituci6n, parece conforme a la mente de la
soberania que asi corno para la elecci6n de representantes en Cor- Una vez reunidos todos los datos sobre la poblacion de la Audien-
tes y diputaci6n provincia!, podia adoptarse el medio de un calcu- cia, el procurador de Quito procedio a calcular el numero de diputa-
lo prudente25 . dos a elegir, de electores en cada distrito, de electores parroquiales y
de compromisarios por cada pueblo. En cuanto a las municipalidades,
~si, para calcular el numero de electores, de diputados a Cortes y el arti culo 31 Ode la Constitucion, que preveia la eleccion de un cuer-
de m1embros de los nuevos organos administrativos, el procurador de po municipal en todo pueblo de mas de mii habitantes, no se aplico
Quito utilizo, para Quito, Ambato, Riobamba, Loja, Otavalo y Macas,
26 TaJes informes fueron ordenados por el virrey de Santa Fe, quien envi6 en 1807 a

todos los curas y jueces de Nueva Granada un cuestionario dividido en ocho puntos. Sobre
religiosa, el sistema educativo, las autoridades Jocales, los habitos alimenticios y nutriti-
Jos rnforrnes reJativos a ciertos pueblos y ciudades de la Audiencia de Quito, cf. Pilar
vos, el uso_ de la indumentaria, la creaci6n cultura!, su evoluci6n tras la conquista. A causa
Ponce Leiva (ed.), Relaciones historico-geograficas de la Audiencia de Quito, sig/os XVJ-
de la_d.1fic1l coyuntura politica las respuestas a1 cuestionario fueron muy limitadas, y no
XIX, 2 vols., Madrid, 1992.
prov~meron masque de algunas zonas de Peru, una provincia tradicionalmente realista y 27 AGI, Lima 475, «Carta del virrey del Peru al Secretario de Estado y del Despacho
dirig1da por uno de los mas altos funcionarios de la América colonia!, el virrey José de
de Gracia y Justicia» (Lima, 2/2/18 I 3).
Abascal. Cf. Francisco Castillo Meléndez, Luisa J. Figallo Pérez, Ram6n Serrera Contre- 28 El numero de distritos (partidos) de la provincia de Guayaquil se redujo de 11 a 8,
ras (dirs.), Las Cortes de Cadiz y la Jmagen de América, Cadiz, 1994, pags. 17-20.
24 lo que transfonn6 el territorio de un conjunto de unidades administrativas mas homogé-
. La ordenanza constaba de.25 articulos que cubrian diversos aspectos: la geografia,
neas.
el ch~a, la agr1cultura, la mdustn a, el comercio, la poblaci6n, la educaci6n, la cultura, las 29 Los distritos electorales de la Audiencia fueron: Quito, Cuenca, Loj a, Pasto, Rio-
cunos1dades, las fina nzas, las fuerzas militares, la organizaci6n politica y administrativa
bamba, [barra, Latacunga, Ambato, Los Pastos, Bracamoros, Barbacoas, Alausi, Guaran-
(cf. Castillo Meléndez, Figallo Pérez, Serrera Contreras, op. cit., pags. 24 1-260).
25 da y Otavalo (AHN/Q, Gobierno, caja 63 , exp. 26-VIII- 1813, fol. I 9r.).
AHN/Q, Gobierno, caja 63, exp. 26-YI11-l 8 l3, fo l. 9 v.

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LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

al conjunto de los territorios de la Audiencia. En efecto, meses antes Ias juntas electorales lograron ser elegidos compromisarios o electo-
de la introduccion de la nueva carta constitucional, e! cabildo de res parroquiales 32, pero los resultados de la eleccion final nos mues-
Quito, ante las amenazas de subversion, habia solicitad~ ~l presiden- tran que, de veinte electos (dos alcaldes, quince regidores, dos pro-
te de la misma la suspension de la eleccion de los mumc1p1os en los curadores y un secretario), diez habian presidido juntas parroquia-
pueblos sujetos a sujurisdiccion, lo que supuso la suspension del arti- les33. La inmensa mayoria de los elegidos, ademas, habia participado
culo 31 O en la totalidad de los territorios que habian participado en el en la revolucion de 1809-12, y ocupado importantes cargos civiles y
gobiemo revolucionario de 1810-1230 . Tal decision, respondiendo militares34 . Ademas, fueron elegidos con el consentimiento del presi-
ante todo a la necesidad de garantizar a las élites locales el poder de dente Montes, en confirmacion del nuevo pacto entre el poder centrai
controlar las tensiones sociales a fin de restaurar el orden publico y el loca! establecido tras la revolucion. Por otro lado, el hecho de que
quebrantado por la revolucion, desemboco en una situacion pareja a se eligiese a catorce propietarios de haciendas, cuatro abogados y un
la de 1765, cuando la necesidad de apoyarse en grupos locales habia comerciante, todos criollos, demuestra igualmente hasta qué punto
conducido a sacrificar algunas de las nuevas medidas politicas. El estas elecciones confirrnaron a la élite locai en su papel de jefes natu-
resultado fue una diferencia considerable entre las areas rebeldes
rales de la sociedad; cosa ésta hecha posible por las practicas que con-
- toda la sierra septentrional y centrai de la Audiencia- y las realistas dicionaban el acceso al voto y, a la vez, por la naturaleza indirecta del
- las provincias de Guayaquil y Cuenca-. Mientras que en estas ulti- sufragio. De hecho, el sistema adoptado por las Cortes para la elec-
mas la aplicacion del articulo 31 O de la carta ocasiono una profunda cion de los ayuntamientos era de segundo grado: en cada parroquia
fragmentacion de los espacios territoriales, en las prirneras, por el
(seis urbanas y veintiséis rurales) se elegia un compromisario por
contrario, las ciudades principales consolidaron su poder sobre el mayoria relativa; tras lo cual, dichos electores, reunidos en la casa
territorio. A este proposito, la eleccion de la municipalidad constitu-
consistorial, elegian por mayoria absoluta a los miembros del conse-
cional de Quito muestra palmariarnente corno la representacion poli-
jo municipal. Ahora bien, cabe constatar que buena parte de los com-
tica moderna transformo jerarquias sociales consolidadas en nuevas promisarios (nueve de treinta y dos) fue finalmente elegida para for-
jerarquias politicas (Ver tabla 2). . ., , . mar parte del nuevo ayuntamiento.
En efecto, la eleccion de su nuevo ayuntamiento perrn1t10 a la ehte
local consolidar su poder sobre el distrito rural. Asi, todos los pueblos,
al elegir a sus propios electores, participaron en la eleccion de la
nueva municipalidad, y la presidencia de las juntas electorales era
devuelta a los miembros del cabildo y a la oligarquia quiteiia, propie-
taria de haciendas31 . El poder absoluto de la junta electoral sobre el
acceso al sufragio, asi corno la naturaleza publica del voto, permitie-
ron pues a la élite locai ejercer un contro! directo sobre Ios procesos
32
electorales. Lamentablemente, no disponemos de las actas electorales A este respecto, subrayemos que los documentos de la época de Cadiz son a menu-
de prirner y segundo grado para poder verificar si los presidentes de do incompletos y discontinuos, sobre todo en lo que respecta a las actas electorales. Quiza
se trate de una consecuencia del hecho que e! periodo en cuesti6n ha sido enteramente
descuidado por la historiografia ecuatoriana; algunos historiadores han llegado incluso a
30 AGI, Quito, 275, n.0 35, «Representaci6n del cabildo de Quito al presidente Mon- pensar que la constituci6n liberal espaiiola jamas se aplic6 en la Audiencia.
33
AGI, Quito 275, «Elecciones para el ayuntamiento constitucional de Quito»
tes» (Quito, 18/5/18 13). . . (Quito, 5/9/1813).
31 Por ej emplo, Andrés Salvador fue nombrado presidente de la JUnta parroquial de 34 Segua un muy conocido informe del procurador de la Audiencia, que contiene una
Chilogallo, jurisdicci6n en la que poseia tres haciendas; Jos~ Guardera~ fue nombrado
detallada lista de cuantos habian tornado parte en el gobiemo revolucionario y de los car-
presidente de la junta del pueblo de Sangolqui, donde poseia dos hac1endas. AHN/Q,
gos en él ocupados, quince de los electos habian sido calificados de insurgentes, uno de
Gobiemo, caja 63, exp. 26-VIII-l 813 «Lista de los presidentes de las juntas electorales de
realista y uno de indiferente. AGI, Quito 257, «lnfonne del procurador de Quito de los
las parroquias de Quito y de sus pueblos» (Quito, 24/8/ 1813), fols. 3v-4r.
empleados y mas persorias implicadas en la rebeli6n» (Quito, 20/5/ 1813).

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Tabla 2: Los electos de la primera municipalidad constitucional José de Regidor X


de Quito (1813) la Pena
Melchor Regidor Representante Amaguaii.a
Electos Cargos Profesion Cargos en Presidente Elector Benavides en las dos j untas
en 1813 1809-12 de Junta parroquial
Bernardo Regidor Capitan de las tropas
Marqués de Alcalde Representante de Roman revolucionarias
Solanda la nobleza en la
junta de 1809 Mariano Regidor Comerciante Cònsul del tribuna! Guapulo
Bermudes de comercio
Manuel Alcalde Representante San Blas X
Larrea en las dos juntas Mariano Regidor Miembro del Senado Santa
Merizalde en 1809 y represen- Prisca
Marqués de Regidor Abogado Miembro del San Roque X tante en 181 O
Miraflores Senado en 1809
y del poder Bernardo Procurador Abogado Miembro del Senado Cotocallo
ejecutivo en 181O de Leòn en 1809 y procurador
y Carcelén del cabildo en 18 I9
Joaquin Regidor Comisario de
Tinajero guerra José Maria Procurador Abogado Capitan de la
Tejada Falange
Mariano Regidor Regidor del Yaruqui X
Bustamante cabildo de Quito
Antonio Regidor Pintag
La participaci6n de la mayorfa de los electos en la revoluci6n de
Aguirre
1809-12 !es habfa dado acceso a importantes cargos burocraticos y
Gabriel Regidor Tumbaco militares, por medio de los cuales adquirieron un gran poder para
Àlvarez movilizar a las masas, y ello jug6 un papel estratégico en su elecci6n
José Barba Regidor Corregidor de Machali en 1813. En el caso de algunos electores parroquiales pertenecientes al
Latacunga sector eclesiastico urbano especiahnente35 , debido al importante rol de
mediaci6n desempefiado durante la rebeli6n entre los grupos popula-
Joaquin Regidor Militar Corone! de la X
res y la élite dirigente. Se observa ademas una clara correspondencia
Zaldumbide (Capitilo de Falange
Caballeria) entre quienes habian ocupado el cargo de «capitanes de bartio» y de
«tribunos de la plebe» y los electores parroquiales: ambos, abogados o
Joaquin Regidor bur6cratas en su mayoria, habian salido de las clases medias urbanas.
Lazo Asi, a pesar de la inexistencia de las correspondientes actas electora-
José Regidor Sangolqui les, que nos priva del conocimiento del origen de los electores, cabe
Guarderas ciertamente suponer que dichos actores fueron elegidos verosimil-
Zambiza
mente en las parroquias urbanas de San Blas, San Sebastian y San
Juan Regidor Representante
Donoso en la junta de 1810
35
En la lista de electores parroquiales habia, en efecto, cinco miembros del cabildo
Antonio Regidor Capita.o del barrio eclesiastico, asi corno el cura de Santa Barbara. Salvo uno, todos los demas habian parti-
Salvador de San Roque cipado activamente en la rebeli6n.

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FEDERICA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

Roque, las mas activas durante la revuelta y de poblaci6n mayorita- en relaci6n con el pasado, puesto que en 1813 ya no son ni el cabildo
riamente india y mestiza, y en las parroquias rurales mas cercanas a la ni las corporaciones urbanas los que nombran a su representante, sino
ciudad, en raz6n de los estrechos vinculos que mantenian con el espa- todos los grupos territoriales del distrito, de acuerdo con un mecanis-
cio urbano. Por otra parte, cabe asimismo suponer que los represen- mo de participaci6n por lo demas ya parcialmente introducido por el
tantes del sector eclesiastico fueron elegidos en las parroquias urbanas gobierno rebelde. Este ultimo, en efecto, corno se vio, habia hecho
del centro (Sagrario, Santa Barbara y San Marcos), de poblaci6n mas participar a ciertos pueblos en el proceso electoral desarrollado para el
rica y menos inestable, y que las parroquias rurales mas dis.tantes de la nombramiento de los representantes a la junta de Quito, al objeto de
ciudad eligieran propietarios agricolas. La naturaleza indirecta del recompensarlos por su labor en la guerra contra los realistas37 .
sufragio permiti6 pues articular medios sociales y territoriales distin-
tos, y subordinarlos a una nueva jerarquia politica, lo que a la postre
dio lugar a la homologaci6n de las antiguas jerarquias sociales. 3. Un neo-sincretismo politico
El mismo resultado se produjo en otras ciudades americanas,
corno algunos estudios sobre las elecciones de las municipalidades Los mas recientes estudios historiograficos sobre los sistemas
constitucionales urbanas lo han demostrado36 . En todos esos casos, electorales de la época liberal han puesto en evidencia la intensidad y
por tanto, las elecciones no comportaron grandes cambios, dado que riqueza particulares del intercambio entonces existente entre las reali-
las élites ya con anterioridad detentaban el monopolio de los cargos dades representativas del Antigua Régimen y los modelos constitu-
municipales. La verdadera novedad reside por consiguiente mas bien cionales38. Los procedimientos adoptados por los constituyentes, en
en el hecho de que el poder politico de las mismas no derivaba unica- efecto, favorecieron a menudo la dirnensi.6n comunitaria de los proce-
mente del orden social, sino también de su capacidad de movilizaci6n sos electorales, pues el voto en asamblea y la inexistencia de oferta
politica. Desde este punto de vista, no se percibi6 el modelo liberal electoral, entre otros, frenaban la individualizaci6n del sufragio y ten-
corno una amenaza para la élite criolla, sino al contrario, corno un dian a limitar la competencia a un ambito muy restringido. Uno de los
modo de consolidar su tradicional autonomismo. Empero, cabe obser- aspectos que apareci6 corno centrai en nurnerosas regiones europeas
var una diferencia digna de consideraci6n entre los casos de Guaya- fue la naturaleza colectiva de las practicas electorales: la construcci6n
quil, México y otras ciudades americanas, y el de Quito. Alli, al igual de la representaci6n liberal se efectuaba movilizando a los electores
que en otras ciudades de la Sierra centrai y septentrional de la Audien- de rnanera colectiva, haciendo referencia a su posici6n socia! o a su
cia (Ibarra, Otavalo, Latacunga, Ambata, Riobamba y Guaranda), e! identidad, a los vinculos end6genos que garantizaban su lealtad bacia
nuevo ayuntamiento se convirti6 en efecto en e! representante no solo un partido o a un notable particular. El estudio de algunos casos puede
del espacio urbano, sino asimismo del campo; elio condujo a una con- ayudarnos por tanto a comprender e! modo en el que las cornunidades
solidaci6n de la imagen del municipio corno representante del orden
territorial urbano-rural, tal y corno habia aparecido desde época colo- 37
Subrayemos, por ejernplo, el caso de Guaranda, donde incluso los caciques indios
nia! y se habia consolidado a lo largo de la primera fase de la crisis del y algunos curas Llegaron a participar, en tanto que representantes de los pueblos del dis-
imperio. Sin embargo, también se constata un cambio de importancia trito, junto con el corregidor en la elecci6n del representante a la junta revolucionaria.
Todavia se trataba de un tipo de representaci6n proporcional y corporativa, pero la gran
novedad respecto del pasado residia en el hecho de que la representaciòn no coincidia ya
36
Cf. el caso de México y de ciertas ciudades del Yucatan. Para el primero, cf. Anto- solamente con la de la cabeza de partido. AHN/Q, Fondo Especial, caja 245, lib. 6 12, doc.
nio Annino, «Pratiche creole e liberalismo nella crisi dello spazio urbano coloniale. li 29 13017.
Novembre a Città del México», Quaderni Storici, n.0 69, Bolonia, 1988, pags. 727-761; 38
Cf. el estudio de P. Gueniffey sobre las elecciones durante la época revoluciona-
«Cadiz y la revoluciòn territorial de los pueblos rnexicanos, 1812-1 82 1», op. cit. Para e! ria; el volumen dirigido por R. Romanelli y A. Annino, «Notabili, elettori, elezioni. Rap-
caso yucateca, cf. Marco Bellingeri, «Las arnbigiiedades del voto en Yucatan. Represen- presentanza e controllo elettorale nello 800», Quaderni Storici, n.0 69, 1988; el libro coor-
taciòn y gobiemo en una forrnaciòn interétnica, 1812-1829», en A. Armino (dir.), Histo- dinado por A. Armino sobre las elecciones ibero-americanas en el siglo XlX, Historia de
ria de las elecciones en Iberoamérica, op. cit., pags. 227-290. las elecciones en l beroamérica, op. cit.

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FEDERJCA MORELLI LA REVOLUCJ6N DE LA REPRESENTACI6N

locales modelaron las practicas electorales o, por decirlo de otra tal contexto, el voto publico constituia un importante contrapeso al pe-
manera, c6mo los valores colectivos de los grupos tetTitoriales llega- ligro de una decisi6n irracional; el voto secreto, por el contrario, era
ron a a1ticularse con los valores propios del sistema representativo. considerado corno un medio subversivo, puesto que consagraba el po-
Ciertos recursos y el analisis de los sufragios expresados en algu- der del numero, o sea, el de los mas pobres y menos sabios41 .
nas parroquias demuestran que una de las practicas mas utilizadas por Un segundo sistema de contro! del voto consistia en hacer apren-
las jerarquias locales al objeto de ejercer un mayor contro! sobre el voto der de memoria a los votantes la lista de electores, que luego debian
fue la difusi6n de papeletas, es decir, de listas de electores que los vo- recitar ante el secretario42 . Ese método era mas simple que el de las
tantes recibian antes de la elecci6n39 . El votante daba el papel al secre- papeletas, pues no implicaba un largo trabajo de preparaci6n y orga-
tario de lajunta electoral, que lo copiaba en el registro. Esa propagan- nizaci6n. Por ultimo, un tercer sistema, aun mas simple, era el de
da informai no estaba prevista por las leyes, mas tampoco prohibida, hacer votar unjcamente a ciertas personas -por ejemplo, las principa-
pues la naturaleza publica del sufragio legitimaba implicitamente dicha les en el caso de una parroquia india-, y desfilar a las demas para con-
practica. A veces, incluso los bandos mismos que convocaban a los ciu- firmar la lista ya registrada, aunque fuera mediante un simple gesto.
dadanos a votar ordenaban ir con las listas ya rellenas: En el caso de Juncal, un anejo del pueblo de Cariar, en ocasi6n de las
elecciones a la municipalidad locai solo se entreg6 la lista a los miem-
Se ordena y manda que cada ciudadano de toda clase ha de traer su bros del cabildo indio, mientras que el voto de los demas se limitò a
papelito en que costen los nueve electores para la creaci6n de cabil- conftrrnar el de éstos43 . Resulta evidente, empero, que este ultimo
do, corno lo tiene ordenado la constituci6n de la monarquia40. método no podia ser utilizado sino por autoridades con un contro! con-
siderable sobre la comunidad.
En este caso particular -el del pueblo de Cariar, en el distrito de En las juntas parroquiales el voto nuoca fue considerado corno un
Cuenca- , la difusi6n de papeletas fue una practica utilizada por el al- derecho individuai, sino mas bien corno un deber colectivo que cum-
calde de la ciudad en el conflicto que le enfrentaba al teniente letrado. plir en obediencia a las jerarquias existentes. El tejido de las relacio-
Habida cuenta de que la naturaleza publica del voto pennitia a las au- nes sociales, compuesto de vinculos de solidaridad y dependencia,
toridades naturales ejercitar su ascendencia sobre la sociedad locai, implicaba la reciprocidad y el patronazgo, e inducia al mismo tiempo
contraviniendo asi el proceso de individualizaci6n del sufragio, la ra- a la formaci6n de facciones. La «libre elecci6n» seguia siendo posible
z6n que impulsò a los constituyentes a optar pese a todo por el voto pu- en teoria, pero tenia poco sentido en un universo menta! y cultura! en
blico hay que buscarla en detenninados pensadores de la época, que, el que las solidaridades comunales o familiares aun constituian valo-
corno Montesquieu, lo consideraban una ley fundamental de la demo- res muy sentidos. Los individuos eran a menudo conscientes de for-
cracia, vale decir, de un régimen politico no fuertemente censitario. En mar parte de tales redes, y consideraban este hecho corno natural,
segun lo demuestra el caso de Guano, pueblo del distrito de Riobam-
39 En algunos documentos pueden encontrarse ejemplares de estas papeletas, unos
ba. Alli, el teniente gobernador anul6 las elecciones al consejo muni-
trocitos de papel en e! que se indicaban los nombres de las personas a elegir. He aqui un cipal de la ciudad al no ser residente en el pueblo el secretario nom-
ejernplo del pueblo de San Juan del Valle (Cuenca), distribuido por e! cura a los sufra-
gantes: «nombro por electores: al seìior doctor don Caitano Cordoba, don Carlos Cordo- brado. Los propios habitantes del pueblo afinnaron entonces que
ba, don José Manuel Castro, don Pedro Peiiafiel, don José Castro, don Francisco Zegarra,
don Martino JIJescas, don José Segara, don Marcelino Peiiafiel, don Tomas de Loja, don
41 Al respecto, cf. Patrice Gueniffey, op. cit., pags. 284-286.
Juan Manuel Calle, don Tomas Cobos». AHN/Q, Fondo Especial, caja 236, lib. 590, doc.
42 AHN/Q, Oficios, caja 115, exp. 20-VI-181 3: «(los ciudadanos) fueron votando por
12.796, «Expediente que contiene la representaci6n de los regidores del pueblo de San
Juan del Valle solicitando al tribuna! de la audiencia declare nulas las elecciones rnunici- los nueve electores que cupieron a esta parroquia por listas que trajeron firmadas de sus
pales en dicbo pueblo» (Cuenca, 24/ 12/1821), fo ls. 226-232. propios nornbres, y mas ciudadanos que fueron votando en voz; las cuales se fueron asen-
40 AHN/Q, Oficios, caja 11 5, exp. 26-Xll-1813, «Auto del comisionado del alcalde tando y custodiando; en lista ascendieron a doce y en voz ascendieron a mas de 50».
43 AHN/Q, Oficios, caja 115, exp. 26-X II-181 3, «Acta electoral de Caiiarn (Caiiar,
constitucional de Cuenca sobre convocatoria de elecciones para la creaci6n del ayunta-
miento del pueblo de Caiiar» (Caiiar, 24/6/ 1813), fol. l 2r. 19/ 12/ 1813), fols. 22r-32r.

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FEDERICA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

dicha anulaci6n se debia en realidad a un conflicto entre e! cura, nom- nir un muy amplio cuerpo electoral, que incluia a indios y mestizos.
brado elector, y e! gobernador, y en consecuencia pidieron al presi- El corregidor, adernas, bizo integrar en la circunscripci6n de Loja dos
dente de la Audiencia que no se anulara la elecci6n, pues dada la parroquias rurales - San Sebastian y San Juan del Valle 47- habitadas
influencia del cura sobre el pueblo, una nueva votaci6n conduciria al casi exclusivamente por indios, lo que trastoc6 por completo la com-
mismo resultado44 . Los notables disputaban, pues, en cada cornunidad posici6n del cuerpo electoral. En efecto, en tanto un censo de 1814
por la conquista de un poder que la mayoria les reconocia, a cambio establecia que en Loja vivian 2558 blancos (criollos y mestizos) y 30
de una protecci6n y/o de beneficios materiales o simb61icos. La mani- indios, San Sebastian y San Juan contaban con 2596 babitantes, todos
pulaci6n de los votos u otras practicas, que boy nos parecen ilicitas, indios48 . En tal modo, so pretexto de interpretar la constituci6n de la
no se percibian por entonces corno intolerables atentados a la libertad manera mas democratica posible, e! corregidor utiliz6 los pueblos
y a los derechos de los ciudadanos, sino mas bien corno medios para indios corno un electorado a su servicio:
conciliar preocupaciones y necesidades diferentes.
Un caso muy bien estudiado, en el que las elecciones engendraron El objeto de la cavilaci6n es comprender en el vecindario de Loja
un auténtico conflicto entre facciones opuestas, es el de Loja45 . Hacia los dos pueblos de indios a ella inmediatos de San Sebastian y San
Juan del Valle para buscar en la estupidez y rudeza de los indios lo
varios aiios que la escena politica estaba dominarla por el corregidor
que es imposible conseguir de un pueblo que tiene las luces sufi-
de la ciudad, que gobernaba merced al apoyo de una solida red clien- cientes para no dejarse alucinar de los mismos que procuran su
telar. La facci6n opuesta estaba conducida por el alcalde, Manuel ruina y opresi6n49.
Xaramillo Celi, que podia contar con el apoyo del cabildo y de la
comunidad de los dominicos. Estos ultimos, excluidos desde bacia Sin embargo, las elecciones, favorables al corregidor, fueron anu-
veinte aiios del contro! de los recursos econ6micos de la regi6n 46 , ladas nuevarnente a raiz de las denuncias de rnanipulaci6n, corrupci6n
encontraron en e! nuevo sistema electoral la ocasi6n de restablecer su e ilegalidad hechas por la facci6n opuesta; lo que bizo que Loja bubie-
supremacia. Asi, cuando la ciudad recibi6 en 1813 las instrucciones se de esperar basta la primavera de 1814 para lograr elegir de manera
del presidente de la Audiencia para organizar las elecciones munici- regular su municipio constitucional, bajo el contro! de un delegarlo del
pales, el alcalde aprovecb6 la ausencia del corregidor, ocupado en la presidente de la Audiencia.
recolecci6n de la quina, para reunir al consejo municipal y convocar En realidad, dados los vinculos de solidaridad y dependencia
un cabildo abierto, a fin de informar a los babitantes de las elecciones caracteristicos de este tipo de sociedad, no cabe considerar las elec-
y distribuir listas de electores, que él mismo babia prepararlo exclu- ciones municipales de Loja corno un caso ·d e rnanipulaci6n del elec-
yendo a la mayor parte de quienes en teoria tenian derecbo a voto. torado indio. Es un error frecuente considerar al segmento indio
Mas, vuelto a la ciudad, el corregidor deshizo el golpe e hizo arrestar corno un suj eto pasivo en los nuevos procesos representativos, cuan-
al alcalde, posponiendo las elecciones para fin de aiio. El proyecto de do en realidad tuvo una participaci6n activa en las elecciones. En el
los notables, consistente en desembarazarse del corregidor sirviéndo-
se de las elecciones para manipular al electorado, fracas6 definitiva- 47
«Los que se llaman pueblos de San Sebastiao y San Juan del Valle, son parroquias
mente ante el veredicto de las urnas, al cuidarse su enemigo de defi- de la misma ciudad, y ninguno que la conozca podrao informar que sean solo inmediatas,
sino contiguas y unidas a ella de modo que los indios que les pertenecen habitan hasta en
las casas de la Plaza Mayor». AHN/Q, Gobierno, caja 63, exp. 10-VIII-1813, «Informe de
44
AHN/Q, Fondo Especial, caja 205, lib. 05, doc. 92, «Infonne de los vecinos de JoséAugustin Celi» (Cuenca, 17/7/181 3).
48
Guano al presidente de la Audiencia sobre elecciones» (Guano, 17/ 12/ 1814). Martin Minchom, «The Making of a White Province: Demographic Movement
45
Cf._ Marie-Danielle Demélas, «Las primeras elecciones en los pueblos andinos», and Ethnic Traosformation in the South of the Audiencia of Quito ( 1670-1 830)», Bulletin
en A. Anmno (ed.), Historia de las elecciones, op. cit., pags. 298-313. de l 'Jnstitut Français d 'Etudes Andines, Lima, 1983, n. 0 3-4, pags. 23-39; citado por
46
El corregidor controlaba en efecto toda la producci6n de quina, uno de los recur- Demélas, «Las primeras ...», cit.
49
sos mas importantes de la regi6n, de la que sacaba beneficios considerables en detrimen- AHNIQ , Gobierno, caja 63 , exp. l 8-V-181 3, «Oficio de Manuel XaramiUo Celi»
to del monopolio estatal (cf. Demélas, «Las primeras ... », cit., op. cit.). (Loja, 11/7/1813), fo ls. 8r-83v.

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LA REVOLUC!ÒN DE LA REPRESENTACIÒ N

caso de Loja, por ejemplo, la utilizaci6n de las dos parroquias indias en un ciudadano igual a los demas miembros de la comunidad nacio-
por el corregidor comportò a cambio la elecci6n de tres regidores nal; finalidad ésa en correspondencia con la forrnaci6n de municipali-
indios en el seno del consejo municipal de la ciudad50 . La represen- dades constitucionales en todos los pueblos con mas de mii habitan-
taci6n liberal dio pues a los indios la posibilidad de establecer con e! tes, pues los cargos podian ser desempefiados tanto por los blancos
Estado una nueva relaci6n institucional luego de ser abolidas las corno por los indios. Sin embargo, el nuevo sistema no lleg6 a debili-
republicas de indios. Al contrario de la élite municipal, que habia tar de manera linea! el poder de los sefiores étnicos y de la estructura
excluido a una gran parte de los ciudadanos activos del sufragio, el comunitaria. En algunos casos, otros grupos sociales lograron con-
corregidor si habia comprendido que la conquista del poder politico quistar los cargos, y excluyeron por completo a los indios de los con-
no dependia ya solo del estatuto socia!, sino también de las capacida- sejos municipales, mientras que en otros los indios consiguieron adap-
des de movilizaci6n; y es que, en efecto, el liberalismo de las Cortes tarse al sistema constitucional y hacerse elegir en las municipalidades,
de Cadiz no habia introducido un sistema censitario, sino un sistema utilizando los mecanismos de la nueva representaci6n en defensa de
abierto en el que la representaci6n de los notables debia basarse en su propia organizaci6n politica y socia!.
una relaci6n concreta con la comunidad, organizaci6n natural y fun- Gualaceo, en e! distrito de Cuenca, representa uno de esos casos
damental de la sociedad. en los que, al ser excluidos por completo de la nueva municipalidad
Con todo, y a pesar de su activa participaci6n en las elecciones del pueblo, las antiguas autoridades étnicas perdieron muchas de sus
durante la época liberal , los indios no fueron elegidos para los grados funciones. Se trataba de un antiguo pueblo, fundado en el siglo XVI,
mas altos de la escala electoral, corno lo muestra e! caso de la Audien- en el que el poder de los linajes de caciques todavia era considerable.
cia, en la que la elecci6n de candidatos indios se detenia normalmen- Ademas, y a pesar de la fue1te presencia india, la composici6n de la
te en e! rango de elector parroquial o de miembro del consejo munici- poblaci6n habia cambiado en el curso de los siglos XVII y XVIII,
pal51• Por lo rnismo, los indios elegidos casi nunca eran Jos del comun, debido a la llegada de numerosos blancos y mestizos; y eso habia
sino los caciques, los gobernadores, aquéllos que habian ocupado car- engendrado, al igual que en otros pueblos de los valles centr_ales del
gos en el cabildo indio o en la ad.ministraci6n tributaria, por e! hecho distrito, e! desarrollo de un sistema agricola basado en la ID1cropr~-
de que el resultado de la elecci6n dependia de la capacidad de los can- piedad. Las elecciones municipales dieron a tales grupos, por vez pn-
didatos para aiticular medios territoriales distintos, corno las parciali- mera, la posibilidad de ejercer un poder jurisdiccional sobre el territo-
dades de una comunidad o los anejos de un pueblo. La inclusi6n de 1io. Los caciques de Gualaceo escribieron entonces al abogado pro-
los indios en la ciudadania activa tuvo por efecto consolidar e! poder tector, requiriendo el cese de los abusos de los nuevos alcaldes, quie-
de las autoridades étnicas, a las que las elecciones confetian una nes no habian respetado las reglas constitucionales al impedir a los
nueva legitimidad politica. Mas la participaci6n india en e! nuevo sis- indios su participaci6n en las elecciones, prohibirl.es el acceso a sus
tema representativo tenia también un objetivo mas concreto: la defen- puestos tradicionales en la iglesia y en las fiestas, y cometiendo a~~-
sa de sus estructuras comunitarias, que en lo sucesivo no gozatian ya mas todo tipo de abusos, aprovechandose de su poder para constremr
del sostén de Jas instituciones. El régimen liberal, en efecto, habia a los indios del pueblo a prestarles multiples servicios personales o
abolido la antigua republica de indios al objeto de transformar al indio para apropiarse de sus tierras52 .

50 AHN/Q, Gobierno, caja 64, exp. 7-Xll- 1813.


Como los antedichos no tienen motivo alguno para beneficiamos;
51 Las condiciones para ser e legido eran muy amplias : se requeria ser c iudadano, solo aspiran al suyo negàndonos nuestro dominio absoluto y la
tener 25 aùos, ser vecino o residir en la parroquia -{!O el caso de los electores parroquia- dependencia que debemos tener corno oriundos, nativos, feligreses,
les-, en el partido -para las elecciones de partido-, en el pueblo o la ciudad para los con- y caciques principales primogénitos de dicho pueblo. Pues, amàs
sejeros municipales. Y los diputados a Cortes, ademas, debian tener una «renta anual pro- de negamos los asientos en la iglesia, por consiguiente escuran dar-
porcional, proveniente de bienes propios» (cf. arts. 45, 75, 92 y 317 de la Constituci6n de
Cadiz).
52 AHN/Q, Lndlgenas, caja 161 , exp. l 7-VJ-18 13, fol s. 1-2.

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FEDERJCA MORELLI LA REVOLUCJÒN DE LA REPRESENTAC!ÒN

nos la paz debida eo el sefior; tan circumstanciadamente que en el teniente letrado previo la formaci6n de 242 ayuntamientos constitu-
dJa de Corpus Christi que acaba de pasar no solo seguitò el gui6n, cionales55. Una parte de los mismos, en efecto, correspondian a los
smo que con el escandalo del pueblo se omiti6 la procesi6n de ima- nuevos cabildos de indios, establecidos durante el siglo XVIII. Se
genes y ultimamente se negaron en dar descanso al Santisimo
Sacramento en los altares que al efecto se hallabao compuestos:
comprende asi la raz6n por la cual muchos de los pueblos principales,
expresandonos que ya no teniamos interveoci6n alguna en aquellas en manos de linajes tradicionales deseosos de recuperar su contro!
funcion~s, sino tan solamente para subyugamos a su servicio y sobre los antiguos espacios, se opusieron al plan del teniente 56. Esa
contnbmrles todas las pensiones a que los obligan53 . reacci6n de las autoridades tradicionales es particularmente evidente
en el caso de la parroquia de Sidcay, donde el cacique pretendi6 la
Por otra parte, la insistencia con la que los caciques de Gualaceo abolici6n de la nueva municipalidad constitucional en raz6n de que el
denuncian la privaci6n de que eran objeto por parte de los nuevos pueblo era un antiguo anejo de la parroquia urbana de San Blas
alcaldes respecto de los roles tradicionalmente desempefiados duran- (Cuenca). La petici6n fue entonces apoyada por el alcalde de Cuen-
te las fiestas publicas demuestra de manera neta la importancia de las ca, que aspiraba asi a reconquistar el control jurisdiccional sobre los
~smas en la reproducci6n del poder politico. En este pueblo, pues, la pueblos en tomo a la ciudad; mas se top6 en cambio con la oposici6n
mstauraci6n del municipio habia sustraido a Ios caciques indios el de los habitantes, indios y blancos, de la parroquia, que si deseaban el
patronazgo de las ceremonias religiosas, que corno las demas funcio- mantenimiento de su ayuntamiento: y que fueron quienes, al fmal,
nes pa~aron a manos de los nuevos electos. Notemos sin embargo que ganaron la causa57 .
los md10s no fueron por entero excluidos del consejo municipal, pues- En los casos en los que los indios lograron controlar las eleccio-
t~ que dos de ellos -perceptor de tributos, uno, y organista de la igle- nes municipales, el reparto de los electos respetaba generalmente la
sia e! otro- fueron elegidos regidores. Ahora bien, el hecho de que el divisi6n territorial del pueblo, habida cuenta de que cada anejo o par-
escrito del cacique precisase que se trataba de dos miembros de la cialidad tenia su representante en el consejo municipal. El resultado
clientela del ~!calde constitucional Manuel Davila nos muestra que, de la elecci6n de Montecristi (Guayaquil) lo muestra con claridad: en
tras los confhctos electorales, se libraban a menudo conflictos entre tanto el alcalde provenia del pueblo principal, los cuatro regidores
los lin~jes tradicionales y otras autoridades indias, cuya legitimidad fueron repartidos con el anejo de Charapoto, al que correspondian dos
no denvaba de su estatus nobiliar, sino del hecho de haber trabajado electos58 . Naturalmente, dicho resultado no surgia directamente de las
para el Estado o para la Iglesia. urnas, sino de las negociaciones previas a la consulta electoral. Los
. El cas? del corregimiento de Cuenca es a este respecto de gran indios reinterpretarian por tanto las elecciones a partir de las expe-
unportancia, dado que la crisis de las autoridades étnicas tradiciona- riencias y practicas colectivas tradicionales, en cuanto cada parciali-
les estuvo estrechamente ligada al proceso de fragmentaci6n territori- dad del pueblo poseia por lo generai su propio representante, incluso
al del espacio indio y a la fuerte expansi6n de los cabildos de indios en los antiguos cabildos de indios.
a lo l~go del siglo XVIII, tal y corno las investigaciones de Jacques Asi pues, el primer periodo liberal nos ha mostrado que el nuevo
Polom al r~specto h_an _demostrado fehacientemente 54 . Se da, por sistema electoral, al delegar en las sociedades locales una serie de
tanto, una c1erta contmuidad entre este proceso, lo que sucedia en la
55 Cf. cap. V, par. 3.
regi6n y la aplicaci6n de la Constituci6n de Cadiz, cuando el pian del 56 Cf. por ejemplo la reacciòn del cabildo de Cariar, que escribia al alcalde de Cuen-
53
ca que no podia establecer todos los municipios previstos por el pian del teniente (cua-
lbid. reota y nueve), porque en la mayoria de los casos no se trataba masque «de hatos, estan-
54
J. Poloni muestra que a lo largo del siglo XVIII cabildos de indios fueron estable- cias o haciendas en las que no vivian sino indios conciertos». AGI, Quito 388, doc. N. 0 4 ,
cidos incluso en los anejos, abriendo el acceso a los cargos para los principales y provo- «Oficio del cabildo de Cai'iar al alcalde primero de Cuenca» {Cafiar, 17/7/18 13).
c~do la ruptura de las j erarquias territoriales de los caciques bereditarios (J. Poloni- 57 AHN/Q, Indigenas, caja 16 1, exp. 7-XII- 181 3.
S~mard, Le mosafque indienne. Mobilité, stratijìcation sociale et métissage dans le corre- 58 AHG EJ/P exp. 2751 «Juan Achundia, alcalde de Montecristi contra los fraudes
guniento de Cuenca du XVI• au XVIII' siècle, Paris, 2000, pags. 364-380. luego de la elecciòn de Euseno Santana».

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FEDERICA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

funciones importantes, abrio nuevos espacios de libertad a un con- nomia comunitaria. Asi, en el pueblo de Conocoto, con ocasion de las
junto muy diversificado de actores. En unos casos, las elecciones elecciones municipales, ocho de cada nueve electores fueron indios,
favorecieron la consolidacion de las jerarquias sociales tradicionales representantes de cuatro parcialidades diferentes, mientras que en
- tal fue, por ejemplo, el del ayuntamiento de Quito, donde los nota- Alangasi varios de los electores elegidos habian sido miembros del
bles lograron ser elegidos-, mientras que en otros, por el contrario, antiguo cabildo indio, que sin embargo habria debido desaparecer tras
favorecieron a nuevos grupos sociales, que nunca antes habian goza- la aplicacion del nuevo régimen. En realidad, las estructur~s indias no
do de poderes jurisdiccionales, corno era el caso de los pequeiios pro- desaparecieron, sino que intentaron adaptarse al nuevo sistema para
pietarios, de los indios que no descendian de la antigua nobleza o de preservar su control sobre los recursos del pueblo, al es~a~ ~stos_ en lo
toda una serie de funcionarios subaltemos, tanto blancos corno mes- sucesivo sujetos a la administracion de los nuevos mumc1p1os hbera-
tizos. Pero, cualquiera que fuese la situacion, el nuevo sistema de les. Resulta por tanto verosimil que, en la eleccion de los nuevos con-
representacion nunca favorecio la individualizacion del voto, ya que sejeros municipales, se haya hecho uso en Alanga~i de las mis_mas
la intervencion de los votantes tenia por funcion atestar la dignidad practicas que de siempre se utilizaron en las elecc10nes del ant1guo
de un candidato - sobre el que ya se habian llegado a un acuerdo- y cabildo de indios. Semejante hipotesis se confirma por el hecho de
no la de designar a un representante en el sentido moderno del tér- que, en numerosos casos, la eleccion parroquial fue proclamada por
mino. «unanimidad de votos», lo que transformaba bien a las claras el sufra-
El analisis de los actos electorales de la segunda fase de Cadiz gio de época liberal en un acta simbolico tradicional, que tenia p~r
(1820-22) confirma esos primeros resultados, y a veces basta aumen- funcion confirmar la cohesion de la comunidad en tomo de un candi-
to la fragmentacion territorial, al menos en apariencia; ése fue el caso, dato elegido de antemano. Cabe, pues, concluir que gracias a deter-
el mas importante al respecto, de Quito; la aplicaci6n del articulo 305 minados mecanismos del sistema representativo, y a la distancia tanto
sobre el conjunto del territorio de la Audiencia le hizo perder una fisica corno politica que separaba a las sociedades americanas de las
buena parte de su poder sobre su espacio rural. Si en 1813-14 los elec- instituciones representativas de la nacion, la generalizaci6n de las
tores elegidos por las parroquias urbanas y rurales pertenecian a la elecciones fue percibida corno un instrurnento para consolidar la tra-
élite capitalina, en 1821-22, por el contrario, las elecciones en los pue- dicional autonomia comunitaria.
blos arrojaron resultados sensiblemente diferentes59, ya se tratase de
las elecciones a Cortes, que se celebraron en octubre de 1821 , o de la
eleccion de los ayuntamientos constitucionales, que se desarrollaron 4. La frontera movil
entre diciembre de 1821 y enero de 1822; los electores parroquiales y
consejeros municipales elegidos entonces no fueron ya los grandes La introduccion de la representacion politica moderna en los terri-
propietarios, sino miembros de la élite india, pequefios y medios pro- torios de la Audiencia no favorecio el proceso de construccion de la
pietarios agricolas e incluso funcionarios de bajo rango, vale decir: los nacion ni el de una soberania unica y centralizada. Como en otras par-
grupos rurales interrnedios . tes de la América hispana, se asistio, en efecto, a un proceso de apro-
Las elecciones en el distrito de la capi tal confirman que los indios piacion del nuevo modelo liberal, redefinido localmente en funcion de
participaron activamente en los procesos representativos, y que el los valores y codigos culturales en vigor en las comunidades concer-
resultado de dicha implicaci6n supuso una consolidacion de la auto- nidas. Este proceso, particularmente radical, comparado con otros
contextos, fue consecuencia del becho de que la representacion poli-
59 AHM/Q, Miscelaneos, voi. 22, inv. 0025, «Elecciones parroquiales para represen-
tica corno, y sobre todo el sufragio ampliado, fueron introducidos en
tantes en Cortes y Junta Provincia(» (octubre de 182 l ); AHM/Q, Miscelaneos, «Electores
1822», inv. 00009 «Elecciones para los ayuntamientos constitucionales de los pueblos del América no solo de manera precoz, sino también en ausencia de un
clistrito de Quito» (enero de 1822). Estas ultimas actas se hallan mezcladas con las con- contexto estatal fuerte, capaz de controlar las relaciones entre el voto
cernientes a las elecciones del nuevo congreso colombiano del mes de agosto. y sus logicas institucionales. A pesar de eso numerosos paises, inde-

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LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN
FEDERJCA MORELLI

pendizados ya de Espafia, adoptaron el sistema representativo de la mente facil para los negros en la region costera, donde, contrariamen-
Constitucion de 1812. te a cuanto sucedia en la sierra centro-septentrional, el fenomeno del
En el seno de la Audiencia, la fuerte influencia del modelo electo- peonaje (concertaje) estaba poco desarrollado y los indios trabajaban
ral de Cadiz queda demostrada por el gobierno independiente de Gua- por lo generai de jornaleros, artesanos o pescadores, cuando no se
yaquil (1820-22) 60, que al socaire de la carta de 1812 establecio un babian convertido en pequefios propietarios63 .
sufragio muy amplio: El gobierno revolucionario de Cuenca64 , por el contrario, no adop-
to un sistema representativo moderno, sino u n sistema de tipo corpo-
Sean admitidos a la elecci6n todos aquellos cabezas de familia (a rativo, en el que las corporaciones de la ciudad y de los pueblos ele-
excepci6n de los esclavos) que sean vecinos del Partido o que gian a los representantes del Consejo de la Nacion. Por otra parte, el
actualmente residan, se entiende que todo sujeto de algun caracter, Pian de Gobierno no establecia ninguna condicion de acceso al voto
que no concurra debe ser recensado, y tenido por sospechoso en las ni ningun procedimiento, precisando tao solo que el diputado debia
actuales circunstancias 61 . ser elegido por mayoria absoluta. Las actas para la eleccion del Con-
sejo muestran pues la dificultad que tuvo la revolucion liberal en crear
En Guayaquil, pues, el derecho al voto se fundaba asimismo en el un espacio politico moderno en un ambiente muy tradicional desde un
concepto de vecindad, tornado en un sentido netamente mas amplio punto de v ista cultura! y menta!; y en organizar la intervencion de
que en el caso de la constitucion liberal espafiola, puesto que no individuos iguales en el marco de una sociedad organica -en la cual
excluia a las castas del mismo - negros, mulatos y todos los de origen los derechos y deberes de cada uno dependen del lugar que ocupa en
africano-, sino unicamente a la categoria de los esclavos. Ello supo- una jerarquia social formarla por cuerpos distintos- . En efecto, los
nia una considerable extension del sufragio, habida cuenta del eleva- nuevos electos fueron tenientes pedaneos, curas, alcaldes, milicianos
do numero de negros y mulatos libres que vivian en la provincia62 . El o incluso gobemadores indios, es decir, autoridades percibidas corno
numero de esclavos empezo a disminuir a comienzos del siglo XIX, naturales por las comunidades locales65 . Ademas, los indios, por ejem-
cuando la fuerte inmigracion de indios y mestizos desde la sierra, a plo, participaban en las elecciones respetando las jerarquias de la anti-
causa de la crisis economica que la zona conocio durante el siglo gua republica de indios: los gobernadores votaban primero, luego los
XVIll, hizo menos necesaria la importacion de esclavos. Los grandes caciques, seguidos por los miembros del cabildo de indios, los man-
propietarios de la costa se decantaban por los jornaleros antes que por dones y los principales.
los esclavos, por lo que muchos de éstos adquirieron entonces la liber-
tad y se convirtieron en trabajadores asalariados o pequefios propieta- El gobemador de naturales, los alcaldes mayores y demas mando-
rios. La revolucion de Guayaquil ofrecio pues la posibilidad de inte- nes eligieron al rnisrno seiior comisionado teniente de este pueblo,
don Antonio Moreno, y todos los vecinos que se ballaron presentes
grar a los negros y los mulatos en el cuerpo electoral de la provincia,
cada uno de por si y a una voz, dieron su voto al rnismo sefior don
dado que en su mayoria satisfacian las condiciones de vecindad: for- Antonio Moreno en pluralidad y generalmente para d iputato del
maban parte de las milicias, eran padres de familia y trabajaban corno Consejo de Sanci6n para la capitai de la ciudad de Cuenca66 .
artesanos o agricultores. Al igual que para los indios, cuyo numero
habia aumentarlo considerablemente, el acceso al voto fue relativa- 63 M. T. Hamer ly, op. cit., pags. I 02-105.
64 Cf. cap. I, par. IV.
65 «Actas de las elecciones de diputados del pian de gobiemo de la provincia libre e
60 Cf. cap. I, par. IV.
61 independiente de Cuenca», Revista del Archivo Nacional de Historia, secci6n del Azuay,
«Convocatoria al primer colegio electoral», art. 6.0 (Guayaquil, I0/10/ 1820), in:
n.0 I, Cuenca, 1979, pags. 153-193.
«Documentos de la independencia», op. cit., pags. 74-75. 66 «Acta electoral del pueblo de Sigsig» (12/ 11/ 1820), en: «Actas de las elecciones
62
Basandonos en un censo de 1790, los pardos (negros y mulatos libres) de la pro-
de diputados del pian de gobiemo de la provincia libre e independiente de Cuenca», op.
vincia de Guayaquil constituian el 45% de la poblaci6n, rnientras que los esclavos solo el
cit., pag. 156.
5,8%. Cf. M. T. Hamerly, op. cit., pags. 102-1 05.

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FEDERICA MORELLI LA REVOLUCIÒN DE LA REPRESENTACIÒN

Con todo, la reaparicion de practicas antiguas no debe interpretar- vicepresidente, a los senadores del departamento y a los representan-
se corno una vuelta al pasado, sino mas bien corno una consecuencia tes de la provincia en el congreso. Las elecciones municipales, por su
del sistema electoral de Cadiz mismo, que habia dejado un amplio parte, se celebraban anualmente: en diciembre, los electores parro-
margen de interpretacion a las sociedades locales en la aplicacion de quiales elegian a los electores del canton, quienes por mayoria abso-
sus directivas. A este respecto, recordemos que la Constitucion de luta elegian a los miembros del ayuntamiento69 .
1812 no fue una excepcion en su época. De hecho, las normas de los El analisis de ciertas actas electorales de la época de la Gran
sistemas legislativos del siglo XIX por lo generai solo afectaban a Colombia nos confirma que, en la sociedad hispano-americana, la
unas areas del proceso electoral, guardando en cambio silencio sobre capacidad de penetracion de la representacion politica liberal fue
otros procedimientos de importancia no menor, corno, por ejemplo, mucho mas fuerte de lo que se habia imaginado hasta ahora, y pone
los concernientes a la seleccion de las candidaturas. Eran ésos espa- en solfa el caracter oligarquico de estos sistemas politicos. As i, los
cios que el sistema representativo dejaba a la practica politica, y que documentos electorales del distrito de Quito demuestran, una vez mas,
en cuanto tales no podian ser considerados corno desvios o corrupcio- que los indios participaron ampliamente en las elecciones70, y que se
nes de la norma, sino mas bien corno su efectiva concrecion. utilizaron muchas practicas de la era liberal espafiola, entre ellas y en
El sistema representativo de la Gran Colombia también se cons- particular el voto comunitario unanime, ya que permitia integrar al
truyo a partir del modelo de Cadiz, y pese a las numerosas interven- voto incluso a aquéllos que no reunian las condiciones para ser elec-
ciones de Bolivar a favor del sufragio restringido la constitucion tores, pero que en tanto que miembros de la comunidad tenian dere-
colombiana de 1821 no introdujo requisitos demasiado restrictivos cho a participar en las decisiones colectivas 71.
para el acceso al voto67. La introduccion de una barrera censitaria, en La participacion en el voto se amplio hasta tal punto que las élites
efecto -la posesion de un bien inmueble de un val or no inferi or a 100 criollas de las principales ciudades empezaron a considerarla una
pesos-, se compensaba mediante el ejercicio de una profesion inde- amenaza, pues la dificultad de controlar las dinamicas electorales voi-
pendiente, lo que a fin de cuentas conducia a un concepto bastante via incierto el resultado del sufragio. De ahi que requiriesen con insis-
proximo al de vecino. Ademas, la Constitucion colombiana, corno la tencia una reforma del sistema electoral, la cual, sin embargo, no lle-
de Cadiz, dejo finalmente dos de las principales responsabilidades - la garia hasta el final de la época colombiana, durante la convocatoria de
verificacion de las condiciones que daban derecho a voto y la misma un congreso constituyente en 1829. La ley que regulaba los requisitos
organizacion de las elecciones- a Ias sociedades locales, puesto que
fueron delegadas a las asambleas parroquiales, presididas por el alcal- 69
Arts. 75-86 de la «Ley de regimén politico» (8/3/1825), en A. Noboa (ed.), op. cit.,
de y por cuatro testigos de buen crédito, esto es, personas respeta- pags. 86- I09.
bles68. El texto colombiano introdujo también un sufragio indirecto a 70 AHM/Q, Miscelaneos, «Electores 1822».

dos vueltas, tanto para las elecciones politicas corno para las munici- 71
La participac.i6n de los excluidos en los procesos electorales era también una
pales. En el primer caso, quienes tenian derecho de voto elegian cada caracteristica de los regimenes censitarios, corno lo demuestran algunos estudios sobre el
sistema electoral inglés luego de las reforrnas de 1832. De acuerdo con los mismos, e! sis-
cuatro afios a los electores del canton, que mas tarde se reunian en e! tema inglés mantuvo hasta fina les del siglo XIX un modelo de representaciòn fundada no
lugar principal del mismo para elegir al presidente de la republica, al en los individuos, sino mas bien en una serie de comunidades. A pesar de la debilidad
numérica de quienes tenian acceso al voto, resultado de una larga evoluci6n històrica
cuyas raices se remontan hasta el constitucionalismo medieval, fue capaz de proporcionar
67
Para votar en las asambleas p1imarias - las asambleas pan-oquiales- se requeria: ser tma representaciòn vita! a multitud de intereses por medio del derecho de la plebe a hacer
colombiano, estar casado o tener mas de 21 afios, saber leer y escribir (requisito ése que procesiones, a reunirse para lanzar insultos los dias de elecciones, de votar a mano alza-
permaneciò suspendido hasta 1840), ser propietario de un bien inmueble de valor no infe- da en la asamblea plenaria de los electores e! dia precedente a los nombramientos. Los
rior a I 00 pesos o bien ejercer un trabaj o independiente y poseer una casa o un taller sin aspectos carnavalescos y «con-uptos» del sistema tenian por efecto asociar a Los excluidos
estar suj eto a nadie. Cf. art. 15 de la Constituciòn de Colombia de 1821, en Aurelio Noboa del sufragio en las decis iones adoptadas por los detentadores de la franquicia. Cf. Euge-
(ed.), Recopilacion de las Leyes del Ecuador, op. cit., voi. I, pags. 15-56. nio Biagini, «Rappresentanza virtuale e democracia di massa: i paradossi della Gran Bre-
68
Cf. art. 23 de la Constituciòn de 182 1. tagna vittoriana», Quaderni Storici, n. 0 69, Bolonia, I988, pags 809-838.

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FEDERICA MORELLI LA REVOLUCI6N DE LA REPRESENTACI6N

a satisfacer para poder elegir a los representantes al congreso hizo los estudios sobre el sistema electoral ecuatoriano en el siglo XIX se
entonces pasar de 100 a 180 pesos la renta anual minima exigible para han limitado hasta ahora al analisis de las fuentes legislativas y de los
ser votante, introduciendo asi un fuerte limite de naturaleza censitaria resultados electorales, sin que se haya tenido en consideracion el
que no podia ya ser compensada por el ejercicio de una profesio~ modo en el que la sociedad se articulaba en tomo al voto 75 . Las inves-
independiente72 • Con todo, uno de los elementos fundamentales de la tigaciones mas recientes, tanto en Europa _corno en América Latina,
definicion de cuerpo electoral quedo en manos de las comunidades han demostrado que la interpretacion convencional que presenta al
locales, puesto que la junta parroquial siguio siendo soberana en la liberalismo del XIX corno un cuerpo de doctrinas puramente indivi-
materia. Por ello, la exclusion de los indios del voto no fue automati- dualistas es erronea, pues no permite comprender la dimension comu-
ca, y algunos funcionarios siguieron inquiriendo si en tanto que miem- nitaria de los procesos electorales, siendo fondamenta!. Las eleccio-
bros de la comunidad, de vecinos por tanto, aquéllos debian o no tener nes, en efecto, no tenian por funcion representar politicamente a la
acceso al voto73 . Es por tanto posible que, pese a la limitacion oficial sociedad, sino mas bien activar mecanismos de intercambio y de legi-
del sufragio, la larga tradicion de participacion en los procesos elec- timacion reciproca entre un centro de formacion reciente y periferias
torales haya perdurado. con una identidad mucho mejor definida: y por ende reticentes a
La nueva Constitucion de la Gran Colombia, promulgada al inicio renunciar a sus privilegios y a su soberania.
de 1830, asi corno las primeras constituciones del nuevo Estado ecua- La fuerte limitacion del sufragio durante el siglo XIX ecuatoriano
toriano, que se formo unos meses mas tarde, confirman esta tendencia ha empujado probablemente a numerosos historiadores a pensar que
a la limitacion del sufragio74 . La precoz difusion del voto, en efecto, las comunidades siempre habian sido excluidas de las elecciones. De
habia obligado a las élites criollas a dar con una solucion que invirtie- hecho, con la Constitucion de 1830, la nueva republica adopto un
se la tendencia a la fragmentacion territorial generada por la amplia sufragio muy restringido, limitado unicamente a quienes supieran leer
participacion electoral. Contrariamente a lo sucedido en Europa, y escribir76 . Ahora bien, mientras que el requisito censitario se supri-
donde el liberalismo era monopolio exclusivo de una élite restringida m.io en la Constitucion de 1861, el de la alfabetizacion, que privaba
y donde el problema fue el de extender el voto a una sociedad antafio del derecho al voto a la inmensa mayoria de la poblacion, permanecio
èxcluida del mismo, en la América hispana el problema fue canalizar en vigor durante todo el siglo XIX y buena parte del XX. No obstan-
la dinamica electoral para consolidar el centro de Ios nuevos Estados. te, los estudios acerca del requisito de la alfabetizacion dejan traslucir
Sin embargo, la limitacion del sufragio no produjo una exclusion con claridad que no ha de considerarse dicha variable corno depen-
automatica de las comunidades locales de los procesos representati- diente de los poderes publicos, dado que determinadas estrategias
vos. El estudio del tema, empero, ha de proseguir todavia, puesto que colectivas (familiares, de grupo o étnicas) jamas cesaron de intervenir
en su definicion. Hay otros elementos que vienen a con.firmar la exis-
72
~ I art. 2 del decreto establecia que para ser votante parroquial se requeria: ser tencia de cierta participacion en los procesos representativos, mas
colomb1ano, estar casado o tener mas de 25 ai'ios, ser vecino o empleado publico, tener amplia de cuanto cabria creer de limitamos al plano normativo. Por
una renta anua l de 180 pesos -provenieotes de no importa qué propiedad o profesiòn-
(«Decreto sobre elecciones para el Congreso Constituyente », Gaceta de Colombia n.0
75 Cf. por ejemplo Ernesto Alban G6mez, «Evoluci6n del sistema electoral ecuato-
400, 15/2/1829). '
73 riano», El proceso electoral ecuatoriano, Quito, 1989, pags. 47-62; Rafael Quintero, «El
. Cf. por ej emplo el caso del pueblo de Zambiza (Quito), donde Ios presideotes de
la Junta e lectoral requirieron esclarecimientos sobre el voto de los indios al prefecto del caracter de la estructura institucional de representaci6n politica en el estado ecuatoriano
departamento. AHN/Q, Fondo Especial, caja 263, lib. 654, doc. 97, «Oficio dirigido por del siglo XIX», Segundo Encuentro de Historia y Realidad Economica y Socia/ del Ecua-
los seiiores José Espinosa y Ramon Escobar al seiior generai prefecto del departamento» dor, Cuenca, 1978, pags. 2 19-266.
76 El articulo 12 de la Constituc i6n de 1830 establece que para tener acceso al voto
(Zambisa, 22/5/1829).
74
La Constituciòn colombiana de 1830, que nuoca lleg6 a aplicarse, establece que se requeria estar casado o tener mas de 22 ai'ios, tener una renta de 300 pesos o bien ejer-
para votar se requeria ser colombiano, estar casado o tener mas de 2 1 ai'ios, tener una pro- cer una profesiòn independiente, saber leer y escribir. A partir de la Constituciòn de 1835,
p1edad cuyo valor se elevase a 300 pesos o bien ejercer una profesiòn que produjese una e! valor de la re nta ex.igible fue reduc ido a 200 pesos, y la edad progresivamente dismi-
renta anual de 150 pesos (art. 14). A. Noboa, op. cit., voi. lll, pags. 6 1-99. nuida basta llegar a los 18 aiios.

128 129
FEDERICA MORELLI

ejemplo, la estructura de apoyo a una candidatura era una practica que


integraba a la eleccion a una buena parte de la poblacion excluida del
sufragio. Incluso si la iniciativa de la campana electoral a favor de un
candidato provenia de los notables de las ciudades principales, acaba-
ba extendiéndose generalmente a los pueblos rurales, y la candidatura
solo devenia efectiva una vez reunidas todas las proclamaciones de las
asambleas ~ocales, firmadas por todos los presentes. La designacion
de un candidato se efectuaba pues de manera que éste no apareciese
corno candidato de partido, sino corno emanacion de la voluntad de
los pueblos.
Al dejarse la verificacion de los requisitos a satisfacer para tener CAPiTULO III
acceso al voto en manos de las juntas parroquiales -que disponian de
toda la a~toridad en la materia77-, la fuerte limitacion del sufragio no LA GUERRA SOCIALIZADA
fue segmda de una mas amplia intervencion del Estado en la identifi-
cacion del cuerpo electoral, y el sufragio siguio siendo un acto colec-
tivo ?~ las asambleas ?arroquiales. De hecho, la utilizacion del regis-
tro c1v1co para deterrmnar el cuerpo electoral se introdujo por vez pri-
mera con la promulgacion en 1861 de una nueva ley electoral. Ello 1. El sistema defensivo imperial
nos mu~stra que durante buena parte del siglo XIX el sistema politico
ecuatonano se mantuvo sobre un modelo de representacion fundado Al asomamos a la historia militar latino-americana percibimos
no en .individuos, _sino en comunidades. Desde esta perspectiva, el que hay un neto contraste entre la época colonial y la que siguio a la
c~so 1?spano-amencano puede ayudarnos a reconsiderar las experien- independencia. Con anterioridad a los movimientos de emancipa-
cias hberales europeas, y a comprender qué haya sido en concreto el cion, y al contrario de la experiencia europea, los territorios ameri-
liberalismo a lo largo del siglo XIX, mas alla de los mecanismos for- canos no habian conocido guerras o conflictos a gran escala, sino
malizados en los modelos constitucionales, que se presentan corno episodios esporadicos y localizados de violencia, provocados por los
fundamentalmente individualistas. El analisis de las experiencias elec- ataques de Estados extranjeros sobre las costas y en las islas del
torales liberales en Europa y en América Latina puede ayudamos, en Caribe, por las rebeliones indias o también por algunas insurreccio-
suma, a afrontar el liberalismo corno una «frontera movil» entre las nes antifiscales. Las guerras de independencia marcaron por tanto el
sociedades del Antiguo Régimen y las sociedades individualisto-pro- comienzo de una movilizacion sin precedentes: desde 1810, socieda-
pietarias de tipo modemo78_ des que no estaban habituadas a la violencia se hallaron implicadas
en una serie infinita de rebeliones y guerras. Ese aumento en el grado
77 de violencia no solo supuso un alza de los impuestos para la socie-
«La junta parroquial tiene facultad para decidir las dudas que ocurran sobre cali-
d~des d_e los sufrag~tes y las quejas que se susciten sobre cohecho, seducci6n y violen- dad locai, sino asimismo una implicacion mas amplia y mas directa
cia. La Junta parroqwal esta autorizada para repeler el voto de los que notoriamente carez- de la misma en la organizacion de las fuerzas armadas, la participa-
can de los requisitos constitucionales para ejercer el derecho de sufragante; para exigir cion en los conflictos, la produccion de armas, etc. Ahora bien, el
prueb_as a aqu~llos respecto ~e quienes tenga dudas de si pueden o no ejercer; para oir y papel particularmente activo jugado por los poderes locales durante
dec1dir!as queJas_o reclamacwnes que se bagan sobre que alguno carece de los requisitos
las guerras del siglo XIX fue en gran parte resultado del proyecto de
necesanos para eJercer este derecho». Arts. 7-8 de la «Ley sobre elecciones» (28/9/1830)
en Noboa, op. cit., voi. III, pags. 244-255. ' militarizacion introducido por los Borbones en la segunda mitad del
78
Definici6n dada por Antonio Annino y Raffaele Romanelli en la introducci6n del siglo XVIII, a fin de defender las colonias contra las amenazas tanto
volurnen «Notabili, Elettori, Elezioni», Quaderni Storici, n.0 69, 1988, pags. 675-684.
intemas corno extemas.
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FEDERICA MORELLI LA GUERRA SOCIALIZADA

Hasta el siglo XVIII no hubo un verdadero ejército. americano en dicbo sistema no favoreci6 ningun refuerzo del poder del Estado sobre
Jas colonias. Las guarniciones, concentradas en las regiones costeras, el territorio, por cuanto el proceso de militarizaci6n no se hizo en
estaban formadas por un reducido numero de individuos que no sobre- detrimento de los poderes sociales end6genos. Los estudios sobre el
pasaban Jas 5 6 6 mii unidades para el conjunto del continente. En ejército americano han demostrado, en efecto, que el cuerpo de ofi-
consecuencia cuando e! territorio colonia! sufria amenazas, la Coro- ciales fue progresivamente americanizado. Pese a los criterios bastan-
na debia rec~rrir al envio de regimientos y batallones peninsulares, te restringidos de selecci6n, fundados en la limpieza de sangre, los
conocidos bajo el nombre de ejército de refaerzo 1• La aparici6n de un titulos de nobleza y un estilo de vida distinguido, con el tiempo los
verdadero ejército americano a lo largo del siglo XVI11 fue el resulta- mismos darian lugar a un problema muy serio: dado que la nobleza
do de un largo proceso que habia comenzado en Europa a finales del espafiola bacia su servicio en el ejército peninsular, y que las Indias no
siglo XVII, cuando los aparatos estatales de los diversos paises l?gra- contaban con un numero suficiente de nobles para colmar todos los
ron ejercer una mayor autoridad sobre las fuerzas armadas ~~c1as al sectores del ejército, mientras que, en cambio, eran numerosos los
mejor contro! de los métodos de reclutamiento. La reforma ~1h~~r que criollos que demandaban convertirse en oficiales, acab6 por estable-
conocieron las colonias fue precedida pues por la reorgan1zac1on del cerse una equivalencia entre nobleza de sangre y nobleza de becbo4 .
ejército peninsular, que basta fines del siglo XVI11 habia pe~anecido Ello abri6 las puertas del ejército americano a los criollos y, debido a
compuesto en gran parte por milicias procedentes de los d1f~rentes la naturaleza esencialmente defensiva del mismo, el vinculo de los
paises de la monarquia. La guerra de. sucesi6n,. c?n la ~cupac16n del oficiales con el sistema economico y socia! locai no cambiò: sirvien-
territorio espafiol por ejércitos extranJeros, obhgo al pruner rey bor- do en su lugar de residencia, pudieron mantener sus actividades pro-
b6n, Felipe V, a reformar por completo el ejército, ~ntroduciendo un ductivas o comerciales. Ahora bien, ese vinculo entre carrera militar y
sistema de conscripci6n obligatoria, elemento radicalmente nuevo actividad profesional y socia!, que favorecia la utilizaci6n de métodos
solo presente por entonces en los ejércitos mas. mo?,emos de Europa2 . de reclutamiento «personales», tuvo una consecuencia fundamental.
No obstante, en las colonias, la reorgamzac10n de las fuerzas Los miembros de la élite criolla, en raz6n de su prestigio y de sus
armadas sigui6 un diverso itinerario. Los problemas financieros y la redes clientelares, podian reclutar de hecho a numerosos hombres para
imposibilidad, debido a las numerosas guerras en ~~opa, de despla- el ejército y las milicias, corno qued6 demostrado en las guerras de
zar a las fuerzas regulares peninsulares basta Amenca, forzaron a la independencia. A este proposito, subrayemos que, pese al desarrollo
Corona a recurrir a los americanos, quienes se vieron implicados en la de los ejércitos profesionales y de los métodos de conscripci6n, tales
reorganizaci6n del sistema defensivo por medio de su partici~aci6n en modelos habian pervivido en la Europa del siglo XVIII 5.
e! ejército regular y en las milicias. El nuevo. modelo, ~xpenmentado La existencia de tal modelo militar basado en la relaci6n
al principio en Cuba antes de que se le extend1era paulatm~me.n~e a los sefior/subdito de tipo feudal se evidencia aun màs en el caso de las
demàs territorios del continente3 , giraba alrededor de un pnnc1p10 fun- milicias. Mientras que en Europa tales cuerpos, introducidos a finales
damental: articular en tomo a algunas unidades seleccionadas de ofi- del siglo XV para poner remedio a los problemas financieros de los
ciales y soldados provenientes de Espaiia otras unidades militares diferentes Estados, fueron paulatinamente reemplazados por ejércitos
criollas y un cuerpo de milicias. Mas contrariamente al caso europeo, profesionales basta que a comienzos del siglo XVIll se produjo su

1 Juan Marchena Fernandez, Oficiales y soldados en el ejército de América, Sevilla, 4


«Los coroneles se escojeran entre los mas calificados y titulados de cada partido ...
I 983, pag. 52. . . los demas jefes y oficiales entre los caballeros hidalgos y los que viviesen notablemente
2 Para Io concerniente a la reorganizaci6n del ejército espaiiol, cf. Antonio Domm- aunque fuesen hijos de comerciantes ... los sargentos entre los que se hallasen mas a pro-
guez Ortiz, Sociedad y Estado en el siglo XVlll espaiiol, Madrid, 1976, Y José Ram6n p6sito sin exigirles otra calidad ... los soldados, de entre los vecinos de todo estado y con-
Alonso, Historia y politica del ejército espaiiol, Madrid, !974 . . , dici6n ... »; citado por J. Marchena, op. cit., pags. 33-34.
3 Allan J. Kuethe, «Tue Early Reforrns ofCharles IIl m New Granada», op. c1t., pags. 5 M . S. Anderson, War and Society in Europe of the Old Regime, 1618-1 789, Lei-
34-35. cester, 1988, pags. 46-49, 12 1-1 23.

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LA GUERRA SOCIALIZADA
FEDERICA MORELLI

desaparicion, en América los Borbones fueron los primeros en intro- en su capacidad burocratica de controlar a dichos cuerpos armados.
ducirlos. AI igual que en Europa, donde se crearon a fin de defender En un contexto asi, la lealtad era un elemento particularrnente impor-
las costas y las rutas comerciales, y en caso de extrema necesidad tante, y en los casos en que los poderes locales hubiesen perrnanecido
reemplazar las guamiciones6, la introduccion de milicias en América mas fuertes que el poder centrai, la institucion y difusion de las mili-
tuvo corno objetivo armar y organizar a la poblacion civil en caso de c~as po~a revelarse peligrosa. Tal y corno habia acaecido en la pro-
invasion extranjera. No se trataba de militares, sino de una reserva uti- pia Espana, donde e! Estado se habia visto constrefiido desde e! siglo
lizable solo en caso de necesidad; pero la Corona creo un vasto siste- XVI a depender de las municipalidades, los nobles y la Iglesia en la
ma de milicias, divididas en regimientos batallones y compafiias, que organizacion y la fmanciacion de dichos cuerpos 8, las milicias ameri-
comprendia a todos los hombres validos entre los 15 y los 50 afios. En canas por lo generai fueron reclutadas y financiadas por los munici-
cada provincia, subinspectores -oficiales por lo generai del ejército pios o los grandes propietarios agricolas, que reclutaban a sus hom-
regular- iban de ciudad en ciudad, censando y clasificando la pobla- bres a través de las redes corporativas o clientelares y les aprovisio-
cion segun criterios territoriales, étnicos, profesionales, con miras a naban de ropa, viveres y armas. El proceso de militarizacion, por
distribuir los cargos de capitan, teniente o corone! a las personas mas tanto, llevo a un refuerzo de la autoridad de los cuerpos territoriales
distinguidas. Se creo asi una enorme maquinaria, compuesta de cien- tradicionales, al acceso por parte de los criollos a nuevos cargos y a
t~s de_unida~es, financiadas a menudo por las corporaciones o los pro- una extension de los privilegios a nuevos segmentos de la sociedad.
p1etanos agncolas, que procedian al reclutamiento de los miembros de Alejadas de los cargos politicos, las élites criollas lograron mantener
«sus» milicias y de miles de soldados diseminados por todo el territo- su poder sobre la sociedad gracias a la ocupacion de puestos en el ejér-
rio americano. cito y las milicias.
Al objeto de atraer a los criollos a las milicias se les dio a cambio La reorganizacion defensiva de la Audiencia de Quito se inscribe
el fuero militar, esto es, la inmunidad juridica frente a los tribunales en el cuadro de la del virreinato de Nueva Granada, cuyo objetivo era
civiles y p~nales. Se trataba de un estatuto juridico especial, original- ante _todo la de~ensa de las ?ostas caribefias contra los ataques de las po::'
mente destmado a tratar los asuntos a los encausados de las fuerzas tencias extranJeras. SemeJante objetivo estratégico, que preveia una
armadas pagadas por la Tesoreria Real, y cuya extension a los oficia- amplia ~resencia ?e.
veteranos en la parte septentrional de la region,
les ~e las milicias americanas, al permitirles escapar a la justicia ordi- presenc1a tanto mas unportante cuanto que los criollos habian sido ex-
nana y al transformarles en jueces de sus subordinados, produjo pro- cluidos de los cargos militares en beneficio de miembros de las clases
fundas consecuencias sobre la sociedad locai. Enrolarse en las mili- inferiores (mestizos y mulatos incluidos) trasla revuelta de los comu-
cias implicaba, pues, junto a la posesion de armas, la posibilidad de neros de 1780, paso en cambio por alto los cuerpos defensivos de la
go~ar de ~umerosos privilegios, de acrecentar su prestigio y su repu- ~udi~?cia, _q_ue fueron a_ parar a manos de las élites criollas. La reorga-
tac1on socia!, tal y corno lo describio el baron Von Humboldt durante ruzac10n rmhtar de la m1sma comenzo por Guayaquil, cuya estratégica
su viaje a América7 . De ahi que tal institucion se basara por entero posici6n exigia de modo imperioso una defensa particularrnente fuerte
tanto en la confianza acordada por los gobiemos a sus territorios corno y eficaz;. se instituyo asi una compafiia de infanteria del ejército regu-
la~, _s~giuda desde 1774 de la introduccion de numerosos cuerpos de
6
Con la_introducci6~?~ las milicias, casi todos los hombres de un pais, a excepci6n
m1hc1anos, en cuya formacion el virrey Guirior introdujo tres noveda-
del cler~,.tuv1eron la ?os1b1bdad de poseer armas con Jas que defender sus propiedades o des de consideracion respecto al modelo basta entonces seguido en las
sus fan:uhas , las prop1edades de las comunidades rurales o Jas ciudades. J. R. Raie, War restantes regiones costeras de Nueva Granada: !levo a cabo una amplia
and ~ociety in Reinassance Europe, f4~0-1620, Leicester, I 985, pag. 74. reduccion del numero de veteranos, modifico el sistema de inspecci6n
. Al~xande~ von Humboldt y Aime Bonpland, Persona/ Narrative of Travels to the
E_qumoctial Reg10n ofAmerica during the Years 1799- 1804, 3 vols., Londres, 1852-1853; y vendio abiertamente los cargos de oficial de las nuevas milicias. Por
c1t. por Juan Mar~hena Femandez, «The Socia) World of the Military in Peru and New
0anada», en J. F1sher, A. J. Kuethe, A. McFarlane (dirs.), Reform and Jnsurrections , op. 8 M. S. Anderson, op. cit., pag. 20.
Cl!., pags. 54-96.

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FEDERICA MORELLJ
LA GUERRA SOCIALIZADA

consiguiente, se estableci6 un estrechisimo vinculo entre la élite colo- regimientos de infanteria de Quito y Cuenca, asi corno el de dragones
nia! y estos cuerpos armados, cuyos capitanes y subtenientes pertene- de la capitai. En Guayaquil desmantel6 las unidades de pardos y reuni6
cian casi en su totalidad a los hijos de Jos miembros del cabildo, mu- en una sola las compaiìias de artilleria e infanteria.
chos de ellos destinados a convertirse pronto en alcaldes, regidores o
incluso miembros de la administraci6n fiscal 9 . El cargo de oficial de la'
milicia representaba pues un medio de ascenso social tan atractivo que Tabla 3: Las fuerzas armadas de la Audiencia de Quito en 1783 12
el capita.o Salcedo, encargado de formar Jas milicias en el distrito, fue
constre:iiido a constituir diversas compaiiias. Asi, en 1782, el numero
de milicianos blancos de la ciudad se elevaba a mas de 1.700, mientras CUERPOS MILITARES UNIDADES
que un censo de la época daba cuenta de un tota] de unos 3. 700 blancos
para el conjunto de la provincia, incluidos mujeres y nifios 10 • Los car- Ejército
gos de oficiales, cuyo precio correspondia en Guayaquil al coste de los
Compafiia de infanteria (Guayaquil) 100
uniformes de la compafiia, también fueron puestos en venta en las mi- Tres compaiiias de infanteria (Quito) 225
licias de los pardos (negros y mulatos), y también en este caso la fuer-
te demanda impeli6 a Salcedo a formar numerosas unidades. Una tal Tota! 325
practica, va de suyo, condujo a una fuerte personalizaci6n de las rela-
ciones entre las tropas y sus oficiales, y contrariamente a cuanto pudo
Milicias
suceder en otros lugares 11 , los estrechos vinculos que la reforma mili-
tar forj6 entre los oficiales y los dirigentes civiles impidieron que en Batallòn de infanteria de los blancos (Guayaquil) 585
Guayaquil estallaran conflictos jurisdiccionales entre fuerzas armadas Batallòn de infanteria de los pardos (Guayaquil) 585
e instituciones politicas locales. Cuatro compafiias de dragones de los blancos (Guayaquil) 240 I
Esas caracteristicas del proceso de militarizaci6n se hallan igual- Compafiia de artilleria de los blancos (Guayaquil) 65
mente en Quito yen las demas ciudades de la sierra, donde e! presiden- Compaiiia de artilleria de los pardos (Guayaquil) 65
te Le6n y Pizarro cre6 numerosos cuerpos de milicianos (cf. tabla 3). Regimiento de infanteria (Quito) 900
Alli, corno en Guayaquil, el mando de tales tropas recay6 en los miem- Regimiento de dragones (Quito) 360
bros mas distinguidos de la élite quitefia, tales corno el conde de Selva Compafiia de artilleria (Quito) 50
Florida, Joaquin Sanchez de Orellana (hijo del marqués de Villa Ore-
Batallòn de infanteria (Riobamba) 450
llana), el marqués de Miraflores, Manuel de Villavicencio, o incluso el Batallòn de infanteria (Cuenca) 450
marqués de Selva Alegre. La difusi6n de las milicias a través de la Au- Tres compaiiias de infanteria (Guaranda) 150
diencia fue tan amplia que en la segunda mitad de los afios ochenta, y Dos compaiiias de infanteria (Ibarra) 100
vistos los resultados del censo de 1784, el v irrey decreto una reducci6n Dos compafiias de infanteria Loja) 100
draconiana. El inspector generai del ejército, el corone! Zejudo, proce- Compafiia de infanteria (Ambata) 50
di6 entonces a la disoluci6n de la totalidad de las milicias creadas en la Total 4.150
sierra por Le6n y Pizarro y su sucesor, Villalengua, a excepci6n de los

9
Allan J. Kuebte, Reforma militar y sociedad en la Nueva Grenada,1773-1808, A pesar de la reducci6n del numero de milicias a finales del siglo
Bogota., 1993, pag. 159.
io Jbid. , pag. 162. XVIII, la Audiencia de Quito representa uno de los casos mas signifi-
11
Cf. por ejemplo los casos de Cartagena y Popayan, también analizados por Kuet-
be, op. cit. 12
Fuente: A. J. Kuethe, op. cit., pag. 401.

136 137
LA GUERRA SOCIALIZADA
FEDERICA MORELLI

res Ministros para el logro de sus plazas, en términos, que de la


cativos del vinculo existente entre el proceso de militarizacion y la so- nobleza de Quito acaso no ha quedado una fam.ilia sin el honor de
ciedad. La monopolizacion de los cargos de oficiales del ejército y de tener un oficial en la insurrecci6n 16 •
las milicias por la élite criolla demostro que la casi totalidad de las fuer-
zas de la region se hallaba bajo el contro! de los americanos; lo que esta El mismo procedimiento se adopto durante la organizacion de las
en la raiz de la ulterior transformacion de los movimientos de indepen- fuerzas armadas de la segunda junta, que creo un batallon de siete
dencia en verdadera guerra civil; y es que, con excepcion de algunas compafiias llamado «Voluntarios de Fernando VII», una compafiia de
tropas enviadas por Espafia entre 1811 y 1820, las fuerzas en presencia, artilleria y dos de caballeria17. A estos cuerpos acababan de agregarse
fueran realistas o independentistas, eran esencialmente americanas. las milicias formadas por las corporaciones de la ciudad (los barrios,
la universidad, los comerciantes, las comunidades indias), dirigidas
por miembros de _la élite quitefia, corno Nicolas de la Pefia, Bernardo
2. La extension del fuero militar de Leon y Carcelén, Manuel Mateu, hermano del conde Pufioenrostro,
a excepcion del batallon de indios, que tenia al mando a Manuel Cai-
A lo largo de las guerras de independencia, el sistema adoptado cedo, hijo del obispo de Quito (cf. tabla 4).
tanto por los independentistas corno por los realistas fue el de las mili-
cias introducidas por los Borbones, cuya consecuencia sociologica
mas relevante fue la de conducir a una amplia difusion delfaero mili- Tabla 4: Milicias urbanas de Quito durante la segunda junta 18
tar sobre el territorio debido a la difusion de las guerras.
En el caso del gobiemo revolucionario de Quito, los primeros cuer- Cuerpo de proveniencia
Milicias
pos milicianos se crearon en 1809, durante la institucion de la primera
junta13 . Ese ejército, la «Falange de Fernando VII», compuesta seguo Tropa de Cuchilleros Barrio de San Roque
las fuentes de cuatro batallones de 900 hombres cada uno 14, fue reclu- Tropa de Voluntarios del Comercio Comerciantes
tarla entre los militares de los cuerpos ya existentes, cuyos mandos, de Tropa de los Colegiales Voluntarios Universidad
19 oficiales, 17 eran criollos 15, se habian uni do a la junta desde el co- Bata116n de lndios Comunidades indigenas urbanas
mienzo de la insurreccion, y pennitio a una buena parte de la élite crio-
lla de Quito, a la excluida del reparto de los cargos politicos especial-
mente, el acceso a los cargos publicos. A ellos aspiraban muchos crio- Cada cuerpo tenia un uniforme que le distinguia de los otros:
llos, al igual que durante el periodo borbonico: Hicieron los [indios] por su Jefe al Provisor de Quito don Manuel
Caicedo, el cual vestido de Abate y con los tres galones de Coro-
Dieron principio a la recluta de tropas en este Corte y pueblos nel, se presentò con 625 de estos indios uniformados al presidente
inmediatos: nombraron la oficialidad de plana menor, corno Capi- Ruiz de Castilla, el dia 20 de enero ultimo. El uniforme es traje
tanes, Tenientes, Subtenientes en que eran preferidos aquellos per- antiguo de los indios, con banda de seda bianca 19•
sonajes que habian hecho algun servicio en la noche memorable,
corno el puca Ante, que contribuy6 con 400 pesos para sobomar la
tropa. Era de ver la multitud de pretendientes alegando méritos 16
Ibid. , carta m.
17 «Oficio de Carlos Montufar al Consejo de Regencia» (Quito, 21 / 10/1 810), cit. por
valiéndose de influjos, y aun sobomando a las queridas de los seno-
Alfredo Ponce Ribadeneira, op. cit., pags. 214-216.
18 AGI, Quito 257, «Informe del Procurador Nunez del Arco de los empleados y mas
13 «Acta de la lndependencia celebrada el 10 de Agosto de 1809», op. cit., pag. 45. personas implicadas en la rebeliòro>.
14 AGI, Estado 72, n. 0 64, «Memoria de la Revoluci6n de Quito en cinco cartas escri- · 19 «Informe del Gobernador de Guayaquil al Ministro de Gracia y Justicia sobre
tas a un amigo» (Quito, 25/10/ 1809), carta I. varios acontecimientos de Quito» (Guayaquil, 15/2/ 1811), en A. Ponce Ribadeneira, op.
15
AGI, Quito 257, «Infonne del Procurador Nùiiez del Arco de los empleados y mas cit., pags. 222-223.
personas implicadas en la rebeli6n».

139
138
FEDERICA MORELLI LA GUERRA SOC!ALIZADA

Ademas, la junta, inspirandose claramente en la época romana, Jar el territorio los corregidores necesitaban de la ayuda de subalter-
creò nuevos actores, corno los «capitanes de barrio» o los «tribunos de nos raz6n por la cual se sirvieron generalmente de jueces o tenientes
la plebe», que tenian por funci6n la de reclutar a los hombres para la pedaneos, cuya funci6n consistia en controlar la administraci6n ~e los
2
milicia y la de incitar a la multitud en caso de necesidad, mas también pueblos. En efecto, la capacid~d de contro~ ~e la mano de obra ?' de
la de mantener el orden y refrenar los turnultos. La mayor parte de los las dinarnicas locales de aquellos fue utthzada durante el penodo
mismos eran de extracci6n socia] media. El papel desempeiiado por revolucionario para reclutar hombres y para la provisi6n de recursos.
las corporaciones urbanas en la remodelaci6n de las milicias, que !es Por tanto, eran sobre todo los encargados de reclutar a los indi~s y de
permiti6 gozar de fuero militar y reforzar su poder sobre la sociedad, ocuparse del aprovisionamiento de armas, pues en gran med1da las
fue por tanto de su.ma importancia. Por otro lado, la identificaci6n fabricaban los artesanos indios y mestizos de las zonas rurales23 . Al
entre milicias y corporaciones permite atenuar la grave tensi6n pro- objeto de hacer mas faciles y naturales las operaciones de recluta-
ducida por la difusi6n del fuero, esto es, los conflictos de competen- miento, los corregidores nombraron por tanto jueces pedaneos para
cias surgidos entre la nueva jurisdicci6n militar y la autoridad tradi- ocupar los puestos de capitanes de las milicias, lo que permiti6 a esos
cional de las corporaciones. Antes al contrario, la uni6n de los dosfue- actores tradicionales, gracias al fuero, ejercer una autoridad nueva
ros provocò un refuerzo de los ultimos. sobre su territorio, ademas de ofrecer oportunidades politicas a nue-
Consecuencia crucial para la Audiencia, la difusi6n del conflicto vos grupos sociales.
entre realistas y revolucionarios condujo a la formaci6n de rnilicias En los territorios que se habian opuesto a la junta, en cambio, las
incluso en las zonas rurales mismas, lo que constituia una absoluta autoridades politicas y judiciales (gobernadores y corregidores) no
novedad, por cuanto el sistema de militarizaci6n de los Borbones por fueron los unicos en ocuparse de la formaci6n de las milicias, tarea
lo generai habia limitado la instituci6n de las fuerzas armadas tan solo para la que se ]es asociaron igualmente los cabildos. El ejemplo mas
a las zonas urbanas. En los territorios bajo contro! de los rebeldes fue- destacable de dicha participaci6n municipal es sin duda el de Cuen-
ron los corregidores, nombrados por la junta, quienes formaron las ca donde muchos miembros del municipio llegaron a ser oficiales de
rnilicias en los pueblos de sus distritos20, reclutando hombres, nom- la~ milicias24 . En efecto, las fuentes muestran que el ayuntamiento de
brando a los oficiales y hasta proveyendo en ocasiones al manteni- la ciudad no se contentò con participar en su formaci6n reclutando
miento de dichas tropas. Tales actores gozaron asi de poderes muy hombres y designando oficiales, sino que junto al gobernador Mel-
amplios, puesto que ademas de formar las rnilicias disponian sin limi- chor Aymerich también coordinò todas las fuerzas rnilitares ?e la
te del dinero de la Real Hacienda y nombraban a las autoridades judi- provincia en sus esfuerzos por defenderse y atacar a los revoluc1ona-
ciales de los distritos menos importantes 21 . Sin embargo, para contro-
lidad, la amenaza para la futura estabilidad de los Estados no provino de la pérdida de las
20 A titulo de ejemplo citemos a José Sanchez de Orellana, quien nombrado corregi- funciones de taJes instituciones, sino mas bien de la fusi6n de los dos poderes en los cuer-
dor de Otavalo por la junta, creo milicias no solo en Otavalo, sino también en numerosos pos que eran emanaci6n de la sociedad local. .
pueblos del distrito: Cayambe, Tabacundo, San Pablo, Cotacachi y Atantuqui, c uya posi- 22 Una de las funcion es estratégicas de tales autoridades a lo largo de la época colorual
ci6n era estratégica para la provincia de Pasto. AGN/B, Archivo Anexo, Historia, tomo V, habia sido por cierto el contro! de la fuerza de trabajo india. No se debe por tanto a l ~ que
«Ofi cios de José Sanchez de Orellana y Xavier Montufar al presidente dc la Junta Supre- mucbos de esos jueces subaltemos fuesen sujetos muy ligados a las grandes prop1edades,
ma», fo ls. 790r-792v. corno los mayordomos o los maestros de hacienda. Al respecto, cf. cap. V, par. I.
2 1 Tal el caso de Javier Montufar, el corregidor de Riobamba, que nombro teniente
23 Cf. por ejemplo ANG/B, Archivo Anexo, Historia, tomo Vl~I, ((Cu_ademo _I.• de
del distrito de Alausi a Salvador Chiriboga y Villacencio (regidor del cabildo de Quito). copias de los oficios pasados por el corregidor de Guaranda al serems1mo senor presidente
AGN/B, Archivo Anexo, Historia, tomo V, «Oficio de Xavier Montufar al presidente de y demas en orden al mejor servicio del Rey nuestro seòorn (Guaranda 26/8/ I 809), fols.
la Junta Suprema de Quito» (Riobamba, 30/8/ 1809), fol. 792 y v. Esa fusi6n de cargos 55v-87v.
civiles y militares desde siempre fue considerada por los historiadores corno la causa mas 24 El caso mas conocido es el del procurador genera!, José Maria Vazquez de Noboa,
o menos directa del nacimiento de una tradici6n pretoriana en América Latina, pues se futuro Lider del movimiento de emancipaci6n de Cuenca y capitan de una compaò.ia mili-
creia que el fuero militar poctia transformar las instituciones administrativas y judiciales ciana. ((lnstruccion de don Joaquin de Molina al generai Toribio Montes» (Cuenca, agos-
en organos puramente militares (cf. por ejemplo Kuethe, op. cit., pags. 20 1-202). En rea- to de 1812), en A. Ponce Ribadeneira, op. cit., pags. 285-291.

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FEDERJCA MORELLI
LA GUERRA SOCIALIZADA

rios25 . Idénticas funciones fueron ejercidas por el cabildo de Rio- ejército regular corno de las milicias. En tal modo, la situaci6n de los in-
bamba durante la primera junta quitefia, cuando la ciudad in~e~to dios respecto de la guerra se modifico considerablemente durante el pe-
coordinar contra el gobemador de la capital todas las fuerzas ~hta- riodo de la independencia, tanto por el hecho de las necesidades con-
res de los distritos situados al sur de Quito 26 . Esos poderes m1htares cretas del conflicto, cuanto por la reapertura del debate acerca de su na-
terminaron reforzando el control de las municipalidades sobre el turaleza y su funcion en el sistema politico; debate que habia vuelta a
territorio, confirmando igualmente lo que la reforma militar borboni- reabrirse a finales del siglo XVIII, y que postulaba la destruccion por
ca iniciara, es decir, el acceso de los criollos a nuevos cargos. Proce- parte del Estado de su sociedad corporativa29 al objeto de transformar a
so ése que se extendio ampliamente con la guerra, a causa de la nece- los indios en auténticos ciudadanos. No obstante, se observa una con-
sidad de reclutar bombres, de dotarles de un jefe y de proveerles con tradicci6n evidente entre la nueva percepci6n de los indios y el resulta-
urgencia de recursos para su mantenirniento . En semejante cont~~to, do concreto de su integraci6n en las fuerzas armadas. En efecto, aun
la concesi6n de los grados militares no concemia solo a las ehtes cuando el objetivo declarado fuese la abolicion del sistema corporativo,
urbanas o a los funcionarios del Estado, sino también a los estratos en la practica la participaci6n de los indios en la guerra tenia lugar de
inferiores de la administracion -corno los jueces pedaneos- o a. los manera colectiva, tras sus jefes natural es, lo que consolido las comuni-
propietarios rurales, que podian servirse de sus peones en sus ~ac1en- dades y su estructura. En este sentido, uno de los casos sin duda mas re-
das corno soldados en las milicias27 . El modo corno se venc10 a los levantes es el de las comunidades indias de Otavalo, que entraron en
rebeldes tuvo pues importantes consecuencias para el futuro de la guerra al lado de los revolucionarios de Quito al mando del cacique go-
Audiencia. En efecto, la potenciaci6n de las milicias, el papel finan- bernador don Tiburcio Cabezas. Seguo este ultimo, su ejército se com-
ciero y organizativo de los cabildos y la activacion a n~vel locai de ponia de siete mii indios 30, esto es, la casi totalidad de los hombres ca-
grupos armados mantenidos por los hacendados delmearon una pacitados para integrar las milicias 31• Ese ejemplo de movilizaci6n del
estructura de defensa territorial muy descentralizada28 . conjunto de las comunidades de un distrito en tomo a un unico cacique
A esto bay que afiadir otro elemento fund~mental ,.~omo es. el la ?e demuestra que la participacion india entrano la consolidaci6n del espa-
participaci6n de los indios en la guerra, y su mtegrac10n cons1g~ue~te cio étnico 32 . Ademas, a ti tulo de recompensa, a Tiburcio Cabezas la jun-
en las fuerzas armadas locales, una novedad realmente extraordinana, ta quitefi.a le nombr6 capitan de una compafiia de milicias y regidor ho-
ya que las reformas militares borb6nicas !es babian excluido tanto del norario del municipio de Otavalo, creado a finales de l 8 l I 33 .
Ademas de su participaci6n activa en las batallas, los indios esta-
25 AFL/Q, Real Audiencia de Quito, caja 9, exp. 6-331. . . ban igualmente implicados en la fabricaci6n de armas. Los indios del
26 ABCE, Fondo Jij6n y Caamaiìo, Manuscritos 3/18,_«Exped1ente relativo a I~ con- pueblo de Guanujo (Riobamba) resistieron, con el apoyo de otras uni-
tra revoluci6n que hizo la ciudad de Riobamba con motivo de la Junta establec1da en
Quito el 10 de Agosto» (Quito, 12/8/1809), fols. 175-22 l. . . 29
Sobre esta nueva polémica en tomo a los indios, cf. el cap. IV, par. I.
21 En el caso de Popayan, el virrey ordenò al gobemador de la pro~mc1a nombrar 30
AGN/B, Archivo Anexo, Historia, tomo Vl B, «Confesi6n del cacique gobemador
comandanies de las tropas locales a las personas de mejor opini~~, al obJeto de llevar a del asiento de Otavalo don Tiburcio Cabezas» (Quito, 11/1/1810), fols. 425r-428v.
cabo una organizaciòn defensiva mas eficaz: «Formar~ Compamas o trozo de (a gente 31 Seguo un censo de 1790, Otavalo y los ocho pueblos de su distrito contaban en
mas util del pueblo, y que rnenos se separe de sus trab_aJo.s personal_es. Estas ser~ ma~- efecto 7246 «hombres indios casados», es decir, jefes de familia en grado de partici par en
dadas por las mismas justicias o por algunos de sus prmc1pale,s ha?1tantes ?e n:e1or op1-
las milicias. Cf. «Descripci6n compendiosa de las provincias de Quito sujetas al Virrei-
niòn para el mando de sus precisas operaciones; y esto sera asi meJor por s1 tuv1eren ~ue
nato de Santa Fé de Bogota o Nuevo Reino e Granada por José Corral (l 790)», en P.
apartarse del pueblo, para que no quede sin Juez, y sin quien prov1d~nc1_e otros prec)sos Ponce Leiva (ed.), op. cit., pags. 701-710.
auxilios» («Prevenciones del Virrey de Santa Fé al Gob1emo y Provmc1a de Popayan», 32
Los estudios de Gaio Ramòn sobre la zona confirman ciertamente que se trataba
20/9/1809 en A. Ponce Ribadeneira, op. cit., pags. 169-170). . de un espacio étnico muy integrado, en el que la revuelta india de 1777 habia logrado arti-
28 Es 'posible ballar esas caracteristicas de la guerra también ~n otros paises del impe-
cular el coujunto del territorio de los antiguos seiiorios Carangues-Otavalo y Cayambes.
rio, corno lo demuestra el pian de militarizaciòn del virrey CalleJa contra lo~ rebeldes ~n
Gaio Ramon Valarezo, La resistencia Andina. Cayambe, 1500-1800, Quito, 1987; El
México (cf. A. Annino, Soberanfas e.n luch,a, op. cit, pag. 252)., Véase tamb1en Juan <?rt1z Poder y los Norandinos, Quito, 1990. .
Escamilla, Guerra y gobiemo, op. c1t.; Clement Th1baud, Republzca en Armas, op. c1t. 33
AHN/Q, lndigenas, caja 159, exp. 26-V-18 12.

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FEDERICA MORELLI LA GUERRA SOCIALIZADA

dades milicianas, el ataque de Carlos Montufar contra la ciudad de amplios sectores de la poblacion, tanto urbana corno rural, lo que ten-
Guaranda utilizando armas - lanzas y flechas- construidas por ellos dio a minar e! poder jurisdiccional de los municipios; en lo socia!, por
mismos34 . De hecho, la escasez de armas obligo a que en cada com- su parte, tendio a modificar la organizacion tradicional, al permitir a
paiìia hubiese algunos herreros, casi siempre indios o mestizos, dedi- grupos inferiores enrolarse en la milicia e incluso llegar a ser jefes. De
cados a su fabricacion. Empero, el papel estratégico desempefiado por hecho, a lo largo de la guerra numerosos pueblos pasaron a manos de
las comunidades locales en este asunto se consolido con fuerza a lo las tropas y de sus oficiales, que ejercieron a la vez funciones rnilita-
largo de las guerras de independencia, y constituiria màs tarde un res y juridicas, pues ademàs de reclutar a los hombres y mantener a las
grave factor de inestabilidad para los nuevos Estados. tropas nombraban a los jueces locai es (corno los alcaldes pedémeos o
El caso del distrito de Cuenca demuestra que las armas realistas los alcaldes de indios) e impartian justicia37 . Por lo demàs, en ciertas
también recurrieron a la participacion activa de las comunidades zonas alejadas de los principales centros administrativos, semejante
indias. Alti, un buen numero de pueblos indios, con sus gobemadores situacion se prolongo incluso tras el fin de la guerra contra la junta.
al frente, acabaron formando sus propias milicias35 . Cabe pues supo- Por ejemplo, en la gobernaci6n de Jaén de Bracamoros, el capitàn de
ner que también en este caso la guerra condujo a un refuerzo de los la milicia locai Joaquin de Arbaiza aprovecho la ausencia del gober-
vinculos del espacio indio, pues una vez màs fueron las comunidades, nador para ejercer las funciones judiciales y percibir los tributos de los
con sus jerarquias y su estructura, las que modelaron de manera con- indios, llegando incluso a redactar y hacer firmar un documento
creta la organizacion militar. Por otro lado, la participacion en la gue- pidiendo la anexion de la provincia de Jaén al Peru38 .
rra dio a tales cuerpos territoriales la posibilidad de negociar con las La multiplicacion de las milicias en los campos contribuyo por
diversas facciones la defensa de su autonomia. Asi, a cambio de su tanto al ulterior debilitamiento de las jerarquias territoriales colonia-
movilizacion, consiguieron a menudo obtener privilegios, corno por les, debido a la fuerte difusion deifaero, que sustrajo los pueblos y las
ejemplo la tempora! o parcial exencion del tributo 36 . La fuerte movi- ciudades menos importantes a la autoridad de los principales centros
lizacion de los pueblos de la provincia de Cuenca al lado de los rea- urbanos. Las consecuencias del proceso de militarizacion se sumaron
listas podria explicar también por qué, al contrario de lo que sucedio asi a las producidas por la crisis de la monarquia. Esta ultima, en efec-
en la provincia de Quito, la Constitucion de Càdiz tuvo alli aplicacion to, habia comportado una primera ruptura entre la capitai y las demas
inmediata, incluido el articulo sobre las municipalidades constitucio- ciudades de la Audiencia, y la guerra provoco una fractura entre los
nales. De hecho, la posibilidad de que se les acordase constituir ayun- cabildos provinciales y el campo, consolidando e! poder de las socie-
tamientos en todos los pueblos de màs de mii habitantes fue proba- dades locales en relacion al Estado.
blemente la recompensa otorgada a los pueblos de la provincia por su
rol en la guerra contra la junta.
La intensificacion de la guerra, màs la extension del fuero a los 3. El ciudadano-soldado
sectores rurales que comporto, trajeron consecuencias en lo politico y
en lo social. A nivei politico, el fuero sustrajo a la justicia ordinaria A pesar de las consecuencias producidas por la crisis monàrquica,
el modelo de las milicias y delfuero no fue abolido, sino confirmado
34
C. de la Torre Reyes, op. c it., pag. 539.
35
Se forrnaron milicias en los pueblos de Taday, Azogues, Paute, Gualaceo, Gua-
cbapala y Pindilig, cuya poblaci6n era mayoritariamente india, corno lo demuestran cier- 37 AGN/B, Arcbivo Anexo, Historia tomo V, «Causa de Juan Ponce y Augustin Rebo-
tos datos de fines de l siglo XVIIl referidos por Juan Chac6n, Pedro Soto y Diego Mora lledo, insurgentes comisionados de Quito, aprendidos en Zapotal» (Pueblo Yiejo,
(dirs.), Historia de la gobernacion de Cuenca (1777-1820). Estudio economico y socia/, 5/9/ I 809), fols. 61 r-69v; «Criminai contra Juan José Aguilar y don Luis Cobos por sos-
Cuenca, 1993, pags. 229-230. pecbosos contra e l legitimo gobierno» (Caiiar, 7/9/ 1809), fols. 168r-213v.
36 Cf. por ejemplo AHN/Q, Fondo Especial, caja 190, lib. 462, doc. 10962 A; AGI, 38 ABCE, Fondo Jij6n y Caamaiio, Manuscritos 5/18, «Expediente seguido por el

Quito 235, n. 0 256; AGI, Quito 258, «Carta del presidente Montes al Secretario de Esta- gobernador don José Ignacio Checa y Barba contra e! capitan de milicias Joaquin de
do sobre extinci6n d tributos» (Quito, 7/10/ 1814). Arbaiza por varias arbitrariedades cometidas en Jaén de Bracamoros», fols. 187-233.

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FEDERICA MORELLJ LA GUERRA SOClALlZADA

por_ la ~onsti~cion de Cadiz, la cual establecio que la defensa del deber de defenderla enrolandose en las milicias locales. Tal idea, por
te~!t~no PO?Ia ser asegurada tanto por un ejército regular corno por la cual la virtud militar era un componente de la virtud politica, se
~ihcias nac1on_ales, organizadas en cada provincia en funcion de su remontaba a Aristoteles y habia sido reelaborada mas articuladamen-
39
numero de b~~t~antes . Un decreto precisaba ademas que Jos oficia- te por Maquiavelo. Asi, de acuerdo con el pensamiento clasico, las dos
le~ _d~ las m1hc1as debian ser elegidos democraticamente y que los funciones eran inherentes a la naturaleza hurnana y tendian hacia el
m1hc1anos en servicio debian gozar de .fuero40. Por ultimo Jas e rt
deleg1:fon a los ~unicipios constitucionales la respons;bilida~ J: mismo objeto: la preservacion del cuerpo politico y la participacion de
«los mas» en la cosa publica. La nocion de ciudadano-soldado fue
orga°:1~ar Y financta~ la def~n~a de los pueblos. Pero, semejante arti- retomada mas tarde por el pensamiento politico inglés, que aspiraba a
culac~on . entre func1ones c1v!les y militares de los ayuntamientos limitar y controlar el poder del rey. De hecho, a partir de las obras de
c?nstituc1?,nales no derivo unicamente de fundamentos normativos Harrington se asiste de manera paulatina a la afirmacion de la idea
smo t~mb1en del b~~ho de _que los alcaldes y regidores electos con fre~ seguo la cual la capacidad del pueblo de ejercer la soberania y con-
cuenc1a eran tamb1en ofic1ales en las milicias locales trolar a los gobiemos se fundaba en la independencia y la fuerza mili-
Asi pue~, ~s menest~r. preguntarse por las razones. de los constitu- tar de los propietarios (yeomanfarmers), que subvenian a sus necesi-
yentes de Cad1z ~ara leg1ttmar semejante sistema de defensa. Antes de dades gracias a las rentas de la tierra y por consiguiente se hallaban
na_d~ por los m?ttvos fmancieros, pues Espafia, tras la invasion napo- dispuestos a defender su territorio y su patria por las armas42. A lo
leomca, era e~1_dente que no estaba en disposicion de enviar contin- largo del siglo XVIII, tras la guerra civil y el papel jugado por el ejér-
f e~~es a ~e~tca; des~ués, porque ese mismo sistema de defensa cito, los neo-harringtonianos relegitimaron, en relacion al pensamien-
a ~a contr1bu1do, mediant~ ~a amplia movilizacion popular en Ja to de Harrington, el papel de la aristocracia, y afirmaron la necesidad
pem?st:la, a defender_el temtono espaiìol contra las tropas francesas de contar a la vez con los nobles y con los pequeiios propietarios para
Por ultiD?-o, la formac1on de milicias locales debia permitir a un tiem~ la supervivencia de la libertad civil. El peligro de ver convertirse en
~o reductr lo~ gastos militares y restablecer e! orden y la paz en e! con- arbitrario el poder del rey gracias al apoyo de un ejército profesional
tinente amencano: Tal Y corno sucedio en México, donde la apelacion o de una aristocracia de tipo comercial, facilmente manipulable a
de las_ fuerzas realtstas a las milicias, formadas en cada ciudad pueblo causa del dinero, quedaba conjurado, de un lado, por la existencia de
Y hac1enda, se revelo ganadora frente a los rebeldes4t _ ' milicias formadas por pequefios propietarios; y, de otro, por el parla-
b ,Con tod~,, ademas de los motivos de orden practico y estratégico mento formado por la aristocracia rural. Ambos elementos se hallaban
abian tamb1en r~ones de tipo teorico a favor de dicho sistema d~ estrechamente ligados, por cuanto los grandes propietarios agricolas
defensa, razones vmculadas a la cuestion representativa y de manera nobles eran presentados corno los Jideres naturales de los pequefios
~as generai, a la construccion de la ciudadania y de la n~eva nacion propietarios. En otros términos, la exaltacion de las milicias y del ciu-
hberal. Se~ la tradicion, en efecto, el vecino tenia no solo el dere- dadano-soldado a lo largo de los siglos XVII y XVIII sirvio para
cho a part1c1par en la vida politica de la comunidad, sino también el reforzar el concepto de deferencia politica.
La milicia, en efecto, representaba un instrumento de subordina-
:: Titulo VIII, caps. I y li, arts. 356-365. cion tanto politico corno socia!, al ser su estructura reflejo del orden
decretos«Reglamento para la milicia nacional», Madrid 15/4/ 1814 en Colecc,·o·n d I
y ordenes l d"d ' , e os 42 Hay una diferencia considerable entre e! ciudadano-soldado de Maquiavelo y el de
18 I 3 h t Il d ,,,que ,an expe , o las Cortes ordinarias desde 25 de Septiembre de
41 as a e ,.,ayo de 1814, t. V, Madrid, 1822, pags. 168-169 Harrington. Mientras que el primero, a fin de alimentar el interés necesario por e! bien pu-
So~re e! model~ militar a_doptado por las tropas realistas e~ Méxic d I blico debia tener una fam ilia y una ocupaci6n, el segundo, ademas, debia ser propietario,
fu;rras ~e 10dependenc1a, cf. ~hnst~n Archer, «The Army of New Spaio an~ th~~;s ~} pues s61o quien disponia de una propiedad podia llevar arrnas en apoyo de una libre acci6n
7~ 5e~~~- en~e'. 1790-1 821», H1spamc American Historica/ Review 61 (4) 1981 , publica y de la libertad civil (Pocock, op. cit.). El vecino de la época liberal espaiiola esta
u - ' Ahcia He~andez Chavez, «La guardia nacional y la movilizaci6n ~clitica' deai: mas pr6xirno al ciudadano-soldado de Maquiavelo que al de Harrington, pues la noci6n de
P e blos», en J. Rodriguez (ed.), Patterns of Contention in Mexica11 History WilDll"ngton vecindad no estaba necesariamente vinculada a la propiedad de la tierra, sino a la residen-
0 e1aware, I 992. • ,
cia en una comunidad y al hecho de tener una ocupaci6n socialmente reconocida.

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FEDERJCA MORELLI LA GUERRA SOCJALIZADA

de la sociedad; los oficiales se seleccionaban, segun hemos visto no malrnente también oficiales) comporto no solo un refuerzo de su
por sus cualidades militares, sino mas bien por su posicion sociaÌ lo poder persona! en el seno de las comunidades, sino también una
que ~':1~entab~ su carisma militar. Mas tal funcion politico-socia! de mayor autonomia de éstas en relacion al Estado. La época liberal por
la m1l~cia, en v1rtud de la cual la subordinacion de la tropa a un oficial tanto cre6 una red de estructuras representativas muy articulada: las
en uniforme favorecia igualmente la subordinacion socia! al mismo nuevas instituciones de Cadiz - municipalidades, diputaciones provin-
oficial sin unifo_rme, fue desde luego uno de los factores que empuja- ciales y Cortes- venian a afiadirse a la antigua representaciòn vincu-
ron a los constituyentes a decantarse por ese modo de defensa. De lada a los faeros, al estar ambos modelos representativos vinculados
hecho, la pa~i<;ipacion ~~ las milicias, al igual que la participacion en por el hecho de tener a los vecinos corno base electoral. La abolici6n
el voto, perm1tta reconc1har e! concepto de soberania popular o nacio- del régimen liberal y el retomo de Fernando V1I al trono espafiol en
nal c?? la supervivencia de una estructura socia! jerarquica. El mode- 1814 condujeron a la supresi6n de los ayuntamientos constitucionales
l~ mtlitar,_ corno el sistema electoral, constituia por tanto una traduc- y al restablecimiento de la dominacion de los cabildos urbanos sobre
c1on I?~~ia! y. c?ntra?ictoria del paso de una concepcion organica a los espacios rurales, pero no a la aboliciòn delfaero militar, pese a que
una v1s1on md1v1duahsta del cuerpo politico. Ello demuestra una vez por su amplia difusion durante la guerra siguio produciendo numero-
mas, que la interpretacion convencional del liberalismo com~ un con- sos conflictos de poderes a nivel locai y garantizando un cierto grado
junto de doctrinas puramente individualistas debe ser reconsiderada 0 de autonomia a los pueblos. Las milicias, en efecto, a menudo rehu-
corregida. saron someterse a Jas autoridades coloniales o a los cabildos en nom-
~esde esta perspectiva, la diferencia entre las experiencias latino- bre de su inmunidad juridica. A fin de resolver tales problemas y
americana y norteamericana esta lejos de ser neta. También en Ias tre- garantizar una adecuada imparticiòn de la justicia, el gobernador de la
~es colonias in~lesa~ la milicia jugo un papel crucial, no solo corno provincia de Guayaquil propuso que e! puesto de juez locai del pue-
mstrurnento social, smo también politico43 . En ambos casos la escasa blo de Daule estuviese unido al de comandante de la milicia45 , pues
~resencia de ?tulos honorificos hizo de los titulos militares' algo par- babia un fuerte temor a que los miembros de la misma, negros o mula-
tlcularmente Importante para el reconocimiento del estatus socia!· en tos en su mayoria, escapasen a la justicia ordinaria a causa del fuero.
segu~do ~ugar, dm:ante la~ revoluciones de independencia, la milicia La reunion de ambos cargos habria resuelto por tanto la cuesti6n, mas
constltuyo un medio form1dable para la movilizacion de las masas en sin dejar de consolidar al mismo tiempo la doble competencia locai
las ~os Américas44 . De hecho, la deferencia de los milicianos hacia sus acordada a los militares.
oficiales, que P?r.otro lado ~c~I?aban a menudo cargos politicos, jugo El vinculo entre militarizacion, representacion y justicia fue aun
un papel estrateg1co. Las mil1c1as estaban compuestas de individuos mas evidente durante la segunda fase de la aplicaci6n de la Constitu-
que po_s~ian ~n generai derecho de voto, y en las elecciones politicas ciòn de Cadiz, entre 1820 y 1822. La instauracion de nuevas normas
o ~?Jllimstrativas los soldados con frecuencia votaban por sus jefes hizo entonces que las milicias pasaran no solo de hecho, sino también
mi11tares. de derecho, bajo el contro! de los municipios constitucionales: el
Por ~or d~ la coincidencia entre cargos civiles y militares a menu- mando, la organizaci6n y la financiacion de las milicias paso de las
do se cr~o a mvel lo~al una doble jurisdicciòn en Ios territorios hispa- autoridades militares a Jas instituciones representativas locales. Asi,
no-amencano~. El s1?1u!t~neo ejercicio de cargos judiciales y milita- un decreto de Jas Cortes fechado en 1820 establece que los ayunta-
res por los rmsmos rnd1v1duos (los alcaldes, por ejemplo, eran nor- mientos se encargarian en lo sucesivo de organizar las elecciones de
los oficiales militares, que debian ser elegidos por los soldados por
43
Sobre el_papel de la milicia norteamericana en la época colonia), cf. Edmund s.
45 AGI, Quito 262, (<informe del gobem ador de Guayaquil sobre los inconvenientes
~ organ, lnventmg the Peop/e. The Rise of Popular Sovereignty in England and in Ame-
n ca, New Cork, 1989, cap. VTI. . que occurren para la reuniòn de la teoencia de gobernador del pueblo de Daule de aque-
44
Para lo concemiente al caso norteamericano, cf. John Shy, A People Numerous and Lla provincia a la comandancia del cuerpo miliciano de los Dragones del mismo» (Gua-
Armed, New Cork, 1976, pags. 195-224. yaquil, I 0/7/1816).

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FEDERJCA MORELLI
LA GUERRA SOC!ALIZADA
ma!'o~a absolu~ y ante la asamblea municipal; de proveer a su man-
temrmento grac1~s. al fondo de los propios y arbitrios; y, finalmente, Habiendo sobrevivido su gobierno gracias sobre todo al apoyo de
de tom_ar las d~~1s10nes, en acuerdo con el jefe politico, en todas las los pueblos, la provincia independiente de Guayaquil eligio asimismo
operac10?es rml_1tares46 . El nexo fonnal entre municipios y milicias tal modelo de defensa territorial y, de acuerdo con el modelo desarro-
c?mporto dos tipo~ de consec~encias. En primer lugar, la eleccion llado por la Constitucion de Cadiz, concedio a numerosos pueblos el
d1:~cta de los oficiale~, consolido la relacion entre justicia y poder derecho de transformarse en municipios electivos48 , corno también el
m1htar, Y~ ~ue la eleccto? a men:1do_recaia en individuos que, merced poder de formar y organizar las milicias49 . Sin embargo, los poderes
a su prest1g10 y su notonedad, eJerc1an ya funciones jurisdiccionales. de los municipios y de Ios alcaldes crearon a veces conflictos con los
El_hecbo de ~ozar de una doble legitimacion popular reforzaba aun oficiales del ejército del gobiemo independiente, que aprovechaban su
mas su autondad per~onal sobre _la comunidad locai. En segundo fuero para sustraerse a la jurisdiccion de aquéllos. Asi, el alcalde de
lugar,_ ~l ~ontrol ~~anctero y orgamzativo de Ios ayuntamientos sobre Montecristi, al oponerse al subteniente que le habia arrestado por pre-
las m1Itc1as tennmo causando la derrota de Ios realistas. En efecto el venir a Jos babitantes del pueblo del reclutamiento de soldados para el
aumento de las ~ontribuciones impuestas por las autoridades espafio- ejército, dimitio y dijo:
las a las ~~muntda~es a fin de sostener el esfuerzo militar, provoco
una reaccton negat!v_a _de las mismas, las cuales, contando con Jos ... todo esto son efectos del orgul lo y despotismo con que se mane-
poderes de !o~mumc1p1os, se negaron a pagar ningun tipo de impues- jan estos sefiores oficiales en estos lugares pareciendoles que nues-
tra autoridad es tan limitada corno en el tiempo de los cabildos
tos Y a sumtrustrar ~opas a Ios realistas. La recaudacion de impuestos naturales o indios50 .
en los pueblos d~vmo entonces casi imposible, corno Io demuestran
)os fracasos su_frtdos por Ios municipios de Quito y Cuenca cuando La difusiòn del faero llevo a menudo a tensiones entre los dife-
mte~taron _envtar delegados a los pueblos para reclutar hombres 0 rentes poderes jurisdiccionales, sobre todo en los pueblos, donde los
requ1sar an1males o Io que fuera: los alcaldes rebusaron, en nombre de alcaldes no querian renunciar a sus prerrogativas a favor de los mili-
los pueb!o~, conce~er la mas pequefia contribucion47 . Eso genero una tares provenientes del exterior. Tensiones que estallaron principal-
fuerte cnsts financtera e~ el seno d~ Ias tropas realistas y acabo por mente cuando la expropiacion de los recursos se hizo sin ninguna
h~_ce~ nacer en la mentahdad colectiva una vision muy negativa del negociacion previa con la comunidad locai.
eJ~r~1to re~Iist~. Contrariamente a cuanto babia sucedido durante la En relacion con el modelo del ciudadano-soldado del pensamien-
cnsts monarqmca y el primer periodo de Cadiz, Ias milicias ya no se to politico inglés del siglo XVlll, en virtud del cual las milicias debe-
rebelar~? para_ re~tablecer ~I orden colonia!. El alto grado de frag- rian servir de instrumento de legitimacion del gobierno «aristocrati-
mentac10_n temtonal .produc1do por Ias guerras y la institucion de Jos co», el modelo militar hispanoamericano tuvo por morde las guerras
ayunt~mlentos constttucionales en las areas rurales sustrajo al Estado una difusion extraordinariamente amplia, llegando a implicar incluso
todo ~po de poder sobre esos cuerpos militares, que pasaron por ente- a pueblos pequefios, comunidades indias y haciendas. Al igual que la
:o b~Jo contro! _de !os organos electivos Iocales. Los milicianos se institucion de un gran numero de ayuntamientos, la difusion de los
•~enttficaban mas bten con sus comunidades territoriales, cuyos ofi- grados rnilitares a numerosos niveles de la escala socia!, impidio la
ciales eran los representantes naturales, y la identificacion del ciuda- identificacion de un grupo restringido, de una élite dirigente, suscep-
dano-soldado con el Estado ceso. tible de articular cargos representativos y militares, haciendo que la
articulaciòn tuviese lugar en un nivei inferior de la sociedad.
46
. _ Ans. 27, 32, 7 1 del «Reglamento provisional para la milicia nacionaJ en las pro- 48
Cf. cap. V, par. 4.
vmct!; de Ultramarn (Ma~nd, 24/ 10/ 1820), AHN/Q, Milicias, caja 7, exp . 24-X-1820. 49
ABCE, Fondo Jij6n y Caamaiio, Manuscritos 32/ 153, 32/ 166.
Para el caso de Quito, cf. AHN/Q, Fondo Especial, caja 242, lib. 604, doc. 12.918· soABCE, Fondo Jij6n y Caamaiio, Manuscritos 32/ 109, «Oficio de Domingo Rome-
para el de Cuenca, cf. AHMIC, Actas de Cabildo, 182 1-1825. ' ro, alcalde de Montecristi a la Junta Gubernativa» (Guayaquil, 22-IV-l 82 1), fols. I 53r-
l 54v.
150
151
LA GUERRA SOC1AL1ZADA
FEDERICA MORELLI
ental ue en un articulo sobre la milici_a
4. Pueblos y Caudillos 6rg~no de ~~e~sa gu?~:e~:istem'a~e elecci6n de los oficiales (elegi-
nac10nal cnhc? no so los soldados de cada cuerpo), sino sobre
Aun cuando la historiografia nos haya dado la imagen de ejércitos dos por _mayona ~?s~lu~a p:unicipalidades en la organizaci6n de tal es
compuestos de un reducido grupo de profesionales duchos en el arte todo la mtervenc1on e as .6n con las constituciones de los
tropas, sirviéndose_ de una comparaci
militar, los ejércitos de las guerras de independencia de América Lati- Estados norteamencanos:
na estuvieron en buena medida compuestos de miembros de la socie-
dad civil. Lamentablemente, no disponemos de estudios pormenoriza- I t ' de acuerdo todas las constituciones [de_l?s ~is-
En o que es an e ni intervenci6n alguna a las mumc1pahda-
dos acerca de la composici6n de los mismos, los métodos de recluta-
mdos) es en nodedf: ~eia en reservar al gobemador del estado, en
miento, las formas de financiaci6n o incluso del impacto que produje- es en cosas ' d b despachar \as
ron en la sociedad en general 51 ; pero se sabe que e! modelo utilizado calidad de poder ejecutivo la facultad e apr~ ar y . , do
. uitarle toda clase de mtervenc1on cuan
para combatir a las tropas realistas fue e! - heredado de los Borbones patentes ofic1ales, Y en q . . gobiemo generai de la
y del gobierno de Cadiz- de las milicias, destinadas a respaldar a un las roilicias son llamadas al serv1c10 por e1
pequeiio ejército regular en la defensa de los territorios conquistados uni6n53_
y alli donde se demostrase necesario. Ello explica sin duda por qué E r dad era muy diflcil privar de tales atribucio~es a_las muni-
dicho modelo fue confirmado por el régimen colombiano tras su inde- n rea 1 , , las a los agentes del poder eJecuhvo, corno
pendencia de Espafia: y es que, en guerra permanente contra el Pero y cipalidades para entr~gar~e es dichas instituciones eran las uni-
1
los realistas de Pasto, Bolivar no podia prescindir del apoyo de tales lo sugeria el auto~ de art1cu o~ p~ directo sobre el territorio y estable-
fuerzas. cas en grado de eJercer u~ con ro
En primer lugar, las leyes de la Gran Colombia confinnaron el cer las listas de reclutam1ento._ t odelo de defensa dio por tanto a
fuero militar, que contrariamente a otros privilegios del Antiguo Régi- L a s~pervivencia
. . .
de semeJan e m .
"bilidad de continuar dispomendo e
d
men, permaneci6 en vigor. En segundo lugar, a imitaci6n del modelo las autondades JU~lC~al~S la ( Sl f consolidò la autonomia de la jus-
de Cadiz, otorgaron a las municipalidades un papel centrai en la for- °:° _dobl~ p~dtr Jf1~~:~:::1~~~reento entre jurisdicci6n ci vii y m.ili-
maci6n de las milicias, cuyo reclutamiento debia basarse en listas pre- hcta a mv~ oca. d de los alcaldes municipales, corno lo
paradas por ellas, y la elecci6n de los oficiales debia celebrarse en pre- tar reforzo ante todo eldP 0 er . . a de Esmeralda al intendente del
sencia del consejo municipal del cant6n52 . Ello demuestra que, aun afinnaba el gobemador e 1a provmci
lograda la independencia, el poder militar no fue controlado exclusi- departamento:
vamente por e! Estado y que la sociedad locai continuò jugando un sufrir los roayores desaires y bochomos, pues corno
papel preponderante en la organizaci6n de las fuerzas armadas. Esa
anomalia fue por lo demas subrayada por la Gaceta de Colombia, el :~a:X~~~:z:dos [lols a!cdaf~:sg=cpi~:!e!!tf: !::o~:;tr:~:~
hacer y obrar corno es e ,
tando54 .
si Sin embargo, a lo largo de los ultimos diez afios se han publicado estudios sobre
la relaci6n entre los ejércitos y la formaci6n de la naci6o durante el siglo XIX. Cf. por , d r de los alcaldes municipales, esa doble jurisdic-
ejemplo Malcom Deas, «The Man of Foot: Conscription aod the Nation-State in N inete- ., Ademals1_ddo'e 1l·gupoal:ente el de las autoridades inferiores, corno los al-
enth-Century Latin America», en J. Dunderley (ed.), Studies in the Formation of Nation- c1on conso
State in Latin America, Londres, 2002; Guy Thompson, «Los iodios y el servicio militar
en el México decimonònico. lLeva o ciudadania?», en A. Escobar (ed.), Indio, naci6n y
comunidad en el México del siglo XIX, México, 1993; Ricardo D. Salvatore, Recluta-
S3
2
!
2
Gaceta de Colombia,~-· 171 , ~~ ' :-~ 2 0 doc. 52, «Denuncia de Vicente Chiri-
AHN/Q, Fondo Espec1al, caJ~ 2. 'di Esm; ralda al intendente del departamento,
S4
mieoto militar, disciplinamiento y proletarizaci6o eo la era de Rosas», Boletin del /nstitu- boga gobemador politico de la provmc1ad e t )calde de este cabildo» (Esmeralda,
to de Historia Argentina y Americana 'Dr. E. Ravignani', n.0 5, 1992. José Felix Valdivieso, contra el coman an e y a
s2 Arts. 6 y 44 de la «Ley organica de la milicia nacional», Gaceta de Colombia,
24/8/1824).
suplemento del n.0 240 (Bogota, 11/5/ 1826).
153
152
FEDERICA MORELLI
LA GUERRA SO CIALIZADA

caldes parroquiales55 . En efecto, segun las leyes, la milicia nacional se En dicbo texto, el ayuntamiento de Portoviejo declaraba abierta-
componia de las milicias «auxiliares», formadas a nivei cantonal, y las mente que la concesion de los privilegios de Antigua Régimen y de
«civicas», reclutadas en pueblos y ciudades56 . Los municipios canto- autonomias corporativas era para el gobiemo un modo de asegurarse
nales, en las ciudades, y las juntas parroquiales, en los pueblos, tenian el apoyo de las sociedades locales.
por tarea redactar las listas de reclutamiento. Las juntas parroquiales, Heredada de la crisis de la monarquia y de las guerras de indepen-
compuestas por dos alcaldes, un procurador sindico y dos vecinos del dencia, la dispersion de las armas constituye otro elemento parcial-
pueblo, tenian también el deber de presidir la nominacion de los oficia- mente explicativo de la inestabilidad del siglo XIX ecuatoriano. Du-
les, elegidos por los miembros de cada cuerpo57 . En realidad, los alcal- rante todo ese periodo, en efecto, el Estado no dispuso de un contro!
des parroquiales no se contentaban con presidir las elecciones, sino exclusivo sobre la produccion y distribucion de armas, en cuya fabri-
que intervenian directamente en la eleccion de los oficiales, haciéndo- cacion las comunidades locales habian empezado a participar a partir
se elegir ellos mismos o imponiendo su candidato a la tropa58 . de las guerras de 1809- 12. Ademas, una vez acabadas las guerras, nu-
Lejos de limitarlo, el gobiemo de la Gran Colombia, al contrario, merosas armas permanecieron almacenadas en los depositos de las
reforzo elfaero. Una circular de 1828 determino que cada cuerpo del ciudades - vigilados por oficiales municipales- o en las haciendas.
ejército debia establecer un consejo, compuesto por siete oficiales, Mientras que en Europa el control del Estado sobre la fabricacion y la
destinado a juzgar todos los delitos cometidos por los militares59 . distribucion de las armas habia contribuido a reforzar su poder militar
Ahora bien, fue precisamente esa doble jurisdiccion lo que poco des- en detrimento de la sociedad, basta instituir un verdadero monopolio de
pués bizo nacer la fuerza de los caudillos del siglo XIX, cuyo poder, la violencia, en Arnérica Latina, por el contrario, las guerras y, sobre
administrado basta entonces de manera esencialmente jurisdiccional, todo, la inexistencia durante toda la época colonia! de fabricas dedica-
no derivo en efecto de las armas, sino mas bien del faero militar y de das a su fabricacion (en caso de necesidad, las armas se importaban de
las practicas judiciales. Por otra parte, fue el solo modo de convencer la peninsula) habian favorecido su dispersion sobre el territorio y su
a las comunidades locales para que apoyaran el esfuerzo de la guerra, contro! por las sociedades locales. Asi, la revuelta de los esclavos de
segun lo confirma uno de los articulos de las instrucciones de la ciu- Barbacoas, zona minera al norte de Quito, donde se habian levantado
dad de Portoviejo a su diputado al Congreso constituyente de 1829: tras la promulgacion de la ley sobre la esclavitud, fue posible debido a
es muy conveniente se declare expresamente la continuaci6n del que las guerras contra la ciudad realista de Pasto habian dejado nume-
goce de los fueros militar y eclesiastico, cuyas fuerzas basicas e rosas armas en la region61 . Del mismo modo, los indios del pueblo de
influjo mora!, han sido en todo tiempo el apoyo de los gobiemos, Ofia, en el canton de Gualaceo (Cuenca), se apropiaron de las armas
y cuya privaci6n acarrearia al Estado males incalculables60. abandonadas tras las guerras para oponerse a los trabajos publicos obli-
55 A este proposito, notemos que el nuevo régimen colombiano habia abolido una bue-
gatorios (la construccion de una carretera bacia Naranjal), amenazando
na parte de Los municipios de la época de Cadiz, y que a pesar de eso en cada pueblo el po- a las autoridades con «un tumulto de hombres, todos ellos armados con
der juriscticcional de los alcaldes parroquiales sigui6 siendo considerable. Cf. cap. V, par. IV. armas blancas»62 . Pese al fin de las guerras, numerosas armas quedaron
56
«Ley organica de la milicia nacional» (30/3/1826), Gaceta de Colombia, n. 240, 0
a merced de las comunidades en los pueblos, com o lo demuestra igual-
21/5/ 1826.
57
Jbid., arts. 6 y 55.
mente la revuelta de Cbambo (Riobamba), donde los rebeldes se le-
58
A menudo las elecciones tenian lugar por unanimidad de votos, corno si hubiese vantaron contra la introduccion de la capitaci6n, una especie de im-
ex.istido un acuerdo entre los milicianos y la junta previa a la elecci6n. AHN/Q, Fondo puesto per capita, utilizando para ello las armas del deposito del pue-
Especial, caja 256, lib. 636, doc. 88, «Elecci6n de los oficiales de la milicia civica del pue- blo, segun testimonio del alcalde municipal:
blo de Cotacachi» (Cotacachi, 21/1/1827).
59
«Reglamento para conocer y determinar las causas militares», El colombiano del
Guayas, n. 0 61, 12/12/1828. 61
60
«El voto de Manabi o instrucciones que ha de observar el sefior diputado al con- AHN/Q, Milicias, caja 7, exp. 4-II-1823. .
62 AHN/C, Juicios, exp. 32.065, «Oficio de los alcaldes de Gir6n al lntendente. Env10
greso constituyente» (Portoviejo, 29/9/ 1829), Gaceta de Colombia, n. 0 446, 3/ 1/ 1830.
de una nota referente a la sublevaciòn de los indigenas de Ofia» (I 826).

154
155
LA GUERRA SOCIALlZADA
FEDERICA MORELLI

ocurrieron al pequefio parque por municiones que debia haber, lo nidades locales, que otorgaban su legitimidad al nuevo j efe polit_ico 65 .
que estaba al cargo del oficial Joaquin Dominguez y se ha encon- Los rnovirnientos de los estratos inferiores de la sociedad se articula-
trado sin un cartucho, una baia, los cajones llenos de tierra, y aun ban con los de las élites, determinando los equilibrios entre las fac-
los fuciles. Todos estos acontecimientos son signos nada equivoca- ciones que se disputaban e! poder. Asi corno los actos de apoyo a una
dos de que se mina contra e! gobierno si este no torna providencias candidatura tenian por funciòn asociar al voto a quienes no podian
muy serias contra los delincuentes, luego saremos victimas 63 . votar y transformar a los elegidos en emanaciòn de la voluntad gene-
rai de los pueblos, los actos que seguian y legitimaban los pronuncia-
Por mor del poder de Jas comunidades locales, que organizaban mientos, por lo generai firmados por todos los vecinos de una comu-
las milicias, gozaban del fuero y controlaban ademas las armas, los nidad, resolvian la contradicciòn surgida con la introducciòn de un
caudillos no pudieron prescindir de su apoyo en la conquista de una sufragio limitado66, en virtud del cual un indi~duo dispuesto a, d~ la
provincia o de un Estado. Asi pues, esa tan discutida forma de poder, vida por su patria podia sin embargo ser exclmdo de la cosa ~ubhca.
fundaba localmente su legitimidad a un tiempo sobre la idea de sobe- Al continuar las milicias existiendo durante buena parte del siglo, los
rania de los pueblos y sobre las practicas de justicia a nivei locai. La pronunciamientos tuvieron por funci6n reconciliar al ciudadano y al
revuelta de Chiguaguas, por ejernplo, que estragò la provincia de Gua- soldado, a los que la restricciòn del su:fragio habia disociado yendo en
yaquil durante tres afios, tuvo corno protagonistas tanto a los caudillos contra de la soberania popular.
corno a los pueblos64 . El pronunciamiento de los jefes militares se
trasformò en verdadera guerra popular, caracterizada por fenòmenos
de bandolerismo rural. De hecho, tras cada facciòn armada conducida
por un caudillo, corno Bravo, Hidalgo, Navas u Osés, se movia una
pequefia sociedad que se movilizaba con todo tipo de armas; lo que
comportò una consolidaciòn de los vinculos de lealtad persona! entre
los jefes militares y las comunidades contra las autoridades centrales
y favoreciò el proceso de autonomizaciòn de los pueblos.
El ejército en absoluto constituyò un cuerpo todopoderoso, corno
con frecuencia se ha creido. Los caudillos, para sublevarse y pronun-
ciarse contra el gobiemo, tenian necesidad del apoyo, tanto formai
corno concreto, de la sociedad locai. Los célebres levantamientos o
pronunciamientos del siglo XIX para nada fueron conspiraciones de
un restringido numero de conjurados, sino actos extrernadamente for-
rnalizados: la proclarnaciòn del caudillo era siempre seguirla de decla-
raciones oficiales por parte de las municipalidades, de las corporacio-
nes, de los pueblos reunidos en asambleas, vale decir: del conjunto de 65 Para un analisis de los pronunciamietos cf. Marie-Danielle Démelas, «Le pronun-
la sociedad organizada de un determinado territorio. El pronuncia- ciamiento, genèse d' une pratique», en M. Bertrand, N. Laurant y M. TailJer~r (di~.), Vio-
miento simulaba por tanto una disoluciòn del cuerpo politico y su lence et pouvoir politique, Toulouse, 1996, pags. 73-92 ; Josefina Zora1da Vazquez,
«Politica! Plans and Collaboration Between Civilians and the Military, 1821-1846»,
refundaciòn a través de pactos libremente establecidos por las comu- Bulletin of Latin American Research , voi. 15, n. 0 I, 1996, pags. 21 ss; Will Fowler, Mexi-
co in the Age of Proposals, 1821-1853, Westport, Greenwood Press, 1_998. .
66 Subrayemos que, con el nacim.iento del nuevo Estado ecuatonano, el sufrag10 se
63
AHN/Q, Fondo Especial, caja 256, lib. 636, doc. 164, «Oficio del alcalde primero restringi6 de manera considerable respecto del régim:n !!berai_ espaiiol y del g~b!emo de
de Riobamba, Antonio Davalos, al intendente» (Riobamba, 30/ 1/ 1827). la Gran Colombia. De becho, junto a la barrera cens1tana se mtroduJO el requ1s1to de la
64 La revuelta estall6 en el mes de octubre de 1833 a causa de la insurrecci6n de las
alfabetizaci6n. Cf. cap. II, par. 4.
tropas de Guayaquil contra el gobiemo de Flores. Cf. cap. V, par. 5.

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156
CAPìTULO IV

INDIOS, CIUDADANÌA Y TRIBUTO:


LAS NUEVAS ARTICULACIONES

1. La reforma de la comunidad

El programa de reorganizaci6n politica y economica de los Bor-


bones preveia un conjunto de reformas que incluian también al sector
indio, que en regiones corno Quito constituia la mayoria de la pobla-
ci6n. El objetivo principal del proyecto era el de liberar al indio de las
redes corporativas de la sociedad colonial, al objeto de transformarlo
en «ciudadano» responsable de la monarquia, de acuerdo con una idea
vinculada a uno de los conceptos fundamentales del siglo XVIII, que
veia en la sociedad un limite al desarrollo «natural» de los individuos,
y por ende un freno para el logro de su «felicidad». Era ésa una idea
en contradicci6n con la tradici6n teologica, que por siglos habia sos-
tenido la tesis del caracter «natural», en lugar de construido y artifi-
cial, de la sociedad.
Asi pues, con las reformas se asiste al nacimiento de una nueva
polémica acerca de la naturaleza de los indios y de su lugar en el sis-
tema politico, en la que particip6 una buena parte del alto clero hispa-
no-americano. Citemos por ejemplo la célebre intervenci6n del obis-
po de Oaxaca contra los repartimientos del comercio (1778), luego
utilizada por Galvez para abolir dicha instituci6n. En su informe, el
obispo predicaba la abolici6n del repartimiento, a fin de restituir al
indio su libertad natural, y afirmaba que el origen de los vicios del

159
FEDERICA MORELLI
lNDIOS, CIUDADANÌA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULAClONES

indio no habia que buscarlo en su naturaleza, sino mas bien en el En m.i juicio [babria que] obligar a los indios a que vistiesen a la
modo corno vivia. Argumentaba que la posibilidad de gozar del fruto moda espafiola, y que hablasen nuestro idioma, seria bastante para
de su trabajo los transformaria en buenos trabajadores y buenos cris- que ellos fuesen absolutamente conquistados y se forrnasen vasa-
tianos 1• Por lo tanto, la cuesti6n del repartimiento jug6 entonces un llos fieles y hombres de conocida religi6n3•
papel similar al jugado en el siglo XVI por la polémica sobre la enco-
mienda: defini6 la naturaleza del indio en relaci6n con la sociedad a El debate sobre la naturaleza de los indios y la polémica sobre los
través de la mediaci6n cultura! del aparato eclesiastico. repartimientos deben relacionarse con la declarada lucha contra el sis-
En laAudiencia de Quito, los términos de este debate fueron desa- tema corporativo, aspecto centrai de la época del reformismo. En opi-
rrollados por el mas célebre autor de la I1ustraci6n ecuatoriana, Euge- ni6n de los reformistas, era menester abolir todo tipo de privilegio,
nio de Santa Cruz y Espejo. En su obra titulada Defensa de los curas sobre todo en el ambito economico, a fin de imponer la idea de que
de Riobamba afirmaba, apoyandose sobre el principio de la igualdad habia una relaci6n directa y sin mediaciones entre Estado y ciudada-
natural entre los hombres, que la pobreza y la miseria de los indios no nos. Habia empero una contradicci6n entre el proyecto «anti-corpora-
derivaba de causas naturales, sino del modo corno vivian en la socie- tivo» y el intento de establecer un contro! mas amplio sobre la pobla-
dad colonia!: ci6n india al objeto de aumentar los ingresos fiscales, un objetivo
imposible de lograr sin la ayuda de las jerarquias étnicas de la comu-
Querer suponer a los indios rusticos, salvajes y divorciados de la nidad. Ademas, el mismo concepto de tributo se hallaba estrechamen-
comun luz natural [ ... ] es el errar de gentes que no saben su idio- te ligado a las estructuras comunitarias: sin tierras, sinjerarquias inter-
ma, sus usos y costumbres, y es un absurdo politico, filosofico y nas, sin autonomia, el tributo perdia toda raz6n de ser.
aun teol6gico, el mayor que pueda escogitarse, y es un oprobio de Los principales instrumentos empleados por los funcionarios bor-
la humanidad pensar asi. [ ... ) La imbecilidad de los indios no es b6nicos para ejercer un contro! mas directo sobre la poblaci6n tribu-
imbecilidad de la raz6n de juicio ni entendimiento, es imbecilidad taria y sobre la mano de obra india fueron las visitas y los censos, con
politica nacida de su abatirniento y pobreza [ ... ].Asi los indios lo
que tienen es tirnidez, cobardia, pusilanirnidad, apocamiento, con-
un triple objetivo en vista: a) la reorganizaci6n del sistema del tributo
secuencias ordinarias en las naciones conquistadas2 . mediante una clasificaci6n de las diferentes castas, gracias a un con-
tro! del proceso de mestizaje; b) el restablecimiento de un contro! mas
directo sobre la fuerza de trabajo de los mitayos, reincorporando a las
Como la mayoria de los fil6sofos de la época, Espejo creia en la
comunidades a los indios que habian escapado a la mila por medio del
posibilidad de reformar las instituciones y las costumbres mediante la
forasterismo4; c) la reorganizaci6n del espacio étnico, transformando
educaci6n y la ciencia. Creia igualmente en la constricci6n corno
a los forasteros y a los mestizos en indios de la comunidad5 • Ahora
medio de «desindianizarn al indio y de integrarlo en la sociedad. Afir-
bien, los procesos de mestizaje o deforasterismo, mediante los cuales
maba asi que para liberar a los indios de las formas serviles y com-
intentaban los indios escapar a las obligaciones coloniales, eran nece-
pulsivas de sujeci6n y de contro! de su fuerza de trabajo, y para acti-
sarios para la reproducci6n de las comunidades, pues e! hecho de pro-
var su incorporaci6n a la civilizaci6n, era menester reformar sus usos
y costumbres, empezando por quienes acentuaban su identidad comu-
3 Carlos Paladines, Pensamiento 1/ustrado Ecuatoriano, Quito, 1981, pag. 273.
nitaria y con ello su diferencia, seguo puede verse en e! siguiente 4 Eltérmino forastero designaba al indio que habia abandonado su comunidad de ori-
extracto del Voto de un Ministro Togado: gen y residia en otro pueblo. El 1/actayo era el indio que vi via en su comunidad de origen
y que, justo por eso, gozaba de las tierras comunitarias.
5 Como muestra el estudio de Segundo Moreno Y anez, una buena parte de las
1
Acerca del informe del obispo de Oaxaca, cf. David Brading, Miners and Mer-
revueltas indias de la segunda mitad del siglo XVIII tuv ieron su origen en los intentos de
chants, op. cit., pags. 45-51.
2 los funcionarios espaiioles de censar a la poblaci6n, ya que el objetivo principal de Los
Eugenio Espejo, «Defensa de los curas de Riobamba», en Eugenio Espejo, Obras
censos era dar con quienes habian escapado al tributo y a la mila. Cf. S. Moreno Yanez,
Escojidas, Quito, 1912-23 , I voi., pags. 83-84.
op. cit.

160 161
FEDERlCA MORELLI !NDIOS, CIUDADANÌA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS A RT!CULACIONES

venir del mismo nucleo originario aun poseyendo dos estatus diferen- En el marco de ese proyecto de reclasificacion de la poblacion
tes permitia a los dos grupos ayudarse mutuamente6. El estatus de india, la reforma de la administracion del tributo jugo un papel estra-
mestizo, en efecto, permitia ser exonerado tanto de la mita corno del tégico. Antes de la abolicion del sistema, acaecida en 1778 bajo la pre-
tributo, mientras que el deforastero no dispensaba masque de la mita, sidencia de Leon y Pizarro, y a la que siguio la directa administracion
lo que permitia a las autoridades étnicas distribuir el excedente de tra- del tributo, la percepcion de dicho impuesto, con el que se tasaba a
bajo sin recurrir a los llactayos, ya empleados en el marco de la mita. todos los indios varones entre los dieciocbo y los cincuenta afios,
Losforasteros, por tanto, no eran en realidad individuos por comple- babia sido adjudicada a los mejores postores, quienes adelantaban al
to desarraigados de las comunidades y sin posible acceso a la tierra; Estado la recaudacion prevista (calculada en base a la poblacion india
su elevarlo numero a finales del siglo XVIII 7 no debe interpretarse asi de cada distrito), a excepcion de ciertas cuotas retenidas a titulo de
unicamente corno producto de los procesos y fenomenos migratorios, intereses. En una carta al Consejo de Indias, el presidente de la
sino también corno un mecanismo utilizado por los indios para esca- Audiencia af1TIDaba que el nuevo sistema de recaudacion directa ten-
par a la mita. De hecho, segun los funcionarios, éstos habian aumen- dria un doble efecto positivo: el de poner fin a los abusos y extorsio-
tarlo artificialmente el numero deforasteros manipulando las reglas de nes, cuyas tradicionales victimas eran los indios, por parte de los adj u-
la clasificacion de la descendencia 8 . dicatarios, y a sus fraudes, que expoliaban al Estado al revertirle una
El proyecto reformista de los Borbones fue considerarlo por los suma notablemente inferior a la efectivamente percibida9 • Algunos ni
indios corno una ruptura del pacto colonia!, que a cambio de ciertas siquiera pagaban el montante contractualmente negociado, y queda-
obligaciones a favor de la Corona preveia que ésta debia acordar dere- ban por tanto corno deudores de la Corona 1°. A partir de 1778 la per-
cbos a las comunidades indias. Los términos del pacto habian dado a cepcion del tributo se transfirio a un nuevo funcionario, el adminis-
la sociedad india la posibilidad de recrear durante la época colonia! trador de tributos, y a sus subalternos.
nuevos mecanismos de reproduccion; solo que esose habia converti- Junto a la introduccion de nuevas reformas administrativas, la
do en tan gran peso para los intereses politicos y financieros de la reforma aspiraba a producir cambios en el interior de la propia comu-
I monarquia que ésta se vio constreiiida a exigir en la segunda mitad del nidad india. En razon de su profundo conocimiento del pueblo y de su
I' siglo XVIII el pago del tributo y la ejecucion de la mita también a las poblacion, se intento hacer del cura un auxiliar de la administracion
categorias tradicionalmente exentas de tales obligaciones, corno los tributaria, adecuando su salario al numero de indios tributarios que
familiares de los caciques, los indios que trabajaban para el cura o los vivian en su parroquia 11 . La finalidad de tal medi da era, a un tiempo,
forasteros mismos. evitar que el cura ocultara indios a los funcionarios del Estado para
emplearlos a su servicio y transformarlo en un auténtico defensor de
6
Sobre los procesos de mestizaje y la movilidad socio-racial, cf. Minchom, The Peo- la comunidad, que se esmeraria en frenar los procesos de emigracion
ple of Quito, op. cit. , donde el autor estudia los «Autos sobre declaratoria de mestizo» y y concertaje. El proyecto también transformo al gobernador indio en
observa una progresi6n considerable del mestizaje desde finales de los aiios de 1770, vale
decir, desde que se hizo sentir una mayor presi6n fiscal por parte de las autoridades colo-
niales (pags. 153-199). Cf. también Chantal Caillavet y Martin Minchom, «Le Métis lma- 9 AHN/Q, Tributos, caja 21, exp. 17-1- 1791, fol. 25.
ginaire; idéaux classificatoires et stratégies socio-raciales en Amérique Latine (XVI•-:xxe 10 Ibid., fols. 22-23. Por ejemplo, Le6n y Pizarro afirma que Jos tres ultimos adjudi-
siècle)" , L 'Homme, 122-124, XXXII, 1992, pags. 115-132. catarios debian al Estado mas de cien mii pesos.
7 11
Robson Tyrer estima que en 1784, en el corregimiento de Quito, el 49% de los «Seria muy util para evitar fraudes el arbitrio de que a los curas, a quienes se les
indios tributarios eran forasteros (R. Tyrer, Historia demografica y economica de la pagaba sefialado estipendio, estese distribuise rata por cantidad entre todos los indios tri-
Audiencia de Quito, Quito, 1988, pag. 317). butantes de su feligresia, advirtiendoseles, sacado el numero de reales que a cada indio
8
El juez de Loja afirma en efecto que para calificar a un individuo de forastero basta correspondia, que en lo futuro, tantos reales se les pagarian de estipendio, cuantos indios
que uno de sus dos padres lo sea: «casandose inido de la Real Corona [forastero] con india hubiesen de aumento o menos cabo, con lo cual se evitaran colusiones y se conseguirla
del Quinto, o al contrario indio del Quinto con india de la Real Corona, los hijos de estos que los parrocos fueren uno vigilantes coadjutores de la administraci6n y recaudaci6n».
no siguen reglas ciertas de la clase del padre ni de la madre, sino las que quieren». «Auto Acordado de la Junta Generai de Tribunales ( 1778)», AHN/Q, Tributos, caja 21,
AHN/Q, lndigenas caj a 64, exp. 1750-Xl-19. exp. 17-1-1791, fo l. 39v.

162 163
FEDERICA MORELLI IND!OS, CIUDADAN ÌA YTRJBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

auxiliar de la administraci6n tributaria, encargado de la percepci6n de tadas para prohibir la alienaci6n de las tierras comunitarias en benefi-
los im.puestos, lo que cambiò radicalmente su modo de elecci6n y su cio de blancos y mestizos, cuanto por el intento del Estado de im.po-
legitimidad en el seno de la comunidad. En cuanto empleado de la nerse corno intermediario entre la mano de obra india y la élite locai.
administraci6n, en efecto, en lo sucesivo no fue ya elegido por la A partir de la segunda mitad del siglo XVill, en efecto, se habia asis-
comunidad, sino por la Audiencia a partir de una lista de tres candi- tido al crecimiento del concertaje, mecanismo que habia hecho de los
datos propuesta por el administrador de tributos, seguo se estipul6 en indios una fuerza de trabajo permanentemente ligada a las haciendas
numerosos decretos 12• Los criterios de selecci6n del administrador no y los obrajes, a causa de dos fen6menos: de un lad?, la ampli_aci6n de
coincidian con los de Ios indios, por lo que la intervenci6n del Estado la clase de los hacendados y obrajeros y al expoho de las tlerras de
en la elecci6n de dicha autoridad produjo numerosos conflictos en e! las comunidades indias que ello habia comportado, que obligaban a
interior de las comunidades. Éstas elegian habitualmente para el pues- numerosos indios a buscar refugio en las haciendas; y, de otro, a la
to de gobemador a los caciques de las parcialidades mas importantes disminuci6n de los indios mitayos, producto de las estrategias de eva-
de los pueblos, gozando asi de fuerte legitim.idad antes de que el si6n de las obligaciones coloniales 14• Durante ese periodo, el concer-
cargo, vinculado a un cacicazgo, se hubiera convertido en hereditario. taje no represent6 por tanto s6lo una forma de dominaci6n econ6_mi-
Los nuevos procedimientos, en cambio, se fundaban basicamente en ca y socia!, sino también una forma de cooperaci6n entre comumda-
criterios de eficacia y lealtad, y la reforma hizo que el puesto de des indias y haciendas frente a la crisis econ6mica y a la aumentada
gobemador llegase a ser accesible a simples tributarios o forasteros, presi6n fiscal por parte del Estado. El recu~so a dicha forma de peo-
lo que desencaden6 fuertes oposiciones tanto entre los caciques corno naje permiti6 en efecto a los dos actores sociales hac~r frente a la coD-
entre el comun indio. tracci6n de la masa monetaria: el responsable del tnbuto de los con-
El programa fiscal de los Borbones, y en particular la reforma de ciertos era el hacendado u obrajero, quieD, por su parte, se servia del
la administraci6n tributaria, tuvo un éxito considerable tanto en la concertaje para no pagar los salarios, que de maDera anticipada se
Audiencia corno en la América hispana en generai. En efecto, el traDsformaban en productos de primera necesidad proporcionados a
mayor aumento en los ingresos del Estado correspondi6 justamente a los trabajadores. Era ademas relativamente facil para los hacendados
los tributos, en especial a partir de los afios ocheDta, dada la introduc- ocultar a las autoridades coloniales el numero de conciertos emplea-
ci6n del sistema de administraci6n directa 13 • Los datos demograficos dos en sus propiedades, pues los censos, bien que prev istos por las
concernientes a la poblaci6n india no habian experimentado grandes OrdeDanzas de los IntendeDtes, jamas llegaroD a efectuarse 15 .
cambios, y el aumento de los ingresos debe atribuirse a una racionali- El predominio del concertaje a finales del siglo xvm ha ~ido
zaci6n de los métodos de percepci6n y de administraci6n del irnpues- interpretado corno el signo de la descompo_sic~6D de la c?m~~ad
to. Sin embargo, a pesar del éxito de las reformas fiscales, el Estado india. ED realidad, el hecho de que muchos md10s hayan s1do md1os
no logr6 establecer un contro! directo sobre la fuerza de trabajo india, conciertos 16 DO necesariamente implicaba que DO tuvieran niDgun tipo
que permaneci6 sometida a las practicas tradicionales de sujeci6n y de
constricci6n de la élite criolla.
14 Durante dicho periodo se asiste en efecto a una fuerte competencia en_tr~ los hace~-
El proyecto, que preveia un mejor contro! del Estado sobre la dados por apropiarse de la mano de obra neces31:i~ ~ue garant12ase una ai:hv1dad econo-
poblaci6n india, iba contra los intereses de la élite locai propietaria de mica regular. Cf. a este prop6sito los numerosos ht1g1os entre los prop1etanos, que se acu-
haciendas o de obrajes, tanto por las disposiciones legislativas adop- saban entre si de sustraerse ilegahnente a los indios. AHN/Q, lndigenas.
15 El presidente Le6n y Pizarro y su sucesor Villalengua anularon la~ visitas y l~s
censos previstos por las Ordenanzas de los lnte ndentes a causa de los desordenes s_urg1-
12 Se trata de los decretos promulgados por el virrey en 1789 y otros semejantes ema-
dos por la violenta oposici6n de indios y mestizos a todo intento de censo y de clas1fica-
nados por la Audiencia. AHN/Q, Cacicazgo, caja I, exp. 17. ci6n de la poblaci6n. . . . .
13 Mediante dicho sistema, los ingresos de la Audiencia de Quit.o se triplicaron en
16 Segua el «Libro de los Tributarios» del 784, el 6_1 % d~ los m~os tnbutarws del
relaci6n a los aii.os precedentes. AHN/Q, Fondo Especial, caja 68, lib. 176, doc. 4810, fol. distrito de Quito eran conciertos. AHNIQ, Fondo Espec1al, caJa 85, hb. 233, doc. 8609,
178. fols. 1-167.

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FEDERICA MORELLI
INDIOS, CIUDAD ANIA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

de relacion con su cornunidad. El mantenimiento de esta relacion decreto que lirnitaba de hecho la libertad de los conciertos, al impe-
dependia de hecho de la distancia fisica que separaba el concierto de dirles abandonar las propiedades en las que trabajaban no solo si aun
aquélla y de la clase de trabajo que ejercia en la hacienda. Habia por no habian saldado sus cuentas, sino también cuando no conseguian
ejemplo conciertos voluntarios que se alejaban voluntariamente y de justificar su decision por el hecho de haber sufrido malos tratos o de
manera estacional de sus pueblos para ir a trabajar a las grandes pro- no haber recibido socorros 18 • Tal decreto, adernas de confirmar el
piedades. También habia conciertos que al trabajar en zonas relativa- poder de la oligarquia locai sobre la fuerza de trabajo india, contrade-
mente proximas a sus pueblos mantenian estrechas relaciones con sus eia el espiritu del proyecto borbonico (que aspiraba a impedir que los
farnilias y su comunidad. Habia, en fin, conciertos que seguian man- indios estuviesen completamente sometidos a los grupos locales), lo
teniendo tierras en sus pueblos, y que en su ausencia se confiaban a que condujo a finales de la década de los noventa a una querella entre
forasteros o a individuos que, por lo demas, carecian de recursos para Jos intereses del Estado y los de los propietarios agricolas. Asi, mien-
sobrevivir. En todos estos casos, el concertaje no solo hizo posible la tras que un decreto real de 1795 reconfirmaba la libertad de los indios
integracion de un nuevo tipo de trabajo en la economia india tradicio- para desplazarse de una hacienda a otra, conforme a lo previsto por la
nal, sino que permitio también reducir la presion sobre las tierras en Recopilaci6n de las Leyes de Jndias, el procurador del cabildo de
el interior de las comunidades. El término «concierto», por aplicarse Quito exigio su derogacion, arguyendo que una tal libertad dejada a
de hecho a realidades diversas (la de los mitayos, la de los conciertos, Jos indios seria nefasta tanto para los propietarios corno para el bien
la de los huasipungueros 17), plantea ante todo un problema de tipo publico: de un lado, porque impedirla alcanzar el pleno rendimiento
conceptual. Dicho térrnino, puramente administrativo, y empleado por de las tierras; y de otro, porque seria mas dificil para los funcionarios
las autoridades coloniales para designar a los indios cuyo tributo reales percibir el tributo de los subditos sin domicilio fijo 19• En 1804,
pagaba el hacendado u obrajero para el que trabajaban, no permite bajo la presidencia de Carondelet, muy favorable a la colaboracion
pues afirmar que el crecimiento del fenomeno del concertaje haya entre representantes del Estado y élite locai, se publico un decreto que
implicado una fuerte descomposicion de la comunidad. Ahora bien, a establecia:
la Juz de esta observacion, la distincion clasica entre indios sueltos y
conciertos se vuelve igualmente menos clara. En efecto, si por sueltos que los indios pueden salir de cualquiera servidumbre en que se
se entienden los indios que mantenian vinculos con su comunidad, hallaren, siempre que quisieren, haciendo constar ante el juez del
entonces el numero de conciertos ha de reconsiderarse y parcialmen- territorio con boleta firmada del amo que dejan haberle satisfecho
te reducirse. las deudas, o alcanse, que de su adjuste de cuentas les resultaren, y
El amplio abanico de rnecanismos utilizados por los hacendados no serles deudores por ningun otro titulo; y al mismo tiempo haber
para retener la mano de obra india o aduefiarse de ella es un elemento tornado otra servidumbre que justificaran en los mismos términos,
complementario que viene a confirmar corno a pesar del sistema de con firma del amo que hubieren elegido; sin cuyos requisitos no
podran usar de la libertad y tampoco podran usar de este derecho
endeudamiento desarrollado por los propietarios para atar a los con-
en et preciso tiempo de cosechas20 .
ciertos a sus tierras éstos aun conservaban cierta movilidad. A fin de
limitar los conflictos entre hacendados producidos por lo concernien-
Esta nueva ley transform6 la ya Limitada libertad de los indios
te a la mano de obra, asi corno de restringir las posibilidades de movi-
conciertos en una condicion de servidumbre permanente, puesto que
miento de los indios, la Audiencia de Quito promulgo en 1789 un
18 AHN/Q, lndigenas, caja 143, exp. 1797-IV- l , fol. 2.
17
El ténnino huasipungo designa una porci6n de tierra que e! propietario ponia a dis- 19
AHM/Q, Libros de Cabildo de Quito, 1797- 180 1, inv. 000136, fol. 8. El cliscurso
posici6n del campesino (huasipunguero) a fin de que pueda trabajarla para su propio con- del procurador confinna el principio segun el cual si una ley es contraria al bien de la
sumo y e! de su familia. Éste gozaba ademas del derecho a beneficiarse de los recursos de comunidad, tiene ésta la facu ltad de modificarla o derogarla en funci6n de las necesida-
primera necesidad y estaba asimismo autorizado a criar una cierta cantidad de ganado en des locales.
los pastos de la propiedad. 20 AHN/Q, lndigenas, caja 151 , exp. 1804-1-30, fo ls. 13v.- 14r.

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FEDERJCA MORELLI fNDIOS, CIUDADANlA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

para poder dejar una propiedad un indio concierto debia presentar un tocra~ia quitefia un poder casi absoluto sobre la fuerza de trabajo del
contrato establecido con otro hacendado, sesgo por el cual la élite espac10 rural. Lo que permitio a Ios dos principales sectores de la so-
locai logro asegurarse una mano de obra estable y permanente. ciedad locai, la élite y los indios, entablar nuevas relaciones y poner en
En la sierra meridio:naI, la inexistencia de revueltas semejantes a marcha dinamicas que escaparan por completo al contro! del Estado.
las d~ 1765 '>: la presencia de un funcionario borbonico, el gobernador
ValleJo, part1cularmente eficaz, favorecieron un mas fuerte contro! del
Estado de la fuerza de trabajo india, e hicieron que e! contraste entre 2. De subdito a ciudadano
la P?Si~ion del mismo y la de los hacendados respecto a la libertad de
los m~1os conciertos fuese menos fuerte que en e! caso de Quito21 • El debate de finales de siglo sobre la naturaleza del indio, que
Sm embargo, la voluntad del virrey de Santa Fe de abolir la auto- marcaba e! inicio de una tendencia de larga duracion con miras a la
n~mia financiera de la Audiencia, que Leon y Pizarro y su sucesor abolicion del sistema d~ las dos republicas - india y espafiola- y de
V11lalengua habian intentarlo desarrollar, fue otro factor que contribu- hacer del indio un individuo por completo miembro de la nueva comu-
yo a complicar e! contro! por parte del Estado de la mano de obra nidad nacional, tuvo consecuencias profundas sobre la sociedad his-
india. En efecto, e! virrey se oponia a que la remuneracion de Ios panoamericana. En efecto, a partir de ese choque entre sociedades
administi:adores, funcionarios clave del sistema, que controlaban la individualista y comunitaria, se integro progresiva.mente al segmento
recaudac1on y la administracion de las principales ramas de la Real indio, al menos a nivei teorico, en la categoria de ciudadano del nuevo
Hacienda, fuese elevada y fija, y no en funcion del montante efecti- Estado liberal.
vamente percibido. Leon y Pizarro probablemente aumento de mane- El Estado borbonico no fue capaz de liberar al indio de los vincu-
ra ~iscreci_o~al la remuneracion de los nuevos funcionarios porque los corporativos de la sociedad del Antiguo Régimen, pues continuo
hab1a perc1b1do que uno de los puntos débiles del sistema colonia! la dependiendo del tributo, cuyo pago estaba intimamente Iigado a la
c_orrupcion a ni"'.el locai, se debia al rechazo de la monarquia de gar~- concesion de tierras publicas a Ias comunidades, en tanto recurso fun-
tizar remunerac1ones s~tisfactorias a quienes ocupaban cargos publi- damental para la reproduccion de la estructura comunitaria. Mas en su
cos; pero en 1791 e! vmey logro retomar e! contro! financiero de la deseo de eliminar todo tipo de desigualdades entre los habitantes de la
Audiencia, y suprimio e! cargo de administrador en todos los distritos nacion espafiola, los liberales de Cadiz votaron el 13 de marzo de
a excepcion de los de Quito, Cuenca y Guayaquil, donde al menos si 1811 un decreto que abolia el tributo, desde un punto de vista formai
c~nseguiria re~ucir notablemente su salario. El contador generai de al menos, en todas Ias provincias americanas, corno también el repar-
trzbutos declaro entonces que esa disminucion en la remuneracion de timiento de comercio. Meses mas tarde, el 9 de noviembre de 1812, un
~les funcionarios, susceptible de conducirles a «desarrollar sus fun- nuevo decreto abolio la mita y cualquier otro tipo de servicio perso-
c1o~es ,con menos celo» 22 , seria negativa para el Estado; lo que se na!, estipulando que las tierras debian repartirse entre los indios de
venfico con e! fracaso del intento de la Corona de hacer mas eficaz la manera individuai. No se trataba de repartir la totalidad de las tierras
administracion de los tributos y de establecer un mas directo contro! comunitarias, sino de poner en marcha una primera division de las tie-
sobre la mano de obra india. rras baldias o realengas que habia alrededor de los pueblos y de las
La parcial abdicacion de los poderes jurisdiccionales del Estado en tierras comunales cuando en relacion con la poblacion las habia en
beneficio de la élite locai, asi corno la voluntad del virrey de Santa Fe excedencia23 .
de retomar e! contro! financiero de la region, acabaron dando a la aris-
23 «Se repartiran tierras a los indios que sean casados, o mayores de veinticinco aiios
21 fuera de la patria potestad, de las inmediatas a los pueblos, que no sean de dominio parti-
_Silvia Palomeque, «E] sistema ~e autoridades de 'pueblos de indios ' y sus trans-
f~nnac1ones a finales d~l penodo colomal. El partido de Cuenca» ( 1996), Memoria Ame- cular o de c?munidad; mas si las tierras de comunidad fu esen muy cuantiosas con respecto
ricana, n.0 6, Buenos Aires, 1996. a la poblac16n del pueblo a que pertenecen, se repartira cuando mas, basta la rnitad de
22 dichas tierras, debiendo entender que [seran] en todos estos repartimientos las Diputacio-
ANH/Q, Tributos, caja 21, exp. 17-1-1 791, fol. 62 v.

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FEDERICA MORELLI JNDJOS, C!UDADANÌA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ART!CULACIONES

Durante la época colonial se habia establecido una especie de porque considerò con la mas detenida circunspecci6n el perjuicio
pacto entre la Corona y la sociedad india en tomo a conceptos corno que de su promulgaci6n y execuci6n resultaria no solo a la Real
los de «tributo», «Estado» y «comunidad». El tributo no constituia Hacienda, sino también a la agricultura e industria de estas provin-
una simple relacion de explotacion, sino una relacion politica que cias que no pueden sostenerse sin sujetar a los indios por medio del
implicaba consenso. Asi, pagar el tributo al Estado significaba benefi- tributo la debida subordinaci6n 25 .
ciarse a su vez de toda una serie de derechos, que habian procurado a
los indios la posibilidad de crear nuevas formas de organizacion poli- De hecho, el elevado numero de indios en la region y la grave cri-
tica, economica y social, y de reproducir el sistema comunitario. La sis economica de finales del siglo XVIII habian hecho del tributo la
abolicion del tributo, al conducir a la individualizacion, la privatiza- mayor fuente de ingresos de la Audiencia de Quito, y el principal
cion de las tierras y la crisis del sistema de jerarquias étnicas que recurso para retribuir a los funcionarios del Estado. Las resistencias a
desde la conquista habian fundado su legitimidad politica sobre la per- su abolicion fueron por tanto muy fuertes, tanto por parte de éstos
cepcion del tributo y la reparticion de las tierras comunitarias, impli- corno de la élite criolla, que consideraba el tributo, al igual que la
caba por tanto la desestructuracion del corporativismo indio. mita, corno un mecanismo que le permitia disponer de la mano de
Pero en la Audiencia, de manera analoga a las otras provincias obra india. Ahora bien, la decision de no abolir el tributo tampoco pro-
americanas24 , ello no tuvo lugar, por cuanto el decreto de las Cortes dujo reaccion negativa alguna por parte de los indios, lo que consuma
nunca se aplico. En efecto, invocando explicitamente el antiguo prin- certeza se debe a que éstos eran conscientes de las consecuencias
cipio «se acata pero no se cumple», los funcionarios coloniales no negativas que la supresion del impuesto podria acarrear a sus estruc-
publicaron el texto de 1811, cuya aplicacion - pensaban- seria igual de turas comunitarias, y del hecho de que en tanto ciudadanos iguales a
nefasta para las finanzas del Estado, la agricultura de la region y el sis- los demàs se les someteria a otras tasas, de lejos mas onerosas. Por lo
tema de defensa; por consiguiente, el tributo sobrevivio bajo el régi- demas, los criollos se sirvieron del gran valor simbolico y politico
men constitucional espafiol: acordado por los indios al tributo corno argumento para oponerse al
decreto de las Cortes:
Estando prevenido por las leyes del reino mandadas observar por
la rnisma Constituci6n Nacional que cuando se expidan Reales Por otra parte el indio aprecio mucho la calidad y denominaci6n de
cédulas, pragmaticas, provisiones y demas ordenes que emanan de natural y originario de este suelo; y como la obligaci6n del tributò
la Soberania y que contengan algun grave prejuicio al bien del es por él una prerrogativa de su nacirniento y un privilegio a que
Estado o induzcan alguna novedad turbativa del buen orden, se precisamente se acoge quando se le maltrata: se le haria una inju-
obedezca y no se cumplan, representandose por los jefes de las pro- ria enorme exonerandole de una contribuci6n que le honra, y que
vincias a quien se dirigen los inconvenientes que resultarian de su hace consistir su distinci6n del espaiiol, con quien no quiere con-
publicaci6n y cumplimiento, les parece a los presentes ministros fundirse por raz6n del tributo cuya satisfacci6n se le saca en rostro
que siendo de esta naturaleza la Real Orden expedida sobre la quando este quiere deprimirle26.
extinci6n del ram.o de tributos dirigida a todas las provincias fieles,
e! Seiior Joaquin Molina no tuvo a bien mandarla publicar, sin duda Los términos empleados por el procurador de la municipalidad de
Quito nos remiten a la idea de diversidad entre sociedad india y socie-
nes provinciales, las que designaran la porci6n de terreno que corresponda a cada indivi-
duo, segun las circumstancias particulares de éste y de cada pueblo». Art. 5 del Decreto
dad bianca, diversidad inserita en el sistema de las dos republicas.
CCVII de las Cortes de Cacliz del 9 de noviembre de 18 I 2, en Cesareo de Armellada, La Empero, corno se ha visto, la cuestion india habia comenzado a cam-
causa indigena americana en las Cortes de Cadiz , Madrid, 1959, pags. 95-96.
24
Cf. por ejemplo el caso peruano, en el que el tributo no fue abol.ido, sino reempla- 25 AHN/Q, Tributos, caja 25, exp. 24-Vlli-1 812, «El ministro de ejército y de
zado por una «contribuci6n ternporal», que era en real.idad e! mismo irnpuesto. Cf. Nuria Hacienda Publica de Quito al presidente Toribio Montes» (Quito, 16/6/ 1813).
Sala y Vùa, Y se armo e/ Tale Tale. Tributo indigena y movimientos socia/es en e/ virrei- 26
AHN/Q, Tributos, caja 25, exp. 1813 , «Representaci6n de Bemardo lgnacio de
nato del Peru, 1784-1814, Lima, 1996, pags. 171-197. Le6n, procurador sindico generai del cabildo de Quito» (Quito, 1/12/1813).

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FEDERICA MORELLI fNDIOS , CIUDADANfA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

biar con la exportacion haciaAmérica de la nocion de igualdad, a fines buir las Cortes a las nuevas municipalidades constitucionales la admi-
del siglo XVill. Ahora bien, la introduccion de dicho concepto en una nistracion de los recursos de los pueblos, vale decir los propios (bienes
sociedad pluriétnica provoco un grave conflicto entre el principio de inmuebles de los que formaba parte e! territorio comunitario) y los ar-
igualdad y el de diversidad. Dicha contradiccion, embrionaria a(m en bitrios (impuestos comunales), la participacion india en las elecciones
la época de marras, constituira por otro lado una de las principales tuvo corno principal objetivo el que se les permitiera tornar parte en las
cuestiones irresueltas de los siglos XIX y XX. decisiones relacionadas con los bienes comunales, cuyo contro! no de-
La incorporacion de los indios a la nueva ciudadania liberal fue seaban perder. Esa especie de reaccion al intento de modernizaciòn li-
otro medio tendente a debilitar la estructura comunitaria, del mismo beral impelio a las comunidades a la participaciòn masiva en los nue-
modo que la abolicion de las republicas y de los antiguos cabildos de vos procesos representativos, raz6n por la cual la estructura comunita-
indios, y su sustitucion por los nuevos ayuntamientos liberales, los ria, merced a su articulacion con el nuevo sistema electoral, logro so-
solos organos representativos de todos los sectores de la sociedad. brevivir a pesar de su abolicion formai. Los indios fueron, ademas, fa-
Mas esta suerte de homogeneizacion transformo asimismo el sistema vorables por lo genera! al establecimiento de las nuevas municipalida-
de autoridades indias. En efecto, la abolicion de los fueros de hijoshi- des, corno lo revela el caso del pueblo de Sidcay (Cuenca), donde los
dalgos, es decir, de los privilegios que permitian a los caciques acce- indios de la comunidad apoyaron, contra la voluntad del cacique, la pe-
der por via hereditaria al gobiemo de los pueblos y ser juzgados direc- ticion de los blancos exigiendo el restablecimiento del ayuntamiento
tamente por el tribuna! de la Real Audiencia, sin pasar por los corre- constitucional, abolido por el alcalde de Cuenca. Ahi, los indios no
gidores o los otros jueces de primera instancia, )es hizo perder una solo consiguieron romper con las antiguas jerarquias territoriales, sino
buena parte de su poder. Ademas, todas las funciones administrativas, también restaurar su contro) sobre las tierras28 .
economicas y judiciales antafio ejercidas por el cabildo y el goberna- El estrecho vinculo entre la participacion india en las elecciones y
dor indios se transfirieron de manera automatica a las nuevas munici- el intento de reproducir la antigua estructura comunitaria y, sobre
palidades. Todo elio, sin embargo, no produjo la crisis generalizada de todo, de defender las tierras, es igual de claro en el caso de Nab6n,
las comunidades y de sus jerarquias; sobre todo en los casos en que pueblo del mismo distrito que Sidcay. Alli, en efecto, los indios no
los indios participaron activamente en los nuevos procesos represen- habian logrado acceder a los nuevos cargos municipales debido al
tativos, puesto que, corno se ha visto, los interpretaban a la luz de sus fuerte desarrollo del sistema haciendatario, por lo que las antiguas
propios valores colectivos, decantandose asi por sus jerarquias tradi- estructuras de la autonomia india no desaparecieron. Asi, junto a la
cionales27. Mas su participacion en las elecciones, que englobaba la municipalidad constitucional, mayoritariamente compuesta de propie-
dimension mas amplia y fundamental para la supervivencia de las tarios, cabe encontrar al antiguo cabildo indio, mantenido para la
comunidades - la cuestion de los poderes jurisdiccionales sobre el defensa de las tierras de la comunidad, pese a las prescripciones en su
territorio-, no puede afrontarse corno un mero deseo de reproduccion contra de las leyes liberales29 . El caso de Jima, anejo de San Bartolo-
de sus antiguas autoridades. mé, brinda una prueba complementaria de la articulacion entre la
La abolicion de las republicas de indios, en efecto, indujo procesos estructura comunitaria, la representacion y el ayuntamiento. También
de individualizacion y de expropiacion -corno lo confirma la publica- ahi el establecimiento del cabildo constitucional produjo un conflicto
cion de diversos decretos tendentes a transformar a los indios en pe-
queiios propietarios mediante la expropiacion, la parcelacion y la dis-
28
tribucion de tierras- , privo a las tierras comunitarias de su tradicional La petici6n de los indios del pueblo sigui6 en efecto la del cacique de Sidcay, quien
habia pedido al alcalde de Cuenca que aboliera la municipalidad del pueblo debido a que
cobertura juridica y puso fin a los mecanismos de reciprocidad y de re- era un antiguo anejo de la parroquia urbana de San Blas; exigencia ésa a la que el alcal-
distribucion sobre los que se fundaba la sociedad andina. Asi, al atri- de de la ciudad, deseoso de reconquistar el contro! jurisdiccional sobre los pueblos veci-
nos habia respondido favorablemente, aboliendo asi el ayuntamiento de Sidcay. AHN/Q,
27
lndigenas, caja 161, exp. 7,XII-1813 .
Cf. cap. Il, par. 3. 29 AHN/Q, lndigenas, caja 162, exp. 20-XII, 1814.

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FEDERJCA MORELLI INDIOS, CIUD ADANiA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULAC!ONES

jurisdiccional entre autoridades étnicas y municipales, pues el gober- la municipalidad, que impartia justicia. Tras esa disputa se ocultaba
nador indio, al que el régimen liberal habia sin embargo sustraido todo pues un conflicto de mayor envergadura: el existente entre el Estado
poder al ni siquiera prever la existencia legai de dicho cargo, rehus6 colonia!, que no deseaba perder su poder judicial y fiscal, y la comu-
reconocer los poderes jurisdiccionales del alcalde del pueblo princi- nidad locai, que veia en la institucion municipal la posibilidad de
pai30. Tal caso muestra que, si bien la nueva legislacion !es habia pri- administrar y gestionar de manera autonoma sus propios recursos.
vado de toda autoridad, los antiguos gobemadores indios continuaron Asi pues, la participacion en las elecciones y en los nuevos orga-
en realidad desempefiando un papel de gran importancia en los terri- nos municipales permitio a los indios apropiarse no solo de numero-
torios de la Audiencia de Quito, pues al no haber sido, corno se ha sas funciones judiciales, sino también de los poderes fiscales. Por
visto, nunca abolido el tributo, seguian siendo mediadores indispen- ejemplo, en la provincia de Guayaquil, ciertos alcaldes municipales
sables para los funcionarios coloniales. Las disputas entre alcalde (los de Santa Elena, Chunday y Colonche) impidieron que el delega-
municipal y gobemador indio y· entre pueblo principal y anejo lleva- do del gobernador llevase a cabo los censos necesarios para dividir la
ron a los indios de Jima, deseosos de garantizar a su comunidad una zona en partidos y nombrar a los jueces de letras previstos por la
representacion en e! nuevo organo constitucional, a participar activa- Constitucion de 181233 , cuyo nombramiento habria privado definiti-
mente en las elecciones municipales, y a elegir a su antiguo gobema- vamente a las comunidades del ejercicio de la justicia de primera ins-
dor regidor del consejo municipal, lo que ha de interpretarse corno el tancia; y elio a pesar de la importancia de la operacion, confirmada
resultado de la accion de la comunidad para defender sus derechos por el delegado en cuestion:
sobre las tierras31.
La articulacion entre las practicas tradicionales y las del nuevo pues de otro modo se formarla una multeplicidad de pequefios
régimen liberal es igual de clara en el caso del pueblo de Sidcay lugares independientes al paso que no tienen quien exersca la juris-
(Cuenca), en el que la eleccion del gobemador indio produjo un con- dicci6n contenciosa, a la vez que sus alcaldes carecen de las pre-
flicto jurisdiccional entre la municipalidad del pueblo y e! teniente rrogativas de los antiguos ordinarios y corno meros constituciona-
les solo son conciliadores fuera de los distintos ramos que hoy les
letrado, representante de los intereses del Estado 32. Asi, mientras que pertenece34 .
el primero apoyaba la candidatura de un antiguo cacique hereditario,
don Francisco Quispe, e! funcionario colonia! apoyaba la de Mariano
Ademas de obstaculizar el censo de la poblacion del pueblo, el
Morales -elegido por el gobemador de la provincia a propuesta del
delegado del gobemador y el cura acusaron al alcalde de Santa Elena
administrador de tributos- ; ambos candidatos habian obtenido su
de haber usurpado poderes que no le competian, aumentando el pre-
nombramiento a causa de su participacion en la guerra contra la junta
cio de la sai a fin de enriquecer las arcas comunales, y apropiandose
revolucionaria de Quito. La comunidad india del pueblo vio en la
del contro! sobre los bienes de las hermandades y los ingresos de las
autonomia municipal la posibilidad de reapropiarse ciertas funciones alcabalas 35 . En la practica, la transformacion· de los bienes de las her-
perdidas a lo largo del periodo borbonico, corno el derecho de elegir
mandades en bienes pertenecientes a la municipalidad constitucional
a su propio gobemador, si bien la Audiencia rehuso dicho poder a la
!es dio verosimilmente una mejor cobertura juridica (ahora los garan-
municipalidad, confiandoselo integramente al teniente. Tal decision
tizaba la Constitucion), pero habia privado al cura de su administra-
creo un doble cargo en el seno del pueblo, puesto que junto al gober-
nador elegido por e! teniente, y cuyas funciones se limitaban a la per- 33
AHG, EP/J, exp. 855, «Oficio del comisionado Francisco ViJches al gobemador de
cepcion de los tributos, se hallaba también el gobemador elegido por la Provincia», fol. 6.
34
AHG, EP/J, exp. 855, «Consulta del aseson> (Guayaquil, 19/3/1814), fols. 25v-
30 26v.
AHN/Q, Indigenas, caja L61, exp. 3-H-18 14.
31
AHN/Q, 1ndigenas, caja 162, exp. JO-X-l814. 35
AHG, EP/J, exp. 1208, «lsidro Aranz, en nombre del doct. don Mariano Ludeiia
32
AHN/Q, Cacicazgo, caja 1, exp. I 9-VIII-l 8 I 2, «Expediente de don Mariano presenta protesta contra el alcalde constitucional de Santa Elena» (Guayaquil, IO-lJl-
Morales con los regidores de Sidcay sobre gobierno de aquel pueblo». 1814); AHG, EP/J, exp. 855, fo ls. 12- 13.

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FEDERICA MORELLI INDIOS, CIUDADANÌA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

ci6n; mientras que la recuperaci6n por el alcalde de los ingresos pro- buena parte del siglo XIX. Tras la independencia, la legislaci6n de la
cedentes de los impuestos sobre las ventas constituia un signo impor- Gran Colombia reafirm6 la voluntad de transformar al indio en ciuda-
tante de la fragmentaci6n territorial producida por la instituci6n de las dano del nuevo Estado republicano, lo que se tradujo en primer lugar
municipalidades, éstas, en efecto, comenzaban asi, mediante la absor- en un cambio de vocabulario - a los «indios» se !es calificaria en lo
ci6n de ciertos ingresos fiscales, a servir de filtros entre la madre sucesivo de «indigenas», y a los «pueblos de indios» de «parroquias
patria y las colonias. de indigenas»-; y, en segundo lugar, en la abolici6n del tributo y de
El estudio de tales casos demuestra por tanto que el proyecto libe- todo tipo de servicio personal 39. Por ultimo, las parcelas familiares se
ral de transforrnar a los indios en ciudadanos-individuos de la naci6n, transforrnaron en propiedades privadas y se instaurò el arriendo de las
y de abolir las estructuras comunitarias, habia fracasado; ante todo, tierras comunitarias, una vez deterrninada el area de uso comun 40 . Ello
porque a pesar de la supresi6n formai del tributo éste se mantuvo conllev6 la natural extinci6n del sistema jenirquico de los indios, al
durante todo el periodo constitucional, consolidando a la vez la rela- suponer la desaparici6n de sus autoridades tradicionales asi corno la
ci6n tributoltierras y el poder de las jerarquias comunitarias; y tam- de sus protectores encargados de su defensa ante los tribunales de jus-
bién porque, mediante la elecci6n de sus propias autoridades a los ticia. El proceso de «civilizaci6n» del indio debia desembocar en su
nuevos cargos municipales, los indios utilizaron el sistema represen- final integraci6n en el sistema educativo, en el que la ensefianza de la
tativo para conservar sus poderes jurisdiccionales sobre el territorio. lectura y la escritura habria de permitirle conocer «las sagradas obli-
gaciones que le imponen la religi6n y la moral cristiana, asi corno los
derechos y deberes del hombre en sociedaci» 4 1•
3. La restauracion del tributo Con todo, la cuesti6n de la desigualdad del indio se reve16 dificil
de solventar, ya sea por el hecho de la resistencia de las comunidades
En la historia de los paises latino-americanos, el valor del tributo contra el nuevo sistema, o por la dificil situaci6n financiera en la que
todavia es objeto de numerosas controversias. Algunos afirrnan que se hallaban los paises hispano-americanos tras las guerras de inde-
constituy6 un mecanismo para forzar la reproducci6n de un exceden- pendencia. Mas corno en todos los paises en los que la poblaci6n india
te en un contexto de unidades domésticas esencialmente autosuficien- era mayoritaria, en Ecuador los ingresos provenientes del tributo se
tes36, en tanto otros, bajo la influencia de Thompson, Scott y Murra37, elevaban a un tercio de los ingresos fiscales totales; y, ademas, a
afuman que el tributo y su persistencia durante buena parte del siglo menudo se usaban para financiar necesidades locales, corno lo
XIX expresan la existencia de un pacto entre el Estado y los indios, demuestra el caso de Guaranda, donde una revuelta de algunos pue-
que garantizaba a estos ultimos el acceso a tierras a cambio de una blos del distrito vecino oblig6 al jefe politico a pedir auxilio a la mili-
parte de su trabajo38. eia del pueblo de Guanujo para defender la ciudad:
El estudio del caso ecuatoriano parece confirrnar la segunda hip6- He tenido a bien acordar que una fuerza de 25 hombres de la com-
tesis, en la medida en que, a pesar de los intentos tendentes a su abo- pafila de la parroquia de Guanujo estén acuartelados a efecto de es-
lici6n, el tributo y la estructura comunitaria se mantuvieron durante
39 Art. I de la «Ley sobre extinciòn de los tributos de los indigenas» ( 4/ l 0/182 1):
36 «Los indigenas de Colombia no pagaran en lo venidero el impuesto conocido con el
Cf. A. V. Chayanov, The Theory ofPeasant Economy, Homewood, Illinois, 1986;
Eric R Wolf, Peasants, New York, 1966. degradante nombre de tributo; ni podran ser destinados a servicio alguno por ninguna cla-
37 ses de personas, sin pagarseles el correspondiente salario, que antes estipulen. Ellos que-
E. P. Thompson, «The Mora! Economy of the English Crowd in the Eighteenth
Century», Past and Present, n.0 50, 197 1; pags. 76-136; James C. Scott, The Mora/ Eco- dan en todo iguales a los demas ciudadanos y se regiran por las mismas leyes». A. Noboa
nomy ofthe Peasant Rebellion and Subsistence in Southeast Asia, New Haven, 1977; John (ed.) Recopi/aci6n de /eyes del Ecuador, tomo Ul, op. cit.
40 Art. 3-6 de la «Ley sobre extinciòn de los tributos de los indigenas».
Murra, Formaciones econ6micas y politicas del munda andino, Lima, 1975.
38 41 «Ley sobre establecimiento de escuelas de primeras letras» (2/10/182 1), Aurelio
Tristan Platt propuso esta tesis para el caso de Chuquisaca, Estado boliviano y
ayllu andino, tierra y tributo en e / norte de Potasi, Lima, 1982. Noboa (ed.), ibidem.

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FEDERJCA MORELLI
[NDIOS, CIUDADANfA y TRIBUTO: LAS NUEVAS ART!CULACIONES

torbar toda convulsi6n y de ocurrir al menor desorden por parecer-


me una medi da salutifera y precautoria; y para realizar este proyec- ·
dad locai (indios, mestlzos, bi ancos)45 , y fue muy dificil
. de recaudar
.
to, lo unico que me embaraza es la consideraci6n de que no tengo ·ncluso alli donde, hablando con propiedad, no h~bo msurrecc1ones,
un ramo de donde pueda soportarles un al diario. En este conflicto ~ues la poblaci6n o se negò a pagarlo o se escond10 K:a· no t~ne\i~e
me acerco a la autoridad de V.S. consultandole si podré hacerlo de cerJo46 Para salir del estancamiento, numer_os~s c1~nanos -
la contribuci6n persona! o del ingreso de los remates de tierra so- ha · e se pidiese ayuda a las jerarquias mdias al obJeto de esta-
brastantes del repartoe los resguardos de los indigenas en que ac-
tualmente me estoy versando pues basta boy no se ha dado cumph-
f~~;r
.
~~;
~~tas de contribuyentes y percibir la n~eva tas~, ~om_~
to con el tributo47 y Iograr asi, por as1m11ac1on
suti~
rniento por mis predecesores a la ley de 4 de octubre del ano 11. 042. d1era en su momen ' · la capita
. 0 im uesto, que Jos indios consinheran en pag~r . -
e~ ,~r~in eJbargo esa integraci6n de las aut~ridad_es etmcas en la
Tal documento nos nmestra a un tiempo tanto que los recursos del c1on . dministraci6~ fiscal implicaba la superv1venc1a de las estruc-
Tesoro Publico dificilmente llegaban al centro del Estado, cuanto que :::ac~munitarias indias -corno los cabil1~s de indios- , lo que tuvo
la reforma de 1821 - a la que los indios se opusieron desde un princi- im ortantes consecuencias en el plano pohtico. . d
pio- no se aplico en el distrito de Guaranda, y ése fue también el caso, p T b. , I folta de censos actualizados llev6 a las auton~a es
por ejemplo, de San Felipe (Latacunga), donde Ios indios, fortalecidos estata~: ~e~ej:r la percepci6n de la capitaci6n en man~s de las Jerar-
por la considerable autonomia adquirida durante la crisis de la monar- uias eclesiasticas. El fin de la colo~ia, en efecto~ hab~a comportad~
quia, rechazaron su aplicacion en virtud de «un privilegio especial el
que nos ha concedido la soberania»43 . Ademas, y de manera generai,
i crisis del sistema burocratico espanol, y los func10nanos de
os Estados con frecuencia carecian de la adecuada pre1:arac10n e -
~~s ~~~
Ias guerras que el nuevo Estado hubo de sostener contra Pasto y el ~ica de las antiguas autoridades coloniales. Y_ a~i, aunque mcapaces ~e
Pero obligaron a Bolivar a suspender la ley sobre la abolicion del tri- . Ias con eficacia' aquéllos
buto en todo el territorio de la ex-Audiencia. Asi, la Iey no se reintro- gest 10nar , . se conv1rt1eron
- I en berederos e
h de las practicas burocraticas espano as.
dujo de manera definitiva hasta 1825, con el fin de las guerras. mucL!sca itaci6n fue abolida en 1828, apenas dos afios después de su
No obstante, el final de los conflictos armados y la supresion del introduccfon. Su rendimiento fue muy escaso, pues buena J;:e !e1!:
tributo implicaron la introduccion de un nuevo régimen fiscal. Solo poblaci6n - blancos y mestizos sobre todo, apo~ados a mer:id d p T
que éste, previendo Io introducci6n de la contribuci6n directa, recau- autoridades locales49_ se negaba a pagarla y c1ertas auton a es m1 1-
dada de los propietarios y de quienes ejercian profesiones liberales, se
topo con tan fuerte oposicion por parte de las élites que en 1826 la 45 AHNIQ Fondo Especial, caja 256, lib. 6?6, doc. dl 471' I~:, a tenor de la infor-
contribucion directa fue reemplazada por la capitaci6n. Ese nuevo ' 1 I de Tumbaco (Qwto) don e a pns1on -
-iuCf. por ejemp_ o e caso b bia llenado 'd e quienes se negaban a pagar la capi-
impuesto, que recayo sobre todos los hombres entre Ios catorce y los maci6n del func1onano del Estadobsei a b. incluso cuando se babian puesto a subas-
44
sesenta anos , provoco a su vez numerosas revueltas en Ios territorios taci6n, y de los que nad1~ ~ompral . a os
ta. Por elio pidi6 la abohc16n de tmpues o.
t n1~/Q '
Fondo EspeciaJ, caja 260, lib. 646,
de la antigua Audiencia -sobre todo en Ios distritos de Riobamba y de doc. 47
175 (Tumbaco, 19/4/ 1828). E . I . 256 lib 636 doc. 175 «Oficios de
Otavalo-, en los que participaron casi todos Ios sectores de la socie- Cf · pio AHN/Q Fondo spec1a , caJa , · , ( . b b
. . po~ eJem . b b
los Jueces pohtJcos de Rio am a Y Otavalo al intendente del departamento» R10 am a,
42 31/1/ 1827; OtavaJo, 1/2/1827). . d I obernador de la provincia de lmbabura al
AHNIQ, Fondo Especial, caja 256, lib. 636, doc. 205, «Oficio del juez politico y 48 Cf. al respecto las declara~1~nes i:Jn los recursos decretados por esa intenden-
militar
43
de Guaranda al intendente del departamento» (Guaranda, 1/2/1827): intendente: «No se han puesto a m1 ispos der a con el respeto de la fuerza arma-
AHN/Q, Tributos, caja 27, exp. 9-VII-1826, «Representaci6n de los indigenas de eia en 20 de diciembre del, afio pas~do para ~r:~: lo; rndigenas corno dispuestos siemp~e
la parroquia de San Felipe al sefior intendente a favor de su cura y contra la ley de 4 de da al cobro de la cap1tacion que s~lo han P g tn'b to» AHN/Q Fondo Especial, caJa
octubre de 1821 que concedi6 a los indigenas la esenci6n de los derechos parroquiales, ' . . 0 toda pensi6n que paresca u · , d
a contnbutr gustosos co . b d d provincia de lmbabura al inten ente»
del tributo y la repartici6n de los resguardos en tierras de propiedad» (Quito, 5/4/ 1827). 260, lib. 646, doc. 92, «Ofic10 del go ema or e Ia
44
0 «Decreto estableciendo e! cobro de la capitaci6n» (23/11/1826), Gaceta de Colom-
bia, n. 274 (14/1/ 1827). (Ibarra, 24/1/1828). 1 . , de la capitaci6n eran generalmente los al-
49 Los sectores acusad?s ~e tolerar a ras1on adas de percibirla. Cf. por ejemplo Fon-
caldes parroquiales y las ID1lic1as, a menu o encarg

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FEDERICA MORELLI INDIOS, C IUDADANiA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

tares exoneraban a sus nuevos soldados a fin de reclutarlos con mas A pesar de los térrninos del decreto de 1828, que estipulaba que la
facilidad 50 . En efecto, a falta de una red eficaz de funcionarios fisca- percepci6n del tributo debia atribuirse a funcionarios nombrados por
les, la percepci6n de dicho impuesto habia sido delegada a menudo a el gobierno, en la practica, una vez mas, el Estado no pudo prescindir
los vecinos de honor, esto es, a los notables de las sociedades locales, de las autoridades étnicas, y basta los propios administradores oficia-
que no s6lo toleraban la evasi6n, sino que a titulo de interés o reem- les pidieron su intervenci6n:
bolso retenian una parte de los ingresos51 .
A fin de salvaguardar sus finanzas, el Estado se vio constreiìido Que el cobro de la contribuci6n de que estarnos encargados se hace
por tanto a reintroducir el tributo colonial, al que se dio el nombre de impracticable si no se guarda el orden que ha gobemado este ramo
contribuci6n persona/ de Los indigenas, decretando al mismo tiempo facilitando la recaudaciòn. Este no es otro que el reducirlo a parciali-
dad bajo la inspecciòn de sus caciques o principales que no permitian
la redistribuci6n de tierras a las familias, la preservaci6n de las tierras
la usurpaciòn respecto de que sabian de quienes eran los deudores y
comunales y la conservaci6n del cab i/do indio52 . Pero, esa vuelta al su paradero, descubriendolos de cualquier parte donde se ocultaban
sistema del tributo hab.ia sido requerida en numerosas ocasiones por la sin poderse substraer de su vigilancia a(m mudando jurisdicci6n54.
élite criolla, corno lo prueban las conclusiones de una comisi6n de
expertos de Quito, que, formada por abogados de prestigio de la socie- La Gran Colombia, luego el Estado ecuatoriano, se vieron pues
dad quitefia y encargada por Bolivar de presentar las reformas de que obligados a reconocer e integrar de hecho a las jerarquias étnicas,
estaban necesitadas los Departamentos del Sur, presento la reintro- tanto en sus estructuras corno en sus legislaciones. En consecuencia,
ducci6n del tributo corno una de las reformas mas urgentes; y favora- dichas autoridades tradicionales continuaron gozando de la doble legi-
ble a un tiempo al Estado - por el aumento de sus ingresos- , a la agri- timidad que les conferian el reconocimiento por el Estado, de una
cultura - por procurar a los propietarios la mano de obra necesaria para parte, y el de la comunidad, de otra55 . En efecto, los caciques y los
el trabajo de la tierra- y a los indios -por sustraerles de la ociosidad y gobemadores indios fueron considerados por ciertos documentos
el vagabundeo propios de su naturaleza 53 • El lenguaje utilizado por los corno «agentes del Estado». Exonerados del tributo y percibiendo un
grupos locales era, corno se ve, completamente opuesto al empleado salario igual a un porcentaje del total percibido, ejercian asirnismo
por el Estado, pues mientras éste intentaba eliminar las diferencias cierto poder jurisdiccional reconocido por la ley, que les autorizaba a
sociales entre los indios y el resto de la poblaci6n, las élites siguieron perseguir a los deudores56 . El titulo, ademas, les concedia automatica-
imponiendo su visi6n tradicional, en virtud de la cual las diferencias mente el derecho, reconocido por el Estado, de administrar las tierras
eran naturales en lugar de artificiales. en tanto que jefes de su comunidad57 ; esta ultima funci6n se hallaba
estrechamente vinculada al tributo, puesto que los caciques no podian
do Especial, caja 260, lib. 646, doc. 92, «Oticio del gobemador de la provincia de Irnbabu-
ra al intendente» (Ibarra, 24/ 1/1828); AHN/Q, Fondo Especial, caja 258, lib. 642, doc. 97,
54 AHN/Q, Ind.igenas, caja 191 , Hojas sueltas, «Oficio de los recaudadores de la con-
«Colecturia de la renta de capitaciòn al intendente del departamento» (Ambato, 3/4/ 1827).
50 «La capitaci6n de los blancos no ha podido principiarse ( ...) por que por nota ofi- tribuciòn al intendente» (Quito, 5/l / 1829).
55
cial mandò el comandante geaeral Flores no se les cobrase por ahora los que sirvan en la Sobre las diferentes formas de legitimaci6n de las autoridades étnicas, cf.: Thierry
tropa, que aunque han sido bastantes los mas han desertado» . AHN/Q, Fondo Especial, Saignes «De la borrachera al retrato: los caciques andinos entre dos legitimidades (Cbar-
caja 258, lib. 642, doc. 147, «Colecturia de la renta de capitaci6n al intendente del depar- cas)», Revista Andina, ano 5, n. 0 I, Cuzco, 1987, pags. 150-1 61; Karen Spalding, De indio a
tamento» (Ambato, l 8/6/ 1827). campesi110, Lima, 1974; Luis Millones, «Los ganados del seiior: mecanismos de poder en las
51 Cf. por ejemplo AHN/Q, Fondo Especial, caja 260, lib. 647, doc. IO, «Colecturia comunidades andinas, siglos XYU-XIX>>, América Indigena, a. 0 39, 1979, pags. I07-145.
56
de Capitaci6n al seiior José Viteri», (Quito, 1/3/ 1828). No fu e basta 1849 que las leyes otorgaron formalmente un poder j urisdiccional
52 Tit. m y lV del «Decreto sobre el establecimiento de la contribuci6n persona! de «coactivo» a los gobemadores indios. Silvia Palomeque, <<Estado y comunidad en la
indigenas» (15/ 10/1828), El Colombiano del Guayas, n. 0 64-65-66 (3- 10-17/ 1/1828). regi6n de Cuenca en el siglo XlX», en Heraclio Bonilla (ed.), Los Andes en la Encrucija-
53 AHN/Q, Fondo Especial, caj 262, lib. 651, doc. 11 O, <ilixpediente relativo a las da . Indios, Comunidades y Estado en e/ siglo XIX, Quito, 199 1, pags. 391 -417.
57
refonnas que deben hacerse en la parte adrninistrativa de laj usticia, corno igualrnente en Sobre dicho aspecto, cf. Andrés Guerrcro, Curagas y tenientes politicos. La ley de
que se restablesca el tributo de los indios» (Quito, 5/9/ 1828), fol s. 146- 147. la costumbre y la ley del Estado Otavalo 1830-1875, Quito, 1990, pags. 43-45.

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FEDERICA MORELLI !NDIOS, CJUDADANiA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

djstribui~ las ti:erras mas que a los subditos encuadrados en la catego- El conflicto entre el funcionario del Estado y la comunidad india
na de tnbutanos. Para e! Estado, e! conjunto de poderes de dichas de Latacunga duro varios meses, hasta que el propio Bolivar, de paso
autoridades se legitimaba por la funcion que ejercian en el marco de por la ciudad, decidio que el gobemador debia ser elegido por los
la percepcion del tributo. Por lo tanto, segun demuestra Andrés Gue- indios. El candidato propuesto por la comunidad fue entonces elegido
n:ero_ en su estudio sobre los caciques y los tenientes parroquiales del por unanimidad, por todos los jefes de familia (vecinos) indios.
d1stnto de Otavalo, los padroncillos -documentos en los que los caci- Del mismo modo, si las leyes, por el contrario, intentaron restable-
ques inscribian a los tributarios de su parcialidad- constituian el sim- cer e! contro! de las asambleas municipales cantonales sobre la elec-
bolo de su legitimidad politica no solo frente al Estado, sino también cion de las autoridades de los cabildos indios59 , tal poder jamas se ejer-
de la comunidad. En efecto, esos documentos precisaban a la vez el cio en la practica por las municipalidades en la época de la Gran Co-
~onto de los tributos a percibir, el nombre de la parcialidad (homo- lombia debido a que tales autoridades, al igual que los caciques, eran
mma por lo generai del nombre del cacique) y los apellidos y nombres siempre imprescindibles para la recaudacion del tributo y la prestacion
de los sometidos a su autoridad. Para las autoridades étnicas el de servicios publicos por los indios. De este modo, e! contro! sobre el
padroncil~o de tributarios constituia asi un genuino simbolo de poder, proceso de eleccion de las autoridades étnicas por e! Estado u otros or-
en la med1da en que materializaba la subordinacion de los tributarios ganismos externos a la comunidad permanecio muy dificil, y ello pro-
a ~n jefe, su pertenencia a un mismo espacio territorial y el reconoci- bablemente hasta la abolicion del sistema tributario, en 1857 60 .
mtento por parte del Estado de su autoridad persona!.
La relacion entre la comunidad y el Estado preveia no solo el pago
del tributo por los indios, sino también la prestacion de servicios a 4. Estado y comunidad en el siglo XIX
favor de las diferentes instancias del poder, fueran civiles o eclesiasti-
cas. Asi pues, las autoridades no se limitaban a percibir el tributo sino Las mas recientes investigaciones historiograficas tienden a cues-
que organizaban también el reclutamiento de la fuerza de trab~jo a tionar la tesis segun la cual las comunidades indigenas habrian entra-
emp!e~r en la~ obr~s publicas, asi corno e! reparto de turnos para el do tras la independencia en una fase de grave desestructuracion. En
s~rv1c10 d~ la l!5le.s1a. En la mentalidad colectiva, semejantes exigen- realidad, y al menos durante la primera parte del siglo XIX, la inesta-
cias eran mtenonzadas y asumidas corno un acto de reciprocidad bilidad politica, las guerras civiles y sobre todo la supervivencia del
pues a cambio los indios obtenian de sus autoridades tierras y protec~ sistema del tributo permitieron a las comunidades sobrevivir y repro-
cion frente a los poderes externos. ducirse61, dejandoles claramente un contro! sobre las tierras que tuvo
En relacion a la época borbonica, sei'ial de la elevada autonomia
a~canzad~ por las comunidades durante el periodo de la independen- bramiento de gobemador de indigena hecho en el ciudadano Antonio Saragozin y oposi-
cta, se as1ste por entonces a una menor intervencion del Estado en el ciòn de Joaquin Agania de la parroquia de Latacunga».
59 «En las parroquias donde haya costumbres de elejir alcaldes ind.igenas las asam-
nombramiento de las autoridades étnicas y, en particular, en el del bleas municipales podran nombrar en adelante lo que estimen convenientes segua las cir-
gobemador indio, corno lo prueba la declaracion de los indios de la cumstancias de cada pueblo», art. 79 de la «Ley de régimen polltico» (1825), en vigor
ciudad de_Latacunga, al rechazar la intervencion deljefe politico en e! también durante la prirnera época de la republ.ica ecuatoriana. Aurelio Noboa, Recopila-
nombramiento del nuevo gobemador indio: ci6n ... , op. cit., tomo III, pags. 86- 109.
60 En los casos en los que el Estado intentò inm.iscuirse en la elecciòn de las autori-
dades étnicas los indios se opusieron con violencia. Véase por ejemplo el caso de Mulalò
Usando la libertad concedida y publicada por las leyes nacionales, (Latacunga), donde el intento del prefecto del Departamento de nombrar al gobemador
que todo hombre debe exponer sus derechos, se opone a la provi- indio provocò una insurrecciòn de los indios de la comunidad. AHN/Q, Criminales, caja
si6n de dicho gobemador58 . 264, exp. 22-1-1832, «Expediente crirn.inal seguido de oficios contra varios indigenas de
la parroquia de Mulalò por la oposiciòn a la posesiòn del gobemador Andrés Bonilla».
6 1 Heraclio Bonilla (ed.}, Los Andes en la encrucijada. lndios, comunidades y Esta-
58
AHN/Q, lndigenas, caja 17 l , exp. 22-V- l 822, «Expediente que contiene el nom- dos en e/ siglo XIX, Quito, 199 l ; Herbert Klein, Haciendas y ayllus en Bolivia. La regi6n

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FEDERJCA MORELLI JNDIOS, CfUDADANfA y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULAC!ONES

consecuencias considerables sobre la gobemabilidad de los paises En efecto, si antes losforasteros no podian disponer legalmente d_e tie-
independientes, en la medida en que la tierra no s61o era para los rras de la comunidad, el nuevo sistema li~eral, al borrar las antiguas
indios un recurso economico, sino también y sobre todo una fuente de diferencias, abri6 a todos el acceso a las tierras, de lo que se apr~ve-
derechos politicos y de libertades colectivas frente al Estado. charon Jos indios de Lurnbisi integrando forasteros a su comumdad
De hecho, la persistencia del tributo constituy6 un verdadero obs- para ganar la causa contra las monjas. . . . .
taculo al desarrollo de una sociedad fundada en la propiedad privada El segundo caso concieme a la comurudad mdia de ~~ch~chi,
y el sistema de haciendas, seg(m lo confirrna un buen numero de ejem- durante Jos primeros aiios de la republica. En _1~3?, la mumc1paltdad
plos sacados de la historia del Ecuador independiente. Citernos en pri- de Quito orden6 al teniente del pueblo que d1v1~era Y arrend'.11"a las
mer lugar el caso de la comunidad india de Lumbisi, en el distrito de tierras de dos parcialidades al objeto de sacar el dmero necesar10 para
Quito, que tenia abierto desde 1674 un proceso judicial contra las la construcci6n de la escuela. Para defenderse de ~se ataqu~ d~I Esta-
rnonjas de la Concepci6n, propietarias de una hacienda en un pueblo do y probar que las tierras pertenecian a la comU?~dad, los md1os, con
del que los indios reivindicaban ciertas tierras en cuanto pertenecien- la mediaci6n de sus caciques y del cur~, se rem_1tteron a la ley ~e! 15
tes de hecho a su comunidad, y que un cura se las habia sustraido de de octubre de t 828, que habia restablec1do el trzbuto d~rante la epoca
manera ilicita62 . Ahora bien, el hecho de que un tan largo conflicto se de la Gran Colombia y a la que el nuevo Estado _hab1a con~ado.
resolviera finalmente en 1824 a favor de los indios -con una senten- Afirmaron asi que en virtud del articulo 19 de d1cha l~y la~ tt~rr~s
cia de la Audiencia que atribuia a la comunidad la mayor parte de las comunitarias no podian ser arrendadas antes de haber s1d~ d1str1bm-
tierras en litigio 63- , en un régimen que tenia por objetivo eliminar Ias das a todas las familias y reservada una parte para uso _comun, demos-
tierras comunitarias y redistribuirlas, es revelador de la fuerza adqui- trando ademas que las tierras en disputa eran necesanas ~anto_para la
rida por las comunidades gracias a las guerras y al sistema del tribu- superv1·vencta· de las L'.arru·1
1, 1·as corno para la de la comun1dad,
,
tras
· d.
lo
to. La estrategia utilizada por los indios, denunciada varias veces por cual, el Estado reconoci6 que no podian serles sustra1das a los m 10s
el administrador de la hacienda, que consistia en incorporar a la de Machachi 64 . . . . ,
comunidad a indios forasteros procedentes de otros pueblos, demues- Segun confirman los casos ante~i~tos y_ ~as mvestigac10?es mas
tra una vez mas su capacidad para adaptarse a las nuevas situaciones recientes el discurso politico de las ehtes dmgentes, el «enlzghte~ed
65
juridicas y sacar partido de ellas. Asi, la abolici6n de la mita habia eli- Liberalis:n», jamas fue ni begem6nico ni ortodoxo : dur,ante el s1gl?
minado automaticamente todas las diferencias entre forasteros y ori- XIX debieron corregir la decisi6n de Bolivar, y ant~s de e,l del constl-
ginarios existentes en la época colonia!, comportando importantes tucionalismo espaiiol, de suprirnir el tributo que llllpoma e! Estado
consecuencias, ante todo desde el punto de vista del acceso a la tierra. colonia! a los indios. En consecuencia, el vinculo entre el Esta~o ~epu-
blicano y los indios - relaci6n de drenaje del ,exced,e?te econo~1c~ Y
de recursos humanos a cambio de autonorrua pohtic~ Y econoID:1-~a
de La Paz, siglos XVIII y XIX, Lima, 1995; Robert H. Jackson (ed.), Liberals, the Church acordada a Jas comunidades- no cambio de ~odo radical en rel~c10n
and Indian Peasants. Corporale Land and the Challange of Reform in Nineteenth Cen-
tury Spanish America, Albuquerque, 1997; Victor Peralta Ruiz, En pos del tributo. Buro- a la época de la monarquia espaiiola. En el_s1l?;lo XIX, corno en epoca
cracia es tatal, elite regionali y comunidades indigenas en e/ Cuzco rural {1826-1854), colonial, tal vinculo tuvo corno intermedianos a lo_s representantes
Cuzco, 1991; H. J. Konig, T. Platt, C. Lewis (eds.), «Estado-naciòn, Comunidad Indige- regionales y Iocales del Estado, que a menudo terrnrnaron por apro-
na, lndustria. Tres debates al fina l del Milenio», Cuadernos de Historia Latinoamerica- piarse de parte del excedente en cuesti6n. En efecto, el ~acaso d~ la
na, 8, 2000.
62 Sobre dicho conllicto, véase Loreto Rebolledo, Comunidad y resistencia. El caso integraci6n de los indios en la nueva ciudadania produJO una tnple
de Lumbisi en la colonia, Quito, 1992.
63 Las tierras en disputa median en tota! 48 caballerias. 8 cuadras y 3 solares, y las
asignadas a los indios 40 cabal/erias, I cuadra y 1 solar y medio, 1020 varas. AHN/Q, 64 AHN/Q lndigenas caja 173, exp. 10-Xll-1836. . . . .
lndigenas, caja 172, exp. 21-10-1830, «Docu.rnentaciòn acerca el remate de la hacienda de 65 Cf. por' ejemplo Mark Thumer, From two Republics to one D1v1ded. Contrad,c-
Lumbisi del Monasterio de la Concepciòn». tions of Postcolonial Nationmaking in Andean Peru, Durharn, 1997.

184 185
FEDERICA MORELLI !NDIOS, CIUDADANJA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

consecuencia en la relaci6n entre el Estado y la sociedad india: en de mestizos, confirman en cambio la hip6tesis contraria69 . En efecto,
primer lugar, se desarroll6 un discurso racista de tipo darvinista, que al revés que en las grandes rebeliones indias de la segunda mitad del
explicaba la imposibilidad de integrar al indio en la naci6n por razo- siglo XVIII, que se extendian sobre un territorio muy vasto e integra-
nes de inferioridad fisica e intelectual de su raza, causada evidente- ban a veces a segmentos diversos de la poblaci6n70 , las revueltas del
mente por la colonizaci6n espafiola; discurso que produjo una salida siglo XIX parecian territorialmente mas limitadas. En este sentido, el
repentina del indio de la escena nacional, sobre todo del plano de los caso ecuatoriano no se alej6 demasiado del caso peruano, del que
proyectos norrnativos y te6ricos. Por ultimo, y en tercer lugar, el Esta- recientemente se ha demostrado que las rebeliones indias del siglo
do delegò la gesti6n de la cuesti6n india a toda una serie de poderes XIX con frecuencia no se extendian mas alla del ambito local 71 • Mas
locales y de agentes subalternos que, en cierta medida, acabaron por aun, incluso cuando se articulaban con movimientos mas amplios, ya
debilitar la relaciòn Estado/comunidad. Los indios, a fin de dar res- fueran de ambito regional o nacional - por ejemplo, durante la guerra
puesta a tales cambios, habrian consolidado entonces el proceso de del Pacifico contra Chile, o también en los casos boliviano y ecuato-
«comunalizaciòn», vale decir, de fraccionamiento de los antiguos riano72-, ello tenia lugar por medio de interlocutores mediadores
territorios étnicos66 . (mestizos, bur6cratas, gamonales), y nunca de modo directo, corno si
No obstante, resulta bastante dificil afirmar que a lo largo del siglo habia ocurrido durante la rebeli6n de Tupac Amaru. En cualquier caso,
XIX se dio un proceso de fragmentaci6n de los antiguos seiiorios étni- un estudio mas en profundidad acerca de las revueltas indias del siglo
cos. Por ejemplo, Joanne Rappaport, en un estudio sobre la etnia de XIX aportaria ciertamente nuevos datos, importantes para comprender
los Paez, en el departamento de Cauca (Colombia meridional), el proceso de fragmentaci6n o de recomposici6n del territorio étnico,
demostr6 al contrario que hubo una recomposici6n de las antiguas asi corno los cambios relativos a las autoridades y a las relaciones con
unidades territoriales, subrayando el papel desempeiiado por las gue- el Estado.
rras en ese proceso de transformaci6n del poder politico indio: los Sin embargo, con los datos disponibles cabe afirmar que en cier-
caciques, merced a su mando sobre unidades militares independientes, tas zonas ecuatorianas se dio realmente un fenomeno de fragmenta-
lograron reconquistar el contro! sobre los antiguos resguardos de ori- ci6n del espacio étnico. La época de Cadiz, en efecto, habia perrniti-
gen colonial 67. Por desgracia, tampoco en lo concerniente a la sierra do que numerosos pueblos indios se transformaran en municipios
ecuatoriana hay datos suficientes para afirmar si hubo fragmentaci6n constitucionales, rompiendo asi las jerarquias territoriales de la época
o bien recomposici6n de los antiguos territorios étnicos. De hecho, colonial; proceso que ya habia comenzado durante la colonia en algu-
parece que en ciertas zonas indias fuertemente estructuradas, corno la nas regiones por mor del aumento de cabildos indios, corno lo ha
provincia de Riobamba, la inestabilidad politica y las guerras hayan demostrado el estudio de Jacques Poloni sobre el distrito de Cuenca73 .
consolidado los antiguos seiiorios, vale decir, territorios indios muy Lamentablemente, no disponemos de estudios sobre los cabildos
vastos que englobaban a numerosos pueblos y comunidades 68 . Otros indios del siglo XIX, que podrian sin embargo ofrecemos datos
datos, corno los relativos a la zona de Otavalo, que muestran una frag- importantes sobre las dinarnicas del espacio étnico. Algunas investi-
mentaci6n del espacio étnico debida a la transformaciòn de numero-
sos indios en pequeiios propietarios y a su integraci6n en la categoria 69 Yéase Gaio Ram6n, «Los iodios y la coostituci6n del Estado oacional», op. cit.,
pags. 438-444.

66
°
7 Cf. por ejemplo la rebeli6n de Riobamba, que se exteodi6 basta Ambato y Lata-

Tesis ésta defeodida particularmeote por Gaio Ramon YaJarezo, «Los indios y la cunga, englobando por entero el espacio del antiguo seiiorio de los Puruhaes (Segundo
coostituci6o del Estado nacional», eo H. Booilla (ed.), Los Andes .. ., cit., pags. 419-155. Moreno Yanez, op. cit., pags. 44-102).
67 71
Joanne Rappaport, The Polities ofMemory: Native Historical lnte,pretazion in the Marck Thurner, op. cit., pags. l38-139.
72 Para lo coocerniente al Ecuador, subrayemos que -si bien poco estudiada- la gue-
Colombean Andes, Cambridge, 1990.
68 rra civil que condujo a Eloy Alfaro al poder en 1895 se caracteriz6 por una amplia parti-
La rebeli6o de Daquilema eo 1871, en la que el sefiorio dio pruebas de su capaci-
dad de movilizaci6n, muestra en efecto que el territorio étnico de la provincia de Rio- cipaci6o india.
73
bamba era a{m muy s6lido. Jacques Poloni, op. cit.

186 187
FEDERICA MORELLI IND!OS, CIUDADANÌA Y TRIBUTO: LAS NUEVAS ARTICULACIONES

gaciones han puesto de relieve que los miembros de los cabildos indios, contribuy6 por tanto a debilitar considerablemente los meca-
indios - gobernadores, alcaldes, varas y regidores- reemplazaron en nismos de reproducci6n de las comunidades indias 77, que toda una
muchas de sus funciones a los antiguos caciques y principales74 . Sin serie de medidas complementarias - la subordinaci6n de los cabildos
embargo, eso no significa que las familias de caciques perdieran todo indios al control de los municipios cantonales, la abolici6n de las tie-
su poder -dado que algunos de sus miembros ocuparon cargos en Ios rras comunales y su transferencia a los municipios, o incluso la suje-
c~bildos-, sino, por el contrario, que eran los intermediarios privile- ci6n del transporte y de la venta de los productos indios a los impues-
giados con el Estado. En efecto, a partir de 1846, éste empez6 a reco- tos municipales- tenian corno mira eliminar. Ahora bien, el analisis
nocer formalmente a dichas autoridades indias corno funcionarios cronologico de las revueltas indias demuestra que estallaron mayori-
auxiliares, otorgando a quienes se ocupaban de la recaudaci6n del tri- tariamente en la segunda mitad del siglo, cuando el Estado comenz6 a
buto -cartacuenteros, gobemadores, alguaciles- un poder jurisdiccio- ejercer mayores presiones tendentes a la abolici6n definitiva del siste-
nal coactivo, y un salario al gobemador para sus funciones en ese ma comunitario78 .
d?~io 75 . Tales medidas fueron precedidas por una politica protec- Sin embargo, estudios recientes han remarcado que la contribu-
c10msta del Estado sobre las tierras comunitarias: en 1843 se estable- ci6n subsidiaria - forma de extracci6n del excedente indio- no impli-
ci6 .el. ~eparto de. tierras incultas a los indios que aun no tenian, y se cò la desaparici6n de todos los mecanismos que regulaban la percep-
dec1d10 que las tlerras sobrantes formarian parte del comun, y que se ci6n del tributo y que habian permitido a las comunidades perpetuar
prohibiria su venta76 . determinadas formas de autonomia. De hecho, eran todavia las auto-
Semejante politica culminò en 1857 con la supresi6n del tributo ridades étnicas las que establecian los turnos de trabajo de los indios
que durante la republica habia tornado e! nombre de «contribuci6~ y oficiaban de mediadoras con el Estado y, sobre todo, con las institu-
persona! de indigenas». Como en otros paises, ello fue posible gracias ciones locales - los municipios entre ellas- . Ademas, los propios
al aumento en los ingresos de los impuestos recaudados del comercio indios negociaron estrategias de supervivencia y reproducci6n tanto
intemacional. Ahora bien, si la abolici6n del tributo apenas repercuti6 con los hacendados corno con las autoridades locales. Asi, corno ya
~~cieramente sobre el gobierno central, sobre los gobiernos pro- ocurriera a fmales del siglo XVIII luego de las reformas borb6nicas,
vmciales, por el contrario, ello supuso la pérdida del dinero habitual- los indios establecieron formas de colaboraci6n y/o subordinaci6n con
mente destinado a pagar los salarios de las administraciones locales. el sistema de haciendas, tanto para escapar a la contribuci6n subsidia-
~ fin de. resolver tales problemas el tributo fue sustituido por un nuevo ria corno para obtener recursos complementarios. Tampoco el concer-
tipo de lillpuesto, la «contribuci6n subsidiaria»: cada habitante debia taje, corno a finales del siglo XVIII, implicaba la pérdida de todo con-
contribuir .a las obras publicas por el valor de cuatro jornales, paga- tacto con la comunidad79 . En cuanto al pacto existente entre los indios
deros en dmero o en trabajo, y cuyo valor los municipios lo evaluaban y las instituciones locales, y en virtud del cual los ayuntamientos
e~ funci6n de las necesidades. No babia, pues, un criterio generai que debian arrendar a los indios los ejidos y las tierras municipales a cam-
fiJara el montante de la contribuci6n, pagado en dinero por buena
parte de la poblaci6n, pero que se transformaba en mecanismo de tra- 77 En efecto, corno en otras regiones andinas, ciertos pueblos se rebelaron contra la

bajo forzoso para los sectores pobres de la sociedad, entre los cuales abolici6n del tributo. Cf. Gerardo Fuentealba, «La sociedad indigena en las primeras
abundaban los indios. décadas de la republica: continuidades coloniales y cambios republicanos», en Enrique
Ayala Mora (ed.), Nueva Historia del Ecuador, vol. Vlll, Quito, 1990, pags. 45-77.
La abolici6n del tributo, que implicaba el final del conjunto de 78 Sobre las revueltas indias del siglo XIX cf. Osvaldo Albomoz, Las luchas indige-
«derechos» y «exenciones» del que basta entonces habian gozado los nas en e/ Ecuador, Guayaquil, 1976. Respecto de las 31 insurrecciones reseòadas por el
autor, 22 tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo.
74 79 Seguo el gobemador de Cuenca, la mayoria de los indios que dependlan de las
Silvia Palomeque, <<Estado y comunidad ... », cit.
75 haciendas eran «individuos que no son propiamente arrimados, por no vivir en los fundos
«Ley de contribuci6n de indigenas» (3 de junio de I 851 ), en Juan Freile-Granizo
(ed.),76«Leyes indigeaistas. Compilaci6n», Sarance t n. 0 19> Otavalo , pags• 49-63• de sus amos, apacentan el ganado y extraen combustible para sus casas». Silvia Palome-
Gaceta del Ecuador, n. 0 495. Decreto del 6 de junio de 1843. que, op. cit., pag. 405.

188 189
FEDERICA MORELLI

bio de sus prestaciones de trabajo, recordemos que la contribuci6n


subsidiaria no estaba ya controlada por el Estado, sino directamente
por los municipios, que se encargaban a la vez de su percepci6n y de
la organizaci6n de las obras publicas.
El recurso por parte de los indios a pactos con los hacendados y
las instituciones locales demuestra basta qué punto el vinculo entre
ellos y el Estado se habia debilitado a causa de toda una serie de suje-
tos que a menudo terminaban por apropiarse de una parte considera-
ble del excedente, y por fragmentar el territorio en un conjunto de
microsistemas politicos independientes. Todo elio muestra que la abo- CAPITULO V
lici6n del tributo no produjo necesariamente la crisis irreversible de
las comunidades, en la medida en que la contribuci6n subsidiaria no EL TRIONFO DE LOS MUNICIPIOS
era sino un tributo con forma de fuerza de trabajo, que no se diferen-
ciaba del antiguo tributo mas que por el hecho de no estar ya gestio-
nada por el Estado, sino por los municipios. El debilitamiento de la
relaci6n Estado/comunidad supuso empero la desaparici6n del sujeto
indio de la escena nacional, asi corno dejar de lado todos los proyec- 1. Los cuerpos intermediarios de la tradicion hispano-americana
tos que preveian su integraci6n en la naci6n.
De manera mas generai, y a fin de comprender pienamente la rela- Durante los afios que van de la crisis del imperio a las guerras de
ci6n Estado/comunidad a lo largo del siglo XIX ecuatoriano, pensa- independencia y a la formaci6n de los nuevos Estados, el cabildo fue
mos que se habria de proceder a investigaciones mas profundas y la instituciòn que mayor vigor alcanz6. A pesar de las primeras expe-
detalladas sobre las relaciones entre indios, pueblos y haciendas, e riencias representativas, el liberalismo y las guerras jugaron un papel
igualmente sobre las revueltas y la participaci6n en las guerras de determinante en la transformaci6n y consolidaci6n de sus funciones,
finales de siglo; tantos ambitos, aun escasamente abordados por la his- algunos de cuyos rasgos caracteristicos derivaban de la época colo-
toriografia y que sin embargo podrian arrojar nueva luz sobre cuestio- nia!. La cuesti6n municipal, pues, nos confinna que los poderes terri-
nes aun abiertas relativas al siglo XIX latino-americano. toriales periféricos no fueron completamente desmantelados por el
Estado absoluto, el cual, al contrario, los utiliz6 en aras de sus pro-
pios fines.
En relaci6n con otras zonas europeas, en la América hispana la
cuesti6n municipal adquiri6 cada vez mayor importancia a causa de
la falta de instituciones representativas de los reinos durante toda la
época colonial. Tal caracteristica, asi corno el fundamental papel
desempefi.ado por las ciudades en la estructuraci6n y organizaci6n del
territo1io circundante, pueden por tanto llevarnos aver en los muni-
cipios a los cuerpos intermediarios de la tradiciòn hispano-america-
na. En la experiencia constitucional europea, se trataba de institucio-
nes que, nacidas corno 6rganos judiciales destinados a controlar la
conformidad de las decisiones del soberano respecto de las leyes fun-
damentales del reino (la monarquia limitada de origen medieval),

190 191
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNlCIPIOS

habian terminado por desarrollar ciertos poderes legislativos que creaci6n de ciudades en América implico pues que se !es atribuyese un
limitaban y controlaban la acci6n del monarca 1• Junto a su facultad territorio jurisdiccional corno también e! derecho a elegir a sus propios
de aceptar o no el establecimiento de nuevos impuestos, estos 6rga- jueces (alcaldes). Ahora bien, si justo tras la conquista los territorios
nos ejercian un contro! legislativo a través de la verificaci6n y e! atribuidos eran extremadamente vastos en raz6n de la escasa pobla-
registro de los edictos reales2; por ultimo, y rnerced a su derecho de ci6n espafiola, de la inmensidad y del insuficiente conocimiento de las
amonestaci6n, ejercian una importante actividad de oposici6n, de zonas conquistadas, en e! curso de los siglos XVII y XVIII su exten-
traba y obstrucci6n a la acci6n del poder central3. si6n fue reduciéndose progresivamente, por mor de la creaci6n de
Esta breve digresi6n sobre e! papel y las funciones de los cuerpos otras ciudades y de la necesidad de fundar un numero mas elevado de
intermediarios en la doctrina y la historia europeas nos pueden servir distritos administrativos al objeto de establecer un contro! mas direc-
de ayuda para comprender por qué cabe asimilar los municipios his- to sobre la poblaci6n americana5 . El cabildo ejercia sus poderes por la
pano-americanos a tales instituciones. En primer lugar porque, desde mediaci6n de los alcaldes ordinarios, dos jueces que impartian la jus-
la conquista, las leyes !es concedieron amplios poderes jurisdicciona- ticia ordinaria de primera instancia sobre e! conjunto del distrito
les sobre e! territorio, tal y corno ya hicieran con las ciudades de municipal, incluidas las ciudades de las zonas rurales, y de los demas
la peninsula4 . Al fundarse sobre el sistema municipal peninsular, la miembros del municipio (regidores); éstos, aun careciendo de poderes
judiciales, ejercian funciones tendentes a regular la vida urbana, sobre
1
La doctrina de los cuerpos intennediarios es un desarrolJo de las teorias medieva- todo en lo que hace a su dimensi6n econ6mica6. A este proposito,
les que remitian al concepto de monarquia limitada, y que, a partir de finales del siglo subrayemos que el ejercicio de lo que cabe llamar «politica generai»
XVI, conducirian a la noci6n de gobierno o de Estado mixto. Aun cuando el ténnino de constituye un elemento suplementario que aproxima a los municipios
'cuerpos interrnediarios' quede mal definido - las propias obras de Montesquieu no pro- americanos a los cuerpos intermediarios europeos. Los Parlamentos
ponen su exacta definici6n, ni tampoco precisan los poderes de ninguno o los limites cons-
titucionales de sus competencias-, Teodoro de Beza, un calvinista francés favorable a la franceses, por ejemplo, ejercian también ellos funciones que no se
teoria medieval de la rebeli6n y del tiranicidio, los identifico a finales del siglo XVI con lirnitaban a la administraci6n, e igualmente disponian de importantes
los Estados Generales, con la autonomia de las ciudades y de las provincias, y con los par- poderes legislativos. Poseian en particular la facultad de promulgar
lamentos; en suma, con los (micos organismos que, en opini6n del jurista francés, podian
elevan;e contra el monarca en nombre de la sociedad. Teodoro de Beza ( 1519- 1605), Du
reglamentos que tenian fuerza de ley sobre varios asuntos, corno la
droit des magistrats sur leurs sujets ( 1574); cit. por Nicola Matteucci, Organizzazione del administraci6n de la justicia, el aprovisionamiento de la ciudad, la
potere e libertà, op. cit., pag. 29. organizaci6n de los mercados y las ferias, del comercio y de las cor-
2
Subrayemos a este respecto la particularidad del parlamento inglés en relaci6n a los poraciones, de la agricultura, la educaci6n, la reglamentaci6n de los
cuerpos intennediarios franceses. La Francia del siglo XVI poseia dos instituciones, una
representativa de los grupos privilegiados y de los propietarios, y destinada a aprobar los
lugares publicos y, de manera generai, del orden y la moralidad. Tales
impuestos (los Estados Generales) y la otra, los Parlamentos, compuesta por la nobleza poderes, al permitirles modificar la legislaci6n real en defensa de las
-hereditaria y de toga-, la cual debia registrar las leyes y garantizar su conformidad con leyes fundamentales del reino, hicieron de los cabildos auténticos
la constituci6n del reino; en cambio, en el caso del Parlamento inglés ambas funciones se contrapesos frente al poder del monarca.
confundian en tanto que Corte Superior de Justicia, que establecia la compatibilidad de las
leyes con el Common Law, y ello en tanto representaba a los privilegiados y a los propie-
El segundo elemento que nos permite aproximar a los ayunta-
tarios que aprobaban los impuestos. mientos hispano-americanos a los cuerpos intermediarios europeos lo
3
Alatri, en su estudio de los Parlamentos en la Francia del siglo XVIII, ha demos-
trado que su jurisprudencia y sus reglamentos con fuerza de ley contribuyeron a cambiar espaòoles de las ciudades americanas, cf. Alfonso Garcia Gallo, «De la ciudad americana
en profundidad la legislaci6n real (Paolo Alatri, Parlamenti e lotta politica nella Francia a la indiana» (en-del mismo autor- Los origenes espaiioles de las instituciones america-
del Settecento, Bari, 1977, pags. 123- 124). nas. Estudio de derecho indiano, Madrid, 1987, pags. 1005-1023).
4 5
El sistema municipal espaòol empez6 a estructurarse en el siglo Xll y, desde el Alfonso Garcia Gallo, «Territorio y térmioo en el ambito locai castellano e india-
Xlll, las mayoria de las ciudades poseyeron una personalidad juridica y una organizaci6n no» (en Los origenes... , op. cit., pags 1025-1044).
6
politica. A finales del siglo XV todas ellas estaban dotadas de una personalidad comunal, Sobre los cargos y las funciones de los cabildos americanos en la época colonia!,
de un sistema propio de gobiemo y de limites territoriales en cuyo interior se ejercia su cf. la obra clasica de Constantino Bayle, Los cabildos seculares en la América Espaiiola,
autoridad. Acerca del desarrollo del sistema municipal en la peninsula y de los origenes Madrid, 1952.

192 193
FEDERJCA MORELLI
EL TR!UNFO DE LOS MUNIC!PIOS

constituye la naturaleza hereditaria y electiva de sus cargos, una carac- monarquia. El ejemplo de mayor interés es sin duda el de la munici-
teristica fundamental de estos ultimos puesto que, corno afirmaba palidad de Quito, en el que la rebeli6n de 1769 constrifi6 a los aliados
Montesquieu, les volvia enteramente independientes del poder de la Corona a aliarse con la élite locai, sacrificando una parte del pro-
monarquico 7 . Finalmente, el ultimo aspecto que nos permite compa- yecto reformista. Ahora bien, al alba de una nueva reorganizaci6n
rar los cabildos a los cuerpos intermediarios esta en relaci6n con el politica y fiscal - materializada en la llegada d~l pr~sidente Le6n y
concepto de representaci6n virtual del territorio. Las ciudades ameri- Pizarro nombrado visitador generai de la Aud1encrn-, el temor de
canas eran, en efecto, los unicos sujetos que gozaban del derecho de nuevas'rebeliones condujo a los funcionarios espa.iioles a renegociar
representaci6n frente al rey, raz6n por la cual sus municipalidades la relaci6n contractual entre el centro y la periferia8. El proyecto de
representaban un territorio que iba mas alla de Ios limites del territo- Le6n y Pizarro, previendo la puesta en acto no solo del sistema de
rio urbano, que englobaba una serie de villas y pueblos. La cuesti6~ intendencias, sino también de una nueva estructura piramidal en el
de las dimensiones del espacio jurisdiccional de Ios cabildos, que SI seno de la Real Hacienda destinada a racionalizar la percepci6n de los
por un lado sefialaba la diferencia entre la ciudad hispano-americana impuestos, era en efecto muy ambicioso. Ademas de introducir nue-
y la ciudad europea, bacia por otro de los municipios instituciones aun vos monopolios, el proyecto aspiraba a establecer la administraci6n
mas comparables a cuerpos intermediarios europeos corno los Parla- directa del tributo, poniendo fin al sistema de adjudicaciones9 . Tales
mentos o los Estados Provinciales. De hecho, el espacio municipal reformas dieron resultados muy positivos, haciendo saltar los ingresos
americano equivalia a menudo al de una provincia, y a veces, en algun fiscales de la Audiencia de los 200.000 pesos de 1760 hasta los
caso, al de un reino europeo: lo que explica por qué Ios cabildos, ins-
pirandose en el momento de la crisis del imperio en el modelo de Ios
500.000 de 1793 '°·
A pesar de la mayor presi6n fiscal inducida por las modificacio-
Parlamentos franceses - una monarquia muy limitada por la aristocra- nes borb6nicas no hubo, durante la década de 1780, una revuelta
cia es decir, la élite que monopolizaba los cargos municipales-, se
' . . semejante a la de 1765 - caracterizada por la amplia coalici6n de las
consideran corno genuinos 6rganos representativos de los temtonos. fuerzas sociales-, cosa ésta que la historiografia, al no prestarle dema-
Con todo mientras que en Francia la pretensi6n de los Parlamentos de siada atenci6n, nunca ha intentado realmente explicar. Ante el hecho
represent~r al pueblo francés contribuy6, pese al caracter hereditario de que no habia en el Iugar sino una débil presencia de tropas espafio-
de los cargos, a poner en cuesti6n la propia naturaleza de la represen- las, y que la mayoria de Ias fuerzas armadas de la regi6n estaban com-
taci6n politica y condujo finalmente a su desaparici6n, en la América puestas de americanos, no cabe mejor explicaci6n que la de buscar en
hispana, a pesar de la introducci6n de la representaci6n politica libe- los mecanismos de negociaci6n entre centro y periferia. Durante este
ral y de la independencia, los municipios continuaron oficiando corno periodo, en efecto, se asisti6 a una verdadera reformulaci6n de 1~ rela-
verdaderos cuerpos soberanos del reino. ci6n contractual sobre la fiscalidad, en la medida en que, a cambio del
Ese papel del cabildo corno cuerpo intermediario fue particul_ar- aumento de la recaudaci6n fiscal, e! Estado abandon6 una parte de sus
mente evidente en Ios territorios que, corno la Audiencia de Qmto, prerrogativas en beneficio de la aristocracia locai. Ahora bien, dicho
constituian làs zonas periféricas del imperio. Alli, la ausencia de 6rga- intercambio en las competencias se materializ6 por medio de un pacto
nos centrales eficaces contribuy6 en efecto a relativizar las decisiones
provenientes de Madrid, las cuales, en especial en e! caso de las 8 En la correspondencia de los funcionarios de la época, el miedo a nuevas insurrec-
reformas borb6nicas, produjeron el efecto absolutamente imprevisto c iones antifiscales esta siempre presente. En 1781, Le6n y Pizarro, en una carta enviada a
de aumentar el poder jurisdiccional del cabildo sobre el territorio, Galvez, expresa con suma claridad sus temores a proposito de las consecuencias que la
consolidando su naturaleza de contrapeso institucional frente a la aplicaci6n de nuevas reform as podria provocar en los territorios de la Audiencia, ~n refe-
rencia no solo a las revueltas de los indios que habian estaUado en el curso de los ultJmos
aiios sino también a las - mucho mas graves- de los Comuneros en Colombia y de Tupac
7 Acerca de la necesaria autonomia de la justicia, véase Montesquieu, Esprit des lois, Am;ru en Peru. AHN/Q, Fondo Especial, caja 68, lib. 176, doc. 48 10, fols. 11 3-115.
9 AHN/Q, Tributos, caja 21 , exp. 179 I-I-17.
lib. 11 , cap. 6 (en Roger Caillois [dir.], Oeuvres complètes, Paris, 1949. 10 D. A. Wasbbum, op. c it., pag. 89.

194 195
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNlClPlOS

formal ---que no tacito- entre el presidente de la Audiencia y e! cabil- poderes de aquéllas se ampliaron tanto en el espacio urbano corno en
do, lo que, de hecho, significaba el fracaso del proyecto de intenden- el espacio rural, que englobaba a los pueblos «en cinco leguas» 13 . El
cias en la region. corregidor, en efecto, ademas de ocuparse de la percepcion de los tri-
Uno de los objetivos de las reformas era el de hacer desaparecer a butos - transferida a los administradores 14-, impartia la justicia civil y
los corregidores -personajes corruptos y con métodos de gobierno penai, controlaba la administracion de las tierras y ?e
los bienes
ineficaces 11 - y sustituirlos por subdelegados que debian ser nombra- comunitarios y presidia las elecciones de los cabildos mdios. De ahi
dos por el intendente, pero que en la practica nunca lo fueron debido que el cabildo se viese obligado a otorgar la posibilidad de ejercer una
al fracaso del sistema de intendencias. No obstante, el corregimiento jurisdiccion piena sobre la totalidad del distrito, y_ qu~ quep~ ~ablar a
de Quito no por elio dejo de ser abolido en 1781, mediante una Cédu- justo titulo de la formacion de un verdadero «temtono muruc1p~l~>.
la Real que notifico al mismo tiempo la transferencia de las funciones Antes de esa fecha, los poderes jurisdiccionales de las mumc1pa-
del corregidor al presidente de la Audiencia. Si bien éste, ya sobre- lidades, y sobre todo los de los alcaldes ordinarios - los personajes
cargado de funciones en cuanto presidente, las delego la mayor parte mas importantes del cabildo, que oficiaban a la vez de administrado-
de las mismas a los alcaldes ordinarios: res y de magistrados judiciales de primera instancia-, eran limitados
por la presencia del corregidor 15 . Ahora bien, a causa del volumen de
Para que no se experimente defecto eo lo politico y privado por trabajo existente en el tribuna! de la Audiencia_~ de las difi~ul_ta~es
supressi6o del corregimiento, uniformando en lo posible la practi- técnicas presentadas por todo recurso en apelac1on, el poder Junsd1c-
ca de las dos capitales de Santa Fé y Lima con la de esta ciudad, cional de primera instancia, ejercido en el interior de esferas politicas
debia de mandar y mandò que su cabildo, justicia y regimiento con y sociales que escapaban parcial o totalmen~e a la autorida~ del E~~-
pena de responsabilidad, conforme a derecho, observen los capitu- do, era de importancia estratégica en las soc1edades del Antigua Regi-
los siguientes (... ) que el alcalde deprimer voto siga y finisca las
men. Ademas, el hecho de que dicho cargo hubiese sido patrimonio de
causas principales ante el corregidor y arnbos alcaldes ordinarios
conozcan en lo futuro en primera instancia de todos los negocios, las principales familias de Quito, conferia a tales personajes un poder
causas y cosas que podia conocer el corregidor en lo civil y crimi- politico y socia! considerable. Ante semejante constatacion, los fun-
nal con las apelaciones al tribuna! correspondiente (... ) que el alcal- cionarios borbonicos intentaron limitar los poderes de los alcaldes, ya
de ordinario de prirner voto y por su ausencia e! de segundo, el fueran ordinarios o de barrio 16.
alférez real o regidor decano presida los cabildos a que no asista el
sefior presidente y dé cuenta de lo que acordare siendo digno de 13 Asi se llamaba a los pueblos del distrito de Quito - Santa Maria Magdalena, Chim-

ponerlo en noticia de Su Sefioria 12. bacalle, Ch.illogallo, Aloac, Aloasi, Machachi, Uyumbich.o, Amaguai:ia, Sangolqui, Pintag,
Alangasi, Conocoto, Guapulo, Cumbaya, Tumbaco, Puembo, Yaruqui, Quinche, Guaylla-
barnba, Perucho, San Antonio, Calacali, Pomasqui, Zambiza, Santa Clara, Cotocollao--
Se trata pues de un decreto particularmente importante, que nos que se encontraban a cinco leguas a la redonda de la ciudad. Véase fig. 2, pag. 204.
ayuda a comprender las dinamkas por medio de las cuales las refor- 14 Véase cap. IV, par. 1.
mas borbonicas consolidaron de hecho la jurisdiccion de las munici- 1s Pese a ciertas dudas acerca de los poderes que correspondian fo rmalmente a cada
una de las dos funciones, la prictica h.a confirmado que corregidores y alcaldes poseian
palidades sobre el territorio. Con la desaparicion del corregidor, los exactarnente Jas mismas competencias; se ocupaban en primera instancia de todos los
asuntos civiles y penales de la ciudad y de su distrito. Anadamos a este proposito que el
11 Muy célebre al respecto es la denuncia de los métodos de los corregidores por derecho de nombrar alcaldes ordinarios le fue devuelto a Quito en 170 I , luego de su
Jorge Juan y Antonio de Ulloa en las Noticias secretas de América (1 747, Paris, 1826), supresi6n en 1593 trasla rebeli6n de las Alcabalas. Sobre dicha revuelta, cf. Bernard
donde también se hallan informaciones relativas a los ataques de los rebeldes de Tupac Lavallé, Quito et la crise de de l'alca_bala (I 5_80-1600), Paris, 19~2. .
Amaru contra las propiedades y los repartimientos. Acerca de esta ultima cuesti6n, cf. 16 En 1789, por ejemplo, et presidente V11lalengua !es ordeno pr~ced_er a una m;e~-
Scarlett O'Phelan, Un siglo de rebeliones anticoloniales. Pero y Bolivia, 1700-1 783. tigaci6n apropiada antes de ernitir su s sentencias e informar a la Aud1enc1a de estas ulti-
Cuzco, 1988. mas denunciando la costumbre de «plasmar las condenas de los dehncuentes sobre una
12 AGI, Quito, leg. 3 I 9, n. 0 15, «Auto de Le6n y Pizarro» (Quito, 2 1 de agosto de sim~le boja de papel sin proceder antes a la instrucci6n judicial del delito cometido».
1782). AHM/Q, Libro de Cabildo de la Ciudad de Quito, 1787-1 79 1, inv. 001 34, fo l. 86 Y v. A

196 197
EL TR!UNFO DE LOS MUNlCIPIOS
FEDERICA MORELLI
aldeas. En laAudiencia, losjueces pedaneos, creados en el siglo XVI
El ejercicio de la justicia de primera instancia fue para los alcal- y con sus funciones ampliadas por una ley de 1778? dese~pe~~ban un
des un medio para reforzar su contro], sobre las tierras y la mano de papel de tal importancia en el funcionamiento del stStema Jud1c1al _que,
obra india especialmente, sirviéndose de mecanismos diversos a fin de en 1779, el corregidor de Quito se opuso al proyecto que prevern su
garantizar a los grandes propietarios una fuerza de trabajo permanen- abolicion:
te. En primer lugar, y pese a su prohibicion legai, las penas infligidas
a los indios tomaban la forma de trabajos forzosos en las unidades de Componiéndose la jurisdicci6n de este corregimiento d~ v~inte y
produccion privadas. Ademas, su poder, heredado de los antiguos seis pueblos, los que aunque tienen nombre de serio de mclios, ~o
corregidores, de intervenir en los asuntos concemientes al salario de lo son en realidad, pues estan adulterados y solo hay una yequena
los indios conciertos - los «ajustes de cuentas» 17, que debian presidir parte de ellos y los mas se co~ponen de ~spafioles y mest1zos av~-
al objeto de evitar fraudes-, daba a los alcaldes, en pieno periodo de cindados y arraigados (... ); y s1endo preciso que estos tengan al~
que con el nombre de juez aunque sin jurisdicci6n ordinana entien-
crisis economica y de disminucion de la fuerza de trabajo mitaya 18, la da en primera instancia en sus causas, vele o ronde sus desordenes
posibilidad de modificar las cuentas a fin de garantizar a los propieta- y tenga esta justicia ordinaria corno los dernas. tribunal~s ~e esta
rios una mano de obra estable y permanente. De este modo, gracias a ciudad con quien entenderse para las providenc1as que dianamen-
la consolidacion de sus poderes jurisdiccionales, los alcaldes consi- te se ofren asi de paso de tropa, notificaciones de justicia, entender
guieron también acrecentar su control sobre otro sector estratégico: el en primera instancia de cualquier muerte, heri~a, robo o desorden,
de las tierras. En efecto, sus intervenciones en los conflictos entre corno que no sea el asilo de los malvados el ret1ro de un p~eb!o que
hacendados y comunidades hacian que, frente al proyecto borbonico halla sin justicia, pues la de un gobemador o alcal~e de rn.d1os no
de defender a estas ultimas, los procesos se concluyesen siempre a la considera el corregidor suficiente, asi por la mcapac1dad de
favor de los primeros. En el caso de la comunidad india de Albaxafii estos corno por el poco caso que hacen de ellos los espafioles Y
'
(aldea del pueblo de Quinche), en lucha contra un hacendado, el pro- mestizos por estos asumptos y otros20 .
tector de los inclios recurrio en dos ocasiones a la Audiencia para
denunciar abiertamente la colusion de intereses existente entre los Los jueces pedaneos no podian impartir justicia ordinaria, p~ro
miembros del cabildo que habian intervenido en el proceso y el pro- tenian corno funcion el mantener en «subordinacion y orden» las cm-
pietario en cuestion, dando lugar a uno de los raros casos en los que dades sometidas a su jurisdiccion, ocupandose de los asuntos civiles
la Audiencia ordeno la restitucion de las tierras -atribuidas con ante- de menor importancia, deteniendo a todo culpable de un delito Y pro-
rioridad al hacendado- a la comunidad india 19. cediendo a una primera investigacion21 . Asi, nombrados formalmente
Debido a la extension del distrito de la ciudad, en un nivei inter- por el presidente de la Audiencia a propuesta del corregidor, sus pode-
medio entre la autoridad del cabildo y la sociedad rural se hallaba res eran en la practica muy amplios, y debian ser respet~dos por las
situado eljuez pedaneo, funcion también existente en otras regiones demas autoridades indias del pueblo. Una vez desaparec1do el corre-
del imperio con el nombre de alcalde pedaneo o alcalde ordinario de gidor, el juez pedaneo fue nombrado a propuesta del alcalde ordina-
rio convirtiéndose en el intermediario entre el cabildo y los alcaldes
este respecto, recordemos que los alcaldes de barrio, junto a sus funciones de policia, ordinarios del espacio rural, a los que rendia expresamente cuentas de
también podian impartir justicia en casos de pequeiia importancia. «Ordenanzas de alcal- sus actividades (fig. 2).
des de barrios» (Quito, 29 de diciembre de 1778), AHM/Q, Libro de Cabildo de la Ciu-
dad de Quito 1777-1 781 , inv. 00 132, fols. 92-94.
17 Se trataba de los indios que deseaban abandonar su hacienda u obraje, y que, antes 20 «Representaciòn del corregidor José Carrasco», AHN/Q, Fondo Especial, caja 39,
de irse, debian solventar sus deudas o créditos con el propietario de acuerdo con e! regis- lib. 106, doc. 3832, fols. 6-45.
tro o «libro de rayas y socorros», en e! que estaban anotados los dias de trabajo, los sala- 21 «Real Provisiòn sobre la creaciòn del cargo de juez pedaneo remplazando a los

rios y los gastos de los conciertos. jueces de desagravios», AHN/Q, Fondo Especial, caja 39, lib. 107, doc. 3853, fols. 227-
18 Véase e! cap. lV, par. I. 228.
19 AHN/Q, Indigenas, caja 129, exp. 1790-IX-13.

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FEDERJCA MORELLI
EL TRJUNFO DE LOS MUNICIPIOS
Figura 2: Pueblos de corregimiento de Quito a finales del siglo xvm
Esos jueces a menudo eran individuos que residian en los pueblos
y trabajaban para los propietarios, corno los mayordomos o los maes-
tros de hacienda, por ejemplo. De ahi que con frecuencia los hacen-
dados les encargaran proveer de fuerza de trabajo india a sus propie-
dades. También intervenian asiduarnente en los conflictos entre pro-
pietarios e indios en lo tocante a cuestiones de acceso a la tierra al Ue-
var a cabo la «vista de ojos», una especie de examen del lugar, sobre
e! que se fundamentaba la mayoria de las sentencias de Ios jueces de
awicali
primera instancia. En ocasiones, dicho cargo -cuyo ejercicio propor-

• cionaba a la élite la posibilidad de ejercer un mejor contro! sobre la


tierra y la mano de obra india22- se conferia a propietarios, Io que
explica la asiduidad de los conflictos entre tales jueces locales y las
autoridades étnicas de las comunidades.
· Eljuez pedaneo entra dentro de la categoria del persona! subalter-
Zimbiu no, que constituia una parte fundamental del sistema. Los responsa-
ColOCOllao • • YDtUqui bles de la administraci6n judicial, en efecto, intervenian poco en el
• •Puembo funcionarniento cotidiano de la justicia: al no conocer a Ias partes en
Santa PriscA'- • Cumhay4 presencia, al no escuchar a los testigos y al no verificar las pruebas,
Quito LJ~u4pulo eTumbaco tenian una amplia dependencia en la emisi6n de sus sentencias de los
•Magdllleno
informes realizados por sus subalternos23 • De este modo, el acceso y I
Chillogllllo •Ch,mbaCAllç contro! que estos ultimos tenian sobre la informaci6n, las personas y
• • Conoco10 eAJang11$I los medios materiales volvieron a los jueces pedaneos indispensables
para el funcionamiento del sistema, lo que contribuy6 en la practica al
aumento de su poder. Un hecho que remarca a la perfecci6n la impor-
tancia de esos jueces locales para el contro! de las dinamicas locales:
en 1796, el alcalde ordinario de Quito pidi6 y obtuvo de la Audiencia
que su numero aumentase en modo que hubiese uno por cada pueblo
del distrito24 .
22 Resulta de interés a este proposito la lectura de las explicaciones dadas por el
alcalde ordinario de Quito parajustificar la elecci6n de un hacendado comojuez pedémeo
de Sangolqui: «tal cargo, debiendo ser considerado corno municipal, y cuyo peso esta nor-
malmente repartido entre los ' vecinos', el exponente es de la opini6n que Vuestra Seiio-
rla podria atribuir el titulo de 'teniente pedaneo' a don Tomas Landazuri, subdito decen-
te, de costumbres y conducta sanas, y que, aunque 'vecino' de esta ciudad, reside la mayor
parte del riempo en su 'estancia', situada en las cercanias de la ciudad» (AHN/Q, Gobier-
no, caja 134, Hojas Sueltas).
23 Acerca de la importancia del persona] subalterno en la administraci6n de la justi-
Fuente: Martin Minchom, The People o/Quito, 1690-1810, Oxford, 1994, p. 38.
cia, cf. Tamar Herzog, La administracion como un fenomeno socia/, op. cit., pags. 299-
300.
24 AHN/Q, Gobierno, caja 134, Hojas Sueltas. Antes de esa fecha, los pueblos de
menor tamaiio eran reagrupados bajo la jurisdicci6n de un mismo juez.

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EL TRIUNFO DE LOS MUNICIP!OS
FEDERICA MORELLI
concreta y pluralista concepci6n de aquélla; cosa ésta ~u_e s~ hizo del
El poder jurisdiccional de la élite de Quito no se expresaba solo a todo evidente cuando, durante la vacatio regis, las mumc1pahd~des de
través del control de los cargos municipales, sino también por medio tales ciudades se declararon legitimas representantes de la totahdad_de
de una especie de <~urisdiccion privada». Junto a las tradicionales vias los intereses de su espacio territorial, oponiéndose por ello a todo tipo
de acceso a los cargos judiciales (el nombramiento directo desde la de invasion de sus campos politicos, incluso proviniendo de un cuer-
peninsula, las elecciones capitulares o la compra de cargos), existia un po soberano cual era la Audiencia. . . .
procedimiento excepcional: e! nombramiento, a titulo persona!, por e! Tal y corno vimos en e! primer capitulo, la consecuenc1a mmed1ata
presidente de laAudiencia, de unjuez delegado con poderes li mitados de los acontecimientos de Bayona fue e! renacimiento, en Espaòa tan-
en el tiempo y en sus objetivos. Esos poderes se atribuian por lo gene- to corno en América, de las antiguas instituciones representativas ibé-
rai a notables locales - a menudo a los hacendados- en caso de nece- ricas (juntas de notables, cabildos, etc.). Esos cuerpos reivin~icaro~ ,la
sidades concretas. Ahora bien, la existencia de tales jueces, al igual soberania en nombre del rey ausente, provocando asi una d1spers1~n
que la importancia de los jueces pedémeos, demuestra que a pesar de del poder soberano en multiples 6rganos representativos. L~ referenc,a
las reformas absolutistas e! sistema administrativo y judicial dependia a antiguos derechos y libertades fue utilizada por los amencanos para
de manera creciente de la atomizacion de los poderes. En efecto, al no probar la legitimidad de sus acciones, en relaci6n -~ las cuales, ~n efe~-
poder contar con medios de accion propios, el Estado perrnitio e! to, afirmaron que procedian no solo de la situac10n ,d e vacatz? regzs,
desarrollo de una estructura flexible e informai dependiente de la sino también de las Siete Partidas, las cuales reconoc1an a las cmdades
sociedad local, y cuyo contro] nunca ejercio. el derecho de nombrar en caso de vacatio regis, uno o varios procura-
La estructura de la justicia nos sugiere, pues, la imagen de un dores para reunirse e~ junta y tornar decisiones en aras del bie? co-
poder centrai de débil eficacia periférica y forzado de hecho a aceptar rnun26. Las juntas, asambleas de notables, de eclesiasticos o de cm~a-
que la justicia se impartiese en funcion de codigos de comportamien- des, aparecidas por vez primera en Espaiia durante la Alta Edad M~dia,
to locales; lo que, a cambio, implicaba un refuerzo de la idea pluralis- no siempre habian gozado de la aprobacion del soberano; Y, a partir de
ta de la soberania; y es que, para la mentalidad colectiva, su ejercicio, la experiencia de la junta de Castilla, que se habia levantado conn:a
al implicar la administracion de la justicia en todos los dominios de la Carlos V a menudo se forrnaron justarnente para oponerse a las dec1-
vida social, seguia poseyendo un caracter muy concreto. siones d; l monarca. Aun cuando no se haya estudiado todavia la fre-
cuencia con la que tales derecbos fueron puestos en practic~ en los t~-
rritorios americanos27 , es importante subrayar que en los ant!~os re_g1-
2. El modelo politico criollo menes la validez de estos ultimos no dependia s6lo de la practica, smo
también de su permanencia en la memoria colectiva.
La consolidaci6n de los poderes jurisdiccionales de Quito y de las
restantes ciudades25 principales de la Audiencia durante la época bor-
bonica puede ayudamos a comprender las consecuencias provocadas 26 Como lo demuestra la declaraci6n de Rodriguez de Quiroga, los te6ricos mismos
de la junta de Quito se refirieron a ese derecho en su justificaci6n de la legitimidad de sus
por la crisis de la monarquia de 1808 en esta regi6n del imperio entre actos: «No cabe imputar a nadie el error cometido, pues eso es. lo que se recoge en la
1809 y 1812. Por mor del estrecho vinculo entre justicia y soberania, Legislaci6n de las Partidas. Mi error se basaba en fun~amentos rneluctables» («Alegato
la consolidacion de las practicas de justicia a nivei locai reforzo una presentarlo por el doctor don Manuel Rodriguez de Qurroga, abogado de la Real Audie~-
cia de Quito, parn desvirtuar las inculpaciones que le hace el abogado fisc.al, don Tomas
Arechaga, ea Los sucesos revolucionarios del 10 de agosto de 1809»? op. c1t.). .
25
En lo concemiente a Cuenca y Guayaquil, subrayemos que el fracaso del proyec- 27 Para la Nueva Espaòa, un antiguo estudio sostiene que en siglo XVI~ v10 la ~o~-
to de intendencias produjo maso meaos las mismas coasecueacias que ea Quito. En efec- maci6n de cuarenta juntas (Herbert Priestly, Municipa/idades colomales espanola~, Mexi-
to, a pesar de la creaci6a de dos gobiemos ea las dos proviacias, con dos gobernadores, co, 192 l, cit. por A. Anaino, «Pratiche creole e liberalismo nel.la cns1 dell~ spaz10 urb.a-
el hecho de que aunca se nombraran subdelegados indujo, corno en el caso de Quito, a un no coloniale. li 29 Novembre 18 12 a Città del Messico», Quaderni Storici, n 69, clic.
refuerzo de los poderes jurisdiccionales de las dos municipalidades sobre sus distritos res- 1988, pags. 727-763).
pectivos.

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FEDERICA MORELLI EL T R1UNFO DE LOS MUNICIPIOS

Por otro lado, la confirmaci6n por medio de la Recopilacion de las corno los representantes de una polis agro-urbana, soberana frente al
Leyes de Indias de 1680 del derecho a la representaci6n urbana por Estado. La segunda consecuencia de la institucionalizaci6n fallida del
medio de juntas y, sobre todo, la recuperaci6n en tal texto de dos poder de los propietarios agricolas fue que el espacio urbano se con-
decretos que habian otorgado a México y Cuzco -en 1530 y 1540 res- virti6 en el punto de mayor tensi6n estructural entre la Corona y el
pectivamente, por su condici6n de capitales de ambos virreinatos- el grupo criollo, en torno al cual se afrontaron durante la entera época
derecho de representarlas frente al rey por medio de su cabildo o de colonia! dos tendencias opuestas: la voluntad de la Corona de conver-
sujunta de procuradores, habian Uevado a las restantes capitales ame- tir a la ciudad en nucleo centrai del poder real y la de los criollos de
ricanas a considerar los dos decretos de marras corno disposiciones hacer de ella el nucleo de su poder.
generales que les autorizaban a reivindicar sin mas dicho poder repre- El modelo de representaci6n en el que se inspiraron las juntas
sentativo. Abora bien, con el aumento durante el siglo XVIll del americanas y espafiolas fue el de las asambleas representativas del
numero de virreinatos y de capitanias genera/es destinadas a garanti- Antiguo Régimen, que contaban entre sus principales caracteristicas
zar una mas eficaz administraci6n de las colonias, semejante cuesti6n su naturaleza corporativa, una legitimidad derivada de antiguos dere-
pas6 a ser crucial. En efecto, esa evoluci6n administrativa elevo en cbos hist6ricos y el caracter privado del mandato que vinculaba a los
demasia el numero de ciudades americanas en grado de reivindicar el representantes con Jos representados. Junto a la influencia de la cultu-
derecho de representaci6n en relaci6n al de los siglos XVI y XVII, ra politica -véase el primer capitulo-, este tipo de representaci6n cor-
situaci6n ésa cuyas consecuencias aparecerian claramente durante la porativa y territorial fue reavivada, en un principio, por Jas elecciones
crisis monarquica. Sin embargo, e! hecho de que algunas ciudades for- a la Junta Centrai espafiola, que atribuyeron a cada reino un represen-
masen sus propias juntas sin ser capitales de virreinatos o de capita- tante elegido por los cabildos de las capitales. En realidad, las muni-
nias genera/es nos obliga a reconsiderar la cuesti6n de la organizaci6n cipalidades de las demas ciudades elegian a tres individuos, entre los
territorial del imperio y a interrogarnos sobre el concepto de reino en que se sacaba uno a suertes convirtiéndose en su representante y par-
la América hispana. Los casos de Quito y de Charcas, Audiencias no ticipando en la segunda vuelta, en el curso de la cual el virrey o el
pretoria/es, vale decir, independientes de un virrey, y que no obstante gobemador extraian a suertes al candidato que se convertiria en dipu-
formaron en 1809 las dos primeras juntas revolucionarias americanas, tado del reino en la Junta Centrai, participando asi igualmente en el
son significativas al respecto. proceso electoral. El recurso a la suerte, considerado corno una inter-
La fuerza de la representaci6n territorial urbana fue la consecuen- venci6n de la Providencia, garante del orden natural, confirmaba e!
cia del neto rechazo de la Corona a reconocer derechos politicos a Ios caracter tradicional de tales elecciones. Finalmente, a los elegidos,
espacios rurales luego de la conquista. Asi, mientras el espacio politi- vistos corno procuradores, se les dotaba de instrucciones -con base en
co europeo se estructur6 sobre la base de un dualismo entre la ciudad el antiguo modelo del mandato imperativo, que no implicaba delega-
y el campo, titulares los dos de derechos politicos soberanos, el espa- ci6n alguna de soberania- , lo que explica por qué la soberania de la
cio hispano-americano se estructur6 en tomo a los cabildos, las uni- Junta Centrai no lleg6 a ser jamas pienamente reconocida, ni por los
cas instituciones a las que se les reconocia el derecho de representa- espafioles ni por los americanos.
ci6n frente al rey. La imposibilidad de acceso a los derecbos politicos Semejante modelo representativo, que tuvo por actores a los cabil-
fuera del espacio urbano, asi corno el mecanismo de la venalidad de dos de las ciudades capitales, ocultaba en realidad una primera gran
los cargos publicos -que permiti6 a Jos hacendados articular poder fractura que emergi6 de manera dramatica entre 1809 y 181 O, cuando
socia! y poder publico-, contribuyeron por tanto a hacer de la ciudad las municipalidades de algunos paises que aun no habian designado a
la representante de intereses principalmente rurales. Los cabildos, sus diputados para la Junta Centrai exigieron participar en la elecci6n28 .
cuya jurisdicci6n sobrepasaba los limites del area urbana, de hecho no
se identificaban exclusivamente con los intereses de esta ultima; al 28 Se trata de Guatemala, de Chile y del Rio de la Plata (cf. F.-X. Guerra, Moderni-
contrario, con ocasi6n de la crisis de la monarquia, se consideraron dad e Jndependencias, op. cit., pags. 222-223).

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FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNlCJPJOS

Asi, después de numerosas protestas provenientes de ciudades en un penai- del Senado, organo que, corno la Audiencia, debia ocuparse de
principio excluidas del voto, y de la dificultad de identificar a las ciu- la administracion de la justicia.
dades capitales de provincia - y es que en América, al contrario que en Ahora bien, el establecimiento de instituciones semejantes a las de
Espaiia, la noci6n de provincia podia aplicarse a varias circunsc~pcio- la colonia nos con:firma que el proyecto de los rebeldes no respondia
nes (Audiencias, intendencias , corregimientos, subdelegac1ones, a la voluntad de construir un Estado independiente, sino a la de la
etc.}-, el numero de cabildos que participaban en el voto se aumento comunidad de hacer valer su derecho a elegir nuevas autoridades y a
basta incluir a todas las ciudades que poseian una municipalidad, corno organizarse en caso de vacatio legis. Las elecciones de los diputados
lo muestra el caso del Rio de la Plata. La cuesti6n de la representaci6n de los barrios urbanos hacian por tanto referencia al modelo de las
paritaria entre Espaiia y América, primer signo del comienzo de la cri- juntas de procuradores, que permitian a los notables de una ciudad
sis de Jos espacios provinciales y de las jerarquias territoriales de la co- reunirse en caso de peligro para la comunidad. De hecho, los elegidos
lonia, se planteo por tanto a nivei local. Verse autorizado a participar en fueron las personas de mayor prestigio en la ciudad, en buena medida
el voto daba al cabildo concemido el privilegio de ser reconocido corno pertenecientes a la nobleza, a la que, segun demostraciones recientes,
el virtual representante de un territorio, lo que legitimaba su autonomia se accedia no en funcion de criterios claramente definidos, sino en vir-
no s6lo frente a las autoridades espaiiolas, sino también de las otras mu- tud del prestigio publico de un individuo o de una familia; prestigio
nicipalidades. que se media en base a criterios de origen o de prosperidad economi-
Una de las principales razones que impelieron a los habitantes de ca, de ejercicio de cargos publicos, rnilitares o eclesiasticos, o también
Quito a formar una junta autonoma fue, segun se vio, la decision de la por un tenor de vida definido por la ostentaci6n31 (ver tabla 5).
Junta Centrai de incluir a la Audiencia en la representaci6n del vin-ei-
nato de Nueva Granada. Entre los protagonistas de la iniciativa se
hallaban juristas (Juan de Dios Morales y Manuel Rodriguez de Qui-
roga), eclesiasticos (el cura de San Roque José Correa y el curaAnt?-
nio Castelo), un comerciante (Vicente Paredes), abogados (Antomo
Ante, José Padilla, Juan Pablo Arenas) y oficiales de las tropas regu-
lares (Feliciano Checa, José Cafiizares, Carlos Larrea)29 , los cuales,
definiéndose corno «diputados» del pueblo, establecieron los criterios
para la formacion de la junta gubemamental; en su composicion de-
bian entrar los representantes de los cinco barrios de la ciudad (Cate-
dral, San Sebastian, San Roque, San Blas, Santa Barbara y San Mar-
cos )30 , los cabildos subordinados a la junta y otros dos que llegado el
-caso aceptarian su soberania. Los conspiradores procedieron ademas
al nombramiento de tres ministros (Juan de Dios Morales en asuntos
extranjeros y defensa, Manuel Rodriguez Quiroga en justicia y Juan
Larrea en economia), del presidente de la junta (Juan Pio Montufar,
marqués de Selva Alegre) y de miembros de las dos camaras - -civil y
31 Christian Biischges, «Nobleza y estructura estamental entre concepto y realidad

socia!. El caso de la ciudad de Quito y su regiòn (1765-1 810)», Jahrbuch.fiir Gesch.ichte


29 AGI, Quito 257, «Informe del procurador de Quito de los empleados y mas perso-
von Staat, Wirtschafl und Gesellschafl Lateinamerikas, n.0 33 (1966), pags. 166-186. El
nas implicadas en la rebeliòn» (Quito, 20/5/1813). autor a firma que a fines _del siglo XVIII habia en la provincia de Quito casi 500 personas
30 Segun Carlos de la Torre Reyes, los representantes de los barrios de la capitai fu~-
calificadas de «nobles». Una buena parte lo era de manera hereditaria, en tanto otros
ron elegidos por los electores de las parroquias dos dias antes del comienzo de la consp1- habian aJcanzado dicho estatuto gracias a la Audiencia, que podia decidir sobre la entra-
raciòn (op. cit., pags. 205-206). da de una persona en la nobleza.

206 207
EL T RlUNFO DE LOS MUNICJPIOS
FEDERICA MORELLI

Tabla 5: Representantes .de los barrios y de los cuerpos de Quito trataba de un procedimiento electoral indirecto, a dos oiveles, eo el que
en las Juntas de 1809 y 1810 cada cuerpo debia elegir a cinco representantes, los cuales, a su vez, ele-
gian a su diputado a la junta. En relaci6n con los barrios, donde la elec-
ci6n tenia lugar en la casa del cura de la parroquia en presencia del al-
Barrio/Corporacion Representante (1809) Representante (1810)
calde de barrio, se habia introducido un derecbo de sufragio bastante
San Sebastian Manuel Zambrano Juan Donoso (alférez real) amplio, extendido a todos los jefes de farnilia:
(regidor del cabildo de
Cada barrio combocandose las cabezas de familia en la casa de su
Quito)
cura, y con asistencia de su respectivo alcalde, elegiran cuatro que
San Roque Jacinto Sanchez (marqués Mariano Merizalde con su propio parroco tendran voto para elegir su representante,
de Villaorellana) (abogado) corno los demas referidos cuerpos, haciendose estas elecciones por

San Blas Manuel Larrea Juan Larrea sufragio secreto 33 .


No disponemos infortunadarnente de las actas de tales eleccio~es,
Santa Barbara Mariano Flòrez y Pedro Manuel Larrea
mas cabe igualmente suponer, con La prudencia de rigor, que cons~itu-
Quiiiones Cienfuegos
(marqués de Miraflores) yeron un importante precedente para las elecciones de la época_ll~e-
ral, por el hecho de la correspondencia tanto entre las circunscnpci~-
San Marcos Manuel Mateu (hijo del Manuel Mateu nes electorales (la parroquia) corno entre los votantes (dada la proxi-
marqués de Maenza)
rnidad entre el concepto de vecino y el de <~efe de familia»). d
Catedral/Nobleza* Juan Pio Montufar Jacinto Sanchez (marqués Los procedimientos para la elecci6n de las juntas de 1809 Y e
(marqués de Selva Alegre) de Villaorellana) y 181 O nos indican que hubo notables diferencias entre ellos. En efecto,
y Fehpe Carcelén Guillermo Valdivieso rnientras que los miembros de la primera fueron elegidos P?r los
(marqués de Solanda) representantes de los barrios, la segundajunta, al ser representauva de
Cabildo Manuel Zambrano todos los principales cuerpos de la ciudad, disponia sin duda de m~Y?~
legitimidad. Ademas, esta ultima, al contrario de la de 1809, recibio
Cabildo eclesiastico Francisco Rodriguez Soto un apoyo mas vi.sible del clero, que, corno han puesto claramente de
(magistrado) relieve los historiadores 34, no solo ejerci6 en ellas importantes_c~rgos
Clero Manuel Caicedo (provisor) (el ~b_is~o _ocupaba el de presidente de la junta), si~~ que asunis~~
YPrudencio Bascones ~art1c1po directamente en la~ acciones de guerra movil~:a~do a la m al
titud. Entre las razones que llllpulsaron al sector ecles1ast1co -:-tanto el
• Ldos miembros de la nobleza previstos por la junta de 181 o se corresponden alto corno al bajo clero seglar y regular- a tornar parte tan acn va en .
mo o con los representantes del barrio de la Catedral de 1809. grosso movimiento revolucionario, se cuentan, mas alla de sus vinculos famt-
liares y sociales con la élite criolla, la politica regalista de los ~orbo-
nes, que provocò la movilizaci6n del clero no solo en Quito, sino en
Como puede ~onstatarse, los miembros de la segunda junta, la de toda la América hispana35 . En efecto, los decretos borb6nicos con
18 1O, fueron el_eg1dos por un mayor numero de corporaciones urbanas
33 AGI, Quito, 276, «Acta preparatoria del establecimiento del segundo gobiemo
que Los de la P1:1~era, pues ademas de los barrios de la ciudad partici a-
subversivo de Quito» (Quito, 19/9/1810), fol. 253 y v. B bi-
ron en su elecc10n el cabildo civil, el cabildo eclesiastico y el clero3?se 34 Véase sobre todo Marie-Danielle Demélas e Ives Saint-Geours, Jerusa/en Y a
Ionia:35religi6n
R y politica en el Ecuador. 1780-1880, Quito, 1988.
I A ' · 1·ndepend"iente
osa Maria Martinez de Codes, La Jglesia cat6/ica en a merzca
32 ~GI, Qui~o, 276, «Acta preparatoria del establecimiento del s d .
subvers1vo de Qwto» (Quito, 19/9/181 O), fols. 253 Y v. egun o gob1emo (siglo XIX}, Madrid, 1992, pags. 19-27.

208 209
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICIPIOS

miras a limi.tar .1~ inm~i~ad eciesiastic~, .confirmados acto seguido o de constituir un gobierno propio. En consecuencia, la actitud de las
por la Co~stituc1?n d~ ~ad12, fueron perc1b1dos por la poblacion corno demas ciudades de la Audiencia -con Cuenca y Guayaquil en prime-
una e~p.~c1e de v1olac1on36, de ate~t~do a la santidad de la Iglesia y de ra fila- respecto de la junta de Quito no debe considerarse corno un
la rehgion, desencadenando opos1c1ones harto radicales, al punto de acto de subordinacion a la autoridad colonia), sino mas bien corno un
llevar a buena parte del clero y de las masas populares a situarse al rechazo a reconocer la supremacia de la capitai sobre territorios
lado ?e los rebeldes, provocando asi una crisis del modelo colonia! de dominados de hecho por otros grupos sociales. Se comprende enton-
ob~dtenc.ia politica, hasta entonces apoyado en el clero. La cuestion de ces la reaccion de la municipalidad de Cuenca, la cual, a raiz de una
la 1~umdad juridica jugo también un papel importante en el caso de invitaci on del marqués de Selva Alegre a adherirse a la junta de 1809,
Qu.1to, donde .el obispo Cuero y Caicedo, vicepresidente de la prime- convoco un cabildo abierto y lo transforrno en junta provincia!, rea-
ra Junta, fue Juzgado a pesar del fa.ero por Fuertes y Amar sobre la firmando asi la soberania de la ciudad sobre su territorio -que se
ba~e. ?euna or?e?anza real de 1799, que estipulaba que en caso de extendio durante la guerra, basta hacer pasar bajo la autoridad. del
tra1c10n no cab,a mmunidad alguna. cabildo de Cuenca los distritos de ias municipalidades de LoJa Y
~ora. ~ien, ese hecho contribuyo sin la menar duda a aumentar la Zaruma38 .
part1c1pac~on del clero en la rebelion de 181 O, al igual que los decre- La oposicion a las pretensiones hegemonicas de Quito triunfo
tos con mrras a _r~organizar las ordenes regulares y limitar considera- igualmente en las ciudades mas pequefias que se hallaban bajo su
b)emente su activ1dad~ y en primer lugar un texto de 1804 que preten- jurisdiccion. En 1809, por ejemplo, Riobamba - la unjca ciudad de la
~1~ tasar las capellamas y las obras piadosas, siendo corno eran la sierra centrai en poseer un cabildo- organizo las fuerzas de los demas
?e
umca fuente .rentas para una buena parte del bajo clero, sobre todo centros urbanos contra la junta de Quito39 , mientras en el aorte Ibarra
regular; e~t~ ultuno, en efec~o, no se beneficiaba de ningun apoyo real y Otavalo convocaban cabildos abiertos para liberarse de su subordi-
Y no per?1b1_a por ~a~to .el d1ezmo37 . Asi, al igual que el sector laico, nacion a la capital 40 . Al respecto, subrayemos que las autoridades Y los
los ~cles1asttcos re1vmd1caban el mantenimiento de sus privilegios, es notables de Otavalo reivindicaron el derecho al autogobierno aun no
dec1r, una mayor autonomia respecto del Estado. babiendo dispuesto jamas de la institucion que, en la época coionial,
0acias a la doctrina de la retrocesion de la soberania y al mode- io habia ejercido tradicional e historicamente, al convocar un cabildo
lo de Juntas de procuradores, la primera fase de la crisis monarquica abierto a fin de tornar decisiones reiativas al bien de la comunidad sin
tuvo co~o J?rotagonistas a las capitaies, representando a sus respecti- poseer al inicio, en tanto que asiento, municipalidad propia. Ese becho
vos temtonos. Pero_ la n~tural~za iiegitima de la vacatio regis, ai nos indica que la fragmentacion creada por la crisis del imperio fue
engendrar una vacatio legzs a ruvei locai, dio lugar a tensiones inter- tan profunda que afecto incluso a los pequefios centros urbanos. Asi,
nas, por cuanto todas las ciudades con cabildo reivindicaron su dere- la autonomia adquirida por Otavalo en el curso de la guerra contra la
cho de repres~ntacion fr.ente al rey a igual tituio que las capitales. y junta quitefia impulso a sus habitantes a pedir al presidente de la
es que cada cmdad era hbre de someterse a la autoridad de la capitai Audiencia el nombramiento de un nuevo corregidor elegido por el
36
. A e~te respecto, véase la posici6n del obispo de Michoacan, Abad y Queipo: 38 Durante la guerra contra los revoluciooarios, el cabildo de Cuenca lleg6 incluso a
«Ias mmunidades .de! clero .espaiiol pertenecen a nuestra constituci6n monarquica ceder los cargos de oficial de Ias milkias a miembros de las municipalidades de las otras
Y no pueden s~r 1.u mtadas sm provocar su a lteraci6n» . El obispo afirmaba ademas ciudades. ABCE, Fondo J ij6n y Caamai'io, Manuscritos 3/15, «Ex pedi ente sobr7, el .reclu-
qu~, en los terntonos americanos, una buena parte del clero, sobre todo de sus capas tamiento que efectuò en Loja don José Antonio Maldonado para aumentar el e1erc1to del
baJas, n~ gozaba de otras v~.ntajas: <~a.da ~eciben del Estado que pueda distioguirlas de generai Aymerich» (Cuenca, 27/8/ 1809), fo ls. 156 y v.
la~ dem3;' clases, a excepcion del p~1vileg10 de fuero» («Escritos del Obispo e lecto de 39 ABCE, Fondo Jij6o y Caamai'io, Manuscritos 3/ 18, «Expediente re lativo a I~ con-
M,c?oacan don .Manuel Abad y Queapo», eo José Maria Luis Mora, Obras sueltas, I voi. trarrevoluci6n que hizo la ciudad de Riobamba con motivo de la Junta establecida en
( Pans, 183 7), pags. 6, 12, 22, 32-33, cit. por David Brading The First America op c ·it Quito el I O de agosto» (Riobaroba, octubre de I 809), fols. 175-22 1.
pag. 566. • • · ·• 40 AGN/B Archivo Anexo, Historia, tomo V, «Actas de Ios cabildos de Ibarra Y Ota-
37
R. M. Martinez de Codes, op. c it., pag. 26. valo» (octubre-noviembre de I 809), fols. 562r-567r.

2 10 211
FEDERICA MORELLI EL TR!UNFO DE LOS MUNlCIPIOS

pueblo, reivindicando en tal modo el derecho de la comunidad a ele- rras, en efecto, habian mostrado a la élite de Guayaquil que un gobier-
gir a sus propias autoridades4 1. no autonomo no lograria sobrevivir sin el sostenimiento y la partici-
Las autoridades espafiolas, una vez recuperados los cargos tras el paci6n de los pueblos. . . ., .
fra~~so de la primera j1:1nt~, rapidamente se percataron de la fragmen- En los demas casos, por el contrario, el modelo s1gmo s1endo
tac10n extrema del terntono de la Audiencia. El conde Ruiz de Casti- exclusivamente el de la antigua junta de notables, siendo cabildos y
lla, restablecido en sus funciones de presidente, se dirigi6 entonces al corporaciones urbanas los unicos protagonistas del movimie_nto. E?
go?emador de Guayaquil y pidi6 la ayuda de las tropas de Lima al Cuenca, por ejemplo, los pueblos desempefiaron un papel casi margi-
~bJeto no ~6lo de impedir nuevas rebeliones, sino ante todo de permi- nai en comparacion con lo sucedido en Guayaquil. Asi, por mucho que
tlr a la capitai el restablecimiento de su contro! sobre los territorios de se les instase a elegir a su propio representante al Consejo de la
la Audiencia: Nacion -una suerte de asamblea de los representantes de las corpora-
ciones urbanas y de los pueblos-, el presidente fue uno de Jos alcaldes
Como haya comprendido que los partidos sujetos a esta capitai se del cabildo - José Maria Vazquez de Noboa, miembro de una de las
hallan aun alborotados por la divisiòn nota en ellos, a virtud del familias rnas importantes de la ciudad- y la junta suprema de gobier-
deseo que tienen algunos sujetos de solo fomentar sus fines parti- no estuvo formada por representantes de las corporaciones urbanas
culares se me hace preciso encargarle a VS. que la tropa remitida
(clero, agriculmra, comercio y milicia). En Cuenca, corno en Zaruma,
por el excelentisimo senor virrey del Peru venga precisamente
hasta esta ciudad a mi disposiciòn, allanando por medios soaves si Alausi y Riobamba, la ciudad y su principal institucion, el cabildo,
es posible, la dificultad que talvez se les puedan presentar en Ìos fueron pues los unicos representantes de la totalidad del distrito. Sin
lugares intermedios42 . embargo, el hecho de que todos estos gobiemos, a excepcion del de
Guayaquil , hayan tenido tan corta vida indica que en un espacio tan
_El modelo de representaci6n urbano-territorial surgi6 de nuevo fragmentado dicho modelo de representacion habia perdido su legiti-
hac1~ finales de 18~0, cuando diversas ciudades de laAudiencia (Gua- midad. Por mor del grado de autonomia alcanzado por los pueblos
yaqml, Zaruma, Riobarnba y Alausi) proclamaron su autonomia fren- durante el periodo de Cadiz y de las guerras, era menester en efecto
te ~I- gobierno esp~ol43 . En la mayor parte de los casos, el proceso adaptar el sistema de representacion territorial a la nueva rea~i~ad: la
politico fue conduc1do por Ios cabildos, que convocaban directamen- funcion representativa del municipio urbano no podia sobrevtvrr smo
te a las juntas gubemamentales en las que mas tarde participaban. gracias a la concesion de derechos politicos a las zonas rurales.
~c~uso en el caso de Guayaquil, la dinamica de emancipaci6n - mate-
nalizada por la. convocatoria por parte de la municipalidad y de los
notable~ d~ la cmdad d~ ur~a junta destinada a representar el conjunto 3. La crisis del territorio urbano
del temtono de la provmcia- fue en su inicio una dinamica de Anti-
guo Régimen. Después, ese modelo quedaria abandonado en favor de Aun cuando la fragmentacion extrema del territorio colonia! se
~a ampliacion de la participacion politica a las zonas rurales, que eli- deba ante todo al irnpacto del régimen liberal espafiol, es menester
g1eron a sus represent~tes para el gobiemo de la provincia conjunta- advertir que ciertas fracmras eran anteriores a dicha época, retrotrai-
mente con las corporac10nes urbanas. El periodo de Cadiz y las gue- bles basta las juntas revolucionarias. Bajo la primera junta, en efecto,
la ruptura de las jerarquias territoriales no se debio solo a las ciudades
41
ABCE, Fond? Jij6n y Caamaiio, Manuscritos 8/97, «Representaci6n de los veci- principales; también los centros de menor enjundia, cabezas de ~istri-
nos de Otavalo, mamfes tando los graves perjuicios recibidos durante la época de la Junta tos administrativos mas limitados, que ni poseian cabildos, tuv1eron
Suprema de Quito» (Otavalo, 7/9/1809), fol. 280.
42
ANG/B Archivo Anexo, Historia, t. V, «otìcio de Rul~ de CastilJa al gobernador
su parte. . , .
de Guayaquil» (Quito, 31/10/ 1809), fol. 462 v. El fracaso de la junta de 1809 y de sus pretens1ones hegemomcas
43
Ver cap. I, par. 4. obligaron a los miembros de la segunda junta de Quito, que habian

212 213
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICIPIOS

comprendido que sin acordar ciertos derecbos a las demas ciudades no por )a junta quitefia47 (ver fig. 3). Gracias a su transformacion ~n
obtendrian su apoyo, a adoptar una actitud diferente en extremo. Por villas, esos centros urbanos reforzaron su j~risdiccion sobre el espa~10
eso dej6 a Cuenca y Guayaquil la posibilidad de constituir sus propias rural y se fueron paulatinamente aut?nom1zan~? respecto de la~ pnn-
juntas - subordinadas evidentemente a la de la capitai- y reconoci6 a
cipales ciudades de la época colomal. ParadoJ1camente, fue ese u?
las otras ciudades - incluidas las que no tenian cabildo- el derecho a proceso puesto en marcba por la propia élite, que deseaba reconstrmr
elegir a su representante en la junta de Quito, para cuyo nombramien- una soberania centrai para la Audiencia, pero que, por el becho de la
to se desconoce si bubo o no procedimientos fijos 44 . Cabe con todo
suponer que el cabildo y las corporaciones urbanas jugaron un papel
preponderante en tales procesos de designaci6n, los cuales presenta- Figura 3: Municipalidades de la sierra centro-septentrional antes
ron en ciertos casos aspectos muy interesantes. Asi, en el distrito de y después de 1813
Guaranda, por ejemplo, a falta de instituci6n municipal la asamblea
electoral fue formada por el corregidor, algunos curas y ciertos caci-
ques indios de los pueblos45 . Era ése, pues, un modo de eleccion tra-
dicional que sacaba a la luz una concepcion organica de la represen-
tacion, en la que la participacion de los pueblos rurales y no solo las
cabezas de distrito constituia sin embargo una gran novedad.
La representacion del territorio se fragmento ulteriormente por la
decision de elevar el estatuto de ciertas ciudades a cambio de su leal- • QUITO
.QUITO
tad a la junta de Quito: Riobamba e Tharra, antiguas villas se convir-
tieron en ciudades; Alausi, Guaranda, Ambato, Latacunga y Otavalo,
antiguos asentamientos, adquirieron el rango de villas; y las de Amba-
to y Alausi fueron transformadas en corregimientos46. En este contex-
to, sin duda el cambio mas importante es la obtencion por parte de
Alausi, Guaranda, Ambato, Latacunga y Otavalo el estatuto de villas,
• AMIIATO
que les dio juridicamente el derecbo de elegir un cabildo; derecbo que
ejercieron desde comienzos de 1812, segun un procedimiento dictado
• G\JARANI),\

44 Hay que notar al respecto que los miembros de la junta de 181 O no permitieron que

Ias ciudades pertenecientes a la jurisdicciòn de Quito fom,asen juntas propias, segun •


Rl()IW,l8,\

FIOIIAMIIA

muestra e! caso de Ibarra. Alli, en efecto, unos dias después de la instituciòn de la junta
quiteiia los vecinos constituyeron unajunta provincia), subordinada a la de Quito, y publi-
caron «once articulos relativos al numero y a las facultades de sus funcionarios, y al esta-
blecimiento del nuevo Pian de Administraciòo Publica eo todos estos dominios»; pero la
Junta de Quito de iomediato enviò a dos delegados para suprimirla y bacer de suerte que
los habitantes eligieran en la plaza a su representante a la junta de la capitai. AGI, Quito,
«Acta en la que se comisiona a don Manuel Larrea y don Salvador Murgueytio para que
pasen a la villa de Ibarra a aquietar a aquel vecindario y que se sometiese a la autoridad
de la Junta de Quito suprimiéndose otra que con el titulo de provincia! se babia estableci-
do», fo(. 256, y V. 47 El procedimiento consistia en un siste':'a a dos vueltas: ~I corr~gidor Y.el vicario
45
AHN/Q, Fondo Especial, caja 245, lib. 612, doc. 13017. de la ciudad nombraban a seis electores -eleg1dos entre 105, vecznos mas conoc1do~: qu_e
46 AGI, Quito 269, «Erecciòn de ciudades, villas y corregimientos» (Quito,
a su vez elegian a Jos dos alcaldes ordinarios y a los d~mas ~1embros de la mumc1pah-
I l/ 11 / 1811). dad. Para las actas de esta elecciòn, véase AHN/Q, Otic1os, caJa 114, exp. 1-1-18 12.

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FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUN!CIPJOS

n~tur~le,z~ ilegitima. de .la crisis, se vio constrefiida a acordar privile- de los fisi6cratas, cuyo modelo no preveia una marcada distinci6n
g10s Jund1cos y temtonales que debilitaron a cambio su poder sobre entre los intereses del Estado y los de la sociedad (los cuales se con-
la regi6n. fundian con las municipalidades y se identificaban con ellas, institu-
Ese proceso de fragmentaci6n sufri6 una aceleraci6n dramatica ciones a la vez sociales y politicas), no distinguia claramente entre
bajo el régimen liberal espafiol, entre 1812-1814 y 1820-1822. La funciones propias y funciones delegadas. De ahi que se presentase a
Constituci6n de Cadiz, con el objetivo de racionalizar la organizaci6n veces el modelo fisi6crata corno una «tercera via» entre la experien-
del territorio promoviendo el gobiemo interno de los pueblos a fin de cia corporativa del Antiguo Régimen y el modelo de administraci6n
garantizar una administraci6n fiscal mas eficaz, permiti6 en efecto que post-revolucionaria que se irnpuso en el siglo XIX 49 .
lo~ pueblos c~n n:ias de mii babitantes eligiesen sus propios ayunta- Respecto de la constituci6n francesa de 1791 es preciso remarcar
mzentos constltuczonales (art. 31 O). Pero, de becho, las municipalida- su influencia notable sobre la carta de Cadiz, que también considero
des c?,nstitucional~s se transformaron en cuerpos soberanos, lo que el poder municipal corno diferente de los otros y no corno una ema-
romp10, por vez pnmera, los espacios jurisdiccionales de las ciudades. naci6n del poder ejecutivo. Para los constituyentes franceses en gene-
Como se ha dicho, las instituciones municipales y provinciales rai, y para Sieyès en particular -el principal inspirador del proyecto-,
fueron creadas para limitar la esfera de acci6n del ejecutivo, en cuan- el poder municipal constituia un contrapeso social frente a un aparato
to consentian una participaci6n amplia de los administrados en la vida publico que habia extendido ampliamente su esfera de acci6n por mor
de los poderes publicos a nivel local. Ahora bien, esa idea de la muni- de la destrucci6n de las instituciones del Antigua Régimen. De hecho,
cipalidad corno contrapeso al poder del monarca no era nueva. De en la constituci6n de 1791 , los municipios y los oficiales municipales
hech~, h~?ia sido elaborada por los fisi6cratas, y retomada por la no se encuentran bajo el titulo III («De los Poderes Publicos»), sino
consti~c10n fr~ncesa de 1791: modelos ambos que ejercieron una en la parte que precede a la configuraci6n del aparato publico: «Todo
fuerte mfluencia sobre los constituyentes de Cadiz. Los fisi6cratas cuanto concieme a la cualidad de ciudadano, a la divisi6n del territo-
atribuian un papel fundamental al poder municipal por cuanto su natu- rio o incluso a la organizaci6n de las asambleas primarias no forma
raleza asociacionista y representativa babria de favorecer la construc- parte de la constituci6n»; no son sino «supuestos anteriores al esta-
ci6n de una sociedad de propietarios agricolas en grado de autogober- blecimiento publico» 50 . Los constituyentes de Cadiz retomaron tal
narse. Por ello, uno de los aspectos mas notables de tal modelo con- idea al a-firmar que el objetivo de la creaci6n de las municipalidades
sf st!a en prever la disoluci6n del aparato monarquico central, que se era el de «establecer el justo equilibrio que debe haber entre la autori-
limit~~ia ~ una funci6~ , legi~lativa de tipo generai rnientras que las dad del gobierno, corno responsable del orden publico y de la seguri-
rnumc1pahdades asumman directamente las actividades administrati- dad del Estado, y el de la libertad, de la que no puede privarse a los
vas p eriféricas referentes a la sociedad locaJ 48. Se ha visto a veces en subditos de una naci6n, para desarrollar sus bienes y propiedades» 51.
las municipalidades fisiocraticas el embri6n del municipio moderno En el caso hispano-americano, otros dos procesos favorecieron el
pero en realidad se da una diferencia notable entre las dos institucio~ proceso de autonomizaci6n de las municipalidades en relaci6n al
nes. De hecho, en contraposici6n a la municipalidad del siglo XIX, la
49
Véase, Stefano Mannoni, Une et indivisible. Storia dell'accentramento amminis-
48
Para el modelo fi siocratico de municipalidades, cf. el proyecto elaborado por trativo in Francia, Milan, 1995, pags. 201 -203; E. Garcia de Enterria, «Turgot y los ori-
Dupont de Nemours bajo la direcciòn de Turgot (Turgot-Dupont de Nemours «Mémoire genes del mun icipalismo moderno», en Revolucion francesa y administracion contempo-
sur les Municipalités», en Oeuvres de Turgo t et documents le concernant [ 1775] Paris ranea, Madrid, 198 1, pags. 71 s.
50
1922, t. IV). La reforma de la _a~inistraciòn centrai llevada a cabo por el Gran 'ouqu~ Sieyès, citado por Stefano Mannoni, op. cit., pag. 340. En el caso francés, el reco-
Leopoldo de_ To~cana, cuyo obJet1vo era el de renovar la relaciòn centro-periferia basan- nocimiento de un interés exclusivamente municipal, anterior y diferente del poder estatal,
dose en el c~rcu1to prop1edad-censo-representaci6n, fue una experiencia que influyò de tuvo su fin bajo el Directorio, cuando una ley del aiio Vlll transforrnò las municipalida-
man~ra cons1derable en Turgot (sobre la reforma del Gran Duque Leopoldo cf. Bernardo des en òrganos adrninistrativos totalmente sujetos al ejecutivo.
51 Proyecto de constitucion politica presentado a las Cortes genera/es y extraordi-
Sordi, L'amministrazione illuminata. Riforma delle comunità e progetti di costituzione
nella Toscana Leopoldina, Milan, 1991). narias por su comision de Constitucion, Cadiz, 1811, pag. 5.

2 16 217
FEDERICA MORELLI EL TRJUNFO DE LOS MUNICIPlOS

Estado. En primer lugar, el hecho de haber extendido la instituci6n parte del aparato estatal segun los consti~)'.ente~ de Cad!z, ~~ se con-
municipal a numerosos sujetos colectivos diseminados por el territo- siderase el cumulo de funciones admm1stratt:va~ y JUd1ciales . ~n
rio impidi6 la identificaci6n de una linea jerarquica entre las munici- manos de los a/caldes corno una violaci6n del prmc1p10 de separ~c1on
palidades y los niveles de la administraci6n estatal que debian con- de oderes. Por todos esos factores, la municipalidad const1tuc1~nal
trolar la actividad de las instituciones locales; elio se debi6 al hecho se ~ansforrn6 en una instituci6n mucho mas poderosa de lo previsto
de que habia demasiada distancia fisica entre el jefe politico - res- en el texto de Cadiz, lo que de nuevo confirrna l~ dificultad c~n la q~e
ponsable del poder ejecutivo en los partidos- y las municipalidades se toparon los regimenes liberales europeos de integrar una mstancia
para que pudiese controlar de manera efectiva la gesti6n de estas ulti- del pluralismo locai en una doctrina del Estado fundada en la centra-
mas. Situaci6n ésa que, afiadida a su naturaleza representativa, con- lidad de la ley53 . . , . . .
tribuy6 a hacer de las municipalidades verdaderos cuerpos soberanos En realidad, e! régimen de Cad1z hab1a rntroduc1do_un~ ~nme_ra Y
que se ocupaban exclusivamente del gobiemo locai. En segundo sumaria divisi6n de poderes a nivei locai, al sustraer laJushc1a a virre-
lugar, en la América hispana no se asisti6 al proceso de separaci6n yes intendentes y gobemadores para confiarla a un nuevo cue~o de
entre justicia y adrninistraci6n que en Europa condujo al fuerte desa- jue~es, Jos jueces /etrados. Solo que las guerras _Y 1~ _falta de dmero
rrollo simultaneo de la estructura y los poderes del Estado52 . Ademas, impidieron el establecimiento del nuevo aparato Jud1?ia~e~ l~ ~ayo-
el abandono del paradigma juez-administrador formaliz6 por vez pri- ria de los territorios americanos, lo que creò un vac10 Junsd1cc10~al
mera la existencia de un poder coercitivo - instrumento de la realiza- colmado de inmediato por los ayuntamientos. De este modo, basan-
ci6n de los fines empiricos del Estado--- del todo autonomo respecto dose en los principios del sistema coloni~} --qu~ hacia _de los a_lcaldes
de la declaraci6n del derecho y esencialmente politico. Empero, el ordinarios administradores y jueces de pnmera mstanc1a a ~n t~e?1po-
régimen liberal espafiol no privò a los jueces locales, y sobre todo a y en las nuevas leyes --que preveian para ciertos casos el eJer~1c1? del
los alcaldes municipales, de la jurisdicci6n contenciosa, raz6n por la poder judicial por parte de los alca/des54-,_ los alcaldes const1.tuc1~na-
cual estos ultimos continuaron gozando de un poder discrecional les se apropiaron de las funciones de l~s J~e?es letra~o~. Asi?,la me-
importante en el juicio en primera instancia sobre cuestiones concer- xistencia de una distinci6n clara entre JUShc1a y admm1stra~~on per-
nientes a la totalidad de los asuntos de la vida socia!. No hay ningun miti6 la supervivencia a nivei municipal de un modo de gest1on esen-
estudio en profundidad de los debates en el seno de la constituyente cialmente juridica del poder politico. .
de Cadiz que nos permita comprender la logica subyacente a algunas En Ja Audiencia de Quito, corno en la mayor parte de los te1:1to-
de dichas decisiones y afinar nuestra interpretaci6n del liberalismo rios americanos, el no-nombrarniento de los jue~es _L<;trados ?aJ~ ~I
espafiol; mas tampoco cabe conjeturar que por e! hecho de no formar ' ·
reg1men de Ca'di·z desemboc6 , pues, en una. apropiac10n
. , , de la. JUSt1c1a
por parte de Jos alcaldes m~i~i~ales; s~tua~10n esa vana~ veces
52 Las causas de esta separaciòn entre j usticia y administraciòn han de atribuirse, sea
denunciada por el tribuna! de JUshcia (Aud1encia), cuyos mag1strados
al fin del antiguo pluralismo y al nacimiento de una socicdad civil moderna, sea a una
nueva concepci6n de la fun ciòn jurisdiccional que se afirm6 en et siglo XVIII - a sa ber: el
princ ipio de l j ugement-sillogisme, estrechamente vinculado a la soberania de la ley, en 53 Sobre la munic ipalidad liberal espanola, cf. C. de ~astro, La r~volucion liber~l_y
virtud del c ual e l j uez debia fundar su decisiòn sobre leyes positivas y no sobre un poder
Ios 111umc1p1os . , 1981, y J· Garcia Fernandez, El ongen del mumc1p10
· · · espan-oles , Madrid
discrecional corno e! que implicaba la resoluciòn de los conflictos sociales-. La gestiòn constitucional, Madrid, 1983. . ·d I
de tales conflictos pasò a los agentes del poder ej ecutivo , lo que produjo un agranda- 54 Art. I: «hasta que se haga y apruebe la dis1:ibuci6n de parudos pre~em a en e
miento del aparato estatal. Sobre la transformaciòn de la justicia entre el antiguo y el ca itulo segundo y se nombren por el gobiern~ los JUec~s de l_etras d~ los m1sm_o s, todas
nuevo régimen, cf. e! excelente estudio de Luca Mannori, «Giustizia e amministrazione la:causas y pleitos ci vii es y criminales se segu1ran en pnmera mstancta ante lo~ JU~ces de
tra antico e nuovo regime», en Raffaele Romanelli (dir.), Magistrati e poteri nella storia 1
!etra de real nombramiento, los subdelegados de Ultramar y l_os alcaldes co?st1tuc10na es
europea, Bolonia, 1994, pags. 55-56. Cf. también A. M. Hespanha, «Justiça e adminis- de los pueblos». Art. 3: «En los demas pueblos que no ~aya Juez de !_etra ru subdelegado
traçao entre o antigo regime e a revoluçao», en Hispania entre derechos propios y dere- en Ultrarnar exerceran la jurisdicci6n conte nciosa en prunera mstancia los alcaldes co ns-
chos nacionales. Atti dell'incontro di studio Firenze-Lucca 25-27 Maggio 1989, Milan, titucionales: corno la han ejercido los alcaldes ordinarios». Decreto de las Cortes de 9 de
I 990, t. I, pags. I35-204. octubre de J 812, AHM/Q Miscelanea, t. I, fo ls. 83r-92v.

218 219
FEDERJCA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICIPIOS

reivindicaban para si mismos las competencias judiciales en cuestion lo que hizo indispensable que se trazara un m_~pa de los n~e;o~ ayun-
con el proposito de sustraérselas a los alcaldes: tamientos de la Audiencia para la comprens1on de las clinarmcas de
fragmentacion del territorio y de la pérdida de control de las ciudades
Faltando estos [los jueces letrados] pertenece sin duda a este sobre el campo.
gobierno el conocimiento de los negocios y no a los alcaldes cons- A este proposito, conviene hacer una neta ~istincion e_ntre las r~-
titucionales a quienes la misma constituci6n !es limita el conoci- giones centrales y septentrionales de la Audiencia y las r~g,.ones ?1_en-
m.iento de demandas verbales basta la cantidad de cien pesos, y en dionales y costeras. En las primeras -es decir, las que habian part_1~1pa-
causas criminales que no merezcan sino una leve amonestaci6n55 . do en el gobiemo revolucionario-, el articulo 31 Ode la Constttu~10n _de
Cadiz, por el que se preveia la eleccion de ay~ntamientos con~tt~ct?-
Respondiendo a los magistrados de la Audiencia, el procurador nales en todos los pueblos de mas de mil hab1tantes, no se aphco mas
declaro, por el contrario, que la atribucion del poder judicial a los que en las ciudades y los centros administrativos importantes, Otavalo,
alcaldes, establecido por la ley sobre la administracion de la justicia,
era legitima.
Latacunga, Ambato, Guaranda y Alausi, hacien~o pasar tre~ a ocho ?~
el numero de municipalidades59 , lo que conllevo un deb1htam_1ento en
El poder adquirido por las municipalidades y sus alcaldes en el el control de la capitai en relacion a lo que fue en época colomal y du-
dominio judicial implicaba, corno denuncio el gobemador de Guaya- rante el periodo revolucionario. En las provincias leales, por el contra-
quil, su no-subordinacion a los subdelegados56 ; por esa razon se nego rio el articulo 31 O se aplico por doquier, y la eleccion de un buen nu-
a ceder la jurisdiccion contenciosa a los alcaldes de la ciudad hasta le m:ro de ayuntamientos en los pueblos significo para las ciudades prin-
llegada efectiva de los nuevos jueces letrados57. La cuestion de la no- cipales la pérdida de su poder sobre el espacio rural. .
subordinacion a los funcionarios coloniales, evocarla por el gobema- En ciertos casos, esa suerte de revolucion de los poderes temto-
dor nos lleva a considerar otro aspecto del sistema de Cadiz: las muni- riales fue impulsarla por las propias autoridades coloniales, que veian
cipalidades, no solo podian administrar justicia por medio de sus en la difusion de los ayuntamientos constituciona~~s un m~?IO ~?ten-
alcaldes, sino que también podian imponer impuestos (arbitrios) a las cial de reducir el consenso en tomo a los rebeldes . La ut1hzac1on de
poblaciones58 . Se ve aqui, pues, una especie de absorcion de compe- la carta de Cadiz corno arma politica contra los insurgentes se puso
tencias por los ayuntamientos, que despojaron paulatinamente al apa- claramente de manifiesto en el caso de Cuenca, donde se empezo a
rato colonia! de las funciones judiciales y fiscales. Ahora bien, si en el aplicar el texto desde el otofio de 1812, sin aguardar a que ~c~b~a la
ambito judicial dicbo proceso fue muy evidente desde el inicio de la guerra contra la junta de Quito. Alli se eligio la nueva m_umc~pahdad
era de Cadiz, en el de la fiscalidad !lego a ser aun mas visible duran- en octubre tras lo cual el teniente letrado, que ocupaba mtennamen-
te la segunda fase del régimen, cuando la guerra contribuyo a agravar te el carg~ de gobernador de la provincia, procedio a organizar de
ulteriormente una situacion financiera ya dificil para el Estado colo- 61
inmediato la eleccion de ayuntamientos también en los pueblos .
nia). Esa suerte de revolucion del poder locai favorecio a todas las
municipalidades, incluidas las de los pueblos de reciente formacion,
59 Segun se via, dichas ciudades se habiaa traasformado _ea municiyalidades durante
la segunda junta de Quito; pero se eacontraroa con sus cabildos abobdos al final de la
55
AGI, Quito, 258, «Petici6a de las Escribaaias de Camara Gobierno y Guerra de la experiencia revolucionaria. .. . ..
60 Cf., por ejemplo, el caso mexicano, en el que se utihz6 la Con~t1tuc10n corno
Audieacia» (Quito, 19/10/ 1813).
56
AGI, Quito, 262, «laforme del gobemador de Guayaquil» (Guayaquil, 6/7/1814). medio para combatir a Los rebeldes (A. Annina, «Pratiche creole e hberal1smo», op. c1t.,
57
AGI, Quito, 262, «Informe del gobemador de Guayaquil» (Guayaquil, 24/2/ 1814). ~~- . . . . d
58 61 El pian del tenieate de Cuenca es preciso y mmuc1oso en ex tremo. para ca a pue-
Art. 322 de la Constituci6n de Cadiz. El establecimiento de irnpuestos municipa-
les debia ser aprobada por la Diputaci6n Provincia(, que oficiaba de organismo de contrai blo principal y anejo se ha calculado la poblaci6n tota!, el numero de _ve~inos (e.sto es, de
de las finaazas de las municipalidades. No obstaate, la tardia creaci6n de dicho organis- poseedores del derecho de voto), la distaacia respecto del pueb~o prmc1pal, asi _corno el
mo, ea el verano de 1814, perrniti6 a las municipalidades disponer de un amplio margen m'.unero de alcaldes, de regidores y de procuradores por eleg1r. Cf. AGI, Quito, 388,
de maniobra en los asuntos fisca les. «laforme del Juez Letrado de Cuenca» (Cueaca, 29/4/ 1813).

220 221
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICIPIOS

Ahora bien, el proyecto del funcionario colonia! fue extraordinario ra sido imposible mantener bajo control centenares de elecciones, sino
tanto en relaci6n al contexto de la Audiencia, corno desde el punto de mas bien de que los objetivos del teniente no estaban tan alejados del
vista del entero imperio. En efecto, el numero de 242 municipalidades espiritu de la Constituci6n. Era en efecto la propia Constituci6n, dada
constitucionales que, habida cuenta del aumento del numero de foras- la existencia en los territorios americanos de numerosos pueblos ale-
teros originado por las olas de inmigraci6n de lndios que Ilegaban de jados de los centros administrativos y en los que el Estado seguia sien-
la sierra norte, y que habia transformado a numerosos anejos en pue- do algo remoto, preveia en su famoso articulo 31 O la posibilidad de
blos, preveia instituir sobrepasaba de lejos el de los 23 pueblos prin- constituir municipios incluso en pueblos con menos de mii habitantes:
cipales de que contaba el distrito, ademas de la ciudad, y de los 12 «se pondra un ayuntamiento en los pueblos que no le tengan y en que
pueblos censados por el corregidor Joaquin Merizalde y Santiesteban convenga le haya, no pudiendo dejar de haberle en los que por si o con
en su informe fechado en 1765 62 . De hecho, el pian del teniente pre- su comarca Ileguen a mii almas». Ademas, la abolici6n de las Repu-
veia la elecci6n de municipalidades no solo en los pueblos de menos blicas de Indios debia privar a numerosos pueblos de sus estructuras
de mii habitantes, sino también en los anejos, haciendas, hatos y internas, raz6n por la cual las Cortes decidieron, mediante dos decre-
estancias: tos, dar a la mayoria de ellos la posibilidad de elegir sus propios 6rga-
nos administrativos; el primero, fechado el 15 de octubre de 1812,
Puede el alcalde dar a V.E. del atentado cometido por el teniente de permite a los pueblos de menos de mii habitantes elegir sus munici-
letras sobre la divisi6n que ha hecho de pueblos, reduciendo a tales palidades «por otras razones o bien publico»; y el segundo, del 23 de
cuantas haciendas y hatos hay en el distrito, si endo mas notable que mayo de 1813, otorg6 a los pueblos americanos la posibilidad de
aun Jubones que es de la jurisdicci6n de Zarurna se comprenda «crear sus ayuntamientos entre si» 65 . La acci6n del teniente letrado se
entre ellos. Hay lugar que solo ganado tiene, otros son de negros y apoyaba, por tanto, en las leyes; y en cuanto a su respuesta a por qué
esclavos y lo mas de ellos no tienen sino indios sirvientes domes-
ticos [ ... ] Ya ve V.E. que el teniente no obedece las leyes, no respe-
queria establecer municipalidades en lugares con no mas de 12 6 20
ta las propiedades particulares, trastoma el orden, y expone la tran- habitantes tocaba temas t6picos del siglo XVIII:
quilidad publica; pues no ha faltado hacendado que le asegure al
alcalde que esta decidido a no perrnitir se forme tal ayuntamiento Tendré el consuelo de haber desahogado mis deseos en beneficio
en su hacienda63 . de tantos miserables que esparcida basta aqui por entre los montes
y bosques se equivocaban con los selvajes, y las fieras viviendo a
su manera que sé yo sin Dios, sin Rey, sin ley y sin justicia come-
Segun puede deducirse de las palabras del alcalde de Cuenca las
. '
r~acc10n_es contra el proyecto del teniente fueron inmediatas y de gran
tiendo excesos y sufriendo extorciones que no caben en la imagi-
naci6n ni en lengua que pueda explicarlas, y desde hoy seran feli-
v trulenc1a, sobre todo por parte de las autoridades urbanas y de los ces y racionales y civiles con las sabias disposiciones de gobiemo
propietarios, a quienes la realizaci6n del pian habria hecho perder que les comunican y comunicaran sucesivamente y por el pasto
todo contro! sobre el territorio loca!. La cuesti6n es, pues, qué moti- espiritual y temporal66.
vos im pulsaron al teniente letrado a querer establecer tan alto numero
de municipalidades electivas. No creo que se trate, contrariamente a Asi pues, la formaci6n de las municipalidades respondia al obje-
lo afirmado 64, de estrategias de manipulaci6n electoral, pues le hubie- tivo de civilizar a los grupos humanos que vivian en los margenes de
la sociedad; tema que nos remite al discurso del determinismo espa-
62
«Relaci6n hist6rica, politica y mora! de la ciudad de Cuenca: poblaci6n y hermo- cial, segun e! cual la organizaci6n socia! debia corresponder a la dis-
sura de su provincia», en Pilar Ponce Leiva (dir.), op. cit., voi. II, pags. 369-412.
63
AHN/Q, Gobiemo caja 62, exp. 20-XI-I 812, «Informe del alcalde de Cuenca Fer-
65
nand~Dav~os al presidente.de la Audie~cia» (Cuenc~, 20/5/1813), fols. 45 y v. Antonio Annino, «Cadiz y la revoluci6n territorial de los pueblos mexicanos», op.
Mane-Damelle Demelas, «Las pnmeras elecc10nes en los pueblos andinos 1813 - cit., pags. 207-208.
66
1814», en A. Annino (dir.), Historia de las elecciones, op. cit., pags. 291 -313. AGI, Quito, 388, «Informe del Juez Letrado de Cuenca» (Cuenca, 29/4/1813).

222 223
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUN1CIPI0S

posicion territorial, pues las circunscripciones administrativas de- El numero de ayuntamientos nuevos se redujo entonces conside-
bian coincidir con las divisiones naturales, etnograficas y economi- rablemente en el distrito de Cuenca, pasando de los 242 previstos por
cas. Por otra parte, el deseo de posibilitar la participacion efectiva y el proyecto del teniente letrado a los trece finalmente elegidos entre
proporcional de todas las partes del reino en la vida politica y admi- 1813 y 181470 . Tan solo los pueblos con mas de mii habitantes eligie-
nistrativa, al objeto de vencer el espiritu corporativo y de transformar ron municipio, con la notable excepcion de los que rodeaban la ciu-
a los individuos en auténticos ciudadanos, se habia revelado corno dad; éstos, aun poseyendo una poblacion superior a la cifra tipo
otra de las principales preocupaciones del siglo XVIII. Asi, la insti- --corno El Valle, Paccha y Bafios-, fueron incluidos en la jurisdiccion
tucion de un numero tan alto de municipalidades tenia por objetivo de la municipalidad de Cuenca, a excepcion del pueblo de Sidcay. La
fundamental en la mente del teniente el de dar la libertad a los gru- ciudad perdio asi buena parte de su autoridad sobre e! distrito, pero no
pos mas débiles del distrito - indios y mestizos- contra la tirania de sobre su espacio rural proximo, cuyo control era a todas luces estraté-
propietarios y curas, las dos categorias de hecho mas afectadas por la gico para e! aprovisionamiento de la poblacion urbana de bienes de
realizacion del plan67 • La de propietarios sobre todo, porque los primera necesidad.
poderes judiciales de los pueblos romperian los equilibrios tradicio- De hecho, tras su eleccion, los municipios de los pueblos adqui-
nales entre haciendas y comunidades a favor de las ultimas; y la de rieron en unos meses poderes que privaron tanto a la ciudad principal
los curas después, porque la institucion de numerosas municipalida- corno al Estado de todo contro! sobre el espacio rural. La justicia fue
des exigiria un aumento de su numero con la consiguiente disminu- uno de los objetos permutados: a pesar de la presencia en la provincia
cion de la renta de cada uno, la cual estaba en funcion del numero de de Cuenca -e! unico distrito de la Audiencia en este caso- de un juez
indios tributarios bajo su control. letrado -el teniente letrado-, los alcaldes no limitaron sus interven-
La protesta de la clase de los hacendados se mezclo asi con la de la ciones a los asuntos secundarios, sino que intervinieron en la casi tota-
m.unicipalidad urbana, pues la realizacion del proyecto habria supues- lidad de los delitos, incluidos algunos graves (bomicidios, intentos de
to para la élite de Cuenca la pérdida de su jurisdiccion sobre el espacio asesinato, etc.)7 1• Y es que aun se consideraba dicha funcion judicial
rural y, por ende, de su contro! sobre la mano de obra y sobre las tierras. corno una atribucion natural de las municipalidades, al punto que los
Con el proposito de conseguir la anulacion del plan del teniente, el al- pueblos pedian a menudo su transformacion en ayuntamientos «para
calde de la ciudad, Fernando Davalos, denuncio ante el procurador de una buena administracion de la justicia» 72 .
la Audiencia su intervencion en los asuntos de gobierno --cuando, a te- Con todo, antes de hablar de una disminucion del poder jurisdic-
nor de las nuevas leyes, sus funciones debian limitarse a la jurisdiccion cional de la élite urbana, es menester detenerse sobre la cualidad de
contenciosa- , logrando finalmente ganar la causa. El procurador con- las personas efectivamente elegidas en las nuevas municipalidades.
firmo que e! gobierno -<lei que formaba parte la division del distrito en
circunscripciones administrativas y municipalidades, sujeta a la junta 70
Las municipalidades del distrito de Cuenca fueron: Caòar, Biblian, Azogues,
electoral del partido, presidida por el alcalde68- , la po licia y la econo- Déleg, Chuquipata, Paute, Gualaceo, Chordeleg, San Bartolomé, Sidcay, Caiiaribarnba,
mia debian retornar a los alcaldes de Cuenca, lo que le permitio sus- Nab6n y Oiia.
71
Véase por ejemplo AHN/Q, Conocimientos, caja 7, exp. 26-Ill-1 813. A veces sur-
pender la ejecucion del plan del teniente, abolir las municipalidades ya gieron conflictos entre los alcaldes municipales de los pueblos y el teniente letrado. Asi,
elegidas y convocar nuevas elecciones 69 . en el pueblo de San Bartolomé, el alcalde se opuso a la intervenci6n del teniente en un
asunto concemiente a la rebeli6n de los indios contra la municipalidad. La Audiencia, por
el contrario, declar6 legitirna la intervenci6n del teniente y orden6 a los alcaldes que se
67
AGI, Quito, 388, «Expediente sobre cabildos constitucionales de Cuenca» (Cuen- sometieran a su jurisdicci6n en el ambito judicial, tal y como estaba previsto en las leyes,
ca, 14/6/18 13). que limitaban su acci6n a los casos de conciliaci6n y a los asuntos de menor importancia.
68
AGI, Quito, 388, «Informe del alcalde don Fernando Davalos al presidente de la AHN/Q, lndigenas, caja 161 , exp. 30-VI- 18 13.
Audiencia» (Cuenca, 29/711 813). 72
AHN/Q, Fondo Especial, caja 196, lib. 483, doc. 152, «Comunicaci6n dirigida al
69 AGI, Quito 388, «Auto de la Audiencia» (Cuenca, 1/6/1813), «oticio del alcalde
presidente Montes por varios vecinos de Guano (Riobarnba) solicitando se disponga el
Cordova» (Cuenca, 2/6/ 18 l 3). establecimiento del cabildo» (Guano, 2 1/ 12/1813), fols. 169- 170.

224 225
FEDERICA MORELLI EL TRJUNFO DE LOS MUNICfPIOS

En la mayoria de los casos analizados no se trataba en efecto de gran- !es de la provincia, mas ciertos documentos y datos, relativos a la
des hacendados -cuyos intereses los representaba por lo general el poblacion de las parroquias 75 , nos autorizan sin embargo a afirmar
cabildo de la ciudad-, sino sobre todo de pequefios y medianos pro- que se instituyeron muy probablemente las ciudades y los pueblos
pietarios que por primera vez h~bri~n tenido o~~sion de ej_e~ceryode- siguientes: Guayaquil, Portoviejo, Samborondon, Balzar, Daule,
res jurisdiccionales sobre e! temtono. ~a crea~1on de_mum_c1pahda~es Santa Lucia, Santa Elena, Colonche, Chanduy, Morra, Baba, Palen-
en los pueblos ofrecio por tanto a las Jerarqmas sociales mtermed1as que, San Lorenzo, Babahoyo, Puebloviejo, Machala, Canoa, Monte-
-en especial a blancos y mestizos-, tradicionalmente subalternas, la cristi, Jipijapa, Pichota (ver fig. 4). El gobernador, sin embargo,
posibilidad de ser representadas politicamente a nivel loc~l.- . opuesto a la creacion de tantas municipalidades, presenta el espacio
También en el distrito de Loja la eleccion de las mumc1palidades rural de la provincia corno poblado principalmente por mestizos,
constitucionales provoco un largo conflicto jurisdiccional entre el indios, mulatos y negros, incapaces en su opinion de desarrollar las
alcalde de la ciudad y e! corregidor. Mientras que el proyecto del pri- funciones municipales. Ciertamente, el numero de indios habia
mero solo preveia el establecimiento de diez municipios rurales, el del aumentado considerablemente entre finales del siglo XVill y princi-
corregidor, que integraba varios anejos, habia hecho institu~ un pios del siglo XIX, en razon sobre todo de la crisis economica y del
numero mas elevado. El alcalde solicito entonces de la Audiencia la aumento de la presion fiscal ejercida por el Estado borbonico, que les
supresion de tales ayuntamientos suplementarios, a lo que se le res- habia impelido a dejar la sierra por la costa. Se trataba de una pobla-
pondio que habiendo perdido todo poder sobre los pueblos ya dotados ci6n libre, no sujeta a la gran propiedad, constituida por pescadores,
de municipalidad propia, su demanda resultaba inadmisible 73 . pequeòos propietarios o jornaleros. Como subraya Hamerly, la apari-
Por ultimo, el articulo 31 O acerca de la eleccion de las municipa- cion en dicha provincia de campesinos de origen indio, mestizo y
lidades fue aplicado en la provincia de Guayaquil -que, corno la de mulato hizo de la region un caso unico en el seno de la Audiencia. La
Cuenca, habia participado en la lucha contra la junta revolucion~a de composicion de su poblacion no consentia el parangon con la que
Quito-, donde se eligio un total de veinte ayuntamientos, inclmdo el vivia en la zona costera de Esmeralda76 . Al hallarse los blancos en
de la capitai: Guayaquil principalmente, y estar las castas excluidas del voto, los
indios y los mestizos ocuparon por tanto una buena parte de las nue-
Los ayuntamientos establecidos en esta provincia han sido die~ y
nueve, casi todos de indios y mestizos, sin contar con el de esta cm- vas municipalidades rurales.
dad, pues no se conocia otro y los que llarnaban de indios; que los Asi, la formacion de los primeros ayuntamientos constitucionales
actuales los considero inutiles y aun perjudiciales por la generai en el espacio rural favorecio la articulaci6n de la sociedad locai con
rusticidad e ignorancia de los vecinos que en nada pueden servir al el nuevo régimen liberal, lo que supuso un traspaso de los poderes del
bienestar y fomento de sus pueblos, mientras no sepan leer y escri- Estado hacia la sociedad y un debilitamiento del poder de las ciuda-
bir y adquieran la ilustraci6n necesaria. S6lo en los de Portoviejo, des. La inaplicacion del principio de separacion de poderes y la
Daule, Babahoyo, Baba y Palenque hay algunos vecinos estableci- absorcion de ciertas funciones fiscales a nivel locai produjeron la
dos que pueden servir en algo para los cargos concej iles; pero veni- division del tenitorio en multiples espacios autonomos; y el alto
mos a parar en que si ha de ser e! ayuntarniento movible todos los grado de libertad alcanzado por las comunidades a lo largo de esos
ai\os, al segundo ya no hay de quien hechar mano con utilidad74 .
aòos, al no ser reabsorbido totalmente por el Estado colonial tras el
Lamentablemente, las fuentes a nuestra disposicion no nos per- retomo de Fernando VII al trono, se reafirmo durante el segundo
miten elaborar un mapa preciso de los ayuntamientos constituciona- periodo liberal.

73 AHN/Q, Criminales, caja 213, 17-III-1 814. 75 Para Los datos demograficos, cf. los censos de 1805 en la obra de M. T. Harnerly,
74 AGI, Quito 262, «Informe del goberoador de Guayaquil» (Guayaquil, op. cit., pags. 86-87.
10/1 0/1 814). 76 M. T. Hamerly, op. cit., pags. I 02-104.

226 227
FEDERJCA MORELLI EL TRJUNFO DE LOS MUNICIP!OS

Figura 4: Municipalidades constitucionales de la provincia 4. La constitucionalizacion de las areas rurales


de Guayaquil (1813-14)

.\ En 1814, la restauraci6n del régimen absolutista de Fernando VII


comportò la aboliciòn de la Constituciòn de Cadiz y la vuelta de las
.I•
(
antiguas estructuras borbònicas en lugar de todas las nuevas institu-
ciones introducidas por el régirnen liberal. Se reintrodujeron asi las
• Ordenanzas de Intendentes, que repusieron las «cuatro causas» en
I manos de intendentes y subdelegados, o bien en las de corregidores y
I

de sus subaltemos alli donde las intendencias nunca habian llegado a

'......._,._·--\ •
existir, quedando abolidas las municipalidades electivas, las diputa-
ciones provinciales y los jueces letrados, que una vez mas reemplaza-
• PORTOVlEJO
.
I ron a los antiguos cabildos.
Asi pues, la restauraci6n permiti6 a las ciudades que habian per-
dido su autoridad sobre el espacio rural - Cuenca, Guayaquil y Loja
e JIPIJAPA entre otras- reapropiarse de parte de sus antiguos poderes. No puede
BALZAR • PALENQUE hablarse sin mas de un retomo al statu quo ante, pues los cambios
• introducidos por la Carta de Cadiz, aun si de breve duraci6n, trans-
• S.LORENZO formaron radicalmente el territorio americano. De una parte, muchos
S.LUOA • de los nuevos ayuntamientos rurales sobrevivieron aun un afio àntes
BASA

DAULE •
• .BABAHOYO
de ser abolidos de manera definitiva; y, de otra, en el distrito de Quito,
que habia participado de la junta revolucionaria y donde la aplicaci6n
f del articulo 31 O habia sido suspendida, las nuevas municipalidades
• SAROMBONOON •{
elegidas en las ciudades pequefias o medianas - que antes de la revo-
i luci6n no habian dispuesto de cabildos- no fueron suprirnidas77 , lo
que constituyò un primer elemento importante de continuidad en rela-
ciòn al periodo liberal.
El refuerzo de los poderes locales fue otro aspecto de dicha conti-
nuidad. A pesar de la aboliciòn de las municipalidades rurales, se
registrò una transformaci6n del papel de juez pedaneo, que de agente
del cabildo en el espacio rural pasò a ser cada vez con mayor nitidez
el representante de intereses profundamente locales. De hecho, este
periodo conociò numerosos conflictos entre hacendados y jueces
pedémeos, acusados a menudo de abusar de sus poderes jurisdicciona-

77 AGI, Quito 269, «lnforme del asesor generai y auditor de guerra de la Audien-

cia de Quito» (Quito, 7/1/ 1815). Como ya subrayaramos, mientras que con anterioridad
a la crisis imperial el gobierno de Quito no contaba mas que con tres cabildos (Quito,
Ibarra y Riobamba), la introducci6n de la Constituci6n de Cadiz elevò a ocho su nume-
ro (con la creaci6n de los ay untamientos de Otavalo, Latacunga, Ambato, Alausi y Gua-
randa).

228 229
EL TRWNFO DE LOS MUNICIPIOS
FEDERICA MORELLI

les contra los intereses de los grandes propietarios. Semejante trans- . L'.1°1entablemente, ni el Reglamento Constitucional de la provin-
formacion fue con maxima probabilidad el resultado del proceso de cia, ~1 otros d~c~e~os precisan cuales eran los pueblos facultados para
fragmentacion territorial de la Audiencia generado por la guerra y por elegrr su muruc1p10; parece empero que se crearon diez ayuntamien-
la aplicacion de la Constitucion de Cadiz, ya que numerosos jueces tos mas en 1820-22 que en 1813-14, por cuanto cabe suponer razona-
pedaneos fueron nombrados entonces capitanes de las milicias y blement~ que cada pueblo con derecho a nombrar representante para
encargados por elio del reclutamiento y de la organizacion de los ~I Coleg10 Electoral - una especie de asamblea representativa- tenia
recursos en los pueblos. El periodo liberal, ademas, asistio con fre- 1gualmente el de elegir municipalidad propia 80 (ver fig. 5).
cuencia a su eleccion en las nuevas municipalidades rurales, en las De otra parte, el gobiemo autonomo de Guayaquil legalizo una
indias sobre todo, lo que confirma las cada vez mas intimas relaciones practica que, a/alta dejueces letrados, se habia afirmado desde 1813-
entabladas entre tales autoridades y la sociedad locai 78 . 18_ 14, a~ buye~do a los alcaldes municipales el poder de juzgar en
La fuerza de los poderes locales resurgio con toda su intensidad pnmera mstanc1a (art. 13 del Reglamento), ademas de establecerse un
durante la segunda fase de gobiemo liberal, que por otro lado coinci- j~~z de letras para el conj:111to de la provincia y un tribuna! de apela-
dio con el estallido de toda una serie de movimientos independentis- c1on compuesto de tres m1embros81. Las restantes funciones se calcu-
tas. Los procesos revolucionarios sobrevenidos en la peninsula con- laron de acuerdo con las previstas por la Carta de Cadiz - policia edu-
dujeron en efecto a la reintroduccion en 1820 de la Constitucion de cacion, administraci6n de propios y arbitrios- , con la sola no~edad
Cadiz en los territorios de la monarquia, mientras que en América los del_control ejercido por la municipalidad de Guayaquil sobre las ope-
movimientos de emancipacion recuperaban todo su vigor. De hecho, rac10nes fiscales de las demas municipalidades de la provincia82 . En
ese ano marco en la Audiencia de Quito el inicio de algunos gobier- efecto, en piena guerra contra los espafioles la jurisdiccion fiscal sobre
nos autonomos -en Guayaquil, Cuenca, Zaruma, Riobamba y Alausi- , el ~spacio rural resultaba fundamental para la propia supervivencia de
de los que solo el de la provincia de Guayaquil logro mantenerse basta la Junta; mas la percepcion de los impuestos no lleg6 a ser tarea facil,
1822, debido probablemente al hecho, corno dijimos, de que el espa- al negarse con frecuencia los alcaldes a entregar las contribuciones a
cio rural se habia visto conceder derechos politicos. La élite criolla, los emisarios del gobiemo en nombre de la pobreza de Jos habitantes
cierto, habia comprendido que no podia prescindir del consentimien- indios o mulatos en su mayoria. Igualmente -elemento también ést~
to y de la participacion de los pueblos en su objetivo de constituir un heredado de la Constitucion de Cadiz- , a las municipalidades se !es
gobiemo autonomo viable, y la junta de Guayaquil, al contrario que a~ibuyo ~I ~erecho de transformar las tierras comunales indias en pro-
en las demas ciudades, no siguio el tradicional modelo representativo pws adm1rustrados por el ayuntamiento, Io que dio a los indios la posi-
urbano, sino que adopto en su lugar un régimen muy cercano al de la
80
Constituci6n de 1812: El _nUD1ero de pueblos llamados a elegir representante para e! Colegio Electoral se
balla prec1sado en el art. 6 del acta de convocatoria al primer Colegio: Samborod6n, Baba-
hoyo, Car~col, Baba, ~imocha, Puebloviejo, Ventanas, Palenque, Estero, Balzar, Daule,
Para el gobiemo de los pueblos habra un ayuntamiento elegido por Santa Lucia, Yaguach1, Balao, Puna, Naranjal, Machala, Morro, Chong6n, Colonche,
los padres de familias o cabezas de casa.(... ) Los ayuntamientos de Chanduy, Punta de Santa Elena, Jipijapa, Montecristi, Charapot6, Pichota, Portoviejo,
los pueblos se formaran seguo su poblaci6n, arreglandose al ultimo Canoa y Chone. «Convocatoria al primer colegio electoral», art. 6.0 , (Guayaquil,
reglamento79. 10/ 10/ 1820), en «Documentos de la independencia», op. cit., pags. 74-75.
81
«Reglamento Provisorio Constitucional de la Provincia de Guayaquil», arts. 11-12
(Gua§aqml, l l/11/1820), en «Documentos de_la independencia», op. cit., pags. 86-92.
78 Véase por ejemplo e! caso de Pujili (Latacunga), donde la candidatura de un veci-
2
!
Art. 8 del Reglamento: «El ayuntarn1ento de la capitai, con noticia instruida de
no del pueblo para e! cargo de juez pedaneo se apoy6 en testimonios escritos de cuatro los fondos pubhcos y gastos, procedera al repartimiento de la contribuci6n ordinaria gene-
vecinos, el corregidor, tres caciques y tres principales indios. AHN/Q, Oficios, caja 116, rai i~puesta por e! Gobierno, con derecho de representar lo que convenga al menor gra-
vamen de los pueblos: cualquiera atribuci6n extraordinaria se bara con conocimiento del
exp. 6-ITI-18 I 6.
79 «Reglamento Provisorio Constitucional de la Provincia de Guayaquil» (Guaya- ayuntarniento». «Reglamento Provisorio Constitucional de la Provincia de Guayaquil»
quil, 11/11/1820), en «Documentos de la independencia», op. cit., pags. 86-92. (Guayaqu1l, 11/11/ 1820), ibidem.

230 231
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNIClPIOS

Figura 5: Municipalidades constitucionales de la provincia que, si bien dicha incorporaci6n fue oficialmente decretada por la
de Guayaquil (1813-14 y 1820-22) asamblea de representantes, ya antes habia sido ratificada por los pue-
blos, de los que se habia solicitado aprobaci6n previa a la entrada en la
Gran Colombia85 . Asi, la provincia no se une al nuevo Estado corno un
cuerpo constituido, sino mas bien corno una serie de cuerpos territoria-
les soberanos que, mediante acuerdo solemne, habian tornado de ante-
• mano una decisi6n que sus representantes en el Colegio Electoral no
harian sino avalar después; lo cual demuestra una vez mas que la asam-
blea representativa no era depositaria de la soberania, sino que perma-
necia conservada sin paliativos por las municipalidades .
• • • • De manera generai, ademas de la experiencia de la provincia de
• • Guayaquil, que sigui6 siendo independiente basta su integraci6n en la
• • • • Gran Colombia, la reintroducci6n de la Constituci6n de 1812 en un
• •• • ••••
• tejido politico y socia! desgarrado por las guerras y dividido en mul-
tiples gobiemos locales favoreci6 el proceso de dispersi6n de la sobe-
rania en el conjunto de la Audiencia. En un contexto tal, el texto libe-
ral fue por otro lado utilizado de nuevo por las autoridades coloniales
corno arma contra los rebeldes: para restablecer la paz, prirnero, y acto
seguido para negociar con las comunidades locales el traspaso de
recursos a favor del Estado, comprometido en la guerra. De ahi la
insistencia del presidente de la Audiencia, Aymerich, en ordenar a las
municipalidades de los pueblos que procedieran ~ontrariamente a lo
sucedido en 1812 con la suspensi6n del articulo 31 O en los territorios
revolucionarios- a establecer ayuntamientos rurales86.
Los pueblos transformados en municipalidades fueron pues mu-
bilidad de perpetuar mediante su participaci6n en las elecciones muni- chos mas en 1820 que durante la primera fase liberal. En el distrito de
cipales sus derechos sobre las tierras83.
85 «Los individuos de la Municipalidad y los habitantes del pueblo de Y guachi, des-
Asi, el gobiemo locai de la provincia independiente de Guayaquil,
pués de felicitar a V.E. por su prospero arrivo a esta Provincia, procedemos desde luego a
calcado sobre el de Cadiz, dio a los pueblos un poder casi absoluto so- decir a V.E. que hemos reconocido la necesidad de unimos a la Republica de Colombia,
bre el territorio, concediéndoles no s6Io la administraci6n de la justicia por que desde sus primitivos tiempos hemos pertenecido a su territorio; por que asi lo
y de los bienes comunales, sino también la organizaci6n de las mili- exige nuestra conservaci6n politica; por que de este modo n os constituimos invencibles,
cias84. Por lo demas, el grado de autonomia entonces alcanzado por los fuertes e inespugnables contra el poder de nuestros enemigos; por que es conforme a las
leyes del buen orden que las partes estén unidas al torlo, que les comunique ser vida y
pueblos aparece claramente en las actas que marcaron la incorporaci6n movimiento ...», El Patriota de Guayaqui/, n.0 11 (2017/1822). Véanse también las actas
en 1822 de la provincia independiente a la republica colombiana. Y es de las demas ciudades: El Patriota de Guayaquil, n.0 11 (20/7/1822), n.0 12 (24/7/1822),
n. 0 14 (10/8/ 1822).
86 AHN/Q, Fondo Especial, caj a 238, lib. 593, doc. 12842, «Expediente formarlo por
83 «Que todos los terrenos conocidos antes con el nombre de léguas de indios, que-
den en los pueblos que la tengan, adjudicados a los fondos de propios de cada poblaci6n>}, orden del presidente de Quito, Melchor Aymerich, disponiendo se practiquen las eleccio-
art. l, «Decreto de la Junta Superior de Gobiemo de Guayaquil», El Patriota de Guaya- nes de los individuos que deben componer los ayuntarnientos y la formaci6n de estos en
los pueblos donde no lo hayan, de conforrnidad con lo que prescribe la constituci6n poli-
quil, n. 0 3, 25/5/1822, 3.0 semestre.
84 Véase cap. III, par. 3. tica de la monarquia espaiiola» (1821).

232 233
EL TRJUNFO DE LOS MUNICIPIOS
FEDERJCA MORELLI

0tenca, su nu~ero pas6 de 13 en 1814 a 19, sin contar el de la propia En el distrito de Riobamba 20 pueblos eligieron a sus ayunta-
cmdad87 , gracias a la elecci6n - novedad de relieve- de municipalida- mientos, y si bien no poseemos todos los datos relativos a los demas
des rurales incluso en la sierra centro-septentrional. De los 26 pueblos distritos, es sin embargo cierto que hubieron municipalidades rurales
del distrito, 19 adquirieron pues representaci6n propia; los demas, al en los distritos de Otavalo y Ambato 89 .
tener menos de mil habitantes, estaban representados por la ciudad a Al igual que durante el primer periodo liberal, la justicia cay6 en
imagen ~e La Magd~lena, cuya poblaci6n era imp01tante pero a la q~e manos de las municipalidades constitucionales y de sus alcaldes90
las autondades cons1deraron un barrio urbano 88 (ver tabla 6). habida cuenta que las guerras y la crisis financiera que conocia 1~
peninsula impidieron de nuevo el nombramiento de los jueces de
letras:
Tabla 6: Ayuntamientos constituciooales del distrito No permitiendo las circumstancias politicas la creaci6n de los jue-
de Quito (1821-22) ces de letras por hallarse ocupados por el enemigo muchos lugares
de la provincia, donde deben ejercer sus atribuciones, be acordado
con la excelentisima Diputaci6n Provincia! se suspenda el nombra-
Pueblo Habitantes Alcaldes Regidores Sindicos Secretario miento de letrados que debe servir estos destinos 91 .
Chillogallo 2843 l 4 l 1 . El analisis de ciertos conflictos jurisdiccionales entre municipa-
Aloag 1086 1 2 1 l
Machachi 2721 I 4 1 1
hdades urbanas y rurales da testimonio de la profundidad de las frac-
Aloasi 1112 l 2 1 l turas creadas por el segundo periodo liberal. Las primeras en opo-
Conocoto 1710 1 2 1 1 nerse a la creaci6n de municipalidades en las areas rurales fueron las
Sangolqui 3178 l 4 1 1 ciudades medianas, que habian adquirido bacia poco tiempo su auto-
Amuagafia 1454 1 2 l l nomia municipal (1812). Asi, Alausi se opuso con firmeza a la elec-
Uyumbicho 1449 l 2 1 1 ci6n de ayuntamientos en los pueblos de su distrito, e intentò por
Alangasi 1471 1 2 1 1 ejemplo impedir que Chunchi constituyera una municipalidad auto-
Pintag 2082 1 4 1 1
Tumbaco 1524 1 2 1 1 noma integrandola bajo su propia jurisdicci6n. Tiempo perdido ése,
Yaruqui 1294 I 2 1 1 empero, pues los vecinos del pueblo, que por otro lado ya habian
Quinche 1418 l 2 1 l plantado cara a la misma prohibici6n en 1814, aprovecharon las elec-
Guayllabamba 1690 1 2 1 1 ciones municipales urbanas para elegir también su propio ayunta-
Zambisa 2353 I 4 1 1 miento. El nombramiento de electores, realizado por unanimidad de
Cotocollao 1750 1 2 1 l votos -cosa que permite suponer la existencia de un acuerdo previo
Pomasqui 1256 1 2 I 1 entre los habitantes del pueblo-, fue seguido por la elecci6n de los
Calacali 1594 l 2 1 1
Puembo 1788 l 2 1 1 89
Tabacun_do,_ Cotacache, San Pablo, Atantaqui, Urcuqui, Cayambe, Tumbabiro,
Tocache en el d1str1to de Otavalo (AHN/Q, Gobiemo, caja 73, exp. 13-IX-1822); Pillaro
en e! de Ambato (AHN/Q, Fondo Especial, caja 238, lib. 593, doc. 12842, fol. 93 y v.).
90 Un analisis de los asuntos civiles y penales llevados por un gabinete notariaJ de
. 87 Segun las actas de la municipalidad de la ciudad, en 1821 se formaron ayunta-
Cuen~a dem~estra que los aJcaldes de los pueblos impartian de hecho la justicia de pri-
m1entos en Los pueblos de: Nab6n, Oiia, Gir6n, San Bartolomé, Sigsig, Gualaceo, Paute,
mera mstancia. AHN/Q, Fondo Especial, caja 237, lib. 592, doc. 12824, «Expediente que
GuachapaJa, Azogues, Taday, Pindilig, Sidcay, Deleg, B ibl ian, Caiiar, Pagcha, San Juan
contiene la raz6n del estado en que se hallan las causas civiles y criminales seguidas en la
del VaJle, Caiiaribamba. AHM/C, Actas de Cabildo, 1821-1825.
88 AHN/Q,_Fondo Especial, caja 238, Lib. 593, doc. 12842, «Pauta a que deben arre- escribania publica de Cuenca a cargo de don Augustin Pic6n» (1821).
91AHN/Q, Fondo Especial, caja 231, lib. 576, doc. 12.566, «Decreto del Presidente
glarse las elecc1ones de los cabildos constitucionales de esta capitaJ y de los pueblos de
de Quito» (Quito, 20/4/1822), fols. 48-66.
su distrito», (Quito, 14/12/ 182 1), fol. 48 y v.

234 235
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICTPTOS

miembros de la municipalidad: dos alcaldes (entre los cuales el dele- debera proceder inmediatamente a la creaci6n de cabildos consti-
gado de la municipalidad de Alausi, encargado de supervisar el tucionales en todos los pueblos de aquella comprenhenci6n con
desenvolvimiento de las elecciones), cinco regidores (entre los que arreglo al soberano decreto instruido de 24 de mayo de 1812, cuya
se contaba el gobernador indio del pueblo) y un procurador92 . La providencia se ha tornado posteriormente por punto generai de
todos los partidos ( ... ), en la inteligencia que el de aquel asiento no
municipalidad de A lausi pidi6 entonces al presidente de la Audiencia tiene, ni puede ejercer superioridad alguna sobre los de los pueblos,
que declarase ilegal la elecci6n del ayuntamiento de Chunchi, que corno que todos son independientes uno de otros 96 .
contaba con menos de mil habitantes, afirrnando ademas que dicha
elecci6n habia sido impulsada por un teniente corone! del ejército, Antes de proceder a las elecciones municipales, los vecinos de
enviado para restablecer la paz después de los des6rdenes engendra- Guano también reivindicaron la tota] independencia del futuro cuerpo
dos por la declaraci6n de independencia de 182093 . Ahora bien, esta elegido respecto del cabildo de Riobamba:
intervenci6n del alcalde de Alausi nos confirma que la guerra refor-
z6 claramente las comunidades locales, dado que los funcionarios se [los vecinos] representaron que teniendo todos los alcaldes de los
vieron constreiiidos a negociar con ellas si querian obtener los recur- lugares segun constituci6n, la misma jurisdicci6n, no devian estar
sos que necesitaban: sujetos en lo contencioso los de Guano a Jos de Riobamba, y que
segun la rnisma constituci6n solo debian hacerse los recursos al
Con atenci6n a que el seiior teniente corone! don Martin de Ben- jefe principal del partido o al juez de letras cuando lo haya97 .
goechea, de acuerdo con el seiior teniente gobemador don Fernan-
do Cos, vista la necesidad del continuado transito de las tropas por Como bien a las claras lo expresa dicho documento, ser indepen-
este pueblo, resolvieron se forme cabildo constitucional en él para diente de Riobamba implicaba ante todo ser autonomo desde el punto
la asistencia y mejor servicio de aquellas y de la Naci6n94. de vista judicial. En efecto, el ejercicio de la justicia de primera ins-
tancia habia dado a los pueblos la posibilidad de frenar el despliegue
Asi, junto al problema de la elecci6n de la municipalidad inde- de la gran propiedad, y de reequilibrar por ende las relaciones de fuer-
pendiente, un conflicto afiadido saltò a la palestra entre Alausi y za entre la élite propietaria de la tierra y los actores rurales, pues sabia
Chunchi en torno a la cuesti6n de los recursos : e! alcalde del pueblo que para los pueblos hispanoamericanos la tierra no era solo un recur-
habia prohibido a los miembros del cabildo de la cabeza de partido so economico, sino también una fuente de derechos politicos y, por
que extrajera recurso alguno del pueblo, incluidas las comunidades tanto, de libertades colectivas frente al Estado.
indias, consideradas corno parte de los bienes comunales del nuevo El caso de Sangolqui, en el distrito de la capitai, evidencia de
ayuntamiento95 . Ambos conflictos jurisdiccionales concluyeron en un manera palmaria en qué medida los ayuntamientos rurales se perci-
fracaso para la ciudad: el presidente de La Audiencia, no solo aprob6 bieron corno una amenaza por parte de la élite criolla. E l conflicto se
la formaci6n de la municipalidad autonoma de Chunchi, sino que originò en los malos tratos sufridos por un regidor indio del pueblo
impuso igualmente al cabildo de Alausi que procediera a la formaci6n -encargado de reclutar indios para el transporte de ciertas cargas basta
de ayuntamientos en todos los demas pueblos del distrito: el puerto de Caiiigue- en el interior de la hacienda de Chillo, perte-
neciente a don Vicente Aguirre, uno de los miembros mas prestigio-
sos de la élite quiteiia y futuro dirigente de la Gran Colombia. El
92
AHN/Q, Fondo Especial, caja 238, lib. 593, doc. 12.842, fols. 56r-58v. hacendado pidi6 entonces al cabildo de Quito que pusiera fin a la
93
AHN/Q, Fondo Especial, caja 238, Ub. 593, doc. 12.842, «Ofic io del cabildo cons-
titucional de Alausi al presidente de Quito» (Alausi, 9/ 11/1 82 1), fols. 64r-65v.
94 96 AHN/Q, Fondo Especial, caja 238, lib. 593 , doc. 12.842, «Oficio del presidente
AHN/Q, Fondo Especial, caja 238, lib. 593, doc. 12.842, «Oficio del cabildo cons-
titucionaJ de Chunchi a l presidente de Quito» (Chunchi, 27/ 10/ 1821), fol. 60 r. don Melchor Aymerich a l cabildo constitucional de Alausi» (Quito, 22/1/1822), fol. I 04v.
95 91 AHNIQ, Fondo Especial, caja 242, lib. 603, doc. 12.895, fo ls. 48-83, «Acta elec-
AHNIQ, Fondo EspeciaJ, caja 238, lib. 593, doc. 12.842, «Oficio de l alcalde cons-
titucional de Cbunchi aJ cabildo de Ala usi» (Chuncbi, 29/10/ 1821), fols. 62-63. toral de Guano» (Guano, J 7/2/ I 822).

236 237
FEDERJCA MORELLI
EL TRIUNFO DE LOS MUNl ClPTOS

acci6n intentada contra él por la municipalidad de Sangolqui, argu-


las municipalidades fueron reivindicando progresivamente ciertos
mentando que ésta no habia respetado el principio de inviolabilidad
poderes fiscales, cornenzando asi a percibir los impuestos, sin rever-
de la propiedad privada. Tal contencioso, en el que latia la delicada
tirlos después a las cajas del Estado a causa de las guerras principal-
cuesti6n del contro! de la mano de obra india, no enfrentaba pues al
mente. Por lo demas, tales consecuencias habian sido previstas desde
Estado con los poderes locales, sino a ciertos poderes locales, dife-
18 10 por Esteban, diputado espafiol en las Cortes, quien criticò fuer-
rentes por su naturaleza, entre si. Uno de ellos, el de los hacendados,
temente los articulos que atribuian a los pueblos la administraci6n de
vio siempre representados sus intereses por el cabildo de la capitai,
los arbitrios:
mientras que el otro, el de las comunidades rurales, podia por vez pri-
rnera defender los suyos desde el cauce de su nuevo ayuntamiento Acostumbrados los pueblos a manejar los caudales publicos con la
constitucional. El analisis de los actos electores nos ha demostrado en exclusi6n de los sujetos nombrados por S.M. ; mariana querrian
efecto que los rniembros de los municipios rurales no pertenecian por también tener parte en las demas atribuciones de la sociedad: nom-
lo generai a la oligarquia criolla, sino que eran pequefios o rnedianos brarian ellos mismos los jueces de los partidos con e! mismo dere-
propietarios, caciques o gobemadores indios, o incluso funcionarios cho que nombraron a los funcionarios de rentas 100. .
de bajo rango, corno los jueces p edaneos98 . Asi, el alcalde de San-
golqui se opuso a la intervenci6n de los alcaldes de Quito porque, en El filtro fiscal que la Constituci6n y las guerras crearon entre cen-
ausencia de juez letrado, su autoridad en materia de justicia no era en tro y periferia aceler6 entre otras cosas la definitiva derrota del ejérci-
nada superior a la de su propio cabildo: to realista en los territorios de la Audiencia. De hecho, las autoridades
espafiolas penaban para obtener las contribuciones exigidas a las
no habiendose hecho o aprobado la distribuci6n de partidos y nom- municipalidades para la subsistencia del ejército, corno lo muestra la
bradose por e! gobierno los jueces de letras de los mismos, debo negativa del cabildo de Quito a este respecto:
conocer de las causas civiles y criminales del mismo modo que V.
con arreglo al art. 1. 0 , cap. 4.0 de la ley reglamentaria de 12 de oct.
La corporaci6n municipal esta persuadida de la rectitud y justifica-
de 1812 y demas que precede, y por lo tanto aunque yo hubiese
ci6n del seiior j efe publico ( ... ); en este concepto y e! de desempe-
actuado alguna sumaria no le daria cuenta con ella por no corres-
fiar la confianza de su establecimiento segun e! ilustrisimo codigo
ponderle sino al juez de letras que se nombrase, en cuyo concepto
que dict6 e! Congreso de savios de la Naci6n espaiiola y adepto
y bien fundado podran estribar en lo su cesivo las determinaciones
ilustro benigno y amable Soberano e! sefior don Fernando VII, no
de V. que no es juez de apelaci6n sino de primera instancia en la
tiene embarazo, conformandose con las sanciones can6nicas y
capitai corno lo soy yo en el distrito de este puelo y de ninguna
leyes del reino que enseiian pueden obedecirse y no cumplirse a las
suerte p edaneo corno se titula99 .
providencias soberan as y pontificias cuando resulten inconvenien-
tes publicos o perjuicios notables, en suspender la publicaci6n del
La transferencia de poderes del Estado a los pueblos, sobre todo decreto de V.E. que prescrive la contribuci6n generai y forzosa en
en materia de justicia, realmente no formaba parte del proyecto de los esta capital y pueblos de su circuito 101 .
constituyentes de Cadiz. Pero el no-nombramiento de los jueces pre-
vistos hizo que, parad6jicamente, fuera la propia Constituci6n la que El discurso de la municipalidad de Quito es de gran interés, en
les diera una fuerte legitimidad en la mentalidad colectiva, legitimidad tanto articula dos lenguajes politicos diferentes para justificar su
que acab6 tocando la esfera fiscal. Al no lograr las Cortes ni la Cons- rechazo al pago de la contribuci6n: el de la constituci6n liberal por un
tituci6n establecer con precisi6n las normas de funcionarniento fiscal, lado, en virtud del cual solo las rnunicipalidades y las Cortes estaban
98
Ver cap. Il, par. 3. 100
99 Diario de /as Cortes Genera/es y Extraordinarias, sesi6n del 16/ 12/1 810.
AHN/Q, Notaria Primera, caja 3 13, exp. 28-Il-1822, «Oficio del alcalde constitu- 101
cional de Sangolqui al alcalde de Quito» (Quito, 1/3/ 1822). AHN/Q, Gobiemo, caj a 73 , exp. 1821 , «Oficio del ayuntarniento constitucional
de Quito al presidente de la audiencia» (Quito, 27/6/1821).

238
FEDERJCA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUN1CIPI0S

habilitadas para establecer nuevos impuestos; y el de la antigua cons- contro! del territorio, permanecio pese a todo en sus manos y en Ias de
titucion historica y del famoso principio se acata, pero no se cumple, sus autoridades. Asi, la falta de una distincion entre justicia y admi-
por el otro. Lo cual demuestra que la referencia a la constitucion bis- nistracion (caracterizada por el ejercicio de ambas funciones por un
torica -conjunto de valores y de pricticas politicas que extraian su mismo funcionario a nivei locai, por causa del no-nombramiento de
legitimidad de la tradicion- no fue secundaria en absoluto en el pro- los jueces que habrian debido ocuparse exclusivamente de la justicia
ceso de fragmentacion del imperio. Antes al contrario, dicha referen- de primera instancia), se mantuvo durante buena parte de la época
cia a la tradicion nos permite por si sola comprender la gran ruptura republicana. Ese estado de hecho permitio a las autoridades parro-
provocada por la constitucion liberal en los territorios americanos. quiales intervenir en casi todos los dominios de la vida socia! e impi-
Con la formacion de las municipalidades rurales, la extraccion de dio la realizacion del principio de separacion de poderes.
recursos, tanto monetarios corno naturales, llego a ser casi imposible A fin de analizar el papel de los pueblos en el nuevo Estado
en los pueblos, segt'.m ponen de relieve los numerosos fracasos de colombiano, es menester por tanto examinar el de los alcaldes parro-
Quito y de Cuenca en sus intentos por reclutar hombres o requisar quiales en los procesos de autonomizacion de los pueblos. La ley pre-
animales u otros bienes en los pueblos de sus distritos, en los que los veia el nombrarniento de dos alcaldes parroquiales por pueblo, que la
alcaldes se oponian a menudo, en nombre de sus administrados, a municipalidad del canton debia nombrar anualmente y que se encar-
suministrar a los ejércitos o a los municipios de las ciudades cualquier garian de la policia, del mantenirniento del orden y de la tranquilidad
tipo de contribucion 102• publica 104 . Subordinados desde un punto de vista formai a los alcal-
La profunda fragmentacion politica del territorio obligo a las éli- des municipales, no poseian oficialmente el poder jurisdiccional de
tes politicas de la republica colombiana a crear una nueva organiza- primera instancia, salvo para casos menores, mas en realidad inter-
cion territorial, dividiendo la Gran Colombia en departamentos, pro- venian en casi todos los procesos, por lo que eran a menudo acusa-
vincias, cantones y parroquias 103. Mas a pesar de la supresion de los dos por el Tribuna! Superior de Justicia de no respetar los procedi-
centenares de ayuntamientos a que dio lugar la nueva division, las ciu- mientos normales, asi corno de abuso de sus prerrogativas. Sin
dades de la ex-Audiencia no lograrian ya recuperar el pleno control embargo, las actas de los procesos judiciales que instruian por lo
sobre el espacio rural. La creacion de una municipalidad por canton, generai no salian de sus despachos, perdiéndose una gran parte de
en efecto, hizo que fueran de todos modos mis numerosas que en ellas, razon por la cual lamentablemente disponemos de escasa docu-
época colonial: se crearon 35 en total en los antiguos territorios de la mentacion sobre los alcaldes parroquiales. Los solos testimonios
Audiencia, llamados «Distritos del Sur», 15 en el departamento de directos que quedan son las comunicaciones escritas enviadas a sus
Ecuador, 11 en e! de Azuay y 9 en el de Guayaquil. Ademas de las ciu- superiores, esto es, documentos en la mayoria de los casos que con-
dades principales y las cabezas de partido de los diferentes distritos, tienen errores de sintaxis y términos derivados del quechua, lo que
antiguos pueblos o parroquias se vieron atribuir municipios. De otra muestra con claridad e! origen locai de tales funcionarios. Las res-
parte, los pueblos se habian apropiado de poderes tan amplios a lo tantes informaciones sobre los alcaldes parroquiales provienen de
largo del periodo liberal y el de guerras que fue dificil quitirselos, al documentos producidos por otros funcionarios, corno los alcaldes
punto que la justicia, siempre una de las funciones estratégicas para el municipales o los jefes politicos de las provincias, pero insuficientes
en cualquier caso para permitirnos establecer un perfil-tipo de dicho
alcalde parroquial, por quien pasaban todas las exigencias y las
102 Para el distrito de Quito, véase AHN/Q, Fondo Especial, caja 242, lib. 604, doc.
negociaciones entre los habitantes de los pueblos y el poder estatal en
12.918, «Expecliente que contiene las diligencias practicadas por varios comisionados
nombrados por el ayuntamiento de Quito para que efectuen la recluta de hombres y requi- todas sus formas: el ejercicio de la justicia, la percepcion de los
sa de caballos en los pueblos de las cinco leguas de esta capitai» (enero de 1822), fols.
127-157; para el de Cuencia, véase AHM/C, Actas de Cabildo, I 82 1-1825.
103 «Ley de divisi6n territorial» (23/6/1824), en Aurelio Noboa (ed.), op. cit. , tomo 104 «Ley de régimen administrativo interiorn (8/ 10/1821), en Aurelio Noboa (ed.),

lll, pags. 66-73. op. cit., pags. 18-26.

240 241
EL TRJUNFO DE LOS MUN!CIPJOS
FEDERICA MORELLI

irnpuestos, el reclutamiento de las milicias, la convocatoria de elec- do se beneficiaban - mediante el establecimiento de listas de cons-
ciones, la organizaci6n de las fiestas. cripci6n- para preservar a sus comunidades de las levas requeridas
Los alcaldes parroquiales, corno los alcaldes constitucionales de por e! Estado 107 . Fue asi corno, a fin de dar soluci6n al problema del
la época de Cadiz, eran por lo generai originarios de los pueblos donde reclutarniento, se terminò bacia finales de 1820 por otorgar a los ofi-
ejercian su cargo, y sus candidaturas con frecuencia eran comunicadas ciales del ejército la facultad de confeccionar la lista de los candida-
al municipio del canton por los parrocos. Eran en su mayoria blancos t?s a los puestos de alcaldes parroquiales y presentarla a la municipa-
o mestizos, aunque también los habia indios, y poseian la doble cul- hdad cantona1 108 . En segundo lugar, el Estado atribuy6 a los alcaldes
tura andina, india y criolla. De ahi que alcaldes y tenientes parroquia- parroquiales ciertas funciones fiscales, al atribuirles el reparto de los
les de la republica ecuatoriana, establecida poco después, actuaran impuestos sobre la propiedad y, sobre todo, la recaudaci6n de los
ellos también mas corno representantes de intereses locales que del irnpuestos indirectos y de la capitaci6n - introducida en 1826-; final-
poder estatal. Recordemos al respecto que no !es nombraba el Estado, mente, se les dotò de los poderes necesarios para obligar a los indivi-
sino las municipalidades electivas. En algunos paises, corno el Rio de duos a pagar. Con todo, el alcalde parroquial no se comportaba por
la Plata, por ejemplo, la concesi6n del caracter representativo a los ello corno agente del Estado, sino -corno en el caso de la capitaci6n-
cargos municipales implicò para los cabildos la pérdida de las funcio- a menudo corno agente de la comunidad contra aquél, segun lo reve-
nes de policia, que se transferirian al gobierno centrai 105 . La legisla- lan los numerosos recursos de los responsables de la administraci6n
ci6n colombiana, por el contrario, no hizo de tales funcionarios, repre- fiscal contra tales autoridades locales, a quienes las necesidades dic-
sentantes de los intereses locales, agentes del Estado. tadas por la guerra transformarian en auténticos filtros fiscales entre el
Pero, el hecho de ser elegidos por los consejos municipales no Estado y los pueblos 109 . De hecho, los alcaldes parroquiales debian
implicaba la automatica transformaci6n de los alcaldes parroquiales ocuparse de las tropas en transito y utilizaban con frecuencia los fon-
en mediadores de los mismos. Al contrario, principalmente el hecho dos obtenidos con e! tributo o la capitaci6n para subvenir a sus nece-
de impartir justicia les volvia casi independientes de los municipios sidades 110, raz6n por la cual la guerra impidi6 que las contribuciones
cantonales. El caso del pueblo de Pasaje, en el canton de Machala fiscales llegaran al centro del nuevo Estado.
(Guayaquil), i lustra con nitidez dicha situaci6n judicial loca!. En efec- Los numerosos recursos interpuestos por el grupo indio ante el
to, afirmando que «los alcaldes parroquiales no son jueces pedane- alcalde parroquial constituyen un testimonio complementario del vin-
os» 106, el alcalde parroquial de Pasaje pidi6 que los dos alcaldes culo que unia a este ultimo con su comunidad de pueblo. En efecto,
municipales de Machala dejaran de ocuparse de la justicia en su pue- antes que dirigirse a la justicia comunal (la de los gobemadores, los
blo, negando asi incluso de manera implicita el caracter limitado de caciques, etc.) muchos indios apelaron a dicho funcionario para ins-
sus poderes jurisdiccionales y la superioridad oficial de los de su truir sus causas, en especial las relativas a la tierra. Al carecer de tes-
municipio cantonal. Otros dos elementos nos confirman el poder de timonios escritos no es posible saber si tal fenomeno se debia a una
los alcaldes parroquiales a nivel loca!. En primer lugar, estaban encar- pérdida de poder de las autoridades indias tradicionales, pero si se
gados del reclutamiento de los hombres para los ejércitos que comba-
107 AHN/Q, Fondo Especial, caja 263, lib. 654, «Oficios dirigidos por los alcaldes
tian contra los lealistas del Pero y de Pasto, funci6n de la que a menu-
P~1:foquiales d~ las parroquias de las cinco leguas al Intendente, manifestando la imposi-
bilidad _de env1ar hombres utile~ para el servicio de las armas, por haberse escapado y
105 En el caso del Rio de la Plata, los jueces locales y los alcaldes de barrio depen- escond1do algunos, o por ex1st1r solamente hombres incapaces para esta ocupaci6n»
dian en efecto directamente del intendente de policia. Juan Carlos Chiaramonte, «Vìeja y (maya, 1829).
108 AHN/Q, Fondo Especial, caja 254, Lib. 657, doc. 210, «Oficio de la comandancia
Nueva Representaci6n: los procesos electorales en Buenos Aires, 181 0-1 820», en Anto-
militar al prefecto» (Machachi,k 27/12/1829).
nio Annina (ed.), Historia de las elecciones, cit., pags. 19-63. 109
106 AHG, Escribanias publicas/Juicios, exp. 6199, «El ciudadano Manuel G6mez Ver, por ejemplo, AHN/Q, Fondo Especial, caja 258, lib. 642, doc. 16 1, «Colec-
Coello, alcalde parroquial de Pasaje pide se declare si los alcaldes municipales de Macha- turia de la renta de capitaci6n de Ambato al intendente» (Ambata, 3/7/1827).
110
la deben reconocerlo corno tal alcalde parroquial» (Machala, 23/111826). AHN/Q, Fondo Especial, caja 263, lib. 654, doc. 59.

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FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICIP!OS

sabe que los métodos de los alcaldes parroquiales se asemejaban bas- poner reformas administrativas y judiciales, y demandaba la supresion
tante a los empleados por los jefes indios para impartir justicia. Asi, de las municipalidades electivas y el restablecimiento de las munici-
corno la mayoria de los asuntos indios que el alcalde debia tratar palidades perpetuas; la institucion de un unico Tribuna! Superior de
(derechos comunales de propiedad y de sucesion, compromiso de Justicia (en vez de dos, corno fuera e! caso durante dos afios por mor
reciprocidad, conflictos matrimoniales o relaciones extraconyugales) de la creacion de un tribuna! suplementario en Guayaquil) para todo
no estaban previstos por las leyes, eran el principio de equidad o el e! territorio de la antigua Audiencia, y de algunas zonas antafio perte-
sentido practico lo que guiaba generalmente las decisiones. Por lo necientes a otros paises; la supresion de los jueces de primera instan-
tanto, la extension del imperio judicial del alcalde a espacios antigua- cia; la abolicion de las municipalidades que no existian en época colo-
mente sometidos a la autoridad exclusiva de los caciques indios no nia!; la destitucion de los alcaldes parroquiales y nombramiento en su
implicaba por elio, contrariamente a cuanto ha podido afirmarse, una puesto de jueces pedcineos dotados de poderes jurisdiccionales limita-
victoria de la ley del Estado sobre las practicas étnico-consuetudina- dos, y subordinados a los alcaldes municipales 11 2. La realizacion de
rias 11 1• Caben al menos tres razones al respecto. El hecho de que el semejante proyecto habria implicado evidentemente una vuelta al sis-
alcalde parroquial - por sus origenes, lazos de parentesco y de solida- tema colonia!, con la supremacia de los cabildos de las ciudades prin-
ridad, modalidades de nombramiento- no era un representante del cipales sobre el resto del territorio, con la municipalidad de Quito, la
poder centrai, sino mas bien de la comunidad local. El hecho de que capitai, en primera fila.
su uso discrecional de la justicia se fundase no sobre leyes abstractas, La idea segun la cual la soberania la detentaban igualmente los
sino sobre el sentido comun. Por ultimo, el hecho de que, corno se pueblos se concreto en las actas de adhesion de los diferentes cuerpos
acaba de indicar, no puede evaluarse con certeza si hubo efectiva- territoriales a la politica bolivariana, sobre todo después de 1828,
mente una disminucion del poder judicial de las jerarquias indias tra- fecha en la cual el libertador se proclamo jefe supremo de la Gran
dicionales. A este proposito, es menester subrayar que autoridades Colombia. Tales actas, redactadas en asamblea y finnadas por todos
similares (el juez pedaneo, por ejemplo) habian existido ya en época los vecinos de los pueblos, tenian por mira investir al generai con el
colonia!, y que su presencia no habia impedido a las autoridades étni- ejercicio de la soberania:
cas continuar administrando la justicia india. De ahi que ambas juris-
dicciones hubieran podido perfectamente seguir sobreviviendo y arti- Bolivar, para quien se han abierto las puertas de la inmortalidad, y
culandose, ademas de que la posibilidad de recurrir a dos jueces dife- cuyas virtudes energicas tienen por resorte un espiritu publico
rentes a menudo ha constituido un obstaculo a los abusos de los pode- reune en si el amor y la limitada confianza de los pueblos. S61o a
res eventuales. un brazo tan poderoso y tan diestro corno e! suyo puede confiarse
e! tim6n de nuestra nave, espuesta a naufragar en e! tempestuoso
Gracias a los jueces parroquiales, a los mecanismos representati- océano de la anarquia 11 3 •
vos y a las guerras, los pueblos consiguieron pues mantener la auto-
nomia que la carta de Cadiz les habia otorgado por medio de las muni- Asi pues, Bolivar era considerado por los pueblos corno el salvador
cipalidades constitucionales. Ésa es la razon por la que la fractura de la patria, enviado por Dios para ser el Moisés de los tiempos moder-
entre ciudad y pueblo no desaparecio pese a la disminucion del nume- nos, el que habia liberado la tierra del yugo espafiol y quien se apresta-
ro de municipalidades bajo la Gran Colombia, corno lo prueban las ba a salvarla de la anarquia. La comparacion frecuente del libertador
exigencias de la élite urbana de proceder a reformas que restablecie- con personajes de la Biblia y con el propio Cristo nos induce a pensar
ran la supremacia de la ciudad sobre el espacio rural. Citemos, entre
tales exigencias, el proyecto presentado por una cornision de aboga- 112 AHN/Q, Fondo Especial, caja 262, tib. 65 I, doc. I IO, «Expediente relativo a las

dos de Quito. Ésta se habia formado, por impulso de Bolivar, para pro- refonnas que deben hacerse en la parte administrativa de la justicia, corno igualmente en
que se restablesca et tributo de los indios» (Quito, 5/9/1 828), fols. 141 - 145.
113 «Representaci6n de los habitantes de OtavaJo», Gaceta de Colombia, n. 0 351,
111
Andrés GuerTero, Curagas y tenientes politicos, cit. 15/6//1828.

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FEDERICA MORELLI
EL TRTUNFO DE LOS MUNJCIPIOS

que estamos ante una imagen que remplazo la del rey en su capacidad
Para resolver dicha situacion era menester crear un régimen cen-
de organizar el Estado después de la creacion de la republica 114 . El mito
tralizado, construido en torno a un poder ejecutivo muy poderoso,
bolivariano, en efecto, fue esencialmente una expresion ideologica de
razon por la cual fueron reintroducidos el sistema de intendencias y
los pueblos, que identificaron a Bolivar con el Estado y materializaron
las «cuatro causas». Abora bien, el recurso al sistema borbonico y a la
asi el concepto abstracto y confuso de la soberania popular. Ahora bien,
inaplicacion del principio de division de poderes constituyo muy pro-
esa idea segun la cual Bolivar remplazo la materialidad del rey esta de-
bablemente la reaccion contra la apropiacion por parte de los pueblos
mostrada por las fiestas celebradas en su honor 11 5, durante las cuales la
de numerosas funciones jurisdiccionales. De hecho, el nuevo Estado
imagen del libertador fue reverenciada siguiendo los mismos rituales
fue dividido en departamentos (dirigidos por intendentes dotados con
que los que estaban en vigor en el tiempo de la monarquia espafiola. Se- . borb'orncos
· 117), provm-
·
los mismos poderes que sus correspond1entes
mejante transferencia tuvo corno consecuencia politica importante la
cias (a la cabeza de las cuales se hallaban los gobernadores) y ca?to-
reafirmacion del antiguo principio de soberania compartida, en un con-
nes (dirigidos por los 'jueces politicos '), asi pues todas las autonda-
texto mucbo mas fragmentado que en el pasado.
des dirigentes eran directamente nombradas por el ejecutivo del que
dependian (ver tabla 7).
5. El nuevo municipalismo
Tabla 7: Division administrativa de la Gran Colombia
A pesar de la fractura entre la ciudad y el campo creada por el
régimen de Cadiz, las municipalidades de las ciudades principales
Subdivision administrativa Agente del poder ejecutivo
jugaron un papel preponderante durante el periodo de la Gran Colom-
bia, oponiéndose decididamente a todo intento centralizador y provo- Departamento Intendente
cando finalmente el fracaso del Estado bolivariano. Provincia Gobernador
La dispersion de la soberania promovida por las guerras y la poli-
tica liberal espafiola fue parte de la pesada herencia que la nueva repu- Canton Juez Politico
blica debio afrontar; extrema fragmentacion territorial y division de
las élites provinciales, rasgos ambos de los que Bolivar -padre funda-
dor, junto con Santander, de la Gran Colombia- tenia perfecta con- Toda cabeza de canton debia elegir una municipalidad, cuyos
ciencia: alcaldes, corno en el pasado, impartian la justicia de primera instancia,
lo que limitaba consiguientemente la esfera de competencias del juez
Pasto, Quito, Cuenca y Guayaquil son cuatro potencias enemigas politico 118 •
unas de otras, y todas queriéndose dominar sin tener fuerzas nin- En los «Territorios del Surn, correspondientes a los limites de la
guna con que poderse mantener, porque las pasiones interiores des- ex-Audiencia, Bolivar creo al principio un solo departamento, con
pedazan su propio seno 11 6. Quito por capitai. Empero, meses mas tarde, con la incorporacion de
114 Acerca de dicha interpretaciòn de la figura de Bolivar, cf. Hermes Tovar Pinzòn,
111 «En calidad de jefe del departamento tendra en todo él las rnismas facultades que
«Problemas de la transiciòn del Estado colonia] al Estado nacional (1810-1850)», Jean
se declaran a los intendentes de Méxi co en las cuatro causas de justicia, policia, hacienda
Paul Deler e Yves Saint-Geours (eds.), Estado y naciones en los Andes. Hacia una histo-
y guerra, por la ordenanza e instrucciòn dada en Madrid a 4 de diciembre de 1~86». Art.
ria comparativa: Bolivia, Colombia, Ecuador y Peru, Lima, 1986, voi. Il, pags. 369-395.
115 Ver por ejemplo AGN/B, Republica, Historia, torno V, voi. 1, «Fiesta en favor del 5, tit. II de la «Ley de regirnén administrativo interiorn (8/ 10/ 1821), en Aurelio Noboa
Libertador en el pueblo de San Pedro» (San Pedro, 12/5/1829), fo ls. 602-603. (ed.), op. cit., tomo ill, «lnterior, 1821-184~», pags. 1.8-.26. . . . . .
118
116
«Carta de Bolivar a Santandern (6/12/1822), en Simòn Bolivar, Obras Comple- Cf. art. 37, tit. IV de la «Ley de reg1men adrmmstrat1vo mtenorn: «[El Juez poli-
tas, cit., voi. I, pag. 580. tico] no puede ejercer las jurisdicciòn contenciosa civil o penai entre las p~es, salvo
donde no haya alcaldes ordinarios» (8/10/ 1821), en A. Noboa (ed.), op. c1t. , pags. 18-26.

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FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNlClPIOS

la provincia de Guayaquil, se creo un segundo, al que Cuenca y Loja nueva controversia, una vez mas relativa a la cuestion de las finanzas
fueron adscritos. La élite quitefia, cuyas miras estaban puestas en municipales. En efecto, a pesar de la promulgacion de un decreto que
recuperar la supremacia de antafio sobre el conjunto del espacio establecia el poder de los agentes del ejecutivo en materia de contro]
correspondiente a la antigua Audiencia, protesto entonces contra tal financiero de los municipios, el cabildo de Quito se opuso formal-
decision, afirmando que la separacion de Cuenca, Loja y Pasto priva- mente al intento del intendente Aguirre de efectuar tal control, llevan-
ba a Quito de su «antigua dignidad» y perjudicaba su economia 119• La do a este ultimo a hacer detener al secretario municipal. Bolivar, para
pérdida de Pasto -adscrita al departamento de Cauca- fue, en particu- calmar las tensiones, destituyo a Aguirre y le nombro jefe militar del
lar, severamente criticada por los babitantes de Quito, quienes habian departamento. Pero la accion conducida por Quito contra el intenden-
contribuido de manera notable en su defensa contra las tropas realis- te llego hasta e! congreso, después de la presentacion de dos peticio-
tas. Durante los primeros afios de la Gran Colombia, en efecto, los nes ante la camara de diputados. Una pedia una disminucion de los
territorios del sur aportaron un importante sostén financiero y militar poderes atribuidos a los agentes del ejecutivo en los Departamentos
a las guerras contra los realistas de Peru y de Pasto 120 . De otro lado, del Sur, y la otra acusaba al coronel Aguirre de haber infringido la
tal conflicto supuso un régimen politico particular para estos departa- constitucion 122; las firmaba uno de los representantes de la ciudad,
mentos que, si bien sujetos al gobierno de Bogota corno los demas José Joaquin Chiriboga. De manera paralela, ademas, la municipali-
territorios colombianos y venezolanos, podian ser objeto de interven- dad habia enviado al congreso cuatro informes. El primero criticaba
ciones extraordinarias por parte del presidente de la republica. un decreto del generai Sucre sobre el reclutamiento de hombres para
Desde el comienzo, las municipalidades se opusieron a todo inten- la guerra. El segundo denunciaba el arresto por Aguirre de cinco
to de refuerzo del poder ejecutivo, corno de manera significativa tes- miembros de la comunidad. El tercero condenaba los excesos cometi-
timonia el conflicto que opuso la municipalidad de Quito al coronel dos durante los procesos de reclutamiento en Santo Domingo (un pue-
Vicente Aguirre, intendente del departamento. La disputa se desenca- blo al oeste de Quito), que habian dado lugar a una revuelta. El ulti-
deno en enero de 1823, trasla orden del intendente obligando al muni- mo pedia a los representantes de la ciudad en el congreso que reexa-
cipio a versar una contribucion de 50 pesos para el mantenimiento de minaran los documentos concernientes a la adscripcion de Quito a la
la milicia urbana. Este ultimo afirmo que en virtud de la Recopilaci6n Gran Colombia a fin de verificar que los pactos habian sido debida-
de las Leyes de Indias los funcionarios del Estado carecian de todo mente respetados 123 .
derecho para intervenir en las cuestiones economicas y financieras del Esos conflictos entre las instituciones del poder ejecutivo y la
cabildo, negandose asi al pago del impuesto 121 , lo que obligo a la municipalidad de Quito demuestran que los cabildos seguian conside-
detencion de ciertos miembros de la municipalidad refractaria por randose los cuerpos intermediarios de la sociedad, vale decir, organis-
parte del intendente. El arresto dio lugar a un recurso de la municipa- mos con vocacion de limitar los poderes del nuevo Estado, y detenta-
lidad de Quito ante Bolivar, quien ordeno la liberacion inmediata de dores en consecuencia de parte de la soberania. El cuarto informe,
los detenidos. Pero la calma duro poco, y un mes después estallo una ademas, enviado por el municipio de Quito al congreso, que veia la
adscripcion de la ciudad a la Gran Colombia corno un contrato esti-
119 «Representaci6n del Intendente del Departamento de Quito al Secretario del lnte- pulado entre dos cuerpos soberanos, muestra bien a las claras que nos
riorn (2 1/ 1/ 124), en José Manuel Restrepo (ed.), Documentos importantes de Nueva Gra- hallamos aun ante una concepcion ' pactista' del Estado. Abora bien,
nada, Venezuela y Colombia, 2 vols., Bogota, 1970. el hecho de dejar en manos de las municipalidades importantes fun-
120 De becho, se estima que la mitad de las tropas enviadas a Pero provenia de Los

distritos de Quito, Guayaquil y Cuenca, y que las tres cuartas partes de los gastos totales
122 AHN/ Roberto Cortazar, Correspondencia dirigida al generai Francisco de ?aula
de la zona rural fueron asumidos por las provincias de Quito, Cuenca y Guayaquil. Roger
Paul Da vis, Ecuador under Gran Colombia, 1820-1830: Regiona/ism, Loca/ism and Legi- Santander, voi 2, pag. 380, Bogota, 1964-1970; AGN/B, Republica, Congreso, rollo 25,
timacy in the Emergence of the Andean Republic, Ph.D., University of Arizona, 1983, leg. 26, fols. 782-820. Q, Fondo Especial, caja 246, lib. 612, doc. I, fo ls. 1-13.
123 Sim6n B. O 'Leary (ed.), Memorias del Generai O 'Leary, Caracas, I 879, voi.
pags. 124-126.
121 AHN/Q, Fondo Especial, caja 246, lib. 612, doc. l , fols. 1-13. XXI, pags. 508-51O.

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FEDERJCA MORELLI
EL TRIUNFO DE LOS MUNICrPIOS

ciones jurisdiccionales, las de la justicia al frente, vuelve aun mas difi- Figura 6: Division territorial de Ecuador (1822-1830)
cil para los nuevos dirigentes todo intento de acabar con esa concep-
cion dualista del Estado.
La estructura politica creada por Bolivar necesitaba una reforma "IB24
de la organizacion territorial, llevada a cabo mediante la definicion \
·,."'
de los departamentos, las provincias y los cantones en la Ley de divi-
si6n territorial de 1824, que dividio el entero territorio de la Gran .,._,,.......,..r;,·'
Colombia - Colombia, Ecuador, Panama y Venezuela- en 12 depar-
tamentos, 36 provincias y 228 cantones 124 . El objetivo era el de crear
unidades administrativas de menor extension al objeto de racionali-
, • fTTAV.W
zar la administracion y centralizar el poder. Pero, corno en Cadiz, la ........av.-...:. •.·· ···· · · •••••••········
reforma no siguio un espiritu geométrico a la francesa, y el territorio
aurro ········•·······
no se dividio en un conjunto de unidades administrativas homogé-
neas aptas para romper los antiguos vinculos sociales y transformar
los grupos en agregados de individuos-ciudadanos. En efecto, los
departamentos correspondieron a los antiguos espacios provinciales
dominados por las ciudades principales, mientras que las provincias
se calcaron sobre los espacios antafio dominados por las ciudades
.................
medianas 125 . Solo la creacion de cantones, pues, sin correspondencia
con los cabildos coloniales ni con los ayuntamientos constituciona-
les, constituyo una auténtica novedad. La historiografia nunca se ha
detenido sobre semejante cambio, cuya importancia es sin embargo
palmaria, no solo porque tal unidad administrativa pervivio durante
todo el siglo XIX, sino también porque las cabezas de canton fueron
dotadas de municipalidad. Las municipalidades fueron por tanto mas
numerosas en la ex-audiencia bajo la Gran Colombia que en época
colonia!, pero menos que durante el periodo liberal de Cadiz. En
efecto, los territorios del Sur fueron divididos en tres departamentos:
el de Ecuador, que comprendia la sierra centra! y septentrional, fue
subdividido en 3 provincias y 15 cantones; el de Azuay, que englo-
baba la sierra meridional, en 3 provincias y 12 cantones; el de Gua-
yaquil, por ultimo, que comprendia la zona costera, en 2 provincias
y 9 cantones (fig. 6).

124
«Ley de divisi6n territorial» (23/6/1824), en A. Noboa, op. cit., torno lU, pags.
66-73.
125
Cuando se rniran Ias provincias del departamento de Ecuador (Pichincha, lrnaba-
OCAPITAL - •- LIMITE DE OEPARTAMENTO

- FRONTERA INTEflNACIONAL
bura y Chimborazo), rapidamente se percibe su correspondencia con los espacios de las • CAPITAL DE DEPARTAMENTO

ciudades que, desde época colonia!, habian dispuesto de cabildo (Quito, Ibarra y Rio- ••••••, • LIMITE DE PROVlNaA
• CABECERA DE PROVlNCIA
bamba). • CABECERA DE CANTON

250 251
FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICIPIOS

La oposici6n a la ley de divisi6n territorial de 1824 fue evidente- La reforma territorial aspiraba claramente a neutralizar a la aristo-
mente muy amplia, sobre todo por parte de las ciudades las cuales cracia urbana por medio del reequilibrio de las relaciones entre ciudad
pasadas y~ la _época liberal y las guerras, aspiraban a recu~erar el con~ y area mral; pero el errar de los nuevos dirigentes consisti6 en no com-
trol que eJerc1eron durante la colonia: prender que en numerosas zonas el desequilibrio no ~abia red~?dado a
favor de las ciudades, sino de las areas rurales. La remtroducc1on, ade-
s: han sefialado por cabezas de cantones parroquias que en muchos mas, de la elecci6n popular de las nmnicipalidades -que durante_ dos
anos no podran merecer el titulo de villas y que en fin se someten afios se habian visto elegidas por los consejos salientes, corno en tlem-
unos pueblos a otros con quienes han vivido en p erpetua rivalidad pos de la colonia- les confiri6 una legitimidad aun mayor, ha~iendo de
(._. .)._El mismo ,Quito ve con dolor los limites de la provincia de
ellas las (micas asambleas realmente representantes de la soc1edad. La
P1chmcha reduc1da a las parroquias de sus c inco leguas, al canton
?e Latacunga y a las miserables montafias de Esmeralda y de Qui-
creaci6n de las juntas provinciales 128, semejantes a las diputaciones
JOS (-.)_. No era tan urgente la necesidad de la divisién, pues las
provinciales de la época liberal, no penniti6 ciertamente crear un nivei
prov rncias estaban regularmente demarcadas y contentas y es visi- representativo de tipo provincia!, corno lo afirma el hecho de que la
ble e! interés de conservar tranquilidad ( ... ). Las refonnas no pue- mayoria de las peticiones, propuestas legislativas e ~ciativas si~i~-
den hacerse de una vez; deben seguir la marcha de Ias circumstan- ron proviniendo de las municipalidades 129 . Mas la déb1l representat~v~-
c ias y de las necesidades 126 . dad politica provincia!, al impedir que la representaci6n de las mumct-
palidades se articulase con la de las entidades territoriales mayores,
. M ien?"a~ ,que pa~a. el n:1evo régimen la provincia era una simple ejerci6 una decisiva influencia sobre las dinamicas de la soberania du-
c1rc~scr~p_c10n adm1mstratJva, para la municipalidad de Quito corres- rante la construcci6n de los espacios nacionales.
po.nd~a v1siblemente al antiguo espacio dominado por las ciudades Para contrapesar el gran poder adquirido por los cabildos gracias ~I
pnncipales, que s~ ~lamaban 'provincias ' en época colonia}, pero que retomo del método electivo, se restableci6 la divisi6n de poderes a m-
acab~ban de a~qumr el nombre de 'departamentos'. La élite quitena vel locai, restableciendo la funci6n separada deljuez de primera instan-
cons1deraba asi que la nueva divisi6n territorial la privaba del contro] cia. Las guerras y la falta de dinero, en efecto, habian impedido con fre-
sobre las zonas del norte (Otavalo e Ibarra) y de la sierra centrai cuencia el nombramiento de agentes del poder ejecutivo y de jueces po-
(Amabato, Alausi y Riobamba), donde durante la colonia habia insti- liticos en los cantones, por lo que los alcaldes municipales ejercieron
~ido propiedades agricolas y explotado la mano de obra india. Para
Justifi~ar su opo~ici6n a la ley de divisi6n territorial la municipalidad rante el periodo revolucionario, demostro que el principio filosofico del orden nat:ural, am-
pliamente utilizado por quienes se oponian a la reforma-cuya mira era la de destrmr las pro-
de ~uito emJ?leo dos argumentos fundamentales: el de la prudencia vincias- , se hallaba estrechamente vinculado a una doctrina mora] tomada de Montesquieu,
poh?ca, exphcando que la refo~a conllevaba el peligro de producir y segun lacual e! hombre debia modelar sus acciones en funcion de las leyes naturales (op.
des_~rdenes, y el de la personahdad geografica de las provincias, cit., pags. 55-56). En esa perspectiva han de interpretarse la totalidad de las petic1ones de
vahend?se de ar~mentos cientificos (de inspiraci6n naturalista) y agregacion o separacion que hacian referencia a obstaculos naturales (corno los rio~, l~s
montafi as, etc.). Cf. por ejemplo la peticion de la municipalidad de Guano, en la provmc1a
metafisico~ ( ~n virtud de los cuales el hombre debia respetar la ley de Chimborazo, de que se incluyeran bajo su jurisdiccion las parroqui~s de Sa~Andrés, Yla-
natural, as1m1lada a la ley divina), resumidos en la siguiente frase: po, Guanando y Penipe, por el hecho de que estaban s1tuadas 11;1as aca ~e un n o que consti-
«Las re~ormas no J?Ueden hacerse de una vez; deben seguir la marcha tuia la frontera natural del canton. AHN/Q, Fondo Espec1al, caJa 250, hb. 620, doc. 79.
de las c1rcumstanc1as y de las necesidades» 121 . 128 Elegidas por Ias asambleas electorales de provincia, las juntas provinciale~ debian
ocuparse de la institucion de las municipalidades, del contro! de l~s. finanzas, 1:1umc1pales,
de las obras publicas, de la educacion. Arts. 75-76 de la «Ley de reg1men politico», en No-
126 AHMQ, Mi sceIanea, tomo rv, «Ofic10 . del Intendente de Quito al secretario de
boa, op. cit., tomo III, pags. 86-1 09.
e_stado del des_pacho del interior con motivo de las dos representaciones de Jas municipa- 129 Ver por ejemplo la peticion de la municipalidad de Quito, que demand6 al _con-
hda?es de Quito y de Ambato contra la ley de division territorial de 25 de junio de 1824» greso la reduccion de las tasas de interés d: la lglesi~ y la abolicion del libre c?mer;10 de
(Quito, 6-XII-l 824), fo ls. 95-96. Jos textiles, una amenaza para la economia de la sierra. Gaceta de Colombia, n. I 3 1,
127
Marie-Vic Ozouf-Marigner, en su estudio sobre la refonna territorial en Francia du- 18/4/1824.

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FEDERICA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNJCIPIOS

un poder casi ex~lusivo en su jurisdicci6n durante Ios primeros afios de Asi pues, veamos ahora c6mo las municipalidades lograron limi-
la ~ran _Colom?ta, desempefiando igualmente las funciones judiciales tar la esfera de acci6n del ejecutivo hasta finalmente decretar su defi-
del mex1s!ente Juez_politico. Empero, incluso en los cantones donde di- nitivo fracaso. El intento venezolano, encabezado por el generai José
cha autondad si ex1~tia cab~ percibir una cierta interpenetraci6n entre Antonio Paez, de separarse de la Gran Colombia en 1826, fue un pri-
ambos cargos, el ?e Juez pohhc? y el de alcalde municipal, pues los al- mer acontecimiento importante en el que las municipalidades tuvieron
c~ldes se convei:tian a ve,c~s en Jueces politicos y viceversa 130_ Ello sig- una activa participaci6n. Los hechos en cuesti6n tuvieron un fuerte
°:1fica~a que el Juez pohtico no siempre constituia un contrapeso del eco en los Departamentos del Sur, donde los cabildos abiertos convo-
eJecutiv~ fr_ente a los al~aldes municipales. A fin de limitar Jos poderes cados por las municipalidades --Quito, Cuenca y Guayaquil- se pro-
d~ ~stos ulttmos, el gob1ern~ de~idi6 pues privarles de toda funci6n ju- nunciaron a favor de una reforma de la constituci6n en sentido fede-
d1~tal nombrando uno o vanos Jueces de primera instancia por cant6n, rai 133 , y pidieron un mes mas tarde a Bolivar -apoyados en esto por la
deJando a los al~aldes la ec_on~rni_a, la educaci6n y e! orden publico. ciudad de Ibarra- que asurniese los poderes extraordinarios necesarios
Mas la falta de dmero y la d1ficil s1tuaci6n militar de los Departamen- para la redacci6n de una nueva constituci6n 134• Hechos ésos que nos
tos_ del Sur hicieron_fracasar la reforma, y los alcaldes municipales si- confirman hasta qué punto las municipalidades se consideraban ver-
~1eron finalmente 1mpartiendo justicia 131 • Por otra parte, el fracaso de daderos cuerpos soberanos en el nuevo orden politico, fundado sobre
d1cha re~?rma fue tal que un decreto del presidente de la republica la una relaci6n directa y bilatera! entre los municipios y Bolivar.
suspe~d10 e? 1826, apenas un ano después de establecida para no rein- El intento de Guayaquil de separarse de la Gran Colombia y for-
troducrrs~ srno el ano siguiente y en los cantones en grado de remune- mar un gobierno aut6nomo en 1826 constituy6 otro ejemplo significa-
rar a su_s Jueces; y ~sto h~o que en la gran mayoria de los departamen- tivo de la fuerza de la municipalidad urbana. En linea con los aconte-
tos los Jueces de pnmera rnstancia no fueran nombrados jamas. ci.mientos de 1826 y con la llegada de la tercera divisi6n del Pero, la
A pesar del cen~alismo del discurso constitucional y legislativo municipalidad de Guayaquil decidi6 dejar de reconocer la autoridad de
de !a <?ra~ C_olomb~a, los poderes de las municipalidades sobre el Bogota y proclam6 a José Lamar - nativo de Cuenca, y cuyas nurne-
~emtono s1gmeron s1endo de hecho muy amplios, dado el fracaso del rosas relaciones con las grandes familias de Guayaquil llevaron ya a
rnte~t~ por_transf~rrnar a ~ichos cuerpos en instituciones puramente San Martin a hacer de él su emisario en el puerto de la Audiencia en
adm1_rustrat1vas suJetas al eJecutivo, y que los cabildos no cesaron de 1822 135- nuevo jefe politico y militar del departamento. La insurrec-
cons1derarse corno_ verdaderos 6rganos politicos, seguo testimonia la ci6n fue dirigida por la municipalidad de la ciudad, que se declar6
Gaceta de Colombia en un articulo titulado Municip alidades: «legitima representante del pueblo» 136 y nombr6 a la totalidad de los

Esta-?1?s ~ecojiendo el amargo fruto de la tendencia de algunas 133 Gaceta de Colombia, suplemento, n.0 254, Bogota, 27/8/1826.
mumc1pahdades a la usurpaci6n de los derechos y funciones de Jos 134 O'Leary, Memorias , cit., voi. IV, pags. I0-11 , 364, 458-459, 461-462; voi. X.ll,
verdaderos representantes del pueblo132. pags. 323-324.
135 A comienzos de la independencia, Peru y Colombia (con los ejércitos de San Mar-
tin y Bolivar) se disputaron la provincia. En esa época habia en Guayaquil una gran fac-
130 v, · I ci6n a favor de la integraci6n en Peru, di rigida por Roca, uno de los rniembros de la junta
er por eJ~mp o_AHN/Q, Corte Superior, caja 7, exp. 1-1-1827, «Consulta inter-
puesta por la muruc1pal!da? de Jipijapa sobre haber anulado la elecci6n de alcaldes e! gubernamental. Bolivar envi6 entonces a Sucre para negociar, mientras que San Martin
go~ernador de esta prov~nc1a»; un caso en el que el gobernador de Manabi anul6 fa elec- eligi6 a Lamar por las relaciones que mantenia con muchos de los dirigentes de la j unta.
cion _d~ u~ alcalde murucipaJ de Jipijapa por haber sido juez politico anteriormente. La El célebre encuentro entre Bolivar y San Martin puso fin a la disputa, y el segundo, a cam-
~uru_cipahdad, al afi_rmar qu~_no se trataba del unico caso y que ya otros alcaldes habian bio de la cesi6n de Guayaquil, pidi6 la ayuda del ejército colombiano para completar la
eJerc1do el cargo de Juez politico, cnt1c6 la decisi6n del gobemador independencia de Peru. Al respecto, cf. C. Destruge, op. cit., y Ramos Pérez, op. cit., pags.
131 V, · . ·
. er por eJemplo la reclamac16~ ~el g~be~ador de la provincia de Manabi, que se 341-363.
queJaba en I ~28 del ~stado de la JUshc1a, aun 1mpartida por los alcaldes rnunicipales. 136 « ... que la municipalidad corno legitimo representante del pueblo nombre al
AHN/Q, Gob1erno, caJa 78, exp. 20-1- 1828. intendente que fues e de su satisfacci6n, que se rijiese el departamento por nuestra consti-
132
Gaceta de Colombia, n. 0 225, Bogota, 3/9/ 1826. tuci6n ... », AGN/8, Republica, Historia, tomo V, voi. I, «Municipalidad de Guayaquil:

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FEDERJCA MORELLI EL TRIUNFO DE LOS MUNICrPIOS

oficiales del ejército 137• A la partida de Lamar, proclamado por el con- Cuenca- dio a Flores la ocasi6n de desembarazarse del frente sece-
greso peruano presidente de la nueva republica independiente, sigui6 sionista de Guayaquil y Cuenca, dirigido por Lamar y estrechamente
la creaci6n de un 'gobiemo federativo', instituido por un cabildo vinculado a los hacendados de ambas provincias, y de restablecer la
abierto que nombr6 por mayoria absoluta a Aurelio Noboa nuevo supremacia de la oligarquia de la sierra centro-septentrional.
intendente, y a Antonio Erizalde nuevo jefe militar. La asamblea tam- Los acontecimientos de 1826 y las crecientes presiones a favor
bién decidi6 que e! departamento pennaneceria vinculado a la Gran de una reforma de la constituci6n llevaron finalmente al congreso a
Colombia durante al menos un afio, a la espera de la convocatoria de la convocatoria de una convenci6n nacional en Ocafia, en marzo de
una nueva convenci6n nacional 138 . Se trataba, pues, de una suerte de 1828. Que fracas6 debido a la divisi6n de la asamblea en dos fac-
federalismo en el seno de la uni6n colombiana, en e! cual la ciudad ciones, una dirigida por Bolivar y favorable a un gobiemo centralis-
preservaba de hecho e! contro! de sus asuntos intemos (justicia, poli- ta, y otra dirigida por Santander (el vicepresidente de la republica) y
cia, economia y guerra) por medio del nombramiento de los funcio- proclive a una soluci6n federalista. Cuando los partidarios de Boli-
narios correspondientes. La insurrecci6n de Guayaquil muestra, en var abandonaron la convenci6n, numerosos cabildos abiertos se for-
suma, que e! deseo de los criollos era siempre e! mismo: reproducir en maron en buena parte de las ciudades colombianas e invitaron al
un nuevo contexto politico el antiguo modelo federativo de los Habs- libertador a asumir personalmente el poder 139 ; corno resultado, el 27
burgo. Asi, detras de los caudillos que finalmente triunfaron sobre de agosto de 1828 Bolivar aboli6 formalmente la constituci6n de
Bolivar se hallaban las élites criollas opuestas a toda forma de centra- Cucuta y se declar6 dictador de la Gran Colombia, cuyo nuevo
lizaci6n, raz6n por la cual la fragmentaci6n de la Gran Colombia no gobierno estaba compuesto por el Presidente de la Republica, el
debe interpretarse corno e! proyecto de un grupo de militares que Consejo de Ministros (integrado por los ministros de Justicia, de la
habria traicionado al libertador, sino corno resultado de la voluntad de Guerra, de la Marina, del Tesoro y de Asuntos Exteriores) y un Con-
la élite criolla, cuyos intereses estaban representados por las diferen- sejo de Estado, compuesto de un representante por departamento y
tes municipalidades. que debia ocuparse de los asuntos regionales. Para poner fin a las
La rebeli6n de Guayaquil fue vencida ante todo gracias al apoyo tentativas secesionistas Bolivar hizo nuevas concesiones a los cuer-
de dos intendentes de los Departarnentos del Sur: Ignacio Torres, pos provinciales, reactivando las juntas de notables, las llamadas
intendente de Azuay, y e! generai Juan José Flores, intendente del juntas de distrito -de las que formaban parte dos representantes por
departamento de Ecuador y futuro presidente de Ecuador. En efecto, provincia-, y delegandoles poderes extraordinarios, corno el derecho
el fracaso del intento secesionista de Guayaquil implicaba la victoria de presentar memorandos y peticiones al gobiemo, redactar proyec-
politica de la oligarquia quitefia, a la que Flores estaba precisamente tos de ley, presentar las criticas contra los decretos considerados
vinculado después de su matrimonio con una rica heredera, descen- dai'iinos para los departamentos, informar al gobiemo sobre las per-
diente del marqués de San José. La guerra contra el Peru --que en su sonas capacitadas para el ejercicio de los cargos publicos 140. La
invasi6n del sur de la Gran Colombia habia llegado a las puertas de mayoria de las propuestas emanadas de las juntas, ventajosas sin
duda para las élites de la sierra, fueron rapidamente realizadas, entre
sus declaraciones sobre el gobierno de Colombia y su actitud ante los sucesos subversi- ellas la prohibici6n de importar textiles en los Departamentos del
vos que se estaban cumpliendo por la tercera divisi6n auxiliar del Peru», fols. 12-28.
137 Sur, la posibilidad de pagar en especie los intereses sobre las hipo~e-
«Ofici o de Juan José Flores al comandante José Bustamante» (Riobamba,
30/4/ 1827), AGN/8 , Republica, Historia, tomo V, voi. 1, «Manifestaci6n de las operacio- cas de las grandes propiedades y la disminuci6n de las contribuc10-
nes de la intendencia y comandancia genera] del departamento del Ecuador sobre evitar la nes para e! ejército. Ademas, se instituy6 un tribuna! de comercio en
guerra_ civiJ a que ha dado lugar el desembarco en las costas de Colombia, marcba y pro-
ced1miento de la tercera divisi6n auxiliar al Peru» (lmprenta de los cuatro Amigos del 139 Gaceta de Colombia, n. 0 365, 3/8/ 1828; n.0 368, suplemento, 24/8/ 1830; n.0 372,
Pais, por F. A. Cordova), fols. 92r-106r.
138 14/9/ 1828; n.0 375, 2/ 10/ 1828.
«Acta de la muy ilustre Municipalidad y vecindario de Guayaquil», El Patriota 140 José Manuel Restrepo, Historia de la revoluci6n de Colombia, Medellin, 1969,
0
de Guayaquil, n. 8, 28/7/ 1827, AGN/8 , Republica, Historia, tomo V, voi. I. voi. VI, pag. 194.

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FEDERICA MORELLI
EL TRIUNFO DE LOS MUNICIPIOS

Guayaquil, liberando asi de manera definitiva el puerto de su subor- ci6n introducida en 1830, ultimo intento por salvar la Gran Colombia
dinaci6n a Lima y Cartagena, y se reintrodujo el tributo indio. Tales 0
de su disoluci6n, cuyo articulo 3. estipulaba que «la soberania reside
medidas, a las que se aiiadi6 el refuerzo del fuero militar, tuvieron radicalmente en la Naci6n» 142, en tanto la constituci6n de 1821 conte-
corno consecuencia la consolidaci6n del poder de los grupos regio- nia el adverbio «esencialmente». El cambio de ténnino implicaba el
nales, que poco después se pronunciarian por la separaci6n definiti- rechazo a la distinci6n entre los titulares de la soberania y los que ejer-
va de la Gran Colombia. cen efectivamente el poder, y sefial6 por ello la victoria de los pode-
La abolici6n del sistema constitucional y la vuelta a un sistema res locales sobre el poder centrai. La noci6n de pueblo sigui6 siendo
pactista entre el presidente y las juntas provinciales demuestran que el pues un concepto muy abstracto en la América hispana, donde conti-
principio representativo -con sus dos corolarios fundamentales, a nuò identificandose con los cuerpos territoriales - municipalidades y
saber: la prohibici6n del mandato imperativo y el deber del represen- pueblos-, e implicò por tanto que tales instituciones eran los auténti-
tante de representar al conjunto de la naci6n y no unicamente a su cir- cos soberanos del sistema y que era de ellas desde donde era menes-
cunscripci6n electoral- continuaba sin ser aceptado por la sociedad ter volver a partir en la creaci6n de nuevas entidades politicas una vez
hispano-americana, segun lo confirma la prensa: disuelta de manera definitiva la Gran Colombia.
La dimisi6n de Bolivar y la separaci6n de Venezuela impulsaron
corno creemos que se convendra en que los representantes son a la municipalidad de Quito a convocar a «las corporaciones y a los
meros organos que expresan los deseos de sus comitentes, si estos padres de familia» de la ciudad al objeto de que expresasen su volun-
escrupolos se pusiesen a los intereses de los que ellos representan,
concebimos que esto seria suficiente motivo para abandonarlos.
tad de formar una republica independiente. Tal convocatoria, que con-
Podria objetarse que de este modo se eludiria el fin del gobierno dujo finalmente al abandono de la Gran Colombia por los Departa-
representativo, el cual es moderar la impetuosidad del pueblo, y mentos del Sur, demuestra que las municipalidades jamas la conside-
sometiendo sus demandas a unos pocos elegidos entre él, discutir y raron un Estado soberano, sino mas bien una asociaci6n, una confe-
resolver lo que parezca mas ventajoso a los intereses del todo. La deraci6n de soberanias distintas, de las que era menester partir para
objeci6n es especiosa; pero aun los mas ardientes defensores de la crear una nueva uni6n politica una vez roto el pacto. Asi, y aunque la
independencia del cuerpo representativo no pueden negar que es capitai reivindicara implicitamente su soberania sobre todos los
solamente un poder moderador, un dique al torrente de la demo- Departamentos del Sur 143, las actas de adhesi6n de las restantes ciu-
cracia; mas no un poder para frustrar in toto los justos deseos del dades sefialan con claridad que ningun «Estado respetable» 144 hubie-
pueblo 141 •
ra podido crearse sin su acuerdo:

Segun el periodico de Guayaquil, considerado corno uno de los


mas progresistas de la regi6n, el principio de la soberania y de la inde- 142
«Constituci6n de la Republica de Colombia» (enero de 1830), en Noboa, cit.,
pendencia de la asamblea representativa habia conducido a un aleja- tomo III, pags. 61 -99.
143
miento cada vez mayor entre el congreso y el pueblo, provocando al «Congregadas las corporaciones y padres de familia por el seiior generai prefec-
to del departamento, declaran ( ... ): que en ejercicio de su soberania, se pronuncia por
final el fracaso del sistema. Tal articulo demuestra, pues, que el desa- constituir un Estado libre e independiente, con los pueblos comprendidos en el distrito del
rrollo de las autonomias locales, que estaban en grado de disminuir Sur y los mas que quieran incorporarse». «Solemne prommciamiento de la capita] de
dicha distancia y poner limites a la soberania del pueblo, constituia el Quito y demas pueblos del sur de Colombia por el cual se constituye el Ecuador en Esta-
reflejo de un sistema de valores ya existente y muy arraigado en la do soberano, libre e independiente» (Quito, 13/5/1830), en Jacinto Jij6n y Caamaiio (ed.),
Documentos para la Historia, voi. I, Quito, 1922.
sociedad. Ello aparece de modo palmario si analizamos la constitu- 144
Expresi6n empleada en el acta de adhesi6n de Loja: «no pudiendo Loja formar un
Estado respetable sin adherirse a los departamentos del Ecuador, Guayaquil y Azuay, entre
141 los cuaJes existe una sola causa y reina la igualdad de sentimientos, por lo mismo se decla-
ANG/B, Historia, tomo VI, voi. 1., El Patriota de Guayaquil, n.0 6, 14/7/1827, ra esta provincia incorporada a los referidos departamentos». «Acta de Loja» (Loja,
fol. 166v. 26/5/1830), en Jij6n y Caamaiio, op. cit., p. III.

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EL TRJUNFO DE LOS MUNICIP!OS
FEDERJCA MORELLI

es pues llegado, sefi.or el instante en que los pueblos reasuman su Quito en calidad de asociado y no d~pueblo re?resentado por la ~api-
soberania actual, o de ejercicio, para hacer nuevos pactos y pro- tal 147 _ Asi pues, la primera constituc1on ecuatonana fue una es~ec1e de
veer a su futura seguridad, porque no hay poder en la republica que tratado, un «pacto convencional» estipulado entre cuerpos auto~?mos
pueda preservar la uni6n 145• y soberanos, corno lo confirma el he~ho ~~ que el texto en, cueshon no
contenga referencia alguna a la locahzac10n ?,e
la so~er~rua,_por cuan-
Declarando la voluntad de la ciudad de adherirse al nuevo Estado, to afirmar que la soberania residia en la nac1on habna rmphcado, a la
con la sola demanda de que la constituyente estuviera compuesta de inversa, la delegacion de su ejercicio al parla~e~to. , . .
un numero igual de representantes para los tres departamentos, el acta Si del ambito teorico pasamos al de la practica politi~~, de_ mme-
de Guayaquil expresa con claridad ese rnismo punto de vista 146• diato se percibe que las ciudades, por medio de sus muruc1p~hdades,
El 14 de agosto de 1830 se reunio en Riobamba la primera asam- siguieron actuando corno verdaderos cuerpos so_beranos. La msurr~~-
blea constituyente del Ecuador, compuesta de siete representantes por cion de Guayaquil, en efecto, en cuyo curso una Junta de nota?les diri-
departamento. Ahora bien, desde los primeros articulos de la constitu- gida por Rocafuerte se pronuncio contra el generai Flores -P~~r pre-
cion se revelan todas las ambivalencias del proyecto. Mientras que el sidente ecuatoriano-, puso fin al pacto de 1830 ~on el proposito de
primero establece la reunion de los tres departamentos - Ecuador, establecer un nuevo acuerdo mas favorable ~ la oh?arqma de Gua~a-
Guayaquil y Azuay- en «un unico cuerpo independiente», el segundo quil y ello a pesar de las graves consecuencias sociales que acarreo a
148
articulo afirma que «el Estado ecuatoriano se une y confedera con los la p;ovincia, donde desencadeno la «rebeli~~ de Chigua~as» . Para
demas Estados de Colombia para formar una nacion con el nombre de poner fin a la revuelta Flores fue constremdo a negoc1ar con Roca-
Republica de Colombia». El nuevo Estado, que preveia confederacio- fuerte, que fue elegido presidente en 1835 por una nuev~ a~~blea
nes con otras entidades politicas y que dependia del acuerdo entre las constituyente que promulgo igualmente una nueva const1tuc10n. No
fuerzas provinciales intemas, no tenia pues una connotacion clara- hubo cambios significativos entre ambas cartas en lo tocan~e al conte-
mente definirla, lo que se hizo harto evidente durante las discusiones nido, pero la estipulacion de u~ n~evo acuerdo, aunque casi puramen-
acerca de la formacion del nuevo poder legislativo, en cuyo curso los te formai, era importante en s1 rrusmo. . . . . .
diputados de Quito propusieron que el congreso estuviera formarlo Dicha guerra civil demostro que las d1v1S1ones y art1culac1ones del
por un numero de representantes proporcional a la poblacion, en tanto nuevo Estado disimulaban el afirmarse de dos prin_cipales polos anta-
los de Cuenca y Guayaquil se mostraban en cambio favorables a un gonicos, Quito y Guayaquil, que intentaban aprop1arse del poder por
numero fijo e igual para cada departamento. Olmedo, representante de turno. Tal y corno Deler y Saint-Geours han pue~to clarament~ de
Guayaquil, defendio dicha posicion afirmando que habia una gran m anifiesto , al contrario de los demas Estados nac1onales, el pais se
diferencia entre provincias sujetas a una rnisma autoridad y que, uni- , d 149 1 que
fundo sobre una forma de dissensus mas que e consensu~ . ', o ,
das, formaban un cuerpo politico -vale decir, un Estado- y otras «sec- obligo a ambas ciudades a mantenerse en cons1'.1~t~ negoc1ac1on. Asi,
ciones que por circumstancias imprevistas quedan en una indepen- la sucesion de los dirigentes dependia de la pos1b1~1dad de un acuerdo
dencia accidental». En el primer caso, continuaba Olmedo, era nece- entre los candidatos a la presidencia de las dos cmdades ,Y la gu~°:1
sario ajustar la representacion nacional a la poblacion, «pero no asi en civil estallaba cuando dicho acuerdo no se hallaba. A~emas, 1~ cns1s
el segundo, pues las secciones independientes podian reunirse muy intemas y las amenazas de expansion de los paises vecmos forJaron un
bien con representacion igual, o bajo los pactos convencionales que se
estipulasen para la union». A este proposito, el poeta de Guayaquil
141AFL/Q, Actas, 1830, pags. 34-35. . .
recordaba que su ciudad se habia adherido al pronunciamiento de 148Sobre tal rebeli6n, cf. Jorge Nufiez, «Las luch~ c~mpesm~ en la costa en el siglo
XIX, Segundo encuentro de historia y realidad economica y socia/ del Ecuador, IDIS,
145 Cuenca, 1978, pags. 277-285. . ., . ·t E A
«Representaci6n del Sefior Procurador Mmùcipal» (Cuenca, 20/5/1830), en Jijòn
149 Jean-Paul Deler y Yves Saint-Geours, «La negociac1on Qmto-Guayaqw », n ·
y Caamafio, cit., pags. 16-1 7.
146
«Acta de Guayaquil» (19/5/1830), en Jij6n y Caamafio, cit., p. IV. Annino, M. Carmagnani, etc., America Latina ... cit., pags. 43-66.

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FEDERICA MORELLI EL TRTUNFO DE LOS MUNlCIPIOS

patriotismo basado en una percepci6n negativa de la naci6n y el recha- raci6n del derecho y en lo esencial politico, mero instrumento de la
?e
zo toda absorci?n por un espacio politico mas amplio. La guerra de realizaci6n de los fmes empiricos del Estado. Reflexionar sobre las
Ch1guaguas ayudo a los representantes de las dos facciones a com- causas que impidieron esa separaci6n de funciones en la América bis-
p~ende~ qu~ nadie llegaria a gobernar simultaneamente la costa y la pana podria ayudarnos a explicar el diferente itinerario seguido por el
sierra sm_ahanzas _o n~g_ociaciones, raz6n ésta por la que aceptaron la liberalismo hispano-americano en relaci6n al de Europa occidental. El
a!ternanc1a en el eJerc1c10 del poder e invirtieron funciones y residen- retraso se atribuye por lo generai a la ausencia de magistrados profe-
c1as de 1839 a 1845: Rocafuerte, presidente de la republica de 1835 a sionales y a los problemas financieros de los nuevos Estados 152.
1839, residi6 en Quito, y Fuertes, por el contrario, se instal6 en Gua- Habria otras razones para explicar por qué durante buena parte del
yaquil en donde lleg6 a ser gobernador. siglo XIX los nuevos Estados independientes no consiguieron llegar a
Con todo, I~ inestabilidad politica del primer periodo republicano separar justicia y administraci6n, tanto a nivei de las practicas corno
no _ha de· cons1d~rarse corno fruto exclusivo de la oposici6n entre de la jurisprudencia 153 . Asi pues, seria conveniente analizar en pro-
Qmto y Guayaqml, o de las divisiones econ6micas y sociales entre las fundidad las causas de dicho retraso, a fm de verificar si deben atri-
tres regi_on~s p~cipales :-Quito, Cuenca y Guayaquil- 150, lo que de buirse -corno en los paises anglosajones, en los que la cultura institu-
hech?. s1~cana subestrmar el papel desempefiado por las demas cional se ha desarrollado sin soluci6n de continuidad por referencia al
mun1c1pahdades y por el espacio rural. Las comunidades locales antiguo modelo de Estado jurisdiccional 154- mas a motivos culturales
siguieron jugando un papel muy importante en el seno del nuevo Esta- que a estrictamente financieros.
do, ~n. raz6~ sobre todo de la fracasada separaci6n entre justicia y El mantenimiento del faero rnilitar 155 , sobre el que se fund6 en
admm1strac1on -cuya realizaci6n, por el contrario, conduciria a un gran medida el poder de los caudillos, favoreci6 igualmente el arrai-
fuerte desarrollo de la estructura y los poderes del Estado en la Euro- go locai de la justicia, que por otra parte siempre les oblig6 a buscar
p~ del sigl? ~ -, que generò el mantenimiento de una gesti6n esen-
c1almente Jud1c1al d~I poder politico, en la que el poder de juzgar y el 152 Yer por ejemplo Victor Uribe, Honorable Lives. Lawyers, Familias, and Po/itics
d_e mando pe_rmanec1eron entrelazados. En Europa, en cambio, la cri- in Colombia, 1780-1850, Pittsburgh, 2000.
153 A este respecto se ha hablado de un «cuerpo bifronte» de funcionarios de justicia
s1s de las anttguas monarquias continentales, fundadas en la cogesti6n
y de responsables politicos, en la medida en que desempeiiaron a un tiempo el pa~el de
de_l po_~er entre. s?berano y sociedad corporativa, comporto la autono- emisarios de un Estado en construcci6n y de mediadores entre éste y el de la soc1edad
rmzac1on defimttva y reciproca de la justicia y de la administraci6n. locai. Cf. Juan Carlos Garavaglia, «Las justicias rurales en Buenos Aires durante la pri-
~e hecho, el abandono del paradigma del juez-administrador se halla mera mitad del siglo XIX (estructuras, funcioaes y poderes locales)», ea J. C. Garavaglia
vrnculado al unisono al nacimiento de una sociedad moderna y a la (ed.), Poder, conjlicto y relaciones socia/es. El Rio de la Plata, XVIJ~-}!lX, ~osario,. 1999.
154 Tales paises se han negado siempre a conceptuar la adm1mstrac16n segun los
nueva con~epci6n de la funci6n jurisdiccional, que se impuso a lo esquemas de Europa continental, pues al poseer una cultura politica inspirada en Locke,
largo del siglo XVIII 151 , y por vez primera formaliz6 la existencia de Blackston, Montesquieu y los Founding Fathers no podian considerar sino peligrosa la
un dispositivo coercitivo totalmente autonomo en relaci6n a la decla- atribuci6n al poder ejecutivo del derecho a intervenir en la esfera subjetiva de los gober-
nados. Para e llos e l poder de administraci6n se limitaba basicamente «al poder ejec utor
de las cosas que dependen del derecho de gentes», esto es, a la facultad de actuar en nom-
°
15
C~. por ejem~lo_ Juan Maiguashca ( ed.), Historia y Regi6n en el Ecuador (i 830- bre del Estado en las relaciones con el exterior (Montesquieu, Esprit des Lois, cit., Lib.
1~30), Q~1to, I 994; S1lv1a Vega Ugalde, Crisis politicas y Estado en los inicios de la repu-, XI, cap. VI). Todavia boy, en presencia de un Estado administrativo dotado de fu~rtes
bhca, Quito, 1993; Jean-Paul Deler, Ecuador. Del espacio al estado nacional, op. cit. poderes prescriptivos y de sanci6n, los iuspublicistas estadounidenses no cesan de m~e-
151
_se trata de la con~epci6a juicio-silogismo, estrechameate ligada al principio de rrogarse sobre la legitimidad del poder administrativo, habida cuenta de que no hay run-
soberan1a de las leyes, seguo la cual la funci6a del juez consistia ea basar sus decisioaes guna hueUa del mismo en la Constituci6n de 1787. Sobre eso, cf. J. O. Freedman, G_risis
e? las leyes p_ositivas, .Y ya no ea un poder discrecioaal corno e l que implicaba la resolu- and Legitimacy. The Administrative Process and American Government, Cambridge,
c16n de.coafhctos soc1ales no gobernables conforme a l criterio de reglas biea defiaidas. 1980; J. A. Rohr, To runa Constitution. The Legitimacy ofAdministrative State, Lawren-
La gestJ6n de tales coaflictos pas6 a manos de los ageates del poder ejecutivo y de sus ce, 1986, cit. por Luca Mannori, op. cit., pags. 61 -62. .
subal_tern~s. Cf. Luca Mannori, «Giustizia e amministrazione tra antico e nuovo regime», iss «Se conserva el fuero eclesiastico, militar y de comercio», art. 58 de la Constitu-
op. c1t., pags. 55-56.
ci6n de 1830. En Noboa, op. cit., voi. 1, pags. 105- 125.

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FEDERICA MORELLI

el apoyo de los pueblos, sin el cual les era imposible asentar su auto-
ridad. Asi, cuando, por ejemplo, se analizan los pronunciamientos del
siglo XIX, mediante los cuales intentaron los caudillos hacerse con el
poder, se ve con claridad que daban lugar a numerosos actos de adhe-
si6n formai de las municipalidades, pueblos y comunidades, de los
que el nuevo jefe extraia su legitimidad. Los movimientos de la socie-
dad locai determinaban pues los equilibrios entre las facciones en dis-
puta por el poder, y aunque no gozasen de un contro) absoluto sobre
el espacio rural, las ciudades principales siguieron asi jugando, pese a
todo, un papel fundamental en el nuevo Estado, merced a una politica CONCLUSION
de pactos y de concesiones obtenidas de este ultimo.
A pesar de la fuerza de los poderes locales y de los conflictos
internos, el espacio ecuatoriano -en tanto espacio unitario e indepen-
diente- jamas fue sin embargo puesto en cuesti6n a lo largo del siglo
XIX, ante todo gracias a la constante redefinici6n de las relaciones de El generai Bolivar muri6 el 17 de diciembre de 1830 en los alre-
coordinaci6n existentes entre los diferentes pueblos, entre éstos y las dedores de Santa Marta, llevandose consigo la experiencia de la Gran
ciudades principales y, por ultimo, entre estas ultimas. Se trataba de Colombia y el suefio de la unidad sudamericana. Gabriel Garcia Mar-
un equilibrio extremadamente fragil pero al tiempo muy flexible, que quez, en su admirable narraci6n de los ultimos dias de su vida, sinte-
en cada crisis politica implicaba la reactivaci6n de mecanismos de tiza de modo ejemplar el espiritu del libertador moribundo:
intercambio y de reciproca legitimaci6n entre los diferentes sujetos
territoriales a fin de recomponer la unidad. El generai no le presto ateneion a la maestria de la respuesta [del
médico), porque Io estremeci6 la revelaci6n deslumbrante de que
la loca carrera entre sus males y sus suefios llegaba en aquel ins-
tante a la meta final. El resto eran tinieblas. «Carajos», suspir6.
<qC6mo voy a salir de este laberinto! » 1•

La angustia persona! de Bolivar y su soledad derivaban esencial-


mente de su fracaso politico, representado por la metafora del labe-
rinto, que de otro lado expresaba de manera emblematica la profunda
anarquia de los paises hispano-americanos y la dificultad de gober-
narlos. Esa imagen sobrevivi6 basta el final del siglo XIX y contribu-
y6 a construir una nueva visi6n de la independencia y de algunos de
los afios que la siguieron, en la que el caudillo aparece corno un nuevo
actor politico que habria traicionado el movimiento de emancipaci6n,
y cuyo poder arbitrario y persona! habria constituido un freno a la
soberania de las leyes. Por su parte, la literatura positivista del siglo
XIX vio en el espacio rural no constitucionalizado uno de los mayo-
res obstaculos al progreso y a la civilizaci6n de los nuevos Estados, y

1 Gabriel Garcia Marquez, El generai en su laberinto. Barcelona, 1994, pag. 271.

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FEDERICA MORELLI CONCLUSIÒN

presento el caudillismo corno la expresion condenable de una realidad principales cuerpos territoriales heredados de la tradicion colonial, es
barbara y rural 2; interpretacion que termino por engendrar la idea del decir, de los cabildos urbanos.
fracaso historico del liberalismo en la América hispana. Mas en reali- La extrema vitalidad de la sociedad del Antiguo Régimen y de sus
dad no se trataba de generales traidores, ni de caudillos rurales, y ni instituciones esta ciertamente confirmada no solo por las dinamicas
siquiera de un proceso involutivo, sino precisamente de la victoria de politicas engendradas por la crisis monarquica, sino también por el
los cuerpos intermediarios del imperio, marcada por la emancipacion hecho de que aquélla vio corno desde el punto de partida se imponia
respecto de Espaiia, y de un proceso que Bolivar o las demas élites una concepcion mixta, influida al unisono por la neoescolastica espa-
dirigentes o no comprendieron o no quisieron admitir: iniciado con la iiola y las modemas teorias del iusnaturalismo y del constitucionalis-
crisis de la monarquia, condujo al fin a la formacion de las republicas mo. Empero, el asunto de la difusion de los lenguajes politicos, de
independientes, y estaba dotado con una logica y una racionalidad probable ayuda en la comprension de cuestiones siempre abiertas,
propias. queda todavia por explorar en el caso hispanoamericano. Hay por
En el presente libro hemos intentado reconstruir dicha racionali- ejemplo una contradiccion aparente en el paso de una monarquia vieja
dad, con el objetivo de mostrar el desarrollo de ciertas dinamicas terri- de tres siglos a una republica sin que haya habido, por asi decir, deba-
toriales y reabrir el debate sobre ciertas cuestiones historiograficas te alguno sobre la cuestion republicana ni sobre las consecuencias que
importantes para la comprension del siglo XIX latinoamericano. cambio tan radical produciria a nivei socia! y en la mentalidad colec-
Ha sido menester ante todo hacer una revision del enfoque tradi- tiva. Una cuestion ésa estrechamente ligada a su vez a la de la inde-
cional, que considera la época borbonica corno la de la afirmacion de pendencia: lde qué independencia se habla? lQuerian efectivamente
una concepcion absolutista del Estado y de una centralizacion del emanciparse las colonias de la madre patria o bien se vieron constre-
poder politico en detrimento de la sociedad corporativa. En efecto, el iiidas por la crisis del imperio? En lo concemiente al caso ecuatoria-
caso de la Audiencia de Quito demuestra mas bien que el Estado, sir- no nos parece que tan solo el proyecto bolivariano preveia una real
viéndose del pluralismo institucional para extraer de los territorios separacion de Espaiia; en los demas casos, ya se trate de las juntas o
americanos los recursos necesarios para la realizacion de los propios de los gobiemos autonomos, la cuestion nos parece irresuelta o, al
objetivos, no se reforzo contra dicha sociedad, sino gracias a ella, menos, aun abierta.
razon por la cual garantizo a cambio la garantia de sus privilegios a Considerar las municipalidades corno los cuerpos intermediarios
los grupos dominantes, a las multiples corporaciones y comunidades de los territorios hispanoamericanos nos ha ayudado a identificar las
de la sociedad del Antiguo Régimen. Por otro lado, los estudios histo- dinamicas de la crisis imperial y de los primeros aiios de independen-
ricos de los ultimos decenios sobre las monarquias europeas, han cia. Se ha podido ver asi que la dificultad de construir una soberania
demostrado ampliamente que, incluso en las experiencias mas avan- unica y centralizada fue una consecuencia del hecho de que la muni-
zadas, el dominio del centro no se habia impuesto en detrimento de las cipalidad no era en el caso hispanoamericano una institucion total-
formas preexistentes de organizacion institucional. Bien que numero- mente moderna, sino, al contrario, la heredera de algunas de las carac-
sas investigaciones recientes hayan contribuido a la formulacion de un teristicas y atribuciones propias de las comunidades -indias tanto
juicio mas matizado sobre el periodo borbonico, el impacto concreto corno criollas- del Antiguo Régimen colonia!. En este sentido, la
de las mismas sobre el tejido socia! colonia! hispanoamericano esta América hispana representaria uno de los casos en los que los cuerpos
todavia por analizar. El presente estudio, por tanto, ha permitido sacar intermediarios sobrevivieron y se articularon con el Estado moderno.
a la palestra el hecho, valido sin duda para otras regiones, de que las Ha sido esa articulacion lo que nos condujo a la escision que dio titu-
reformas produjeron un refuerzo de los poderes jurisdiccionales de los lo al presente ensayo -el conflicto entre territorio y nacion- , pues la
honda impronta dejada por la crisis de la monarquia y las guerras
2 Véase al respecto la célebre obra de Domingo Faustino Sanniento, Civilizacion y
irnpidio que durante buena parte del siglo XIX el territorio se identi-
barbarie. Vìda de Juan Facundo Quiroga [I 845], Nueva York, 1961. ficase con la nacion. De este modo, al no servir los criterios étnicos o

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FEDERJCA MORELLI CONCLUSIÒN

culturales para definir las naciones surgidas de la independencia, la al concepto de soberania nacional, abstracto y totalizador, se opuso
conciencia de su diferencia se formo para las élites dirigentes a partir aun por largo tiempo la realidad concreta de los municipios y de los
de un espacio particular visto corno una unidad politica y territorial pueblos, sin vinculos aparentes con los niveles superiores de la repre-
que, aun cuando designada por los criollos con términos imprecisos sentaciòn.
-corno este pais, esta tierra, este sue/o o patria- , permanecia deter- En este contexto el papel historico de la constitucion liberal espa-
minado por los limites de los antiguos reinos coloniales. El problema iiola se ha revelado mucho mas importante de lo que basta ahora habi-
fue entonces que la nacion imaginada por las nuevas élites no coinci- an afirmado los historiadores, pues a pesar de su breve puesta en vigor
dia con e! territorio que habian heredado de las guerras. El estudio del tuvo consecuencias a largo plazo. En efecto, la transferencia de los
caso ecuatoriano demostro en efecto que, si bien el nuevo Estado se poderes a las comunidades no se detuvo con el fin del régimen de
correspondio globalmente con los territorios de la antigua Audiencia, Cadiz y del sistema colonia!, sino que pervivio hasta mediados del
no hubo sin embargo continuidad administrativa suficiente entre la siglo XIX. La época liberal habia permitido que tales sujetos colecti-
época colonial y la instauracion de la republica corno para establecer vos se apropiaran de hecbo del ejercicio de la justicia locai, recurso
un paralelismo real entre ambas entidades. De hecbo, al establecerse fundamental para la defensa de sus intereses especificos. Las nuevas
nuevos sujetos colectivos sobre el territorio durante la crisis del impe- republicas, recién nacidas y disponiendo de medios insuficientes,
rio, y sustrayendo asi numerosas zonas a la soberania del nuevo Esta- carecieron por tanto de fuerza suficiente para privar de dicho recurso
do, el espacio sobre el que se establecio el Estado independiente no a las comunidades, lo que nos autoriza a pensar que la gobernabilidad
era ya el mismo de la época colonia!. de tales paises dependio por largo tiempo aun de una relacion con-
Los elementos constitutivos de dicha escision, los que transfor- tractual entre Estado y pueblos.
maron los cuerpos intermediarios de la tradicion colonia! en genuinos La guerra, en fin, contrariamente a lo sucedido en Europa, no
sujetos territoriales dotados cada uno de esferas propias de soberania, comporto un refuerzo del Estado-nacion, sino mas bien de las comu-
fueron la introduccion de la representacion politica moderna, la justi- nidades locales. La presente investigaciòn ba demostrado que no se
cia y las guerras. La cuestion de la representacion, introducida de asiste a una militarizacion de la sociedad, sino mas bien a una «socia-
rnanera mas precoz que en otros paises europeos y a falta de un con- lizacion» de los ejércitos, pues el sistema de defensa adoptado por los
texto estatal en grado de controlar las relaciones entre el voto y sus Estados independientes fue el de las milicias, sistema descentralizado
logicas institucionales, desempeiio un papel clave en los procesos de y modelado por las comunidades locales. Los célebres ejércitos de los
fragrnentacion territorial, pues permitio que las comunidades Iocales caudillos estaban en efecto formados por unas decenas de militares de
se apropiaran del nuevo modelo representativo, al redefinirlo de carrera y centenares de bombres armados, que se movilizaban de
acuerdo con sus valores y sus codigos de comportamientos especifi- manera colectiva. Seria pues necesario verificar basta cuando se man-
cos. Ahora bien, el radicalismo del fenomeno constituyo justamente tuvo tal modelo o, con otras palabras, basta qué fecha siguieron con-
una de las principales particularidades americanas. Si a ello afiadimos trolando las comunidades e! proceso de extraccion y de organizacion
e! becho de que la legislacion electoral de la época republicana fue de los recursos humanos y materiales necesarios para las milicias y los
calcada sobre la Constitucion de Cadiz, de donde se retomaron sobre ejércitos.
todo un buen numero de procedimientos que atribuian a las comuni- La dispersion de la soberania en un elevado numero de cuerpos
dades un poder ampliamente discrecional en la definicion del electo- territoriales hizo dificilmente gobemables las nuevas republicas,
rado, seria menester verificar si los procesos representativos de la pri- imP,licando por otro lado un grave problema suplementario: el del fun-
mera época republicana fueron realmente restringidos o si mas bien damento de la obligacion politica y de su corolario, la legitimidad de
continuaron siendo modelados por las comunidades locales. De con- los nuevos Estados. El complejo paso de una obligaciòn politica fun-
firrnarse esta ultima hipotesis, podria entonces sostenerse que e! prin- dada en la Lealtad a una persona, el rey, a otra inédita, fundada en la
cipio de la delegacion de los poderes no se impuso a nivei locai, y que lealtad a una entidad abstracta, la nacion moderna, se revelo mas difi-

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FEDERJCA MORELLI

cil en la América hispana que en otros contextos. La reorientacion del


camino de la legitimidad politica hacia el centro, expropiando a los
poderes territoriales de los atributos de la soberania, se revelo com-
plicado a causa del gap cronologico entre la precoz difusion del voto
y la consolidacion de las élites nacionales. Asi, mientras que el deba-
te europeo sobre la idea de nacion fue, considerado todo, un fenome- APÉNDICES
no elitista que se desplego en sistemas censitarios, en casi toda la
América hispana independiente, por el contrario, el voto, inspirado en
la legislacion liberal de Cadiz, fue muy amplio. El gran problema de I
las élites americanas fue pues el de lograr reconstruir una legitimacion
del poder centrai tras una larga fase de deslegitimacion del mismo y ARTÌCULOS DEL PACTO SOLEMNE DE SOCIEDAD
de consolidacion de los poderes locales. Y UNIÒN ENTRE LAS PROVINCIAS QUE FORMAN
Todo ello acabo enturbiando el optimismo de partida de los gru- EL ESTADO DE QUITO (1812)
pos dirigentes, y les metio en un laberinto del que les fue dificil salir.
La adopcion de un imaginario politico moderno contrastaba en efecto
con una realidad profundamente diferente, contradiccion ésa de con-
secuencias a veces dramaticas, corno lo pone de relieve aquella pre- En el nombre de Dios Todopoderoso Trino y uno. El Pueblo Soberano del es-
gunta de un ciudadano ecuatoriano, al criticar el funcionamiento del tado de Quito, legitimamente representado por los Diputados de las Provincias li-
bres que lo forman, y que se hallan al presente en este Congreso, en uso de los im-
sistema judicial del nuevo Estado: «l,por qué todos en los pueblos tie- prescindibles derechos que Dios mismo corno autor de la naturaleza ha concedi-
nen jurisdiccion?»3 . Interrogante crociai a la que la presente investi- do a los hombres para conservar su libertad, y proveer cuanto sea conveniente a la
gacion ha intentado aportar una respuesta y que puede sugerir algunas seguridad y prosperidad de todos, y de cada uno en particular; deseando estrechar
pistas para salir del laberinto. rnas fuerternente los vinculos politicos que han reunido a estas Provincias basta el
dia, y darse una nueva forrna de Gobiemo analogo a su necesidad y circunstancias
en consecuencia de haber reasurnido los Pueblos de la Dominaci6n Espafiola por
las disposiciones de la Providencia Divina, y orden de los acontecimientos huma-
nos la Soberania que originalmente residia en ellos; persuadido a que el fin de
toda asociaci6n politica es la conservaci6n de los sagrados derechos del hornbre
por medio del establecirniento de una autoridad politica que lo dirija y gobierne,
de un tesoro cornun que lo sostenga, y de unas fuerzas Armadas que lo defiendan;
con atenci6n a estos objetos para gloria de Dios, defensa y conservacion de la Re-
ligi6n Cat6lica, y felicidad de estas provincias por un pacto solemne, y reciproco
convenio de todos sus Diputados sanciona los articulos siguientes que formaran
en lo sucesivo la Constituci6n de este Estado.

SECCION PRlMERA

De] Estado de Quito y su representacion nacional

Art. 1.- Las ocho Provincias libres representadas en este Congreso y unidas
indisolublemente desde ahora rnas que nunca, formaran para siernpre el Estado
3 de Quito corno sus partes integrantes, sin que por ningun motivo, ni pretexto
El conciliador del Azuay, 12/5/1835, n.0 6.

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FEDERJCA MORELLI ARTICULOS DEL PACTO SOLEMNE DE SOCIEDAD Y UNJ6N ENTRE LAS PROVINCIAS...

puedan separarse de él, ni agregarse a otros Estados, quedando garantes de esta y se formara en Cuerpo al principio del bienio para nombrar el presidente de
uniòn unas Provincias respecto de otras; debiéndose entender Io mismo respec- Estado, y demas funcionarios de la Representaciòn Nacional, al abrir el juicio de
to de las demas Provincias vinculadas politicamente a este Cuerpo luego que residencia contra los que acaban hasta terminarlo, y corregir los abusos e infrac-
hayan recobrado la libertad civil de que se hallan privadas al presente por la ciones de la Constituci6n, y librar las providencias que interesan a la salud y uti-
opresiòn y la violencia, las cuales deberan ratificar estos articulos sancionados lidad comun del Estado: se formarà también al fin de los dos afios, para anunciar
para su beneficio y utilidad comun. a Ias Provincias el término de sus funciones, sefialar el dia de las elecciones, y
Art. 2.- Este Estado de Quito es y s era independiente de otro Estado y Go- el de la elecciòn de Diputados que debera ser uniforme en todo el Estado, y el
bierno en cuanto a su administraciòn y economia interior reservandola a la dispo- de su comparendo en la Capitai que debera ser siempre antes del primero de
·siciòn y acuerdo del Congreso Generai todo lo que tiene trascendencia al interés enero. Y se formarà en fin siempre, y cuando exigiéndolo la necesidad publica
publico de toda la América, o de los Estados de ella que quieran confederarse. Io mande convocar el Presidente del Estado, o e! Poder Legislativ o en sus casos
Art. 3.- La foma de Gobiemo del Estado de Quito es y sera siempre popu- con arreglo a esta Constituciòn.
lar y representativa. Art. 12.- Cada Provincia no podra eligir para e! Congreso mas de un Dipu-
Art. 4.- La Religiòn Catòlica corno la han profesado nuestros padres, y tado, excepto la de Quito a quien le corresponde por esta Constituciòn el dere-
corno la profesa y ensefia la Santa Iglesia Catòlica, Apostolica Romana, sera la cho de designar dos en atenciòn a su poblaci6n casi dupla de las demas Provin-
unica religiòn del Estado de Quito, y de cada uno de sus habitantes, sin tolerar- cias en particuJar; pero podràn si quieren nombrar a mas del Diputado un suplen-
se otra ni permitirse la vecindad del que no profese la Catòlica Romana. te para los casos de enferrnedad o muerte de aquel.
Art. 5.- En prueba de su antiguo amor, y fidelidad constante a las personas Art. 13.- La duraciòn de todo funcionario tanto en el Congreso corno en la
de sus pasados Reyes; protesta este Estado que reconoce y reconocera por su Representaciòn Nacional de los Poderes, incluso el Presidente del Estado, nunca
Monarca al sefior don Fernando Séptimo, siempre que libre de la dominaciòn pasara de dos afios; ni en su tres Salas se admitira reelecciòn, aunque sea de una
francesa, y seguro de cualquier influjo de amistad, o parentesco con e! Tirano de Sala a otra basta pasado los turnos, exceptuase e! caso en que la todalidad de los
la Europa pueda reinar, sin perjuicio de esta Constituciòn. votos del Congreso aclamen el mérito, y la necesidad de algun individuo sòlo
Art. 6.- Las Leyes Patrias que basta el presente han gobernado y que no se para e! ejercicio del mismo poder que ha ejercitado, sino que puedan ser segun-
opongan a la libertad y derechos de este Pueblo y su Constituciòn quedaran en da vez aclamados hasta pasado por lo menos un turno.
toda su fuerza y vigor por ahora y mientras se reforman los Reglamentos con- Art. 14.- La Ley Julia Abitus del derecho de los Romanos tendra por esta
venientes para todos los ramos de administraciòn politica y civil. Constituciòn toda su fuerza y vigor en el Estado de Quito contra los que por si
Art. 7.- La Representaciòn Nacional de este Estado se conservara en el o por medio de otros pretendiesen ser elegidos, para tener parte en el Congreso,
Supremo Congreso de los Diputados representantes de sus Provincias libres yen
o en la Representaciòn Nacional, o alguno otro empleo de judicatura en que
Cuerpos que éste senale para el ejercicio del Poder y autoridad soberana.
tenga parte el voto y representaciòn del pueblo. Y todo aquel que por medio de
Art. 8.- Esta no se podra ejercitar jamas por un mismo cuerpo ni unas mis-
su s gestiones, amenazas o promesas, coartase la libertad de las Provincias en la
mas personas en los diferentes Ramos de su adrninistraciòn, debiendo ser siem-
pre separados y distintos e! Ejecutivo, Legislativo y Judicial. elecciòn de Diputados o en e! informe por sus Gobernadores, sera tratado corno
invasor y concusionario publico, enemigo de la libertad y seguridad de su Patria.
Art. 9.- E l primero se ejercitara por un Presidente del Estado, tres asistentes
y dos Secretarios con voto informativo que nombrara el Congreso. El Legislati- Art. 15.- Para e! ejercicio de un mismo Poder, y dentro de una misma Sala
vo se ejercitara por un Consejo o Senado compuesto de tantos miembros cuan- nunca podran ser elegidos los parientes dentro del cuarto grado de consanguini-
tas son Ias Provincias Constituyentes por ahora y mientras calculada su pobla- dad, o segundo de afinidad, ni los conmensales ni paniagados de una misma casa:
ciòn resultan los que corresponden a cada cincuenta mil habitantes, los cuales y Los Diputados Representantes de las Provincias que se hallaren ligados con es-
miembros de la Legislatura se elegiran p or e! Supremo Congreso. El poder Judi- tos vincuJos respecto de los funcionarios que acaban, no podran concurrir con los
cial se ejercitara en la Corte de Justicia por cinco individuos, de los cuales cua- demas en el juicio de residencia y en su lugar, procederan los suplentes nombra-
tro seràn jueces que se turnaran en la Presidencia de la Sala, y un Fiscal, nom- dos por las Provincias, o que se nombraran por el P residente del Estado.
brados todos por e! Congreso. Art. 16.- Los sospechosos en materia de Religiòn, los enemigos de la causa
Art. 10.- E l Supremo Congreso sera el Tribuna! de censura y vigilancia para comun, los neutrales, mientras no se decidan por hechos positivos, los deudores
la guarda de esta Constituciòn, protecciòn y defensa de los derechos del Pueblo, del Fisco, los que no son naturales de estos paises, ni tienen carta de naturaleza
enmienda y castigo de los defectos en que resultaren culpables los miembros del librada por alguno de Ios gobiemos libres de América, los menores de veinticin-
poder Ejecutivo y Judicial al riempo de su residencia. co afios, y todos los demas comprendidos en la exclusiòn de las Leyes, quedan
Art. 11 .- E l Supremo Congreso se renovara cada dos afios nombrandose los excluidos de tener parte en e! Congreso y en los demas Cuerpos de la Represen-
Diputados Representantes que lo componen segun se forma de esta Constituciòn taciòn Nacional.

272 273
FEDERICA MORELLI ARTÌCULOS DEL PACTO SOLEMNE DE SOCIEDAD Y UNIÒN ENTRE LAS PROVINCIAS ...

~- .17 .- Los Diputados Representantes, los suplentes en su caso y Jos Art. 24.- El Poder Ejecutivo proveera a propuesta d~ ~quell~s. a quienes
demas n:uembros de, la R~presentacion Nacional, antes de entrar en posesion de toquen con arreglo a esta Constitucion todo~ los empleos c1v1les, m1htares, eco-
sus ~estmo~ presta~~ el Juramento de esta Constitucion, el mismo que se pre- nomicos y de Hacienda en todo e! Estado ~1endo en prop1edad, pues Ias vacan-
s~nto en la rnstalac10n de este Congreso, y el que rehusare a verificarlo catego- tes en interin solo se proveeran por el Presidente. .,
ncamente en to?os,su~ ru:tf~ulos, quedara excluido de su lugar para siempre. Art. 25.- Al Poder Ejecutivo corresponde velar sobre la re_caudac1on ?e Ios
A~. 18.- ~mgun rnd1v1du~ del Congreso y los demas Cuerpos de la Repre- caudales publicos, custodia y adelantarniento del Tesoro Nac1o~al. Y su rnver-
sentac1on Nac_1onal ?uran~e. el tlempo de sus funciones podra ser destinado a otro sion: de todo \o que presentara al publico todos los afios una razon ~presa que
empl_eo lucrativo, m com1S1_o na?o fuera de la Provincia en que reside el Congre- circulara por todas las Provincias, comprensiva del ingreso, ex1stenc1a, motivo
so, smo para a lguna negociac1on para otro Estado previo e! consentimiento del de su inversion y gastos, y en cada bienio e! cotejo del estado antecedente de las
Congreso Generai, o para ser Diputado representante en él. rentas publicas con el que tuvieren en aquella fecha: . ,
~- 19.- Todos los miembros de la Representacion Nacional terminadas sus Art. 26.- El Presidente y Asistentes del Poder EJecutJ.vo quederan responsa-
~~c1o?es queda~an en clase de ciudadanos particulares, sin tratarniento, distin- bles insolidum a la Nacion y sujetos al juicio de residencia para los efectos Y
c10n_ ru prerroga~1va alguna, y por consiguiente nadie podra a pretexto de haber omisiones en que resulten culpables al terminar el periodo de su _g?bierno.
serv1do a la Patna en la Representacion Nacional pretender derecho a ser colo- Art. 27.- El Presidente del Estado tendra los honores de Cap1tàn Generai de
cad~ en e,lla,_ quedando reservado al concepto y eleccion libre de Jos pueblos eJ la Provincia, y sera el solo Comandante Generai de toda la fuerza armada; pero
destmo pubhco de cada uno. no podra hacer leva de Gente, reunir TroJ_>a~, ni trasladar de u°: lug~ a otr? los
Art. 20.- El G~bie_mo del Estado se obliga a todos los habitantes de él, y !es Destacamentos o las Milicias sin consentumento del Poder legislahvo y EJecu-
asegu'.a que seran mv10lables sus derechos, su religion y civi l: y en su conse- tivo. . d lp d
cuen~ia declara que todo ~ecino y habitante en él de cualquier estado, condicion, Art. 28.- En todos los casos de discordia de los cuatro m1~mb:os e o er
Y, cahdad que se~ puede hbre y francamente exponer sus sentimientos y sus dic- Ejecutivo se decidira por e! Pr~sidente en turno del ~oder Legislativo, salvando
tàmenes por esento, o de palabra, no siendo en materia de Religion, 0 contra Jas solo su responsabilidad en el Libro secreto que habra para el efecto en cada una
buenas ~ostumbres, Y )<:vantar sus queja~ y representaciones al Gobierno guar- de las salas de los tres Poderes. . . .
dando solo la moderac1on que es necesana, para la conservacion del buen orden. Art. 29.- El Presidente de Estado puede convocar y pres1drr sm voto en
Art. 21.-, El_ Estado cuidara de asignar por el tiempo de la duracion de Jos sesiones extraordinarias, la sala o salas de la Representacion Nacional cuando lo
empleados pubhcos, las re~tas p~op?rcionadas al trabajo de sus funcionarios y estime necesario para la utilidad comun, y aunque no puede mezclarse en lo
tan moderad_as que ?o pudiendo rnc1tar a la avaricia, ni promover la ociosidad Legislativo y Judicial velara sobre cada uno de lo~,P~deres ~ fin de ~ue cumplan
bast~n para md~mruzar a los empleados de los perjuicios que puedan sentir en y desempefien todo el en~~go de su reJ_>resentac1on rrnpomendo, s1 fuese nece-
sus mtereses pnvados por servir a la Patria. sario, alguna pena pecuruana a los neghgentes. .
Art. 30.- E l Poder Ejecutivo tiene derecho de proponer a la Leg1slatur~,, Y
todo lo que estime digno de su atencion y tarobién de sus~ender la promulg~c10?
de la Ley sancionada, dando las causas que para elio tuv1ere al Poder Legislati-
SECCION SEGUNDA vo, dentro del preciso término de ocho dias. . .
Art. 31.- Ningun indulto o perdon en los casos ~ crrc~stancias en que
Del Poder Ejecutivo pueda tener Jugar se concedera, sino por la Representac1on ~actonal, en sus d~s
Salas del Poder Ejecutivo y legislativo juntas: excepto el cnmen de lesa Patna
. Art. 22.- Al Po_der ~j.ecutivo formado conforme al Art. 9° toca el cumpli- que no se remitira en ningun caso. . .
miento, guarda Y eJecuc1on en todo e! Estado de esta Constitucion en primer Art. 32.- Las ausencias y enfermedades del Presidente de Es_tad~, _se suph-
l~?ar, Y todas las leyes que no estén reformadas, o abolidas por ella, corno tam- ran por todos Jos demas miembros del Poder Ejecutivo en el eJerc1c10 d_e Ias
bten _de _todos los Reglamentos, Leyes o Providencias que el Congreso Supremo facultades asignadas por esta Constitucion , y en caso de muerte _de la_ Pres1den-
Provmcial estando formado, o la Legislatura sancionen. cia del Estado turnara entre entre los tres Asistentes del Poder EJecut1vo por un
~rt. 23.- Toca también al Poder Ejecutivo el desempefio del Gobierno eco- mes en cada uno basta la nueva elecciòn. . . . ,
nomico en todos los ~amos de la Administracion Publica y de Hacienda y de Art. 33.- El Presidente del Estado durante el tiempo de su eJerc1c10 gozara
Guerra -~ue basta el dia han estado a cargo de los Presidentes igualmente que la de cuatro mii pesos, los Asistentes del Poder Ejecutivo mii_q~~entos pes~s Y
protecc1on de todos los ramos de Industria, Educacion y prosperidad publica y Jos dos Secretarios mii pesos en cada afio, que se !es contriburran del Erano o
de todos los establecimientos dirigidos a este fin. ' fondo publico.

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FEDERJCA MORELLI ARTÌCULOS DEL PACTO SOLEMNE DE SOCIEDAD Y UNIÒN ENTRE LAS PROV tNCIAS.. .

SECClON TERCERA Art. 41.- No corriendo razon positiva que se oponga a la sanci6n de la ley o
reforma premeditada, y conveniendo todos los votos de la Sala se extendera, ~
Del Poder Legislativo dentro del tercer dia se pasara al Poder Ejecutivo para que tenga su efecto. Y s1
este dentro de ocho dias perentorios no la publicase, ni expusiese razon fundada
Art. 34.- Al Poder Legislativo constituido conforme al Art. 9° toca reformar de su resistencia, procedera la L egislatura segun queda sancionado en el Art. 42
la practica de los Juicios Civiles y Criminales en todos los Tribunales del Esta- de esta seccion.
do: la formaci6n de Reglamento utiles, tanto en lo politico y economico, corno Art. 42.- Sancionada que sea una Ley, y mandada publicar no se podra dero-
en lo militar: la correcci6n y enrnienda de las Leyes perjudiciales a nuestra liber- gar, ni enmendar por la misma Legislatura y solo se podra suspender su_ ejecu-
tad y derechos, y la formaci6n de otras analogas a la situaci6n y circumstancias cion de acuerdo con todos los tres Cuerpos basta que se revea en la Legislatura
presentes, siendo reservada a solo él la interpretaci6n de las dudosas. siguiente, siempre que los inconvenientes que ocurran sean mayores qu~ la _uti-
Art. 35.- Es peculiar y pri vativo de este Poder el arreglar toda especie de lidad de la Ley, y que no se hayan notado o existido cuando ella se sanc10no.
tasas, contribuciones y derechos que deban exigirse, tanto en la cantidad corno Art. 43.- El Poder legislativo tendra sus sesiones ordinarias tres dias en cada
en el monto de su recaudaci6n y Ramos o personas que deban exhibir con aten- semana, de tres horas, y se juntaran en sesion extraordinaria siempre y cu~~do
ci6n a las necesidades del Estado y a la posibilidad de los Contribuyentes. Sin el el Presidente del Estado lo mande concurriendo utilidad publica; sea a pet1c1on
consentimiento y permiso de la Legislatura, ningun particular, ni corporaci6n del Poder Judicial de las Municipalidades, o de propio mutuo.
podran en lo sucesivo imponer o exigir contribuci6n alguna. Art. 44.- Tadto en la Legislatura, corno en la Corte de Justicia la Pre-
Art. 36.-AI Poder Legislativo toca también sefialar las pensiones y sueldos sidencia de las Salas en sus sesiones ordinarias, sera por turno entre sus indi-
que deben gozar los empleados y funcionarios publicos, y aumentar o disminuir viduos, verificandose en la primera cada semana, y en la segunda cada_ tr~s
los que por esta Constituci6n se sefialan con proporci6n al trabajo de los emple- meses y por igual término tumara en el Legislativo la Secretaria entre sus mdi-
ados y utilidad que de él resulte al estado cifiéndose al objeto indicado en el Art. viduos. Los funcionarios de este Poder, teodran mii pesos por ano para com-
2 I O y sin consideracion alguna a la calidad de la persona, sino al bien comun del pensar Jos perjuicios de sus negociaciones en el tiempo que estén en el servi-
Estado. cio del publico.
Art. 37.- En todos los casos en que requiriendo el Poder Ejecutivo para que
convoque el Congreso de Representantes no lo quisiese verificar; el Poder Legis-
lativo tiene derecho de hacerlo a la mayor brevedad; y podra sino viniesen en el SECCION CUARTA
tiempo designarlo con cinco Representantes que residan en la Capitai, o estén mas
inmediatos proceder a tornar las providencias que sean necesarias, y que se bayan Del Poder Judicial
frustrado por la omision, o malicia del Ejecutivo, cuya omisi6n en esta parte sera
el principal articulo de residencia contra los miembros que lo ejercitan. Art. 45.- El Supremo Poder Judicial corno parte de la autoridad soberana, o
Art. 38.- Cualquier miembro de la Legislatura tiene derecho de proponer el modificadora suya, se ejercitara por la alta Corte de Justicia en ~odos los_ cas?s,
Reglamento, o proyecto de Ley que juzge conveniente a la fe licidad publica; al 0 cosas que las Leyes han dispuesto con respecto a las extingmdas Aud1enc1as
Cuerpo toca acordar si es admisible, y si debe traerse a discusion, pero entre las sobre las materias civiles y criminales contenciosas, salvo Jas reservadas por esta
materias admitidas para discutirse, el Presidente en turno de la Sala solo tiene Constitucion a los Poderes Ejecutivo y Legislativo; se les contribuira del Erario,
derecho de asignar y eligir las que deben traerse con preferencia segun la cali- o fondo publico mii quinentos pesos por ano. .
dad de su objeto y trascendencia al bien publico. Art. 46.- Los demas Tribunales inferiores de primera instancia, los de los
Art. 39.-Las discusiones seran publicas, y sin esta cualidad cualquiera san- Con-egidores, Alcaldes ordinarios, Jueces de Po licia, _Y _los ~edaneos no son parte
ci6n sera nula. Al efecto se anunciara la discusi6n mandandose fijar en publico de la Representacion Nacional, ni tampoco las MUDJctpahdades que al presente
una copia del proyecto, o proyectos, y reformas propuestas que se han de discu- existen o en adelante se establezcan.
tir al cabo de tres dias por lo menos para que todos los que quieran presentar sus A~. 47.- Siendo los tres Poderes diversos ejercidos solamente de una misma
memorias u observaciones, y reflexiones lo hagan por medio del Secretario. autoridad soberana, ellos son iguales entre si, y unas mismas las pr~rro~ativas de
Art. 40.- Se comunicara ·asimismo por la Legislatura igual copia de las Jos Cuerpos que lo ejercitan sin perjuicio de los rec~rso~ extrao~din~ tos _que se
representaciones de las Provincias a fin de que expongan su dictamen, y cuando pueden elevar de la Corte de Justicia al Poder .Leg1slat.tvo y EJecut1vo J~ntos,
todos hayan contestado, se bara segunda discusi6n, previniendo de antemano al corno de una parte al todo. En cuyo caso el Presidente del Estado nombrara c~a-
publico para que cada uno pueda si qui ere representar lo que estime justo y con- tro miembros de la Legislatura que asociados al Poder que se balle exped1to,
veniente. conozcan y resuelvan por pluralidad de los votos concun-entes.

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FEDERICA MORELLI

Art. 48.- Cada uno de los tres Cuerpos tiene derecho de nombrar los oficia-
les y subaltemos que estime necesarios para el despacho de los asuntos relativos
a cada uno de los Poderes; su sueldo lo sefialera la Legislatura, y lo mandarli
pagar el Poder Ejecutivo.
Art. 49.- En caso de muerte de cualquier funcionario de los tres Cuerpos,
cada uno tiene derecho de nombrar con asistencia del Presidente del Estado un
suplente, u honorario que lo reemplace hasta la elecci6n siguiente, y si faJlecie-
se algun Diputado representante nombrara el preside nte del estado un suplente
dando parte a su respectiva Provincia si ésta no lo tuviere nombrado segun el
II
Art. 12°. REGLAMENTO PROV1SORIO CONSTITUCIONAL
Art. 50.- Todos los oficiales subaltemos de los Cuerpos de la Representa-
DE LA PROVINCIA DE GUAYAQUIL (1820)
ci6n Nacional quedaran sujetos al juicio de su respectiva Sala en todos los casos
que se hallen culpables in oficio, oficiando y en los demas contenciosos senin
juzgados con arreglo a las Leyes por el Poder Judicial.
Art. 51.- Ningun miembro de la Representaci6n Nacional podra ser preso
durante el tiempo de sus funciones, ni perseguido después por las opiniones y CAPÌTULO I
dictamenes que se haya expuesto en el riempo de su representaci6n. Disposiciones generales
Art. 52.- En todos los casos en que se junte el Congreso y los demas Cuer-
pos de la Representaci6n Nacional, al Presidente del Estado seguiran los Dipu- Art. J.- La provincia de Guayaquil es libre e in?ependiente; ~u reli~6n es la
tados de las Provincias, después los Asistentes del Poder Ejecutivo, luego los
Cat61ica; su gobierno es electivo; y sus leyes Jas rmsmas que regi~ ultunamen-
Miembros de la Legislatura, y finalmente los de la Corte de Justicia. E n todos
te, en cuanto no se opongan a la nueva forma de gobierno es~blec1da. .
estos casos actuara el Secretario del Congreso que sera uno de los Diputados Art. 2.- La Provincia de Guayaquil se declara en entera hbertad para urur~e
nombrados para el efecto; y en los demas en que s61o concurran dos Salas de la
a la grande asociaci6n, que le convenga de las que se han de formar en la Ame-
Representaci6n Nacional actuara el Secretario de la Legislatura.
Art. 53.- En las concurrencias de la Iglesia, abolido el cerimonia! de respe- rica meridional.
Art. 3.- El comercio sera libre por mar y tierra con todos los pueblos que no
to, se guardarli la costumbre en lo demas, asistiendo el Presidente del Estado en
se opongan a la forma libre de nuestro gobiemo.
la Corte de Justicia a las fiestas juradas y de tabla: y s61o con la Municipalidad
a las demas. Para el dfa de Navidad, el Jueves Santo, el dfa de Corpus, y el Diez
de Agosto aniversario de nuestra libertad, asistira completa con sus tres cuerpos CAPÌTULO Il
la Representaci6n Nacional, y en estos cuatro dfas la Municipalidad.
Art. 54.- En este estado, y conviniendo a la salud publica que los pueblos Del Gobierno o Poder Ejecutivo
quedan impuestos del Reglamento Provisional que el Supremo Congreso ha san-
cionado para el ejercicio de los tres Poderes, acordaron los sefiores que suscri- Art. 4.- El Gobiemo residira en tres individuos elegidos por los E~e~tores_ ~e
ben se publique por Bando, en inteligencia que para las restantes sesiones se pro- los pueblos: entendera en todo lo gubemativo y e~on6~c_o_ de la adrmrustrac1on
cedera por el mismo Supremo Congreso o por el Poder Legislativo, reforrnan- publica; habra un Secretario con voz y voto en la 1mpos1b1hdad de alguno de los
dose si lo exigiesen las circunstancias los articulos que parezcan inadaptables, o Vocales de la Junta. .
contrarios al caracter y necesidades de la Naci6n. Art. 5.- Ademas de las atribuciones comunes anexas al Gob1emo le compe-
teran las siguientes:
Dado en el Palacio del Reino de Quito en quince de febrero de mii ocho- l) Proveer todos los empleos civiles y militares.
cientos doce aiios. 2) lmponer contribuciones. .
3) Celebrar tratados de arnistad y de comerc10.
José Cuero Caycedo, obispo presidente - El marqués de Selva Alegre - 4) Levantar tropas y dirigirlas donde convenga.
Calixto Miranda - Manuel José Caycedo - Francisco Rodriguez Soto - Fray 5) Emprender obras publicas. .
Alvaro Guerrero - Manuel Larrea - Doctor Francisco Aguilar - Doctor Mariano 6) Formar reglamentos para el comercio nacional y extranJero, Y para todos
Merizalde - Doctor José Maria Flores - Miguel Suarez - Vicente Lucio Cabal. los demas ramos de la administraci6n.

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FEDERICA MORELLI REGLAMENTO PROVISORJO CONSTITUCIONAL DE LA PROVINCIA DE GUAYAQUIL ( I 820)

Art. 6.- Ningun pago se admitira en cuenta a la Tesoreria s ino se hiciese por pondra de dos alcaldes, diez regidores, un s indico procurador con voz y voto y
orden especial del Gobiemo. un secretario. Sera presidido por e! presidente de la Junta de Gobiemo. Los
Art. 7.- Cada messe publicara un estado por mayor de la entrada, salida y alcaldes se mudaran todos los afios, y los regidores por mitad. Los ayuntamien-
existencia de la Tesoreria. Cada tres meses se publicara un estado por menar de tos de Jos pueblos se formaran segun su publicaciòn, arreglandose al ultimo
entradas y gastos publicos. reglamento. Quedan suprimidas las tenenci~ .
Art. 17. - Estara a cargo de los ayuntam1entos.
1) La policia generai de la poblaci6n.
CAPÌTULO III 2) Promover la educaci6n de la juventud, fomentar la agricultura y el
comercio.
De la Milicia 3) Formar el censo y estadistica de la provincia.
4) Auxiliar a los alcaldes para estinguir la ociosidad, y perseguir a los
Art. 8.- El arreglo de la tropa, orden de los ascensos, planes de defensa, y vagos y y malhechores, especialmente en los campos.
todo lo concemiente a la milicia pertenece al Jefe militar. 5) Administrar los propios y arbitrios de que dara cuenta anualmente al
Art. 9.- En cualquier peligro de la patria el Gobiemo de acuerdo con e! Jefe
militar consultara a la seguridad publica. Gobiemo.
6) Repartir y recaudar las contribuciones. . ,
Art. I 0.- Desde la edad de 16 afios nadie estara libre del servicio militar 7) Cuidar de las escuelas y hospitales, reparar los cammos y carceles, pro-
cuando lo pida la seguridad y la defensa del pais. ' poner e intervenir en las obras publicas de utilidad y ornato, conforme
en todo al ultimo reglamento.
8) Seiialar la renta de los empleos de nueva creaci6n.
CAPiTULO IV Art. J8.- El ayuntamiento de la capitai con noticia instruida de los fondos
De la Administraci6n de Justicia publicos y gastos, procedera al repartimiento de la contribuciòn ordinaria gene-
rai impuesta por el Gobiemo, con dere~bo de repres~~tar lo que_co~venga a!
Art. 11 .- Los Jueces solamente entenderan en lo contencioso de las causas menor gravamen de los pueblos: cualqu1era contnbuc1on extraordmana se bara
y administraran justicia en lo civil y criminal. Nadie sera juzgado por comisi6~ con conocimiento del ayuntamiento.
especial. Habra un Juez de Letras nombrado por el Gobiemo, con las atribucio-
nes que le daba la ultima ley, al cua! también le corresponde lo contencioso de
baciend a. CAPITULOVI
Art. 12.- Habra un Juzgado de apelaciones compuesto de tres miembros.
Art. 13. - Los Alcaldes de los Pueblos son también Jueces de primera instan- Del Cuerpo Electoral
cia; y los recursos contra ellos se interpondran ante el Juzgado de alegaciones.
Art. 14.- La perturbaci6n del orden publico es un crimen de estado. Todo Art. 19.- La Representaciòn Provincia! se convocara por el Gobiemo cada
fa lso delator sufrira la pena que merece e! delito que delata. dos afios en e! mes de octubre, o antes si la necesidad lo exigiese. Luego que se
Art. 15.- Habra una Diputaci6n de comercio arreglada en lo posible a la reuna abrira un juicio publico de residencia al Gobiemo, y si se aprobase su con-
ordenanza de Cartagena. El Juzgado de alzadas se compondra de un individuo ducta podra ser reelegido.
del Juzgado de segunda instancia sacado por suerte y de dos colegas, nombrados Art. 20.- El Gobiemo después de disuelta la presente Junta Electoral queda
por las partes. El primero y segundo diputado se elegira cada dos afios en junta autorizado para determinar los negocios que quedasen pendie~tes,,Y resolver las
genera! de comercio. dudas que ocurriesen sobre este reglamento. El cual se co1!1umcara a la Junta de
Gobiemo ya nombrada, para que lo cumpla y baga cumphr.

CAPÌTULOV Guayaquil, Noviembre 11 de 1820. José Jo~quin de_ Olme~o.- Dr. P~dro ~e
Del Gobierno interior Benavente - Luis Fernando Vivero - Dr. Bemabe ComeJO y Aviles - Jose Mana
Ayuntamientos de la Pena - Mariano Arcia - Juan José Casilario - Francisco Maria Roca - Juan
de Dios Arauzo - José L6pez Merino - Diego Noboa - Diego Manrique - Mao~el
Art. 16.- Para el gobiemo de los pueblos habra unAyuntamiento elegido por de Herrera - José Corostiza y Garzòo - Francisco Xavier Pérez - Pablo Mend10-
los Padres de familia o cabezas de casa. El Ayuntamiento de la capitai se com- la - Juan Avilés - José Cardo y Unsueta - Gaspar de Santiestebao - Manuel de

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t

I FEDERICA MORELLI

Lara - Nicola.s Martinez - Mariano Bricefio - José Antonio Marcos - Antonio


Rodayega y Olabarri - Sebastian Puga - Juan Antonio Vivero - Francisco Lava-
yen - José Gabriel de Avilés - Dr. Sebastian Delgado - Francisco Xavier Aguirre
Y Zepeda - Miguel Geronimo Rivera - Luis Franco - Juan de Dios Florencia -
Miguel Mamerto Avilés - Carlos Moran - Geronimo Santa-Cruz - Vicente Fran-
co ~~lo ~ Jacinto P_once de Leon - Manuel Maria Montblanc - Gregorio Roca -
Bastho Tirso - Mariano Carlos - Gabino Gonzalez - José Secundino - José Joa-
quin Alarcon - Manuel Otoya - José Leocadio Llona- Manuel Menéndez - Dr.
Manuel Rivadeneyra - Andrés de Vera - Joaquin Medranda - José Maria Narva- III
ez - Bernardo Plaza - Vicente Zambrano - Mariano Gonzalez Parrales - José
Cacao - José de Antepara.
PLAN DE GOBIERNO DE LA PROVINCIA
INDEPENDIENTE DE CUENCA (1820)

En la Ciudad de Cuenca, a quince de Noviembre de mii ochocientos veinte,


primero de su Independencia. Los seiiores Diputados asi de las Corporaciones
de esta Ciudad, corno de todos los pueblos de esta Provincia que abajo suscribi-
ran.
Hallandose reunidos en las casas que habita e! Exmo. Sr. Generai Jefe Poli-
tico y Militar de esta Provincia libre a efecto de sancionar el Pian de Gobiemo
que deba adoptarse, segun el sistema de independencia que ha proclamado san-
cionaron varios puntos interesantes, quedando establecidos por Ley Fundamen-
tal, los articulos siguientes:
En el nombre de Dios Todopoderoso Ser Supremo y unico Legislador, cuyo
Santo Nombre invocamos, Amén.

Capitulo primero

Art. 1.- La Religion Catolica Apostolica Romana sera la unica que adopte,
corno adopta esta Republica, sin que ninguna otra en tiempo alguno, pueda con-
sentirse bajo ningun pretexto; y antes bien por su moradores y por el Gobiemo
sera perseguido todo cisma que pueda manchar la pureza de su santidad.
Art. 2.- Cuenca es y sera para siempre una Provincia libre e independiente
de toda potencia o autoridad extraiia; sin que en ningun caso deba ser subyuga-
da por su voluntad.
Art. 3.- Sin embargo es y sera conferada con las limitrofes y con todas las
de América para los casos y cosas tocantes al sostén mutuo de su independencia
y reciprocos derechos.
Art. 4.- Su Gobierno Politico en e! presente Jefe Exmo. Sr. D. D. José Maria
Vazquez de Noboa por el término de cinco aiios, aun cuando la guerra con la Pe-
ninsula o sus sectarios se determine en menos tiempo; pero si esta continuase
mas, permanecera el mando politico y militar en el mismo Exmo. Sefior, hasta que
efectivamente, laAmérica quede emancipada del antiguo despotismo espafiol.

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FEDERICA MORELLI PLAN DE GOB!ERNO DE LA PROVlNClA INDEPENDIENTE DE CUENCA ( 1820)

Art. 5.- Terminado el Gobiemo Politico en el actual Jefe por la posteridad Art. 17.- Sus atribuciones estaran reducidas a acordar con el Presidente las
se mudara cada dos aiios por elecci6n popular practicada en el modo y forma que disposiciones generales gubemativas.
se ba verificado esta Junta. Declarar la guerra y establecer la paz con anuencia del jefe no teniendo voto
Art. 6.- El Gobiemo militar y mando en Jefe de las armas estara en el ofi- en el primer caso los Eclesiasticos.
cial de mayor graduaci6n; corno hoy reside este en el Exrno. Sr. D. D. José Maria Conferir sobre el procornun de las Provincias.
Vazquez de Noboa, es a quien le pertenece perpetuamente en pequefia gratitud Promover e! fomento de la Agricoltura y Comercio.
de haber sido el autor principal para piantar el sistema adoptado; justa y cordial Fomentar las manufac turas, con premio al que Jas descubriere, o ade-
recornpensa por e! voto generai. Mas para lo sucesivo no podra reunir un solo lantare.
individuo el mando politico y militar respecto a que indispensablemente ha de Establecer los medios conducente a la salud publica.
estar cada atribuci6n en distinta persona que merezca la confianza publica, o, Cuidar de los omatos de las poblaciones.
que obtenga su grado militar en premio de los servicios hecbos a la Patria. Promover la educaci6n de la juventud.
Art. 7.- El actual Jefe corno tal presidira en todos los Tribunales, Senado y Establecer el Pian de ella y de estudios y grados, detallando las facultades
Corporaciones de la Prov incia, y en cualesquiera Juntas que deban practicarse de los colegios para este objeto. Se verificara esto con acuerdo del Senado de
por exigirlo algunas circunstancias que imperiosamente lo pidan. Justicia y Diputaci6n del Ayuntamiento.
.Art. 8.- Sus atribuciones seran las que han correspondido a los Virreyes, Art. 18.- Si sucediera que muera algun Vocal de la Junta dentro del tiempo
Cap1tanes Generales, con el agregado de la independencia en e! uso y ejercicio de su mando, reemplazera su Jugar otro elegido por el mismo orden.
de ellas. Art. 19.- El distintivo o uniforme correspondiente a esta corporaci6n, sera
Art. 9.-Tendra el Jefe amplia autoridad con j urisdicci6n ordinaria, parajuz- sefialado oportunamente por e! Jefe.
gar los negocios y causas que no pendan ante otro Juez competente, siendo lo
privativo de los Senadores y Vocales de la Junta con apelaci6n al Senado.
Art. l 0.- Los delitos cometidos por los Jefes seran juzgados en primera ins- Capitulo tercero
tancia por e! Senado de Justicia, yen segunda y tercera por la Junta Suprema de
Gobiemo. · Art. 20.- Habra un Senado de Justicia compuesto de cuatro individuos con
Art. 11.- Este Tribuna! sera el Juez de Residencia de dicbo Jefe cuando con- perpetuidad en sus destinos.
cluya su mando; debiendo entablarse las istancias que sobre se pro,p ongan, den- Art. 21.- Serao iguales en dignidad y unifom1e, siendo sus preeminencias
tro del término de cuarenta dias y terminarse en el veinte. por e! orden de su antigiledad y las mismas que se han acostumbrado basta aqui
Art. 12. En las ausencias o enfermedades del Jefe, ejercera las funciones de en los individuos de los llamados Tribunales de Audiencia.
tal, e l Vocal de la Junta que la presida en lo interior de sus funciones y falta de Art. 22.- Su distintivo sera unifo rme negro, banda aurora y sombrero de
aquel, cuya designaci6n se bara por los misrnos vocales por suerte; yen lo mi li- picos, alamares de plata en la solapa y bota manga, a un lado del cuello dos bra-
tar el oficial de mayor graduaci6n. zos unidos y al otro una balanza.
Art. 23.- Su tratarniento en cuerpo de Excelencia, y en particular de Sefio-
ria.
Capitulo segundo Art. 24.- Tendra un Secretario de Camara y un Relator con trescientos pesos
de dotaciòo cada uno y los emolumentos de estilo, pasàndose ademas al prime-
Art. 13.- Habra una Junta de Gobiem o con titulo de Suprema, el tratarnien- ro la caotitad de ciento cincuanta pesos para oficiales y gastos de oficina.
to de Eminencia en Cuerpo, y de Senaria en particular. Art. 25.- Las atribuciones de este cuerpo estaran reducidas a la administra-
Art. 14.- Sus individuos seran boy nombrados por la presente Junta de Dipu- ci6n de segunda y tercera instancias en todo ramo y materia que llegue a ser con-
tados del comun, y duraran dos aiios, los que pasados se volvera a eligir por el tenciosa; debiendo admitirse las apelaciones en todo negocio que pase de cien
mismo orden. pesos fuertes.
Art. 15.- Se compondra por abora de cinco individuos, y en lo sucesivo de Art. 26.- También abrazara e! conocimiento de dicho Senado los recursos de
cuatro, su primiendo el Vacai regular, sera uno por el Clero Secular, otro por el Co- fuerza y demas que ba conocido basta boy el llamado Tribuna! de Audiencia.
mercio, otro por la Agricoltura, otro por la Milicia y hoy uno por el Clero regular. Art. 27.- Se gobemara por abora por los C6digos que bao regido basta hoy
Art. 16.- La dotaci6n de estas plazas sera la de cuatrocientos pesos anuales, en materias de Justicia, con sujeci6n a la reforma que éstos pueden pad:cer por
y la del Secretario que durara el m ismo tiempo, la de doscientos, con cien pesos particulares circunstancias, basta que generalizando el sistema independiente en
mas para gastos de oficina y pago de un oficial. las Américas, se adopte la Legislaci6n que mas convenga.

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FEDERICA MORELLI LA SOBERANiA FRAGMENTADA

~rt. 49.- ~a Administracion de Tributos que hoy corre a cargo de uno, en lo


suces1vo estara a cargo de los Alcaldes de los pueblos con e! cuatro por ciento
obligacion de fianza y de rendir cuentas a la Caja publica, con cuyo boleto s~
chancelera aquella.
Art. 50.- El primer Alcalde Ordinario de Cuenca cobrara los tributos de los
indios que pertenezcan a las parroquias de San Blas, San Sebastian y San Roque
con la misma dotacion. '
_Art. 51.- El gobiemo, formando expediente sobre el particular, designara la
GLOSARIO
cantitad de fianza correspondiente a cada pueblo .
. ~rt. 52.- Hab~a u~ Administrador de Alcabalas por el mismo orden que ha
existido hasta _aqm, SUJeta a las modificaciones que se le han puesto, y en ade-
laute se le pus1eren.
Art. 53.- La de Correos existira en el pie actual. Alcabala Impuesto sobre las ventas.
Art. 54.- Por lo peculiar a la Renta Decimai, su custodia y cobro continua- Alcalde Palabra de origen arabe (cahed = juez), que designa a la vez
ra bajo el mismo pie que hasta aqui se ha practicado, introduciéndose a Ja Caja al alcalde y al juez ordinario.
Publica. Arbitrios Impuestos municipales.
Art. 55.- Los Novenos vacantes mayores y menores que pertenecian antes a Asentista Adjudicatario al que el Estado delegaba ciertas funciones
la ~eal Hacienda, se discutio si correspondian a la masa Patriotica, y aunque se publicas, corno por ejemplo la percepcion de impuestos.
opmaba por la afirmativa, habiéndose propuesto por algunos Seiiores que debi- Asiento Ciudad que carecia de municipalidad.
an ~evertir a la Silla Apostolica; se resolvio que respecto a que la materia era Audiencia Tribuna! que también ejercia un contro! sobre la administra-
del_1cada y ardua, se forma~e dentro de quince dias una Junta de Canonistas y ci6n locai. Designa igualmente la circunscripcion depen-
Teologos para que se dec1d1ese e! part1cular, y que lo que de alli saliese resuel- diente de dicho tribuna!.
to, se ~viese por Ley Fundamental sancionada en eI presente pian, lo mismo que Ayllu Quechua. Grupo étnico end6gamo definirlo por su territorio,
se hubtera hecho en el dia de hoy. sus ancestros y sus creencias.
Ayuntamiento Consejo municipal compuesto por varios administradores
Con lo cual se concluyo la Sanci6n y lo firmaron con S.E. y Jos demas com- (regidores), de numero variable de acuerdo con la impor-
ponentes de que certifico, corno secretario nombrado para este acto por toda la tancia de la ciudad, y por uno o dos alcaldes.
Corporacion. Baldios Tierras incultas pertenecientes a la Corona.
Barrio Barrio urbano, por lo generai correspondiente a la parro-
José Maria Vazquez de Noboa, Francisco Chica, Dr. Juan Aguilar Cubillus quia.
Maestro Fray Alejandro Rodriguez, Dr. Miguel Custodio Veintimilla, Felip~ Cabildo Habia dos, el eclesiastico, correspondiente al capitulo de la
Serrano, José de Carderas, José Maria Borrero y Baca, Dr. Joaquin Salazar, Juan catedral, y el laico, la municipalidad, que comprendia regi-
Oroz~o y Guerrero, Bem~dino de Sisniegas, Manuel Ramirez, Dr. Miguel dores -que normalmente compraban sus cargos o se !es
Rodn~ez, F~mando Francisco Cueto Bustamante, José Ochoa y Serrano, Juan designaba por cooptacion- y dos alcaldes - designados por
Antoruo Agu1lar, Miguel Malo, Juan Contreras, José de la Vega, Pedro Lopez los regidores a comienzos de aiio- que presidian el consej o.
Argudo, Bonifacio Ramirez, José Serrano, Juan Ignacio Gomez de Aree, Maria- Entre los cabildos laicos estaban también los cabildos de
no de Mora, Juan Batista Gir6n y Sanchez, José Macucha Cardoso, Antonio indios.
Moreno, Manuel Ullauri y Quevedo, Juan Jararnillo, Manuel Guerrero, Francis- Cabildo abierto Asamblea de todos los vecinos de la ciudad, que se reunia
co Illescas, Santiago Arias, Juan Crisostomo Zhunio, Felipe Antonio Tel10 de la en tiempos de crisis.
Chica, José Veintimilla, Leon de la Piedra. Cacicazgo Designa a la vez el cargo y los dominios del cacique; des-
cendiente de la aristocracia inca reconocido por la Corona
espaiiola.
Caudillo Conductor de hombres y jefe de una faccion politica.
Censos Rentas perpetuas (entre el 3% y el 5%) que gravaban a
numerosas propiedades.

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FEDERICA MORELLI
LA SOBERAN!A FRAGMENTADA
Comun de indios Los miembros de la comunidad inclia que no eran ni autori-
dades ni notables. Parcialidad Parte de una comunidad india.
Concierto Indio vinculado a una unidad productiva por las deudas con- Peon Jomalero, mano de obra agricola.
traidas con e! propietario a cambio de bienes. Peso Unidad monetaria, clivisible en 8 reales.
Concertaje Relaci6n de producci6n entre el concierto y e! propietario de Principa/es Notables de la comunidad.
una unidad productiva. Pronunciamiento Acta por el cual, en el siglo XIX, se declaraba la insurrec-
Corregidor Magistrado territorial, nombrado por el virrey, que ejercia la ci6n contra el gobiemo.
jurisdicci6n civil y penai sobre un distrito deterrninado; per- Pueblo Designa a la vez a la comunidad bumana y su territorio.
cibia los tributos indios y presidia las sesiones del consejo Real Hacienda Conjunto de bienes que constituian la riqueza del Estado.
municipal de la ciudad. Regidores Miembros de la municipalidad que ejercen funciones ten-
Corregimiento Divisi6n adrninistrativa correspondiente a la provincia diri- dentes a regular la vida urbana, en especial su dimensi6n
gida por un corregidor, que incluia por lo generai una ciu- economica.
dad y los pueblos de alrededor. Repartimiento Venta forzada a los indios de mercancias procedentes de la
Ejido Terrenos comunales de la ciudad. metr6poli.
Estancia Puede designar una explotaci6n para la cria de ganado, pero Situado Parte de los ingresos de una provincia utilizada para fman-
en los Andes designa sobre todo una subdivisi6n de la ciar las fortificaciones de los puertos.
comunidad india, una aldea perteneciente a un ay llu. Socorros Entrega colectiva de productos de primera necesidad a los
Forastero Designa al indio establecido en una comunidad que no es la conciertos de una bacienda.
suya, y que por elio no dispone de tierra. En la pnictica, Suelto Término utilizado para designar al indio libre del concierto.
dicho estatuto parece mas impreciso. Tributo Capitaci6n establecida tras la conquista en serial de vasalla-
Fuero Privilegio que perrnitia a ciertas corporaciones recurrir a sus je y que, en consecuencia, s61o los indios pagaban. Seguo
propios tribunales especiales. las regiones y el estatuto, el monto del tributo, versado en
Gremio Guilda, oficio. dos veces, en San Juan y San Miguel, varia de 3 a 20 pesos
Hacienda Designa a la vez un fundo y un sistema de producciòn que al afio.
combina diversos tipos de movilizaci6n de mano de obra y Vecino Miembro de un burga o de una ciudad, previsto con dere-
explota por lo generai diversos estratos ecològicos. cbos de burguesia.
Hidalguia El hecho de ser hidalgo, miembro de la pequefi.a nobleza no Visitador Juez e inspector nombrado por el Consejo de lnclias, dotado
titulada, sin fortuna, pero cierta de su «pureza de sangre». de amplios poderes.
Huasipungo Parcela de tierra que el propietario de una hacienda daba al Vista de ojo Inspecci6n para verificar y limitar los confines de las tierras.
campesino a cambio de su trabajo. Mezcla de negro e indio.
Juntas Zambo
lnstituciones representativas de las ciudades, de origen
meclieval.
Juez Pedaneo Juez de paz con jurisdicciòn limitada a una o dos ciudades.
Llactayo Quechua. Sin6nimo de originario, vale decir, el indio que
vive en la comunidad en que naciò.
Libro de rayas Registro de la hacienda donde el propietario anota-
y socorros ba el nombre del trabajador y el valor de los productos
tomados en relaci6n a Jos dias de trabajo efectuados.
Mita Quechua. Prestaciòn persona! de origen inca, recuperada y
utilizada por la administraciòn colonia!, en particular para el
servicio de las minas de plata de Potasi. En la Audiencia de
Quito la utilizaban los hacendados. El indio que hacia la
prestaciòn era un mitayo.
Obraje Taller textil de la sierra, cuya producciòn se afiade a los
recursos sacados de la hacienda. Un obrajero es propietario
de obrajes.

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20 1, 204,205,23 1, 236,237,238,242, 245,246,247,249,250,254, 256,257,
1822.
258, 260, 262, 263); Gobierno (caja 62, 63, 64, 65, 67, 70, 71, 73, 76, 78, 134); Coleccion de Leyes dadas por et Congreso Constitucional de la Republica de
Indigenas (caja 64, 110, 123, 129, 143, 151, 159, 161 , 162, 163, 17 1, 172, 173, Colombia en Los aiios 1823-1824, Bogota, 1926.
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