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Rachel Van Dyken EE1 Elite
Rachel Van Dyken EE1 Elite
Karool Shaw
Evarg7
Morin
Eni
Mariis
Krispipe
Mew Rincone
Mew Rincone
Karlix
3lik@
Armonia&paz
Caroeli016
Lovingtobias
Arifue
Mais020291 Karlix
Jor
Pili
Mew Rincone
Sinopsis
Para , la vida con sus abuelos en una granja de
Wyoming siempre ha sido simple. Pero después de la muerte de su abuela, Tracey
es todo cuanto tiene su abuelo. Así que cuando Eagle Elite University anuncia su
lotería anual de becas, Tracey salta ante la oportunidad de asegurarse su futuro y
entra. Ella no se esperaba mucho, pero entonces gana. Y la vida como ella la
conoce nunca volverá a ser igual…
Los estudiantes de Eagle Elite se parecen a nada que haya conocido y se
niegan a hacer las cosas fáciles para ella. Está Nixon, magnífico, irresistible, y el líder
de un grupo que todo el mundo teme: Los Elegidos. Sus reglas son simples. 1. No
toque a Los Elegidos. 2. No mires a Los Elegidos. 3. No hable con Los Elegidos. No
importa lo duro que intente mantenerse al margen, Los Elegidos están siempre
alrededor de ella y no pasa mucho tiempo hasta que se entera de la razón de por
qué mantener a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más. Ella no se dio cuenta
de que ella era el enemigo―hasta que fue demasiado tarde.
Quienquiera que me dijera que la vida era fácil… me mintió. Es difícil. Apesta.
Lo loco es que… nadie tiene las agallas para admitir la verdad. Todos, y me refiero
a todos, tienen un secreto. Todos tienen una historia que necesita ser contada. El
dolor está por todos lados, como humanos, estamos prácticamente ahogados en su
esencia, aunque todos finjamos que no existe. Hacemos creer que todo está bien,
cuando, en realidad, todo en nuestros adentros grita de indignación. Nuestra alma
nos suplica que seamos honestos al menos una vez en nuestras vidas. Nos suplica
que se lo contemos a una persona. Nos fuerza a ser vulnerables frente a esa única
persona y, en el mismísimo momento en que lo hacemos, todo parece mejor.
Por un momento, la vida no es tan dura como parece. Fácil. Es fácil, y luego cae
la manopla.
Cuando conocí a Nixon no tenía idea de lo que la vida tenía guardado para mí.
En mis sueños más salvajes, nunca pude haber imaginado esto.
―Todo… ―Él tragó y apartó la mirada por un breve segundo antes de agarrar
mi mano y besarla―. Todo está a punto de cambiar.
Capítulo 1 Traducido por Evarg7
Corregido por MewHiine
Quiero decir, claro que nunca había subido a un avión antes de anoche, pero no
era como si fuera a enloquecer… todavía.
―Nombre ―ordenó.
―Ves a mi nieta, Trace. ―Me apuntó. Me mordí el labio para no sonreír―. Entró
en esta elegante universidad, ¡ganó la lotería anual Elite! ¿Puede creerlo? Así que
estoy aquí para traerla. ―¿Cómo hacía el abuelo para estar siempre tan
completamente cómodo todo el tiempo? Quizá era porque siempre llevaba un
revólver también, pero aun así. Él y la abuela eran los abuelos más geniales que
una chica podía pedir.
Ellos eran mi mundo, el abuelo y la abuela. Ser criada por tus abuelos no es tan
malo, no cuando tienes o tenías abuelos como los míos. El abuelo me enseñó a
montar a caballo y a ordeñar vacas, y la abuela podía cocinar la mejor tarta de
manzana del estado. Ella ganaba en todas las ferias del estado usando exactamente
la misma receta.
Mis padres habían muerto en un accidente de coche cuando yo era muy chica.
No recuerdo mucho, excepto que la noche en que murieron era también la noche
en la que conocí a mis abuelos por primera vez. Yo tenía seis años. El abuelo estaba
vestido con un traje. Se arrodilló, dijo algo en italiano y él y la abuela me llevaron
en su Mercedes negro. Cambiaron toda su vida por mí, diciendo que no era bueno
para una pequeña vivir en la ciudad. Chicago no había estado tan mal, al menos
por lo que recuerdo. Que no es mucho.
―No son de por aquí, ¿verdad? ―El hombre interrumpió nuestro intercambio y
dirigió la pregunta hacia mí.
―No, señor.
Él se rió.
―¿Señor? Hmm… Tengo que decir que me gusta el sonido de eso. De acuerdo,
pasen. Conduzca recto por la carretera unos dos kilómetros y medio. El
estacionamiento está a la derecha y los dormitorios estarán directamente frente al
estacionamiento. Puede dejarla allí.
Nada en mi vida me había preparado para lo que estaba viendo. Los edificios
eran enormes. Todo estaba construido con piedra vieja y ladrillo. Quiero decir,
había visto fotos, pero ni siquiera se acercaban a la realidad. Los dormito rios eran
como hoteles elegantes.
―La chica nueva está aquí ―Vino una voz desde detrás de mí. Me di la vuelta y
me quedé boquiabierta otra vez.
―Tan limpita e inocente. Como un pequeño ciervo, ¿cierto, Chase? ―El chico
ladeó su cabeza. Su ondulado cabello oscuro cayó en su frente; tenía un labio
perforado y estaba vestido con jeans rasgados y una camiseta ajustada.
El chico con el piercing en el labio dio un paso adelante y luego entrecerró los
ojos en dirección a mi abuelo.
―¿Le conozco?
El abuelo se rió.
―Tengo algunas cosas para ti. Sé... ―El abuelo tosió y se limpió algunas de sus
propias lágrimas―… Sé que a ella le hubiera gustado que las tuvieras, Trace.
―No lo abras hasta que estés en tu habitación. Oh, cariño, voy a echarte mucho
de menos.
―Y yo a ti… Sólo hazme un favor. ―Me apartó y miró a mis ojos mientras yo
asentía―. Ten cuidado. Hay gente por ahí que… ―maldijo. El abuelo raramente
maldecía.
―Trace Rooks.
La chica sonrió con suficiencia y negó con la cabeza, como si mi nombre fuera
lo más divertido que había escuchado en todo el día. ¿Todos eran tan maleducados
aquí?
―Es tu día de suerte ―anunció ella, haciéndome señas hacia el edificio―. Estás
en los Estados Unidos.
Miré alrededor sólo para asegurarme de que no estaban haciendo una broma.
―Sé dónde estamos, Chica Nueva. Las habitaciones están basadas en temas de
países. No me preguntes por qué, sólo así es como se hizo. Tu habitación es la
habitación Estados Unidos. Ve a ponerte cómoda, oh y bienvenida a Elite. ―Me
miró de pies a cabeza dos veces antes de darse la vuelta y volver al edificio.
¿Cómo se suponía que iba a conseguir entrar todas mis cosas en el edificio ?
¿No había alguna clase de caja de bienvenida o direcciones o algo?
―Soy Nixon ―Se movió para estar frente a mí. Su mirada helada hacía cosas
raras a mi cuerpo. Estoy bastante segura de que estaba experimentando lo que se
llama “ataque de pánico”. Cada parte de mi cuerpo estaba caliente y luego fría
como si fuera a explotar en cualquier minuto.
―Reglas.
―¿Qué? ―di un paso atrás.
―Tiene razón. Por más bonita que seas, Granjera, alguien tiene que decirte las
reglas.
Tragué. Los dos chicos de atrás de ellos se rieron histéricamente y se dieron los
cinco los unos a los otros.
―Nop. Ya has roto una regla. Estoy hablando, Chica Nueva ―Chase sonrió con
suficiencia―. Caray, Nixon, ésta va a ser difícil de romper.
1
Jet-lag:También conocido como descompensación horaria, es un desequilibrio producido en tre el
reloj interno de una persona (que marca los periodos de sueño y vigilia) y el nuevo horario que se
establece al viajar en avión a largas distancias, a través de varias regiones horarias.
Furiosa, lo fulminé con la mirada, ignorando su segunda regla.
―¿Eso es todo?
―No ―contestó Nixon por Chase. Esta vez su tacto fue suave mientras
acariciaba mi brazo. Intenté apartarme. Su rostro se iluminó con una sonrisa y,
honestamente, era como mirar a un ángel caído. Nixon era hermoso. Era un
imbécil, pero un imbécil hermoso―. ¿Sientes esto? ―Su mano continuó moviéndose
por mi brazo hasta que llegó a mi hombro, y luego su mano se movió hacia mi
cuello y su pulgar rozó mis temblorosos labios―. Memorízalo ahora, porque a
partir de este momento, no puedes tocarnos. Somos intocables. Ni siquiera
estornudes en nuestra dirección, si respiras el mismo aire que nuestras atmósfera,
haré de tu vida un infierno. Este tacto, lo que sientes contra tu pi el, será la única
vez que sentirás otro ser humano tan poderoso como yo cerca de ti. Así que, como
dije, recuérdalo, y quizá un día, tu cerebro te hará el supremo favor de olvidar lo
que se sintió tener a alguien tocándote. Entonces, y sólo entonces, serás capaz de
ser feliz con algún novio mediocre y una vida patética.
―Patético. ¿Estás llorando? ¿En serio? ―Nixon gruñó y tendió su mano hacia
Chase. Chase le tendió un poco de Purell2 ―. No quiero tener granja en mis manos,
¿entiendes? ―Nixon sonrió con una sonrisa tan cruel que, literalmente, tuve que
apretar mis manos a los lados para no golpearlo en la cara y ser expulsada.
Los dos chicos que se habían quedado atrás, saludaron con la mano y luego me
enseñaron el dedo medio.
2
Purell: Desinfectante para manos hecho a base de alcohol etílico para combatir los gérmenes.
―Así es como nosotros decimos “Hola” ―explicó Nixon―. Todo bien, Chase,
parece que nuestro trabajo está hecho. Oh, y, Granjera, no lo olvides. Las clases
empiezan mañana. Bienvenida al Infierno.
Capítulo 2 Traducido por Evarg7
Corregido por MewHiine
Cuatro lágrimas. Las conté. Sólo dejé que escapasen cuatro, lo que estaba
bastante bien, considerando las circunstancias.
Genial. Escaleras.
Para cuando llegué a la puerta del tercer piso, supe tres cosas. Una: estaba
terriblemente en baja forma. Dos: debí haber comido algo esta mañana, y tres:
aparentemente, yo era la única entrando ahora mismo. No vi a nadie más, lo que
era raro. Pero, otra vez, quizá ya estaban en sus habitaciones.
Abrí la puerta, otra vez balanceando todo en una mano, y fui pasillo abajo
hacia el ala derecha.
Mantuve mis ojos concentrados delante de mí, incluso cuando sabía que lucía
como un desastre. Estaba transpirando, mi cabello estaba cayendo por mi cara
empapada y mis manos seguían resbalándose de la caja.
Al final, vi el final del pasillo y una señal que decía Los Estados Unidos.
Las chicas todavía no me habían dicho ni una palabra, a menos que fue
peyorativa, y ahora me estaba mirando como si algo terrible estuviera a punto de
pasar.
Dios Bendito, por favor, no dejes que haya algún payaso escalofriante escondido en mi
closet. Probablemente yo saltaría por la ventana y me mataría en el proceso.
La empujé.
Hablando de eso, ¿cómo diantre hacían para estar aquí tan rápido?
Quizá era porque estaba cansada. Quizá era porque iba a volverme loca por el
estrés, pero, en lugar de tomar su mano, la palmeé para alejarla y me puse de pie
yo sola.
Mi puerta fue la última en cerrarse, pero yo no había hecho la hazaña. No, fue
Nixon, y ahora estaba detrás de mí.
―Hay una regla final ―Nixon se movió de detrás de mí y ahora estaba a un pie
de distancia.
―Te ganas el derecho de usar lo que nosotros tenemos. Los ascensores están
cerrados. Los Elegidos tienen copias de la tarjeta de acceso. Las piscinas, las salas
de ejercicio… todo a lo que tienes que tener acceso, incluso la comida, tiene una
tarjeta de acceso.
―Di gracias.
―¿Qué?
―Hazte a un lado ―repitió Nixon, esta vez sus dientes estaba apretados.
Levanté la cabeza y lo miré. Quiero decir, lo miré verdaderamente. Sus ojos eran
azul cristal, como si los fuegos del infierno se hubieran congelado y el hielo
mirándome fuera el resultado de las llamas naranjas muriendo en forma lenta.
Toda su cara era simétricamente perfecta. Como si algún supermodelo y actor
famoso hubiera decidido crear un hijo natural y programado la perfección en un
ordenador. Su cabello caía sobre su frente caprichosamente.
Okey, se acabó.
Podía soportar que alguien me hablase con altanería. Podía soportar que
alguien se burlase de mí… quiero decir, ¿hola? Sabía que no era importante, pero
¿que alguien me amenace con violencia? ¿En mi cara? ¿Especialmente un chico
equipado con esteroides? Demonios. No.
―¿Acabas de tocarme?
―Me amenazaste.
―Amenazo a todos.
―Manos fuera―ladró él, y luego estaba volando en el aire. Santo Dios, he hecho
que cometa suicidio.
―¡Nixon! ―grité y miré por sobre la repisa. Sobre el césped, había una lona con
aire enorme. Nixon aterrizó de espalda y luego saltó fuera de ella. Me voló un beso
y se fue trotando. Varias tiendas y lonas habían sido puestas fuera del dormitorio.
Casi parecía carnaval.
La chica todavía estaba golpeando mi puerta. Corrí a abrirla. Ella pasó junto a
mí con rapidez.
―¡Ese hijo de puta! ―gritó ella por la ventana―. ¡Nixon, juro que voy a matarte
cuando te vea!
―Um, ¿no?
―¿Y tú eres?
Monroe podría ser una supermodelo. No, retiro lo dicho. Ella debe ser la chica
que le dice a las supermodelos como ser supermodelos. Es ridículamente hermosa,
hizo que mi mente se transportara inmediatamente a cada uno de los libros que leí
en el último año que me advertían sobre chicas que lucían como ella.
Esta chica era como un anuncio ambulante para los chicos cachondos. Por un
lado el vestido que llevaba era tan corto que me encontré a mi misma boquiabierta
y luego sonrojándome cuando se inclinó para recoger una caja para llevarla a mi
habitación. ¿No había un código de vestimenta en esta escuela?
―A la mierda Nixon, la última vez que comprobé, él no era Dios, ni era querido
por Él. Ahora, vamos por tu maleta y te mostraré donde está el ascensor.
Entrelazó su brazo con el mío y salimos hacia el pasillo. De alguna manera tuve
problemas para mantener el ritmo a pesar de que ella era la que llevaba tacones de
quince centímetros. Caminamos por el pasillo principal y luego a través de una
puerta frente a una pared de ladrillo. Tan pronto como pasamos por la puerta, vi la
fila de ascensores.
Monroe se echó a reír. ―No, no es tan malo. Pero quiero decir, cuando tienes el
tipo de estudiantes que tiene Elite, no puedes ser demasiado cauteloso.
No le pregunté que quería decir, porque todo el mundo sabía que tipo de
personas venían aquí. Hijos de diplomáticos, celebridades, e incluso algunos de los
hijos de los presidentes habían asistido.
Una vez que llegamos a la planta baja, la puerta del ascensor se abrió y ella me
condujo afuera.
Grité y corrí hacia mi ropa antes de que se la llevara el viento. Todas mis
posesiones estaban en proceso de hacer un barrido por el campus.
―Él es un idiota. ―Monroe me ayudó a levantarme una vez que había cerrado
la maleta―. Mira.―Miró hacia atrás y me apresuró a entrar―. Él es el favorito
porque es un lamedor de culos y mi papá cree que las mujeres están por debajo de
él.
Monroe echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. ―Quédate conmigo, y
muy bien podrías tener razón. Vamos, hay una fiesta de bienvenida esta noche, y
tenemos trabajo que hacer.
―Espera… ―Me negué a caminar―. ¿Por qué estás siendo tan agradable
conmigo? ―Odiaba ser desconfiada, pero, nunca había conocido personas como
estás que venían a esta escuela.
―Oh, lo siento. Pensé que te dije. Soy tu compañera de habitación.
―Lo siento.
―Oh, yo también. ―Ya habíamos llegado a la planta superior otra vez. Monroe
tomó mi bolso―. Vamos, Chica Nueva. Hay gente que ver y chicos con los que
coquetear.
*~*~*~*
―Eso es lindo ―Monroe arrugó la nariz―. Pero es un poco juvenil para ti.
―Sí, quiero decir, es lindo y probablemente sería matador para un picnic o algo
divertido. Pero esto es una fiesta donde todo el mundo te va a conocer. Necesitas
verte seria, verte caliente, y necesitas verte intocable.
―Aquí. ―Me lanzó una falda negra corta, un suéter de gran tamaño con
agujeros y unas medias que eran completamente negras hasta que alcanzaban la
mitad del muslo y luego transparentes.
―¿Ocho?
Claro.
―Um, podría tener algo. ―Abrí la maleta y saqué los tacones clásicos de la
abuela, los que siempre usaba para jugar a los disfraces cuando era pequeña.
3
Cadena americana de tiendas de ropa con sucursales en las principales ciudades de América
Latina, América del Norte, Oceanía.
―¡Lindos! ¿Dónde los conseguiste?
―Recuérdame decirle que tiene muy buen gusto la próxima vez que venga de
visita.
Trague el nudo en mi garganta y asentí con los ojos llorosos. ―También creo
que lo querría.
Unimos nuestros brazos y nos dirigimos a la fiesta. Era la primera vez en seis
meses que tenía otra mujer con quien hablar. La primera vez en mi vida que tenía
una amiga que era una chica. Realmente me gustaba.
Capítulo 4
Traducido por Eni
Corregido por Karlix
―Maldita sea Monroe, ¿cómo haces para caminar en esas cosas? ―Tex se nos
unió y guiñó un ojo. ¿Qué? ¿De repente me encontraba aceptable ahora que estoy
caminando con Monroe? Miré hacia atrás recordando nuestro primer encuentro
cuando me sacó el dedo medio porque el líder idiota de su grupo se lo dijo.
Subordinado.
―La saludé.
―Nixon dijo…
―Juro que si terminas esa frase te castraré mientras duermes. ―Monroe le dio
con su dedo en el pecho empujándolo―. Ahora pídele disculpas a Trace.
Su cabello rojo estaba parado por toda su cabeza, sus dientes blancos brillaban
al anochecer cuando caminó alrededor de ella y se paró en frente de mí.
―Ella dijo casi. ―Tex se rió y se acomodó entre nosotras, poniendo un brazo
alrededor de nosotras mientras caminábamos hacia el vestíbulo principal del
edificio.
―Hablando del diablo… ―dijo Monroe en voz baja mientras Nixon atraía la
atención de todo el mundo en medio del salón.
Nixon estaba de pie en medio del salón. Estaba usando unos pantalones negros
y una camisa ajustada azul bebé con una corbata delgada y chaleco. Se veía como
un modelo de Gucci o algo así. Incluso tenía sus gafas de aviador puestas. Oh Dios,
oficialmente he muerto e ido a la revista de moda del infierno.
Chase estaba a su lado, con unos jeans negros ajustados y un chaleco que podía
haber hecho sentir orgulloso a Tommy Hilfiger. Tex siguió caminando para
golpear sus puños con ellos. Y entonces me di cuenta que Phoenix caminó a través
de la multitud y abrazó a Tex golpeándolo dos veces en la espalda.
―Ella pertenece aquí, idiota. ―Monroe pasó junto a mí y le dio dos besos al aire
a su hermano a cada lado de su rostro antes de regresar junto a mí.
―Al menos no soy una imbécil ―espeté. Para mi horror y completa humillación
todo se quedó en absoluto silencio a nuestro alrededor.
Nixon se me acercó lentamente. La rabia era evidente en sus ojos pero no podía
dar marcha atrás. Me negaba a ser intimidada por un niño rico privilegiado que
pensaba que gobernaba las reglas del universo solamente porque era guapo y tenía
dinero.
―¿Esto está encendido? ―Un chico habló por el micrófono―. Atención, todo el
mundo.
Está bien, tal vez era un tipo de presidente. Apreté los dientes y esperé.
Monroe me dio una palmadita en el brazo cuando Nixon caminó hacia el
escenario.
La gente coreaba su nombre una y otra vez. Era gracioso que su nombre fuera
Nixon. Sonreí para mí misma y noté que los ojos de Nixon nunca dejaron mi cara.
―Me gustaría presentarles a alguien… ―Oh no, oh diablos no―… Ella es nueva
aquí… ―Me miró con frialdad―… ¡Y quiero que todo el mundo le dé una cálida
bienvenida a Eagle Elite! Por favor un aplauso para… la Dr. Tessa Stevens, nuestra
nueva profesora de historia.
Solté el aliento que había estado conteniendo y luché por mantener mis manos
a mis costados. La única forma en la que podía sonreír era imaginando mis manos
alrededor de la garganta de Nixon.
Una hermosa mujer de mediana edad saludó desde un lado del escenario.
Nixon aplaudió en su dirección y le dedicó una mirada devastadora.
Lameculos.
―Ahora, sé que todos están ansiosos por comenzar con la fiesta de bienvenida.
―Hizo un guiño en mi dirección. El bastardo.
―Estoy seguro de que han notado que tenemos una nueva estudiante. La
ganadora anual de la lotería Eagle Elite se registró esta mañana. ―Los hoyuelos de
Nixon se ampliaron al igual que su sonrisa.
No. Sacudí la cabeza y clavé mis tacones al suelo. Pero Chase tenía un fuerte
agarre en mi brazo y me condujo hacia el escenario. Miré hacia atrás a Monroe,
pero ella estaba luchando su propia batalla con Tex. Él tenía ambos brazos
firmemente detrás de su espalda en un fuerte agarre. Al menos articuló un lo
siento para mí.
Phoenix no estaba por ningún lado, pero estaba segura que estaba cerca como
respaldo sólo en caso de que me decidiera a tratar de romper la nariz de Chase.
Tan rápido como había pasado, su rostro se tensó y soltó mi mano. Observé
como se la frotaba contra sus pantalones y luego la flexionó como su hubiera
estado de alguna manera demasiado apretada.
Sonreí.
Retrocedí y caminé lentamente por las escaleras. Esta vez, Chase me acompañó
como un ser humano normal. Cuando llegué a la multitud de estudiantes, él
susurró en mi oído―: Sabía que serías diferente.
―¿Diferente?
―Siguen la Elite y no se detendrán ante nada para destruirte. ―Me detuvo con
su mano y me dio la vuelta para mirarlo.
Esperé para que dijera:“Y no eres una de ellas”. Pero levantó mi mano y la
besó, luego se alejó.
―¿Botas?
―¿Por qué?
―Debido a tu «mu» delante de todos los estudiantes y no puedo decirte vaca.
Pero cuando pienso en granjas pienso en las botas de vaquero. Así que Botas, sí,
Botas.
Debería haber sabido que la Elite no haría nada de medio pelo y que un baile
de universidad y una fiesta de bienvenida era todo menos eso ante sus ojos. Podía
haber sido más bien un baile de graduación, un baile de coronación, o los Oscar. En
serio.
Todo estaba iluminado con luz ultravioleta y medio esperaba que algún
famoso saliera al escenario y comenzara un concierto.
―¡Elixir de los Dioses! ―gritó Monroe por encima de la música. Ella tenía dos
platos en la mano y había apilado pedazos de frutas cubiertas con chocolate y
postres en poco tiempo. Caminamos hacia las bebidas fuertes. Agarró dos copas de
champán y las llenó.
―¿Qué? ¿No tienen alcohol en Wyoming? ―dijo una voz irritante detrás de mí.
Los cuatro Elegidos estaban de pie justo al lado de nuestra mesa. Cada uno de
ellos sonriendo ante mi desgracia.
―Sí, pero cuando bebes siendo menor de edad eres arrestado, sabelotodo.
―Puse mi vaso en la mesa y tomé una fresa cubierta con chocolate. Al menos sabía
que eran seguras.
―Aquí no hay ley ―dijo Nixon, sacando la silla de mi otro lado―. Y si hubiera
una ley, yo sería el alguacil, el juez, y el jurado.
Mucho para la diversión de Monroe. Ella se echó a reír entre dientes a mi lado.
―Cariño, puedo ser agradable contigo. Créeme. Puedo ser tan agradable que
no sabrías lo que te golpeó. ¿Pero es eso lo que realmente quieres? ¿Qué sea
agradable? ―Su aliento olía a fresas mientras corría por mi rostro. Me lamí los
labios y me obligué a apartar la mirada de su mirada penetrante.
―Abre.
―Siéntate.
Lo hice.
―No quiero hacer de tu vida un infierno. Sabes eso, ¿cierto? No quiero que
llores hasta dormirte cada noche o me maldigas cada mañana. Sabes que tomas tus
propias decisiones. Creas tu propio destino. Y nena, yo tengo las llaves. Así que
juegas bajo mis reglas, o no lo haces. La decisión es tuya.
―¿Por qué importa de todos modos? De ninguna manera podría confiar en ti.
Sus ojos parpadearon antes de romper su mirada con la mía. ―La confianza es
como el amor. No existe. Es un cuento de hadas con el que la sociedad nos
alimenta con el fin de tenernos conformes. No espero que confíes en mí. Espero
que sigas las reglas. Las reglas te mantienen segura.
―¿Y si no lo hago?
Se puso de pie y dejo caer la fresa en el plato. ―Entonces serás obligada por mi
mano, y la última cosa que quiero es escuchar historias de mi hermana sobre como
lloras hasta dormirte cada maldita noche solamente porque no podías seguir
algunas pautas simples.
―No estoy de acuerdo contigo. Sólo sabía que sería la manera más rápida de
conseguir que te fueras.
Me estremecí.
La música se detuvo.
Grandioso.
―¿Crees que de verdad dormiría con alguien como tú? ¿Qué clase de chica eres
de todas maneras? ¿Hacen cosas diferentes fuera de la granja?
―Oh, deben hacerlo, ¿eh? ―Nixon cruzó sus brazos sobre el pecho―. Créeme,
Granjera. No me importa cuánto maquillaje te pongas, o cuan costosa pueda ser tu
ropa. Ni siquiera me importa que a medio cuerpo estudiantil le gustes en este
momento. Eres caridad. Ni siquiera te follaría si me pagaras. Así que la respuesta
es no. Y la próxima vez que sientas la necesidad de presentarte a una de mis fiestas
estudiantiles, al menos ten la decencia de usar zapatos nuevos.
La gente estaba tratando de tirar comida a mi cabeza. Pero cuando los chicos
ofrecieron su apoyo, la gente se detuvo y nos observó dejar la fiesta.
Chase sacó una tarjeta de color negro brillante y la deslizó a través del
ascensor. Estoy segura de que su tarjeta tenía toda clase de accesos ilimitados.
Entramos. Incluso los chicos.
Pensé mal.
Unas cuantas puertas en mi piso se abrieron. Fue como el minuto en que ellas
abrieron y vieron quienes me estaban escoltando, un aumento de estrógenos
golpeó el ventilador, haciendo que salieran risitas de toda el ala derecha.
Las chicas susurrando―: ¡Esos son Chase y Tex! ¿Qué están haciendo aquí?
¡Demasiado calientes! ¡Tan malditamente sexys! ¡Chase, Chase! ―Una chica
coreaba su nombre y yo luchaba contra el deseo de gritarle. Era evidente que
estaba lidiando con muchas emociones en ese momento.
Monroe movió mis pies y me quitó los zapatos de mi abuela. ―Él es un imbécil.
Sé que no debería defenderlo, pero si él hubiera sabido que estabas usando los
zapatos de tu abuela…
Chase miró mis pies y después a mí. ―No lo entiendo. ¿Qué es tan importante
acerca…
―¡Ella está muerta, idiota! Y son clásicos, y se los dejó a Trace, ¿bien? ¡Son
como los zapatos más bonitos que posee!
―Hablaré con él. ―Monroe no parecía tan segura de esa idea. Se paseó frente a
mí―. Nunca creí que llegaría tan lejos. Nunca había llevado esto tan lejos. La gente
estaba demasiada asustada de los Elegidos para hacer o decir algo.
Monroe se rió con amargura. ―No, son mucho peor. Al menos los Dioses se
quedaban en el Olimpo donde pertenecían. Los nuestros nos persiguen aquí en la
escuela, como si la universidad no fuera lo suficientemente mala, ¿cierto?
Monroe se mordió el labio. ―No sé. ―Asintió hacia mi maleta―. ¿Tienes algún
pijama allí?
Asentí.
Monroe dio otro mordisco a los Cheerios y se encogió de hombros. ―No lo sé.
Uno de los Directores Residentes lo dejó caer fuera a las seis AM. Casi le di un
puñetazo en la cara.
Me eché a reír. Sí. Podía ver totalmente eso sucediendo. Al menos no era una
persona completamente mañanera. Sin embargo no estaba segura de que nunca me
acostumbraría a ella desafinando en las mañanas.
―¡Ábrelo, puta!
No son los zapatos de tu abuela. Así que no tienen el mismo significado. Pero quería
que tuvieras algo que te hiciera sonreír en tu primer d ía de clase. Siento lo de anoche.
Chase
―¡Oh infiernos, Chase Winter acaba de enviarte un regalo!―Monroe
aplaudió―. ¡No puedo creer esto! Él nunca hace cosas sin el consentimiento de
Nixon.
―No, esto tiene Chase escrito por todas partes.―Sonrió y señaló la caja―.
¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta todo esto?
―Por lo menos diez de los grandes yo diría… ―Monroe miró dentro de las
botas―. Sí, son unas Win originales.
―¿Eh?
―Claro que sí, y cuando veas a Chase le das un abrazo gigante en frente de
todos. Estoy orgullosa de él. Finalmente le está creciendo un par.
―Simplemente úsalas, puta, antes de que les ayude a matarte y las robe de tu
cuerpo frío y sin vida.
―El idiota de tu hermano me dio una tarjeta de acceso con dos pases de
comida. ¿Recuerdas? Te lo dije ayer.
Ella entrecerró los ojos como si tratara de recordar y luego preguntó―: ¿En qué
almuerzo estás?
―¿Qué? ¿Qué está mal? ¡No me digas que me mintió! ¡Me voy a morir de
hambre!―grité hacia el techo y pisoteé. Yo era de Wyoming. Me gustaba mi
comida.
*~*~*~*
Monroe no estaba conmigo en mi primera clase, la cual era una especie de clase
política. Yo no había sido realmente una de política, pero ya que la mayoría de la
gente que iba a esta escuela terminaban siendo líderes mundiales, se consideraba
currículum básico. Miré a mi izquierda, donde un chico sacó un frasco.
―¿Sí?―Me puse de pie. Monroe me había avisado que cada vez que un
profesor te llama, te pones de pie. Al menos sabía eso antes de ser arrojada al foso
de los leones.
―Nombra todos los presidentes de los Estados Unidos. Tienes tres minutos.
Sus botas hicieron clic sobre el piso de cemento liso. Finalmente, se detuvo
frente a mí escritorio. Miré arriba y esperé su reprimenda.
Él sonrió. Una sonrisa real. No una que me hiciera querer causar daño a su
persona, sino una que revelaba lo ridículamente guapo que era. Hombre, ese anillo
en el labio me estaba distrayendo contra sus blancos dientes y hoyuelos.
―La primera persona que haga exactamente lo que acaba de hacer la Chica
Nueva se gana una A para el día.
Agarré mi mochila. La que había pedido en línea hace unos meses con la
esperanza de que me ayudase a encajar aquí dentro. Era de cuero y costó mucho
más de lo que yo sabía que el abuelo podía permitirse. Me arrastré hacia la puerta,
pero la voz de Nixon me detuvo.
Me detuve en la puerta. Fui la última estudiante salir. Giré sobre mis talones y
lo miré.
―Sí.
―¿Son de mi hermana?
―No.
―¿De quién son?
Me encogí de hombros.
―Que madura ―resopló y levantó las manos en el aire―. ¿No podemos tener
una simple conversación? ¿Quién te compró las botas, Trace?
―El hada de las botas―respondí y salí de allí pisoteando, alegre de que Chase
me hubiera dado algo tan impresionante que incluso Nixon tomara nota.
Las siguientes dos clases fueron fáciles. Estoy feliz de anunciar que Nixon no
hizo ninguna aparición. Miré el reloj. Ya era hora de almorzar. Monroe me había
dado instrucciones para ir a la cafetería y girar a la izquierda inmediatamente antes
de llegar a las dos puertas principales. Hice lo que me dijo y me encontré con una
pequeña puerta en el lugar. Deslicé mi tarjeta a través de ella y la puerta se abrió.
A un restaurante.
Phoenix, Nixon, Monroe, Tex, y Chase estaban sentados en una gran mesa en el
centro. Chase me saludó con la mano. Tragué saliva y le seguí.
―¡Santa Mierda! ―Phoenix dio una palmada en la mesa―. ¡No me digas que
esos son de la colección 2013! ¡Qué demonios, hombre! ¿Lo has mantenido oculto
de nosotros? ―Él tiró su tenedor hacia Chase.
Los ojos de Chase se calentaron cuando se encontró con los míos y entonces él
se apartó de la mesa. Miré a Monroe en busca de ayuda. Ella asintió con la cabeza.
―Así que, ¿un restaurante? ¿En una escuela? ¿En serio?―Dirigí mi pregunta a
Monroe. Ella se sonrojó y miró a su regazo.
Pero entonces todos los demás siguieron su ejemplo. Cuando llegó mi turno.
Abrí la boca, pero todo lo que salió fue un cruce entre un gruñido y un gemido.
Genial.
―Cinco―dijo Chase.
―Sí, bueno, me gustan las niñas. Eso no significa que corra alrededor liándome
con todas las que veo con el fin de tener una―Nixon escupió.
Phoenix señaló con el tenedor hacia Monroe y la fulminó con la mirada. ―Ni
siquiera termines la frase.
Todo el mundo miró a Nixon. Chupo el anillo del labio y puso sus manos
detrás de su cabeza, apoyándose en las patas de la silla. Estábamos todos con
uniformes, pero él se había quitado la chaqueta, así que podíamos ver el contorno
de sus tatuajes oscuros debajo de su flamante botón blanco. La camisa se extendía
sobre sus músculos de una manera tal que no podía dejar de mirar. Quiero decir,
los otros chicos eran atractivos pero Nixon estaba un paso por encima del resto. Él
era perfección caótica.
―Nadie.
―¿Eh? ―Todavía estaba mirando a sus brazos voluminosos.
―Comer aquí―dijo Nixon deliberadamente―. Sólo nosotros. Sólo esta hora del
almuerzo.
―A veces nos gusta la suciedad. ―Nixon sonrió con aire de suficiencia―. Ahora
vete antes de que llegues tarde.
No me moví.
Chase puso su cabeza entre las manos y gimió. ―Odio cuando mamá y papá se
pelean.
Phoenix se echó a reír. Tuve que admitir que yo misma lo encontré gracioso. A
Nixon, sin embargo, no le hizo gracia.
―¿Siempre es así?
―En realidad…―Tex se inclinó hacia delante―. No. Creo que sacas lo peor de
él.
―Um… ¿No?
―¿Qué pasa si el hijo de algún jeque vine a ésta escuela pero él es de una
religión diferente a la de cualquier otro chico? ¿Qué pasaría si esos mismos chicos
comen el almuerzo en la misma habitación que se sirve carne de cerdo?
―Oh. ―Resoplé―. Supongo que eso tiene sentido, pero entonces ¿eso no es
segregar a todo el mundo?
―¿Qué?
No, ellos hacían artes defensivas. En serio. Así es como lo llaman. Igual que las
artes no oscuras de Harry Potter, sino artes defensivas. Podría haber sido
fácilmente lo mismo por la forma en la que mi cuerpo se sentía.
Al menos ahora sabía cómo sacarle los ojos a alguien, lo que sabía que me iba a
venir muy bien si tenía que sentarme y comer con Nixon todos los días.
4
Hace referencia al principio japonés que dice la energía forma parte de todo ser vivo y que se
podría traducir como "flujo vital de energía".
Me arrastré hasta mi puerta y me detuve frente a ella.
Inteligente. Apuesto a que ellos casi exterminaron todas las células de sus
cerebros para llegar a eso. Decidí unirme a la diversión y dibujé un corazón
alrededor de mi cabeza con una pequeña burbuja que decía MOO.
Toma eso.
Le saqué el dedo.
Exhalé en alivio.
―¿Por qué?―Apreté los dientes. A la velocidad que iba no iba a tener nada con
lo que moler.
―Tiene mis gérmenes y te juro que dejé caer mi baba por toda mi almohada la
noche pasada.
Nixon miró su reloj y luego puso sus manos detrás de su cabeza y cerró los
ojos.
―¿Por qué?
―¿Por qué no te gusta que la gente te toque? ¿Esa es tu regla o una cosa de la
Elite?
Eso picó, pero estaba demasiado cansada como para dejar que se hundiera
demasiado en mí conciencia. ―Es la única manera de encontrar la forma de
sobrevivir en este lugar.
―Hazlo.
―Aparte de mí. ―Él metió las manos en los bolsillos de sus pantalones―. Dime
la verdad.
―Que me necesitas.
―Trae una parka, porque la vida es una perra y acabas de comprar un billete
de primera clase, cariño.
*~*~*~*
―¿Mataste a tu hermano?
Ella rodó los ojos. ―No soy tan afortunada, no.―Con un resoplido se sentó en
su cama―. ¡Los Elegidos dan una fiesta esta noche y conseguí llevarte!
Dije técnicamente.
―Tu turno.
Las cogí. Ambas piezas de ropa eran más pequeñas que el top que llevaba a la
cama. ¿Cómo se supone que funcionaría?
Ella rodó los ojos. ―Lleva sandalias, así no parecerás tan alta, y te daré una
chaqueta de cuero. Te verás increíble. Confía en mí.
La miré, pero seguía dándome esa mirada lastimosa suya. ―Está bien,
iré.―Tenía un mal presentimiento sobre esta fiesta.
Capítulo 8 Traducido por krispipe
Corregido por Armonía&paz
―¡No! ¡Quédate!―Ella estaba bailando con Tex. Quiero decir, supongo que
puede llamarse bailar. Sus manos estaban en todas partes, y honestamente yo
estaba esperando en anticipación a que Nixon le diera un puñetazo en la nariz por
sostener a su hermana tan cerca.
Así que básicamente él era lindo esta tarde. ¿Esta noche? No tanto.
Me volví.
Phoenix estaba parado allí con dos bebidas en la mano. Sus buenas apariencias
de Harvard lo conseguirían ahora. Su pelo rubio arena estaba peinado hacia un
lado, pero funcionaba totalmente para él, ya que hacían que sus gruesas pestañas
negras destacaran sobre sus ojos color chocolate.
―¿Bebes?―Tendió un el vaso de plástico rojo.
―Regla número seis…―Phoenix cruzó los brazos sobre la barandilla del balcón
y suspiró―. Nunca aceptes bebidas de un extraño.
―Deberías tener más cuidado. ―Él suspiró en sus manos―. Mira, no sé ni por
qué estoy diciéndote esto. Si Nixon se entera, va a patear mi culo, pero él sólo está
tratando de protegerte. No sabes cómo la gente es por aquí. Quiero decir, eres de
una granja por el amor de Dios.
―Suenas como él. ― Jugué con el vaso de plástico en mis manos y luego lo puse
en el balcón―. Aquí todo el mundo es menor de veintiún años, ¿verdad?
―¿Y son tan malos que tienensu propia mafia para mantenerlos bajo control?
No lo creo. Lo siento, pero, ¿qué pasa con la seguridad? ¿Qué pasa con los adultos,
los profesores?
Phoenix bajó la vista al suelo. ―Ellos miran para otro lado.
Empezó a parecer que él tenía dos cabezas. Me lamí los labios. Mi garganta se
sentía de repente muy seca. Bebí un poco más de líquido del vaso. Me sentí con
reseca. Terminando la bebida, la puse de nuevo en la barandilla y miré a Phoenix.
Ellos me sacaron el dedo. O por lo menos creo que lo hicieron. Vi como veinte
dedos.
Algo estaba mal. Mi boca se sentía como el algodón. ―T-tú dijiste que nada de
drogas… ―¿Por qué mis palabras sonaban tan divertidas?
―A-ayuda. ―Fue un débil grito lastimero. En realidad, sonaba fuerte para mis
oídos, pero todo sonaba fuerte.
―Phoenix…por favorrrr.
¿Cómo me estaba drogando por mi propio bien? Esto es lo que quería gritarle, pero
cuando abrí mi boca no salió nada.
―¡Qué demonios, Phoenix!―Oí otra voz masculina. ¡Por favor déjale esto a un
profesor o alguien, o incluso Tex!
Vi la cara de Chase. Bueno, vi a tres de ellos. Al menos creo que era Chase.
―Sólo déjame hacerlo a mí. ―Chase extendió sus brazos. Estaba siendo
trasladada. Eso era una buena cosa, ¿no?
Eso fue lo último que recuerdo hasta que todo se volvió negro.
*~*~*~*
El timbre volvió a sonar. Sacudí la cabeza y me froté los ojos. ¿Dónde estaba?
Me sentía cómoda, como si estuviera en mi cama, pero esta no era mi cama
Oh no.
Los dormitorios de los chicos. Por supuesto. Al menos no había nadie allí para
presenciar mi vergüenza. Y entonces, una a una, las puertas del pasillo se abrieron,
y los chicos asomaron la cabeza fuera.
―¡Ah! ¡Él se tiró a otra! ¡Vamos Tim!―gritó un chico, y luego una pared gigante
de músculos me saludó a través del cuarto de baño. El tipo era asiático con
asesinos ojos dorados y una sonrisa mayor. Tragué saliva.
―¿Cuál es tu problema?
Él sonrió y se inclinó tan cerca que podía oler su pasta de dientes. ―¿Qué nena?
¿Sin beso de buenos días para el chico con el que pasaste la noche?
Me lancé contra Phoenix, pero Chase bloqueó mi camino. ―Déjalo ir, Trace.
Chase me soltó. Sus ojos estaban tristes, pero no me importó. Cargué fuera de
la entrada al sonido de chicos gritando y llamándome puta.
Supongo que ya había usado mi viaje en ascensor de todos modos. Corrí por
las escaleras, sudando para cuando llegué al tercer piso.
―¡Qué puta!―gritó otra chica―. ¡Tim tiene novia! ¿Quién hace eso?
Tragué mis sollozos mientras llegaba a mi puerta, y la abría. Gracias a Dios que
no estaba cerrada con llave.
―No lo hará. ―Temor llenó mi estómago hasta que pensé que iba a vomitar―.
Él dijo que había terminado de protegerme.
―¿Cómo?
―¡Él me provocó!―grité.
Asentí. Sabía que era cierto. Y odiaba tener que enfrentar a toda esa gente hoy.
Era oficial. Odiaba la universidad. Era molesto entrar en el salón de clases ver a
todos riéndose en mi dirección. Me dejé caer tan bajo en mi asiento como pude sin
caerme de la silla y enseñarles a todos mi ropa interior, solidificar mi reputación
como una sinvergüenza.
Nixon entró. Por primera vez en dos días quería que él me prestara atención.
Yo quería caminar hacia mi escritorio y decir que nuestra apuesta era estúpida.
Quería esa maldita tarjeta de acceso. De hecho, mataría por un paseo en el ascensor
a la semana, y yo sólo había estado en la escuela por cinco minutos.
Levanté la mano.
―¿Sí, Granjera ?
Rodando los ojos le pregunté tan amable como sea posible―: ¿Los equipos no
están asignados?
Las personas se rieron como si acabara de hacer la pregunta más tonta del
mundo.
Nixon no se reía, ni sonrió. ―No, trabaja con los grupos. Así que eli ge un grupo
y trabaja con ellos.
―¿Cualquier grupo?
―Cualquier grupo―espetó.
Caminé hacia otro lado del salón de clases donde el chico que estaba bebiendo
durante la clase se sentó junto a su grupo. ―¿Ustedes posiblemente tienen espacio
para uno más?
El chico abrió la botella tomando un gran trago y luego se limpió la boca con la
chaqueta.―Sí, estamos totalmente en tríos, ¿no es así?―Miró a la otra chica en su
grupo y chocó los cinco con ella.
Con una bocanada de aire marché al frente de la sala y cortésmente esperé que
Nixon se fijara en mí. Estaba leyendo algún gran libro loco en un idioma diferente.
Aburrido.
―¿Qué puedo hacer por ti, Trace?―Sus ojos sin abandonar el libro.
―Ah, ahí está la excusa que estaba buscando.―Esta vez sus ojos se encontraron
con los míos―. Este es el mundo real, Trace. No puedes simplemente acusar de
malvados a los chicos en clase. ¿Nadie quiere que estés en su grupo? Permanece en
el grupo de todos modos. Haz que te noten, hazles prestar atención. Ahora, vete.
Miré de nuevo a Nixon. Él me miraba fijamente, y luego asintió una sola vez y
volvió a su libro.
―Gracias.
―Por favor, dile, a la Granjera que deje de mirarnos―dijo Nixon frialdad. ¿Por
qué estaba enojado? ¡Fui la única que tomó ventaja! ¡Y todo porque él quería
demostrar lo importante que era!
Rápidamente desvié mis ojos y me mordí la lengua para no decir algo ofensivo.
Mis ojos se posaron en todos los estudiantes que nos rodeaban. Estaban
observando y esperando, y yo estaba cada vez más y más enferma por minuto.
―Lo hago por ti. No por ella . ―Fue la respuesta de Nixon―. No quiero a nadie
incómodo.
Me estremecí.
Monroe agarró mi mano y puso una tarjeta de acceso en la misma. De alguna
manera, no es correcto que ella le tema a su propio hermano. Pero, de nuevo tal
vez esto era cómo funcionaban las cosas en su familia.
―Es todo lo que pude hacer, Botas. Lo siento. No quería decirle que perdiste la
tuya, por lo que se me ocurrió otra historia que contarles a Tex y a Phoenix. Nixon
no le gusta la irresponsabilidad. Él es un maníaco del control en esesentido. En
cualquier caso, al menos puedes comer.―Ella acarició mi hombro y se alejó.
Sabía para entonces que para ver la orden del almuerzo, tienes que escribir el
código en el reverso en el programa web de la escuela, pero ¡no había ningún
código!
Para entonces el llegó el almuerzo, estaba tan hambrienta que estaba dispuesta
a tirarle la tarjeta en la cabeza a Nixon.
La deslicé de nuevo.
La seguí deslizando hasta que por fin una pequeña alarma roja se disparó. Oh,
genial.
―No exactamente . ―Chase me dio una sonrisa triste―. Pero es mejor que ser
visto y no oído aquí, ¿entiendes?
No se veía tan mal. Hasta que mis ojos se acostumbraron y me di cuenta que
algo andaba mal acerca de dónde estaba.
Todas las opciones eran para los vegetarianos. Genial. No hay carne. Maldito
seas, Nixon.
Para empeorar las cosas la única mesa libre estaba justo en el medio de la
cafetería, lo que significa que estaba en exhibición para que todos la vean.
Esperé mi comida.
Y esperé.
Y esperé.
No había comida. Sólo una nota que decía :Moo. Tal vez si comes menos, Tim no se
quejaría de lo terrible estuviste en la cama.
Para el resto del día. Mi única compañera era el gruñido de mi estómago. Y sí,
yo era consciente de lo patética que estaba siendo. En realidad estaba muy
emocionada de ser invisible considerando los acontecimientos de esta mañana.
―Detente―lo dijo tan bajo que casi no escucho las palabras. Nixon caminó
hacia mí. No tenía a donde ir más que regresar por el pasillo, y realmente eso sólo
parecía una pérdida de tiempo, así que traté de esquivarlo.
―Y me voy.
Nixon sonrió.
Mi corazón dio un vuelco, o tal vez siete. Perdí la cuenta cuando dejé de
respirar como un ser humano normal.
Sin siquiera darme cuenta, había tirado de mí a un la do de la sala y estaba
sujetándome contra la pequeña alcoba en la pared. Genial, nadie para presenciar mi
muerte.
―Come ―instó.
Mi boca se abrió de golpe para decir algo maleducado, pero el momento en que
lo hizo, él forzó una barra de granola en ella.
―¡Y déjame decirte algo más. No dormí con Tim! Bueno, pude haber dormido,
pero definitivamente no toque su … Y, y… yo…
Sentí que mis orificios nasales se expandían, pero por supuesto que mi
estómago no había olvidado que se estaba muriendo de hambre, lo que hizo que
Nixon se riera más fuerte. ―¡Por Dios, mujer! Sólo come la maldita barra de
granola y di ¡gracias!
¿Gracias? ¿Quería que yo le dé las gracias por lo que acaba de ocurrir las
últimas veinticuatro horas?
Y de repente me acordé. Que no lo había visto la noche anterior. Eso fue todo
de Phoenix y un poco de Chase. Bastardos.
Y luego se fue.
Capítulo 10
Traducido por 3lik@ & MewHiine
Corregido por Karlix
Me gustaría poder decir que mis días fueron más simples. Que después del
incidente de la barra de granola, todo era color de rosa. Para el resto de la semana
la Cafetería Roja seguía sirviendo nada más que tofu y opciones vegetarianas. Para
el viernes de la semana que viene, hice una nota mental de ir de compras por
bocadillos ese fin de semana enque los minutos de clases habrán terminado.
La chica se inclinó hasta que sus senos casi se desbordaban del botón blanco de
su camisa. ―Sí. Se me dijo que te diera esto. ―Ella puso una nota en mi rostro y
esperó a que la tomara.
Mis dedos agarraron el pequeño papel blanco. Con cuidado, abrí la nota. Decía:
Nos vemos fuera.
¿Fuera? ¿Cómo, fuera con toda la hierba y los árboles o afuera de la cafetería?
La campana sonó, señalando que tenía que salir de todos modos. Lanzando la
nota en la bandeja agarré mi bolso y salí corriendo de la habitación.
Huevo.
Otro golpeó mi bolso, lo que me molestó más que el que golpeó mi cabello. Era
lo más caro que tenía, junto con las botas que Chase me había dado. Sin contar con
los zapatos de época de la abuela, porque esos eran heredados.
Los huevos volaban por mi cabeza. Tuve que cerrar los ojos un par de veces
con el fin de limpiar la clara de mi línea de visión. Una vez que llegué al final de la
sala, giré hacia la izquierda, y corrí a la derecha topándome con tres muchachos
fuertes. Cada uno de ellos tenía una cubeta.
―Es mejor que estés limpia. Al a Elite no le gustan las putas sucias.―Levantaron
sus cubetas arrojando agua fría por todo mi cuerpo.
Lo estaban.
La gente me rodeó, aún cantando puta y zorra como si yo hubiera hecho algo
para merecerlo.
Fue en ese momento que no estaba segura de si quería cerrar los ojos y esperar
a que todos se fueran, o simplemente llorar y avergonzarme a mí misma. Diablos,
yo ya estaba más allá de la vergüenza. No era esa chica. ¡Yo era virgen por amor a
Dios! ¡Sólo he besado a un chico en toda mi vida! Despiadados, eran despiadados.
Más condones siguieron hasta que estaba literalmente cubierta de ellos, y entonces
una de las chicas de la Cafetería Roja se me acercó y me tiró de mi cabello, casi
arrastrando mi cuerpo junto a ella.
Me negué a decirlo.
Ella tiró con más fuerza. Grité y traté de luchar contra ella. Maldición, ella era
fuerte.
―¡Dilo!
―Yo…
Tragué con valentía y la miré hacia abajo, a pesar de que sabía que era estúpido
y sin sentido― Yo pertenezco aquí.
La gente se reía detrás de ella. Algunos quedaron sin aliento, y sí, vi algunas
personas evitarse a los ojos. Vaya no todos eran crueles, pero no importaba. No
tenía ninguna protección, nada.
No me di cuenta de que estaba temblando hasta que probé frotarme los ojos para
ver mejor.
Me rehusé.
―Mierda ―Él sacó un pañuelo de su bolsillo trasero. ¿Los chicos aún llevan
pañuelos?―. Esto no tenía que pasar. Yo no … ―se mordió el labio hasta que se
tornó blanco, y luego me tendió la mano.
¿No era esto tocarlo? ¿Por qué esto era diferente cuando él lo hace y no cuando
lo hago yo? No tenía tiempo para pensar en tales cosas cuando la gente se
deslizaba lentamente fuera de las aulas. Vi a dos profesores entonces. Ellos
asintieron a Nixon y tomaron un sorbo de café como si fuera una cosa normal que
enfrentan todos los días.
Era más pequeño que los tres grandes edificios de aulas y se encontraba
ubicado en medio de la sala de ciencias y el gimnasio.
Nixon entró, pero no me soltó. Me retorcí en sus brazos, pero maldita sea, ese
chico era fuerte.
Mis ojos alcanzaron a ver la habitación. Una mesa de billar estaba en un rincón.
Un televisor de pantalla plana ocupaba toda la pared, varios sillones de cuero y un
bar. Wow, eso era como la suite del presidente o algo así.
Miré su rostro. Era imposible de leer. Él se mordió el labio, haciendo que su aro
en el labio desapareciera y entonces lo vi. Casihablé en voz alta. Él podría ser
seriamente el gemelo de Channing Tatum. Es decir, si Channing Tatum tuviera el
cabello oscuro y rizado y un piercing en el labio, pero aún así. Era casi
sobrenatural. Me dije a mí misma para parar de verlo, pero no pude evitarlo.
Su mirada cayó en la mía, luego bajó hasta mis labios. Habló en voz baja
―Necesitas limpiarte.
Él se rió, el muy maldito― No, creo que los dos sabemos que no eres una puta.
Necesitas limpiarte porque hueles a huevo y agua con azúcar.
―Entra ―me dejó caer en medio del suelo y empezó a quitarme la ropa tan
rápido que no pude detenerlo.
Nixon se echó a reír. ¡Dios mío!, la risa de ese chico era musical. Quería
embotellarla y tenerla toda para mí. ―Cariño, estoy seguro de que ellas también te
extrañan. Ahora ¿crees que puedes manejar el resto?
Le pegué. Riendo, él dio un paso atrás. ―Las toallas están en el armario debajo
del fregadero. Tenemos todo lo necesario junto a la bañera. Sólo… no te ahogues,
¿de acuerdo?
―Está bien ―asentí con la cabeza―. Trataré muy duro en mantenerme flotando,
¿de acuerdo?
Sin mirarme, él asintió con la cabeza y salió del cuarto, cerrando la puerta tras
de sí.
Caray, ese chico tenía más cambios de humor que la abuela cuando pasó por la
menopausia.
Las raspaduras seguían sangrando, y sabía que iba a doler como el infierno en
el minuto que las metiera bajo el agua.
Entonces sus ojos se encontraron con los míos y más bajo. No me cubrí ésta
vez. Creo que estaba en estado de shock o algo así. Una calidez circuló a través de
mi cuerpo, y no tenía nada que ver con el agua del baño mientras sus ojos se
oscurecían.
Con una maldición, salió del cuarto de baño y cerró la puerta. Mi corazón latía
con fuerza en mi pecho. ¿Qué acababa de pasar?
―Puedes hacer esto, Trace, sólo pide algo de ropa. ―Me di una charla, asentí
con la cabeza una vez, y llegué hasta la puerta. En el momento en que mis dedos
tocaron la perilla, ésta se abrió de golpe y caí directamente en los musculo sos y
tatuados brazos de Nixon.
Los dos nos congelamos. Sus dedos se clavaron en mis hombros. Mi cara se
apoyó contra su pecho. Respiraba pesadamente, y yo estaba tratando de recordar
no desmayarme.
Mis rodillas seriamente comenzaron a temblar. ¿Por qué tenía que ser tan
hermoso? ¿Y por qué su toque me daba ganas de vender mi alma?
Nixon me soltó y de inmediato me sentí tan fría que me estremecí. ―Te voy a
encontrar algo. Dame unos minutos.
Santo infierno, yo estaba en la Bat Cueva. Esta era la sede de Los Elegidos.
Mierda. Acababa de tomar un baño en el cuarto de baño de Los Elegidos.
Todo lo que necesitaba era ser vista saliendo de este lugar y todo el campus
sería aún más implacable.
Nixon apareció unos minutos más tarde con algo de ropa. Todas ellas tenían
etiquetas puestas. ―Así que… ―Se rascó la cabeza―. Yo, um, supuse las tallas, y,
sinceramente, no quise ofenderte adivinando alguna demasiado grande o
demasiado pequeña, por lo que me tomó cinco años escoger algo. Así que no te
molestes si me he equivocado, ¿de acuerdo?
Una risa escapó de mis labios. ―Está bien, te prometo que no voy a
molestarme. ―Tomé la ropa de sus manos y volví a entrar en el cuarto de baño.
Los pantalones eran de diseño. La única razón por la que lo sabía era debido a
que la etiqueta estaba todavía en ellos, y decía: Trescientos noventa dólares. Tragué
saliva y saqué el suéter. Era de cachemir y suave, exactamente el tipo de cosa que
quieres usar después de un día de mierda.
Había una pequeña caja de color rosa debajo de éste, ponía Victoria Secret.
¿Qué? ¿Tenía un maldito centro comercial en éste lugar? Bueno, era la Bat Cueva, y
era Eagle Elite. Me encogí de hombros y abrí la caja.
Mis cejas se elevaron. ¿Un tanga? ¿En serio? El sujetador a juego no era tan
malo, y la maravilla de todas las maravillas, era un 34 C, la cual en realidad era mi
talla. Entonces otra vez, él acababa de verme en topless y…O h mierda. Me apoyé en
el mostrador y tomé unas cuantas respiraciones profundas.
―Reluciente de limpia, y estoy feliz de anunciar que ningún ahogo tuvo lugar
en tu cuarto de baño.
Muy bien, ¿así que esta era la parte donde se suponía que debía decir gracias y
escapar como un ciervo asustado?
―No vas a ninguna parte hasta que se terminen las clases. Todavía tienes dos
horas que quemar. Así que siéntete como en casa.
Nixon juró y se lanzó desde el sofá, acechando su camino hacia mí. Agarro mi
uniforme junto con mi ropa interior y lo tiró a la basura. ―Hecho.
―No. No puedes usar eso de nuevo. Están arruinados y hay reglas aquí. No
puedes simplemente usar un uniforme en ruinas.
―Pero…
―¿Hambre?
Yo era oficialmente la pobre dama sin hogar que no tenía dinero, ni comida, y
lloraba cuando la gente le ofrecía carne. Suspiré.
Justo en ese momento se abrieron las puertas. Chase caminaba con una bolsa
de ropa, seguido por Monroe, Tex, y Phoenix. ¡Bienvenidos sean todos a la sala de
la humillación!
―Le preparé la mitad de una vaca ―Nixon se echó a reír―. Estoy seguro de que
está en el cielo del amante de la carne en estos momentos.
―Sip.
―Bien ―Nixon cortó―. Sólo pon la bolsa ahí encima, y la cogeremos una vez
las clases hayan terminado.
Pero fue el tipo de risa nerviosa que surge cuando nadie sabe qué más hacer.
Extraño.
Terminé la hamburguesa mientras que Monroe y Tex discutían sobre qué hacer
conmigo donde no me metiese en problemas o me causara daño físico a mí misma.
Finalmente no pude soportarlo más.
―¡Chicos! Sólo váyanse a pasar el rato. Yo iba a ir a una tienda de todos modos.
―¡No!―dijeron todos al unísono.
―Así que…―Chase preguntó, metiendo las manos en los bolsillos―. ¿Qué será,
Nixon?
Esa era la misión que tenía a Chase corriendo, y honestamente yo estaba súper
agradecida. La última cosa que quería hacer era comprar un nuevo uniforme que
costaba más que mi mochila.
―Sí, sólo quiero coger mi dinero. ―Abrí la caja y saqué el dinero en efectivo.
Mis dedos golpean algo frío, curiosa, deshice la caja sobre la cama.
―¿Qué acabas de decir? ―preguntó Monroe de repente justo detrás de mí. Metí
el collar en mi bolsillo y me encogí de hombros.
Caminamos tomadas del brazo por los tres tramos de escaleras, decidimos que
no queríamos hablar con nadie si estuvieran en los ascensores.
Monroe comenzó a charlar sobre Tex, así que no estaba prestando atención a la
conmoción de afuera hasta que Monroe dejó de hablar y dejó escapar un profundo
suspiro. ―Parece que todo el mundo está listo.
―Bien. ―Vi con asombro como los chicos, también conocidos como Los
Elegidos, salían de la Range Rover y hacían un gesto hacia nosotras para que
pusiéramos nuestros culos en marcha.
―Genial.
Monroe estaba en el asiento trasero con Tex. Asumí que Phoenix y Chase
estarían en uno de los otros coches.
El guardia armado saludó, luego habló por su walkie-talkie e hizo señas para
que nos dejasen pasar.
―No, es que… ¿Es realmente tan peligroso para ustedes salir por ahí?
Se inclinó hacia delante para encender el calor. Genial. Ahora iba a sudar hasta
la muerte. El tipo ya me estaba matando con su buena apariencia. ¿Calor? El calor
no era necesario en este momento.
Nos fuimos en silencio, y por alguna razón cada vez que me movía, el collar en
mí bolsillo seguía pinchándome en el muslo. Malditos pantalones ajustados.
Exasperada, lo saqué y lo apreté alrededor de mi cuello.
5
Gafas de aviador: Son las que tienen el cristal reflejante como un espejo y esto evita que se vea n los
ojos y son ahumadas para que no le traspase demasiado sol.
―Sí, como en diez… Santa mierda. ―Nixon pisó los frenos―. ¿Qué demonios,
Trace?
―¿De dónde demonios has sacado esto? ―Tomó mi collar, pero le di una
palmada en la mano.
―Detente. ―Él negó con la cabeza, luego golpeó la mano contra el volante y
luego empezó a maldecir en un tipo de lenguaje que me sonaba vagamente
familiar.
Asentí con la cabeza a través de una oleada de lágrimas que comenzó a rebasar
mi cara. ¿Qué era lo que me pasaba? ¿Y por qué de repente tuve ese recuerdo? ¿Ese
hombre había sido mi padre? ¿Quiénes eran los otros hombres?
―Yo hago las preguntas. Tú das las respuestas. ¿Entiendes? ―Sus ojos brillaron
caliente. Intenté retroceder, pero el cinturón de seguridad me inmovilizó en el
lugar―.Ahora, puedo preguntar amablemente o por la fuerza. ¿Cuál es tu apellido?
―¿Qué? ―Mis labios temblaron―. Mira, Nixon, esto ha sido una mala ida, sólo
llévame de vuelta a los dormitorios. No necesito los detalles de seguridad como lo
hacenustedes. Voy a regresar en un taxi o algo así. Además, me estás volviendo
loca. Voy a encontrar mi propio camino a casa.
―¡Un infierno que lo harás! ―Llegó a través del asiento y me agarró la mano―.
Vamos sólo, vamos sólo a terminar con esto, ¿de acuerdo?
Todo lo que sabía era que Los Elegidos eran mucho más importante de lo que
me podía imaginar, o incluso creer.
Grité.
Impresionante.
―¿Marrón?
―Tus ojos.
Sus ojos buscaron los míos y entonces se inclinó más. Nuestros labios estaban a
centímetros. Mi corazón se estaba volviendo loco. Me incliné.
6
Twizzlers: Es una marca popular de caramelos con sabor a fruta en los Estados Unidos y en
Canadá (muchas veces llamado cara melo de orozuz o regaliz).
7
En italiano en el original.
Nixon se echó hacia atrás inmediatamente y sacudió la cabeza como si hubiera
estado bajo un hechizo, cuando él muy bien sabía que había sido él el bastardo que
lo lanzó.
―Um, sí, voy a ir a pagar. ―Empujé mi carrito hacia la caja registradora. Nixon
caminaba detrás de mí, esperando pacientemente.
―Me alegra ver que vas a comprar suficiente comida para no morirte de
hambre en medio de las clases. ―Él sonrió.
―Es tu culpa que tenga que comprar alimentos―le solté, un poco irritada y aún
obsesionada con el casi-beso.
Rodó los ojos. ―Deja de ser difícil. Tienes dos tarjetas de acceso.
―¿Eh? ¿Eres tonto? ―Lancé una bolsa de patatas fritas hacia su cabeza―.
¡Phoenix robó mi tarjeta la noche que le hiciste tenderme una trampa! ¡Esa misma
noche que estuviste fuera de la escuela haciendo quién sabe qué! ¡Sólo tengo la
tarjeta roja que me diste el otro día!
―En la sala cuando dijiste que era lo mejor que podías hacer, y me entregaste la
tarjeta para la Cafetería Roja.
―Debido a que Phoenix dijo que estabas incómoda comiendo con nosotros. La
Cafetería Roja es mejor que los comunes…
―Sí. ―Tragué saliva, porque ¿quién sabía cuándo yo iba a hacer que él o uno de
los otros chicos se enojasen y yo perdiera mis derechos a comer carne?
―Serán cien dólares con setenta y dos centavos. ―El vendedor anunció en tono
aburrido.
Saqué el rollo de billetes en mi mano y tiré de la banda de goma. El fajo de
cientos cayó al suelo. Esto era lo que la estúpida presencia de Nixon hacía en mí.
Me ponía nerviosa y un poco loca.
Imposible.
―Uh, no, sí, umm… ―Realmente no sabía qué más hacer, así que le di el fajo de
billetes.
La pila estaba envuelta en un billete de cien dólares, con el fin de cubrir los
diez billetes de mil dólares.
―Oh tu sabes, por eso. ―Apunté cuando un hombre que parecía tan viejo como
el abuelo sacó un arma que sólo había visto en las películas de acción, y entró en la
tienda.
Monroe puso los ojos en blanco. ―Sí, me puedo imaginar lo que será. ―Ella
sonrió en mi dirección―. ¡Nos vemos más tarde!
―¿Por qué?
―Debido a que estamos viviendo nuestro propio jodido Romeo y Julieta. ―Él
sonrió y golpeó el volante―. Muy bien, nueva mochila, ¿verdad?
―Sí, oh, y tengo que pagarte por las compras también. Me siento tan estúpida.
No tenía ni idea que tenía tantos miles, o que incluso existieran, o que el abuelo…
―Mi voz se apagó. ¿Por qué el abuelo me había dado tanto? ¿Era por eso que él
quiso que lo escondiera?
Me encogí de hombros y empecé a jugar con la radio. ―Lo siento, voy a buscar
la manera de sacarles provecho para poder pagarte.
―No lo entiendes. ―Se rió con humor―. Yo nunca aceptaría tu dinero. Nunca.
Dos de las SUV nos siguieron hasta el centro comercial y dos más estaban
esperándonos cuando llegamos allí. Al momento en que me bajé de la Range
Rover, Nixon me agarró la mano y no la soltó.
―Diablos, no. ¿Tienda de segunda mano? ¿Estás… ?―Él maldijo y negó con la
cabeza―. ¿De segunda mano? ¿Una maldita tienda de ropa usada?
Y ahí estaba otra vez. Chicas como yo. Chicas que no pertenecían a La Elite, que
no deben babear por su presidente del cuerpo estudiantil. Sentí el calor en mi
rostro y bajé mi mirada al suelo. ―Um, ¿qué pasa con un Ross? O ¿Wal-Mart o algo
así?―Estaba tan avergonzada que ni siquiera podía mirarlo.
Traté de liberarme.
―Mason, no nos sigas tan cerca, ¿de acuerdo?―dijo Nixon sobre mi cabeza a
uno de los chicos de seguridad.
El rostro de Nixon se puso tenso, y luego su rostro brilló con humor. ―Cierto,
veinte.―Él miró hacia otro lado y murmuró―. La edad no tiene importancia
realmente en mi mundo.
―¿Tu mundo?
Al instante tenía cinco diferentes tipos de bolsos en frente de mí. Uno de ellos
era un bolso de cuero para hombres, el cual estaba un poco lindo. Los otros eran de
nylon, que supongo que estaba bien. Quiero decir, era Prada.
Mis dedos picaban por revisar las etiquetas del precio. Honestamente, ni
siquiera quería tocarlas, quiero decir, y si el aceite y los gérmenes de mi mano de
alguna manera quedaban en el bolso y…
―Trace, escoge un bolso. ―Nixon me instó , casi me obligó a tocar los objetos
bonitos. Me agaché y luego, por alguna razón, probablemente mi nerviosismo,
miré a mi derecha. Cerca del mostrador estaba un majestuoso bolso azul.
Probablemente debería haber apartado la mirada, pero no pude.
Yo no quería mirarla, pero no pude evitarlo. Su rostro era impasible, pero pude
ver una contracción muscular en su mandíbula. ―Se trata de una edición especial.
―Para una chica especial. ―Nixon puso un brazo alrededor de mí―. Entonces
es perfecto.
Nixon lanzó una sonrisa. ―No, creo que estamos bien. Gracias por su…ayuda.
¡Dios mío!, la mujer iba a desmayarse. Ella asintió con la cabeza y se pellizcó el
puente de su nariz, cuando nos giramos para irnos.
―¿Por qué?
Suspiré. ―Está bien, pero esto no es una cita, y esto no es hacerte el niñero.
Sabes que puedo cuidar de mí misma, ¿verdad? Simplemente puedes llevarme de
vuelta a los dormitorios. Tengo un trabajo que escrib ir de todos modos y… ―Mi voz
se apagó al instante que su mano tocó la mía. Confundida, bajé la mirada a
nuestras manos agarradas. Ni siquiera me di cuenta de que había entrado en una
escalera eléctrica hasta que llegamos a la planta superior. Sin soltar mi mano. Me
debatía entre el deseo de liberarlo y el deseo de darle un zape en la cabeza. Él no
podía jugar con mis emociones así. Hacerme sentir importante por ninguna razón
que no sea por su propio entretenimiento. Mi enojo crecía en segundos, traté de
hacer palanca con mi mano libre, pero su agarre se apretó.
―¿La copa?
―No, no la copa.―Nixon soltó una carcajada―. ¿Es una broma verdad? ¿Nunca
has tenido autoservicio?
Juraría que el calor del cuerpo de este chico podría provocar un incendio si lo
deseaba. ―Lee los sabores… ―ordenó.
Ah, una pregunta abierta. Entornó sus ojos cuando bajó su cabeza para
acercase a la mía, no podía apartar la mirada de sus labios carnosos mientras
descendían. Su cálida boca de repente sobre la mía y luego el pequeño burlón que
era, desapareció.
Idiota. ―Mentiroso―le dije, sin aliento empujándolo más allá―. Entonces, ¿sólo
empujo una de estas cositas?
Así que él sufría de demencia temporal y era amable, todo por culpa de mi
¿collar? O ¿era por lo que pasó en la escuela?
―Wow, eres del tipo de chica que le gustan los gusanos de goma.
―¿Eh?
Nixon señaló la copa en mi mano donde había apilado de alguna manera cinco
gusanos de goma en mi yogurt. ―Uh, sí, me encantan… los gusanos. Clásico.
Alguien debería registrar el oro que fluye de mi boca.
Nixon se humedeció los labios. Pude ver el fantasma de una sonrisa bailando a
través de ellos. Esto fue lo más que le había visto sonreír … en una eternidad. Me
gustaba y lo odiaba. Por un lado, casi me mata cada vez que sonreía en mi
dirección, porque sabía que no era sólo pasajera, pero falsa. Nixon no era el chico
que ofrecía algo sin tener algo a cambio, y sabía que mi paga se acercaba.
¿Por el yogurt?
El chico miró la tarjeta y luego la miró dos veces. Su boca se abrió y luego la
cerró. Al menos no temblaba como la última cajera. Con un golpe rápido le
devolvió la tarjeta y el recibo.
Empezamos a salir, pero él tomó la palabra. ―Um, sé que esto suena muy
tonto, pero ¿me das tu autógrafo?
―Claro… ―Se inclinó sobre el mostrador y firmó una servilleta que el chico le
había entregado―. ¿Cómo te llamas?
No estaba muy segura de por qué estaba tan agotada aparte del hecho de que
había tenido a la vez la semana más emocionalmente agotadora y más extraña de
mí vida.
Boo. ¿Yo nunca iba a tener un voto en el asunto? ¿Estaba mal usar mi nueva
mochila de Prada como almohada?
―Así es.
―¿Por qué?
Nixon se echó a reír. ―Pregunta la chica que está llevando billetes de mil
dólares. ¿Supongo que no tienes una cuenta?
―Bueno, vamos entonces.―Él saltó del coche. No tenía más remedio que
seguirle al gran edificio de cristal. Tenía sólo cuatro plantas, pero todos los ángulos
y planos del edificio estaban señalando como si fuera una especie de puercoespín
enojado.
Esperando que fuera hacia arriba, me quedé sin aliento cuando se disparó
hasta el sótano.
―Oh, ya sabes, afilando cu… ―Su boca se cerró mientras se levantaba y tendía
su mano―. Lo siento, ¿y tú eres?
―Así es.
Su sonrisa no llegó a sus ojos. ―Por supuesto que sí. Le dejaré saber a Anthony
que estás aquí.
―Estoy aquí.
Santo infierno, él parecía una versión más vieja de Nixon. ¿Era este su padre?
No, él todavía era demasiado joven. Esperé las presentaciones.
―Técnicamente, ella necesita abrir una cuenta. Habría ido a una de las otras
sucursales, pero la chica afortunada tiene billetes de mil dólares.
Los ojos de Anthony se abrieron brevemente antes de que se girara hacia mí.
―¿Qué has hecho, robar un banco?―Él resquebrajó una sonrisa.
Le sonreí de vuelta. ―No sabía que eran billetes grandes. Mi abuelo me dio
algo de dinero antes de dejarme en la escuela y tuve un fiasco con mi uniforme y
bolsas y…
Mis palmas empezaron a sudar. ―Yo, eh… La gente en la escuela como que me
empaparon en agua con azúcar y huevos crudos. Mi bandolera sufrió una muerte
lenta y pegajosa.
―Chicago.
Tony sacudió su cabeza con fastidio, pero no dijo nada. ―Así que, eres de
Chicago. ¿Por qué te mudaste? ¿Tus padres vinieron contigo?
Me moví incómoda sobre mis pies. ¿Qué tiene que ver esto conmigo abriendo
una cuenta? Pronto sentí la mano de Nixon agarrar la mía. ―¿Mis abuelos
pensaban que la ciudad era demasiado violenta, supongo? No sé. Mis padres
murieron en un accidente cuando tenía seis años así que…
―Um, ¿qué tiene que ver esto con abrir una cuenta bancaria? Lo siento, no
estoy tratando de ser grosera, sólo estoy realmente agotada.
Anthony se echó a reír. ―Yo diría que Nixon hace eso también…
Asentí.
―Voy a hacer algo de magia y abrir tu cuenta sin tu número de seguro social.
Añadiré la dirección de la escuela a la que asistes. ¿Tienes un número de teléfono
donde te pueda localizar?
Lo pasó a través de una pequeña máquina. Firmé algo y él me dio una tarjeta
temporal. Era negra igual que la de Nixon.
El viaje de regreso a la escuela sólo tomó unos minutos. Estaba tranquila, sobre
todo porque estaba confundida y cansada.
―Gracias. Conseguí ese memo alto y claro cuando estuve empapada en agua
con azúcar y drogada.
Suspiré. ―Así que, ¿por qué los escuchas? ¿Por qué ayudas a decidir las reglas?
Se congeló. Una máscara cayó de su rostro y entonces era sólo una chico y una
chica en un coche, hablando. El aire se sentía eléctrico mientras extendía su mano y
tocaba mi mejilla. ―Me gustaría que no fuera el caso. Ojalá no tuviera que hacer
reglas…o hacerlas cumplir.
Nixon abrió los ojos y lentamente retiró mi mano de su pecho. ―Eso significa
que deberías haberme escuchado el primer día de clases.―Su cabeza se inclinó
hacia un lado―. No tocas a los Elegidos. No respiras el mismo aire que Los
Elegidos, y no…―maldijo―. Simplemente no lo haces.
―Porque estás hasta el cuello en la mierda, y ni siquiera lo sabes. Y una vez que
sepas…que todo es sobre…la elección la tomarás tú también. Demonios, ¿qué
estoy diciendo? La decisión desapareció en el minuto en que tus abuelos te
dejaron.
―¿Decisión?―Rodé mis ojos―. Eres muy serio y críptico para patear, sabes eso,
¿cierto? ¿Qué eres? ¿Una especie de celebridad? ¿El hijo de un político? ¿El
pequeño y sucio secreto del Presidente?
―Hmm, esa cosa del pequeño y sucio, seguro que suena una campana. No
preocupes tu pequeña cabecita sobre nada, ¿este bien? Ve a hacer tu tarea y
relájate.
Los labios llenos de Nixon se curvaron en una sonrisa. ―Es un placer. Ahora ve
a hacer algo de trabajo. Voy a enviar a Chase en un rato.
Soltó una carcajada. ―Un siervo, ¿eh?―Se mordió el labio, inclinando el aro a
un lado. Maldita sea, odiaba lo sexy que era sin ni siquiera intentarlo―. Si vengo y
te vigilo, sin duda te molestaré.
―Adiós, Granjera.
―¿Cómo estuvieron las compras? ―Ella se sentó con las piernas cruzadas sobre
la cama limándose las uñas.
―Oh a tope. Ya sabes, aparte de ver unos locos en trajes con armas de fuego y
luego de tener al diablo comprándome una mochila Prada para sustituir la mía
vieja.
Monroe sonrió. ―Vamos, todo el mundo sabe que el diablo viste de Prada.
―Gracias, Monroe. ―La miré―. Eso fue muy útil de tu parte. ¿Por qué la
libertad bajo fianza de todos modos? ¿Siempre haces lo que sea que Nixon dice?
Ella soltó un bufido. ―Sí, a pesar de que él sea la encarnación del demonio―y
un asno―por lo menos me mantiene a salvo.
Sus nombres estaban en todo. Y cuando digo todo, quiero decir todo
Abandonato Enterprises, LLC. Eran dueños de la escuela, sí, literalmente dueños.
Eran dueños del banco al que acababa de ir, la tienda de comestibles, el centro
comercial, las estaciones de servicio. Y mi favorito, dueños no de concesionarios de
automóviles―no, porque eso sería demasiado normal. Eran dueños de las marcas
de automóviles. Algunas marcas extranjeras. Mierda.
―Y yo que pensaba que los mormones eran dueños de todo… ―dije en voz
baja.
―¿Disneyworld?―Ofreció ella.
Muy gracioso.
Monroe miró por encima del hombro hacia la pantalla. ―Valemos un montón
de dinero. Nuestro padre es del tipo paranoico, ¿sabes? Él vale miles de millones.
¿Imagínate si uno de nosotros fuera secuestrado para pedir rescate?
Eso tenía sentido. Lógicamente, podía decirme que la gente tenga miedo de
poder, pero todavía no me explicaba por qué el chico le había pedido un autógrafo
a Nixon.
Monroe se echó a reír. ―¿Alrededor de estas partes? Digamos que algo por el
estilo.
Llamaron a la puerta.
Chase estaba allí, con las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. Un
suéter apretado abrazaba su cuerpo perfecto. Aparté la vista.
―Hey, Mo. ―Sus ojos se volvieron hacia los míos―. Hey, Trace.
―¿Nixon te envía?
―Así es.
―¿Te quedas?
―Así es.
―¿Vas a decir algo más aparte de así es?
Él puso sus manos en el marco de la puerta y se inclinó hacia delante, con sus
labios de una pulgada de los míos. ―No soy muy hablador. Soy más bien un tipo
de acción.
―Apuesto a que lo eres. ―Asentí con la cabeza―. Por favor entra, siéntete como
en casa en nuestra encantadora prisión.
―No es una prisión. ―Monroe rodó los ojos―. Nixon sólo quiere asegurarse de
que estás a salvo, y aunque probablemente yo podría patear un par de asnos hasta
el suelo, estaríamos jodidas si el equipo de fútbol decidiera hacer una broma con
nosotras.
―¿Y por qué iban a hacer una broma con nosotras? ―le pregunté.
―Creo que es seguro decir que sé dónde iba a terminar esa frase.
―¿Ah, sí? ―Chase se dejó caer sobre la cama de la misma forma que lo hizo
Nixon unos pocos días atrás―. ¿Y cómo es eso?
―Maldita sea.
Chase sonrió. ―Sin embargo, nunca fui bueno en mantener mis manos quietas.
8
Cuando se escribe un ensayo o descripción en inglés gramaticalmente correcto, en tonces se
denomina "Composición en In glés"."English Composition".
―No, pero si tocas lo que le pertenece al diablo, él probablemente maldiga tu
alma, simplemente diciéndolo. Y si quieres una parte de las empresas cuando te
gradúes, tienes que compórtate bien.
Él maldijo.
Tres horas más tarde yo estaba agotada, pero había terminado. Y sólo eran las
ocho de la noche. Qué patética. Yo era un estudiante de primer año en l a
universidad y había hecho mi tarea temprano un viernes por la noche mientras era
cuidada por un chico que formaba parte de la pandilla del padrino.
―Él sólo está haciendo lo que le dije que hiciera―dijo Nixon desde la puerta―.
¿Has terminado con tus tareas?
Escuché su risa, pero yo estaba en una misión. Tenían que tener cámaras o
algo. ¿Cómo iba a saber el segundo en el que había terminado la tarea? ¡R idículo!
Tal vez estaba siendo paranoica debido al día que había tenido, ¡pero vamos!
―¿Qué clase de hombre crees que soy? ―Él me volteó en sus brazos, así que
estuvimos cara a cara. Miré hacia abajo.
―De la clase que lleva armas y envía a sus amigos para cuidarme en mi propio
dormitorio. La clase que sabe el minuto en que he terminado con mi tarea y que
por arte de magia aparece en mi puerta. De esa clase.
―¿Alguna vez has visto uno de estos? ―Él lo balanceó delante de mi cara―.
Chase me envió un mensaje hace diez minutos y dijo que estabas a punto de
terminar.
―¿Por qué? ―Crucé los brazos―. ¿Así podrías enviar a alguien en el próximo
turno? ¿Quién iba a ser esta vez? ¿Tex? ¿Phoenix?
―¿Has terminado?
―Sí, pero…
―Sí, puedo. ―Cruzó los brazos sobre el pecho y se apoyó en el extremo opuesto
de la pared―. Y lo hice. ―Apretó el botón de nuevo haciendo que el ascensor
continuara su descenso.
Hijo de puta. Yo quería darle un puñetazo en la cara. Creo que se podría decir
que él también, porque no dejaba de sonreír. ¿Quién demonios se creía que era?
Así que, ¿qué? ¿La gente tenía miedo de él porque era rico? ¿Debido a que su gran
papi malo era dueño de todo? Eso no quiere decir que puedas montártelo con una
chica sólo porque quieras. No quería decir que no pongas excusas para su
comportamiento. Y segura como el infierno que no quería decir que podías besar a
una chica hasta dejarla sin sentido y luego ordenarle que no te toque.
―Así que, ¿así es cómo funciona esto, Nixon? Tomas, ¿pero no puedes recibir?
―Sí. ―Me agarró la mano antes de que pudiera tirar y liberarla―. Yo estaba
dando.
Le saque la lengua.
Mantuve la boca cerrada. Algo había cambiado entre nosotros esta tarde. Algo
grande―sólo que no sabía lo que era. Hace un día estaba preocupada de si él
miraría hacia otro lado si un coche se dirigía hacia mí. Ahora… bueno, ahora se
sentía como si él fuera a hacer cualquier cosa para mantenerme cerca―casi como si
me hubiera perdido antes y supiera lo que se sentía al estar sin mí. Pero eso era
una locura. Era evidente que nunca había sido besada así antes, porque mi mente
estaba conjurando todo tipo de historias locas. Tenía que dejar de leer tanto.
―Pensé que le dijiste que hiciera eso, por lo de nuestro pequeño reto de antes
de no ofrecerte a protegerme y esas cosas.
Se detuvo y me llevó a su lado. ―¿De verdad crees que soy tan asno que haría
realmente que te drogaran, hacer que parecieras como la puta de la escuela, y que
estuvieras hasta el cuello de mierda y sin una pala?
―Mierda. Las chicas son tan cerradas a veces. ―Se pasó las manos por el pelo―.
¡Yo estaba molesto, Trace! Eres tan malditamente argumentativa y ¡nunca
escuchas! Yo estaba tratando de asustarte por unos pocos días. ¡No iba a tirarte a
los malditos lobos!
―Oh.
―¿Adónde vamos?
―Ya lo verás.
―Tim―dijo Nixon en una voz severa―. ¿Sabes por qué estás aquí?
―Sí.
―Sí, ¿qué?
―Tim, ¿tuviste o no tuviste relaciones sexuales con esta chica? ―Él me señaló.
Quise desaparecer en el acto. Mierda, por alguna razón, sentí como si aquello fuera
mi culpa…Si yo no hubiera tomado esa copa en Phoenix.
―No.
―¿Han oído eso, todo el mundo? ―Nixon se dio la vuelta y levantó las manos
en el aire. El tipo que me dio un beso en el ascensor y el chico frente a mí ahora
eran dos personas muy diferentes. Sus músculos se flexionaban en el claro de luna.
Se apartó unas cuantas piezas de pelo caído―. Su respuesta es el silencio. Bueno, al
menos no es una rata. ¿Verdad, Tim?
Tim no dijo nada, sólo se quedó allí. Con la cabeza bien alta.
Nixon le dio un puñetazo de nuevo. Esta vez Tim cayó hacia adelante, dando a
Nixon la oportunidad perfecta para utilizar su rodilla. La sangre brotaba de la
nariz de Tim mientras maldecía y caía al suelo. ―¿Aún en silencio, Tim?
Mierda, ¿por qué nadie hacía nada? Horrorizada, miré de nuevo a Tex―él
sacudió la cabeza como si me diera un mensaje silencioso de no hacer nada, pero
yo estaba demasiado asustada para funcionar. Mis pies estaban pegados al lugar.
Finalmente Tim gritó. ―¡Phoenix! ¡Uno de los tuyos me lo dijo! Él dijo que
estarías contento.
―¿Dijo que yo estaría contento? ―Nixon se echó a reír―. Tim, ¿me veo
contento?
―No.
Tim se puso lentamente de pie y se tambaleó hacia mí. Su ojo izquierdo estaba
empezando a hincharse y la sangre se apelmazaba en su rostro. ―Lo siento por
cualquier problema que pueda haberte causado, Trace.
Nixon llegó por detrás y le agarró los brazos empujándolo contra la multitud
de jugadores de fútbol en frente de nosotros. ―Límpienlo.
Una cantidad anormal de sí señor vino de los chicos que ayudaron a Tim a
ponerse en pie. La gente empezó a dispersarse. Incluyendo a Tex y Phoenix.
―Sí, señor.
―¿Por qué?
―Porque tú nunca…
―¿Desde cuándo ha estado bien drogar a una chica inocente? ¿Hmm, Phoenix?
―Él también me dijo todo esa noche y voy a ocuparme de su castigo el próximo
año.
Tuve una sensación de malestar de que su castigo tuviera que ver con el deber
de canguro. Algo así como protegerme de lo que él había causado. Oh alegría.
―¿Qué? ―Phoenix se puso de pie―. ¡No puedes hacer eso! Mi padre va…
9
Palabra en italiano que en español significa patán.
demasiado herido para hacer mucho daño de todos modos―. ¡Hijo de puta! ¡Te
voy a matar!
―Esto no ha terminado, Nixon. No puedes romper con esto ¡con nosotros! Estás
cometiendo un gran error. Espero que te des cuenta de lo que estás haciendo.
―Gracias, señor.
Fue Tex quien respondió. ―Pensé que ya lo sabrías a estas alturas. Es de él.―
Señaló a Nixon.
―¿Quién lo dice?
―Así que el apellido Abandonato cubre una multitud de pecados, ¿es eso?
―Nunca se es libre.
―¿Por qué?
Su respuesta fue el silencio. Lo que me asustó más que nada. Cuando entré en
la rifa para venir a esta escuela, lo único en lo que podía pensar era como iba a
estar lista para la vida.
Necesitaba respuestas, pero yo no estaba tan segura de que Nixon me las fuera
a dar.
―¿Tengo que decir sí señor también? ―le dije con voz temblorosa.
Tex se echó a reír. ―Es toda tuya, amigo. ―Caminó hacia la oscuridad, y yo me
quedé con el Ultimate Fighter.
Capítulo 15 Traducido por Pili
Corregido por Karlix
―Así que…―me metí las manos en los bolsillos―… No estoy segura de que se
supone que debo decir, si decirte gracias o en qué demonios estabas pensando?
―Las reglas hacen que el mundo gire.―Nixon se rió y luego me rodeo con su
brazo―. Los rumores deberían terminar, ¿de acuerdo?
―Sí, pero, ¿la gente no va a hablar de esto? ¿Y por qué estaba tan tranquilo el
decano? Es decir, tiene como el doble de tu edad.
Nixon se rió otra vez. ―Guau, gracias, necesitaba eso.―Sus ojos resplandecían a
la luz de la luna―.¿Eso es lo que hace la gente en la tele, disparar a la gente en la
cara?
―Sí, bueno. No. Lo supongo. No lo sé.―Suspire―.¿Qué eres? ¿Una especie de
gánster o algo así?
―¿Lo has hecho tú?―Él reaccionó como ofendido de que yo pudiera incluso
preguntarlo.
―Yo tengo el control de ello ―Él respiro e inclinó mi barbilla hacia él―.Sé que
suena loco. Yo tan sólo… no me gusta cuando la gente me toca sin permiso. Desde
que era un niño, después…―Él tragó―. De todos modos, no importa. Es algo que
tengo.
―Sí, como las reglas.―Su pulgar rozó mi labio inferior―. Eres hermosa, sabes.
―Nixon.―Mi voz era débil―. ¿Qué haces?―Sus labios encontraron los míos. El
beso fue breve.
Él suspiro.―Desearía saberlo.
―¡Oh!, créeme… ―Él deslizó su mano por mi hombro y mi clavícula hasta que
sus dedos cepillaron los primeros botones de mi camisa. No tenía ninguna duda en
mi mente de que el tipo tenía probablemente una matrícula en despojar a las
mujeres de su ropa con una sola mano―.Estoy realmente serio.
―¿Y?
―Así que…―Él asintió con la cabeza―. Sabes que está bien que me digas. No
diré nada. Quiero decir soy un Abandonato, pero no es algo tan sencillo como, ya
sabes, te pondré Jimmy a ti o nada.
―Vaya, entonces debes saber que no tengo idea de lo que estás hablando.
―¿No lo sabes?
―No.
―Bueno.―Él suspiró y dio una patada al suelo―. Eso es, guau… eso es muy,
muy bueno.
―Creo que debes de haber perdido mucha más sangre de lo que pensabas en
esa lucha.―Lo toqué con mi codo.
Él se rió. ―Por lo menos puedo decir que estoy malditamente lastimado por ti,
si eso es lo que se necesita.
―¿Necesita?
―¿No lo entiendes?
Sus ojos se cerraron, y cuando los abrió, todo lo que vi fue dolor y
remordimiento. ―No tienes ni idea de lo que sé y créeme cuando te digo, que tu
vida vale mucho más que la mía. Y sí, después de esta noche, créeme que te
conozco mejor que nadie, incluso mejor de lo que tú misma lo haces, y le pido a
Dios que siga de ese modo, Trace.
Justo cuando estaba a punto de abrir mi boca para hacer más preguntas,
porque básicamente eso es todo lo que tenía desde que vine a esta escuela, faros
estaban sobre nosotros. El dormitorio estaba frente a nosotros, y la carretera de
repente fue bloqueada por unos pocos coches caros.
―Pero…
Nixon agarró mi brazo y me giró hacia él. ―Trace, necesito que me escuches
ahora.Toma esta.―Me entregó su tarjeta de acceso negra.―No camines, corre hasta
que te ardan tus piernas, corre dentro del edificio, te metes en el ascensor, corres
por el maldito pasillo, y cierras con llave la puerta hasta que yo vuelva a por ti.
¿Entiendes?
Asustada, todo lo que podía hacer era asentir con la cabeza. Nixon agarró mi
mano cerrándola sobre la tarjeta y me susurró de nuevo. ―Corre.
No necesite que me lo dijera dos veces. Corrí como un diablo. Y mientras corría
todo en lo que podía pensar era en, ¿por qué no estaba segura en mi propia
escuela? Y en, ¿cómo consiguieron esos autos si ellos eran malos?
Pase la tarjeta y entre corriendo en la residencia. Una vez que estuve dentro del
ascensor alcé la vista y vi doce tipos trajeados que caminaban hacia la residencia de
estudiantes. Cuando las puertas del ascensor se cerraron, podría jurar haber visto a
mi abuelo.
El ascensor hizo ding dong y corrí a la habitación, cerré la puerta detrás de mí.
Monroe ya estaba en la cama.
Sacudí mi cabeza y jadeé. ―No lo sé. Yo solo… Nixon me dijo que corriera, así
que corrí. Y él se metió en una pelea con Phoenix y Tim y…
Asentí.
―¡Qué!―le grité―. ¡No puedo sólo mirar una película mientras tu hermano
podría ser asesinado!
Monroe estalló en una carcajada.―Créeme cuando digo que nadie sería tan
estúpido como para asesinar a mi hermano.
―¿Estás loca? Yo… ―Mi teléfono comenzó a sonar. Bueno, al menos estaba
funcionando. Tenía mis dudas después del incidente del agua azucarada. Miré el
identificador. Oh, cielos.
Suspiré felizmente. ―¡Sí, señor! He mirado todo, pero me puse el colgante hoy.
―¡Ay!, eso hace que mi corazón se enorgullezca. Ella amaba ese colgante, Trace.
―Oh no, no te preocupes por mí, Trace. Tengo que ir a atender a las vacas.
Mantente apartada de los problemas, ¿de acuerdo?
―Buenas noches.
Todo lo que podía oír era una respiración escalofriante al final de la línea.
Increíble. Mi noche estaba completa. Apreté apresuradamente el botón de terminar
y arrojé mi teléfono contra la cama.
―No.―Hice una señal con mi mano en el aire―. A todo esto.― Con un gruñido
me metí en mi cama y gemí.
10
La Propuesta: Película interpretada por Ryan Reyn olds y Sandra Bullock, su nombre en inglés es
The Proposal.
segura que tenía una buena razón para enviarte aquí y asustarte como la mierda,
pero no olvidemos que es tan protector como un hermano oso.
Sonó un golpe en la puerta. Salí disparada de la cama. Casi tropiezo con las
mantas, llegue a la puerta y la abrí.
Dios Santo, era como una estatua caliente y, a continuación, muy lentamente
sus brazos me envolvieron.
Estaba bastante segura, en ese momento, que estar en los brazos de Nixon era
mi lugar favorito en el mundo. El éxtasis no duro mucho tiempo. En el segundo
que me di cuenta de que no tenía golpes o contusiones y enviaba mensajes, sí,
mensajes de texto, antes de que lo abrazase.
―¿Dije que fuese malo?―Nixon levantó sus manos ofendido―. Sólo dije que no
vendría a rescatarme.
Apretando mis puños, luché contra el impulso de dar una patada y fulminé
con la mirada a Monroe. Él era su hermano. Me negué a seguir lidiando con sus
cambios de humor.
Nixon me ignoró. ―Ella me vio dar una paliza a dos hombres esta noche. Ella
debería ver algo divertido.
Monroe asintió con la cabeza. ―¿Una peli que tiene un final feliz e irreal y tal
vez un poco de chocolate?
Nixon las agito también. Bastardo. Monroe tenía todavía a la vista la selección
de películas.
―Nixon―silbé su nombre―. ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Y por qué tuve que
correr?
―Ella empezó…
―Nixon Anthony…
Y así fue como terminé por quedarme dormida con mi cara en su hombro. Al
menos eso es lo que me dije a mi misma cuando me desperté a las tres de la
madrugada con Nixon contemplándome como un monstruo en una película de
terror.
―No ―su voz era ronca. Su brazo salió disparado, y antes de que pudiera
detenerlo, de alguna manera me había volteado, así él me abrazo por la espalda. Su
mano subiendo y bajando por mi brazo, trazando círculos y masajeando cada
centímetro de piel expuesta.
―Oh.
Me quedé dormida con Nixon, Presidente del Alumnado, rodeada con las
manos del chico malo, quemando contra mi piel.
Ella tenía una cena familiar el domingo, así que yo trabajé en las tareas que
tenía, y luego me hundí en una novela de vampiros con el fin de perder el drama
de mi vida.
Debió de haber funcionado porque como una perdedora, me dormí a las siete
de la noche y no me desperté hasta que mi alarma sonó el lunes por la mañana.
―No, no lo haces. ―Él suspiró y se recostó. Cada otro de los chicos estaba
prestando atención a la película.
En clase recibiendo un masaje por el profesor sustituto. Así no era como había
planeado que iría mi segunda semana de clases.
Sea lo que fuera que su otra mano estaba haciendo, se sentía bien. Se había
movido por mi espalda y estaba jugando con el cierre de mi sujetador. Traté de
moverme lejos. Se echó a reír, para mi horror, así que me quedé donde estaba.
―Hmm, te tomé por un tipo de chica más cómoda. ¿Es de encaje? ―Sus labios
me hicieron cosquillas en la oreja.
Sin poder utilizar palabras, porque era evidente que me había olvidado la
existencia de un alfabeto, asentí.
―Es sexy.
El calor se agrupó en mi estómago cuando sus labios tocaron mí oído de nuevo,
esta vez sus dientes salieron y tiró un poco en mi oído, casi haciéndome jadear. Su
mano salía disparada de mi camisa cuando alguien se giraba.
Impresionante.
Nixon debió de haber hecho algo de miedo detrás de mí, porque los ojos del
chico se abrieron y luego se dio la vuelta, con la espalda erguida.
―¿Dónde crees que vas? ―Nixon preguntó al minuto que mi dedo del pie cruzó
el umbral de la puerta.
―¿A clases? ―Me negué a darme la vuelta, ¿y porque diablos siempre era la
última? Mi mano se movió a mi collar de la cruz. Se había convertido en una de
esas cosas que hacia cuando estaba nerviosa. Agarré el collar y froté la cruz.
Genial, ahora necesitaba poderes sobrenaturales para estar en una habitación con
Nixon.
―Ven aquí.
Su aliento abanicó mi cuello. Por el rabillo de mis ojos vi sus musculosos brazos
apoyarse en el marco de la puerta mientras lentamente cerraba la puerta. ―Por
favor.
Conté hasta tres y di la vuelta esperando una de dos cosas. O él iba a matarme
o a besarme. En realidad no había ninguna otra opción lógica, no con Nixon.
―Siéntate ―ordenó.
―Está bien. ―Me acerqué a la mesa más cercana a mí y me senté en ella, con
cuidado de no dejar que mi falda se subiera.
Tentar el diablo no era la cosa más inteligente para hacer, teniendo en cuenta
que estábamos solos.
―No voy a tener relaciones sexuales contigo. No soy ese tipo de chica. ―Incliné
mi cabeza y disfruté de la gloria de coger a Nixon por sorpresa, y también de
conseguir mi venganza después de todo lo que había soltado en medio de la pista
de baile la semana pasada.
―Y más.
―¿Quieres castigarme?
―Espera. ―La mano de Nixon estuvo en mi brazo―. Sólo quería advertirte. Ten
cuidado, ¿de acuerdo?
―Sí, ¿recuerdas? Tengo tu tarjeta de acceso. ―Algo que noté esta mañana
cuando me monté en el ascensor hasta el primer piso de mi dormitorio y bombeé el
puño.
―No uses joyas costosas durante el día escolar. Odiaría ver que perdieras algo
importante para ti. ―Sus ojos se clavaron en mi collar―. ¿Por favor? Esto es algo
que ni siquiera mi dinero podría reemplazar.
Aturdida de que se preocupara, sólo pude mirarlo con la boca abierta. Nixon se
humedeció los labios y luego miró detrás de mí, antes de inclinar suavemente mi
barbilla hacia la suya y rozar su boca contra la mía. ―Que tengas un buen día,
Trace.
Uh-huh. Santo infierno, mi día iba a ser todo del tipo de bueno, si él me besaba
así. Abrí la boca para decir algo, pero dos dedos de Nixon se apretaron contra mis
labios. ―No lo arruines diciendo algo. Ahora. Ve a clases.
Las líneas rectas estaban sobrevaloradas. Decidí esto cuando casi me tropecé
con mis propios pies dos veces y planté mi cara en un tipo mientras corría a mi
siguiente clase.
Casi llegué a la puerta antes de recordar lo que Nixon había dicho. Con una
maldición me quité el collar. Se enganchó en mi cabello. ―¡Mierda!
Está bien, quizá Nixon tenía razón, y soy un maldito accidente esperando a
suceder. Rodando los ojos, me acerqué a donde cayó y me arrodillé. Un par de
zapatos encontraron mi mano extendida.
―¿Qué? ¿No puedo ser amable? ―Sonrió y giró el collar para leer el nombre
detrás―. Hmm, muy bien. ¿Reliquia familiar o algo así?
―Supongo.
Levantó las manos. ―Supongo que merecía eso, pero, ¿de verdad vas con el
mismo tipo que te avergonzó la semana pasada frente a todo el cuerpo estudiantil?
―No preocupes tu linda cabecita por donde voy a estar… pero es bueno saber
de qué lado estás. Eso hace lo que tengo que hacer mucho más fácil.
No me gustó la forma en que sus ojos se veían, como si me odiara casi tanto
como odiaba a Nixon. Di otro paso atrás hasta estar cerca de mi clase.
*~*~*~*
Nixon llegaba tarde. Jugué con la comida que Monroe me ordenó y empujé mis
sienes. Se acercaba un dolor de cabeza, simplemente lo sabía.
Mi teléfono sonó.
―Oh, estoy bien, sólo te echo de menos. Y por eso estoy llamando. ¿Crees que
te importaría ver a tu viejo mañana por la noche? La compañía de seguros de la
abuela necesita una firma, y bueno, ya sabes cómo consigo hacer las cosas por
teléfono o fax, así que voy a volar a la ciudad y ocuparme de los negocios.
El Abuelo tosió. ―Sí, bueno, quería añadirte al plan también. Voy a matar dos
pájaros de un tiro. ―Él rió entre dientes.
Yo no.
―Abuelo, ¿estás seguro de que estás bien? Nunca vas a la ciudad, ¿y no hay allí
algunas sucursales en Cheyenne?
―¿Todo bien? ―susurró Nixon detrás de mí. Como era siempre capaz de
acercarse sigilosamente nunca lo sabré.
Por alguna razón me sentí soltando mis sentimientos hacia él, imagínate. La
única persona de la que probablemente debería alejarme y sólo quería abrazarle.
―Algo sobre el seguro de vida de la Abuela y esas cosas. No sé, ¿no debería
haberse ocupado de eso hace meses?
Nixon se encogió de hombros. ―¿Quién sabe, Trace? A veces se necesita un
tiempo para obtener los certificados de defunción y esas cosas, nunca se sabe.
―Uhh…
―Inteligente así como hermosa. ¿Qué voy a hacer contigo?―Su pulgar acarició
mi labio inferior―. Bien, Trace, iré contigo. ¿Cerca de las seis, esta noche ? ¿Suena
bien?
―Lo siento. ―Chase me sirvió un poco de agua―. Nixon puede ser un poco…
Chase echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. ―Sí, sí que puede.
―¡¿Qué?! ―grité.
Todos los ojos se volvieron hacia mí. Chase se encogió de hombros. ―¿Pensé
que lo sabías?
―Oh Dios, espero que no. ―Tex le hizo un guiño a Monroe. Demasiada
información.
―¿Anthony? ―Miré muy de cerca a Chase, tenía sentido ahora. Por qué él y
Nixon eran tan cercanos, y por qué tenían características similares. Chase tenía el
pelo oscuro y una estructura muscular, pero ni de lejos como la que tenía Nixon.
También faltaba el aro del labio y el versátil destello malvado en sus ojos.
Chase se encogió de hombros. ―Simple, yo no soy el Don Juan del grupo. Las
mujeres no se quedan embobadas conmigo como cuando él está cerca. Quiero
decir, vamos. Míralo. Él es problema, con P mayúscula.
Nixon rodó los ojos. ―Si no fueras mi primo pensaría que estás coqueteando
conmigo.
―Y demasiado lejos. ―Lancé mis manos sobre mi cara cuando la sentí caliente.
Todos los muchachos se echaron a reír mientras Monroe me dio unas palmaditas―.
Estás en problemas sin embargo. Hmm…
Seguí riendo.
Mis ojos se abrieron. ―Cállate. ¡De ninguna manera! ¿Saliste con Taylor Swift?
Nixon se rió y señaló a Chase quien abrió la boca para decir algo y luego señaló
a Tex.
Tex se dio la vuelta y señaló a una silla vacía. ―Maldita sea. No tengo a nadie a
quien culpar.
―Lo que pasa en Los Elegidos, se queda entre Los Elegidos. ―Chase chocó los
cinco con Nixon.
Bueno, ahí me tenía. Quiero decir que si fuera posible nombrar un segundo Las
Vegas, Elite lo sería.
―No. ―Miré hacia abajo a mis zapatos. Valiente. Lo sé. ¡Pero cada vez que lo
miraba a los ojos me era imposible negarle nada! Era agravante y estimulante. A
veces dolía mirarlo.
¡Agh! Tenía que parar. Apestaba que si tomabas todas estas perfecciones una
por una él podía no ser perfecto, pero juntos hacían una obra maestra.
Sin embargo, oí su risa al otro lado de la puerta, lo que sólo me enfureció más.
Con una maldición entré pisoteando en matemáticas. Al menos esto tomaría mi
concentración lejos de Nixon, que es realmente todo en lo que había estado
pensando últimamente.
No lo podía entender.
Y, por mucho que sabía que iba a vivir para lamentarlo… estaba en una cacería,
por las desaparecidas y rotas. Cada. Última.
Capítulo 18 Traducido por MewHiine
Corregido por Morin
―¡Y allá vamos! ―Él se rió y arrancó el coche―. Así que, te habrás dado cuenta
de que no tenemos seguridad esta noche.
―¿Aparte del hecho de que estoy armado? ―Él levantó sus cejas hacia mí y
soltó una carcajada.
―Técnicamente no.
―Bien. ―Encendí el aire del coche y cerré los ojos―. Entonces, ¿a dónde vamos?
Supongo que es un lugar seguro ya que no vamos a tener que preocuparnos por la
seguridad, ¿no?
―Absolutamente.
―Bien.
―Mucho. ―Se inclinó sobre el volante y se echó a reír. Nunca lo había visto tan
animado o emocionado.
―Sorpréndeme.
En serio, el tipo hacía que conducir fuera sexy. En ese momento, viéndolo
lamerse los labios y de vez en cuando chupar su anillo en el labio, me di cuenta de
que si él estuviera en Hollywood, sería un éxito. Haría millones y las mujeres
llorarían en su presencia.
No importa lo que Nixon decidiera hacer, sería un éxito, y no sólo por su buena
apariencia, a pesar de que eso ayudaría. Era la confianza detrás de su buena
11
Chief Executive Officer: Presiden te ejecutivo de una compañía.
apariencia. Quiero decir, yo sabía que no era una magnífica supermodelo, pero
estando con él no me hacía sentir tan insegura como debería. En su lugar, me hacía
sentir como si pudiera hacer cualquier cosa.
Da miedo cuando la presencia de alguien tiene tanto poder como para alterar la
forma en que te sientes acerca de ti mismo, porque ¿qué pasa cuando pierdes a esa
persona? ¿Desapareces, o sólo el molde interior de cómo te ven?
Hice lo que me dijo, notando totalmente antes de que los cerrara que
estábamos muy lejos de la ciudad. ―¿Vas a matarme?
Rígida bajo su tacto traté de zafarme de él. Su risa me dio ganas de ponerle un
ojo negro.
Mi hogar.
―Vacas. ―Nixon se rió―. Sí, vacas vivas de verdad. Incluso las he oído hacer
moo de vez en cuando. Y esto… ―Señaló detrás de nosotros―. Es nuestro picnic
bajo las estrellas.
―Con vacas. Aunque he oído que algunas cabras también viven por aquí. No
quiero dejar de lado cualquier criatura de granja y tener oportunidad de
ofenderlos.
―No, tú te sientas aquí. ―Hizo clic en un botón de sus llaves que abrieron el
maletero del coche y luego me levantó y me sentó en el borde del Range Rover―.
Quédate aquí. No te muevas mientras preparo todo.
Preparar todo incluía que pusiera al menos ¿cuatro capas de mantas? Por que,
aparentemente, ¿había llovido la noche anterior? y sacar diferentes contenedores
llenos de lasaña y espagueti.
Después de que la cena fuera puesta, encendió una vela en un cilindro y me
tendió la mano. ― Tu cena te espera.
Me gustó que él esperara que yo comiera mucho. Tal vez era porque él era
italiano o su apellido lo decía. Debía de ser como nuestra familia, donde no comer
es un pecado capital.
―Mierda. ―Nixon dejó caer su tenedor y la lasaña salpicó sobre las mantas―.
Lo siento, es que… ―Apartó la vista de mí y bebió su vino―. Ah, un tenedor
resbaladizo y todo eso.
Él asintió con la cabeza y me robó el vino, bebiéndose la mitad de el. ―Sí. ―Su
voz estaba ronca―. Es que… me estaba… ahogando.
Imposible.
―Yo la hice.
Riendo, le empujé con mi mano libre mientras tomaba otro bocado y masticaba.
Esta vez, no gemí. Quiero decir, no quería que el hombre muriera ni nada.
―¿No me crees? ―Sus ojos se abrieron un poco, luego los redujo―. ¿Crees que
yo mentiría sobre algo tan importante como la comida?
Alcé mis manos en el aire en señal de rendición. ―Lo siento, Nixon. Sí, te creo,
y si alguna vez te cansas de andar con tu pequeña pandilla, podrías convertirte en
un chef de renombre mundial.
―¿Cómo?
―Creo que él se enojó porque quien cocinó me dejó probar la masa de las
galletas a mí en primer lugar. De todas formas, lo único que recuerdo es a él
lanzándome masa y a mí tirándosela a él. Luchamos, y creo que se tropezó y se
golpeó el costado de su cabeza sobre el mostrador. Estoy segura que aquello le dejó
una cicatriz.
―Guau, eras una niña terrible. ―Nixon asintió con la cabeza―. Estoy
impresionado.
―¿Recuerdas algo más sobre tus padres? ―preguntó en voz baja―. ¿O prefieres
no hablar de ello?
―No sé realmente como sentirme sobre ello. ―Me encogí de hombros cuando
se levantó una briza, haciéndome deslizar más cerca de él―. Quiero decir, los
recuerdos están tan dispersos.
―De acuerdo, um… Recuerdo las cosas siendo muy altas cuando yo era
pequeña. Siempre tuvimos personas de más, muchas, muchas personas. Recuerdo
la cosa de la masa… y una mujer muy bonita.
―¿Qué hacía a ésta mujer tan bonita, hmm? ―Nixon me soltó la mano y
comenzó a masajear mi cuello.
Me concentré en el recuerdo, rogando que fuera más claro, pero todo lo que
podía recordar eran sus ojos.
―Ella… ella tenía los ojos muy azules. Igual que los tuyos.
Me aparté. ―¿Qué?
Él muy tristemente dejó caer la cabeza. ―Leo las mentes. ¿No era lo que ibas a
decir?
Yo no quería decirle que había dado en el clavo. Pero sólo porque yo recordaba
las campanas de la iglesia reales cerca. Otro de mis recuerdos parpadeantes. Me
mordí el labio. Sabía que había sido un golpe de suerte.
―Uh, sí. ―Nixon miró de las vacas a mí―. No creo que les importe. ¿Por qué,
qué tipo de baile estabas pensando en hacer? ¿Esperabas a avergonzar a las vacas y
hacerlas mugir?
―Vamos. ―Mi cuerpo estuvo pegado al suyo antes de que yo pudiera protestar.
Capítulo 19 Traducido por krispipe
Corregido por Morin
Sus ojos azules se abrieron y entonces extendió la mano y agarró mis hombros.
―¿Qué?
Sacudí mi cabeza.
―¿Ahora?―repetí.
Él no rió.
―Lo digo en serio.―Sus ojos se oscurecieron y recordé de nuevo cómo de
protector e impredecible podía ser―. Sólo deseo que puedas recor…
Mis labios tocaron los suyos. Con un suspiro, apoyó la frente contra la mía y
pasó los dedos por mi pelo mientras sus dientes rozaban mi labio inferior.
Temblando, moví mis manos a los agujeros de sus vaqueros y tiré de la parte
inferior de su cuerpo hasta que encontró el mío con tal fuerza que dejé escapar un
grito ahogado.
Nunca había hecho esto con un chico antes, pero todo se sentía tan bien que no
quería parar, ni me preocupaba realmente que hubiera vacas cerca o que
estuviéramos en nuestra primera cita real.
Nixon maldijo cuando le devolví el beso tan fuerte como pude, mis dientes
mordiendo sus labios. Hizo una pausa y gruñó contra mí. Con poco esfuerzo, me
volteó hasta que yo estaba a horcajadas sobre él.
Mi cabello cayó sobre mi cara cuando me incliné y lo besé suavemente en los
labios.
Um, sí por favor. Extendí mis brazos mientras él la quitaba, dejándome en nada
más que un vestido casi trasparente y un sujetador de encaje.
Por un momento, pensé que había muerto. Su respiración se volvió superfici al.
Cerró los ojos y murmuró―: Esto se suponía que siempre sería así. Siempre.
―¿Cómo qué?―susurré.
―Yo… ―Nixon tragó―. Tengo que besarte. Tengo que tenerte… todo de ti.
Oí sirenas.
Asentí mientras levantaba más y más hasta que una puerta de un coche se
estrelló.
Sus manos se congelaron donde estaban.
Sabía que mi piel estaba sonrojada, quiero decir ¡vamos! acababa de estar a
horcajadas sobre el chico más bueno que he tenido el placer de ver en la vida real.
¿Quién no estaría sonrojado?
―Esto es propiedad privada. ―El policía sonaba enojado. Genial. Iba a ser
arrestada en mi primera cita real. Con suerte, Nixon no se sentiría amenazado y
sacaría su arma. Cálmate, chico.
Sentí que mis ojos se abrieron con su respuesta, ¿estaba tratando de que nos
arrestaran o algo así?
―¿Qué no le importará? ―El policía repitió―. Hijo, ¿tienes alguna idea de quién
demonios es dueño de esto? ¡Te puedo garantizar que le va a importar! De hecho,
si se entera de que hay chicos a esta hora en la noche ni siquiera yo puedo
protegerlos de ese hijo de…
La linterna cayó sobre la cara de Nixon. Él entrecerró los ojos y puso una mano
delante de su cara. El policía tragó, pero no terminó la frase. Nixon se rió entre
dientes. ―Continúe, ese hijo de… ¿qué?
Nixon sacudió una mano hacia el oficial. ―Eso no será necesario. No voy a
denunciarle. Sólo estabas haciendo tu trabajo. Aunque es una lástima que tuviera
que ser en este mismo momento.
Los ojos del oficial se posaron en los míos mientras levantaba la linterna hacia
mí cara. ―Lo siento mucho, señor.
―Así que… ―Él asintió con la cabeza torpemente―. Voy a seguir mi camino.
Salude a su padre de mi parte, ¿quiere? Él todavía tiene problemas con…
El policía frunció el ceño, pero hizo exactamente lo que dijo Nixon y se marchó.
Esta vez no hubo ninguna sirena. Sólo grillos y un montón de mugidos.
―Mierda, um… ―Nixon miró su teléfono―. Tengo que tomar esto, espera.
Sus ojos se pusieron un poco locos como si no pudiera creer que su teléfono no
hubiera estado apagado, pero ¿qué esperaba el chico? Quiero decir, lo había traído
con él.
Le ofrecí una sonrisa débil. Él me dio una apretada a cambio y luego maldijo en
el teléfono. Esforzándome para oír, lo único que pude distinguir fue otro idioma.
¿Estaba haciendo eso para que yo no le pudiera entender? Después de unos
segundos donde pensé que se estaba preparando para perforar una de las vacas en
la cara, colgó y se dirigió hacia mí.
―¿Qué diablos? ¿Ningún por favor esta vez? ―Tomé mi chaqueta del suelo y
sacudí el polvo de encima antes de ponérmela, mientras él hacia un trabajo rápido
limpiando nuestro pequeño picnic.
―No esta vez―refunfuñó―. Se trata más de un pedido. Algo así como, lleva tu
culo hacia el coche antes de que yo lo haga por ti.
―Metete. En. El. Maldito. Coche. Ahora. ―Cada palabra la dijo con tanta
irritación e ira que mis ojos se llenaron de lágrimas. Mordiéndome el labio, asentí
una vez y salté en el coche.
―Lo que el policía no tuvo problemas de explicarles a sus otros amiguitos que
patrullan esta noche.
―Lo que sea. ―Negué con la cabeza―. Ni siquiera sé por qué importa ¿Por qué
te importa? ¡No es como si ellos fueran a venir a vernos montándonoslo también!
En ese momento, Nixon se rió. ―Yo no estaba preocupado por ellos, Trace.
―No lo entiendo.
―Por lo tanto, confía en mí. ¿Lo que estoy haciendo en este momento? Soy yo
tratando de hacer lo imposible para protegerte. ¿De acuerdo?
Me di la vuelta en mi asiento.
Su brazo se echó hacia atrás mientras agarraba el volante y giraba duro hacia la
derecha. ―Nada que necesites saber… todavía.
―Trace, ¿Cómo lo estás llevando? Habla conmigo, Trace. ―La voz de Nixon no
estaba preocupada. Parecía tranquilo, lo que me tranquilizó, pero sólo un poco.
Pasamos un bache. O al menos yo pensé que era un bache, pero cuando miré
por el espejo lateral noté que el coche detrás de nosotros estaba tratando de
golpearnos.
―Es posible. Supongo que lo que quieren es ver con quien estoy y por qué
quiero ir lejos para esconderte.
¿Qué demonios?
Nixon giró duro el coche, haciendo que patinara bajo la presión y la velocidad.
―¡Oh, Dios mío, oh Dios mío! ―Cerré los ojos. Esto tenía que ser un sueño.
¡Esto no podía ser real!―. ¡Voy a morir siendo virgen! ―solté y entonces empecé a
hiperventilar verdaderamente.
―Nixon, tienes que prometerme que si salimos de esta…Y eso es un gigante si,
teniendo en cuenta que estamos literalmente atrapados entre dos máquinas de la
muerte… vas a tomar mi virginidad. ¡Tómala!
―¡Promételo!
―Trace…
Cerré los ojos otra vez. Tal vez si yo no lo podía ver, él no podía verme. Ya
sabes, ¿Como cuando juegas a las escondidas cuando eres pequeño?
―Trace. ―La voz de Nixon denotó un poco de humor así que abrí un ojo y
luego los dos―. ¿Estás bien?
―No. ―Me estremecí―. ¡No estoy bien! ¡Podríamos haber muerto! ¿Quiénes
eran esas personas? ¿Por qué tenían armas? ¡¿Es así todo el tiempo cuando sales en
público?! ¡Qué demonios, Nixon! ¡Necesito respuestas!
―¿El qué?
―Sí, ¿qué?
―Mi respuesta. ―Guiñó un ojo―. Sólo di fecha y lugar. Voy a estar allí.
―¡Cállate! ¡Cállate! ―Me llevé las manos a los orejas, convencida de que
estarían tan rojas que se iban a caer, literalmente, de mi cabeza―. Oh mi infierno.
Estoy tan avergonzada.
―Hey, esa ha sido una experiencia de unión real ahí atrás―Nixon susurró
mientras se acercaba a mi cara y luego retiró con suavidad mis manos a cada lado
de mi cabeza y me besó en la parte interna de la muñeca―. Y no te preocupes…
vamos a esperar hasta que estés lista.
12
Jaws of Life: En México se usa literalmente “Quijadas de la Vida” y en otras muchas partes como
“Mandíbulas mecánicas”, lo cual hace referencia a un mismo aparato de gran tamaño con unas
enormes pinzas de hierro que usan los bomberos para abrir metales en acto de rescate.
―No es que tu no lo hayas hecho ―replicó, y antes de que yo pudiera llegar a
una respuesta ágil, sus labios estaban aplastando los míos,devorándolos era más lo
que hacía. Instintivamente envolví mis manos alrededor de su cuello.
Pero estoy bastante segura de que tenía que ser malo. Quiero decir, ¿por qué si
no personas estaría persiguiendo a Nixon y apuntando con armas desde sus
coches? Me sorprendió lo bien que yo lo estaba manejando todo, pero en ese
momento mi vergüenza superaba el miedo… lo que era probablemente una buena
cosa.
―Hey, abuelo, llegas pronto. ―Le di un abrazo torpe y esperé que empezaran
los gritos.
Uh oh. El abuelo no sabía quién era Nixon. No tenía ni idea de que el policía lo
llamó Sr. Abandonato, y que las mujeres casi se desmayaban en su presencia. No
conocía este mundo, así que no sabía que entrecerrar los ojos a Nixon era como un
deseo de muerte.
Extraño.
―Soy viejo. ―Abuelo soltó una risa hueca―. Dímelo otra vez, ¿cuál es tu
nombre… hijo?
Levanté mi mano y me aclaré la garganta. ―Um, PSI 13 , estoy parada justo aquí,
y no tengo ni idea de por qué se están comportando como unos idiotas en este
momento, pero tengo muchas ganas de entrar. Quiero decir, yo casi muero justo
ahí atrás.
―Él…―El abuelo señaló a Nixon. La sangre brotaba de su nariz―. ¡Es una mala
noticia, Tracey! ¡No quiero que veas a este chico nunca más!
―¡No! ―grité―. ¿Por qué eres así? Abuelo, te echo de menos. ¡No te he visto en
semanas, y acabas de darle un puñetazo a mi novio en la cara! ¿Estás
loco?―Whoops. Puede que haya dejado caer la palabra novio demasiado pronto.
13
En el original “FYI” que sería: For You Information. Lo cual en español sería “Para tú
información” pero como en esta ocasión se refiere a más de una persona, entonces sería “Para su
información”, pero en in gles sigue siendo FYI ya que “You” se refiere tanto a segunda como
terceras personas.
Nixon probablemente pensaría que yo era bastante estúpida. Una cita no
significaba que fuéramos novios.
―¡Novio! ―El abuelo alzó su brazo para golpear a Nixon nuevamente, pero en
esta ocasión me puse delante de mi cita sangrado por lo que el abuelo dejó caer su
mano―. ¿Trace?
―Me gusta. ―Me recosté contra Nixon y suspiré cuando su brazo pasó
alrededor de mí y me abrazó contra él―. Él incluso le dio una paliza a un tipo que
me intimidó. Él es bueno. Te lo iba a contar todo sobre él durante la cena de
mañana. En realidad, yo iba a invitarlo, pero ahora que le has apuñeteado en la
cara…
―Trace. ―La voz de Nixon era rasposa―. Está bien. Debes pasar algún tiempo a
solas con tu abuelo mañana. No vayas a clase. Tómate un día libre. En realidad, es
probablemente mejor que lo hagas, teniendo en cuenta todas las cosas. Has tenido
una noche difícil.
Perpleja, me volví en sus brazos y lo miré fijamente. Sus ojos estaban helados.
Ninguna emoción estaba detrás de ellos. Era como mirar una estatua.―¿Por qué
haces esto? Ven mañana con nosotros, será…
―Será mejor si haces lo que dice tu abuelo. ―Nixon terminó y se lamió los
labios. La sangre seguía goteando lentamente sobre ellos―. Fue… interesante
conocerle otra vez, Sr. Rooks. Asegúrese de mantener un ojo sobre las sombras
mañana por la tarde. Ellos han estado al acecho.
No me giré a tiempo para ver la cara del abuelo, pero repentinamente parecía
muy viejo como si sus arrugas hubieran tomado suficientes vidas. Él miró hacia
otro lado. Con lágrimas en sus ojos. ―¿Y esta noche?
―Abuelo. ―Salí de su abrazo―. ¿De verdad has venido hasta aquí para hacer
cosas de locos y convencerme de no salir con mi novio? ¿O es que quieres pasar
algún tiempo conmigo?
Asentí con la cabeza. ―Abuelo. ―Me lamí los labios―. Las cosas son extrañas
aquí. Ellos… no sé, a veces me siento como si todo el mundo me conociera mejor
de lo que me conozco yo misma. ¿Eso tiene sentido?
―Sí. Y te prometo que haré lo que pueda para aclararte las cosas. Pero no esta
noche. Ahora, descansa. Ya es tarde. ―Me echó adentro. Lo vi alejarse en la
oscuridad y entrar en un Mercedes negro esperando. Raro. Él debió haberse
modernizado o algo así.
*~*~*~*
Dos horas más tarde Nixon aún no me había enviado un mensaje de vuelta.
Monroe había salido con Tex y decidido quedarse en su casa, lo que sea que eso
significase. Así que yo me hallaba sola y todavía algo asustada. No ayudó que era
alrededor de las once y todavía no podía dormir.
Tiré mi teléfono sobre la cama y gemí. Al final, dos minutos más tarde,
respondió.
Me eché a reír.
Bien, o yo era muy fácil, lo cual podría ser cierto si se consideraban las cosas
locas que Nixon me causaba, o él no me quería haciendo preguntas.
Él respondió de inmediato.
QUIZÁS.
En serio, alguien tenía que venir y golpearme con mi e-reader. Estaba actuando
locamente. Lo conocía por cuánto, ¿dos semanas? Ni eso.
Me encontraba peor que una doceañera fan de Justin Bieber con la fiebre, o
como sea que ellas la llamen.
Mi puerta se abrió.
―Por supuesto. ―Él sonrió de un modo que decía, soy importante, por lo que se.
―Acerca de eso. ―Se rascó la cabeza―. Chase estaba aburrido así que…
―¡La fiesta es aquí! ―gritó Chase desde la puerta, cargado con alimentos
suficientes para alimentar a un país pequeño―. Hazte a un lado, Nixon. Es tiempo
de películas de chicas y yo tengo la mercancía.
―Eso fue romántico. ―Defendí a Nixon y caminé hacia sus brazos, incapaz de
poder ayudarme a estar más cerca de él.
―Vacas. ¿Las vacas son románticas? ―Chase sacudió su cabeza―. Creo que no.
Y en mi opinión, ni en la de miquerida madre, Nicholas Sparks es la mierda. Por lo
tanto, vamos a ver… redoble de tambores, por favor.
―¿Decir qué?
Chase caminó hacia mí y colocó su hombro a mí alrededor. ―Lo ves. Todo salió
a la perfección. El momento en que metas la pata, y seamos honestos, eres como
una bomba de tiempo, estaré en picada para matar.
Un momento, ¿Cuándo todo esto se volvió serio? Ambos parecían listos para
darse de golpes.
Chase dejó su seriedad y sonrió. ―Claro, solo déjame coger las papas y la salsa.
Oh sí, y las palomitas. También traje algo de regaliz y Skittles14 .
―¿Skittles? ―repetí.
―Él quería que probaras el arcoíris ―gimió Nixon―. Es una de sus líneas, y
después él pone Skittles en su boca y te besa. Es una línea muy cansada que no
puede dejar de lado, ¿no, Chase?
―Está bien―susurró Nixon en mi oreja―. Puedes dormir. Sé que fue una noche
difícil.
―Pero… ―No abrí mis ojos―.Se supone que hablaríamos sobre esta noche y
sobre por qué tienes armas y… Skittles.
14
Skittles: Es una marca de caramelos masticables de fruta producida, los dulces tienen los
diferentes colores del arcoíris.
―¿Skittles? ―Rió―. ¿Qué, estás intentando probar mi arcoíris?
¿Uh? Debí haber estado soñando, porque pude haber jurado que escuché a
Nixon decir―: Siempre te amaré.
―Yo también ―respondí, porque como sabes, estaba soñando y era totalmente
aceptable decir eso en los sueños.
Él se sentía tan bien. Me acurruqué tan cerca como pude y coloqué mi cabeza
en el hueco de su brazo. Fue un sueño fascinante, estar en sus brazos, estar en paz.
*~*~*~*
Con un emoticón feliz, le envié una sonrisa en un mensaje y miré la hora. Era
apenas un momento después de las siete. Tenía cualquier cantidad de tiempo para
bañarme y estar presentable.
Cogí mi gorro de baño y me puse mis pantuflas y salí al baño.
Aún sonreía cuando me sequé y recogí mis cosas para regresar a mi cuarto. Me
dirigí hacia la puerta del baño, la abrí y casi tropiezo con una de mis compañeras
de cuarto.
―¿Perdón?
―Me escuchaste ―se burló―. Eres una prostituta. ¿Dos chicos en tu habitación
anoche? ¿Enserio? ¿Sabes que Nixon y Chase están sólo jugando contigo, verdad?
Ellos son Elegidos y tú eres nadie. Un caso de caridad. Además… los rumores en la
universidad dicen que tú se lo das a cualquiera.
El miedo recorrió sus ojos por un pequeño momento antes de que se encogiera
de hombros. ―Dile lo que quieras. Porque en pocos días aquello no importará de
todas formas. Él se aburrirá. Ellos siempre lo hacen. Eres como el juguete nuevo, y
créeme cuando te digo que Nixon realmente ama jugar. Buena suerte encontrando
algún chico que quiera estar contigo luego de que él rompa contigo y vuelva a
ponerte en la vitrina.
Me quedé aturdida mientras ella daba pisotones. Las chicas se empujaban atrás
mío. Pero no podía moverme. El pavor llenó mi estómago. ¿Qué si estaba en lo
correcto? Yo no lo había conocido lo suficiente, y ¿no era algo raro lo cercanos que
nos habíamos vuelto? Eso no era normal. Aunque no era lo suficientemente rústica
como para pensar que algo en nuestra relación era normal. Era extraña, pero
funcionaba, ¿cierto?
Monroe se situaba sentada en su cama con una mirada como si hubiera sido
besada profundamente la noche anterior.
―Lo capto, ¿Tex fue atento? ―Decidí no decirle nada sobre mi discusión con la
chica en el baño y me deshice de mis cosas mientras esperaba que Mo respondiera.
―¡Cállate! ―Me lanzó una almohada a la cabeza y rió. Oh Dios, le había dado
realmente fuerte. Verdad, como si pudiera hablar. De hecho, suspiró leyendo una
novela que comenzó a leer hace media hora―. Él es tan dulce y mi familia lo
aprueba, lo cual es un gran combo.
―¿Algo? ―bufó―. El último chico con el que salí huyó gritando, y no estoy
bromeando. Todo en mi familia es sobre apariencias y conexiones. Felizmente, Tex
es todo lo que a mi papá le gusta.
Monroe se rio. ―Creí que habías estado saliendo con mi hermano durante las
últimas semanas. Tú sabes tan bien como yo que el actualmente no va a la
universidad.
―Bien. ―Sonreí, a pesar de pensar que era forzada, y me apuré con mi rutina
matutina. Me molestó que Nixon no me haya dicho nada. Pero lo que más me
molestaba era el hecho que había estado confiando en él ciegamente durante los
últimos días sin siquiera forzarlo a responder alguna de mis preguntas.
Toda su barba blanca se había ido. Estaba usando un bonito traje, como esos
que se ven en la publicidad de Armani, y su sonrisa parecía… preocupada.
¿Acaso en mi vida ya nada era real? ¡Mi abuelo era un granjero! ¡Un granjero!
¿Qué podría necesitar con un traje?
―Trace. ―Mojó sus labios―. Vamos a pasar el día junto y hablaremos, ¿de
acuerdo? Pero no aquí, cariño.
Las puertas eran pesadas, demasiado pesadas para ser un carro normal, y los
vidrios parecían más gruesos de lo normal. Sin mencionar el tinte tan oscuro de las
ventanas que hacía imposible mirar dentro. No tenía idea que se pudieran rentar
carros como estos.
―¿Primero las buenas noticias o las malas noticias? ―preguntó el abuelo una
vez que encendió el carro.
Y luego lo capté. El abuelo debía estar enfermo. Tenía que estarlo. ¿Por qué
más él se mudaría?
―¿Estás muriéndote?
El abuelo meneó su cabeza y escupió―: ¿Por qué piensas eso? ¿Me veo tan mal
afeitado?
―Ahora, las malas noticias. ―El abuelo se veía pálido mientras avanzaba hacia
la autopista.
―¿Qué?
*~*~*~*
Posiblemente esa era la razón por la que no hice más preguntas. En cambio,
intenté concentrarme en qué haríamos Nixon y yo más tarde. Porque si pensaba
sobre el hecho de que el Abuelo me llevaba fuera de la ciudad en un carro lujoso,
usando un traje, me hubiera vuelto loca.
Cerré mis ojos por unos minutos con el fin de evocar la sonrisa de Nixon, su
cara. Cuando los abrí, el Abuelo parecía inmerso en el volante.
Eché un vistazo por el espejo retrovisor en caso de que tuviera razón. Pero no
podía ver el SUV de Nixon. Claramente leía demasiado.
Algo acerca del Lago del Bosque se me hacía familiar. Simplemente no sabía
qué era. Tal vez era porque había visto muchos signos de él. Un momento, ¿Nixon
me trajo en esta dirección para nuestra cita?
―Él probablemente tiraría de su arma contra ti, Abuelo. ―Ups, eso se me salió.
Con un suspiro sacó las llaves del contacto y me miró, la tristeza cruzó su cara.
―Bienvenida a casa, Trace.
Capítulo 24 Traducido por Lovingtobias
Corregido por Karlix
Nadie me dijo que me debía preparar para lo que estaba detrás de esas puertas.
Nadie. No estaba segura si debía de estar feliz o triste o enojada o destrozada…
Solo podía mirar como Nixon estaba de pie en la entrada de mi supuesta casa, con
al menos quince hombres armados. Chase y Anthony a su lado.
―¿Listo? ―pregunto Nixon, sin dar un solo vistazo a mi dirección más que por
encima del hombro de mi Abuelo.
Afligida y totalmente traicionada, no sabía qué hacer. Todo lo que sabía era
que en la única persona en la había querido confiar me había mentido. A lo grande.
Mis piernas casi cedieron antes de poder sentarme en el sofá. Nixon estaba
sentado justo al frente de mí. Todos sus hombres armados estaban detrás de él, y
luego me di la vuelta y me di cuenta que teníamos el doble de hombres detrás de
nosotros en esa entrada gigante.
―Está muerto ―sonrió Nixon―. Frio y sin vida, acostado justo al lado de mi
madre.
¿Qué? ¿Porqué mi abuelo diría eso? Traté de encoger mis hombros debajo de
su brazo, pero me él mantenía firme.
Ojos de hielo de Nixon perforaron los míos. ―Ella sólo es una adolescente,
Frank. ¿Qué querías que hiciera? ¿Descubrir a todo el mundo? ¿Arruinarlo todo?
¿Y porque? ¿Precaución? Hemos estado en eso por cuatro malditos años.―Sus ojos
cayeron en Anthony―. Algunos de nosotros por más. ¿Cómo iba a saber que la
habías metido directamente en una pelea? ¿A tu propia nieta? ¡Estábamos
haciéndolo bien hasta que tú nos hiciste esto!
―¡Hasta que casi fue demasiado tarde!―El Abuelo asintió―. Entonces, ¿qué vas
a hacer ahora? ¿Cómo esperas hacer las paces?
―Fácil. Dejaremos que las cosas se calmen, y tendremos que trabajar más
rápido para infiltrarnos en la familia De Lange.
El Abuelo asintió como si estuviera satisfecho. ―Ella debe ser protegida.
Santa mierda.
Nixon puso su arma en el suelo y maldijo. ―Se suponía que ella no iba a entrar
en la escuela.
Nixon miraba de mi Abuelo hacia mí. ―¿Usar a tu propia nieta? Creo que
hemos terminado aquí.
Pero no fue gracioso. ¿Qué clase de universo alternativo era en el que acababa
de entrar? Mis piernas se sintieron de pronto más pesadas que antes. Puntos
aparecieron en mi línea de visión. Traté de no perder el equilibrio aferrándome a la
mesa junto a mí, pero mis brazos no estaban haciendo lo que quería que hicieran,
en cambio, se dejaron caer a mis lados, golpeando la mesa. Y entonces mis piernas
cedieron y todo se volvió negro.
*~*~*~*
―¿Trace? ¿Cariño? ―El Abuelo se movía sobre mí con una compresa fría en mi
mejilla―. Eso es, toma algunas respiraciones profundas. Te has desmayado.
Me lamí los labios secos y miré alrededor. Varios hombres de traje estaban de
pie detrás de Abuelo mientras éste sostenía la compresa contra mi cara.
―No lo entiendo.
Un hombre puso su mano sobre el hombro del Abuelo, esta vez el Abuelo se
levantó y habló con mucha calma en lo que yo estaba ahora empezando a asumir
que era el lenguaje nativo de Nixon y de todos los demás. No era italiano, eso lo
sabía.
―Siciliano.
Mi sangre se heló cuando unos recuerdos pasaron por mi confusa mente.
Recuerdos de una vida que hace mucho tiempo había olvidado. La mujer en la
cocina que me hablaba en un lenguaje que una vez pensé extranjero. Un lenguaje
que realmente sabía.
―Deberías. Era lo que hablábamos todos cuando eras joven, pero después del
accidente… ―El Abuelo se aclaró la garganta―. Elegimos olvidar para protegerte.
Después de todo, no podíamos correr riesgos.
Él asintió con la cabeza. ―Tu nombre completo es Tracey Angelica Alfero. Eres
la hija del asesino a sueldo fallecido Mario Adele Alfero. El nombre y apellidos de
tu madre eran Nicola Alessandro De Lange.
El abuelo asintió.
El abuelo se rió. ―No, no técnicamente. Supongo serían unos muy, muy primos
lejanos.
―¿Y fueron asesinados?
El Abuelo juntó las manos delante de él y se inclinó hacia adelante. ―Se les
pidió un golpe a tus padres sin mi conocimiento o la de tu padre. Para entender
por qué, necesitas una pequeña lección de historia.
―La familia De Lange es la más débil de las familias de la mafia que todavía se
encuentran en el área de Chicago. Es decir, que son los más débiles en los estados.
En Sicilia, es una situación muy distinta. En cualquier caso, tu madre fue
prometida a uno de los Abandonatos. Al padre de Nixon. Querían hacer una
especie de tregua, combinar los poderes. Los Abandonatos eran, y siguen siendo,
la familia más poderosa aquí y en Sicilia. También son los más ricos. Cuando llegó
el momento de anunciar su compromiso…―El Abuelo maldijo―.Tu padre no
atendía a razones. Se había enamorado de tu madre. Así que se escapó con ella.
Cuando regresaron no había nada que pudiéramos hacer. Ellos ya estaban casados,
obligados por su honor el uno al otro.
Por lo menos esa parte de la historia no era traumatizante. Siempre supe que
mis padres se amaban.
―¿Qué hizo la familia Abandonato? ―No estaba segura de que me gustase que
la familia de Nixon fuesen los malos.
―Nada. ―El Abuelo se rió con amargura―. Y ese, mi querida niña, era el
problema. Ellos no eran los que necesitaban de una alianza, ni iban a obligar a una
mujer a divorciarse de su marido con el fin de conseguirla. Después de todo, no
miramos con buenos ojos el divorcio. Sencillamente, es algo que no se hace en la
iglesia católica, mi niña.
―Sufrió mucho a manos de su padre. ―El abuelo juró―. Una noche, la noche de
tu sexto cumpleaños, tus padres venían a casa de una de sus noches en la ciudad,
cuando fueron detenidos en la carretera. Tu padre no pudo sacar su arma lo
suficientemente rápido. Le dispararon a tu madre delante de él y luego le
dispararon a él.
El Abuelo se levantó del sofá y sacó una caja de Kleenex y me los tendió. Se
sentó y se aclaró la garganta. ―Nadie lo sabe. Angelo no estaba en el país en ese
entonces, y juró y rejuró que nunca haría una cosa así, pero en ese momento nadie
le creyó. Después de todo, su dulce esposa había muerto pocos meses antes de una
hemorragia cerebral.
―¿Al amor?
El abuelo cerró los ojos. ―Sí. Ese muchacho. Él moriría por ti. ¿Verdad?
Quería negarlo. Pero no pude, así que sólo miré hacia otro lado.
»Hace cuatro años, se descubrió que la familia De Lange estaba en deuda con
otra familia de Sicilia. Pareció ser que habían hecho algunas malas inversiones.
Nixon y los otros formaron un plan para no sólo llevar abajo la familia, sino
también para exponer a los De Langes por su traición.
―¿Y lo hizo?
―¿Qué? ―El Abuelo tomó la copa de vino de mis manos y la puso sobre la
mesa.
―¿Exponerlos?
―Todavía no. ―El Abuelo suspiró―. Y cuanto más se tarde, más me pregunto si
la familia Abandonato no estuvo detrás de ello. Pero eso nunca lo sabremos. Ha
habido demasiadas muertes, y ahora mi única nieta está en medio de esto.
Cubrí mi mano con la suya. ―Abuelo, eso no se puede cambiar. ―Sabía que iba
a enojarse pero tenía que preguntar―. ¿Cómo puedo ayudar?
―Ya has hecho lo que necesitaba que hicieras. Has llamado la atención sobre ti
misma. Pero ahora que sabes quién es Nixon, estás en más peligro. Nunca quise
que descubrieras quien era él. Confío en que él permanecerá lejos de ti. No. ―El
Abuelo juró―. No vas a volver a la escuela, te olvidarás de que esto sucedió, y te
olvidarás de ese chico.
Suspiré. Sería imposible olvidar respirar, olvidar que tenía un corazón, ¿así que
qué le hacía pensar que sería posible olvidar a Nixon?
―¿Por qué? ―El Abuelo se puso en pie―. ¿Qué te ha hecho ese chico? ¿Él
ha… ?―Su rostro enrojecido mientras sus manos hacían una especie extraña de
movimientos delante de mi cara.
Me reí entre dientes. ―Um, no, él no hizo… eso. ―Hice acopio de sus gestos
con las manos y sacudí la cabeza.
El Abuelo dejó escapar un suspiro y se echó a reír. ―No sé por qué el bueno de
Dios me dejó a solas con una chica. No creo que mi corazón lo pueda soportar. Me
voy a la cama, me preocupo. Me como mi desayuno, me preocupo. Veo una vaca,
me preocupo.
―Puedo intentarlo.
Él me soltó y dio un paso atrás. Todavía tenía una pregunta, pero no estaba tan
segura de querer saber la respuesta. ―Abuelo. ―Me rasqué la cabeza―. ¿Quién es
el líder de la familia Alfero?
Saqué mi teléfono en vano, ¡esperando que Nixon hubiera dicho algo, cualquier
cosa!
Un nuevo mensaje.
Lo abrí rápidamente, vi el número y junto a él dos palabras de Nixon que había
estado conteniendo la respiración por oír.
LO SIENTO.
Él suspiró largo y duro. Una maldición le sobrevino, y podría haber jurado que
oí a Chase riendo en el fondo. ―Dame una hora.
―Gracias.
―Ah, y ¿Trace?
―¿Sí?
―¿Qué?
―¿Un inocente?
―No. ―Su voz era temblorosa―. No desde el día en que nací, no desde el
primer día en que mi padre levantó una mano hacia mí, no desde la primera vez
que vi a mi mamá apiñada en una esquina, y definitivamente no desde la primera
vez que me dejaste besarte. No, Trace. Soy cualquier cosa menos inocente.
―Sí.
La boca de Adrian se abrió ligeramente. Para su crédito, sólo juró tres veces
antes de darme una breve inclinación de cabeza y aguardar afuera.
―Él comerá con nosotros. Tú vas a ser civilizado. No habrá armas de fuego.
―¿Por qué?
Sabía que el Abuelo no podía argumentar contra de eso. Él me dio una breve
inclinación de cabeza y se volvió hacia la puerta, pero no antes de decir en voz
baja―: Prometo no dispararle.
―Bien.
Bueno, eso era un progreso. Un día en que la vida de Nixon no estaba en juego.
Las cosas buenas se acercaban, eso era seguro.
Ya había limpiado, así que tenía al menos unos cuantos minutos para perder.
Agarrando el diario me fui y me senté en la cama y lo abrí.
La portada decía: Para mi pequeña Tracey, con amor, papá.
Me estremecí.
Olvida lo de quemar el diario. Tenía que triturarlo, luego quemar los pedazos
de evidencia.
Mierda. Lo recordaba.
Fue alrededor de una semana antes de mi sexto cumpleaños, la última vez que
vi a Nixon. Él vino a mi casa con una bolsa. Su madre nos siguió hacia el interior y
sollozó en la mesa de la cocina con mi madre mientras yo me llevaba a Nixon a la
trastienda.
Él siempre había sido tan duro, tan fuerte, por lo que me asustó que estuviera llorando.
Y entonces me di cuenta de que estaba sangrando.
―Nixon, ¿qué pasó? ―Extendí la mano para tocar el corte sobre su ojo.
―¿Por qué estás triste? ―le pregunté, tomando asiento frente a él.
―Le odio.
Él negó con la cabeza. ―Eres demasiado joven. No entiendes. ―Golpeó el coche contra
el suelo, una y otra vez hasta que éste se rompió.
Tenía miedo, pero no porque pensara que iba a hacerme daño, sino porque sabía que él
estaba herido.
Lo abracé.
Llevé mis flacos bracitos alrededor de su cuello y lo abracé mientras él seguía llorando.
―¡También pueden! ―Le apreté con más fuerza―. Lo prometo. Te llevaré lejos de lo que
te hace triste.
―Si tienes miedo. Voy a tener miedo también, Nixon. Hasta que te sientas más seguro.
Voy a tener miedo contigo.
―Lo prometo. Porque eres mi mejor amigo en el mundo, Nixon. Quiero que seas feliz.
Asintió con la cabeza y jugamos hasta que nos quedamos dormidos en el suelo.
―¿Tracey? ―Era la voz del Abuelo―. ¿Ya estás lista?
Enrollé mi brazo con el suyo mientras hicimos nuestro camino por las escaleras
a la entrada de mármol.
El Abuelo alzó los ojos al cielo, hizo una cruz sobre el pecho, y luego
dijo―:Déjalo entrar.
Sus ojos se posaron en los míos y sonrió. Casi me abalancé sobre él, pero el
Abuelo me abrazó fuertemente para que no pudiera moverme.
El Abuelo hizo una seña a los dos hombres al lado de nosotros. Fueron hacia
Nixon. Él levantó las manos en el aire y se giró mientras le daban unas palmaditas
hacia abajo. ¿Era realmente necesario? Sacaron un arma de fuego desde detrás de
sus pantalones, un cuchillo de su bota, y un conjunto de nudillos de acero de su
bolsillo. Mis ojos se abrieron. Él se encogió de hombros, como si lo que estaba
ocurriendo fuera completa y totalmente normal.
Una vez desarmado. Sus manos cayeron a los costados. Miré al Abuelo.
Soltándome una maldición, me soltó y yo corrí a los brazos de Nixon.
La tensión era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Nixon aceptó
amablemente mi abrazo, pero tan pronto como nuestros pechos se tocaron, dejó
escapar un silbido de aire y suavemente me empujó lejos, creando una distancia
inmediata entre nosotros.
¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba actuando tan raro? Tenía que ser por el
Abuelo. ¿Verdad? No tenía nada que ver conmigo. El pavor llenó mi estómago. ¿Y
si estaba fingiendo? ¿Qué pasa si… qué si lo que realmente trataba de hacer era
protegerme, sobre las promesas hechas cuando éramos pequeños? Mi corazón se
encogió, porque una semana después de esas reclamaciones de la infancia yo había
roto mi promesa con él, dejándole a él y a su madre con un monstruo como padre.
Pastas frías estaban puestas en cada lado de la mesa junto con unos trozos de
salmón y Bruschetta.
La misma mujer que había visto antes llenó cada uno de nuestros vasos con
agua, y luego nuestras copas de vino con un vino tinto.
¿Así que estar en la mafia de repente significaba que ahora podía beber? ¿Era
eso? Esta era la segunda vez que me habían ofrecido vino en un día. Es curioso
cómo, dadas las circunstancias, parecía tan natural que fuera a necesitar algún tipo
de alcohol para pasar el estrés.
Mis ojos suplicaron a Nixon cuando alcancé su pierna. Necesitaba saber que
íbamos a hablar, que estábamos bien. Quiero decir, ¿era yo quien había mentido?
¿No debería ser yo quien le diera la espalda?
Sus fosas nasales se abrieron en el momento en que mi mano entró en contacto
con el muslo. Se aclaró la garganta, pero no movió mi mano.
―¡Dios mío!, se me olvidó cuán rosada era esta habitación. ―Nixon se rió entre
dientes, quitando uno de los animales de peluche de la cama para poder acostarse en ella.
―Tú lo odiabas. ―Nixon puso sus brazos detrás de su cabeza y suspiró ―. De hecho.
Recuerdo perfectamente a tu mamá poniéndote un vestido rosa y tú quitándotelo delante
de todos en la velada.
―¡Tenía nueve años! ―Nixon se rió―. Créeme, me quedé horrorizado. Pensé que las
niñas tenían piojos. Cerré los ojos y lo señalé de todos modos.
―Siempre te estoy salvando. Aun cuando tú no sabías que yo estaba allí, yo te estaba
salvando.
Suspiró. ―Trace, me estás poniendo en una situación difícil. No puedo decirte todo, ya
que eso te pone triste. No puedo ser completamente honesto y eso me mata. Me dan ganas
de gritar, pero tengo responsabilidades, contigo, con mi familia, con tu Abuelo…
―maldijo―. Todo está bastante jodido en estos momentos. No sé si vas averiguarlo de esta
manera. Créeme, si lo hago, tendría que…
―¿Qué?
Él se lamió los labios. ―Tendría que besarte con más fuerza. Tendría que haber
luchado más por ti. No sé. Tendría que llevarte lejos, tomar tu virtud, grabarme de manera
permanentemente en tu persona, que cada vez que tomaras un aliento era mi esencia la
que se impregnaría en el aire.
Bien, ¿qué se supone que debo hacer con eso? ¿Arrancarle su camisa? No voy a mentir,
eso es exactamente lo que estaba pasando por mi mente cuando él besó la coronilla de mi
cabeza.
―De todas formas. Eso está finiquitado ahora. ―Su mano se cerró sobre mi brazo y le
pareció darse cuenta de lo tenso que estaba. Sus dedos se relajaron ―. Lo siento, Trace.
―¿Por qué?
―No decirte la verdad. Sabía que el día que nos fuimos de compras y, luego, cuando
sacaste todo ese dinero. Maldición, lo sabía a ciencia cierta. Tuve que hacer que Anthony
verificara tus antecedentes. Al parecer Tracey Rooks no existe. Así que me fui a través de
todas las Tracey en nuestra escuela y ahí estabas tú, Tracey Alfero, de dieciocho años, nieta
del segundo más poderoso jefe de la mafia en la ciudad de Chicago.El mismo jefe de la
mafia que aún nos echa la culpa de la muerte de su hijo.
―Cierto. Lo que significa que realmente debería haber matado a Phoenix. ―Él frunció
el ceño y alejó su brazo de mí. Con una maldición, se sentó en la cama y se frotaba el rostro
con sus manos―. Él no puede averiguar quién eres. Si lo hace… Trace, él es peligroso, en
serio. Hemos estado vigilándolo. Ha perdido su maldita mente. Él es el siguiente en la
línea después que su padre muera, y su padre es demasiado cobarde para decirle a
Phoenix cuando él está fuera de lugar. No tengo dudas de que esa familia está en algún
negocio turbio.
No sé por qué me sentía tan aliviada. No es como si pudiera ayudar a quien amaba,
incluso si él estaba involucrado con cosas terribles. No podía alejarlo de la familia.
―¿Qué haces tú?
―Un poco de esto y un poco de aquello. ―Él sonrió―. Nada demasiado ilegal. No
estamos desesperados por dinero a diferencia de algunas personas.
―Pero te prometí
―Y te prometí que iba a encontrar a la gente que mató a tus padres. Así que supongo
que los dos fallamos, Trace.
―No. ―Él me besó en la mejilla y luego en mis labios, lamiendo suavemente la sal de
mi labio inferior antes de retroceder ―. Simplemente… Trace, tengo que mantener el orden
entre todas las familias aquí. Las tres familias han estado bastante bien los últimos noventa
años. Si algo pasa…Si el balance es arrojado, o Dios no lo quiera, si alguno de los
originales escuchara acerca de los acontecimientos con Phoenix… ―Él se estremeció contra
mí―. Créeme, no querrás a cualquiera de los Sicilian viajando a los Estados.
―No lo harán. ―Besé su boca ―. Phoenix no ha hecho nada aún y cuando lo haga… tú
estarás allí.
Los ojos de Nixon se cerraron brevemente. Cuando los abrió estaban llenos de tristeza.
―Sí, pero tú también.
―A tu lado―le confirmé.
Nixon no dijo nada. Su boca encontró la mía y me caí sobre la cama mientras su
cuerpo se cernía sobre mí. Sus labios diciendo lo que no podían sus palabras. Envolví mis
brazos alrededor de su cuello y lo persuadí hacía mí. Con un gruñido y luego un gemido
masculino barrió sus brazos a mi alrededor y debajo de mi camisa.
―Maldita sea. ―Él gruñó al instante que sus manos entraron en contacto con mi
sujetador.
―¿Qué? ―Besé su cuello.
―¿Qué?
La sonrisa de Nixon era triste. ―Te amo, Trace. Yo siempre lo he hecho. Sólo recuerda
eso, ¿de acuerdo? Aférrate a ello. No importa lo que diga o lo que haga… y créeme, haré
cosas terribles. Sólo tienes que saber. Que te amo. Con cada fibra de mi ser.
Las lágrimas nublaron mi visión, yo asentí y lo atraje para otro beso. ―Yo también te
amo―le dije en sus labios.
Riéndose, se tumbó encima de mí, cuidando de mantener su peso, así que aún podía
respirar. ―Trace… tú abuelo no es un hombre paciente. No vamos a darle un ataque al
corazón.
Nixon se congeló encima de mí. Su mirada era salvaje. ―Por favor. Sólo por favor, ni
se te ocurra. Trace, tienes que prometerme, mierda, tienes que prometerme que no importa
lo que pase, esperaras, ¿de acuerdo? Tienes que esperar hasta que sea con alguien que
ames.
Nixon no besaba como si fuera algo para pasar el tiempo. Él besaba como si no
hubiera nada en el mundo que preferiría estar haciendo. Él me besaba como si yo fuera su
oxígeno, y yo sabía que en ese momento no había manera de que yo estuviera dejándolo
que se vaya por segunda vez.
Tocaron la puerta. Nixon se apartó de mí tan rápido que pensé que iba a caer al suelo.
El Abuelo estaba de pie, con los brazos cruzados y mirando a Nixon. ―Es hora de
despedirte.
Rodé los ojos y me giré hacía Nixon. Me aferré a su brazo mientras caminábamos
lentamente por las escaleras hasta la puerta principal. ―Nos vemos en la escuela mañana,
Nixon.
Sus ojos aún llorosos me miraron como si él iba a perdérselo en cualquier momento.
Nixon recogió su pistola, un cuchillo, y los nudillos de acero, y me dio un abrazo rápido.
―Recuerda lo que te dije, Trace. Recuérdalo.
Ella dejó de llorar, y luego las lágrimas se volvieron risas. ―¿Qué haría yo sin
ti, Trace?
Ella me miraba con los ojos hinchados. ―Voy a necesitar una pila de maquillaje.
―Sí, no lo sé. E l Abuelo siempre quiso pasar el rato en la ciudad. Y uno de los
trabajadores del rancho necesitaba dinero, por lo que creo que todos ganan.
Monroe asintió y poniéndose una gorra de béisbol. Imposible. Ella llevaba unos
jeans andrajosos, una sudadera de rock-n-roll, los aviadores, y una gorra de béisbol
y ella aún se veía mejor que yo. ―¿Sin uniforme?―Levanté mis cejas.
Y me senté.
Pasó una hora y aún sin mensaje de Nixon. Me quedé con el teléfono en la
mano en caso de que vibrara. No quería que mi única forma de comunicación me
fuera despojada, y por alguna razón me hizo sentir segura. La mafia estaba al
alcance, literalmente. Así que si Phoenix decidía meterse conmigo, podría huir y
llamar a una de las otras familias para que le den en la cabeza.
Por extraño que parezca, no me hace sentir mejor todo el asunto del gánster.
Quiero decir, la mafia es la mafia. Y yo no era una de esas chicas ignorantes que no
habían visto una buena parte de películas sobre mafias. No es que fuera reales,
pero aún así.
Después de unos minutos más de tortura, la clase terminó. Me abrí paso por el
pasillo hasta la siguiente clase. Esto siempre fue la parte que odiaba porque los
chicos estaban de pie alrededor hablando el uno al otro, los mensajes de texto, y
señalándose. Yo aún no entendía por qué la escuela no s daba diez minutos entre
clases. Parecía extrema por decir al menos. Podría conseguir un montón de
problemas en siete minutos.
Tambaleándome hacia atrás me di cuenta de que era Nixon. Suspiré con alivio
y envolví mis brazos alrededor de él para darle un abrazo.
―Porque… ―Mi mirada se posó en todos los estudiantes que nos rodeaban. Sus
rostros eran una mezcla de diversión y horror.
―¿Por qué?―Él dio un paso hacia mí y ladeó la cabeza―. ¿Qué, el gato te comió
la lengua? O supongo que en tu caso sería una… ¿vaca?
―Pero tú dijiste…
Me negaba a moverme. Sólo podía mirar mientras las lágrimas corrían por mi
rostro.
―Aléjate de mí. ―Nixon estaba a centímetros de mí. Esos mismos labios que me
prometieron un para siempre encajaban un cuchillo en mi pecho―. Vete. Ahora.
De alguna manera obligué mis piernas a moverse más allá de él, pero no antes
de escucharle gritar detrás de mí. ―MOO.
Los sollozos atormentaron mi cuerpo hasta que no podía respirar ni ver , como
si eso importara. Ni siquiera sabía en qué dirección estaba corriendo. Sólo sabía
que tenía que salir de allí. Lejos de él y lejos de mi corazón roto que acababa de ser
pisoteado por el pie de Nixon.
Me giré para asegurarme de que nadie me seguía y otra vez choqué contra
alguien, pero esta vez no era Nixon, y no era cualquier persona amigable.
Phoenix sonrió. ―Bonito espectáculo. Es bueno saber que por fin te puso en tu
lugar. Tal vez ahora que estás fuera de la puta escena, podamos volver a cómo eran
las cosas antes de que tú contaminaras esta escuela.
Sin decir una palabra, me cargó en sus brazos y me llevó fuera del aula,
condenando a la mafia al infierno en todo el camino.
Capítulo 29 Traducido por MewHiine
Corregido por Morin
¿Por qué haría eso? ¿Y frente a todo el mundo? Mi cerebro difuso trató de sacar
excusas. Tal vez eso era lo lamentable que me había convertido en la forma en que
me sentía por él. Trataba de justificar sus acciones. Con la reproducción de todo lo
que me dijo la noche anterior, sólo logré hacer que mi estómago se sintiera más
enfermo.
Habló de protegerme, amarme, hacer cosas que no quería tener que hacer.
Pero, ¿qué demonios? Quiero decir, yo había tenido elecciones difícile s que tomar.
Pero si su plan desde el principio había sido hacerme quedar como una completa
idiota delante de los estudiantes, ¿no podía al menos haberme advertido?
Cualquier chica, aunque ella hubiera sabido el plan desde el principio, habría
estallado en lágrimas.
Yo era patética, porque casi me había convencido de que Nixon había hecho
todo eso a propósito. Que él no estaba usándome como dijo el Abuelo.
Me agarró la barbilla con la mano y tiró de mi cara hacia la suya. ―¿Tienes que
ir al hospital? ¿Acostarte? ¿Necesita un poco de agua? ¿Quieres un sedante? Esas
son todas las cosas que te he estado preguntando durante el camino, y otra vez
cuando te dejé en el sofá. Mierda. ―Él me soltó la barbilla y se pasó las manos por
el pelo―.¿Qué demonios ha sido eso? ¿Estás mal de la maldita cabeza? Tú sólo no
puedes…―Se apartó de mí y comenzó a caminar―… Tú no sólo puedes romperte
ante la escuela así. No puedes dejar que la gente vea la debilidad. Eres mejor que
eso. No me importa si el maldito presidente de los Estados Unidos bailara ahí
dentro y les dijera a todos que eres un terrorista. ¡Eres una Alfero por el jodido
amor de Dios, empieza a actuar como uno!
Sentí el escozor de las lágrimas, pero me negué a dejar que ninguna más
cayera. En su lugar, me solté de un tirón y pude o no haber dejado caer una
palabra muy inapropiada.
Su rostro de piedra se iluminó con una pequeña sonrisa. ―Mejor, Trace. Puedes
hacerlo mejor que empujarme y decirme que me joda a mí mismo. Sé que esto
duele. Créeme, lo sé. Pero es la única manera.
Mi cabeza se sacudió hacia arriba para ver a Nixon en la puerta. Sus ojos
parpadearon inciertos cuando pasó de mí a Chase y luego de vuelta a mí.
Ira hirvió dentro de mí. Antes de que supiera lo que estaba haciendo, salté del
sofá y lo derribé, golpeando mis puños en su pecho mientras la ira y el dolor me
recorrían. Chase tuvo que sacarme de encima, e incluso entonces, lo único que
pude hacer fue desmoronarme en los brazos de Chase mientras ardientes lágrimas
salían de mis ojos.
―Lo estás haciendo mal, hombre―susurró Chase―. Sólo vete. Ella no quiere
verte. Diablos, ni siquiera sé si yo quiero verte. Sé por qué… Sólo pienso… Esto no
se puede arreglar con tu malo culo mafioso.
―Pero…―Nixon se aclaró la garganta―.¿Trace? ―Fue una pregunta.
Chase juró. ―Nixon, has elegido. Y creo que fue bastante claro para todo el
mundo dentro de un radio de cincuenta millas a quien has elegido.
―Creo que vamos a ver de lo que ésta familia está realmente hecha.
―Chase. ―La voz de Nixon fue ronca―. Cuida de ella, por favor. Sólo…
Chase me sostuvo cerca y asintió con la cabeza una vez. Escuché la puerta
abrirse y cerrarse, y apreté mis ojos con fuerza.
Exhausta, no protesté cuando Chase me levantóen sus brazos, por segunda vez
en el día, y me llevó de nuevo al sofá. Metí mis manos debajo de mi barbilla y cerré
los ojos. En cuestión de segundos las luces de la habitación estaban apagadas. Oí la
cerradura de la puerta y en ese momento sentí un cuerpo cálido junto al mío.
El sofá era lo suficientemente grande para dos personas, así que hice sitio
mientras Chase se tumbaba detrás de mí y me rodeaba con su cuerpo. Puso una
manta sobre los dos y suspiró.
―¿Chase? ―Sollocé.
―¿Hmm?
―Porque estas buena. ―Frotó mi brazo y soltó una carcajada―. Trace, estoy
bromeando. No permitas que tu ropa interior se haga un montón. Estoy aquí
porque no hay otro lugar en el que quiera estar. Porque no me gusta ver llorar a las
chicas, y aunque la opinión popular diga que no poseo un corazón, realmente lo
tengo. Así que no me importa, pero cuando veo a un amigo, y no frunzas el ceño,
puedo verte desde aquí. Cuando veo a un amigo, un buen amigo, molesto,
jodidamente me sangraría a mí mismo antes de dejarle pasar por mierda solo.
―Ese fue un buen discurso. ¿Lo has practicado? ―Me encontré a mí misma
sonriendo a pesar de que mi corazón todavía se estaba rompiendo y golpeando en
mí pecho como si hubiera perdido para siempre su ritmo.
―Muy graciosa. ―Chase me atrajo con más fuerza.
―¿Chase?
―¿Sí?
―Que… tranquilizador.
―Siempre.
Desperté en los brazos de Chase. No exactamente del modo que lo planee que
iba a ir mi miércoles.
―Mira, sé que tienes tu corazón roto y estas molesta, bla, bla, bla, ¿Pero tienes
que ser odiosa con el chico que te ayudo cuando estabas teniendo una crisis
nerviosa en frente de todo el cuerpo estudiantil?
Él sonrió abiertamente.
―Sabía que lo verías a mi manera. Ahora, sin atacar. Voy a bajarme de ti,
ayudarte a ponerte de pie, e intentar no mirar tu trasero cuando te dobles a
agarrar tu bolso.
―Un buen trato. Solo déjame agarrar mi tarjeta de acceso y caminare contigo a
la puerta.
―No tienes que hacer eso. Ya me dejaste esconderme aquí la mayor parte de la
mañana y…
―¿Tú trabajo?
―Nixon no me ama.
Chase suspiro.
―Me rehusó a entrar en eso contigo ahora mismo. Cree lo que quieras, pero ese
chico seria capaz de cortar de un golpe sus propios brazos antes de dejar que
alguien lastimara un cabello de tu cabeza.
―No creo que ningún chico pueda prometerte no romper tú corazón. Pero sí te
prometo que el siguiente idiota que lo intente terminara de uno modo u otro en
mis puños.
Asentí.
―Vamos, Trace…―Sus ojos azules bailando―. Una sonrisa. Dame una sonrisa
antes de caminar por la tabla15 .
Mi patético intento de una sonrisa probablemente lucio más como una mueca,
pero fue suficiente para que Chase asintiera su cabeza en aprobación y me
encaminó fuera de la puerta.
Una vez que nos paramos afuera, tome una rápida respiración de aire fresco.
La gente estaba caminando alrededor del campus y nadie parecía saber que yo
estaba saliendo de mi escondite.
La gente comenzó a susurrar y apuntar, que en realidad no era tan malo, hasta
que una chica gritó zorra y otro tipo empezó a corear puta. Naturalmente, porque
el aburrimiento promueve la estupidez, el resto de los chicos se unió hasta que
Chase y yo estábamos literalmente caminando en compás de los cantos.
Él apretó mi hombro, les dijo a todos que se jodieran, lo cual para ser honesta
me hizo temblar más, y mantener mi cara seria.
―¿Las sobras?―Chase repitió. Uh-oh. Conocía ese tono de voz. Era la misma
voz con la él sehabía burlado de mí el primer día de clases. Esa chica acaba de abrir
una caja que realmente debería haber permanecido cerrada.
La frase en inglés es “To walk the plank” que hace referencia a caminar sobre la tabla
15
―Ahh, bebé ¿Es eso una invitación?―Chase se rió entre dientes―. ¿Me
pregunto cómo se sentirá tú novio el que folles a Phoenix a sus espaldas? ¿Hmm?
Me pregunto qué es lo que Deacon haría. No, en realidad… ―Él chasqueo sus
dedos―.Sé exactamente lo que él hará. Él dejara tu gordo trasero y pasara a la
próxima zorra lista para abrir las piernas para él. Entonces de nuevo, tal vez a él le
guste lo fácil que eres. Hey, ¿porqué no lo llamo ahora mismo y vemos si él quiere
unirse a un trio? Diablos, hagamos de cuatro personas, ya que claramente te gusta
lo que ves. Voy a jugar.
―No le digas. Por favor, solo…―Cara miro hacia mí por ayuda. Yo mire
inmediatamente a Chase.
Ella asintió.
―Nunca la miraras a los ojos de nuevo. Si escucho que lo hiciste. Voy a arruinar
tu perfecta cara de torta.Y si respiras el mismo aire que Trace sin mi permiso, te
mostrare lo que se siente ser sofocado hasta la muerte, si tú esparces algún otro
rumor sobre ella y Los Eleg… ―Se encogió de hombros―. No llegaras hasta las
vacaciones de Navidad, sin por lo menos uno de tus lindos dedos con manicura
faltando en tu mano. ¿Nos entendemos?
―¿Qué D… ?
Siempre pensé que Nixon era escalofriante. El único al que todos temían.
Chase se encogió.
Mierda no.
Las puertas del elevador se abrieron. Chase espero que caminara con él,
entonces me acompaño a mi cuarto y fulminó con la mirada a cualquier chica que
se atrevió a darme una mala mirada. No había duda de que su encuentro con Cara
estaría alrededor del campus para la cena.
―Mi trabajo. ―Él sonrió y se recostó en mi cama―. Ahora has tu tarea para que
podamos ver una película.
―¿Nosotros?
―Si. ¿Cómo tú y yo? ¿Qué, tienes una vaca escondida aquí en alguna parte?
Parpadeé.
―Sí, Chase. Tengo una vaca debajo de mi cama. Es invisible por eso no puedes
verla. Pero algunas veces en la noche sale a jugar ¿Qué diablos está mal con tu
cerebro?
―Ohhh, dilo de nuevo. Solo que esta vez llámame papá mientras tu estas…
―¡CHASE!
A veces tosía sólo para que se fuera. Creo que Chase tenía problemas con los
gérmenes.
Una vez tropecé y Chase maldijo a los cuatro vientos diciendo que si no
aprendía a caminar como un ser humano normal, él iba a perder la cabeza de la
preocupación. ¿Qué? ¿Porqué por un arañazo iba a terminar conmigo?
Abrí mi bolígrafo y esperé a que empezara la clase. Sólo quería que las cosas
volvieran a la normalidad. Mi corazón todavía dolía. Quiero decir, no había forma
en que esa mierda fuera a curarse, especialmente considerando que Nixon me
evitaba como a la plaga.
Chase dijo que sueño con él, que a veces lo llamo a gritos.
Era la primera vez que había estado tan cerca de él desde el incidente de
cuando me pisoteó el corazón y arruinó cualquier posibilidad que tenía de
enamorarme. Sabía que eso sonaba severo, pero era todo o nada con él. Todavía lo
amaba, y odiaba que tuviera sentimientos por él cuando claramente no sentía nada
por mí.
Incluso después de pensar lo que pasó ese día, se me ocurrió que incluso
cuando él podría estar haciéndolo para protegerme, podría al menos haberme
enviado un mensaje de texto en privado o podríamos haber salido por ahí. Quiero
decir, vamos. Era un jefe de la mafia. Podía hacer que cualquier cosa pasara.
Quizá ésa era la peor parte. ¿No me amaba lo suficiente ni para hacerme su
sucio secretito? No me amaba lo suficiente ni para hacer que algo funcionase. No
usó sus muchas conexiones. No tuvo ningún momento débil. La amargura sólo
seguía empeorando hasta que me sentí como si fuera a explotar de todo ello.
―El Dr. Stevens está enfermo hoy, así que lo suplantaré. ―Los ojos de Nixon le
echaron un vistazo a la sala y cayeron en mí. Sin romper el contacto visual,
instruyó a todos a tomar notas sobre la tarea de la película. Lo papeles se pasaron
de mano en mano y luego las luces se apagaron.
Cerré mis ojos. No porque estuviera cansada, sino porque imaginé que si no
podía verlo, no dolería tantísimo. Pensé que había terminado con el llanto. Pensé
mal, una sola lágrima se deslizó por mi mejilla. Todavía era un corte profundo,
todavía dolía mucho.
―Por favor, cariño. Sólo recuerda lo que dije, por favor. ―El metal de su anillo
labial envió un temblor por mi espalda cuando conectó con mi oreja―. Siempre
mantengo mis promesas. Si no lo hago… la gente muere. ¿Entiendes? No puedo
tener sangre inocente en mis manos, especialmente cuando podría ser la tuya.
―No, escucha tú. ―Lo apunté con mi dedo y susurré para que nadie más nos
pudiera oír―. Siempre hay una opción. Me niego a permitirte justificar tus acciones
al decir que tus manos estaban atadas. Eres Nixon Abandonato. Tenías opción, y la
tomaste. Que les den a tus excusas, estoy muy cansada de ellas, Nixon. De todo
esto. He terminado. Yo… ―Tragué―. No volveré el siguiente semestre. Tienes
razón. No puedo hacer esto. No es mi mundo. Este lugar no es para mí.
―Sí que es para ti, Trace. Es tu lugar tanto como el de todos los demás y…
―No. ―Negué con la cabeza―. No. No puedo contarles quién soy, e incluso su
pudiera, ¿qué pasaría? Me ganaría el respeto por mi familia, pero sería todo falso.
Mientras tú te inventarías otra excusa para romperme el corazón en un millón de
trozos diciendo que no tenías opción. Vete al infierno, Nixon. En realidad… ―Me
reí―. No lo hagas. Porque yo he estado viviendo allí durante las pasadas tres
semanas. Sólo mantente alejado de mí.
Agarré mis libros y me fui de la clase. La última imagen que tuve de él era su
frente presionada contra sus manos mientras su cara se contraía en una mezcla de
dolor y arrepentimiento. Bien. Lo dejé con tanto dolor como él me había dejado a
mí.
Una vez en el pasillo, me agarré el collar. Quizá estaba siendo ridícula, pero
desde que Nixon me había advertido para que no lo use, encontraba gran placer en
hacer lo opuesto a una de sus órdenes.
Oh, no.
―¿A dónde crees que vas? ―Phoenix se movió para ponerse frente a mí. Me di
la vuelta y empecé a caminar en otra dirección, pero él trotó para estar frente a mí.
Sus brazos se estiraron para ponerse en mis hombros. Sus dedos se clavaron en mi
piel cuando me hizo chocar contra la pared. ¡¿Porqué me fui de clase?!
―Habla. ―Sus labios casi rozaban los míos. Intenté alejarme de él, pero era
imposible. Él era demasiado fuerte―. O no lo hagas. ―Sonrió―. Siempre podemos
hacer algunas otras cosas… Caminar por el colegio es a lo que estás acostumbrada.
Una vez que termine contigo, olvidarás todo de Nixon y, en su lugar, estarás
gritando mi nombre.
―¡No, no! ¡Por favor! ¡Por favor, ayúdenme! ―Yo estaba frenética, arañando sus
brazos cuando él usó toda su fuerza para sacarme del edificio y llevarme hacia la
oficina central de Los Elegidos.
―¡Detente! ¡Phoenix! ¡DETENTE! ―Clavé mis tacones en el suelo, pero él sólo
se rió y me tironeó con más fuerza. Me trastabillé y fui directa a sus brazos.
―Eso me gusta más―dijo bruscamente―. ¿Piensas que eres tan perfecta sólo
porque tu familia es la que es? ¿Siquiera sabes quién soy yo? ―Empujó mi cabeza
cerca de su boca y lo gritó en mi oreja―. ¡Y todo porque has perdido la
oportunidad de estar con la familia de Nixon! ¿Mis conexiones? Se han ido. Mi
dinero. ¡SE HA IDO! ¿Quieres saber por qué?
Esperé en vano que Tex estuviera allí con Mo. Habían sido inseparables desde
que empezaron a salir. Pero estaba vacío. Empecé a presionar los botones en mi
teléfono con la esperanza de que llamase a alguien, a quien sea.
―¿Hola?
―¿Trace? ―Era Chase―. ¿Estás bien? Nixon dijo que te fuiste de clase y… Trace,
¿estás llorando?
―Pero enviaste 911, usualmente eso significa que o estás triste o que alguien te
llamó zorra otra vez…
―Trace.
―¿Sí?
―¿Crees que sabes todos nuestros secretitos sólo porque eres una
Alfero?―Phoenix me empujó contra la pared y se rió―. ¿Dónde está Nixon ahora?
¿Va a salvarte? ¿Dónde estaba cuando tus padres murieron? Oh, cierto, él era
demasiado joven, incapaz de hacer algo. Justo como no será capaz de hacer algo
ahora.
―¿Por qué? ―dije con dificultad, intentando comprar tiempo. No tenía idea de
qué iba a hacer, sólo sabía que, por alguna razón, me odiaba y quería hacerme
daño.
―¿Por qué? ―Sus cejas se elevaron mientras se lamía los labios y luego me
espetó―: Porque eres una sucia zorra. Porque has arruinado todo por lo que he
trabajado durante años para construir. Porque el minuto en que Nixon me separó
de Los Elegidos, nadie en el pueblo hará negocios con nosotros. He sido ordenado
por mi padre para hacerme cargo de las cosas en cualquier forma posible. Ésta es
mi forma de hacer eso. No puedo tener secretos familiares mostrando sus feas
cabezas sólo porque Nixon decidió que tenía un corazón, ¿cierto?
―No si lo mato yo primero ―Su risa era oscura, loca, en realidad. ¿Estaba
drogado? Sus manos se movieron de la pared hacia mis hombros y, en un instante,
estaba quitando mi suéter de mi cuerpo. Con miedo enfermizo, supe exactamente
lo que iba a hacer.
No iba a matarme. No. Eso sería demasiado amable.
―Mil pavos a que eres virgen… ―Sus manos se movieron por mi blusa y muy
lentamente empezó a desabotonarla hasta que mi camisa cayó al suelo junto con mi
suéter. Nunca había estado tan asustada ni avergonzada en mi vida.
Me miró lascivamente.
Sus manos tocaron mis muslos y le recé a Dios para que me dejase inconsciente
antes de que algo más de él me tocase.
Volví a rezar.
Phoenix me sopló un beso y luego movió sus manos hacia mi ropa interior.
Algo golpeó la puerta y luego oí maldiciones. Mis ojos estaban borrosos por las
lágrimas, mi cara hinchada por ser el saco de boxeo de Phoenix.
―Te mataré por tocarla. ―Nixon echaba humo―. Tú, sabandija. ―Su puño fue
hacia el estómago de Phoenix―. ¡Pedazo de mierda! ―Su otro puño conectó con la
mandíbula de Phoenix y luego Nixon sacó un cuchillo de su bolsillo trasero y pateó
a Phoenix en el estómago. Cuando se inclinó de dolor, Nixon usó su cuchillo y lo
metió en la mano derecha de Phoenix.
Phoenix gritó.
Todo pasó en cámara lenta hasta que alguien más entró en la sala: El Abuelo.
―Deberías cerrar tus ojos ―susurró Chase en mi oreja, sus brazos estaban tan
apretadamente alrededor de mi cuerpo que casi no podía respirar. Tampoco podía
apartar la mirada, incluso cuando sabía que debería.
El Abuelo agarró las manos de Phoenix y las ató por las muñecas.
―La miras sin petición previa: Pierdes un ojo. ¿La tocas con sus sucias manos?
―Trace, mírame.
―No―dije, con voz chirriante―. Llegaron a tiempo. ―Quería gritar que aunque
nada había sucedido estaba tan traumatizada, tan asustada, que no sabía qué
hacer. Todo mi cuerpo se sentía nulo. Estaba dividida entre desear que Nixon me
bese y decirme que todo estaba bien, y desear llorar tanto para entrar en un coma y
borrar lo que acababa de pasar.
Intenté calmar mi tembloroso cuerpo. Pero había estado cerca, tan cerca de ser
algo irrevocable.
―Trace, bebé, yo… ―Los ojos del Abuelo se llenaron de lágrimas mientras se
arrodillaba―. Debí hacerlo mejor, no sé lo que hubiese hecho si Nixon y Chase…
―Tragó―. No puedo perderte. ¿Entiendes? No puedo, Trace. Eres mi vida.
Era la primera vez que escuchaba a mi abuelo referirse a alguien menor que él
como Señor y de hecho ponía el respeto detrás del nombre. La sorpresa debe haber
golpeado a Nixon también, sus cejas se alzaron solo brevemente antes de darle a
Abuelo un corto asentimiento y una sacudida de manos.
―¿Listo? ―pregunté, mi voz aún ronca por el esfuerzo. Ni siquiera estaba tan
curiosa. Solo era que necesitaba algo más en qué enfocarme. Sino, estaba casi
segura que iba a perderme.
―Oh. ―No estaba segura de cómo sentirme sobre eso. Quiero decir, sabía que
él era malo. Sabía que podía haberme violado y posiblemente matado, pero, ¿acaso
eso me hacía sentir bien? ¿Una vida por otra vida? Luché por ponerme de pie y
casi me caigo. Nixon me atrapó e hizo señas hacia Chase.
Suspiré y di un paso hacia atrás en los brazos de Chase. Era el turno de Nixon
de verse confundido y un poco enojado.
―Gracias, Chase. ―Envolví mis brazos alrededor de su cuello y cerré mis ojos―.
Te amo.
Sí, Nixon había ayudado a salvarme. Pero Chase, literalmente había salvado mi
vida con su pregunta perceptiva. Las lágrimas quemaban en la parte de atrás de mi
garganta mientras los ojos azules de Chase se llenaban de calidez.
Cerré con fuerza mis ojos. Él exhaló. Y finalmente, con lágrimas corriendo por
mi rostro, abrí un ojo, luego el otro. Nixon tenía lágrimas en sus ojos mientras sus
dedos pulgares limpiaban las lágrimas.
―¿Me ayudarás?
Nixon suspiró. ―Lo que sea que necesites. Estoy aquí, Trace.
―No.
―Diablos, no.
―¿No vas a decirme que me amas y luego lo retractarás? ―Mi voz se cortó con
la emoción mientras nuevas lágrimas encontraron su camino por mi rostro. ¿Qué
diablos estaba mal conmigo? ¡Sabía que era más fuerte que eso! Miré a Nixon y
esperé.
Asentí.
―Tú lo hiciste.
―¿Cuándo?
―Qué suerte saber que aún tienes tu sentido del humor. ―Nixon rodó sus ojos
mientras inclinaba su cabeza hacia abajo―. Lo entenderé si no estás lista. Mierda, ni
siquiera sé si yo estoy listo, pero Trace, realmente quiero besarte.
―¡Hijo de puta! ―Se veía como si estuviera listo para golpear una pared. Miré
hacia abajo y noté un moretón dándose a conocer alrededor de mi estómago. Los
ojos de Nixon brillaron con lágrimas mientras retiraba mi cabello lejos de mi
hombro y examinaba mi cuello. Estaba segura que ahí también había moretones.
Pensarías que estar de pie en frente de Nixon en nada más que mi falda y sostén,
me haría sentir expuesta y vulnerable, pero en lugar de eso, todo se sentía cómodo,
normal. Como si él fuera la única persona que podía soportar que me vea desnuda
después de haber pasado por tal experiencia, y sentirme segura.
Cerró sus ojos y se tomó el puente de la nariz. ―Romper sus manos no fue
suficiente. No por un largo disparo. Voy a cortar su lengua y…
―Lo siento ―murmuró Nixon. Fue en busca del chorro en la bañera y prendió
el agua. Puso burbujas, lo que ganó un alza de cejas de mi parte, él simplemente
murmuró que no pregunte y algo sobre Chase y tiempo de desnudarse. Hice una
nota mental de preguntarle a Chase la próxima vez que lo vea.
Mi corazón se apretó. Pensar en Chase me hacía sentir graciosa. Era raro, pero
extrañaba tener a ese chico alrededor. Extrañaba su sentido del humor, la amistad
fácil que habíamos tenido y actitud protectora. Lo extrañaba ahí mismo, porque
podría haber usado su sentido del humor para espantar los demonios que Phoenix
había traído en mi vida.
―Me voltearé mientras entras, ahí habrán suficientes burbujas para cubrirte.
―Entonces pretenderé que no puedo ver ―dijo, con los dientes apretados.
Sus ojos nunca dejaron los míos mientras me hundía debajo de las burbujas.
―Sí, por las malditas burbujas. ¿Has terminado ya? ―Él se retorció en su
asiento.
―Acabo de entrar.
Nixon maldijo y bajó la cabeza en sus manos. ―Cierto. Bueno, ¿no puedes…
solo… ser más rápida?
Eso se siente bien. ―Cerré los ojos mientras sus manos calientes
reemplazaron la esponja y comenzó a masajear mi cuello y hombros.
―Para que lo sepas―dijo con voz ronca, con las manos amasando mi
carne―.Nunca he tenido que practicar demasiado la moderación en toda mi vida.
Nota mental, las burbujas tienden a desaparecer cuando has estado en el baño
durante mucho tiempo. Su agarre se apretó en mi cuerpo un poco antes de cerrar
los ojos y apretó los labios, un pequeño silbido de aire escapó de su boca.
―Lo siento. ―Me moví para taparme pero las burbujas estaban desapareciendo
rápidamente.
Sin decir una palabra, cogió la toalla más cercana y la envolvió alrededor de mi
cuerpo tembloroso y otra vez me levantó en el aire como una niña pequeña y me
llevó a otra habitación.
Cuando me moví para ponerme la camiseta, cerró los ojos como un caballero a
pesar de que yo no le obligué a hacerlo.
Dejó caer la toalla al suelo y me cogió en sus brazos. Con un gruñido me tuvo
en la cama metida entre su cuerpo.
No me di cuenta que todavía estaba llorando hasta que limpió unas lágrimas
perdidas.
―No voy a dejar que te pase nada, lo juro por mi vida, te protegeré hasta el día
que me muera―Nixon susurró con voz ronca.
Con una maldición Nixon me tiró más cerca. ―Te mereces el vestido blanco,
Trace. Y las flores y la música. Te mereces el primer baile con tu marido. Las
estrellas en sus ojos cuando te vea caminando por el pasillo. Te mereces el castillo y
el príncipe. Un hombre que te adore, una familia que se sacrifique por ti, amigos
que cuiden de ti. Trace, te lo mereces, pero tienes que creerlo.
Sollocé. ―¿Qué pasa si sólo te quiero a ti? ¿Qué pasa si sólo quiero esa única
cosa?
―¿Quieres?
―¿Eh?
Señalé a mi cuello por donde Phoenix me había sostenido. Nixon besó el lugar
exacto donde estoy segura que la contusión empezaba a mostrarse. Señalé a mi
brazo. Los labios de Nixon se presionaron en el lugar donde Phoenix se apoderó de
mí, y así pasó los siguientes diez minutos con Nixon borrando cada lugar que
Phoenix había corrompido.
Nixon sonrió, y luego devoró―no besó―mis labios. Su boca cubrió la mía por
completo mientras su lengua se deslizaba dentro y empujaba contra la mía.
―Me estás matando, Trace.―Nixon gimió contra mi cuello. Con otro gemido se
apartó―.Y probablemente voy a odiarme a mí mismo más tarde esta noche por
decir esto, pero después de todo… ―Él negó con la cabeza―. No puedo… No
puedo…
Nixon se apartó de mí y chasqueó. ―Más vale que sea bueno, Chase, o voy a
estrangularte.
Los ojos de Chase se encontraron con los míos y por un segundo me sentí
culpable. Miré a la posición en la que estaba, debajo del cuerpo de Nixon, sin
aliento y ruborizada con excitación.
Todo después de que Chase había dicho que me amaba y cubierto con su
chaqueta. Lamí mis labios y noté los ojos azules de Chase estrecharse. Él parpadeó
un par de veces en mi dirección y agarró al marco de la puerta con la mano. Sus
nudillos se pusieron unos tonos más blancos antes que sus ojos dejaran los míos y
se postraran sobre Nixon.
―Sólo pensé que querrías saber que el Sr. Alfero ha puesto todo en marcha y
listo. Parece que estaba un poco demasiado entusiasta sobre reunir algunos
hombres. No pensé que quisieras que Phoenix muriera sin dejar que Trace tuviera
un pedazo.
―De Phoenix. ―La sonrisa de Chase no llegó a sus ojos―. Quieres darle una
bofetada, ¿no? Porque si no lo haces, seguro como el infierno que yo lo haré.
Mierda. Voy a romperle las dos piernas para ti.
Sabía que lo decía en serio. También sabía que si le dejaba y a todos los demás
desatarse sobre Phoenix tendría un asesinato en mi conciencia. ¿Era así cómo se
ocupaban de todo en la mafia?
―¿Cómo estás? ―Chase entró en la habitación. Nixon levantó la mano para que
se detuviera.
―Ella está bien―Nixon respondió por mí. Apretó los dientes mientras
estrechaba su mirada en Chase.
Nixon saltó de la cama. ―Te he dicho que ella está bien. No necesitas nada más.
¿De acuerdo? Mensajeame la dirección y estaremos allí en un rato. Tengo que
conseguir algo de ropa para que se ponga.
Las fosas nasales de la Chase se encendieron. ―Tal vez deberías haber pensado
sobre eso antes de empezar a quitarle la ropa.
Estaba cansada y estresada. Eso era todo. No era nada más. Metí los
sentimientos que tenía para Chase en el fondo de mi mente mientras abrazaba a
Nixon de regreso.
Las manos me sudaban. Tuve que seguir limpiándolas en mis vaqueros. Nixon
no me había dicho una palabra durante el viaje al lugar o al “punto” como él lo
llamaba. No estaba segura de sí estaba absorto en sus pensamientos o solo enojado
de que yo quisiera dejar a Phoenix con vida. De todas formas, estaba lista para que
la pesadilla de un día terminara.
¿Cómo terminé en esta situación en primer lugar? Oh, cierto. El Abuelo, mis
padres… Ugh. Supongo que el viejo dicho es cierto. No puedes evitar cómo naciste
Negué con la cabeza. Yo no estaba preparada. ¿Cómo iba estar lista para esto?
¿Para enfrentar al tipo que intentó violarme? ¿Especialmente delante de otros
hombres? Yo no estaba preparada para nada de eso, y no quería nada más que
meter la cabeza en la arena y pretender que nada de eso ocurrió.
Sus ojos eran como el hielo. Toqué su rostro. Él parpadeó y dejó escapar un
suspiro. Esto fue igual de duro para él como lo fue para mí. Lo sabía. Porque sabía
que si alguna vez alguien se metía con mi familia o con aquellos que amaba, no
pensaría dos veces antes de hacerles daño, pero era completamente diferente
cuando eras tú y cuando seria en su conciencia. Sabía que Nixon quería arrancarle
los brazos a Phoenix, pero no podía entender cómo podría dormir por la noche si
sabía que todo tenía que ver conmigo y que era mi culpa.
Me aparté de Nixon y abrí la puerta del coche. Dos pasos. Di dos pasos antes
de tener que parar, cerrar los ojos, y decirme a mí misma que iba a estar bien.
Nixon me llamó y caminé alrededor del auto para reunirme con él. Su mano
alcanzó la mía y me llevó al refugio de su cuerpo mientras caminaba conmigo
hacia un viejo edificio abandonado.
Riendo. ¿Qué?
Miré a mí alrededor.
Pronto todo el mundo se dio cuenta de nuestra presencia y dejó caer la comida
que estaban sosteniendo y pusieron sus copas de vino abajo. Por el rabillo del ojo
vi al Abuelo hacer su camino hacia mí.
Lo habría mirado o tal vez incluso había reconocido a Phoenix que miraba
directamente a través de mí y sonreía.
Mala idea.
Hice otro movimiento para darle una patada en la cabeza, pero Nixon me tiró
suavemente hacia sus brazos, mientras que unos pocos hombres ayudaron a
Phoenix volver a la silla y comenzaron a atar sus brazos hacia abajo.
El Abuelo se aclaró la garganta. ―Todos los miembros de la comisión por favor
de pie.
Nixon me atrajo hacia él. ―Cada familia está representada por una sola
persona. Es la forma de cómo llevamos a cabo la corte. Cada persona tiene un
representante y cada representante recibe un voto.
―Desafortunadamente, no. Ya que soy uno de los jefes elegí otra persona de mi
familia.
―¿Quién?
Nixon se mordió el labio, haciendo que el anillo en su labio brillara por la luz
en la habitación. ―Chase.
Parecía ser unos pocos años mayor que yo, muy probablemente de la edad de
Nixon. Sus ojos recorrieron la habitación y luego cayeron sobre mí. ―Trace,
¿verdad?
―¿Mi versión?―chillé―. ¿Eso quiere decir que incluso tuvo algo que decir?
―Señalé con un dedo tembloroso a Phoenix―. ¿Después de lo que me hizo? Bueno,
Fausto… ―dije su nombre como una maldición―. Mi versión más o menos se
resume en una sola palabra. Violación. Ese tipo sentado allí me golpeó, me lastimó,
y luego trató de arrancarme la ropa. Cuando dije que no, él dijo que sí, cuando lo
empuje, el empujó de vuelta, por lo que sí, básicamente esa es mi versión. Me
habría matado si Chase y Nixon no hubieran intervenido.
―Tú no sabes eso. ―Los ojos de Fausto destellaron―. Después de todo, si lo que
estás usando ahora es una indicación de lo que usas en el día a día, yo diría que
eres una calientapollas.
―¿A alguien más le importa decirle a Trace lo que se merece? Adelante. ―Su
respiración era entrecortada mientras estaba allí y esperaba a que alguien hable. El
Abuelo se movió para pararse a su lado, como Chase lo hizo. El resto de los
hombres en la habitación cambió sobre sus pies y miró hacia a mí. Quise morir en
el acto. ¿Qué era tan malo acerca de una camiseta y pantalones vaqueros? Yo
conscientemente jale mi camisa más abajo, de modo que cubriera mi trasero.
Quizás Fausto tenía razón. Tal vez de alguna manera yo me lo busqué. Me miré las
manos temblorosas. Cálidos brazos me rodearon y supe en un instante a quien
pertenecían. No Nixon, no el Abuelo, pero Chase. Me incliné hacia él. Su olor, todo
en él era familiar.
Phoenix sonrió. ―Tengo serias dudas de eso. Después de todo, es sólo cuestión
de tiempo antes de que se den cuenta de quién es. Y cuando lo hagan, no habrá
nada que pueda salvarte. No tu poder, no tu dinero, y no tu nombre. Ellos vendrán
por todos ustedes. Y voy a estar sonriendo desde el infierno.
Me sentí pálida.
Miré a todos los ojos expectantes a mí alrededor. Los brazos de Chase todavía
rodeaban mi cintura. Lentamente, yo misma me libere y me acerqué al cuerpo
inerte de Phoenix. Una patada entre las piernas es realmente todo lo que
necesitaba. Me gustaría pensar que haría que sea imposible para él tener hijos y
envenenar la tierra con su descendencia. Él ya estaba inconsciente, pero sonreí ante
la idea de él despertando por un dolor tan insoportable que lo haría de sear la
muerte.
Chase mantuvo sus brazos abiertos. Entré en ellos y apoyé mi cabeza contra su
pecho. ―Deberías haberme dejado que lo mate.
―Perdón por arruinar tu diversión―murmuré.
*~*~*~*
Lo que sentí como horas más tarde, Phoenix se despertó, gritando de dolor.
Nixon se había puesto en contacto con el padre de Phoenix y le pedio que se
reuniera con nosotros en el lugar.
Phoenix sonrió. La sangre manchaba sus dientes, donde había sido perforado
en varias ocasiones. ―¿Crees que me puedes callar?―Él se río―. Padre, ¿adivina
quién es nuestra pequeña Tracey? Deberías saber, después de todo, tú mataste a
sus padres.
―No lo hice―su padre repitió, pero sus palabras fueron silenciados, por el
chasquido de un arma de fuego. Di un grito ahogado cuando cayó al suelo, la
sangre estaba por todas partes. Miré a Nixon, pero él parecía tan sorprendido como
yo. En cambio, el Abuelo, no se sorprendió en absoluto. De hecho, él fue el que
apuntaba con el arma.
Chase blasfemó. Nunca lo había visto tan fuera de control, pero se veía a diez
segundos de perderlo. ―Nuestra familia, hemos estado a cargo de mantener la paz
durante más de cien años, Trace. Tu Abuelo sólo pegó un tiro al capo de la mafia
De Lange a sangre fría. ¿Quién sabe qué va a pasar con Phoenix? Tampoco
tenemos que matarlo o comprar su silencio. No puedes simplemente andar
disparando a la gente.
Chase me miró como si yo estuviera loca. ―¿Trace, viste a todos los hombres
allí? ¿Te das cuenta de que algunos de ellos están desesperados por dinero o por
acceder a la parte buena? No puedes controlar a la gente, y tan seguro como el
infierno que no puedes evitar que miren por sí mismos.
―¿Irme?
―Por supuesto que no.―Nixon sonrió―. Vas a ser una prisionera en la mía.
Chase resopló.
―El aire. Tosí. Traeré una maleta.―Le entregó a Nixon mi maleta pequeña y me
saludó―. Te quiero, Trace. Estaré esperando a Nixon. Creo que es mejor si todos
nosotros discutimos el asunto juntos.
Empecé a llorar suavemente. ¿Cuándo las cosas se habían puesto tan jodidas?
―Estoy asustada.
―De acuerdo.
―Eso es estúpido. ―Me reí en su pecho―. Los chicos no pueden salvar a las
chicas.
―¿Haciendo qué?
―Y…―Nixon sonrió sin pudor―. Tal vez encontraremos algo de tiempo para trabajar
en esa meta que tiene antes de morir.
―¿Qué meta?
Él asintió.
Ella cerró los ojos y dejó escapar un suspiro pesado. ―Van a venir por todos nosotros.
―Lo sé.―Nixon caminó hacia ella y la atrajo hacia el en un abrazo ―. Pero estaremos
listos.
―¿Prometido?
―Lo prometo.―Él tomo su mano y llego hasta mí. Nos abrazamos y comenzamos a
recoger el resto de la habitación. Iba a ser una noche muy larga, pero no tan larga como el
resto del año escolar iba a ser. Quien dijo que la vida era aburrida claramente no fue a
Eagle Elite.
Fin
Estén atentos para un adelanto de la segunda parte... Elect
Próximamente
¿Estarías dispuesto a morir por la persona que
amas?
Mierda. Esperé en las sombras. Una parte de mí sabía que esto pasaría. La
parte que me dijo que condenara mis sentimientos al infierno y preste atención a
todas las señales de advertencia que había estado viendo. Pero ahora parecía que
era
demasiado tarde. Me quedé plantado donde estaba, observando, esperando.
―Chase, no puedes… ―Trace negó con la cabeza―. No puedes ser así. ¡No
podemos hacer esto!
Ella miró directamente hacia mí, aunque lo único que vi fue una sombra, sabía
que estaba bien escondido.―¿No te sientes de la misma manera?
Chase la tiró hacia él. Ella cayó contra su pecho y lo miró a los ojos. ―¿Qué
estás haciendo?
―Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo ―Él agarró la parte posterior
de su cabeza y la empujó hacia adelante para un beso. Sus labios se tocaron.
Laura Heritage, ¡eres la mejor editora y artista de portadas que una chica puede
pedir! ¡Gracias por acompañarmeen este paseo salvaje!
Los lectores, lo he dicho una vez, lo diré otra vez. ¡Chicos ustedes son lo mejor!
Me siento como si fuéramos de la familia. Ni siquiera puedo decirles lo mucho que
aprecio su amor y apoyo. Voy a seguir escribiendo todo el tiempo que ustedes
sigan leyendo.
Tenía muchas ganas de escribir un libro que fuera diferente. Había estado
viendo un montón de novelas del género NewAdult que estaban publicándose,
que tratan de personas que tienen un montón de equipaje emocional. ¡Infiernos!,
he escrito algunas de esas por mi parte (Seaside Novels, ¿alguien?), pero pensé que
era hora de hacer algo diferente.
Quiero decir, ¿qué tan genial sería ser parte de una sociedad secreta? ¿Crecer
toda tu vida pensando una cosa, sólo para descubrir que has estado equivocado
todo el tiempo? Estoy pensando en hacer dos,posiblemente tres libros de esta serie.
¡Visitanos!