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CLIMA DE AULA : EL AMOR TAMBIÉN CUENTA A LA HORA DE SER

UN BUEN ALUMNO

Dra. Amanda Céspedes y Psicoped. Gloria Silva Montes, INASMED

Tomado del Libro ( en prensa) “ Libro –Guía para la Inclusión Escolar”

Fundación Mírame, 2011.-

La condición esencial para que un niño pueda crecer


cognitivamente es el afecto. Dicho afecto no consiste meramente en
una actitud solícita y que se expresa verbalmente , sino en un
conjunto de dinámicas que se generan de modo recíproco entre
alumnos y profesor y que otorgan a la actividad al interior del aula un
clima, una atmósfera de profundo poder generativo, formativo y
transformativo. En esta atmósfera crecen todos cognitiva y
emocionalmente en un proceso continuo de humanización; los alumnos
adquieren herramientas básicas para enfrentar los desafíos de un
mundo incierto, herramientas que son cruciales cuando está de por
medio algún tipo de vulnerabilidad; el maestro, por su parte, se
fortalece y adquiere inmunidad contra su mayor enemigo , el estrés
laboral.

Crear climas de aula centrados en el amor requiere de factores


propios del profesor como persona humana y como profesional ; de
factores inherentes a los alumnos y de factores derivados del clima
de escuela.

I.- FACTORES DEL PROFESOR


Destacaremos los más esenciales:

1.- cuerpo de creencias respecto a qué es enseñar, qué significa ser


maestro, su mirada sobre la diversidad

2.- vocación, rasgos de personalidad y salud mental

2.- conocimientos específicos en el marco de la Psicología Positiva

1.- CUERPO DE CREENCIAS

Este concepto se refiere a los principios epistemológicos, éticos y


culturales sobre los cuales sustenta cada profesor su labor profesional,
los que se articulan en torno a la reflexión , a la mirada crítica y a la
apertura a una formación continua. En términos generales, un profesor
efectivo a la hora de crear climas de aula favorables al aprendizaje
es aquél que considera que el ser maestro y el enseñar es ser co-
partícipe con sus alumnos de la búsqueda de sentido y significado
como sujetos históricos en tiempos de incertidumbre; que considera las
diferencias como valores positivos, respeta la singularidad de cada niño
y busca activamente compensar las desigualdades luchando contra el
fracaso escolar.

2.- VOCACIÓN

3.- CONOCIMIENTO
Para contribuir a generar un clima de aula favorable para los
aprendizajes el profesor debe tener dos fuentes esenciales de
conocimiento sustentadas en las siguientes convicciones:

1.- el crecimiento cognitivo y emocional solo es posible cuando un


niño está en armonía emocional al interior del aula. El profesor debe por
lo tanto conocer el significado del concepto de armonía emocional

2.- la armonía emocional de los alumnos al interior del aula depende


del profesor. El profesor debe por lo tanto conocer de qué modo
contribuye a proporcionar armonía emocional a cada uno de sus
alumnos. La clave está en saber crear ambientes emocionalmente
seguros.

ARMONÍA EMOCIONAL:

La plataforma primaria de la armonía emocional está constituida


por tres sentimientos, los se van consolidando durante las sucesivas
vinculaciones del niño con otros significativos y van a ser, en definitiva,
los fundamentos sobre los que el adulto va a construir su vida social y
sus relaciones afectivas. La armonía emocional por lo tanto es el
resultado de una vinculación exitosa con los adultos que van
instalándose como figuras de significación en la vida del niño los primeros
veinte años de la vida. La convivencia al interior del aula bajo la tutela
amorosa del maestro es un escenario vincular muy potente y cuando
ese vínculo es exitoso, en el niño se van consolidando tres
poderosos sentimientos :

• alegría existencial : consiste en un sentimiento de gozo permanente,


que estimula a su vez la fantasía e imaginación, lo lúdico, el
hedonismo, el sentido del humor y las destrezas comunicativas al servicio
de la inteligencia interpersonal. Esta alegría existencial motiva a explorar,
a pensar divergentemente, a crear, y favorece los procesos de afiliación.
Sobre ella se construye el optimismo. Ha sido denominada la “dicha de
vivir” .
• motivación : estimula la curiosidad, el asombro ante el misterio y lo
novedoso. promueve la apertura a nuevos aprendizajes, la necesidad de
explorar, de descubrir, de pensar excitadamente y de abrirse a recursos
cognitivos sofisticados. Es la base de las destrezas metacognitivas, y
es independiente de recompensas específicas, como títulos académicos,
premios, distinciones, diplomas, ascensos, etc.
• serenidad : es un sentimiento de confianza básica, que engloba el
saberse aceptado incondicionalmente, protegido y amado. Es la base de
la entrega afectiva , y es independiente de recursos específicos
destinados a la protección , como inmunizaciones contra agentes
infecciosos, casas o coches con alarmas, vigilancia policial, fueros
diplomáticos, linajes sociales, etc.

Estos sentimientos provocan en los niños un fenómeno de apertura


mental que favorece la creatividad, la flexibilidad cognitiva y adaptativa y
amplía las cogniciones, estimulando la integración de experiencias , la
generación de soluciones creativas a los problemas, la asertividad, etc. En
ese sentido, tales sentimientos constituyen poderosas fuerzas generativas,
de “empoderamiento”.

EL CONCEPTO DE AMBIENTE EMOCIONALMENTE SEGURO

El niño llega al aula llevando consigo necesidades afectivas que el


maestro debe llenar a través de un proceso de intercambio afectivo ,
cuyo resultado final será la armonía emocional. Dichas necesidades
afectivas son :
• Aceptación incondicional : los seres humanos somos como la luna,
con una cara luminosa y amable , que llamamos “cualidades” y una cara
oscura, misteriosa, a menudo incomprensible, que llamamos “ defectos”.
Aceptar desde el corazón , incondicionalmente, implica aceptar nuestra
totalidad, sin esperar ni pedir cambios, por cuanto ellos solo pueden
gestarse en el gozo de la aceptación total. Los niños poseen un
poderoso radar que registra la autenticidad de nuestra aceptación; dicho
radar lee nuestros lenguajes no verbales, codificados como actitudes ,
interpretando prontamente la falsedad, la hipocresía, el gesto duro que
acompaña la palabra suave; acto seguido, el niño se pone a la
defensiva, ocultando su alma como se oculta la tortuga en su
caparazón , porque intuye que podría ser herida mortalmente. Aceptar
sin condiciones a un niño se refleja en las actitudes, por cuanto en el
terreno de los afectos, las palabras suelen ser traicioneras y/o hipócritas.
Mientras más pequeño es el niño, es más sensible y más dependiente
de las actitudes ; su potente radar llamado “intuición” registra las
sutiles señales de exasperación o disgusto ,escondidas en la voz, en la
mirada, en el lenguaje de los gestos del rostro y del cuerpo.

• Respeto incondicional : independiente de como actúe el otro, le


debemos consideración y un trato gentil . Si ese otro es un niño, la
consideración y la gentileza deben extremarse, porque son actitudes que
enseñan humanidad; en parte, el respeto hacia el niño modela su propia
habilidad pragmática y su destreza social, pero, por encima de todo, el
respeto preserva la integridad de su alma.

• Reconocimiento y valoración : los niños dependen de nuestras


actitudes valorativas para construir su autoestima; esas actitudes deben
expresarse en forma de aprobación, de elogios, de destacar
explícitamente las cualidades y de mostrarse caritativo frente a los
supuestos errores o “defectos”; deben adoptar forma de aliento de
estímulos, , que animen al niño a atreverse sin temor al error, a la
equivocación o al fracaso. Debemos ser capaces de mostrarle que en el
aprender no hay cabida para el fracaso, porque los errores son
aprendizajes igualmente o más válidos aún que los aciertos.

• Expresión explícita del afecto : muchos niños ignoran que son


amados por sus padres, porque éstos jamás les manifiestan su amor a
través de caricias y de palabras tiernas. Por el contrario, son autoritarios y
severos, pues estiman que a los niños se les debe educar en el rigor.
Algo similar ocurre con algunos maestros, quienes temen perder su
autoridad si expresan afecto a sus alumnos, mostrándose distantes y
desabridos con ellos. Mientras más pequeños son, los niños necesitan
mayor cantidad de demostraciones explícitas de afecto, porque ellas
poseen cualidades neurotróficas ( estimulan la formación de sinapsis ) ,
ansiolíticas ( atenúan el impacto de los agentes ansiógenos provenientes
el ambiente o de la ideación mental del niño ) elevadoras de la inmunidad
( defienden al organismo contra el ataque de organismos infecciosos ) y
favorecedoras del desarrollo de habilidades; es decir, son transformativas
, llevando el talento potencial al plano de la destreza real.

• Comunicación efectiva y afectiva: la inmensa mayoría de los quiebres


emocionales en los niños ( y en los adultos ) se debe a la
incomunicación en la que viven en términos de sustento emocional. El
90% de los adultos no sabe confortar a un niño, optando por abandonarlo
a su suerte cuando éste más lo necesita. Esto es crítico en aquellos
niños que no saben o no pueden utilizar el lenguaje verbal para traducir
sus tormentas emocionales a palabras, condición fundamental para
analizar dichas tormentas, entender su génesis y calmarse. La presencia
de un buen lector de señales es clave para evitar que ese torrentoso río
en busca de cauce no se desborde en forma de un problema de
conducta , de un quiebre depresivo o de una crisis de ansiedad.

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