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La obligación, representa un vínculo jurídico que une al acreedor y al deudor, por esta

razón se establece que el Derecho de Obligaciones, es aquél que regula ese lazo de
derecho, en todo su esplendor o extensión, a saber, nacimiento, efectos, extinción,
fuentes, entre otros.

El Derecho de Obligaciones es la rama del Derecho Civil que estudia la relación


obligatoria, vista desde tres ángulos distintos: en su concepto, fuentes y efectos que se
producen de la relación jurídica que se desarrolla. Es por ello, que en esta rama jurídica
se estudia la responsabilidad patrimonial de la persona, definida a través de las distintas
fuentes de obligaciones que se consideran en el Código Civil Venezolano, amparado en
la carta magna constitucional.

Para Lete del Río, jurista constitucional, especialista en Derecho de Obligaciones,


señala que el entrar en elementos relacionados al derecho de obligaciones, es relacionar
el Derecho Civil a través de los principios y normas que regulan la constitución,
modificación o extinción de la relación obligatoria. Por lo tanto, se regula las
obligaciones jurídicas del Derecho Civil sobre la “obligación” o más precisamente la
“relación obligatoria”.

Si bien el Derecho Civil regula la persona, la familia y el patrimonio, este último


conforma el “Derecho Civil patrimonial”, que a su vez regula la circulación de los
bienes, las obligaciones y contratos.

Los efectos y estructura de las obligaciones generalmente son invariables o al menos


comunes en la generalidad de los ordenamientos jurídicos.

Existen por ejemplo las obligaciones naturales y las civiles. En relación a las naturales,
están tienen un carácter moral, por lo que no está sujeta directamente a la sanción legal,
sino que dichas obligaciones naturales no confieren derecho para exigir su
cumplimiento pero cumplidas autorizan para retener lo dado. La obligación natural sólo
es tomada en consideración por el Derecho cuando es cumplida voluntaria o
espontáneamente. Mientras el deber moral no sea cumplido, la ley lo ignora. Por otro
lado, las obligaciones civiles, son aquellas obligaciones sancionadas por la ley que le
permite al acreedor satisfacer su ejecución judicialmente.

De allí sus caracteres fundamentales:

Universalidad: Los principios que rigen la materia de las Obligaciones son semejantes
en los diversos ordenamientos aunque sean diferentes.

Permanencia: Dado su contenido de “teoría general” algunos ven la materia “invariable


en el tiempo”. Se afirma que el Derecho de Obligaciones ha sido en cierta medida
resistente o impermeable a las influencias ideológicas, sociales y políticas, o por lo
menos sin afectar la esencia misma de las instituciones.

Se refiere sin embargo, que el adjudicado carácter inmutable de las Obligaciones es una
simple “ilusión”: no es cierta la pretendida permanencia de la materia, lo que sucede es
que las variaciones son más lentas que otras ramas del Derecho como el de Familia,
pues desde el Derecho Romano hasta la fecha han acontecido variaciones sustanciales.
Aunque Obligaciones y Contratos es la parte del Derecho Civil que durante más tiempo
se ha mantenido apegada a la tradición romana.

Álvarez Caperochipi alude a dos principios informadores del Derecho moderno de


Obligaciones, a saber:

Patrimonialidad de la responsabilidad: Supone necesariamente que el deudor responde


con todo su patrimonio y no con su persona. Ello “significa el fin de la coacción
personal” que era el modo ordinario de exigencia de la obligación en el antiguo
régimen. La historia presenta estremecedores relatos de deudores encarcelados por no
pagar sus deudas, lo que repugna a la mentalidad moderna. Por ello, los tipos penales
derivados del incumplimiento de obligaciones civiles son excepcionales (estafa,
apropiación indebida o provisión de cheque sin fondo). Ha quedado en la historia la
entrega personal del deudor incumplidor al acreedor o la prisión por deudas.

La garantía del acreedor para la ejecución práctica de la obligación, no es ya la persona


del deudor, sino el patrimonio de éste. En los inicios la sanción al incumplimiento recaía
sobre la persona del deudor, pero luego tuvo lugar la humanización de los
procedimientos ejecutorios romanos. Luego en la época del Derecho clásico se asumió
en forma irrevocable que la ejecución es esencialmente patrimonial. Hoy constituye un
principio general que la obligación responde a un concepto económico y patrimonial y
no de sujeción persona. La responsabilidad civil patrimonial circunscribe la sanción de
que puede ser objeto el infractor de un deber jurídico a todos sus bienes habidos y por
haber (artículo 1863 del Código Civil), de aquí tenemos como corolario que la garantía
por excelencia en materia de responsabilidad civil (tanto contractual como
extracontractual) es el patrimonio de toda persona.

“Resulta llamativo que la idea de responsabilidad personal del deudor todavía estuviera
vigente hasta mitad del siglo XIX en la pena de prisión por deudas”. Actualmente, como
el acreedor no tiene efectivamente ninguna medida personal coactiva contra el deudor,
el patrimonio de éste es la única garantía para el cumplimiento de la obligación,
inclusive en aquellas prestaciones de carácter personal cuyo incumplimiento queda
reducido a una indemnización de tipo pecuniario. La consecuencia del incumplimiento
de la obligación está limitada a la sola agresión del patrimonio del deudor. Se alude así
al “principio de la responsabilidad patrimonial universal” como componente esencial
que integra la estructura de la obligación, pues su dinámica es la responsabilidad del
deudor en caso de incumplimiento que se hará efectivo sobre su patrimonio abolida la
prisión por deudas, responsabilidad que es personal y universal41. Se señala así entre
los principios rectores del Derecho Civil que el patrimonio es la prenda común de los
acreedores.

Fuentes de Obligaciones: Con la frase “fuentes de las obligaciones” se hace referencia


al nacimiento de las obligaciones, y más concretamente a las causas o supuestos que
originan una relación obligatoria. La noción de “obligación” es una al margen de la
fuente. Ésta alude a todos aquellos actos o hechos que jurídicamente son susceptibles de
producir obligaciones.

Son todos aquellos hechos o actos de la vida real que, enfocados desde el punto de vista
jurídico, son susceptibles de producir obligaciones.

Su estudio lleva a determinar cómo una persona teóricamente libre de toda sujeción,
puede quedar jurídicamente obligada, es decir convertirse en deudor o acreedor de una
obligación.

Su carácter es taxativo porque para que exista una obligación debe estar previamente
consagrada en el ordenamiento jurídico positivo. Debe provenir de una fuente
reconocida por tal ordenamiento.

Algunos se referían a su carácter “taxativo” aunque ello modernamente ha perdido


importancia debido al incremento que ha adquirido la ley como fuente autónoma. Pues
“en realidad, la fuente última y mediata de las obligaciones es la ley”. Fuentes es
aquello que da origen a las relaciones obligatorias. No existe obligación sin causa. Se
precisa que la relación obligatoria provenga de una “fuente”, prevista como tal en el
Derecho positivo, pues sin esta tipicidad la obligación podría ser “natural” pero no
“civil”. Las fuentes deben tener un origen legítimo.

Clasificación de las fuentes de obligaciones según el código civil venezolano

FUENTE LEGAL Contenido en el Código Civil


El Contrato Artículo 1.133.-
El contrato es una convención entre dos o más personas para constituir,
reglar, transmitir, modificar o extinguir entre ellas un vínculo jurídico.

Artículo 1.173.-
La Quien sin estar obligado asume conscientemente la gestión de un
negocio ajeno, contrae la obligación de continuar la gestión comenzada y
Gestión de de llevarla a término hasta que el dueño se hallen estado de provee por
sí mismo a ella; y debe también someterse a toda las consecuencias del
Negocios mismo negocio y a todas las obligación es que resultarían de un
mandato. El gestor procurará mediante avisos por la prensa y por
cualquier otro medio ponerse en comunicación con el dueño. Quien es
incapaz de aceptar un mandato es también incapaz de obligarse como
gestor de negocios; será siempre responsable de los daños que ha
causado y estará obligado en razón de su enriquecimiento sin causa.

Artículo 1.178.-
El pago Todo pago supone una deuda: lo que ha sido pagado sin deberse está
sujeto a repetición. La repetición no se admite respecto de las
De lo obligaciones naturales que se han pagado espontáneamente.

Indebido
El Artículo 1.184.-
Enriquecimiento Aquél que se enriquece sin causa en perjuicio de otra persona, está
sin causa obligado a indemnizarla dentro del límite de su propio enriquecimiento, de
todo lo que aquélla se haya empobrecido.

Artículo 1.185.-
El El que con intención, o por negligencia o por imprudencia, ha causado un
Hecho daño a otro, está obligado a repararlo. Debe igualmente reparación quien
Ilícito haya causado un daño a otro, excediendo, en el ejercicio de su derecho,
los límites fijados por la buena fe o por el objeto en vista del cual le ha
sido conferido ese derecho.

La No existe en nuestro Código Civil un artículo que establezca en forma


expresa y específica a la Ley como fuente de obligaciones. Sin embargo,
Ley en su conjunto, constituye una importante fuente de obligaciones civiles.

Código Civil

El referido Título III “DE LAS OBLIGACIONES” cuenta con un CAPÍTULO I “De las
fuentes de las obligaciones”, comenzando por la principal fuente de las obligaciones en
su Sección I “De los Contratos”, que se subdivide; 1º “Disposiciones preliminares” 2º
“De los requisitos de validez de los contratos” (I “De la capacidad de las partes
contratantes”, II “De los vicios del consentimiento”, III “Del objeto de los contratos” y
IV “De la causa de los contratos”); 3º “De los efectos de los Contratos”; 4º “De la
representación”. De seguidas, el Código Civil alude a otras fuentes de las obligaciones
además de la fuente por antonomasia, a saber el contrato, en su Sección II “De la
gestión de negocios”. Sección III “El pago de lo indebido”. Sección IV “Del
enriquecimiento sin causa”. Sección V “De los hechos ilícitos”.

Todo el que ocasiona un daño a otro está obligado a repararlo. Se trata de la obligación
de reparar daños y perjuicios. Es una situación eminentemente patrimonial o económica
en virtud de la cual quien propicia un perjuicio a otra persona, no puede quedar indemne
en su agresión.

La responsabilidad civil supone la “situación jurídica en virtud de la cual se está en la


obligación de responder patrimonial o pecuniariamente en razón de haberle causado un
daño a otro. Se alude a la respectiva indemnización por daños y perjuicios. Puede tener
origen contractual o extracontractual; en el primer caso, se presenta como el efecto
inmediato del incumplimiento de las obligaciones derivadas de un contrato; en el
segundo supuesto, esto es, la responsabilidad civil extracontractual, tiene lugar por el
incumplimiento culposo de una obligación o de una conducta preexistente que no se
deriva de ningún contrato o de ninguna convención entre agente y víctima (fuentes de
las obligaciones distintas al contrato)”.

Contrato:

El contrato es una modalidad del acto jurídico5 (pues supone la intervención de la


voluntad)6 o más precisamente del negocio jurídico7. Este último supone una
declaración de voluntad dirigida a producir efectos jurídicos8. “Mediante el negocio los
sujetos regulan sus propios intereses de forma tal que resulta evidente su carácter
instrumental y normativo para auto-determinar mecanismos vinculantes”9. El negocio
jurídico puede ser unilateral o bilateral, según resulte de una sola declaración de
voluntad (testamento) o esté integrado por dos o más manifestaciones de voluntad entre
los que se distingue el acuerdo, la convención y el contrato. El contrato es pues un
negocio jurídico bilateral10.

Bernad Mainar define el contrato como un negocio jurídico patrimonial de carácter


bilateral: se trata de un negocio jurídico bilateral cuyo efecto consiste en constituir,
modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial

Caracteres

Bilateralidad: El contrato es un acto jurídico o más precisamente un negocio jurídico


bilateral

Patrimonialidad: Regula relaciones o vínculos de carácter patrimonial, susceptibles de


ser valorados desde el punto de vista económico y es lo que propiamente lo diferencia
de la convención.

Produce efectos obligatorios: Obliga a todas las partes que lo integran en virtud del
consensualismo.

Es fuente de obligaciones: el contrato es fuente de derecho, que crea un estatuto de


sujeción

Presenta un “iter” en cuanto a su perfeccionamiento, elementos esenciales para su


constitución, así como una regulación sustantiva detallada en cuanto a su cumplimiento.

Presenta una importante función económica y social: Sirve para canalizar las
necesidades más simples y rudimentarias a través del intercambio. De las cuales se
distinguen sub-funciones de cambio, crédito, garantía, custodia, previsión, recreación y
cooperación. Se fundamenta en la voluntad, esto es, es obra exclusiva de la voluntad de
los contratantes.

Importancia: Constituye el instrumento por el cual el hombre en sociedad pueda


satisfacer necesidades: siendo el acto jurídico de mayor incidencia; única figura capaz
de contener y abarcar la diversidad de composiciones voluntarias que caracterizan
la vida moderna.

Clasificación:

Según surjan obligaciones para una de las partes o para ambas partes:
unilaterales/bilaterales. Dispone el art. 1134: “El contrato es unilateral, cuando una
sola de las partes se obliga; y bilateral, cuando se obligan recíprocamente”. Son
contratos bilaterales por ejemplo, la compraventa, la permuta, la cesión de derechos
onerosa; en tanto son unilaterales el comodato, el mutuo, la fianza gratuita.

Según el fin: onerosos/gratuitos Prevé el artículo 1135 del CC: “El contrato es a título
oneroso cuando cada una de las partes trata de procurarse una ventaja mediante un
equivalente; es a título gratuito o de beneficencia cuando una de las partes trata de
procurar una ventaja a la otra sin equivalente”

Según que la determinación de las prestaciones de una o alguna de las partes


dependa o no de un hecho causal: conmutativos o aleatorios. Dispone el artículo
1136 del CC: “El contrato es aleatorio, cuando para ambos contratantes o para uno de
ellos, la ventaja depende de un hecho casual”. En el contrato conmutativo la ventaja de
cada parte puede ser determinada en el momento de la celebración. El contrato aleatorio
“o de suerte entra en juego el riesgo de una pérdida o ganancia derivado de un hecho
incierto, casual o aleatorio porque el alea constituye la propia esencia del contrato
(contrato de seguro). Generalmente, los contratos bilaterales son conmutativos. Este
también es el caso de compraventa de cosa futura o de cosa esperada. En el contrato
aleatorio o de suerte, en el momento de la celebración del contrato las partes no pueden
valorar cuál será la magnitud económica del sacrificio o de la ventaja que al contratante
pueda significarle, como es el caso del contrato de juego o de lotería.

Según el modo de perfeccionamiento: consensuales/reales/solemnes o formales. Los


contratos consensuales se perfeccionen por el sólo consentimiento, por el simple
acuerdo de voluntades al margen de cualquier formalidad. En nuestro ordenamiento
constituyen la regla general88 (compraventa, arrendamiento, mandato, permuta, de obra
o sociedad); los reales precisan la entrega de la cosa (mutuo, comodato, depósito o
prenda) los solemnes requieren formalidad especial. Por ejemplo, El contrato solemne
por excelencia es la donación (CC, art. 1439) en el que la ley busca que la persona que
se empobrece (donante) no lo haga en un momento de irreflexión sino con las debidas
garantías o formalidades.

Según su carácter: preparatorios/principales/accesorios. En atención al proceso de


formación progresiva de los contratos se distingue entre contratos preparatorios o
preliminares necesarios para la celebración de otro, el cual es diverso a la figura del
precontrato. Y por otra parte, contrato principal es el que cumple por sí solo un fin
propio sin precisar su conexión o relación necesaria con otro. El accesorio existe sólo en
virtud de su relación como consecuencia de un contrato principal anterior.

Según las normas legales que lo regulan: nominados e innominados. También


denominados típicos o atípicos. Prevé el artículo 1140 CC: “Todos los contratos,
tengan o no denominación especial, están sometidos a las reglas generales establecidas
en este Título, sin perjuicio de las que se establezcan especialmente en los Títulos
respectivos para algunos de ellos en particular, en el Código de Comercio sobre las
transacciones mercantiles y en las demás leyes especiales”.

El contrato nominado tiene una regulación específica establecida en la ley a diferencia


del innominado que no la tiene. Es posible que la ley mencione y le dé nombre a
determinado contrato y no lo regule en cuyo caso será “innominado”. Los contratos
innominados son aquellos que no pueden clasificarse en categorías legales específicas,
ejemplos: edición, suministro, exhibición, función teatral, etc.
Según que produzcan efectos para las partes o también para terceros que no han
participado en el mismo: individuales/colectivos. Cuando se contrapone contrato
individual contra contrato colectivo se atiende a la “individualidad” de los intereses. El
contrato individual es el instrumento jurídico económico de la actividad del individuo.
Y como opuesto a éste se ubica el contrato colectivo, al que algunos le niegan la
calificación de contrato en sentido técnico, pues está referido a los intereses de un grupo
de personas. La figura del contrato colectivo por excelencia es el de “trabajo”, cuyas
estipulaciones se entienden como mínimas en el sentido de que se incorporan o
entienden incorporadas a cada contrato individual del trabajo correspondiente.

Contratos privados y contratos públicos; civiles y mercantiles, según la materia de que


se trate y el régimen al que estén sometidos.

El artículo 1159 del CC señala: “Los contratos tienen fuerza de ley entre las partes. No
pueden revocarse sino por mutuo consentimiento o por las causales autorizadas por la
ley”. De acuerdo al artículo 1160 del CC establece que: “Los contratos deben
ejecutarse de buena fe y obligan no solamente a cumplir lo expresado en ellos, sino a
todas las consecuencias que se derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso
o la ley”.

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