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Manuel Ocaranza: La flor rota, 1868

Al caer la tarde
Joaquín Arcadio Pagaza (1839-1918)

Van en tropel cruzando los bermejos


celajes el espacio; la campaña
pueblan las sombras; y los riscos baña
tardo el Sol con los últimos reflejos.

En medio, Lauro, a los copudos tejos


que sombríos coronan la montaña,

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descasa Filis, cuya la cabaña
fue que en ruinas vislumbras no muy lejos.

Aquella claridad que surge ahora


ciñendo el mar, de céfiros ladrones,
la hueste que perfumes atesora,

y este plañir tenaz de los alciones,


¡cuánto agradaban, cuánto, a mis pastora…!
…¡Apiádate de mí!… ¡No me abandones!

Los naranjos (fragmento)


Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893)

Perdiéronse las neblinas


En los picos de la sierra,
Y el sol derrama en la tierra
Su torrente abrasador.
Y se derriten las perlas
Del argentado rocío,
En las adelfas del río
Y en los naranjos en flor.

Del mamey el duro tronco


Picotea el carpintero,
Y en el frondoso manguero
Canta su amor el turpial;
Y buscan miel las abejas
En las piñas olorosas,
Y pueblan las mariposas
El florido cafetal.

(…)

A Gloria (fragmentos)
Salvador Díaz Mirón (1853-1928)

No intentes convencerme de torpeza


con los delirios de tu mente loca:

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mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.

(…)

Fiando en el instinto que me empuja,


desprecio los peligros que señalas.
«El ave canta aunque la rama cruja,
como que sabe lo que son sus alas».

(…)

¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido


será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.

Los claros timbres de que estoy ufano


han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!

(…)

¡Confórmate, mujer! Hemos venido


a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.

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