Está en la página 1de 13

BARRERAS QUE DIFICULTAN LA

COMPRESIÓN DEL ESPACIO EN LA ETAPA


DE ACUMULACIÓN FLEXIBLE
Jo s é E s té b a n e z

En esta com unicación se expondrán en ciencias sociales así com o las doctrinas de la
primer lugar, las barreras que impiden conocer y ordenación del territorio y del planeam iento ur­
evaluar los procesos que aparecen en el m om en­ bano. Son naturalm ente imágenes irreales, apo­
to presente en los espacios más dinám icos. Es­ yadas en el mito de la Arcadia. Se nos presenta
tas barreras son, según mi opinión: el sesgo a n ti­ el medio rural como algo estático y como recep­
u rb a n o presente en una clase social urbanita di­ táculo de las esencias de los pueblos. Esta vi­
rigente y en el ám bito de las Ciencias So ciales sión trata de ocultar bajo una iconografía de nin­
y de la planificación y ordenación del territorio, fas y pastorcillos el carácter de explotación y de
la c u ltu ra p a le o té c n ic a , la d e v a lu a c ió n d e l e sp a­ carencias en las que vive la mayor parte de la
cio, las re p re s e n ta c io n e s id e o ló g ic a s d o m in a n ­ población en el ám bito rural. Al mismo tiempo
tes de la g lo b a liz a c ió n y por último, las re p re s e n ­ se sataniza a la gran ciudad y se le culpabiliza de
ta c io n e s id e o ló g ic a s de a lg u n o s p ro c e s o s s o c io ­ todas las lacras socioeconóm icas y políticas del
e c o n ó m ic o s . país. La obsesión de buena parte de los planes
En la segunda parte, se desarrollan bre­ urbanos es frenar su crecim iento y ruralizar la
vem ente las principales transform aciones socio- ciudad (rus in urbe) tratando de reproducir en
espaciales y sus repercusiones en los espacios el tejido urbano unas supuestas com unidades
m etropolitanos. rurales en las que la vida transcurre en arm onía
y alejadas de los conflictos de la ciudad. (MUM-
1. Consideraciones previas FORD, 1961)
Esta ideología aparece de forma patente
Las barreras que dificultan, según mi opi­ en las llamadas teorías de contraste, así com o
nión, la com prensión de los procesos e impactos en la mayor parte de la producción científica de
que operan en nuestros días son entre otras: la llamada escuela ecológica de Chicago y con
ligeras variantes, está presente en la ecología
a) El sesgo antiurbano. factorial en su intento de analizar los espacios
En la mayoría de las sociedades urbaniza­ sociales urbanos. Un buen estudio del arraigo del
das, la sociedad rural ha sufrido un proceso de sesgo antiurbano y de sus repercusiones ap are­
colonización cultural en el sentido de que los ce en el libro de los herm anos White «El intelec­
urbanitas de clase media y alta han forjado im á­ tual contra la ciudad» (1962).
genes irreales del modo de vida rural. Estas im á­
genes impregnan no solam ente el discurso pro­ b) La cultura paleotécnica.
fano, sino tam bién el marco conceptual de las Consiste en pensar que los factores e co ­

U n iv e rs id a d C o m p lu te n s e de M adrid
144 Revista G EO USP, M°8 José Estébanez

nómicos actuales son los mismos que los ope­ cias afines sin com partir ningún espacio en co­
rantes en la primera Revolución Industrial o en mún con otros especialistas geógrafos. Solo se
el fordismo. Refleja esta m entalidad una escasa aprecia como elem ento aglutinador de los geó­
comprensión de la naturaleza de las actividades grafos los instrum entos y las técnicas de análisis
de los servicios y de las bases de la econom ía in- (Sistem as de Inform ación Geográfica, Teledetec­
formacional asentada en las actividades ligadas ción, etc.). De este modo, hemos renunciado a
a la creación, proceso, difusión, alm a cen am i­ la esencia misma de la Geografía en beneficio de
ento y manejo déla inform ación. No se trata con los saberes instrum entales.
ello de arruinar el tejido productivo industrial
heredado, sino de reorganizarlo y de tratar que d) La reprentaciones de la globalización.
la nueva fuerza de trabajo se vincule cada vez Existe una clara tendencia por parte de
más con el «software» que con la producción de autores como JA M ESO N (199 1), CA ST ELLS (1989)
bienes materiales. Esto es, ligar la fuerza de tra­ y HARVEY (1989) de dibujar una imagen del mun­
bajo a las actividades de servicios avanzados y do som etido a una nueva forma de capitalismo
productivos, de la salud, educación y de las ideas; llamado multinacional, inform acional o global con
en definitiva, apostar por los recursos humanos una m anifestación clara en el espacio. Esta re­
y no por la precarización de la fuerza de trabajo presentación tiene el peligro de construir un ca­
tal y como proponen los defensores de la econo­ pitalismo global más uniforme y abstracto de lo
mía especulativa de tipo «casino». que realm ente es. Pensam os que los procesos
socioeconóm icos presentes no son tan claros y
c) Devaluación de la dimensión espacial. uniformes y universales como se presentan usual­
Además del sesgo antiurbano, en las cien­ mente y sus efectos espaciales son tam bién de
cias sociales estuvo presente una posición cla­ gran com plejidad. Por ello es preciso poner en
ramente devaluadora del espacio especialm ente tela de ju ic io tales representaciones y hacer des­
en la versión neopositivista y también en las co­ cripciones más m odestas y m atizadas (THRIFT,
rrientes críticas al reducir sim plem ente el espa­ 1995, p. 19).
cio a reflejo de la organización social o al de un ¿Q ué significa que el m undo es cada vez
simple producto social determ inado por las acti­ más global? ¿Cóm o se responde a esta pregun­
vidades productivas. En el ámbito de la Geogra­ ta?. Una forma de responder es señalar que apa­
fía, ciencia espacial por excelencia, el olvido del recen cada vez más conexiones entre pueblos y
espacio constituye un hecho dramático, ya que lugares. Millones de personas en México, Brasil,
como recuerda Milton Santos, la geografía se con­ España, Indonesia percibim os que sus culturas y
virtió en una ciencia «viuda de espacio». Muy re­ formas de vida están cada vez más influidas por
cientem ente el econom ista O 'B R IEN (1992) rem e­ lo que ocurre en otras partes, en este sentido se
dando al controvertido Fukuyam a, publicó un en­ dice que el mundo es más global que antaño.
sayo titulado The end of the Geography. Otra forma de responder es constatando que el
Desde la década de los años ochenta exis­ mundo se hace más global porque conocem os
te un redescubrim iento del espacio por parte de con más rapidez e inm ediatez lo que ocurre en
sociólogos, politólogos y econom istas. Sin em ­ otros lugares.
bargo en el seno de la geografía estadounidense Pero la globalización no es un proceso
y europea, nuestra disciplina se muestra cada vez nuevo. Lo global siempre fue el conjunto de co ­
más como una ciencia sin núcleo. Es decir, el nexiones conocidas y por lo tanto puede hablar­
espacio o la región ha dejado de ser el denom i­ se de diferentes fases de globalización a lo largo
nador común de los geógrafos y los diferentes de la historia: exploraciones, colonialism o, etc.
especialistas se adentran en el campo de las cien­ La globalización se refiere al hecho de que la
B a rre ra s que d ific u lta n la co m p resió n del e s p a c io en la e ta p a de a c u m u la c ió n fle x ib le 145

gente en diferentes partes del mundo que duran­ polarización social. La crisis financiera excluyó
te un tiempo no estaban influidos por el exteri­ de los créditos a los segmentos más débiles de
or, se ven partícipes del mismo espacio social y la sociedad, lo que ahondó la división so cio eco ­
regidos por el mismo tie m p o h is tó ric o . Este pro­ nóm ica entre la clase media suburbana y las cla­
ceso se hizo paulatinam ente. La globalizacion no ses bajas del centro de las ciudades. De esta for­
debe pensarse como un proceso uniforme y de ma, las ciudades norteam ericanas se describen
hecho existen diferentes formas de representa­ cada vez más como -donuts urban»: -blacks in
ción de este fenóm eno. the industrilized centre, lily-white in the job-rich-
Existen diferentes imágenes o formas de rim» (DAVIS, 1992, p .17).
representar la globalizacion, y cada una de ellas El proceso de com prensión tiempo-espa­
constituye sólo una re p re se n ta ció n p arcial y cio no significa que todas las partes se hacen u-
distorsionada del fenóm eno. Analizarem os a con­ niformes. Para algunos el mundo es realm ente
tinuación las tres representaciones más comunes muy pequeño y ningún punto está más alejado
de la globalizacion: la económ ica, la cultural y la de las 24 horas; para otros, la mayor parte de la
política. En la eco n ó m ica se nos presenta un población mundial, el mundo sigue siendo muy
mundo de flujos sin fronteras; en la cultural el grande, difícil y a veces terrorífico.
modo de vida occidental arrasa y se impone a Por otra parte, las empresas globales para
otras culturas; en la política se nos presenta la m erecer esta consideración, deben tener en cada
disolución progresiva del Estado-nación en be­ localización una representación de sus activida­
neficio del poder de las transnacionales. des (producción, I +D, dirección de servicio s de
La primera imagen, la de un mundo eco­ mercado, distribución y ventas), lo que supone
nómico es más un deseo que una realidad. De una integración profunda que pocas em presas
hecho, una econom ía global no es tanto un mun­ transnacionales cumplen.
do sin fronteras tal y com o lo concibe OHMAE En efecto, en el caso de las m ultinaciona­
(1991) sino una situación en la que las barreras les del automóvil y a pesar de sus recientes in­
impuestas por los países para evitar la libre cir­ tentos de -nacionalizar» sus filiales, siguen rete­
culación de flujos se han rebajado lo suficiente niendo en el país donde radican sus sedes cen ­
para posibilitar a las em presas transnacionales trales la parte del león tanto en las inversiones
establecer negocios en cualquier parte que lo en I +D (9 0 % de la Monda y de la Ford) com o de
deseen. Pero en esta nuevo mundo se crean nue­ las restantes decisiones estratégicas. Incluso la
vas zonas económ icas que no siem pre coinciden IBM, la m ultinacional más -extranjerizada», su
con las fronteras n acio n ales (Ita lia del norte, estrateg ia de producción, d e c is io n e s financi-
Alsacia-Lorena, Baden-Würtemberg), y en otros ereras y organizativas e inversiones en I +D radi­
casos se solapan entre dos naciones como ocu­ can esencialm ente en Estados Unidos (CARMOY,
rre en San Diego-Tijuana (ALLEH, J . 1995). Pero 1995). Por otra parte, en países com o México y
la globalizacion no se produce de un modo uni­ Brasil la sensibilid a d escen tralizadora de esta
forme. En el inicio de la década de los años no­ m ultinacional se limita a operaciones de m onta­
venta, los países subdesarrollados se alejaron je y venta. Algo sem ejante ocurre con los gran­
más del mundo occidental tanto en el espacio des grupos bancarios que están muy influidos por
económ ico com o en el social; la globalizacion las condiciones económ icas y financieras del país
tiene sentido en los países occidentales, e inclu­ de origen. Por consiguiente, no vivim os en la era
so en éstos en ciertos grupos sociales en deter­ de las em presas globales, ni en un m undo de
m inadas regiones y ciudades, pero en el resto la espacios económ icos indiferenciados, las multi­
destrucción del Estado de Bienestar produce un nacionales siguen conservando sus recursos y
increm ento de la pobreza y un aum ento de la beneficios en los países donde se encuentran sus
146 Revista G EO USP, M°8 Jo s é E sté b a n e z

sedes centrales, en tanto que sus filiales se m ue­ nen de global?: en muchos casos sólo se movili­
ven al ritmo m arcado por las dedes centrales y za un grupo de países (contam inación de ríos) y
en algunos casos por los gobiernos de los países en otros el grado de preocupación y motivación
cuando apelan a los «intereses nacionales». es muy diverso. Así que la imagen de una políti­
Además no todas las regiones del mundo ca de cam bio global está tam bién sesgada, por­
se insertan en este mapa de globalización; inclu­ que se tiende a presentar el medio ambiente lo
so las escasas empresas globales sólo cuentan m ism o que los procesos económ icos como si
con un corto número de em plazam ientos, prefe­ fuesen todos ellos de alcance mundial y de im­
rentemente en países desarrollados, en tanto que pacto uniforme, olvidando la conexión existente
extensas áreas siguen estando desconectadas. Y entre el despilfarro de los países occidentales y
en cuanto al libre m ovim iento de la fuerza de la pobreza de los que trabajan en el Tercer Mun­
trabajo está muy lejos de ser real. do para m antener el nivel de consum o de los
En lo que atañe a la imagen cultural de países ricos. Por tanto, es cierto que muchos pro­
la globalización, hay que considerar que los efec­ cesos globales exceden las posibilidades del Es­
tos de la cultura occidental transmitida por los tado-nación, pero diferentes países sufren estos
poderosos medios de com unicación no producen impactos de forma muy desigual.
una homogeneización cultural, ya que los diver­ En suma, las tres representaciones de la
sos pueblos reciben e interpretan los estilos de globalización son im ágenes distorsionadas que
vida occidentales de un modo particular y pro­ atraen nuestra atención hacia ciertos procesos
pio, muchas veces inesperado en relación con pero ocultan otros. Y así se presenta una imagen
los objetivos de los productores de imágenes. Los de globalización económ ica en la que desapare­
m ercados de música, alim entación, diseño, etc., cen las barreras que impiden la libre circulación
se rem odelan en una variedad de formas en todo de dinero, personas y productos, pero en la rea­
el mundo. lidad existen pocas empresas realmente globales,
De este modo la cultura global transfor­ una circulación m onetaria muy centrada en los
ma las culturas locales, pero no unifica el consu­ países desarrollados y muy escasos m ovim ien­
mo orientado en cada país a ciertos grupos. Se tos de trabajadores. Se insiste en la ruptura de
reúnen productos culturales de todo el mundo y las barreras culturales y en una cultura global
se convierte en objetos para un m ercado cosm o­ uniforme, cuando lo que ocurre realm ente es una
polita. Lo local y lo exótico se desprenden del acentuación de diferencias culturales y de diver­
lugar y del tiempo y son envasados para com er­ sidad estandarizada. Asimismo, se reitera la in­
cializarse en los países desarrollados Por consi­ capacidad del Estado-nación para controlar cier­
guiente, la noción de cultura global es una clara tos procesos globales, pero se olvida que la na­
distorsión: no hay convergencia de estilos cultu­ turaleza y los im pactos de los procesos es des­
rales, sino transform aciones mutuas originadas igual según los países.
por el capital y tam bién por las m igraciones ha­ Estas tres im ágenes de la globalización
cia las grandes ciudades globales, ya que los son sim plificadoras y dejan de lado el carácter
em igrantes llevan con ellos sus m odelos cultura­ desigual de los procesos globales o el hecho de
les en influyen en la sociedad receptora (música, que las gentes no formen parte del mismo espa­
cocina, etc.). cio global, e incluso en este caso conoce expe­
Y en cuanto a la imagen política, lo cier­ riencias desiguales (limpiadoras, guardas de se­
to es que los problem as de contam inación o se­ guridad, ejecutivos en un edificio inteligente). La
guridad exceden las fronteras nacionales y que experiencia de la desigualdad sigue ausente, se
la respuesta es una política global. Sin embargo escam otea y por eso se requiere una geografía
las organizaciones supranacionales ¿cu ánto tie­ global de esta rep resen tació n , aunque según
B a rre ra s que d ificu lta n la co m p resió n del e s p a c io en la e ta p a de a c u m u la ció n fle x ib le 147

determ inados análisis puede parecer a primera visibles, aunque siguen siendo esenciales para
vista que la geografía es ya algo supérfluo, rio el fun cio n am iento del sistem a eco n ó m ico. Se
que olvidar que se está forjando un mapa consti­ considera que el desarrollo económ ico se origi­
tuido por un «archipiélago» de tecnópolis que al­ na a partir de unas actividades hegem ônicas que
bergan a un octavo de la población y por un am ­ han de ser motivo primordial de la política e co ­
plio territorio baldío que alberga al reto de la po­ nóm ica y las restantes com o algo marginal y an a­
blación (PETRELLA, 1992). Tal vez esta visión sea crónico, fuera del circuito de la nueva econom ía
un ta n to e x a g e ra d a d , a u n q u e no o b s ta n te (SA SSEN , 1996).
FRIEDMANN (1995) señala que entre un tercio y Tam poco se insiste en el hecho de que
la mitad de la población se ve afectada por la las ciudades no sólo están consituidas por el cen ­
globalización, en tanto que la mayor parte de la tro de decisión y coordinación, sino que tam bién
humanidad se ve excluida de «tierra prometida son centros de producción, lo que hace desapa­
afectada por el desarrollo» FRIEDM ANN, 1995, recer determ inadas presencias en el relato e co ­
pág. 44). nóm ico convencional: infraestructuras que exi­
gen las telecom u nicacion es, diversos tipos de
e) Representaciones de los procesos so­ trabajadores y empresas. Se hace tam bién hin­
cioeconóm icos. capié en lo ordenado, objetivo y eficiente, com o
La mayor parte de los análisis que apare­ resultado de la eficacia tecnico-científica y com o
cen en los medios de com unicación y en muchos algo neutro. Así se escam otea el hecho de que
estudios de carácter económ ico evidencian ses­ este espacio tiene que producirse y reproducir­
gos y distorsiones im portantes a la hora de des­ se, lo que exige legiones de trabajadores que el
cribir los procesos operantes en nuestros días. relato convencional oculta o los presenta com o
Entre éstos cabe destacar: algo residual e indiferenciado. Sin embargo, este
. En prim er lugar, se restringe el campo espacio se produce tam bién por una multitud de
de la econom ía a determ inadas actividades y ac­ culturas enraizadas en países o aldeas y «reter-
tores económ icos, y de un modo especial a aque­ ritorializadas» de nuevo en Nueva York, Los An­
llos procesos ligados a las em presas transnaci­ geles, Tokyo, Paris, Londres o Madrid. Luego ese
onales y a los trabajadores profesionales de ele­ resto amorfo, residual es muy variado, aunque
vada cualificación. Asimismo se subraya solam en­ de alcance local, frente al grupo social hegem ô­
te una parte del espacio urbano, aquel en el que nico, desenraizado y cosm opolita.
m ejor se reflejan estos procesos: el centro de En suma, el relato convencional excluye
negocios y las «edge cities». de la nueva econom ía lo que denom ina «otras
Por otra parte, se ocultan otras actvidades actividades y trabajadores» y los engloba en lo
y otros trabajos m enos cu a lifica d o s - obreros «otro», y este «otro» que no se incorpora en la nu­
m anuales y de los servicios personales con poca eva econom ía, se devalúa y oculta, a pesar de
cualificación - muy ligados tam bién a las activi­ que la mayoría de las personas que trabajan en
dades y a los trabajadores hegemônicos. Este tipo la ciudad global son trabajadores de escasa cu a­
de trabajadores no cualificados se describen con lificación ligados a los servicio s personales, sin
representaciones culturales y no con conceptos referirnos a la mano de obra nocturna que ocupa
económ icos (inmigrantes, grupos étnicos, margi­ de noche el espacio del poder: lim piadoras, guar­
nales) sin precisar que están claram ente vin cula­ das de seguridad, etc.
dos con los flujos económ icos entre los países
del Centro y de la Periferia. Todas las actividades II. Principales transform aciones
que el Centro de las ciudades excluye, se pre­
sentan com o hechos marginales, obsoletos e in­ a) Un nuevo espacio de producción.
148 Revista G EO USP, N°8 José Estébanez

La econom ía global ligada a las nuevas des de alta tecnología tienden a agruparse
tecnologías interactúan con la estructura espa­ en áreas próximas a emplazamientos estra­
cial, de ahí su im portancia geográfica, en dos tégicos del ejército. De hecho existe una alta
ámbitos: correlación entre gastos de defensa y locali­
La nueva lógica de producción informa- zación de industrias de alta tecnología.
cional crea un nuevo espacio de producción que Las em presas de altas tecnologías se ca­
modela la estructura regional y la dinám ica de racterizan por un sentim iento hostil a la sin­
cada ciudad, según la im portancia funcional y sus dicación de su personal. Y no siempre por
características sociales, económ icas e instituci­ razones reivindicativas de carácter salarial,
onales. sino por el tem or a la burocratización y len­
El impacto directo de las nuevas tecnolo­ titud en una industria que exige constante
gías (especialm ente las de la com unicación) en flexibilidad e innovación. Por consiguiente,
las formas de trabajar y vivir, m odifican tam bi­ regiones con fuerte tradición sindical no
én la forma urbana y el conjunto del m odelo ter­ atraen industrias de alta tecnología aun sien­
ritorial. do sem ejantes los restantes requisitos loca-
El impacto más directo de la alta tecnolo­ cionales.
gía sobre la estructura espacial se refiere a la apa­ El riesgo y el futuro de las inversiones en
rición de un nuevo espacio de producción como este campo exige disponer de capital de ries­
resultado de dos procesos fundamentales: go en la región, lo cual es función de la ri­
Por un lado, las actividades de alta tec­ queza y de la cultura em presarial orientada
nología se convierten en el motor del nuevo desa­ a m ercados menos tradicionales.
rrollo económ ico y juegan un papel principal en Los procesos de producción de alta tecno­
el auge y declive de regiones y áreas metropolita­ logía en general, y en m icroelectrónica en
nas, de acuerdo con su grado de adecuación a las particular, son discretos, y pueden separar­
exigencias de la producción de alta tecnología. se en el tiempo y en el espacio (investiga­
La introducción de nuevas tecnología en ción, diseño, fabricación y m ontaje). Dada
todas las clases de actividades económ icas per­ las exigencias de cada función, especialm en­
mite la transform ación de su com portam iento lo- te de mano de obra, se sigue que ello com­
cacional, superando la restricción de la contigüi­ porta una división jerarquizada del trabajo
dad espacial. en el espacio y la necesidad de que todas las
De acuerdo con los estudios de C A ST ELLS actividades se localicen en una buena posi­
(1989), SA XEN IA N (1984), W A LKER y ST O R PER ción dentro de la red de com unicaciones.
(1984), puede proponerse un m odelo espacial
de producción de alta tecnología. Este m odelo En el momento actual, se observa que el
requiere la com binación de cinco características: espacio de flujos está sustituyendo al espacio de
lugares. Por consiguiente, una jerarqu ía de fun­
Al apoyarse estas industrias de alta tecno­ ciones y posiciones de poder estructuran el es­
logía en el em pleo intensivo del conocim ien­ pacio de los Estados Unidos y del Mundo, sepa­
to científico, necesita una gran conexión con rando funciones y unidades de producción, dis­
centros de excelencia de investigación: Uni­ tribución y dirección, para localizar cada una de
versidades o Institutos, así como una abun­ ellas en la región más favorable, articulando to­
dancia de personal técnico y científico. das las actividades en una red de com u nicacio­
Dada la dependencia de los m ercados gu­ nes. Y así vivim os cada vez más un espacio de
bernam entales en arm am ento y programas geometría variable donde el significado del lugar
espaciales,al menos en los 60, las activid a­ escapa a su historia, cultura o instituciones para
B a rre ra s que d ific u lta n la co m p resió n del e s p a c io en la e ta p a de a cu m u la c ió n fle x ib le 149

verse constantem ente redefinido por una red abs­ Es notorio el fuerte deterioro de los sala­
tracta de estrategias de inform ación y decisiones, rios y de las condiciones laborales experim enta­
ajenas a los lugares. El nuevo espacio de produc­ do a lo largo de la década de los años ochenta
ción y dirección no es el resultado de nuevas tec­ sincrónico a la crisis del m odelo fordista. La nue­
nología de com u nicación , sino que éste es el va estrategia de algunos países centrales de aba­
medio de que se sirve un determ inado sistem a ratar los costos de producción a expensas de los
de organización social. salarios está produciendo un retroceso de las
En este espacio de flujos juega un papel m ejoras logradas por la fuerza de trabajo en la
esencial los grandes em presas transnacionales; década de los años 50 y 60, una fragm entación
no hay que olvidar que las 500 mayores em pre­ de la mano de obra y un fuerte declive del poder
sas son responsables de la tercera parte de la sindical. La autom atización del trabajo de las fá­
producción mundial y las 200 mayores de la cuar­ bricas y oficinas elim ina puestos de trabajo, es­
ta parte. La producción y el volum en de nego­ pecialm en te en las ram as m aduras del sector
cios de la General Motors solo es superado por fabril con fuerte tradición sindical. En el caso de
el PIB de quince países. Su im portancia no ha de Madrid es de destacar la fuerte dism inución de
evaluarse solam ente en térm inos cuantitativos, los asalariados cualificados fijos que pasan de
sino también cualitativam ente, puesto que estas representar el 5 0 ,5 % de la población ocupada
empresas penetran las actividades clave de la eco­ en 1975 a un 3 6 % en 1986, lo que supone la
nomías de algunos países. destrucción de 189.205 em pleos, fundam ental­
mente industriales, en el período considerado.
b) Im pactos en la esfera del trabajo y en La am enaza de sustituir obreros por m á­
la estructura ocupacional. quinas genera una fuerte presión sobre la clase
Las nuevas tecnologías hacen posible el trabajadora que se ve obligada a aceptar las con­
teletrabajo en las actividades de oficina. Se esti­ diciones cada vez más precarias de em pleo, al
ma que en los Estados Unidos ocupa este tipo de mismo tiempo la fuerza de trabajo, debido a las
trabajo a casi el 2 0 % de la población activa, aun­ innovaciones tecnológicas elevan fuertem ente la
que de hecho se lim ita a profesionales que tie­ productividad con fuertes descensos en la mano
nen sus estudios en sus lugares de residencia. de obra empleada. Así por ejem plo, la Peugeot-
Ho cabe duda que la tecnología de los ordenado­ Talbot instalada en la periferia de Madrid, produ­
res y el cableado telefónico de fibra óptica con ce el doble número de autom óviles que en el año
transmisión digital permite una gran expansión 1982 con la mitad de la plantilla de trabajado­
del teletrabajo, pero su desarrollo depende so­ res. Por otra parte, la descentralización producti­
bre todo de las relaciones entre el capital/traba­ va y la naturaleza de muchas actividades del sec­
jo y no sólo de las posibilidades que brindan las tor de los servicios divide al máximo a la fuerza
nuevas tecnologías. En el m om ento presente se de trabajo lo que se m anifiesta en el declive sin­
produce una fuerte concentración del terciario dical; y así la afiliación media en los países de la
superior y de las actividades financieras en los O CD E pasó del 3 7 % al 2 8 % entre 1975 y 1988.
espacios centrales de los entornos m etropolita­ Las características de la eco n o m ía global y el
nos y una descentralización hacia las periferias impacto de las nuevas tecnologías originaron un
m etropolitanas de las actividades terciarias de m ercado de trabajo bifurcado, en el que apare­
menor cualificación. Las fuertes inversiones rea­ cen por una parte un sector m inoritario, pero
lizadas en los espacios centrales de algunas ciu­ relativam ente grande (hasta de un 3 0 % ) con alto
dades y razones de tipo social ponen en entredi­ nivel de cualificación y bien rem unerado, o cu p a­
cho las predicciones de los futurólogos basadas do en las industrias de alto grado tecnológico o
en un determ inism o tecnológico. en las actividades vinculadas con el terciario pro­
150 Revista G EO USP, H °8 José Es téban ez

ductivo. Por otra parte aparece un alto porcenta­ ria de diferentes lógicas sociales, culturales y
je de trabajadores industriales y de los servicios, económ icas dentro de una misma estructura es­
de escasa cualificación y bajo nivel salarial. pacio-funcional.
La destrucción m asiva de puestos de tra­ Un último aspecto que influye en la orga­
bajo en actividad es industriales fordistas que nización del trabajo está ligado al cam bio de la
daban lugar a una masa de asalariados relativa­ naturaleza de la intervención del Estado en la
mente bien rem unerados y con un buen nivel de econom ía y que de un modo sintético podemos
prestaciones sociales (aristocracia obrera), no se describir com o el paso del w ellfaresta te al war-
vio com pensada con la creación de nuevos pues­ íarestate. No ha variado el nivel de intervención,
tos de trabajo en las actividades dinám icas y ade­ pero si la naturaleza de la misma con una ten­
más la mayoría de los puestos creados en los dencia a la m ilitarización de la econom ía con re­
servicios y en la industria están mal rem unera­ percusiones espaciales m anifiestas que acentúan
dos y son poco seguros. La OIT señala que de las desigualdades regionales y entre el centro y
1980 a 1990, más del 5 0 % de las contrataciones la periferia de las ciudades metropolitanas, es­
fueron temporales en Alem ania, España, Francia, pecialm ente en los Estados Unidos.
Luxemburgo y Holanda. Asimismo se increm entó
el número de pobres de la Comunidad Europea c) Influencia en los modos de vida.
(personas que perciben menos de la mitad de Una de las consecuencias más importan­
los ingresos medios del país), pasando del 15% tes de las nuevas tecnologías de la com unicación
al 2 0 % en el mismo periodo de tiempo conside­ en la vida urbana es la llamada «home information
rado. De forma muy ligada al sector formal de la revolution». Los hogares se convierten en cen­
econom ía, aparecen las actividades inform ales tros autosuficientes de entretenim iento en detri­
com o son los sweatshops que ocupan a mano de mento del consum o de ocio colectivo. A título de
obra inmigrante, sin olvidar las actividades liga­ ejem p lo podem os d ecir que en Esp añ a entre
das a la delincuencia (droga, prostitución) que 1985-90 se m ultiplicó por tres el tiempo de emi­
generan pingües beneficios. Asimismo se produ­ sión de los canales de televisión al mismo tiem­
ce un increm ento de las infraclases constituidas po que se produjo el cierre de seis de cada 10
por ancianos con bajas pensiones, minorías étni­ salas de cine y las personas dedican por término
cas y desclasados (sin techo). medio tres horas y cuarto diarias a la televisión.
Este desarrollo polarizado crea esferas so­ Más de la mitad de los hogares españoles poseen
ciales diferenciadas, aunque estrecham ente vin­ vídeo y la inversión publicitaria se m ultiplicó por
culadas dentro de un mismo sistema funcional. 10 en radio y televisión. A ello hay que añadir
A p a re c e n de este m odo m e g a ciu d a d e s d u a ­ que el 13% de los hogares disponen de una com ­
lizadas que segregan internam ente actividades, putadora personal (DE M IGUEL, 1993). Asimismo
grupos sociales y culturales, al mismo tiempo que se están desarrollando con gran intensidad los
el uso de las nuevas tecnologías permite recom ­ servicios on line: correo electrónico, banco y tele­
poner estos fragmentos produciendo una inter­ compra. Aunque no se conocen muy bien los efec­
dependencia funcional. Son estas grandes ciu­ tos cabe señalar que incide en la dism inución de
dades, llamadas por algunos c iu d a d e s g lo b a le s los desplazam ientos y en una concentración cada
las que a nivel mundial atraen población, capita­ vez mayor de las actividades en torno a tres po­
les, talentos, inform ación, bienes y energía. De los básicos: trabajo, hogar y lugares de ocio y
este modo, como señala C A ST ELLS (1989), ya no esparcim iento. Todo ello increm enta el zoning
estam os en la crisis m etropolitana, sino que asis­ funcional de tiempo y espacio de tal modo que
timos a una especie de esquizofrenia urbana, o el espacio público se reducirá al espacio de ocio.
dicho de otro modo, a la existencia contradicto­ La tecnología favorece la desintegración de las
B a rre ra s que d ificu lta n la co m p resió n del e s p a c io en la e ta p a de a c u m u la c ió n fle x ib le 151

culturas urbanas que se caracterizaban por una salario medio de los servicios personales no cua­
heterogeneidad de usos del suelo. Tal vez el lificados es tres veces inferior al del trabajador
mayor impacto está en convertir los hogares en del automóvil o del acero de la década de los años
receptores de inform ación planetaria y en refu­ 70. Todo ello produce un increm ento de la des­
gios personales de consum o selectivo de imáge­ igualdad. En las ciudades fordistas con alta pro­
nes y sonidos. Ello lleva a la disociación del ho­ porción de empleos industriales conocían bajos
gar del barrio y de la ciudad lo que favorece la niveles de desigualdad. El declive del m odelo
insolidaridad y la bunkerización en los hogares. fordista y el aumento de los empleos en precario
La tecnología de este modo refuerza las tenden­ incrementaron considerablem ente la desigualdad.
cias sociodem ográficas de la sociedad urbana: Al mismo tiempo que se produce el cie ­
aumento creciente del núm ero de hogares uni­ rre de estas fábricas, se abren otras nuevas que
personales (5 0 % en Estados Unidos, casi el 20 % pasan mucho más desapercibidas en los estudios
en Madrid). geográficos. Se trata de los llamados sw eatshops,
Las nuevas tecnologías al mismo tiempo es decir, talleres en precario que recuerdan las
que favorecen el aislam iento de las personas y descripciones del X IX de Zola y Dickens. Estos
covierten el espacio de los lugares en un espacio talleres ocupan mano de obra inmigrante ilegal
de flujos, acentúan el valor de los espacios sin­ que, en el caso de los Estados Unidos, su origen
gulares que se privatizan en beneficios de los está en Am érica Latina y Asia. Estas industrias
intereses m inoritarios y en detrim ento del con­ no deben considerarse como actividades de su­
sumo colectivo, o derecho a la ciudad. Es decir, pervivencia, sino que se insertan dentro del sis­
en la ciudad postm oderna convive un paisaje tema formal, ya que las em presas requieren te­
urbano cada vez más m onótono e indiferencia- ner talleres próximos para probar los prototipos,
do, incapaz de suscitar sorpresa, con espacios asim ism o esta producción está m uchas veces
singulares, altam ente valorados para uso y dis­ vinculada por subcontratación con las em presas
frute de los controladores de los flujos de infor­ m ultinacionales (textiles, ordenadores, calzado,
mación, motores del desarrollo económ ico actual. vestido)(SASSEM , 1989); por otra parte, la nueva
econom ía ha reducido sustancialm ente el núm e­
d) Reestructuración de las ciudades. ro de personas en los escalones m edios de re­
Los procesos descritos anteriorm ente tie­ m uneración y aum entado la nóm ina de trabaja­
nen claras m anifestaciones en las ciudades me­ dores en precario que sólo pueden acced er al
tropolitanas. Entre los cam bios recientes más es­ consum o de bienes de escaso precio producido
pectaculares cabe destacar el cierre de las fábri­ por estos talles. Finalm ente, en la ciudad gen-
cas vinculadas con las ramas maduras y con una tr iíic a d a existe una clientela consid erable que
mano de obra fuertem ente sindicada. Las razo­ dem anda cada vez más productos de encargo,
nes son varias: com petitividad con el Ja p ó n y los personalizados que solam ente estos talleres pue­
países industriales nuevos, así com o el desarro­ den sum inistrar (trabajo de la madera, artesanía,
llo de una econom ía especu lativa(eco n om ía de decoración personal de la vivienda, etc.).
casino) en detrim ento del tejido productivo; no Una de las características de la nueva eco ­
se puede olvidar tam bién, el deseo del capital nom ía asociada con las nuevas tecnologías es
industrial de renegociar a la baja los logros gana­ h acer co m p a tib le la d isp ersió n p ro d u ctiva al
dos por los trabajadores industriales en la etapa máximo con una concentración en espacios re­
fordista. ducidos de las actividades de coordinación, ac­
En 1991 los salarios reales industriales en ceso a los capitales y a la investigación aplicada.
Estados Unidos son inferiores a los del principio Este fenóm eno hace que algunas ciudades han
de la década de los años 70. Se calcula que el sabido atraer estas actividades, clave del d esa­
15 2 Revista GEOUSP, M°8 José Estébanez

rrollo económ ico y como respuesta han genera­ de estos barrios más del 5 0 % de la población
do un espacio «ad hoc». Ello se m anifiesta en la entre 14-24 años están en la cárcel o tienen pro­
construcción de m illones de metros cuadrados blemas con la justicia. En 1990, el 2 0 % de los
para oficinas que albergan al terciario superior y jo ven es norteam ericanos vivían en familias con
a las actividades com plem entarias, con una ten­ rentas por debajo del límite de la pobreza, pero
dencia clara a la privatización de los espacios de en los barrios centrales de la ciudad suponía un
ocio. Ello produce una fuerte terciarización de la valor del 3 0 % con el agravante de que el 6 0 %
ciudad central, a través de la renovación urbana, vivían en núcleos fam iliares m onoparentalese en
con el consiguiente desplazam iento de sus ocu­ los que en el 9 0 % de estos casos, el cabeza de
pantes y la revalorización de espacios, a veces muy familia era una mujer. El em pobrecim iento de los
degradados, a través del proceso de g e n trific a tio n , niños se increm enta tam bién en los suburbios
presente en todas las ciudades dinámicas. más deteriorados. Y así el Informe de la Universi­
Al mismo tiempo que se m anifiestan es­ dad de Tufts (1994) indica que el porcentaje de
tos procesos aparece un creciente deterioro de niños que viven en familias por debajo del límite
los barrios del centro de las ciudades lo que difi­ de la pobreza (14.335$ para una familia de cua­
culta cada vez más la realización de las funcio­ tro miembros), subió del 7 ,8 % en 1973 al 13,8%
nes de este espacio que siguen siendo esencia­ en 1992, debido al deterioro de los salarios y al
les para el desarrollo económ ico y social del con­ movimiento de las fam ilias del centro en busca
jun to de las áreas metropolitanas. El deterioro de espacios más seguros, m ejores escuelas y
del centro se produce como consecuencia del oportunidades de trabajo.
desarrollo desm edido de los suburbios residen­ En sum a, la conm binación de segrega­
ciales de baja densidad que en los últimos años ción, pobreza y etnia produce un elevado fraca­
no sólo atraen a residentes, sino tam bién a acti­ so escolar y una mano de obra incom patible con
vidades terciarias e industriales. una econom ía abierta y altam ente competitiva.
En las áreas m etrop olitan as es donde De este modo, en los barrios centrales de las ciu­
m ejor se constata cómo los procesos producto­ dades m etropolitanas y en los suburbios más
res del sueño am ericano (vivienda unifam iliar deteriorados se está concentrando una población
exenta, dos coches, garaje, jardín)los que contri­ disfuncional que com prom ete el bienestar gene­
buyen al declive del centro de las ciudades con­ ral del país y parece dudoso que a medio plazo
centrándose en estos espacios una población ca­ se pueda desarrolar adecuadam ente el potencial
da vez más incapaz de adquirir destezas, valores social, econ óm ico e intelectual, si una cuarta
y pautas de com portam iento adaptables a las parte de sus jó ven es se desarrollan en las malas
nuevas dem andas de una sociedad muy abierta condiciones que prevalecen en el centro de las
y de una econom ía cada vez más com petitiva. En ciudades (Downs, 1994, pp.60-94).
el año 1990 las áreas m etropolitanas más pobla­ Existe asim ism o una tendencia a la recon­
das contaban con m inorías (negros, hispanos, centración de em presas en los suburbios buscan­
asiáticos) superiores al 5 0 % de su población to­ do una mano de obra cualificada y un am biente
tal. Estas minorías formas los grupos hegem ô­ apropiado. Y así aparecen parques de oficinas,
nicos de barrios en declive como en Filadélfia, centros com erciales e industrias, originando un
Detroit, Chicago, o dinám icos con fuerte presen­ suburbio autónom o,denom inado con diferentes
cia de inm igrantes hispanos y asiáticos (Los An­ nombres según los autores: Edge City, Technosu-
geles, San F ra n cisco ). Todos ello s p resentan burb, Postsuburbia o Expolis, es decir, am orfas
granves problem as como inseguridad, alta tasa aglom eraciones de polígonos industriales, c e n ­
de d elin cu en cia, consum o de drogas, fam ilias tros de servicios financieros, parques de o fici­
destrozadas, etc. De tal manera que en algunos nas, urbanizaciones resid en ciales muy h ete ro ­
B a rre ra s que d ific u lta n la co m p resió n del e s p a c io en la e ta p a de a c u m u la c ió n fle x ib le 153

géneas ju n to con gigantescos shopping malls y ple y reduccionista dicotom ía, ya que el carácter
centros de ocio. Es decir, suburbios muy distin­ dual de la ciudad sólo capta las m anifestaciones
tos del suburbio dependiente de los años poste­ más agudas del conflicto social como consecuen ­
riores a la II Guerra Mundial (Levittwons). Ello de­ cia de la tendencia creciente a la bifurucación
termina un descenso de oportunidades de em pleo de la estructura del em pleo. Es evidente que el
para la población marginal que vive en el centro. crecim iento del PIB y su fuerte concentración en
Conforme la econom ía se terciariza y la estructu­ las áreas metropolitanas fue paralelo al increm en­
ra ocupacional se bifurca, las posibilidades de pro­ to de la población excluida del trabajo y de la
moción para los residentes del centro, de escasa vivienda form ales por las divergencias existen­
cualificación, se hacen mínimas. Y así se abre un tes entre las necesidades del capital y la natura­
ciclo de em peoram iento económ ico y de los e- leza de la fuerza del trabajo. En efecto, las activi­
quipamientos colectivos, especialm ente los edu­ dades industriales y de los servicios productivos
cativos, para esta población, lo que conduce al son cada vez más intensivas en capital y exigen
pauperismo creciente con m anifestaciones nota­ un número reducido de trabajadores cualificados,
bles en la escena del centro de las ciudades. Baste en tanto que la mayoría de la población carece
recordar que en los Estados Unidos en 1991 se de cualificación, es decir, es una población re­
cifran en dos m illones de personas los residen­ dundante en térm inos econ óm icos (acentuado
tes en las ciudades que carecen de vivienda (los adem ás con el fracaso del sistem a educativo y la
homeless). falta de cohesión fam iliar en m uchos países).
Por último, cuando se cum plen las condi­ Aparece así un ejército de reserva excesiva dis­
ciones n ecesarias an terio rm en te descritas, se funcional al sistema.
generan espacios de nuevas tecnologías, cuyo Una visión dicotôm ica de la estratificación
paradigma lo constituye el Silicon Valley, en los social es engañosa en la mayor parte de las ciu­
que aparece tam bién una clara segregación so­ dades metropolitanas, puesto que ignora la com ­
cial entre una mano de obra altam ente cu alifica­ plejidad y heterogeneidad de los grupos sociales
da que se apoya en una legión de trabajadores implicados. De tal modo que estas ciudades son
de escasa cualificación que proporcionan se rv i­ cada vez más duales y plurales. Aceptar el dua­
cios personales y que viven en condiciones labo­ lismo es admitir el prejuicio de las clases medias
rales y de vida muy precarias.. que no perciben las diferencias entre los distin­
En las ciudades globales es posible dife­ tos grupos étnicos o culturales que residen en la
renciar cuatro espacios socioeconóm icos nítidos: ciudad. Existe toda una estrategia en los medios
La sunbelt city con industrias innova­ de com unicación de im poner la lógica de la ciu­
doras en altas tecnologías. dad dual sobre una ciudad culuturalm ente plu­
La ciudad central, con fuerte concentra­ ral. Mientras la gente vive en lugares, el poder
ción del terciario decisional y productivo. que controla los flujos lo hace desde nodos pri­
La ciudad del óxido, (Rustbelt city), de vilegiados: centros de negocios, urbanizaciones
industria pesada en declive. exclusivas o barrios gentrificados. Estos espacios
La ciudad tercerm undistas de los sw eat­ de privilegio se relacionan y conectan con espa­
shops y de com unidades tribalizadas de inm i­ cios sem ejantes en todo el mundo, de un modo
grantes o trabajadores en precario e infraclases. m aterial: transportes y telecom unicaciones y de
Algunos autores intentan describir la si­ un modo sim bólico: patrones de consum o, dise­
tuación de estas ciudades aplicándoles el califi­ ño y estilos arquitectónicos sim ilares. Los espa­
cativo de ciudades duales, sin embargo la teoría cios de las sociedades locales son por el contra­
de la ciudad dual reduce las subculturas existen­ rio específicos, traducen esta especificidad de
tes en estos ám bitos m etropolitanos a una sim ­ corto alcance en una cultura, historia y formas
154 Revista G EOUSP, Mü8 José Estébanez

de organización concretas. De este modo se for­ yoritario, muy fragmentado, localista y tribalizado
ma una clase social in te rn a c io n a l- in fo r m a c io n a l con escasas oportunidades de promoción social.
y una clase s u b o rd in a d a , fra g m e n ta d a , de so rg a ­ El reto al nos hemos de enfrentar como
nizada y aislada (Mollenkopf, Castells, 1991). ciudadanos y científicos es el conseguir articular
En conclusión, las ciudades m etropolita­ el espacio de flujos y el de lugares, es decir arti­
nas dinám icas en los países centrales tienden a cular la frunción con la experiencia, el poder con
ser tecnológicam ente inform acionales, económ i­ la cultura para que los lugares, los espacios vivi­
cam ente globales y socialm ente duales: un gru­ dos no se vean borrados o aplastados por el es­
po poderoso que controla el espacio de flujos pacio de flujos incontrolados por la mayoría de
desde nichos ecológicos privilegidados y otro ma- los ciudadanos.

B ib lio g ra fía

ALLEN, N. (1995). «Crossing Borders: Footloose DOWNS, A. (1994). Tiew Visions f o r M e tro p o lita n
Multinationals?», en: J. Allen y Ch. Ham­ A m e ric a . Washington, The Brooking Insti­
m ett, A S c h r i n k in g W orld? G lo b a l U n e ­ tution
venness a n d In e q u a lity . The Open Unive­ FRIEDMANN, J. (1995) «Where we stand: a decade
rsity, Oxford University Press. of world city research», en: P.L. Knox y Peter
BRIEN, R (1992). G lobal P inalncial Integration: The J . Taylor, World C ities in a World System.
E nd o f Geography, London, Royal Institute Cambridge University Press.
of International Affairs. HARVEY, D. (1989) The C o n d it io n o f Fostm o-
CARNOY, N. (1 993). «Multinationals in a Changing d e rn ity. Oxford, Blackwell.
World Economy: Whitter the Nation State», JA M ESO N , F. (1990). P o s tm o d e rn is m . London,
en: N. Carnoy, M. Castells, S.S. Cohen, y Verso.
C a rd o s o , E .H . (e d s .) T he Tiew G l o b a l MUMFORD, L. (1961). The C ity in H is to ry : Its
E c o n o m y in th e In fo r m a tio n Age. University O rigins, its T ra n s fo rm a tio n s , a n d its Pros­
Park, PA. The Pennsylvania State University pects, London, Seeker & Warbung.
Press. OHMAE,K. (1991) The B o rd e rle s s World. Power
C A ST ELLS, M (1972) La cu e s tió n urbana. Madrid, a n d S trategy in th e In t e r n a tio n a l Economy,
Ed. Siglo XXI. London, Fontana.
C A S T E L L S , M. (1983). The C ity a n d th e G ras­ PETRELLA , R. (1992) Techno-apartheid for a Glo­
sro ots, Berkeley y Los Angeles, University bal Underclass». Los A ngeles Times, Metro-
of California Press section, 6 August 1
C A S T E L L S , M. (1989) The I n f o r m a t i o n a l City. SANTOS, M. (1988). «Reflexions sur le role de la
Oxford, Basil, Blackwell. g é o g ra p h ie d a n s le p é rio d e techn ico-
C A ST ELLS, M. y MOLLENKOPF, J.H . (1991). D ual scientifique», C a h ie rs de G é o g ra p h ie du
City: R e s tr u c tu r in g Tiew York. New York, Q uebec, n°32, pp. 313-319.
Russell Sage Foundation. SA N TO S, M. (1990) P or un a g e o g r a fía nu e v a .
DAVIS, M. (1990) C ity o f Q uartz. E xcavating de Madrid, Espasa Calpe.
E uture in Los Angeles, London, Verso. SANTOS, M. (1992) A re d e s c o b e rta da na tu ra le za .
DE MIGUEL, A (1994). La so c ie d a d española, 1993- Universidade de Sáo Pulo. Aula Inaugural
94. In fo rm e s o c io ló g ic o de la U n iv e rs id a d da Facultade de Filosofia, Letras e C ien ci­
C om p lute nse. Madrid, Alianza Editorial. as Humanas.
B a rre ra s que d ific u lta n la co m p resió n del e sp a cio en la e ta p a de a c u m u la c ió n fle x ib le 155

SA N T O S, M. (1 9 9 4 ) T é c n ic a , E s p a ç o , T e m p o . 128. Santa Cruz. University of California.


G lo b a liz a ç a o n e M e io T é c n ic o - C ie n tífic o TH RIFT, N. (1995) «A H yperactive World», en:
In ío rm a c io n a l. São Paulo, Hucitec. Jo h n s to n , R .J.,T aylo r, P.J. y W atts, M .J.
SA SSEN , S (1989) The M o b ility o f L a b o r a n d Ca­ G e o g ra p h y o f G lo b a l C hange. R e m a p ­
p it a l. C am bridge, C am b rid ge U n iversity p i n g t h e W o rld in t h e L a t e T w e n t i e t h
Press. C entury, Blackwell, Oxford.
SA SSEN , S. (1991). The G lo b a l City. New York, W ALKER, P. y ST O R PER M. (1984). The Spatial
Lo n d o n , Tokio. New Je rse y, Princeton Uni­ Division of Labor: Labor and Location of
versity Press. Industy». En: L. Saw ers y W. Tabb (eds)
SA SSEN , S. (1996) «Identity in the Global City. Sunbelt/Snow belt, Urban Dvelopm ent and
Econom ic and Cultural Encasements», en: Reginal Restructuring. Nueva York, Oxford
A. Yaagler (ed.) The G eo g ra p h y o f Ide n tity, University Press.
Ann Arbor, The University of Michigan Press. WIRTH, L. (1938). «Urbanism as a Way of Life». A m e ­
SAXENIAN, A.L (1984). S ilic o n Valley a n d Route ric a n J o u rn a l o f Sociology, nu 4, pp. 1-24.

También podría gustarte