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INTERPRETACIONES IGUALITARIAS DE 1 CORINTIOS 14:34–35

Rubén Videira Soengas

1 Corintios 14:34-35 es uno de esos pasajes que está en boca de todos. Tanto
igualitaristas como tradicionalistas mencionan a menudo las palabras del apóstol, aunque con
fines dispares: unos las citan para afirmar su autoridad, mientras que otros para rechazarla.
¿Qué significa, entonces, que las mujeres guarden silencio? La respuesta a esta pregunta es
más compleja de lo que parece a simple vista. Este debate se ha prolongado por años y las
soluciones son variopintas y extensas. Por lo menos hay nueve interpretaciones posibles y
todas afirman ser la solución satisfactoria. Pero es evidente que no todas las opciones son
legítimas. Es necesario analizarlas una a una para poder establecer cuál refleja la intención y
el significado original del apóstol.
De las nueve respuestas posibles, ocho son hasta cierto punto insatisfactorias. De esas
ocho las cinco primeras se pueden categorizar como igualitarias. Las tres restantes pertenecen
a una posición moderada entre el igualitarismo y el complementarismo, pero sin llegar a
aceptar totalmente las conclusiones tradicionalistas. Por lo que podríamos diferenciar tres
posiciones interpretativas en 1 Corintios 14:34–35: la perspectiva igualitaria, la moderada y
la tradicional. En este artículo sólo se lidiará con los argumentos principales de las dos
primeras.

Primera interpretación:
Pablo no escribió 1 Corintios 14:34-35
La primera interpretación igualitaria afirma que 1 Corintios 14:34–35 es un
interpolación ajena al original escrito por Pablo.1 Este argumento carece de peso, ya que
todos los manuscritos conocidos incluyen estos versículos.2 Pero aún así, esta postura se ha
afianzado en el movimiento evangélico contemporáneo. Probablemente, debido a la
influencia de Gordon Fee, quién propuso que Pablo no escribió 1 Corintios 14:34–35, a pesar
de que él mismo reconoce la evidencia textual de que sí lo hizo.3
Para justificar su postura, Fee apela a uno de los principios más básicos de la critica
textual, el principio de Bengel. Esta regla textual se utiliza para determinar la variante textual
que mejor representa al original y afirma que lo más probable es que la variante que mejor
explique el origen del resto de las variantes sea la auténtica. En base a este principio, Fee
propone que Pablo no escribió 1 Corintios 14:34–35, sino que estos versículos eran notas

1
Algunos partidarios de esta perspectiva son: William Baird, 1 and 2 Corinthians (Atlanta: John Knox
Press, 1966), 60; Hans Conzelmann, A Commentary on the First Epistle to the Corinthians, trad. James W.
Leitch (Philadelphia: Fortress Press, 1975), 246; Gordon D. Fee, The First Epistle to the Corinthians, The New
International Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1987),
699; Roger Gryson, The Ministry of Women in the Early Church (Collegeville: The Liturgical Press, 1976), 6;
Walter Radl, "Σιγάω," en Exegetical Dictionary of the New Testament, eds., Horst Balz and Gerhard Schneider
(Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1993), 3:242; y W.O. Walker, "The Theology of Women’s
Place and the ‘Paulinist’ Tradition," Semia 28 (1983): 111.
2
1 Corintios 14:33–36 aparece en todos los manuscritos conocidos. Aunque algunos lo sitúan después
del versículo 40 (D, F, G, 88*, itar, d, e, f, g, Ambrosiaster Sedelius-Scotus), (véase D. A. Carson, "'Silent in the
Churches': On the Role of Women in 1 Corinthians 14:33b–36," en Recovering Biblical Manhood and
Womanhood. A Response to Evangelical Feminism, eds. John Piper y Wayne Grudem [Wheaton: Crossway
Books, 2006], 141).
3
Fee, 699. Este rechazo directo a la evidencia textual pone de manifiesto las presuposiciones
igualitarias que Gordon Fee impone al texto.

1
marginales escritas por otra persona, que más tarde, probablemente alrededor del final del
primer siglo, se acabaron incorporando a la epístola.4
El problema con la propuesta de Fee es que tendría que haber sucedido en una fecha
muy temprana, para que se diese la circunstancia de que lo que, en un principio era una nota
marginal, se incluyese en todos los manuscritos. Sin embargo, Fee supone que la inserción
tuvo lugar a finales del siglo I d.C.5 A esas alturas, la carta ya llevaba cuatro décadas en
circulación, dificultando en gran manera que la clausula se añadiese en cada copia. Los
manuscritos disponibles de 1 Corintios más tempranos datan del siglo II y III d.C. y todos
incluyen 1 Corintios 14:34–35. Por lo que sería casi imposible justificar dicha inclusión si no
se hubiese incluido en los manuscritos del siglo I.
Sin embargo, si Pablo no escribió estos versículos la ventana cronológica entre la
redacción de la carta sin la clausula y la normativización de dicha cláusula como parte de la
epístola no fue lo suficientemente extensa para que la inclusión sucediera. Un cambio tan
radical y común a todos los manuscritos necesita más de cuatro décadas para poder
consolidarse. Pero aún así, suponiendo que fuese cierto que la carta circuló durante 40 años
sin esta sección, la pregunta sería, ¿por qué no se dispone de ningún manuscrito que atestigüe
tal suposición? Lo más probable es que durante los siglos II y III se continuasen reduplicando
los manuscritos sin 1 Corintios 14:34–35 y si las copias más tempranas de las que se dispone
datan de esa época, ¿cómo es que no ha sobrevivido ninguna que no incluya ese pasaje?
Otro aspecto a tener en cuenta es que, por norma general, cuando un escriba añadía al
margen una nota tan extensa como en el caso de 1 Corintios 14:34–35 era para explicar o
clarificar el texto.6 Por definición, estas notas no debían enturbiar el pasaje que intentaban
esclarecer. Pero no sucede así con 1 Corintios 14:34–35. Esta cláusula supone una aparente
contradicción con 1 Corintios 11:9–16. No tiene sentido que un escriba añadiese 1 Corintios
14:34–35 con el fin de limitar el uso del don de profecía a la luz de 1 de Timoteo 2:9–15 y
que esa aclaración resulte en una confusión y contradicción aún mayor.7
La evidencia demuestra que Pablo escribió estos versículos. Afirmar lo contrario
genera una serie de problemas sin aparente solución. El principio de Bengel, en vez de negar
la autoría paulina de estos versículos, la ratifica como la única posibilidad que podría explicar
todas las variantes textuales de 1 Corintios 14:34–35.
De hecho, es interesante observar la correspondencia del vocabulario de 1 Corintios
14:34–35 con el resto de la literatura paulina. Cada una de las palabras que componen está
sección aparece en otras epístolas de Pablo.8 Asimismo, todas las palabras en esta porción, a
excepción de “permitido”,9 se usan en 1 Corintios. Lo que demuestra que el vocabulario era
paulino. De hecho, la forma griega de la palabra “correcto”, en 1 Corintios 14:35, sólo se
menciona a lo largo del Nuevo Testamento en los escritos de Pablo. Por lo tanto, Pablo
escribió este pasaje.

4
Véase Fee, 699–700.
5
Véase Fee, 609. La razón por la que Fee deduce que la inclusión tuvo que suceder a finales del siglo I
d.C. es que supone que la nota marginal fue escrita a raíz de 1 Timoteo (escrito unos 10 años después de la carta
a los corintios).
6
Algunos ejemplos de esto serían Juan 5:4; Hechos 8:37; 1 Juan 5:7b–8, (véase Carson, 142).
7
Mencionar brevemente que tal contradicción entre 1 Corintios 14:34–35 y 11:9–16 no existe. Una vez
que ambos pasajes se interpretan adecuadamente la armonización es clara.
8
Véase Robert L. Thomas, New American Standard Exhaustive Concordance of the Bible (Nashville:
Holman Bible Publishers, 1981).
9
Esta palabra aparece sólo una vez más en Romanos 10:20.

2
Por otro lado, algunos han utilizado este mismo argumento del vocabulario para
cuestionar la autoría paulina.10 Ya que según estos, Pablo utiliza una serie de formas atípicas
a su lenguaje. El problema con este tipo de declaración es que ignora que el tema ha tratar
determina el vocabulario empleado. Por lo que es normal que el apóstol emplease formas no
tan comunes. Pero aún así, este argumento no es convincente por dos razones. Primero, hay
otras porciones en las cartas paulinas que sólo se mencionan una vez y no por ello se ponen
en duda. Especialmente, si el vocabulario es común al paulino corpus.
Segundo, cuando se dice que Pablo utiliza formas poco comunes en 1 Corintios
14:34–35 se está haciendo referencia a un uso absoluto del verbo “hablar.” Sin embargo, este
uso no es gramatical, ni léxico o sintáctico, sino lógico. Es decir, absoluto en referencia a la
inmutabilidad del mandamiento.
Lo absurdo de este argumento es que cualquier autor emplea los diferentes
significados de una misma palabra y no por ello se pone en tela de juicio si escribió ese
párrafo o no. Un autor tiene la libertad de variar su formar de expresión en la medida que el
tema a tratar se lo permita. Así que no hay razones suficientes para dudar que Pablo escribió
1 Corintios 14:34–35.
1 Corintios 14:34–35 además contiene ciertos paralelismos presentes en otros textos
paulinos.11 Por ejemplo, términos tales como “sumisión” (1 Cor 14:34–35; Efe 5:22–23; Col
3:18–19; Tito 2:4–5); “aprender” (1 Cor 14:35; 1 Tim 2:11); “silencio” (1 Cor 14:34; 1 Tim
2:11, 12); “incorrecto” (1 Cor 11:4, 5, 6, 14; 1 Cor 14:35); etc.12 Estos paralelismos
demuestran que el tema de estos versículos parece ser común a la literatura de Pablo.
Por último, el hecho de que algunos manuscritos tardíos hayan situado 1 Corintios
14:34–35 después del versículo 40 demuestra la posición original. Fee afirma que este tipo de
desplazamiento no ocurre en ningún otro lugar en el Nuevo Testamento, por lo que se deduce
que 1 Corintios 14:34–35 no puede ser auténtico. Ya que parece ser que no hay evidencia
histórica para justificar un desplazamiento de este calibre.13 Sin embargo, este tipo de
argumento ignora que en el Nuevo Testamento hay pasajes de considerable extensión que han
sido desplazados en copias tardías.
Por ejemplo, la doxología al final del libro de Romanos se encuentra en diversos
manuscritos en cinco posiciones diferentes.14 Otra muestra es 1 Corintios 10:28 que en
algunos manuscritos aparece después del versículo 31. Estos son sólo algunos ejemplos que
demuestran que no es válido negar la historicidad y autenticidad de 1 Corintios 14:34–35 en
base a que otros manuscritos lo sitúen después del versículo 40. Si la autoría de la doxología
de Romanos o 1 Corintios 10:28 no se ponen en duda, ¿por qué se niega que Pablo escribió 1
Corintios 14:34–35? Una vez más, se ponen de manifiesto las presuposiciones igualitarias
que gobiernan la interpretación del texto.
La translocación que ocurre en 1 Corintios 14, junto con la evidencia textual de
manuscritos tempranos y fiables, confirma que estos versículos no son una mera nota
marginal. Pablo escribió este pasaje después del versículo 33, lo que no se había cuestionado
hasta el siglo pasado.

10
Véase Fee, 702.
11
Véase Walker, 103.
12
Ibid., 104.
13
Véase Fee, 700.
14
1) Romanos 16:25–27 (posición tradicional); 2) al final del capítulo 14; 3) conclusión al capítulo;
15; 4) al final de ambos capítulos 14 y 15; 5) se omite. Véase Aland y Aland, 570.

3
Segunda interpretación:
Pablo se contradijo a sí mismo
La segunda interpretación sugiere que Pablo se contradijo a sí mismo y, por ende, no
es posible conocer lo que intentó comunicar.15 Según esta posición, las cartas paulinas
contienen una serie de contradicciones entre la revelación de Dios y el trasfondo judío del
apóstol.16 Se asume que Pablo no fue capaz de ir más allá de su cultura.17 De manera que
escribió 1 Corintios 14:34–35 bajo la influencia de la tradición rabínica, la cual obligaba a las
mujeres a permanecer en silencio en las sinagogas. A la luz de esto, el feminismo evangélico
afirma que el apóstol redactó pasajes como Gálatas 3:28 y 1 Corintios 11:2–16 bajo la
dirección y supervisión del Espíritu, mientras que 1 Corintios 14:34–35 es el producto de su
lógica humana, afectada por contexto cultural. No obstante, Pablo mismo entendió que la
carta a los corintos fue inspirada por Dios (1 Cor 2:10, 13). Además, definió lo que escribió
en 1 Corintios 14 como mandamiento de Dios (1 Cor 14:37). No hay duda de que para el
apóstol estos versículos formaban parte de la revelación divina y no la tradición rabínica.
Obviamente, este tipo de afirmación supone un serio ataque tanto a la inerrancia de
las Escrituras y al ministerio de la inspiración del Espíritu Santo. Toda la Escritura es
inspirada por Dios, útil para enseñar, reprender, corregir e instruir en justicia (2 Tim 3:16).
Afirmar que algunos versículos son el resultado de los prejuicios culturales del autor es lo
mismo que decir que no toda la Escritura es útil para equipar al hombre de Dios (2 Tim 3:17).
El apóstol Pedro, hablando de la perseverancia para la salvación, explicó que Pablo escribió
sobre estas cosas, las cuales los ignorantes tuercen. Lo interesante es que, Pedro, añade,
“como también tuercen el resto de las Escrituras,” (2 Ped 3:16). Esta frase es inclusiva, es
decir, identifica las cartas paulinas como parte de las Escrituras, las cuales—en su
totalidad—son inspiradas por Dios. Las epístolas de Pablo no contienen dos tipos de escritura
diferente: la divina y la humana. Si esto fuese cierto, ¿cómo se podría identificar y separar
cada categoría? La Biblia asume que toda la Palabra es inspirada por Dios, por lo tanto, aquel
que lo pone en duda, tiene que proponer una sistema para diferenciar entre el texto inspirado
y no inspirado. Pero, ¿por qué se debería aceptar el criterio subjetivo de un individuo como
verdad objetiva? Especialmente, cuando es un sistema arbitrario y relativo, susceptible a
cambiar según la perspectiva de cada critico.
Uno de los argumentos igualitarios a favor de esta perspectiva es el uso de la palabra
“ley” en el versículo 34. Si Pablo dice que la ley prohíbe a la mujer hablar, entonces debería
ser posible observar un mandamiento de tal índole en el Antiguo Testamento. El problema es
que en este Testamento no aparece ningún versículo que literalmente diga que la mujer debe
permanecer callada. Por lo tanto, la conclusión lógica es que Pablo está utilizando el término
“ley” en referencia a otra ley. A menudo, se argumenta que se refiere a “instrucción” y este
concepto incluye la tradición rabínica.18 Por lo que el apóstol, según el igualitarismo, se está

15
Partidarios de esta posición: John Koenig, Charismata: God's Gifts for God's People (Philadelphia:
Westminster, 1978), 173–74; Jack W. MacGroman, The Gifts of the Spirit: An Exposition of 1 Corinthians 12–
14 (Nashville: Broadman Press, 1974), 110–22; Paul K. Jewett, Man as Male and Female (Grand Rapids: Wm.
B. Eerdmans, 1975), 112; y Philip B. Payne, Man and Woman, One in Christ. An Exegetical and Theological
Study of Paul's letters (Grand Rapids: Zondervan, 2009), 253.
16
Véase Gilbert Bilezikian, Beyond Sex Roles: A Guide for the Study of Female Roles in the Bible, 2a
ed., (Grand Rapids: Baker Book House, 1989), 144–53; Jewett, 11; y MacGroman, 113.
17
Véase William Barclay, The Letters to the Corinthians, 3a ed., The Daily Study Bible Series
(Louisville: Westminster John Knox Press, 2002), 159–60.
18
D. A. Carson, "'Silent in the Churches': On the Role of Women in 1 Corinthians 14:33b–36," en
Recovering Biblical Manhood and Womanhood. A Response to Evangelical Feminism, eds., John Piper y
Wayne Grudem (Wheaton: Crossway Books, 2006), 148.

4
refiriendo a la tradición judía que adoptó e incorporó en su carta a los corintios. No obstante,
a pesar de que Pablo atribuye diferentes significados a la palabra “ley” nunca la emplea para
referirse a la tradición rabínica.19
Aún así, algunos feministas evangélicos dicen que este uso de la “ley” en 1 Corintios
14:34–35 no es paulino ya que, por norma general, el apóstol cita los pasajes a los que hace
referencia.20 Pero este tipo de argumento presenta una dificultad casi imposible de solventar,
la escasa muestra de ejemplos para determinar el patrón literario del apóstol. La frase “la ley
dice” aparece únicamente tres veces en toda la literatura paulina (Rom 3:19; 1 Cor 9:8;
14:34)21 y de esas tres veces sólo una contiene una cita del Antiguo Testamento (1 Cor 9:8–
9). Con lo que si éste fuese un argumento válido demostraría justo lo opuesto: la mayoría de
las veces que Pablo utiliza la frase “la ley dice” no cita los pasajes a los que hace referencia.
Sin embargo, tres ocurrencias no ofrecen información suficiente para establecer
características comunes al estilo literario de Pablo. Por lo que no es un argumento de peso.
Lo que sí, mencionar que esta frase, tanto en Romanos 3:19 como 1 Corintios 9:8, es una
clara referencia a la ley mosaica. Pero, esto supone otro problema. Aparentemente,
significaría que Pablo estaba vinculando la conducta cristiana a la ley dada por Moisés. Si
este fuese el caso, entonces el igualitarismo estaría en lo correcto, ya que el cristiano no está
bajo la ley. Por lo tanto, 1 Corintios 14:34–35 no se aplica a los miembros del nuevo pacto.22
Es evidente que Pablo no está utilizando esta palabra en 1 Corintios 14 para referirse única y
exclusivamente a la ley mosaica. El apóstol escribió la epístola a una comunidad de
individuos que eran miembros del nuevo pacto (1 Cor 11:25). Por consiguiente, no tendría
sentido que vinculase las directrices de 1 Corintios 14 al antiguo, del cual los corintios no
formaban parte. A su vez, el apóstol, en ninguna de sus epístolas explica la obediencia del
creyente como aspecto vinculante del pacto mosaico y su ley. De hecho, a menudo recrimina
a los judaizantes, quiénes obligaban al gentil a cumplir las demandas de la ley mosaica. Las
palabras del apóstol en contra de este grupo son drásticas y dramáticas. En Gálatas 5:10,
Pablo exclama “¡qué ojalá se mutilen!” Los que continúan predicando la obediencia a la ley
como requisito para la vida y la piedad. Por lo tanto, es obvio que en 1 Corintios 14:34 Pablo
no está imponiendo el silencio femenino en la iglesia porque sea una exigencia de la ley de
Moisés.
Este argumento igualitario ignora que cuando Pablo emplea pasajes de la ley para
limitar la conducta cristiana lo hace de dos maneras. La primera expresa su capacidad de
correlación, es decir, el apóstol relaciona sus principios con otros del Antiguo Testamento.
Por ejemplo, en 1 Corintios 9:8–9, Pablo no establece el derecho a sostenerse
económicamente del evangelio en base a Deuteronomio 25:4. Sino que emplea este pasaje
para explicar que el principio de 1 Corintios 9 se correlaciona con normas previamente

19
Ibid.
20
Véase Fee, 707; y Payne, 258–57.
21
Payne sugiere 131 ejemplos, 115 de la palabra “ley” y 16 con la frase “como está escrito” (véase
Payne, 258–59). Sin embargo, aunque los números parezcan suficientes para demostrar su teoría, las muestras
que ofrece no son válidas. Payne sólo incluye la palabra “ley” ignorando el verbo “decir”. Para poder determinar
a que se refiere Pablo con “la ley dice” es necesario estudiar el uso de las mismas frases que aparecen en 1
Corintios 14:34 y no sólo palabras sueltas. Así que las conclusiones que se establecen en base a una palabra o a
una construcción que no está presente en este versículo no están relacionadas con 1 Corintios 14:34. El objetivo
de un estudio de este tipo es determinar los patrones que Pablo sigue al utilizar ciertas construcciones
gramaticales, por lo que es de rigor examinar las mismas construcciones que las que se están estudiando.
Comparar una frase específica con frases similares, o palabras sueltas, no garantiza información suficiente para
establecer el patrón literario de un autor.
22
Véase Fee, 707.

5
descritas en las Escrituras. La segunda manera indica la realidad de su cumplimiento, es decir,
se refiere a lo que completó la ley. En Romanos 13:8–10 Pablo exhorta a amar al prójimo,
porque el amor es el cumplimiento de la ley. Este pasaje no está indicando que el amor es el
medio por el cual un creyente puede cumplir los requisitos de la ley, sino que es el fin. Es
decir, el amor cumplimentó la ley. A menudo se ignora que la ley es, en sí misma, profética
(Mat 11:13). Desde sus orígenes, apuntaba al cumplimiento de dos realidades futuras: el amor
de Dios y del pueblo de Dios. Así que cuando Pablo ordena a los creyentes a que se amen
unos a otros (Rom 13:8) y lo relaciona con la ley (Rom 13:10), lo que está expresando es que
la ley ya aludía desde sus inicios al amor entre los individuos que forman parte del pueblo de
Dios. Que el amor a Dios y al prójimo sea posible, confirma que la ley ha sido cumplida en
Cristo, de quién también profetizó. Por lo tanto, Pablo podría referirse a la ley mosaica, sin
negar la realidad vinculante de 1 Corintios 14:34–35 para el creyente contemporáneo.

Tercera interpretación:
Pablo cita un error que quiere corregir
La tercera interpretación de 1 Corintios 14:34–35 sugiere que Pablo estaba citando
una enseñanza errónea que había arraigado en la iglesia de Corintio.23 Se asume que algunos
miembros de la iglesia, judíos que venían de un trasfondo farisaico, defendían la validez del
Talmud. Dónde se enseñaba acerca de lo vergonzoso que era escuchar una voz femenina
entre los hombres.24 Pablo intentó corregir este error, convirtiendo estos versículos en una de
las declaraciones más enfáticas del Nuevo Testamente a favor de la mujer.
Esta postura afirma que en el original, la palabra “solos” (1 Cor 14:36) es masculina,
con lo que sugiere la traducción, “¿acaso la palabra de Dios ha llegado sólo a vosotros, los
hombres…?” Lo que supondría un contraste de género entre los versículos 34–35, y el 36. La
razón de dicho contraste es que Pablo estaba refutando la enseñanza de los judaizantes que
citó en los dos primeros versículos. Asimismo, la partícula griega que comienza el versículo
36 se podría entender como disyuntiva y no comparativa. De manera que el apóstol estaría
utilizando una pregunta retórica para criticar la posición machista expresada previamente.25
Por lo que se concluye que Pablo estaba manifestando su asombro y aversión a la idea de que
la mujer guardase silencio en la iglesia.26
El patrón literario que sigue el apóstol a lo largo de la epístola parece confirmar esta
interpretación. Según éste, Pablo cita primero el error y luego lo corrige. Por ejemplo, en 1
Corintios 6:12 el apóstol reprende a los corintios después de haber citado su argumento
erróneamente: “la comida es para el estómago y el estómago para la comida.” Otra muestra
se encuentra en 1 Corintios 10:23, dónde Pablo dice que “todo le es lícito” y, a continuación,
comienza a corregir la falsa noción corintia de que todo convenía.27 Sin embargo, 1 Corintios

23
Partidarios de esta posición: Walter C. Kaiser, "Paul, Women and the Church," Worlwide Challenge
3 (September 1976): 9–12; Toward an Exegetical Theology: Biblical Exegesis for Preaching and Theaching
(Grand Rapids: Baker Book House, 1981), 76–77, 117–19; Katharine Caroline Bushnell, God's Word to
Women: One Hundred Bible Studies on Women's Place in the Divine Economy, reprint ed., (New York: Ray B.
Munson, 1980), 21–27; y Alvera Mickelsen, "An Egalitarian View: There is Neither Male nor Female in
Christ," en Women in Ministry: Four Views, eds., Bonnidell Clouse y Robert G. Clouse (Downers Grove:
InterVarsity Press, 1989), 198–99.
24
Véase, Kaiser, “Paul, Women and the Church,” 10.
25
Joseph Henry Thayer, “ἤ,” en A Greek–English Lexicon of the New Testament (Grand Rapids:
Zondervan Publishing House, 1974), 275.
26
Véase Chris Ukachukwu Manus, “The Subordination of Women in the Church. 1 Corinthians
14:33b–36 Reconsidered,” Revue Africaine de Théologie 8, no. 16 (1984): 183–95.
27
Para más ejemplos, véase 1 Corintios 1:12; 2:15; 6:13; 8:1, 4, 8; 11:2 y 15:12.

6
14:34–36 no se ajusta a este patrón. Este párrafo difiere a tres niveles básicos: primero,
Pablo, a lo largo de la epístola, no corrige ninguna de las ideas erróneas que haya citado de
manera tan abrupta como sucedería en 1 Corintios 14. Segundo, el apóstol responde a falsas
nociones, normalmente, con argumentos esquematizados y afirmativos, no con preguntas
retóricas.28 Por último, las veces que Pablo cita los argumentos de los corintios, lo hace
sucinta y brevemente, lo que no se corresponde con la complejidad explicativa de los
versículos 34 y 35 en 1 Corintios 14.29 Por lo que se concluye que el patrón literario
empleado en estos versículos no es razón suficiente para afirmar que Pablo estaba citando
una enseñanza errónea de los corintios.
Otro de los problemas de esta posición es su uso de la palabra “solos.” Al contrario de
lo que afirma el igualitarismo, el uso colectivo del género masculino era una característica
común al griego koiné.30 Al igual que sucede con el idioma español. Cuando el presidente de
un gobierno se dirige a la nación y menciona “a los ciudadanos,”31 ninguna mujer se siente
excluida de los derechos y deberes vinculantes a su ciudanía respectiva. Sería extraño si
alguien se preguntase si el presidente se refería a hombres o mujeres. Asimismo, el género de
la mayoría de los substantivos griegos no viene determinado en base a la masculinidad o
feminidad inherente a aquello que nombra.32 En este caso, el adjetivo “solos” es masculino
porque está intensificando la cualidad descrita, no porque sea una referencia inherente y
exclusiva al género masculino.33 Esto significa que Pablo utiliza dicho adjetivo para incluir
en su corrección tanto a hombres como a mujeres. El apóstol reprende a los corintios por lo
arbitrario que es su criterio en cuanto al rol de la mujer, ignorando la norma establecida en el
resto de las iglesias.
“Solos” se debe entender colectivamente por tres razones diferentes. Primero, Pablo
emplea la frase “como en todas las iglesias de los santos” para diferenciar a la iglesia de
Corinto del resto. Por lo que carece de sentido que se dirija únicamente a los hombres cuando
su intención era corregir a la iglesia entera. Segundo, aceptar “santos” como un adjetivo
colectivo encaja con el contexto inmediato. Los corintios habían dejado de seguir la norma
eclesial debido a su orgullo. La abundancia de dones espirituales provocó que ignorasen la
instrucción apostólica en cuanto a este asunto, tal y como muestran los versículos 37–38.
Pablo no está creando una falsa distinción entre creyentes masculinos y femeninos, sino que
incluye a ambos sexos como el grupo que ha rechazado la costumbre de las otras iglesias
(14:33b) y el mandamiento apostólico (14:37). Los corintios necesitaban comprender que
ellos no eran las únicas personas a las que Dios había hablado, razón por la que Pablo dice
“¿acaso la Palabra de Dios ha llegado sólo a vosotros?”
La iglesia local es parte de la iglesia universal, por lo que cada iglesia local debe
evitar designarse como el estándar de toda tradición, costumbre y norma eclesial. La Palabra
de Dios no fue dada exclusivamente a la iglesia de Corinto, sino que fue dada a cada iglesia

28
Véase D. A. Carson, Exegetical Fallacies, 2a ed. (Grand Rapids: Baker Academic, 1996), 39.
29
Pablo utiliza dos partículas explicativas (gar), lo que no es común en el resto de las instancias donde
el apóstol cita a los corintios (véase, Fee, 705).
30
El griego del Nuevo Testamento.
31
Ciudadanos es un nombre común, masculino, plural.
32
David Allan Black, It's Still Greek to Me. An Easy-to-Understand Guide to Intermediate Greek
(Grand Rapids: Baker Academic, 1998), 22.
33
Véase F. Blass y A. Debrunner, A Greek Grammar of the New Testament and Other Early Christian
Literature, trad., Robert W. Funk (Chicago: The University of Chicago Press, 1961), 75–77; y William Arndt,
Frederick W. Danker, y Walter Bauer, “µόνος,” en A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other
Early Christian Literature 3a ed. (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 658–59.

7
de Cristo. Por último, el género masculino es predominante en este pasaje, por lo que no hay
nada especial en el uso masculino de la palabra “solos.” De lo contrario, si el género
masculino fuese relevante para determinar si Pablo se refiere sólo al hombre, entonces aún
los versículos que el igualitarismo utiliza para probar su perspectiva feminista, se convertirían
en referencias masculinas. Por lo tanto, este pasaje no estaría hablando de profetas o
profetisas, sino que describe sólo a los hombres que eran profetas, ya que en griego la palabra
profeta es masculina. Con lo que si ésta fuese una interpretación válida, el propio argumento
igualitario se refutaría a sí mismo.
Como se mencionó anteriormente, uno de los argumentos más importantes que se
emplea para afirmar que Pablo estaba citando a los corintios, es el uso disyuntivo de la
partícula griega hei traducido “acaso,” en el versículo 36. Esta evidencia supone que dicha
partícula aparece antes de una oración contraria a la que precede, para así indicar que si una
se cumple la otra no, o viceversa. Por lo tanto se tendría que descartar la oración que no se
cumple.34 Esto significaría, según el igualitarismo, que Pablo está anulando aquello que
precede a esta partícula, que en este caso serían los versículos 34 y 35. En otras palabras, el
apóstol estaría comenzando el versículo 36 expresando la idea de que no tiene sentido que la
mujer no pueda hablar en la iglesia.35 Sin embargo, el uso de una conjunción disyuntiva no
exige que se descarte una de las oraciones que relaciona.36 De hecho, este tipo de
construcción se utiliza como argumento lógico para reivindicar la validez de la oración
precedente.
Un ejemplo de esto sería Mateo 20:15, en la primera mitad del versículo el hacendado
le pregunta al obrero que estaba murmurando: “¿no me es lícito hacer lo que quiero con lo
que es mío?” La respuesta implícita es “sí.” Pero los obreros no estaban de acuerdo con este
principio, así que el hacendado lo refuerza añadiendo otra pregunta que comienza con la
partícula griega hei (acaso), “¿o (hei) es tu ojo malo porque yo soy bueno?” Si se aplicase el
mismo principio que el feminismo evangélico impone en 1 Corintios 14:34–36, significaría
que si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, entonces no se cumple lo anterior. Esto
negaría el principio que Jesús quiso demostrar con la parábola: Dios tiene el derecho a dar de
sus recursos como quiera, razón por la que los últimos serán los primeros y los primeros
últimos (Mat 10:16). Asimismo, supondría que la segunda pregunta es cierta. Por
consiguiente, el obrero estaría afirmando que su ojo es malo. Es decir, que siente envidia de
que el hacendado sea generoso.
No obstante la intención del obrero era acusar al hacendado de injusticia, no
manifestar su envidia (Mat 10:11–12). Si fuese al revés y la respuesta a la pregunta “¿o (hei)
es tu ojo malo porque yo soy bueno?” fuese negativa, entonces el principio expresado con la
pregunta “¿no me es lícito hacer lo que quiero con lo es que mío?” es válido. Pero esto
supondría un problema para la interpretación igualitaria de 1 Corintios 14:34–36. Ya que si la
pregunta introducida por la partícula no se cumple, la oración que la precede sí. En otras
palabras, los versículos 34 y 35 serían auténticos. Pero si fuese a la inversa, como el ejemplo
de Mateo 10:15 demuestra, tampoco sería necesario descartar el contexto previo.
Las palabras utilizadas en 1 Corintios 14:36 constituyen un argumento lógico que
enfatiza drásticamente la veracidad de los versículos 34 y 35. Este tipo de construcción lógica
es común al idioma español. Si alguien dijese “el sol es el centro del sistema solar, ¿acaso
orbita alrededor de la tierra?” La frase disyuntiva “¿acaso orbita alrededor de la tierra?” se
entiende como un argumento lógico que está reforzando el principio establecido con la frase

34
Véase Thayer, 275.
35
Véase Bilezikian, 286–88.
36
Carson, “Silent in the Churches,” 149.

8
“el sol es el centro del sistema solar.” Pero esto no significa que uno descarte al otro, al
contrario, las dos oraciones expresan de manera implícita el mismo principio. Si se aplicase
el modelo de interpretación sugerido por el feminismo evangélico habría que responder
afirmativamente a la pregunta “¿acaso orbita alrededor de la tierra?” para así poder negar la
primera frase. Pero, es evidente que sería una respuesta errónea. La pregunta disyuntiva tiene
como propósito confirmar la veracidad del argumento que la precede. Se utiliza como recurso
literario para rebatir la lógica de aquellos que niegan un principio previamente establecido.
En resumen, así como los corintios no fueron el origen de la palabra de Dios, tampoco podían
desobedecer a la ley permitiendo hablar a la mujer. Los argumentos igualitarios a favor de
esta tercera interpretación son defectuosos. Por lo tanto, esta propuesta interpretativa no es
válida.

Cuarta interpretación:
Pablo se dirigió sólo a las mujeres de Corinto
La cuarta interpretación da por sentado que, debido al contexto cultural, el
mandamiento prescrito en 1 Corintios 14:34–35 se limita sólo a las mujeres de Corinto.37
Según el igualitarismo, Pablo no tuvo la intención de que este mandamiento se aceptase como
la normativa para la vida eclesial. Sino que estos versículos constituyen la aplicación practica
del principio expresado por el apóstol en 1 Corintios 9:19–23. Así como Pablo se hizo judío a
los que están bajo la ley con el fin de ganarlos para Cristo, de la misma manera está
exhortando a sus lectores a que se adapten a la costumbre cultural para facilitar la extensión
del evangelio.38 Por lo que se concluye que la intención de Pablo no era regular el ministerio
público de la mujer en la iglesia, sino explicar la aplicación temporal de 1 Corintios 9:19–23.
En definitiva, 1 Corintios 14:34–35 contiene un llamado apostólico a sacrificar ciertos
derechos con el fin de ganar almas perdidas. Así como Pablo animó a que los esclavos se
sometiesen a sus dueños para no mancillar el mensaje del evangelio, de la misma manera las
mujeres debían sujetarse a sus maridos, tanto en el hogar como en la iglesia. Por
consiguiente, una vez que la esclavitud fue abolida, el mandamiento que la regulaba dejó de
tener sentido. Asimismo, una vez que la sociedad haya aceptado la ejecución pública de roles
femeninos, la limitación de la mujer a hablar en público dejará de ser vinculante.
El problema de este tipo de lógica se encuentra en que genera una falsa similitud entre
las directrices que gobiernan ambas relaciones. La relación esclavo-dueño no pertenece a la
misma categoría que la relación hombre-mujer. Primeramente, los roles del esclavo y de su
dueño no vienen determinados por las diferencias de sexo. Segundo, Pablo nunca basa el
principio de sumisión de un esclavo en el hecho de que el hombre fuese creado primero (1
Cor 11:7–10; Efe 5:31; 1 Tim 2:13–14). Tercero, el apóstol no estaba legalizando la
esclavitud en la iglesia, sino que administra los principios del amor cristiano a un tipo de
relación complicada para humanizarla lo máximo posible. Lo que no era necesario hacer para
con la relación entre el esposo y su esposa. Ya que no tendría sentido que el apóstol intentase

37
Algunos partidarios de esta perspectiva: Richard Boldrey, y Joyce Boldrey, Chauvinist or Feminist?
Paul's View of Women (Grand Rapids: Baker Book House, 1976), 56; Linda L. Belleville, “Women in Ministry:
An Egalitarian Perspective,” en Two Views on Women in Ministry, ed., Stanley N. Gundry y James R. Beck,
rev., ed., Counterpoints Bible and Theology (Grand Rapids: Zondervan, 2005), 74; Joseph S. Exell, The Biblical
Illustrator: First Corinthians (Grand Rapids: Baker Book House, 1962), 374; William Barclay. The Letters to
the Corinthians, 3a ed., The Daily Study Bible Series (Louisville: Westminster John Knox Press, 2002), 151; y
Walter L. Liefeld, "Women, Submission and Ministry in 1 Corinthians," en Women, Authority & the Bible, ed.,
Alvera Mickelsen (Downers Grove: InterVarsity Press, 1986), 154–55.
38
Véase Liefeld, 154.

9
humanizar una relación que refleja el amor de Cristo por su iglesia (Efe 5:24).39 Por lo tanto
no se puede justificar la invalidación de los principios que delimitan el rol eclesial del la
mujer, en base a directrices para esclavos.
Además, es necesario admitir que no hay nada en el contexto de 1 Corintios 14 que lo
relacione con 1 Corintios 9:19–23. Pablo, en ningún momento menciona que el silencio de la
mujer sea necesario para la salvación de los perdidos. Por lo que, si el apóstol no estaba
enlazando 1 Corintios 14:34–35 con 9:19–23, lo más probable es que los corintios tampoco lo
hiciesen. Si los destinatarios originales de la carta no disponían de los indicadores necesarios
para establecer dicha relación, ¿cómo es posible que alguien pueda tenerlos hoy? De hecho,
parece ser lo contrario.
Pablo ordena estar en silencio a la mujer a razón de que era la costumbre del resto de
las iglesias (14:33b), la ley (14:34), su autoridad apostólica (14:36) y el mandamiento del
Señor (14:37). No porque el creyente esté llamado a sacrificar sus derechos personales para
alcanzar al incrédulo. Obviamente los argumentos de Pablo en 1 Corintios 14:34–35
trascendían a la cultura de Corinto, por lo que se concluye que, al contrario de lo que el
igualitarismo afirma, 1 Corintios 14:34–35 no es una adaptación cultural del capítulo 9
versículos 19–23.

Quinta interpretación:
Pablo ordenó a la mujer callar por el ruido que causaban
La quinta explicación igualitaria de 1 Corintios 14:34–35 ofrece tres variantes
posibles, aunque todas comparten un factor común: el ruido que ocasionaban las mujeres fue
el detonante que forzó al apóstol a ordenar el silencio femenino en la iglesia. La primera
variante afirma que las mujeres se dedicaban a hablar unas con otras a lo largo del servicio,
distrayendo e interrumpiendo al resto de los miembros de la iglesia.40 Esta variante se
justifica en uno de los posibles usos de la palabra “hablar” (laleo). Según Louw y Nida, dicho
término puede significar “parlotear” o “charlar”.41 El contexto podría indicar que la razón de
este charloteo era la falta del deseo de la mujer por aprender, por lo que se dedicaban a hablar
unas con otras. Motivo por el cual, el apóstol, se vio obligado a imponer que la mujer
aprendiese en silencio (1 Cor 14:35).
El problema es que esta variante parece contradecir el tipo de servicio que tenía lugar
en la iglesia de Corinto. Aunque se asume que las reuniones dominicales se caracterizaban
por el silencio y el orden, la realidad parece ser otra. Las divisiones (11:18), borracheras
(11:21), lenguas (14:6–19), etc., eran características de esta iglesia. Esto no significa que se
deba permitir este tipo de conducta desordenada, pero indica que había distracciones mayores
que las mujeres charlando. Por otro lado, de las otras 58 veces que Pablo utiliza la palabra
“hablar” (laleo), nunca lo hace con el significa que esta variante sugiere.42

39
Véase Bruce K. Waltke, "1 Corinthians 11:2-16: An Interpretation," Bibliotheca Sacra 135, no. 46
(Enero 1978): 55–57.
40
Algunos simpatizantes de esta postura son: C. K. Barrett, A Commentary on the First Epistle to the
Corinthians (New York: Harper and Row, 1968), 332; y Letha Dawson Scanzoni, y Nancy A. Hardersty. All
We're Meant to Be (Waco: Word Publishers, 1974 ), 86.
41
Johannes P. Louw, y Eugene Albert Nida, “λαλέω,” en Greek-English Lexicon of the New
Testament: Based on Semantic Domains, 2a ed., (New York: United Bible Societies, 1996), 2:150.
42
Rom 3:19; 7:1; 15:18; 1 Cor 2:6–7, 13; 3:1; 9:8; 12:3, 30; 13:1, 11; 14:2–6, 9, 11, 13, 18–19, 21, 23,
27–29, 34–35, 39; 15:34; 2 Cor 2:17; 4:13; 7:14; 11:17, 23; 12:4, 19; 13:3; Efe 4:25; 5:19; 6:20; Fili 1:14; Col
4:3–4; 1 Tes 1:8; 2:2, 4, 16; 1 Tim 5:13; Tito 2:1, 15.

10
De hecho, el griego koiné tiene una palabra especifica que significa “charlar,”
(kefononia),43 que el apóstol utilizó cuando quiso referirse a eso mismo.44 No tiene sentido
que Pablo utilizase laleo en vez de kefononia, si su propósito era prohibir que se charlase
durante el servicio.45 Otro problema con esta variante es que, a la luz del contraste creado por
la frase “como en todas las iglesias de los santos,” (1 Cor 14:33b), es difícil demostrar que
sólo las mujeres de la iglesia de Corinto charlaban durante las reuniones. Asimismo esta
variante carece de explicación para la base del mandamiento dada en el versículo 34. Porque
en este caso, la ley se entendería como la prohibición de “charlar” y no como la exhortación a
la sumisión. Pero, si la ley estuviese prohibiendo el “charlar”, ¿por qué Pablo lo limita sólo a
las mujeres? ¿Acaso la ley no apela a ambos sexos?
Finalmente, si Pablo quería evitar que las mujeres continuasen charlando durante los
servicios, ¿por qué las reprende diciéndoles que la Palabra de Dios no salió de ellas? Pero
más importante todavía, ¿por qué utiliza un adjetivo colectivo (solos) que incluye tanto a
hombres como a mujeres, si el problema era con la mujer? En definitiva, es evidente que la
primera variante de esta quinta interpretación igualitaria genera más problemas que
soluciones.
La segunda variante sugiere que las mujeres interrumpían el servicio con preguntas
dirigidas a sus maridos.46 Se cree que debido a la segregación cultural las mujeres estaban
sentadas en un área diferente a la de los hombres.47 Pero eso no las privó de alzar su voz
durante el servicio para preguntar a sus maridos aquello que no entendían, causando
confusión y desorden. Esta explicación se basa en la suposición de que la mujer era ignorante
y necesitaba ayuda para aprender. Por lo que se asume que Pablo no estaba imponiendo un
silencio absoluto.48 No obstante, la frase “y si quieren aprender algo” (1 Cor 14:35), no es
una mención a la ignorancia. Al contrario, describe una actitud presente en la mujer: el deseo
de aprender. Si la intención del apóstol era hacer callar al ignorante, ¿por qué prohíbe hablar
a todas las mujeres en vez de a los incultos, tanto fuese hombre como mujer?
Otro de los problemas con esta variante es que no hay suficientes evidencias
arqueológicas y rabínicas que la corroboren. Se da por sentado que las iglesias primitivas, al
igual que las sinagogas, disponían de un balcón reservado para las mujeres. No obstante, la
mayoría de las referencias están conectadas a un pasaje controvertido del Talmud
Babilónico,49 que parece sugerir que la sinagoga de Alejandría disponía de dos plantas,
siendo la segunda un balcón.50 Pero una lectura cuidadosa revela que el Talmud hace
43
Véase, BDAG, “Κενοφωνία,” 539.
44
1 Tim 6:20; 2 Tim 2:16.
45
Véase Fee, 706.
46
Esta variante es sugerida por Craig S. Keener, Paul, Women and Wives. Marriage and Women's
Ministry in the Letters of Paul, con un nuevo prefacio (Grand Rapids: Baker Academic, 2004), 70; Stanley J.
Grenz, y Denise Muir Kjesbo, Women in the Church: A Biblical Theology of Women in Ministry (Downers
Grove: InterVarsity Press, 1995), 124–25; y Patricia Gundry, Woman Be Free (Grand Rapids: Zondervan
Publishing House, 1977), 70.
47
Véase Gundry, 70.
48
Véase F.F. Bruce, I and II Corinthians, New Century Bible (Londres: Morgan and Scott, 1971), 135.
49
Alvord explica que la mayoría de los autores que utilizan este argumento citan la interpretación de
Carl Watzinger, quien ofrece evidencias insuficientes para basar sus conclusiones. Véase Bruce Wayne Alvord,
"'Silent in the Churches': An Examination of 1 Corinthians 14:34–35" (ThM Thesis: The Master's Seminary,
1995), 82–82.
50
Véase Sukkah V, I, en New Edition of the Babylonian Talmud. Original Text, Edited, Corrected,
Formulated, and Translated into Eenglish, vol VII, ed., Michael L. Rodkinson (Boston: The Talmud Society,
1918), 78.

11
referencia a la belleza del pórtico o balcón de la sinagoga en Alejandría. Pero esto no prueba
que fuese la norma arquitectónica para cada sinagoga o iglesia primitiva. Por otro lado, este
pasaje no explica que este balcón fuese construido para las mujeres. La única segregación que
se menciona en Sukkah V es entre profesiones, los carpinteros se sentaban con los
carpinteros, los herreros con los herreros, etc. (Sukkah V, I, b). También es importante tener
en cuenta que el significado de la palabra que se traduce como “balcón” (diuplustin) es
oscuro. Asimismo se puede traducir como pórtico, doble columna o segundo piso.51 Es
probable que este término se utilizase en referencia a una ornamenta y no a un espacio
habitable. De hecho, según John McRay, la evidencia arquitectónica confirma que ninguna
sinagoga perteneciente a los cinco períodos neotestamentarios incluye este tipo de habitación
o segundo piso.52
No obstante, si fuese una referencia a un espacio reservado para el género femenino,
sería lógico encontrar instrucciones rabínicas en cuanto a la segregación por género en las
sinagogas. Sin embargo, en la literatura rabínica no hay referencias explícitas a lugares
exclusivos para cada sexo.53 Por lo tanto es necesario reconocer que no hay evidencias
históricas suficientes para concluir que las mujeres, tanto en iglesias como en sinagogas,
debían sentarse en un área reservada exclusivamente para ellas.
La tercera variante sugiere que Pablo estaba hablando de un tipo de ruido similar al
sonido vocal ocasionado por las sacerdotisas de la diosa Diana.54 Se da por sentado que las
mujeres de la iglesia de Corinto importaron esta costumbre y empezaron a adorar utilizando
estos mismos sonidos paganos. Razón por la cual el apóstol se vio obligado a prohibir hablar
a la mujer. Sin embargo, la evidencia histórica demuestra que los hombres también adoraban
a Diana utilizando estos sonidos extáticos y frenéticos.55 Por lo que, si se asume que las
mujeres adoptaron este tipo de adoración, se debería aceptar que los hombres también
utilizaron las misma formas paganas. Pero si éste fuese el caso, no tendría sentido que el
apóstol esté obligando sólo a la mujer a estar en silencio. Además 1 Corintios 14:34–35 no
contiene ninguna alusión a costumbres paganas.
Probablemente, la mayor dificultad para esta variante descansa en el hecho de que
define el significado bíblico de la palabra “hablar” basándose en un uso secular, que abarca
un tipo de expresión cacofónica y frenética. Sin embargo, en la literatura paulina el término
griego que utiliza en 1 Corintios 14:34 para “hablar” es sinónimo de la palabra griega lego,
también traducida “hablar” y que se refiere a sonidos con significado.56 Finalmente, esta
interpretación sugiere que el culto a la diosa Diana es la razón por la que en todas las iglesias
de los santos la mujer debía permanecer en silencio. Pero es improbable que cada iglesia a lo
largo de Asia hubiese importado rituales de culto originales a la diosa Diana en Corinto. En
definitiva, no sólo esta variante ofrece una respuesta insatisfactoria, sino que lo mismo

51
Joachim Jeremias, Jerusalem in the Time of Jesus: An Investigation Into Economic and Social
Conditions During the New Testament Period (Philadelphia: Fortress Press, 1969), 374.
52
John McRay, Archaeology and the New Testament (Grand Rapids: Baker Book House, 1991), 65–
88, 129–84.
53
Véase, Hershel Shanks, Judaism in Stonce: The Archaeology of Anciente Synagogues (New York:
Harper & Row, 1979), 63.
54
Véase Richard Kroeger y Catherine Kroeger, "Pandemonium and Silence at Corinth," Reformed
Journal 28, no. 6 (Junio 1978): 10-15.
55
Véase Wayne Grudem, Evangelical Feminism and Biblical Truth: An Analysis of More Than One
Hundred Disputed Questions (Sisters: Multnomah Publishers, Inc., 2004), 244.
56
Véase H. Wayne House, "A Biblical View of Women in the Ministry Part 3: The Speaking of
Women and the Prohibition of the Law," Bibliotheca Sacra 145, no. 579 (Julio 1988): 307.

12
sucede con las dos anteriores. Por lo que esta quinta interpretación igualitaria de 1 Corintios
14:34–35 fracasa y debe ser descartada. Está claro que Pablo no reguló el silencio femenino
como resultado del ruido ocasionado por las mujeres. De forma que sigue siendo un
mandamiento en vigencia.

Sexta interpretación:
Pablo instruye a que la mujer sólo enseñase al género femenino
La sexta interpretación de 1 Corintios 14:34–35 sostiene que Pablo estaba afirmando
que la mujer sólo podía enseñar exclusivamente al género femenino.57 Esta postura pertenece
a la categoría interpretativa moderada, con lo que no difiere tanto como las anteriores de la
interpretación tradicional. Se distinguen tres argumentos principales a favor: primero, el
contexto inmediato parece indicar que el tema a tratar es la regulación del discurso público (1
Cor 14:27, 29). Segundo, se supone que la correlación entre hablar y callar es paralela a 1
Timoteo 2:11–14, dónde el apóstol estaba prohibiendo a la mujer enseñar en el contexto
masculino. Por último, el apóstol ordenó a las mujeres de Corinto que se sujetasen (1 Cor
14:34), por lo que sería inapropiado que enseñasen en público, ya que conllevaría una
autoridad que no les pertenece.58
Aunque esta posición emplea argumentos bíblicos y es digna de respeto, genera más
problemas que soluciones, poniendo en duda si es una alternativa viable. La primera
dificultad es que la palabra “enseñar” no aparece en 1 Corintios 14:34–35. Pablo menciona
“aprender,” en el versículo 35, pero esto no es razón suficiente para afirmar que el apóstol
estaba hablando de la enseñanza. En tal caso, lo que está enfatizando es su resultado. Cuando
Pablo establece en 1 Corintios 14:35 que no es correcto que la mujer hable en la iglesia, la
implicación que extrae es que la mujer no puede alzar públicamente la voz durante el servicio
de culto. Es interesante que la situación que el apóstol describe no incluye a una mujer
enseñando, sino preguntando. Esto no significa que el mandamiento de permanecer en
silencio sólo se aplica cuando una mujer desea hacer una pregunta pero, por otro lado,
demuestra que Pablo no estaba regulando únicamente el tema de la enseñanza.
Alguien podría argumentar que esta palabra aparece en el versículo 26 y, así,
relacionarla con 1 Corintios 14:34–36, dónde Pablo explicaría que la mujer no podría enseñar
cuando hubiese hombres presentes. Sin embargo, el contexto no da lugar a que se defina esta
palabra como el tema principal de esta sección. La palabra “enseñanza” está incluida en una
lista de actividades que se da como respuesta a la pregunta formulada en 1 Corintios 14:26
(“¿qué es lo que hay que hacer?”). Esta pregunta es la inferencia lógica de lo que el apóstol
Pablo escribió en los versículos anteriores, donde exhorta a los corintios a convencer al
incrédulo de su condición espiritual con el don de profecía (1 Cor 14:23–25). Lo que supuso
un reto para los corintios, quienes abusaban del don de lenguas. Por lo tanto, 1 Corintios
14:26 introduce el tema a tratar en este pasaje. En otras palabras, Pablo estaba regulando el
orden de culto.
El segundo problema con esta interpretación es que la palabra “hablar” (laleo) se
relaciona en 1 Corintios 14 con dos tipos específicos de habla: las lenguas (14:27) y la
profecía (14:29), pero no con la enseñanza. Asimismo, el contexto matiza que este discurso

57
Partidarios de esta perspectiva: Robert D. Culver, "Let Your Women Keep Silence," en Women in
Ministry. Four Views, eds., Bonnidell Clouse y Robert G. Clouse (Downers Grove: InterVarsity Press, 1989),
32–34; George W. Knight III, "The New Testament Teaching on the Role Relationship of Male and Female
with Special Reference to the Teaching/Ruling Functions in the Church," Journal of the Evangelical
Theological Society 18, no. 2 (Spring 1975): 87–88; y Ralph P. Martin, The Spirit and the Congregation:
Studies in 1 Corinthians 12–15 (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 1984), 87.
58
Véase Knight, 88.

13
es público. Aunque la enseñanza sea un tipo de discurso público, el apóstol está organizando
el ejercicio público de las lenguas y su interpretación (14:27–28), la profecía y su evaluación
(14:29, 32), así como el preguntar (14:35). Con lo que el hecho de que sea público no lo
limita sólo a la enseñanza.
Anteriormente se vio que el segundo argumento a favor de esta interpretación se
basaba en una aparente correlación entre 1 Corintios 14:34–35 y 1 Timoteo 2:11–14. No
obstante este argumento presenta una dificultad insuperable. Como se ha demostrado, el
contexto de 1 de Corintios 14 no afirma, explicita o implícitamente, que la orden de
permanecer en silencio sea una referencia exclusiva a la enseñanza. Por lo que los corintios
no habrían podido inferir que el apóstol estaba impidiendo que la mujer enseñase al hombre
hasta que hubiesen leído una copia de 1 de Timoteo 2 unos 8–12 años después.59 Esto
supondría que los mismo destinatarios de la carta estuvieron sin entender su significado
completo hasta una década después. Lo que sería bastante improbable. Sobre todo, teniendo
en cuenta que Pablo escribió 1 Corintios para corregir situaciones erróneas que se estaban
dando en la iglesia. Así que lo más lógico es que el apóstol fuese lo más claro posible.
Finalmente, es cierto que si la mujer ha de sujetarse (1 Cor 14:34) no puede enseñar al
hombre (1 Tim 2:12). Sin embargo, es un error afirmar que la sujeción se aplica sólo en el
área de la enseñanza. El contexto de 1 Corintios 14 también menciona las lenguas y la
profecía. Por lo que no es posible deducir contextualmente que Pablo sólo tenía en mente la
enseñanza cuando escribió 1 Corintios 14:34–35, demostrando que esta interpretación no es
satisfactoria.

Séptima interpretación:
Pablo restringe el don de lenguas y profecía
La séptima alternativa interpretativa que se ofrece de 1 Corintios 14:34–35 sugiere
que Pablo estaba restringiendo el ejercicio público y femenino de los dones de lenguas y
profecía.60 El principal argumento a favor de esta interpretación es el contexto mismo, dónde
se ve con claridad que Pablo estaba lidiando con estos dos dones específicos (1 Cor 14:2–5,
13–14, 23–24, 27–30, 37). El verbo “hablar” en 1 Corintios 14:34 también es utilizado en los
versículos 27–28 y 29. En el primer caso, Pablo lo relaciona con las lenguas y, en el segundo,
con la profecía. Por lo que parece evidente concluir que el apóstol estaba prohibiendo que la
mujer hablase en lenguas y profetizase.
Sin embargo, en estos versículos no hay indicios suficientes para deducir que Pablo
estaba prohibiendo una forma específica de habla en 1 Corintios 14:34.61 Al contrastar los
versículos 27–28 y 29 con el 34, se observan diferencias cruciales que muestran que el verbo
“hablar” en el versículo 34 no estaba limitado sólo a las lenguas y la profecía. La palabra
“hablar” en 1 Corintios 14:27 es modificada por el substantivo “lenguas.” En el griego, esta

59
Se acepta que la primera carta a los Corintios fue escrita durante la primavera del año 57 d.C.,
mientras que Pablo escribió 1 de Timoteo en algún momento durante los años 64 al 67 d.C. Además, hay que
tener en cuenta el tiempo necesario para que una copia de la carta a Timoteo llegase a la iglesia de Corinto.
(véase Donald Guthrie, New Testament Introduction, 4a rev. ed. The Master Reference Collection (Downers
Grove: Inter-Varsity Press, 1996), 458, y 651.
60
Partidarios de esta perspectiva: Walter A. Maier, "An Exegetical Study of 1 Corinthians 14:33b–38,"
Concordia Theological Quarterly 55, no. 2-3 (Abril-Julio 1991): 85–86; Donald S. Metz, The First Epistle of
Paul to the Corinthians, Beacon Bible Commentary (Kansas City: Beacon Hill Press, 1969), 454; Joseph
Dillow, Speaking in Tongues (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1975), 170; Albert Barnes, Notes on
the New Testament. Explanatory and Practical, vol. 21 (Grand Rapids: Baker Book House, 1971), 274–75; y
F.W. Grosheide, Commentary on the First Epistle to the Corinthians, (New International Commentary On the
New Testament), ed., F. F. Bruce (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1980), 347.
61
Fee, 707.

14
palabra (“lenguas”) se encuentra en el caso dativo y puede funcionar adverbialmente,
definiendo la manera en la que uno habla.62 Por lo que claramente el apóstol estaba, en los
versículos 27 y 28, regulando el “habla” de las lenguas. En el versículo 29, la palabra
“profetas” está funcionando como el sujeto del verbo “hablar.” Lo que limita la ejecución de
la acción expresada por el verbo a los profetas. Por consiguiente, el apóstol confinó el
“habla” de la profecía a los profetas. En definitiva, es evidente que estos dos pasajes
relacionan el verbo “hablar” con las lenguas y las profecías. No obstante, el versículo 34
carece de este tipo de modificadores gramaticales. El verbo “hablar” es un infinitivo sin
adverbios que incluye más que las lenguas y la profecía. Asimismo, la razón que Pablo da en
el versículo 35 (“porque no es correcto que la mujer hable en la iglesia”) sólo tiene sentido si
se entiende “hablar” en 1 Corintios 14:34 como una referencia al habla en general. En este
versículo el apóstol regula el hablar en público, no el uso de las lenguas o la profecía. Lo que
significa que, aún en un contexto donde se mencionan estos dos dones, el uso de la palabra
abarca más que los dones previamente mencionados. Por consiguiente, la prohibición de
Pablo no se limita únicamente a la ejecución publica de las lenguas y la profecía.

Octava interpretación:
Pablo no permite que las mujeres examinen la profecía
La octava y última interpretación no tradicional de 1 Corintios 14:34–35 enseña que
Pablo prohibió la participación femenina en la examinación de las profecías.63 Esta posición
acepta 1 Corintios 14:29 como el resumen que bosqueja los versículos 30–36. El versículo 29
se divide en dos partes que mencionan, respectivamente, el don de la profecía y su
evaluación. A continuación los versículos 30–33a explican como usar este don en la iglesia y
los versículos 33b–35 regulan quiénes deben examinarlo. A la luz de esto, el versículo 35 se
entiende como una medida de precaución. Pablo prohíbe que las mujeres pregunten sobre
dichas profecías para evitar que su curiosidad las llevase a analizarlas.64 Según esta
interpretación Pablo no otorgó a las mujeres la autoridad necesaria para juzgar las profecías.
Un argumento a favor es que esta interpretación es la que mejor se ajusta al contexto
inmediato, ya que se supone que 1 Corintios 14:34–35 continúa con el tema de la
examinación de la profecía.65 Por lo que, estructuralmente, presenta un esquema lógico
delimitado por el versículo 29 que tiene sentido y es ordenado. Sin embargo, esta estructura
no es tan sistematizada como se sugiere. Si se aceptase el versículo 29 como la clave
interpretativa de 1 Corintios 14:30–25 se crearía una falsa división lógica entre las diferentes
mitades de este versículo. La primera se relacionaría con los versículos 30–33a y la segunda
con 33b–35. Esto supondría que para que el lector pudiese entender los versículos 33b–35
necesitaría leerlos a continuación del versículo 29b. No obstante, el texto no muestra con
claridad que uno necesite realizar un salto lógico de este calibre. Uno se pregunta si hubiese
sido posible para los corintios ver este tipo de estructura lógica, más compleja que sencilla.

62
Véase Daniel B. Wallace, Greek Grammar Beyond the Basics. An Exegetical Syntax on the New
Testametn (Grand Rapids: Zondervan, 1996), 161–62.
63
Defensores de esta perspectiva: James B. Hurley, Man and Woman in Biblical Perspective (Grand
Rapids: Zondervan, 1981), 188–94; D. A. Carson, Showing the Spirit. A Theological Exposition of 1
Corinthians 12–14 (Grand Rapids: Baker Books, 1987), 129–31; Anthony C. Thiselton, The First Epistle to the
Corinthians: A Commentary on the Greek Text, New International Greek Testament Commentary (Grand
Rapids: W.B. Eerdmans, 2000), 1146–61, y Wayne Grudem, The Gift of Prophecy in the New Testament and
Today, rev., ed., (Wheaton: Crossway Books, 2000), 185–92.
64
Véase Grudem, Evangelical Feminism and Biblical Truth, 234.
65
Carson, Showing the Spirit, 131.

15
Por lo que, se puede afirmar que este bosquejo no se ajusta al contexto tanto como esta
interpretación sugiere.
Asimismo, si los versículos 34–35 regularizan la examinación de la profecía, el
versículo 35 resultaría problemático. La explicación que se ofrece es que Pablo prohíbe a la
mujer hacer preguntas a los profetas durante el servicio. La razón es que a la mujer no le es
permitido examinar la profecía. Por lo que tenía que esperar a llegar a casa para preguntarle a
su marido. Sin embargo, el versículo 35 muestra que las preguntas eran motivas por el deseo
de aprender y no de examinar. Las profecías se debían poner bajo juicio para determinar su
genuinidad y veracidad. El objetivo, durante este proceso, no era aprender de la profecía. Por
lo tanto, no tiene sentido que el apóstol diga “y si quieren aprender algo” si se estaba
refiriendo a examinar las revelaciones proféticas. Por consiguiente, 1 Corintios 14:34–35 no
está regulando la manera en la que las profecías debían ser juzgadas por las mujeres.
Esta solución interpretativa crea una falsa dicotomía entre la profecía y su
examinación. Otorga más autoridad a la interpretación que a la profecía en sí. Si este fuese el
caso, se estaría dando prioridad al juicio humano sobre la revelación divina. Por otro lado, si
se dijese que es posible que la profecía no sea inspirada por Dios, se estaría afirmando la
posibilidad de ser un profeta de Dios que hablase la mentira. Si se acepta que los auténticos
profetas sólo hablaban la verdad de Dios, entonces no tiene sentido que el apóstol considerase
que la examinación de las profecías tuviese una autoridad mayor que la revelación divina. De
hecho, Pablo considera que sólo hay un oficio más importante que la profecía y no es la
interpretación profética, sino el apostolado (1 Cor 12:28).
Finalmente, esta posición interpretativa depende exclusivamente de a quién se refiere
la frase “los demás” (oi alloi) en el versículo 29. Si hace referencia sólo a los profetas,
entonces Pablo estaría regulando que sólo ellos podían examinar la profecía, no al resto de la
congregación. Con lo que se desvanecería la interpretación de que cuando Pablo dijo que a la
mujer no le es permitido hablar (1 Cor 14:34) estaba prohibiéndole examinar la profecía.
Precisamente, éste es el caso, “los demás” está limitando el juicio a los profetas. Varias son
las razones que lo confirman. Primero, el antecedente natural de frase “los demás” es “los
profetas”, no la congregación.66 Segundo, el griego koiné dispone de dos diferentes palabras
que significan “demás”. La primera (eteros) matiza que aquellos a quienes hace referencia
pertenecen a otra clase, mientras que la segunda (alloi) indica que son de la misma.67 La
palabra utilizada en 1 Corintios 14:29 es alloi con lo que el apóstol está hablando del resto de
los profetas. La misma palabra aparece en el versículo 30 (“Pero si otro [alloi] que está
sentado le es revelado algo, el primero calle”) dónde también es una clara referencia a los
profetas. En estos versículos (1 Cor 14:29–32) Pablo regula tanto el uso de la profecía como
su examinación y en ningún momento incluye a toda la congregación. Sólo son los profetas
los que profetizan y juzgan la revelación profética. Alguien podría decir que la palabra
“todos” en la frase “porque todos podéis profetizar uno por uno” (1 Cor 14:31) demuestra lo
contrario. Sin embargo el contexto limita la extensión de dicho termino al grupo de los
profetas.68 Aunque la palabra “todos” (pas) expresa la totalidad de un grupo, es necesario
tener en cuenta que enfatiza sus componentes individuales.69 En este caso no está indicando
que cualquier persona puede profetizar sino sólo aquellos que son profetas. Es evidente que

66
Véase David F. Farnell, “Does the New Testament Teach Two Prophetic Gifts?” Bibliotheca Sacra
150, no. 597 (Enero 1993): 84.
67
Véase BDAG, “ἕτερος,” 399; y ídem., “ἄλλος,” 46.
68
Véase Thiselton,1143; y Charles Hodge, 1 and 2 Corinthians (Carlisle: Banner of Truth Trust,
1978), 302.
69
Véase BDAD, “πᾶς,” 782.

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Pablo limitó la profecía y su evaluación a los profetas, por lo que sería una contradicción que
prohibiese a las mujeres juzgarla, si ya explicó que sólo los profetas podían. En el caso de
que se sugiera que las mujeres podían profetizar, implicando que la prohibición se extiende
sólo a las mujeres que no eran profetas, mencionar que el grupo que se menciona es
categórico, es decir, toda mujer. En definitiva, a pesar de que esta alternativa ofrece
probablemente la respuesta más seria, sus problemas obligan a uno a verla como una opción
inviable.
En resumen, si algo está claro es que el debate a lo largo de las años ha enturbiado la
claridad de este texto. Supone un reto para el exegeta examinar las diferentes opciones y
determinar cuál es legítima. A lo largo de este artículo se ha expuesto que de las nueve
interpretaciones posibles de 1 Corintios 14:34–35, ocho son insatisfactorias. El igualitarismo
no ofrece una alternativa que se ajuste a su sistema, sin antes tener que cuestionar la
autenticidad textual del pasaje o forzar anacronismos culturales e históricos. Las tres últimas
perspectivas, aunque moderadas, también contienen problemas exegéticos que debilitan su
interpretación. Por lo que sólo queda una posibilidad, que sin duda será la más controversial a
los ojos de la sociedad moderna: Pablo prohíbe que la mujer hable públicamente en la iglesia
durante la reunión corporativa como tal.

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