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Esto nos lleva a pensar que no se nace con un cuerpo, sino que éste es un
producto, proceso que quedará oculto bajo la ilusión imaginaria que la
consistencia del cuerpo provee.
El cuerpo que nos interesa es el cuerpo del sujeto, que tiene tiempos que
no coinciden con los del organismo.
Los tiempos del organismo pueden pasar, pero sin estar acompañados por
los tiempos del sujeto.
Los goces del cuerpo dependen de esta recreación, que tiene como
condición la falta primera inaugurada cuando el goce incestuoso quedó
fuera del cuerpo del niño.
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Fleser, A:Op Cit
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Flesler, A: Op Cit.
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Esta imagen tiene un poder morfogénico, a través de la cual el niño no
solamente se refleja pasivamente en ese espejo sino que es esa misma
imagen la que va a engendrar el moi del infans y toda su realidad.
No está de más señalar con énfasis que este cruce de miradas se produce
por fuera del espejo.
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Heinrich, H: Locura y melancolía.
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Le Gaufey, G: El lazo especular, citado por Heinrich, H. en Locura y Melancolía.
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La mirada de asentimiento del Otro posibilitará la interiorización del Ideal
del Yo como lugar tercero, sede de lo simbólico, constituyéndose como
introyección simbólica de un rasgo.
Resulta posible pensar, sin embargo que podría suceder que esté
distraído.
Recordemos que el Ideal del Yo es ese lugar desde el cual el sujeto puede
verse como amable.
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Heinrich, H: Op Cit
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Hassoun, J: Citado por Heinrich H. en Locura y melancolía.
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Lacan permitirá articular la introyección simbólica del Ideal del Yo en el
acto de asentimiento como aquello que sanciona la diferencia estructural
entre el moi y el yo ideal, dechado de virtudes. Sin esto, el sujeto creerá
que no es amado porque tiene imperfecciones.
Esta madre, además de interesarse por el niño, se sentirá atraída por otras
cosas, cuestión que hará que el niño crezca confiado gracias a que ella, o
un sustituto, se encuentra allí, sabiendo que la presencia de cada uno es
importante para el otro, con la particularidad de que no necesitan estar
interactuando permanentemente, es decir, pudiendo cada uno estar
dedicado a sus cosas.
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Winnicott, D: “La capacidad de estar solo”, en Los procesos de maduración y el ambiente facilitador.
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Henrich, H: Op Cit. “good enough”: apenas suficientemente buena.
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Para estar relajado, tranquilo, se tiene que poder soportar la ausencia de
estímulos, soportar estar solo sin sentirse solo, en tanto se tiene la
seguridad que hay otro que acompaña, que a su vez se priva de
interactuar continuamente. Con la convicción y la legalidad de no tener
necesidad de estimular al niño de más para sentir que se es un buen
padre/madre. Sabe que dejar que el pequeño juegue no es abandonarlo y
tampoco es grave si se aburre un poco.
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Heinrich, H: Op. Cit.
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Esta posición hace que les resulte difícil soportar la excitación acotada de
una reunión de amigos, una obra de teatro o permanecer sentados
durante una hora de clase, a diferencia de una experiencia sexual donde
la excitación es máxima, dice Winnicott. El problema surge cuando un
climax adecuado a una experiencia sexual es buscado en actividades que
debieran ser sublimatorias o en una sexualidad que no debe decaer
nunca.
A los primeros, van los nenes bien, comenta Javier; en cambio los turbios y
adrenalínicos producen una sensación en el cuerpo como cuando mi papá
me está por pegar, agrega, que se traduce en taquicardia, sudoración y
máxima atención para evitar ser golpeado en el camino de llegada y
durante la estadía dentro del mismo. El que logra salir ileso es un kapo,
me aclara, y obviamente se encarga de generar la pelea a la salida.
Esto nos permite pensar la lógica de las adicciones, no sólo las clásicas,
sino aquellas que surgen en las elecciones narcisistas, en las que el menor
signo de desencuentro con la persona elegida es vivido como síndrome de
abstinencia.
Habría que recordar que para los griegos pharmacon era antídoto, tal
como es la ilusión que habita el consumo, como veneno.
Hace un par de años Javier “paraba” en Colegiales, ahí nos dábamos con
todo, dice Javier, después quise “parar” en Villa Crespo, esos son
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Lacan, J: El Seminario. Libro 7. La ética del psicoanálisis. Citado por Heinrich, H en Locura y melancolía.
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Heinrich, H: Op cit
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bravísimos: peleas con botellas, cuchillos, alcohol, merca, eso no lo hago
más, le prometí a mi mamá. Yo a mi vieja le cumplo…
En una oportunidad, Javier me cuenta que al salir del colegio fue a la casa
de Mica (su novia), tenía muchas ganas de verla, cabe aclarar que estaba
en Belgrano y ella vive en Pilar, obviamente que esto no fue un obstáculo.
Luego de mantener un encuentro sexual, “nos pegamos un susto
bárbaro”, dice, estábamos sangrados… se me rompió el frenillo… terminé
en la guardia.
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Heinrich, H: Op cit
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Heinrich, H: Op cit
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Sara Wajnsztejn
Junio de 2014
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