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En ese instante era capaz de entenderlo; aunque sea un poco; aunque sea un
momento. Los finos velos de seda se separaban junto con la indagadora
desesperación que la carcomía, en un solo instante, en un pequeño lapso, todo
aquello que su memoria recordase se hacia mas importante por el solo hecho de que
los velos se descubrían y daban historia de lo substancial de aquellas acciones, antes
mencionas, podían hacerla vivir. El silencio se disipaba y la soledad, en todo su
caótico concepto, pasaba a ser una insignificancia que podía ignorar, ya que está se
hacia muy simple, y por lo tanto invisible para su ser.
- ¡Ahí están! – fue el grito que la despertó de sus divagaciones, producto del
cansancio, la pelea y un sedante que su amiga le había proporcionado. Sin prisa, casi
con una agonía conmovedora, empezó a alzar sus parpados, en ese pequeño tramo
de tiempo, sentía que sus ojos le abrían senda a una reminiscencia distante, una que
la transportaba 7 o 8 años atrás. Como si fuese una remembranza vivida, se permitió
escuchar, o más bien deseo escuchar, esa voz cálida que después de una pelea
siempre oía llamándola, como la ocasión en el bosque de la muerte, como aquella vez
cuando peleo contra Gaara. Solo necesitaba que susurrara su nombre, lo había
deseado al despertar de cada pelea, lo había anhelado al terminar una batalla, quería
una vez más sentirse protegida, sentir que si el mundo se acababa en ese instante,
solo ella, por estar entre sus brazos, estaría a salvo; pero como siempre, lo único que
obtuvo, al igual que todas las anteriores ocasiones, es aquello: soledad y silencio.
Sus parpados, a pesar que pesaban, los abrió y con dificultad empezó a enfocar la
mirada. Allá, donde por estos instantes la luna se levantaba en un triste tono rosa,
atrás de la montaña antes conocida como el Dragón Durmiente, podía observar cuatro
siluetas. Tres de esas caminaban normalmente, pero dos arrastraban a la cuarta. Esa
última estaba abrazada a sus compañeros. Fijo su vista luchando contra el sedante,
vislumbro a la izquierda a Anko y a la derecha a Neji, pero por alguna extraña razón la
de la mitad no pudo distinguirla, tal vez el efecto del agua, o quizás la luna pegando
contra él era lo impedía que lo mirase en todo su esplendor. Se acercaban más a cada
segundo, ella deseosa observo a la figura de la mitad, pocos metros mas adelante la
reconoció. Había cambiado enormemente, ahora visto desde esa posición y con el
extraño efecto que la luna ejercía sobre la superficie del lago, que poco a poco
recuperaba su caudal, sintió unas enorme ganas de correr, es más, casi le era
necesario, no escuchaba nada, solo estaban ellos dos y fugazmente acepto, por
primera vez en mucho tiempo, que en ocasiones, la soledad y el silencio, en el
momento oportuno, pueden convertirse en lo más preciado de los recuerdos.
Empezó a moverse torpemente, cada paso que daba parecía dolerle pero no
importaba, como no importaba el hecho que Sakura le estuviese gritando que se
mantuviera quieta, tampoco importaba que apenas y podía manipular su chackra para
mantenerse de pie sobre el agua.
Con dificulta llego hasta él, tanto Anko como Neji se detuvieron al mirar a Zumi
impidiéndoles avanzar. Zumi levanto la mano y con delicadeza topo su pecho, sintió su
corazón que latía débilmente, después, deslizo su fina mano por el pectoral,
recorriendo con desolación abrumadora las cicatrices en la piel que daban cuenta de
una cruel vida. Hasta ese momento no se había atrevido a levantar la mirada, pero sus
propias acciones la obligaron a aquello, con cuidado alzo su cabeza, dirigiendo sus
preciosos ojos hasta donde otros iguales la esperaban, tardo algunas milésimas de
segundo, a pesar que todo parecía en cámara lenta, se dio cuenta de lo pequeña que
era comparado con él, de alguna forma eso la hiso sentir segura, entonces, el
momento llego y orbes azules sin ningún reproche la miraron.
Ante aquella acción sus ojos derramaron lagrimas, no tenia vergüenza de hacerlo, no
quería ser fuerte, solo necesitaba que esos ojos azules no la miraran de esa forma. Su
dolor aumento, y sin más, su delicada muñeca fue hasta el rostro de Naruto, él la
miraba de la misma forma a lo que ella simplemente lo abrazo con una furia reprimida
y un dolor rebosante.
- Lo siento, lo siento tanto… - hablo entre gimoteos. La kunochi más poderosa del país
del fuego lloraba como una niña, abrazando, casi con rabia, al hombre que tenia en
frente. Espero una respuesta, pero ahora, el maldito silencio, antes reconfortante, se
torno en dagas filosas capaces de atravesar el olvido. - Solo, solo no me mires así. No
lo soporto, por favor, por favor… – el silencio jamás fue tan hiriente o tan triste –
¡Maldición! – grito repentinamente. En ese minuto no existían nadie más que ellos dos,
ella apegada a él con las manos en el pecho del rubio mientras su frente se apoyaba
en el mentón del hombre – porque, porque me haces esto. Deseo que me odies,
deseo que me maldigas una y otra vez – sus lagrimas seguían saliendo cual tormenta
furibunda – pensé en tantos escenarios… desearía que me golpearas, que dijeses `te
odio`, inclusive si desases matarme, yo simplemente lo soportaría, sobrellevaría tu
enfado, toleraría tu dolor, tu venganza, te traicione, te traicione de una forma que
ningún hombre perdonaría – aprisiono mas su cuerpo contra el de él – pero tú… tú me
miras sin nada de eso, me miras como siempre lo has hecho… eso..., eso es más
doloroso que decirme ‘te odio’, que golpearme, inclusive que ignórame. Me prepare
para cualquier cosa, pero nunca para esto, y duele, duele mas que nada porque se
que me apartaras de tu vida y ese es el único precio que no estoy dispuesta a pagar. –
Hace algunos minutos que la conversación se torno en susurros, apenas audibles para
los que aun sostenían a Naruto. Anko miro a Zumi con tristeza, la entendía, por raro
que suene, la entendía y a la vez la compadecía. Muchos pueden imaginar que es una
verdadera estupidez pero para ella, que advertía esos sentimientos, lo comprendía a la
perfección.
- Te has convertido en una mujer muy bella, Zumi-chan – interrumpió con esas
palabras los respectivos pensamientos de los escuchas, a continuación,
pausadamente retiro su brazo del apoyo que Neji le ofrecía, lo dirigió a la barbilla de
Zumi quien aun estaba apoyada en su mentón, levanto su rostro con delicadeza y una
vez más sus ojos se conectaron, mientras a lado Anko apretaba su puño,
impidiéndose a si misma interferir. – Tu voz es tal como la imaginaba – le brindo un
sonrisa entrecortada – solo quería escucharte una vez mas, quería verte una vez más
– poco a poco levanto su mano hasta posarla sobre la cabeza de una, por el momento,
sorprendida Zumi; luego como si de una niña pequeña se tratase le acaricio
revolviéndole el cabello al tanto le seguía dando esa sonrisa hermosa entrecortada
con cansancio – te has hecho fuerte – se pauso un instante - como lo pensé. – Su
sonrisa se amplio. - Ya no me necesitas más, ya no puedo ser ni siquiera una sombra
para ti. Ahora puedes siempre sonreír porque jamás interferiré en tu vida – al acabar
de hablar bajo su mano por el rostro de Zumi, la acción fue inesperada y simbólica, las
yemas de sus dedos acariciaban la piel de la mujer, llego hasta el mentón y
delicadamente la separo.
Tenía tantas cosas que decir, tanto que hablar, tantos ‘lo siento’ que rogar, y después
de aquella declaración por parte de él tenia que decirle todo lo que se guardo por esos
7 años, es decir, ella no dejaría que el muy tonto actué de forma tan guay, pero en
unos cuantos segundos mientras ordenaba sus ideas, sintió como algo, con una sed
de venganza inmensa se levantaba atrás de su espalda, después escucho los gritos
de sus compañeros.
- Salgan de ahí – fue un alarido estruendoso con la voz, que reconocía como la de
Kakashi. Se viro rápidamente y con terror absoluto observo como esa bestia, que creía
derrotada, se levantaba enloquecida. La enorme Hidra estaba sangrante con una
cabeza muerta y la otra con profundas heridas en forma de garra.
Un chillido horrible se oyó por millas. Los shinobis saltaron hacia atrás ya que la cola y
el cuerpo del animal estaban frenéticos, mientras tanto adelante, Zumi se posesiono al
frente del rubio en un ademan de protección, a pesar que ella mismo no tenia ni gota
de energía, mucho menos para luchar otra vez.
- Zumi que haces – grito Anko al observar como la mujer se disponía a lo que
prácticamente era un suicidio.
- ¡Estas, loca! – salto para mantener el equilibrio. Aun tenia al rubio apoyándose de
ella, mientras que Neji se vio obligado a saltar hacia atrás por lo que quedo muy lejos,
también la kunochi del ne estaba varios pies atrás.
- Zumi… - bramo. El monstruo solo tenia ojos para la kunochi, parecía que siseaba
como lo hace una serpiente antes de atacar y era obvio que Zumi no estaba en
condiciones de escapar – es una estupidez.
Zumi se encontraba arrodillada apenas con conciencia, cuando estaba lista para
ejecutar un plan algo descabellado, observo con asombro como la bestia que la
atacaba era cortada con una fuerza endemoniada puesto que el corte fue tan sutil,
efectivo y mortífero que la sangre del animal no salió disparada como en esos casos
sucedía, no, sino que en vez de aquello quedo como suspensa y no fue hasta que toco
el agua que el lago empezó a teñirse de rojo. Regreso abruptamente la mirada para
encontrase a Naruto con el brazo estirado, formando con su mano una perfecta
espada, ella había visto en más de una ocasión aquel ataque pero jamás imagino tal
magnitud sin su espada. Sonrió por un momento mientras cerro sus orbes
permitiéndose recordar las veces que eso había sucedido, quizá Naruto era el único
quien la había salvado, y lo que es peor, a su pensar, en mas de una ocasión.
Mientras sus ideas divagaban sintió como algunas presencias se posesionaron al
frente suyo, abrió con pereza los ojos para toparse con Sakura que tenia una mirada
de reproche, al lado también estaba Hinata que tenia una mirada parecida, ella les
sonrió a lo que las dos suspiraron y la ayudaron a levantarse, el peligro había pasado
o al menos eso imaginaban cuando fue otro grito espantoso el que las hizo ponerse
alertas y desviar la mirada hasta donde provino el sonido. Allá, a unos cuantos metros
era Anko quien había gritado de aquella forma, había sido un alarido lleno de miedo,
segundos después las mujeres supieron la causa cuando la kunochi nuevamente grito:
- Tranquilízate – aclaro con voz seria. El chackra curativo empezaba con la revisión
corporal del rubio. – No servirás de nada si te exaltas. Ahora dime, ¿cual es el
diagnostico primario?
- Pues – trago saliva, luego respiro profundo y se limpio una basura del ojo – la
obstrucción del chackra creo a su cuerpo una tensión terrible, sus conductos están
seriamente dañados y a pesar de su apariencia tiene algunos músculos atrofiados. Es
un completo milagro que allá sobrevivido así todo este tiempo, aparte, contamos con
una desnutrición grave y falta de cualquier tipo de vitaminas. Solo un hombre como él
soportaría esto, solo Naruto-sama – ella también empezó a revisarlo – pero estaba
estable, incluso lucido pero su cuerpo… ¡Demonios!
- Que intentas.
- De eso se trata la lealtad – terminando de decir aquello, hizo algunos sellos para
después posesionar sus manos en el pecho de Naruto, sin decir nada una corriente
azulina apareció en sus manos, a continuación, aprisiono en el lugar donde se
encuentra el corazón. Una fuerte descarga recorrió el cuerpo de ambos. Metros atrás
los espectadores no sabían que pensar. Alrededor de 30 segundos después la técnica
termino, Kaori tenia algunas quemaduras a causa de la técnica, eso no le intereso ya
que después abrió la boca del rubio y poso la suya sobre la de él, le estaba
transmitiendo su chackra de la forma mas directa posible. Hubo una pequeña
reacción, fue como un residuo de vida, pero este rápidamente desaparecía – Más
poder, necesitamos más… – exclamo fatigada después de separarse.
- Cual es la situación…
- Jodidamente mala pero hay una oportunidad, seguramente vio lo que hizo Kaori-san,
al parecer funciono pero necesitamos una descarga mas fuerte, lo entiende.
- Entiendo pero…
- No hay tiempo sensei, solo hazlo, sino todo será en vano, se lo debemos a Naruto-
kun.
- Hai – empezó a realizar los sellos, después la energía eléctrica apareció en su mano.
- No… - respondieron ambas kunochis al mismo tiempo para después con su mano
izquierda presionar el jutsu y dirigirlo al cuerpo del ojiazul. Segundos después una luz
segó a todos por instantes, mientras tanto las dos ninjas medicas hicieron el
procedimiento de transmitirle chackra de la forma más directa posible, cuando todos
pudieron ver nuevamente se toparon con una escena algo…, bueno Kiba la describió
perfectamente :
- Si alguna vez estoy en problemas, quiero que utilicen esa técnica – dijo al ver como
tanto Sakura y Kaori tenían sus labios apretándolos contra el rubio, las dos al mismo
tiempo.
Las dos Kunochis se separaron con un tenue sonrojo, pero la seriedad de la situación
no les hizo prestar mucha atención a lo sucedido. Estaban algo maltrechas pero el
cometido fue logrado, aun así no era tiempo de festejar, el rubio estaba demasiado
débil, la única forma de salvarlo era llevarlo al hospital de Konoha y que Tsunade y
Shizune lo trataran.
- Sai, transporte lo más rápido posible a Konoha – indico Kaori. Sai inmediatamente
creo un pájaro de tinta, después, improvisando una camilla con la misma tinta lo
subieron al ave, todo eso en escasos 30 segundos. Kaori subió en el ave mientras
Sakura se sentó en el suelo, estaba desecha, no sabia como esa mujer había
soportado dos veces esa medida desesperada.
- Estará bien – comento Hinata ya cerca, aun ayudaba a Zumi quien tenía la mirada
perdida.
- Eh... – no quería mentir pero tampoco quería hacerlos preocupar así que dijo lo que
mejor se le ocurrió – es Naruto, verdad.
- Baka – susurro Zumi esbozando una sonrisa triste – si él no… si yo no… - antes de
terminar cualquier oración, ella también sucumbió.
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Konoha 23:00 horas.
La Quinta Hokage miraba por el cristal la enorme luna rojiza, esta era en cierta forma
demasiado bella y también una de las más grandes que había visto en todos sus años.
Sus pensamientos vagaban en la distancia, en lo que algunos pueden llamar
remordimientos o recuerdos tortuosos, siempre se preguntaba: ¿Si hubiese hecho
más? ¿Si lo hubiese protegido?, esos años fueron muy duros, y peor aún al conocer
todo lo que ese niño había sacrificado por el bien de la aldea e inclusive el de ella. Lo
peor quizás era imaginar lo que el destino le tenía preparado, no cabía duda que era
alguien importante en esta Era, lo verdaderamente intrigante es el saber que tanto. Y
es que después de 7 años en los cuales lo habían llorado, él otra vez aparecía como
una premonición de lo que en esos instantes sucedía en el mundo entero. Una época
caótica se avecinaba, ella con sus tantos años de experiencia podía presentirlo,
alguna vez lo sintió cuando era joven y semanas después su hermano murió, siendo el
antecesor a la gran guerra ninja.
Todo en el mundo iba cambiando, siempre le gustaba recordar eso con las palabras
de su abuelo:”sin prisa, pero sin pausa”, pero actualmente los sucesos llevaban un
ritmo alarmante, todos los que presenciaron cambios de época lo premeditaban, lo
sentían en sus entrañas y seguramente se preparaban con desconcierto, algarabía y
siempre con temor, ya que este ultimo es el más importante para sobrevivir a un
cambio de Era.
Sostuvo sus manos atrás de su espalda, camino en silencio por la habitación oscura
para después salir hasta el balcón, ya allí se permitió disfrutar de una suave brisa que
levanto su cabello e hizo sentir una caricia silenciosa a su bello rostro. Cerro sus ojos
disfrutando de las mimos que el viento le ofrecía, en ese minuto quería olvidarse de
cualquier cosa, quería olvidarse del porque de muchos eventos suscitados en las
ultimas semanas, y lo que es peor, la verdadera razón de que esos días en particular
se convirtieran en un preludio de algo por llegar, las piezas encajaban perfectamente,
el paradero de Naruto fue la pieza faltante, es decir, todo giraba alrededor de ese
acontecimiento.
En primera instancia esta Akatsuki, que por lo que se sabia solo les faltaban dos biju,
uno era Zumi claramente, pero el otro que se pensaba perdido, ellos ya lo tenían en su
poder y lo que es peor, según los ancianos el Kyubi era especial por ciertas causas,
era una entidad igual a los biju y a su vez muy diferente. Tsunade no sabía mucho de
eso, pero si los Akatsuki ya lo tenía en su poder, al que muchos decían, era el más
fuerte de esas bestias, porque diablos no hacían ningún movimiento contra Zumi, es
decir, ella era la ultima Jinchuriki que quedaba. Gaara del desierto murió hace unos 3
años cuando lo capturaron y le extrajeron su biju, bueno; aunque también dos Akatsuki
murieron con él, sin duda fue un hombre muy fuerte, no por nada era candidato para
ser el Kazekage. Después le siguieron otros dos, se armo gran barullo hace un año y
medio cuando el Hachibi fue capturado por el líder de la organización, un hombre
temible sin duda puesto que él solo lo derroto, según informes se hacia llamar Pein.
- ¿El rehén? – su voz tembló al igual que su cuerpo – quieres decir que Naruto esta
aquí, en Konoha.
- Hai… - tan sol al acabar esa silaba, sintió una fuerte ráfaga de viento pasar por su
lado, en verdad la Hokage era rápida, al menos ese fue su pensamiento.
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Konoha 23:15.
Para Shizune fue un día bastante tranquilo, al menos en la medida de lo posible, pero
cuando Sai entro con una camilla improvisada encima de un tigre de tinta supo que
eso acabaría.
Velozmente Shizune fue al socorro pero a medio camino casi cae de espalda al
observar a un hombre rubio, de exquisitas facciones y lo que es más, con un parecido
impactante al que recordaba como el Yondaime, varios de los médicos veteranos con
mas de 45 años tuvieron una reacción similar mientras los mas jóvenes se apuraban a
atender al herido; a pesar que en su mente se preguntaban que demonios les pasaba
a sus sempai. Momentos mas tarde entro en condiciones nada buenas Kaori quien los
despertó a gritos puesto que ella era la jefa de una ala del hospital, la que se
especializaba en operaciones por lo que era conocida y muy respetada.
En medio de ese pandemonio salió otra kunochi quien se acerco a Kaori, era su
compañera y parte del anterior equipo de Naruto, sin más, después de cruzar unas
palabras con la pelinegra, ella también se unió a atenderlo, miro la condición de Naruto
con unas cuantas lagrimas en el rostro, después de todo, su salvador estaba en frente
suyo, gracias a él hoy podía disfrutar de un esposo y una hija.
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La luna se veía como nunca antes, con una majestuosidad fantástica y su tamaño
también era impresionante, pareciese que estaba a tan solo unos cuantos kilómetros
de sus manos.
- Eh… donde estoy, que sucede – se levanto en un cuarto blanco, traía solo un suave
pantalón del mismo color que la habitación – Hola…. Hay alguien aquí… - grito al ver
la habitación cerrada, no había nada solo estaba el y la ventana que daba a esa
esplendorosa luna – al parecer no hay nadie.
Ven, te espero, lo he hecho por mucho tiempo, te quiero conmigo, quiero estar junto a
ti, es muy difícil estar separados, ven…
- ¿Quien esta ahí? – pronuncio al oír esos dulces, embriagantes y muy seductores
susurros mezclados en el viento.
- Antares-sama – reconoció la voz pero jamás la oyó tan cálida y tan llena de
seducción.
Camino un tramo hasta posesionarse en la ventana, desde ahí miro la luna enorme, se
sorprendió al mirar abajo, estaba en Konoha, tal como la recordaba, acerco su mano al
cristal y lentamente la afirmo, de pronto una mano se posesiono en el mismo lugar que
la de él, alzo la mirada rápidamente y al otro lado del cristal observo a Anko, tenia el
cabello suelto, sutilmente regado sobre los hombros, pero quizá lo más seductor era
su fino vestido de un color negro, estaba preciosa sin duda – Anko…. – susurro. Por
su parte la mujer atrás del cristal se apego con una sonrisa juguetona, acto seguido
apego sus labios al cristal como si le diese un beso, eso fue endemoniadamente
tentador, segundos después desapareció dejando una estela atrás suyo. El acerco su
rostro presuroso y esta vez a pesar que la luna seguía allí ya no estaba en Konoha
sino que esta vez se veía un puente: mágico, enorme, era un escenario maravilloso,
con la luna pegando con todo su esplendor en el mar. Vio todo encantado y como si
estuviese cerca miro a una mujer que tenia la vista al océano, le daba la espalda pero
la larga cabellera blanca le decía quien era – Zumi… - susurro a lo que ella se viro, le
dio una gran sonrisa, se veía preciosa con ese vestido blanco que se transparentaba
un poco a la luz lunar, ella se le acerco y al igual que antes aquel cristal los separaba.
La mujer se paro en frente y coloco sus manos en su espalda como si de una
quinceañera se tratase y en seguida le dio una cálida sonrisa cerrando los ojos. El
acerco su mano al cristal y poco después un fuerte viento se llevo el escenario en un
haz de luz.
- Lo ves, lo sientes – fue un murmullo en su espalda, acto seguido sintió como alguien
lo abrazada poniendo una mano en su abdomen y la otra levantándole el mentón, era
de su mismo tamaño, viro un poco lo ojos y observo a un hombre, que al igual que él
solo traía un pantalón de color blanco.
- Me recuerdas – pronuncio con rabia – yo gane nuestra apuesta, pero el maldito Zorro
con lo último de su poder me sello en ti.
- Jajajaja – rio como desquiciado haciendo que el otro ser levante la ceja, después
alzo la mano aparentándole el cuello tal como el oji-rojo lo hacia con él.
- Moriremos ambos, ¡si!, creo es una buena opción, lo que tenia que hacer ya lo he
hecho
Ven, te espero, lo he hecho por mucho tiempo, te quiero conmigo, quiero estar junto a
ti, es muy difícil estar separados, ven…
- la oyes – culmino el oji-rojo con una sonrisa soltando su agarre - yo existo para
cumplir nuestro destino, después de todo soy tú.
- No, solo eres una parte de mi, además, el que busca Antares-sama no soy yo…
- Iluso, el zorro te eligió por ese propósito, arriesgo su existencia por ese propósito,
quieres mentirte, hmp, adelante, pero, lo has sabido siempre, tu destino te…, no, no,
no – indico con dedo índice – tu destino ya te alcanzo.
- Jajaja, falta poco, muy poco… - sonrió otra vez a carcajadas como siempre lo solía
hacer cuando estaba cautivo, una risa desquiciada y a la vez reconfortante en un
sentido macabro – mi muerte esta muy cerca…
- Naruto, Naruto, Naruto… - indico con alevosía – esto no acabara tan fácil. Antares-
sama ha esperado un milenio, ¿crees que la muerte cambiara algo? Una mujer
enamorada es peligrosa, una amante enamorada es letal, pero una diosa enamorada
es el caos.
- No soy él…
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- Si te refieres a Naruto – escucharon una voz muy conocida entrando por la puerta,
todos sin excepción regresaron a ver. Sakura casi se desmaya y Zumi abrió los ojos
con suma sorpresa.
- Sa…su…ke
Piensa.
Respira.
Este es tu día.
Esta es tu hora.
Este es tu destino…
El tiempo pasa de manera similar al olvido. Todo depende del momento, de la entidad
y la percepción que tenemos del mismo.
Varios años trascurren, a medida que sucede, los propios años sirven de tragedia a un
infortunado futuro que, hoy, se ha convertido en presente.
Han transcurrido diez años desde la ultima vez que se encontró en aquella situación,
una vez más, las cien gradas que conducen al templo se yerguen sobre sus orbes.
Atrás de si, los pueblerinos quedan expectantes. Regresa la mirada fugazmente para
suspirar y empezar a subir las gradas, mientras lo hace, en su interior reza por hacerlo
bien. Y, también, sonríe tenuemente ante el nerviosismo de volver a verlo. En verdad
le gustaría que, como anteriormente, su madre estuviese con ella, pero, eso ya no es
posible. Su madre confió en ella y murió. Le enseño todo lo que sabia y ahora es su
turno de presentarse a si misma. Cierra sus ojos, al hacerlo, recuerda ese día lejano
hace ya diez años atrás, cuando por primera vez su madre le conto la historia de su
poblado. Se recuerda a si misma como la niña que añoraba tener la sonrisa soñadora
de su progenitora, la que deseaba ser la mitad de hermosa que ella, ahora, todo ha
cambiado. Esta sola, no sujeta la mano cálida que le guiaba en ese tiempo hacia
arriba. Una vez despierta de sus cavilaciones se da cuenta que esta frente a la enorme
puerta, sube la última grada mientras saca la pequeña llave dorada, después, la
introduce en la abertura. Al hacerlo abre las inmensas puertas de madera que crujen
en monotonía. Se introduce.
La oscuridad reina en ese lugar. Tan solo la luna llena ilumina algo de la habitación. A
lo lejos, se aprecia un redondel en donde hay un trono. Camina lentamente
arrastrando su fino kimono, arreglado con tanto esmero, sin dejar un lado el lujo
ostentoso y banal. La suave seda toca su piel, solo lleva aquella vestimenta. Bajo está,
ella va desuda. El haz de luz blanco de la luna llena pega en el trono. La luz se
difumina por los extremos y da muestra de figuras vanas, sombras sutiles y
magnificencias escondidas. Desde el otro extremo, atrás de aquel trono pulido, una
sombra animalesca aparece, ella lo nota e inmediatamente da una muestra de cortesía
al inclinarse ligeramente. Saluda con respeto digno de una dama, sin ser humilde pero
tan poco presuntuosa. La figura entre la negrura de la noche etérea, rodea en si
misma como si respondiese, después, al acercarse, se vislumbra primero dos patas
acolchonadas e inmensas, le siguen la silueta de un hocico alargado con filosos
dientes. Momentos más tarde, la sombra se desvela ante la luz blanca, en ella, la
imponencia del animal es hermosa. El zorro, con 4 colas ondeando en su espalda, se
sienta al lado izquierdo del trono y con sus enormes ojos amarillentos que desprenden
ferocidad y valor la mira con detenimiento, sin contar la sutil gracia.
- Has crecido mucho –. La voz proviene del hermoso animal, limpio y acicalado, que
contrasta su voz grave sin ser potente.
- Jajá, claro niña, soy un ‘Kitsune no Youku’ (zorro demoniaco). Los años son como
días para mí. Y, a propósito de aquello, siento lo de tu madre. Fue una buena líder,
una fuerte mujer e incomparable compañera. Es una completa perdida que haya
muerto tan joven. – Mientras hablaba se mantenía sentado con orgullo; aunque de vez
en cuando su oreja izquierda se movía en un pequeño tic.
- No tiene importancia. Murió con una sonrisa, jamás se arrepintió de algo, amo a mi
padre con todo su corazón y fruto de ello, estoy aquí. Creo que con eso se sintió
completa y feliz.
- Te has convertido en una mujer madura Antares-chan, me alegra verlo ya que hoy
tomaras su posta por las próximas décadas. Además, hoy, al igual que fui asignado a
Mitsu-sama, tú tendrás un guardián, me enorgullece que sea mi hijo.
- Entre nosotros no existe los nombres, eso es cosa de humanos. Solo existe el
destino al nacer, y me enorgullece decir que mi hijo esta destinado a la nueve colas.
Así que puedes llamarlo de ese modo, si te parece.
- ¿Acaso su tiempo ha llegado también?, no encuentro otra razón para que un nuevo
guardián se me sea dado.
- Todo lo que tiene vida debe morir. Todo lo que existe debe in-existir. Todo lo fuerte
debe volverse débil. Esa es la ley, una ley que incluso los dioses deben respetar. ¿Eso
responde a tu pregunta pequeña?
- Si.
Sin previo aviso, enormes llamaradas surgieron desde las miles de velas y lámparas
del lugar. La habitación fue engullida por la luz, apartando la vacuidad de la oscuridad.
Frente a sus ojos se miraba la belleza del sitio. Con su piso en mármol blanco pulido y,
las antorchas encima de oro reluciente y a cada lado enormes estatuas. La primera
pertenecía a un zorro magnifico, la de la derecha, era la de un hombre sin rostro,
mientras que la posterior, atrás del trono, era la una mujer hermosa que vestía
exactamente igual a ella. Las tres eran de yeso blanco, y parecían tener vida. La
simple decoración, en aspecto, dotaba de místico al lugar, algo inexplicable y a su vez
hermoso: entre terrenal y divino, entre simpleza y magnitud, entre sencillez y
ostentación. Después, en el trono, una luz refulgente apareció, una vez que esta se
hizo mas opaca, la hermosa mujer vislumbro al hombre que, desde su corta edad, la
había fascinado. Una vez más ante ella estaba el dios del fuego, con la misma
apariencia y esa sonrisa efusiva en el rostro.
Cuando Antares encontró la mirada de aquel ser. Fue exactamente ahí cuando el
destino empezó a correr y, como siempre, la tragedia empezó a fraguar el nefasto
final, haciendo que su epilogo dure hasta… hoy.
OoOoOo
Aquel día, hace ya 7 largos años, sus caminos se habían separado en el valle del fin y
ahora se volvían a unir como si eso nunca hubiese sucedido. Quería formular varios
pensamientos, pero su mente estaba turbada, no sabia si era una broma de mal gusto,
lo único que tenia por seguro es que la vida misma parecía burlarse de ella. Por aquel
instante ni ella, o sus compañeros habían prestado atención a lo que Sasuke entro
diciendo sobre Naruto, la sorpresa de encontrarlo supero cualquier cosa, claro, todos a
excepción de una.
- ¿¡Como es eso que Naruto esta en coma Tsunade-sama!? – Alzo la voz Anko quien
no presto atención al Uchiha. Los demás ladearon la cabeza, escuchando muy claro lo
que la kunochi expreso.
- ¿E…eso es cierto?
- Zumi… Yo, Nosotros. Todos quienes atendimos a Naruto. No dábamos crédito ante
su resistencia. Hicimos todo lo posible, en más de una ocasión él casi muere en medio
de las cirugías. Después, el simplemente… es como si…
- Nada, nada, Anko-san. Solo tuve la… como se diría. Bueno no importa. La cuestión
es que he acertado, ¿verdad?
- Así es.
Culmino la Hokage tranquilamente, pero antes de que alguien diga alguna cosa. Zumi
se abalanzo encima de Sasuke a una velocidad que muchos no pudieron seguir, más
el Uchiha simplemente no hizo nada al verse sostenido por el cuello, mientras las uñas
de ella se hacían peligrosamente largas.
- ¡Tú sabes algo verdad, de otra forma no estarías aquí! Dame una sola razón por la
que no termine contigo aquí mismo Sasuke -. Sus ojos se volvían gatunos.
- Claro -. Le contesto acortando la distancia de sus rostros. Zumi se sorprendió por esa
acción ya que al hacer aquello, él mismo poso fuerza para que sus largas uñas
lastimen la piel de su cuello por donde unas cuantas gotas de sangre emergieron.
- Sasu…
Antes de poder terminar de formular aquella palabra, él se inclino más y aprisiono sus
labios a los de ella. La habitación se convirtió en un cementerio olvidado. Zumi abrió
los ojos desmesuradamente, jamás, ni en sus más locos sueños hubiese imaginado lo
que estaba sucediendo. Sasuke la estaba besando, lo hizo de improviso. Alrededor de
unos 10 segundos tardo su cerebro en procesar aquello. Después de ese lapso, la
pared posterior de la oficina de la Godaime fue agrietada a causa del choque brusco
contra la espalda de Sasuke.
- ¡No te atrevas a hacerlo!... ¡Nunca! – Grito furiosa aun con el puño extendido.
Mientras, Sasuke con una sonrisa en el rostro y limpiándose un ligero hilo de sangre
que cayo por su labio respondió:
- Eres un…- Zumi rápidamente estaba dispuesta a golpearlo otra vez, pero en ese
instante la potente voz de la Godaime interrumpió ese extraño teatro que estaban
ofreciendo.
- ¿¡En dónde creen que están!? – Proclamo con furia que fue muy bien enfatizada
gracias al puño que astillo su escritorio. Los presentes quedaron en silencio. Todos
parecían haberse congelado, nadie sabía muy bien si estaban en un genjutsu, al tanto,
Zumi analizo los acontecimientos. Hasta ahora no se había dado cuenta que ese había
sido su primer beso. ¡Sasuke le había robado su primer beso! Se irguió para
lentamente caminar hasta la salida de la oficina. Escondió sus ojos bajo su cabello.
Una vez la puerta se cerró, Sasuke esbozo una sonrisa. Tal vez nadie se dio cuenta
pero él conocía a Zumi mejor que nadie. Sabía muy bien que la razón para que ella
saliera tan pacíficamente fue por el sonrojo que trato de esconder con su cabello.
Segundos después tras de ella salieron Hinata y Sakura.
- Uchiha Sasuke, más te vale borrar esa sonrisa de tu rostro y responder a la pregunta
de Anko.
- Eh… - regreso a ver a Tsunade quien estaba lo bastante seria como para objetar
algo. Suspiro. – Bueno, en ese caso les presento a Karin – poso su mano en el
hombro de la mujer pelirroja. – No hay mejor rastreadora en el mundo que ella. Ayer
en la noche sintió un enorme chacra maligno que súbitamente desapareció hasta
quedar reducido a casi nada y… uff que fastidio. ¿Karin, podrías explicarlo? – La mujer
respondió temerosa un ‘Si’, mientras se adelantó dos pasos.
- ¿Qué significa?
- No sabría decirlo.
- Está bien.- Suspiro para luego dirigirse a los demás shinobi presentes. – Escuchen,
sé que tienen muchas preguntas pero lo mejor que pueden hacer es descansar. Y,
antes de que señalen algo respecto a Uchiha Sasuke. El consejo ya ha dado su
aprobación para su reintegración a Konoha. Según los parámetros estudiados, Sasuke
fue perdonado de desertar por haber acabado con Orochimaru y los Akatsuki,
incluyendo a su hermano. Por el momento dos escuadrones ambu estarán
vigilándolos. No tengo nada más que decir, pueden retirarse.
La Godaime no dio lugar a alguna objeción por lo cual nadie pudo rechistar de tan
absurda decisión. Sin más, todos salieron lentamente dejando la oficina de la Hokage
con el equipo de Sasuke dentro.
Tsunade se dejó caer sobre su escritorio. Demasiados problemas para un solo día.
Demonios, Naruto en coma y Sasuke con algo en mente que no sabría decir que es.
Ese Uchiha sabía algo más, podía jurarlo por cualquier dios que sabía mucho más de
lo que había dicho. Y, si a eso se le suma que Konoha está en constante peligro por
tener a los dos últimos biju del mundo shinobi. Enserio, esta vez con justa razón
necesitaba un trago y nadie le recriminaría por ello.
En tanto, el equipo de Sasuke caminaba por la aldea. Todos, de una u otra forma, los
evitaban. Dieron la vuelta en la esquina para ir hacia la antigua casa del Uchiha. Su
sorpresa fue grande al observar a una parte de los shinobi de Konoha esperándoles.
Taka se tensó aunque no lo demostraron. Pero, no era para menos, a cada lado, como
si de un corredor se tratase, varios shinobi estaban con los brazos cruzados. Cada uno
de ellos tenía una mirada asesina hacia Sasuke. Sin embrago, el Uchiha no mostro
ninguna expresión y siguió su camino, pero no podía ignorar el instinto asesino que
tenían hacia él por lo cual tenía su mano lista en la empuñadura de su espada.
- Hmp.
Siguieron con cautela. Era increíble la cantidad de shinobis. Algunos estaban en los
techos con máscaras de ambu, otros, notablemente enfadados recostados contra las
paredes. Todos seguramente tenían el nivel de un Junnin. Karin estaba aterrorizada ya
que, sin excepción, todo chackra que sentía era agresivo. Se acercó más a Sasuke
intentando sentirse más protegida.
Faltaba muy poco para entrar al complejo Uchiha. Es más, ya podía observar el arco
en forma de entrada en donde el símbolo del clan se erguía orgulloso. Pero, en ese
preciso momento un hombre de piel pálida y sonrisa mentirosa se interpuso en el
camino. Se paró en medio, tenía los ojos cerrados y esa escalofriante sonrisa curvaba
su rostro. La mano derecha de aquel tipo la tenía en la empuñadura del arma que
cargaba en la espalda, eso era clara muestra de advertencia o precaución. Sasuke
siguió caminando, pero el extraño sujeto abrió sus ojos demostrando unos ojos
asesinos con clara intensión. Aunque no hubiesen dicho palabra alguna, Sasuke
entendió la muda conversación. El Uchiha se paró puesto que si avanzaba, el sujeto
sacaría su espada corta y los atacaría. En cierta forma también servía para preparar
sus ojos, bajo la mirada para luego alzarla demostrando ya su sharingan, mientras,
todos los ninjas presentes se pusieron en guardia, manifestando así que sabían muy
bien a quien se enfrentaban. En otros casos Sasuke hubiese bufado, pero ahora
mismo si todos esos sujetos sabían cómo peleaban, vaya que, como dijo Seigetsu, era
una situación jodida.
- Mmm... ¿Estaría bien si me das tiempo para pensar en una mentira, Kaori-chan? –
Sonrió para luego cerrar los ojos.
- ¡Sai!
- Oye, no es mi culpa. Todos en ‘Ne’ querían saludar al Uchiha que fue el causante de
que Naruto-sama haya desaparecido.
- Sabes perfectamente bien lo fuerte que es este sujeto. Morirían más de la mitad
antes de ponerle un dedo encima. – Alzo la voz, pero nadie se movió de su sitio.
- Lo saben pero…
- Hmp. Sigamos.
- No molestes Karin.
Taka siguió su camino. Rápidamente llegaron hasta donde estaban aquella mujer y
ese extraño sujeto. Ninguno de los dos se movió. Sasuke paso por en medio de ellos
sin desviar su camino. Su equipo por el contrario, no querían más problemas. Taka se
alejó unos cuantos pasos cuando, sin regresar a ver, Kaori hablo.
- Por el momento no podemos hacer nada, pero, si te atreves siquiera a estar a más
de 20 metros de Naruto-sama… no seré tan indulgente. ¿Entendiste Uchiha?
- Hmp. Ese olor a durazno de tu cabello es igual al de Zumi. Veo que no es lo único en
que se parecen. – Pronuncio con una sonrisa mientras ingresaba al complejo Uchiha
y, gracias a esta pequeña bienvenida, también ponía la antigua barrera con unas
cuantas gotas de su sangre.
- No importa Seigetsu. Nuestra única misión a como dé lugar es evitar que Naruto y
Antares se reúnan. Inclusive si tengo que matarlo.
- Ni idea. Pero tendremos que poner al menos dos guardias más a Naruto-sama. – Sin
decir más también desaparecieron.
OoOoOo
Recito con devoción apenas audible la primera estrofa de aquel poema. Desde que él
se fue se había sentido así. Anudada al vaivén sórdido del desencanto. Sus recuerdos
se burlaban de ella. La hacían llorar y sufrir y llorar otra vez y nuevamente sufrir, era
una especie de elipsis que se repetía, más cuando intentaba salir, estos se burlaban
con más crueldad haciéndose más claros hasta el punto de poder escuchar como él le
rogaba porque solo una vez, solo por esa vez le ayudase, y ella, como una maldita
traidora que se despoja del corazón, solo le daba la espalda y se iba. Con fuerza
estrujo una lagrima escapista que había burlado su cerco interno, no la dejo seguir
más allá de la mitad de su mejilla. No obstante, aquella ágata salada, le había
quemado el rostro tal cual sulfuro. Levanto su mano para delinear en el cristal, con su
dedo, al durmiente que estaba más allá de su alcance. Dibujo con el anular el perfil del
rostro, a su manera era una caricia. Pero, eso era lo único, supo en el mismo instante
cuando hablo aquellas pequeñas frases en el lago, que él la sacaría de su vida. Sabía
que tenía razón. Comprendía que lo merecía. Aun así, no lo aceptaba. Era una horrible
mujer sin duda, pero, quería serlo. Quería estar a su lado inclusive si él no lo deseaba.
Esta vez, ella sería la que lo protegería, la que sacrificaría su felicidad. Ella haría que
él la odiase, porque, solo así aseguraría que aun podía tener un espacio en su vida,
aunque ello significase que jamás la miraría de la misma forma. En cualquier caso, ese
último pensamiento seria el castigo más doloroso y justo que recibiría, al menos hasta
el momento, así lo pensó.
Se quedó así unos incesantes minutos. Los médicos y enfermeras que pasaban por el
pasadizo se detenían a verla con cierta admiración. No porque era una de las más
celebres Kunochi de la aldea, sino más bien, por lo que sus ojos expresaban. Y
siguieron los minutos hasta convertirse en una hora, después dos, le siguió el tres.
Naruto, dentro, seguía igual. Zumi, afuera, seguía igual. Entonces, ¿Nada había
cambiado? Por supuesto; aunque cruel, esa era una realidad.
Vigilando a Zumi desde el final del pasadizo, recostada contra la pared en un punto
ciego, Anko se mantenía ahí.
- Lo siento Zumi, pero…., no dejare que le hagas más daño. – Susurro para sí mismo
segundos antes de enderezarse y, por esta noche, dejar las cosas como estaban.
Continuara...
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