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La presencia de la tan esperada y, a veces, soñada camada; la alegría que despiertan los
cachorros recién nacidos; los devaneos que nos causa el ver si están todos sanitos y bien
formados puede, sobre todo si no somos muy duchos en el tema, hacernos descuidar a la
que realmente puso el cuerpo, para que todo llegara a su destino feliz, no es que nos
olvidemos de ella, pero es como si pasara a un segundo plano. Y esto puede ser riesgoso
porque a veces parece que “todo salió bien“ y sin embargo, “algo anda mal”.
En primer lugar, hay que tener presente que, durante el puerperio se producen cambios
hormonales en su organismo.
Durante el post-parto es normal que la perra, sobre todo durante la primer semana, tenga
pérdidas vulvares sanguinolentas, a veces se presentan en forma de coagulos, y van con
el correr de los días disminuyendo. Pueden durar unos 15 días.
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La perra suele mostrarse un poco reacia a salir de la paridera durante la primera semana
de haber tenido a sus cachorros. Sale para hacer sus necesidades y regresa para
atenderlos.
Si las pérdidas de que hablábamos antes, se prolongan por más de 20 días, conviene
tomar unas muestras para enviar al laboratorio y ver si hay alguna bacteria que
provoque el problema. Además, con las dificultades post-parto puede suceder dos cosas:
o que la perra esté muy decaída, no atienda a los cachorros, se muestre indiferente, o por
lo contrario, se la vea muy nerviosa, alterada, sale de la paridera, da distintas señales de
nerviosismo, puede ocurrir que, todavía tenga algún cachorro adentro. Que el parto
realmente, no haya terminado y le está molestando. A veces ocurre también, aunque no
de muestras de tanto nerviosismo, que haya placentas retenidas.
En un caso u otro, ya sea que exista un cachorro muerto o restos placentarios, se instala
un proceso infecccioso. También la infeccción puede adquirirse porque, en el momento
del parto, se abre el cuello del útero, que normalmente se mantiene cerrado y aislado del
medio externo y en el momento del alumbramiento se introduzcan cuerpos que
provoquen infección. En estos casos, la perra se mostrará decaída, inapetente y
afiebrada.
Hay distintos tipos de perras. Algúnas pueden mostrarse un poco reacias a comer, pero
otras, hasta durante el parto quieren hacerlo. En un primer momento, se le puede ofrecer
leche o algún alimento que les guste, hasta que vuelvan a la normalidad. Pero, por lo
general, luego del parto, tienen el apetito aumentado y es en este momento, durante la
lactación, no así en la gestación, cuando hay que darle, repartida en el día, toda la
comida que quiera. No dosificar. Es lo que llamamos una alimentación ad-libitum.
Esto es lo que se conoce como eclamsia. Como síntomas: la perra se pone neviosa,
empieza a jadear, tiene temblores musculares en el cuerpo, le sube mucho la
temperatura y si no es atendida comienza lo que se denomina ataxia, quiere caminar y
camina tipo borracha o se cae a medida que avanzan los síntomas. Esto se produce
porque los cachorros al mamar extraen gran cantidad de leche de la perra y ésta para
reponer el calcio lo saca del que esta circulando por su sangre. Es muy peligroso y si no
se la atiende puede morir. Si uno esta atento y descubre algunos de estos síntomas lo
primero que hay que hacer es separarla de los cachorros para evitar que mamen,
suplementar a los perritos con una alimentación artificial y llamar inmediatamente al
veterinario para que en forma inyectable le reestablezca el calcio en la sangre.
La eclamsia puede producirse tanto en el post-parto como a los 15 días de nacidos los
cachorros, que es cuando más leche demandan.
Generalmente se presenta en perras de raza chica, pero tambien suele verse en perras
grandes. Los requerimientos en el primer caso son mayores