Está en la página 1de 14

RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

1
Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

2
Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

3
¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

4
Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

5
Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

6
Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).
7
¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

8
-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

9
¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”
10
Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

11
¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

12
Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

13
Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla. RETOCANDO LA ESCENA

Ayer estaba escuchando un curso sobre Biblia. La charla se centraba en la figura de Abraham, en concreto, en las promesas que
Dios le hace. Y, como nuestro padre en la fe le pide una prueba de que todo eso va a ser verdad, Dios le dice la famosa frase:
“Cuenta las estrellas si puedes...”

Te suena, ¿verdad?

Bueno, pues el sacerdote daba por sentado que todos conocíamos este pasaje, así que nos invitó a “imaginarlo, con toda la viveza
que seáis capaces”.

¡Buena soy yo para eso! ¡Es que casi me pongo a contar estrellas con Abraham! (en ese momento, aún Abrán). En medio de la
noche, escuchando el chisporroteo de la hoguera que había cerca de la tienda, sintiendo en las mejillas la caricia de la brisa, la
oscuridad serena y el cielo plagado de estrellas...

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Bien, pues en ese punto en que ya me había metido de lleno en la escena, el sacerdote dijo:

-Bueno, pues ahora continuad leyendo el capítulo.

Pues nada, vamos a ello... Génesis 15... cuenta las estrellas... Abrán se lo cree... van a sellar el pacto con un sacrificio... Abrán trae
los animales... Y justo entonces llega la frase clave:

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán” (Gn 15, 12).

¿¿Cómo que iba a ponerse el sol?? ¿¿Pero no era noche cerrada??

Tuve que “rebobinar” mi película. ¿Sabes qué significa eso? Que, cuando Dios invita a Abrán a salir de la tienda a contar las
estrellas... ¡¡ni siquiera había atardecido!! Es decir... Abrán no vio ni una sola estrella.

Realmente, no “podía” contarlas... pero esa era la garantía que le estaba ofreciendo Dios: aunque no viese las estrellas, Abrán
sabía que estaban ahí. Aunque ahora las promesas le parecieran imposibles... Dios estaba ahí. Y creyó.

¡Cómo me impresionó esta reflexión! Porque Cristo nos invita a repetir este salto de confianza de Abrán: podemos no ver nada,
pero sabemos que las estrellas están. Sabemos que Cristo no falla.

14

También podría gustarte