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Universidad de Costa Rica

Escuela de Filosofía

Seminario: Pensamiento Caribeño Contemporáneo

Jessick Smith Corao B56904

Bitácora:

Introducción:

Durante el desarrollo de mi carrera universitaria he tenido un aproximamiento


mínimo a las áreas de pensamiento caribeño, eso motivó mi interés a matricular el
curso teniendo altas expectativas y un bagaje de conocimiento del tema muy
pequeño. Lo sabido del tema antes de llevar el curso se debía estrictamente a
referencias literarias como la obra El reino de este mundo de Alejo Carpentier, pero
en cuestiones más académicas no sabía de primera entrada cómo abordar los
temas del pensamiento caribeño. Fijándome en mis intereses personales y
académicos opté por prestar atención al papel de lo religioso y sus distintas
manifestaciones en el pensamiento caribeño. No buscando a lo religioso por lo
religioso mismo, si no atendiendo a cómo ha participado la religión en estos
discursos y los contextos que los envuelven. Es destacable como muchas veces lo
religioso tiene participaciones importantes en los asuntos políticos y filosóficos, de
ahí el interés por observar este fenómeno y su participación en los contenidos del
curso.

• El Caribe: Frontera imperial (18 de agosto, segunda clase)

Teniendo en cuenta lo dicho en la introducción, la clase primera y la clase


segunda fueron gratas debido a que aclaraban bastante el panorama de los temas
a tratar y de las regiones, autores y poblaciones que serán protagonistas durante el
desarrollo del curso. Identificado con que afirma Bosch (2009, p. 61), mi visión del
Caribe tenía como referente principal las características de su paisaje: la variedad
de sus climas, la belleza de sus playas y la excelente capacidad de la zona y sus
tierras para la producción de cacao, tabaco, maderas y demás. Sin embargo, la
visión no se reducía a eso, también existía (y existe a nivel social) una serie de
prejuicios sobre la zona y sus pobladores. De entre los muchos prejuicios posibles
relucía el de la criminalización del territorio, siendo más concretos: la típica idea de
que en la región caribeña del territorio nacional sobreabunda el crimen, el
narcotráfico, la pobreza y la prostitución. A partir de ahí surgen diversos
cuestionamientos sobre el tema: ¿a qué se debe dicha visión? ¿es diferente la Gran
Área Metropolitana en relación con las características señaladas? ¿De dónde surge
ese estado de marginalidad social? Asociando esto al tema principal que sigue esta
bitácora no puede faltar un prejuicio religioso: en Limón solo hay protestantes.

Muchos de estos prejuicios tienen su raíz en problemas de longa data. La


violencia que sufren dichos territorios no es nada nuevo y son temas políticos donde
se dejan ver muchas actitudes colonialistas que muchas personas pueden pasar
por alto.

Bosch aclara muy bien la causa central del Caribe y sus padecimientos:

La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios


contra los pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es
también la historia de la lucha de los imperios, unos contra otros, para
arrebatarse porciones de lo que cada uno de ellos había conquistado;
y es por último la historia de los pueblos del Caribe para libertarse de
sus amos imperiales (2009, p. 62).

Ahora el panorama está más claro, la historia del Caribe y de sus conflictos
políticos está marcada por violencia, explotación y dominación. Ahora falta aclarar
cómo se hacen presentes las cuestiones religiosas en el tema. De entrada, se
podría pensar en la participación religiosa en la conquista del llamado nuevo mundo,
otorgada a los católicos durante los primeros tiempos de la conquista la tarea de la
conquista y dominio de las almas, la evangelización de los pobladores de aquellas
zonas desconocidas. También se puede tomar en cuenta el contexto español
durante las épocas de la conquista, que fueron momentos precedidos por una ardua
contienda política-religiosa, a saber, la lucha de los españoles católicos contra los
árabes que implicó cierto retraso para el ascenso de la burguesía como clase social
dominante (Bosch, 2009, p. 74).

La configuración de lo religioso en estos inicios de la conquista y del


colonialismo de las indias occidentales se plasma en el papel de las ordenes
religiosas evangelizadoras y en las distintas disputas ideológicas y teológicas sobre
qué hacer y cómo tratar a los indios. Fueron debates que se inscribieron dentro de
los primeros momentos de opresión hacia la población tanto del Caribe como del
resto del continente americano, donde estaban en juego diversidad de cuestiones
como lo son los temas religiosos, económicos y políticos. Bosch es preciso y
detallado cuando se trata de identificar porqué España, pese a ser quien descubrió
el nuevo continente, no pudo colonizarlo por completo y gran parte de la causa de
eso es lo anteriormente mencionado, a saber, el lento avance de las sociedades
españolas en relación con los imperios vecinos debido a contiendas religiosas y
políticas.

Lo religioso, entonces, se hace presente desde los problemas políticos


españoles allá en sus territorios metropolitanos, así como también en sus colonias
debido a las distintas discusiones que se dan entre los religiosos sobre cómo tratar
a los pobladores de las zonas conquistadas. Demostrando cómo desde el inicio de
las opresiones en el Caribe ha habido participación de lo religioso, sea como motor
de opresión o sea como atenuador de la misma.

• El estudio de la historiografía de las Antillas inglesas hasta finales del siglo


XIX (25 de agosto, tercera clase):

Cuando se trata de hacer historia, de recopilar información, procesarla y luego


exponerla, Elsa Goveia pronuncia uno de los factores más determinantes para dicha
tarea: “la verdad es que las presuposiciones básicas del historiador suelen ser
propias de su vida y de su obra, y la mayoría de los hombres se hacen la ilusión, al
menos, de que son imparciales” (2017, pp. 61-62). Queda claro que en muchos
casos la imparcialidad es más una pretensión que un logro, que hay sesgos que
pueden intervenir, con o sin intención, en el trabajo de los historiadores. Estos
pueden ser de distinta índole: culturares como la religión, políticos como la ideología
y muchos otros más como lo pueden ser la ubicación geográfica o la percepción de
mundo que se posee.

La creencia que sostiene que el quehacer científico (en este caso, el histórico)
está libre de prejuicios y sesgos ideológicos refleja una incomprensión de la
operación de los contextos e ideas y la influencia que estos factores ejercen en los
distintos modus operandi de la humanidad. Aun cuando se considere que la
imparcialidad y el distanciamiento son una virtud, muchas veces esto no es más que
una pretensión. ¿Cómo llegar a ser completamente imparcial y qué tanta distancia
hay que tomar del objeto de estudio? Ambas son preguntas que podrían suscitar
discusión y argumentación en torno al sujeto historiador, enfocando en este como
sujeto social, que también participa de la historia y su desarrollo, que también tiene
sus ideas.

El ensayo de Goveia hace notar esto anteriormente dicho de manera clara. Es


harto distinta la historia que puede hacer el oprimido a la historia que puede hacer
el opresor. Mientras que para el primero la historia sería la narración y genealogía
de su sufrimiento, para el segundo la historia vendría a ser la narración de los
sucesos acontecidos por una causa justa o una causa civilizadora, para usar una
expresión más cercana al contexto que se trabaja.

En muchos casos, la anulación o la omisión de sucesos puede darse por


distintas causas. Esto se puede dar porque los sesgos ejercen tanta influencia en el
agente historiador que para este es imposible poder verlos. En otros casos, cuando
la omisión e interpretación es arreglada con fines ideológicos, para sostener y
validar alguna postura, se reconoce que la parcialidad es intencionada. Lo que se
intenta, en vez de recapitular los acontecimientos lo más preciso posible, es la
vindicación de una visión de mundo, de ideas políticas muchas veces dominadoras,
supremacistas y excluyentes.

Por esto mismo, nublar u omitir algunos ejercicios de violencia en la historia es


un acto realizado con el propósito de defender ideas que generan desigualdad, así
como también maquillar la situación de manera tal que se presente a esta como un
suceso que no tuvo consecuencias radicales. Omitir las rebeliones negras, como en
este caso se trata, obedece a un operar sesgado e inclinado a posturas ideológicas
que buscan, por encima de muchas otras cosas, sostener el statu quo en el que se
validaba la opresión y esclavitud como si estas prácticas fueran un beneficio para la
humanidad.

Un ejemplo claro de las dificultades que se encuentran a la hora de hacer


historia es lo sucedido con Bartolomé de las Casas puesto que muchos han dudado
sobre la veracidad de su obra. Ahora bien, ¿quién es imparcial? ¿los relatos de las
Casas o quienes sostienen que su obra es una difamación? ¿Cuáles sesgos
predominan en ambos bandos? Aunque La Española y las Antillas inglesas sean
regiones distintas, forman parte de un mismo sector oprimido por el colonialismo,
sector en que el debate político se vio influenciado por ideas religiosas sobre cómo
debieron ser tratadas las personas oriundas de la zona. No hay que olvidar que en
muchos discursos modernos se empleó a la religión para identificar a la civilización,
en donde, además de tener que cumplir con ciertas normas y estructuras políticas,
también las religiones de Abraham (judaísmo, cristianismo e islam) eran paradigmas
para delimitar lo civilizado.

• De Toussaint L’ouverture a Fidel Castro (1 de setiembre, cuarta clase):

C. R. L. James sostiene que hay dos factores que gobiernan la historia del
Caribe: la plantación azucarera y la esclavitud negra (2017, p. 36). Ambos temas
están estrictamente relacionados, así lo pone en evidencia Eric Williams (2017) en
su texto Capitalismo y esclavitud. La esclavitud fue fundamental para el crecimiento
y desarrollo de las industrias que enriquecieron a muchos países europeos,
incluyendo a los ingleses. Cabe preguntarse, ¿hay una relación entre religión y
esclavitud? Y después viene otra interrogante: ¿está relación se hace vigente en
todos los tipos de esclavitud, incluyendo las presenciadas en el Caribe?
Desde la antigüedad se han propuesto justificaciones de la esclavitud a partir
de ideas religiosas, un claro ejemplo es Agustín de Hipona, quien en su texto Ciudad
de Dios sostiene que la esclavitud es una de las tantas consecuencias del pecado
en el mundo (Civ Dei, XIX, 15), consecuencia de la cual solo se puede escapar en
la vida celestial, en la ciudad de Dios. Por la recepción que tuvo el pensamiento de
Agustín de Hipona en el medioevo, es plausible considerar que esta forma de
pensar fue aceptada y continuada por las sociedades cristianas. ¿Fue así también
en la modernidad? Si bien es cierto que los primeros colonizadores vinieron de un
país predominantemente católico (religión de la cual formó parte Agustín de
Hipona), hay que identificar si en otras en zonas, como las protestantes, la religión
servía de fundamento para un acto como la esclavitud, que tiene relevancia política
y económica.

Enrique Dussel sostiene que también en la modernidad se dan discursos que


buscan justificar la violencia (1997, p. 7) y es sabido que uno de los actos de
violencia más propagados y practicados durante la modernidad fue la esclavitud,
propulsora de gran crecimiento económico a costa de grandes daños para los
esclavos. Desde la concepción que se da de desarrollo de la historia, siguiendo lo
que apunta Hegel, África y América Latina quedaron excluidos de dicho proceso
social, donde Asía es el inicio de la historia universal, mientras que Europa es el fin
(Dussel, 1997, p. 15). Esto va a tener sus repercusiones cuando se trate de explicar
las concepciones que se tienen sobre las personas pobladoras de dichos
continentes, por ejemplo, se pensará que el negro es una persona cuya conciencia
no ha llegado a intuición de ninguna objetividad (Dusell, 1997, p. 17). Ahora la
legitimación de su dominación irá guiada por el discurso filosófico de la modernidad.

La colonización, junto con la explotación y la trata de personas va a encontrar


en la modernidad su justificación política, filosófica y económica. Fruto del
pensamiento de los europeos de aquella época es la legitimación de relaciones
inhumanas como la esclavitud y el colonialismo, que se van a expandir, no solo en
África, sino también en América y el Caribe. Su principal fin es el enriquecimiento
económico, así las dos fuerzas dominadoras de la historia del Caribe tienen su base
filosófica en el pensamiento de la modernidad europea, que fue precedido por
razonamientos religiosos.

• Discurso sobre el colonialismo (8 de setiembre, quinta clase):

Cuando Aimé Cesairé aclara la cuestión sobre qué es la colonización, pone por
aparte las causas con las que esta se ha justificado a sí misma, exponiendo así que
dichos motivos no son más que coartadas (2005, p. 158). La colonización no es
ninguna práctica que se haga por perseguir algún bien como el de expandir el
conocimiento, atender a la salud de quienes lo necesiten, no es filantropía y
tampoco es evangelización ni en donde Dios realiza sus complacencias. Todos
estos discursos son reconocidos por Cesaré como ajenos al verdadero motor de la
colonización, que es el crecimiento económico.

Las diversas justificaciones que se den para la colonización y sus


consecuencias, como lo es la esclavitud, son ahora consideradas como una cortina
para tapar las causas que realmente movieron dicho acontecimiento. Ni la religión
ni la filosofía pueden construir justificaciones para el sometimiento de los otros.
Cesarié expone al colonialismo como un acto perjudicial para la humanidad por el
cual acontecieron asesinatos y saqueos impulsados por la codicia de los
colonizadores.

Cesairé es categórico al hablar sobre la participación de la religión en la


colonización:

Los apologistas de la esclavitud han venido más tarde; y la gran


responsable en este campo es la pedantería cristiana, por haber
planteado ecuaciones como cristianismo = civilización; paganismo =
salvajismo, de las que solo podían inferirse abominables
consecuencias colonialistas y racistas, cuyas víctimas tenían que ser
los indios, los amarillos, los negros. (2005, p. 158).

Igual a como Dussel criticó a la modernidad, también lo hace Cesairé


sosteniendo que entre civilización y colonización son categorías lejanas debido a
que en la colonización no se puede dar forma a ningún valor de la humanidad (2005,
p. 159). Contrario a lo que creían los europeos, con la colonización también se
hacen un daño a sí mismos, pues dicha practica es considerada aquí como el punto
de contacto de muchos males de la humanidad: crueldad, codicia, ansias de
dominación, violencia, mentira y demás, antes que avanzar la civilización, vuelven
los colonizadores a la barbarie.

Las críticas a la religión cristiana son duras, toda virtud que se pueda esperar
de dicha fe se ve desvanecida ante las atrocidades de la colonización y la esclavitud.
La religión se entiende aquí como un instrumento más de los muchos que se
emplearon para subyugar a los colonizados, un pretexto para el dominio y la
expansión del poder político. Por otra parte, también es importante señalar la
mención que se hace al reverendo Barde, quien sostuvo que, de no ser por la
colonización, los bienes de este mundo no estarían repartidos según los designios
divinos (Cesairé, 2005, p. 162). La exposición de muchos otros discursos en favor
de la colonización, como lo fueron los de Renan y Sarraut, queda muy clara la
importancia de la conciencia europea para la pretendida justificación de la
colonización, conciencia que estaría incompleta sin el funcionamiento de los
aparatos religiosos y sus influencias en el pensamiento político y social.

En el mal de la colonización es donde se ve reflejado la tolerancia de los


europeos hacia sufrimientos que ellos no padecieron, sino que causaron. Será
cuando los mismos europeos sufran los males, que han causado durante largo
tiempo, que alzarán sus denuncian contra las masacres y las explotaciones. El caso
de Hitler es ejemplar para esto. Se repudió al nazismo porque el nazismo también
atacó a los propios europeos. Los discursos supremacistas fueron repudiados
porque en él también se consideraron inferiores a europeos.

• La isla que se repite (22 y 29 de setiembre, clases 7 y 8):

La gran variedad cultural y social que se puede encontrar en el Caribe genera


dificultades para quienes se aproximan a él, sobre todo cuando se trata de
situaciones en donde se es espectador, situaciones donde el Caribe ha sido
percibido como un territorio más, como un sector cargado de prejuicios y
aislamientos. La diversidad de lenguas que rige en la zona, así también la historia
de esta que está marcada por migraciones y ocupaciones territoriales para la
producción, hacen del Caribe un punto de reunión para distintas manifestaciones de
las prácticas humanas del trabajo, la comunicación y la expresión de identidad
cultural.

Pese a esto, se recurre a identificar a un sector tan basto y complejo como un


conjunto homogéneo, como si la categoría de Caribe fuese suficiente para dar
abasto y justicia a todo lo que allí se ha contenido. ¿Qué es lo que repite en el
Caribe? Fijando en los prejuicios que hay en dicha zona muchos pensarían que en
su recurrencia se muestra la belleza de su paisaje o efectividad para ciertos cultivos,
tal como se indicó con el texto de Bosch; pero habiendo observado ya algunos
detalles importantes de la historia del Caribe, se hace más visible un factor que se
repite a lo largo de los territorios que lo componen: la violencia.

Este espacio del Caos, donde convergen multiplicidad de factores, poblaciones,


signos y ciencias, parece inverosímil que las islas se repitan, que entre tanta
variación haya algo recurrente. La violencia y sus diversas manifestaciones es lo
recurrente. Benítez Rojo expone que el Atlántico es lo que es hoy debido a lo que
él llama como el parto doloroso del Caribe, siempre relacionado con esclavismo,
encomienda de indios, discriminación del criollo, tensión comercial entre monopolios
y piratería; estos actos mencionados son “los ganchos para ayudar al parto del
Atlántico” (Benítez-Rojo, 1998, p. 19). Como ya se ha identificado antes, el papel
que tuvo la religión fue vital para la legitimación y desarrollo de las prácticas
esclavistas y coloniales. Si para el parto del Caribe las prácticas deshumanizantes
fueron las pinzas de ayuda, de entre los profesionales de la medica de dicho parto
se han de encontrar la religión y la racionalidad filosófica.

Cuando Benítez Rojo habla sobre la máquina del Caribe, él le confiere


cualidades importantes, de la cual vamos a resaltar la siguiente: la cualidad de
máquina religiosa (1998, p. 22). La máquina caribeña implementada para el
mercado europeo fue integral, acopló distintas facultades sociales que diesen
campo a su funcionamiento: la burocracia, la legalidad, el comercio, la extracción
de riqueza y la religión. Esta implementación no se debe a que estos factores no
hayan existido antes el continente, sino que se imponen los europeos por sobre los
nativos como un acto de dominación. La economía europea llegó para someter la
nativa y dominarla, para enriquecerse a partir de esta, así también lo hizo la religión,
llegó para erradicar las distintas creencias del nuevo mundo.

Muchas máquinas se implantaron en el Caribe, y aun cuando la máquina


religiosa se arraigó, hubo un fruto del cual la carencia se hizo notar: el pensamiento
escatológico. La noción del fin, del juicio venidero y ya próximo, la sentencia de las
naciones y más ideas pueden relacionarse a lo relacionado con el apocalipsis
judeocristiano, sin embargo, Benítez Rojo afirma que en el Caribe no hay tiempo
para pensar el apocalipsis.

Como propone Benítez Rojo:

La noción de apocalipsis no ocupa un espacio importante en su


cultura. Las opciones de crimen y castigo, todo o nada, patria o
muerte, de favor o en contra, de querer es poder, de honor o sangre,
tienen poco que ver con la cultura del Caribe. (1998, p. 25).

El ideal del martirio y de la vida plena después de la muerte son nociones que
tuvieron una expansión masiva debido al esfuerzo europeo por propagar su cultura
y su religión. Sin embargo, para el esclavo, para el dominado y explotado lo que
importa es su vida presente, su condición actual, no una promesa sobre una vida
grata que es traída por los mismos que causan sus sufrimientos. Pese a que dicho
pensamiento religioso tuvo sus orígenes en el continente oriental, es innegable que
Europa va a ser el principal conquistador tanto en materia política como en materia
religiosa. Queriendo imponer con su dominio tanto sus modos de vida como sus
modos de creer. Pero en el Caribe no se anhela la muerte porque la muerte fue y
es su cotidianidad, el apocalipsis no significaría nada nuevo, nada importante, nada
que temer, porque lo han vivido a través de su historia.
La historia del Caribe no encontró nada nuevo frente a la crisis de los misiles,
pues la amenaza de perder la vida es algo recurrente en dicha historia, es algo que
se repite. La religión no presenta aquí el auxilio moral que pueda significar para
muchos otros, incluso tal vez mucho menos si es la religión que trajeron los
conquistadores. Sin embargo, la pretendida imposición religiosa no opacó y eliminó
por completo a las creencias de propias de los sometidos. Benítez Rojo expone lo
siguiente: “Ave María, decían en voz alta los negros esclavos de las minas de cobre
de Santiago del Padro, y a continuación, en un susurro, sin que ningún blanco los
escuchara, dirían Ochún Yeyé” (1998, p. 30). Alejo Carpentier, en su novela El reino
de este mundo también recrea una situación similar. En la preparación de las
revueltas en Haití se empieza figurar una visión mítica del personaje Mackandal,
aquél que puede transformarse a gusto (1983, p. 33). Más recreaciones ofrece la
obra en relación con la religiosidad de los caribeños. Las comparaciones y
exámenes que ofrece Benítez Rojo entre las creencias del caribe y las mitologías
griegas y cristianas da las señales para identificar cómo la religión figura un papel
importante para establecer las identidades que se relacionan en el Caribe: por un
lado, los oprimidos y por otro los opresores, y en cada cuales opera la imaginación
religiosa.

• Piel negra, mascaras blancas (6 y 13 de octubre, clases 9 y 10):

Las reflexiones ofrecidas por Fanon en este segmento son centradas en el tema
del lenguaje y en las relaciones de movimiento entre blancos y negros. Fanon
expone como los usos del lenguaje, así también como sus apropiaciones, forman
parte de identificación del otro, de una división entre blancos y negros. Es aquí el
lenguaje una herramienta de división, de brecha de clases. Además, también se
muestra como por medio de la apropiación de la lengua se pretende alcanzar la
aceptación de los blancos europeos, pues es la apertura hacia la cultura blanca.
Fanon exhibe esto con claridad:

Tenemos pues, aquí, a un desembarcado. Ya no comprende el


dialecto, habla de la ópera, que quizá solo haya atisbado a lo lejos,
pero, sobre todo, adopta una actitud crítica frente a sus compatriotas.
Ante el más mínimo acontecimiento, se comporta como un excéntrico.
Él es el que sabe. Se revela en su lenguaje. (2007, p. 53).

La piel es negra, pero se demuestra como de cultura blanca, esa es su máscara.


Dicha alienación supone el abandono de la cultura anterior que había sido vivida,
ahora la máscara de la cultura y el lenguaje disfrazan de blanco. Se ve uno de los
frutos de la historia de la opresión hacia los negros: los que reniegan de sus raíces,
quienes optan por enmascararse de blanco.

También está la recepción de la religión como parte de la máscara, aun cuando


la misma religión haya sido motor de división en muchos casos, así como el caso
que expone Fanon en donde se busca llevar esa distinción hasta la morada celestial,
esperanza de los cristianos, hubo quienes proponían que también en el cielo se iban
a separar a blancos de negros y amarillos, cuya tonalidad de piel se debía a causa
de su pecado (Fanon, 2007, p. 57). Las influencias religiosas en la cultura siguen
presentes aun cuando ya haya pasado mucho tiempo desde el medioevo y la
modernidad.

Una ejemplificación literaria de esto la ofrece Alejo Carpentier, cuando en su


libro ya mencionado, El reino de este mundo, el personaje de Henri Christophe
“comprendía que los verdaderos traidores a su causa, aquella noche, eran San
Pedro con su llave, los capuchinos de San Francisco y el negro San Benito, […] y
los Evangelistas, cuyos libros había hecho besar en cada juramento” (1998, p. 114).
Christophe recreado por Carpentier es un claro ejemplo de una máscara blanca
cubriendo una piel negra. Hombre negro que había sufrido de opresión, que luego
pasó a ser opresor, incluso de los mismos suyos. Que adoptó el sistema político de
sus dominantes, con su religión y sus estructuras, haciendo incluso de la misma
religión la base de su poder y su legalidad.
• Los condenados de la tierra (20 y 27 de octubre, clases 11 y 12):

Habiendo observado ya las influencias de las máscaras blancas en las pieles


negras, que buscan opacar la identidad de los oprimidos y sus distintas
manifestaciones, es preciso ahora observar cómo el colonialismo ha determinado
esto, identificar cómo esta práctica opresora influye, además de en el moldeamiento
del presente del oprimido, también en su pasado y su futuro. Algo necesario para
herir una identidad, para hacerla endeble y opaca, es atacar su pasado, también lo
es atacar sus esperanzas, cuando no haya donde mirar además de la opresión que
se sufre, es imaginable una caída, pero también es esperable una reacción, una
revuelta.

Bien es cierto que “el colonialismo no se contenta con apretar al pueblo entre
sus redes, con vaciar el cerebro colonizado de toda forma y todo contenido. Por una
especie de perversión de la lógica, se orienta hacia el pasado del pueblo oprimido,
lo distorsiona, lo desfigura, lo aniquila” (Fanon, 2007, p. 168). Esa erradicación de
su pasado supone y requiere tener algo con que rellenar esos huecos, puede que
una carencia de identidad suponga una fácil dominación, pero la lógica colonial no
solo se satisface con dejar a los colonizados sin lo su identidad, sino que les impone
la suya. El colonialismo hace a los colonizados participar de una percepción de sí
mismo que no fue configurada por ellos propiamente, busca que los colonizados se
reconozcan como inmersos en la visión de mundo del colonizador, donde ellos son
inferiores, mero instrumento. Lo que buscan es que se los colonizados se sepan así
a partir de sí mismos.

Usando las palabras de Fanon, la enajenación cultural que buscaban los


colonizadores era mostrada o pretendida como una ayuda al proceso de civilización
(2007, p. 168). Tratando con esto generar en los colonizados una visión de sí
mismos donde ellos se entendieran como un estado paupérrimo de humanidad,
donde sus costumbres, sus creencias y sus modos de vida fueran desarraigados de
todo bien posible y donde vieran en las costumbres, las creencias y los modos de
vida de los colonizadores un auxilio para el mal que suponía el estado de barbarie.
Cuando se observó lo postulado por Aimé Cesairé dimos cuenta de lo
inconsecuente que es este discurso, que la llamada civilización era una coartada
con la que desembocaban los mismos males que se supone intentaban prevenir.

Se revela aquí una de las características esenciales de las tradiciones


judeocristianas, incluso antes de la occidentalización: la aversión a los otros cultos
religiosos. Sea Moisés desacreditando al faraón o sea Agustín de Hipona
polemizando contra el culto romano, la historia del cristianismo está marcada
indudablemente por el celo religioso, por la búsqueda de universalidad, que implica
no solo expandirse como religión, sino también anular las religiones paganas. La
praxis del colonizador siguió esta pauta, no les bastó con dominar su tierra, sino que
también requerían de dominar sus identidades, incluyendo con esto la identidad
religiosa.

Ante la amenaza de sus identidades, así como sus propias vidas se vieron
también amenazadas, los colonizados reaccionaron ante la opresión. Ejemplos hay
muchos. La obra de Bosch es una referencia a la que hay que recurrir cuando se
trata de identificar las muchas revueltas que sucedieron en el Caribe debido a las
ansias de libertad y el odio a la represión sufrida. Fanon utiliza a los árabes como
un ejemplo de resistencia, como uno de los muchos esfuerzos ejercidos para
rescatar un pasado que en su momento peligró desaparecer (2007, p. 170). Los
africanos y caribeños no se quedan atrás con esto.

Dicha tarea resulta harto compleja pese a todo. El pluralismo cultural que se da
en los territorios colonizados es basto, no puede centralizarse o concentrarlo para
hacer de lo mucho un todo sin que eso implique dejar de lado a muchos factores,
todos también importantes. Sin embargo, hay un factor unificador: la relación que
tienen los negros con los blancos (Fanon, 2007, p. 172). Aquello que los
colonizadores agrupaban en un solo conjunto son en realidad varias historias, varias
culturas, varias religiones e identidades. Rescatar la memoria de su pasado implica
también rescatar lo que los distingue, dejando de lado esa unificación forzada por
los colonizadores. Afirma Fanon que el escritor colonizado que escribe para su
pueblo utilizando al pasado, debe hacerlo con miras al futuro (2007, p. 187), para
así rescatar la esperanza que una vez fue arrebatada. También se puede agregar:
para rescatar la identidad que una vez fue nublada.

• Capitalismo y esclavitud (3 de noviembre, clase 13):

Pese a que ya se ha reconocido lo fundamental de los aspectos culturales en


los procesos de colonización y emancipación caribeños, no hay que olvidar que
estos iban ligados al motor primario de la colonización del Caribe: la economía
europea. Eric Williams describe con rigor las bases en las que se sostuvo la
economía de las colonias, también describe el desarrollo económico de los países
europeos que se enriquecían a costas de la esclavitud y las consecuencias que
sufrieron los esclavos con dicha práctica.

En el texto de Williams se muestra la importancia que tuvo para Europa la


colonización, a tal punto que “el tráfico de esclavos negros se convirtió en uno de
los negocios más importantes del siglo XVII” (Williams, 2017, p. 72). No importa aquí
ya la evangelización, la labor civilizatoria queda evidenciada como una excusa, lo
importante es la ganancia a toda costa. La colonización aquí responde a todo un
proyecto político y económico que requiere también de una inversión importante. El
traslado de los esclavos representaba una labor compleja en donde también se
daban pérdidas tanto económicas para los colonizadores, como pérdidas de valor
moral para los colonizados.

El incremento de la mortalidad de los esclavos sea en los barcos o sea en las


colonias, merece distinguida atención. “El desarrollo económico nunca se ha
logrado a un precio tan alto” (Williams, 2017, p. 80), este detalle pone en evidencia
la instrumentalización del esclavo, cuyo fin no era otro que el de ser herramienta,
no alcanzar su perfección moral o lograr convertirlo en ciudadano civilizado. La
esclavitud viene a representar las bases que permitieron el desarrollo del
capitalismo europeo, salvándolo de la crisis a costa de la vida, y todo lo que esta
implica, de los esclavos.
• 1492, una visión del mundo (17 de noviembre, clase 15):

Ante el avance del tiempo la memoria y dolor de los acontecimientos ocurridos


a partir de la colonización no cesa. Pese a que muchos festejen la llegada de los
españoles a América en 1492, hay quienes también siguen sosteniendo que dicho
suceso es repudiable y es la causa de muchos males vigentes en el mundo
contemporáneo (Wynter, 2017, pp. 367-368). Ante las posiciones antagónicas
también surge la necesidad de tratar de comprender a dicho acontecimiento desde
la visión de mundo de la época. Se requiere entender a la llegada de Colón desde
las perspectivas sociales y políticas vigentes a finales del siglo XV.

No está de más recordar que en dichas épocas la influencia del pensamiento


religioso era siempre presente en temas políticos y científicos. Tanto las normas
sociales como las investigaciones sobre el mundo estaban intermediadas por el
sesgo de la religión cristiana, o al menos así lo era en gran parte de Europa.
Mientras que con Benítez Rojo se habló de cómo en el Caribe no hay tiempo para
pensar en el apocalipsis, en la Europa medieval el apocalipsis tendrá una presencia
continua, siempre al asecho. La ciudad de Dios se comprendía como próxima a
realizarse.

La agitación que sufrió Europa ante el encuentro con el nuevo mundo supuso
un reordenamiento de ideas, un nuevo examen para el itinerario de ideas
cosmológicas y religiosas concebidas para tratar de comprender dicho
acontecimiento a la luz del marco teórico habitual de los tiempos. “Europa […] iba a
rehacer por sí misma una nueva existencia en todas sus formas” (Wynter, 2017, p.
382), pese a esto, no queda de lado la visión religiosa imperante en el mundo y sus
sucesos, aun cuando ya hallamos visto cómo la colonización fue movida
principalmente por causas económicas.

Sobre esto afirma Wynter:

Sin embargo, el imperativo mercantil que dominó a Colón no se


puede separar de su creencia apocalíptica en la inminente segunda
venida de Cristo, que lo llevó al razonamiento a contrapelo de que
debía romper con el arbitrario pensamiento del escolasticismo sobre
la creación divina […] que con una lógica a priori consideraba a las
tierras del hemisferio occidental (antípodas inexistentes en una tierra
tripartita imaginada como isla en un océano circundante) enteramente
sumergidas bajo el agua. (2017, p. 384).

Tal afirmación supone que el quiebre con las visiones religiosas tradicionales
no implican un abandono total a la religión. Ya se vio cómo la religión sirvió para
subyugar personas y para legitimar la esclavitud, pero también funcionó como una
vía para la fijación de nuevas narrativas sobre el mundo conocido y para el mundo
por conocer. Además, dichas narrativas van a recibir influencia por parte del islam
y de religiones africanas, evidenciando así que el peso de la religión en los temas
en cuestión no se reduce estrictamente al cristianismo, pese a que la religión de
Roma haya sido hegemónica.

Conclusión:

Comprendiendo a la conquista como un suceso acontecido en las postrimerías


del mundo medieval, resulta entendible la presencia de la religión en el proceso de
colonización. Sea como discurso legitimador o sea como herramienta para la
emancipación, la colonización se vio directamente relacionada con dicha cualidad
de las culturas humanas, dando pie a discusiones sobre cómo tratar a los otros,
sobre cómo entender el mundo que nos rodea y demás.

Hoy por hoy dichas visiones siguen estando vigentes en muchos sectores de
las sociedades que en antaño fueron colonizadas, esto indica como los resultados
de las colonizaciones no pudieron ser completamente superados, aun cuando se
hayan realizado esfuerzos para rescatar los legados de las sociedades colonizadas.
Así como el sistema económico capitalista, las formas de legislas y las estructuras
políticas occidentales vinieron para quedarse, la religión como constituyente de la
cultura europea no queda fuera de esto. Sino que también su presencia implica la
continuidad de un acontecimiento que marcó a la historia de la humanidad de
manera distintiva, ese acontecimiento no es otro que la colonización.

Bibliografía:

Benítez-Rojo, Antonio, La isla que se repite, Editorial Casiopea, Barcelona,


1998.

Bosh Juan, El caribe, frontera imperial: de Cristóbal Colón a Fidel Castro,


Porrúa, México, 2009.

Césaire, Aimé. Discurso sobre el colonialismo, Guaraguao, Año 9, No. 20, La


negritud en America Latina (Summer, 2005), pp. 157- 193.

Franz Fanon, Los condenados de la tierra, Kolectivo editorial Último Recurso,


2007.

Franz Fanon, Piel negra, máscaras blancas,AKAL, Madrid, 2009.

Goveia, Elsa, Estudio de la historiografía de las Antillas inglesas hasta finales


del siglo XIX, Conclusión, Antología de Pensamiento Crítico Caribeño, CLACSO,
2017. Buenos Aires.

James, CRL, “El Caribe: De Toussaint L’Ouverture a Fidel Castro.”, En


Antología de Pensamiento Crítico Caribeño, CLACSO, Buenos Aires, 2017.

Williams, Eric, “Capitalismo y esclavitud” en Antología de Pensamiento Crítico


Caribeño, CLACSO, Buenos Aires, 2017.

Winter, Sylvia. “1492 Una visión del mundo”, En Antología de Pensamiento


Crítico Caribeño, CLACSO, Argentina, pp. 367-425.

Fuentes externas al curso:

Carpentier, A. (1998). El reino de este mundo. Barcelona: Seix Barral.


De Hipona, Agustin. (1986). La ciudad de Dios. En Obras completas de San
Agustín, volumen XVII. (J. Moran, tr.). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Dussel, E. (1997). 1492, el encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de
la modernidad. Bolivia: Plureal,

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