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Preguntarnos qué solución debe buscársele —si debe abandonársele a su propio destino,

concedérsele el derecho a una indemnización por despido o un subsidio por paro, acogerle al
socorro estatal o enseñarle un nuevo oficio a expensas del Estado—nos llevaría más allá del tema
que tratamos de dilucidar. La lección central es que debemos tratar de prever todas las
consecuencias fundamentales de determinada política o programa económico, sus efectos
inmediatos sobre grupos especiales y sus efectos remotos sobre todos los grupos. Si hemos
dedicado tan amplio espacio a este tema ha sido porque consideramos cruciales nuestras
conclusiones respecto a los efectos de la nueva maquinaria, las invenciones y los descubrimientos,
sobre el empleo, la producción y el bienestar. Si nos equivocamos al enunciarlas, pocos serán los
temas económicos acerca de los cuales estemos en situación de acertar. 7. PLANES PARA LA MAS
AMPLIA DISTRIBUCIÓN DEL TRABAJO Me he referido ya a diversas prácticas sindicales
encaminadas a proporcionar más empleo, haciendo necesaria la intervención de mayor número
de personas en determinada tarea o, sencillamente, dilatando su realización durante el mayor
tiempo posible. Tales prácticas y su pública tolerancia derivan del mismo sofisma fundamental que
dio lugar al temor a las máquinas. E1 error radica en el convencimiento de que una forma más
eficiente de hacer algo elimina empleos, con el obligado corolario de que una modalidad menos
eficiente los crea. Ligada a esta falacia aparece la creencia de que existe en el mundo una cantidad
determinada de trabajo que si no podemos incrementar discurriendo procedimientos más
absurdos de ejecución, podemos al menos intentar repartir entre el mayor número de gente
posible. Este error se oculta en la minuciosa subdivisión del trabajo sobre la que insisten los
sindicatos; en las grandes ciudades y sobre todo en las industrias de la construcción, tal
subdivisión se hace más tangible. No se permite a los albañiles emplear mampostería en una
chimenea, trabajo que se considera exclusivo de los canteros. Un electricista no puede desmontar
un panel y volverlo a instalar para hacer una conexión eléctrica, porque tal trabajo, por sencillo
que sea, sólo debe ser efectuado por un carpintero. Un fontanero no puede levantar o reponer
una baldosa para eliminar un escape de la ducha; esta tarea concierne a un alicatador. Los
sindicatos mantienen constantemente una furiosa batalla de huelgas «jurisdiccionales» para
asegurarse la exclusiva de los trabajos de dudosa asignación. En una declaración recientemente
preparada por los ferrocarriles americanos para el «Comité Fiscal y de Procedimiento
Administrativo» aparecen innumerables ejemplos en los que la Junta de Regulación de los
Ferrocarriles Nacionales había decidido que «todas y cada una de las tareas en el ferrocarril, por
insignificantes que sean, tales como hablar por teléfono o montar o desmontar un interruptor, son
de tal forma exclusivas de una clase determinada de empleados que si uno de otra clase, en el
curso de sus normales obligaciones, realiza tales tareas, no sólo debe percibir por ello, con
carácter extraordinario, el salario de un día, sino que, además, los miembros excedentes o en
situación de paro de la especialidad destinada a efectuar la operación deben recibir el salario de
un día por no haber sido llamados a realizarla». Es verdad que algunos individuos pueden ser
beneficiados a expensas de los demás por esta minuciosa y arbitraria subdivisión del trabajo,
siempre que ello ocurra exclusivamente en sus respectivos gremios. Pero los que apoyan esta
teoría como práctica general olvidan que su aplicación eleva siempre los costos de producción y
que, en definitiva, reduce la demanda de trabajo y los bienes producidos. E1 propietario de una
casa que se ve forzado a emplear dos hombres para realizar el trabajo de uno, proporciona,
ciertamente, empleo a un obrero extra. Pero sus disponibilidades económicas quedan menguadas
justamente en esa medida, mengua que le impedirá invertir igual cantidad en algo que ocuparía a
algún otro operario. Como su cuarto de baño ha sido reparado a un costo doble del normal, decide
no comprar un nuevo suéter, como pensaba. El «trabajo» no se ha incrementado, porque un día
de empleo de un alicatador innecesario ha supuesto un día de desempleo de un productor de
suéteres u operario de máquina. Sin embargo, el propietario de la casa ha resultado perjudicado,
porque en lugar de tener reparada la ducha y haber adquirido el suéter, ha de resignarse sólo con
lo primero. Y si consideramos el suéter como parte de la riqueza nacional, el país dispondrá de un
suéter menos. Ello simboliza el resultado neto del esfuerzo encaminado a crear más trabajo
mediante su arbitraria subdivisión. esa medida, mengua que le impedirá invertir igua

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