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CÓMO SON LOS ÁNGELES

Los Angeles forman parte de esa realidad "invisible", también creada por Dios, de la cual
rezamos en el Credo: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra,
de todo lo visible y lo invisible".

I. - ¿Quienes son los Angeles?


El nombre de "ángel" viene del griego "mensajero". Así, los Angeles -los Angeles buenos,
los que permanecieron fieles a su Creador- son, entre otras cosas -por cierto no la más
importante: Mensajeros de Dios.
Sin embargo, San Agustín, como lo cita el Catecismo de la Iglesia Católica, dice respecto de
los Angeles: "El nombre de Angel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su
naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un
ángel" (CIC 329).
Pero antes que su misión de Mensajeros está la de ser "servidores" de Dios. Por eso el
Catecismo, al definir a los Angeles acentúa la palabra "servidores": "Con todo su ser, los
Angeles son servidores y mensajeros de Dios ... son agentes de sus órdenes, atentos a la
voz de su palabra (Sal.103,20)" (cf. CIC 329).
La existencia de los Angeles es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro
como la unanimidad de la Tradición de la Iglesia. (CIC 328) También es una verdad de fe
establecida por la Escritura y por la Tradición, y claramente expresada en la Doctrina
Cristiana desde los comienzos, que el mundo espiritual, el mundo de los Angeles, comenzó
con el tiempo y fue creado por Dios. "Dios ... con su infinito poder creó ... al comienzo del
tiempo ambas creaturas, las espiriturales y las corporales; es decir, la angélica y la
terrestre, y luego la humana, como creatura intermedia, compuesta de alma y de espíritu"
(Concilio de Letrán 1.215, ratificado posteriormente por varios Concilios de la Iglesia en el
S. XIX).
De acuerdo a esta definición conciliar, sabemos que los Angeles fueron creados cuando
comenzó el tiempo y no desde la eternidad. Como creaturas que son de Dios, fueron
producidas por Su poder infinito y de la nada.

El número de los Angeles


El número de los Angeles -el número de aquéllos que permanecieron fieles: los Angeles
Buenos, que sirven a Dios- es inmensamente grande.
Al describir el Trono de Dios rodeado de espíritus celestiales, el Profeta Daniel usa una
cifra muy alta, que más que cifra es una expresión hiperbólica (exagerada) para sugerir
que la multitud de Angeles está fuera de nuestra capacidad de medición: "Miles y miles lo
servían; miríadas y miríadas estaban en pie delante de El" (Dn 7, 10).
San Juan, también en el Apocalipsis, describe otra visión de cantidades incalculables de
Angeles rodeando el Trono de Dios: "Se contaban por millones y millones" (Ap 5, 11).
Sobre el número de los Angeles caídos o demonios, algunos han encontrado lo que puede
ser una proporción entre los Angeles y los demonios en la siguiente cita del
Apocalipsis: "Apareció también otra señal: un enorme Monstruo rojo como el fuego, con
siete cabezas y diez cuernos, y con la cola barre un tercio de las estrellas del cielo,
precipitándolas a tierra" (Ap 12, 3).
En todo caso, exégetas y teólogos coinciden en que el número de Angeles que
permanecieron fieles excede bastante a los que se rebelaron.

Funciones de los Angeles


 "Todos estos espíritus (Angeles) no son más que servidores y los manda Dios para bien de
los que recibirán de El la salvación" (Hb.1, 14). Son encargados de Sus órdenes, atentos a
la voz de Su palabra" (cfr. Sal.103, 20-21).
Es decir: los Angeles sirven a Dios y pueden -si Dios así lo dispone- servir a los seres
humanos para los designios salvíficos que El tenga para nosotros (cfr. CIC 350). Este
concepto de que los Angeles están al servicio de Dios y -sólo si Dios lo desea- pueden estar
al servicio de los seres humanos y para fines tendientes a nuestra salvación, es de suma
importancia para entender mejor la verdadera función de los Angeles.
Glorifican a Dios sin cesar. Los Angeles "contemplan sin cesar la cara de Mi Padre que está
en los Cielos" (Mt.18, 10).
Ayudan a la Iglesia en su conjunto durante su peregrinar terrestre y protegen a cada ser
humano en particular. (cfr. CIC 352).
El nombre genérico de "Angel" no revela su verdadera naturaleza y funciones, salvo el
hecho de que ocasionalmente - sólo a veces- pueden ser enviados como mensajeros de
Dios a los hombres. El oficio de mensajero no es ni el más importante, ni el más frecuente
entre las funciones de estos espíritus de la Corte Celestial (cfr. P. Pascal Parente
en "Beyond Space").
Pertenecen a la Corte de Dios, al Ejército de Dios, y asisten a Dios en el gobierno del
mundo. (cfr. "The Catholic Encyclopedia", Broderick, 1986).
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, desde la creación (cf. Job38, 7 donde los Angeles
son llamados 'hijos de Dios') y a lo largo de toda la historia de la salvación, los Angeles
anuncian de lejos o de cerca esa salvación y sirven al designio divino de su realización.
Y continúa el Catecismo con la mejor ilustración sobre la variedad de las funciones de los
Angeles, extraídas de varios pasajes de la Sagrada Escritura en que aparece la acción de
algún Angel (cfr.332 y 333):
Cierran el Paraíso Terrenal (Gn.3, 24); protegen a Lot (Gn.19); salvan a Agar y a su
hijo (Gn.21, 17); detienen la mano de Abraham (Gn.22, 11); la ley es comunicada por su
ministerio (Hch.7, 53); conducen al pueblo de Dios (Ex.23, 20-23); anuncian
nacimientos (Jc.13) y vocaciones (Jc.6, 11-24; Is.6, 6); asisten a los Profetas (1 R.19, 5).
Finalmente, el Angel Gabriel anuncia el nacimiento de San Juan Bautista, el Precursor, y el
de Jesús (Lc.1, 11-26).
De la Encarnación a la Ascensión, la vida de Verbo Encarnado está rodeada de la adoración
y el servicio de los Angeles: cuando Dios introduce a Su Primogénito en el mundo,
dice "Adórenle todos los Angeles de Dios" (Hb.1, 6). Su cántico de alabanza en el
nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a
Dios ..." (Lc.2, 14). Protegen la infancia de Jesús (Mt.1, 20; 2, 13-19); sirven a Jesús en el
desierto (Mc.1, 12;Mt.4, 11); lo reconfortan en la agonía (Lc.22, 43) ... Son también
Angeles quienes "evangelizan" anunciando la Buena Nueva de la Redención (Lc.2, 8-14) y
de la Resurección de Cristo (Mc.16, 5-7).
"Con ocasión de la Segunda Venida de Cristo, anunciada por los Angeles (cf. Hech. 1, 10-
11), éstos estarán presentes al servicio del Juicio del Señor (cf.Mt. 13, 41; 25, 31; Lc. 12, 8-
9)" (CIC #333).
Concluye el Nuevo Catecismo con varias citas de los Hechos de los Apóstoles en las cuales
aparece algún Angel actuando en favor de los discípulos (cf. Hch. 5, 18-20; 8, 26-29; 12, 6-
11; 27, 23-25), y cierra el recuento con la siguiente afirmación:
"De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de
los Angeles" (CIC#334).

Movilidad y poderes de los Ángeles


Para entender el extraordinario poder de los Angeles es necesario conocer su peculiar
relación con el espacio y cómo se mueven de un sitio a otro.
Su presencia en un sitio se determina -y ocasionalmente se conoce- por su actividad allí.
Un ejemplo gráfico de la presencia de un Angel conocida por el poder ejercido en un lugar,
es el recuento de las curaciones milagrosas que tenían lugar en la piscina de Betesda en
Jerusalén. "El Angel del Señor bajaba de vez en cuando y removía el agua y el primero que
se metía cuando el agua se agitaba, quedaba sano de cualquier enfermedad" (Jn. 5, 4).
Los Angeles no son omnipresentes; no están en todas partes a la vez, como Dios sí lo está.
Sin embargo, los Angeles pueden trasladarse de un sitio a otro con la velocidad del
pensamiento. Su movilidad no es por locomoción, sino simplemente por un cambio
instantáneo de lugar, aunque la distancia real entre dos sitios sea considerable.
El funcionamiento de nuestra mente es lo que más se acerca a la movilidad de los Angeles;
es decir, lo que nosotros podemos hacer sólo mentalmente, los Angeles lo pueden realizar
efectivamente.
En la Biblia aparece además registrado el hecho de que los Angeles son capaces de
transportar con ellos a esa velocidad instantánea, objetos materiales e inclusive seres
humanos. Un ejemplo excelente aparece en el Libro de Daniel (14, 32-38). El Angel
trasladó al Profeta Habacuq, desde Judea hasta Babilonia, "con la rapidez de un
espíritu" cargado con comida para Daniel, que se encontraba preso en el foso de los
leones, y lo regresó de la misma manera.
Los Angeles tienen un poder muy superior al humano. Un Angel destruyó a todos los
primogénitos de Egipto. Un solo Angel causó la muerte de 185 soldados Asirios que
blasfemaron contra Dios (Is.37, 36). Un Angel protegió del fuego a los tres jóvenes que el
Rey de Babilonia había mandado a quemar en el horno (Dn.3, 49).

Conocimiento y lenguaje de los Ángeles


Los Ángeles son inteligencias espirituales, que tienen un conocimiento, no como el del
hombre, que es adquirido a través de sus sentidos y mediante un proceso gradual y
laborioso, sino que lo obtienen por intuición. De tal forma que no llegan a conclusiones
por medio de razonamientos, sino que en forma inmediata conocen la verdad.
Aunque los Ángeles no conocen todo. Ej: en cuanto se refiere al día del Juicio, "ni los
Angeles de Dios" lo conocen (cfr. Mt 24, 36), entienden y conocen mucho más que los
hombres.
Los Ángeles se comunican entre ellos (cfr. Zach. 1, 11). Y así como por instrucciones del
Señor los Angeles pueden asumir formas humanas para presentarse a los seres humanos,
así también producen voz humana y hablan lenguaje humano cuando se han dirigido a
seres humanos, como en el caso del San Rafael Arcángel con Tobías.
Sin embargo, Santo Tomás de Aquino sostiene que los Angeles se hablan entre sí por un
mero acto de la voluntad, abriendo su mente y revelando cualquier idea que deseen
transmitirse entre ellos. Este lenguaje angélico es llamado "iluminación".
 
Clasificación de los Angeles
 
Teólogos y escritores del comienzo de la Iglesia, basándose en la enumeración dada en la
Sagrada Escritura por Isaías (6, 2), Ezequiel y San Pablo (Col. 1, 6; Ef. 1, 21; Rom. 8, 38), en
la que se mencionan nueve órdenes diferentes de Angeles, los han clasificado en tres
jerarquías diferentes, cada una conteniendo tres órdenes:

JERARQUIA SUPERIOR: Serafines - Querubines - Tronos

JERARQUIA INTERMEDIA: Dominaciones - Virtudes - Potestades

JERARQUIA INFERIOR: Principados - Arcángeles - Angeles

Estos nueve coros de Ángeles se diferencian entre sí en el grado de perfección de su


naturaleza y de su gracia, siendo éstas mayores mientras más elevado el rango. Hay que
hacer notar que todos son llamados "Angeles", pero que también este nombre se aplica al
coro más bajo, al cual usualmente pertenecen los Angeles de la Guarda.

ARCÁNGELES
Por la Biblia sólo se conocen los nombres de tres Angeles, pertenecientes al Coro de los
Arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. Y, aunque sabemos por la misma Escritura que son
siete los Arcángeles : "Yo soy Rafael, uno de los siete Angeles que tiene entrada a la gloria
del Señor" (Tob. 12, 15; "Reciban gracia y paz de Aquel que Es, que era y que viene, de
parte de los Siete Espíritus que están delante de Su Trono" (Ap. 1, 4), la Iglesia no permite
nombres de Angeles que no se encuentren en la Biblia. Otros nombres fueron tomados de
escritos apócrifos, y estos nombres de ángeles que no aparecen en la Biblia fueron
rechazados por la Iglesia en el año 745 y posteriormente en el año 789.

San Miguel Arcángel


Miguel significa "Quién como Dios". Su nombre es el grito de batalla que este Arcángel
opuso al grito de rebelión de Luzbel (ahora Lucifer): “Seré como el Altísimo” (Is. 14, 14).
“No serviré” (Jer. 2, 20).
El nombre de Miguel aparece por primera vez en el libro del Profeta Daniel: "Miguel, uno
de los primeros Angeles, ha venido en mi ayuda" ( Dan. 10, 13). "En aquel tiempo se
levantará Miguel, el Gran Jefe que defiende a los hijos de tu pueblo" (Dan. 12, 1). 
La Iglesia llama a San Miguel Arcángel "Príncipe de los Ejércitos Celestiales". Desde muy
antiguamente y también hoy, San Miguel Arcángel es el gran defensor de la Iglesia, como
fue el defensor del pueblo de Israel, prefiguración de la Iglesia. (cfr. Ex. 13, 21; 14, 19; 23,
20-22)

San Gabriel Arcángel


Casi todas las misiones y manifestaciones de Gabriel están relacionadas con la venida del
Mesías.
El más grande y más feliz mensaje encargado a un Angel desde el comienzo del tiempo fue
el que el Arcángel Gabriel le vino a traer a la Santísima Virgen María cuando le anunció la
Encarnación del Hijo de Dios en su seno, el nacimiento de Cristo, el Redentor de la
humanidad.
>Muy probablemente fue Gabriel quien llevó el anuncio del Nacimiento del Redentor a los
Pastores de Belén, siendo luego acompañado por una multitud de otros Angeles,
que "todos alababan a Dios diciendo: 'Gloria a Dios en lo más alto del Cielo y en la tierra
gracia y paz a los hombres'" (Lc. 2, 13).
Posiblemente fue este Arcángel quien avisó a San José en sueño de llevarse al Niño y a Su
Madre a Egipto, para evitar que fuera muerto por Herodes. (cfr. Mt.2, 13)
Gabriel, quien es la "Fortaleza de Dios" debe haber sido el Angel que menciona San Lucas
en la narración de la Agonía en el Huerto: "Entonces se le apareció un Angel venido del
Cielo que le confortaba". (Lc. 22, 43)
Y parece lógico que, si el Arcángel San Gabriel fue quien anunció la venida de Jesús y
también fue testigo de su Agonía, fuera él el Angel que anunciara la Resurrección del
Salvador. (cfr. Mt.28, 2)
Pareciera también que de los tres Arcángeles que conocemos pudiera ser Gabriel quien
con voz potente dé la señal de la venida de Jesucristo el día del Juicio. (cfr. 1ª Tes. 4, 16)

San Rafael Arcángel


Rafael significa "Dios sana", el "Divino Sanador".
Para conocer la actividad de San Rafael, debemos leer con detenimiento la más amplia
"angelofanía" o manifestación de un Angel que está incluida en la Sagrada Escritura. Es la
historia del Arcángel San Rafael bajo la forma y nombre de un joven llamado Azarías,
ayudando y acompañando a otro joven llamado Tobías, y sanando a quien fuera a ser su
futura esposa, Sara. (cfr. Tob. 5 a 12)
Esta bella historia es muy ilustrativa del papel de los Angeles. Revela como actúan cuando
toman forma humana, y su naturaleza angelical, su poder, sabiduría, santidad se
manifiestan en los variados incidentes de esta encantadora narración.
San Rafael Arcángel, el Divino Sanador, debe haber sido el encargado de mover las aguas
de la piscina de Betesda en Jerusalén. (cfr.Jn5, 4)
 
ANGELES DE LA GUARDA
Aunque no ha habido de parte de la Iglesia Católica una definición dogmática formal sobre
la doctrina de los Angeles de la Guarda o Angeles Custodios, esta creencia se mantiene
como materia de fe, porque es enseñada por la Autoridad Eclesiástica y porque refleja el
contenido de la Sagrada Escritura y la Tradición Cristiana.
Por eso dice el Catecismo de la Iglesia Católica (#336): Desde la infancia a la muerte, la
vida humana está rodeada de la custodia de los Angeles y de su intercesión". Y citando a
San Basilio nos recuerda que cada fiel tiene a su lado un Angel como protector y pastor
para conducirlo a la vida eterna. (cfr. Lc. 16, 22 - Sal. 34, 8; 91, 10-13 - Hb. 33, 23-24 - Za.
1, 12 - Tob.12,12).
Según San Anselmo, el Angel de la Guarda es asignado en el momento de la concepción
("cuando el alma se une al cuerpo").El mismo Jesucristo se refirió a los Angeles de la
Guarda de cada uno cuando dijo: "Tened ciudado de no despreciar a ninguno de estos
pequeños, pues os digo que sus Angeles, en los Cielos, contemplan sin cesar la cara de Mi
Padre que está en los Cielos" (Mt. 18,10).Hay citas de acción de Angeles Custodios en el
Antiguo Testamento: con Jacob (cfr. Gen.32, 1) y con Judith (cfr. Jud.13, 20), y una de la
más importantes en el Nuevo Testamento es la liberación de San Pedro de la prisión, en la
que el mismo Pedro exclama al darse cuenta: "... Ahora me doy cuenta de que el Señor
envió realmente a su Angel para librarme de las manos de Herodes y de todo lo que
proyectaban los judíos" (Hech.12, 11).
Santo Tomás de Aquino, quien en la Suma Teológica tiene un estudio filosófico
extensísimo sobre los Angeles, opina junto con otros Teólogos, que personas que tiene
asignadas responsabilidades importantes, como del gobierno de naciones, de
comunidades civiles, de comunidades eclesiásticas (Obispos, Abades, Superiores,
Párrocos, etc.), aparte de sus correspondientes Angeles de la Guarda, les son asignados
otro u otros Angeles cuando asumen estas altas responsabilidades para asistirlos en la
guía de las personas que son encomendadas a su cuidado.

Ángeles Custodios de Naciones e Iglesias


Sto. Tomás de Aquino sostiene, junto con otros Teólogos que como los Ángeles son
servidores de la Providencia Divina, no sólo la vida de cada ser humano, sino también
naciones, ciudades, Iglesias y comunidades están bajo la protección y el cuidado de
Ángeles.
La confirmación más reciente de este principio lo encontramos en las Apariciones de la
Santísima Virgen en Fátima, Portugal (1917), que fueron precedidas el año anterior (1916)
por el Angel Guardián de Portugal, el cual apareció en tres oportunidades a los tres niños
que después verían a la Madre de Dios.
 
Funciones de los Ángeles Custodios de cada Ser Humano
Las palabras del Señor al Pueblo Escogido las usa la Iglesia en la Liturgia de la Fiesta de los
Santos Ángeles Custodios: "Voy a enviarte un Angel por delante para que te cuide en el
camino y te lleve al lugar que te he preparado ..." (Ex.23, 20).
"Te lleve al lugar que te he preparado". Esta es la misión más importante y el deseo mayor
de nuestro Angel de la Guarda: la de guiarnos al Cielo, al lugar que nuestro Padre Dios nos
tiene preparado, que ya ellos conocen y poseen en plenitud, mientras también nos
acompañan durante nuestra vida terrena. Así que el ayudarnos en nuestra salvación es la
función más importante de nuestro Angel Custodio.
. "Te cuide en el camino" denota "Protección". Los Angeles de la Guarda nos defienden y
protegen de las seducciones del Demonio, nos ayudan en las tentaciones e interceden por
nosotros ante Dios en esos momentos. Nos mueven a hacer el bien y evitar el mal; nos
mueven a cumplir la Voluntad de Dios. Es decir, hacen el trabajo contrario a los demonios.
Esta protección también es física. Recordar a Daniel en la cueva de los leones (Dn.6,
23), los tres jóvenes en el horno (Dn. 3, 49) y San Pedro en la prisión (Hech.12, 7).
Esta amplia protección asignada a los Angeles Custodios puede verse clara en el Salmo
90, en el cual leemos que el Señor ha ordenado a sus Angeles guardarnos en todos
nuestros caminos y llevarnos en sus manos para que no tropiecen nuestros pies contra las
piedras.
. Nuestros Angeles de la Guarda oran por nosotros y con nosotros. San Rafael Arcángel
ofrecía las oraciones de Tobías (cfr. Tob.12, 12). El Angel del Apocalipsis ofrece las
oraciones de todos los santos (Ap. 8, 3-4). No es que el Señor no oiga nuestras oraciones,
sino que los Angeles unen sus oraciones a las nuestras para hacerlas más aceptables a
Dios. Dice Sto. Tomás de Aquino: "nuestro Angel de la Guarda participa en todos los
beneficios que recibimos de Dios, porque él nos ayuda a obtenerlos".
Dentro de su función de orar con nosotros, como los Angeles Custodios alaban a Dios
incesantemente, ellos desean y nos mueven a nosotros, sus protegidos, a unirnos a ellos
en la oración vocal más elevada que hay, la de alabanza a nuestro Dios y Creador. Es por
ello que el Arcángel Rafael, antes de revelar su verdadera identidad y despedirse de
Tobías y Sara, les instruye así: "Bendigan siempre al Señor ... A El deben bendecir y cantar
todos los días ... Bendigan ahora y den gracias al Señor" (cfr. Tob. 12, 16-21).
. Es en la hora de la muerte cuando el Angel de la Guarda muestra mayor celo. Esta
creencia cristiana de que el alma es acompañada por su Angel al Tribunal de Dios se basa
en las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: "Sucedió, pues, que murió el pobre y fue
llevado por los Angeles al seno de Abraham" (Lc. 16,22). Pero así también el Angel de la
Guarda acompañará al alma al lugar preparado para ella desde toda la eternidad, donde
juntos podrán gozar de la Visión Beatífica y entonar el incesante cántico de alabanzas y
gracias al Dios Uno y Trino, Señor de Cielos y Tierra.

HISTORIA DE LOS ANGELES CAIDOS O DEMONIOS


Antes de admitir a los Ángeles a la visión plena de Su Gloria (Visión Beatífica), Dios los
sometió a una prueba, al igual que el hombre tuvo su prueba.
La naturaleza de la prueba no se conoce con certeza, pero muchos teólogos sostienen que
el Padre Eterno reveló a los Ángeles la futura Encarnación de Su Divino Hijo, y les hizo
saber que al Dios-hecho-Hombre deberían rendir adoración.
Luzbel, uno de los más gloriosos, elevados y bellos Ángeles de la Corte Celestial,
deslumbrado y ofuscado por el orgullo, habiéndose atribuido a sí mismo los maravillosos
dones con que el Creador lo había dotado, se rebeló contra Dios, no aceptó el supremo
dominio del Señor y se constituyó así en el "adversario" de su Creador levantando su gran
grito de rebelión y de batalla: "No serviré" (Jer. 2, 20). "Seré igual al Altísimo" (Is. 14,
14). Muchos Angeles le siguieron en su orgullo. Se dice que hasta un tercio de ellos (ver
Ap. 12, 4) ). Pero en ese momento otro gran Arcángel, igual en belleza y gracia que el
arrogante Lucifer, se postró ante el Trono de Dios y, en un acto de adoración profunda,
opuso al grito de batalla de Lucifer uno de amor y lealtad: "¿Quién como Dios?"
("Miguel").
Y es así como San Miguel Arcángel obtuvo su nombre con su grito de fidelidad, y es así
como Luzbel se constituyó él mismo en Lucifer, "Satanás" ("adversario"), el Enemigo, el
Diablo. A éste se han aplicado las palabras del Profeta Isaías: "¿Cómo caíste desde el Cielo,
estrella brillante, hijo de la Aurora? ¿Cómo tú, el vencedor de las naciones, has sido
derribado por tierra? En tu corazón decías: 'Subiré hasta el Cielo, y levantaré mi trono
encima de las estrellas de Dios ... subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo'
Mas ¡ay! has caído en las honduras del abismo." (Is.14, 12-15). (Según los exégetas estas
palabras son una parábola alusiva directamente al Rey de Babilonia e indirectamente a
Satanás, cuyo espíritu y acciones se reflejaban en la conducta del Rey)
La conclusión de esta batalla entre los Angeles Buenos y los ángeles malos se encuentra
en el Apocalipsis (12, 7-10): "En ese momento empezó una batalla en el Cielo: Miguel y sus
Angeles combatieron contra el Monstruo. El Monstruo se defendía apoyado por sus
ángeles, pero no pudieron resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el Cielo. Echaron, pues,
al enorme Monstruo, a la Serpiente antigua, al Diablo o Satanás, como lo llaman, al
seductor del mundo entero, lo echaron a la tierra y a sus ángeles con él".
Dice San Pedro: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los encerró en
cavernas tenebrosas, arrojándolos al Infierno" (2a. Pe. 2, 4). "No hay arrepentimiento para
ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los seres humanos después
de la muerte" (San Juan Damasceno). Y el Catecismo nos dice que no fue por un defecto
de la Misericordia Divina que el pecado de los ángeles caídos no fuera perdonado, sino
debido al carácter irrevocable de su elección. (cfr. CIC 392 y 393).

"LA CAIDA DE LOS ANGELES REBELDES"


A continuación la Catequesis dada en la Plaza de San Pedro el 13-agosto-86 y ratificada
por el Catecismo de la Iglesia Católica, en la cual el Papa trataba de exponer el Magisterio
de la Iglesia frente a muchos errores que ha habido con relación a este tema:
Por una parte hay aquéllos que niegan rotundamente la existencia de Satanás y del
Infierno, y hay otros que, aún aceptando su existencia, sostienen que al Infierno no va
nadie, porque Dios es infinitamente Misericordioso, olvidando que Dios también es
infinitamente Justo y de que el mismo Jesucristo nos advierte sobre la posibilidad de
condenarnos (cfr. Jn. 3, 17 - Lc. 3, 17 - Lc. 16, 19-31 - Mt. 25, 31-46). Otros opinan que
mencionándolo se asusta a la gente y que es mejor no poner el acento en lo negativo.
Otros piensan que al no mencionarlos se les tiene más lejos o se les hace perder la
influencia que indudablemente tienen sobre los seres humanos y sobre el mundo entero
(cfr. CIC #395). Otros consideran que el Demonio no existe como un ser personal, sino más
bien como un principio o una idea, como el "mal" en oposición al "bien"; o -más en la línea
del "New Age"- que el "mal" es lo que cada uno quiera creer que es.
Todas estas posturas se contradicen con lo que es la enseñanza de la Iglesia Católica (cfr.
CIC #391-395 y 413-415), según lo exponía el Papa Juan Pablo II en esta Catequesis,
basándose en la Sagrada Escritura (cfr. Jn. 5, 19 - Mt. 13-38-39 - Mt. 17, 21 - Mc. 9, 29 -
1aPe. 5, 8 ) y en la que dejaba claramente sentadas, entre otras cosas, las siguientes:
1. Satanás sigue tratando de tentar al hombre a insubordinarse contra Dios como lo hizo
con nuestros primeros progenitores.
2. Satanás y los ángeles caídos tratan de ocultarse. Así pueden mejor actuar contra el
hombre en el mundo.
3. El Padre Nuestro, oración que Jesucristo nos enseñó, nos recuerda que estamos
continuamente expuestos al Maligno: "no nos dejes caer en tentación; líbranos del Mal -
del Maligno". Decía textualmente el Papa:
"Veía yo caer a Satanás como un rayo", frase de Jesús (Lc. 10, 18) con la que el Señor
afirma que el anuncio del reino de Dios es siempre una victoria sobre el Diablo ...
Interesarse por esto quiere decir prepararse al estado de lucha que es propio de la vida de
la Iglesia en este tiempo final de la historia de la salvación, así como afirma el
Apocalipsis (cf. 12, 7) ... El espíritu maligno trata de trasplantar en el hombre la actitud de
rivalidad, de insubordinación a Dios. "Seréis como Dios" o "como dioses", fueron las
palabras del tentador a los progenitores ... Como efecto del pecado de los
progenitores, este ángel caído que es Satanás ha conquistado en cierta medida el dominio
sobre el hombre. Esta doctrina constantemente confesada y anunciada por la Iglesia,
encuentra dramática expresión en la Liturgia del Bautismo cuando se pide al bautizado
que renuncie al demonio y a sus seducciones ... En las Sagradas Escrituras Satanás es
llamado "el príncipe de este mundo" (Jn. 12, 31; 14, 30; 16, 11) e incluso el "dios de este
siglo" (2a Cor. 4 ,4). Encontramos muchos otros nombres que describen sus nefastas
relaciones con el hombre: "Belcebú" o "Belial", "espíritu inmundo", "tentador" "maligno",
y, finalmente, "anticristo' (1ª Jn. 4, 3). Se le compara a un "león" (1ª Pe. 5, 8), a un
"dragón" (en el Apocalipsis) y a una "serpiente" (Gen. 3). Muy frecuentemente para
nombrarlo se ha usado el nombre de "diablo", del griego ... que quiere decir: causar la
destrucción, dividir, calumniar, engañar ... Y a decir verdad todo esto sucede desde el
comienzo por obra del espíritu maligno que es presentado en la Sagrada Escritura como
una persona, aunque afirma que no está solo: "somos muchos", gritaban los diablos a
Jesús en la región de los gerasenos (Mc. 5, 9); "el diablo y sus ángeles",dice Jesús en la
descripción del juicio futuro. (cf. Mt. 25, 41) ... Según la Sagrada Escritura y especialmente
el Nuevo Testamento, el dominio y el influjo de Satanás y de los demás espíritus malignos
se extiende al mundo entero. Las impresionantes palabras del Apóstol Juan: "El mundo
está todo bajo el maligno" (1a Jn. 5, 19) aluden también a la presencia de Satanás en la
historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a medida que el hombre y
la sociedad se alejan de Dios ... El espíritu del maligno puede "ocultarse" de forma más
profunda y eficaz: pasar inadvertido corresponde a sus "intereses". La habilidad de
Satanás en el mundo es la de inducir a los hombres a negar su existencia en nombre del
racionalismo y de cualquier otro sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias
con tal de no admitir la obra del diablo ... Se trata de un conflicto entre las fuerzas oscuras
del mal y las de la redención. Comprendemos así por qué Jesús en la plegaria que nos ha
enseñado, el "Padre Nuestro", termina casi bruscamente, a diferencia de tantas otras
oraciones de su tiempo, recordándonos nuestra condición de expuestos a las insidias del
Mal - Maligno: No nos dejes caer en la tentación, líbranos del Maligno."
(De la Catequesis del Papa Juan Pablo II en la Plaza San Pedro, 13-agosto-86)
ALERTA CON "ANGELES" QUE NO SON DE DIOS
Enmarcado dentro de las prácticas del New Age, existe una corriente muy difundida de
“comunicación con los ángeles”. Pretenden los que llevan a cabo esta práctica-
“comunicarse” a voluntad con supuestos “ángeles”.
Como hemos visto, el nombre de “Angel” viene del griego “mensajero”, pues los Angeles -
los Angeles buenos- entre otras cosas, son mensajeros de Dios. Son seres inmortales,
creaturas puramente espirituales, cuya función es servir a Dios, su Creador y obedecer
solamente la Voluntad Divina.
Los Angeles pueden -pero solamente si Dios así lo desea- servir de ayuda especial a los
seres humanos, como vemos en algunas narraciones de la Sagrada Escritura. Tal es el caso
de Tobías, que fue acompañado por el Arcángel Rafael, sin darse cuenta de quién era su
compañero (Tobías 5, 12). O también pueden servir de mensajeros, como fue el Arcángel
Gabriel para la Santísima Virgen María en la Anunciación (Lucas 1, 26-37) y a San José
cuando le habló en sueños en dos oportunidades (Mateo 1, 18-24 y 2, 13-15).
Los demonios o ángeles caídos, igual que los Angeles de Dios, son seres puramente
espirituales, que mantienen todos sus poderes, con excepción de la gracia
sobrenatural, que perdieron con su caída al oponerse a Dios.
La soberbia, el orgullo, fue la causa de la caída de los ángeles que ahora son demonios. Es
decir, quisieron ser como Dios, actuar independientemente de El. Liderizados por quien
fuera Luzbell, ahora Lucifer, se negaron a obedecer a Dios, se rebelaron contra su Creador.
Es artículo de fe católica que la caída del hombre vino por la tentación de Satanás (Lucifer)
y que éste y los demás demonios continúan tentando y persiguiendo a la humanidad. Así
leemos en la primera Carta de San Pedro (5, 8) y en el Concilio Vaticano II (G.S.13). Y nos
apunta el Catecismo de la Iglesia Católica (#394) que este intento es tan fuerte y tan
cierto, que Satanás trató de desviar al mismo Jesucristo de Su misión (Mateo 4, 1-11).
Los demonios siguen siendo seres superiores en inteligencia y poderes a nosotros los
seres humanos, con una capacidad de engaño digna de su inteligencia y astucia,
superiorísimas a las nuestras. No en vano Satanás es el inventor o “padre de la mentira”
(Juan 8, 44), el Engañador, que busca engañar a los seres humanos sin descansar.
Tal es el caso de esta corriente que se propagó por el mundo entero y que fomentó
la “comunicación” con supuestos “angeles”. Es claro, sin embargo, que el concepto
cristiano de lo que son los Angeles de Dios es muy distinto a lo que trata de estimularse
con esta corriente. Estas prácticas malignas son promovidas en libros, revistas, programas
de TV, y a través de cursos y conferencias, y de toda clase de representaciones “angélicas”
en fotos, imágenes, estatuillas, artículos decorativos, de joyería, etc.
Aunque las formas de hacer estos contactos con supuestos “ángeles” puede variar de un
sitio a otro o entre los diferentes grupos, en general, según este movimiento, los ángeles
supuestamente son “esferas de luz”, “energía pura”, dispuestos a establecer contacto con
los hombres a través de técnicas ocultistas claramente enmarcadas dentro del “New Age”,
tales como meditaciones paganas, repetición de “mantras”, apertura de “chakras”, entre
otras, para poder entrar en lo que se ha dado por denominar “rata de vibración angélica”.
Los Católicos sabemos que los Angeles de Dios no están para responder a los deseos y
caprichos de los seres humanos, ni mucho menos están esperando ser contactados a
través de prácticas esotéricas. También sabemos que Satanás y sus demonios sí “se
disfrazan de ángeles de luz” (2a. Cor. 11, 14), y que están prestos a proponernos
engaños y a complacernos en todo lo que pueda alejarnos de la Voluntad Divina.
Los Angeles de Dios no están para obedecer a los seres humanos: obedecen solamente las
órdenes de su Creador y sólo a El sirven.

LA VERDADERA DEVOCION A LOS ANGELES


Teniendo en cuenta esta manifestación del New Age, de búsqueda de “comunicación” con
supuestos ”ángeles”, en la que queda tergiversada nuestra relación con los Angeles -los
Angeles de Dios- veamos cómo debe ser la verdadera devoción a los Angeles.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "La Iglesia venera a los Angeles que la ayudan en
su peregrinar terrestre y protege a todo ser humano" (#352).
En la Liturgia de la Misa la Iglesia se une a los Angeles para adorar al Dios tres veces santo
(con el Santo, Santo, Santo); invoca su asistencia en el Canon Romano y en la Liturgia de
Difuntos ("Al Paraíso te lleven los Angeles"); celebra la memoria de ciertos Angeles: San
Miguel, San Gabriel y San Rafael Arcángeles el 29 de septiembre, y la de los Angeles
Custodios el 2 de octubre. (cfr. CIC #335)
La Liturgia de las Horas (Oficio Divino) y el Canon Romano presenta a un Angel al lado del
Altar ofreciendo nuestras oraciones durante la Santa Misa, haciéndose eco de este pasaje
del Apocalipsis:
Pero según la Tradición Cristiana, no es este el único Angel en el Santo Sacrificio de la
Misa. San Juan Crisóstomo, entre otros, dice: "Cuando la Misa se celebra el Santuario está
lleno de Angeles que adoran a la Víctima Divina inmolada en el Altar."
Así pues, la adoración es sólo para Dios y la veneración para la Virgen, los Angeles y los
Santos. Es por ello que el Angel del Apocalipsis corrigió a San Juan cuando éste quiso
adorarlo: "No, ten cuidado, soy un servidor como tú ... A Dios es a Quien debes
adorar" (Ap. 22,8).
La verdadera devoción a los Angeles consiste en imitarlos con una vida centrada en
buscar, aceptar y hacer la Voluntad de Dios. Los Angeles Buenos permanecieron fieles a su
Creador durante la prueba: acataron la Voluntad de Dios.
La Iglesia aconseja pedir el auxilio y protección de nuestro Angel de la Guarda, sobre todo
para que nos proteja de las acechanzas del Maligno.
También es bueno estimular en los niños la devoción al Angel de la Guarda desde muy
pequeños, para que puedan sentir su protección y ayuda.

EL COMBATE ESPIRITUAL
Hemos visto que es artículo de Fe Católica que la caída del hombre vino por la tentación
de Satanás (Lucifer) y que éste y los demás demonios continúan tentando y persiguiendo a
la humanidad. Así leemos en la 1ª Carta de San Pedro (5, 8) y en el Documento Gaudium
et Spes (#13) del Concilio Vaticano II y lo reitera el Catecismo de la Iglesia Católica (#391-
395). A esta lucha entre las fuerzas del Bien y las del Mal que se ha llamado "Combate
Espiritual", se refiere también San Pablo en su Carta a los Efesios: "Nuestra lucha no es
contra hombres de carne y hueso, sino contra principados, autoridades y poderes que
dominan el mundo de tinieblas. Nos enfrentamos contra los espíritus y las fuerzas
sobrenaturales del Mal." (Ef. 6, 12).
Los demonios siguen siendo espíritus, que no han perdido ninguna de sus cualidades
angélicas, con excepción de la gracia sobrenatural (cfr. Catholic Encyclopedia,
Broderick, 1986). Son, por lo tanto, seres superiores en inteligencia y poderes a nosotros
los seres humanos, con una capacidad de engaño digna de su inteligencia y astucia,
superiorísimas a las nuestras. No en vano Satanás es el inventor o "padre de la mentira"
(Jn. 8, 44), el Engañador, que busca engañar a los seres humanos sin descansar.
Y hoy, como antes a nuestros progenitores, Satanás y los demás ángeles rebeldes buscan
tentarnos con la misma idea: "ser como dioses". (cfr. CIC #392).
No se puede, entonces, exagerar la importancia del Diablo, pero tampoco se puede
esconder, ni minimizar, ni negar su poder maligno. Conocer de su existencia y de su
influencia en el mundo y en cada hombre es vivir una realidad invisible, pero presente en
cada persona y en toda la humanidad.
A fines del siglo XIX, el Papa León XIII pudo vislumbrar las pruebas a que serían sometidos
la Iglesia y los hombres, pruebas que provenían de la lucha de los poderes del Infierno.

Pero en medio de esa visión que tuvo, también pudo vislumbrar a San Miguel Arcángel,
que arrojaba a Satanás al abismo del Infierno. Y, basado en esa visión, compuso él mismo
la conocida Oración a San Miguel Arcángel.
(cfr. P. Roberto Cayuela, s.j. en "Cristiandad", Julio 1976).
Nos decía el Papa Juan Pablo II: "La existencia de los ángeles malos nos pide a nosotros el
sentido de la vigilancia... en esto estamos válidamente ayudados por los Angeles
Buenos" (20-agosto-86).
El Príncipe de los Ejércitos Celestiales, el glorioso San Miguel Arcángel, es el defensor de la
Iglesia y de los elegidos de Dios en estas persecuciones. Esto está predicho por el Profeta
Daniel: "En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu
pueblo. " (Dn. 12, 1). Y esta batalla entre San Miguel Arcángel y los Angeles Buenos, y
Satanás y los ángeles malos está descrita en el Apocalipsis (12, 7-11).
El Demonio es poderoso. Sin embargo, dice el Catecismo, "el poder de Satanás no es
infinito ... Aunque su acción cause graves daños ... en cada hombre y en la sociedad, esta
acción es permitida por la Divina Providencia" (#395). Así, el poder del Demonio
está limitado por la Voluntad de Dios (cfr. Libro de Job) y Dios no permite que seamos
tentados por encima de la gracia con que El nos fortalece (cfr. 1ª Cor. 10, 13). Y nosotros
podemos vencer sus ataques con armas espirituales: la Oración, la Confesión, la
Comunión, con el auxilio de los Angeles Buenos, etc. y, por encima de todo, buscando
siempre la Voluntad de Dios para nuestras vidas y no la propia voluntad que con
frecuencia nos puede desviar por caminos equivocados.
He aquí las recomendaciones que hacía el Papa Juan Pablo II, sobre este "Combate
Espiritual": "Quiera Dios que la oración nos fortalezca para la batalla espiritual de la que
habla la carta a los Efesios ... A esa misma batalla se refiere el libro del Apocalipsis,
reviviendo ante nuestros ojos la imagen de San Miguel Arcángel ... Seguramente tenía
muy presente esa escena el Papa León XIII cuando al final del siglo pasado introdujo en
toda la Iglesia una oración especial a San Miguel Arcángel ... Aunque en la actualidad esa
oración ya no se rece al final de la celebración eucarística, os invito a todos a no olvidarla,
a rezarla para obtener ayuda en la batalla contra las fuerzas de las tinieblas y contra el
espíritu de este mundo" (cfr. Juan Pablo II en Meditación Dominical 24-abril-94).

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