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CHILDREN AS VICTIMS
Liborio L. HIERRO
Universidad Autónoma de Madrid
RESUMEN
PALABRAS CLAVE:
ABSTRACT
KEY WORDS:
3. NIÑOS Y VICTIMAS
5. LEGALIDAD Y OPORTUNIDAD
REFERENCIAS
RESUMEN
Los delitos que tienen como víctimas a niños, particularmente en el ámbito familiar,
plantean los casos más típicos y trágicos de victimización secundaria como
consecuencia de las exigencias del principio de legalidad penal. La consideración del
principio del «interés superior del niño» y la atención a la víctima son dos
perspectivas nuevas en nuestros ordenamientos jurídicos que, en el caso del niño-
víctima, obligan a contraponer al paradigma de la legalidad penal un paradigma de
oportunidad.
PALABRAS CLAVE:
Niños-victimas, victimización secundaria.
ABSTRACT
Whenever children become victims of crime, particularly within the family, most
typical and tragic cases of secondary victimization arise following the demands of
criminal laws. We find two new perspectives in our legal systems with regard to the
principle of «higher interest of child» and to the victim's care, both of which require,
in such cases, the development of a paradigm of opportunity instead of one of strict
legality.
KEY WORDS:
Victim-Children, Secondary Victimization.
(1) Vid. Neil McCormick 1976 y Liborio L. Hierro 1982, 1991 y 1994.
(4) Bajo este punto de vista hay que interpretar el significado innovador de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de Noviembre de 1989 al cumplirse
el treinta aniversario de la Declaración de los Derechos de la Infancia (1959).
jurídico dos cuestiones nuevas: ¿cuándo la familia no satisface los derechos del niño?
y ¿qué tipo de intervención pública ha de sustituir la protección familiar? Esto es: la
definición de la situación de desampara y los sustitutivos de la patria potestad (que
mejor sería denominada « responsabilidad parental»)5.
(5) Michael D. Freeman 1992, pp. 6-7, considera que «la sustitución de los derechos y deberes de los padres por la
responsabilidad parental» es el más fundamental entre los nuevos conceptos de la Children Ad británica de 1989.
(7) Antonio García-Pablos 1988, p. 79: «El declive de la víctima en el sistema penal guarda un estrecho paralelismo con
el nacimiento del propio Estado y del «proceso penal" como instituciones "públicas": el Derecho Penal estatal surge,
precisamente, con la neutralización de la víctima, disociando a ésta de su posición natural unto al delincuente».
(9) Los programas de asistencia a las víctimas se han desarrollado a partir de los años 60 (originariamente en Nueva
Zelanda e Inglaterra) abarcando cuatro ámbitos: asistencia inmediata, restitución a cargo del infractor, compensación
con fondos públicos y asistencia a la víctima-testigo. Vid. García-Pablos 1988, p. 93 y ss.
(11) Vid. M. García Juste, Ana Ramírez y Patricia Barbadillo 1991, p. 97.
(12) El caso de Kitty Genovese se ha convertido en referencia obligada en este tipo de reflexiones. Tras ser asesinada a
la puerta de su casa, el 13 de marzo de 1964,. se comprobó que, durante más de treinta minutos, al menos treintp y ocho
vecinos habían contemplado horrorizados el crimen pero ninguno se sentía moralmente culpable (Vid. Francisco
Laporta 1992, pp. 39-40).
(14) Las clasificaciones son diversas. Freeman 1992, p. 93 y ss. distingue cuatro tipos de «abuso»: el abandono, el daño
físico, el abuso sexual y el abuso emocional. El Instituto Madrileño de Atención a la Infancia distingue entre maltrato
por omisión (negligencia en el cuidado físico, negligencia en el cuidado psicoafectivo y abandono) y maltrato por
acción (maltrato físico, maltrato emocional y abuso sexual) (Vid. IMAIN 1993, pp. 31-32). Ochotorena y Arruabarrena
1991, p. 346 ofrecen el siguiente cuadro:
ACTIVO PASIVO
15) Código Penal, aprobado por Ley Orgánica 1al1995, de 23 de noviembre: Artículo 148 (lesiones agravadas si la
víctima es menor de doce años o incapaz), Artículo 165 (ídem para detención llegal o secuestro si la víctima es menor
de edad), Artículo 153 (violencia física habitual), Artículos 178 y ss. (agresiones y abusos sexuales), Artículos 226, 229,
230 y 232 (abandonos) y Artículos 617 y 622 (faltas de lesiones y de quebrantamiento de la resolución).
Para el punto de vista jurídico penal el mal trato constituye un delito y la legalidad
exige la averiguación del delito y sus circunstancias, la identificación del delincuente,
el debido proceso y la condena final. Luego vendrá la acción resocializadora del
delincuente, en cuanto sea posible, pues tal es la noble finalidad que la Constitución
atribuye a las penas. El proceso penal se rige por la inexorable legalidad y nadie
puede ni debe detenerlo. Para el punto de vista asistencial el mal trato constituye un
atentado específico contra los derechos del niño, y es habitualmente sintomático de
carencias en la estructura y funcionamiento del entorno familiar. Lo que exige es una
terapia que, si ello es posible, reestructure los roles familiares y restribuya al niño a
un entorno afectivo equilibrado. Lo primero, por así decirlo, es la resocialización; la
identificación del culpable o de los culpables, su reproche y su atrición son
instrumentales respecto a aquel objetivo. El proceso terapéutico se rige por una
flexible oportunidad y todo en él depende de una constante experimentación
prueba/error Los problemas que enfrentan a ambos paradigmas de actuación -el
Jurídico y el asistencial- han tenido ya un amplio tratamiento en el ámbito típico de
las jurisdicciones de menores, estos es de la jurisdicción protectora y de la
jurisdicción reformadora, durante mucho tiempo unidas bajo el esquema
«correccionalista». Aunque el balance actual de las reformas operadas en los sistemas
de justicia de menores -normalmente tendentes a separar protección y reforma y a
incardinar equipos psicosociales en el área judicial- arroja hasta ahora un resultado
relativamente incierto l6~ se ha realizado un gran esfuerzo por estructurar
coordinadamente ambas perspectivas y cabe decir que numerosos testimonios
acreditan que los modelos motivacionales de actuación terapéutica (basados
inicialmente en la voluntariedad) han sabido adaptarse a contextos de decisión
normativa mientras que los modelos judiciales de actuación normativa (basados en la
decisión coactiva) han sabido también adaptarse a contextos de finalidad
terapéutica 17.
Pero el problema que se plantea en los supuestos en que el niño es víctima de malos
tratos excede lo conseguido en estos ámbitos ya que se confronta con una
intervención de la justicia penal de adultos la que no ha recibido ninguna de las
influencias señaladas. La tensión entre protección del niño-víctima y ejercicio del ius
puniendi se plantea así en toda su crudeza y bajo la perspectiva, jurídicamente
consolidada, de la primacía del Derecho penal. Ni el juez de instrucción está
habituado a plantearse en tal caso la dimensión protectora sobre el niño, ni está
vinculado por el principio del «interés superior del niño» que parece inspirar
típicamente la legislación de menores, ni cuenta con los equipos psicosociales
adecuados, ni la ley le permite detener o adecuar el inexorable camino de la ley penal
a las necesidades de la víctima 18. En consecuencia, el niño maltratado se convierte
con mucha frecuencia en el caso más típico y trágico de victimización secundaria.
(17) Un buen número de experiencias demuestran que los psicólogos han terminado por aceptar que la protección del
menor requiere contextos coactivos de actuación en los que la participación de los padres no puede depender de factores
meramente motivacionales, y han venido adaptando sus técnicas a estos contextos. También los órganos judiciales se
han adaptado si bien en la medida en que se han operado reformas tendentes a especializar los juzgados de menores (en
el área de protección, en el de reforma o en ambos) y a dotarlos de equipos técnicos. Ocasionalmente se acusa en paises
de nuestro entorno la duda sobre un exceso de desjudicialización y se reclama un retorno a la justicia clásica. En todo
caso hay conciencia de la necesidad de trabajar en un equilibrio entre al paradigma de la intervención psicosocial y el
paradigma de la decisión judicial. Vid., entre otros, Martínez Roig y Ochotorena 1993, p. 119; Commaille 1989, p. 203,
Cirillo y Di Blasio 1991, pp. 120 v ss.
5. LEGALIDAD Y OPORTUNIDAD
Traducido el problema a términos que los juristas podemos entender lo que aquí se
suscita es una confrontación entre dos principios: el principio de legalidad, que
parece regir inflexiblemente la justicia penal de adultos y el principio de oportunidad
que debería regir la acción más conducente a la prevención especial, es decir, a la
resocialización del delincuente y de su víctima. Esto es tanto como decir que, cuando
los niños son víctimas de malos tratos en el seno de la unidad familiar -como es lo
más común- el ejercicio de la acción penal debiera acomodarse a las exigencias del
tratamiento terapéutico del delincuente y de su víctima que ha de tender, en cuanto
sea posible, a recomponer la situación familiar o extrafamiliar que sea más
aconsejable para satisfacer el derecho del niño a la nutrición, al cuidado y a la
educación en un contexto afectivo.
(18) El último párrafo del Artículo 233 del Código Penal, último del Título XII del Libro II, título en que se regulan los
delitos contra las relaciones familiares, obliga al Ministerio Fiscal a instar las medidas pertinentes para la custodia y
protección del menor en casos de abandono pero, naturalmente, ello no incluye disponibilidad alguna sobre la acción ni
la sanción penal.
19) Cita de Gestav Radbruch, Rechtsphilosophie, 1956 (5 a edición), p. 269, que tomo de García-Pablos 1988, p.694.
REFERENCIAS