Está en la página 1de 83

FRANCISCO

MIRA MOYA

SEXO Y DIOS
UNA PRESENTACIÓN DE LAS PRINCIPALES
PERSPECTIVAS DE LA SEXUALIDAD
PUBLICACIONES ANDAMIO ®
C/ Alts Foms n° 68, sót. 1°,
08038 Barcelona.
Tel-Fax: 93/ 432 25 23
editorial@publicacionesandamio.com
www.publicacionesandamio.com
Publicaciones Andamio es la sección editorial de los Grupos Bíblicos
Unidos de España (G.B.U.).

SEXO Y DIOS. UNA PRESENTACIÓN DE LAS PRINCIPALES


PERSPECTIVAS DE LA SEXUALIDAD
Autor: Francisco Mira
© 2005 Francisco Mira © Publicaciones Andamio ®
1ª Edición 2005.
Depósito Legal: ISBN: 978-84-96551-39-8
Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización de los
editores.

Diseño de portada: Joan Cots y Gabriel Penalva Maquetación: Fernando


Caballero
Edición del formato ebook: Sonia Martínez Todas las referencias bíblicas
corresponden a la versión de Reina-Valera de 1960.
A todos los estudiantes de los GBU
y a aquellos universitarios que me han estimulado
a reflexionar y escribir sobre este tema.
ÍNDICE

PRÓLOGO DEL AUTOR

INTRODUCCIÓN

1. LA SEXUALIDAD: UN ENFOQUE RELIGIOSO-TRADICIONAL


1.1. Una perspectiva histórica general
1.2. Una evaluación crítica del enfoque religioso tradicional
1.3. Una perspectiva Católica Romana contemporánea
1.4. Una perspectiva Reformada Protestante
1.5. Conclusión

2. LA NUEVA MORAL SEXUAL


2.1. Aportaciones desde la Biología
2.2. Aportaciones desde la Filosofía
2.3. Aportaciones desde la Psicología
2.4. Aportaciones desde la Sociología
2.5. Aportaciones desde el Movimiento Hippy
2.6. Aportaciones desde la revolución estudiantil
2.7. La transformación desde la Sociedad de Consumo
2.8. Conclusión

3. LA SEXUALIDAD: UNA PERSPECTIVA BÍBLICA


3.1. Dios creador de la sexualidad
3.2. El origen de la sexualidad
3.3. Propósitos de la sexualidad
3.4. Sexualidad y genitalidad
3.5. Sexualidad y personalidad
3.6. Sexualidad y psicología
3.7. Sexualidad y compromiso
3.8. Sexualidad y Educación
3.9. Sexualidad y moralidad
3.10. Conclusión
PRÓLOGO DEL AUTOR

Si alguien en 1970 nos hubiera anticipado los cambios que se iban a


producir en solo treinta años a nivel de criterios y conducta sexual no
habríamos dado crédito y seguro que hubiéramos dicho que eso era
ficción y fantasía sin fundamento. Si, de una sociedad española
denominada por el nacional catolicismo como la reserva espiritual de
Occidente, hemos pasado a la situación actual definida por los medios de
comunicación internacionales como España paraíso de libertades. De una
sociedad conservadora, tradicional, religiosa donde el sexo era tabú, la
censura tajante con cualquier manifestación pública sobre la sexualidad,
estamos en una sociedad consumista y secularizada, donde el sexo ha
dejado de ser tabú y no existen límites, hasta tal punto que las
estadísticas sobre iniciación sexual baten todos los récords de
precocidad, con un elevado índice de embarazos no deseados y donde
los poderes públicos empiezan a reaccionar, impidiendo contenidos
eróticos en horarios infantiles.

El cambio en lo relativo a la sexualidad ha sido brutal, y a juzgar por las


consecuencias poco positivo. Con ello no queremos decir que añoremos
volver a los tiempos pasados, en absoluto, queremos crecer en madurez
en este área como en cualquier otra y eso significa que debemos
detenernos, evaluar, reflexionar e introducir los cambios que sean
necesarios para progresar realmente y no desequilibradamente como ha
ocurrido y está ocurriendo en nuestra sociedad.

Con este libro intento de forma breve, evaluar, comprender y exponer,


cómo, partiendo de una perspectiva tradicional-religiosa restrictiva en
cuanto a la sexualidad, se ha llegado a la nueva moral sexual,
excesivamente permisiva y con una gran capacidad expansiva que
afecta a casi todas las áreas de la vida. Esa transición ha supuesto un
cambio significativo que ha afectado y está afectando a la mayoría de
personas en nuestra sociedad y no precisamente de forma positiva.

Existen muchos libros sobre sexualidad desde la óptica secular y


desde la perspectiva cristiana. Lo distintivo de este radica en su
planteamiento. Consiste en un enfoque expositivo y comprensivo de los
contenidos de los dos enfoques mayoritarios sobre la sexualidad que se
dan todavía en Occidente a principios del S.XXI, y además añade una
valoración crítica de ambos, para finalizar presentando una tercera
opción de carácter universal y trascendente, cuya fuente es la revelación
bíblica. Esta opción se distancia de la primera por su originalidad y
actitud positiva hacia la sexualidad y cuestiona a la nueva moral sexual por
la trivialización y permisividad de un área de nuestra existencia con
muchas implicaciones psicológicas y morales. Debemos recordar y
reconocer que la sexualidad es como los explosivos, bien usada es constructiva
y contribuye al bienestar de las personas; mal utilizada es destructiva y
contribuye a la despersonalización y destrucción de los individuos implicados.

Esta temática tiene que ver con convicciones, valores, y conductas, de


las que cuesta distanciarse, ya que, por su naturaleza, no son
abordables únicamente desde una perspectiva teórica e intelectual.
Debemos reconocer que en este tema, como en otros, la neutralidad no es
posible. Todos, sin excepción partimos de presupuestos ideológicos, sean
de tipo filosófico, político, religioso, o de cualquier otra naturaleza. Por
ello todos los lectores deberíamos estar dispuestos a considerar las tres
alternativas que se exponen en este texto, haciendo un esfuerzo de
comprensión.

Quisiera agradecer a todos aquellos que han contribuido de forma


personal, o a través de su enseñanza, a clarificar, y desarrollar en mí una
visión de la sexualidad y de la espiritualidad integradoras. También y de
forma especial a Francisca Capa, Lourdes Cordero, Edith Vilamajó,
Stuart Park y Francisco Rivero quienes leyeron el manuscrito con
interés, y cuyas apreciaciones han sido valiosas para que este texto sea
más consistente. Por último quiera agradecer a Joan Cots y Gabriel
Penalva su excelente trabajo en el diseño de la portada, fue un
verdadero placer y privilegio los encuentros que tuvimos para ultimar
este trabajo y otros que serían de los últimos que nuestro hermano Joan
Cots realizó antes de partir con el Señor.
INTRODUCCIÓN

El sexo y Dios: solo son cuatro palabras cortas, pero que


yuxtapuestas constituyen una fuente de gran significado para
algunos y de tensión para otros. Algunos dirían que es incluso
blasfemo colocar a Dios y al sexo en una relación tan estrecha.1

Dios y el sexo, espiritualidad y sexualidad son dos temáticas amplias y


genéricas. Separadamente tienen entidad en sí mismas para ocupar un
amplio espacio, pero cuando pretendemos establecer relaciones entre
ambas las posibilidades se multiplican. Estos dos binomios encierran las
claves que nos ayudan a entender lo que está ocurriendo en occidente
desde hace dos mil años y especialmente en las últimas décadas, en un
área de la existencia que es muy significativa. A pesar de la dificultad
que entraña el establecer las relaciones entre estas realidades, por la
importancia y trascendencia de cada una de ellas, quisiera intentar
acometer esta tarea.

Para ello parto de una convicción personal, convicción que se expresa


en la necesidad de integrar toda nuestra existencia con la realidad de
Dios. Sin Él nuestra vida carece de fundamento y significado. Hoy día, si
cabe, esa necesidad se hace más patente. Porque si en el pasado el
problema fue el ver de forma antitética la sexualidad y Dios, en el
presente el problema es haber desplazado a Dios totalmente de la
escena humana, incluida la sexualidad. Para abordar esta delicada
cuestión he optado por el siguiente planteamiento:

1. LA SEXUALIDAD: UN ENFOQUE RELIGIOSO-TRADICIONAL

Este enfoque es conocido y estamos familiarizados con él, después de


una abrumadora presencia que ha durado siglos. Aunque por otro lado
es posible que, debido a los rápi​dos cambios que nuestra sociedad está
experimentando, la generación joven no solo lo desconoce sino que piensa que
es ridículo y está desfasado. En ello, ha influido seguramente, el notable
cambio ideológico y el monocolor énfasis que desde la mayoría de los
medios de comunicación se ha hecho en las últi​mas décadas.

Lo he incluido para paliar dicho desconocimiento, debido a esa natural


falta de trasfondo histórico que caracteriza a casi a todas las
generaciones. El acercamiento a este enfoque será con​ceptual e
histórico; de otra manera sería imposible comprenderlo y analizarlo con
un mínimo rigor.

Dos de las fuentes más citadas corresponden a dos textos: uno es un


clásico de 1960 Amor y vida conyugal, y el otro es la versión actualizada
del Catecismo Católico Romano realizada a mitad de la década de los 90.
La elección de estas dos fuentes ha sido deliberada para que podamos
constatar la continuidad de este enfoque que denominamos religioso
tradicional.
2. LA NUEVA MORAL SEXUAL
En segundo lugar, vamos a explorar lo que podríamos deno​minar la
nueva moral sexual. Es decir, un enfoque más reciente que el anterior, que
se empieza a gestar principalmente en la segun​da mitad del siglo XIX,
como resultado entre otros, de la aportación de diferentes autores que
podemos encuadrar en sus respectivas especialidades académicas.

Se desarrolla durante la primera mitad del siglo XX, como consecuencia


de la obra directa o indirecta de un buen número de autores y activistas
de corte revolucionario. Y eclosiona con toda su fuerza en medio de una
sociedad tradicional hace solo unas déca​das, a través de movimientos
juveniles contraculturales a principios de la segunda mitad del siglo XX.

Finalmente, en las últimas décadas del siglo pasado, esta nueva moral
que en su origen tuvo un fuerte contenido ideológi​co y revolucionario en
su desarrollo, acaba siendo engullida y reinterpretada por una sociedad
consumista, que rompe, si es necesario, con valores tradicionales,
persiguiendo un enfoque más y más materialista de la existencia. Todo
ello, como veremos, hubiera sido imposible, sin la intervención de la
potente industria publicitaria, propulsada por los no menos influyentes
medios de comunicación actuales.

3. LA SEXUALIDAD: UNA PERSPECTIVA BÍBLICA

En tercer lugar, veremos lo que ya he denominado como una


alternativa a la actual y más extendida manera de considerar la
sexualidad en nuestra sociedad, así como también el enfoque
tradicional-religioso.

La pregunta que me formulo es muy básica: ¿Qué dice el Dios de la


Biblia acerca de la sexualidad humana? Esta sencilla cuestión abrirá paso a
consideraciones esenciales y de principios sobre la sexualidad. No podía
ser de otra manera, pues la fuente de la que procede es la más
autorizada de todas: el mismo Creador y Diseñador de esta faceta tan
vital y nunca mejor dicho tan huma​na que es la sexualidad.

En este tercer apartado no me extenderé tanto como qui​siera, aunque


es mucho lo que este enfoque de la sexualidad podría aportar. Me
limitaré a enunciar y desarrollar algunos de los principios y conceptos
principales. Eso nos permitirá enten​der básicamente el enfoque bíblico
de la sexualidad. Dejo para un siguiente libro el desarrollo más completo
de algunas temáti​cas que en este solo se apuntan o ni se mencionan.

Notas:

1 Citado por B.Hybels y R.Wilkins, en El amor tierno, Editorial Unilit,


Miami 1994.pág. 11.
1. LA SEXUALIDAD: UN ENFOQUE RELIGIOSO-
TRADICIONAL

El papa Gregorio I afirmaba que no puede darse placer sexual sin


pecado. Para él la sexuali​dad estaba destinada única y
exclusivamente a la procreación, la sexualidad era una mera
obliga​ción con fines procreativos.

1.1. Una perspectiva histórica general

Este es posiblemente el enfoque con mayor trayectoria his​tórica, el que


más ha afectado a nuestro entorno geográfico y cul​tural de Occidente.
Aquellos que pasamos de los cuarenta hemos recibido esa influencia de
manera mucho más intensa de lo que ha sido en el caso de las nuevas
generaciones. En los últimos treinta años nuestra sociedad ha
experimentado cambios muy importantes. De tal manera, que la
formación, las influencias y los criterios que en este campo están
recibiendo las generaciones más jóvenes no son los mismos que otras
recibieron en el pasado. Por todo ello, un poco de aproximación histórica
nos ayudará a ganar en perspectiva sobre esta cuestión que nos ocupa.

Si algo caracteriza a Occidente es la marca única que el cris​tianismo


ha dejado impresa en nuestra cultura. Podemos afirmar que sería
impensable entender Occidente sin el cristianismo. A pesar de ello llama
la atención que la fe judeo-cristiana tuvo su origen en el Medio oriente y
aunque su vocación es, sin lugar a dudas, universal, el contexto donde
se ha establecido de forma más clara y permanente en los últimos veinte
siglos ha sido en occidente. Llama también poderosamente la atención
que en el último siglo el centro geográfico del cristianismo desde un
punto de vista cuantitativo y de crecimiento se ha desplazado a otros
continentes, como son África, Asia y América.

El período que comprende los primeros siglos de cristianis​mo se


caracterizó por la marginación y la persecución. Los cristia​nos vivían en
medio de una sociedad politeísta, pagana, donde lo religioso estaba
frecuentemente relacionado con lo sexual. Esta práctica sexual religiosa
tan enraizada en aquel momento, y que no era nueva, fue considerada
como inmoral y éticamente inacep​table desde la perspectiva cristiana
naciente.

En el ámbito de las iglesias cristianas no fue una cuestión fácil ni


sencilla. Los nuevos convertidos procedentes del paganis​mo tuvieron
que ser instruidos para poder entender y asumir las implicaciones
morales de la fe cristiana. Los cristianos a nivel per​sonal y las iglesias
como cuerpo recibían una fuerte presión socio-religiosa hacia la
permisividad en ese terreno de la sexualidad.

El reto en aquel momento fue mantener la pureza y la san​tidad en esta


área de la sexualidad, frente a la inmoralidad carac​terística de la
sociedad de los primeros siglos de nuestra era. Es interesante notar la
similitud entre ese momento y el presente. El cristianismo, en aquel
momento, era claramente marginal y mino​ritario, y su influencia social
poco significativa. Esto era así, no solo por razones cuantitativas, sino
porque no había llegado su momento histórico de influencia.

Poco a poco, el imperio Romano, asentado sobre bases ide​ológicas


humanistas y una religiosidad politeísta, fue decayendo no solo en lo
militar, sino también en lo social, y en lo moral, dando paso y
protagonismo histórico a otros pueblos y culturas.

Lentamente el cristianismo crecía y se extendía más y más, no solo por


Occidente entre los llamados bárbaros, sino también por Oriente y toda
la cuenca mediterránea, instalándose amplia​mente en la parte norte del
continente africano, lugar, por cierto, donde alcanzó una extensión más
que notable y que contrasta con su estado actual.

El siguiente momento decisivo para entender el tema que nos ocupa


llega cuando la fe cristiana se convierte en la fe oficial del imperio
predominante. La llegada al poder de Constantino y su conversión al
cristianismo dan a luz un episodio de enormes consecuencias para la
historia y para la fe cristiana en su vertien​te más institucional. La fe del
emperador es impuesta, y se con​vierte en mayoritaria. Lentamente se va
extendiendo por el bien intencionado deseo del emperador hacia todos los
pueblos y súbditos bajo su gobierno. Se empieza a ser cristiano por
nacimien​to y pertenencia geográfica a un imperio y no como resultado de la
convicción personal y espiritual. Ello crea un marco de relacio​nes nuevo y
distinto, pasando del politeísmo del Imperio romano, a la primacía
impuesta por una nueva y malentendida forma de concebir y extender el
cristianismo.

La presencia del Islam en el sur de Europa durante siglos, diluyó y


debilitó la influencia del cristianismo. Durante ese largo período
coincidieron y se alternaron episodios de tensión y con​frontación
religiosa, junto a otros de tolerancia y convivencia pací​fica. Algo
característico de dicho período fue la unión estrecha entre el poder
político-militar y la religión, fuese esta cristiana o islámica.

Con la Reconquista y expulsión definitiva de los musulma​nes y judíos


de España, se abre una nueva etapa con el reinado de los reyes
católicos. Esta durará más de cinco siglos. Entre otras características, se
destacó por la defensa a ultranza de la unidad religiosa como
fundamento de la unidad política. Cinco siglos de maridaje entre Estado
e Iglesia Católica Romana en España y otros países del sur de Europa,
contribuyeron a crear una moral cristiana, que se hizo extensiva a muchas
áreas de la vida y entre ellas la de la sexualidad.

La moral cristiana asume un papel de oficialidad, entrando en una


dinámica de normativización que no tiene suficientemente en cuenta la
conciencia personal, ni tampoco el hecho de que las acti​tudes morales
solo pueden asumirse lícitamente por convicción personal y nunca por
imposición ya sea de tipo oficial o legal. Ese fue uno de los grandes
errores históricos de la iglesia católica.

Así, podemos concluir que la moral tradicional en Occidente ha sido el


resultado de la influencia de las diferentes confesiones cristianas a lo
largo de nuestra historia. Y que la influencia del cristianismo sobre la
moral social se vio acrecen​tada desde el momento en que en casi todo
Occidente se pro​dujeron alianzas de distinto nivel entre el poder político
y la igle​sia como institución.

1.2. Una evaluación crítica del enfoque religioso tradicional

Habiendo considerado la perspectiva histórica, quiero empezar


afirmando que el enfoque religioso tradicional de la sexualidad, desde
esta perspectiva, ha sido un enfoque mayor​mente extrabíblico, legalista,
restrictivo y negativo.

La mayoría de las citas que usaré hacen referencia a la tra​dición


Católico-Romana, sin lugar a dudas la que más influencia ha tenido en
nuestro contexto y que junto a la tradición Ortodoxa es la más
institucionalizada de las tres grandes confesiones cristia​nas. Ellas son
las que han establecido alianzas más estrechas con los poderes
políticos, hasta tal punto, que la sede occidental de una de estas iglesias
se convirtió en un momento de la historia en un Estado político propio.

1.2.1. Extrabíblico

Es un enfoque extrabíblico porque el origen de la mayoría de las


afirmaciones y creencias sobre la sexualidad en este enfo​que no
procede de fuentes bíblicas sino filosóficas. Los grandes autores
cristianos se dejaron influenciar más por concepciones platónicas y
gnósticas, muy extendidas en los primeros siglos de cristianismo, que
por el contenido de la revelación bíblica. El resultado fue que su
concepción de la sexualidad no es bíblica, sino filosófica y con una clara
carga negativa.

Agustín de Hipona, creía que el sexo era el vehículo por el que se


transmitía el pecado original y por lo tanto era algo corrupto.2

Este es un aspecto muy importante a identificar. La moral religiosa ha


estado por siglos partiendo de unos principios que no son bíblicos, lo que
ha conducido a unas posturas sobre la sexua​lidad negativas e incluso
contrarias a una enseñanza bíblica bien entendida. Esa oposición entre
lo sexual y espiritual, entre otros aspectos, fue lo que condujo a la Iglesia
Católica Romana a exigir como obligatorio el voto del celibato según el
cual ningún religio​so (hombre o mujer) podía casarse y tener relaciones
sexuales. Esta opción religiosa que no tiene fundamento bíblico, refleja
una clara oposición a todo lo sexual, más propio de posiciones filosóficas
gnósticas, que a un enfoque cristiano fiel a la Palabra de Dios.

1.2.2. Legalista

Este enfoque también es legalista, y como consecuencia esta moral


religiosa tradicional se impuso a toda la sociedad a tra​vés de las normas,
las leyes, los oficios religiosos y de la influen​cia social de la iglesia por
medio de la educación y de la cultura. Fue tal la presión y continuidad de
este proceso que explica el porqué, hasta hace solo unas décadas,
había cierto consenso social en cuanto a la no existencia de
manifestaciones públicas sobre la sexualidad. Es decir, la sexualidad se
convirtió en el tema tabú por excelencia.

Otro aspecto importante de esta moral sexual tradicional como


consecuencia de su estrecha relación con los poderes públi​cos es que
llegó a imponer, limitar y censurar la mayor parte de las expresiones de
la sexualidad. El resultado fue que aportó a la sociedad cierta contención
a nivel público, pero indirectamente propiciaba una doble moral. Dicho
consenso social producía, como ya hemos mencionado, una aparente
contención, pero a la vez un efecto perverso, pues a pesar de que un
número creciente de personas no estaba de acuerdo, lo importante era
mantener las formas. Ello en gran medida se debía a la presión moral y
social ejercida por la iglesia Católica Romana, dando lugar a una
para​doja. En el nivel privado se daban conductas permisivas y a nivel
público se mantenían las formas, cayendo en un claro ejemplo de
hipocresía, actitud que siempre surge paralela a este tipo de enfo​que
moral legalista y religioso.

La propia iglesia se ha visto afectada por este enfoque lega​lista. Son


bien conocidos de todos los constantes episodios de inmoralidad sexual,
cuyos protagonistas fueron y son los religio​sos. La táctica de la iglesia ha
sido tratar de silenciar estos actos y mantener una apariencia de falsa
piedad. Nada más lejos del espí​ritu bíblico, que partiendo de la verdad,
nos conduce a reconocer nuestros errores, necesidades y nos capacita
para vivir una vida íntegra, sin dobleces.

1.2.3. Restrictivo

Según este enfoque, la sexualidad y el acto sexual se redu​ce al


contexto del matrimonio y aun así, no siempre está bien visto en dicho
contexto, pues se insiste en el hecho de que la finalidad básica del acto
sexual es la procreación.

El papa Gregorio I afirmaba que no puede darse placer sexual sin


pecado. Para él la sexualidad estaba destinada única y
exclusivamente a la procreación, la sexualidad era una mera
obligación con fines procreativos.3

En esa misma línea, limitando todavía más el único fin asu​mido para la
sexualidad en ese momento, otro autor de esa misma tradición, Yves de
Chartres, expone lo siguiente:

aconsejaba a los devotos que se abstuvieran de tener el coito los


jueves en memoria del arresto de Cristo, los viernes como recuerdo
de su crucifixión, los sábados en honor a la virgen María, los
domingos en conmemoración de la resurrección del Señor y los
lunes por respeto a las almas de los difuntos.4

Este enfoque religioso-tradicional de la sexualidad, que es claramente


restrictivo y negativo, no solo es asumido por el cato​licismo romano, sino
que anteriormente a este estuvo muy exten​dido en la mayoría de las
culturas, algunas de ellas mucho más antiguas que el propio
cristianismo.

Es singular y alarmante ver cómo, en todos lados y duran​te


decenas de generaciones de historia de cristianismo, matrimo​nio y
placer, matrimonio y sexualidad se han excluido siempre más o
menos. No quiero decir que la Iglesia sea directamente res​ponsable
de esta dicotomía catastrófica, que tiene un fundamen​to pagano.
En Grecia, el matrimonio tenía por única finalidad la procreación.
En China y Japón sucedía lo mismo.5

Las decisiones que adoptó la iglesia fueron y son erróneas en su punto


de partida, ya que proceden de una visión muy restrictiva y negativa de
la sexualidad más propias del paganismo religioso o la filosofía clásica,
convirtiendo este enfoque de la sexualidad en reli​gioso y restrictivo, pero
no bíblico.

1.2.4. Negativo

Normalmente se ha asociado la sexualidad al pecado, a lo impuro, a lo


moralmente sucio. Todo ello ha propiciado un acer​camiento muy
negativo a esta realidad, como ya hemos visto. Su origen no es reciente,
pero ha persistido en el tiempo.

Derick Bailey ha señalado: San Agustín es bastante respon​sable


de que en nuestra cultura se introdujera la idea, aún muy extendida,
de que el cristianismo considera la sexualidad como algo que lleva
un estigma especial de maldad.6

Con todos estos énfasis que desacreditan la sexualidad, no es extraño


que hasta la década de los 60 del pasado siglo XX, real​mente hubiera
pocas alusiones públicas relativas a la sexualidad. Incluso en el ámbito
más íntimo y personal, como la familia u otros contextos, era un tema
que no se abordaba con naturalidad. Lo sexual había sido y seguía
siendo un tema tabú. No quiero decir que hoy hayamos logrado la
superación completa del tabú de la sexualidad, pues continuamos sin
saber cómo abordar con naturalidad y propiedad todo lo relativo a esta
temática. Pero, evi​dentemente, la atmósfera en la actualidad es muy
distinta de la vivida en otros tiempos.

En otro orden de cosas, este enfoque también ha generado lo que los


psicólogos denominamos casos de represión. Esta apa​rece cuando se
comunica una visión negativa de algo como es en este caso la
sexualidad, cuando se prohíbe, se limita, e incluso se impone, a nivel
social, determinada clase de conducta, sin el asen​timiento o
convencimiento, creando un ambiente que favorece la represión. El
hecho de que en la familia tradicional no se aborda​se de forma natural
esta cuestión, tampoco favorecía el acerca​miento a esta realidad de una
forma sana y constructiva.

Como hemos podido comprobar, el enfoque religioso tra​dicional ha


estado netamente influenciado por la filosofía platóni​ca, la gnóstica y
ciertas creencias paganas. Cuando se afirma que el cuerpo es la cárcel
del alma, se está transmitiendo una visión negativa de todo lo corporal
incluida la sexualidad. Creo que estos planteamientos sugieren,
sutilmente en algunas ocasiones y de forma explícita en otras, que existe
una oposición entre espiritua​lidad y sexualidad. Es decir, es muy difícil
compaginar una espiri​tualidad que incorpore la vivencia de la sexualidad
con todas sus consecuencias, aun en el contexto del matrimonio, al
margen de la procreación.

Por ello es muy importante señalar que el origen de estas afir​maciones


no surge del texto bíblico sino de la obra de diferentes filósofos clásicos
y de algunos llamados Padres de la iglesia, entre ellos dos gigantes del
pensamiento que ya hemos citado: Agustín de Hipona y Tomás de
Aquino. Ambos bebieron de las fuentes de la filosofía griega, llegando a
permear toda su reflexión. Lo que con​dujo a que, en ausencia de un
auténtico criterio bíblico en este tema de la sexualidad, su pensamiento
se identificó con un enfoque ple​namente cristiano, sin serlo en realidad.

Así llegamos a dos de las tesis principales de este enfoque: el placer


físico-sexual es negativo, pecaminoso y la relación sexual tiene como
único fin la procreación.

1.3. Una perspectiva Católica Romana contemporánea

Hasta aquí hemos hecho referencia a autores clásicos, y hemos


recordado el trasfondo histórico-ideológico de esta temáti​ca. Por ello
quizás convenga acercarnos a autores algo más con​temporáneos y así
poder comprobar cuál ha sido la evolución sobre el tema de la
sexualidad dentro de esta perspectiva religio​so-tradicional.
Con ese fin voy a hacer algunas referencias a un autor reconocido en
este campo, Monseñor Franz von Streng y a su obra Amor y vida
conyugal. En este punto coincide esencial​mente con los autores clásicos
citados anteriormente: la sexuali​dad y el acto sexual quedan reducidos al
ámbito del matrimonio y, en ese contexto, la finalidad básica del acto
sexual es la repro​ducción. Hay que reconocer, sin embargo, que este
autor católi​co de hace solo unas décadas supera conceptualmente en
este tema a autores cristianos clásicos como Agustín de Hipona y Tomás
de Aquino. Continúa escribiendo y desarrollando esta cuestión en los
siguientes términos:

El matrimonio es, pues, la comunidad de vida y de amor entre


hombre y mujer deseada por Dios. Su fin primero o misión
primordial es la procreación y la educación de los hijos. Sus fines
secundarios son el mantenimiento del amor, la satisfacción de los
instintos sexuales, dentro de las normas de orden natural, y la
mutua ayuda para el logro de los restantes bienes temporales y
eternos y los demás fines de la vida.7

Ampliando y clarificando este último párrafo llega incluso a


comunicarnos ciertos progresos, pues se aleja de una idea negati​va y
pecaminosa de la sexualidad en el matrimonio. La lástima es que no
enfoca bien toda la cuestión de los métodos anticoncepti​vos como
veremos más adelante.

El hecho de que los esposos deseen, busquen y realicen cor​poral


y espiritualmente la unión conyugal, como satisfacción per​sonal
inmediata de sus tendencias instintivas, no está en oposi​ción con el
principio esencial del matrimonio, ni siquiera en el caso de que no
deseen tener hijos, con tal de que el acto sexual se realice de
conformidad con las leyes de la Naturaleza, que el fin primordial del
matrimonio, que es la procreación, no sea inten​cionadamente
descartado y sean moralmente irreprochables los motivos que
inducen a los esposos a realizar el acto sexual.8

Pienso que estas citas en sí mismas resumen e ilustran cla​ramente la


línea de enseñanza doctrinal de la iglesia católica romana desde un
enfoque religioso tradicional en relación a la sexualidad y al acto sexual.

Todavía más cercano a nosotros está el texto del Nuevo Catecismo


editado por la iglesia católica romana a finales de la década de los
noventa. Cito algunos artículos de este que sinteti​zan su postura al
respecto:

Por su naturaleza misma, la institución misma del matri​monio y el


amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación
de la prole y con ellas son coronados como su culminación.9

Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matri​monio:


el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden
separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin
alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes
del matrimonio y el porvenir de la familia.

Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situa​do


bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.10

La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor


conyugal tiende naturalmente a ser fecundo... Por eso la iglesia,
“que está a favor de la vida” (FC 30), enseña que todo “acto
matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida” (HV
11). “Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está
fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido
establecer entre los dos significados del acto conyugal: el
significado unitivo y el significado procreador.11

En el fondo, esta postura aunque parece más avanzada que la de los


primeros padres de la iglesia, no lo es tanto y continúa poniendo en
evidencia una incomprensión profunda de la finali​dad primordial de la
sexualidad desde la óptica bíblica por parte del Magisterio de la iglesia.
Dios crea la sexualidad para favorecer la comunión profunda y
significativa entre el hombre y la mujer, y el significado unitivo tal como lo
describe el Magisterio católico romano no está necesariamente y
siempre relacionado con el sig​nificado procreador. La relación sexual entre
esposos tiene senti​do, es legítima y produce comunión, y bienestar al
margen de la finalidad procreadora. No entender bien esta cuestión
seguirá poniendo de manifiesto una perspectiva errónea y parcial de la
sexualidad que contribuye a seguir manteniendo una desconfian​za entre
sexualidad y espiritualidad. El acto sexual cuya finalidad es el placer y el
desarrollo de la intimidad matrimonial y no enca​minado a la procreación
es tan espiritual en sí mismo como el que está dirigido exclusivamente a
esta última.

Una derivación de estos conceptos es el hecho de que, desde esta


perspectiva religiosa tradicional, no está bien visto, por ejemplo, el uso
de los anticonceptivos, caso aparte de los llama​dos métodos naturales
como son: el método Ogino-Knaus, la tem​peratura basal, etc. Aún y
cuando muchos fieles católicos no esta​rían de acuerdo con estos
planteamientos, lo cierto es que esta ha sido la postura oficial y la norma
enseñada durante siglos.

La continencia periódica, los métodos de regulación de


nacimientos fundados en la autoobservación y el recurso a los
períodos infecundos (cf. HV 16) son conformes a los criterios
obje​tivos de la moralidad. Estos métodos respetan el cuerpo de los
espo​sos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de
una libertad auténtica. Por el contrario, es intrínsecamente mala
“toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su
realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se
proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación.12

El problema aquí es que el límite moral en relación al uso de métodos


anticonceptivos, se sitúa entre los métodos naturales y los artificiales. Como
veremos cuando lleguemos al enfoque bíblico, este es mucho más
riguroso en términos de moralidad, al hablar de métodos abortivos o no
abortivos.

El catolicismo romano es un enfoque religioso y tradicional y no


necesariamente bíblico en este aspecto como tampoco en otros. Primero
por no haber entendido bien la perspectiva bíblica de la sexualidad en la
Creación, destacando el fin de la procrea​ción como el primero y único
legítimo. Segundo por la incom​prensible obligación impuesta a los
religiosos del celibato o la imposibilidad de ser ministro de culto y casado
a la vez. Con ello comunican que los religiosos de primer nivel se privan
de la rela​ción sexual obligadamente, los de segunda categoría sí pueden
casarse y tener relaciones sexuales pero aún en esos casos deben estar
orientadas primordialmente a la procreación. El verdadero enfoque
bíblico no distingue entre cristianos de primera y de segunda en esta
cuestión ni en otras. Todos los cristianos pueden casarse y no están
obligados a mantenerse célibes: esa es una cuestión de don y plenamente
voluntaria. Los apóstoles y los res​ponsables de las primeras iglesias
cristianas siguieron la pauta bíblica En su mayoría eran padres de
familia, pues nunca la ense​ñanza bíblica vinculó la fiel profesión de la fe
al celibato; más bien al contrario dio por sentado que el celibato era la
excepción y no la regla y mucho menos obligada para ser considerado
digno del ministerio cristiano. Siguiendo este enfoque religioso, aquellos
que tienen vocación al ministerio se ven y se han visto sometidos a una
tensión y represión de la sexualidad innecesaria y que en no pocos
casos ha provocado el efecto contrario, derivando en una práctica sexual
inmoral a todas luces. En tercer lugar, la idea trans​mitida por el clero en
su enseñanza eclesial no ha sido fiel ni libe​radora en este tema de la
sexualidad, y esa misma perspectiva des​confiada y negativa de la
sexualidad es la que han transmitido a través de su potente presencia
social y de las instituciones educa​tivas religiosas. De forma muy
particular eso es lo que transmite el controvertido cineasta español
Pedro Almodóvar en su película La mala educación.

1.4. Una perspectiva Reformada Protestante

Antes de concluir la consideración a grandes rasgos del enfoque


religioso tradicional que se ha dado a la sexualidad, qui​siera hacer un
último apunte histórico. Principalmente a raíz de la Reforma Protestante
del siglo XVI, se producen cambios impor​tantes en el seno de la llamada
iglesia cristiana. Dicha reforma supone de facto la segunda gran división
en la cristiandad, esta vez dentro de la Iglesia Cristiana de Occidente: el
catolicismo romano y las iglesias protestantes.
En este segundo y nuevo grupo de iglesias el punto de refe​rencia, en
primer lugar es el papel concedido a Dios, a través de su Palabra. Esta
nueva posición dio lugar a otros cambios como fue la tendencia hacia la
separación Iglesia-Estado en los países occidentales que fueron
afectados por este poderoso movimiento espiritual de reforma dentro de
la iglesia cristiana. Es cierto que, si bien no se produce en todos los
casos con la misma fuerza y cla​ridad, sí que se señala una nueva
dirección en ese sentido.

Todo ello trajo consigo nuevas perspectivas y actitudes rela​tivas a la


sexualidad y a otras áreas de la vida. A partir de ese momento las
iglesias y los creyentes no asumen determinadas conductas por que
formen parte de la tradición religiosa previa o de la legislación general
establecidas por sus gobernantes. La ética y la conducta se derivarán de
la nueva concepción que provee el texto bíblico y no de otras fuentes,
sean estas religiosas o filosófi​cas del signo que sean.

Por ello debemos reconocer que existen diferencias en el tratamiento


de la sexualidad entre aquellos países donde triunfó la Reforma
Protestante respecto de los de tradición Católica Romana, así como de
los de tradición ortodoxa.

La actitud de los reformadores protestantes hacia la sexua​lidad


humana fue de mayor aceptación; pero les preocupaba la lujuria en
un mundo caído, y por ello instaban a refrenarla tanto dentro como
fuera del matrimonio. Algunos sin embargo tuvie​ron un enfoque
más positivo. Jeremy Taylor, por ejemplo, en The Rule and Exercise
of Holy Living and Dying (La regla y ejercicio de vivir y morir en
santidad), animaba las relaciones sexuales para aligerar y aliviar
las preocupaciones y tristezas del hogar, o para apreciarse más el
uno al otro.13

Los puritanos trataron de elaborar una base cristiana seria para el


matrimonio y la vida familiar; quizás su diferencia más radical del
punto de vista católico y anglicano fuera en lo refe​rente a la
convicción de que el propósito principal del matrimo​nio era el
compañerismo, y que una sexualidad saludable dentro de la
relación conyugal formaba parte indispensable de dicho
compañerismo.14

Si bien es cierto que todas las iglesias siempre deben estar en proceso
de renovación, esa no ha sido la constante histórica. Por ello, aún en los
países de tradición Reformada, las iglesias cayeron en un patrón
religioso-tradicional, que aunque cualitativamente fue diferente al de las
iglesias católico romanas como hemos comproba​do en este apartado, de
forma genérica también se podría decir que en algunos aspectos
participó de este enfoque religioso tradicional.

1.5. Conclusión

Aunque no es fácil realizar una valoración general de todo lo que este


enfoque ha supuesto a lo largo de la historia, si lo con​trastamos con la
etapa anterior, creo que su aportación es induda​blemente más
constructiva y se acerca algo más al propósito de Dios para la
humanidad que las tradiciones previas al cristianismo tanto en oriente
como en occidente.

Pero si lo comparamos con el cristianismo bíblico, con el que no


debiéramos confundirlo, entonces la aportación de este enfoque es
pobre y queda muy lejos de lo que podría haber sido una influencia
mucho más fructífera y positiva.

Al contrastar el enfoque religioso-tradicional con la pers​pectiva bíblica,


hemos podido observar que este enfoque llega a algunas posturas
extremas y en general ha contribuido a desarro​llar concepciones
generalmente negativas de la sexualidad

Tampoco debería extrañarnos ni sorprendernos la crítica que de este


enfoque tradicional-religioso hace la llamada nueva moral sexual. Eso lo
veremos en el próximo capítulo de forma más detallada.

La crítica que se puede hacer de este enfoque es doble: en primer


lugar y más importante, es que no toma la revelación bíbli​ca como el
punto de partida claro y definido. Más bien lo que hace es tomar a ciertos
autores cristianos como principal referencia.

Debido a que dichos autores, en su momento, no acertaron en su


comprensión de esta temática, aunque en otras áreas sean autores que
han realizado excepcionales aportaciones, en el tema de la sexualidad
su influencia fue claramente negativa. En segundo lugar, la perspectiva
que muestran acerca de la sexualidad es en general negativa y
restrictiva, perdiendo de vista mucho de la pro​fundidad y hermosura con
que Dios la dotó. La relación entre Dios y el sexo en este enfoque, si no
es antagónica, es una visión poco positiva, y poco favorecedora de todo
el desarrollo y comprensión de lo que es la sexualidad.

Notas:

2 Citado por B. Hybels y R. Wilkins, en El amor tierno, Unilit. Miami,


1994. pág.12.

3 B.Hybels y R.Wilkins, El amor tierno, Unilit, Miami 1994, pág. 12.

4 Citado por Richard J. Foster en Dinero, Sexo y Poder, Betania. Miami


1989. Pág. 83.

5 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Editorial La Aurora.


Buenos Aires 1975. Pág. 20.

6 Richard J. Foster. Dinero, Sexo y Poder. Betania.Miami 1989. Pág.


83.

7 M.Franz von Streng, Amor y vida conyugal, Daimon, Barcelona 1963.


Pág.16

8 M.Franz von Streng, Amor y vida conyugal, Daimon, Barcelona 1963.


Pág.17

9 Art. 7. El Sacramento del matrimonio. 1652.


10 Art. 6. El Sexto mandamiento. 2363.

11 (HV 12; Pío XI, enc. “Casti connubii”). Art. 6. El Sexto mandamiento.
2366.

12 (HV 14). Art. 6. El Sexto mandamiento. 2370.

13 R. J. Foster, Dinero, Sexo y Poder. Ed. Betania, Miami 1989. Pág.


83.

14 R. J. Foster, Dinero, Sexo y Poder. Ed. Betania, Miami 1989. Pág.


13.
2. LA NUEVA MORAL SEXUAL

En los sesenta, la píldora y el movimiento Hippy pregonaron el


amor libre, el sexo alegre; en los ochenta, la irrupción del sida
provocó un rearme moral y un retroceso, y desde finales de los
noventa puede hablarse de un cierto boom sexual.

Este enfoque es el que predomina en las sociedades occi​dentales de


principio del S.XXI. En Occidente se ha pasado en menos de medio siglo
de un extremo de recato y represión públi​ca en todo lo relativo a lo
sexual, a otro de decidida permisividad con muy pocos límites. Por ello
nos interesa mucho entender cuál ha sido el proceso a través del que
hemos llegado al presente esta​do de cosas, en lo relativo a la moral
sexual, en el contexto occi​dental. Es interesante destacar que la nueva
moral sexual que en sus primeras décadas surgió como una tendencia
propiamente de Occidente, se está extendiendo rápidamente a otros
contextos y a otras culturas, convirtiéndose en otro de los resultados de
la lla​mada globalización.

Creo que es importante notar que durante el siglo XIX Europa vivió una
etapa en la cual continuaba a la vanguardia en cuanto a generación de
ideas. Es en nuestro continente donde fue gestándose lo que se podría
llamar una nueva moral. Esta poco a poco se extendió a todas las áreas
de la existencia, incluida la de la sexualidad. Como mencionaba en la
introducción, esta nueva moral sexual eclosionó en la segunda mitad del
siglo XX, en Occidente, a partir de los años sesenta. En esa época
surgen varios movimientos sociales que hacen aflorar todo lo que se
había esta​do gestando a lo largo de las décadas precedentes.

Desde varias disciplinas académicas, se hicieron toda una serie de


aportaciones, que produjeron un cuerpo de doctrina que partía de
premisas radicalmente distintas a las tradicionales. Estas se habían
asociado generalmente con un enfoque religioso, un cristia​nismo
nominal e institucional. Dichas aportaciones iban a sentar nuevas bases
desde la filosofía, las ciencias y también la ética.

Quisiera hacer referencia solamente a cuatro disciplinas que, a mi


parecer, han tenido una influencia decisiva en lo que podríamos
denominar la elaboración de un fundamento ideológi​co para este nuevo
enfoque de la moral en general y sexual en particular. Esta aportación
teórica era del todo necesaria, porque a lo que se tenía que enfrentar
esta nueva moral sexual, era a un enfoque religioso tradicional que ya
hemos considerado en el capítulo anterior, y que durante siglos, había
estado presente en Europa y Occidente. Hacer frente a dicho enfoque no
se podía hacer de forma superficial Se requería una argumentación
sólida, y ése fue el proceso que se siguió.

Las referencias que haré a esas cuatro disciplinas académi​cas que he


mencionado no serán extensas, pero sí suficientes para entender el
alcance de su influencia en cada caso, siempre en rela​ción a la cuestión
que nos ocupa.

2.1. Aportaciones desde la Biología

Desde mediados del siglo XIX, las ciencias, en general experimentaron


importantes avances, y cada vez más se iba perfi​lando el significativo
papel de estas, sobre todo en el progreso y en la mejora de las
condiciones de vida para el conjunto de la sociedad. Su prestigio iba en
aumento como exponente de la capacidad casi ilimitada del ser humano
en términos creativos y de producción.

Desde el campo de estudios de la biología, y sobre todo a partir de la


publicación y difusión de las tesis evolucionistas de Darwin y otros
autores posteriores, surgió por primera vez la idea de que el ser humano
es un animal más con todas las implicacio​nes que ese concepto supone.
Hasta entonces, tradicionalmente se había considerado al hombre como
un ser diferenciado del resto del mundo animal, y además superior a
todas las demás especies. Aún a pesar de las distintas concepciones
filosóficas y religiosas de cada uno, existía ese consenso ideológico. Con
Darwin y sus tesis evolucionistas el hombre empieza a ser consi​derado
un eslabón más en la cadena de la evolución, un animal como los
demás, el más desarrollado, pero animal al fin y al cabo, a todos los
efectos.

No es de extrañar que algunos autores, principalmente no científicos,


aceptaran esa tesis como punto de partida para desarro​llar sus ideas,
llegando a establecer la siguiente conclusión: si como en el caso de
otros animales, lo que rige en cuanto a la conducta sexual es el instinto,
también será así en el caso del ser humano como animal más
evolucionado que es. Un exponente contempo​ráneo de este enfoque lo
encontramos en la siguiente cita:

Somos una especie arrogante. Se ha dicho que nuestra


superioridad ante los otros animales, en términos de nuestra
capacidad de razonar y discriminar, nos ha acercado más a los
ángeles que a los chimpancés. Quizá por ello, al creer que somos
dueños de nuestro destino, pasemos por alto la idea de que no
dejamos de estar sometidos a los imperativos biológicos de nues​tro
cuerpo. Nos olvidamos que, a fin de cuentas, como otros ani​males,
lo que somos y el modo en que vivimos está dictado sobre todo por
los mensajes que moldean e informan nuestro cerebro.15

Una de las consecuencias naturales resultado de una con​cepción


evolucionista del ser humano, es considerar no solo que el hombre es un
animal más, sino que la dimensión sexual huma​na está regida por el
instinto o por esa información que llega a nuestro cerebro y que este
traduce en impulsos de tal intensidad que no pueden ser controlados por
la voluntad. La implicación de esa opinión es que el ser humano no debe
esforzarse por limitar el curso natural de sus instintos. Si lo hace, corre el
riesgo de fallar estrepitosamente. En ello concuerda la siguiente cita, que
es parte del mensaje de la Dra. Ruth Westheimer a estudiantes
universitarios: Jóvenes, es irreal querer que esperéis. Vuestra líbido (o impul​so
sexual) es demasiado intensa.16

La consecuencia de estas tesis en otro nivel de nuestra con​sideración,


es que si los impulsos sexuales del ser humano proce​den de una fuente
instintiva, genética, estos deberán ser satisfe​chos de alguna forma, de lo
contrario producirán tensiones inso​portables que afectarán a la
conducta, produciendo daños casi irreparables en la persona o en las
personas a su alrededor, como consecuencia de la represión de dichos
impulsos.

Es interesante notar que lo que produce esta aportación, es un cambio


profundo de paradigma, coloca a las fuerzas biológicas impersonales,
producto del azar ciego, en el origen de todo, inclu​so más allá de los
valores. Dichos valores se verán como una de las consecuencias de la
civilización o de la religión.

Como un ejemplo de esta línea de pensamiento, vemos como el peso


de lo instintivo, de lo heredado genéticamente, se pone todavía más
claramente de manifiesto en la siguiente refe​rencia:

La diferencia en la energía sexual no es la única diferen​cia sexual


entre hombres y mujeres. Los hombres nacieron para ser más
promiscuos. No parece caber duda de que el varón sería promiscuo
en su elección de compañeras sexuales a lo largo de la vida si no
existiesen restricciones sociales... La hembra humana está mucho
menos interesada por una variedad de compañeros.17

Como decíamos, lo biológico, lo instintivo, se coloca por encima o por


delante de lo moral. Si algo está instintivamente diseñado y programado,
eso justifica dicha conducta. Un ejemplo de esto lo vemos en la cita
anterior, donde la promiscuidad mas​culina se justifica en base a la
biología. Estamos delante de un cambio muy sutil pero profundo. En
otras palabras, la biología supera a la ética y a los valores, estos no se
ven como esenciales para regular nuestra conducta, sino como un
producto posterior y a menudo entorpecedor de los procesos naturales.

Los avances científicos son tan colosales, que incluso nos permiten
pensar en modificaciones de nuestra conducta sexual, cuestionando
primero la moral cristiana (aunque podría haber sido otra) e incluso llegar
a prescindir de cualquier norma ética, porque lo que es posible para la
ciencia se convierte en exigible, sin tener en cuenta ningún tipo de
consideración moral:

Si las diferencias sexuales, una vez reconocidas, se consi​deran


malas, dañinas e injustas, existe un modo de eliminarlas. Pero no
se hará por medio de la educación, la propaganda o el decreto.
(Hace casi dos mil años que una filosofía fuertemente motivada,
intelectualmente rigurosa y moralmente coherente desempeña un
papel principal en la civilización occidental; pero nos queda un buen
camino antes de que el cristianismo nos con​venza a todos de que
nos amemos los unos a los otros, antes de que renunciemos a la
envidia y al adulterio, antes de que los humil​des hereden la tierra).
No, si queremos eliminar las diferencias sexuales hemos de
emplear el medio que las creó en un principio; hemos de cambiar el
cóctel biológico de la Creación. Contamos, como dicen, con la
tecnología. Introduciremos el esperma elegido en óvulos
adecuados en un entorno clínicamente estéril; y, habien​do decidido
cuál debería ser la norma de la sociedad (los hombres menos
agresivos o las mujeres más, las mujeres menos sensibles a las
exigencias de la maternidad/paternidad, o los hombres más
sensibles a ellas).18

No sabemos si el propio Darwin estaría de acuerdo con estas


formulaciones. Lo cierto es que otros autores han usado y desarrollado
sus tesis, junto a las propias, para llegar a determina​das conclusiones,
como las que acabamos de enunciar.

¿Quién decide estas cuestiones? ¿Cada uno de nosotros, los


científicos, los políticos, los legisladores? El ser humano ha llega​do a tal
punto del conocimiento que parece no necesitar de Dios para establecer
y lo que es correcto. Lo que con ello se ha conse​guido ha sido situar la
conducta sexual humana en el campo de lo biológico, de lo meramente
instintivo, eliminando la dimensión ética y moral de dicha conducta
sexual.

2.2. Aportaciones desde la Filosofía


De forma paralela a la biología, la filosofía desarrolló a tra​vés de la
aportación de un amplio conjunto de autores, lo que podríamos llamar un
enfoque ateo, materialista, relativista de la existencia. La idea
emblemática de este enfoque fue la acuñada por Nietzsche:

El mayor acontecimiento de nuestro tiempo —que Dios está


muerto, que la fe en el Dios cristiano es del todo punto inve​rosímil
— comienza a proyectar sus primeras sombras sobre Europa.19

Este mismo biógrafo Ivo Frenzel intenta matizar esta afir​mación cuando
dice:

Hay que tener en cuenta que Nietzsche actúa en esta for​mulación


como un mero diagnosticador, como notario de un hecho: constata
esa muerte, pero no se erige en autor de la misma. Por ello se
equivoca Ernst Bertram cuando, en sus comentarios sobre
Nietzsche, afirma que él era el asesino de Dios.20

Lo cierto es que esta afirmación de Nietzsche ha tenido una


trascendencia que ha llegado hasta niveles impensables. No solo esa
frase, no solo esa afirmación; es el conjunto de su obra unida a la de
otros autores, algunos que le precedieron y otros contempo​ráneos
suyos, lo que dio lugar a un planteamiento nuevo en todo lo que tiene que
ver con la concepción del hombre y la moral.

Esa nueva concepción del hombre y de todo lo referente a la necesidad


de una nueva moral, humanista, materialista, e intras​cendente, queda
claramente reflejado en esta cita:

Esta hora es el momento en que el hombre tiene que comen​zar a


elevarse sobre sí mismo, dado que la suerte, la razón, la vir​tud, la
justicia y la compasión carecen de valor para él. Los ras​gos
esenciales del nuevo evangelio prometen un reino de este mundo
sin trascendencia; puesto que Dios ha muerto el hombre solo
puede aspirar a superarse a sí mismo. Una religión sin Dionisios.
Pero tal cosa solo es posible mediante la afirmación vital de la
propia vida: así, frente a la moral cristiana, se ensal​zan los placeres
de la carne, sobre todo se recalca la importancia de la existencia
física.21

A partir de ese momento, desde una perspectiva intelectual y filosófica,


quedó establecido un nuevo fundamento: se puede ser hombre sin
necesidad de Dios. El ser humano ha llegado a su mayoría de edad y
debe despojarse de ideas que le atan, le limi​tan. A partir de entonces se
verá a Dios no como el Creador, sino como la creación de algunos
hombres, como una muleta, como un obstáculo para el desarrollo de
todo su potencial personal.

Nietzsche acuña otro concepto que es el de superhombre. Este


superhombre es una persona superior que no necesita de conceptos ni
creencias religiosas, sino que se vale por sí mismo. De hecho, la visión
que Nietzsche tiene de los cristianos, es una visión muy negativa. El
cristianismo es, para él, sinónimo de debilidad.

El superhombre, el hombre superior, aristócrata, domina​dor


tiránico, héroe, es el valor máximo, la culminación de la sociedad
humana y de su historia 22

Lo significativo de esta aportación de la filosofía es que a partir de


estas afirmaciones los valores y la ética quedan relativizados. Si Dios ha
muerto, el hombre es dios para él mismo, por lo tanto se convierte en un
ser autónomo. No debe dar cuentas a alguien superior a él, no existen
normas de conducta absolutas para todo ser humano, en todo momento
de la historia, en todo lugar geográfico.

La ética y la conducta sexual, así como otras conductas, se regirán a


partir de ese momento por criterios humanistas, relativos y subjetivos.
Dios, su Palabra, la ética cristiana derivada de la Biblia, así como la
resultante de la religiosidad-tradicional no son referentes significativos
desde este nuevo enfoque. La importancia de esta aportación radica en
relativizar todos los valores, eliminan​do de la escena a Dios como único
garante de valores absolutos. Comunica la idea que se puede vivir sin
Dios, idea que no es nueva en su formulación. Si Dios hubiera muerto en
realidad, esta sería la idea más brillante, liberadora y revolucionaria
jamás acuñada. Pero si por el contrario Dios aún vive y es real, sería la
idea más peli​grosa, destructiva y dramática jamás creada.

2.3. Aportaciones desde la Psicología

Las aportaciones realizadas por Sigmund Freud le convier​ten en uno


de los autores más significativos en el terreno de la sexualidad desde la
perspectiva psicológica. Esta parte de su obra como la del resto de
autores citados en las otras disciplinas aca​démicas, contribuyeron a
sustentar y desarrollar esta nueva moral sexual.

En las primeras etapas de Freud como terapeuta, le sor​prendió el alto


índice de contenido sexual y erótico que sus pacientes le compartían en
la consulta. Todo ello le llevó a pensar en la importancia de la dimensión
sexual en el desarrollo psicoló​gico de la persona, y en otro orden de
cosas en el papel represi​vo que la cultura, la sociedad, la religión y la
familia ejercían al respecto.

Quizá no haya ningún aspecto de la vida humana en cuya


comprensión y praxis se haya dejado sentir tanto la revolución
freudiana como en el de la sexualidad, precisamente porque a partir
de ella ha dejado de ser un aspecto para convertirse en una
dimensión totalizante del psiquismo y, a través de él, de la vida
humana misma. El descubrimiento de la sexualidad infantil y el
estudio de las perversiones sexuales fueron los fundamentos de la
ampliación totalizante de la sexualidad.23

Freud relaciona, el desarrollo de la personalidad con el de la


sexualidad. Las diferentes fases del desarrollo de la personalidad las ve
desde la óptica de la sexualidad, y cada momento de esas fases se
asocia con un órgano que tiene un papel preponderante en cada etapa
del desarrollo personal. Esta consideración de la sexualidad desde la
perspectiva psicológica, concedió por primera vez a esta rango de objeto
de estudio científico. Y además situó la sexuali​dad en un lugar
prominente de la personalidad y su desarrollo.
En el año 1905 Freud publica otra de sus obras funda​mentales:
Tres ensayos sobre la vida sexual. En su opinión la más importante
junto con la interpretación de los sueños... Desde luego fue un libro
que contribuyó sobremanera en la impopularidad de Freud. Era
mucha cosa aquello de la sexua​lidad infantil. Durante dos décadas
las críticas fueron feroces. Hoy su punto de vista sobre la
sexualidad, en lo fundamental, es una de las mayores aportaciones
de la Psicología y de la Antropología.24

Así pues, todo este cúmulo de aportaciones teóricas, fue propiciando


un clima distinto, en el cual, desde la racionalidad, desde posiciones
ideológicas modernas y progresistas, se intenta romper con un pasado en
el que la experiencia sexual había sido determinada por un enfoque
religioso restrictivo y represivo. A partir de este momento el énfasis será
doble: por un lado la natu​ralidad de la sexualidad en su componente
instintivo y como fac​tor característico del desarrollo de la personalidad, y
por otro lado el cuestionamiento de la civilización, de la cultura, de los
valores, de las normas por su efecto represor de lo que se entendía
como una sexualidad liberadora y natural.

Entre otros factores, la libre circulación del erotismo se debe a


que la sexualidad genital entró en los libros científicos desde Freud;
aunque hoy día existan muchos menos psiquiatras que hace treinta
años dispuestos a admitir sin más la línea interpre​tativa freudiana,
esa postura se ha hecho calderilla en novelas, películas y
comentarios de prensa... Pero de cualquier modo, partiendo de
bases materialistas, en Freud lo sexual —satisfecho o reprimido—
es considerado la realidad primaria, fuera de cualquier referencia
moral.25

Como ya he dejado entrever, las resistencias sociales, y reli​giosas,


tradicionales que estos autores e ideas tuvieron que vencer fueron muy
importantes. No fue fácil para ellos en lo personal, ni tampoco en lo
teórico. Hubo mucha oposición, y fue necesaria mucha convicción y
coraje para defender estas nuevas ideas. Podremos estar o no de
acuerdo con sus posiciones pero lo cier​to es que tuvieron que hacer
frente a importantes presiones, sobre todo procedentes de posturas
conservadoras y tradicionales.

2.4. Aportaciones desde la Sociología

Desde la sociología, o la psicosociología, hay un autor que es clave


para entender la nueva moral sexual, este es Wilhem Reich. A este autor
se le ha denominado como el profeta de la revolución sexual.

W. Reich, ignorado durante un cuarto de siglo, y después de


haber estado de moda durante algunos años en los salones de
vanguardia y entre los jóvenes del movimiento estudiantil, es
con​siderado por muchos como irremisiblemente superado...
De Marchi escribe más adelante: W.Reich, es el ingenio más
revolucionario de nuestro tiempo26

... quizás mi sentido moral rechaza estas charlas: y sin embargo,


basándome en mi experiencia y en la observación de mí mismo y
de los demás, he llegado a persuadirme de que la sexualidad es el
centro de gravitación alrededor del que gira, no solo la vida íntima
del individuo, sino también la vida social...27

Reich es deudor y seguidor de K. Marx y F. Engels por su aportación


teórica y práctica. El Marxismo en su momento como nueva concepción
ideológica, económica y política abordó temas como la propiedad, la
familia etc., proporcionando un marco teó​rico a partir del cual
fundamentar nuevos enfoques e ideas acerca de la sexualidad.

En la psicología social contemporánea pocos nombres han sido


tan ensalzados y vituperados como el de Reich, el gran
inves​tigador alemán cuyo pensamiento, formado en el psicoanálisis
y más tarde enriquecido con el marxismo, ha revolucionado no solo
las bases de la psicología sino incluso aspectos importantes de
otras disciplinas.28

W. Reich fundamentó teóricamente, con unas fórmulas sin​gulares, que


las relaciones sexuales abiertas son necesarias y son señal de salud
mental. Desarrolló una teoría del orgasmo y la rela​cionó con otra teoría
de descarga física y emocional que llegó a formular matemáticamente.

Podemos estar de acuerdo o no con su desarrollo teórico, pero sus


conclusiones, afirmando que la represión resultante de la limitación de la
libertad sexual principalmente durante la juven​tud, puede producir
problemas personales y estancamiento social, se van a extender
rápidamente dando lugar a cambios morales y sociales de gran
trascendencia.

La represión de la libertad espiritual y crítica mediante la represión


sexual, es por ello uno de los fines principales del orden sexual
burgués. Se exige la abstinencia con una insistencia particular
durante la adolescencia porque es en aquel período que los
jóvenes empiezan a rebelarse contra la disciplina doméstica.29

Él, al igual que otros autores, veía en las pautas de conduc​ta sexual
tradicionales la causa de la perpetuación del orden social establecido, y
afirmaba que solo se produciría un cambio social a gran escala, si se
lograba romper con la ética religiosa y tradicio​nal de la sexualidad y de la
familia. De ahí la importancia de su labor de fundamentación teórica
sobre la descarga sexual. Toda su obra es una extensa crítica contra la
familia tradicional, acusándo​la de ser el núcleo de la moralidad represiva.

Será suficiente destruir la familia o por lo menos demoler algunos


atributos económicos esenciales del cabeza de familia y la
represión sexual será liquidada con sus nefastos frutos.30

La misma actitud de sumisión y de obediencia que el padre


burgués exige a los hijos —observa en primer lugar— es exigida a
los ciudadanos por el Estado. En la medida que la familia pro​letaria
desarrolla su conciencia de clase, se modifica la actitud de los
padres hacia los hijos... cuanto más sana es la sexualidad, tanto
más libre y crítico será el pensamiento y el comportamiento del
individuo. Pero precisamente es esa libertad de pensamiento y de
actuación lo que el capitalismo no quiere.31
El conjunto de las aportaciones de este y otros autores pos​teriores
(Marcuse, Fromm etc.) fue dando contenido a lo que denominamos una
nueva moral sexual, clave para conseguir un cambio social general. De
manera que esta nueva concepción de la sexualidad acabó siendo un
instrumento esencial para introdu​cir cambios profundos en la sociedad.
Con ella se pretendía socavar los fundamentos de una institución
decisiva en la con​formación social como es la familia. Su análisis acerca
de la importancia de la familia fue certero, pero no lo fue tanto el hecho
de pretender instrumentalizar la sexualidad para debilitar o hacer
desaparecer la institución familiar, pues desacreditando y atacando a
esta no se iba a conseguir una mejora objetiva de la situación social. El
origen de las desigualdades sociales no está en el modelo tradicional de
la familia, ni en una concepción reli​giosa tradicional de la sexualidad. Es
otro, y por ello la aplicación de sus ideas revolucionarias no
transformarían la sociedad en más justa y libre.

Todas estas aportaciones experimentaron espectaculares avances a


partir de la primera y segunda guerra mundial. Los con​flictos bélicos han
sido normalmente períodos de convulsión, de crisis y también de
cambios significativos. Pero sobre todo serán los nuevos movimientos,
que a partir de este momento citaré, los que tomarán el relevo de las
ideas y actitudes, y nos conducirán a una nueva situación respecto a la
sexualidad, impensable solo hace unas pocas décadas.

Posteriormente a la segunda guerra mundial surgen dos movi​mientos


sociales que me gustaría citar, porque tienen su importan​cia en la
extensión y difusión de esta nueva forma de pensar que dará lugar a lo
que estamos denominando como nueva moral sexual. Uno es el
movimiento hippy y el otro es la revolución estu​diantil de mayo del 68.

2.5. Aportaciones desde el Movimiento Hippy

Estas dos citas que siguen, escritas unas décadas antes, son lo que
podríamos decir un preludio perfecto para entender hasta qué punto fue
asumido el pensamiento revolucionario de los autores y disciplinas
mencionadas por este movimiento contracultural y de ruptura con el
establishment en el inicio de la segunda mitad del siglo XX.

El hecho que inmediatamente llama la atención, es la


imperturbable valentía con la que Reich, desafiando el rigor del
Código Penal y de las penas previstas para la llamada corrupción
de menores, dedica su libro: La lucha sexual de la juventud a la
juventud, sin límite de edad inferior ni superior. Y toda la
intro​ducción es una reafirmación precisa de esta exigencia de
clari​dad, de este desafío al sistema y a sus paladines.32

Los jóvenes y los adolescentes no tienen solamente derecho al


conocimiento sexual, sino que tienen también, y plenamente,
derecho a una vida sexual satisfactoria. Son privados de este
derecho... Deben por lo tanto ellos mismos defender su causa. Por
nuestra parte, estamos decididos a convencerles de que un
dere​cho no se mendiga sino que se conquista.33

A principios de los sesenta en los Estados Unidos surge el movimiento


hippy. Es un movimiento de tipo contracultural, que asume y exige entre
otros el derecho a una sexualidad libre. En este momento no se trata de
proponer ideas desde la cáte​dra, desde los libros, desde los manifiestos;
ahora se pasa a la acción, a la reivindicación, a la ruptura... De las ideas
se pasa a un nuevo estilo de vida, nuevas actitudes, nuevos valores.
Entre los lemas más característicos que propugnaban, destacaba uno
que rezaba como sigue: haz el amor y no la guerra. Eso que parece solo
un lema, era realmente una filosofía de vida, y una nueva incorporación
de valores que en lo sexual significaba una ruptura con lo que era el
status tradicional y religioso hasta aquel momento.

Otro concepto redescubierto por este movimiento fue el de amor libre.


Todas las aportaciones teóricas anteriormente citadas iban cristalizando
en la nueva moral sexual, caracterizada por la satisfacción de los
instintos, sin ningún tipo de cortapisa moral que como es obvio, rompía
con la realidad social establecida. Al respecto de ese concepto de amor
libre con una anticipación igualmente profética, un brillante intelectual
británico décadas antes lo cuestionaba de la siguiente manera:
Han inventado una frase que es una obvia contradicción en dos
palabras (amor libre) como si algún amante hubiera jamás sido libre
o pudiera ser libre. La naturaleza del amor es atarse a sí mismo, y
la institución del matrimonio no hacía sino hacer un cumplido al
hombre ordinario tomando en serio su palabra. Los sabios
modernos ofrecen al amante con una mueca de mal sabor las más
amplias libertades y la más plena irrespon​sabilidad.34

Otros autores junto a los ya mencionados contribuyeron de una forma


muy clara a lo que podríamos denominar la dimensión ideológica de este
movimiento juvenil contracultural. Un cambio social como el que planteó
este movimiento no se podía producir en el vacío, necesitaba referentes
teóricos y los encontró en esta pléyade de autores citados y otros solo
apuntados. Uno de ellos es al que hace referencia la siguiente cita:

La imaginación se va entonces a los personajes de otras áreas


geográficas, que no se conocen bien y que tienen el encan​to de lo
exótico: Ho Chi Minh, Che Guevara, Mao. Pero como no basta el
mito, se recurre a unos elementos de fundamentación teórica: es la
época dorada de Marcuse, un marxista de segunda fila, instalado
cómodamente en la Universidad de California, que predica un
socialismo diverso, en el que será posible toda la liber​tad de un
modo natural, espontáneo, con grandes dosis de sexualización y
con la caída definitiva de todos los tabúes.35

El movimiento hippy se convirtió, como hemos considera​do en este


apartado, en un eslabón necesario de todo este proce​so de cambio de
valores en general y sexual en particular.

2.6. Aportaciones desde la revolución estudiantil

Otro movimiento algo más cercano tanto en el tiempo como


geográficamente, fue la revolución estudiantil del 68. Fue un relevo
natural desde una óptica más europea. Ambos movi​mientos produjeron
una convulsión social en los pilares principa​les de la cultura y sociedad
occidental.
Lo característico de este movimiento fue la dinámica de cambio que
produjo en la sociedad occidental europea. Provocó una auténtica
ruptura con todo lo establecido, incluido lo relativo a lo sexual. Hubo
repercusiones a muchos niveles. Era un movi​miento que pretendía
romper con el pasado e imponer nuevos cri​terios y modelos. Los
universitarios jugaron un papel clave en la extensión de ese movimiento,
aunque no fueron los únicos. Estos recurrieron a los autores ya citados y
a otros para fundamentar sus nuevas propuestas.

A partir de este momento la sexualidad ya no se asocia con valores


absolutos o religiosos, sino que se parte de otro esquema, y ese
esquema obedece a algunos de los criterios ideológicos que ya he
mencionado. No existen absolutos: a partir de ahora serán valores de
carácter relativo los que regirán la conducta en todos los niveles, incluido
el sexual. Este será el enfoque con que se combatan los valores
religiosos tradicionales.

Según los protagonistas de este movimiento juvenil, lo importante en el


campo de la conducta sexual es la realización de la persona y la
satisfacción de las necesidades personales. Todo ello motivado por un
poderoso deseo de cambio social e ideoló​gico, cuestionando la moral
sexual tradicional y la institución familiar, como si se tratara del gran
obstáculo a superar; para alcanzar una plena libertad y unas relaciones
sociales más justas y adecuadas.

La revolución sexual que propugnaban W. Reich y otros autores, en su


origen estuvo siempre asociada a cambios sociales de corte izquierdista,
porque fue en ese ámbito donde se fraguó este nuevo enfoque. Pero
poco a poco, las nuevas tesis en cuan​to a la revolución sexual fueron
desviándose de ese enfoque social hasta llegar a quedarnos únicamente
con la revolución sexual, pero desprovista de casi todo su contenido de
cambio social e ideológico.

Eso ha dado lugar en occidente, no tanto a un cambio social al menos


como sus promotores originales pretendían, sino a un cambio de valores
individuales asociados a otros fenómenos que consideraremos a
continuación.
2.7. La transformación desde la Sociedad de Consumo

Como hemos visto en los anteriores apartados, hablar de relaciones


sexuales y nuevos valores ha implicado la incorpora​ción de nuevas ideas
y actitudes, así como la ruptura con concep​tos tradicionales como el de
la familia, el matrimonio, es decir, cambios sociales de importancia. Pero
llama la atención, que en occidente en las últimas décadas del siglo XX,
le hemos quitado ese carácter ideológico-revolucionario a las nuevas
actitudes y estilo de vida, que resultaron de los movimientos Hippy y del
Mayo del 68, y nos hemos quedado, como veremos en este apar​tado, con
una nueva moral sexual caracterizada por valores prag​máticos,
hedonistas, individualistas y consumistas.

Es interesante ver cómo la mayoría de los líderes de la revolución


estudiantil se fueron acomodando al sistema que intentaron derribar. Me
gustaría citar a uno de los más destacados protagonistas del Mayo del 68
intentando explicar su evolución intelectual, el paso de lo revolucionario
a la integración en un sis​tema económico de corte capitalista y
consumista. Este ejemplo concreto de Daniel Cohn Bendit nos permite
entender cómo estos movimientos contraculturales revolucionarios
fueron reconvertidos y engullidos por la poderosa sociedad de consumo
en la que nos hallamos inmersos.

Son «Young, Urban, Professional». Jóvenes porque siguen sanos.


Urbanos porque han ocupado las grandes ciudades y desempeñan
los cargos importantes. Profesionales porque son activos y
competentes. Y,U,P, los Yuppies. Así es como se ha cre​ado un
movimiento que reúne a los mejores de los años 60 y a sus
herederos...
En los años 60, la izquierda tenía todas las ideas. El deba​te se
centraba en el interior de la izquierda. Se debatían todos los temas
importantes, la familia, el matrimonio, el sexo, la creativi​dad, la
política internacional etc. La derecha no tenía ninguna idea. Solo
mascullaba unos cuantos tópicos sobre Dios, la Madre, la Patria, y
el Militarismo...
En los años 70, esto se invirtió lentamente. Hoy la izquier​da ha
quebrado, y es la derecha quien desarrolla las ideas inte​resantes.
Al pronunciarse contra el éxito, simplemente porque el éxito era un
valor de derechas, la izquierda creó las condiciones de su propio
fracaso. A causa de la filosofía antiautoridad, cuan​do la gente dice
¡Rechazo la autoridad del líder porque me con​trola! nadie de la
izquierda fue capaz de hacer algo importante, serio y todo se
derrumbó. En los 70, unos cuantos despertaron y dijeron: Yo quiero
triunfar, me niego a fracasar.36

Seguimos con este proceso de explicación y justificación de este


destacado líder de Mayo del 68, ahora en una entrevista:

Pregunta: Has cambiado totalmente de filosofía, hoy crees en el


esfuerzo individual, en las ganancias, en las virtudes del sis​tema
capitalista ¿Cómo has llegado a este cambio? Respuesta: Por
evolución lógica. Si quieres un cambio radical del orden de las
cosas, es justo que hagas todo lo posible por intentar imponer tal
cambio, pero si la práctica te demuestra que tus ideas son
irrea​lizables, es normal que cambies 37

El cambio se ha producido pero no desde una perspectiva de


revolución social o de las ideas (estas fracasaron como los pro​pios
protagonistas reconocen) sino por el avance de lo que lla​mamos
sociedad de consumo, hija predilecta del capitalismo, que nos ha
conducido a lo que podríamos llamar la sexologización de la vida. Eso es
lo que estamos viviendo hoy. Es decir, sexo en todas partes, a todas
horas y para todos los gustos.

El sexo es el arma más eficaz del siglo XXI. Se trata de una


sensualidad renovada, más contundente y agresiva, que navega
por todos los ámbitos de la sociedad globalizada.38

A través de los potentes medios de comunicación, se pro​yecta su


influencia. De década en década ha ido ganando terreno en todo el
mundo, los medios de comunicación han sido y son el soporte
indispensable de esta Nueva Moral Sexual. Esta ha perdi​do toda la carga
ideológica que la había caracterizado y la han transformado en un
producto de consumo puro y duro.
Los medios de comunicación no solo reflejan la realidad: a menudo la
están deformando a través de la inmensa influencia de la publicidad,
prensa, televisión, videos, cine. Los medios de comunicación se hacen
eco de esta nueva moral, a la que se le ha quitado la carga de cambio
político y social (con la única excep​ción de trasnochados ideológicos), en
la cual lo que interesa es principalmente el sexo como producto de
consumo. A eso se opuso en su tiempo W. Reich, como podemos
observar en la siguiente cita, pero la poderosa sociedad de consumo ha
ganado la batalla.

¿Cuál es la verdad? —prosigue Reich—. La verdad es que los


predicadores del moralismo por una parte y la literatura
pornográfica por otra intoxican de una manera igualmente peligro​sa
para la sociedad... La intimidación moralista tiene el mismo efecto
patógeno que la pornografía y que las condiciones de chantaje
económico en que vive la masa de nuestra juventud.39

La cronología del proceso seguido por la llamada nueva moral sexual a


grandes rasgos nos la aporta la siguiente cita. Tal como nos sugiere,
estamos en la cresta, en la cima del boom sexual.

En los sesenta, la píldora y el movimiento Hippy pregona​ron el


amor libre, el sexo alegre: en los ochenta, la irrupción del sida
provocó un rearme moral y un retroceso, y desde finales de los
noventa puede hablarse de un cierto boom sexual.40

Esto da lugar a una nueva situación en la que tenemos sexo hasta en


la sopa. Los que sois observadores y seguís con espíritu crítico la
publicidad, os habéis dado cuenta que las sopas, las mar​garinas se
venden mejor con escenas de tipo erótico, ¡qué diremos de las colonias,
perfumes, desodorantes y coches!

Este despliegue erótico no contiene en sustancia nada de


diferente a todos los anteriores, sino el hecho de desarrollarse en
un contexto sorprendentemente publicitario.41

Si aparece una chica vestida de rojo o de negro, con falda corta e


insinuante, el éxito está asegurado. Hasta ahora la mayor parte de la
publicidad usaba imágenes femeninas, pero en una sociedad donde las
mujeres cada vez consiguen cotas más altas de influencia, ya no son las
mujeres el único objeto sexual, los hombres fuertes o sensibles son
igualmente utilizados. Todo se vende mejor asociándolo a imágenes de
tipo sexual, más y más productos hacen uso de las imágenes
masculinas y femeninas en la publicidad. Si estos modelos sexuales
tienen un cuerpo atlético, esculturalmente clásico, entonces vende mejor
los perfumes, desodorantes y cualquier tipo de producto.

Los eslóganes publicitarios tienden hacia el doble sentido; las


pasarelas de moda se transforman en auténticos desfiles de
voluptuosidad, tanto que la revista Telegraph Magazine ha titu​lado
un reportaje: Cuando la moda se encuentra con el porno. Un
romance del siglo XXI.42

¿Por qué? Porque sabemos que la dimensión erótica de la sexualidad


está asociada a pulsiones profundas e inconscientes en el ser humano.
La publicidad hace uso de esas asociaciones inter​nas y las utiliza
subliminalmente, para lo que quiere promover, la venta de cualquier
producto

Por otro lado el comercio relativo a productos que tienen que ver con la
sexualidad genital ha crecido enormemente. Un ejemplo de esta realidad
lo encontramos en la tradicional prensa escrita: cualquier periódico
incluso en aquellos que presumen de prestigiosos, tienen que incluir
algunas páginas de contactos y ser​vicios sexuales. Allí uno tiene sexo a
la carta, con todas las varie​dades en cuanto a edades, colores,
experiencias, y con precios ajustados a todas las economías. El sexo se
ha convertido hoy día en la forma más económica y extendida de placer.
La variedad de formatos a través de los cuales se ofrece sexo se
multiplican con las nuevas tecnologías. La sexualidad genital como
objeto de con​sumo es una de las fuentes que más dinero genera y
mueve en la economía mundial.

Ya hemos mencionado que el sexo se ha convertido en la forma más


económica y extendida de placer. Creo que esta es una de las
conclusiones a las que cualquier observador puede llegar. Hoy día se
puede asistir a cualquier experiencia o espectáculo de alto contenido
sexual por menos dinero de lo que cuesta una buena comida. La cita que
incluyo a continuación fue ya signifi​cativa en su momento, la década de
los setenta, pero a la luz de lo que hoy día está sucediendo era profética,
y sus consecuencias dramáticas para millones de personas.

El sexo se ha convertido en la más común y económica fuen​te de


placer, y se lo coloca en el mismo nivel que el comer o el beber: así
describe Otto Piper la revolución sexual que se ha operado
espe​cialmente en el mundo occidental en los últimos años.43

Del tratamiento de la sexualidad como pornografía ¿Qué diremos? Su


visión de la sexualidad es degradante en términos éti​cos y de dignidad
humana. Hombres y mujeres se convierten en un objeto de consumo
más, y nos conduce no solo a una pers​pectiva bestial sino también irreal.

El sexo de la industria pornográfica es demasiado vistoso,


maravilloso, extático...En el mundo real, las relaciones sexuales
son una mezcla de ternura y mal aliento, de amor y de cansan​cio,
de éxtasis y de desencanto. Cuando la gente cree en este mundo
imaginario, comienza a mirar despectivamente los defec​tos de la
vida real, y de hecho a buscar un mundo de fantasía sin esos
defectos.44

También debemos poner de manifiesto nuestro desacuerdo en el


tratamiento de la sexualidad que ofrecen los medios de comunicación,
por su nivel de permisividad, irrealidad e irres​ponsabilidad. No existen
límites de ninguna clase. E incluso se aprecia cierto irrealismo, ya que
las expectativas que despierta conducen a ideas erróneas y falsas, muy
lejanas de la realidad. Y las consecuencias negativas que dichas
conductas producen pocas veces son reconocidas y asumidas.

La mentira es que muy pocas veces presentan las conse​cuencias


negativas de la actividad sexual promiscua, no com​prometida.
Acerca de esta cuestión los doctores Elstery Hendee de la
Asociación Médica Americana resumen con ironía: La con​ducta no
tiene consecuencias. La gente bebe alcohol, pero no tiene
accidentes con sus coches. Fuman, pero no sufren cáncer de
pulmón. Practican sexo, pero no quedan embarazadas. ¿Qué clase
de mensaje es ese? 45

Esta referencia a los embarazos como consecuencia de la práctica


sexual puede parecer desfasada y superada. La variedad de métodos
anticonceptivos y su creciente eficacia, unida a la cada vez más
extendida educación sexual parecería haber conse​guido que los
embarazos no deseados sean una cuestión total​mente superada. Pero la
realidad es tozuda y nos dice lo contra​rio, la práctica sexual produce
consecuencias no esperadas y des​agradables, los embarazos de
adolescentes en los países occiden​tales siguen creciendo y se han
convertido en uno de los princi​pales problemas de nuestros sistemas
públicos de salud. Si pro​fundizamos en las estadísticas veremos que no
es exclusivamente un problema de adolescentes.

Además del engaño de no exponer las consecuencias nega​tivas que la


actividad sexual puede producir, la actual situación de permisividad nos
conduce a otra reflexión, la de la presión del grupo. Esta a menudo
supone la falta de auténtico respeto a la libertad personal. Llama la
atención que todo lo que se inició como un canto a las libertades y
rechazo de toda muestra de represión se pueda convertir en ausencia de
respeto e imposición de las nuevas pautas de conducta sexual.

La permisividad misma no está libre de trampas. A veces uno cree


encontrarse en un ambiente permisivo y en realidad las presiones
para aceptar ciertos modos de conducta son fortísimas. De eso
sabe mucho la gente joven. Hay muchachas, por ejemplo, a
quienes no interesa la promiscuidad sexual ni las relaciones
eróticas fáciles y casuales, pero que no se atreven a desafiar las
costumbres de sus compañeros y amigos que las practican.46

Ahora bien, llegado este momento debemos hacernos una pregunta:


¿aquellos que están experimentando, o que se identifi​can con esta nueva
moral sexual son personas más realizadas o más integradas que aquellas
que siguen o seguían valores más tra​dicionales?
A las consultas psicológicas (estas nos pueden servir de ter​mómetro
para responder a esta pregunta) acudían un importante número de
personas que venían con problemas resultado más bien de una ética
restrictiva a nivel sexual. Su problemática era la represión. Pero hoy, son
un número muy superior de personas las que consultan a los
especialistas por problemas no precisamente de represión, sino
relacionados con las consecuencias de la pro​miscuidad, es decir,
personas que han tenido toda clase de expe​riencias en este ámbito de la
sexualidad genital y que, precisa​mente, no se sienten más integradas
sino que consultan aducien​do problemas de tipo emocional.

Uno de los más prestigiosos psiquiatras de los EEUU, Francis J.


Braceland, de Hartford, afirmó... que las relaciones
prematri​moniales auspiciadas por la así llamada Nueva Moral han
resul​tado en un exagerado número de jóvenes en los hospitales
psi​quiátricos. Citando informes de psiquiatras que ejercen sus
fun​ciones en varias universidades del país, dijo que la política
per​misiva de muchas universidades ha impuesto sobre algunos
estu​diantes tensiones lo suficientemente severas como para
causarles un serio colapso nervioso.47

Esta cita, aunque desfasada para nosotros hoy, es intere​sante porque


está datada en un momento en el que se empezaban a apreciar los
resultados de la nueva moral sexual. En las décadas posteriores y hasta
nuestros días, el número de consultas a causa de problemas personales
producto de esta moral permisiva ha ido en aumento. La cita a
continuación señala acertadamente el origen de toda esta problemática.
Curiosamente está escrita en la misma época que la anterior, porque era
un momento en el que la nueva moral estaba produciendo sus primeros
efectos claramente visi​bles.

Paul Ricoeur nos recuerda que: aquello que más nos hace sufrir,
más aun que la falta de justicia o de libertad, es la falta de
significación. Una sexualidad sin significado, fútil, he aquí lo que
nos amenaza.48
2.8. Conclusión

Desde una perspectiva objetiva la nueva actitud ante la sexualidad


posiblemente ha traído cosas positivas. Entre ellas, el hacernos más
conscientes de que es una dimensión importante de nuestra existencia.
Uno de los efectos más negativos de la moral religiosa tradicional ha
sido reprimir esta área tan significativa de nuestra vida. De ahí que hoy
podamos comprender que es imprescindible asumirla si queremos vivir
vidas integradas. Pero también podemos ver con claridad que una moral
relativista y per​misiva, que se acerca a la sexualidad como si fuese algo
básica​mente instintivo, una necesidad que debe ser satisfecha, pierde de
vista dimensiones personales y profundas que finalmente acaban
pasando factura en términos de desajustes emocionales o de falta de
significado en nuestras relaciones.

Creo que desde este punto de vista la posible relación entre el sexo y
Dios es inexistente o imposible de plantear. Este enfo​que parte de bases
ideológicas para las que no existen absolutos, todo es relativo. Nos
encontramos en una sociedad humanista a ultranza, por lo tanto, Dios no
cuenta para nada.

Durkheim afirma que las pasiones humanas solo se detie​nen ante


una autoridad moral a la que respeten. Si no existe nin​guna
autoridad moral de este género, lo que domina es la ley del más
fuerte... 49

Así que, con relación a la temática general que nos estamos


planteando, hemos de concluir que la nueva moral sexual ignora a
veces, y otras veces lucha militantemente contra la idea de que Dios
tenga algo que decir o aportar en esta área de la existencia. Desde la
nueva moral se pensaba avanzar mucho en toda clase de libertades.
Paradójicamente hemos retrocedido a un terreno apa​rentemente de
libertad, pero en realidad lleno de esclavitud y ser​vidumbres de toda
clase. Al excluir a Dios hemos conseguido reducir esta dimensión de
nuestra existencia a una experiencia animal donde lo que impera es la
ley del más fuerte. Y con ello nos cerramos a la influencia más positiva y
creadora que puede recibirse, la del Creador y Diseñador de la
sexualidad humana.

Notas:

15 Anne Moir y David Jessel. El sexo está en el cerebro. Ed. Planeta.


Barcelona 1991. Pág.12.

16 Josh McDowell , Mitos de la educación sexual. Ed. Clie. Barcelona


1992. pág.39.

17 Anne Moir y David Jessel. El sexo está en el cerebro. Ed. Planeta.


Barcelona 1991. Pág. 123

18 Anne Moir y David Jessel. El sexo está en el cerebro. Ed. Planeta.


Barcelona 1991. Pág. 212

19 Ivo Frenzel. La gaya ciencia. Biografía de Nietzsche. Salvat


editores. Barcelona 1988. Pág.151

20 Ivo Frenzel. La gaya ciencia. Biografía de Nietzsche. Salvat


editores. Barcelona 1988. Pág.151

21 Ivo Frenzel. La gaya ciencia. Biografía de Nietzsche. Salvat


editores. Barcelona 1988. Pág.151

22 F. Nietzsche. El Anticristo.

23 Antonio Caparrós. Historia de la Psicología I. Circulo Edit. Universo.


Barcelona. Pág. 385.

24 Antonio Caparrós. Historia de la Psicología I. Circulo Edit. Universo.


Barcelona. Pág. 307

25 Rafael Gómez Pérez. Jóvenes rebeldes. Edit. Prensa Española.


1976. Pág.42.
26 Luigi de Marchi.W.Reich: Biografía de una idea. Ed. Península.
Barcelona 1974. Pág. 21.

27 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Ed. Península.


Barcelona 1974. Pág. 27.

28 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.


1974.

29 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.


1974. Pág. 132.

30 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.


1974. Pág. 132.

31 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.


1974. Pág. 132.

32 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.


1974. Pág. 118.

33 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.


1974. Pág. 119.

34 G.K.Chesterton. El amor o la fuerza del sino. Ed.Rialp.1993.Pág.78.

35 Rafael Gómez Pérez. Jóvenes rebeldes. Edit. Prensa Española.


1976. Pág.27.

36 Dany Cohn Bendit. La revolución y nosotros que la quisimos tanto.


Círculo de Lectores. 1987. Pág.48.

37 Dany Cohn Bendit. La revolución y nosotros que la quisimos tanto.


Círculo de Lectores. 1987. Pág.72.

38 Manuel Cuéllar y Virginia Galvin. Sexo todo vale. El País semanal.


5.8.01. pág. 26.
39 Luigi de Marchi. W.Reich: Biografía de una idea. Edic. Península.
1974. Pág. 119.

40 Manuel Cuéllar y Virginia Galvin. Sexo todo vale. El País semanal.


5.8.01. Pág. 29.

41 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos


Aires 1975. Pág.6.

42 Manuel Cuéllar y Virginia Galvin. Sexo todo vale. El País semanal.


5.8.01. pág. 26.

43 C. René Padilla. Revista Certeza. núm. 59. Buenos Aires 1975.


Pág.76.

44 Richard J. Foster. Dinero, sexo y poder. Ed. Betania. Miami 1989.


Pág. 84.

45 Josh McDowell. Mitos de la educación sexual. Ed. Clie. Barcelona


1992. Pág. 59.

46 Victoria Camps y Salvador Giner. Manual de civismo. Ariel. 1998.

47 Citado en la Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59. Pág.79.

48 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos


Aires 1975. Pág.6.

49 Rafael Gómez Pérez. Jóvenes rebeldes. Ed. Prensa Española.


1976. Pág77.
3. LA SEXUALIDAD: UNA PERSPECTIVA
BÍBLICA

El sexo es inseparable de la persona. No es sim​plemente una


función fisiológica: es una expresión del ser interior, una dimensión
del Ego. Hablar de la sexualidad humana no es algo que tiene que
ver con los órganos sexuales o la experiencia sexual
exclusi​vamente; es más bien hablar de algo que atañe a la esencia
misma de la persona.

El tercer enfoque es el bíblico. Quisiera empezar afirmando que no lo


considero un enfoque religioso, aunque asumo que pudiera parecerlo
para la mayoría. Creo que existe base para afir​mar que es un enfoque
distinto. Incluso me atrevería a decir sig​nificativamente nuevo por ser
desconocido a lo largo de la mayor parte de la historia, e ignorado en el
momento actual.

Pocas personas están familiarizadas con los contenidos bíblicos. Creo


que el problema en parte es que este enfoque se ha asociado al
religioso-tradicional, contribuyendo a desarrollar los mismos prejuicios
que despierta ese otro enfoque. Pero cuando uno se acerca al texto
bíblico con rigor, se da cuenta de que en las ideas centrales a menudo la
perspectiva religiosa-tradicional está muy alejada de los contenidos
propiamente bíblicos.

El punto de partida, la tesis principal respecto a las relaciones entre


espiritualidad y sexualidad, es que estas son amigas. La idea básica es
muy lógica y fácil de entender. Si Dios es el creador y dise​ñador de
ambas, hemos de entenderlas en la dirección de amistad y no de
antagonismo. El mensaje bíblico sin lugar a dudas es integrador respecto
a estas dos dimensiones desde el principio hasta el fin.

Este enfoque consigue evitar los puntos débiles de las dos anteriores
posturas: La religiosa tradicional y la nueva moral sexual. La primera con su
visión negativa, pecaminosa, de todo lo que se asocie a la sexualidad.
La segunda ignorando por comple​to a aquel que diseñó y creó la
sexualidad. Entender este tercer enfoque en un sentido positivo nos
ayudará a superar las conse​cuencias negativas que a lo largo de siglos
la primera, y en las últi​mas décadas principalmente la segunda, han
estado y están pro​duciendo. Dios y el sexo son dos realidades que bien
entendidas siempre se relacionarán de forma amistosa y significativa.

A continuación paso a formular la perspectiva bíblica expo​niendo los


principios básicos en que se sustenta.

3.1. Dios creador de la sexualidad

Desde la perspectiva bíblica, Dios es el creador de la sexua​lidad, y eso


se pone claramente de manifiesto desde las primeras páginas del texto
bíblico. El Dios de la Biblia no es un Dios ajeno a esta dimensión de
nuestra persona, sino que es su creador, su diseñador.

La sexualidad recibe un tratamiento muy positivo a lo largo de toda la


revelación bíblica, desde el principio hasta el final. Todo un libro de los
sesenta y seis que componen el canon bíbli​co, el Cantar de los
Cantares, en su interpretación más literal y directa está dedicado
monográficamente a la relación de amor entre dos amantes, y las
diferentes secciones tratan con naturali​dad, realismo y de forma
sensiblemente positiva la dimensión sexual de esa relación.

Al ser Dios el diseñador, como cualquier artista dejó su impronta, pero


mucho más tratándose del Artista por excelencia. La sexualidad como
parte de nuestra persona y personalidad está supeditada al fin de que la
existencia del ser humano se viese enri​quecida y completada. Por eso la
dimensión física o genital de la sexualidad es un medio para alcanzar el
fin de enriquecer la rela​ción de amor entre un hombre y una mujer. Es
importantísimo entender esta cuestión de principios: la sexualidad nunca
debería dominar a la persona, sino que debe estar a su servicio. La
sexua​lidad es un siervo, nunca un señor.
Dios creó el sexo. Pero no lo creó para que dominara al hom​bre,
sino para que a través de él, la vida del hombre fuese enrique​cida.
Y esta es solo otra manera de decir que desde su mismo origen el
sexo quedó sujeto al condicionamiento del amor.50

Al igual que experimentamos placer al saciar la necesidad de beber o


de comer, Dios nos ha diseñado de esta forma. Dios crea y asocia el
sexo con el placer. Esta comparación no quiere decir que el acto sexual
sea equivalente a la actividad de saciar nuestra sed o hambre, pero sí
que es tan placentera como esas dos deliciosas actividades cotidianas.
Como agudamente lo plantea el conocido autor C.S. Lewis: El placer
sexual es una invención de Dios y no del diablo. Dios no es un aguafiestas. Dios
creó el pla​cer sexual y tiene un concepto elevado, altamente positivo de
la sexualidad. Esta es buena y digna de ser gozada.

La sexualidad es un aspecto importante de nuestra persona. Puede ser


motivo de bienestar, de placer, de intimidad y de cons​tante
enriquecimiento. Pero a la vez puede ser destructiva hasta niveles
insospechados: ruptura de relaciones, crisis personales, problemas
emocionales, adicción, conflictos morales, violencia física, etc. Todo
depende del uso que hagamos de esta capacidad con la que Dios nos
ha dotado. Tenemos la libertad pero también la responsabilidad de
decidir cómo vivir la sexualidad. La contra​partida de ello es que todo acto
de responsabilidad y libertad, tiene consecuencias.

Del hecho de que la sexualidad, así como otras áreas de nuestra


persona, han sido creadas por Dios, se infiere que nadie mejor que el
Creador y Diseñador puede darnos las indicaciones acerca de su
propósito, su uso y disfrute. En otras palabras la sexua​lidad no es un
asunto subjetivo e individualista, como sugieren algu​nos planteamientos
contemporáneos: mientras no haga daño a nadie mi cuerpo es mío, dispongo
de él como quiero. No, la conducta sexual para nuestro disfrute está sujeta
a valores, valores que desde la perspectiva bíblica son absolutos y
universales, ya que su ori​gen está en Dios y no en el criterio individual
humano, ni en una evolución regida por el azar y la necesidad, a
diferencia de la nueva moral donde la sexualidad está determinada
biológica e instintivamente, por lo que no es cuestión de normas, sino de
dejar actuar a las fuerzas naturales. El hecho de que Dios sea el creador
de la sexualidad, marca diferencias y significa un acerca​miento
definitivamente distinto a esta cuestión.

Todo ello nos conduce a una conclusión clara y definitiva: la sexualidad


desde la perspectiva bíblica es positiva, no conlleva cargas negativas, ni
es considerada pecaminosa en sí misma. Si los grandes pensadores
cristianos de los primeros siglos y de la Edad Media hubieran acudido al
texto bíblico, en lugar de a los pensa​dores y filósofos clásicos,
posiblemente la historia de la sexuali​dad habría sido otra. Si los filósofos
del S. xix no hubiesen igno​rado al Dios de la Biblia, podríamos estar
evitando todo el relati​vismo ético que tanto daño y confusión está
causando en el terre​no de la sexualidad, así como en otros.

3.2. El origen de la sexualidad

A la hora de entender correctamente un tema, uno de los aspectos más


importantes es conocer y establecer su origen hasta donde esto sea
posible. Eso nos facilita una información valiosa y única en cuanto a su
propósito, naturaleza, características, etc.

Desde la perspectiva bíblica ya hemos dejado constancia que el origen


de la sexualidad está en la acción diseñadora de Dios: él es el creador y
el promotor de esta dimensión de la per​sonalidad humana.

Cuando nos acercamos al texto bíblico, en su primer libro, el Génesis,


ya en los primeros versos aparece esta cuestión: Y creó Dios al hombre a
su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27).
En esta cita, que pertenece al pri​mer relato de la creación, ya se nos
menciona la diferenciación sexual como parte de la creación de la
humanidad. Será en el segundo relato de la creación, contenido en el
capítulo segundo del Génesis, mucho más específico en cuanto a todo lo
que tiene que ver con el ser humano, donde se nos da a conocer de
forma más concreta el origen de la sexualidad. Y dijo el Señor Dios: no es
bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. (Génesis 2:18).
Hasta entonces solo existía un género en la huma​nidad, será a partir de
ese momento que el Creador concibe la humanidad con dos géneros:
masculino y femenino.

Ese es el origen de la sexualidad desde la perspectiva bíbli​ca. De ese


hecho se derivan dos puntos esenciales, conectados con su origen: el
primero es que la sexualidad tiene que ver con la comunión o
comunicación: no es bueno que el hombre esté solo. Lo cual significa que
desde la perspectiva bíblica la sexuali​dad fue creada para el
enriquecimiento y la profundización de la relación entre hombre y mujer.
El segundo aspecto tiene que ver con la diferenciación sexual... hizo una
mujer, y la trajo al hombre.

El hecho de que desde el principio, la sexualidad se plasme en una


versión masculina y otra femenina, va a convertirse en un aspecto
fundamental que sitúa la relación entre hombre y mujer como entre
iguales y complementarios pero no intercambiables o indistintos.

El hecho de que el texto fundamental y revolucionario de Génesis


2, que sitúa al hombre para constituir una pareja con su mujer, sea
retomado por el mismo Jesús y por Pablo el apóstol, nos obliga a
prestarle seria atención y ver, en la diferenciación sexual, uno de
los más grandes secretos de la creación, la posibi​lidad de un
encuentro donde cada uno de los participantes se vuelve uno en sí
mismo y uno con el otro. De modo que el acto por el cual el hombre
y la mujer se vuelven una sola carne es, al mismo tiempo, el más
eminentemente carnal y más eminente​mente espiritual.51

Este hecho de la diferenciación sexual conecta con al menos dos


cuestiones de máxima actualidad. La primera de ellas tiene que ver con el
llamado feminismo: hoy hay movimientos muy fuertes que surgieron
inicialmente como reacción a la impo​sición de un sexo, el machismo.
Aunque podemos simpatizar y estar de acuerdo con muchas de las
razones que indujeron la apa​rición de dichos movimientos, no
compartimos plenamente el énfasis que hacen algunos de estos en una
igualdad completa y a ultranza entre hombre y mujer.

Es cierto que en muchos ámbitos hombres y mujeres somos o


deberíamos ser iguales, por ejemplo en dignidad, en valor, en
opor​tunidades, etc. Es difícil discutir esto, aunque aquellos que ostentan
actitudes machistas lo nieguen. Ahora bien, decir que puede haber
igualdad completa, es cerrar los ojos a evidencias clarísimas.

En el plano biológico existen diferencias que capacitan a hombres y


mujeres para funciones distintas incluso de manera exclusiva: tal es el
caso de la maternidad. La existencia de una hor​mona masculina y una
hormona femenina son las responsables de producir un desarrollo físico
y unos procesos internos diferenciados en cada caso. Existen también
diferencias en niveles tan particula​res como es en el terreno neurológico,
por ejemplo en la estructura y la organización del cerebro masculino y
las del femenino. El cere​bro masculino tiende a ser más especializado y
el femenino más integrado. Eso produce en general diferencias en las
habilidades entre un género y otro. No es arriesgado inferir que todas
esas dife​rencias tienen su correspondencia en el plano emocional o
psicoló​gico. El ser humano es una unidad indivisible y sus diferencias
bio​lógicas y orgánicas derivan en una psicología también diferenciada.

La Biblia asume la existencia de los sexos, desde una doble


perspectiva: la de la igualdad esencial y la de la diferenciación par​ticular.
Todo esto no como algo negativo que deba conducirnos necesariamente
a la competencia, donde un género deba imponer​se al otro, sino como
complementariedad. Es decir, el hombre es distinto a la mujer, y el
hombre y la mujer se complementan por ser distintos, y se enriquecen
mutuamente.

En segundo lugar la diferenciación sexual tiene que ver con la


homosexualidad, ya sea en su versión masculina o feme​nina. El hecho de
que Dios diseñase al ser humano como hombre y mujer, iguales y
complementarios, implica con claridad que el diseño homosexual no
entraba en sus planes originales, ni en pri​mera, ni en segunda instancia.
Este es sin lugar a dudas el argu​mento más sólido y positivo que
encontramos en toda la Biblia acerca del único enfoque asumido por
esta: la heterosexualidad. Las menciones explícitas de desaprobación de
la homosexuali​dad, corroboran este principio esencial del diseño sexual
diferen​ciado, como la expresión original de Dios, al crear la sexualidad
humana.

De ahí que la sexualidad, en su nivel más esencial, venga a responder


a la mayor y más profunda necesidad del ser humano: la comunión, la
necesidad de relación, de intimidad, de pertenen​cia, etc. Antes que la
satisfacción del placer físico o la función reproductiva, la creación del ser
humano en una doble versión sexual responde a un propósito relacional,
un propósito de comu​nión y comunicación

Por descontado hay que decir que la Biblia tiene una visión positiva del
placer sexual, así como de la función reproductiva, pero siempre dentro
de ese marco relacional más amplio, y no al margen del mismo.

3.3. Propósitos de la sexualidad

El placer sexual, desde la perspectiva bíblica, es un medio y no un fin.


Es decir, cuando enfocamos la relación sexual única​mente con la
finalidad de obtener placer, lo que hacemos es des​enfocar lo esencial de
esa relación. La relación sexual, el amor erótico, es un medio para
enriquecer la relación personal. Y en nuestros días los problemas, en
cuanto a la sexualidad, empiezan a surgir cuando se sobrestima la
dimensión de placer y se deja a un lado la relación personal, que es
mucho más amplia y rica.

En este punto, el enfoque bíblico se desmarca de la perspec​tiva de la


nueva moral sexual, al no considerar el placer sexual como un fin en sí
mismo, o como una necesidad que debe ser irre​misiblemente satisfecha
si no queremos vivir reprimidos. El placer sexual es un medio al servicio
de una relación más profunda y completa.

También en este punto el enfoque bíblico se desmarca de la perspectiva


religiosa tradicional al afirmar que el propósito básico del acto sexual no
es la reproducción. El coito está orientado, desde la perspectiva bíblica,
a la unión íntima de las personas. De ahí que, desde esa perspectiva la
primera finalidad de la relación sexual es la comunión y la comunicación,
no la reproducción.
Podemos afirmar que la mujer y el hombre han sido diferen​ciados
sexualmente para hacer frente a la necesidad de comunión y a la
realidad de la soledad. Y de ahí que, desde la perspectiva bíblica, la
comunión sea prioritaria en la relación sexual, antes que la reproducción,
lo cual no significa que esta otra finalidad no sea importante. Asumir el
planteamiento bíblico supone clarificar dos cuestiones de envergadura:
la primera tiene que ver con el uso de anticonceptivos y la planificación
familiar; la segunda hace refe​rencia a la legitimidad o plenitud de los
matrimonios que no pue​den tener descendencia.

Desde la perspectiva bíblica, podemos decir que es posible y


seguramente necesario el uso de medios anticonceptivos. La
con​secuencia es que desde las posiciones protestantes y evangélicas
este aspecto queda claro y marca diferencias con el Catolicismo
Romano.

Dicho eso, necesitamos matizar esta afirmación, ya que existen medios


anticonceptivos abortivos, los cuales no solo impi​den la fecundación de
las células sexuales, sino que actúan una vez que se ha producido dicha
fecundación. Con esa salvedad, la perspectiva bíblica nos autoriza, de
una forma responsable y madura, a hacer uso de aquellos métodos
anticonceptivos cuya acción vaya encaminada a evitar la unión de las
células sexuales. Estos métodos son los denominados no abortivos.
Existe una variedad de ellos y habrá que valorar su idoneidad teniendo
en cuenta las cuestiones de efectos secundarios, adaptación a la pare​ja
en cuestión, etc.

También podemos afirmar, desde la perspectiva bíblica, que un


matrimonio que no haya tenido o no pueda tener hijos, es un matrimonio
pleno y no de segunda categoría. Es cierto que supone un proceso difícil
de asimilar y aceptar a causa de esta imposibilidad. Pero debemos
recordar que la primera finalidad del matrimonio es el compañerismo, la
amistad, la relación entre un hombre y una mujer. Si como resultado de
dicha relación acaba fructificando en la concepción y paternidad
consiguiente, este matrimonio se verá enriquecido, y podrá disfrutar y
respon​sabilizarse de una nueva dimensión. Pero es importante no
con​fundir uno de los frutos del matrimonio con el fin del matrimonio.
El amor es mirar al otro en su identidad incomparable e
intercambiable. El amor consiste en buscar el placer, la felicidad y
la alegría del otro, sabiendo que, en la unidad conyugal, se
confundirán con mi placer, mi felicidad, y mi alegría, de tal modo
que será imposible separarlos...52

3.4. Sexualidad y genitalidad

Otra diferencia importante entre el enfoque tradicional y la nueva moral,


es que, desde la perspectiva bíblica, la sexuali​dad es inseparable del
resto de nuestra personalidad. En este punto estamos de acuerdo con la
psicología, especialmente con la psicología dinámica. No podemos
separar el desarrollo de la personalidad del de la sexualidad: ambas
están estrechamente entrelazadas.

Habiendo hecho la anterior afirmación, quisiera hacer una distinción


entre dos conceptos que a mi parecer nos ayudará a profundizar y
comprender este tema. Me refiero a sexualidad y genitalidad. Muchas
veces reducimos todo lo que hace referencia a la sexualidad a simple
genitalidad. Es decir, todo lo que tiene que ver directamente con el sexo
en su dimensión física, la esti​mulación de los órganos genitales y el acto
sexual, ya que a menu​do la sexualidad se limita a ese nivel tan concreto.
Desde la pers​pectiva bíblica, incluso desde otras perspectivas como la
psicoló​gica, la sexualidad incorpora otras dimensiones mucho más
amplias más allá del coito o del intercambio físico sexual.

El problema de la literatura pornográfica de nuestros días no es


que destaque demasiado la sexualidad, sino que no lo hace
suficiente, elimina totalmente la relación y limita el sexo a los
estrechos confines de lo genital. Estas cosas han convertido la
sexualidad en algo trivial.53

Así pues, la sexualidad es una realidad mucho más rica y amplia que la
genitalidad. La genitalidad tiene que ver fundamen​talmente con aspectos
biológicos y físicos de la sexualidad. La sexualidad incluye la genitalidad.
Esta última nunca puede equi​pararse a la sexualidad pues solo es una
parte de esta y no preci​samente la más significativa.

La sexualidad incluye la relación personal, la amistad, el


compañerismo, las diferencias sexuales, etc. Eso quiere decir que
cuando hablamos de sexualidad, nos estamos refiriendo a una realidad
mucho más rica y amplia que lo meramente erótico o genital. Esa
dimensión de nuestra personalidad que denomina​mos sexualidad, toma
dos formas únicas y básicas: lo masculino y lo femenino. Todas nuestras
relaciones personales están impreg​nadas de sexualidad, bien entendido.
Lo que quiero decir es que en toda relación se da un intercambio
personal, de personalidad, y si la sexualidad es parte esencial de nuestro
ser, el ser hombre o mujer marca y afecta toda relación. Esa dimensión
amplia de la sexualidad consiste en el intercambio de las dos
perspectivas dife​renciadas y básicas como son la femenina y la
masculina, que enriquecen y nutren todas nuestras relaciones. Y esto es
posible al margen de la genitalidad, que como ya hemos dicho es solo
una parte de ese todo que es la sexualidad. La sexualidad no es algo
trivial: todo lo contrario, es significativa, enriquecedora y no
nece​sariamente está vinculada siempre a la genitalidad.

Un cambio que se está produciendo en ciertos ámbitos cada vez con


más frecuencia es el hecho y reconocimiento de contemplar la relación
sexual en el contexto de una relación afectiva estable y no como una
serie de experiencias sexuales aisladas. ¿Por qué? Porque si no,
estamos convirtiendo a la otra persona en un obje​to para la mera
satisfacción física. Le consideramos un objeto de satisfacción sexual.

Lo que hay detrás de muchas relaciones sexuales, no es solo la


búsqueda de placer: lo que hay es un intento a menudo inconsciente de
sentirnos comprendidos en una comunión pro​funda con otra persona. En
definitiva es la búsqueda de intimi​dad, de comunión, de la propia
identidad. De nuevo, qué impor​tante es entender bien este principio,
nuestra gran necesidad es la de comunión, intimidad y un desarrollo
maduro de nuestra personalidad. La sexualidad en el sentido más amplio
es un medio esencial para cubrir estas necesidades; por ello Dios nos
creó hombre y mujer.
Cuando el amor y el deseo sexual se separan, el sexo se
transforma en una necesidad compulsiva... El amor sexual nunca
fue pensado para eso. El verdadero amor florece cuando el afecto y
la fidelidad están unidos al eros porque, como dijo C.S. Lewis, lo
más elevado no existe sin lo inferior.54

Muchas personas acceden a la experiencia sexual no por propia


convicción, sino un tanto inconscientemente para satisfa​cer ese profundo
deseo de comunicación y de intimidad que puede acompañar a la
relación sexual. Dicha satisfacción profun​da de comunión o de búsqueda
de intimidad están en el origen y el propósito de la sexualidad.

El sexo y el amor son ambos buenos, aun si se los conside​ra por


separado. Unidos, tienen la fuerza del acero y el esplendor de los
diamantes. Sin embargo, como consecuencia de haber rechazado
a Dios, hombre y mujer empezaron a experimentar el sexo y el
amor como entidades separadas. Aun así, el propósito del amor y
del sexo es que estén indisolublemente unidos.55

Asumir nuestra sexualidad significa aceptar nuestra masculinidad o


feminidad, reconocer esa diferencia esencial no como fuente de
desigualdades para competir, sino como el privilegio de crecer y madurar
a través de la relación entre los sexos. Esta dimensión de la sexualidad
implica la aceptación de nuestra iden​tidad sexual y esta está
estrechamente conectada al desarrollo de nuestra personalidad.

3.5. Sexualidad y personalidad

La sexualidad ha de relacionarse y vivirse en armonía con las demás


áreas de nuestra persona. Creo que, en contraste con la sexualidad
animal donde lo que prima es lo instintivo y reproduc​tivo, en el caso del
ser humano tiene que ver con otras instancias superiores y no
únicamente con los instintos y la reproducción. Esta afirmación estaría
en sintonía con los descubrimientos de la psicología dinámica, cuando
dice que la conducta sexual no res​ponde únicamente a niveles
instintivos, sino que depende de otras instancias de la personalidad.
El sexo es inseparable de la persona. No es simplemente una
función fisiológica: es una expresión del ser interior, una dimen​sión
del Ego. Hablar de la sexualidad humana no es algo que tiene que
ver con los órganos sexuales o la experiencia sexual
exclusivamente; es más bien hablar de algo que atañe a la esen​cia
misma de la persona.56

Por eso la psicología dinámica hace una aportación muy interesante,


cuando afirma que todo lo que no sea naturalidad y libertad
(permisividad) en términos de experiencia sexual, es algo que favorece
la represión psicológica. Estemos o no de acuerdo con ese
planteamiento ideológico, es muy interesante la conexión que la
psicología establece entre sexualidad y personalidad, al hacer dicha
afirmación. Esto en el caso del ser humano, viene a confirmar que la
sexualidad no es únicamente una experiencia vivida en el nivel instintivo,
sino que involucra otros niveles más allá de lo biológico.

Una ilustración nos ayudará a entender este principio que creo que es
fundamental para entender el resto del enfoque bíbli​co sobre la
sexualidad.

Pensemos en aquellas personas que han tenido una expe​riencia tan


negativa e incluso traumática, como es la de una viola​ción sexual. Esta
experiencia es mucho más frecuente de lo que imaginamos, no
solamente en el caso de personas adultas o jóve​nes, sino también
durante la infancia. La persona que haya tenido este tipo de experiencia
va a tener, de forma lógica e inevitable, una visión negativa y deformada
de la sexualidad. Podrá sentir una fuerte repulsión hacia el otro sexo o
aversión hacia el inter​cambio físico sexual, ¿Por qué? Pues porque su
primera, o prime​ras experiencias sexuales han sido traumáticas y el
rechazo de contacto físico con el otro sexo es una respuesta de defensa
a nivel emocional. Dicha experiencia afectará todas sus relaciones
interpersonales, incluidas aquellas donde no haya intercambio sexual-
genital.

Los casos de violación sexual nos muestran de forma clara y


convincente la interrelación estrecha que existe entre la sexuali​dad y la
personalidad. Si la sexualidad fuese algo básicamente físi​co, instintivo,
biológico, el tratamiento y la superación de esa cri​sis sería muy sencilla.
Tan solo requeriría una buena exploración médica y un tratamiento
quirúrgico o farmacológico proporcional a los daños físicos producidos.
Pero en realidad el mayor proble​ma que una violación plantea está en el
nivel de la recuperación psicológica de la persona. Las heridas
emocionales son las más difíciles de superar en todos estos casos. Es
por esto por lo que no podemos contemplar de forma separada e
independiente la sexualidad de la personalidad.

... nuestros jóvenes están descubriendo en su nueva libera​ción


sexual que el coito no es una experiencia trivial, pasajera, aislada.
Están aprendiendo que esta relación humana tiene profundas y
duraderas dimensiones emocionales, con las cuales no se puede
jugar sin sufrir las consecuencias.57

Nadie puede vivir plenamente su sexualidad al margen de su


personalidad. Nuestro desarrollo emocional está plena y direc​tamente
relacionado con la sexualidad. No nos podemos dividir. No somos
animales, en el sentido estricto del término. No pode​mos tener múltiples
relaciones sexuales, con personas distintas, en diferentes momentos y
que esta promiscuidad sexual no nos afecte. Este tipo de conducta
afectará la visión que tengo de mí mismo, de mi identidad y a las
relaciones personales en general y con las del otro sexo en particular.

Lo único que pone de manifiesto, el hecho de tener rela​ciones sexuales


con varias personas, de forma indiscriminada y sin un compromiso
estable, es que lo que necesito es descargar la tensión o deseo sexual, y
una vez que lo haga, igual que cuando acabo de comer, me siento
satisfecho. Es decir, contemplo la dimensión de la sexualidad como una
mera satisfacción de un impulso físico y que frecuentemente va
acompañada de placer sexual, sin ningún otro tipo de implicación.
Aunque este sea un planteamiento muy extendido, lo cierto es que no
satisface los anhelos más hondos de cualquier ser humano, porque la
sexuali​dad está ligada íntimamente a dimensiones mucho más
profundas que no la única y mera satisfacción física, aunque esta pueda
tener su importancia.
Estamos de acuerdo con Freud en la importancia de la sexualidad, y en
el hecho de que con toda probabilidad una acti​tud de represión o de
negación de esta puede provocar problemas de personalidad y de
relación. Pero al mismo tiempo también afir​mamos que el impulso sexual
no es una urgencia irresistible que deba ser satisfecha inmediatamente,
ni que la no satisfacción de este conduzca irremisiblemente a una
experiencia de represión.

El cerebro humano está compuesto del hipotálamo (el «cerebro


antiguo» o «cerebro animal»), que se ocupa primaria​mente de las
sensaciones de dolor y de placer. Y de la corteza cerebral, o centro
del razonamiento. Mientras que el hipotálamo impulsa al individuo a
buscar una gratificación inmediata, la corteza cerebral capacita al
individuo para pensar acerca de las consecuencias y
ramificaciones, para tomar decisiones basadas en el sacrificio de
uno mismo, en la entrega, en la gratificación retardada y en el amor.
La comprensión del impulso sexual como controlable en lugar de
una necesidad irresistible socava la ética del placer tan dominante
en la educación sexual «libre de valo​res». La perspectiva recreativa
del sexo (hedonismo), al presupo​ner que los jóvenes están
interesados en el sexo como mero acto, los trata como menos que
humanos. Debemos enseñar a nuestros jóvenes que, debido a que
son humanos, pueden escoger respetar su sexualidad,
empleándola para suplir su verdadera necesidad de hallar una
mutua satisfacción en el amor.58

3.6. Sexualidad y psicología

Frente a conceptos como represión y liberación podría​mos referir un


tercero denominado convicción. Cuando una per​sona está convencida
personalmente (no por imposiciones exter​nas) y asume los principios
sobre la sexualidad que hemos consi​derado, dicha actitud no produce
desórdenes emocionales, ni existenciales de ningún tipo.

La persona que llega virgen al matrimonio por convic​ción personal,


porque, desde la perspectiva de sus valores entiende que Dios se revela
a través de su Palabra, que fue él quien nos diseñó y, por lo tanto, sabe
mejor que nadie cómo funciona esa dimensión de nuestra vida y actúa
por convicción personal, experimentará, por tanto, madurez emocional y
cre​cimiento espiritual.

Lejos de ser represiva, tal y como podría parecer esta norma, de


hecho, es enormemente liberadora. Si nosotros hubié​ramos vivido
conforme a ella, nos habríamos librado del daño emocional que
muchos otros han experimentado después de una serie de
experiencias sexuales malogradas. Estaríamos libres para poder
gozar de una relación sexual con un único compañero de por vida,
sin ningún miedo secreto.
Este es el ideal. La triste noticia es que para muchas perso​nas es
demasiado tarde. Es únicamente un sueño frustrado. Aquellos que
han cometido graves errores en el área de las rela​ciones, a
menudo se lamentan profundamente... Es tiempo de reconocerlo y
ser honestos al respecto.59

Lo que produce daño emocional o neurosis es un desajus​te entre la


creencia y la experiencia. En ese sentido, cuando una persona asume,
por convicción personal, determinados criterios en cuanto a patrones de
conducta sexual, y los lleva a cabo, eso produce madurez emocional
porque hay coherencia, la conducta se ajusta a los principios.

Así que, aquellos que dicen que la virginidad es negativa y represiva


deberían matizar que es posible que esto suceda cuan​do el no tener
relaciones sexuales antes del matrimonio sea el resultado de pautas
represivas o impuestas. La alternativa más saludable a la represión no
es la liberación sexual (como algunos psicólogos han llegado a
recomendar) sino la conducta de auto-convicción.

Sin duda sería bueno, también sobre el plano psicológico,


recordar a los adolescentes que de todas las memorias que
tene​mos, la memoria sexual es la más indeleble... De hecho, nada
borra el recuerdo de las primeras experiencias eróticas, ni de las
primeras relaciones sexuales. Al contrario, se tornarán más vívidas
después de cincuenta años, que después de cinco meses. Es por
eso que es profundamente deseable que estas primeras
expe​riencias se refieran a aquel o a aquella con quien se las ha
hecho toda la vida. 60

Ahora bien, no todas las convicciones y conductas por muy coherentes


que sean producen las mismas consecuencias, y es en este punto
cuando el factor realidad y la verdad desempeñan un papel único. Una
persona que esté convencida de tener relaciones sexuales abiertas y
actúe en consecuencia, es decir sea coherente con sus creencias,
seguramente no experimentará la neurosis fruto de la represión. Pero sí
que experimentará la neurosis de la erró​neamente denominada
liberación, las consecuencias de la permi​sividad. Lejos de liberarnos, nos
estaremos enredando y compli​cando la existencia, porque no estamos
diseñados para este tipo de experiencia sexual permisiva.

La sexualidad está relacionada con la personalidad pero también con la


moralidad, con el tema de la verdad. ¿Por qué? Porque fue Dios quién
hizo al ser humano y fue él quien también diseñó la sexualidad humana.
La existencia de Dios es el funda​mento de los valores absolutos, de la
verdad objetiva y no subje​tiva, porque Dios no es uno más, sino nuestro
Creador. No es lo mismo ser coherente conmigo mismo pero incoherente
con el propósito de Dios, que ser coherente con uno mismo y a la vez
con Dios. Esa doble coherencia es el camino más seguro a la madurez
en todos los aspectos.

Con respecto a las drogas, ahora estamos enviando un mensaje


absoluto de NO a nuestros hijos. Con respecto al sexo, seguimos
empantanados en la década de los sesenta, intentando sacar el
mejor partido de una conducta inaceptable. Pero si estas dos
pautas de conducta están íntimamente relacionadas, si en verdad
constituyen dos expresiones paralelas del mismo vacío ético entre
muchos adolescentes, no podemos tratarlas de forma
contradictoria. No podemos esperar llenar la mitad de un vacío. O
bien les damos a los jóvenes un enfoque coherente, integrado,
frente a las tentaciones de la vida moderna, o bien ellos aplica​rán el
mínimo común denominador ético a todas las cuestiones morales a
los que hagan frente.61
Esta cita pone de manifiesto la incoherencia de ser muy tajan​tes y
absolutos en algunas cuestiones como las drogas y por otro lado muy
permisivos y relativistas en todo lo que se refiere a la sexualidad. Si
afirmamos normas morales, objetivas, en algunas áreas como por
ejemplo: No a las drogas, no a la violencia de géne​ro, no la violación de
los derechos humanos, y en cambio en otros temas somos relativistas y
permisivos, debemos explicar en base a qué criterios en unos casos
somos absolutistas y en otros relativis​tas. ¿Cuál es nuestro
planteamiento para establecer la verdad?

3.7. Sexualidad y compromiso

La relación sexual-genital, desde la perspectiva bíblica, se reserva al


contexto del matrimonio. No porque pensemos que un documento legal o
un anillo es la garantía de éxito de esa relación, aunque sí que
afirmamos que es el mejor punto de partida para plantear una relación
de pareja lo más amplia, rica y estable.

El placer sexual fue diseñado para disfrutarse dentro del


matrimonio. La parte física del sexo es solo un aspecto del todo. El
primer propósito de la sexualidad es terminar con el aislamiento y la
soledad. Y la soledad solo puede terminar cuando existe la
confianza que ha hecho que alguien se comprometa conmigo y yo
con esa persona en un pacto juramentado que durará hasta que la
muerte nos separe. Dentro de esa clase de relación los pla​ceres
físicos del sexo pueden florecer y profundizarse misteriosa​mente
para solidificar la relación. No nos casamos para copular. Si fuera
así, el matrimonio sería una prostitución legalizada. Los
matrimonios basados en el sexo físico fracasarán rápidamente. Nos
casamos para aliarnos en ayuda y servicio mutuo, y como
expresión de amor. En ese contexto, la intimidad es el sello del
pacto. 62

Es muy importante entender esta cuestión. El gran propósi​to de la


creación de la sexualidad fue la comunión, el compartir con un igual,
hacer frente a la soledad. Para ello la confianza es decisiva, y esta solo
se puede experimentar con un compromiso bien definido. Es en ese
contexto, de un compromiso de por vida, donde se puede experimentar
sin reservas una plena relación sexual. Es sintomático que el verbo que
se utiliza para el acto sexual, en el texto bíblico, sea el verbo conocer... Y
conoció Abraham a su esposa. Desde la perspectiva bíblica, el uso de ese
verbo y no otro pone de manifiesto la estrecha conexión existen​te entre
el conocimiento y la sexualidad. El acto sexual, bien plan​teado, provee
un acercamiento al otro lleno de significado y cono​cimiento.

El matrimonio cristiano no es una salvaguarda sino una


valorización de la relación sexual, el único marco, según pienso,
donde se puede vivir verdadera y durablemente su misterio. Un
mis​terio que jamás terminaremos de elucidar, pero al cual los
pensa​dores, los poetas, los artistas, no cesan de intentar acercarse
y a pro​pósito del cual los teólogos no cesan de interrogar la
Escritura.63

La dimensión de exposición y conocimiento que provee el acto sexual


es tal, que revelará nuestras heridas y temores emo​cionales. La clave es
que a partir de ese acto de transparencia, que va más allá de la
desnudez física, podamos conocernos, apoyar​nos y fortalecernos para
crecer personalmente y como pareja. Difícilmente esto se logra en una
relación que no esté enmarcada en un compromiso estable y duradero.
La consecuencia más importante de una relación de compromiso vital,
como es el matrimonio, es el crecimiento como personas, en madurez de
cada uno de los miembros de la pareja.

Las llamadas parejas de hecho son una de las alternativas cada vez más
extendidas al matrimonio, pero no acaban de cum​plir con el requisito
esencial para acceder al acto sexual desde la perspectiva bíblica. Así
pues, siendo una situación muy parecida al matrimonio, sin embargo el
elemento ausente es el compromi​so, expresado este en un pacto público
de por vida. Es por eso que el compromiso público se convierte en un
factor revelador y decisivo en esta cuestión.

No contraer matrimonio para dejar una puerta abierta (sin compromiso)


por si falla la relación, es un planteamiento que evi​dencia mucha
inseguridad y pobre disposición a enfrentar los con​flictos que
inevitablemente aparecen en toda relación de pareja.

Sobre ese fundamento de inseguridad y falta de compromiso, cons​truir


una relación de pareja estable es poco menos que imposible.

Es evidente que la plenitud de la unidad no se logra ni en un día,


ni en algunos días, ni siquiera en algunos meses, sino que hace
falta justamente la duración de la existencia... El des​pliegue de la
vida sexual necesita de la duración y del compro​miso del
matrimonio.64

El factor tiempo en las relaciones personales es muy impor​tante. Es


difícil desarrollar una relación de pareja significativa con plazos de
caducidad, la previsible temporalidad de una relación no hace otra cosa
que contribuir a la inestabilidad de la misma. Nada mejor que un
compromiso estable y de por vida para pro​veer el mejor marco para el
desarrollo y crecimiento de las perso​nas involucradas en una relación de
pareja.

El matrimonio desde una perspectiva bíblica es una relación entre un


hombre y una mujer basada en el amor y el conocimien​to, que se inicia
con una ceremonia pública en la que se estable​ce un pacto de por vida,
que conduce a la pareja a una relación de unión y compañerismo que
permite compartir todas las experien​cias, y es en el contexto de esta
relación de fidelidad y amor donde la relación sexual puede
experimentarse plenamente y a la vez se convierte en la expresión más
profunda de unidad e inti​midad entre un hombre y una mujer.

Ser conscientes de la importancia de este tipo de compro​miso nos


debería llevar a prestar mucha más atención a la relación previa al
matrimonio. El noviazgo o como le queramos denominar es
imprescindible para tomar con garantía la decisión que nos unirá a otra
persona de por vida. Ese período debiera ser de cono​cimiento mutuo, de
forma amplia y realista. El contacto o la inti​midad física debería estar en
estrecha relación con el nivel de compromiso alcanzado por la pareja en
cada momento. Todo ello sin llegar a niveles intensos de intimidad física
y por supuesto sin consumar el acto sexual. La inclusión de la
experiencia sexual plena en una relación prematrimonial, significa no
solo traspasar los límites adecuados para ese proceso previo de
conocimiento y decisión, significa también confundir los tiempos de la
relación donde no se dan todas las condiciones de confianza y
compromi​so para dicha experiencia.

Aún a pesar de todos estos argumentos, todavía alguien se podría


estar preguntando ¿pero por qué tanta insistencia en espe​rar hasta el
matrimonio? Planteándolo de otra manera, un poco más cruda, como lo
hacía años atrás una gran pintada en una importante avenida de
Barcelona, que decía algo así como: La vir​ginidad produce cáncer, cúratelo.
Podemos decir que si la virgi​nidad es el resultado de ideas represivas o
negativas en cuanto a la sexualidad, cáncer no producirá, pero sí
tensiones y desórdenes de tipo emocional. No obstante, también
debemos reconocer otras realidades:

De manera que el razonamiento que sustenta la prohibición


bíblica del coito fuera del matrimonio va más allá de las
preocu​paciones prácticas corrientes en cuanto a los embarazos, las
enfer​medades venéreas y cosas por el estilo. Las relaciones
sexuales geni​tales de personas no casadas son malas. Porque
violan la realidad interior del acto... porque los individuos no
casados toman parte en un acto que une sus vidas sin tener ellos la
intención de unirse... El coito rubrica y sella (e incluso tal vez la
produce) una unión de vida, y unión de vida quiere decir
matrimonio.65

La inclusión de la intimidad sexual en una relación prema​trimonial hará


que irrumpa toda una serie de emociones y sensa​ciones que contribuirán
a distorsionar y dificultar la relación de compañerismo y amistad. Por
muy atractiva y placentera que sea esta dimensión física de la
sexualidad debemos saber esperar. La clave de este período
prematrimonial es conocerse y conversar, es decir un ajuste de persona,
de personalidades. Poner límites cla​ros al intercambio físico antes del
matrimonio contribuirá a pro​fundizar en la relación personal y en el
compañerismo como aspectos esenciales de la relación. El peligro es
llegar como per​fectos desconocidos al matrimonio como indica la cita
siguiente.

Al quitarse las limitaciones sexuales del trato de pareja, también


se sacrifica la oportunidad de llegar a conocerse el uno al otro... El
aprender a comunicarse, manejar los conflictos, com​partir las
ilusiones, entender la compatibilidad, expresar las heri​das pasadas
y conocer a Dios, requiere bastante trabajo y conversación. ¿Por
qué pasar por ese proceso cargante y doloroso cuando se puede
disfrutar de emociones deliciosas con solo meterse en la cama? La
obsesión con el sexo antes del matrimonio conduce por lo general a
preguntarle al otro una vez casados ¿Quién eres? 66

Tampoco el argumento de la llamada compatibilidad sexual justifica el


aceptar las relaciones sexuales prematrimoniales. La compatibilidad
sexual es una cuestión de ajuste, un proceso nece​sario, que bien
entendido se desarrolla paulatinamente en el tiem​po, y que aún en caso
de dificultad debería contribuir a la unión y la confianza de la pareja. Si
se ha planteado bien la compatibili​dad personal y de conocimiento al que
hacíamos referencia en el párrafo anterior, el ajuste sexual será una
experiencia enriquecedora en la gran mayoría de los casos, y en
aquellos que surjan difi​cultades objetivas podrá ser motivo de
crecimiento y profundización de la relación de pareja.

Involucrarnos sexualmente con otra persona implica hacernos


increíblemente vulnerables, desnudarse con alguien no es una
simple fantasía. Ahí estás tú, ofreciéndote a ti mismo a otra
persona, estás asumiendo un riesgo... puede ser inmensa​mente
satisfactorio pero nunca puedes estar totalmente seguro. Y es por
eso por lo que Dios dice que el sexo debe ser experimenta​do solo
en el contexto del matrimonio.67

Cuando se dan relaciones sexuales fuera de un contexto de


compromiso, estas no acaban de resultar satisfactorias ni a medio, ni a
largo plazo. Por ello apostamos decididamente por el marco matrimonial
como el espacio más adecuado para experimentar todas las
dimensiones de la sexualidad. Decidir tener relaciones sexuales antes o
al margen del matrimonio, significa una decisión moral y ética contraria al
propósito del creador y Diseñador del matrimonio.

3.8. Sexualidad y Educación

Otro tema de importancia es todo lo relativo a la forma​ción o educación


sexual. Uno de los problemas más importan​tes para los Ministerios de
Salud de cualquier país Occidental, son las elevadas cifras de
embarazos no deseados entre las ado​lescentes. Paralelamente a ese
crecimiento ha aumentado el uso de la píldora del día después. El uso
de esta es, sin lugar a dudas, muy eficaz, pero a expensas de su efecto
abortivo, con​siderando que desde el momento de la unión de las células
sexuales, en potencia tenemos una persona, ya que se inicia un proceso
que si no se detiene por alguna deficiencia, o activa​mente desde fuera,
progresará hacia la formación de una perso​na. Dicha píldora actúa a
posteriori de una probable unión de las células sexuales. Otras
alternativas han sido las campañas a favor del uso de los preservativos,
regalándolos, facilitándolos en los centros de estudio y difundiendo su
uso. A pesar de todo ello, lo cierto es que las estadísticas de embarazos,
como de enfermedades de transmisión sexual, no disminuyen sino que
aumentan continuamente.

He sido absolutamente contrario a los cursos de educación sexual


tal como se suelen enseñar en las escuelas públicas. El pro​grama
típico intenta enseñar la técnica del sexo sin tratar la moralidad del
sexo. En mi opinión, estos componentes nunca deberían separarse.
Cuando se enseñan fisiología y hechos sin una consideración ética,
es como si se enseñase a un joven a dis​parar una pistola sin
decirle adonde apuntar. Creo que un pro​grama bien pensado de
educación sexual para las escuelas podría constituir una valiosa
contribución, pero debería incorpo​rar más que el cómo.68

Se insiste mucho desde las instancias sanitarias que este problema


debe enfrentarse desde la vertiente educativa. Según ellas, una buena
educación sexual en la escuela y en los institutos ayudaría a controlar y
reducir el número de embarazos. El enfo​que de dichos programas
educativos se centra en la dimensión fisiológica, en la mecánica del acto
sexual y en el uso de los méto​dos anticonceptivos. Las premisas éticas
de las que se parte son completamente amorales (la neutralidad ética no
existe), dan por sentado que desde temprana edad se pueden mantener
relaciones sexuales, y de lo que se trata es de reducir el impacto de
estas rela​ciones en términos de embarazos o enfermedades de
transmisión sexual.

Si solo enfrentamos esta cuestión desde una perspectiva educativa


neutral o amoral, vamos a estar enfocando errónea​mente el problema. No
basta el conocimiento fisiológico y técni​co de la sexualidad: necesitamos
formar en valores. Solo desde un conocimiento de la naturaleza y
propósitos de la sexualidad basa​da en convicciones personales y
morales, podrá reducirse signifi​cativamente estos problemas.

Los jóvenes se encuentran inmersos en una guerra sin armas


para defenderse. Les hemos dado información, pero no for​mación,
les hemos dado la vida pero no les hemos enseñado a vivirla,
conocen técnicas pero no ética.69

Este no es solo un problema juvenil o de la adolescencia. Las cifras de


embarazos no deseados y abortos entre adultos es más que
significativa, poniendo de relieve de nuevo que no es solamente un
problema de educación o conocimientos. Se trata más bien de nuestra
concepción de la sexualidad y de las normas éticas o la ausencia de
estas en nuestra experiencia sexual.

Mientras no se produzca un cambio significativo en nuestra sociedad


acerca de la manera de entender y practicar las relacio​nes sexuales y la
genitalidad, no estaremos enfrentando adecua​damente estas
problemáticas. La perspectiva bíblica nos conduce a un acercamiento
realista y riguroso a esta cuestión y responde a estas problemáticas
yendo al fondo de la cuestión, al terreno de la moral y de la ética. La
sexualidad como otras conductas son desde su origen una cuestión
netamente ética, y todo lo que no sea abor​darla en ese terreno es errar
el blanco.
3.9. Sexualidad y moralidad

Estamos delante de un aspecto crucial en lo que es la temá​tica y el


enfoque de este libro.

En el primer enfoque, el religioso tradicional, veíamos que existía una


relación entre sexualidad y moralidad. Su fuente curiosamente no ha
sido la revelación bíblica, sino la filosofía clá​sica y su influencia en los
grandes pensadores cristianos de los primeros siglos hasta la época
medieval. La visión era negativa: todo lo relativo a la sexualidad era
inmoral, sucio, pecaminoso, y solo el fin de la procreación podía ser
asumido en cierta manera.

En el segundo enfoque, la nueva moral sexual, no se esta​blece relación


entre sexualidad y moralidad. Dios ha muerto, el hombre es dios para sí
mismo. La moralidad o no de la sexuali​dad es una dimensión en el mejor
de los casos personal, privada, y por lo tanto los límites de esta los
establece cada persona para sí misma. Lo inmoral da paso a lo amoral
en un nivel subjetivo y personal.

En el tercer enfoque, el bíblico, existe una clara y profunda relación


entre sexualidad y moralidad. El Creador imprime a toda su creación su
carácter y su esencia, y la humanidad como cima de esa creación visible
comparte esa esencia moral, porque fue hecha a imagen y semejanza
del Creador. Todo su ser y acción están sujetos a esa naturaleza. En
moralidad, desde la perspectiva bíblica, no existe lo subjetivo, lo relativo,
lo local. Todo acto y decisión está sujeto a la revelación de Dios, a su ley
y propósitos y esta es objetiva, absoluta y universal. Si Dios existe, nadie
mejor que él para establecer los principios morales. El ser humano
debe​rá ajustar su conducta a estos principios si quiere vivir en armonía
con el Creador.

Así pues, la perspectiva bíblica de la sexualidad descansa sobre


principios revelados por Dios. La sexualidad, como cual​quier ámbito de
nuestra persona, tiene una correspondencia, a nivel espiritual y moral,
mucho más importante de lo que pensa​mos. Muchos de los problemas
del ser humano tienen que ver con la ausencia de sentido en la vida, y
eso tiene repercusiones a nivel de relaciones, incluso en el nivel de la
sexualidad.

La mayoría de los principios bíblicos en relación a la sexua​lidad están


basados en los dos primeros capítulos del Génesis. Posteriormente se
amplían y desarrollan. Dichos principios se dan en un contexto de
Creación, donde la realidad del mal todavía no ha afectado a la raza
humana ni a la creación visible. En un senti​do es un contexto ideal, el
Jardín del Edén. Por eso para nosotros es normativo, pues revela el ideal
de Dios para la sexualidad humana. Pero es en Génesis capítulo tres
dónde aparece con toda su fuerza y consecuencias el drama que todavía
hoy sigue afec​tando a la humanidad. El mal se introduce en la
experiencia humana y afecta a toda la creación visible. La sexualidad no
es una excepción, y el texto bíblico con honestidad y realismo irá dando
testimonio de todos los pecados y despropósitos que tienen que ver con
la sexualidad. Es lo que denominamos la Caída de la humanidad. Este
hecho es la consecuencia de la decisión del ser humano de rebelarse
contra Dios, de convertirse en dios para sí mismo. Anticipándose a las
tesis de la muerte de Dios y del Superhombre de la filosofía del S. XIX,
ya Adán en el Edén se ade​lantó a Nietzsche y a otros pensadores, y lo
que ellos proponen en realidad no es tan novedoso.

La ruptura producida entre Dios y el ser humano es de tal envergadura


que es imposible de restaurar para la criatura, para el hombre. El
creador, respetando profundamente la libertad y res​ponsabilidad de sus
criaturas, iniciará el plan de restauración o redención, en el que se
implicará personalmente (Jesucristo: Dios hecho hombre). Como
resultado de esta iniciativa divina, se abri​rá una puerta de esperanza
inmensa para el ser humano. Se trata de la posibilidad de vivir una vida
libre, responsable y significati​va aún en medio de una realidad en la que
conviven las conse​cuencias de la Caída (el rechazo o la muerte de Dios)
y se antici​pan los resultados de la redención (la reconciliación con Dios, el
vivir teniendo en cuenta a Dios). Esa es la tensión que nos toca vivir en
el presente.

El futuro es todavía más esperanzador y esplendoroso, la restauración


de todas las cosas. No se trata de un escapismo cris​tiano. El fundamento
de ese futuro glorioso, descansa sobre el carácter eterno del creador y la
obra Redentora de Dios a través Cristo. La Caída y sus consecuencias
desastrosas no tienen cabida indefinida en su creación. El presente
estado de cosas cambiará y desaparecerá completamente.

Cada ser humano debe decidir entre seguir viviendo sin Dios en las
consecuencias de la Caída (siendo él dios para sí mismo, rechazando los
propósitos y principios de Dios), o vivir con Dios, asumiendo que es
Creador, Salvador y Señor de nues​tras vidas. Dios no impuso, ni impone
sus principios a sus criatu​ras: expone, invita y nos trata de forma
responsable. Según Él y su revelación solo hay una forma moral correcta
de vivir. No solo la ha revelado sino que se compromete personalmente
con cada uno de nosotros para capacitarnos para vivir en armonía con
Él. Toda la dimensión sexual queda incluida en este marco, al igual que
el resto de las áreas de nuestra persona y vida.

Quisiera completar este apartado afirmando que la nega​ción de la


existencia de Dios en cualquiera de sus formas, no sig​nifica que Dios
deje de existir o que de esa manera, eliminamos las consecuencias de
nuestra decisión de vivir autónomamente. Si Dios no existe, es evidente
que la Revelación bíblica es una inven​ción humana, y el cristianismo se
convertirá en una fe vacía, una religión más y los cristianos seremos
dignos de lástima.

Pero si Dios existe, es autónomo y está claramente por enci​ma de


nosotros, los principios por Él revelados son absolutos y universales.
Vivir en armonía con ellos tiene consecuencias, y vivir al margen o en
contra de ellos también. Dios por su natura​leza comunica su carácter
moral al universo y a todo lo que en él habita. La realidad del universo es
moral y aunque rechacemos a Dios eso no significa que podamos
cambiar la realidad moral del universo. Esta permanece, y si la
contrariamos se tornará contra nosotros en consecuencias negativas. Lo
que quiero decir es que el ateísmo en cualquiera de sus formas o el
agnosticismo son opciones libres y responsables, pero no excluyen las
consecuen​cias de un rechazo de la persona y el carácter moral de Dios.
Dios nos juzgará un día a todos. Este posiblemente no sea un enfoque
popular, ni políticamente correcto, pero es riguroso en su plante​amiento
Si Dios existe, la ética y la moral pueden establecerse sobre una base
muy sólida.

Es por ello por lo que los principios bíblicos son extensivos a todos los
seres humanos El que no creamos en Dios, el que no vivamos conforme
a ellos no nos exime de responsabilidad y de las consecuencias de
ignorarlos o rechazarlos. Por ser universales y objetivos son aplicables a
todas las culturas y pueblos. La cultura humana en cualquiera de sus
localizaciones geográficas o históri​cas ha sido afectada por las
consecuencias desastrosas de la Caída y por lo tanto ninguna cultura
puede ser idealizada o deificada.

Por ejemplo, si en una cultura antigua y bien considerada se practicase


la pedofilia, eso no significaría que el respeto a toda forma cultural nos
llevase a aceptar esa norma de conducta sexual (ni aún dentro de esa
cultura únicamente) según la cual el abuso sexual de niños por parte de
adultos es culturalmente asumido. Desde la óptica bíblica esto sería
inmoral porque no se ajusta a los principios revelados. Otro ejemplo
sería el de la poligamia en cual​quiera de sus versiones femenina o
masculina, mucho más exten​dida que la primera. El hecho de que sea
una práctica cultural extendida en oriente Medio y otras partes del
mundo, desde la perspectiva bíblica también sería inmoral, porque el
matrimonio diseñado por Dios es el que se compone de una pareja
monógama y heterosexual. Tener claro que esos principios son
universales y aplicables a toda cultura no significa que debamos
imponerlos, ese ha sido el error de muchas empresas misioneras
cristianas. Debemos exponer y persuadir a otros, de forma que cada
persona llegue a la propia convicción. La diferencia consiste en que
nos​otros, como iguales, no podemos imponerlos, pero Dios sí que puede
exigirlos. Él por su naturaleza sí puede pedirnos cuentas acerca de
nuestro estilo de vida.

Para vivir bajo estos criterios bíblicos debe producirse en nosotros un


cambio personal, de orden espiritual profundo: la conversión. La
conversión es la experiencia espiritual que nos per​mite arrepentirnos de
nuestro antiguo estilo de vida (vivir sin Dios) y aceptar el nuevo estilo de
vida (vivir con Dios).
El enfoque bíblico incluye un concepto más que nos ayuda a clarificar
toda esta cuestión de sexualidad y moralidad. Se trata del malentendido
y rechazado concepto de pecado. En un sentido etimológico quiere decir
errar el blanco. La idea es no acertar, fallar en el cumplimiento de los
principios revelados por Dios. Desde este punto de vista podemos hablar
de pecados sexuales, es decir aquellas conductas referidas a la
sexualidad que fallan en el cumplimiento del planteamiento divino.

3.10. Conclusión

Este enfoque se distingue del religioso tradicional en el sentido de que


tiene una perspectiva positiva de la sexualidad y enfocada a la madurez
sobre la base de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo se aleja de la
nueva moral sexual caracterizándose por un enfoque ético objetivo de la
sexualidad en consonan​cia con el creador y diseñador de esta.
Pretender vivir la sexua​lidad al margen de Dios o desde una perspectiva
deformada de Dios es sumergirnos en aguas de confusión con
resultados siem​pre negativos y empobrecedores para nuestra existencia.
De ahí que la actual vivencia de la sexualidad que mayoritariamente se
está dando en nuestra sociedad sea un claro signo de decaden​cia
existencial y espiritual.

Por eso es tan importante el tema genérico que este libro aborda. Dios
tiene mucho que decir acerca del sexo. Es más, podríamos afirmar que
es quien más puede aportar, porque en defi​nitiva es el diseñador y
creador de esta faceta de nuestra persona.

Por ello, todo lo relativo a la sexualidad es espiritual y se conecta con


las implicaciones existenciales y éticas. Eso implica que cada uno de
nosotros deberá escoger un estilo de vida que incluye a Dios o que le
excluye. Esa es la decisión más importan​te de toda nuestra existencia,
de ella depende todo lo que somos y vivimos.

El planteamiento bíblico nos muestra que la sexualidad solo se podrá


vivir en plenitud cuando se esté en armonía con aquel que es la verdad,
el Camino y la vida. Solo reconciliados con Dios podremos vivir con
significado todas las dimensiones de nuestra persona y vida. De ahí que
la sexualidad bien entendida nos con​duce a Dios. Esto concuerda con
nuestro planteamiento inicial cuando afirmábamos que la sexualidad y la
espiritualidad son amigas.

Notas:

50 C. René Padilla. Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59.


Pág.74.

51 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos


Aires 1975. Pág. 9 y 10.

52 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos


Aires 1975. Pág. 18.

53 Richard J. Foster. Dinero, sexo y poder. Ed. Betania. Miami 1989.


Pág.76.

54 John White. Hacia la sanidad sexual. Ed. Certeza Argentina.


Buenos Aires 2000. Pág. 146.

55 John White. Hacia la sanidad sexual. Ed. Certeza Argentina.


Buenos Aires 2000. Pág. 139.

56 C. René Padilla. Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59.


Pág.74.

57 C. René Padilla. Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59.


Pág.79.

58 Citado por la educadora: Cleen Mast. Mitos de la educación sexual.


Josh McDowell. Edit. Clie. Barcelona 1992. Pág.41

59 Steve Ayers. Sex and sensibility. IVPress. Leicester 1997. Pág.89.


60 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos
Aires 1975. Pág. 50.

61 Citado de un informe del Depart. de Educación para el presidente


de los EEUU. Josh McDowell. Mitos de la educación sexual. Edit. Clie.
Barcelona 1992. Pág.41.

62 John White. Eros y el pecado sexual. Edit. Certeza Unida. Illinois


1980. Pág.13.

63 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos


Aires 1975.Pág. 8.

64 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos


Aires 1975. Pág. 42.

65 Richard J. Foster. Dinero, sexo y poder. Ed. Betania. Miami 1989.


Pág.96.

66 B. Hybels y R. Wilkins, El amor tierno, Edit. Unilit. Miami 1994. Pág


84.

67 Steve Ayers. Sex and sensibility. IVPress. Leicester 1997. Pág.88.

68 Josh McDowell. Mitos de la educación sexual.. Edit. Clie. Barcelona


1992. Pág. 225.

69 Carlos Cuauhtemoc Sánchez. Juventud en éxtasis 2. Edic. Selectas


Diamantes. México 1997. Pág.18.

También podría gustarte