Está en la página 1de 4
ROMINA Isabel Botero Me llamo Romina. Le prometi a mi hijo que iba a venir, asi que aqui estoy. Esté muy preocupado conmigo por mi aumento de peso. Estoy gorda, si. No hay que ser psicoanalista ni ingeniero para darse cuenta, pero se Je metié en Ja cabeza que soy una comedora compulsiva y que tengo una relacion enfermiza con la comida y bla bla bla. Yo le dije mil veces que es la tiroides pero él, con lo cabeza dura que es, que no y no y no. Y encontré este grupo en internet y me hizo prometerle que iba a venir. Vengo de verlo en México. Vive con su mujer y mis dos nietos. Lindos. Aunque yo no podria vivir alld. Por la comida si que me irfa, casi me vuelvo loca en las taquerfas... Bueno, la verdad es que no tengo mucho que decir. De México me fui para Cuba. Me quedé en casa de Stella, la tinica amiga que me qued6 alla. La encontré reflaquita. Stella siempre fue delgada, pero ahora esté en los huesos. Dice que come bien, pero si la ves te das cuenta de que es mentira. Por suerte habia levado una valija con galletitas, jamones, quesos y cosas que no se consiguen en la isla y el dia que Hlegué Ie preparé los merengues que tanto le gustan y salieron asi, todos infladitos, crocantes por afuera y tiernitos por dentro. A Stella la conoei cuando Hlegué a La Habana por primera vez. Yo tenia veinticinco afios y era una pelotuda. Me fui con mi marido, El era médieo y habia conocido al Che aqui en la Argentina. Se cayeron bien y vino a cenar una noche en nuestra casa. No me acuerdo qué preparé. Algo rico, seguro, El hecho es que cuando el Che se fue pata Cuba a organizar la Revolucién con los Castro se dio cuenta de que iba a necesitar médicos y lamé a Julito. Cordero. Eso preparé. Un corderito con salsa de ciruelas. La decision no fue fécil. En Argentina estabamos bien y yo estaba embarazada de Antonio, pero no me animé a sacarle la idea de la cabeza. Era como si le hubiera agarrado una fiebre, y yo supe que sino me iba con él, se iba a terminar yendo solo. Entonces legamos a Cuba y conoef a Stella. Era de las lindas, flaquita, con clase. Su marido era pediatra y también se habia contagiado de la fiebre de esa estapida revolucién. Fue una época dura, de mucho trabajo, pero maravillosa al mismo tiempo. Viviamos en Altahabana, un barrio residencial lindo, agradable, teniamos buenas casas, tbamos a fiestas, nos codedbamos con gente importante, la comida era riquisima y habia de todo. No como ahora, que ni pan tienen... No sé qué més contarles. A los dos afios de estar alla me quedé embarazada de Emesto y cuando el nene cumplié cineo convenci a Julito de que nos volvigramos. Fue un infierno. Nos pasé lo peor que nos podia pasar. Una noche unos ultraderechistas legaron cargados con antorchas y pistolas y rodearon nuestra casa y rompieron los vidrios y lanzaron fuego por las ventanas y un pibe que no Megaba ni a los veinte le disparé a mi marido un tiro en la cabeza, Pum. Le volaron los sesos delante mfo, Cuando salieron los ‘muy hijos de puta hicieron una pintada en la fachada que decia «Doctor Comunista». éLes conté que en ‘México comen tacos de sesos? Agarré a mis hijos y me fai para Ia casa de mis papas, pero ellos en el fondo crefan que nos habiamos buscado esa desgracia. No se aleanzan a imaginar las pelotudeces que me decian, como si me mereciera vivir eso, y nadie, nadie en este mundo, se merece vivir lo que yo vivi. Entonces empaqué otra vez y me volvi a Cuba. éQué otra cosa iba a hacer? Allé vivimos unos seis aiios més, pero la situacién se hizo insostenible y empez6 a faltar de todo. Fue en esa época que empecé a sofiar con comida. Sofaba con banquetes, més bien con bacanales, y empecé a engordar. Nada que ver con ‘como estoy ahora. Ahora peso ciento cincuenta kilos, pero en esa época no llegaba ni a los noventa. ¥ la tiroides se me dispar6, yo digo que por los nervios, Ya las cosas se habfan calmado con la familia y regresamos a Buenos Aires. Encontré trabajo de secretaria en una oficina y las cosas nos iban mas 0 ‘menos bien hasta que una mafiana Ernestito se tiré de Ja terraza del edificio donde viviamos. Y ahi si me vol loca, loca de panico, loca de tristeza y loca de obsesién. Loca. Estaba reloca. No podia sacarme la imagen de mi hijo hecho un enchastre de salsa bolofiesa... Y luego pas6 lo del accidente.... No sé si viene al caso. Un dia estaba pelando unas papas para hacer unos floquis porque los fioquis prefiero hacerlos yo, los que venden cen el siper estén lenos de harina y no tienen gusto a nada, son todos secos, parecen arena, asi que prefiero hacerlos yo aunque sé que es un quilombo, y entonees estaba pelando las papas y el pelador se me resbal6 por la mano y me corté acé, justo en las venitas estas, y apenas Antonio me vio se puso histérico y ni siquiera ‘quiso que le calentara la comida. Me llevé al hospital y alld me curaron las heridas, que no eran muy profundas, pero habfa perdido mucha sangre y me encontraron muy débil, entonces Antonio decidié comprarme un paquete todo pago en un hotel para que me recuperara. El lugar no estaba tan mal, pero la comida era espantosa, pareefa comida de hospital. Esa gente no tenfa ni idea de cocinar, las sopas todas aguadas y sin sal, mucho brécoli y coliflor hervidas y el puré de papas... no se imaginan lo que era eso. No le ponian ni manteca ni crema de leche... Qué mas puedo decir? Més allé de eso fueron unas vacaciones agradables. Descansé, dormi mucho, vi la tele, jugué a Jas cartas y luego volvi a mi casa. Antonio debe haber pagado una fortuna. Ese Antonio, pobre chico. Yo le digo que deje de preocuparse tanto por mi. Yo estoy bien, soy una mujer fuerte, en el sentido mental. Yo no me dejo bajonear, siempre encuentro la yuelta para salir adelante, de tener esperanzas y de estar aprendiendo cosas nuevas. Por ejemplo, ahora mismo ‘me meti en un curso de panaderia. Es relindo comerte el pan que amasaste con tus propias manos. Entend ‘que tengo que hacer mi vida, por eso después del curso de pan voy a empezar uno relindo de pastillaje... ¥ bueno, ya veo que se estan aburriendo de estar ahi sentados, esperando a que les diga alguna cosa. Antonio me dice que necesito hacer terapia, como si ‘mi problema fuera cosa de hablar, y por eso estoy aqui; pero, con todo respeto, lo que yo necesito es un buen nutricionista. Isabel Botero (Medellin, 1976). Estudié Comunieacién Social - Periodismo, y desde comienzos de su carrera ha combinado el mundo audiovisual y el literario. Curs6 una maestria en Escritura de Guiones para cine y televisién en Barcelona. Desde su regreso a Colombia, en 2011, se ha dedicado a la docencia universitaria, la Eseritura de Guiones y libros de caréeter periodistico. En 2016 curs6 una maestria en Escrituras Creativas. Su libro de cuentos Vine a buscar el desierto fue ganador del Premio Libro de Cuentos Inédito 2018 de la Alcaldia de Medellin, y actualmente se encuentra en proceso de edicién,

También podría gustarte