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Estructuras de inversión y empujes vergentes al este: un modelo tectónico actualizado

para comprender la transición de la Cordillera Domeyko y la Cuenca del Salar de


Atacama en los Andes centrales occidentales

Resumen
La evolución tectónica del antearco andino en el norte de Chile se ha relacionado
comúnmente con eventos de deformación superpuestos asociados con diferentes
escenarios tectónicos. La Cordillera Oriental de Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama
en el antearco andino interno, han sido ampliamente investigadas, y se proponen varios
modelos tectónicos alternativos que incluyen deformaciones extensionales y / o
contractuales para explicar su evolución. Sin embargo, al intentar determinar el papel de
las estructuras extensionales basales heredadas del Paleozoico y Mesozoico durante la
orogenia andina, un modelo evolutivo todavía no está claro. Por tanto, el objetivo de esta
investigación es mejorar la comprensión de estos aspectos. Con base en la interpretación
de una cuadrícula sísmica 2-D regional y nuevos datos estructurales de afloramientos,
proponemos que los principales mecanismos de deformación por contracción y
levantamiento están relacionados con: (1) la propagación de fallas de empuje involucradas
en el basamento vergente este, ( 2) la inversión tectónica de fallas normales preexistentes
y (3) la activación de empujes superficiales de piel fina. Además, la geometría resultante
de los estilos estructurales es frecuentemente controlada por tres factores: (i) la
geometría inicial de las fallas mayores heredadas, (ii) la reología de las rocas deformadas,
y (iii) la tasa de acumulación del Cretácico Superior. Depósitos sintectónicos cenozoicos.
Finalmente, interpretamos que la transición tectónica entre la Cordillera Domeyko y la
Cuenca del Salar de Atacama está marcada por la interacción entre empujes de piel gruesa
vergentes este y fallas normales invertidas vergentes occidentales.
Introducción
La creación de los Andes centrales resultó de la subducción continua de la placa oceánica
(por ejemplo, las placas de Farallón y Nazca) debajo del margen continental de América
del Sur desde el Cretácico superior temprano (por ejemplo, Dewey y Bird, 1970; Isacks,
1988; Scheuber et al., 1994; Allmendinger et al., 1997). La continua convergencia entre
ambas placas ha sido responsable de la formación de montañas, la deformación de la
corteza y la actividad volcánica en diferentes lugares a lo largo de la parte más occidental
de la placa continental (Aubouin et al., 1973; Coira et al., 1982; Mpodozis y Ramos, 1989;
Ramos, 2009; Ramos, 2010, entre otros). En el norte de Chile, su evolución tectónica está
relacionada principalmente con la superposición de regímenes tectónicos extensionales y
contractivos desde el Paleozoico hasta tiempos recientes. Particularmente, en el
“llamado” segmento de subducción normal (Fig. 1a), estos episodios llevaron al desarrollo
de características tectónicas de escala kilométrica orientadas N – S (Fig. 1a yb) que forman
el antearco andino del norte de Chile. De oeste a este, corresponden a la Cordillera de la
Costa (CC), la Depresión Central (CD), la Cordillera de Domeyko (DC) y la Depresión
Preandina, donde se ubica la Cuenca del Salar de Atacama (SA) (Fig. . 1b).
Durante los últimos 30 años, la Cuenca del Salar de Atacama ha sido un sector
ampliamente estudiado, debido a sus excelentes afloramientos y la disponibilidad tanto
de datos sísmicos como de información de pozo. Estudios previos en esta región han
sugerido la ocurrencia de estructuras tanto extensionales como contractuales,
permitiendo así la interpretación de una alternancia entre regímenes tectónicos
contractivos y extensionales. Las primeras interpretaciones relacionadas con la tectónica
contractiva fueron propuestas por Flint et al. (1989), quien describió la Cuenca del Salar de
Atacama como una cuenca de antepaís en respuesta al levantamiento de la Cordillera de
Domeyko a través de importantes fallas de empuje. Sucesivamente, Jolley et al. (1990)
interpretaron esta cuenca como una cuenca de contracción asociada con un cinturón de
empuje. Mpodozis y col. (2005) consideraron que la Cuenca del Salar de Atacama fue
creada a partir de la inversión tectónica del Cretácico Superior de una cuenca de arco
posterior del Mesozoico (por ejemplo, Cuenca de Tarapacá); sin embargo; Los autores
mostraron evidencias geológicas muy pobres. En el mismo contexto, Arriagada et al.
(2006) y recientemente Bascu ~ nan et al. (2019) lo interpretaron como una cuenca de
antepaís controlada por empujes vergentes del este. Uno de los primeros estudios que
propuso alternativamente un modelo tectónico extensional dominante fue desarrollado
por Flint et al. (1993). Interpretaron la configuración actual de la Cuenca del Salar de
Atacama como resultado de un colapso extensional del Oligoceno de la Cordillera de
Domeyko. La idea del colapso extensional del Oligoceno es una de las teorías que se ha
vuelto más popular en los últimos años. Los estudios realizados por Pananont et al. (2004)
y Jordan et al. (2007) sugieren que se formó una falla normal mayor con inmersión hacia
el este (falla Paciencia; sensu Pananont et al., 2004) a lo largo del flanco oriental de la
Cordillera de Domeyko y el borde occidental de la Cuenca del Salar de Atacama. Estudios
recientes llevados a cabo más al sur de la cuenca del Salar de Atacama (por ejemplo, la
cuenca del Salar de Punta Negra) han resaltado la importancia de la inversión tectónica de
fallas normales mesozoicas heredadas en los procesos de construcción de montañas
(Martínez et al., 2018, 2019). Tanto los episodios extensionales como los contractuales,
por separado, tienen diferentes implicaciones para explicar la evolución tectónica del
antearco de los Andes centrales.
En este contexto, una de las principales preguntas a responder es, cuál es el límite
tectónico entre la Cordillera de Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama, y también, si
éste está influenciado por la reactivación de antiguas estructuras pre-orogénicas de
basamento. En un intento de contribuir a esta discusión, presentamos un nuevo modelo
tectonoestratigráfico para el antearco andino, específicamente ubicado entre la Cordillera
Oriental de Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama (Figs. 1 y 2). Este estudio se apoya
principalmente en una nueva descripción de perfiles sísmicos 2-D y datos de campo. A
partir de esta integración, brindamos una nueva interpretación del estilo tectónico que
afecta a esta parte de los Andes centrales occidentales del norte de Chile.
Contexto geológico
La Cordillera Domeyko es un gran bloque tectónico orientado NNE-SSW (65 km de ancho),
(Fig. 1b). Su altitud promedio es de 2800 m sobre el nivel del mar y expone una altura
topográfica máxima de 4278 m (por ejemplo, Cerro Quimal, Fig.2). Su relieve se
caracteriza por una ligera pendiente de terreno que aumenta de oeste a este, desarrollada
sobre un gran basamento paleozoico. Su borde oriental es interrumpido abruptamente
por el escarpe El Bordo, que separa la Cordillera Domeyko de la Cuenca del Salar de
Atacama (Fig. 2). Esta última es una cuenca intermontana que constituye una de las
depresiones más importantes de los Andes centrales occidentales. La cordillera oriental de
Domeyko y la cuenca vecina del Salar de Atacama se ven afectadas por una serie de
estructuras a escala de kilómetros que definen la configuración actual de la región de
antearco de los Andes centrales. Al oeste, se reconocen bien dos grandes estructuras (Fig.
2). El primero consiste en un acantilado morfo-tectónico de 900 m de altura orientado
NNE-SSW, comúnmente conocido como el escarpe El Bordo (Fig. 2); el segundo
corresponde al NNE SSW impactante Barros Arana Syncline. Ambos rasgos constituyen el
límite estructural entre la Cordillera Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama (Fig. 2).
Inmediatamente al este, se encuentran presentes dos características morfo-tectónicas, el
Llano de la Paciencia, una depresión intermontana grande y estrecha y la Cordillera de la
Sal, una cadena salina angosta orientada NNE-SSW de 100 km de largo (Fig. 2).
Registro estratigráfico
Las rocas más antiguas expuestas en la región de estudio consisten en rocas
volcanoclásticas del Pérmico Superior-Triásico (Figs. 2 y 3a). Estos consisten en
aproximadamente 2500 m de espesor (Henriquez et al., 2014) de lavas y tobas andesíticas
a dacíticas intercaladas con areniscas y conglomerados expuestos principalmente al
noroeste de la Sincronización Barros Arana (Tuina Fm, Raczynski, 1963; Henriquez et al.,
2014) y al sureste de la Cuenca del Salar de Atacama (Cas Fm, Moraga et al., 1974; Becerra
et al., 2014). Las rocas del Triásico Medio-Superior están expuestas a lo largo de la Escarpa
de El Bordo y Cerro Quimal (Fig. 2). Consisten en lavas andesíticas, brechas y areniscas
definidas como Lechos El Bordo (Fortt, 1981; Basso y Mpodozis, 2012) (Figs. 2 y 3a).
El registro Mesozoico es seguido por casi 4500 m de sucesiones continentales del
Cretácico Superior-Paleoceno. Las rocas más antiguas del Cretácico (ca. 149-90 Ma; Bascu
~ nan et al., 2015) están expuestas al norte y al sur de Barros Arana Syncline (Figs. 2 y 3a).
Corresponden a lechos rojos compuestos por areniscas, arcillas y limolitas con niveles
evaporíticos menores definidos como Tonel Fm. (Brüggen, 1934; Dingman, 1963;
Mpodozis et al., 2005, Fig. 3a). El Tonel Fm. está cubierto por las formaciones Purilactis y
Barros Arana del Cretácico Superior al Paleoceno Inferior (Brüggen, 1934; Dingman, 1963;
Mpodozis et al., 2005, Fig. 3). El Purilactis Fm. consiste en sucesiones intercaladas de
conglomerados, areniscas y limolitas expuestas principalmente en el noroeste de la ciudad
de San Pedro de Atacama. Parte de estos depósitos importantes estratos de crecimiento
reconocidos en su mayoría dentro de la línea de sincronización de Barros Arana, que
reportan edades de U Pb de 73 a 79 Ma (Bascu ~ nan et al., 2015, 2019). Con base en esta
relación estratigráfica y estructural, estos han sido interpretados como depósitos
sinorogénicos (Mpodozis et al., 2005; Bascu ~ nan et al., 2015) relacionados con la
contracción del Cretácico Tardío (Bascu ~ nan et al., 2015; Martínez et al. ., 2018). El
Barros Arana Fm. corresponde principalmente a rocas conglomeradas que afloran a lo
largo de la línea sincrónica de Barros Arana (Figs. 2 y 3a). Las sucesiones del Cretácico
Superior están cubiertas de manera discordante por unidades sedimentarias continentales
del Paleoceno-Eoceno de unos 900 m de espesor, compuestas principalmente por
conglomerados y areniscas atribuidas a la Naranja Fm. (Mpodozis et al., 1999, 2005). De
manera similar, para las formaciones Barros Arana y Purilactis, esto también muestra
estratos de crecimiento dentro de lechos estratificados plegados, lo que indica una
acumulación durante la deformación contractiva.
Las unidades del Cretácico Superior al Eoceno son seguidas por una sección de
aproximadamente 2200 m de conglomerados Eoceno-Oligoceno asignados a la Fm Loma
Amarilla. (Arriagada, 1999; Mpodozis et al., 1999, 2005), que reporta edades de K – Ar y Ar
– Ar que oscilan entre ca. 3959 Ma (Ramírez y Gardeweg, 1982; Hammerschmidt et al.,
1992; Mpodozis et al., 2005). Estudios recientes basados en interpretaciones estructurales
y sísmicas realizadas al sur de la cuenca han propuesto un origen sinorogénico para esta
unidad (Martínez et al., 2017, 2018). Al este, en el núcleo de la Cordillera de la Sal (Fig.2),
se encuentra un afloramiento de unos 3000 m de capas estratificadas continentales
plegadas Oligoceno-Mioceno Superior compuestas de arcillas yesíferas rojizas, areniscas
grises y rojas, conglomerados grises, sal y yeso adscrito a la Fm. San Pedro. (Brüggen,
1942) (Figuras 2 y 3a). Este último está cubierto localmente por piedra caliza y areniscas
calcáreas de 80 m de espesor con niveles intercalados de limolitas, areniscas y cenizas
correspondientes al Mioceno Superior-Plioceno Vilama Fm. (Moraga y col., 1974). Los
depósitos más recientes están representados por secuencias ignimbríticas relacionadas
con el Mioceno superior y el vulcanismo reciente. Estos depósitos volcánicos se conocen
comúnmente como el Complejo Volcánico Altiplano-Puna (CVAP) (de Silva, 1989) (Figs. 2 y
3a).
Metodología
Para comprender la geometría y cinemática de las principales estructuras en el área de
estudio, realizamos un estudio combinado integrando una serie de NW-SE (líneas Z1F08,
Z1F08A y Z1F010) y WE (líneas 1G010A, 1G014 y 1G012) Perfiles sísmicos bidimensionales
orientados (Fig. 2), con datos estructurales recogidos en campo. El levantamiento sísmico
fue adquirido por la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) en las décadas de 1970 y 1990
liberado de la confidencialidad. Los perfiles sísmicos atraviesan la Cuenca del Salar de
Atacama desde el cinturón Barros Arana Syncline-Escarpment El Bordo hasta la vertiente
occidental de la Cordillera Occidental (ver la ubicación en la Fig. 2). Redefinimos algunas
unidades estratigráficas subsuperficiales del pozo Toconao 1A con base en nuevas
cartografías y edades U-Pb de circón (Henríquez et al., 2014; Bascu ~ nan et al., 2015,
2019, entre otros) elaboradas a partir de las unidades estratigráficas expuestas en el área
de estudio. A partir de estas redefiniciones, hemos establecido una nueva plantilla
tectonoestratigráfica (Fig. 3b). El trabajo de campo se basó en observaciones de campo
regionales y de mesoescala y descripciones de estructuras, mediciones de dominios de
buzamiento de sucesiones estratificadas, reconocimiento de la geometría de fallas y
pliegues, identificación de discordancias regionales. Los nuevos datos estructurales se
integraron con datos geológicos previos (edades, distribución de contactos estratigráficos
y fallas regionales) reportados en mapas geológicos disponibles, escala-1: 100000 (Basso y
Mpodozis, 2012; Niemeyer, 2013; Henríquez et al., 2014) .
Estratigrafía del pozo Toconao 1A
El pozo petrolero Toconao 1A (T1AW) (Fig. 3b) consiste en un pozo vertical de 5500 m de
profundidad ubicado en la parte central de la Cuenca del Salar de Atacama (Fig. 2). Las
primeras descripciones fueron realizadas por ENAP-Sipetrol durante la década de 1970,
con base en definiciones litoestratigráficas, diferenciaciones de facies estratigráficas y su
contenido fósil (Chile Hunt Oil Company, 1991). Hemos modificado parcialmente el
registro estratigráfico del subsuelo reportado anteriormente de la Cuenca del Salar de
Atacama, considerando la reciente publicación sobre U – Pb para algunas unidades
expuestas en la superficie (Basso y Mpodozis, 2012; Niemeyer, 2013; Henríquez et al.,
2014, 2019; Bascu ~ nan et al., 2015, 2019), se propone y describe un nuevo esquema
estratigráfico en la Fig.3b. El T1AW se ha dividido en nueve segmentos estratigráficos de
acuerdo con el informe final de pozo de ENAP (Fig. 3b). Desde su unidad más basal hasta
su unidad más superficial, estos incluyen:
1) Segmento Carbonífero-Pérmico (5425 m – 4935 m). Esta unidad consta de 490 m de
rocas volcanoclásticas compuestas de arenisca lítica, toba y arcillita. En el informe final de
pozo de ENAP (Chile Hunt Oil Company, 1991), este segmento se correlaciona con el Cas
Fm. Sin embargo, las nuevas edades U-Pb (296 � 5 Ma y 287,5 � 0,5 Ma, Basso y
Mpodozis, 2012) obtenidas de esta unidad, permitieron correlacionarla con la Fm Agua
Dulce (García, 1967; Basso y Mpodozis, 2012). ). expuestos en la Cordillera de Domeyko
occidental, y también con los Camas de Cerro Negro expuestos en el Cordón de Lila
(Niemeyer, 2013, Fig.2).
2) Segmento pérmico (4935 m – 4316 m). Esta unidad consta de 619 m de rocas
sedimentarias compuestas de arcillas y lutitas intercaladas con delgados lechos de piedra
caliza y rocas volcánicas menores hacia la base. Para simplificar el registro estratigráfico,
también lo hemos correlacionado con la Fm. Agua Dulce y los Camas Cerro Negro,
respectivamente.
3) Tramo Triásico (4316 m – 3928 m). Esta unidad consta de 388 m de rocas volcánicas
que incluyen tobas y lavas con arcillas y areniscas menores. Sin embargo, en el informe
final de pozo de ENAP (Chile Hunt Oil Company, 1991), este segmento se correlacionó con
las formaciones Agua Dulce y Cerro Negro del Paleozoico Superior; Las edades U-Pb
publicadas recientemente (233,4 ± 2,2 y 253,3 ± 2,7 Ma, Henríquez et al., 2014) indican
que se trata del Triásico Superior, lo que permite la correlación con las formaciones Tuina,
Peine y Cas y también con las Fm El Bordo Beds. (Raczynski, 1963; Moraga et al., 1974;
Ramírez y Gardeweg, 1982; Basso y Mpodozis, 2012; Niemeyer, 2013) (Fig.3).
4) Segmento Jurásico-Cretácico Inferior (3928 m – 3734 m). Esta unidad consta de 194 m
de depósitos marinos a de transición compuestos de lechos de piedra caliza con anhidrita
y arcillitas intercaladas. Sin embargo, esta asociación litológica no está expuesta en la
superficie (al menos en nuestra área de estudio); algunas calizas similares han sido bien
documentadas en el flanco occidental de la Cordillera Domeyko, definida como el Grupo
Caracoles (García, 1967; Ramírez y Gardeweg, 1982; Marinovic y Lahsen, 1984; Marinovic
y García, 1999). Estos se interpretan como el relleno sin-rift de antiguas estructuras de
medio graben asociadas con el desarrollo temprano de la cuenca extensional de arco
posterior de Tarapac del Mesozoico (Uyeda y Kanamori, 1979; Mpodozis y Ramos, 1990,
2008; Aguirre-Urreta, 1993). ; Ardill et al., 1998; Vicente, 2006; Ramos, 2010; del Rey et
al., 2016). Con base en lo anterior, hemos correlacionado este segmento con Cerritos
Bayos Fm. 5) Segmento del Cretácico superior (3734 m – 2813 m). Consta de 921 m de
lechos rojos compuestos por arcillas, limolitas y areniscas adscritas a la Fm Tonel. Además,
los datos recientes publicados de circones detríticos U-Pb (Henríquez et al., 2014; Bascu ~
nan et al., 2015) arrojaron edades de depósito máximas que oscilan entre 148,9 y 107,7
Ma, lo que respalda esta correlación.
6) Segmento Maastrichtiano-Paleoceno (2813 m – 2308 m). Esta unidad consta de 505 m
de rocas volcanoclásticas predominantemente rojo-marrón que incluyen areniscas,
conglomerados, arcillas y lavas interpretadas como Purilactis Fm. (Arriagada, 1999, 2002;
Mpodozis et al., 2005). Estudios recientes han proporcionado nuevas edades de circones
detríticos U-Pb de la historia de tiempo de depósito de esta unidad (Bascu ~ nan et al.,
2015, 2019), que arrojaron nuevas edades que oscilan entre 80 y 65 Ma. 7) Segmento
Oligoceno-Mioceno (2302 m – 1590 m). Esta unidad consta de 712 m de conglomerados
volcánicos rojizos con intercalaciones menores de areniscas y arcillas, y areniscas
multicolores con frecuentes intercalaciones de conglomerados y arcillitas. Inicialmente se
correlacionó con las formaciones San Pedro y Tambores (Brügen, 1942; Dingman, 1963;
Henríquez et al., 2014), sin embargo, debido a su posición estratigráfica sobre las unidades
del Cretácico Superior-Paleoceno, esta se correlaciona preferentemente con las Eoceno-
Oligoceno Inferior Loma Amarilla Fm. (Mpodozis et al., 2005), expuestos en la Cordillera
Oriental de Domeyko.
8) Segmento del Pleistoceno (1590 m – 981 m). Esta unidad consta predominantemente
de 569 m de arcillas de color marrón rojizo con lechos de arenisca y anhidrita menores. En
el informe final de pozo de ENAP (Chile Hunt Oil Company, 1991), este segmento se
correlacionó con el Vilama Fm. Sin embargo, su posición estratigráfica sobre la Fm. Loma
Amarilla, nos permitió correlacionarla con las formaciones San Pedro y / o Tambores
(Brügen, 1942; Dingman, 1963; Henríquez et al., 2014) expuestas a lo largo de la Cordillera
de la Sal. (Figura 2). 9) Pleistoceno a segmento reciente (981 m – 0 m). Esta unidad está
formada por cerca de 1000 m de sedimentos que cubren la superficie de la Cuenca del
Salar de Atacama y en su mayoría corresponden a una sección de evaporita gruesa. Esta
unidad consta de halita con una zona de lutitas o arcillas intercaladas entre una
profundidad de 481 my 624 m. Hacia su base, esta unidad está compuesta principalmente
por lechos de anhidrita y sedimentos clásticos. Toda esta sucesión está cubierta por
ignimbritas y puede correlacionarse con el Mioceno Superior Plioceno Vilama Fm.
(Moraga y col., 1974).
Geología estructural del área de estudio

Se pueden reconocer dos importantes estructuras de escala kilométrica orientadas al NNE


a lo largo de la Cordillera oriental de Domeyko: la Escarpa de El Bordo y la Sincronización
de Barros Arana (Figs. 2 y 4a). La escarpa de El Bordo es un acantilado prominente que
alcanza una altura promedio de 1000–900 m entre la Cordillera de Domeyko y la Cuenca
del Salar de Atacama (Fig. 4a) que se extiende casi 100 km. Define un límite estructural
que separa las rocas del Triásico de las sucesiones plegadas y falladas por empuje del
Cretácico Superior y del Paleógeno (Figs. 2 y 4a). Los pliegues expuestos en su lado este
consisten principalmente en anticlinales y sinclines estrechos, erguidos y disarmónicos
comúnmente afectados por fallas de empuje subsidiarias y poco profundas. Estudios
previos basados en el análisis estructural de los perfiles sísmicos 2-D (Arriagada et al.,
2006; Martínez et al., 2018) han interpretado estas características estructurales como la
expresión morfológica de una gran falla inversa ciega que bordea el este que ubica el
basamento y rocas mesozoicas sobre depósitos del Cretácico Superior y Cenozoico.
Barros Arana Syncline es una estructura conspicua y de escala regional bien expuesta en el
sector noroeste de la Cuenca del Salar de Atacama (Figs. 2, 4a y 4b). Este es un sinclinal
asimétrico y llamativo hacia el NNE que involucra rocas volcánicas y sedimentarias del
Paleoceno Inferior del Cretácico Superior de las formaciones Purilactis y Barros Arana (Fig.
4b). Barros Arana Syncline contiene un plano axial que se inclina hacia el oeste. Su rama
occidental mantiene ángulos de inmersión de 60 ° a 30 ° E y la rama oriental de 50 ° a 40 °
W. El limbo occidental está truncado por la falla del Cordón Barros Arana que se inclina
hacia el este y que eleva la Fm. Purilactis del Cretácico Superior, sobre la Fm. Oligoceno
Superior-Mioceno Inferior Loma Amarilla Fm. (Figura 4c). Su traza es paralela al lecho de la
rama occidental del sinclinal, generando una traza de falla curva (Fig. 4a yb). Considerando
la diferencia de expresión topográfica (Fig. 4c), el desfase vertical de la Falla Cordón Barros
Arana alcanza un deslizamiento de aproximadamente ca. 180 m. Hasta la terminación del
pliegue suroeste, el Barros Arana Syncline se separa a lo largo de una zona de
cizallamiento dúctil subhorizontal ubicada en la base del Cretácico Superior Purilactis Fm.
(Figura 4d). Al este de este pliegue sinclinal se expone una cordillera de sal de escala
kilométrica denominada Cordillera de la Sal (Figs. 2 y 5). Esto corresponde a un sistema de
pliegues y pliegues poco profundos doblemente vergente y llamativo NNE (Fig. 5a yb) que
involucra al Oligoceno Superior-Mioceno Inferior San Pedro Fm. (Figura 5b). Su sección
occidental se caracteriza por un sistema de fallas de empuje vergente al oeste delimitado
por la falla De La Paciencia (Fig. 5a yb). En cambio, su vertiente este se compone de
pliegues verticales anticlinal y sinclinal asociados con pliegues de propagación de fallas
que bordean el este (por ejemplo, la falla de Chulacao) (Fig.5a, by 5d). Los pliegues son
estrechos, erguidos, con ramas muy inclinadas y con un núcleo de sal (Fig. 5b yc). El
espaciamiento entre anticlinales y sinclinales suele variar de norte a sur (Figs.2 y 5), y
parece estar controlado por la variación a lo largo del espesor del rumbo de las capas de
evaporita. Se puede reconocer otro estilo de plegado tanto al norte como al sur de Barros
Arana Syncline (Figs. 2 y 4a). Hacia el norte, en el Valle de Arcoiris (Fig. 6a), varios pliegues
subsidiarios afectan a la Tonel Fm. El plegamiento se limita únicamente a estas secuencias
y no implica a Purilactis Fm. que se superpone. En este caso, los pliegues consisten
principalmente en pliegues recostados y empujados hacia el este (Fig. 6b yc), que
involucran lechos rojizos compuestos predominantemente de arenisca, limolita y un nivel
evaporítico. Estos lechos evaporíticos incompetentes controlan la formación de una falla
de empuje vergente al este que golpea NNE (Fig. 6a) reconocida entre Tonel Fm. y
Purilactis Fm. (Fig. 6a, by 6c). Esta estructura juega un papel importante en el
establecimiento de un horizonte de desembolso importante (Fig. 6a). La edad máxima
para esta deformación está limitada por un umbral del Cretácico Superior-Paleoceno
emplazado en los lechos rojos plegados de la Tonel Fm. (Fig. 6a y b). Sin embargo, también
se reconoce inmediatamente una deformación contraccional hacia el este, que afecta a las
ignimbritas del Plioceno y genera un pliegue anticlinal abierto (Fig. 7a). En la Fig. 7b, la
sección transversal corresponde a una descripción generalizada del horizonte de
desembolso entre las Purilactis Fm. y el Tonel Fm. Asimismo, el levantamiento del muro
colgante provoca la acumulación sinorogénica del Oligoceno Superior-Mioceno Inferior
San Pedro y
Tambores Fms. (estratos de crecimiento). La estructura del desecho explica cómo se
generó una falla de empuje que coloca las secuencias más jóvenes (Purilactis Fm.) Sobre
las secuencias más antiguas (Tonel Fm.) (Figs. 6 y 7b). Por otro lado, al sur de la
Sincronización Barros Arana (Fig. 4a), el estilo de plegado es similar al del Valle de Arcoiris,
con pliegues recostados y desarmónicos que afectan a la Tonel Fm. No obstante, en este
caso, los pliegues principales se destacan por su vertiente oeste (Fig. 6d). El plegamiento
reconocido tanto en el Valle de Arcoiris como al sur del
Barros Arana Syncline sería parte de un importante horizonte de desecho expuesto a lo
largo de toda la Escarpa de El Bordo (Fig. 4a). Además, esta estructura corresponde a la
falla del Cordón Barros Arana, lo que provoca el ascenso del limbo occidental de la
Sincronía Barros Arana (Fig. 4a yd).
Se puede reconocer otro estilo de plegado tanto al norte como al sur de Barros Arana
Syncline (Figs. 2 y 4a). Hacia el norte, en el Valle de Arcoiris (Fig. 6a), varios pliegues
subsidiarios afectan a la Tonel Fm. El plegamiento se limita únicamente a estas secuencias
y no implica a Purilactis Fm. que se superpone. Aquí, los pliegues consisten principalmente
en pliegues recostados y empujados hacia el este (Fig. 6b yc), que involucran lechos rojizos
compuestos predominantemente de arenisca, limolita y un nivel evaporítico. Estos lechos
evaporíticos incompetentes controlan la formación de una falla de empuje vergente al
este que golpea NNE (Fig. 6a) reconocida entre Tonel Fm. y Purilactis Fm. (Fig. 6a, by 6c).
Esta estructura juega un papel importante en el establecimiento de un horizonte de
desembolso importante (Fig. 6a). La edad máxima para esta deformación está limitada por
un umbral del Cretácico Superior-Paleoceno emplazado en los lechos rojos plegados de la
Tonel Fm. (Fig. 6a y b). Sin embargo, también se reconoce inmediatamente una
deformación contraccional hacia el este, que afecta a las ignimbritas del Plioceno y genera
un pliegue anticlinal abierto (Fig. 7a). En la Fig. 7b, la sección transversal corresponde a
una descripción generalizada del horizonte de desembolso entre las Purilactis Fm. y el
Tonel Fm. Asimismo, el levantamiento del muro colgante provoca la acumulación
sinorogénica del Oligoceno Superior Mioceno Inferior San Pedro y Tambores Fms.
(estratos de crecimiento). La estructura del desecho explica cómo se generó una falla de
empuje que coloca las secuencias más jóvenes (Purilactis Fm.) Sobre las secuencias más
antiguas (Tonel Fm.) (Figs. 6 y 7b). Por otro lado, al sur de la Sincronización Barros Arana
(Fig. 4a), el estilo de plegado es similar al del Valle de Arcoiris, con pliegues recostados y
desarmónicos que afectan a la Tonel Fm. No obstante, en este caso, los pliegues
principales se destacan por su vertiente oeste (Fig. 6d). El plegamiento reconocido tanto
en el Valle de Arcoiris como al sur de la Sincronía de Barros Arana sería parte de un
horizonte de desequilibrio mayor expuesto a lo largo de toda la Escarpa de El Bordo (Fig.
4a). Además, esta estructura corresponde a la falla del Cordón Barros Arana, lo que
provoca el ascenso del limbo occidental de la Sincronía Barros Arana (Fig. 4a yd).
6 Datos sísmicos
6.1. Tectonosecuencias mayores
Las principales tectonosecuencias se definieron con base en la nueva interpretación del
Pozo Toconao 1A y el perfil sísmico 1G010A (Figs. 2 y 8). En particular, la interpretación
sísmica de las tectonosecuencias se basa en: (1) las características de los patrones de
reflexión sísmica, (2) la identificación de las discordancias angulares y las terminaciones de
los reflectores sísmicos (por ejemplo, truncamiento erosivo, superposición, superposición,
superposición y concordancia), (3) variaciones drásticas de la velocidad sísmica a través de
los patrones de reflexión sísmica (Figs. 2 y 3). Las principales tectonosecuencias
identificadas en el subsuelo están correlacionadas con las unidades geológicas del Pozo
Toconao 1A (T1AW). Hemos interpretado 8 tectonosecuencias, que se encuentran a
continuación:
a) Sótano. El sótano está compuesto por reflectores sísmicos caóticos. Su parte superior
está marcada por una gran amplitud y un fuerte reflector sísmico que define su contacto
con los reflectores sísmicos paralelos y continuos suprayacentes (Fig. 8). Este contacto
generalmente se interpreta como la discordancia regional entre las rocas sedimentarias
volcánicas y graníticas del Carbonífero-Pérmico y las rocas volcánicas y sedimentarias del
Pérmico. En superficie, las rocas del basamento se encuentran expuestas principalmente
en el sector Cordón de Lila, al sur de la Cuenca del Salar de Atacama (Figs.2 y 3). Estas
rocas pueden correlacionarse con las formaciones Quebrada Grande, Quebrada Ancha y
Lila, así como con el Complejo Ígneo y Sedimentario Cordón de Lila (Niemeyer, 2013).
b) Tectonosecuencia 1 (TS 1). TS 1 consiste en un paquete homogéneo de reflectores
sísmicos paralelos compuestos de reflectores semicontinuos y de baja amplitud
superpuestos contra la parte superior del sótano (Fig. 8) y en algunos lugares exhiben
formas de cuña que se espesan hacia fallas normales invertidas maestras. TS 1 podría
correlacionarse con las ucesiones pérmicas volcánicas y sedimentarias (rocas volcánicas
riolíticas, areniscas y conglomerados) de la Fm Agua Dulce (García, 1967; Basso y
Mpodozis, 2012). expuestos a lo largo de la Cordillera de Domeyko occidental (Fig. 2).
Además, es equivalente al segmento Carbonífero-Pérmico reconocido a lo largo del T1AW
(Fig. 3). Aunque anteriormente se ha considerado como la roca basal de Cuenca del Salar
de Atacama, su expresión sísmica indica que se acumularon en condiciones extensionales.
c) Tectonosecuencia 2 (TS 2). TS 2 está compuesto por una serie de reflectores de alta y
baja amplitud, paralelos y variables (Fig. 8). Su sección basal está marcada por un contacto
semi-concordante definido por reflectores paralelos sobre la parte superior del TS 1 (Fig.
8). Su expresión sísmica es preferentemente tabular; aunque estudios previos (Martínez
et al., 2018) reportaron algunas formas de cuña limitadas por fallas normales reactivadas.
Esta característica sugiere que su acumulación debería haber sido controlada por fallas
normales contemporáneas. Además, no es geométricamente comparable con la expresión
sísmica reportada por secuencias sin-orogénicas (por ejemplo, Mpodozis et al., 2005;
Arriagada et al., 2006; Bascuñán et al., 2015), porque estas muestran importantes
variaciones de espesor sobre las estructuras contractuales. Por el contrario, esto se asocia
principalmente con una secuencia de sin-rift. Con base en estas características,
correlacionamos el TS 2 con las rocas volcánicas del Triásico pertenecientes al Lecho El
Bordo, Tuina Fm. y Cas Fm., que forman parte de las sucesiones mesozoicas sin-rift basales
(Figs. 2 y 3), y a su vez, pueden correlacionarse con el segmento Triásico reconocido a lo
largo del T1AW (Fig. 3).
d) Tectonosecuencia 3 (TS 3). TS 3 consiste en un paquete delgado de reflectores sísmicos
intercalados de baja y alta amplitud con formas de cuña limitadas por fallas normales
invertidas. Su sección basal está marcada por un contacto concordante definido por
reflectores paralelos sobre la parte superior de TS 2. En cambio, se puede reconocer una
marcada discordancia angular (U1) en la parte superior de TS 3, que podría interpretarse
como el límite estratigráfico entre el Mesozoico depósitos syn-rift y depósitos del
Cretácico Superior (Fig. 8). Considerando las descripciones anteriores del T1AW (ver
capítulo 4, Fig. 3b), interpretamos este paquete completo de reflectores como
correspondiente a un segmento Jurásico-Cretácico Inferior (Fig. 3).
e) Tectonosecuencia 4 (TS 4). TS 4 consiste en un paquete grueso de reflectores sísmicos
semicontinuos y de alta amplitud que se superponen de manera discordante al TS 3 y que
frecuentemente exhiben terminaciones superpuestas contra la parte superior del TS 3
subyacente (U1) (Fig. 8). Otra característica corresponde a las variaciones de su espesor
sobre estructuras contractivas (principalmente anticlinales de inversión o fallas invertidas)
indicando que su espacio de acumulación estaba controlado por el crecimiento de un
relieve temprano creado durante la deformación contractiva. En algunas partes de la línea
sísmica 1G010A, se visualiza una ligera discordancia angular en la parte superior de esta
tectonosecuencia (U2) (Fig. 8), que podría interpretarse como el límite entre las
secuencias del Cretácico Inferior y Cretácico Superior. De acuerdo con su expresión
sísmica y las interpretaciones previas a lo largo del T1AW, lo correlacionamos con el
segmento del Cretácico Superior (Fig. 3). De esta forma, el TS 4 podría atribuirse al
sinorogénico Tonel Fm. (Dingman, 1963; Arriagada, 1999; Mpodozis et al., 2005).
f) Tectonosecuencia 5 (TS 5). TS 5 consiste en reflectores sísmicos intercalados de baja y
alta amplitud que se superponen de manera disconforme al TS 4 (Fig. 8). Similar a TS 4,
esta tectonosecuencia de importantes variaciones de espesor sobre las estructuras de
contracción, indicando así una naturaleza sinorogénica. Su parte superior está definida por
una discordancia angular (U3) formada entre la parte superior de TS 5 y la sección basal de
TS 6 (Fig. 8). De acuerdo con la expresión sísmica e interpretaciones previas,
correlacionamos este paquete completo de reflectores sísmicos con el segmento
Maastrichtiano-Paleoceno reconocido a lo largo del T1AW asignado a las formaciones
Purilactis y Barros Arana (Arriagada; 1999, 2002; Mpodozis et al., 2005).
g) Tectonosecuencia 6 (TS 6). TS 6 consiste predominantemente en una serie de
reflectores sísmicos continuos y paralelos de alta amplitud (Fig. 8) que forman una extensa
cobertura reconocida a lo largo de toda la Cuenca del Salar de Atacama. Un reflector
prominente marca la parte superior de esta tectonosecuencia. Estos depósitos suelen
engrosarse hacia las extremidades de los pliegues. La interpretación del T1AW indica que
esta tectonosecuencia consiste en conglomerados volcánicos rojizos con areniscas y
arcillas menores, y areniscas multicolores con intercalaciones de conglomerados y arcillas.
A partir de esta información, correlacionamos el TS 6 con el sin orogénico Loma Amarilla
Fm del Eoceno superior-Oligoceno inferior. (Arriagada, 1999; Mpodozis et al., 2005).
h) Tectonosecuencia 7 (TS 7). TS 7 es un paquete de reflectores sísmicos intercalados de
alta y baja amplitud que se superponen de manera discordante al TS 6 (Fig. 8). Esta
tectonosecuencia forma una extensa cobertura reconocida a lo largo de toda la Cuenca
del Salar de Atacama. Sus reflectores sísmicos basales frecuentemente muestran estratos
de crecimiento contractivos (ver Fig. 12). La interpretación de T1AW indica que TS 7
consiste principalmente en arcillas de color marrón rojizo con lechos menores de arenisca
y anhidrita y correspondería al segmento del Pleistoceno (Fig. 3). Sin embargo, la
cartografía recientemente publicada (Basso y Mpodozis, 2012; Niemeyer, 2013; Henríquez
et al., 2014, entre otros) y su relación con la descripción realizada por el informe final de
pozo de ENAP, nos permite proponer que TS 7 puede correlacionarse con las formaciones
San Pedro y Tambores Oligoceno Superior-Mioceno Superior (Brügen, 1942; Dingman,
1963; Henríquez et al., 2014).
i) Tectonosecuencias 8 (TS 8). Esta tectonosecuencia generalmente muestra un paquete
de reflexión sísmica difusa y de baja amplitud. Puede identificarse en la mayoría de los
perfiles sísmicos a lo largo de toda la Cuenca del Salar de Atacama (Figs. 8-11). Esta es la
tectonosecuencia más joven que llena y cubre la cuenca. La información litológica del
Pozo Toconao1A (Pleistoceno a segmento reciente) (Fig.3) y los datos de superficie indican
que TS 8 consiste principalmente en rocas evaporíticas con intercalaciones de lutitas y
lutitas menores, las cuales están correlacionadas con el Mioceno Superior-Plioceno Vilama
Fm (Moraga et al. al., 1974). y Pleistoceno Recientes depósitos salinos e ignimbritas
(Becerra et al., 2014; Henríquez et al., 2014).
6.2. Subsurface structural style based on the interpretation of 2-D seismic profiles

Estrato de crecimiento como evidencia de deformación contractiva

Las estructuras deposicionales, como los estratos de crecimiento relacionados con la


acumulación sinorogénica, están expuestas a lo largo de la Escarpa El Bordo, la Sincronía
de Barros Arana y la Cordillera de la Sal. Estos forman parte de la estructura estratigráfica
interna de las secuencias del Cretácico Superior (formaciones Purilactis y Barros Arana; TS
5) y de las secuencias del Oligoceno Superior al Plioceno (formaciones San Pedro y Vilama;
TS 7 y TS 8). Tanto en perfiles sísmicos como en afloramientos se identifican cuñas
estratigráficas relacionadas con los estratos de crecimiento, lo que indica que los
depósitos del Cretácico Superior al Cenozoico se acumularon durante la contracción. Los
estratos de crecimiento se identifican preferiblemente en las extremidades de
pliegues anticlinal y sinclinal. A lo largo de estos, los lechos más antiguos son más
empinados que los lechos más jóvenes (Fig. 12). En el perfil sísmico 1G014, una cuña
sedimentaria compuesta por reflectores sinorogénicos (TS 4, TS 5, TS 6 y TS 7) presenta un
buen ejemplo de esta situación. Aquí, los estratos de crecimiento exhiben un abanico de
los reflectores sísmicos (Fig. 12a). Se pueden reconocer características similares en el
campo. Por ejemplo, a lo largo de Barros Arana Syncline y Purilactis Fm., Con frecuencia
exhibe estratos de crecimiento a lo largo de las extremidades, lo que proporciona
evidencia de una acumulación sinorogénica (Fig. 12b yc). El Oligoceno Superior-Mioceno
Inferior San Pedro Fm. los afloramientos también muestran terminaciones superpuestas
sobre la Purilactis Fm más antigua. camas (ver Fig.7). Estratos de crecimiento de la Vilama
Fm. muestran ligeros pliegues en ambos miembros, en el relieve elevado de la Cordillera
de la Sal. Aquí, los lechos exhiben cambios de espesor sobre la extremidad frontal de un
pliegue anticlinal, siendo más gruesos hacia las extremidades y más delgados hacia la
cresta parcialmente erosionada (Fig. 12d).
8. Discusión
8.1. Estilos estructurales e implicaciones tectónicas Se pueden reconocer dos estilos
estructurales diferentes en el área de estudio: (1) fallas de empuje del sótano vergente
este y (2) fallas normales antiguas parcialmente invertidas (Fig. 13). Las estructuras de
contracción del basamento vergente al este parecen haber acomodado el acortamiento
mayor a lo largo del frente de deformación de la Cordillera de Domeyko oriental, y
considerando sus grandes desplazamientos, son responsables del levantamiento tectónico
de la Cordillera de Domeyko (Fig. 13). Estructuras similares se interpretan en regiones
vecinas (p. Ej., Cuenca del Salar de Punta Negra; Martínez et al., 2018, 2019), lo que
evidencia que el frente de deformación de la Cordillera oriental de Domeyko está marcado
por un basamento casi continuo de escala kilométrica que involucra al este. Falla de
empuje al borde. Comúnmente, este estilo estructural resulta de la inversión tectónica
positiva de zonas de debilidad heredadas, como fallas normales previas, entre otras. Sin
embargo, asumir que resultaron de la inversión tectónica de fallas normales antiguas es
especulativo, considerando la escasa evidencia geológica. En los Andes centrales
occidentales, escenarios tectónicos similares han sido bien reconocidos en la Depresión
Central (Fuentes et al., 2018; López et al., 2019), la Cordillera Frontal (Martínez et al.,
2016) y también en el Cuencas Preandinas (Arriagada et al., 2006; Martínez et al., 2019,
2020). Presumimos que ocurrió una evolución similar en la Cordillera oriental de
Domeyko. Estudios previos (ej., Martínez et al., 2018; Bascu ~ nan et al., 2019) consideran
que las fallas de empuje del borde este que limitan la Cordillera de Domeyko son fallas
inversas puras cuya propagación fue favorecida principalmente por condiciones
tectonotérmicas altas relacionadas con migración hacia el este del arco volcánico actual
durante el Cenozoico. En algunos cinturones de empuje de Argentina (Chos Malal y
Malargüe), algunos estudios también han propuesto que las fallas inversas del basamento
son el control tectónico de primer orden del levantamiento mayor del orógeno andino
central (Turienzo, 2010; Turienzo et al., 2012, 2018; Sánchez et al., 2015, 2018; Lebinson
et al., 2018).
Por otro lado, las condiciones reológicas de las rocas evaporíticas (p. Ej., Tonel Fm.)
Jugaron un papel importante en la propagación de estructuras de piel fina a lo largo de la
cuenca occidental del Salar de Atacama. En particular, los niveles evaporíticos superiores
del TS 4 actuaron como un desprendimiento basal poco profundo regional durante la
creación de la Sincronización Barros Arana y la Cordillera de la Sal (Fig. 13). Estructuras
similares en todo el mundo están documentadas como estructuras fuera de sincronismo u
'Oreja de conejo' (Brown, 1984; Mount et al., 2011), que son estructuras secundarias
observadas a lo largo de sinclines frente a grandes reversa de primer orden involucradas
en el sótano. fallas. Hacia el este, las fallas normales y las estructuras de inversión con
inmersión este parcialmente invertida indican que la inversión tectónica de la media
cuenca del graben anterior fue un mecanismo importante, especialmente durante las
etapas iniciales del levantamiento del antearco interno. Recientemente, este estilo
estructural también ha sido reconocido al sur de esta área de estudio (Martínez et al.,
2018, 2019). Su génesis se ha relacionado habitualmente con la reactivación de fallas
maestras y subcuencas correspondientes a la Cuenca Mesozoica del Tarapacá, que se
extienden desde el sur de Perú hasta el norte de Chile (Vicente, 2006; Mpodozis y Ramos,
2008; Ramos et al., 2010; Fuentes et al., 2018; Espinoza et al., 2018, entre otros). Estos
estilos estructurales también se reconocen en las regiones de antearco y retroarco de los
Andes centrales en estas latitudes. En Argentina y Perú, se propone la inversión tectónica
de estructuras de medio graben de basamento para controlar el acortamiento y
levantamiento regional de los Andes centrales (Kley y Monaldi, 2002; Kley et al., 2005;
Fuentes et al., 2018; P� erez et al., 2016, entre otros). Principalmente, en Argentina,
también se ha interpretado la relación entre fallas normales heredadas, inversiones
tectónicas de cuencas de rift mesozoicas (Giambiagi et al., 2008; Mescua y Giambiagi,
2012; Barrionuevo et al., 2019, entre otros) , lo que indica que los sistemas extensionales
mesozoicos intracontinentales anteriores jugaron un papel importante durante el
crecimiento inicial del cinturón orogénico andino. Interpretamos que la mayor parte del
levantamiento tectónico registrado en la región del antearco interno se llevó a cabo
inicialmente a través de la inversión tectónica de fallas normales anteriores del
Paleozoico-Mesozoico superior, que son seguidas por un acortamiento caracterizado por
fallas de empuje puras que bordean el este. Se proponen diferentes interpretaciones para
comprender la transición tectónica entre la Precordillera y las cuencas Preandinas.
Algunos de ellos sugieren la existencia de estructuras extensionales relacionadas con una
extensión cortical cenozoica (Flint et al., 1993; Pananont et al., 2004; Jordan et al., 2007).
Sin embargo, no hemos identificado ninguna evidencia relacionada con Falla normal
cenozoica. Las fallas normales importantes en la región solo corresponden a las antiguas
fallas normales del Mesozoico (Amilibia et al., 2008; Martínez et al., 2017, 2018: 2019;
Bascu ~ nan et al., 2019). Nuestras interpretaciones estructurales nos permiten sugerir
que el sótano involucrado con fallas de empuje vergente este proporciona los mecanismos
más eficientes para la construcción de la Cordillera Domeyko oriental. Estas fallas albergan
gran parte del acortamiento tectónico y favorecen la exhumación de grandes porciones de
la corteza inferior. De esta manera, la transición tectónica entre la Cordillera Domeyko y la
Cuenca del Salar de Atacama puede ser considerada como un sistema estructural
compuesto por un pliegue y cinturón de empuje de piel gruesa y vergente este, una
acumulación de estratos de crecimiento y la decapitación de capas parcialmente
invertidas. antiguas fallas normales (Fig. 13).
8.2. Respuesta sedimentaria a la inversión tectónica del Cretácico Superior

El momento de la contracción está limitado por la edad de los depósitos sinorogénicos


expuestos en la superficie. Una discordancia angular regional y bien marcada (U1) separa
en el subsuelo la tectonosecuencia sin-rift (TS 3) de las tectonosecuencias sinorogénicas
basales del Cretácico superior (Tonel Fm.). Esta discordancia marca el inicio del primer
episodio de contracción relacionado con la inversión tectónica positiva del fallamiento
normal mesozoico basal (figs. 8-11 y 13). Comúnmente, este evento está relacionado con
el inicio de la orogénesis peruana, que se atribuye al Cretácico Superior temprano (ca.100-
90 Ma) (Steinmann, 1929; Mpodozis y Ramos, 1990; Ladino et al., 1999; Mpodozis et al.,
1999; Mpodozis et al. al., 2005; Cobbold et al., 2007; Amilibia et al., 2008; Ramos, 2010).
Sin embargo, con base en las nuevas edades de circonio detrítico U-Pb (Bascu ~ nan et al.,
2015), se ha sugerido que la sedimentación del miembro inferior de Tonel Fm., Podría
haber comenzado en el límite Jurásico-Cretácico (ca .149 Ma), y alrededor del Cretácico
medio (ca.107 Ma) para su miembro medio. Por tanto, es posible que el inicio del episodio
de contracción, en esta región, haya comenzado antes de ca. 100 Ma. Durante el Cretácico
Inferior temprano y el Cretácico Superior temprano. Este episodio tectónico estuvo
acompañado de levantamiento y erosión, marcando así la discordancia angular U1 y la
posterior acumulación del TS 4. También se han identificado relaciones estructurales y
estratigráficas similares en regiones vecinas y distantes, como la Cordillera de la Costa, la
Depresión Central, la Cordillera Frontal, la Cuenca del Salar de Punta Negra, entre otras
(Peña et al., 2013; Martínez et al., 2016, 2018; Fuentes et al., 2018; López et al., 2019). Por
lo tanto, indica que la inversión tectónica del Cretácico tardío de las estructuras de medio
graben del Mesozoico anteriores fue el mecanismo inicial responsable de la creación de
un relieve orogénico positivo temprano y la posterior deposición sinorogénica en la
vertiente occidental de los Andes centrales. Teniendo en cuenta la discordancia angular
reconocida entre la TS 4 y la TS 5 (la discordancia angular U2), así como las características
sinorogénicas de estas tectonosecuencias, interpretamos que la inversión tectónica podría
haber continuado diacrónicamente durante al menos el último Cretácico. El U2 se
desarrolló en una etapa tardía de la inversión tectónica, donde un relieve positivo (o Proto
Domeyko Cordillera, Mpodozis et al., 2005) acumuló secuencias sinorogénicas (TS 5). Estos
últimos depósitos y La discordancia U2 sería evidencia de un episodio intensivo y de
acortamiento en el área de la Cordillera Domeyko y el Salar de Atacama, comúnmente
conocido como el evento K-T (Cornejo y Mpodozis, 1997; Cornejo y Matthews, 2003).
8.3. Respuesta sedimentaria al Eoceno superior-Oligoceno inferior contracción

La contracción del Eoceno tardío-Oligoceno temprano en la región está relacionada con el


evento denominado “Incaico”, que es considerado el evento tectónico compresivo más
importante que afectó al norte de Chile (Steinmann, 1929; Noble et al., 1979; Maksaev y
Zentilli, 1988 ). El momento de este evento se ha interpretado principalmente a partir del
análisis de las edades de las huellas de fisión de apatita obtenidas de rocas intrusivas del
Paleozoico-Cenozoico expuestas en la Cordillera Domeyko (edades AFT entre 45,2 y 30,2
Ma; Maksaev y Zentilli, 1999). Estas edades indican un evento de exhumación relacionado
con la deformación de contracción involucrada en el sótano. En este estudio,
interpretamos la creación de la discordancia angular U3 y el depósito de dos unidades
estratigráficas sinorogénicas (TS 6 y TS 7) en respuesta a este episodio tectónico. Los
perfiles sísmicos comúnmente muestran la existencia de una cuña estratigráfica cenozoica
en los bloques de los pies de los empujes del basamento, que son más gruesos hacia los
planos de falla. Esta característica estratigráfica indica un hundimiento progresivo del
bloque de falla del muro de pie durante el levantamiento de los bloques de falla del muro
colgante. Esta situación es bien reconocida a lo largo de la cuenca occidental del Salar de
Atacama. Se interpreta que la cuña estratigráfica cenozoica en este sector es el resultado
de la interacción entre el Eoceno y el levantamiento reciente de la Cordillera de Domeyko,
su erosión y sedimentación en la cuenca del Salar de Atacama. Estudios previos (Pananont
et al., 2004; Jordan et al., 2007) han propuesto que parte de las sucesiones Oligoceno-
Mioceno se depositaron en condiciones tectónicas extensionales, marcadas por la
actividad de una falla normal de inmersión hacia el este, que generó casi Relleno de
cuenca de 4000–5500 m de espesor debajo del borde occidental de la cuenca del Salar de
Atacama. Sin embargo, no hemos identificado características estructurales asociadas con
este episodio tectónico extensional. Por el contrario, nuestros datos e interpretaciones
sugieren un carácter sinorogénico de estos depósitos. Además, estas estructuras no
parecen tener ningún vínculo con la inversión tectónica neógena de fallas extensionales
del Oligoceno, como se sugirió anteriormente a lo largo del borde este de la Cordillera de
Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama (Rubilar et al., 2018). Proponemos que la
transición estratigráfica de la TS 6 a la TS7 marca la migración hacia el este de un frente
deformacional de la Cordillera Domeyko. El tiempo entre el final de la deposición del TS 6
y el comienzo de la deposición del TS 7 podría estar marcado por el inicio del
levantamiento de la vertiente oriental de la Cordillera de Domeyko. Asimismo, estudios
previos realizados en áreas ubicadas alrededor de la Cuenca del Salar de Atacama
(González et al., 2012; Tibaldi y Bonali, 2017), sugieren que la deformación contractiva se
reconoce durante el Plioceno-Cuaternario. Finalmente, en la Fig.14, proponemos un
Modelo de evolución tectonoestratigráfica que resalta las principales características
depositacionales, especificando los diferentes escenarios tectónicos que ocurren a lo largo
de la Cordillera Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama. Todas estas interpretaciones
nos permiten sugerir que el área de transición entre la Cordillera Domeyko y la Cuenca del
Salar de Atacama ha experimentado un acortamiento continuo, luego de la inversión
tectónica del Cretácico Superior temprano en la región.

Conclusiones

Con base tanto en los datos estructurales como en las interpretaciones de las líneas sísmicas
presentadas en este trabajo, se propusieron nuevas ideas sobre la transición tectonoestratigráfica
entre la Cordillera Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama en el norte de Chile. Estos aspectos
aportan nuevos conocimientos y ayudan a comprender mejor la evolución tectónica del antearco
interior de los Andes centrales. Nuestros resultados más destacados indican que:

1. Los principales estilos estructurales reconocidos a lo largo de la región corresponden a fallas de


empuje vergente este involucradas en el sótano y fallas normales del Mesozoico invertido. Las
fallas de empuje controlan la deformación en la Cordillera de Domeyko, mientras que las fallas
normales heredadas se esconden debajo de la Cuenca del Salar de Atacama.

2. El registro estratigráfico superficial y subsuperficial muestra un depósito sin-rift relacionado con


la antigua cuenca del rift mesozoico, y luego un depósito sinorogénico relacionado con las
secuencias acumuladas durante y después de los procesos de inversión tectónica. La mayoría de
las secuencias del Cretácico Superior a las recientes presentan geometría de estratos de
crecimiento asociada con acortamiento. La tectónica compresional Plioceno-Cuaternario (por
ejemplo, Cordillera de la Sal) y los estratos de crecimiento reciente (Vilama Fm. Y depósitos
aluviales, entre otros) son la respuesta a la propagación-reactivación de las principales fallas de
empuje vergente este.

3. De manera similar, como en otras regiones del norte de Chile, la inversión tectónica positiva del
Cretácico Superior de las antiguas cuencas extensionales del Mesozoico sólo se ha restringido a la
cuenca del arco posterior de Tarapacá. No descartamos que estas cuencas rift tuvieran una mayor
extensión a lo largo del antearco andino, alcanzando la posición actual de las Depresiones
Preandinas. Las estructuras ocultas bajo la cuenca del Salar de Atacama podrían tener una relación
directa con las estructuras extensionales mesozoicas heredadas previamente establecidas en esta
región. Estos jugaron un papel fundamental durante las etapas iniciales de elevación del antearco
andino interno.
ANEXO

Fig. 1. Ubicación geográfica de la región de estudio a lo largo del Antearco Andino de los Andes
Centrales de América del Sur (recuadro negro) y ubicación del área de estudio (recuadro azul) a lo
largo de la Depresión Preandina (o Cuenca del Salar de Atacama) y la Cordillera Domeyko . Se
destaca la distribución de las principales unidades fisiográficas establecidas en el segmento de
subducción normal de los Andes Centrales del norte de Chile, entre las 22 ° y 24 ° S. (Para la
interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se remite al lector a la
versión web de este artículo).
Fig. 2. Mapa geológico generalizado del área de estudio. Se informa el rastro de líneas sísmicas
(líneas rojas). (Para la interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se
remite al lector a la versión web de este artículo).
Fig. 3. Esquema estratigráfico generalizado del área de estudio y Pozo Toconao 1A mostrando la
descripción de las principales unidades litoestratigráficas. Se destacan las unidades atribuidas
según las nuevas edades geocronológicas. Las edades consideran publicación reciente sobre U –
Pb para algunas unidades expuestas en superficie (Basso y Mpodozis, 2012; Niemeyer, 2013;
Henríquez et al., 2014, 2019; Bascu ~ nan et al., 2015, 2019).
Fig. 4. Principales características estructurales a lo largo del área de estudio. (a) Mapa estructural
en vista panorámica entre el borde del escarpe Barros Arana Syncline-El Bordo y la Cordillera de la
Sal. Los recuadros rojos indican la ubicación de las fotos. Consulte la Fig. 2 para conocer la
ubicación. (b) Barros Arana Syncline. (c) Falla Cordón Barros Arana. Contacto entre el Cretácico
Purilactis Fm. sobre Eoceno superior-Oligoceno inferior Loma Amarilla Fm. (Lat. 22�420 3600 S;
Long. 68�2505800 W). (d) Falla Cordón Barros Arana. Contacto entre el Cretácico Purilactis Fm.
por encima de Tonel Fm del Cretácico Superior temprano; este tipo de relación estructural estaría
controlada por una capa de desecho (Lat. 22�540 5400 S; Long. 68�2505600 W). (Para la
interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se remite al lector a la
versión web de este artículo).
Fig. 5. Diferentes características estructurales a lo largo de la Cordillera de la Sal. (a) Vista
panorámica de la Cordillera de la Sal mostrando las principales características estructurales. Las
gráficas muestran el análisis de pliegues (π corresponde al eje de pliegue y los puntos
corresponden a polos promedio a medidas planas) y la proyección estereográfica (Equal Area)
muestra la orientación de planos y polos (puntos rojos) de la cama medida a lo largo de la
Cordillera. de la Sal. Consulte la Fig. 2 para conocer la ubicación. (b) Sección transversal XX
’generalizada orientada noroeste-sureste esquematizando el control estructural reconocido en la
Cordillera de la Sal. (c) Anticlinal expuesto en el extremo oriental de la Cordillera de la Sal (Lat.
22�5501100 S; Long. 68�140 2000 W). Consulte la Fig. 2 para conocer la ubicación. (d) Falla de
Chulacao (Lat. 22�540 2600 S; Long. 68�130 1000 W). Consulte la Fig. 5 (a) para conocer la
ubicación. (Para la interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se remite
al lector a la versión web de este artículo).

Fig. 6. Pliegues a lo largo del Valle de Arcoiris. (a) Imagen satelital de Google Earth interpretada
que muestra la distribución de las principales estructuras expuestas al norte de Barros Arana
Syncline o Arcoiris Valley. Consulte la Fig. 2 para conocer la ubicación. (b) Pliegue reclinado que
involucra un alféizar colocado en los lechos rojos del Tonel Fm. (Valle de Arcoiris) (Lat. 22�380
2400 S; Long. 68�140 3400 W) Consulte la Fig. 6 (a) para conocer la ubicación. (c) Pliegue
reclinado en escala métrica de la vertiente este (Valle de Arcoiris) (Lat. 22�370 4600 S; Long.
68�150 0000 W). Consulte la Fig. 6 (a) para conocer la ubicación. (d) Pliegue reclinado hacia el
oeste (Lat. 22�580 1800 S; Long. 68�290 400 W). Consulte la Fig. 4 (a) para conocer la ubicación.
(Para la interpretación de las referencias al color en la leyenda de esta figura, se remite al lector a
la versión web de este artículo).

Fig. 7. Deformación Plioceno-Cuaternario. (a) Vista panorámica a lo largo del Valle de Arcoiris;
observe el anticlinal que dobla los depósitos de ignimbrita del Plioceno. (b) Sección transversal
idealizada de AA 'orientada de este a oeste que esquematiza el control estructural sobre las
unidades estratigráficas. Consulte la Fig. 6 (a) para conocer la ubicación.
Fig. 13. Modelo tectonoestratigráfico representativo para el borde oriental de la Cordillera de
Domeyko y el área de la Cuenca del Salar de Atacama. La figura también muestra y destaca la
discordancia y los principales estilos estructurales reflejados a partir de la interpretación de las
líneas sísmicas.
Fig. 14. Modelo de evolución tectonoestratigráfica. Modelo evolutivo que destaca los escenarios
deposicionales según el entorno tectónico. Varios episodios estructurales distintos del Pérmico
Carbonífero a la edad reciente moldearon la transición entre la vertiente oriental de la Cordillera
Domeyko y la Cuenca del Salar de Atacama.

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