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EL CAPITALISMO BUROCRÁTICO:

Hacia una morfología del atrasado

David Huamaní Pumacahua

Editoria bubok

1
©Bubok Publishing S.L., 2010
Impreso por Bubok Publishing, digital
Contactos: dhuamani_2020@hotmail.com

2
A los obreros industriales,
de quienes nace la única verdad.

3
4
ÍNDICE
Pág.

Introducción .................................................................................. 7

1. Acerca del capitalismo clásico y del capitalismo bu-


rocrático ................................................................................... 23
2. Marco histórico-social antes de la aparición del capita-
lismo peruano .......................................................................... 34
3. Aparición y profundización del capitalismo burocráti-
co en el Perú ............................................................................... 41
4. La inversión de capital del capitalismo burocrático be-
neficia a la industria y el comercio imperialista .................... 53
5. El capital burocrático obstaculiza en el país atrasado el
desarrollo de la fase industrial para profundizar la fase
mercantil..................................................................................... 56
6. El capital burocrático está atado a la feudalidad y so-
metido al imperialismo ............................................................ 63
7. El capital burocrático en el agro no apunta a destruir a
la clase terrateniente feudal y su propiedad, sino evo-
lucionarlos progresivamente ................................................... 71
8. La inversión extranjera y sus colorarios ................................. 79
a) La importancia de la inversión realizada........................... 81
b) El efecto directo de sus operaciones corrientes .................. 83
c) Su influencia más general en el país sub desarrollado..... 84

Conclusión ..................................................................................... 88
Bibliografía
Anexos

5
6
Introducción

Oswaldo de Rivero en su famoso libro El mito del de-


sarrollo, es bastante explicito al decir que en pleno siglo
XXI el desarrollo a futuro de los países que hoy conocemos
como países en desarrollo es imposible. Y más adelante, cre-
yendo en la falacia de la ‚globalización del mundo‛ que se
pregona como nueva ‚época‛, señala que si uno de estos
países en desarrollo no se inserta en la ‚globalización‛, su
suerte sería más calamitoso. Sin embargo, en uno de los
reglones de su libro termina contradiciéndose al afirmar
que la ‚globalización‛ no es tan libre de fronteras como se
predica. En la introducción de su libro se lee:
‚<los gurús de la globalización están convencidos
que la prosperidad y el desarrollo de todos los países se
logrará de todas maneras, esta vez, como resultado de una
competencia planetaria dentro de un mercado global libé-
rrimo. Esta convicción, que tiene ingredientes utópicos,
presenta la globalización como un proceso indetenible,
fuera de la voluntad humana, como si fuera la ley de gra-
vitación universal, de la cual nadie puede escapar, ni per-
sonas, ni empresas ni naciones. Lo que no se dice, es que
con este tipo de globalización difícilmente se hubiera desarrollado
los Estados Unidos, Europa y el Japón, que protegieron y
promocionaron sus industrias y se copiaron mutuamente
sus tecnologías. Tampoco se explica que este espacio global no
es tan libre como se predica, porque no se permite circular libre-
mente a los seres humanos en busca de empleo ni como antes co-
piar las tecnologías extranjeras. Los trabajadores y la tecnología,
que son importantes para los países sub desarrollados, no tienen

7
permiso para circular globalmente. Están regulados con severas
leyes de inmigración y de protección a la propiedad intelectual.”1
¿Entonces de qué ‚globalización del mundo‛ se
habla? ¿No será acaso una falacia?2

1 De Rivero, Oswaldo, El mito del desarrollo, Los paises inviables del


siglo XXI, Ed. Mosca Azul Editores, 1998, Lima, pág. 16. Del mismo
autor se desprende que la globalización es una farsa, una farsa pa-
ra someter a los países sub desarrollados por los desarrollados; pe-
ro por obvias razones el autor utilizará esa terminología de globa-
lización constantemente en todo su libro a sabiendas de su incon-
sistencia. Para ver este punto consultar el ensayo La falacia de la
“globalización del mundo”, del mismo autor.
2
Justamente porque la palabra ‚globalización‛ que se pregona por
los cuatro vientos no es cierto. Porque si la libertad de recorrer las
fronteras del mundo sólo es exclusivo de unos cuantos países po-
derosos, de ¿qué ‚globalización del mundo‛ se habla? La correcta
interpretación de que unos cuantos países poderosos recorren el
mundo como Pedro por su casa, y que lo hacen a través del terror,
la diplomacia fascista o las sanciones económicas, se llama impe-
rialismo y no globalización. Por su misma esencia el capitalismo es
un fenómeno universal, global. Y de eso se tenía conocimiento
desde los comienzos del capitalismo. Y si antes no lo llamaron al
capitalismo ‚globalización‛ fue porque dicha palabra no expresaba
ni expresa ahora la esencia del capitalismo (Al respecto véase mi
libro La falacia de la “globalización del mundo”.) Lo cierto es que la
humanidad se encuentra en la fase imperialista y no en la globali-
zación como nos hacen creer los apologistas del imperialismo,
apuntando con ello a suplantar la lucha de clases por la concilia-
ción, ya que bajo la palabreja de globalización ya no hay sitio para
la lucha de clases, y por lo tanto ya no hay lucha entre ideologías.
En eso estriba la cuestión. Porque, ¿qué dicen autores como Hardt
y Negri? Que la fase del imperialismo ya ha terminado con el co-
mienzo de la globalización del mundo, donde ya no hay proleta-
riado ni un país opresor como son los Estados Unidos. Toda una

8
Partiendo de este punto de vista —que el desarrollo
económico de los países sub desarrollados es imposible en
esta era del capitalismo [1]— una pregunta necesaria y pa-
triótica que podría hacerse cualquier ser humano de cual-
quier país atrasado y consciente de su destino puede ser la
siguiente (este ejemplo en el caso peruano): ‚¿Por qué el
Perú no puede despegar de la pobreza y miseria que nos
tiene atenazado durante más de 200 años, que es el tiempo
estimado desde la República?‛ La respuesta suele ser va-
riopinto y confuso, y la verdad misma está bastante lejos
de estos planteamientos.
Unos suelen decir porque dentro de la gente perua-
nos (o de la gente de otros países atrasados) no hay ese
espíritu empresarial y emprendedor que caracterizó (y de al-
guna manera sigue caracterizando) a los países industria-
les [2]. Otros, que no se puede prestar la mínima atención,
suelen decir porque los peruanos somos ociosos e indivi-
dualistas.

[1] ¿Qué es el desarrollo económico? El desarrollo econó-


mico es visto desde dos perspectivas. Para la posición ma-
terialista —lo cual es una posición científica irrebatible—
el desarrollo económico significa la transformación de la
vieja sociedad por una nueva sociedad, e implica la trans-
formación en la estructura económica, social y política de
toda la sociedad. Lo que significa que el desarrollo
económico es impulsado por clases o grupos interesados
en un nuevo orden económico y social, y como tal encuen-
tra oposición y obstáculos en aquellos que pretenden pre-
servar la vieja sociedad. Así, el desarrollo económico está

mentira descabellada. Véase al respecto ese libro falaz y revisionis-


ta: Imperio.

9
marcado por conflictos violentos que generan las clases en
pugna; y jamás avanza como un proceso suave y armonio-
so que se desenvuelve en el tiempo y en el espacio, como
afirman los adeptos del desarrollo económico positivista.
Se dice, con mucha frecuencia, que las construcciones
de puentes, fábricas, aeropuertos, y demás infraestructuras
públicas que alienta el Estado significan desarrollo
económico. Esto no es tan cierto porque el desarrollo
económico es en sí el mismo salto cualitativo que se da en
épocas específicas como lo hizo Francia al pasar del feuda-
lismo al capitalismo. Entendiendo así, la construcción de
infraestructuras en los mismos países capitalistas es sim-
plemente el producto del desarrollo económico cualitativo
alcanzado; en adelante, todo es consecuencia del desarro-
llo capitalista alcanzado (interno y externo), hasta que
también se topa con un callejón sin salida, y en adelante
todo es tanteo de pasos, tal como un anciano que ha cum-
plido su ciclo. En cambio en los países atrasados, donde
nos encontramos en un callejón sin salida desde mucho
antes que apareciera el capitalismo, nos encontramos en
una atmósfera confusa donde la mayoría de inversiones
públicas o privadas, que son producto de un estado some-
tido en un ambiente ajeno al desarrollo económico de tipo
capitalista, se convierten en elefantes blancos. Los que es-
capan de esto son producto de empresas capitalistas mo-
nopolistas nacionales insignificantes para el desarrollo de
la economía nacional. Y las instalaciones auxiliares de las
empresas monopolistas dedicados a la exportación de mi-
nerales y petróleo, son cuerpos ajenos en un cuerpo ajeno.
Es así que si no se ha transformado la vieja sociedad,
estas inversiones, que son siempre anómalas, no generan
el progreso de la economía nacional. Incluso aunque se ha

10
transformado la vieja sociedad por otra sociedad de clases
como es la sociedad capitalista, el desarrollo económico al-
canzado encuentra rápidamente una muralla bien fortifi-
cada que lo hace retrógrado. Y esto es inevitable.

[2] ¿Hay carencia de espíritus de empresa en los países


atrasados? No se deja de hablar que somos atrasados por-
que carecemos de ‚espíritus de empresa‛, de ‚iniciativa
empresarial‛, de ‚liderazgo<‛, etc. En ausencia de este ti-
po de hombres, dicen los subjetivistas, no hay quién im-
pulse el desarrollo económico del país< Pero hay que en-
tender que en un país como el nuestro ya no hay posibili-
dad de desarrollo económico de tipo capitalista en razón
de nuestra dependencia absoluta a países industriales mo-
nopolistas. Y si es que esto sucediere, en el supuesto caso,
tendríamos una limitancia imposible que flanquear: que el
desarrollo económico de tipo capitalista ya no es posible
en nuestro país y en ningún país atrasado, esto porque la
clase que la dirige, la burguesía, ya caducó históricamente;
y porque en su lugar ya apareció el proletariado moderno.
El aludir la carencia de espíritus de empresa en países
semifeudales, no es tan cierto porque con ello se pretende
soslayar la realidad objetiva. Esta es una característica típi-
ca del método subjetivo en la sociología sobre el desarrollo
económico. Ha sido propaganda en el pasado, y hoy vuel-
ven a resucitar en libros y artículos. Explicar el atraso o
adelanto de los países atrasados por el funcionamiento de
fuerzas externas o bien mediante la voluntad reflexiva de
los gobiernos e individuos con visos de profundidad, es
ver la cuestión superficialmente. Esto es idealismo, que en
sociología se denomina el método subjetivo en investiga-
ción.

11
Por ejemplo, señalan que los países capitalistas avan-
zados han llegado al estado actual por la abundancia —en
el pasado y en el presente— de espíritus de empresa. Que
éstos han sido lo esencial para que surgiera y prosperara el
empresario capitalista, y a quienes se les da el crédito de
haber desempeñado un papel decisivo en la promoción
del desarrollo económico de los países capitalistas. Así,
‚estudiar al empresariado es estudiar el desarrollo econó-
mico de la economía moderna, y la figura central de la
economía‛.3
Para rebatir esta tesis absurda, hay que partir de este
punto, bien dicho por Paul Baran:
‚En todas partes del mundo y en todos los periodos
de la historia han existido hombres emprendedores, ambi-
ciosos y despiadados que tuvieron la oportunidad y la
disposición de ‚innovar‛, de llegar a un primer plano, de
conquistar el poder y de ejercer la autoridad. En el pasado
esta élite de hombres eran los caciques de las tribus, en
otras los caballeros, los cortesanos y los dignatarios ecle-
siásticos, mientras en otra fase los príncipes, mercaderes,
los aventureros, los exploradores y los pioneros de la cien-
cia. Finalmente, durante el último periodo del desarrollo
histórico —en la época del capitalismo moderno—, ha da-
do lugar al surgimiento del empresario capitalista que or-
ganiza la producción industrial y somete a su control
enormes concentraciones de capital‛.4
Fijémonos en esta frase: “empresario capitalista que or-
ganiza la producción industrial y somete a su control enormes

3 Arthur Cole, del libro de Paul Baran, La economía política del creci-
miento, ed. Fondo de cultura económica, México, 1969, pág. 265
4 Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cultu-

ra económica, México, 1969, pág. 265

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concentraciones de capital”. ¿Pero qué supone todo esto? En
primer lugar, que la aparición de hombres emprendedores
y ambiciosos no es exclusivo de nuestra época. Tal tipo de
hombres los hemos tenido siempre en cada época históri-
ca. En segundo lugar, que en una determinada época
histórica, la de la gestación y nacimiento del capitalismo
moderno, estos tipos de hombres dedican su capacidad a
la acumulación de capital, y descubren que la mejor forma
de realizar este objetivo era la inversión en las empresas
industriales. Es decir, tipos de hombres dedicados a la pro-
ducción industrial, que caracteriza al capitalismo propia-
mente dicho, y no como es el caso de los países atrasados,
que se caracterizan por la producción mercantil. Pero para
que surgiera este tipo de hombres emprendedores indus-
triales, hubo ciertas condiciones especiales, tanto espiritua-
les como materiales, y no respondía al querer y capricho
del tipo emprendedor industrial, sino que las condiciones
históricas lo exigían 5. Esto es la única forma de compren-
der histórica y sociológicamente este punto de vista.
Así tenemos el desarrollo económico del capitalismo
en algunos países, pero a la vez este desarrollo capitalista
estancaba el desarrollo capitalista de los hoy países atra-
sados. En estas condiciones, nuestra existencia de país se-
mifeudal es el resultado inevitable de la existencia de un
país imperialista. Ahora el imperialismo no permite a los
países semifeudales que domina un programa de indus-
trialización. Para que este dominio sea efectivo e invisible,
impulsa y alienta la introducción del capitalismo burocrático
monopolista en los países atrasados, con lo cual frena el de-
sarrollo del capitalismo nacional en los países semifeuda-
5 Al respecto léase a Max Weber, La ética protestante y el espíritu del
capitalismo.

13
les, ya que en ausencia de éstos no existen capitalistas in-
dustriales nacionales. De esto parece resultar: que en nues-
tro país no hay capitalismo industrial (no confundamos es-
to con el capitalismo burocrático) porque no hay capitalis-
tas industriales u hombres de espíritu de empresa o em-
prendedores en el terreno industrial*. La verdad de ésta
radica en que el imperialismo desvía y canaliza la abun-
dancia de ‚espíritus de empresa‛ que existen en todos los
países pobres en otras direcciones que no sean en el terre-
no industrial, o sea
el espíritu de empresa en los países semifeudales está
absorbido en las empresas del comercio, en la importación
y la exportación, en la especulación de bienes raíces, en el
préstamo de dinero y en los múltiples negocios.
Estos tipos de empresa jamás evolucionan la socie-
dad. Lo que evolucionan y transforman al sociedad son las
empresas industriales de medios de producción y medios
de consumo (eso que llamamos industria pesada e indus-
tria ligera), generando a la vez los demás tipos de empresa
aludidos. Y esta tarea —en las condiciones del mundo en

* Esto es sólo verdad en una parte. Porque la mentira está en creer


que si hay espíritus de empresa industriales en los países atrasados
habrá necesariamente capitalismo industrial. No. En esta época es-
to responde a la situación histórica que atravesamos: que hay un
país imperialista que no permite un programa de industrialización.
A demás hay que tener en cuenta lo que dice Paul Baran: ‚Debería
ser evidente que lo que el teórico [o estudioso] del empresario tie-
ne que explicar, no es la aparición de los hombres de genio —¡tal
tipo de hombres los hemos tenido siempre!—, sino el hecho de que
ese hombre, en una determinada constelación histórica, haya dedicado
su genio a la acumulación de capital y descubriese que la mejor
forma de realizar este objetivo era la inversión en las empresas in-
dustriales‛. Hay que tomar en cuenta las palabras en cursiva.

14
que vivimos—, la de lograr una inversión en la industria,
es imposible en las sociedades como el Perú, pues jamás
permitirá el Estado sometido y el imperialismo norteame-
ricano.

En el presente trabajo de investigación se plantea una


hipótesis totalmente opuesto a la afirmación de ‚carencia
de espíritu empresarial‛, que es comidilla usual del méto-
do subjetivo en sociología, afirmando que la existencia de
una industria monopolista de tipo burocrático que es Esta-
tal y No Estatal enquistado en el poder y al servicio del
capital imperialista, y desde luego, al servicio de los gran-
des burgueses y terratenientes nativos, es una muralla que
impide y frena el libre desarrollo de la economía nacional,
esto es del capitalismo nacional de la clase media.
El capitalismo monopolista burocrático que señalo ha
nacido con una deformidad innata en nuestra economía
peruana, y a la vez como una burbuja colosal de grandes
capitales*, capitales formados de los grandes terratenien-

* Aquí hay que resaltar que este tipo especial de capitalismo no ha


surgido en condiciones históricas normales que surgió el capita-
lismo de occidente. Es decir, no ha pasado por las tres condiciones
previas para el surgimiento del capitalismo, los cuales son: ‚1) in-
cremento de la producción agrícola y por crecientes rebeliones y
desplazamientos masivos de campesinos hacia las ciudades. Esto
dio lugar al surgimiento de una fuerza de trabajo industrial en po-
tencia. 2) Propagación más o menos grande y más o menos general
de la división del trabajo y, con ella, la evolución de la clase de los
mercaderes y artesanos, que fue acompañado por el crecimiento de
las ciudades. 3) acumulación de capital más o menos espectacular
por parte de los mercaderes y campesinos ricos cuya influencia y
número crecía en forma constante. Es la confluencia de todos estos
procesos (y de varios otros cambios secundarios) lo que constituye

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tes, de los grandes burgueses y los grandes banqueros, y
en algunos casos en combinación con capitales extranjeros,
cuyo tamaño y poder a sido suficiente para apoderarse
rápidamente de los sectores más vitales de la economía, lo
cual es harto suficiente para que su Estado burgués6 le brin-
de la ayuda y promoción, y sobre todo cumpla sus deci-
siones políticas, económicas y financieras. Y la protección
a este sector de capitalistas burocráticos incumbe a gobier-
nos civiles y militares.

la condición previa indispensable para el surgimiento del capita-


lismo< Pero ‛lo que permite a la riqueza monetaria convertirse en
capital es, por una parte, su encuentro con trabajadores libres; en
segundo lugar, está su encuentro con los medios de subsistencia,
materias primas, etc., igualmente libres y disponibles para la venta,
que de otra forma serían propiedad de las masas actualmente des-
poseídas‛. Carlos Marx. Pero es la tercera —la acumulación pri-
maria del capital— a la que indudablemente, como sugiere el
término capitalismo, debe darse importancia estratégica. Claro que
la mera acumulación del capital mercantil no lleva al desarrollo del
capitalismo< lo m{s importante que todo fue que el estado, bajo el
control creciente de los intereses capitalistas, se hizo cada vez más
activo en la ayuda y promoción de los incipientes empresarios.
‚Todos ellos emplearon el poder del estado —la fuerza concentra-
da y organizada de la sociedad— para precipitar de manera vio-
lenta la transformación del modo feudal de producción al modo
capitalista, y acortar así el periodo de transición‛. Marx, El capital,
(ed. Kerr), Vol. I, pág. 823
6 En todos los países imperialistas y semifeudales, ‚es el capital el

que ordena y somete al aparato estatal. Es el estado del capital el


que no remedia los problemas de la economía, y menos los de las
capas distintas de los grandes capitalistas.‛ El capital hacia la crisis,
Perú 1965-78, DESCO, Centro de estudios y promoción del desarro-
llo. 1978

16
En el Perú (como los hay seguramente en otros países
atrasados) este grupo de monopolistas (en contubernio
con monopolistas extranjeros) se han organizado para ma-
nejar la economía peruana en función del capital extranje-
ro en torno a la Confiep, una fuerza gremial absolutamen-
te reconocida por el estado peruano. Esta fuerza gremial
empresarial está concentrada por sectores estratégicos: la
banca, los fondos de pensiones, la minería, el gas, el petró-
leo, la pesca, los servicios, la construcción y otros. Según
los mismos economistas burgueses están asociados a este
gremio 18 sectores empresariales. El gobierno de turno
sólo conversa y dialoga con esta fuerza gremial7, que re-
presenta el 10% de las industrias, a lo que yo denomino
capitalistas burocráticos. El resto, que ocupa más del 90%
de las empresas llamadas pymes y que pertenecen a los
empresarios nacionales estancados en la esfera comercial,
no cuentan. Y veamos una cuestión: son estas ínfimas em-
presas llamadas erróneamente pymes, los que dan mayor
trabajo a los peruanos desempleados, ocupando en la es-
tadística burguesa el 90% en comparación del 10% de las
empresas monopolistas.
Por ejemplo, en materia de protección, toda la protec-
ción y preferencia está para estos monopolistas burocráti-
cos y extranjeros. Un caso específico, según el economista
Castagnola, en el gobierno del presidente Alejandro Tole-
do (2001-2006) la SNI logró (en el Ejecutivo y el Legislati-
vo) cambiar el panorama del sector textil obteniendo la

7Algunos gremios tradicionales que tienen representatividad en la


Confiep: la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Amcham, la
Cámara de Comercio de Lima (CCL), Asociación de Bancos (As-
bac), Asociación de Exportadores (Adex). Y por supuesto está la
Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía (SNMPE).

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imposición de salvaguardias a las importaciones chinas.
‚Este gremio tuvo un impacto político importante y logró
defender sus intereses‛, dijo Castagnola.
Es así que sólo a estos monopolistas nacionales y ex-
tranjeros, el estado les da un trato privilegiado en materia
de impuestos: la tasa impositiva, o el nivel de impuestos
que éstos deben pagar, es una de las más bajas de América
Latina. Y es bastante patético que en momentos electorales
los candidatos favoritos prometan imponer, como lo hicie-
ron en los últimos comicios, ‚impuestos a las sobreganan-
cias mineras‛. Pero a la hora de la hora se hacen los des-
atendidos ante las grandes empresas monopolistas nacio-
nales y extranjeras, pues como sabemos, las empresas mi-
neras se adelantaron al articular una propuesta para otor-
gar un aporte voluntario, el llamado ‚óbolo voluntario‛,
pero con la condición de no pagar ningún impuesto de so-
breganancias, pues de lo contrario las empresas mineras
dejarían de lado el aporte voluntario. Así han logrando
que el gobierno retroceda de imponer un impuesto a las
sobreganancias. En concreto, el candidato favorito a pasa-
do a pedirle ese ‚óbolo minero‛ a estas empresas mineras
en ves de cumplir su promesa electoral. Esto es patético.
Pero es una típica actuación de un monopolista que está
acostumbrado a imponer lo que se decide.
Es así que el grueso de la actividad económica del
país, y lo más primordial, está en las manos de estos capi-
talistas burocráticos. Según la estadística, los ingresos
anuales de estos capitalistas burocráticos superan el pro-
medio de los US$ 500 millones.
Por supuesto que estos capitalistas burocráticos no
sólo operan en el territorio nacional. Algunos de ellos, co-
mo el grupo Romero, los Rodriguez Rodriguez, los Aña-

18
ños y Rodriguez Pastor operan fuera del país, con el mis-
mo efecto de frenar el desarrollo del país nativo. Recor-
demos que el capitalismo no es un fenómeno nacional, si-
no internacional. Del mismo modo, el capitalismo burocrá-
tico, como su padre que lo engendró, o sea el capitalismo
monopolista, se mueve en diferentes direcciones, obede-
ciendo a sus impulsos y capacidad de capital para invertir
y acumular; en otros casos en alianzas estratégicas con
otros capitalistas burocráticos de otros países se lanzan a
esquilmar a los territorios semifeudales. Por ejemplo, en el
Perú, el capitalismo burocrático chileno está invirtiendo
sus capitales en el territorio peruano, y lo hace con anuen-
cia del Estado peruano y los capitalistas burocráticos pe-
ruanos8. En cualquier caso, y al igual que su padre, el capi-
tal burocrático tampoco discrimina a las personas y nacio-
nalidades. El problema es que el capitalismo burocrático,
sea peruano o chileno, no permite el desarrollo de la eco-
nomía nacional. Y por supuesto, el capital burocrático se
mueve al lado y bajo el control del capital imperialista. En
el Perú tenemos a Telefónica, Telmex, Ambev, SABMiller,
Yanacocha, Antamina, Repsol YPF, Endesa, Saga Falabella
y Ripley. Estos últimos, capitales chilenos.
Hay una verdad sencilla en La república, que apare-
ció en su suplemento dominical el 2007, donde se señala
las actividades de los capitalistas burocráticos (los autores
del periódico no lo llaman capitalismo burocratico; senci-

8 Brescia, Dionisio Romero —cabeza visible del grupo Romero y


del Holding Credicorp—, Alberto Benavides, Jorge y Víctor Rodrí-
guez Rodríguez, Erasmo Wong, Eduardo y Mirtha Añaños y Car-
los Rodríguez Pastor Persivale, forman la élite de grandes inver-
sionistas nacionales que desde su lugar mueven los hilos de la ac-
tividad económica peruana.

19
llamente grupos de poder económico en el Perú), que bien
puede aclararnos de la actuación y el poder de estos capi-
talistas burocráticos:
‚No hay paso que demos los peruanos sin que pon-
gamos un sol en sus bolsillos. Así, crecimos alimentados
con leche Gloria (Rodríguez Rodríguez), la endulzamos
con azúcar fabricada en Paramonga (Wong). Las galletas
que consumimos, el aceite con el que se prepara la comida
y el alimento de las mascotas los fabrica Alicorp (Grupo
Romero). Nuestro aseo personal lo ponemos en manos del
jabón, champú, pasta dental y detergente que produce
Procter & Gamble (Ace, Colgate, Pantene, etc.). Luego de
practicar deportes tomamos Sporade (Añaños). Aplaca-
mos nuestra sed con Inca Kola (Coca Cola) o Kola Real
(Añaños). Una cerveza (SABMiller o Ambev) acompaña
nuestra alegría o ‚mata una pena.‛ El Seguro Obligatorio
de Accidentes de Tránsito (Soat) lo adquirimos de Rímac
(Brescia) o Pacifico Peruano Suiza (Credicorp). El auto o el
ómnibus que nos lleva a trabajar, a pasear o al cine (Cine-
Planet del grupo Interbank) se abastece en uno de los gri-
fos Primax (Romero) o de la española Repsol YPF, empre-
sa que también provee de gas a más del 30% de los hoga-
res del país. Las compras para la casa las hacemos en su-
permercados (Wong, Interbank, Plaza Vea) o mercados
(Minka, grupo Romero). Si no somos nosotros, por lo me-
nos un allegado nuestro se viste en Saga o Ripley, que tie-
nen locales en el centro financiero de San Isidro, en donde
la mayor parte de los edificios pertenece a Brescia que fa-
brica pinturas (CPP, American Colors). Nos depositan el
sueldo en bancos (Interbank, BCP y BBVA), que también
administran tarjetas de crédito y en donde ahorramos. Mi-

20
les de trabajadores tienen sus fondos de jubilación en las
AFP Prima (Credicorp) u Horizonte (Brescia)‛.
De esta manera es imprensendible estudiar el capita-
lismo burocrático. Y estudiarlo en sus tres líneas que gene-
ra en su proceso, a saber: una línea burocrática en la indus-
tria, una línea burocrática en el agro y una línea burocráti-
ca en lo ideológico. Las dos primeras serán de nuestro in-
terés en este estudio, con lo cual ya podemos vislumbrar
con claridad absoluta la situación de nuestra economía na-
cional.

21
22
1. Acerca del capitalismo clásico y del
capitalismo burocrático

La comparacion entre un hombre normal y un hom-


bre anormal (por ejemplo, un mongolito y retrazado cor-
poral), equivale a la comparación de un capitalismo nor-
mal y un capitalismo anormal (capitalismo burocrático).
Partiendo de esta aclaración el concepto de capitalismo
burocrático debe ser entendido como capitalismo anormal,
lo que en términos sociológicos quiere decir capitalismo al
servicio de una potencia imperialista. En este sentido, para
entender el capitalismo burocrático en el Perú y en todos
los países atrasados hay que entender primero lo que es el
capitalismo normal. Entender el capitalismo sano y normal
que se desarrollaron en los países que hoy conocemos como
países imperialistas, como Inglaterra, Estados Unidos, Fran-
cia, Alemania, Japón, etc. Esto nos facilitará la compren-
sión total del tema.
La historia nos enseña que Inglaterra es el único país
de desarrollo continuo del capitalismo, es decir, desde su
nacimiento hasta su vejez. Esto es, desde los primeros em-
briones del capitalismo hasta el capitalismo monopolista o
imperialismo9. En los demás países el desarrollo capitalis-
ta, desde su embrión hasta el capitalismo monopolista, ha
sido interrumpido durante largos periodos, como produc-
to de la restauración del feudalismo10. Lo que en sí es algo
9 Desde los primeros talleres capitalistas (la cooperación simple),
pasando por la manufactura y culminando en la industria maqui-
nizada.
10 Al respecto véase el primer capitalismo de los siglos XV y XVI,

en el libro Breve historia de la economía, ed. El alba, Lima, 1986, de


Jurgen Kuczynski.

23
normal en la historia. Pero lo que a continuación queremos
referirnos de manera sintética es un desarrollo clásico de
capitalismo, desde las primeras formas capitalistas hasta el
capitalismo industrial propiamente dicho. ‚El desarrollo
del primer capitalismo comenzó en Inglaterra más tarde
que en la mayor parte de los países del continente euro-
peo. Y con esto no sólo pensamos en las ciudades, sino
también en el campo‛1.
La teoría marxista ha clarificado que en el curso
histórico del desarrollo del capitalismo son importantes
dos momentos:
1) la transformación de la economía natural de los pro-
ductores directos en economía mercantil simple y
2) la transformación de la economía mercantil simple en
economía mercantil capitalista.
En un orden normal sería:

—economía natural
—economía mercantil simple
—economía mercantil capitalista

‚La primera transformación se realiza a consecuencia


de la que aparece la división social del trabajo, la especia-
lización de productores particulares, aislados (NB: esta es
la condición indispensable para la economía mercantil),
ocupados en una sola rama de la industria. La segunda
transformación se realiza en virtud de que los productores
particulares, produciendo cada uno aisladamente mer-
cancías para el mercado, entran en competencia: cada uno
tiende a vender más caro y comprar más barato, y el re-
1Jurgen Kuczynski, Breve historia de la economía, ed. El alba, Lima,
1986, pág. 139

24
sultado inevitable es el fortalecimiento del fuerte y la caída
del débil, el enriquecimiento de la minoría y la ruina de la
masa, que conduce a la conversión de productores inde-
pendientes en obreros asalariados y de muchos pequeños
establecimientos en pocas empresas grandes‛2.
Ahora bien, con la economía mercantil capitalista,
que corresponde al segundo momento, arranca el naci-
miento del capitalismo, pasando por tres fases evolutivas:
la cooperación simple, la manufactura y la gran industria
maquinizada.
La cooperación simple es el punto de partida de esta fa-
se capitalista. Como ya dijimos, le antecede la producción
mercantil simple de los campesinos y artesanos, basado en
la propiedad privada de estos mismos campesinos y arte-
sanos y en su trabajo personal. ¿Pero cómo y cuando em-
pezó a surgir esta primera fase del capitalismo? En el pe-
riodo de la Baja Edad Media o de la desintegración del
feudalismo. ‚Fue surgiendo en la forma de talleres, basa-
dos, primeramente, en la amplia utilización del trabajo
asalariado de los operarios, mucho más productivo que el
anterior. Esta utilización se llevaba a cabo, en mayor o en
menor escala, en la forma de cooperación capitalista sim-
ple.‛
En el Perú, y en todas las ciudades del país, podemos
ver gran cantidad de este embrión del capitalismo, que
aparece y desaparece continuamente. Por ejemplo, un ar-
tesano de calzados o un carpintero, que tiene de uno a cin-
co trabajadores contratados, siendo el mismo trabajador,

2V. I. Lenin, Acerca de la cuestión de los mercados, ed. Progreso,


Moscú, 1975, pág. 18, 19

25
que cumplen sus labores sin una división del trabajo des-
arrollado11, pertenecen a esta fase de capitalismo.
La manufactura capitalista es la segunda fase capitalis-
ta, y esta surge basándose en la cooperación simple; es
decir, con el desarrollo de la cooperación simple aparecen
las manufacturas. Estas manufacturas son grandes talleres
basados ya no sólo en la unión, sino en la división del tra-
bajo de los obreros allí ocupados12.
En el Perú nos encontramos con un arsenal de este ti-
po de industrias. Por ejemplo, el complejo Gamarra, para
ver el caso, está en esta fase de capitalismo. Hay una mar-
cada división del trabajo. La producción de mercancías es
más compleja porque en la producción de una sola mer-
cancía participan innumerables personas. Para realizar un
zapato: cada obrero está especializado en determinado ofi-
cio. Tenemos a un aparador, un cortador, un armador, un
diseñador, un lustrador, etc.

11 Si se trata de una fábrica de calzados, cada obrero suele realizar


un zapato desde el inicio hasta el fin. O normalmente que la divi-
sion del trabajo distribuya un cortador de cuero, un aparador y los
armadores de calzados, y finalmente un retocador. Vemos pues
una división del trabajo poco desarrollada, por la falta misma de
capital.
12 Un ejemplo de manufactura en el país lo tenemos en cantidad.

Por ejemplo, en la rama de calzados, o en la rama de textiles. En


cualquiera de los dos, hay una división de trabajo más desarrolla-
do, porque hay más capital para invertir. Por lo mismo hay ma-
quinarias y obreros más calificados, que en el taller cumplen fun-
ciones específicas. Si se trata de un carruaje, uno hara su sillín, otro
su rueda, otro su estructura y otro su fachada. Aquí también, el ca-
pitalista aún suele trabajar directamente, aunque ya no como obre-
ro, sino en las funciones de contabilidad, de dirección.

26
Pero esto es apenas la prehistoria del capitalismo. No
es todavía el capitalismo propiamente dicho. Muy justa-
mente Stalin señala que la manufactura es un fenómeno
feudal, y dice: ‚...la aparición de las primeras manufactu-
ras junto a los talleres de los artesanos: tales son los rasgos
característicos del estado de las fuerzas productivas en el
sistema feudal.‛ Y también Marx anota que ‚el verdadero
periodo manufacturero no aporta, en realidad, ninguna
transformación radical‛.3
Además refiriéndose al mismo periodo de la prehis-
toria del capitalismo (o sea a las fases de la cooperación
simple y la manufactura), Carlos Marx puntualiza que ‚el
capital rápidamente se crea un mercado interno, destru-
yendo todas las artesanías rurales a través de la fabrica-
ción de hilados, tejidos, manufactura de vestidos, etc., para
todos, es decir, transformando en mercancías con valor de
cambio lo que hasta entonces se producía como un valor
de uso directo. Este es un proceso que surge espontánea-
mente de la separación del obrero (aunque fuera siervo) de
la tierra y de la propiedad de sus propios medios de pro-
ducción‛. En esta etapa o fase el mercado capitalista est{
en plena formación, y es aún sumamente estrecho. No es
todavía el capitalismo propiamente dicho.
Pero hay una verdad: que el volumen del mercado es
el grado de desarrollo capitalista. Partiendo de esta ver-
dad, podemos decir con todo derecho, que sin el capitalis-
mo industrial (tercera fase del capitalismo), el mercado ca-
pitalista es aún relativamente estrecho, y no abarca aún a
todas las regiones del país. Una verdadera expansión del
mercado capitalista, que abarca a todas las regiones del

3 Carlos Marx, El capital, Tomo III, pág. 599

27
país y sobrepasa las fronteras generando el mercado exte-
rior, sólo se da cuando la manufactura da pase a la gran
industria maquinizada.
Es así que el capitalismo propiamente dicho es cuan-
do alcanza la gran industria maquinizada. Carlos Marx seña-
la que el carácter fundamental y más esencial de esta fase
es el empleo de un sistema de máquinas para la produc-
ción. El paso de la manufactura a la fábrica representa una
plena revolución técnica, que derroca el arte manual del
maestro, acumulado durante siglos, y a esta revolución
técnica sigue inevitablemente el cambio radical de las rela-
ciones sociales de producción, la escisión definitiva de los
diferentes grupos de personas que participan en la pro-
ducción, la ruptura completa con las tradiciones, la agudi-
zación y ampliación de todos los aspectos sombríos del
capitalismo, y, al mismo tiempo, la socialización en masa
del trabajo por el capitalismo. ‚La gran industria maquini-
zada es, pues, la última palabra del capitalismo, la última
palabra de sus aspectos positivos y negativos.‛ 4
Lenin, en su libro El desarrollo del capitalismo en Rusia,
es bastante explícito al decir:
‚De aquí se desprende con claridad que precisamente
el paso de la manufactura a la fábrica tiene una importan-
cia particularmente grande en el desarrollo del capitalis-
mo. Quien confunde estas dos fases no puede comprender
el papel transformador y progresivo del capitalismo.‛
En estas condiciones de la gran industria maquiniza-
da, la industria deja de ser fenómeno de las ciudades ‚al
elevar a la agricultura a un nuevo nivel‛ de capitalismo

4 Carlos Marx, El capital, Fondo de cultura económica, México,


1975, Tomo I, cap.13

28
agrícola. Esto únicamente es resultado de la revolución in-
dustrial en el capitalismo.
En el Perú jamás hemos tenido este desarrollo ascen-
dente del capitalismo (urbano y posteriormente rural).
Porque este desarrollo no se realiza por sí solo. Responde
al impulso que recibe de una clase social revolucionaria,
en este caso de la burguesía13. Esta burguesía toma el po-
der y utiliza al Estado para desarrollarse a costa de todo,
imponiendo leyes draconianas a su favor y políticas impo-
sitivas, o abriendo y buscando fronteras para expandir el
libre mercado, y otras veces construyendo canales, carrete-
ras, e inversiones públicas en beneficio del desarrollo in-
dustrial, etc., y por supuesto, protegiendo sus fronteras
como se tratase de su propia virginidad. Pero para que to-
do marche fluidamente, vale recalcar, no tiene que haber
intromisión política y económica de otros países más fuer-
tes y más desarrollados que también buscan su desarrollo
capitalista, como ha ocurrido cuando se formaban los hoy
países imperialistas. En caso de América del Sur ha habido
intromisión capitalista, cuando éstos ya se habían consti-
tuido como potencias y empezaban a someter a los países
en formación para sus dominios políticos y económicos, y
nosotros recién empezábamos a forma nuestra nacionali-
dad.
Ahora bien, viendo como totalidad a un país capita-
lista, Carlos Marx divide toda la producción social y, en
consecuencia, todo el producto social, en dos sectores: ‚I)
producción de medios de producción, es decir, de elemen-
tos de capital productivo-mercancías que sólo pueden des-

13En el Perú jamás hemos tenido una clase burguesa nacional. José
Carlos Mariátegui es bastante enfático en este punto. Ver su libro
Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.

29
tinarse al consumo productivo, y II) producción de medios
de consumo, es decir, de mercancías destinadas al consu-
mo personal de la clase de los obreros y la clase de los ca-
pitalistas‛5. El desarrollo de la industrialización en un país
capitalista responde a la recíproca necesidad de interrela-
ción entre la industria pesada y la industria ligera.
La industria pesada como sector I y la industria ligera
como sector II son sectores de producción de mercancías
de un capitalismo propiamente dicho, y son las bases fun-
damentales donde se erige la estructura económica y so-
cial de la moderna sociedad capitalista. El sector I es lo
b{sico y principal, pues la producción de ‚medios de pro-
ducción‛ para medios de producción es fundamental y
decisivo para el desarrollo de la industrialización dentro
del capitalismo; en cambio el sector II juega un papel se-
cundario, lo cual no significa que sea menos importante
que el sector I. Pero aunque la industrialización y produc-
tividad del sector II depende primordialmente de la
afluencia de mercancías o medios de producción que pro-
duce el sector I, este sector I se sostiene y se desarrolla
rápidamente a la vez gracias a la afluencia de mercancías
de medios de consumo (incluido mano de obra disponible)
que produce el sector II de producción, siendo a la vez
mercado seguro. Paul Baran dice: ‚La industria pesada y
la industria ligera están ligados tan estrechamente como
dos hermanos siameses. El crecimiento de la industria es el
que abastece a la agricultura de la técnica necesaria para
su desarrollo y de los bienes de consumo manufacturados
que requiere la población rural, mientras la expansión
agrícola proporciona los alimentos que consume la cre-
5V. I. Lenin, Acerca de la cuestión de los mercados, ed. Progreso,
Moscú, 1975, pág. 19

30
ciente mano de obra ocupada en la industria y muchas
materias primas para la ascendente producción indus-
trial‛6. Antes de lanzarnos una pregunta especifica, supon-
gamos puntualmente que la industria pesada se desarrolla
en la ciudad y la industria ligera en el campo. Veámoslo
así sólo para una mejor y fácil comprensión. Ahora sí,
vamos con la pregunta: ¿qué implica la interrelación mu-
tua y necesaria de ambos sectores de producción capitalis-
ta? La respuesta es sencilla y objetiva: implica, en primera
línea, el desarrollo interno del mercado capitalista. (Y pos-
teriormente el desarrollo externo del mercado capitalista.)
Este desarrollo interno del mercado capitalista hace que
surga una relación y reciprocidad económica entre la ciu-
dad (sede de la industria pesada) y el campo (sede de la
industria ligera), provocando como necesidad urgente la
de abrir una multitud de vías de comunicación —por aire
y por tierra— entre la ciudad y el campo,7 desapareciendo

6 Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cultu-


ra económica, México, 1969, pág. 308.
7 Vemos aquí que la apertura de las vías de comunicación por aire

y por tierra en un determinado país capitalista, no ocurre por deci-


sión de los gobernantes como suele pasar en países semifeudales
como el Perú, sino por necesidad del desarrollo de la industria pe-
sada y la industria ligera. Al final de cuentas son estas industrias
quienes ordenan a los hombres o gobernantes a que realicen el
desarrollo de las vías de comunicación a favor de la industria. Es
que la industria, en un país capitalista, es como un ser vivo; pues al
tener nacimiento, llega en momento determinado, a cobrar inde-
pendencia y vida propia, y acaba cobrando vida propia, haciendo
de los hombres que la dirigen simples servidores. Y si estos hom-
bres que la dirigen son reacios a la ordenanza de estas industrias,
éstas simplemente se desmantelan, y el capital decide cambiarse a
otros sitios donde pueda subordinar a los hombres.

31
así el atraso del campo respecto a la ciudad.8 Es indudable
que todo este proceso del mercado interno —generado por
la interrelación del sector I y sector II de producción— tie-
ne que llegar a un tope y rebozar el marco nacional. Y
ciertamente ocurre así: empieza a rebozar el marco de los
estados nacionales, con lo que genera el pase para el desa-
rrollo del mercado externo. Vemos, pues, que el mercado
externo es consecuencia del mercado interno, 9 y no a la in-
versa como suponen espíritus superficiales y decadentes.
Pero todo este proceso, que es económico, social y
político (capitalista) implica de antemano el barrimiento
cabal y definitivo de los últimos rezagos feudales —
objetivos y subjetivos— por la revolución burguesa. (En el
Perú y en todos los países atrasados) jamás ha habido una
revolución burguesa, debido a la ausencia de una clase
burguesa sólida.) De aquí se dice que el capitalismo pro-
piamente dicho sea la negación absoluta del precapitalis-
mo o feudalismo. Finalmente, este capitalismo solamente
puede consolidarse en un ambiente libre de rezagos feuda-
les y libres de intromisión capitalista.
Los rasgos generales y a la vez particulares que seña-
lamos ¿no son acaso hechos objetivos y subjetivos propios
de una nación capitalista? Sin duda alguna, lo son. ¿Pero
qué resulta el Perú y otros países si hacemos una compa-
ración de semejanza con dichos rasgos capitalistas? En el
Perú no hay una industria pesada, (lo cual es el rector de

8 Pero bajo el capitalismo no se puede resolver definitivamente la


contradicción entre la ciudad y el campo. Esta contradicción, una
vez llegada a su etapa monopolista, vuelve a manifestarse, ade-
lantándose la ciudad con respecto al campo.
9 Por decirlo en otros términos, el mercado interno desborda el va-

so y se vierte hacia el exterior, convirtiéndose en mercado externo.

32
desarrollo económico de un país capitalista), ni una indus-
tria ligera, lo cual es síntoma de la ausencia de una bur-
guesía nacional independiente enquistado en el poder que
desarrolle estos sectores de producción. Pero aquí es nece-
sario hacerse una pregunta puntual: ¿pero acaso no existen
grandes empresas monopolistas peruanos, como por
ejemplo, las compañías mineras y otras industrias, que son
industrias pesadas y hasta industrias ligeras? Por supuesto
que existen grandes industrias monopolistas peruanos,
como en la minería, en el agro, en la metal mecánica, en los
servicios, en los seguros de pensiones, y en la pesca, etc.; y
ahí tenemos a sus dueños: Brescia, Dionisio Romero, Al-
berto Benavides, Jorge y Víctor Rodríguez Rodríguez,
Erasmo Wong, Eduardo y Mirtha Añaños y Carlos Rodrí-
guez Pastor Persivale. Pero estos empresarios monopolis-
tas de ninguna manera desarrollan industrias pesadas e
industrias ligeras nacionales. ¡No! Por ejemplo, la compañ-
ía Buenaventura, de los Benavides, es catalogado como
una industria pesada, pero esta industria no sirve al desa-
rrollo económico del Perú, sino sirve al desarrollo econó-
mico de Estados Unidos u otra potencia imperialista, pues
los minerales que extrae del territorio peruano se van a
otro país para que ahí se fabriquen motores de retropopul-
sión, aviones, etc., dinamizando de esa manera su econom-
ía. Ahora bien, estas industrias monopolistas peruanas
tienen su nombre y apellido propio por ser sirviente de un
amo o varios: capitalismo burocrático; y éstas son impues-
tas por el imperialismo en un país semifeudal y semicolo-
nial.10

10Estancado entre el feudalismo caduco y el capitalismo agonizan-


te. Para su mejor comprensión léase el ensayo La problemática nacio-
nal de Mariátegui.

33
Es, pues, sobre esta base semifeudal y semicolonial
donde se levanta un capitalismo monopolista, que es bu-
rocrático porque está atado a la feudalidad subsistente y
sometido al dominio imperialista. Pero antes de ver este
punto, veamos por qué el Perú deviene en semifeudal y
semicolonial.

34
2. Marco histórico-social peruano antes de la
aparición del capitalismo

La conquista del caduco feudalismo español sobre el


naciente imperio inkaico fue tremendo y fulminante14. La
vieja sociedad inkaica, al igual que las restantes naciones
del Perú antiguo, se basaba en el ayllu. Era un orden de
comunidades agrarias, en donde recién se empezaba a
desarrollar una forma esclavista, el imperio inkaico, erigi-
da a través de guerras de dominación.
Posteriormente, siglo XVI, los españoles trajeron un
sistema feudal caduco y lo impusieron a través de las ar-
mas contra la resistencia de los nativos, con el cual el Perú
devino en feudal y colonial. Nadie puede poner en tela de
juicio este proceso histórico. El primero económico y el se-
gundo político.
Más adelante, con la emancipación, se rompe con el
dominio político español15, pero no así con el sistema

14 En el antiguo territorio que hoy denominamos peruano, florecie-


ron multitud de nacionalidades independientes; por supuesto, con
algunos lazos comerciales: Tallanes, Chavines, Cajamarcas, Mochicas,
Moches, Tiahuanacos, Aymaras, Inkas, Kollas, Paracas, Chimus, Limas,
Chinchas, Huancas, Chankas, y otros más; pero de éstas culturas, sólo
tres se erigieron en la historia como potencias imperiales dominan-
tes de envergadura nacional. Primero, el imperio Chavin; segundo,
el imperio Wari o Chanka; y tercero el imperio Inka. El imperio
Chavín sojuzgó a otros pueblos casi durante mil años aproxima-
damente; el Imperio Chanka durante 600 u 800 años aproximada-
mente; el imperio Inka tan sólo durante 93 años (véase al respecto a
Klauer, Alfonso, El cóndor herido de muerte y otros textos de la mis-
ma serie).
15 Sólo para caer bajo el mando de otra potencia en crecimiento y

expansión: el capitalismo inglés. Con esta intromisión nuestro país

35
económico feudal. Pues la España atrasada nos dejó como
herencia y totalmente atornillado en el suelo peruano al te-
rrible y caduco feudalismo. De esta liquidación, de la
herencia feudal, debían encargarse los artífices de la revo-
lución de la independencia: la clase burguesa. Sin embargo
no aconteció así porque esta clase no existía como tal.
Apenas era una burguesía incipiente y débil, como un ni-
ño a gatas sin posibilidades de asumir su rol histórico.
José Carlos Mariátegui, el primer intelectual16 en cier-
nes, nos sintetiza sobre el proceso histórico de la burguesía
peruana en su ensayo Siete ensayos de interpretación de la
realidad peruana de la siguiente manera:
‚La revolución encontró al Perú retrazado en la for-
mación de su burguesía. Los elementos de una economía
capitalista eran en nuestro país más embrionarios que en
otros países de América donde la revolución contó con
una burguesía menos larvada, menos incipiente< La re-
volución [de la independencia] había triunfado por la
obligada solidaridad continental de los pueblos que se re-

devino en semicolonia. En la forma política se vislumbra una liber-


tad y decisión del estado peruano, cuando en la esencia estamos
sometidos políticamente mediante hilos invisibles a la decisión del
capitalismo.
16 Nos referimos con el adjetivo intelectual a José Carlos Mariátegui

para precisar que él es una persona que se ha dedicado al estudio


de la totalidad histórica. En este sentido Mariátegui es un intelec-
tual. Para una mejor comprensión léase lo que dice Paul Baran so-
bre el verdadero intelectual: ‚Lo que señala al intelectual y lo dis-
tingue de los trabajadores del intelecto, así como de todos los de-
más, es que su preocupación por el proceso histórico total no es de
un interés tangencial, sino toma cuerpo en su pensamiento e influ-
ye notablemente en su trabajo‛. Paul Baran, El compromiso del inte-
lectual, ed. Siglo XXI, España, 1976, pág. 21.

36
belaban contra el dominio de España y porque las circuns-
tancias políticas y económicas del mundo trabajaban a su
favor< La revolución americana, en vez del enfrentamien-
to entre la nobleza terrateniente y la burguesía comercian-
te, produjo en muchos casos su colaboración, ya por la
impregnación de ideas liberales que acusaba la aristocra-
cia, ya porque ésta en muchos casos no veía en esa revolu-
ción sino un movimiento de emancipación de la corona de
España... La población campesina< no tenía en la revolu-
ción una presencia directa, activa. El programa revolucio-
nario no representaba sus reivindicaciones< Mas este
programa se inspiraba en el ideario liberal< *pues] debía
haber dado fin al dominio feudal de la tierra convirtiendo
a los indígenas (campesinos) en pequeños propieta-
rios<La revolución había realmente elevado al poder a
una nueva clase. La burguesía profesional y comerciante
era muy débil para gobernar. La abolición de la servidum-
bre no pasaba, por esto, de ser una declaración teórica.
Porque la revolución no había tocado el latifundio‛.
Es así que bajo la república siguió imperando el lati-
fundio y la servidumbre, guiados por periodos de caudi-
llaje militar después de la revolución de la independencia.
Dice Mariátegui:
‚Un orden nuevo jurídico y económico no puede ser,
en todo caso, la obra de un caudillo17 sino de una clase18.

17O sea de caudillos como Hugo Chávez, Evo Morales< etc.


18Cuando se dice clase sólo se refiere a dos clases: la burguesía y el
proletariado. La burguesía ya es caduco históricamente. El proleta-
riado es la única clase, y la última de la historia, con una función
histórica específica. Y no hay que pensar como Marcuse, quien de-
cía que la clase dirigente actual ya no es el proletariado sino la cla-
se media. Otra idea falaz y descabellada.

37
Cuando la clase existe, el caudillo funciona como su intér-
prete y su fiduciario. No es ya su arbitrio personal, sino un
conjunto de intereses y necesidades colectivas lo que dis-
ide su política‛11.
Y repitiendo una vez más, jamás tuvimos una autén-
tica clase burguesa. Esto es hasta la actualidad.
En el supuesto caso de haberlo tenido, la revolución
habría sido dirigido por esa consciente y fortalecida clase
burguesa, y ésta hubiera liquidado conforme a su ideario
liberal el latifundio y la servidumbre, convertido a los
campesinos en pequeños propietarios y organizando la
producción capitalista en las ciudades y en el campo. So-
lamente así la existencia y desarrollo del capitalismo inde-
pendiente peruano (esto en el supuesto caso, y sin ninguna
intromisión capitalista del exterior como lo hubo desde el
primer momento de la independencia) estaría garantizada.
Pero como sabemos, el curso que siguió nuestra historia
fue otra.
Este curso de nuestra historia estuvo marcado por la
carencia de una burguesía sólida para dirigir la indepen-
dencia peruana. A esto se añade, que la revolución perua-
na y americana obedecía (y estuvo manipulado) a las ne-
cesidades y desarrollo del capitalismo occidental de Ingla-
terra, principalmente (Para ampliar el estudio en este pun-
to a mayor profundidad véase el libro de Herbert Morote,
Bolivar, libertador y enemigo N° 1 del Perú.).
Obviamente, el desarrollo capitalista occidental no
podía tener límites ni escatimar esfuerzos. ‚En Inglaterra,
sede del liberalismo y el protestantismo, la industria y la
máquina preparaban el porvenir del capitalismo, esto es,
11José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, ed. Casa de las Américas, La Habana, 1973, pág. 71

38
del fenómeno material del cual aquellos dos fenómenos,
político el uno, religioso el otro, aparecen en lo histórico
como la levadura espiritual y filosófica. Por eso le tocó a
Inglaterra jugar un papel primario en la independencia de
Sudamérica‛12.
Y lógicamente el curso que nos tocó seguir después
de la independencia fue enfeudarnos y someternos a In-
glaterra.
‚Apenas estas naciones fueron independientes<,
buscaron en el tráfico con el capital y la industria de Occi-
dente los elementos y las relaciones que el incremento de
su economía requería. Al Occidente capitalista empezaron
a enviar los productos de su suelo y de su subsuelo. Y del
Occidente empezaron a recibir tejidos, máquinas y mil
productos industriales. Se estableció así un contacto conti-
nuo y creciente entre la América del Sur y la civilización
Occidental‛13.
Argentina y Brasil fueron los más favorecidos por la
cercanía a Inglaterra, pero igual, todos caímos en las ga-
rras colonizadoras de este capitalismo.
¿Qué importancia tiene el dominio inglés en nuestro
país?
‚Introduce al país modalidades m{s altas de desarro-
llo, modalidades capitalistas, fundamentalmente a través
de su comercio y los ata al comercio mundial del guano.
Esto implica que se comience a acelerar la destrucción de
la feudalidad. El hecho de que Inglaterra traiga mercancías
e introduzca métodos capitalistas acelera, acicatea, la des-
trucción de la feudalidad. Por otro lado, Inglaterra co-
mienza a controlar e introducir un proceso de colonización
12 Ibídem, pág. 7
13 Ibídem, pág. 8

39
en el país. Así, la dominación inglesa implicó el comienzo
de un cambio: el pase hacia la conformación de una socie-
dad semifeudal y semicolonial en el país.
‛Posteriormente y sin discontinuidad EE. UU. logra
desplazar el dominio inglés (1920).
‛Este país del norte continúa y remata la evolución
semifeudal y semicolonial, debido a que ya no es un país
capitalista en ascenso como era Inglaterra, sino un país
imperialista en descenso, pues EE.UU. ha desarrollado un
sistema monopolista. En estas consideraciones de domi-
nio, nuestra sociedad sigue evolucionando su carácter se-
mifeudal, pero no destruye totalmente, sigue supervivien-
do como bajo el domino inglés (especialmente después de
la guerra con Chile), se da un mayor impulso a la destruc-
ción de la feudalidad bajo el desarrollo de una forma de
‘capitalismo’ ligado a los grandes monopolios y depen-
diente del imperialismo. [Esto es el capitalismo burocráti-
co que veremos más adelante]. Por otro lado es una poten-
cia en expansión colonialista en América Latina y hasta en
parte de Asia< Si bien tiene independencia política decla-
rada, vive bajo el dominio de una potencia imperialista en
lo económico, diplomático, cultural y militar, que hacen de
la independencia política una cuestión formal‛.14
Ahora bien, ¿en qué momento y cómo apareció en la
escena histórica el capitalismo burocrático? En otras pala-
bras más sencillas, ¿desde cuándo empezó a difundirse la
industria capitalista en el Perú? La cursiva señala un capita-
lismo especial, que luego se entenderá como tal.

14 Mariátegui, El problema nacional, Internet.

40
3. Aparición y profundización del capital bu-
rocrático en el Perú

Hacia mediados de 1895, aparece la industria en el


Perú, y junto con ello la clase obrera. Es justamente desde
este periodo que comienza a desenvolverse la sociedad pe-
ruana contemporánea, con la entrada en escena del capita-
lismo burocrático. La república de estos años es una re-
pública aristocrática, que se alarga hasta 1920, donde es
desplazada por la burguesía compradora. Este cambio es
resultado de la lucha interna en el seno de las esferas do-
minantes por el control del poder, lucha entre la clase te-
rrateniente y la burguesía compradora o mercantil19. Ob-
viamente el estado sigue manteniendo la alianza de estas
dos clases.
La verdadera evolución de la economía peruana, dice
Mariátegui, se abre con el descubrimiento de la riqueza
del guano y del salitre. ‚Al guano y al salitre< les tocó
jugar un rol< El industrialismo occidental —fenómeno en
pleno desarrollo— necesitaba abastecerse de estas mate-
rias primas< El guano y el salitre ocuparon un puesto
desmesurado en la economía peruana. Sus rendimientos
se convirtieron en la principal renta fiscal. El país se sintió
rico. El estado usó sin medida de su crédito. Vivió en el
derroche, hipotecando su porvenir a la finanza inglesa.
Las utilidades del guano y del salitre crearon en el Perú,
donde la propiedad había conservado hasta entonces su
carácter aristocrático y feudal, los primeros elementos
sólidos del capital comercial y bancario< Se formó en el

19Esta clase compradora está ligada al imperialismo norteamerica-


no.

41
Perú una burguesía, confundida y enlazada en su origen y
su estructura con la aristocracia, formada principalmente
por los sucesores de los comenderos y terratenientes de la
colonia pero obligada con su función a adoptar los princi-
pios fundamentales de la economía y la política liberales<
El gobierno de Castilla marcó la etapa de solidificación de
una clase capitalista. Las concesiones del Estado y los be-
neficios del guano y del salitre crearon un capitalismo y
una burguesía‛.
Esto significa, una solidificación de una clase capita-
lista y una burguesía sometida al dominio imperialista
desde su misma aparición, siendo por consiguiente una
burguesía más mercantil que manufacturera e industrial.
En el caso de ser manufacturera e industrial su desarrollo
es sumamente incipiente y mutilado porque las mercanc-
ías manufacturadas y productos industriales del capita-
lismo británico que invadían al Perú y toda América la
hacían así.
‚Al occidente capitalista empezaron a enviar los pro-
ductos de su suelo y de su subsuelo. Y del occidente capi-
talista empezaron a recibir tejidos, máquinas y mil produc-
tos industriales‛.
Obviamente esta importación de productos manufac-
turados e industriales del extranjero arruinó la producción
artesanal de los gremios artesanales que hubieran, y por
consiguiente asfixió el incipiente desarrollo capitalista na-
cional, sin ofrecer a los artesanos arruinados y desplaza-
dos ninguna alternativa de ocupación industrial, ya que el
país se imposibilitó de crear grandes industrias que suc-
cionaran abundante mano de obra. Porque,
‚<estando abastecido su limitada demanda de bie-
nes manufacturados en forma amplia y barata por el exte-

42
rior, no hubo posibilidad de hacer una inversión lucrativa
en una industria nativa que proveyera al mercado interno
disponible‛. 20
Esto es, con la penetración del capitalismo extranjero,
el incipiente desarrollo industrial fue ahogado y mutilado,
puesto que no hubo necesidad de hacer una inversión, ya
que la demanda de bienes manufacturados venía desde el
exterior15. Además, como dice Paul Baran, en ausencia de
una inversión, no hubo oportunidad para otras inversio-
nes. ‚La inversión atrae a la inversión —dice Paul Baran—
; una inversión da lugar a otra y la segunda hace posible
realizar una tercera. De hecho, este encadenamiento de las
inversiones y su sincronización, es la que provoca la reac-
ción en cadena que puede considerarse como sinónimo de
la evolución capitalista industrial. Pero al igual que la in-
versión tiende a convertirse en autogeneradora, la carencia
de ésta tiende a convertirse en autoestancadora‛.
Esto proceso ocurría en el ocaso del capitalismo de li-
bre concurrencia; y cuando este capitalismo de libre con-
currencia quedó como historia y se impuso el capitalismo

20 Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cul-


tura económica, México, 1969, pág.
15 ‚La derrota no sólo significó para la economía nacional la pérdi-

da de sus principales fuentes: el salitre y el guano. Significó la pa-


ralización de las fuerzas productivas nacientes, la depresión gene-
ral de la producción y del comercio, la depreciación de la moneda
nacional, la ruina del crédito exterior‛. ‚El poder volvió a caer,
como después de la independencia, en manos de los jefes militares,
espiritual y orgánicamente inadecuados para dirigir un trabajo de
reconstrucción económica. Pero, muy pronto, la capa capitalista
formada en los tiempos del guano y del salitre, comenzó a reasu-
mir su función y regresó a su puesto‛. José Carlos Mari{tegui, Sie-
te<, ed. cit., p{g. 14.

43
monopolista o imperialismo, el panorama de nuestro país
también cambia. Porque el dominio del imperialismo en
los países que hoy conocemos como suddesarrollados o en
vías de desarrollo implica el comienzo del surgimiento de
un tipo especial de industrias de corte monopolista ligado
a sus intereses. Este tipo especial de industrias monopolis-
tas es lo que denominamos como capitalismo burocrático,
y éstas fueron impulsadas y creadas por los imperialistas
en estrecha ligazón con los intereses de las clases domi-
nantes del país, los cuales pusieron —como dice Paul Ba-
ran— su experiencia y su ‚Konow–how‛ en la organiza-
ción de esta nueva actividad, denominado por nosotros
como capitalismo burocrático monopolista.
Este proceso histórico comienza a darse en el Perú
después de la guerra con Chile, con la política económica
de Piérola (1895), en momentos en que el capitalismo cul-
minaba su paso a su etapa imperialista.
‚El caudillo demócrata —señaló Carlos Mariátegui—
, que durante tanto tiempo agitara estruendosamente a las
masas contra la plutocracia, se esmera en hacer una admi-
nistración ‘civilista’< Las bases fundamentales de este
capítulo en que nuestra economía, convaleciente de la cri-
sis posbélica, se organiza lentamente<, pueden ser con-
cretadas esquemáticamente en los siguientes hechos:
‛1º La aparición de la industria moderna. El estable-
cimiento de fábricas, usinas, transportes, etc. que trans-
forman, sobre todo, la vida de la costa. La formación de un
proletariado industrial con creciente y natural tendencia a
adoptar un ideario clasista, que siega una de las antiguas
fuentes del proselitismo caudillista y cambia los términos
de la lucha política.

44
‛2º La función del capital financiero. El surgimiento
de bancos nacionales que financian diversas empresas in-
dustriales y comerciales, pero que se mueven dentro de un
ámbito estrecho, enfeudados a los intereses del capital ex-
tranjero y de la gran propiedad agraria; y el establecimien-
to de sucursales de bancos extranjeros que sirven los inter-
eses de la finanza norteamericana e inglesa.
‛3º El acortamiento de las distancias y el aumento del
tráfico entre el Perú y Estados Unidos y Europa. A conse-
cuencia de la apertura del Canal de Panamá, que mejora
notablemente nuestra posición geográfica, se acelera el
proceso de incorporación del Perú en la civilización occi-
dental.
‛4º La gradual superación del poder británico por el
poder norteamericano. El Canal de Panamá, más que a Eu-
ropa, parece haber aproximado el Perú a los Estados Uni-
dos. La participación del capital norteamericano en la ex-
plotación del cobre y del petróleo peruanos, que se con-
vierten en dos de nuestros mayores productos, proporcio-
na una ancha y durable base al creciente predominio yan-
qui. La exportación a Inglaterra que en 1898 constituía el
56.7% de la exportación total, en 1923 no llegaba sino al
33.2%. En el mismo período la exportación a los Estados
Unidos subía del 9.5 al 39.7%. Y este movimiento se acen-
tuaba más aún en la importación, pues mientras la de Es-
tados Unidos en dicho período de veinticinco años pasaba
del 10.0 al 38.9%, la de la Gran Bretaña bajaba del 44.7 al
19.6%.
‛5º El desenvolvimiento de una clase capitalista, de-
ntro de la cual cesa de prevalecer como antes la antigua
aristocracia. La propiedad agraria conserva su potencia;

45
pero declina la de los apellidos virreinales. Se constata el
robustecimiento de la burguesía.
‛6º La ilusión del caucho. En los años de su apogeo el
país cree haber encontrado El Dorado en la montaña, que
adquiere temporalmente un valor extraordinario en la
economía y, sobre todo, en la imaginación del país. Aflu-
yen a la montaña muchos individuos de ‘la fuerte raza de
los aventureros’. Con la baja del caucho, tramonta esta ilu-
sión bastante tropical en su origen y en sus características.
‛7º Las sobreutilidades del período europeo. El alza
de los productos peruanos causa un rápido crecimiento de
la fortuna privada nacional. Se opera un reforzamiento de
la hegemonía de la costa en la economía peruana.
‛8º La política de los empréstitos. El restablecimiento
del crédito peruano en el extranjero ha conducido nueva-
mente al Estado a recurrir a los préstamos para la ejecu-
ción de su programa de obras públicas. También en esta
función, Norteamérica ha reemplazado a la Gran Bretaña.
Pletórico de oro, el mercado de Nueva York es el que ofre-
ce las mejores condiciones. Los banqueros yanquis estu-
dian directamente las posibilidades de colocación de capi-
tal en préstamos a los Estados latinoamericanos. Y cuidan,
por supuesto, de que sean invertidos con beneficio para la
industria y el comercio norteamericanos.‛
Este proceso histórico da comienzo, en primer lugar a
la aparición y profundización de un tipo especial de in-
dustrias monopolistas sometido al imperialismo y sobre
una base semifeudal, generando el llamado capitalismo
burocrático que sirve a los intereses imperialistas y a los
intereses de los grandes burgueses y terratenientes nacio-
nales. En segundo lugar, este capitalismo monopolista fre-
na el desarrollo de la economía nacional de los empresa-

46
rios nativos que están ahí, apareciendo y desapareciendo
en una atmósfera de moldes tradicionales de pensamiento
y de trabajo, y por lo mismo sin ninguna dirección y pro-
tección del estado que está en el poder21
El pensamiento de Mariátegui plantea que a partir de
‚1895 el capitalismo burocr{tico va a atravesar tres mo-
mentos: 1) Desde 1895 hasta 1945. Eje: la década del 20. Es
el momento del desarrollo del capitalismo burocrático. 2)
Desde 1945 hasta 1980. Eje: la década 60, donde se da el
golpe fascista corporativo de Velasco. Es el momento de la
profundización del capitalismo burocrático. 3) Desde 1980
en adelante es la destrucción del capitalismo burocrático,
en la cual nos desenvolvemos hoy. El eje es la década del
90‛.22
Bien, el capitalismo burocrático se levanta sobre una
base semifeudal y bajo un dominio imperialista. Es un ca-
pitalismo tardío en términos históricos, pues surgió des-
pués del desarrollo capitalista en Europa, Japón y EE. UU.
‚¿Cómo se desarrolló el capitalismo en las viejas naciones
europeas? Supongamos Francia. A fines del siglo XVIII era
un país feudal, tenía de 20 a 22 millones de campesinos;
los obreros y trabajadores no sumaban sino 600 mil. (Ahí
se puede ver el paso feudal que tenía) Se basaba sobre la
servidumbre en sus diferentes formas. Sin embargo, en la
entraña feudal de Francia se generaron nuevas formas
productivas (fabriles, capitalistas) y una clase: la burgues-
ía. Esta fue cobrando cada vez más fuerza, más poder

21 Por ejemplo, en el Perú este sector lo conforman los empresarios


de Gamarra. Pero no sólo están ellos. A lo largo del país podemos
encontrar multitud de estos empresarios. En concreto, débiles y sin
desarrollar la industria pesada y ligera.
22 Mariátegui II, La problemática nacional, Internet.

47
económico, incluso influencia política. Preguntémonos:
¿Francia era un país sujeto a otro? ¿Era un país oprimido?
No. Francia era una monarquía absoluta que disputaba
con Inglaterra la hegemonía del mundo. No estaba opri-
mida por nadie. Sus condiciones socioeconómicas e histó-
ricas la habían hecho desarrollarse así. ¿En esa época había
imperialismo? No. El imperialismo es del siglo XX. Lo que
había es países en desarrollo capitalista (como Inglaterra,
por ejemplo). Y Francia iba desarrollando independien-
temente una sociedad capitalista. Igual camino siguieron
otros países. Y cuando llega el siglo XIX, Francia, Inglate-
rra, Bélgica, Holanda, etc., ya son países capitalistas inde-
pendientes, desarrollados.
‛¿Cuál era la situación de las naciones latinoamerica-
nas en el siglo XIX? Cuando comienza la emancipación de
América (1810), las naciones capitalistas como Francia e
Inglaterra ya eran poderosas; en cambio las latinoamerica-
nas recién empezaban a estructurar su nacionalidad, pro-
blema que aún no ha concluido. Más aún, estas naciones a
poco de emanciparse caen bajo el dominio de una poten-
cia: Inglaterra. Así su capitalismo se va a desarrollar bajo
dominio inglés, como capitalista dependiente. Hay, pues,
diferencia histórica, económica y política notoria frente al
proceso europeo‛.18
Este capitalismo dependiente es un capitalismo que
nace atado a la feudalidad y sometido al dominio imperia-
lista. Ya Mariátegui decía que el capitalismo nacional esta-
ba enfeudado a los intereses imperialistas y coludidos con
la feudalidad gamonalista y clericales. ‚El capitalismo —
apuntaba— se desarrolla en un pueblo semifeudal como el

18 Mariátegui II, La problemática nacional, Internet.

48
nuestro, en instantes en que, llegado a la etapa de los mo-
nopolios y del imperialismo, toda la ideología liberal, co-
rrespondiente a la etapa de la libre concurrencia, ha cesa-
do de ser válida. El imperialismo no consciente a ninguna
de estos pueblos semicoloniales, que explota como merca-
do de su capital y sus mercaderías y como depósito de ma-
terias primas, un programa de nacionalización e industria-
lismo‛.19 En estas condiciones el capitalismo burocrático es
un engendro de la feudalidad caduca y del imperialismo
agonizante.
‚Pues bien, dice el pensamiento de Mari{tegui, el ca-
pitalismo burocrático se desenvuelve ligado a los grandes
capitales monopolistas que controlan la economía del país,
capitales formados por los grandes capitales de los gran-
des terratenientes, de los burgueses compradores y de los
grandes banqueros< Este capitalismo, llegado a cierto
momento de evolución se combina con el poder del Estado
y usa los medios económicos del Estado, lo utiliza como
palanca económica y este proceso genera otra facción de la
gran burguesía, la burguesía burocrática*. De esta manera se

19 José Carlos Mariátegui, Ideología y Política, ed. Amauta, Perú,


1975
* Este cambio de facciones suele suceder en momentos críticos. Por

ejemplo, cuando el viejo orden está en crisis y hay una convulsión


social a punto de ser echado por el pueblo, entonces es cuando
conduce el estado la facción burocrática, con mascaretas de patrio-
tismo y nacionalismo. En concreto, es el salvador del capital mo-
nopolista privado.
¿Pero en qué momento aparece en la escena política peruana la
facción de la burguesía burocrática? Históricamente el capitalismo
burocrático toma el poder en el año de 1968, con el golpe de estado
de Velasco Alvarado. Pero sus antecedentes de remontan hacia 15
años atrás. Cuando el estado a través de la burguesia compradora

49
(incapaz de profundizar el capitalismo burocrático tanto en las
ciudades como en el campo por tener un carácter mercantil) em-
prende políticas en circunstancias en que el pueblo (siguiendo el
camino democrático) comienza a reivindicar sus derechos y movi-
lizarse haciendo temblar al estado, éste se ve en la necesidad de
apaciguar la explosión del pueblo fomentando ciertas industrias
estatales, pretendiendo con ello un falso nacionalismo que con una
propaganda eficiente tiene el efecto consolador y apaciguador de
frenar las iras populares. Y cuando el estado comprador incentiva
ciertas industrias estatales lo hace con el cuidado de no chocar con
los objetivos e intereses de la burguesia compradora que está en el
poder; por lo tanto la creación de este tipo de industrias estatales
no tiene un papel preponderante y desicivo por el estado represen-
tado por la burguesia compradora, que ve más si ganancia en la
fomentacion de la libre empresa. Entonces en ese proceso de 15
años se venía gestando algunas empresas estatales, con lo cual se
expresaba ya paulatinamente la gestación de la burguesia burocrá-
tica al amparo del estado. Lo que nos dice el intelectual Antonio
Diáz Martinez, en su libro Ayacucho, hambre y esperanza, es magis-
tral: «... Una facción de la Gran Burguesía –la Burguesía Burocráti-
ca-, que desde hacía quince años se venía gestando al amparo del
Estado, es aún débil como clase y no tiene un partido que la repre-
sente; es por eso que las fuerzas armadas toman ese rol y dan un
golpe para ejercer un control directo sobre el gobierno. ¿Qué es lo
que buscan? Reordenar un Estado corporativo y profundizar la
penetración del Capital burocrático, en su intento de impedir que
el Camino del pueblo se siga desarrollando. Este régimen de Ve-
lasco-Morales plantea metas para cambiar el proceso productivo
agrario e industrial evolucionando la feudalidad y acelerando la
penetración del capital burocrático; para ello se propone utilizar el
aparato estatal como motor impulsor de la economía [...]. Así Ve-
lasco representa la continuación y profundización del régimen de
Belaúnde del 63. En su plan 71-75 pone al Estado como eje de la
economía. Pero el año 1974 empieza la crisis que impide se cumpla
el Plan: por lo cual, Morales Bermúdez da un golpe interno para
hacer un reajuste general corporativo y poder persistir en la metas

50
va a dar un desenvolvimiento del capitalismo burocrático
que era ya monopolista y deviene a su vez en estatal‛. Es
importante diferenciar que el capitalismo burocrático está
conformado por el capitalismo monopolista no estatal y
por el capitalismo monopolista estatal.
Más aún, puntualiza:
‚Algunos sostienen que plantear el capitalismo bu-
rocrático en el país es desconocer su carácter semifeudal y
semicolonial. Dicen que encubiertamente se plantea que el
país es capitalista. Este es un error que desconoce las leyes
del desarrollo social de nuestro país y de los países atrasa-
dos, porque precisamente el capitalismo burocrático no es
sino el camino del imperialismo en un país semifeudal y
semicolonial. Sin condición semifeudal y semicolonial no
habría capitalismo burocrático. Así, plantear la existencia
del capitalismo burocrático es plantear como premisa que
el país es semifeudal y semicolonial‛.
Ahora bien, este capitalismo monopolista burocrático
genera en su proceso tres líneas burocráticas. Una línea
burocrática en la industria; una línea burocrático terrate-
niente en el agro, y una línea burocrática en lo ideológico.
En el primero, el capitalismo burocrático auctúa como
monopolista en la industria23, con el siguiente efecto: en
primer lugar, canalizando y dirigiendo su producción in-
dustrial hacia el capital imperialista; y en segundo lugar

que se había fijado el `68. Morales apunta a una nueva Constitu-


ción, en la cual se plasme las formas de propiedad que se habían
introducido; apunta, también a reajustar la economía y a traspasar
el gobierno a los civiles.
23 En la minería, en la construcción, en la metal mecánica, en la ma-

nufactura, en la pesca, en la madera, en el comercio y en los servi-


cios.

51
canalizando y dirigiendo la producción industrial en el
país nativo para el sector comercial, con lo cual amplia el
fase comercial y a la vez frena el pase a la fase industrial.
En el segundo, en la línea burocrático terrateniente, ge-
nera ‚leyes agrarias expropiatorias que no apuntan a des-
truir a la clase terrateniente feudal y su propiedad, sino
evolucionarlos progresivamente mediante la compra y pa-
go de la tierra a los campesinos‛24.
En el tercero, en el la línea ideólogica, apunta a conver-
tir la educación en anticientifico.

24 Mariátegui II, La problemática nacional, Internet.

52
4. La inversión de capital del capitalismo bu-
rocrático beneficia a la industria y comercio
imperialista

Lo que caracteriza al capitalismo burocrático es su


condición de monopolio desde su aparición. Es decir, des-
de el momento en que se dedica a producir alguna mer-
cancía lo hace con un capital gigante, que pueden ser capi-
tales particulares o combinados, y que están formados por
capitales de los viejos terratenientes, de los grandes bur-
gueses y de los banqueros; y también por capitales impe-
rialistas.
El beneficio de la industria minera peruana para la
industria imperialista es bastante notorio. Basta señalar un
ejemplo para ello. La industria minera Buenaventura de
Alberto Benavides explota una variedad de minerales en
el territorio peruano, como el Zinc, el Plomo, el Cobre, el
Aluminio y otros25. ¿A dónde fluye la mayor cantidad de

25 Para una comprensión didáctica al respecto, veamos lo que dice


Eduardo Galeano, en su libro Las venas abiertas de América Latina, en
el capitulo: Las fuentes subterráneas del poder: ‚< El petróleo sigue
siendo el principal combustible de nuestro tiempo, y los norteame-
ricanos importan la séptima parte del petróleo que consumen. Para
matar vietnamitas, necesitan balas y las balas necesitan cobre: los
Estados Unidos compran fuera de fronteras una quinta parte del
cobre que gastan. La falta de cinc resulta cada vez más angustiosa:
cerca de la mitad viene del exterior. No se puede fabricar aluminio
sin bauxita. Sus grandes centros siderúrgicos —Pittsburgh, Cleve-
land, Detroit— no encuentran hierro suficiente en los yacimientos
de Minessota, que van camino de agotarse, ni tienen manganeso en
el territorio nacional: la economía norteamericana importa una ter-
cera parte del hierro y todo el manganeso que necesita. Para pro-

53
minerales, sino todos? Por supuesto que a los países impe-
rialistas como EE. UU, u otros países. Lo cual sirve para
desarrollar su industria pesada, que es la base de su capi-
talismo. Al Perú sólo se desvía una pequeña porción de
minerales semielaborados, mayormente para la industria
de la metalmecánica y la industria química básica, que sir-
ven para agilizar y profundizar el comercio que desarrolla
el capitalismo burocrático. En concreto para ahondar más
la fase mercantil.
Normalmente esos minerales nuestros deberían servir
a nuestra economía nacional, específicamente a nuestras
industrias pesadas y ligeras, pero por la opresión imperia-
lista que nos cayó encima como una maldición, no las te-
nemos; es así que Estados Unidos u otro país potencia no
lo permite, utilizando para ello a gobernantes dóciles y al
capitalismo burocrático. ¿Pero por qué? Simplemente por-
que no quieren otro competidor ‚imperialista‛ que les
compita en latinoamérica. Porque si fuera así, en el su-
puesto caso, el Perú se industrializaría poco a poco hasta
llegar ser una potencia capitalista como Estados Unidos,

ducir los motores de retropropulsión, no cuentan con níquel ni con


cromo en el subsuelo. Para fabricar aceros especiales, se requiere
Tungsteno: importan la cuarta parte. Esta dependencia, creciente,
respecto a los suministros extranjeros, determina una identificación
también creciente de los intereses de los capitalistas norteamerica-
nos en América Latina, con la seguridad nacional de los Estados
Unidos. La estabilidad interior de la primera potencia del mundo
aparece íntimamente ligada a las inversiones norteamericanas al
sur del río Bravo. Cerca de la mitad de esas inversiones está dedi-
cada a la extracción de petróleo y a la explotación de riquezas mi-
neras, «indispensables para la economía de los Estados Unidos tan-
to en la paz como en la guerra».

54
Japón, Inglaterra, Francia, etc.26, convirtiéndose en otro ri-
val todopoderoso, y como tal colonizar y avasallar a terri-
torios y gobernantes de latinoamérica como primer pa-
so<, no dejando meter su ocico a Estados Unidos en la
explotación de esos territorios llenos de minerales y petró-
leos, y al mismo tiempo de ese mercado latinoamericano.
Pues el Perú al convertirse en un país industrial imperia-
lista tendría por necesidad interna que requerir una abun-
dancia de materias primas y minerales para desarrollar su
industria pesada y ligera hasta el máximo, y desde luego,
tampoco permitiría que el país que domina y soguzga se
vuelva industrial y les deje sin un territorio que ya era su-
yo. Para que no ocurra eso crearía en los países latinoame-
ricanos que domina un tipo especial de capitalismo llama-
do burocrático, y someter a todo los gobernantes para ser-
vir a sus intereses. Y hay de quien se niegue a desobede-
cer. El ejemplo que hizo Estados Unidos contra Salvador
Allende en Chile basta como advertencia.
Este proceso de sumisión ante el imperialismo sucede
en todos los sectores vitales de la economía nacional: la
industria, el agro, en la minera, en la banca, en la política
y la cultura.
Ejemplarizando, así sucede con la gran industria
agrícola, que también es burocrático: la alcachofa y las
uvas se van a servir el comercio imperialista, porque allá sí
tienen capacidad de consumo, pues el capitalismo a ense-

26 Recuérdese lo que dijo Marx en el prefacio de El capital refirién-


dose al porvenir de los capitalismo nacientes: ‚de ti la fabula está na-
rrada”. Esto es sólo en el supuesto caso de seguir el camino capita-
lista, sin ninguna intromisión de otro país capitalista en potencia.
En tal caso llegaríamos hasta la última fase del capitalismo: el im-
perialismo.

55
ñado y educado a los obreros y ciudadanos a consumir to-
do lo comestible desde el momento de desarrollar su mer-
cado interno para luego recién pasar al mercado externo.
En la pesca: la mejor harina y el pescado se van servir
el comercio imperialista. Qué ilógico. Se producen en terri-
torio peruano y los peruanos ni sabemos comer. Eso es jus-
tamente lo que hace un capitalismo burocrático en los paí-
ses semifeudales: jamás prioriza de manera normal el mer-
cado interno, sino sólo el mercado externo. Un capitalismo
normal es todo lo contrario. Primero copa el mercado in-
terno hasta rebalsarlo para recién llegar al mercado exter-
no. Y no al contrario como sucede en el Perú.
Normalmente, las industrias capitalistas cubren las
necesidades materiales y espirituales de su población con
productos baratos, de una manera ascensional, claro está.
Pero esto no sucede con las industrias burocráticas. Sin
embargo, tampoco se puede decir a raja tabla que el capi-
talismo burocrático no cubre ninguna necesidad del mer-
cado interno. Los cubre algunas veces, y siempre de una
manera amputada y anormal, pues no puede abastecer al
mercado interno de productos comestibles y materiales
baratos al alcance del pueblo por su misma posición de
monopolista anormal y porque el país está en un estado de
economía de autosuficiencia que acorta el mercado inter-
no.

56
5. El capital burocrático obstaculiza en el país
atrasado el desarrollo de la fase industrial para
profundizar y eternizar la fase mercantil

Para comprender lo dicho debemos comenzar a des-


velar el impacto que causan las industrias monopolistas
burocráticos en los países nativos. Por ejemplo, desde el
momento mismo de su aparición, algunas industrias mo-
nopolistas burocráticas comienzan a producir mercancías
similares en calidad y diseño a aquellas que previamente
se traían del exterior, erigiendo con ello algunas cuantas
grandes plantas modernas, que de alguna manera fueron
suficientes para abastecer la demanda existente del país
nativo; pero visto en totalidad, la inversión de la industria
monopolista no fue suficiente para ampliar el mercado in-
terno, teniendo su inversión un efecto casi nulo. Porque el
capital para invertir en una industria de tales proporciones
fue grande, y lo es; pero resulta que
‚< la parte de éste que se gastó en el país [atrasado]
fue pequeña, efectuándose en el exterior el grueso de los
gastos en adquisición de maquinaria extranjera, de paten-
tes extranjeras, etc. El efecto estimulante que sobre la eco-
nomía en su conjunto tuvieron tales inversiones fue, por
lo tanto, muy pequeño. Lo que es más, una vez instalada
una empresa de tal envergadura en una rama industrial,
las limitaciones de la demanda y la magnitud de la inver-
sión exigida redujeron grandemente, o bien eliminaron en
su totalidad, las oportunidades de que otra empresa se
lanzase al mismo campo16. La cantidad de capital exigida

16Esta actuación de la industria monopolista lo podemos ver desde


tres puntos, teniendo en cuenta un capital gigante y un mercado

57
para introducirse al santuario privilegiado de los monopo-
lios, los riesgos característicos de una lucha inevitable, las
palancas que los consorcios establecidos podían usar para
hostilizar y expulsar al intruso, todo esto tendió a diezmar
los incentivos que se le ofrecían al capital mercantil para
lanzarse a la actividad industrial. El estrecho mercado
quedó controlado monopólicamente y el control mono-
polístico se transformó en un factor adicional que obstacu-
lizaba la ampliación del mercado‛.17
Cabe aclarar que algunos economistas y sociólogos
de izquierda enarbolan la inversión del capitalismo bu-
rocrático monopolista, aludiendo un carácter progresista.
Una mentira que si se lo sigue enarbolando puede traer
errores graves en la práctica. Se ha señalado que la manu-
factura extranjera había arruinado a la artesanía nativa y as-
fixiado el incipiente desarrollo industrial nacional, sin poder

limitado: Primero, la demanda de artículos es pequeña debido a


que el país se encuentra en una atmósfera semifeudal; lo que quie-
re decir que pululan economías de autosuficiencia y que el grueso
de la población desconoce la vida moderna capitalista (no hay que
olvidar que una de las consecuencias del capitalismo es su función
civilizadora en el arte de comer, de vestir, de hablar, etc.). Segun-
do, esta industria elimina las aspiraciones de otro capitalista a in-
gresar en la misma producción de artículos, ya que para montar es-
ta industria monopolista se necesita un capital gigante, con lo cual
la industria monopolista está bloqueando la libre competencia.
Tercero, como no hay mucha demanda de dichos artículos en el
país, ya que la industria monopolista lo tiene monopolizado, gene-
ra precios monopolistas en sus artículos. El resultado es que el
mercado del país siga manteniéndose o perpetuándose en la fase
mercantil y el comercio, favoreciendo a la industria monopolista.
17 Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cul-

tura económica, México, 1969, pág. 202.

58
ofrecer a los artesanos desplazados ninguna alternativa de ocu-
pación en la industria. Pues bien. Luego vino la aparición
del capitalismo burocrático, allá por el año de 1895. Esta
aparición y profundización del capitalismo burocrático, tal
como apareció, fue hasta cierto punto el antídoto. Pues a
este mal generado por el capital extranjero, las industrias
monopolistas burocr{ticas ‚repatriaron cuando menos al-
go de la manufactura, pues realizaron algunas inversiones
industriales, proporcionando cierto empleo e ingreso a la
mano de obra nativa‛.23 Pero el antídoto fue bastante insu-
ficiente e ineficaz, pues no se pudo remediar el daño que
se había hecho con anterioridad; más al contrario, este ca-
pitalismo monopolista al surgir como tal ya impedía el de-
sarrollo económico del país. Por lo tanto, o visto en totali-
dad, el capitalismo burocrático jamás tuvo un carácter
progresista.
Y una vez que el capitalismo burocrático comenzó a
profundizarse, rápidamente se apoderó de las arterias vi-
tales de la economía nacional, y empezaron a controlar los
mercados estrechos, cercándolos mediante aranceles pro-
teccionistas y concesiones gubernamentales de toda clase.
Al hacer esto, obviamente, bloquean un mayor crecimiento
industrial de ellos mismos, y ‚al mismo tiempo que sus
precios monopolistas y sus políticas de producción reduc-
ían al mínimo la expansión de sus propias empresas‛. 24
Esto lo explica con bastante claridad el economista Paul
Sweezy: nos dice que una industria monopolista cualquiera
al invertir capital adicional en su misma rama donde pro-
duce, aumenta la producción total y reduce el precio, lo

23Su fase progresista del capitalismo.


24Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cul-
tura económica, México, 1969, pág. 203

59
que traerá como consecuencia una reducción de la ganan-
cia sobre la antigua inversión. O sea, el monopolista al in-
vertir más capital en su misma industria, sale en pérdida.
Entonces prefiere no invertirlo; mejor hará en invertir su
capital en otra industria donde pueda obtener alguna ga-
nancia, y si es imposible preferirá conservar su capital.
Veamos un ejemplo que nos da el mismo autor:
‚Un monopolista con un capital de 500 soles produce
100 unidades anualmente, a un costo de 5 soles por unidad
y vende a un precio de 10 soles por unidad. Su ganancia es
de 500 soles, o sea el 50% sobre su capital. Ahora bien, la
adición de 100 soles a su capital le permitirá producir 10
unidades más, siempre a un costo de 5 soles por unidad. A
fin de vender 110 unidades, sin embargo, el precio tendrá
que ser reducido de 10 soles a 9 soles. Y si vendemos los
110 unidades a 9 soles será un total de 990 soles, siendo el
capital invertido 600 soles, con lo que la ganancia sería 390
soles. Sin embargo, el monopolista sin adicionar sus 100
soles a su capital de 500 soles, a estado vendiendo 100
unidades a 10 soles, ganando 500 soles, o sea el 50%; en
cambio al invertir en su misma industria perderá su capi-
tal adicional de 100 soles y más una ganancia de 110 soles.
Es obvio que la pérdida excede en mucho al beneficio; la
tasa de la ganancia es realmente negativa. El monopolista
hará mejor en invertir sus 100 soles fuera de su propia in-
dustria en tanto pueda obtener alguna ganancia, y si esto
es imposible, será mejor para él conservar los 100 soles en
efectivo en vez de colocarlos en su propio negocio‛.
Para una mayor comprensión de este fenómeno, vale
esta pregunta: ¿Por qué los monopolios reducen al mínimo
la expansión de sus propias empresas? Porque jamás han es-
timulado —por tener un carácter monopolista— una libre

60
competencia en el país. Pues si fuese así estimularía la li-
bertad de competencia. Esta competencia forzaría constan-
temente a los hombres de empresa tanto a mejorar sus
métodos de producción, a promover el progreso técnico y
a darle aplicación completa para alcanzar sus objetivos,
como a incrementar y diversificar su producción. Por
último, la competencia llevaría al monopolio como última
fase del capitalismo. El capitalismo burocrático se ha con-
vertido pues en un obstáculo para el desarrollo económi-
co. No sólo no promueve una mayor división del trabajo
sino tampoco una mayor productividad como correspon-
de a un capitalismo propiamente dicho.
En concreto, como planteara el continuador de Mariá-
tegui, ‚el capitalismo que se desenvuelve en el Perú es un
capitalismo burocrático, entrabado por los grilletes subsis-
tentes de la semifeudalidad que lo atan, y por otro lado so-
juzgado al imperialismo, que no permite desarrollar la
economía nacional. Es, pues, un capitalismo burocrático
que oprime y explota al proletariado, al campesinado y a
la pequeña burguesía, y que constriñe a la burguesía me-
dia. ¿Por qué? Porque el capitalismo que se desarrolla es
un proceso tardío y no consiente sino una economía para
sus intereses imperialistas. Es un capitalismo que repre-
senta a la gran burguesía, a los terratenientes y al campe-
sinado rico de viejo tipo, clases que constituyen una mi-
noría y explotan y oprimen a las grandes mayorías, a las
masas‛.
Este tipo de capitalismo, nos dice, es propio de todos
los países semifeudales y semicoloniales; no es sólo el caso
del Perú, si no responde al proceso tardío en que surge el
capitalismo en Asia, África y América Latina, sojuzgado al
imperialismo y cuando aún no se ha destruido la feudali-

61
dad subsistente y menos desarrollado capitalismo. Y no
puede ser más que un capitalismo caduco y putrefacto.
Pues este capitalismo burocrático ‚nunca conoció la infan-
cia, ni tampoco nunca conoció el vigor y la exhuberancia
de la juventud y comenzó a mostrar, prematuramente, to-
dos los rasgos penosos de la senilidad y de la decaden-
cia‛27.

27Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cul-


tura económica, México, 1969, pág. 204

62
6. El capital burocrático está atado a la feudad-
lidad y sometido al imperialismo

Pero de ¿qué manera o por qué el capitalismo bu-


rocrático está atado a la feudalidad que es caduco?, ¿y por
qué está sometido al imperialismo agonizante?
Comencemos absolviendo la primera interrogante:
¿por qué el capitalismo burocrático está atado a la feudalidad?
Primeramente el capitalismo burocrático apareció en el se-
no de esta feudalidad caduca, sin que se le haya barrido
definitivamente; y más aún, apareció como una industria
monopolista en el seno de esta feudalidad caduca, pose-
sionándose en el mismo momento como capitalismo
anormal, pues no nació de chiquito a grande, sino de golpe,
como monopolista. Por eso es hijo de la feudalidad. Nor-
malmente el capitalismo es la negación de la feudalidad.
Así ha ocurrido en los hoy países potencias. En Estados
Unidos los pioneros ingleses que surcaron los mares del
Atlántico, no encontraron la feudalidad, pero tuvieron que
exterminar a los nativos de los Pieles Rojas. En Francia se
liquidó a las taras feudales rotundamente. En Japón lo
mismo. En otros países de igual manera. La historia es tes-
tigo de aquello. ¿Pero por qué? Porque el capitalismo es la
negación del feudalismo. Un capitalismo sano y normal no
se desarrolla en un ambiente feudal o semifeudal. Esto es
como dos mas dos son cuatro. ¿Pero qué pasa en países
como el Perú? Que de noche a la mañana se erigió un capi-
talismo monopolista. Esto es un capitalismo anormal. Y su
nacimiento anormal se debe a dos condiciones. 1) la su-
pervivencia de la semifeudalidad en el país y 2) la imposi-
ción del imperialismo en el mundo. Entonces el capitalis-

63
mo burocrático está ligado mediante su cordón umbilical a
la feudalidad. Está atado. Por lo tanto la feudalidad es la
base económica y social (el agua) del dominio y reinado del
capitalismo burocrático (el tiburón) dentro del país. Sin la
existencia del agua (la feudalidad) no habría lugar para el
tiburón (capitalismo burocrático), ya que el agua (la feuda-
lidad) lo provee de alimento, de un habitad y de un arse-
nal de bocadillos que puede disponer a su antojo, pues pa-
ra eso tiene en el poder a un Estado que lo proteja y bene-
ficia con toda clase de leyes antidemocráticas (de mano de
obra barata, de materias primas y garantiza el intercambio
desigual de valores en el mercado). Porque es tan cierto
que la feudalidad o semifeudalidad propaga y conciente
por doquier el comercio mercantil en el país 28 (y se sabe
que el capital mercantil es la fase primitiva del capitalis-
mo), sin probabilidades de pasar al capitalismo industrial,
ya que el capital industrial monopolista existente lo impi-
de y frena (ver el esquema del anexo N° 02 al respecto). Y
para eso se impone el capitalismo monopolista burocráti-
co, pues de lo contrario su status monopolista sería arra-
sado con la transición del capital mercantil a la fase del
capitalismo industrial.20 Es por eso que impide esa transi-
ción, pues preocupado en impedir el surgimiento de com-
petidores en sus mercados, ve favorablemente la absorción
del capital por la esfera de la circulación, y no tienen nada
que temer de las empresas extranjeras que están orienta-
das hacia la exportación. De aquí que el capitalismo bu-

28 Y esto significa circulación de dinero sin ser invertido en la in-


dustria. Lo cual le conviene al capitalismo burocrático.
20 Teme el ascenso del capitalismo industrial nacional, pero gracias

a las supervivencias feudales o semifeudales tiene su monopolio


asegurado.

64
rocrático al impedir la transición del capital mercantil al
capital industrial, hace crecer la fase mercantil aún más.
Como dice Paul Baran, al obstaculizar la transición del ca-
pital y de la gente de la esfera de la circulación a la de la
producción industrial, se amplia la fase mercantil. Esto de
un lado.
De otro lado, ‚al no proporcionar un mercado a la
producción agrícola, ni una salida al excedente de mano
de obra rural y al no abastecer a la agricultura con bienes
de consumo manufacturados y aperos de labranza baratos,
obliga a ésta a volver a la autosuficiencia, perpetua la ocio-
sidad de los desocupados estructurales y favorece una
mayor proliferación de pequeños mercaderes, de indus-
trias domésticas, etc‛.21 Estos capitalistas burocráticos son
acérrimos defensores del orden establecido.
Ahora viene la absolución de la segunda pregunta:
¿Por qué sometido al imperialismo? Porque el capitalismo bu-
rocrático apareció en momentos cuando el capitalismo en-
traba en su última fase, en la fase imperialista, por lo cual
vive y existe gracias al desenvolvimiento de la economía
imperialista, y por lo tanto no le queda más que servir a
sus intereses económicos y financieros imperialistas. En-
tonces el imperialismo lo controla y lo moldea a este capi-
talismo burocrático conforme avanza su ciclo económico29,
y sobre todo le asigna el título de capataz y guardián para
que cuide que nadies siga el desarrollo capitalista en el
país nativo, porque el imperialismo no puede permitir
jamás que una colonia o semicolonia —que domina y ex-

21 Paul Baran, La economía política del crecimiento, ed. Fondo de cul-


tura económica, México, 1969, pág. 203
29 Si el imperialismo padece de crisis, igualmente padecerá el capi-

talismo burocrático.

65
plota como mercado de su capital, de sus mercancías y
como depósito de materias primas— siga el camino capita-
lista independiente, pues este país nativo alcanzaría tarde o
temprano el desarrollo económico de industrialización na-
cional. Ese temor lo impulsa —y su misma necesidad— a
introducir modalidades de organización capitalistas en los
diferentes planos de la economía del país donde domina.
Así, a través de una burguesía sometida (bien puede ser la
burguesía compradora o bien la burguesía burocrática)
genera y desarrolla un tipo especial de capitalismo de cor-
te monopolista, (estatal y no estatal) 22 lo cual está encami-

22 Este capital monopolista burocrático es Estatal y No Estatal. Es


No estatal cuando la burguesía compradora está en el poder, en
cuyo caso prevalecerá la política de las privatizaciones de las pro-
piedades del estado y apoyo a los capitalistas privados. Esta moda-
lidad, la de libre empresa, es lo fundamental.
Es Estatal cuando en el poder está la burguesía burocrática, en
cuyo caso prevalecerá la política de estatizaciones de las propieda-
des privadas. Es cuando el Estado interviene directamente en la
producción: el pensamiento de Mariátegui es bastante explícito al
respecto: ‚En un periodo, el imperialismo norteamericano usa mo-
dalidades capitalistas de Estado [O sea capitalismo burocrático Es-
tatal.]; en otro, la libre empresa como lo fundamental [O sea el ca-
pitalismo burocr{tico No estatal.+.‛ Y es m{s explícito al señalar:
cuando toca el reinado del capitalismo burocr{tico Estatal, ‚el Es-
tado interviene directamente —y en forma más amplia— en el pro-
ceso económico, impulsándolo; y cuando viene el reinado del capi-
talismo burocrático No Estatal, el estado ‚pone en primer plano su
papel de cautelador de las libres relaciones de la empresa priva-
da.‛
Así, tanto el capital estatal y no estatal, son idénticos y de la
misma especie y calaña, ya que obstaculizan el desarrollo de la
economía nacional. Se dice muy bastante a menudo que un gobier-
no nacionalista como la de Velasco Alvarado, o actualmente de

66
Hugo Chávez de Venezuela o Evo Morales de Bolivia, es naciona-
lista y revolucionario. Es falso. Ya lo dijo el pensamiento de Mariá-
tegui: ‚No basta que un régimen ataque a la oligarquía o plantee reivin-
dicar las riquezas naturales o hable de entregar la tierra a quien la trabaja
para que se le tenga por revolucionario; puede tratarse, como cuando
Leguía hoy día, de una renovación de burguesía intermediaria, y
desarrollo del capitalismo burocr{tico‛.
Y así es. Veamos. Hugo Chávez, Evo Morales y otros seudo
nacionalistas y seudorrevolucionarios, al hacerse del poder por
cualquier medio, van estatizando paulatinamente las industrias,
los comercios y la banca, etc. La gente aplaude. Más aún, estos
caudillos empiezan a proferir maldiciones y amenazas a los impe-
rialistas, empiezan a expulsar a sus embajadores y llaman al pue-
blo a una seudo rebelión y repudio a los imperialistas. En tanto
comienza en el país, así dicen, el desarrollo de la economía nacio-
nal. En realidad lo que comienza más bien es la estructuración del
capitalismo burocrático Estatal que ya estaba en caída, porque al
intervenir el estado en la economía de manera directa, lo que hace
es ayudarlo y optimizar su funcionamiento, inyectando dinero del
fisco. No hay otra cosa que puedan hacer. Porque hay que ver que
un Hugo Chávez, un Evo Morales y otro farsante cualquiera, al
tomar posesión de su gobierno, ya existía en el país un capitalismo
monopolista, sea privado o estatal. En adelante lo que simplemente
suelen hacer es estatizar ese capital monopolista privado (que ma-
yormente está en bancarrota) y uno que otro monopolio imperialis-
ta. Pero la cosa es simple. Estos caudillos al estar en el poder sólo
estatizan a estos monopolios, y a medida de sus fuerzas ayudarlo e
impulsarlo en su crecimiento. Pero al hacer esto lo que están
haciendo es obstaculizar aún más el libre desarrollo de la economía
nacional. Lo están frenando, pues la ciencia económica nos dice
que el monopolio frena el desarrollo de la economía nacional, e in-
clusive del mismo monopolio.
Entonces toda la cháchara de estos caudillos queda en el va-
cio. Además recordemos una cuestión fundamental en la sociología
marxista. Carlos Mariátegui nos dice en los Siete ensayos de interpre-
tación de la realidad peruana, que la edificación de una sociedad mo-

67
derna es obra de una clase social y no de unos caudillos. ‚Un or-
den nuevo jurídico y económico no puede ser, en todo caso, la obra
de un caudillo sino de una clase. Cuando la clase existe, el caudillo
funciona como su intérprete y su fiduciario. No es ya su arbitrio
personal, sino un conjunto de intereses y necesidades colectivas lo
que diside su política‛. Es bien explícito. Bien la clase burguesa en
este caso ya no hay históricamente lugar para esta clase, o bien el
proletariado como clase puede desarrollar una economía sana y
próspera, pero de ninguna manera los caudillos. ¿Y quiénes son
éstos Velasco Alvarado, Hugo Chávez, Evo Morales y tantos otros?
Cualquier cosa pero menos una clase social.
Y en nada cambia cuando un caudillo, digamos Hugo
Chávez, se enemiste totalmente de un país imperialista. El capita-
lismo burocrático Estatal sigue sirviendo a la economía imperialis-
ta (pueda que ocurra que ya no sirva a EE. UU., pero servirá a otro
país imperialista), unas veces directamente y otras indirectamente,
siendo este último lo fundamental. Y lo sirve por las vías del co-
mercio internacional, ya que, como dice un dicho popular, ‚el mer-
cado no discrimina a pobres ni a ricos, a amigos y enemigos, que
en el mercado si uno posee dinero vale tanto como él‛. Adem{s
por la misma división del trabajo que nos ha puesto a los paises
semifeudales, como productora de materias primas o de produc-
tos semielaborados, no podemos dejar de comerciar con el mundo.
Así, es imposible que el país semifeudal viva encerrado en cuatro
paredes; peor aún sabiendo su condición —el capitalismo burocrá-
tico jamás desarrolla y articula Industria pesada e Industria lige-
ra— de país atrasado exportador. ¿Pues a quién venderá Venezue-
la sus materias primas y sus productos semielaborados, si su país
siempre ha sido Exportador Primario? ¿Y de dónde comprará in-
sumos industriales importados sino tiene industria pesada y lige-
ra? Lo que hay en Venezuela es un capitalismo monopolista bu-
rocrático, un capitalismo anormal, que impide su mismo desarrollo
económico. Un capitalismo que nunca ha tenido crecimiento desde
la cooperación simple, pasando por la manufactura, y mediante
una revolución técnica pasar a la gran industria maquinizada, y
posteriormente y por su mismo desarrollo, al imperialismo. En

68
américa latina, sólo por hablar de américa latina, ningún país ha
seguido y desarrollado este proceso, por la misma razón de que en
Europa y otros lugares el capitalismo ya había alcanzado su etapa
imperialista y comenzaba a dominar y sojuzgar a los países de
américa latina para servirse como depósito de materias primas y
mercado, impidiendo su desarrollo normal. Es ahí cuando el impe-
rialismo introduce modalidades de producción capitalista en estos
países, lo que ahora llamamos capitalismo burocrático que sirve a
sus intereses.
Y no hay lugar a dudas siguiendo la lógica del capitalismo
burocrático, que mañana el capitalismo burocrático Estatal de Ve-
nezuela pase a ser capitalismo burocrático No Estatal. Pues no hay
lugar a dudas de que el próximo representante de la gran burgues-
ía venezolana será la burguesía compradora, que una vez en el po-
der, venderá la mayoría de las industrias estatales y se quedará con
unos cuantos.
Al respecto leamos esta cita de dos autores rusos: ‚una prue-
ba fehaciente de la identidad de la propiedad privada capitalista y
de la propiedad capitalista estatal nos la ofrece el tránsito de una
de estas formas a la otra, dentro del marco del capitalismo. Por
ejemplo, las empresas nacionalizadas de la industria metalúrgica
inglesa fueron posteriormente desnacionalizadas, es decir, puestas
de nuevo a disposición de las compañías particulares. Fenómenos
análogos han tenido en Austria. En los Estados Unidos, fábricas
construidas por el gobierno durante la guerra fueron vendidas
luego a los monopolios, a bajo precio y a plazos. En aquellos casos
en que a los círculos monopolistas dirigentes les resulta beneficiosa
la nacionalización de empresas con objeto de salvarlas de la quie-
bra, la llevan a cabo. Por el contrario, cuando los monopolios tie-
nen interés en convertir en propiedad privada las empresas del Es-
tado, éstas terminan por pasar a manos de propietarios privados‛.
S. M. Firsola, V. F. Tsaga, Teorías económicas burguesas del siglo XX,
Editorial Grijalbo, México, 1967, pág. 49,50. Y últimamente en esta
crisis financiera tenemos un ejemplo fresco. Georg Bush ha estati-
zado prácticamente la economía estadounidense, con lo cual ha
salvado de la bancarrota definitiva a grandes bancos e industrias.

69
nado a: 1) servir a sus objetivos imperialistas de su eco-
nomía y 2) proteger sus intereses en el país nativo y frenar
el desarrollo capitalista nacional. En lo que concierne al
país nativo, el objetivo especifico de este capital monopo-
lista es no permitir el desarrollo de la economía nacional.
Veamos lo que ocurre con la industria minera nacio-
nal, lo cual es de corte monopolista. ¿Sirve para desarrollar
la economía nacional peruana? De ninguna manera. Los
minerales que se extraen del territorio nacional fluyen al
exterior a impulsar la economía imperialista. A esto se
llama —como dijera Mariátegui—, que nuestro capitalis-
mo [burocrático] que se desarrolla en el Perú está enfeu-
dado al capital imperialista. Este mismo proceso de enfeu-
damiento sucede con la industria agrícola, la industria
pesquera, la industria de la madera, el transporte, la ban-
ca, etc., los cuales controlan las arterias vitales de la eco-
nomía nacional.
Y no puede ser de otra forma las modalidades de or-
ganización del imperialismo en los países atrasados.

Pero apenas pase la crisis, el siguiente presidente desnacionalizará


la banca y las industrias. ¿Y qué hay de Argentina? 2008, naciona-
liza la banca y las AFPs para salvarlas de la quiebra. Los ejemplos
para enumerlas son hartos y concretos.

70
7. El capital burocrático en el agro no apunta a
destruir a la clase terrateniente feudal y su
propiedad, sino evolucionarlos progresiva-
mente

El capitalismo burocrático desarrolla una línea terra-


teniente en el agro; es decir, lejos de destruir a la clase te-
rrateniente feudal y su propiedad, apunta a evolucionar-
lo31 cada vez más mediante leyes agrarias expropiatorias o
mediante la compra y venta de la tierra de los campesinos.
Pero no sólo eso, también mediante la ampliación de la
frontera agrícola en la costa; la concentración de la propie-
dad vía el mercado de tierras; la conversión de cooperati-
vas agrarias azucareras en empresas privadas, y los de-
nuncios y concesiones a las industrias extractivas, y la
producción de biocombustible.
Es así que el capital burocrático en el agro, engendra
el problema de la tierra, que es en donde más se aprecia la
semifeudalidad del país, pues basta ver con los ojos para
convencerse de ello: inmensos latifundios que han venido
creciendo en detrimento de los campesinos32. En estas

31 Es decir introduce modalidades capitalistas de producción en la


hacienda terrateniente, utilizando en amplia escala la técnica y el
método capitalistas.
32 A partir de la década de los 90 empieza a emerger en el campo

peruano, en forma cada vez más nítida, un nuevo actor: la gran


propiedad agroindustrial. Adquiriendo propiedades por diversas
vías, pero principalmente por adjudicación de tierras eriazas por el
Estado, compra de acciones en empresas azucareras y adquisición
de grandes parcelas en las subastas públicas de proyectos de irri-
gación, un grupo de empresas y grupos económicos viene acumu-
lando grandes cantidades de tierras. Este mapa (ver en el anexo N°

71
condiciones el problema de la tierra se ha agravado aún
más en los últimos trece años33. Y esto va a la par con el
crecimiento económico del capital burocrático. Es decir, a
mayor crecimiento macroeconómico (el crecimiento de las
exportaciones tradicionales y no tradicionales se ha hecho
a costa del campesinado, a la par del hambre, la escasez y
aumento de los productos alimenticios para la inmensa
mayoría de la población), mayor concentración de la tierra
en pocas manos. Ya el pensamiento de Mariátegui lo había
previsto, que, ‚desde comienzos de la década del 90 se ha
acentuado el proceso de reconcentración de la tierra y la
formación de grandes latifundios agrícolas, como una
nueva edición de aquél que se dio en las primeras décadas
del siglo pasado‛.
En el artículo de Fernando Eguren, La propiedad de la
tierra nuevamente se concentra. Tendencias de transferencia y

04 el mapa de distribución de los grandes latifundios) —que no


pretende ser exhaustivo, sino que se basa en la información disper-
sa y poco sistematizada que caracteriza a este dinámico fenóme-
no— da cuenta de lo avanzado que se encuentra el proceso. (El
mapa no registra la concentración de tierra en industrias extracti-
vas como la minería, petróleo o madera.) Alrededor de un cuarto
de millón de hectáreas ya se encuentran en manos de un puñado
de estas empresas agroindustriales. Como puede observarse, este
proceso se viene dando con mayor fuerza en los departamentos de
la costa norte y centro-sur. Destaca La Libertad, que, con cerca de
100,000 hectáreas en manos de 13 propietarios, presenta un nivel
de concentración de tierras muy elevado, resultado de la doble
presencia de Chavimochic y varios de los complejos azucareros
más importantes. La presencia de San Martín se debe básicamente
a las plantaciones de palma aceitera del Grupo Romero. La revista
agraria, Concentración de tierras, director Fernando Eguren, 2008.
33 De 1993, con el llamado el neoliberalismo.

72
concentración de la propiedad de la tierra, aparecido en la re-
vista agraria, octubre del 2007, podemos constatarnos de la
veracidad de este proceso.

“La ampliación de la frontera agrícola en la costa norte


(Piura, Lambayeque, La Libertad), desde la década de
1990, las nuevas tierras irrigadas, por las condiciones de
venta fueron para formar latifundios modernos. En algu-
nos casos, como la empresa Camposol, en el valle de Virú,
la extensión supera las dos mil hectáreas. Danper Trujillo
posee 1600 hectáreas, la mayor parte de ellas también en
Virú. La frontera agrícola en la selva, cita a Palma del Espino,
del grupo Romero, en la zona de Tocache. En 2004 tenía
sembradas 7500 hectáreas de palma aceitera, y actualmen-
te bordea las 10 mil ha. En los cuatro años siguientes se-
guirá expandiéndose a razón de 1,500 hectáreas anuales.
La compra de tierras de pequeños agricultores por empresas agro
exportadoras (los mismos departamentos mencionados
arriba, más Ica); el arrendamiento de tierras por las mis-
mas empresas; la adquisición de grandes empresas agrarias por
otras empresas agrarias, notablemente el caso de los comple-
jos agroindustriales azucareros (grupo Gloria en el depar-
tamento de La Libertad). Como ejemplo: la empresa Agro-
kasa posee actualmente más de 2.6 mil hectáreas. El grupo
Romero posee alrededor de 500 hectáreas en lo que alguna
vez fue la Cooperativa Agraria Huando, en el valle de
Huaral. Los de productores de espárragos en los valles de
los departamentos de La Libertad e Ica. ¿Cuánto hay de ca-
pital extranjero en este proceso? Las inversiones extranjeras
directas en agricultura —no necesariamente todo en com-
pra de tierras— se sextuplicaron entre 1997 (7.7 millones
de US $) y el año 2000 (44 millones de US$), cifra ésta que

73
se ha mantenido hasta la actualidad. La conversión de las
cooperativas agrarias azucareras en empresas privadas
Suman más de 50 mil hectáreas, sobre todo en la costa nor-
te. Son los más grandes terratenientes del país. Mención
especial es el grupo Rodríguez Banda, dueños de Gloria y
desde hace poco de los complejos Cartavio y Casagrande,
que suman más de 30 mil hectáreas en un solo valle, Chi-
cama, en el departamento de La Libertad. Los denuncios y
concesiones mineras. Según el Instituto Nacional de Conce-
siones y Catastro Minero, a la fecha los derechos mineros
se extienden sobre más de 14 millones de hectáreas. Los
denuncios y concesiones de otras industrias extractivas
(petroleras, gasíferas,) en la cuenca amazónica. En cuanto
a las concesiones forestales entregadas, suman 7.5 millones
de hectáreas, aproximadamente el 10 por ciento de la su-
perficie total de la selva baja y alta. La producción de bio-
combustibles. La empresa norteamericana Maple, por su la-
do, ha adquirido más de 10 mil hectáreas en el valle de
Chira para la producción de caña de azúcar para etano. Y
presiona el uso del agua. En el mismo departamento, el
grupo Romero dedicará al mismo fin por lo menos 3.5 mi-
les de hectáreas. En la selva, el grupo Romero prevé la ex-
pansión del área dedicada a la palma para la producción
de biodiesel. Turismo. Es el caso del Valle Sagrado (Uru-
bamba). Y termina el informe, refiriéndose a la política del
gobierno al respecto y dice ‚Tendencias: Nada indica que
estas tendencias revertirán. Antes bien, algunas de ellas
están siendo francamente impulsadas por el gobierno,
otras seguirán el impulso que ha adquirido la agricultura
de exportación (<) Como ejemplos están las propuestas
del Ejecutivo de recortar casi 210 mil hectáreas del Parque
Nacional Bahuaja Sonene para extracción petrolera, de de-

74
clarar de interés público 20 grandes proyectos de extrac-
ción; también, el mantenimiento de los criterios de asigna-
ción de nuevas tierras irrigadas a inversionistas grandes y
la promoción de la producción de agrocombustibles ".
¿Qué es lo que apreciamos aquí? Que el capitalismo
burocrático desarrolla la línea terrateniente en el agro,
concentrando la tierra cada vez en pocas manos, que no
apuntan a destruir la feudalidad, sino a evolucionarlo con
la introducción de modalidades de producción capitalistas
en el agro, a lo que se denomina latifundio capitalista.
Es menester resaltar una cuestión fundamental de es-
tos latifundios capitalistas, específicamente su funciona-
miento interno y externo. Para ello basta recordar lo dicho
por Mariátegui en su Ideología y política, ‚que en estos lati-
fundios se utiliza el modo y la técnica capitalista de pro-
ducción, pero que la explotación era feudal‛; es decir, to-
mando la palabra de Lenin:
‚Esto conduce únicamente a formas de explotación
más brutales, propias del régimen de servidumbre<, en-
reda al trabajador en toda una red de exacciones usurarias,
lo sujeta a su dominio con procesos de kulak [terratenien-
te], y como resultado lo despoja, no sólo de la plusvalía,
sino también de una enorme parte del salario, y además lo
desmoraliza privándolo de la posibilidad de cambiar de
‘patrono’, lo ultraja oblig{ndolo a considerar como un fa-
vor el hecho de que le ‘da’ (¡sic!) trabajo‛.34
No puede haber nada más claro al respecto. Para to-
mar un ejemplo irrefutable, bastémonos con la sobre ex-
plotación feudal que ocurre en la región de Ica. Para ello

34V. I. Lenin, ¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan
contra los socialdemócratas?, Ediciones en Lenguas extranjeras,
Pekin, 1978, pág. 117

75
transcribimos tal cual lo que las páginas de La revista agra-
ria, en su sección Ica: la otra cara del boom agroexportador, de
agosto del 2008, señala:

‚Minutos antes de las 4:00 a.m., centenas de personas


inician su diario desplazamiento hacia diversos puntos del
valle de Ica, para formar parte de la vasta oferta de mano
de obra temporal que requieren las empresas agroexpor-
tadoras de la zona. En El Álamo —paradero ubicado a 10
minutos del centro de la ciudad de Ica—, unas 200 perso-
nas esperan pacientemente, bajo un cielo aún oscuro, ser
reclutadas para trabajar en los numerosos fundos de toda
la región. A las 4:30 a.m. se inicia la llegada de los buses
que las trasladarán al campo. En ese momento comienza la
tarea de los encargados de reclutar el personal: «Veintitrés
soles el día, treinta trabajadores por una semana, para ra-
leo»; «veintitrés soles, cuarenta y cinco trabajadores para
cosecha de uva, por dos semanas», pregonan. Los buses se
llenan rápidamente y parten.
‛La escena de El Álamo se repite en la plaza del dis-
trito de Guadalupe y en los diversos caseríos de la región.
Jóvenes, hombres y mujeres, con las cabezas envueltas por
camisetas que fungen de improvisados sombreros —para
escapar del sol durante la jornada en el campo—, salen de
sus casas hacia las plazas o carreteras más próximas, para
esperar los buses que los conducirán a los fundos.
‛El boom agroexportador que viven Ica y el Perú en
general —en 2007, el valor de las exportaciones de produc-
tos agropecuarios no tradicionales alcanzó US$1,500 mi-
llones, casi el doble de los US$801 millones de 2004— ha
generado una importante demanda de mano de obra que,
por la naturaleza estacional de las labores vinculadas a la

76
agricultura, solo se trata de una demanda de mano de obra
temporal.
‛El Régimen Laboral Agrario (Ley 27360) estipula
que los trabajadores del campo tienen derecho a una re-
muneración diaria mínima (actualmente en S/.21.46), CTS,
remuneración de horas extras, entre otros beneficios socia-
les —recortados, si se les compara con los derechos fijados
por el régimen laboral para la actividad privada—. Pero,
en la práctica, hay empresas que no cumplen con estas
disposiciones, y la calidad del empleo ofrecido deja mucho
que desear.
‛La Revista Agraria estuvo presente en varios puntos
de reclutamiento de trabajadores, y si bien la mayoría de
personas prefirió mantener su identidad en reserva, vale la
pena difundir algunos testimonios. «Muchas empresas no
respetan las ocho horas diarias. Tienes que trabajar por
destajo, es decir, en un día te dan 150 parras de uva para
raleo (quitar las uvas pequeñas de las matas), y no te pue-
des ir hasta no acabar. Si te demoras más de 9 o 10 horas,
es tu problema; no pagan horas extras», cuenta una traba-
jadora. «No puedes descansar ni un rato —por lo menos
hasta la hora de almuerzo—, pues los capataces siempre
están vigilando, y muchos son groseros. Cuando se trabaja
en la planta, también hay que estar parada todo el día, sin
descansar, y algunos se enferman porque hace mucho
frío». Esta trabajadora, de 28 años y madre de familia, dice
aceptar estas condiciones de trabajo por las necesidades
económicas que debe atender‛.

77
78
8. La inversión extranjera y sus colorarios

Es indispensable conocer el efecto devastador de la


inversión del capital imperialista en los países semifeuda-
les. Ya se ha dicho que el capital imperialista no viene a
desarrollar la economía nacional, sino viene a profundizar
más su atraso. Es decir, al igual que el capital burocrático,
impide y frena su desarrollo. A continuación tomemos una
transcripción de un informe realizado por el Banco Central
de Reserva del Perú, que nos valdrá como ejemplo para
comprender los efectos devastadores de los monopolios en
los países atrasados.

“En esta década, la Inversión Extranjera Directa (IED) ha


venido creciendo casi todos los años, pasando de US $ 810 mi-
llones en el 2000 hasta US $ 6,432 millones en el 2007 (proyec-
tando la cifra de los dos primeros trimestres del 2007 que acaba
de publicar el BCR en su última Nota Semanal), es decir, se ha
multiplicado 7 veces. En el mismo periodo, también han aumen-
tado casi todos los años las Utilidades de las empresas extranje-
ras remesadas a sus Casas Matrices, pasando de US $ 344 mi-
llones en el 2000 a US $ 6,934 millones en el 2007 (también
proyectada anualmente). En este caso, las remesas se han multi-
plicado 20 veces. De otro lado, el total de IED del 2000 al 2007
ascendió a US$ 19,388 millones, mientras que el total de Utili-
dades remesadas a las Casas Matrices fue de US$ 22,338 millo-
nes. Así, el flujo neto para el periodo es negativo en US $ 2,950
millones. (...) Buena parte de las inversiones, y utilidades, co-
rresponden a los recursos naturales (minería y petróleo (...) En
todo caso, no hay duda que una buena cantidad de las utilidades

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de los últimos años corresponden a las empresas mineras, debido
a los excepcionales precios de los minerales”.

Todo esto es increíble, pero cierto. Una inversión ex-


tranjera en los países atrasados genera ganancias colosales
e inauditas; y ¿adónde va a parar el excedente económico
o ganancias de esas inversiones monopolistas? Por su-
puesto que al exterior, o a las casas matrices. Esto es obvio.
Para una mejor comprensión vayamos por partes. En
primer lugar, ¿qué pasa con las empresas extranjeras que
son propiedad total o parcial de extranjeros, pero que
abastecen al mercado interno de los países atrasados?
Aunque parte del excedente económico de que se apro-
pian se gasta localmente en el mantenimiento de funciona-
rios altamente remunerados, la mayoría de éste (incluyen-
do los ahorros personales de estos funcionarios) se trans-
fiere al exterior. Entonces no contribuyen a la formación
de capital en los países atrasados.
En segundo lugar, y estos es más complejo, es cuando
los monopolios extranjeros producen mercancías destina-
das a la exportación. Especialmente los minerales< Para
tener cierta idea de su impacto devastador de la economía
nacional será de gran utilidad considerar la explicación
que nos da Paul Baran sobre los distintos aspectos de las
actividades de los monopolios extranjeros en los países
atrasados, a saber: a) La importancia de la inversión reali-
zada b) El efecto directo de sus operaciones corrientes y c)
Su influencia más general en el país sub desarrollado.

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a) La importancia de la inversión realizada

Sobre la importancia de la inversión realizada en los


países semifeudales, las empresas monopolistas extranje-
ras que se dedican a la producción de productos exporta-
bles suelen iniciar sus actividades con una inversión de
capital relativamente pequeña.
En primer lugar, ‚el control sobre los recursos natu-
rales que les era necesarios —fundamentalmente la tierra
para plantaciones o minerías— fue asegurado mediante la
expropiación forzada de las poblaciones nativas, o bien
por un precio más o menos nominal que pagaron a los go-
bernantes, a los señores feudales o a los jefes de tribus que
dominan las regiones respectivas‛35.
En segundo lugar, ‚una parte muy grande de la in-
versión necesaria, de hecho el grueso de esta, consiste en
lo que se ha denominado ‘inversión en especie’ *en otras
palabras una inversión en la parte del capital constante].
Es decir, los equipos de producción fabricados en sus pro-
pios países. Esto es obvio porque dichos equipos no se en-
cuentran en los países atrasados; y si es que lo hubiera, la
empresa inversionista y su personal tienen un prejuicio
comprensible a favor de las herramientas que fabrican en
sus propios países. El resultado es que todos los pedidos
que realizan para una nueva fábrica o una expansión, di-
namiza la expansión del mercado interno de los países ca-
pitalistas, y no así el mercado interno del país atrasado‛36.

35 Baran Paul, La economía política del crecimiento, Fondo de cultura


económica, México, 1969, pág. 205
36 Ibídem, pág. 207

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Un ejemplo referencial de este proceso de inversión
puede muy bien ser la siguiente:
Digamos que el capital a invertirse es de 100 soles.
Como todo el equipo se trae de afuera se ha invertido en la
compra un capital grande. Digamos 80 soles, que se de-
nomina capital constante.
Al cabo sólo nos quedarían 20 soles, que es el capital
variable destinado a la compra de fuerza de trabajo. Y esta
aún se desmembrará como veremos más adelante en la in-
versión de fuerza de trabajo que se trae de afuera37.
Por supuesto, cuando es necesario realizar construc-
ciones locales, como carreteras, edificios de oficinas, resi-
dencias para el personal extranjero, campamentos para los
trabajadores nativos, suele o debe hacerse con materiales y
fuerza de trabajo locales [este último parte del capital varia-
ble], lo que se refleja en una demanda e ingreso del país
nativo, pero esto es muy pequeño. Pues hasta esta parte de
inversiones suelen venir desde el exterior, como artículos
importados, tales como materiales de construcción y equi-
pos de transporte, artefactos para la casa y la oficina.
En lo concerniente a la inversión del capital variable,
o sea de la compra de fuerza de trabajo nativo, ni siquiera
se destina los 20 soles a la inversión en el país nativo, pues
una buena parte de ingenieros, técnicos y capataces se traen del
exterior para realizar o supervisar los proyectos de construcción.
En concreto la parte de inversión de capital variable acoge
fuerza de trabajo de los nativos, de un lado,

37La relación del capital constante y variable, que es de 4 a 1 no es


capricho del autor, sino expresa lo que es el capitalismo industrial.
Es decir, expresa la tecnificación del capitalismo. El capitalismo
aparte de ser un espíritu es también una técnica.

82
ingenieros y técnicos y capataces de afuera de otro
lado.
Así, no se suele invertir del todo en el país nativo,
con lo cual no desarrolla el mercado interno del país nati-
vo, siendo la inversión de afuera de pequeña cuantía.

b) El efecto directo de sus operaciones corrientes

Para una mejor comprensión del efecto de las opera-


ciones corrientes de una empresa monopolista, aclaremos
que éstas se dedican exclusivamente a producir bienes
agrícolas o materiales como los minerales y el petróleo y
embarcarlas al exterior. Teniendo esta idea podemos pre-
guntarnos: ¿de qué modo se utiliza la inversión de capital?
Con el ejemplo dado arriba podemos liberar esta pre-
gunta. Sin embargo, veámoslo de una manera más práctica
y dogmática, dogmática sólo por fines explicativos.
Se cuenta con un capital fijo de 100 soles.

Inversión en capital constante: 80 soles, de los cuales


con 75 soles se adquieren maquinarias de afuera; con el
restante que es 5 soles, se adquieren materiales para reali-
zar construcciones locales, como carreteras, edificios de
oficinas, residencias para el personal extranjero, campa-
mentos para los trabajadores nativos. Sin embargo, hasta
algunos materiales como artículos importados, tales como
materiales de construcción y equipos de transporte, arte-
factos para la casa y la oficina, suelen traerse de afuera.
¿Cuál es la significancia de esta operación corriente
de inversión de capital constante? El efecto es pequeño. Es
decir, no genera el mercado interno del país nativo.

83
Inversión de capital variable: 20 soles, de los cuales,
digamos 10 soles se invierten para la compra de fuerza de
trabajo nativo. Los otros 10 soles se invierten para la com-
pra de fuerza de trabajo del exterior, pues una buena parte
de ingenieros, técnicos y capataces se traen del exterior pa-
ra realizar o supervisar los proyectos de construcción.

¿Cuál es la significancia de esta operación corriente


de inversión de capital variable? Igualmente el efecto es
pequeño. Es decir, no genera el mercado interno del país
nativo.
En conclusión, de los 100 soles de capital, sólo se ha
invertido un promedio de 15 soles en el país nativo. Con
esto podemos ver la insignificancia de las operaciones co-
rrientes del capital monopolista en los países nativos.

c) Su influencia más general en el país atrasado

Es obvio que las empresas monopolistas de inversión


extranjera orientadas a la exportación realizan o auspician
en el país nativo instalaciones auxiliares, como son la cons-
trucción de los ferrocarriles, los atracaderos, los caminos y
los aeropuertos, los teléfonos y los telégrafos, los canales y
las estaciones eléctricas. ¿Son buenos éstos para el país
atrasado? Son buenos. Pero ‚aun cuando su construcción
per se no contribuyen mucho a la expansión del mercado
interno de las regiones atrasadas (puesto que el grueso de
la inversión que se requiere puede estar constituido por
‚inversiones en especie‛ de equipo importado) a estos
proyectos, una vez terminados se les atribuye habitualmente

84
el efecto benéfico de incrementar las posibilidades de la inversión
local‛38.
Esto no es tan cierto, porque este efecto benéfico no in-
crementa la inversión extranjera, sino facilita la inversión
de las ‚economías externas‛, es decir, de otra empresa que
ha surgido de la empresa mayor. ‚Por lo tanto, dice Paul
Baran, la construcción de una planta eléctrica para abaste-
cer a una unidad industrial o minera, puede ahorrar a otra
unidad similar el gasto de construir su propia planta eléc-
trica, abasteciéndola con energía más barata de la que
podría obtener de cualquier otra forma‛.39
Entendiendo hasta aquí, debemos plantearnos la pre-
gunta que se hizo Paul Baran: ¿a quién proporcionarán
economías externas las instalaciones que van a construir-
se? Sirven fundamentalmente para ayudar a las empresas
monopolistas en su explotación de los recursos naturales.
M{s aún, se suele llegar a una ‚cooperación armoniosa‛
entre los gobiernos nacionales y los monopolistas extranje-
ros. ‚Las primeras deben cargar con los costos de instala-
ción y realizar sus negocios con la menor intervención fi-
nanciera que sea posible de las empresas interesadas, en
tanto que estas últimas deben recoger las ganancias que
resultan con la menor intervención posible de la hacienda
publica‛.40
En este sentido, las ‚instalaciones auxiliares‛ son en
su mayor parte auxiliares sólo para las empresas extranje-
ras orientadas a la exportación ‚y que las economías ex-

38 Baran Paul, La economía política del crecimiento, Fondo de cultura


económica, México, 1969, pág. 219
39 Ibídem, pág. 218

40 Ibídem, 219

85
ternas que de ellas se derivan sólo benefician a la produc-
ción adicional de materias primas para la exportación...
‛Empero, las características físicas de las instalacio-
nes auxiliares auspiciadas por las empresas extranjeras, no
son la causa fundamental de su esterilidad para el desarro-
llo económico de los países subdesarrollados. Mucho más
importante es la consideración de que, aun cuando su di-
seño y localización sean tales que correspondan plenamen-
te a las exigencias técnicas del desarrollo económico de los
países atrasados, su efecto seguirá siendo nulo (o negati-
vo), en tanto sigan siendo cuerpos extraños a una estructu-
ra socioeconómica en la cual se han injertado artificialmen-
te. Porque no son los ferrocarriles, las carreteras y las esta-
ciones eléctricas las que dan origen al capitalismo indus-
trial, sino que, por el contrario, es el surgimiento del capi-
talismo industrial lo que conduce a la construcción de fe-
rrocarriles y carreteras y al establecimiento de estaciones
eléctricas. Estas mismas fuentes de economías externas, de
surgir en un país que atraviesa la fase mercantil del capita-
lismo, proporcionarán "economías externas" al capital
mercantil. De ahí que los bancos modernos establecidos
por los ingleses durante la segunda mitad del siglo XIX en
la India, en Egipto, en Latino América y en otras partes del
mundo subdesarrollado, no se convirtieran en fuentes de
crédito industrial, sino en bolsas de compensación en gran
escala para el financiamiento mercantil, pujando sus tasas
de interés las de los usureros locales. De la misma forma,
los puertos y ciudades que surgieron en muchos países
subdesarrollados en conexión con la brusca expansión de
sus exportaciones, no se convirtieron en centros de activi-
dad industrial, sino que se desarrollaron como grandes
centros de mercado que dieron el "espacio vital" necesario

86
para los ricos traficantes y se poblaron de una abigarrada
multitud de pequeños comerciantes, agentes y comisionis-
tas. Tampoco los ferrocarriles, los caminos troncales ni los
canales, fueron construidos con la finalidad de que las
empresas extranjeras se convirtieran en las arterias centra-
les de las actividades productivas; simplemente sirvieron
para acelerar la desintegración de la economía campesina
y proporcionaron medios adicionales para una explotación
mercantil más intensiva y más cabal del hinterland rural‛.41
Finalizando con este tema, ‚el impacto principal de la
empresa extranjera sobre el desarrollo de los países atra-
sados, radica en que fortalece y afirma el dominio del capi-
talismo mercantil y en que reduce, y de hecho impide, su
transformación en capitalismo industrial‛.42 Tal como el
capitalismo burocrático.
Los que deseen profundizarse en este tema pueden
revisar el interesante libro, La economía política del creci-
miento de Paul Baran.

41 Ibídem, pág. 221


42 Ibídem, pág. 222

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Conclusión

El capitalismo burocrático es un capitalismo anormal,


que nunca ha tenido gestación, infancia y juventud, sino
ha nacido viejo, senil y deforme, pues es hijo de la feudali-
dad y del imperialismo.
Este capitalismo por su misma naturaleza anormal es
una muralla acorazado de leyes antidemocráticas que no
permite el desarrollo de la economía nacional, pues su ob-
jetivo y misión en el país atrasado es bloquear el pase de la
esfera de la circulación mercantil a la fase de la producción
industrial. Por lo tanto este capitalismo monopolista juega
a ser el capataz de los grandes monopolistas en los países
atrasados, y como tal se desgarra por sus intereses y los in-
tereses extranjeros.
El Estado del país atrasado, con un abigarrado grupo
de burócratas y gamonales moviéndose a su favor, facilita
y empuja el desarrollo de los intereses monopolistas de es-
te grupo únicamente, elevando al poder bien a los repre-
sentantes de la clase compradora o bien a los representan-
tes de la clase burocrática. Esto dependiendo a la situación
social del país, claro está. Así, el capitalismo monopolista
se desenvuelve unas veces como capitalismo monopolista
Estatal y otras veces como capitalismo monopolista No Es-
tatal.
Hay una diferencia entre los empresarios nacionales y
los capitalistas monopolistas burocráticos. Por ejemplo, los
empresarios de Gamarra no son monopolistas, ya que su
producción no significa nada visto en totalidad, pues no
comprende los sectores vitales de la sociedad.

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90
Bibliografía
1. De Rivero, Oswaldo, El mito del desarrollo, Los países inviables
del siglo XXI, Ed. Mosca Azul Editores, 1998, Lima
2. Díaz Martínez, Antonio, Ayacucho: Hambre y Esperanza,
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13. Klauer, Alfonso, El Tahuantinsuyo: el cóndor herido de muerte,
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14. Klauer, Alfonso, Descubrimiento y conquista: en las garras del
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15. Klauer, Alfonso, El mundo pre-inka: los abismos del cóndor, To-
mo I y II, Lima, 2000
16. Weber Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Ed.
Premiá editora de libros, S.A., 2005

91
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ANEXOS

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94
Anexo 01: Elaboración propia-2009

2
Anexo 02: Fuente: Perú Top 2007.

3
Anexo 03: Fuente: Revista Agraria N° 2009
2

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