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El desistimiento tácito en la Ley 1564 de 2012 y derogatoria del


artículo 346 del Código de Procedimiento Civil

Nattan Nisimblat1

En materia de procesos que se tramitan ante la jurisdicción civil, es


necesario tener en cuenta las derogaciones y vigencias establecidas
en la Ley 1564 de 20122 (Código General del Proceso – C.G.P.),
respecto del desistimiento tácito, aplicable ahora a cualquier trámite,
siempre que admita tal modalidad de terminación3, teniendo en cuenta
que el artículo 627 de la ley 1564 de 2012 derogó el artículo 346 del
C.P.C., a partir del 1º de octubre de 2012, fecha en la cual entró en
vigencia, por disposición de la misma norma, el artículo 317 del
Código General del Proceso.

Determina el artículo 317 que cuando para continuar el trámite de la


demanda o de cualquiera otra actuación promovida a instancia de
parte, se requiera el cumplimiento de una carga procesal o de un acto
de la parte que haya formulado aquélla, el juez le ordenará cumplirla
dentro de los treinta días siguientes mediante providencia que se
notificará por estado (núm. 1º).

Adicionalmente, la norma prevé que si el proceso permanece en


secretaría sin sentencia ejecutoriada o auto que ordena seguir
adelante con la ejecución a favor del demandante por más de un año o
en el caso de que ésta o aquélla hubieren sido proferidas, por más de
dos años, podrá el juez de oficio declarar el desistimiento tácito y
ordenar la terminación del proceso (lit. b), núm. 2), siempre que no
hubiere mediado actuación procesal oficiosa o petición de parte de
cualquier naturaleza (lit. c), num.2), plazo que, en todo caso, conforme
a lo dicho en el numeral 7º del artículo 625, sólo podrá computarse a
partir de la entrada en vigencia de la Ley, esto es, para el caso
específico del artículo 317, el 1º de octubre de 2012.

I. Vigencia de la ley procesal en el tiempo

1
Abogado de la Universidad de Los Andes; Negociador de las universidades de Harvard, Mit y Tufts;
Especialista en Derecho Probatorio de la Universidad del Rosario; Especialista en Derecho Procesal de la
Universidad del Rosario; Conciliador en derecho adscrito a la Cámara de Comercio; miembro del Instituto
Colombiano de Derecho Procesal; miembro del Centro Colombiano de Derecho Procesal Constitucional;
miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal. Autor de los libros “Principios rectores para la
Acción de tutela”, “Los moduladores del proceso de tutela”, “Control difuso de constitucionalidad”, “Medios
de Prueba en Particular”, “Introducción a los medios de prueba en el Código General del Proceso”.
2
Publicada en el Diario Oficial No. 48.489 del 12 de julio de 2012
3
Debe determinarse si la actuación regulada extensivamente por el procedimiento civil admite desistimiento
en consideración al derecho debatido. Son ejemplos de ellas la acción pública de inconstitucionalidad (D.
2067/92), la acción pública de nulidad (D. 01/84) , la acción popular, la acción de nulidad electoral y la
acción de pérdida de investidura, las cuales por disposición expresa del legislador no admiten desistimiento3.
ii.- Aún en los casos en que el legislador admita desistimiento expreso, como lo es el caso de la Acción de
Tutela (art. 26 D. 2591 de 1991), por la naturaleza del asunto no sería admisible un desistimiento tácito en la
forma actualmente prevista3, aunque sí se prevea un modo de desistimiento cuando el tutelante omite expresar
con claridad dentro del término otorgado por el juez las razones y fundamentos de su petición.
2

De acuerdo con lo regulado en el inciso 2º del artículo 52 de la ley 4ª


de 1913, el acto de promulgación “consiste en insertar la ley en un
diario oficial”; de allí que la promulgación se entiende consumada a la
media noche del día de su inserción en el diario oficial, según lo dicho
por la Corte Suprema de Justicia en sentencia del 12 de diciembre de
2002, posición que reiteró en auto del 5 de agosto de 1993, en el que
afirmó:

“No existe ningún derecho para los asociados a que la


integridad de un proceso se tramite conforme a la
legislación existente al momento de su iniciación, pues si
en el curso del mismo varía la legislación procesal , las
actuaciones nuevas se rigen por la ley nueva que por
referirse al ejercicio de la función soberana del estado para
administrar justicia es de orden público y , en consecuencia
es de aplicación inmediata, de interpretación estricta y de
obligatorio cumplimiento…los particulares no pueden, de
ninguna manera aducir la subsistencia de la ley antigua
para promulgar sus efectos luego de su derogación como
quiera que en esta materia no existen derechos adquiridos,
o por lo menos, los antiguos intereses pierden la tutela o
protección legal, y, por lo tanto al dejar de ser
jurídicamente protegidos, no pueden ser objeto de
alegación judicial”

Conforme a lo anterior, las normas procesales tienen aplicación


inmediata, aún respecto de procesos pendientes, sin perjuicio de
aquellas actuaciones judiciales caracterizadas por su unidad,
autonomía e independencia que hayan iniciado antes de la entrada en
vigencia de la ley, pues de acuerdo con lo previsto en el artículo 40 de
la Ley 153 de 1887, tal como quedó modificado por el artículo 624 del
Código General del Proceso “las leyes concernientes a la
sustanciación y ritualidad de los juicios prevalecen sobre las anteriores
desde el momento en que deben empezar a regir. Sin embargo, los
recursos interpuestos, la práctica de pruebas decretadas, las
audiencias convocadas, las diligencias iniciadas, los términos que
hubieren comenzado a correr, los incidentes en curso y las
notificaciones que se estén surtiendo, se regirán por las leyes vigentes
cuando se interpusieron los recursos, se decretaron las pruebas, se
iniciaron las audiencias o diligencias, empezaron a correr los términos,
se promovieron los incidentes o comenzaron a surtirse las
notificaciones”, regla que encuentra desarrollo en los artículos 699 del
Código de Procedimiento Civil, 17 del Decreto 2273 de 1989 y 140 del
Decreto 2303 de 1989 (hasta cuando medie su derogatoria por virtud
de los artículos 625, 626 y 627 del C.G.P.), situación que ya tuvo
oportunidad de reconocer la Corte Suprema de Justicia con ocasión de
la vigencia del artículo 4º de la Ley 1395 de 2010, que reformó el
3

artículo 29 del Código de Procedimiento Civil, en Autos del 204 y 275


de septiembre de 2010, proferidos a propósito de la entrada en
vigencia de la Ley 1395 de 2010, en los cuales se afirmó:

“[en aquellas] actuaciones judiciales caracterizadas por su


unidad, autonomía e independencia, no hay posibilidad de
fraccionar el acto procesal con el fin de dar cabida a la
nueva ley, porque éste constituye un todo inescindible que
se rige, desde que se formula hasta que se decide, por la
ley anterior, sin que pueda sacrificarse su integralidad para
admitir que una es la normatividad que ampara su inicio y
otra diferente la que debe atenderse para su resolución.”6

Pese a lo anterior y a que fue el autor de este estudio quien


precisamente defendió la regla de la ultraactividad legal frente a la
aplicación de la Ley 1395 de 2010 en el trámite del remate en
procesos ejecutivos, estimando que aquellos que se iniciaran antes de
la vigencia de la ley 1395 de 2010, esto es, antes del 12 de julio,
debían culminar con las reglas anteriores por tratarse de actos
complejos7, en lo que respecta al desistimiento tácito, por tratarse de
una sanción de índole procesal, no le es aplicable tal interpretación por
las razones que se exponen a continuación.

II. El principio de legalidad como modulador de la actividad


sancionatoria procesal

La sanción debe estar señalada expresamente en el ordenamiento


jurídico. El juez, aunque facultado para ejercer su poder de instrucción,
de ordenación o de disciplina, tan solo puede aplicar la sanción que
prevé la ley procesal o sustancial, estando siempre limitado a su
interpretación positiva, nunca analógica o extensiva.

Así lo ha establecido la Corte Suprema de Justicia desde 1963, al


determinar que “en materia de sanciones (…) el criterio y la norma
sobre el particular, según lo tienen establecido la jurisprudencia y la
doctrina, son de carácter restrictivo y por eso el principio de analogía
jamás tiene incidencia en esas materias. Quiere lo anterior decir que el
juzgador debe ceñirse estrictamente, cuando aplica una sanción, al
texto de la norma que la impone, sin poder deducir nunca
consecuencias que la hagan más severa, porque de no proceder así,
el juzgador impondría o agravaría una sanción, que no quiso imponer

4
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria. Auto del 20 de septiembre de 2010.
Magistrado Sustanciador Dr. Edgardo Villamil Portilla.
5
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria. Auto del 27 de septiembre de 2010.
Magistrado Sustanciador Dr. Pedro Octavio Munar Cadena.
6
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria. Auto del 20 de septiembre de 2010.
Magistrado Sustanciador Dr. Edgardo Villamil Portilla.
7
Congreso No. 31 de Derecho Procesal realizado en Cartagena de Indias, septiembre de 2010, mesa redonda
Ley 1395 de 2010, intervenciones adicionales. Publicado en Revista Correo Judicial, Universidad de Los
Andes, Ed. 13, octubre de 2011. Disponible en
http://derecho.uniandes.edu.co/images/stories/pdf/correojudicial13.pdf.
4

ni agravar el legislador”. (CSJ, Cas. Civil, sent. jun. 28/63. M.P.


Enrique López de la Pava).

El derecho sancionatorio procesal se rige, al igual que el sancionatorio


sustancial, por las reglas generales de derecho punitivo que gobiernan
en todo proceso judicial y en el civil especial, no siendo aplicable, por
las mismas razones, lo dispuesto en el artículo 40 de la Ley 153 de
1887, el cual también fue objeto de modificaciones por el artículo 624
del C.G.P.

Por derecho sancionatorio o punitivo se entiende aquel conjunto de


reglas que facultan al juez para imponer una sanción al litigante que
ha incumplido con sus cargas o sus deberes procesales o que ha
actuado con dolo o temeridad en un proceso determinado, siendo
ejemplo de tales reglas las que imponen multas al declarante
contumaz o renuente; la imposición de sanciones al litigante temerario;
la expulsión de audiencias o diligencias a la parte irrespetuosa; la
prohibición de ser oído ante el incumplimiento de ciertas cargas
económicas; la imposición de arresto por el incumplimiento a las
órdenes del juez y, en general, toda sanción de orden procesal que
sea el resultado de la actividad litigiosa irregular.

Dentro de este rango de previsiones se encuentra, sin lugar a dudas,


la terminación del proceso por declaratoria de desistimiento tácito,
pues supone la pérdida del derecho a litigar, es decir, la pérdida
temporal o definitiva del derecho de acción y la consecuente extinción
del derecho sustancial reclamado, lo que impone su estudio y
aplicación bajo la regla general según la cual no hay sanción sin una
norma previa que la establezca.

III. Ejecutoria de las providencias judiciales

Conforme a lo dispuesto en el artículo 331 del Código de


Procedimiento Civil, las providencias quedan ejecutoriadas y son
firmes tres días después de notificadas, cuando carecen de recursos o
han vencido los términos sin haberse interpuesto los recursos que
fueren procedentes, o cuando queda ejecutoriada la providencia que
resuelva los interpuestos. No obstante, en caso de que se pida
aclaración o complementación de una providencia, su firmeza sólo se
producirá una vez ejecutoriada la que la resuelva.

Por su parte, dispone el artículo 120 que todo término comenzará a


correr desde el día siguiente al de la notificación de la providencia que
lo conceda y establece que cuando se pida reposición del auto que
concede un término, o del auto a partir de cuya notificación debe
correr un término por ministerio de la ley, éste comenzará a correr
desde el día siguiente a la notificación del auto que resuelva el
recurso, aclarando que mientras el expediente esté al despacho no
correrán los términos, los cuales se reanudarán el día siguiente al de
5

la notificación de la providencia que se profiera, o a partir del tercer día


siguiente al de su fecha, si fuere de cúmplase.

Respecto de las providencias proferidas en segunda instancia, es


menester citar la sentencia C-641 del 13 de agosto de 2002, por medio
de la cual Corte Constitucional declaró la exequibilidad condicionada de
la expresión "quedan ejecutoriadas el día en que sean suscritas por el
funcionario correspondiente", contenida en el artículo 187 del Código de
Procedimiento Penal “siempre y cuando se entienda que los efectos
jurídicos se surten a partir de la notificación de las providencias”.

Por lo tanto, una decisión que haya sido notificada por fuera de la
vigencia de la norma que preveía el desistimiento tácito (Art. 346
C.P.C. – Ley 1149 de 2008) o que habiendo sido notificada pero
recurrida en reposición o en apelación en el efecto suspensivo (pues
tal es el efecto en que debe tramitarse la apelación del auto que
ordena el desistimiento tácito8), no surte efectos jurídicos, y por lo
tanto debe, en el primer caso, procederse a la revocatoria de oficio, en
el segundo, a petición de parte, por la vía de la resolución del recurso,
por cuanto el auto por medio del cual se decretó el desistimiento tácito
aún no ha cobrado ejecutoria al entrar en vigencia el Código General
del Proceso, que derogó en su artículo 627, literal b), el artículo 346
del código de Procedimiento Civil, a partir del 1º de octubre de 2012,
sustituyéndolo por el artículo 317 de la ley 1564 de 2012 -canon por
demás íntegramente distinto al incorporado por la Ley 1149 de 2008-.

Conforme a las anteriores previsiones, se deberán observar las


siguientes reglas:

1. Si la terminación del proceso por desistimiento se decretó antes


del 1º de octubre de 2012 al amparo del artículo 346 del C.P.C.,
el auto fue notificado y adquirió ejecutoria antes de la citada
fecha, deberá mantenerse la decisión.

2. Si se decretó la terminación antes del 1º de octubre de 2012,


pero el auto fue notificado después de la mencionada fecha,
deberá proferirse nuevo auto revocando el que la decretó y
proceder a requerir nuevamente bajo los apremios del artículo
317 del C.G.P., caso en el cual la notificación se realizará por
estado (núm. 1).

8
En estudio anterior publicado en la Revista No. 35 del Instituto Colombiano de Derecho Procesal se explicó
que “por tratarse de la apelación de un auto que le pone fin al proceso, debe tramitarse en el efecto
suspensivo, tal como lo indica el último inciso del artículo 345 ibidem, según el cual, el auto que resuelva
sobre el desistimiento de la demanda es apelable en el efecto suspensivo. Otras normas que consagran asuntos
similares confirman la posición, como son el artículo 85 inciso final, respecto del rechazo de la demanda, el
artículo 99 en su inciso final y 429, respecto de la terminación del proceso por encontrarse fundadas las
excepciones previas de falta de jurisdicción y compromiso, el 147 respecto de las nulidades que impiden
continuar el trámite procesal, el 171 que regula la suspensión del proceso y el 340 frente al auto que decreta la
terminación del proceso por transacción.
6

3. Si se decretó la terminación antes del 1º de octubre de 2012 y el


auto fue notificado antes de la entrada en vigencia del Código
General del Proceso, pero fue objeto de recursos y éstos aún no
han sido resueltos con posterioridad a la citada fecha, el auto
que decretó la terminación por desistimiento tácito debe ser
revocado y proceder a requerir nuevamente a la parte incumplida
bajo los apremios del artículo 317 del C.G.P., caso en el cual la
notificación se realizará por estado.

4. Si el requerimiento para cumplir la carga procesal se efectuó


antes del 1º de octubre de 2012 al amparo del artículo 346 del
C.P.C., el auto fue notificado por estado y por telegrama antes
de la entrada en vigencia del Código General del Proceso y el
término de los 30 días venció antes de la citada fecha, pero
llegado el 1º de octubre de 2012 aún no se ha dictado auto que
ordena la terminación por desistimiento, se debe dictar nuevo
auto requiriendo a la parte incumplida bajo los apremios del
artículo 317 del C.G.P., caso en el cual la notificación se
realizará por estado.

5. Si el requerimiento para cumplir la carga procesal se efectuó


antes del 1º de octubre de 2012 al amparo del artículo 346 del
C.P.C., y el auto fue notificado por estado y por telegrama antes
de la entrada en vigencia del Código General del Proceso, pero
el término de los 30 días venció con posterioridad a la citada
fecha, se debe dictar auto requiriendo nuevamente a la parte
incumplida bajo los apremios del artículo 317 del C.G.P., caso en
el cual la notificación se realizará por estado.

6. Si después del 1º de octubre de 2012 el proceso está pendiente


del cumplimiento de una carga procesal, deberá requerirse al
incumplido al amparo del art. 317 del C.G.P., caso en el cual la
notificación se realizará por estado.

7. Si transcurre un año a partir del 1º de octubre de 2012 sin que se


hubiere dictado sentencia o auto que ordene seguir adelante con
la ejecución y el proceso permanece inactivo en secretaría sin
que medie petición o actuación, podrá decretarse la terminación
de plano, sin necesidad de requerimiento previo, siempre que tal
término no se hubiere interrumpido, lo cual ocurre con cualquier
actuación, de oficio o a petición de parte, de cualquier
naturaleza.

8. Si transcurren dos años a partir del 1º de octubre de 2012 y el


proceso cuenta con sentencia ejecutoriada o auto que ordena
seguir adelante con la ejecución y permanece inactivo en
secretaría sin que actuación, podrá decretarse la terminación de
oficio, siempre que tal término no se hubiere interrumpido, lo cual
7

ocurre con cualquiera actuación, de oficio o a petición de parte,


de cualquier naturaleza.

Las reglas 1 a 5 se soportan en el principio de legalidad, pues es claro


que aunque en un proceso se hubiere requerido a la parte para dar
cumplimiento a una carga o aún decretado la terminación del proceso
por declaratoria del desistimiento tácito al amparo del artículo 346 del
Código de Procedimiento Civil, tal norma desapareció del
ordenamiento jurídico el 1º de octubre de 2012, razón por la cual, por
tratarse de una regla sancionatoria, no puede aplicársele el régimen
previsto en el artículo 40 de la Ley 153 de 1887, es decir, asignarle
mérito ultraactivo, tal como ocurre con las demás normas que rigen la
sustanciación de los procesos en los eventos allí determinados.

Las dos últimas reglas postuladas se fundan, además del ya citado


principio de legalidad que prohíbe la retroactividad de la ley
sancionatoria (nullum crimen sine lege previa), en el numeral séptimo
del artículo 625 del Código, que determina que el conteo de los plazos
previstos en los dos numerales del artículo 317 será a partir de la
entrada en vigencia de la norma, lo que indica que, para el plazo de un
año previsto en el inciso primero del numeral segundo, sólo se podrá
decretar la terminación del proceso a partir del 1º de octubre de 2013,
y para el evento regulado en el literal b), esto es, la inactividad por dos
años después de proferida la sentencia o el auto que ordena seguir
adelante la ejecución, la norma podrá ser aplicada a partir del 1º de
octubre de 2014.

Para la sexta regla, es necesario tener en cuenta que el artículo 317


no estableció un término de inactividad a partir del cual se faculta al
juez para efectuar el requerimiento, tal como lo establecía la antigua
perención en el C.P.C. y aún la del D. 01 de 1984, razón por la cual, a
partir del 1º de octubre de 2012, será potestativo del juez determinar el
tiempo que, contado desde el 1º de octubre de 2012, se considera
excesivo para que la parte cumpla con su carga procesal, reiterando
que es éste el umbral a partir del cual se debe considerar la
inactividad, sin considerar la actuación anterior a la citada fecha, pues,
como se insiste, incorporar en el conteo de los días, meses o años de
inactividad la actuación previa a la entrada en vigencia de la ley es
tanto como aplicar retroactivamente la sanción.

Finalmente, respecto de la interrupción del término a que se refieren el


numeral primero, el numeral segundo en su inciso primero y el literal
b), es decir, el de treinta días, o uno o dos años, según el caso, se
aclara que la norma no hace distinción en cuanto al acto procesal de
que se trate, pues determina que es cualquier actuación, bien sea de
oficio o a petición de parte, de cualquier naturaleza, la que interrumpe
el término respectivo, lo que indica que, en primer lugar, se trata de
evitar la sanción reconociendo cualquier acto del juez, como impeditivo
del plazo y, además, que una vez acaecida la interrupción, deberá
8

volver a contarse por un término igual al inicialmente previsto, en las


mismas condiciones de inactividad.

Lo anterior se funda en lo previsto en el literal c) del numeral 2º del


artículo 317 del C.G.P., que prescribe que “cualquier actuación, de
oficio o a petición de parte, de cualquier naturaleza, interrumpirá los
términos previstos en este artículo”, redacción que no da lugar a
equívocos en cuanto que: i. se trata de una actuación del juez y no de
la parte, situación que deduce tanto de las normas generales del
Código, tanto de Procedimiento Civil, como General del Proceso, que
indican que es el juez quien actúa y no las partes, pues ellas solicitan,
como de la misma norma que prescribe que la actuación puede ser
realizada “de oficio o a solicitud de parte”, lo que elimina la posibilidad
de que sea esta última quien impulse el proceso para los efectos aquí
establecidos; ii. La interrupción, esto es, el reinicio del conteo de los 30
días a que se refiere el numeral 1º, o bien del año del inciso primero
del numeral segundo, o los dos años del literal b) del numeral
segundo, opera con cualquier actuación del juez, destacando el
vocablo “cualquier”, es decir, que sin importar el tipo de providencia,
salvo que se trate de una orden emitida exclusivamente al secretario
(art. 328 C.P.C.), situaciones ante las cuales una vez proferida la
decisión (cualquiera que ella sea, se reitera), se entenderá
interrumpido el término y tendrá que reiniciar el conteo nuevamente; iii.
Caso excepcional ocurrirá cuando el proceso ingrese a despacho pero
no se produzca ninguna decisión que influya en la actuación que ha de
declararse desistida, lo cual, aunque es de rara ocurrencia, puede
suceder por razón de la necesidad de practicar pruebas o diligencias
decretadas en cuadernos o actuaciones que no dependen de aquella
sobre la cual recae el desistimiento (recuérdese que la sanción no
solamente aplica para el demandante, sino para otras actuaciones que
se promuevan a instancia de parte o de terceros, tal como los
incidentes), situación que prevé el inciso final del artículo 120 del
C.P.C., según el cual, mientras el expediente esté al despacho no
correrán los términos, es decir, que lo que aquí se produce no es la
interrupción sino la suspensión del término, el cual se reanudará una
vez salga el expediente del despacho; iv. Como se ha indicado, tanto
la interrupción como la suspensión del conteo aplica tanto para el
término de los 30 días del numeral 1º como para los términos de un
año o de dos del numeral 2º, pues aunque el literal c) que aquí se
comenta hace parte del último de los numerales, no por ello deja de
comprender lo dispuesto en el primero de ellos al indicar que la
interrupción se predica respecto de “los términos previstos en este
artículo”.

IV.Inactividad como causal objetiva de terminación.

Tradicionalmente se ha establecido que tanto la perención como el


desistimiento tácito comportan la convergencia de dos elementos
esenciales para la declaratoria de terminación del proceso, de la
9

instancia o del trámite respectivo, como son: a. Objetivo: entendido


como la parálisis del proceso, antes por un lapso determinado, ahora
por el término que determine el juez y; b. Subjetivo: entendido como la
imputabilidad de la parálisis a la parte que promovió el proceso o la
actuación, es decir, elemento de culpa.

El numeral segundo del artículo 317 contempla una segunda situación,


distinta de la consagrada en el numeral primero, que es la mera
inactividad procesal por espacio de un año (o dos si media sentencia o
auto que ordena seguir adelante la ejecución), ausente de culpa, lo
cual implica la inclusión de una causal objetiva de terminación del
proceso.

Esta previsión, por una parte, riñe con lo previsto en el inciso segundo
del artículo octavo del C.G.P., según el cual “los jueces deben
adelantar los procesos por sí mismos y son responsables de cualquier
demora que ocurra en ellos si es ocasionada por negligencia suya”,
norma que consagra el principio de la impulsión, según el cual
corresponde al juez adelantar el proceso, a pesar de la inactividad de
las partes; por la otra, viola directamente el contenido del artículo 29
de la Constitución Política que prohíbe toda forma de responsabilidad
objetiva, en la medida en que, según la nueva redacción propuesta, no
requerirá ahora el juez imputar la parálisis a la inactividad de una parte
de quien se espera una determinada actuación para continuar con el
proceso, pues tan sólo bastará que verifique que el proceso ha
permanecido “inactivo en la secretaria del despacho, porque no se
solicita o realiza ninguna actuación durante el plazo de un año en
primera o única instancia, contados desde el día siguiente a la última
notificación o desde la última diligencia o actuación”, lo cual, como se
dijo, comporta una forma de responsabilidad objetiva e impone
además a las partes una carga no prevista en el respectivo trámite que
se esté adelantando, como lo es el de presentar peticiones de impulso
procesal, aun cuando no medie tal necesidad o imperativo legal.

Es claro que la nueva filosofía del Código General del Proceso es la


celeridad y por lo tanto procesos de aparente vocación de perpetuidad
como lo es el actual ejecutivo, que tan solo termina con el pago,
tienden a desaparecer, lo cierto es que en gran cantidad de eventos
los procesos permanecen en las secretarías de los despachos
judiciales en espera de actuaciones de terceros, lapso en el cual
resulta inadecuado imponer cargas no previstas en el procedimiento
especial para quien no tiene el deber de sustentar el impulso de la
actuación, siendo un claro ejemplo de ello el proceso ejecutivo en el
cual, a pesar de haberse agotado todas las etapas y haber cumplido el
ejecutante todas sus cargas, aún no es posible satisfacer el crédito por
no contar el deudor con bienes en su patrimonio susceptibles de venta
por remate o adjudicación.

V. Notificación y ejecutoria del auto que ordena cumplir


10

El auto que ordene dar cumplimiento a la carga deberá ser notificado


por estado, con lo cual se modifica el régimen de notificación mixta
que contemplaba el artículo 346 del C.P.C., según el cual dicho auto
se comunicará al día siguiente por el medio más expedito. El término
de los treinta días se cuenta a partir de la notificación del auto que
ordena dar cumplimiento a la carga procesal, superando la discusión
planteada frente a la previsión derogada del art. 346, que no permitía
determinar a partir de qué momento comenzaba a correr el término de
los 30 días, por razón de la doble notificación del auto que ordenaba
impulsar el proceso.

VI.Declaratoria del desistimiento tácito

Vencidos los 30 días, el juez dictará auto interlocutorio declarando el


desistimiento tácito, disponiendo la terminación del proceso o de la
actuación, según sea el caso.

Se mantiene el comentario realizado al artículo 346 del C.P.C., en el


sentido de aclarar que el juez deberá estarse a lo resuelto en su auto
anterior, es decir, al trámite para el cual fue requerida la parte, lo que
no obsta para que se abstenga de decretar la terminación del proceso
si observa error en el requerimiento o improcedibilidad de la sanción,
realizando un control de legalidad posterior.

Se insiste igualmente en lo ya dicho frente a la derogatoria del art.


346, pues a partir del 1º de octubre de 2012 no se podrá decretar la
terminación del proceso con base en un requerimiento hecho al
amparo de la Ley 1149 de 2008.

VII. Recursos frente al auto que decreta el desistimiento


tácito.

A diferencia de lo ocurrido con la ley 1194 de 2008, el nuevo texto sí


incluyó la expresa posibilidad de interponer el recurso de apelación
contra el auto que decreta la terminación del proceso o del trámite por
declaratoria de desistimiento tácito, lo cual es consonante con la
nueva redacción y debe tenerse en cuenta la previsión contenida en el
numeral séptimo del artículo 320 del C.G.P., según el cual es apelable
el auto que “por cualquier causa le ponga fin al proceso”.

VIII. Efecto en que debe concederse y tramitarse la apelación

Se soluciona en el nuevo texto un vacío de la Ley 1194 de 2008 que


no contemplaba el efecto en el cual se tramitaba el recurso de
apelación, disponiendo que, en el caso de su decreto, lo será en el
suspensivo, y en el caso de su denegación en el devolutivo, situación
que ya había sido advertida anteriormente, cuando se afirmó: “por
tratarse de la apelación de un auto que le pone fin al proceso, debe
11

tramitarse en el efecto suspensivo, tal como lo indica el último inciso


del artículo 345 ibidem, según el cual, el auto que resuelva sobre el
desistimiento de la demanda es apelable en el efecto suspensivo.”9

IX.Condena en costas y perjuicios

En el auto que ordene la terminación se condenará en costas y


perjuicios, siempre que como consecuencia de la aplicación del
desistimiento haya lugar al levantamiento de medidas cautelares. La
condena será in genere.

No ocurre lo mismo cuando el desistimiento se decrete frente a la


situación prevista en el numeral segundo del nuevo artículo 317, pues
el inciso primero expresamente prohíbe tal condena, debiendo tener
en cuenta que si bien la norma no contempla sanción adicional frente
al caso de la terminación por causal objetiva en lo relativo a costas y
perjuicios, sí mantiene la consecuencia contemplada en el numeral
sexto del artículo 95 del C.G.P. (también vigente a partir del 1 de
octubre de 2012), según el cual no se considerará interrumpida la
prescripción y operará la caducidad cuando el proceso termine por
desistimiento tácito, situación que prevé igualmente el literal f) del
numeral segundo del artículo 317.

X. Sanción aplicable a todos los procesos que se tramiten por


el Código General del Proceso.

Por no contemplar la norma reglas de excepción, se entiende que la


sanción puede ser aplicada, con las restricciones ya explicadas, en
cualquier proceso, trámite, actuación, o recurso sea este ordinario o
extraordinario, endógeno, como el recurso de casación, o exógeno
como los recursos de revisión o anulación, conclusión que se expuso
anteriormente, con fundamento en el auto de marzo 21 de 1973,
proferido por la Corte Suprema de Justicia, dentro del trámite del
Recurso Extraordinario de Revisión, en el cual la Corte extendió los
efectos de la perención (institución análoga) a otras etapas del
proceso y aún a los trámites posteriores.

En el referido auto la Corte expresó: “Ninguna de estas dos normas,


tampoco los preceptos que regulan el recurso de revisión, dicen
expresamente que el abandono del litigante llamado a actuar en él
para poner fin a un litigio se deba sancionar con los efectos de la
perención. De este silencio no puede inferirse sin embargo la
improcedencia de la sanción, puesto que si ésta se consagra
positivamente para el recurso ordinario de apelación, con mayor razón
debe admitirse que también procede en la revisión porque este
recurso, dados su carácter extraordinario y su finalidad propia,

9
Nisimblat, Nattan. Desistimiento tácito y perención. Comentarios a la Ley 1194 de 2008 sobre desistimiento
tácito y al artículo 23 de la Ley 1285 de 2009 sobre perención en procesos ejecutivos. Revista del Instituto
Colombiano de Derecho Procesal. Ed. 35. 2009. Pp. 7-28.
12

constituye, pero limitada en el tiempo, una especial excepción al


principio de la cosa juzgada.” (CSJ, auto mar. 21/73, T. CXLVI, págs.
66, 2ª, 67, 1ª y 2ª).

Se corrigió igualmente un posible yerro incorporado en la Ley 1149 de


2008, pues, como ya se había expresado, en la exposición de motivos
de la citada ley, el legislador manifestó que la sanción “es de
aplicación en todo tipo de procesos civiles”, pero en la redacción
definitiva, se incluyó la expresión “de naturaleza civil y de familia” (art.
2º), limitando su aplicación a tales asuntos, situación que llevó a
concluir que la sanción se reservó a los procesos que tenían dicha
calidad y no a los procesos que se tramitan ante la jurisdicción civil y la
de familia, lo cual excluyó los procesos de naturaleza comercial,
agraria y todos aquellos que se adelantaran ante la jurisdicción civil,
pero no ostentaran tal linaje, recordando en este punto la cláusula de
cierre de jurisdicción que contempla el numeral 9º del artículo 16 del
Código de Procedimiento Civil.

XI.Efectos de la sanción

Los efectos de la sanción varían según el acto declarado desistido,


pues como antes se expresó el desistimiento puede predicarse de la
acción, del procedimiento y de los recursos, mientras que la antigua
institución de la perención tan sólo cobijaba al segundo de ellos, es
decir, al procedimiento, salvo que por segunda vez el proceso se
hubiere intentado y nuevamente feneciera por inactividad de la parte,
caso en el cual la declaratoria hacía tránsito a cosa juzgada respecto
de la pretensión, situación que se mantiene frente al desistimiento
tácito, cuando después de iniciado por segunda vez el proceso el juez
decretare nuevamente su terminación por inactividad, evento que
extingue, como en el derecho romano10, la pretensión, y no
simplemente la acción (num 2, lit g), lo cual supone una excepción a la
regla constitucional del non bis in ídem.

Se reitera igualmente lo dicho frente a otros actos procesales distintos


de la demanda, pues al igual que lo previsto en el derogado artículo
346 del C.P.C., el desistimiento tendrá efectos relativos a la actuación
y a la parte que la promovió, ya que en el proceso es admisible el
ejercicio del derecho de acción por personas distintas del demandante,
como es el caso de la demanda de reconvención, los incidentes, el
remate de bienes, la cesión de derechos o la sucesión procesal, entre
otros, casos en los cuales, dependiendo del derecho alegado, operará
la preclusión y no la cosa juzgada, que si bien análogas en su trato, no
iguales en sus efectos, pues la primera impide que sobre una etapa
cerrada vuelva el juez a pronunciarse y la segunda que el derecho
pueda ser debatido más de una vez en proceso posterior, aclarando

10
En el Derecho romano sólo el desistimiento de la acción constituía una real y verdadera renuncia del
derecho litigioso: Destitisse is videtur, non qui distulit sed qui liti renunciavit in totum, afirman las leyes del
Digesto romano.
13

que, según lo ya expresado, con la nueva redacción se excluyen a los


terceros y demás sujetos procesales de la sanción.

XII. Conclusión

Aunque por expresa disposición del Código General del Proceso, así
como del Código de Procedimiento Civil, las normas procesales rigen
a partir de su expedición y son de obligatorio cumplimiento, principios
como el de legalidad y de no retroactividad de las sanciones, modulan
la actividad procesal, pues, conforme a lo visto a lo largo del estudio,
normas como la contenida en el artículo 40 de la Ley 153 de 1887, tal
y como quedó modificada por el C.G.P., así como las reglas de
transición de los artículos 620 a 627 de la Ley 1564 de 2012, y el
contenido fundamental del artículo 29 de la Constitución, imponen la
vigilancia y aseguramiento de garantías procesales que evitan el
exceso en la actividad judicial; de allí que, en los eventos en que sea
necesario dar aplicación al desistimiento tácito, es necesario analizar
el caso en concreto y adecuar la norma sancionatoria a la correcta
interpretación que se desprende de su postulado gramatical.

XIII. Bibliografía

Corte Constitucional, sentencia C-641 del 13 de agosto de 2002.

Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria. Auto del


20 de septiembre de 2010. Magistrado Sustanciador Dr. Edgardo
Villamil Portilla.

Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria. Auto del


27 de septiembre de 2010. Magistrado Sustanciador Dr. Pedro Octavio
Munar Cadena.

Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria. Auto del


20 de septiembre de 2010. Magistrado Sustanciador Dr. Edgardo
Villamil Portilla.

Ley No. 1564 de 2012. Por la cual se expide el Código General del
Proceso. Publicada en el Diario Oficial No. 48.489 del 12 de julio de
2012.

Morales Molina, Hernando, Curso de Derecho Procesal Civil, Parte


General, Undécima edición, Ed. ABC, Bogotá, 1991.

Nisimblat, Nattan, “Vigencia de la Ley 1395 del 2010 en procesos


ejecutivos y remate de bienes”. Revista Correo Judicial. Universidad
de Los Andes. 26 de octubre 2011 - Publicación mensual No. 13. ISSN
2027-8500.
14

Nisimblat, Nattan, desistimiento tácito y perención comentarios a la ley


1194 del 9 de mayo de 2008 sobre desistimiento tácito y al artículo 23
de la ley 1285 de 2009 (enero 22) sobre perención en procesos
ejecutivos. Revista del Instituto Colombiano de Derecho Procesal.
Edición No. 35, págs. 7-28.

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