Está en la página 1de 4

LA PINTA (Crónica)

Habían pasado ya tres meses desde mi llegada a la ciudad de Popayán, yo estudiaba


etnoeducación y había hecho amistad con Isabel. Ella era un chica delgada con cabello
negro y lasio y con unos ojos color verde claro, estaba terminando su carrera de literatura,
me parecia tranquila, silenciosa y un poco solitaria. Oriunda de Popayán, pero por
dificultades familiares y numerosos hermanos se había independizado y hacía no mucho
vivía en el apartamento con un paisano mío.

Isabel tenía siempre conversaciones interesantes para mí, sobre la música, la lectura o el
cine. No se si por coincidencia o por mi interés en aquel momento en el tema del
Chamanismo y las culturas ancestrales llegamos a discutir sobre la literatura de Carlos
Castaneda, sus historias mágicas, sus grandes personajes como Don Juan Mattus y sus
reflexiones; recuerdo ver en su habitación montañas y montañas de libros apiladas hasta el
techo y entre los cuales estaba la colección de Carlos Castaneda, por lo que debo
agradecerle mucho me haya facilitado. Como consecuencia de estas conversaciones sobre
el peyote y el Chamanismo llegamos a hablar del “Yagé” y ella me contó que hace algún
tiempo ya, asistía a ceremonias de “Remedio” con un Taita que venía del alto Putumayo.

Lo que había escuchado sobre el “yagé” eran experiencias increíbles, fantásticas pero
también terribles y confusas. Lo que me instó a investigar información en varios libros, por lo
que descubrí que era una combinación de plantas en una preparación especial y que podría
ser una sustancia muy potente y a veces agresiva con el organismo.

Siempre que tocábamos el tema del Yagé ella con mucho entusiasmo y emoción relataba
sus experiencias del remedio y algunas conversaciones que había tenido con el Taita.
Para ese momento esas anécdotas se me hacían similares a las historias mágicas de
Castaneda. me obsesionaban, me llenaban de intriga y ponían a volar mi imaginación.
Pero fue a mitad de una de esas anécdotas que me dijo:

- ¡Animate! Vamos y lo vas a conocer en persona y verás de qué te hablo.

No puedo negar que la sola invitación a esa experiencia me causaba curiosidad y terror al
mismo tiempo, sin embargo sentía una fuerte inclinación a incluirme en estos relatos, por lo
cual le respondí que sí, pero le confirmaría cuando la acompañaría en la próxima
ceremonia.
Me explicó que también para poder tomar el menjurge debía meditar, prepararme
psicológicamente, no tomar trago, cuidar mi cuerpo con mucha agua y no comer carnes. Al
cabo de unos días, ajuste mi presupuesto y confirme con Isabel mi asistencia a la
ceremonia.

Cuando llegamos al punto de encuentro se encontraba en el paradero de buses un hombre


un poco mayor, robusto, de estatura baja y de facciones indígenas; El cual tenía una
vestimenta sencilla y un simpático sombrero tejido en paja, sin habérmelo imaginado salude
sin misterio al hombre y no le preste más atención. al momento llegó el transporte por
nosotros. Aquel hombre que había saludado era el Taita y el hombre del conocimiento.

El carro nos llevó hasta un refugio ubicado en la vía al Huila, era un lugar muy bonito y
grande con muchas flores y árboles, en la Maloca encontramos a una persona joven que
vestía un atuendo de Chamán y tenía una corona de plumas Amarillas, en el centro estaba
preparado un altar, repleto de botellas con sustancias misteriosas y otros objetos muy
curiosos. pude distinguir garras de tigre, plumas y hojas de plantas. El Taita y el otro joven
tomaban estos objetos y hacían rezos en su lengua nativa, en muy pocos momentos
mezclaban las palabras con el español, mientras los otros asistentes preparaban la hoguera
en frente de aquella Maloca.
El Taita tomó la Palabra:

-Bienvenidos todos, hermanos de la misma Madre Tierra, yo soy Marcelino Chindoy y este
es mi hijo y sucesor José (refiriéndose al chamán acompañante), venimos desde Sibundoy
y pertenecemos a la familia Kamentsa, Llevamos ya siete años practicando la medicina en
este región y para esta ocasión traemos un remedio híbrido, cuya naturaleza es cielo y
serpiente, este provera conocimiento y sabiduría para con la familia.

Tomo de la mesa unos frascos de cristal con un polvillo marrón fino y nos invitó a todos a
hacer una fila para compartirnos “el rape”. Cuando se aproximaba mi turno, sentía mucha
zozobra, voltee a mirar a Isabel pero ella a diferencia mía estaba muy tranquila y sonriente.
Levante la cabeza y José puso una especie de cerbatana especial en mi nariz y dijo:
- ¡Aguante!,
Lo primero que sentí fue una intensa picazón en mi nariz y ojos, luego vinieron las ganas de
toser, pero lo peor fue el dolor intenso encima de mi nuca, como si hubieran roto un palo en
mi cabeza, esto cesó rápidamente e inmediatamente vino la diferencia. Mi respiración era
perfecta y serena, el temor desapareció y en mi mente no había ningún pensamiento.
-Otra fila para los que van a recibir el remedio- Dijo el Taita.

Esta vez fue el Taita quien me sirvió en un totumo un líquido muy espeso y oscuro, con un
sabor y olor únicos y particulares, enseguida el Taita subió los brazos ofrendando la
medida y con los ojos cerrados pronunciaba rezos.Tuve que esforzarme para tragar el
remedio ya que era demasiado espeso.

-Salud y buena Pinta- dijo el Taita inclinándose hacia mí.

Sobre mis hombros puse una cobija que había llevado y me acerque al fuego donde estaba
sentada Isabel, pero ella no volteo a mirarme estaba ensimismada, privada, desconectada
de la realidad, en sus ojos solo se refleja con intensidad el fuego, no me sentí capaz de
hablarle asi que tambien concentre mi atención en aquella hoguera, las llamas eran
majestuosas y danzaban sublimes proyectando imágenes abstractas.

Lo primero que sentí fue una sensación extraña en mi estómago, que se fue desplazando y
llenando todo mi pecho, ya en esta instancia mi cuerpo era un cascarón y la energía que me
inundaba con vivacidad era mi espíritu, tuve temblores dentro de mi cuerpo y la necesidad
inmediata de alejarme de ese lugar. llegue hasta un pequeño arroyo, había calma y
escuchaba la sinfonía de las ranas.

Un hombre llegó reptando hasta el lugar, en su desesperación se puso de rodillas, suplicaba


perdón y lloraba, se tumbó al suelo y en el jadeaba dando vueltas sobre sí mismo como si
tuviera una pesadilla muy fuerte, se arrodillo y vomitaba con violencia, pero este sonido ya
era más similar a un sapo. el estridente sonido inundó mi mente y se acompaña de
imágenes caóticas del hombre que estaba a mi lado.

Tuve que huir del lugar pero no conseguí llegar a la hoguera, ese sonido contagio la
náusea, me hinqué para purgar, escenas de seres queridos y otras confusas. terminada la
reacción, sentado en el suelo, mire hacia mis hombros y había una gran serpiente que
apretó mi cuello, resplandecían sus escamas sumiendome en su voluntad transportándome
a una dimensión ajena, todo era oscuro. Luego se llenó el espacio con miles de figuras
geométricas como fractales que desprendían iridiscencia en una gama de colores
fluorescentes, al desvanecerse esta dimensión, advertí que actuaba por impulso me
desplazaba en cuatro patas y tenía mucha energía, ya en ese punto todo en mi entorno
estaba lleno de vida, los árboles susurraban y danzaban con el viento. el cosmos se torno
infinito. no podía hablar solo merodeaba observando con curiosidad, Retorne al estado de la
parálisis y con él de nuevo a la dimensión de oscuridad, pero esta vez me encontraba al
borde de un abismo gigantesco, intente tomar el coraje para salir de ese lugar, pero antes
de dar un paso, vacile cayendo al vacío. Fue un momento eterno lleno de tristeza, sosiego y
dolor y mientras caiga presencie el transcurso de mi vida, llegado al fondo una fuerza
tenebrosa habitaba en el lugar, y se posó sobre mi privandome,
- Era casi como si yo fuera una marioneta-.

Llego a mi rescate una música en constante crecimiento, era celestial y armoniosa, como si
dentro de aquel abismo se encontraba el Taita, que conociendo mi letargo me llevó de
nuevo al lugar de la maloca, entonces lo ví. Él había estado bebiendo remedio toda la noche
a la par con los asistentes, empero se hallaba concentrado y sus ikaros retumbaban en todo
el espacio. No era un hombre normal, su figura se asemejaba a la de un animal, aunque no
pude saber cual. continuó entonando su armónica y de entre los matorrales salió un
muchacho muy joven de los asistentes a la ceremonia. Se desplazaba en cuatro patas de
dos en dos. de frente a la hoguera, escuchaba la música inclinando la cabeza con suma
curiosidad. Sin vacilar salto sobre la hoguera, dio otros pasos más y trepó el árbol, desde
donde agitaba las ramas con fervor .
-Estaba atónito, jamás había presenciado algo parecido.
El muchacho bajó del árbol y de nuevo entró enérgicamente perdiéndose entre los
matorrales. el taita continuó con los ikaros pero ahora estos eran más suaves y apacibles.
Me senté cerca del fuego, en donde tuve el impulso de acostarme y abrazar la tierra.
Recordé el arrullo de mi madre y la protección de sus brazos, era perfecto, me sentía lleno y
querido. Tal comodidad me indujo al sueño y al descanso.
En la mañana comenzó el ritual de sanación, Vi al muchacho de aquella escena tan curiosa
y pregunté por su particular actuación, pero respondió que solo había regresado a un
estado natural y no sabía nada más. Después de mi limpia, el taita me susurro al oído
- si miro la serpiente?, intento volar pero dudo, verdad?.
En mi mente incógnitas a borbotones
-¿había sido el taita capaz de mirar todo lo que me había ocurrido?, ¿Que significado tenia
la serpiente?, ¿Porque caí en ese abismo?...

También podría gustarte