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Descubren las zonas del cerebro donde se

origina el odio

La revista Plos One ha publicado que Científicos británicos de la


University College London descubrieron qué zonas del
cerebro se activan cuando las personas odian con todas sus
fuerzas.

Con ayuda de un tomógrafo de resonancias magnéticas, los


científicos analizaron los cerebros de 17 personas que
miraban fotos de personas que odiaban. En la mayoría de
los casos se trataba de ex amantes o competidores en el
trabajo. A modo comparativo se mostraron fotos de personas
neutrales a las personas analizadas.

Lo curioso es que algunas zonas se activan tanto con el odio


como con los sentimientos románticos, lo cual aun da más
fuerza a la común afirmación de que el odio y el amor están
separados por una delgada líneo o que del amor al odio sólo hay
un paso.
De hecho, en los dos casos se activan el llamado putamen y la
corteza insular. “La corteza insular reacciona a estímulos
inquietantes y pueden intranquilizar caras amadas y caras
odiadas, además, tanto el uno como el otro activan
regiones del cerebro relacionadas con las agresiones, y
no sólo cuando uno se encuentra con un enemigo odiado
sino también cuando aparece por ejemplo un rival por el
amor de la persona amada“, explicó Semir Zeki, uno de los
investigadores.
Descubren una fórmula práctica para destruir células cancerosas

8 de mayo de 2008.-
Según han descubierto investigadores de laWashington University School Of Medicine,
de San Louis, los tumores cancerígenos tienen una vulnerabilidad particular que puede
ser explotada para hacerlos más sensibles al calor y la radiación.

En concreto, los encargados de la investigación explicarón que han hallado que los
tumores disponen de un mecanismo para su desarrollo que los protege de los daños
ocasionados por el calor reduciendo así la eficacia de los tratamientos oncológicos
convencionales basados en una combinación de radioterapia e hipertermia.

Tej K. Pandita, oncólogo y genetista responsable del proyecto científico, informó que
durante el estudio se ha comprobado que el calor también se relaciona con la actividad
de una enzima denomida telomerasa que se halla en las células cancerosas, explicó que
esta enzima ayuda a proteger las células del daño inducido por el estress de la
radioterapia, permitiendo la supervivivencia de alguna de ellas.

Durante el experimento se utilizaron compuestos que inhiben la telomerasa y se


comprobó que de esta manera se consiguen destruir más facilmente las células
cancerosas en un tratamiento combinado de hipertemia y radioterapia.

Alterando esa proteccion, los investigadores han mostrado que las células cancerosas
crecen en un ambiente que las hace más sensibles a la terapia oncológica. Actualmente
la radioterapia es el principal tratamiento contra el cáncer, pero no siempre se consigue
un control completo de los tumores.

Durante años, elevar la temperatura del tumor ha sido investigada como forma
combinada de aplicar la radioterapia, pero no se pudieron evitar algunos efectos
secundarios en los pacientes. Investigaciones pasadas han mostrado que la hipertemia
es una de las formas más potentes de incrementar la aniquilación de las células
cancerosas mediante la radiiación.
Descubren la clave del
envejecimiento
El estudio estuvo a cargo de científicos de la
Universidad de Londres y del King College, y analizó
más de medio millón de variantes a lo largo de todo
el genoma. Así logró identificar que algunas de
ellas, sobre todo las cercanas a un gen
llamado TERC, eran responsables del deterioro
de la edad, publicó el portal ABC.es.De acuerdo a
la explicación de los autores de la investigación,
existen dos formas de envejecimiento
diferentes: la cronológica, que tiene que ver con
los años que se tienen, y la biológica, relacionada
con las características de las células, es decir, si
éstas son más jóvenes o viejas de lo que sugiere la
edad.Nilesh Samani, codirector del estudio, señaló
que "existe evidencia acumulada de que el riesgo
de enfermedades asociadas a la edad incluye
la enfermedad cardiaca y otros tipos de
cánceres más relacionados con la edad
biológica que con la cronológica".El estudio
analizó unas estructuras llamadas telómeros,
ubicadas en el extremo de los cromosomas. Todos
los individuos, cuando nacen, tienen telómeros de
cierta longitud que van acortándose a medida que
las células envejecen y se dividen. Es por ello que
su largo es un excelente marcador del
envejecimiento biológico.Samani remarcó: "En
este estudio lo que descubrimos es que estos
individuos que portan una variante genética
particular tenían telómeros más cortos, por lo
que parecían biológicamente más mayores.
Dada la asociación de los telómeros más cortos con
las enfermedades asociadas a la edad, los
descubrimientos plantean la cuestión de si los
individuos que portan la variante se
encuentran bajo un mayor riesgo de
desarrollar tales enfermedades".Por su parte,
Tim Spector, otro de los codirectores del trabajo,
señaló que las variantes identificadas se encuentran
cerca de un gen llamado TERC, del cual ya se
conocía su papel en el mantenimiento de la longitud
de los telómeros. "Lo que nuestro estudio
sugiere es que algunas personas están
genéticamente programadas para envejecer a
una tasa más rápida. El efecto era bastante
considerable en aquellos con la variante,
equivalente a entre 3 y 4 años de
'envejecimiento biológico' medido por la
pérdida de longitud de los telómeros" , explicó
Spector.En ese sentido, los investigadores afirmaron
que las personas susceptibles genéticamente
podrían incluso envejecer más rápido si se
exponen a ambientes nocivos para los
telómeros como el tabaquismo, la obesidad o
la falta de ejercicio . Esto podría llevarlos a ser
biológicamente varios años mayores o,
incluso, sucumbir ante enfermedades
asociadas a la edad.

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