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UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSE DE CALDAS

Miguel Ángel Rodríguez Martínez

20191016032

Cátedra Francisco José de Caldas

​UNIVERSIDAD POS-COVID: ¿VOLVEREMOS A LA NORMALIDAD?

El mayor tema en épocas de pandemia, y quizás lo que nos ha mantenido con esperanzas
tras la crisis, es ¿Qué pasará cuando volvamos? Y hoy nos preguntamos ¿Qué pasará
cuando volvamos a la U?.

No es un secreto para nadie que el final de esta crisis cada día se ve más lejos, las
declaraciones varían desde la esperanza de una vacuna –que, incluso si llega al país, tendrá
aún muchas etapas que superar para llegar al total de población, gracias a la tan famosa Ley
100 de 1993 y el sistema de salud que cada vez está en mayor crisis- hasta la crudeza de
asegurar que nunca saldremos de esta pandemia, solo tendremos que aprender a vivir con el
virus.

Además, la temporalidad no juega mucho a nuestro favor, es claro que las disposiciones
nacionales no permitirán que este año retornemos a las clases y es que ¿Quién dejaría que
las universidades volvieran a la normalidad? Si algo nos ha dejado esta crisis es una
conciencia de las medidas de bioseguridad, o por lo menos eso esperamos, y un
distanciamiento social increíble, el miedo a la muerte que nos hace dar 2 pasos atrás cuando
frente nuestro alguien tose, incluso si solo se atoró con su saliva.

Extrañar la normalidad es el sentimiento más común de las y los estudiantes, el


hacinamiento en las aulas de clase, el poner en práctica lo que vamos aprendiendo, salir de
clase y compartir espacios de ocio, relajación o recreación, compartir alimentos, bebidas,
salir de fiesta y besar a alguien, bailar en masa o en pareja, hacer pijamadas o una salida al
parque, acampar, viajar, cosas que de fondo se dan con la vida universitaria y que según la
misma alcaldesa, no podremos retomar por lo menos durante un año más.

Otra parte de la vida universitaria, y tal vez una de las más importantes, la que nos impulsa
a criticar el país y defender nuestros derechos, sin duda alguna se va a ver fuertemente
afectada y es que ¿Cómo vamos a reemplazar las multitudinarias asambleas, los encuentros,
las horas de discusión política e incluso las diferentes formas de movilización masiva? El
movimiento estudiantil tendrá por delante la tarea de mantenerse firme, no solo frente a las
condiciones impuestas por la pandemia, sino también sobreviviendo al país que cada día
que pasa más nos duele, el que nos masacra a diario, el que nos persigue y estigmatiza por
pensar diferente, el que nos desaparece y asesina, el “Estado” Terrorista.

Indiscutiblemente otra de las mayores afectaciones que nos dejará esta crisis es la pérdida,
perder amistades, personas conocidas, familiares, sin duda alguna todas y todos volveremos
a vernos con un poco menos de brillo en los ojos, pero mucha más fuerza en el corazón. Por
fin reconoceremos la importancia de un abrazo, de una caricia, de un saludo, de prescindir
de lo que nos separa, de tenernos. Hay rostros que extrañaremos cuando volvamos a las
aulas, docentes, personas de las áreas administrativas, de aseo, de seguridad, pero tal vez
los que más extrañaremos serán los de compañeras y compañeros que no están, que
tuvieron que sobrevivir en medio de tanta crisis, aquellas juventudes que tuvieron que
decidir entre comer o estudiar.

Menos del 50% de estudiantes inscribieron materias para 2020-2, menos de la mitad de los
pines para admisiones fueron comprados, las juventudes nos estamos perdiendo en la
realidad a la que nos ha llevado el Gobierno, en la sociedad que cada vez es más pobre,
mientras los ricos cada vez son más ricos y los bancos son la prioridad número uno de la
marioneta en turno sentada en la silla de la alocución más larga, vacía y falsa de la historia
nacional.

No, la universidad no será la misma, la vida universitaria no será la misma, la sociedad no


será la misma, nosotras… no seremos las mismas. Volveremos recargadas, con las reservas
a rebozar, de indignación, de solidaridad, de esperanza, de amor, de fuerza, de valentía, de
lucha.Volveremos, para seguir construyendo el sueño de un país mejor, de una educación
que nos saque de la pobreza, de una vida al alcance de nuestros sueños y de construir un
legado tan fuerte y sostenible que no lo borre nadie, ni un presidente de mentiras, ni un
Estado corrupto, ni la política del miedo y el paramilitarismo, ni un sistema de salud
precario, ni siquiera una nueva pandemia.

Nos correspondió el turno de cambiar la historia, somos la famosa generación de cristal,


pero lo que no se dice es que este cristal no se rompe, no se amilana, ya no tiene miedo;
volveremos a la U, volveremos a las clases, volveremos a vernos, y no seremos las mismas,
pero lo que sí podemos asegurar es que volveremos para hacerle honor a Garzón y, por fin,
después de más de 20 años, tomar la dirección de éste país, hacia la Colombia que
soñamos.

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