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CORAZÓN DE ROBLE

TOMO I
ESCRITO POR TXAPITO

Capitulo 1

- ¡Huid hacia el sur aprisa!

Sintiose el Bretoniano intranquilo cuando alzo su espada amenazante hacia sus


enemigos. La oscura mirada de la bestia, sus gruñidos, aquellos afilados colmillos... el
noble conocía su limite a la hora de combatir, y suponiendo que aquel monstruo lo
superaba, decidió no cargar contra ella. Simplemente aguardo con su espadon en alto,
tras él, su querida mujer. El llanto de una dama, apaciguaba el alma de las bestias, que
tras crueles hachazos, mordisqueaban los cuerpos de los ya caídos en combate. Una
visión pandemonica, grandes catástrofes juntas podrían resultar mas agradables, que
observar como a uno se le acerca la hora. La muerte nunca perdona, y menos si tiene
colmillos, garras y pesadas mazas.

- ¡Por dios hemos jurado que nuestro pueblo no caerá en vano!- Grito el noble-
¡Demostrad a esas criaturas lo que valemos... en nombre de los D'Lacroix!

Varios de los aldeanos que empuñaban guadañas cargaron contra un enorme minotauro
que se encontraba empalado a un poste cercano. Su envergadura le había jugado una
mala pasada, y ahora se encontraba a merced de dos pastores sedientos de venganza. El
señor D'Lacroix se mantenía firme, dando ordenes a sus vecinos, procurando que el
fuego de la moral no se apagase.

Varios Ungors se acercaron hasta el campo de batalla donde intentaron socorrer a la


bestia cornuda que yacía grave al lado del poste donde había chocado. Los aldeanos que
se enfrentaron a los Ungors no cedieron terreno, simplemente se defendieron hasta que
la muerte los abrazo. Mas cuerpos para la matanza. El señor D'Lacroix acercose hasta
un grupo de resistentes que intentaban detener el paso de las fuerzas del caos.

- ¡No dejéis que crucen estas barreras!- Añadió el noble- ¡No debemos rendirnos!
¡Cazadores que no os atrevéis a usar vuestro arco, merecéis estar al otro lado de la
barricada Pardiez!

Al escuchar los gritos de su señor, los humildes cazadores recogieron sus arcos y
dispusieronse a disparar por unas pequeñas aberturas que se habrían en una de las
paredes.

En el exterior, las bestias eran cada vez más numerosas, la sangre bañaba la piel de
aquellos hombres cabra. Sus ojos brillaban con una luz rojiza. Algunos de ellos recibían
impactos de flechas, pero sus brazos continuaban presionando la barricada. Los
aldeanos, haciendo uso de unas viejas lanzas de ganadería bretoniana, intentaron hacer
retroceder a la amenaza mediante golpes rápidos y precisos a través de la barricada.

Las punzadas de aquellas picas parecía no herir a las bestias, que cada vez con mas
ímpetu, empujaban la endeble barrera de madera.

Entre las cenizas de la aldea, resurgió una temible bestia. Sus cuernos intimidaban a los
arqueros que habían cesado de disparar, a causa del temor.

- ¡Maldito sea el temor que nos llevara a la derrota!- Volvió a gritar el noble- ¡ Derribad
a ese demonio!

El minotauro se dispuso a cargar contra la barricada. Varios de los Gors que intentaban
destrozarla a golpes se apartaron, pero muchos de ellos continuaron con su tarea.

Los arqueros tensaron sus arcos y dispararon múltiples ráfagas de flechas contra aquel
engendro del mal, que con la fuerza de una estampida se dirigía hacia ellos. El impacto
hizo saltar la barrera por los aires, algunos de los aldeanos corrieron despavoridos.
Otros, intentaban quitarse la vida con sus lanzas. Otros, respiraban debajo de toneladas
de escombros. Los menos numerosos, alzaron sus armas y bajo las ordenes de su amo,
el señor D'lacroix, cargaron contra las bestias.

Y el destino los hizo desaparecer.

La joven dama no paro de correr hasta que difícil se le hacia escuchar los entrechocares
de las armas y los aullidos de los moribundos. Agachose al lado de un fornido alerce y
su llanto comenzó a escucharse por aquel frondoso bosque. El bebe que llevaba en
brazos parecía valiente. Aun teniendo únicamente dos años, no se le ocurrió llorar o
molestar a su madre en la huida, únicamente pestañeaba y movía sus brazos arriba y
abajo. La mujer se quito el sombrero y lo dejo a su lado. Se trataba de un sombrero
pardo muy largo. Tan grande era aquella prenda que sirvió como manto para su bebe
que ahora se encontraba en un estado más confortable y caliente. La mujer aguardo
alguna señal de vida no hostil acurrucada en aquel hueco natural. Sus sentidos
comenzaron a percibir una débil presencia a su alrededor. Los árboles se agitaron. No
hacia nada de viento. Sus ramas comenzaron a expandir una brisa primaveral que
agrado a la mujer. El sonido de la tierra batiéndose bajo sus pies. Acerco la dama su
delicada cabeza al borde del tronco para divisar a muchas bestias con sus arcos
tensados. " Moriremos aquí" pensó la muchacha, que volvió a agacharse al lado de su
hijo.

Los pasos cada vez eran mas frecuentes, los monstruos se acercaban lentamente, con
sus arcos tensados apuntando a la vegetación que reinaba en aquel paraje natural. Un
siseo, una flecha callo al lado de la mujer, clavándose en el húmedo terreno. Después de
esa cayeron más. A continuación llovieron mas virotes provenientes del bosque, algunos
de ellos se clavaron en el pecho de las bestias. Estas se desplomaban a medida que las
flechas hacían aparición. Asomose la doncella al borde del árbol para ver lo que ocurría,
pero una flecha se clavo con fuerza en su pecho y de nuevo cayo de bruces al lado de su
hijo.

Sus ojos se mantenían fijos en su bebe que había comenzado a llorar levemente. Veía la
doncella como la sangre no dejaba de emanar de aquella herida, su hijo prosiguió
llorando. A su lado, los árboles comenzaron a moverse. La tierra tembló con sus
pisadas. Tras aquellos monumentales seres aparecieron unos cuantos elfos, que
ocultaban su cuerpo con ropajes verdes y afines con el alrededor. Caminaron al lado de
la mujer herida, pero no se detuvieron a socorrerla. La dama intento lanzar un grito de
auxilio, pero las fuerzas la abandonaban. Su hijo en cambio, lloraba como nunca,
aunque aquello no hacia aminorar la marcha de los elfos, que proseguían sin dirigir la
mirada a los desdichados bretonianos. Cuando toda la patrulla se alejo de aquel páramo,
la mujer mantuvo sus ojos abiertos. Un ultimo elfo salto desde una rama y se detuvo
ante la familia. La mujer haciendo uso de su ultimo aliento se dirigió al desconocido.

- Se llama Pierre.... D'lacroix... familia de bardos.. Ama la música como vos... por
favor... cuide de mi hijo...

La mujer cerro sus ojos y por fin pudo descansar en paz, junto a su ser más querido.

Capitulo 2

Altos se alzaban los robles que cubrían aquel páramo. Como era de esperar, la luz
escaseaba y el caminar se hacia difícil. Restando el problema con la oscuridad, las
avefrias y gorriones que sobrevolaban el claro traían consigo una gran noticia. El cielo
mostraba su color azul, el viento se canso de agitar las ramas, y la temperatura era
adecuada para que un elfo se sintiese a gusto. Felicitose Aghawë a sí mismo al sentirse
rodeado de tan hermoso día que sin lugar a dudas, hacia que el bosque pareciese mas
joven.

" Si aquellos árboles pudiesen hablar" pensó el elfo mientras admiraba el bello paisaje
que la naturaleza le iba mostrando. Pero resulta que los árboles no hablaban, por lo
menos no aquellos con los que se cruzaba el silvano... por lo menos no en su idioma.

Encontrose Aghawe en la orilla de un cristalino rio en el que sacio su sed y lleno un


pequeño frasco de barro con su agua.

Se alejo pues del arroyo volviendo a internarse en el espeso bosque que parecía no
terminar nunca. Únicamente el llanto de una liebre al sentirse amenazada por una fuerza
mayor, el siseo de algún reptil cobarde y traicionero, o tal vez el chirrido de una ardilla
asustada al escuchar a los anteriores. La naturaleza se compone de sonidos e imágenes,
Aghawe los conocía, los respetaba. También conocedor del ciclo natural, el silvano se
veía unido al bosque, al igual que se sentía unido a sus extremidades, o su largo cabello
castaño a su cabeza.
Detuvose el elfo delante de una cabaña que aguantaba en pie en las mal altas ramas de
un castaño de indias. Comenzó a trepar Aghawe con gran agilidad y a largos pasos,
hasta que por fin alcanzo la cabaña.

Abrió la puerta con suavidad y esta lanzo un leve chirrido que provoco un pequeño eco
en aquel tramo del bosque. En el interior de la choza reinaba la oscuridad, se acerco
Aghawe a una pequeña ventana y apartando una pequeña tela dejo pasar unos cuantos
rayos de luz que iluminaron la habitación con cierta debilidad. Para aquel elfo no existía
la decoración, ni siquiera un vicio estético que cualquier humano podría desear.
Simplemente lo necesario, ya que los vicios nunca suelen estar acompañados de buenas
vibraciones. Acercose Aghawe a un rincón de la habitación y recogió el cuerpo de un
bebe que yacía dormido encima de un sombrero pardo, arropado por varias mantas
silvanas.

El niño abrió suavemente sus ojos y reconoció el rostro del visitante. Hablo pues
esbozando una pequeña sonrisa de recién nacido. Aghawe no sonrió, pues no sentía
ganas de hacerlo, no había necesidad de reír.

Extrajo Aghawe el frasco de agua y lo deposito encima de un pequeño sillón de madera.


Coloco al bebe semisentado al lado de frasco y se alejo hasta una pequeña despensa al
otro lado de la choza.

El niño no parecía querer molestar al elfo, pues no se le escuchaba llorar, y a duras


penas efectuaba un sonido. No se sentía preocupado el elfo con el comportamiento del
niño, pues desde que lo encontró en Bretonia y tras quitarle la vida a su propia madre,
había decidido cuidarlo hasta que pudiese salir adelante por sí mismo. Descubrió en sus
ojos un brillo de musicalidad y harmonía. Seguramente eso, y las desesperadas palabras
de su madre convencieron al bohemio silvano a la hora de quedarse con la criatura.
Ahora pues, Aghawe debía cumplir la promesa que le hizo a la madre tierra. Mientras el
elfo reflexionaba sobre esto y otros temas no importantes en este momento, el niño
bebía con saña la leche de cabra que le ofrecía su guardián.

- Que eres sino un humano mas- Hablo el elfo mirando al bebe- ¿Quien eres Pierre
D'Lacroix?

Capitulo 3

La historia parecía transcurrir con normalidad. No se trataba de una normalidad común,


sino de otra relacionada con los 5 sentidos de la naturaleza.

Hubo gran regocijo en Loren al caer la primavera. El color del bosque mostró su verde
más espectacular. Tan majestuosas se alzaban las arboledas que parecían rozar el cielo,
que por cierto flotaba más azul que nunca. Sintieronse los elfos en pleno apogeo cuando
muchos de los jardines que cubrían sus hogares de nuevo florecieron. Volvieronse a ver
narcisos, rosas de color vivo y otros adornos botánicos que embellecieron la figura del
bosque.
Veianse de nuevo a los bailarines con sus pinturas tribales, danzando al son del espíritu
de Adamnan-na-Brionha. Escucharonse otra vez melodías silvanas que daban la
bienvenida al amanecer primaveral.

Y Aghawe, sentado encima de un peñasco instruía a Pierre sobre la cultura silvana,


creando un paréntesis entre la primavera y la rutina diaria. Por lo menos convirtiose en
rutina desde que conoció al humano.

Los 17 años que Aghawe paso al lado de Pierre se hicieron largos y monótonos. Pues no
es nada fácil criar a un hijo, menos cuando ni siquiera te pertenece y menos aun cuando
esta muy lejos de ser como tu.

Aghawe nunca mantuvo a Pierre en secreto. Mostró a su peculiar adopción pocos días
después de haberlo recogido. Al principio, extrañaronse los elfos del consejo al ver al
humano en brazos de Aghawe.

Propusieron los elfos matar al bebe, pues nadie que no fuesen ellos mismos podía
habitar en Loren. Aghawe defendió su posición argumentando sobre el espíritu
harmonioso que rodeaba a Pierre y que como se podía suponer, se trataba de un bebe
que únicamente crecería entre los árboles de Loren.

Contó esto Aghawe a sus hermanos puesto que temían a ser descubiertos por otras razas
y solo algunos pocos sabían de su existencia, por lo menos en el Viejo Mundo.

Los silvanos advirtieron del peligro que suponía el bebe, pero Aghawe intento no
escuchar las palabras de sus hermanos.

Por fin Pierre fue aceptado en el bosque... podríamos decir que fue medio aceptado pues
hubo un gran numero de elfos que se oponían a la idea. Mostraron palabras de desprecia
hacia Pierre. " Es un humano, por lo tanto nuestro enemigo" " Aghawe no corrompas el
con tus alocadas acciones" " Cuando crezca te matara y traerá a los suyos para dañar
nuestro bosque" decían algunos de ellos.

Aghawe marchose pues a un lugar tranquilo que el conocía, y es que Loren es un


extenso bosque, donde existen paramos dispares, cada uno ideal para las diferentes
formas de vida.

Bautizó a Pierre como ruiseñor, ya que los elfos silvanos tienden a utilizar
sobrenombres afines con el bosque. Aun así, el joven bardo nunca olvido su verdadera
identidad, ya que a Aghawe realmente no le importaba que lo supiera. Vistió a Pierre
con ropajes elficos de color pardo, capa del mismo tono y el sombrero que mantuvo
caliente al niño mientras se encontraba con su madre ahora se mantenía firme en su
cabeza. Dejo que el cabello de Pierre creyera y pronto emergió un hermoso pelaje
castaño que llegaba hasta la mitad de su espalda.

Regaló Aghawe a Pierre una Flauta de madera tallada con un material proveniente de lo
mas profundo del bosque. " La madera de esta flauta es incluso de mayor calidad que la
del roble eterno" fanfarroneaba Aghawe. Pierre no le creía, pues conocía la leyenda del
roble y la misteriosa puerta que encerró a Ariel y a Orion.
Enseñó a Pierre a crear música. Partiendo de simples melodías, el muchacho parecía
estar cualificado para hacer sonar cualquier canción. Aghawe intento hacer que sus
canciones se enlazasen con los sentimientos del bosque, creando entre ellos una unión
mágica. Cuando Pierre comenzaba a tocar su flauta, varios animales se acercaban a
escuchar la canción. Se trataban de conejos al principio, luego llegaron los cervatillos y
hasta un enorme oso hizo aparición en una de las actuaciones.

Aghawe sintiose entusiasmado con Pierre pues aprendía a vivir como un elfo silvano.
Entrego al bardo un ligero estoque Bretoniano que se asemejaba a sus antepasados.
Habilidad fue lo que sobraba al joven humano manejando aquel arma, pues era liviana y
muy practica a la hora de luchar.

Un caluroso día de verano, Aghawe llevo a su discípulo hasta un claro del bosque en el
que la luz era abundante. Llevose consigo Aghawe un arco largo y un carcaj lleno de
flechas. Pierre se coloco en un extremo del claro, y Aghawe camino hasta el otro.
Extrajo sus flechas del carcaj y con una afilada piedra rasgo las puntas de los virotes
hasta inutilizarlos.

" Intenta desviar mis disparos utilizando tu estoque" Explico Aghawe mientras
apuntaba fijamente a Pierre. El bardo veía difícil la labor que le había encomendado su
maestro, ya que los elfos silvanos eran diestros con el arco y el grosor de su arma no
permitía detener muchas cosas.

" Habla con el bosque, el te dirá donde tienes que colocar tu arma" Volvió a dirigirse
Aghawe. Disparo pues el elfo su primera flecha y tras un rápido movimiento de Pierre
con su estoque, la flecha impacto en el pecho del bardo haciendo que este se
desplomara.

" Vaya, si que duele. Aun sin tener punta" hablo Pierre desde el suelo. " Otra vez,
concéntrate en el bosque" Hablo Aghawe colocando otra flecha en su arco. De nuevo
salió disparado el virote estrellándose en el vientre de Pierre, este volvió a caer al suelo.

" No puedo hacerlo, vienen muy rápido" Se quejo Pierre. Aghawe acercose hasta su
retoño y dijole amabilidad " Hablas sabiamente si dices que esta tarea es difícil, pues un
arduo trabajo es unirte al bosque y conseguir que este te otorgue su fuerza, ningún ser
diferente a nosotros lo a conseguido nunca, y dudo que tú lo consigas algún día".

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