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CLIENTELISMO EN BARRANQUILLA

COMPRA DE VOTOS

CULTURA POLÍTICA EN BARRANQUILLA

JESUS CAMILO PEREZ TORRES

DOCENTE: ARMANDO RAFAEL PEÑA OSORIO

ECONOMÍA, DEMOCRACIA Y CIUDADANÍA

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

BARRANQUILLA

2020
Clientelismo en Barranquilla, Compra de votos en Barranquilla y la cultura política en
barranquilla.

En los últimos años el fraude electoral ha venido en aumento en la ciudad de


Barranquilla, el cual le impide el desarrollo y el avance a la ciudad. El cual es el recurso
a acciones clandestinas para alterar los resultados electorales, impidiendo el correcto
funcionamiento del derecho constitucional de la democracia, este flagelo se ha
arraigado tanto en la ciudad que para muchos es normal o incluso se a convertido en
costumbre. Para nadie es un secreto que las ultimas elecciones políticas cada vez son
menos seguras, es decir, cada vez es más difícil saber si en estás se ejerce
correctamente la democracia. Un buen ejemplo es la compra de votos.

Frente a estas incertidumbres y significados múltiples, Schaffer y Schedler afirman que


es poco probable que los partidos apuesten sus recursos a un mecanismo tan endeble
como la confianza personal, de ahí que recurran a estrategias secundarias que se tejen
meses o incluso años antes de que arranque la contienda electoral (redes clientelares
con las que crean deudas morales o se fomentan “fuerzas motivacionales”, que es
básicamente lo que los “protagonistas del cambio verdadero” de Morena no supieron
o pudieron hacer). Los adultos son quienes madrugan a ejercer su derecho al voto,
pero en las últimas contiendas electorales las filas disminuyeron, pero lo más
relevante de estas jornadas es la escasez de la participación de la población joven. Lo
cual nos lleva a realizarnos la siguiente pregunta: ¿Por qué los habitantes de la costa
atlántica son indiferentes cívicos y contribuyen con su actitud a que sus derechos sean
vulnerados constantemente?

Al preguntarle a la población barranquillera por qué no votan en las elecciones surgen


las típicas repuesta como: “¿para que si se van a robar la plata?” o eso a mí no me
importa; pero quizás la respuesta que llama más la atención como sociedad es “ que
los demás elijan”. Sin duda esta actitud de indiferencia es la raíz de todo lo que vemos
actualmente; fenómenos como la corrupción en la política, la compra de votos,
clientelismo, entre otros, hacen que los recursos que deberían ser destinados para las
necesidades de la población, la salud y la educación sean robados y por ende estos
sectores que son de vital importancia en la sociedad terminen afectados y dando una
mala calidad de vida a los ciudadanos.

La corrupción es un flagelo que hace daño en la economía de la sociedad y la calidad


de vida de los atlanticenses, no solamente esta se encuentra en las personas que están
en el poder público sino también en la cotidianidad de las personas. Aunque no hay
estudios concluyentes que nos permitan decir que somos corruptos por naturaleza si
podemos observar una sociedad individualista, que tienen baja empatía a las
necesidades de la sociedad y de su tierra o piensan continuamente en recompensas
propias, esto genera comportamientos corruptos.

El principio de todo está en las campañas políticas para muchos candidatos, es


evidente que las personas que los financian esperan favores a cambio, hay muchas
denuncias contra la corrupción, pero más de la mitad son impunes y las condenas de
los detenidos son bajas. La corrupción se refiere al mal uso del poder para conseguir
una ventaja, generalmente de forma secreta o privada, como también es el uso de los
bienes públicos con fines perversos. Por su parte los efectos de la corrupción se
asocian a más costos de inversión, más desigualdad, menos confianza, menos
cooperación social. Los índices de percepción sobre el control de la corrupción
reflejan una mayor o menor confianza social. Los indicadores de gobernabilidad del
banco mundial deben una serie de mediciones sobre el control de la corrupción en los
países. Muchas personas sienten una apatía e indiferencia en cuanto se refiere a las
decisiones electorales .

Otro problema que afecta al buen funcionamiento de la democracia es el clientelismo,


este genera el ambiente propicio para prácticas corruptas. Los funcionarios públicos
de todos los niveles pueden encontrar incentivos para aceptar sobornos o
aprovecharse del erario, sabiendo que contarán con la protección de clientes ubicados
en posiciones más altas. Es raro encontrar un sistema de contrapesos que exponga al
corrupto.

Es un sistema informal de intercambio de favores entre interesados por el acceso a


ciertos beneficios públicos que se utilizan para el interés privado. Ese intercambio, por
lo general, se basa en bienes tangibles e intangibles, y responde a los intereses
particulares de cada uno de los actores en la relación. Por lo general, una de las partes
involucradas -patrón- es un político, funcionario público, candidato a algún puesto de
toma de decisiones públicas; y su contraparte es un ciudadano -cliente- que, por lo
general, puede tener una posición influyente en la comunidad, ya sea miembro de
algún grupo, vocero de alguna asociación o simplemente un ciudadano con cierto
posicionamiento en la comunidad. El patrón está decidido a ofrecer un “favor” a
cambio del apoyo político; es decir, el voto o la movilización política de electores. El
cliente responde ante el ofrecimiento y se inicia una especie de relación entre el
patrón y el cliente. A su vez, se teje una la cual responde a la necesidad de integrar
apoyos a cambio de subsanar “intereses” de los ciudadanos de las comunidades .

Existen una serie de actores que intermedian entre el ciudadano-votante y el


candidato o aspirante a un cargo de elección popular. En el caso del distrito de
Barranquilla, el sistema político local, se caracteriza por la existencia de una tríada
clientelar, que incluye además de los votantes y candidatos, a una serie de
intermediaros electorales, conocidos con las denominaciones de: líder, capitán,
coordinador, taquillero o mochilero, dependiendo de sus responsabilidades o
funciones en la intermediación política. Segundo, el funcionamiento del clientelismo
va más allá de la imagen de los partidos políticos tradicionales, nos encontramos que
estos funcionan como organizaciones políticas o empresas electorales, ejecutoras del
proceso clientelar. Estas organizaciones, son lideradas por las casas políticas que
hacen parte de los partidos, y al menos en el plano de lo formal, se muestran como
partidos o movimientos políticos, en este sentido, la acción política en el distrito pasa
ineludiblemente por los mediadores y las actividades que estos llevan a cabo. De
modo que la complejidad que posee el entramado en la ciudad se inserta en múltiples
áreas: atención de necesidades básicas, organización de campañas y movilización de
masas, distribución de empleos en la ciudad, licitación y ejecución de obras públicas y
distribución de programas sociales. A esto hay que añadir la compra de voto con sus
diferentes modalidades. Entre las múltiples actividades, como se ha visto a lo largo del
trabajo, no pueden faltar los mecanismos de control para pagar lealtades y/o castigar
incumplimientos informales.

Dependiendo de su experiencia y trayectoria política, el patrón puede o no ser el


“propietario” de la red. Los políticos que inician “desde abajo” como líderes sociales y
ascienden en su carrera van ampliando sus bases de apoyo a través de mecanismos
informales de intercambio político por recompensas de distinta índole. Este tipo de
políticos, que por lo general desarrollan su trayectoria en el ámbito municipal, ofrecen
su clientela a otros patrones vinculados a la política nacional, departamental o
municipal. En ese sentido, los patrones propietarios actúan a su vez como
intermediarios entre el elector que se encuentra en la base de la pirámide clientelar y
partidos y candidatos ubicados en la cúspide de la misma, convirtiéndose en una
especie de patrones “bisagra”. El patrón bisagra dentro de su red mantiene contacto
con cualquier nivel de intermediación, tanto con capitanes como coordinadores y
líderes.

La corrupción genera que sean personas poco preparadas las que terminen en puestos
clave de servicio al país. Llegan primos, cuñados y tíos a capitanear las instituciones
económicas, sociales y políticas clave; y llenan los puestos que deberían ser ocupados
por personas con trayectorias académicas excelentes. Asimismo, las obras de
infraestructura no son ejecutadas de manera adecuada, los terrenos comprados no
son los idóneos (son aquellos en donde puede haber trapicheo), los constructores
elegidos no son los mejores (son los torcidos), los servicios requeridos por el gobierno
no son los esenciales (son de despilfarro).

Una herramienta fundamental para prevenir y controlar la corrupción, es la educación


cívica, la cual se emplea para describir la gran tarea de educar a los ciudadanos para
que asuman, con toda consciencia, sus funciones y responsabilidades dentro de los
Estados democráticos y ejercer sus derechos, por lo tanto, se puede decir que es una
herramienta útil para combatir la corrupción tanto desde la perspectiva cultural como
desde la del diseño institucional. En este sentido, el recurso a la participación
ciudadana como una estrategia de lucha contra la corrupción por parte de los
gobiernos, puede verse justificado en un amplio rango de argumentos y materializado
en los más diversos mecanismos de participación, con lo cual se hace evidente que no
existe una única vía para involucrar a la ciudadanía, ni una única vía para enfrentar la
corrupción en general. No obstante, en general, es innegable la importancia de la
participación ciudadana en las actividades gubernamentales, y particularmente en las
campañas de lucha anticorrupción.

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