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Después de la derrota en las PASO

El kirchnerismo se aggiorna camino a octubre

En los últimos días ha habido una catarata de novedades políticas y económicas. La lógica de todas ellas
tiene que ver con como el kirchnerismo está girando al centro político para lograr recuperarse, al menos
en parte, de la fuertísima derrota electoral de las PASO. 
Si bien ha tomado algunas medidas que podrían considerarse como "populares" (tal el caso del aumento
del mínimo del impuesto al salario), el contenido central de su giro es hacia lo que se podría llamar
la "real politik"; es decir, hacer gestos hacia la patronal de que ha tomado nota de que su discurso
"radicalizado" ha llegado a un límite, y de que se trata de tener las relaciones más normales posibles
con los "factores de poder". 

Imponiendo el acuerdo con Chevron a palos

Lo primero son las medidas en materia económica. Es verdad que aumentó el piso del impuesto al salario
y que se está hablando de que tomaría otras medidas en igual sentido, por ejemplo, respecto de las
alicuotas del impuesto a las ventas de bienes de consumo. Esto último se verá. Sin embargo, respecto de
lo primero, en otra nota explicamos los límites de este aumento transitorio del piso, el que rápidamente
será comido por la inflación. 
Lo que importa, en todo caso, es dar cuenta del sentido general de las medidas en curso, y estas no son
"progresistas" sino, por el contrario, para agradar a los "factores de poder" y / o "corporaciones" a
las que tanto había denostado. 
Primero, el minué en torno al fallo de la Cámara de Apelaciones de EE.UU. que ratificó el fallo del juez
Griesa. Toda la patronal ha aplaudido que la respuesta del gobierno haya sido su incondicional
disposición a pagar, e, incluso, que inmediatamente haya abierto una nueva negociación con los buitres
para acercar posiciones. 
Pero esto no ha sido todo. La segunda mitad de la última semana estuvo marcada por la crisis
política que se abrió en Neuquén y más allá por el acuerdo con Chevrón. Esta crisis tiene dos razones
muy concretas. Una, la estatización parcial y tardía de YPF, que hizo al país llegar con un déficit
energético insoportable e impagable y a la propia YPF "estatizada"sin un centavo para colocar en
inversiones. 
La realidad es que esta situación defensiva en la que llega al acuerdo con Chevron el estado argentino le
dificulta escapar a las condiciones leoninas que siempre tienen este tipo de acuerdos, y que cuando la
estatización completa de PDVSA por parte de Chavez, o la parcial del gas en Bolivia por parte de Evo
Morales, había sido parcialmente evitada lográndose un reparto más "equitativo" entre las multinacionales
y el estado de la renta petrolera. El gobierno llega muy mal, incluso imponiendo "cláusulas secretas"; este
es el primer factor que explica la crisis del miércoles y jueves pasado no solo en Neuquén, sino con
repercusiones nacionales. 
Pero hubo otro elemento que hizo crisis en Neuquén, y dio lugar a la tremenda represión. El hecho es que
el oficialismo sapagista, que de todas maneras tenía el número para votar la ley en el congreso provincial,
sin embargo también venía a la defensiva debido a que perdió la interna del MPN con el segundo de la
CGT Moyano, Guillermo Pereyra, que por razones electoralistas, pero muy inteligentemente, hizo
campaña contra la ratificación del acuerdo. 
Fue la suma de estas dos condiciones, agregado a la enorme elección de la izquierda en la provincia (casi
30.000 votos entre el FIT y el nuevo MAS; que en nuestro caso y luego el del frente, tuvo como uno de
sus ejes el rechazo al negociado), lo que explican lo multitudinario de las movilizaciones de rechazo, la
represión y el reaccionario ataque de Sapag a nuestro partido y otras organizaciones de la
izquierda. 
Incluso la cosa no quedó allí. Sapag le pidió la escupidera al gobierno nacional para que salga en su
respaldo; de ahí el ataque de Oscar Parrilli, estrecho funcionario de Cristina a la "ultraizquierda y la
ultraderecha" como para embarrar la cancha, lo que en los hechos significó la justificación nacional del
gobierno de los "derechos humanos" a la represión, así como la ratificación del ataque al nuevo MAS y el
PTS. 
Y en este último sentido ha habido otras medidas de corte conservador, por así llamarlas. Una de ellas es
la respuesta del gobierno en materia de "seguridad"; otra de las razones que opina que lo llevaron a la
debacle electoral. 
Se trata, en este caso, de un intento de sacarle una bandera a Massa. Y la manera de concretarla es haber
destinado 4000 nuevos gendarmes a "cuidar" los partidos del gran Buenos Aires. Los mismos se pueden
observar no solamente en las estaciones del ferrocarril como ocurre hace años, sino directamente en las
principales avenidas de todos los partidos gran bonaerenses. 
Debemos presentar un programa de salida a la crisis

La suma de medidas de ajuste, conservadoras y represivas muestran un giro al centro del


kirchnerismo y, también, el escenario que se viene después de las elecciones de octubre. Una crisis
creciente se está abriendo paso en el terreno económico y los capitalistas le van a exigir al gobierno que
ponga en práctica un ajuste en regla. 
Se verá como el kirchnerismo "digiere" esto, si como se observa hasta ahora se encamina a una nueva y
contundente derrota electoral o no, y qué medidas llevará a cabo de acá a octubre y cuales (seguramente
las más "desagradables") postergará. 
Lo que sí está claro que es que la izquierda revolucionaria deberá llevar adelante una campaña menos
"lavada" que la de agosto pasado (estamos hablando del FIT) nombrando los responsables de los males
que aquejan a los trabajadores, y haciendo uno de los ejes de su actividad el presentar un programa
de salida para que sean los capitalistas los que paguen la crisis en ciernes. 

Martín Primo

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