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Beatriz Preciado - Museo, Basura Urbana y Pornografía
Beatriz Preciado - Museo, Basura Urbana y Pornografía
MUSE0,
BASURA
URBANA
Y
PORNOGRAFÍA
BEATRIZ PRECIADO
Museo, basura urbana y pornografía ]Beatriz Preciado 40
\ Annie Sprinkle. Legends of Porn: A Cartoon History. [Carnal Comix. Steve Crompton and Annie Sprinkle]
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Pero mientras somos cautos y pacientes, Podría apresurarme aquí a construir una
se construye una nueva historiografía del historia pospornográfi ca del arte que, pro-
arte donde porno, prostitución y feminismo poniendo sus propias nociones de sujeto,
no forman parte del mismo relato. Separa- mirada, representación y placer, construya
dos por salas, contextos y conceptos, las un relato alternativo al propuesto por la
tías buenas y las buenas tías no pueden historiografía progre-identitaria con sus
hacer historia juntas. Desde el comienzo nuevas entradas feminismo y arte gay. Pero
del nuevo milenio, el complejo-industrial- prefi ero antes de nada replantear los térmi-
museo se ha afanado en recuperar un cier- nos del debate pornográfi co y sus relacio-
to número de artistas de los años 70s y 80s nes como la historia del arte, las estrate-
que hasta entonces habían pasado relati- gias biopolíticas del control del cuerpo y de
vamente desapercibidas (Judith Chicago, producción de placer a través de aparatos
Martha Rosler, Adrian Piper, Valie Export, de intensifi cación de la mirada. Intentaré
Rebecca Horn, Hanna Wilke, Nancy Spero, mostrar en este texto por qué la pornogra-
Marina Abramovic...) procurando labelizar- fía es una forma de producción cultural que
las como «feministas» y asignándolas una concierne al museo y por qué una historio-
misión estética y crítica que no exceda lo grafía crítica debería incluir la pornografía
que el arte esperaba del segundo sexo. Se en su análisis de los modos culturales a
les pide a las artistas feministas que tema- través de los que se construyen los límites
ticen públicamente la diferencia, el cuerpo, de lo socialmente visible y con ellos, los
la piel, la maternidad, el trabajo domésti- placeres y las subjetividades sexuales nor-
co, la violencia de género, lo cotidiano, el males y patológicas. Esta genealogía nos
dolor, la precarización, el amor, la familia, ayudará a entender por qué la pornografía
la bulimia y la anorexia, la inmigración, la se ha convertido a partir de los años seten-
ablación, el cáncer de mama, la intimidad... ta en un espacio crucial de análisis, crítica
y aquellos aspectos del sexo y de la sexua- y reapropiación para las micropolíticas de
lidad que reconocemos culturalmente como género, sexo, raza y sexualidad.
más femeninos. Pero no la pornografía,
puesto que aparte de ser soez y repetitiva, Estudios Porno:
es cosa de hombres. la pornografía como discurso cultural
fía dentro de los mecanismos políticos de aquellos cuya visión debía ser objeto de
normalización del cuerpo y la mirada en la custodia estatal. Las autoridades (el go-
ciudad moderna? Esta investigación, de la bierno de Carlos III de Borbón) deciden
que este texto da cuenta de manera sólo entonces seleccionar ciertas imágenes,
tentativa y muy rápida, nos permitirá intuir esculturas y objetos, y forman con ellos la
la importancia de las nuevas micropolíticas colección secreta del museo borbónico de
pospornográfi cas. Nápoles, conocida también como Museo
Secreto. La construcción del Museo Se-
El museo inventó el porno creto implica el levantamiento de un muro,
la creación de un espacio cerrado y la regu-
En 1987, en The Secret Museum, el historia- lación de la mirada a través de dispositivos
dor Walter Kendrick8 emprende un estudio de vigilancia y control. Según decreto real,
genealógico y lingüístico de los diferentes sólo los hombres aristócratas –ni las mu-
discursos en los que la noción de pornogra- jeres ni los niños ni las clases populares–
fía emerge en la modernidad. La conclusión podían acceder a ese espacio. El Museo
de Kendrick establece nuevas coordenadas Secreto opera una segregación política de
para el debate: la noción de pornografía la mirada en términos de género, de clase y
emerge en las lenguas vernáculas europeas de edad. El muro del museo materializa las
modernas entre 1755 y 1857 dentro de una jerarquías de género, edad y clase social,
retórica museística, como efecto de la con- construyendo diferencias político-visuales
troversia que suscita el descubrimiento de a través de la arquitectura y de su regula-
las ruinas de Pompeya y la exhumación de ción de la mirada.
un conjunto de imágenes, frescos, mosai-
cos y esculturas que representan prácticas La palabra pornografía, aparece en este
corporales y del debate acerca de la posi- contexto museístico, de la mano de un
bilidad o imposibilidad de que sean vistos historiador del arte alemán C. O. Müller
públicamente. que reclamando la raíz griega de la pala-
bra (porno-grafei: pintura de prostitutas,
La excavación arqueológica de las ciudades escritura de la vida de las prostitutas) de-
enterradas bajo el Vesubio dejó al descu- nomina los contenidos del Museo Secreto
bierto imágenes y esculturas de cuerpos como pornográfi cos9. Así la defi nición de
animales y humanos desnudos y enlazados, 1864 del Diccionario Webster en inglés de
y penes sobredimensionados que no esta- «pornography» no es otra que «aquellas
ban, como se pensó en un primer momento, pinturas obscenas utilizadas para decorar
reservados a los lupanares o a las cámaras los muros de las habitaciones en Pompeya,
nupciales, sino que se hallaban dispersos cuyos ejemplos se encuentran en el Museo
por toda la ciudad de Pompeya. Las ruinas, Secreto».
operando como un retorno de lo reprimido,
desvelaban otro modelo de conocimiento Para Kendrick, el Museo Secreto y la re-
y de organización de los cuerpos y los pla- gulación de este espacio opera como un
ceres en la ciudad pre-moderna y ponían momento y un topos fundador de lo que
brutalmente de manifi esto una topología pornografía va a signifi car en la raciona-
visual de la sexualidad radicalmente dis- lidad visual, sexual y urbana de la moder-
tinta de la que dominaba la cultura europea nidad occidental. En esta retórica y en la
en el siglo XVIII. siguiente a la que me referiré enseguida,
la pornografía aparece como una técnica
Todo aquello requería una nueva taxono- de gestión del espacio público y más par-
mía que permitiera establecer distinciones ticularmente de control de la mirada, de
entre los objetos accesibles a la mirada y vigilancia del cuerpo excitado o excitable
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kinon (en parte solidaria de las hipótesis 1 Ver la caracterización de algunas de ellas como «Muje-
de análisis de la representación fílmica lle- res coléricas» en Research. Angry Women. Editado por
Andrea Juno y V. Vale, San Francisco, 1991.
vadas a cabo por Laura Mulvey en su texto
clásico Cine y placer visual): si Mackinnon 2 Ver los textos canónicos de este debate: Andrea Dwor-
y Dworkin consideran el poder patriarcal y kin, Pornography: Men Possessing Women, Plume, New
York, 1979. Catherine Mackinnon, Only Words, Harvard
masculino como un factor de estructura- University, Cambridge, 1993.
ción de la semiótica visual de la pornogra-
3 Según la denominación de 1981 de Ellen Willis en su
fía que transforma el cuerpo femenino en
ensayo «Lust Horizons. Is the women´s movement pro-
objeto de placer visual, quedaría por enten- sex?», en No More Nice Girls. Counter-Cultural Essays,
der la paradójica posición del espectador Wesleyan University Press, New England, 1992.
masculino que decide dejarse dominar por
4 Richard Dyer, «Gay Male Porn: Coming toTerms», Jump
la imagen pornográfi ca14. Cut 30: 27-29.
tica: otro modo de conocer y de producir 10 Nicolas E. Restiff de la Brettonne, Le Pornographe, Pa-
placer a través de la mirada, pero también ris, 1769.
una nueva definición del espacio público y 11 La figura de Jean-Baptiste Parent-Duchâtelet conden-
nuevos modos de habitar la ciudad. sa el solapamiento de pornografía, prostitución y higie-
ne pública: escritor de un importante tratado sobre la
prostitución, Parent-Duchâlet era médico y encargado
del sistema de desagües públicos de París. Parent-
Duchâtelet, De La Prostitution Dans La Ville De Paris,
Considérée Sous Le Rapport De L’hygiène Publique, De
La Morale Et De L’administration, Paris, 1836.o