Uno de los problemas actuales por el cual las empresas no alcanzan su máximo potencial de productividad, entendiendo la productividad en su más amplia acepción, incluyendo el desarrollo personal, es el factor humano. Esto es, la falta de relaciones humanas positivas en el contexto del trabajo cotidiano. La falta de empatía, de comunicación, de cooperación, de sentimiento de pertenencia y afiliación al grupo son algunas de las variables que indudablemente pueden contraponerse al desarrollo pleno de todos los objetivos que se persiguen en el trabajo a desarrollar dentro de las empresas. Un empleado puede conocer con claridad todas las funciones implicadas en su puesto de trabajo y, por igual, todas las responsabilidades que tiene asignadas, pero, si el ambiente de trabajo no es el óptimo, si las condiciones que circundan el espacio de trabajo no son las propicias para poder sentirse cómodo, la productividad en el puesto se ve seriamente mermada. Si bien los incentivos que algunas empresas incluyen en sus pagos por productividad, puntualidad y otras cuestiones más pueden incidir favorablemente en el rendimiento, para el empleado no hay nada más gratificante que sentir que para la empresa él tiene un valor humano agregado y que vale no sólo por lo que sabe hacer, sino también por lo que es en un sentido humano. Y, si la implementación de una visión humana de la empresa tiene un gran impacto en la estima del empleado, aún más lo tiene una sana e integrada relación con los compañeros, equipos de trabajo y mandos operativos. Somos una especie que nace y se desarrolla en un entorno social, donde el crecimiento es dependiente del contacto y la relación social, por lo que el ansia, la necesidad de re c o n o c i m i e n t o, e s u n a b ú s q u e d a constante que se integra en lo más profundo del psiquismo humano y energétiza al sujeto hacia la acción. Relaciones humanas positivas dentro del ambiente laboral son el motor, la motivación que ancla a la persona a su trabajo con un sentido de valía personal y pertenencia a la empresa. ¿Cómo se involucrará de mejor manera un pequeño ante la encomienda de asistir al primer día de sus clases? Con la indicación, como es costumbre, de ¿hacerle saber que ya tiene edad para aprender y que es obligación de todos los hijos asistir a la escuela y cumplir con sus responsabilidades? Es como manejar el argumento de yo soy el “jefe” y te mantengo para que crezcas y ahora correspondas en pago con tu esfuerzo, con el “salario” de tus calificaciones. Cómo cuando el trabajador trabaja porque es su obligación para mantener a una familia o mantenerse a sí mismo con la única y exclusiva finalidad de recibir un sueldo en correspondencia, pero sin un compromiso adicional a cuestas. O bien asistir a la escuela con una guía efectiva y humana por parte del equipo de la familia, en donde todos sus integrantes, hermanos, tíos, abuelos, padres, etc. le hacen comprender que a través del acto de conocer uno tiene la posibilidad de crecer y desarrollarse, no sólo como estudiante, sino como ser humano ante la posibilidad de interactuar con otras personas como él, pero con ideas y experiencias diversas. Que será una oportunidad en donde tendrá la posibilidad de liberar todo su ser creativo, y que entonces adquirir un compromiso (no obligación) con el acto de aprender le otorga el privilegio de devolver a la sociedad lo que él a través del tiempo ha obtenido para poder crecer con salud. De devolverles a la familia y al conjunto de las personas que viven en su comunidad (a la sociedad), con sus aprendizajes y talentos, nuevas formas de comprender la vida y aprovechar los recursos para tener una vida más plena. Esto es como hacerle saber y sentir al trabajador, que su trabajo se valora por lo que aporta a la empresa y porque sus productos, sean cuales sean estos, están matizados por su personalidad, entonces su trabajo vale porque es auténtico y le da carácter a la empresa, le aporta “personalidad”. El trabajo es una forma de devolver y retribuirle al conjunto de la sociedad aquello que ha aportado a nuestro desarrollo y crecimiento personal. Si el trabajador percibe que aporta a la empresa, a la sociedad y a su entorno y equipo inmediato, entonces recibe aquel reconocimiento se espera, dado que su trabajo es validado por el otro. El reforzamiento, el reconocimiento del otro siempre es vital en cualquier cadena de interacción social. Por eso es que Mark Zuckerberg tiene gran razón cuando dice: “Si trabajas en algo que te gusta y te apasiona no necesitas tener un plan maestro de cómo hacer las cosas, sucederán”. Si la empresa y los compañeros de trabajo logran hacer de las horas de permanencia en la empresa una extensión del ambiente familiar sano de casa, con comunicación, cooperación, solidaridad, trabajo eficiente y organizado y respeto por las normas, el trabajo no será trabajo, será oportunidad de desarrollo. ¡GRACIAS! 8