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Córdoba, 1 de diciembre de 2010.

Lucas. Por Compañía Manifiesto.

Esta obra es manifiesto de sí. La obra es danza repitiéndose a sí


misma en la pregunta, lenguaje? Gesto? Interpretación? Técnica?
Imagen? Idea? Ideología?
Todo eso. En que sentido nos preguntamos movimiento, acción,
danza?
Sin decir, cuerpo que se presta a la transformación.

Esta gente vestida de traje azul, muñecos de un movimiento


autómata, al unísono sin confusiones, a un perfecto ritmo inequívoco,
y lo más singular, de un lenguaje comprendido por quien lo ve, de
gestos, posturas, que aluden a la pintura en algunos descansos, en
algunos momentos en donde el ojo se relaja y comienza a ver olas en
movimiento, a escuchar una música suave de fondo, la pintura
aparece casi sin percibir el cambio, y luego vuelve a desaparecer
cuando de nuevo el cuerpo en estado de lenguaje. La gestualidad, se
expone en este lugar de ver la humanidad, ver el lenguaje.
Una humanidad transformada en plástico azul, comunicados
todos del mismo modo, entendiendo todos lo mismo por la misma
cosa. Momento de frenesí del pensamiento y vuelve a caer una ola
fresca y la relajación cuando comienzan a reírse los intérpretes. La
primera vez, extraña situación, error o cuál sería el error? Hasta que
todos ellos se ríen y entonces todos nos reímos. Y la risa es parte de
la danza. Y la danza parte del cuadro, y el cuadro, parte del
manifiesto. Cuándo fue la última vez que nos reímos mientras
miramos danza? Y ellos parecen reírse de hacer siempre lo mismo…

El manifiesto está en estar diciendo. Manifiesto es, según


Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Manifiesto): Una declaración
pública de principios e intenciones, a menudo de naturaleza política o
artística.

En este caso, la danza expone en sí misma la posibilidad de su


manifiesto. No como aquel caso de un Manifiesto del NO, de Ivvone
Reinier:

No al espectáculo, no al virtuosismo,
no a las transformaciones, a la magia
y al hacer creer. No al glamour y la
trascendencia de la imagen de la
estrella, no a lo heroico, no a lo
antiheroico, no a la imaginería basura,
no a la implicación del intérprete o del
espectador. No al estilo, no al
amaneramiento, no a la seducción del
espectador por las artimañas del
intérprete, no a la excentricidad, no a
conmover o ser conmovido.

Sino a exponerse en todo esto, riéndose de quien mira seriamente, en


la cara.

Ya no estamos en momento de declaraciones de este tipo, NO a


esta opción, si a lo otro, dicen algunos teóricos. Desde el lado
contemporáneo de mirar danza, si bien hay una época que ya pasó,
los cuerpos en Latinoamérica en general, no hemos tenido ni una
posibilidad ni la otra del todo, concretamente. Y esto hace que sea
realmente valioso ver obras que todavía tienen la valentía de ser
manifiesto de sí. La danza como esto que se muestra y un poco más
también. La danza, porqué me está preguntando de que se disfrazan?
La danza como parte de esta raza, de esta tradición, de Córdoba que
todavía no se acostumbra a ver danza y no preguntar por un tutú…

El diálogo que se establece con el espacio y el espectador es


constante, en la repetición, en la cantidad, en el tiempo. Y el espacio
que abre allá, cuándo ya no miramos y estamos pensando. Porque
luego de mirar un rato, pensamos.

El espacio azul.

Es una obra distinta en el espacio público y en la sala de


exhibición de un museo de arte. En ambos espacios, encierra a cada
una de las obras de la tradición contemporánea que pone de primer
plano en su discurso el propio lenguaje de la disciplina y el diálogo
que esta se permite y el que no. Es síntesis de cómo mirar los
cuerpos de la actualidad y su relación con el mundo. Todos nos
estamos transformando un poco en cuadros, cuidamos la imagen, nos
miramos, aprendemos los gestos. Nos miramos el color.
El movimiento es la acción que el cuerpo deja ver, en los
momentos de quietud, el movimiento está y es ineludible. El cuadro
pasa por nosotros, pero sabemos que no es cuadro, y lo sabemos
constante: es cuerpo vestido de azul. De este espacio, es difícil salir
durante la obra, más allá que de que en la sala, la idea se compone
mejor. Sin tanto atropello. Es interesante la experiencia de la
permanencia, de la quietud de la escena, un diálogo entre quietud y
movimiento desde diversos puntos de vista. Temporal, espacial, y el
cuerpo en permanencia, extrañamiento de la época. Irse, volver con
el cuaderno, y que permanezca…
En el espacio público, es otro el impacto. Se resalta más, llama
la atención de forma más chocante, más abrupta, hasta que la risa,
trae de nuevo el aire fresco, inconfundible de la danza.
Es decir, que a los que pensamos tanto en como sería, danza
como aire fresco está bien.

Melisa Cañas.
Bailarina e investigadora en danza.

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