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Bienvenidos al capítulo de la historia de la infancia y su situación actual.

Hoy hablaremos de
aquellos aspectos más relevantes de la historia de la infancia, desde autores como el historiador
francés Philippe Ariés, DeMause y Emilio García Méndez. Nos daremos cuenta de que el
surgimiento de la historia de la infancia esta tal cual como lo denomina Alzate Piedrahíta en su
texto “El descubrimiento de la infancia”, señalándola como la historia de un sentimiento. Como
señala esta autora, la historia de la infancia es la historia del surgimiento de ella como una categoría
visible, el giro que han dado los historiadores al pensar, no sólo en la historia de la esfera pública o
de los referentes, por ejemplo, a lo político, a lo militar, sino también de la vida privada, ha
desvelado la relevancia de la historia de la familia, de las mujeres y de la infancia. La ausencia de la
historia de la infancia se debe en parte a la dificultad de los adultos para ver al niño desde una
perspectiva histórica, un ejemplo de esto es que antes se pensaba que los niños eran como pequeños
adultos, seres que en un futuro serian autónomos y productivos, si es que llegaban a sobrevivir, esto
último es importante, dado que la tasa de mortalidad en la edad media era del 50% antes de que los
niños cumplieran un año de edad y en total el 85% fallecía antes de la adolescencia por
enfermedades contagiosas, así el concepto de infancia sólo es reconocido desde el siglo 17, hecho
que se acompañó desde reducción de la mortalidad infantil.
Remontándonos a la época antigua en Roma, el niño Romano recién nacido se le posaba en el suelo
y correspondía al padre reconocerlo recogiéndolo en brazos, es decir, elevándolo, así se entendía
que si el padre no elevaba al niño, este era abandonado. En Roma los lazos sanguíneos contaban
mucho menos que los vínculos electivos, cuando un Romano se sentía movido hacia la paternidad
prefería adoptar hijos de otro o criar el hijo de un esclavo o un niño abandonado antes que procrear.
Esto cambio durante los siglos segundo y tercero, pues aparece un modelo diferente de familia y de
niño, así el matrimonio adquiere una dimensión moral y psicológica distinta a la romana, pues
trasciende la vida y la muerte, convirtiéndose de esta forma, la unión sagrada y los vínculos
naturales, carnales y sanguíneos más importantes que el concubinato, y el nacimiento más que la
adopción. De esta forma se desarrolla un sentido de revalorización de la fecundidad, para así
garantizar la seguridad familiar y la mano de obra, y del niño, pues el infanticidio se convirtió en
delito y se está prohibido abandonar a los recién nacido.
Ya en la edad media la maternidad era la labor principal asociada a la mujer, los niños eran
bautizados prontamente, pues 7 de cada 10 niños moría, en ese entonces se veía al niño como un
pequeño hombre que pronto se convertiría en un hombre completo, un ejemplo de esto son las obras
pictóricas de aquella época, en las que se representan a los niños como mini adultos y en su
apariencia física y vestimenta es similar a la de un adulto. Los niños vivían mezclados con los
adultos cuando eran destetados, cerca de los siete años se le consideraba aptos para desenvolverse,
ingresando rápidamente a la comunidad de los hombres donde compartían con pares y ancianos,

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juegos y trabajos y de esta forma no había entonces intimidad, ni soledad para ellos. En cuanto al
entendimiento de la conducta del niño, por ejemplo, si un niño tenía un comportamiento difícil o
lloraba mucho se pensaba que estaba vinculado a demonios, también si nacían con alguna
limitación física pudiendo ser directamente abandonados y desarrollarse un abandono paulatino
mediante la negligencia y produciéndose finalmente su muerte.
Ya entre el siglo 17 y el siglo 20 surge una nueva sensibilidad hacia la infancia, de un lado la
solicitud de ternura, como una forma moderna de mimar a los niños y por otro lado la severidad
asociada a la educación. De esta forma la severidad y la ternura convivían en cuanto a la crianza de
los niños.
En la era moderna entre los siglos 15 y 18, se caracteriza por la reaparición del interés de la
educación, como en la antigua Grecia, interés de algunos eclesiásticos y legisladores, investigadores
que fue desarrollado fuertemente entre los siglos 16 y 17. En este sentido, hasta por lo menos
mediados del siglo 19 la historia de la infancia es la historia de la escuela, organizada desde sus
orígenes bajó dos principios rectores: el primero, la obligación de denunciar y el segundo, los
castigos corporales. El valor cualitativo y cuantitativo de la escuela como instrumento de control
social no puede ser subestimado, en palabras de Emilio García Méndez. Así mismo durante el siglo
18 el impacto de la industrialización fue negativo para los niños, en la revolución industrial los
niños eran explotados laboralmente, una fuerza de trabajo barata y desamparada.
En palabras de Cristiano Morsolin, la industria vio la conveniencia de recoger aprendices en las
grandes poblaciones desde los 7 y los 14 años de edad, para tenerlos en gran escala se hacían
requisas y contratos con sus parientes y con los directores de los establecimientos de beneficencia,
el trabajo era durísimo, con jornadas de 14 a 15 horas, en pésimas condiciones de alimentación,
higiene y seguridad.
Ya en el siglo 19, podemos decir que es el siglo en donde se comienza a reconocer los derechos de
la infancia, dado que se evidencia en los malos tratos en diversos ámbitos: como en el trabajo, la
escuela, la casa, la calle y en general las condiciones de pobreza, explotación, enfermedad y
marginalidad en la cual se encontraban los niños. Así surgieron los primeros intentos de protección
hacia la infancia. La declaración de Ginebra en 1924 fue la primera tabla de derechos del niño, la
cual sin embargo no era vinculante, en 1948 se adopta la Declaración universal de los Derechos
Humanos, en donde los niños no son mencionados explícitamente pero sí de manera implícita.
Posteriormente la declaración de los derechos del niño, en el año 1959, en donde los niños son
tutelares de derecho y posteriormente en 1989 cuando se promulga la Convención internacional de
los Derechos del niño, la cual era vinculante a nivel nacional e internacional y que fue ratificada por
192 Estados, reconocidos en la Asamblea general de las Naciones Unidas, exceptuando Estados
Unidos y Somalia.
Los desafíos de la infancia en la actualidad, de acuerdo al documento Estado Mundial de la
infancia, publicado por Unicef y el informe mundial sobre la infancia de “Save the Children”,
nombrado “La infancia robada”, señalan para el año 2030, 167 millones de niños vivirán en la
extrema pobreza. Cada día más de 16 mil niños mueren antes de cumplir 5 años por causas que se
pueden prevenir o tratar, 156 millones de niños menores de 5 años padecen retraso en el

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crecimiento debido a la desnutrición. Esto supone un cuarto de los niños de esa edad, por otra parte
hay 263 millones de niños fuera del sistema educativo, esto supone más de 1 de cada 6 niños en
edad escolar en el mundo, además 168 millones de niños en el mundo son víctimas de explotación
laboral, estos son más que el total de los niños en Europa, cada 7 segundos una niña menor de 15
años se casa en alguna parte del mundo, cada 2 segundos una niña da a luz.
La guerra obliga a cerca de 1 de cada 80 niños a abandonar su hogar, algunos lo hacen para
combatir y cada día más de 200 niños y niñas de todo el mundo son asesinados.
De esta forma, podemos darnos cuenta de que la historia de infancia es también la historia de su
vulnerabilidad, tanto de la época antigua como en la actualidad, lo que refuerza la importancia de
forjar una cultura de buenos tratos, pensada en los niños como sujetos de derecho a través de un
cambio de paradigma.

Docente: Leyla Contreras.

MATERIAL DE PROPIEDAD INTELECTUAL DE FUNDACIÓN AMÉRICA POR LA INFANCIA.


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