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Pueblo ecológico de Amayuelas

Amayuelas de Abajo (Palencia) hace parte de la misma historia de abandono que sufrieron
cientos de pueblos en el conjunto del Estadio Español. En 1971 Amayuelas de Abajo se
suma a la lista de los pueblos que pierden su personalidad jurídica (desaparece el
Ayuntamiento) y pasa a formar parte del Ayuntamiento de San Cebrián de Campos.
La aplicación y el uso de nuevas tecnologías en una agricultura industrializada y
especializada en el monocultivo del cereal, supuso un descenso drástico de la población
activa del campo, agudizado por nuestra incorporación en la Unión Europea. El
desmantelamiento de los servicios públicos y el éxodo de los campesinos y campesinas sin
tierra y de los pequeños agricultores y agricultoras favorecieron el declive total de estos
pueblos.
Pero desde principios de los años 90 un grupo de personas vinculadas al movimiento
campesino y cultural de la Comarca de Tierra de Campos inició el compromiso de trabajar
en éste pequeño núcleo rural, con el ánimo de devolverle parte de la vida que tuvo. Su
apuesta consistió en generar pequeñas actividades económicas, sociales y productivas,
aprovechando los recursos locales ociosos y siendo a su vez muy respetuosos con el medio
natural. Es así como surge la idea de MUNICIPIO ECOLÓGICO para expresar y definir
hacia donde se quería caminar.
El camino recorrido ha permitido la recuperación de edificios y espacios públicos, la
construcción de infraestructuras mínimas locales (gestión de aguas residuales, desagües,
agua potable, arreglo de calles, aula del CONCEJO,..), la práctica de una agricultura y
ganadería ecológica y la creación de pequeñas empresas vinculadas y relacionadas con la
actividad agrícola y turística.
Dos fechas importantes cabe señalar como consolidación del proyecto, la construcción en
1999 de 10 viviendas bioclimáticas que facilitaron la incorporación definitiva de nuevos
pobladores y en el 2004 la creación de la primera UNIVERSIDAD RURAL PAULO FREIRE.
Hoy en Amayuelas se han asentado un pequeño grupo de pobladores, con pequeños
proyecto de trabajo y de vida, y sobre todo con el orgullo de sentir que VIVIR EN ESTOS
PEQUEÑOS PUEBLOS MERECE LA PENA.
La dinámica de trabajo ha supuesto la creación de pequeñas iniciativas laborales; el
asentamiento de un grupo de jóvenes procedentes del mundo urbano; la creación de
servicios locales comunitarios e innovadores; la puesta en práctica de otras formas de
trabajar la tierra y ganado, produciendo alimentos saludables; la apertura de diferentes
líneas de investigación: construcción con tierra, gestión integral de los residuos urbanos y
el rescate de semillas y razas locales, frente al monopolio y la privatización de la
biodiversidad que están imponiendo las trasnacionales de la agroalimentación.

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