Está en la página 1de 12

Alianza de MCU

KOINONIA 97. 13 febrero, 2021


Objetivos:
-Todo miembre de MCU podrá comprender y tener más presente el llamado que Dios le ha hecho en
MCU a través de visualizar los diferentes elementos del modelo gráfico de la Alianza de MCU.
Introducción.
1 Propósito del modelo gráfico.
2 Transmitir a los miembros de MCU de una manera sencilla y clara la Misión y la Alianza.
3 Facilitar su comprension y retención a través de sus diferentes símbolos y partes.

41er Elemento: Galeón.


5 El galeón representa la vida que hemos recibido de Dios como un don gratuito.
6 Es nuestra vida propia, no la de todos.
7 No es el barco de MCU con muchos pasajeros, sino tu propia vida.
8 Cada quien tiene un Galeón.
9 Esta vida nos fue dada para vivir la misión que Dios nos encomendó.
10 Sólo hay un galeón, no 7 como en los gatos.
11 En ella se juega uno el destino eterno.
12 MISION. Dios, en su infinita misericordia, nos ha permitido conocer y
experimentar su amor y salvación. Por eso hemos aceptado la invitación a establecer
una Alianza con Él y a vivir la misión que nos ha encomendado:
13 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha elegido para ser santos y vivir en
su presencia como sus hijos muy amados (Ef 1,3-5).
14 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó
primero y nos envió a su hijo único (1 Jn 4,9-10,19) para que tuviéramos vida y vida en
abundancia (Jn 10,10).
15 Hemos experimentado profundamente su amor, hemos gustado y visto lo bueno que es el Señor
(Sal 34,9).
16 ¿Cómo podremos pagar al Señor todo el bien que nos ha hecho? (Sal 116,12) Le ofreceremos al
Señor un continuo sacrificio de acción de gracias y el alzar de nuestras manos como una oblación.
(Sal 116,17; 141,2).
17 Dios ha tomado la iniciativa en nuestras vidas y no queremos excusarnos diciendo ´Soy sólo un
muchacho´, pues el Señor mismo nos ha mandado obedecerle sin temor y nos ha enviado a proclamar
su Palabra prometiéndonos estar con nosotros en todo momento (Jer 1,7-8).
18 ´¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte nuestra?´ dice el Señor, y junto con el profeta queremos
responder ´Aquí estoy, envíame a mi´ (Is 6,8).
19 En respuesta a esta iniciativa amorosa de Dios deseamos responder con generosidad a su llamado,
especialmente durante nuestra juventud.
20 Creemos que Dios nos ofreció establecer una alianza con Él a través de un compromiso, que no es
distinta de la alianza universal de Dios con su Iglesia, sino una invitación a vivir y a tomar en serio el
llamado que Dios hace a todos los cristianos, de seguirlo a Él, de tomar nuestra cruz y de negarnos a
nosotros mismos (Mc 8,4).
21 Creemos, además, que Dios nos ha dado una misión en estos años de nuestra vida y deseamos
abrazarla y vivirla intensamente.
22 Ser discípulos radicales de Cristo y responder al llamado de Dios a ser santos
viviendo en comunidad; amarlo, servirlo y tener una relación personal con Él; amar

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
2
a nuestros hermanos y comprometernos con ellos a vivir el Evangelio; y dar
testimonio de Cristo, principalmente en los ambientes universitarios.
23 Esta es nuestra Misión.
24 Creemos que es la manera concreta que Dios nos ofrece para responder a su llamado.
25 Queremos grabarla en nuestra mente y guardarla en nuestro corazón.
26 Al mismo tiempo que reconocemos y valoramos muchos otros llamados y misiones particulares
que Dios hace en su Iglesia, queremos ser fieles a esta encomienda, ocupando nuestro lugar en el
Cuerpo de Cristo.
27 Estamos conscientes de que es una invitación y un llamado de parte de Dios y no un requisito para
alcanzar la salvación.
28 Un joven rico se acercó a Jesús para preguntarle qué debía hacer para tener en herencia la vida eterna.
Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le invitó a dejar lo más preciado de su vida y a seguirle.
29 El joven, por su parte, se fue entristecido (Mc 10,17-22).
30 Al habernos encontrado también nosotros con Cristo y experimentado su mirada y su amor en
nuestras vidas, no queremos marcharnos como aquel joven.
31 Más bien deseamos con todo nuestro corazón dar más de lo necesario por amor a Él, y responder
alegremente a la invitación que nos hace a vivir esta misión.

32 2o Elemento: Casco.
33 Representa las cuatro verdades que fundamentan nuestra vida cristiana.
34 Son las acciones de Dios que, junto con nuestra respuesta, nos mantiene a flote y sostiene nuestra
vida.
35 Sin el casco, sin estas 4 verdades, el barco se hundiría.
36 Es lo que Dios ha hecho por nosotros.
37 Se nos adelantó.
38 El lo ha hecho posible.
39 Primera Verdad: Dios nos ama. Hemos descubierto la verdad más importante:
Dios vive entre nosotros, nos ama infinitamente y desea que tengamos vida en
abundancia.
40 Dios está vivo e irrumpió en nuestra historia poniendo su morada entre nosotros (Jn 1,14).
41 Le hemos conocido y experimentado no como un ser distante fuera de nuestro alcance, sino como
un Dios cercano y personal, que se interesa en los asuntos cotidianos de nuestra vida, habita en
nuestros corazones (1 Cor 3,16) y desea tener una relación personal con nosotros.
42 Tuvo a bien permitirnos descubrir y hacer nuestro el tesoro escondido y la perla de gran valor, que
es Él mismo (Mt 13,44,46).
43 Ya no nos llama sus siervos sino sus amigos (Jn 15,15).
44 Lo más importante en nuestras vidas no es lo que nosotros hayamos hecho sino lo que Dios hizo por
nosotros: nos amó primero (1 Jn 4,19).
45 Y nos amó de tal manera que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él no muera
sino que tenga vida eterna (Jn 3,16).
46 Deseamos ya desde ahora vivir las primicias de la vida eterna esforzándonos por conocer lo más
posible el amor de nuestro Padre, el único Dios verdadero, y a su enviado Jesucristo (Jn 17,3).
47 Con amor eterno nos ha amado y hemos hallado gracia ante sus ojos (Jer 31,3). ¿Acaso una madre
olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella llegara a olvidarlo, yo no te olvidaré (Is
49,15).
48 Así de grande es el amor de Dios que hemos descubierto al escuchar que nos llamaba por nuestro
propio nombre y nos decía: “Tú eres mío” (Is 43,1).
49 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Dios, en Cristo, ha venido para que tengamos
vida y la tengamos en abundancia (Jn 10,10).

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
3
50 No sólo ha querido Dios rescatarnos y ponernos a salvo, sino que el deseo de su corazón es que
vivamos una vida llena de bendiciones desde hoy, sabiendo que en todo interviene Dios para bien
de los que le aman (Rm 8,28).
51 Por eso, vivimos confiados y con alegría aún en medio de las dificultades y el sufrimiento,
sabiendo que la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal
de gloria eterna (2 Cor 4,17).
52 Segunda Verdad: Somos pecadores. Reconocemos que somos pecadores y que
estábamos separados del amor de Dios sin poderlo remediar por nuestras propias
fuerzas.
53 Dios nos creó a su imagen y semejanza, como sus hijos(Gn 1,27), y nos dio el don precioso de la
libertad para que pudiéramos escoger amarle libremente.
54 Pero hicimos mal uso de este don y pecamos al tratar de hacernos como dioses, conocedores del
bien y del mal(Gn 3,15), quedando privados de la gloria de Dios (Rm 3,23).
55 Estábamos separados irremediablemente de su amor y de la posibilidad de tener una relación
paterna con Él.
56 Nos hemos dado cuenta que esta tendencia hacia el mal existe en cada uno de nosotros y que se
manifiesta en nuestro orgullo, soberbia y rebeldía.
57 En una palabra, nos sabemos pecadores y necesitados de la gracia de Dios.
58 Reconocemos que humanamente no hay nada que pueda resolver nuestra situación.
59 Está mucho más allá de la capacidad del hombre restablecer su relación con Dios.
60 En vano quisimos encontrar algo que diera sentido a nuestras vidas y llenara el vacío de nuestro
corazón.
61 Ahora sabemos que la raíz del problema está en el interior del hombre que decidió apartarse de
Dios, y que solamente Él tiene el poder de cambiarnos, dándonos un corazón nuevo, un corazón de
carne, y de quitar en su lugar nuestro corazón de piedra (Ez 36,26).
62 La Tercera Verdad: Dios nos ofrece la salvacion en Cristo. Hacemos nuestro el
regalo de la salvación que Dios nos ofrece en Cristo mediante la fe, el
arrepentimiento de nuestros pecados y la aceptación de Cristo como nuestro
Salvador y Señor.
63 Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos a causa de
nuestros pecados, nos dio vida en Cristo (Ef 2,4).
64 La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros pecadores, murió por nosotros y nos
ofreció la salvación (Rm 5,8).
65 Hemos sido salvados por la gracia mediante la fe y el arrepentimiento de nuestros pecados. Esto
no viene de nuestros méritos sino que es un don generoso y gratuito de Dios por el cual le
estaremos eternamente agradecidos (Ef 2,8).
66 Hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador, que con su muerte y resurrección rompió de una
vez y para siempre las cadenas del pecado y de la muerte en nuestras vidas.
67 Hemos aceptado a Cristo como nuestro Señor. Ya no queremos vivir para nosotros mismos sino para
Aquél que murió y resucitó por nosotros (2 Cor 5,15).
68 Deseamos vivir para los propósitos de nuestro Amo.
69 Su causa es la nuestra.
70 Anhelamos ardientemente que Él pueda utilizarnos en cualquier forma que escoja para la mayor
gloria de su Nombre y para el avance de su Reino.
71 Él es nuestro Señor y nosotros somos suyos, hijos de su posesión, jóvenes que Él ha escogido para
sí.
72 Cuarta Verdad: Hacemos nuestra la Vida en el Espíritu. Dios nos dio su Espíritu
Santo para tener una nueva vida. Queremos vivir en su poder y ser guiados y
transformados por Él.
/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
4
73 Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra
y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y haré que caminen según mis preceptos y
que pongan por obra mis mandamientos (Ez 36,26-27).
74 Este es el espíritu que se nos ha dado por el Bautismo; el mismo que fue derramado sobre los
primeros apóstoles en Pentecostés y que ha sido renovado en nuestros corazones, dándonos un
santo anhelo por la vida del Reino (Rm 5,5, Ef 3,16-17).
75 Lo que antes era imposible para el hombre con sus propias fuerzas —agradar a Dios y vivir una
vida santa—, ahora es posible por la acción de su Espíritu (Rm 8,3-4).
76 Sabemos que Dios no nos pedirá nada por encima de nuestra capacidad, antes bien, en todo
momento nos dará la gracia y el poder de su Espíritu para responder en santidad y justicia (1 Cor
10,13).
77 Deseamos, ante todo, cumplir la voluntad de Dios y estar sensibles a ser guiados por su Espíritu,
como hijos de Dios que somos (Rm 8,14).
78 Queremos reflejar el fruto del Espíritu en nuestras vidas (Gal 5,22).
79 Asimismo, buscamos ser transformados cada día más en la imagen de nuestro creador por la acción
del Espíritu Santo (2 Cor 3,18).
80 Estamos conscientes que es un proceso que dura toda la vida, por lo que cultivaremos siempre una
disposición de cambiar y seguir creciendo.
81 En todo momento no queremos acomodarnos al mundo presente y entibiarnos, sino transformarnos
mediante la renovación de nuestra mente y la acción de su Espíritu, de forma que podamos
distinguir la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que es grato y lo que es perfecto (Rm 12,2).

82 3o y 4o Elementos: los Mástiles y las Banderas.


83 Incrustados al casco están los mástiles, que son la fuerte y estrecha relación
personal que buscamos tener con Dios. Izadas firmemete a ellos hay tres banderas
que revelan nuestra identidad como miembros de MCU: hijos de Dios, discípulos y
siervos.
84 Mástiles.
85 Es lo que sostiene a las velas.
86 Es lo que transmite la solidez del casco al resto de los elementos del galeón.
87 Banderas.
88 Son nuestra identidad.
89 Nos dice quienes somos.
90 Nos recuerda a nosotros y a los demás la respuesta a esa gran pregunta de “¿Quién soy?”.
91 Siendo la principal bandera la de Hijos de Dios.
92 RELACION PERSONAL CON DIOS E IDENTIDAD.
Estas cuatro verdades hacen posible lo más importante de nuestra vida: la relación personal con Dios.
Buscamos crecer en ella por medio de la oración, los sacramentos, la lectura y meditación diaria de su
Palabra.
Esta relación, a su vez, nos permite descubrir lo que verdaderamente somos: hijos de Dios, siervos y
discípulos de Jesucristo, especialmente en esta época en la que se vive una fuerte crisis de identidad.
93 El amor del Señor es mejor que la vida (Sal 63,4) y estar en su presencia una delicia para siempre (Sal
16,11).
94 Vale más un día en los atrios del Señor que mil en nuestra casa (Sal 84,11).
95 Queremos ser hombres y mujeres de oración, con una profunda y viva relación con Dios.
96 Para ello buscamos su gracia en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y la Confesión.
97 Escudriñamos las Escrituras para conocerle más, para dejar que Él nos hable, enseñe, corrija y
forme en la justicia a través de ellas, llegando así, a estar preparados para toda obra buena (2 Tm
3,16-17).

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
5
98 Todo cuanto hagamos y digamos queremos que brote como fruto de esta intimidad que tenemos
con Él. El Señor es nuestra herencia y nuestro tesoro (Sal 16,5).
99 ¡Dichosos de nosotros invitados a morar en la casa del Señor y a encontrar nuestra fuerza en Él!
(Sal 84,5-6).
100Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (1 Jn 3,1)
101Lo hemos descubierto por medio del Espíritu Santo que ha sido enviado a nuestros corazones y
nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Gal 4,6)
102No existe mayor dignidad para nosotros que saber que ya no somos esclavos, sino hijos; y como
hijos, también herederos de Dios y coherederos de Cristo (Gal 4,7, Rom 8,17).
103Fuimos creados a Su imagen y semejanza y queremos abandonarnos, confiados y seguros, en las
manos de nuestro Padre amoroso.
104Queremos ser sus siervos.
105Nuestras vidas no son nuestras, sino de Él.
106Deseamos servirle en cualquier tarea que nos encomiende y cuando hayamos concluido lo que nos
pidió, poder decir: ´Siervos inútiles somos, sólo hemos hecho lo que debíamos hacer´ (Lc 17,10).
107Buscamos relacionarnos con los demás como siervos, así como Él estuvo en medio de nosotros
como el que sirve (Lc 22,27), pues el que quiera ser grande en el Reino de los Cielos ha de ser el
servidor (Mc 10,43).
108Nos serviremos mutuamente sabiendo que al hacerlo estamos sirviendo a nuestro Señor (Jn 13,14-
15).
109Queremos ser discípulos radicales.
110Él nos ha invitado a ser sus discípulos, a negarnos a nosotros mismos, a tomar su cruz y seguirle
(Mt 16,24).
111Deseamos perder nuestra vida por Él y por su causa(Mc 8,35).
112Anhelamos responderle gustosos y agradecidos, tomar sobre nosotros su yugo, vender lo que
tenemos para adquirir la perla de gran valor (Mt 13,45-46).
113Hemos calculado el costo y decidimos dejar todo atrás y seguirlo para que pueda utilizarnos en la
forma que Él escoja para la mayor gloria de su Nombre y para el avance de su Reino, aguardando
el cumplimiento de su promesa de heredar la vida eterna.
114Buscamos en todo momento que sean sus intereses y su causa lo que guíe nuestras decisiones.
115Queremos ser conocidos por nuestro celo por su gloria y por nuestra lealtad a Él.

116 5o Elemento: Las Amarras.


117Fijos a los mástiles están las amarras, que son el carácter firme que deaseamos
tener, fruto de la gracia que recibimos de nuestra intimidad con Dios y que
transforma e impacta a todas las áreas de nuestra vida.
118Sin amarras, las velas no podrían conectarse con el mástil.
119Sin amarras, el viento no podría moverlas.
120Toda vela necesita de amarras.
121Las amarras deben ser firmes y sólidas.
122Un Galeón está repleto de amarras.
123Cada amarra sirve para una función distinta para poder enfrentar diversas situaciones.
124Queremos formar nuestro carácter, permitiendo que la gracia que nos viene de
nuestra relación con Dios nos transforme en todas las áreas de nuestra vida: familia,
estudios, comunidad y uno mismo.
125Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios con el propósito de vivir, reflejar y crecer cada día
más en el carácter de Cristo.
126No solamente nos conformamos con creer, sino queremos añadir a nuestra fe la virtud (2 Pe 1,5) y
así llegar al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo (Ef 4,19).

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
6
127Deseamos ver toda circunstancia de la vida como una oportunidad para crecer en nuestro carácter
cristiano por medio de la gracia que Dios nos ofrece en ellas.
128Queremos ser hombres y mujeres que en todos los aspectos de la vida reflejen la imagen y la
estampa de Cristo.
129Buscaremos la formación para que Dios reciba de nosotros lo mejor, sabiendo que el oro se purifica
en el fuego y los aceptos a Dios en el horno de la humillación (Eclo 2,5).
130Estamos conscientes que todo, incluso el dolor, el sufrimiento y la prueba, sucede para bien de los
que aman a Dios (Rm 8,28), ya que la tribulación engendra la paciencia y la paciencia un carácter
probado que nos llena de una esperanza inquebrantable (Rm 5,4-5).
131Dios a los que ama, los corrige (Heb 12,6).
132No queremos huir de su disciplina sino prepararnos para la prueba como quienes desean servir al
Señor (Eclo 2,1).
133Reconocemos que Dios creó al hombre y a la mujer diferentes para que se complementaran (Gn 1,27;
2,18).
134Estamos conscientes que estas diferencias no hacen que el uno sea más que el otro; ambos,
hombres y mujeres, tenemos la misma dignidad ante los ojos de Dios como sus hijos.
135En medio de una sociedad que trata de minimizar tales diferencias, queremos crecer en los rasgos
característicos de nuestro propio sexo, poniendo especial empeño en desarrollar relaciones con
hermanos del mismo sexo, buscando aprender de ellos.
136Queremos ofrecerle al Señor el tesoro de nuestra juventud y aprovecharla lo más posible para crecer
en el Señor y en nuestro carácter de hombres y mujeres de Dios.
137Creemos que esta es la mejor preparación para el noviazgo y el matrimonio futuros, o para la vida
consagrada a la cual pudiera llamarnos.
138Estamos abiertos a recibir la gracia para cualquier estado de vida que Dios tenga a bien para
nosotros.

139 6o Elemento: Las velas.


140Representan cada una de las áreas y prioridades de nuestra vida: familia, estudios,
comunidad y uno mismo.
141Después de nuestra primera prioridad que es Dios, reconocemos estas otras 4 áreas de prioridad en
nuestras vidas.
142Son sostenidas por los mástiles (rel. con Dios), que hace llegar la solidez del casco (las 4 verdades: la
obra de Cristo) a las velas.
143Las amarras (carácter) hacen posible que puedan inflarse y conducir al barco.
144Todas las velas son importantes; no podemos prescindir de ninguna de ellas y queremos que cada una
esté en su lugar y cumpla su función.
145 Familia. Honramos a nuestros padres y hermanos a través de nuestro amor y
servicio.
146El Señor nos mandó obedecer y honrar a nuestros padres por amor a Él (Ef 6,1-3). Este mandamiento
trae consigo la promesa de ser felices y de prolongar nuestra vida sobre la tierra.
147Queremos tener como una de nuestras más altas prioridades el amar, servir, obedecer, honrar y
respetar a nuestros padres.
148Los honraremos y obedeceremos en obra y palabra (Eclo 3,8; Prov 6,20); buscaremos su consejo,
oraremos por ellos y trataremos de ser luz del mundo a través de nuestro testimonio para llevarles
de esta manera el inmenso don de la vida eterna.
149Pondremos especial empeño en proveerles el cuidado y servicio que se merecen.
150Vamos a servir y a interesarnos por todos los miembros de nuestra familia.
151Especialmente trataremos de ayudarles a que establezcan sus vidas en el Señor y en la rectitud
cristiana.

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
7
152Nos esforzaremos por ayudar a la unidad y vida familiar, reconociendo nuestro lugar de hijos y los
límites de nuestra responsabilidad.
153 Estudio. Cumplimos responsablemente con nuestros estudios.
154Reconocemos que el estudio es muy importante para nuestro desarrollo integral como cristianos y
queremos darle el lugar que le corresponde.
155Estudiaremos responsable y diligentemente para hacerle frente al futuro, poniendo nuestra
confianza en Dios y no en nuestros grados académicos.
156Buscamos la excelencia académica sin sacrificar nuestra relación con Dios, ni nuestra familia, ni una
adecuada formación como jóvenes cristianos.
157Nos esforzamos por ser fieles y honestos en nuestros estudios, pues es lo que Dios nos ha
encomendado de manera especial durante nuestra juventud, porque el que es fiel en lo poco, al
frente de lo mucho será puesto (Mt 25,21). Queremos dar gloria a Dios con nuestros estudios.
158 Comunidad. Dios no nos llamó a vivir aisladamente nuestro cristianismo, sino a
comprometernos a vivir, en comunidad con otros hermanos, una misma Alianza
para alabarlo como su pueblo, apoyarnos y servirnos. Buscamos establecer
relaciones fuertes de hermandad y amistad, vivir el estilo de vida que Dios nos ha
dado y formar un ambiente que nos apoye en el cumplimiento de nuestra Misión.
159En un mundo que le tiene miedo al compromiso y que va contra todo tipo de vida comunitaria hemos
escuchado la invitación a responder al llamado del Señor no sólo individualmente, sino como un
pueblo. Nosotros, que antes no éramos pueblo, ahora somos parte del pueblo de Dios, su Iglesia (1 Pe
2,10).
160Ya no somos extraños, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios (Ef 2,19).
161Queremos ocupar nuestro lugar en el baluarte y comprometernos unos con otros a vivir el llamado
y la Alianza que el Señor nos ha dado.
162Deseamos vincularnos a otros hermanos y hermanas y vivir en comunidad una relación de amor
comprometido de unos con los otros.
163Alabamos a Dios asiduamente como pueblo y con un mismo espíritu, elevando nuestras oraciones
como incienso y el alzar de nuestras manos como una oblación(Hch 2,46-47; Sal 141,2).
164Queremos amar y servir a los demás, y en especial a nuestros hermanos y hermanas, como Cristo nos
amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma para Dios (Ef 5,1-2, Gal
5,13).
165Esto es posible porque Él nos ha transformado y ha derramado su propio amor en nuestros
corazones al darnos su Espíritu (Rm 5,5).
166Un hermano ayudado por su hermano es plaza fuerte (Prov 18,19). Aunque un hombre puede
vencer a otro que está sólo, dos le pueden hacer frente( Eclo 4,10).
167La cuerda de tres hilos no es fácil de romper (Eclo 4,12).
168El mayor servicio que podemos prestar es ayudarles a conocer, amar y servir más al Señor. Si no
lo logramos, estamos derrotados.
169Queremos amarnos intensamente unos a otros con corazón puro (1 Pe 1,22).
170Fuimos creados para vivir con los demás.
171Buscaremos establecer relaciones fuertes de hermandad y amistad, especialmente con hermanos de
nuestro propio sexo.
172Nos amaremos con afecto fraterno (Rm 12,10), sabiendo que no hay vínculo más grande que el ser
hijos de Dios y compartir un mismo ideal.
173Un hermano o un amigo puede ser de gran valor para que fijemos nuestro corazón en el Señor y
fortalezcamos nuestro servicio a Él. Por otro lado, queremos cuidarnos de todas aquellas
relaciones que muestren indicios de posesividad y exclusividad.
174Queremos que nuestra hermandad y amistad redunde en bendición para quienes nos rodean.
175Deseamos vivir la cultura del Reino de Dios, proveer de un ambiente de amor que pueda atraer a otros
jóvenes al Señor y que nos permita al mismo tiempo vivir nuestra Misión.

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
8
176Somos forasteros y peregrinos sobre la tierra, vamos en busca de nuestra patria celestial y ya desde
ahora queremos vivir el estilo de vida cristiano fijando nuestros ojos en las cosas de allá arriba
donde está Cristo sentado a la diestra del Padre (Heb 11,13,16; Col 3,1).
177 Uno mismo. Cultivamos nuestro cuerpo y nuestra mente a través de la sana
recreación y el desarrollo de habilidades.
178Buscamos cultivar los dones y capacidades que Dios nos ha dado, ponerlos al servicio de nuestros
hermanos y dar el mayor fruto posible, porque a todo el que tiene y lo invierte en el Reino de los
cielos, se le dará aún más y le sobrará, pero al que no tiene y no lo pone al servicio de los demás, aún
lo que tiene se le quitará (Mt 25,29).
179Cuidaremos y ejercitaremos nuestro cuerpo responsablemente para que dé el mayor fruto para el
Señor.

180 7o Elemento: El Viento.


181El viento manifiesta la acción del Espíritu Santo en nosotros.
182El Espíritu que hemos recibido por el bautismo impulsa el velamen de nuestro galeón y transforma las
diferentes áreas de nuestra vida, ayudándonos a navegar con firmeza en este mundo en el que estamos
de paso.
183Sin viento, el Galeón no avanza. Es el E.S. el único que nos permitirá avanzar e inflar e impactar las
velas (áreas de nuestra vida).
184Necesitamos estar sensibles al viento para poder ser guiados y avanzar en la dirección correcta.

185 8o, 9o y 10 Elementos: La Tierra Firme, el Faro y los Rayos.


186La tierra representa nuestro destino: la Jerusalén Celestial, la vida eterna a la que
hemos sido llamados. El faro de la santidad, nos señala el camino para llegar a ella.
De él salen rayos de luz, que son los cuatro ideales de nuestro llamado: Amar a Dios,
Amar a nuestro prójimo,Imitar a Cristo y Extender el Reino de Dios.
187Nuestro destino final es el Cielo, la Jerusalén Celestial.
188El faro nos indica el camino y el rumbo de nuestro destino final. Sin santidad nadie verá al Señor.
189Necesitamos algo que nos señale el verdadero puerto al que quermos llegar.
190Los rayos que salen de ese faro nos iluminan en nuestro navegar, que son los 4 ideales de MCU.
191Un faro apagado serviría de muy poco. Necesita irradiar luz.
192IDEALES. Todo esto significa aceptar y vivir de acuerdo al propósito para el cual
fuimos creados: ser santos, lo cual se refleja en nuestros ideales.
193Queremos ser santos como Él es santo; ésta es la voluntad de Dios para nosotros (Lv 19,2; 1 Tes 4,3).
194Deseamos ardientemente contemplar el rostro de Dios y verle cara a cara(Sal 63; Sal 84).
195Dios nos creó para sí. Hemos sido bien comprados y le pertenecemos a Él, por lo que en vida o
muerte, somos del Señor (Rm 14,8; 1Cor 6,20).
196Queremos estar apartados para Él a fin de que pueda usarnos para sus propósitos.
197Deseamos, además, ser purificados porque sin santidad nadie verá al Señor (Heb 12,14).
198Dios nos corrige para provecho nuestro, para hacernos partícipes de su santidad (Heb 12,10).
199Por ello, vamos a amar la corrección y la recibiremos no sólo externamente, sino también de
corazón, deseando ser formados a imagen de Cristo.
200 Amar a Dios sobre todas las cosas, alabándolo y glorificándolo con nuestra vida y
consagrándonos a Él y a su servicio.
201El mandamiento mayor de la Ley es éste: Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente (Mt 22,37).
202Todo nuestro ser quiere responder con generosidad a este precepto, que más que un mandamiento,
es la razón de ser de nuestra vida y la fuente de nuestra alegría.

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
9
203Queremos corresponder con amor a Aquél que nos amó primero (1 Jn 4,19).
204Como muestra de nuestro amor buscamos darle la gloria y la honra que sólo Él se merece y
consagraremos todo lo que hacemos a Él y a su servicio.
205Él es digno hasta de la última gota de nuestra sangre.
206Queremos hacer todo por amor a Cristo(1 Cor 16,14), que su amor nos gobierne, controle y motive
siempre en todo lo que hacemos(1 Cor 5,14).
207 Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos estando fiel y
comprometidamente vinculados a la Iglesia.
208El segundo mandamiento del cual penden la ley y los profetas es éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo (Mt 22,39).
209Si alguno dice: ´Amo a Dios´y aborrece a su hermano, es un mentiroso (1 Jn 4,20) y no ha
conocido a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4,8).
210Queremos amar a los demás como el Señor mismo los ha amado al dar su vida por ellos (1 Jn
3,16). También nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
211Él nos ha enseñado cómo amar a los demás, inclusive a los que son nuestros enemigos, porque,
siendo nosotros todavía pecadores, enemigos de Dios, Cristo murió por nosotros (Rm 5,8,10).
212El Señor quiere que amemos a los demás por ser quienes son y no por ningún otro interés, y que
este amor sea el distintivo de nuestras relaciones, mostrando así que somos sus discípulos (Jn
13,35).
213Amamos a la Iglesia y nos sabemos parte de ella.
214Queremos que nuestra vida redunde en bendición para todo el Cuerpo de Cristo.
215Estamos vinculados en la diócesis como una misión que busca servir a los jóvenes universitarios.
216Es nuestro anhelo servir, en la medida que Dios así lo quiera, en la renovación y fortalecimiento de
nuestra Iglesia.
217Como católicos oraremos y ofreceremos sacrificios por todo el pueblo de Dios y por sus pastores,
en especial por el Santo Padre y sus intenciones.
218Honramos y respetamos a todos nuestros hermanos en tanto hombres de Dios, especialmente a
quienes nos sirven a través de su liderazgo y cuidado.
219A los sacerdotes y ministros del pueblo de Dios los tenemos en la mayor estima con amor por su
labor (1 Tes 5,12-13, Heb 13,17-18).
220A los hermanos del sexo opuesto les honramos y servimos con toda pureza como muestra de
nuestro respeto, apreciando y valorando nuestras diferencias y roles.
221 Imitar a Cristo y ser formados en su carácter, es decir, en humildad, obediencia y
fidelidad y responder así a la necesidad de modelos y líderes cristianos en el mundo.
Imitar igualmente a María como modelo de intercesión, sierva y discípula de
Jesucristo.
222Ante la falta de hombres y mujeres santos en el mundo queremos ser otros cristos: amar como Él,
hablar como Él, relacionarnos como Él y encaminar todas nuestras fuerzas a imitarle.
223Queremos ser formados a imagen suya para que Él pueda contar con que nosotros vivimos
conforme a su mente y actuamos como actuaría Él (2 Cor 3,18).
224En especial queremos imitarlo en su humildad y, como Él, tomar nuestro lugar de siervos y estar
dispuestos a obedecerle en todo (Fil 2,6-8); considerando a los demás como superiores y no
estimándonos en más de lo que conviene sino teniendo de nosotros una sobria estima (Rm 12,3,10;
Fil 2,3), porque Dios resiste a los soberbios y da su gracia y ensalza a los humildes (St 4,6,10).
225Igualmente, seremos fieles y confiables porque fiel es Dios que nos ha llamado a tener comunión
con su hijo Jesucristo (1 Cor 1,9; 1 Tm 2,13).
226Buscamos ser hombres de palabra, siendo nuestro sí, sí y nuestro no, no (Mt 5,37; St 5,12).
227Queremos amar e imitar a María, la criatura más excelsa que jamás haya existido, diciendo como ella:
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38).

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
10
228Apreciamos su papel en la historia de la salvación y deseamos darle, como siervos y discípulos,
nuestro ´sí´ al Señor, tan incondicionalmente como ella lo hizo y cumplir así el papel que Dios
tiene para nosotros en la historia humana.
229Más aún, la imitamos como intercesora y modelo de oración (Jn 2,3).
230Frecuentamos el rezo del Rosario y cultivamos nuestra devoción a la Virgen Madre de Dios y
Madre nuestra.
231 Extender el Reino de Dios, participando en la batalla espiritual y evangelizando a
tiempo y a destiempo como parte central de nuestro apostolado.
232Estamos conscientes que la mies es mucha y los obreros pocos, por eso, además de rogar al Dueño
que envíe operarios, le hemos dicho cada uno de nosotros: ´Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad;
envíame a mi´ (Mt 9,37-38; 1 Sam 3,4,9; Is 6,8).
233Deseamos hacer todo lo que podamos por avanzar su reinado y por asegurarnos que Él reciba la
gloria que por derecho le pertenece.
234Trabajamos para que el hombre oiga la Buena Nueva, responda a ella y encuentre nueva vida en
Cristo, porque ¿cómo podrán creer sin que alguien les predique? (Rm 10,14).
235Dedicamos nuestro tiempo, energía y recursos para edificar el pueblo de Dios y para apoyar la
predicación del Evangelio.
236Queremos ir y hacer discípulos a todas las gentes y responder así a la Gran Comisión que Cristo nos
dio, confiados en que Él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,18-20).
237Buscamos proclamar la Palabra a tiempo y a destiempo y desempeñar a la perfección nuestro
ministerio de evangelización (2 Tm 4,2-5).
238Más aún, nos esforzamos por llevar una vida santa e irreprochable como hijos de Dios, en medio
de una generación tortuosa y perversa, y así brillar como antorchas en el mundo, presentándole la
Palabra de vida y siendo testimonios vivos de Cristo (Fil 2,15-16).
239Como jóvenes estudiantes que somos, queremos dar testimonio de la verdad del Evangelio
principalmente en las universidades.
240En una época en donde se exalta la razón como la única fuente de conocimiento, y la fe y la
revelación son desdeñadas, nos sabemos misioneros en la universidad, el lugar en el que el Señor
nos ha puesto por ahora.
241Queremos predicar el mensaje de salvación a nuestros compañeros y amigos y ayudar a
contrarrestar el ambiente anticristiano que existe en la cultura juvenil de hoy en día.
242Estamos conscientes que evangelizar es entrar en batalla espiritual.
243Como guerreros suyos que somos, pertenecemos a su ejército y estamos preparados para luchar por
Él en la forma que Él escoja luchar (Jn 18,36; Ap 19,11-16), sabiendo que nuestra lucha no es
contra gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo (Ef 6,12; 2 Cor
10,3).

244 11o Elemento: El mar.


245Es el medio ambiente, la sociedad que nos rodea y la época en que vivimos.
246En él exísten corrientes que se oponen al avance de nuestro galeón, es decir, del crecimiento de
nuestra vida como cristianos. Ellas son:
247El Mundo es el sistema de valores y de doctrinas anticristianas de nuestra sociedad que nos apartan
de la fe.
248La Carne es la naturaleza caída del hombre que alienta al pecado y nos lleva a la muerte.
249Satanás, el Enemigo, se opone a los designios de Dios e intenta conducir nuestras almas a la
perdición.
250Estas corrientes pueden llegar a ser muy fuertes y a desviar nuestro rumbo.
251Van en contra de nuestro destino deseado.
252De no ser por el viento, el Galeón de nuestra vida sería arrastrado en dirección contraria a nuestro
destino.

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
11
253 OBSTACULOS. Estamos conscientes de que Satanás, el mundo y sus corrientes
anticristianas, la carne, y por consecuencia el pecado, son los obstáculos que se
interponen en nuestra lucha por vivir esta Alianza.
254Al entregar nuestras vidas al Señor y llevar en nuestra frente el nombre de Cristo nos hemos
constituido en enemigos acérrimos de Satanás, la Serpiente Antigua, el llamado Diablo, nuestro
Enemigo, que ronda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pe 5,8).
255El ser católicos bautizados equivale a entrar en la guerra más antigua de todos los tiempos.
256Todos hemos sido enlistados sin excepción.
257Por eso, tomamos diariamente la armadura espiritual de Dios -la verdad, la rectitud, el celo por el
Evangelio, la fe, la salvación y la Palabra de Dios- que es capaz de arrastrar fortalezas y así poder
resistir en el día malo y mantenernos firmes (Ef 6,13; 2 Cor 10,4).
258Tenemos consciencia de que nuestro corazón y nuestra mente son el principal campo de batalla
espiritual por lo que guardamos especial cuidado con nuestros pensamientos, juicios y palabras,
buscando someterlos a Cristo, para que le obedezcan a Él (2 Cor 10,5).
259Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero está bajo el poder del maligno (1 Jn 5,19).
260No queremos coquetear con este sistema de valores anticristianos que se oponen al Reino de Dios,
porque la amistad con el mundo es enemistad con Dios y quien lo ama, el amor del Padre no está
en Él (St 4,4; 1 Jn 2,15).
261Queremos transformar nuestra mente de acuerdo a los criterios de Dios y aprender a vivir desde
ahora como se vive en el Reino de Dios.
262Tomamos la manera de pensar de Cristo en cuanto a los que deben ser nuestros valores y criterios
de éxito, así como la forma de entender el dinero, la diversión, la moda, los medios de
comunicación y la forma de relacionarse.
263Sabemos que esto significa ir contracorriente y ser signos de contradicción como lo fue Cristo
mismo (Lc 2,34).
264En el mundo tenemos tribulación, pero cobramos ánimo porque en Cristo somos más que
vencedores ya que Él ha vencido al mundo (Rm 8,37; Jn 16,33).
265Queremos deshacernos de nuestra vieja naturaleza, que está corrompida por el Pecado Original, y
renovarnos en nuestra mente y espíritu, revistiéndonos del Hombre Nuevo, creado según Dios (Ef
4,22-24).
266Como hombres espirituales nos preocupamos por las cosas del Espíritu, esforzándonos por mostrar
su fruto (Rm 8,5; Gal 5,22).
267Buscamos mantenernos despiertos y en oración, porque nuestra carne esa inclinación del hombre al
mal contraria a su voluntad, nuestra naturaleza pecadora- es débil y nos lleva a ser esclavos de
nuestros deseos y pasiones desordenados (Mt 26,41).
268Luchamos especialmente contra nuestro orgullo, pereza, sensualidad y cualquier tipo de
dependencia, porque lo que era imposible antes por la ley y por nuestra carne, ahora es posible por
Jesucristo, nuestro Señor (Rm 8,3).

269 12o Elemento: El Timón.


270Finalmente, el timón es el precioso don de la libertad que Dios nos ha dado para
decidir el rumbo de nuestras vidas.
271Hemos recibido de Él esta misión, que sólo podremos vivir con la gracia del Espíritu Santo. Por eso
hemos decidido aceptar libre y alegremente, vivir y abrazar de corazón nuestra Alianza, el
Compromiso con MCU y conducir nuestro galeón a la Jerusalén Celestial.
272Dios es un caballero, no nos va a viloentar a tomar una decisión.
273Dios mismo se pone límites: no tocar nuestra libertad.
274Podrá el Galeón estar muy bien, pero a final de cuentas tenemos que orientarlo en la dirección
correcta a través del timón, de nuestro libre albedrío.
275Puede parecer insignificante y pequeño, pero es crucial.

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc
12
276 DECISION PERSONAL. Hemos recibido de Dios esta Alianza que sólo podremos
vivir con la gracia del Espíritu Santo. Por eso aceptamos libre y alegremente vivir y
abrazar de corazón esta Misión.
277Como criaturas débiles y limitadas, confiamos alegremente en la gracia de Dios que se muestra
perfecta en la flaqueza; y así, cuando somos débiles es cuando somos fuertes (2 Cor 12,9-10).
278Por su Espíritu hemos sido elevados a la dignidad de hijos de Dios como un anticipo de lo que
vamos a recibir y llegar a ser, ayudándonos desde ahora en nuestra debilidad (Rm 8,16,26). Como
Moisés, nos resistimos a dar un paso hacia adelante si Dios no va delante nuestro, porque sin Él
nada podemos hacer (Ex 33,15-16; Jn 15,5).
279Con Dios todo, sin Él nada.
280Gozando ya de la gloriosa libertad de los hijos de Dios y no queriendo hacer uso de esa libertad como
un pretexto para la maldad, decidimos, desde lo profundo de nuestro corazón, como siervos libres que
somos y con toda la fe, esperanza y amor de que somos capaces, hacer nuestra esta Misión y entrar en
esta aventura de amor comprometido con Dios (Rm 8,21; 1 Pe 2,16).
281Queremos estar en la brecha entre Dios y los hombres, y ocupar nuestro lugar en el cuerpo de
Cristo (Ez 22,30). Lejos de ser un encadenamiento, lo experimentamos como una fuente de
liberación para esforzarnos por aquello que más anhela nuestro ser: ser santos y hacer todo por
amor a Cristo.
282Que Dios y la Virgen Santísima nos asistan en nuestro compromiso. Amén.

283 Conclusión:
284Todo miembre de MCU podrá comprender y tener más presente el llamado que
Dios le ha hecho en MCU a través de visualizar los diferentes elementos del modelo
gráfico de la Alianza de MCU.

/conversion/tmp/scratch/509794354.doc

También podría gustarte