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SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ DE POPAYÁN

SEBASTIAN BAMBAGÜÉ ERAZO


II DE TEOLOGÍA
P. SABARAÍN FABARA
MORAL DE LA SEXUALIDAD

DIGNIDAD DE LA PERSONA
Temas de Estudio

a) ¿Por qué conviene reflexionar sobre la persona antes de afrontar las cuestiones
morales sobre de la sexualidad? ¿Qué puede aportar esa reflexión al estudio del
comportamiento sexual de los individuos?
La sexualidad no es algo extrínseco a la persona. Pertenece íntimamente a su
constitución. Se sitúa no tanto en la línea del tener cuanto en la línea del ser. Por lo
tanto es importante reflexionar sobre la persona ya que no existe persona si no es
persona sexuada.
Si se comprende la persona en su constitutivo se entenderá por tanto su
comportamiento sexual pero es necesario comprender que la sexualidad humana no
puede ser reducida a un fenómeno puramente fisiológico. Esta necesidad, siendo a la
vez física y psíquica, integra y supera los límites de la mera manifestación genital.
Tras haberla reducido durante largo tiempo a sus manifestaciones genitales, y estas a
mediaciones indispensables para la generación humana, la antropología coincide hoy
casi unánimemente en considerar la sexualidad humana en el ámbito de la
significatividad y de la comunicación interpersonal.

b) ¿Qué comprensión de la persona se descubre tras las concepciones e imágenes


de la sexualidad que suelen presentar los medios de comunicación?
Los medios de comunicación ofrecen un prototipo masculino, femenino y de relación
que, de una u otra forma, distorsiona la realidad, generando en la población
expectativas difíciles de alcanzar. Cuyo objetivo es: aumentar el auto- descontento y
frustración con el fin de incrementar diversos consumos.
La sexualidad se convierte en una actividad comparable a cualquier evento deportivo,
cuyo éxito se mide exclusivamente en términos de intensidad y duración de las
sensaciones. Igualmente la vida sexual se desarrolla en un medio sofisticado y
artificial, donde ninguna interferencia produce preocupaciones, angustias o
distracciones.

c) ¿Se percibe en el ambiente la conciencia de la unidad de la persona? ¿Qué


señales denotan la pérdida o debilitamiento de tal visión antropológica?
No hay mayor percepción sobre la unidad de la persona, a pesar que el ser propio de
cada persona es el que le da su carácter permanente, actual y en idéntico grado. Sin
embargo, se ha debilitado esta comprensión por la pérdida gradual de la conciencia,
el sin sentido de muchos frente a la realidad espiritual y el carácter irracional que se
le da a las realidades humanas.
d) Afirmar la unidad de la persona nunca ha sido fácil. ¿Qué fenómenos relevan
hoy una supremacía del cuerpo sobre el espíritu? ¿Hay otros que delaten cierto
desprecio de la corporeidad?
Supremacía del cuerpo sobre el espíritu:
 Los cambios físicos (cirugías plásticas, fisiculturismo, gimnasios, etc)
 La normalización del sexo como una realidad sin limites
 Complacer al cuerpo con placeres así sean perjudiciales
 El culto al hombre dejando atrás toda realidad espiritual
Desprecio a la corporeidad:
 Además de que denota perdida de la conciencia espiritual, con la aprobación
del aborto niegan la realidad corpórea del ser en gestación.
 Los movimientos transespecie o transexuales, que niegan su ser rechazando
su corporeidad buscando otra realidad

e) También cuesta superar la dialéctica entre individuo y grupo. ¿Cómo influye en


la vivencia de la sexualidad afirmar la supremacía de uno u otro?
Para una vivencia de la sexualidad reconociendo la supremacía del otro han de
rechazarse como modos falsos de comportamiento tanto la represión de la apetencia
natural del placer como, por el contrario, una afirmación hedonista y egocéntrica del
sexo. A causa de su eminente importancia supraindividual, todas las culturas se han
esforzado por una regulación de lo sexual, aun cuando en diferente medida. Tanto la
desvirtuarían funcionalmente, como también su mágica supra valoración dentro de la
sociedad actual, podrían atajarse desde un punto de vista humano y cristiano mediante
la correcta afirmación personal de la sexualidad. Sin embargo, una afirmación con
sentido de la sexualidad personal presupone ya una determinada imagen del mundo
y del hombre. Por eso se debe entender que la sexualidad presenta una vivencia
persona y grupal.

¿ES POSIBLE CREER EN LA PERSONA?


Temas de Estudio

a) Preguntarse por el puesto que ocupa la afirmación del hombre como imagen de
Dios en la doctrina bíblica y en la tradición cristiana. Reflexionar sobre las
implicaciones éticas que supone para los cristianos de nuestro tiempo.
El hombre es imagen de Dios por su capacidad de escuchar al Creador y de
responderle: el hombre puede ser interlocutor de Dios, puede entrar en una relación
personal con él. Y no sólo eso; es capaz de entrar en relación y en comunión con otros
distintos de él: lo demuestra evidentemente la diferencia sexual que, desde los
orígenes, caracteriza por voluntad de Dios al ser humano. Se puede decir, por tanto,
que el hombre está estructuralmente orientado al encuentro, al diálogo. Además es
imagen de Dios debido a su capacidad de ejercer cierto señorío sobre las demás
criaturas; en cierto sentido puede ser el representante de Dios, transformar la realidad
que lo rodea y hacerla fructificar para remedio de sus propias necesidades. Pero lo
que mejor muestra la singularidad del hombre, su cualidad de ser imagen de Dios, es
su dimensión espiritual: la inteligencia y voluntad, la posesión de la conciencia y la
capacidad de ejercer la libertad.
El creyente, creado y recreado a imagen de Dios, no puede huir de la historia; su ser
icono de Dios lo compromete a ser seriamente ciudadano del mundo, sin indiferencia
por, él, sin ceguera, sin cerrazón. Tan sólo el día de la resurrección, cuando llegue la
hora del descanso, de la gloria, de la alabanza incesante, el hombre alcanzará su
perfecta realización.

b) Localizar los textos fundamentales del Concilio Vaticano II sobre la dignidad de


la persona humana y señalar, de nuevo, las consecuencias que de ellos se derivan
para una moral de la sexualidad y del amor.
El texto fundamental es Gaudium et spes: N° (12ª; 14b; 35ª; 61ª; 26; 27; 40; 41)
La antropología teológica de Gaudium et spes se caracteriza, en primer lugar, por su
perspectiva radicalmente existencial; en segundo lugar, por la insistencia en la
necesidad del discernimiento moral y teológico; y en tercer lugar, por la necesidad de
analizar las realidades del mundo contemporáneo. Según estos autores, este programa
antropológico del concilio requiere de una apertura de la teología moral a los
conocimientos de las ciencias humanas para permitir el imprescindible
discernimiento de los cristianos en su presente histórico.

c) Preguntarse por las posibilidades y ambigüedades a que puede dar origen el


recurso a la categoría de <<naturaleza>> tanto en la reflexión filosófica como en
la teológica y en la catequesis cristiana.
En el conocimiento de la fe. La necesidad de conocer la verdadera visión cristiana del
hombre, de la corporalidad y de la sexualidad, como realidades positivas y globales,
don de Dios para la libre maduración personal, energías y llamada para realizar la
vocación humana por el encuentro personal en el amor.
En la formación litúrgica y la oración. Explícita la convicción de que Dios camina y
trabaja con el hombre en su proceso de maduración personal; también, y con singular
significación, en la tarea de vivenciar la sexualidad en ese proceso. Expresamente la
necesidad de los sacramentos, sobre todo la eucaristía y la penitencia; en los que el
creyente es alimentado y sostenido por la palabra de vida y el pan de los fuertes, y
vive la experiencia de fe de un amor que lo acepta, lo levanta y lo renueva para
retomar el camino. La penitencia, además, favorece la práctica del acompañamiento
personal, tan necesario para personalizar el proceso y para fortalecer, iluminar y
liberar de cargas pesadas.
En la transformación moral de la persona. La mirada y la valoración positiva de la
sexualidad, el espíritu de lucha constante y de superación, la aceptación del proceso
como condición de desarrollo y maduración, el fortalecimiento de la voluntad.
Especial importancia tiene el proceso de aprendizaje del amor, que pasa por una
actitud de respeto ante los demás; el aprecio, valoración y respeto de ambos sexos; el
reconocimiento y la gratitud por el amor que recibimos, el ejercicio del compartir, la
colaboración y la solidaridad, la vida en grupo y, de forma destacada, la experiencia
de la amistad, que se inicia en la pre adolescencia y está llamada a formar parte
integrante del resto de la existencia humana.
d) Reflexionar sobre la triple relación de la persona con lo otro, los otros y el
absolutamente Otro y extraer algunos principios básicos para la ética cristiana
en general y, más en concreto, para la ética del amor y la sexualidad.
 Referencia a la globalidad de la persona y a la conquista de su madurez
integral. La sexualidad no puede ser aislada de otras vivencias fundamentales
enraizadas en la personalidad y colaboradoras de la estructuración de la
personalidad.
 La sexualidad es, como otros aspectos de la vida humana, una realidad
dinámica en continua evolución, sea esta progresiva o regresiva. Como la
vivencia de la justicia o de la veracidad, también la vivencia ética de la
sexualidad es susceptible de un más o menos de integralidad y de
plausibilidad.
 Referencia a al diálogo y complementariedad de las personas.
 La sexualidad humana es una realidad íntimamente vinculada a la
manifestación del íntimo ser personal y de esa doble manera de estar en el
mundo de forma humana y creativa que son la masculinidad y la feminidad.
De ahí que la sexualidad, entendida en sentido amplio y, en consecuencia,
también en el sentido reducido de genitalidad, constituya una forma
privilegiada de lenguaje en profundidad.
 Personalización. El comportamiento sexual está ontológicamente integrado
en el desarrollo armónico de toda la persona. Lo que es un dato ha de
convertirse en una tarea. Es decir, parece absolutamente necesario el esfuerzo
moral por lograr intencionadamente tal integración en el desarrollo armónico
de la persona.
 El ser humano nace y se desarrolla en la comunicación. Todo él es palabra,
signo y mensaje. Es verdad que la vocación humana a la comunicación se
concentra especialmente en el rostro, en cuya desnudez se refleja siempre una
interpelación y una llamada a la responsabilidad.
 El amor no se agota en la mutua contemplación dual, sino que exige un
proyecto común. Efectivamente, la relación diádica ha de trascender el
diálogo meramente dual, si quiere superar el escalón de los egoísmos
compartidos y estériles. En el terreno de la sexualidad, la responsabilidad ética
ha de realizarse, por tanto, en la doble vertiente de lo personal-interpersonal
y de lo personal-social.

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