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Nota previa:
Las siguientes notas vienen de varias fuentes que han sido contrastadas y verificadas,
por tanto, sólo citaré textualmente algunos fragmentos indicando la fuente y el autor.
El hombre no es solamente una realidad natural, como los animales y las plantas,
sino también una realidad cultural. El lenguaje es la base de toda cultura y
fundamento por tanto de nuestra humanidad. El mundo en el que vivimos los
humanos es un mundo lingüístico, una realidad de símbolos y leyes sin la cual no
sólo seríamos incapaces de comunicarnos entre nosotros sino también de captar la
significación de lo que nos rodea.
De ahí que los hombres necesitamos relacionarnos con otros seres humanos para
sentirnos como tales, y queremos también ser tratados como humanos, la
humanidad depende en buena medida de eso. Por eso hablar a alguien y escucharle
es tratarle como a una persona, por lo menos empezar a darle un trato humano. Es
sólo un primer paso, desde luego, porque la cultura dentro de la cual nos
humanizamos unos a otros parte del lenguaje pero no es simplemente lenguaje.
Hay otras formas de demostrar que nos reconocemos como humanos, es decir,
estilos de respeto y de miramientos humanizadores que tenemos unos para con
otros. Todos queremos que se nos trate así y si no, protestamos. La humanización es
un proceso recíproco, tal como el lenguaje en el cual, mientras nos hacemos
humanos, hacemos también humanos a quienes nos rodean. Si para mí todos son
como cosas o como bestias, yo no seré mejor que una cosa o una bestia tampoco.
Deberíamos tratar a los seres humanos con cuidado, con el cuidado que se
tratan las cosas delicadas, porque ellos son personas, no cosas y son intrínsecamente
valiosas.
Si yo me considero valioso para mí, también lo son los otros seres humanos, y
ellos merecen de mi el respeto y la amistad. Aun siendo personas con conductas o
comportamientos errados como ser mentirosos, asesinos, ladrones, siguen siendo
seres humanos. Por otro lado los seres humanos tienden a tratar a la gente de la
misma forma cómo son tratados. Pero pudieran decir con razón que los seres
humanos tienen afuera cantidades de malos ejemplos que seguir, a lo cual
pudiéramos responder que no necesitamos ampliar la lista de los malos, tenemos la
opción de unirnos a los mejores. En otras palabras, es mejor sembrar lo que se
intenta cosechar aunque exista la amenaza de la cizaña para destruirla.
“Si no admitiésemos que existe algo fundamentalmente igual entre nosotros (la
posibilidad de ser para otro lo que otro es para mí) no podríamos cruzar ni
palabra. Allí donde hay cruce, hay también reconocimiento de que en cierto
modo pertenecemos a lo de enfrente y lo de enfrente nos pertenece... Y eso
aunque yo sea joven y el otro viejo, aunque yo sea hombre y el otro mujer,
aunque yo sea blanco y el otro negro, aunque yo sea tonto y el otro listo, aunque
yo esté sano y el otro enfermo, aunque yo sea rico y el otro pobre. «Soy humano
dijo un antiguo poeta latino y nada de lo que es humano puede parecerme
ajeno.” (Fernando Sabater, Ética para Amador”
3.- La cultura
La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible. Pero este
“vivir lo mejor posible” no significa llevar la vida fuera de las normas de la sociedad y
la cultura donde nos desenvolvemos. Debemos reconocer que la ética sirve para intentar
mejorarse a uno mismo, no para juzgar o reprender los comportamientos de los demás
4. la cultura y la moral
La Moral son normas sociales de conducta, producto del compromiso profundo con los
propósitos y principios centrales de la Sociedad. En otras palabras, depende de la
cultura de esa misma sociedad.
Stephen Covey afirma que existen tres dominios de acción dentro de cualquier cultura:
la libertad, el control y la civilización. La civilización es aquella cultura donde imperan
los valores basados en principios y por tanto, la libertad de los individuos está regida
por los valores de la sociedad <moral> y no por las leyes que se establezcan para el
control de dicha sociedad.
Cuando esta moral es insuficiente, es decir, cuando no existe un compromiso con los
valores que rigen la Sociedad, se necesita de algo que sea determinado, tanto para el
individuo, como para los demás. Es por eso que aparecen las leyes y los jueces para
lograr algún grado de control en las relaciones humanas.
4. Justicia y dignidad
Todos los intereses que podamos tener son relativos (según otros intereses, según las
circunstancias, según leyes y costumbres de la sociedad en que vivimos) salvo un
interés, el único interés absoluto: el interés de ser humano entre los humanos, de dar
y recibir el trato de humanidad sin el que no puede haber «buena vida».
Etimológicamente, la palabra misma «interés” viene del latín inter ese, lo que está
entre varios, lo que pone en relación a varios. Cuando hablamos de «relativizar»el
interés quiere decir que ese interés no es de alguien en particular, sino que confluyen
también los intereses de aquellos con los cuales estamos relacionados.
“Por mucho que pueda interesarte algo, si miras bien nada puede ser tan
interesante para ti como la capacidad de ponerte en el lugar de aquellos con los
que tu interés te relaciona. Y al ponerte en su lugar no sólo debes ser capaz de
atender a sus razones, sino también de participar de algún modo en sus pasiones
y sentimientos, en sus dolores, anhelos y gozos. Se trata de sentir simpatía por el
otro (o si prefieres compasión, pues ambas voces tienen etimologías semejantes,
la una derivando del griego y la otra del latín), es decir ser capaz de
experimentar en cierta manera al unísono con el otro, no dejarle del todo solo ni
en su pensar ni en su querer. Reconocer que estamos hechos de la misma pasta, a
la vez idea, pasión y carne.” (Fernando Sabater, Ética para Amador)
4.2.- La justicia
Gran parte del difícil arte de ponerse en el lugar del prójimo tiene que ver con la
justicia. Esto no solo se refiere a lo que tiene de institución pública (es decir,
leyes establecidas, jueces, abogados, etc.), sino a la virtud de la justicia, o sea: a
la habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada uno --si queremos vivir bien--
por entender lo que nuestros semejantes pueden esperar de nosotros.
“Las leyes y los jueces intentan determinar obligatoriamente lo mínimo que las
personas tienen derecho a exigir de aquellos con quienes conviven en sociedad,
pero se trata de un mínimo y de nada más. Muchas veces por muy legal que sea,
por mucho que se respeten los códigos y nadie pueda ponernos multas o
llevarnos a la cárcel, nuestro comportamiento sigue siendo en el fondo injusto.
Toda ley escrita no es más que una abreviatura, una simplificación --a menudo
imperfecta-- de lo que tu semejante puede esperar concretamente de ti, no del
Estado o de sus jueces”. (Fernando Sabater, Ética para Amador)
La justicia busca dar a cada quien lo que le corresponde según su esfuerzo, según lo que
la sociedad le exige. La vida es demasiado compleja y las leyes tan imperfectas, que no
pueden contemplar todo aquello que el prójimo exige de nosotros. Por esa razón, aún
teniendo un comportamiento legalmente correcto y no haber infringido ninguna ley, no
podemos ser justo si no nos damos cuenta que eso es necesario para vivir bien.
4.3.- La dignidad
“La experiencia de la vida nos revela en carne propia, incluso a los más
afortunados, la realidad del sufrimiento. Tomarse al otro en serio, poniéndonos
en su lugar, consiste no sólo en reconocer su dignidad de semejante sino también
en simpatizar con sus dolores, con las desdichas que por error propio, accidente
fortuito o necesidad biológica le afligen, como antes o después pueden afligirnos
a todos. Enfermedades, vejez, debilidad insuperable, abandono, trastorno
emocional o mental, pérdida de lo más querido o de lo más imprescindible
amenazas y agresiones violentas por parte de los más fuertes o de los menos
escrupulosos”. (Fernando Sabater, Ética para Amador)
“La única razón para limitar la libertad de los individuos cuando sea
indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza si no hubiera otra manera,
que traten a sus semejantes como si no lo fueran, o sea que los traten como a
juguetes, a bestias de carga, a simples herramientas, a seres inferiores, etc. A la
condición que puede exigir cada humano de ser tratado como semejante a los
demás, sea cual fuere su sexo, color de piel ideas o gustos, etc., se le llama
dignidad.” (Fernando Sabater, Ética para Amador)
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
“La lucha por la dignidad. Teoría de la felicidad política”, José Antonio Marina.