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Curso de Confirmación

Universidad Católica Andrés Bello.


Departamento de Pastoral.

EL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento

Palabra de Dios:

"... Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que
por esta fe tengan la vida que él solo puede comunicar" (Jn 20,3 l).

1. Los libros del Nuevo Testamento

Decíamos en otro tema que la Biblia se divide en dos grandes partes: Antiguo Testamento
y Nuevo Testamento. Allí hablamos, sobre todo, del Antiguo Testamento (aunque to que
dijimos sobre la "inspiración", "revelación", "Palabra de Dios", y "Palabra de hombres", etc,
vale también para el Nuevo Testamento). Aquí vamos a tratar del Nuevo Testamento.

Los 27 libros del Nuevo Testamento fueron escritos después de la vida y muerte de Jesús
de Nazaret.

Cuatro de estos libros son los que llamamos Evangelios. Se escribieron aproximadamente
entre los años 65 y 100 después de Cristo. Ya en el siglo II la Iglesia daba como autores
de los Evangelios a los apóstoles Mateo y Juan, y a los discípulos (seguidores) de Cristo:
Marcos y Lucas. Se les suele designar así: según San Mateo (en abreviatura: Mt), San
Marcos (Mc), San Lucas (Lc), San Juan (Jn) (Vat. II, Constitución sobre la Divina
Revelación, 18).

En los Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, redactaron y pusieron por escrito lo que
la predicación de la Iglesia primitiva (las primeras comunidades cristianas) decía sobre lo
que Jesús hizo y dijo. Pero los evangelistas son genuinos autores y no meros
compiladores.

Los Hechos de los Apóstoles es un libro escrito después de los Evangelios de Mateo,
Marcos y Lucas. Es como la continuación del Evangelio de Lucas, y probablemente hasta
el año 150 aproximadamente formaba una sola obra con él. En este libro se va mostrando
el progresivo desarrollo primero de la fe cristiana en el mundo: cómo se desarrolla la fe en
el tiempo y en el espacio, en Jerusalén y fuera de Palestina; y cómo se va formando el
nuevo pueblo de Dios (la Iglesia) en sus diversos aspectos. Se habla, sobre todo, de la fe
en Cristo (qué pensaban de Jesús aquellas primitivas comunidades cristianas): de la
salvación universal ofrecida por Cristo, de la vida concreta de la Iglesia primitiva, de su
organización rudimentaria. Se habla también, y con mucho relieve, del Espíritu que dirige
la vida de las comunidades.

Después tenemos 21 cartas o Epístolas: 14 de ellas están escritas bajo el nombre de


Pablo. Las siete restantes se llaman "católicas": la de Santiago, dos de Pedro, tres de
Juan y la de Judas. Muy probablemente estas siete cartas no fueron redactadas
directamente por ellos, sino por otros en su nombre, o por comunidades cristianas
fundadas y alentadas por ellos.

Algunas de estas cartas fueron escritas a comunidades: por ejemplo a la comunidad de los
cristianos de Corintio: otras cartas eran personales, como la carta escrita por San Pablo a
su amigo Fileón; otras fueron escritas a la Iglesia en general, como la de Santiago. En
todas estas cartas se dan noticias personales, se envían saludos a amigos, se tratan
problemas de las comunidades: doctrinales, morales, económicos. Hay en estas cartas
cosas circunstanciales, indudablemente (por ejemplo: 1 Cor 11,5-16), pero también
contienen reflexiones cristianas profundas (Pablo, por ejemplo, insiste en que hay iglesia
donde hay creyentes en Cristo que forman un cuerpo,en el que todos están al servicio de
todos: Rm 12,4-5; 1 Co 10,16-17; 11, 24-29; 12,12-27).

El Apocalipsis está escrito en tiempos de persecución sangrienta y brutal, por alguien que
es perseguido y deportado, que dirige una carta pastoral contestaría (usa un montón de
figuras, símbolos, comparaciones, como en una una visión), con un mensaje esperanzador
a una Iglesia perseguida, que sufre una crisis interna: hay que perseverar en la fe hasta el
final y luchar por ella, porque, a pesar del aparente progreso actual del mal, es segura la
victoria final y total de Cristo y de los suyos.

2. Curiosidades

Los apóstoles Pedro y Pablo no leyeron nunca los "evangelios" que nosotros leemos. Lo
más que pudieron leer es el evangelio de Marcos, que es el primero que se escribió: lo
más pronto hacia el año 64-65 después de Cristo. Pablo murió decapitado y Pedro
crucificado, en la persecución del emperador Nerón, hacia el año 65. Y el evangelio de
Mateo se escribió hacia el año 69, el de Lucas entre los años 75-80, y el de Juan hacia el
años 90 después de Cristo.

Parece que el escrito más antiguo del Nuevo Testamento es la primera carta del apóstol
Pablo a los fieles de Tesalónica, redactada hacia el año 51 después de Cristo, es decir
unos 15 años antes de escribirse el primer evangelio, y casi 20 años después de la muerte
de Jesús.

El último escrito del Nuevo Testamento es la segunda carta de "Pedro", redactado tal vez
después del año 100.

las principales cartas de San Pablo (a los Tesalonicenses, Corintios, Gálatas, Romanos,
Filipenses, Colosenses, Efesios) fueron escritas entre los años 51 y 65, antes que el
evangelio más antiguo, el de Marcos.

Después de Jesús, del que más noticias en el Nuevo Testamento es de San Pablo: más
que de Pedro y de cualquiera de los otros apóstoles. Es también el que más ha escrito y el
que más ha influído en los escritos de otros. Escribe cuarenta años antes que se editara el
evangelio de Juan, el más teológico; pero ya escribe con gran profundidad teológica sobre
Cristo. A pesar de convivir algún tiempo con Pedro, de informarse ampliamente sobre las
enseñanzas de los apóstoles, de estar muy vinculado con los evangelistas Marcos y
Lucas, en los escritos de Pablo apenas hay referencias a los hechos y dichos de Jesús
que llenan las páginas de los evangelios: milagros, parábolas, discursos, relatos de la
Pasión, ministerio de Jesús en Galilea, en Jerusalén, etc. Nada dice de la infancia de
Jesús, ni hay una palabra en él sobre la madre de Jesús, la Virgen María. Para él es
central la Muerte y Resurrección, hace un resumen de las apariciones del Señor; habla
también de la institución de la Eucaristía. Pero, sobre todo, es el apóstol incansable que
extiende el cristianismo fuera de los judíos, entre los griegos y romanos; el que
independiza la fe en Jesús y el seguir a Jesús del sistema religioso judío; Pablo es el
primero que profundiza sobre la persona de Cristo y se mensaje de salvación. Hay que
tener en cuenta a San Pablo, indudablemente, pero no hay que olvidar los Evangelios.

No conservemos los originales de los textos del Nuevo Testamento, como tampoco
conservemos los de ninguna obra de la antigüedad clásica (de Píndaro-, de Homero, de
Ovidio, de Suetonio, de Aristófanes, de Séneca, Platón, Aristóteles, etc.). Hoy sólo
poseemos copias de otras copias. Las copias más antiguas que poseemos son de los
siglos IV y V después de Cristo, aunque hay pequeños trozos del Nuevo Testamento
anteriores al siglo IV, conservados sobre todo en papiro. El más antiguo contiene cuatro
versículos del Evangelio de Juan (Jn 18, 31-33.37), y es de la primera mitad del siglo II,
unos 50 años después de la última redacción del Evangelio de Juan. Esto, en medio de
todo, es una suerte, pues de otros autores clásicos antiguos hay algún raro ejemplar
copiado unos 10 o más siglos después. Sólo de Virgilio hay copias parciales del siglo V
después de Cristo.

Vamos a centramos en los Evangelios como libros inspirados como Palabra de Dios.

3. Como se llegaron a escribir los evangelios

Los Evangelios no son "biografías" de Cristo, aunque ciertamente nos transmiten datos
auténticos acerca de Jesús. De hecho, por los cuatro evangelios que tenemos sabemos
pocos datos sobre la vida de Jesús: de los 33 años de su vida más o menos, apenas
sabemos nada de los 30 primeros años. Y es muy difícil reconstruir con los evangelios lo
que Jesús hizo en los tres años siguientes (¡es difícil hasta saber el orden de las cosas
que pasaron en los días de la Pasión y resurrección!):

¿Cuándo fue, por ejemplo, la Ascención: el mismo día de la Resurrección: Lc 24,50; Mc


16,19; o a los cuarenta días: Hch 1,3.9?;

¿Cómo murió Judas?, ¿quién compró el campo?: lee Mt 27,3- I 0 y Hch 1,15-22.

El centurión ¿acude a Jesús personalmente (Mt.8,5-6), o por unos intermediarios (Lc,


7,3-4).

¿Cuántas son las bienaventuranzas: Ocho (Mt. 5,3-11) o solamente cuatro (Lc. 6,20-22)?

Hay evangelistas que omiten datos claves: por ejemplo, Marcos omite la detención de
Jesús, el proceso ante Pilatos y ante el Sanedrín, y de la resurrección prácticamente no
trae más que la visita de las mujeres al sepulcro vacío. Juan nada dice en su evangelio de
la institución de la Eucaristía.

Es imposible, en bastantes casos, concretar con los evangelios fechas y lugares.

Los Evangelios, como todo el Nuevo Testamento, se fundan sobre la vida y la predicación
de Jesús de Nazaret, de cuya existencia histórica ciertamente no es lícito ni honrado
dudar.

Vamos a ver cómo se llegó a los Evangelios escritos tal como hoy los tenemos.

3.1.- El Evangellio vivido


En la primera etapa tenemos el tiempo de la vida concreta de Jesús: sus hechos y dichos
desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección.

Se dió la realidad histórica de su persona, de sus palabras, de sus hechos. En los últimos
años de la vida de Jesús convivieron con él hombres y mujeres, que se llamaban
discípulos suyos, sobre todo el grupo de los doce llamados "apóstoles". Ellos, sobre todo,
fueron testigos inmediatos de to que Jesús hacía y decía: "comieron y bebieron con él"
(Hch 10,41).
Jesús no dejó nada por escrito: ni mensajes, ni instrucciones, ni esquemas de doctrina, ni
leyes, ni memorias, ni apuntes; nada.

Tampoco los que acompañaban a Jesús tomaron nota de sus "discursos", ni siquiera
resúmenes; ni llevaron un "diario". Solamente conservaron, bien grabados en la memoria,
los "hechos y dichos" del Maestro que tan profundamente les habían impactado y
cambiado sus vidas.

Hay algo de to que están totalmente convencidos aquellos compañeros de Jesús, sin lo
cual no se explica nada: es el hecho de la resurrección de Jesús. Este Jesús, el mismo
con el que han convivido, a quien los jefes del pueblo han condenado a muerte y
asesinado. ¡está vivo!: ¡Dios to ha resucitado de entre los muertos! Y ellos mismos to han
visto vivo, han convivido con él después de resucitado: son "testigos" de eso (lee Hch.
4,20).

Lo primero, pues, que se da es el hecho real histórico -que está en el origen de todo- de
Jesús de Nazaret. Dios nos habla por la vida real de Jesús. El, su vida toda, es la "Palabra
de Dios".

Ya antes de la resurrección, él ha predicado, ha proclamado un mensaje, ha anunciado el


Reino, ha llamado a la conversión, ha pedido a los hombres que le sigan: ha vivido.

Cierto también que los apóstoles que siguen a Jesús no entienden en profundidad muchas
de las cosas que Jesús hace y dice:
"Los doce no entendieron nada de esto; era lenguaje misterioso para ellos y no
comprendían lo que les decía" (Lc 18,34). (Lee también: Mt 16,19; Jn. 10,6; 13,7;
16,18).

Después viene la resurrección, que es también un acontecimiento real, algo que le ha


sucedido al mismo Jesús, al Jesús histórico; al Jesús que ha vivido, ha muerto y, ahora,
sigue viviendo con una vida nueva.

Todavía no entienden completamente; ni siquiera después de la resurrección de Jesús; lo


dice claramente el libro de los Hechos de los Apóstoles:

"Los que estaban reunidos le preguntaron: 'Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar
el Reino de Israel?' (piensan en un reino político, de poder, de prestigio, de fuerza). El les
contestó: 'A ustedes no les corresponde saber el tiempo y el momento que el Padre
ha elegido y decidido, sino que recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá
sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta
los confines de la tierra"' (Hch 1,6-9).
Y en verdad que será el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios quien les ayudará a entender
realmente quién era Jesús, para qué estaba en la tierra, qué quería de ellos.

3.2.- El Evangelio Predicado

En la segunda etapa, tenemos la predicación de los apóstoles. Ante el hecho de la


resurrección de Jesús, los apóstoles, iluminados por su Espíritu (el Espíritu de Jesús, el
Espíntu Santo), empiezan a comunicar a otros la Buena Noticia de Jesús, a hablar de él,
de to que había hecho y dicho, sobre todo de su muerte y resurrección, que ilumina y da
sentido a toda su vida:

Los Apóstoles ciertamente después de la Asceñción del Señor predicaron a sus oyentes lo
que El había dicho y obrado, con esa comprensión cada vez más grande de que ellos
gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo (Jn 14,26; 16,13) y por
la luz del Espíritu de Verdad (Jn 2,22; 12,16)" (Vat. 11, Constitución sobre la Divina
Revelación, 19).

La Buena Noticia que los apóstoles, transformados por el Espíritu Santo (Espíritu de
Verdad), anuncian y proclaman públicamente, con la autoridad de quienes han vivido eso
y no son neutrales, es la Resurrección de Jesús:

"A ese Jesús, Dios to resucitó, de to cual todos nosotros somos testigos... Sepa
entonces con toda seguridad toda la gente de Israel que Dios ha hecho Señor y
Cristo a este Jesús a quienes ustedes crucificaron" (Hch 2,32.36; lee también Hch
2,113).

Esta es la primera proclamación, el primer anuncio de Salvación dirigido por los apóstoles
(comunidad cristiana primitiva) a los que no tienen todavía fe (judíos y paganos). Es to que
se llama KERYGMA. Es una primera proclamación, que se repite (compruébalo en Hch
3,13; 5,29-30; Rm 1,1-4; Lc 24,46-47).

El efecto de esta proclamación fundamental es la conversion: empieza a crecer la Iglesia


primitiva (compruébalo: Hch 2,37-41; 4, 4; 5,14).

Además de este "KERYGMA" o primer anuncio de la salvación en Jesús resucitado, que


suscita la fe y la conversión como respuestas, se da también la instrucción y educación de
esa fe que ha comenzado. Es to que se llama CATEQUESIS, que va dirigida a los que ya
tienen fe en Jesús: en esta catequesis primitiva se explica el cómo de la salvación, se dan
datos esquematizados sobre Jesús, se instruye, se da doctrina (compruébalo en Hch
10,36-42; 13,13-52).

Es la "IGLESIA" que empieza a crecer, a multiplicarse, que existe antes que los
Evangelios escritos. Porque durante todo este tiempo no existen todavía los escritos que
hoy conocemos con el nombre de "Evangelios".

Y es que el cristianismo no vino primero de un libro, sino de la palabra viva transmitida por
los testigos de la vida, muerte y resurrección de Jesús, animados por su Espíritu.
Además del anuncio o proclamación (Kerygma), y de la instrucción (Catequesis), hay
necesidad también de defenderse de los ataques de los enemigos, de salir al paso a las
dificultades que se presentan, según que los nuevos cristianos hayan sido antes judíos y
gentiles (no judíos); ¿ha de seguir siendo obligatoria para los cristianos la Ley de Moisés?
¿Y la circuncisión? ¿De veras que Jesús es el Mesías esperado, mayor que Juan el
Bautista, y más grande que Elías, Moisés, Abraham?, etc.

Los apóstoles que habían convivido con Jesús y otros discípulos para dar estas
catequesis, para resolver estas dificultades, para defenderse de los ataques que se les
presentan, tienen necesidad de entre en detalles, recordando los hechos y dichos de
Jesus, para responder a todo eso. Y esto to hacen con la nueva luz que les ha dado la
Resurrección de Jesús, guiados siempre por el Espíritu de Jesús (el espíritu Santo),
tomando del mensaje y vida de Jesús to que les sirve para responder a esas exigencias
de fe que las diferentes comunidades cristianas experimentan.

También las comuhidades se reúnen en las casas (lee: Rm 16,5; 1 Co 16,19; Col 4,15)
para repetir la última Cena de Jesús (para celebrar la "fracción del pan", la Eucaristía). Y
en estas reuniones ("asambleas" las llaman también), recuerdan palabras y obras de
Jesús, hacen profesión de fe en ese mismo Jesús, recitan himnos, oran.

Esta es, pues, toda la etapa en la que el Evangelio es proclamado, explicado, defendido,
vivido en las primeras comunidades cristianas, antes de ser escnto.

3.3.- El Evangelio escrito

Para estas predicaciones, para las catequesis, para las reuniones litúrgicas, se van
redactando algunos escritos, resúmenes sobre todo. Además van muriendo los apóstoles
y los discípulos que convivieron con Jesús; no es tan fácil ya recurrir a ellos, hay que
pensar en el futuro. Así es como las distintas comunidades, según sus necesidades,
inspiradas por el Espíritu de Jesús, empiezan a escribir unos como "apuntes",
"resúmenes", de los hechos y dichos de Jesús. Por supuesto que no escriben todo lo que
saben, mucho menos todo lo que Jesus hizo y dijo (lee Jn 20,30), sino que hacen una
selección, ordenación y adaptación de los materiales que juzgan más importantes:
agrupan, por ejemplo, dichos de Jesús pronunciados en distintas ocasiones, pero que se
encuadran en una unidad (lee los capítulos 5 a 7 de Mateo), parábolas que tratan de un
mismo asunto (lee en el capítulo 13 de Mateo las siete parábolas que tratan sobre el
Reino), distintos milagros (compruébalo en Mc 4,35-5, 53), relatos de la pasión y de las
apariciones.

Por fin llegan los evangelios escritos tal como hoy los conocemos, en los que sus autores,
utilizando por to menos parte de este material escrito (unos una parte, otros otra), además
de sus recuerdos personales inmediatos (vistos y oídos por ellos mismos) y mediatos (lo
oído de otros "testigos" de la vida de Jesús), redactan y ponen por escrito de hecho to que
la predicación de la Iglesia primitiva transmitía de to que Jesús había dicho y obrado, y de
lo que era seguir a Jesús.

En los Evangelios, pues, tenemos hoy seleccionados, bajo la inspiración del Espíritu
Santo, los hechos y dichos de Jesús que las primeras comunidades cristianas, dirigidas
por los apóstoles, después de la Muerte y Resurrección de Jesús consideraron más
importantes, y el sentido que tenían esos dichos y hechos de Jesus para aquellas
comunidades concretas.

En los Evangelios (como en la Biblia en general), todo el texto evangélico es "Palabra de


Dios", y está garantizado por la "inspiración" del Espíritu Santo.

Con el correr de los tiempos, la Comunidad creyente (la Iglesia) reconoció oficialmente en
esos escritos, y no en otros, su propia fe (hubo otros escritos: "evangelios apócrifos" en los
que la Iglesia no reconoció expresada su fe), y los declaró "Canónicos" porque en ellos se
expresaba adecuadamente su experiencia de la salvación en Jesucristo Resucitado.

4.- Los cuatro evangelios

Marcos, que traducía en Roma la catequesis del apóstol Pedro, del arameo al griego
vulgar, que había sido discípulo del apóstol Pablo, es el primero que redacta el Evangelio
lo más pronto hacia el año 64-65. Escribe, sobre todo, para los cristianos que no habían
sido antes judíos. Anuncian que Jesús es el Hijo de Dios, el cristo, pero no un Hijo de Dios
cualquiera, sino el crucificado. (Mc. 15,39).

La redacción definitiva de Mateo es to más pronto de los años 65-70. Escribe, según
algunos, para los cristianos convertidos del judaísmo que viven en Palestina. Anuncia que
Jesús es el Mesías anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento: en él se realiza
el Reino de Dios, también profetizado, pero de un modo humilde, desconcertante, abierto
a todos los hombres, también a los que no son judíos.

Lucas, compañero de Pablo, escribe hacia los años 75-80; ciertamente conoce y utiliza el
Evangelio de Marcos, y otros escritos y tradiciones orales que ha investigado
cuidadosamente. Muestra a Jesús amando y perdonando: encamado así el amor universal
del Dios Padre.

Juan es el último que escribe, unos 60 años, o más, después de la muerte de Jesús. Se
escrito es fruto de larga y profunda meditación sobre to que Jesús hizo y dijo. Es el que
más claramente nos dice que Jesús es el Hijo de Dios, y el que más claramente nos
propone optar por la fe radical en Jesús: hacer del amor la única norma de nuestra vida,
dejarnos llevar del Espíritu, ser testigos de Jesús en dondequiera uno se encuentre.

5.- Juan y los sinópticos

El Evangelio de Juan es distinto de los otros tres, que se llaman sinópticos por presentar la
misma visión de conjunto o sinopsis:

- de los 29 milagros que recogen los sinópticos, Juan toma solamente dos y añade otros
cinco nuevos;

- ninguno de los discursos que aparecen en los sinópticos (por ejemplo los cinco
importantes discursos de Mateo: el de la montaña" caps. 5 al 17; el apostólico: cap. 10; el
de las parábolas: cap. 13; el eclesiástico: cap. 18; el escatológico: caps 24 y 25) aparece
en Juan. Y los discursos que Juan tiene en los caps. 3 al 17, no aparecen en los
sinópticos.
- el lenguaje de los otros tres es popular, concreto, vivo (sobre todo en Marcos). El de
Juan es más solemne, a veces abstracto. No tiene ninguna de las parábolas del Reino;

- en los sinópticos, el tema central de la predicación de Jesús es el Reino (48 veces en


Mateo, 34 en Lucas, 13 en Marcos). En Juan el tema central es la Vida (35 veces);

- los sinópticos se fijan más en to que Jesús hace y enseña. Juan centra su atención ante
todo en la persona misma de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, que exige a todo hombre
una fe incondicional;

- según los sinópticos, los hombres se dividen en justos y pecadores. Juan los divide en
creyentes o incrédulos.

Y así muchas diferencias que nos indican que, aunque sustancialmente coincidan los
cuatro evangelios, cada uno se expresa de modo distinto, porque van destinados a
comunidades diversas, cada una con sus circunstancias y su problemática. Además de
que cada evangelista tiene su problemática. Además de que cada evangelista tiene su
personalidad propia y sus experiencias, que quedan reflejadas en sus escritos. Y así cada
evangelista resalta una faceta especial o particular del mismo Cristo, porque nadie puede
abarcar al cristo total, nadie puede tener una visión total de Cri sto.

Pero es indudable que hay un solo Cristo, aunque tengamos imágenes distintas del mismo
Cristo. Hay un solo Evangelio, un solo mensaje de Cristo, aunque se exprese en cuatro
formas distintas en los cuatro libros que llamamos evangelios. Hay un solo Señor Jesús,
pero de él tenemos cuatro retratos vivos. Y esto, porque los autores de los evangelios, al
adaptar y actualizar el mensaje de Jesús a los ambientes de sus comunidades, no to
deforman, permanecen fieles a él.

Y esto ha ocurrido y ocurre, también hoy, siempre, en la historia de la lglesia: un mismo


mensaje se adapta, presentado de modo diverso, con énfasis y detalles distintos, a las
distintas circunstancias y necesidades de la Iglesia y del mundo. Y por eso también, sobre
el mismo y único Cristo, hemos tenido y tenemos y tendremos visiones distintas,
esencialmente parciales: la de Marcos, la de Juan, la del Apocalipsis, la de Pablo.

Por eso "nuestro pueblo latinoamericano, profundamente religioso aún antes de ser
evangelizado, cree en su gran mayoría en Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre"
(Puebla, 171), el Jesucristo de siempre; y hoy se acerca a los evangelios a la "búsqueda
del rostro siempre nuevo de Cristo, respuesta a su legítima aspiración a una liberación
integral" (Puebla, 173), afirmando siempre "la fe de la iglesia: Jesucristo, Verbo a Hijo de
Dios, se hace hombre para acercarse al hombre y brindarle por la fuerza de su ministerio,
la salvación, gran don de Dios" (Juan Pablo Il, Discurso inaugural 1, 4, 1, 5 AAS LXXI,
páginas 190-191) (Puebla, 179).

6.- Palabra de Hombres

Palabra de Dios

Es claro que los evangelios y todo el Nuevo Testamento, son "palabra de hombres": en
primer lugar de la vida de Jesús, verdadero hombre, de la predicación de los apóstoles, de
la vida de las comunidades, de los escritos humanos que eseribieron los evangelios,
recogiendo toda esta tradición y vida de la Iglesia primitiva, escribiendo los evangelios
según sus cualidades, preparación, circunstancias concretas. Lucas nos dirá que escribe
"después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes" (Lc 1,3). Por
eso (lo repetiremos una vez más), aunque coincidan en la sustancia, cada uno de los
cuatro evangelios es diferente, porque refleja la manera de ser peculiar del autor distinto
que to escribe, y de las circunstancias concretas de las diversas comunidades cristianas
cuya tradición apostólica y eclesial recoge y a las que se destina. Ver, por ejemplo, el
primer anuncio de Pedro a los judíos en Jerusalén (Hch 2,1436), y el de Pablo a los
griegos en Atenas (Hch 17,18-34).

También hay "géneros literarios" en el Nuevo Testamento: algunos de ellos nos son más
familiares: oraciones, discursos, refranes, himnos, ete.; otros son propios y exclusivos de
la cultura semita y presentan dificultades a nuestra mentalidad occidental, sobre todo hoy:
genealogías, midrás, determinados simbolismos, sobre todo numéricos. En definitiva, el
Nuevo Testamento se escribió primordialmente para que to entendieran los hombres de
hace dos mil años, y en los Evangelios se expresa y anuncia la fe de los primeros
cristianos (compañeros y seguidores inmediatos de Jesús), apoyados y expresando los
hechos y dichos de Jesús pero con conceptos y categorías judías y con conceptos y
categorías de la cultura griega.

También todo el Nuevo Testamento es "Palabra de Dios"; y en primer lugar porque Jesús
es verdadero Dios también, es el Hijo de Dios; y la vida real, histórica de Jesús, verdadero
Dios y verdadero hombre, está en la base de todo el Nuevo Testamento; y el espíritu de
Dios, el Espíritu de Jesús (el Espíritu Santo), ha estado en los apóstoles y en la vida de la
comunidad cristiana donde se fue formando el Nuevo Testamento. Y es el Espíritu de
Jesús el que ha "inspirado" a los autores humanos que redactaron los libros del N.T. para
que, fielmente y sin error, pusieran por escrito todo y sólo to que Dios quería consignar
para la salvación de los hombres.

El Nuevo Testamento es, pues, Palabra de Dios expresada en Palabra de hombres:

"En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres, que usaban de todas
sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como
verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo to que Dios quería" (Vat. II,
Constitución sobre la Divina Revelación, 11).

Libros de Fe - Libros para la Fe

Los evangelios son "libros de la fe" (y todo el N.T.): expresión de la fe cristiana: testimonio
de la fe de los apóstoles y de las comunidades apostólicas (las primeras comunidades
cristianas). Pero de una fe que arranca del hecho histórico de Jesús de Nazaret: de su
vida, de sus palabras, de sus hechos, de su pasión, de su muerte y de su resurrección. De
una fe que ha guardado en su memoria esas palabras y obras de Jesús, que vivificada por
el Espíritu de Jesús las ha encarnado en su historia, que las ha interpretado en la clave del
artículo fundamental del Credo primitivo: la resurrección de Jesús (1 Co 15,14).

No sólo es la fe en el Resucitado, sino que es también la fe la que capacita a aquellos


apóstoles de Jesús, a aquellas comunidades, a los evangelistas, para comprender el
sentido total de la vida y muerte de Jesús. Porque después de la resurrección de Jesús,
como ya hemos apuntado, las comunidades cristianas tienen una conciencia más clara y
precisa, más elaborada, de to que es Jesús de Nazaret, de aquello que en su vida había
dicho y hecho. Por eso no es de extrañar que los evangelistas introduzcan en la
descripción de los discursos, aspectos doctrinales que reproducen profesiones de fe,
comprensiones de la vida y, mensaje y persona de Jesús, desde la luz que les da la
resurrección y que son inspirados y queridos por Dios para nosotros.

Como los evangelistas escriben y nos presentan a Jesús después de haber sido
"impresionados" por el hecho de la Pascua (muerte y resurrección de Jesús), no es de
extrañar que no pocas de las palabras que los evangelios atribuyen a Jesús, quizá no las
pronunció así. Y algunas de las profecías puestas en sus labios están redactadas después
de los hechos.

Los Evangelios son también 9ibros para la fe": escritos para que creamos y, creyendo,
tengamos vida. Lo que a los evangelistas les preocupa era la vida de fe de las
comunidades.

Por eso su objetivo fundamental no es transmitir con rigor científico de fechas, lugares,
etc., una biografía to más compleja posible de Jesús, sino el suscitar, alimentar y afianzar
la fe de las primeras comunidades (Lee Jn 20,30-31). Esta fe es vida, seguimiento de
Jesús.

Como veremos, to que Jesús propone es una forma de vivir y de comportarse en el


mundo: el "SEGUIMIENTO" de Jesús. Y a esto van dirigidos los Evangelios, ayer y hoy; a
ayudarnos a caminar tras Jesús con decisión (Mt 4,20.22; 8,22), dejando todo to que se
posee (Mt 9,9; 10,37; 19,21), aunque tengamos que llegar al enfrentamiento que termina
en la cruz (Mt 8,19 ss.; 12,22 ss.; 13,53 ss.): esa será la lglesia de Jesús, la comunidad de
los "seguidores" de Jesús: "El es el único Pastor que la guía" (Lee: Puebla, 257).

Preguntas y Reflexiones

1. Lee I.c 1,1-3, y comprueba en este pasaje de Lucas las tres etapas que hemos
señalado en la redacción de los Évangelios

2. Lee también el texto de la Constitución sobre la Divina Revelación, 19, y comprueba


esas mismas etapas.

3. Supuesto to que hemos dicho ¿podemos afirmar que el pluralismo es algo esencial al
cristianos: es decir que, en la absoluta y piadosa fidelidad a to necesano ("sin imponer
ninguna otra carga más que la necesaria": Cfr. Hch 15,28), ¿hay distintas maneras de ser
auténticamente cnstiano?

4. Lee Mt 5. 1- I 2 y Le 6,17.20-26.

Comprueba en qué están de acuerdo, en qué se diferencian, -,se podrán explicar las
diferencias, por las características de las distintas comunidades a que van dirigidos estos
evangelios?: Mateo escribe a comunidades que necesitan una regla de vida cristiana:
comunidades de cristianos que provienen del Judaismo, que necesitan de interiorización.
Lucas anuncia a su comunidad (que empieza a expenmentar las consecuencias de su
fe-seguimiento a Jesús) que el Reino de Dios ha llegado (Lc 10,9.1 1).
5. Explica, ¿cómo los evangelios no son simples "biografías de Jesús? ¿Qué son en
definitiva?

6. Explica cómo las comunidades cristianas existen antes que los evangelios escntos.

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