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Carlos G.

Feliciano Collazo

Queens & Kings: Una Mirada a la Performance Drag Entre lo (Est)ético y lo Político

Publicado en: Revista Cruce edición especial Orgullo 28 de junio 2019, pp. 27-33.
Disponible en: https://issuu.com/revistacruce/docs/cruce

“El organismo ya es eso: el juicio de Dios del que se aprovechan los médicos y del que obtienen
su poder. El organismo no es en modo alguno el cuerpo, el CsO (cuerpo sin órganos), sino un
estrato en el CsO, es decir, un fenómeno de acumulación, de coagulación, de sedimentación que
le impone formas, funciones, uniones, organizaciones dominantes y jerarquizadas, trascendencias
organizadas para extraer de él un trabajo útil.”
-Gilles Deleuze y Félix Guattari

El régimen de la modernidad Occidental se instauró un saber que responde directamente

a la epistemología binaria que ha sostenido y transformado los discursos hetero-patriarcales. El

sistema de pensamiento Occidental, cuyo fundamento radica en una serie de antagonismos

binarios, divide el mundo en dos partes siempre jerarquizadas, nunca de manera dual. A raíz de

los antagonismos que se producen desde los discursos oficiales se jerarquizan las formas de vida

y se ejerce el poder sobre las personas y los cuerpos que no encajen con la norma o que buscan

subvertirla. En este escrito, se busca indagar en formas de oposición practica y epistemología que

quiebren esa epistemología binaria y eurocentrada que ha estructurado las formas en que

miramos, hablamos, sentimos y deseamos. La performance drag queen/king es el dispositivo de

disidencia que sobre el cual se reflexionará en el presente ensayo, con el objetivo de arrojar luz

en formas alternativas de activismo performático. Es un intento de buscar nuevas armas para las

construcción de subjetividades contra-hegemónicas por medio de estrategias micropolíticas.


El transformismo como espectáculo existe aproximadamente desde el siglo XIX en los

Estado Unidos que usualmente era hecho por hombres heterosexuales (Tylor, Rupp, Gamson,

2004: p. 108). Este espectáculo sé hacia principalmente para burlarse de los homosexuales hasta

que en 1920 este tipo de espectáculo fue apropiado y tomó importancia en la comunidad gay

(Ibidem). En el caso de Puerto Rico el transformismo como espectáculo cobra importancia en la

década de 1950 y se empieza a practicar en algunas barras de San Juan para un publico de clase

acomodada y turistas (Laureano, 2016: p. 53). Es importante puntualizar que esta práctica no era

algo que la comunidad gay local había apropiado en su totalidad. No es hasta finales de la década

del sesenta despees de las revuelta de Stonewall que tanto en Estados Unido como en Puerto

Rico se empieza solidificar un movimiento de gay y lesbianas que desde ese entonces no ha

parado de crecer. Ya para los setenta en Puerto Rico el movimiento gay esta teniendo un

crecimiento en los espacios urbanos y van teniendo espacios (bares en su mayoría) para

socializar y para que la naciente escena drag se manifieste con los códigos culturales del

movimiento gay y lesbianas (Laureano, 2016: p. 35).

A partir de ese momento el transformismo y el drag show va cobrando importancia

política como parte del repertorio táctico del movimiento LGBTTIQ por su capacidad de

deconstruir los géneros por medio del performance. De esta forma, va cubriendo un papel

importante en la teoría de la performatividad del género de Judith Butler. A causa de esto, a

finales de los setenta y principios de los ochenta surge el drag king, una nueva forma de

performance de género que consiste en biomujeres transformadas en hombres no solo a nivel

estético, sino que en el plano de la codificación cultural también se ve transformada apropiando

el código social atribuido a la masculinidad hegemónica (Preciado, 2004 y Ibídem, 2008). El


contexto geográfico donde se sitúa esta práctica en Puerto Rico inicialmente fue en la ciudad de

San Juan (Laureano, 2016) aunque hoy en día esta práctica se a generalizado por distintos

pueblos de Puerto Rico. Para efectos de ensayo me limitaré geográficamente solo al área de Río

Piedras ya que es una de las escenas más activas en Puerto Rico. Teniendo claro este resumido

trasfondo histórico y geográfico, pasaremos a la metodología y teorías empleadas para analizar

los datos recopilados.

La recopilación de datos fue hecha mediante la experiencia de campo en varios drag

shows en el distrito de Río Piedras. Me propuse observar reflexivamente los performances de las

dragas y los kings para tomar notas sobre su actuaciones, su estética y su puesta en escena. El

análisis fue llevado acabo mediante un marco teórico que permite analizar los datos observados

con cierta flexibilidad y de manera integral por la diversidad de ideas que manejaré para

problematizar el asunto. El análisis de la experiencia y los procesos sociales mediante la

antropología del performance permite arrojar luz a un fenómeno social desde el punto de vista de

la producción de sentido, ya que toma en cuenta el marco simbólico que estructura el quehacer

social de las personas (Biancotti & Ortecho, 2013: p. 122). A partir de esto, se plantea que el

dispositivo drag como performance cultural1 transforma su espacio social mediante la inversión

de símbolos en el periodo liminal -que es la fase donde ocurren la transgresiones (est)éticas,

políticas y culturales- este funciona como una tecnología de desmontaje de las convenciones

sociales heteronormativas.

1 Victor Turner distingue dos formas de performance; el performance social que se trata de la puesta en escena de sí
en la vida cotidiana y la manera en que las personas se desenvuelven socialmente y el performance cultural que
alude a practicas estéticas como lo es el teatro y la la performance art. (Turner, 1988: p. 88)
Paralelo a esta noción antropológica del performance estaré dialogando con la noción un

poco mas filosófica de la performance de Bernat Tort. Este autor plantea que la performance mas

que un gesto artístico, es un gesto ético. Un “proceso de abstracción y depuración de la conducta

humana. Es decir, el performance sería la forma más abstracta e idealizada de relación ética con

el otro” (Tort, 2012).2 Esta conceptualización que ve la practica de la performance como ética-

experimental (Tort, 2011) es vital para enriquecer la teoría de Turner en el aspecto de los

performances culturales. En el sentido en que la mera noción del performance como un gesto

artístico se queda corta a la hora del análisis de antropológico de la relación de la performera/o

con su entorno social y los efectos que las acciones de esta pueda tener sobre el público.

Por otro lado, en la performance drag ocurren otras manifestaciones sociales y subjetivas

que solo las puedo llamar con el termino de “devenir” acuñado por Gilles Deleuze y Félix

Guattari. El dispositivo drag es una tecnología que propicia ese cruce constante de una

subjetividad a otra que caracteriza el devenir del sujeto. Deleuze y Guattari (1987) plantean que

el sujeto esta inmerso en un constante devenir-otro (p. 272). Es decir, la subjetividad y con esta la

identidad, no son elementos estáticos sino que por el contrario, son elementos variables que son

afectados por múltiples consideraciones sociales. A lo que estos autores proponen una serie de

devenires que alejen al sujeto de las tecnologías de subjetivación de la normativa del sistema.

Una de las transiciones que proponen estos dos autores es la de “devenir-mujer” (Deleuze &

Guattari, 1987: p. 276 ), eso se refiere a una descentralización de las construcciones patriarcales

de las categorías de “hombre y mujer” para abrir paso a un nuevo sujeto, un sujeto que se

encuentra en el “cruce”. Es decir, en una posición disidente en el sistema sexo-género. Suena

2 Véase ponencia grabada en video “ Tort. Cuerpos que afectan: La experiencia (est)ética del performance como
intersubjetividad visceral saturada” Presentada el 11 de abril de 2012.
contradictorio que se tenga que devenir-mujer para alejarse de la “mujer” - es decir, de la

construcción hetero-patriarcal que es la categoría “mujer” al igual que la de “hombre”- esto

queda manifestado en las afirmaciones de Monique Wittig:

“But we believe to be physical and direct perception is only a sophisticated and mythic
construction, an imaginary formation, which reinterprets physical features (in
themselves as neutral as any others but marked by the social system) through the
network of relationships in which they are perceived. They are black, therefore they are
black; they are seen as woman, therefore, they are woman. But before being seen that
way, they first had to be made that way” (Wittig, 1981: p. 362).

En este sentido, vemos cómo la mujer (tanto como el hombre) se construye socialmente,

de esta forma, tanto Wittig como Deleuze y Guattari proponen el devenir-mujer (que no es más

que un devenir-otro). En el caso de Wittig, esta autora propone un “devenir-lesbiana” como un

constructo social que escapa de la lógica patriarcal. En su palabras: “Thus a lesbian has to be

something else, a not-woman a not-man, a product of society, not a product of nature, for there is

no nature in society” (Ibídem). Dejando esto claro se va analizar en el siguiente apartado este

proceso de devenir del sujeto drag como parte fundamental del performance drag queen/king, se

va a observar como un acto que deja de manifiesto la construcción performativa de los géneros y

a su vez propone un nuevo tipo de sujeto.

“La performance es siempre y en todo caso creación de un espacio político.”


Beatriz Preciado

En la performance drag hay una re-utilización de signos de la cultura de masas (Jarpa,

2018: p. 9) que son apropiados por estas/os sujetos y descontextualizan sus significados

convirtiendo estos signos en autenticas herramientas subversivas. Cuando una draga en un show
que presencié en abril de 2018 comienza su performance con una música de Amy Winehouse y

ejecuta un lip-sync para aclimatar a las/os espectadores/as, y luego inyectarse hormonas

femeninas. Ella utilizó la figura (el significante) de la cantante y su canción y la sitúa en otro

contexto, en el de un performance drag en una localidad en Río Piedras. El signo se

desterritorializa y se re-significa, ella deconstruye su programación de género mediante el

dispositivo drag, pero fundamentalmente, mediante el uso de hormonas (Preciado, 2008: p. 91)

que en ves de reconfigurar su género de masculino-a-femenino, configura un nuevo sujeto

transgresor que no se sitúa ni en los parámetros de un género ni del otro. Así se rompe con la

epistemología patriarcal/colonial de la modernidad occidental.

Las apropiaciones estéticas de las dragas y los kings van a cumplir una función de

estética campante3 de critica a las figuras masculinas y femeninas producidas por la cultura de

masas mediante las propias pautas culturales dominantes (Amícola, 2002: p. 167). De momento,

vemos a una draga parodiando la figura de alguna celebridad de la cultura de masas y este acto

tiene, según este análisis, una doble función subversiva. La primera seria la transgresión estética,

ética y moral que tiene en sí el travestismo cuyo potencial radica según Jarpa (2018) “en la

producción de efectos sobre la piel [que] se vuelven desafiantes precisamente por construirse en

la superficie de las esencias, las verdades biológicas y el sexo verdadero” (p. 18). La segunda,

radica en el proceso de desidentificación a nivel individual que adquiere el gesto de la

transformación drag desde el cambio de nombre hasta la transformación total de la apariencia

física (Preciado, 2019, p. 116). Esto además de ser una transgresión a la estética neoliberal

3 Véase la noción de la estetica Camp en Amícola, J. (2002). Camp followers: Estética Camp y nueva
carnavalización. Celehis. Revista del centro de letras Hispanoamericanas 11(14), pp. 167-175.
heteropatriarcal es un mecanismo de producción de nuevas subjetividades transfeministas. Con

esto dicho, pasamos ahora al análisis performatico del dispositivo drag.

En el momento de la performance vemos ya al sujeto drag en toda su totalidad. Vemos un

devenir-otro que se encuentra en el medio del rizoma de Deleuziano, en el cruce entre una

multiplicidad de subjetividades subversivas. El sujeto drag es ese sujeto ético-experimental -

siguiendo el concepto de Bernat Tort - que se ubica fuera del código social heteronormativo y

abre la posibilidad de imaginar otras relaciones éticas en la sociedad. Lo drag es un dispositivo

de deconstrucción de la subjetividad de la/el performer, pues este/a pasa por un proceso de

desidentificación (Preciado, 2008: p. 258). Esta apertura a una epistemología transfeminista que

permite este tipo de performances, pavimenta el camino hacia una ética decolonial que desplaza

la mirada jerárquica del régimen visual y ético de la modernidad.

En la puesta en escena, el poder del dispositivo drag se manifiesta principalmente en la

transformación simbólica del espacio que habita. Antes de iniciar cualquier performance las

personas se encuentran en el estado normal de las cosas y al momento que empiezan los

performances se entra en una liminalidad simbólico-espacial que permite la producción de

nuevos signos y la subversión de otros (Turner, 1988). En este sentido, también hay un devenir-

drag del público y el espectáculo se torna en un momento de ocio lúdico y al mismo tiempo en

una práctica política que trastoca las convenciones de la normativa heteropatriarcal.

El cuerpo de la draga o del king interpela los cuerpos que tienen al frente, los hace parte

de una transgresión colectiva. Esta dimensión política en el drag show permite que el dispositivo

drag sea una estrategia alternativa a los modos tradicionales de hacer política invaluable. El

juego simbólico que permite la producción de una nueva subjetividad, permite a su vez, crear
una ficción política para resistir las narrativas oficiales del poder (Preciado, 2019, p. 117). Para

combatir la lucha contra la barbarie que llega hace crear nuevas estrategias, resignificar espacios

dentro y fuera de los espacios queer y moverse en otro lenguaje que subvierta a la derecha

judeocristiana, pero también, que se resista las normas de la izquierda disciplinaria. En fin,

apostar por la creación de nuevas formas de vida.


Referencias

Amícola, J. (2002). Camp followers: Estética Camp y nueva carnavalización. Celehis. Revista

del centro de letras Hispanoamericanas 11(14), pp. 167-175.

Biancotti & Ortecho. (2013). La noción de performance y su potencialidad epistemológica en el

hacer científico social contemporáneo. Tabula Rasa (19), pp. 19-137.

Deleuze & Guattari. (1987). A thousand plateaus: Capitalism and schizophrenia. University of

Minnesota press: Minneapolis.

Jarpa, M. (2018). “Que se quede el infinito sin estrellas”: El devenir diva en la performance de

Pedro Lemebel. Revista interdisciplinaria de estudios de género de El Colegio de

México, (4), pp. 1-31.

Laureano, J. (2016). San Juan gay: Conquista de un espacio urbano de 1948 a 1991. San Juan,

Puerto Rico: ICP.

Preciado, B. (2004). Género y performance: tres episodios de un cybermanga feminista queer

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Preciado, B. (2008). Testo yonqui. Madrid: Espasa.

Preciado, P.B. (2019). Un apartamento en Urano: Crónicas del cruce. Barcelona: Anagrama.

Taylor, Rupp & Gamson (2004). Performing protest: Drag shows as tactical repertoire of the gay

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Tort, B. (2012). Cuerpos que afectan: La experiencia del performance como intersubjetividad

visceral saturada. Recuperado el 24 de abril de 2018 en https://www.youtube.com/watch?

v=P59VYY3zADU
Tort, B. (2012). Tetas y terror. 80grados. Consultado en http://www.80grados.net/tetas-y-terror/

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Turner, V. (1988). The anthropology of performance. New York: PAJ publication.

Wittig, M. (1981). One is not born a woman. En E. Freedman (ed.) (2007). The essential feminist

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