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SOREN KIERKEGAARD ESTETICA y ETICA EN LA FORMACION DE LA PERSONALIDAD Segunda ediciin a EDITORIAL NOVA BUENOS AIRES rirvio pai ovens, ENTEN-ELLER rapoccibae 0 ARMAND MAROT Queds hecho el depbsito que previene le ey. © Copentewr ay Eprrontar Nova IMPRESO BN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINE 1. ELECCION Y PERSONALIDAD Mico mi ‘Te repito lo que tantas veces te he dicho, o mis bien te lo grito: aut-eué"; un solo azt, que interviene para corregir, no es suficientemente esclarecedor, pues nuestro tema es demasiado importante para que uno se pueda con- formar con una de sus partes y demasiado consistente en si mismo para que se lo pueda poseer parcialmente, Hay circunstancias en la vida en las que seria absurdo y hasta insensato aplicat una alternativa, un auf-aut; pero tam- bign se encuentran personas cuya alma es demasiado diso- luta para comprender Jo que significa tal dilema y cuya personalidad esté privada de la energia necesaria para de- cir con pasién: aut-aut. Eses palabras siempre me han im- presionado mucho y atin me impresionan, sobre todo cuando las pronuncio asi, pura y simplemente, pues con- tienen Ia posibilidad de desencadenar los contrastes ms terribles. Preducen sobre mi el mismo efecto que una formula de exorcismo, y mi alma se vuelve singularmente grave, a veces casi turbada. Pienso en mi primera juven- * Aatant, exseosiin Intina que equisle 4 “2 fo yao o lo otro”. La cone secvarot en su forme oviginal pos expt Is alternative. que atcha constant sents 4 le persna, 7 por sr 2h vex como un Ietomoliy que de tittl x J oben (Brtencier) de donde bx sido extratdo el presente studio, que canetaye por Cana nidad amednoma. (WN. de le E) 8 1 MLaccHSN x pemsonatiDAD tud cusndo, sin comprender muy bien qué es elegir en la vida, escuchaba con infantil confianza lo que dectan Jos mayores y, aun cuando no tenia mis que seguir las direc tivas de otro al elegir, ese momento adquiria para mi ca- ricter solemne y augusto. Pienso en momentos post res, cuando me encontraba en una encrucijada y mi alma maduraba en la hora de la decisién. Pienso en muchas otras circunstanciss de Ja vida, menos importantes para mi, pe- ro no indiferentes, en las que debia elegics pues, a pesar de que sélo hay una circunstancia en la cual esa palabra al- canza su significado absoluto, es decir, cuando de un lado hay verdad, justicia y santidad, y del otro deseos e inclina- ciones, pasiones sombrias y perdicién, también es impor- tante, sin embargo, elegir con justeza cuando se trata de cosas en las que la eleccién es mas o menos inofensiva, po- ner la mano sobre la conciencia para no tener que batirse dolorosamente en retirada hasta el punto del cual se ha partido y agradecer a Dios si lo tinico que hay que repro- charse es haber perdido el tiempo, En el lenguaje corriente empleo esas palabras como lo hacen otros y, por supuesto, seria pedanteria absurda renunciar a ellas; sin embargo, 2 veces pienso que las he empleado respecto de cosas comple tamente indiferentes, Ellas se despojan entonces de la po- bre vestimenta en tanto yo olvido las ideas insignificanees a las cuales se aplicaban, y se presentan ante m{ con toda su dignidad, en traje de oficiante. Como un funcionario piiblico que se presenta habitualmente vestido de civil y no se distingue de Ja muchedumbre con la cual se mezela, asi se comportan esas palabras en el lenguaje corriente; pero dese funcionario pone en evidencia toda su autori- dad, entonces se distingue de los dems, Esas palabras se presentan, pues, como aquel funcionario que sélo veo en Blecién perenaidad ’ cocasiones solemnes, y mi alma se vuelve siempre grave. Y aunque mi vida, en cierto modo, posce su alternativa, se ant-aut detris de si, sé muy bien, sin embargo, que toda- via se pueden presentar muchas circunstancias en las cua les esas palabras teridrén su importancia total. Espero, no obstante, que esas palabras me encuentren al menos digna~ mente dispuesto cuando me detengan en el camino; ¥ ¢s- pero acertar en mi eleccién; en todo caso me esforzaré en clegir con toda seriedad; me atrevo a consolarme pensan- do que trato de alejarme del desvario. Y ahora, gqué importancia das ti a esas palabras que empleas a menudo y que son para ti casi un adagio? Nin- guna {Debo recordarte tus propias expresiones: un re- limpago, un manotazo, un coup de main, un abracada~ bra? Sabes aplicarlas en cualquier circunstancia y no sin efecto; obran sobre ti como una bebida fuerte sobre un neurético; una demencia superior, como tt dices, se apodera de ti y te embriaga, “Contienen toda la sabi- duria de la vida, pero ningtin hombre las ha proclamado tan crudamente como ese gran pensador, ese verdadero fildsofo de Ia vida que hablando a la humanidad doliente como un dios bajo las apariencias de un Popanze”*, decia a alguien que habia hecho caer su sombrero: “si lo levantas, recibirds palos; si no lo levantas, los recibiras igualmente: jelige!” Es tu placer “consolar” a las gen- tes cuando se dirigen 2 ti en circunstancias criticass es- cuchas sus quejas y entonces les dices: “si, comprendo perfectamente, hay dos soluciones posibles: se puede hacer esto o bien aquellos ésa es mi opinidn sincera y mi consejo amistoso, hacedlo © no lo hagéis, lo lamentaréis * Popevet, Ep alemin en eventos epeneepiaton 10 1B RLECGIEN Y PERJONKLIND. igualmente”, Sin embargo, el que se burla de los otros se burla de si mismo, y no en vano tu concepto de la vida se concentra en una sola proposicién: sdlo digo aut= aut, pero de ese modo te burlas de ti mismo y demucs- tras Ja inconsistencia de tu alma, En fin, si de parte tuya fuera realmente serio, nada se podria hacer contigo, habria que tomarte tal como eres y lamentar que la melancolia y la frivolidad hayan debilitado tu espiritu. Pero como se sabe que ése no es el caso, est4 uno tentado no de compadecerte, sino de desear que las circunstan- cias de la vida te aprieten algun dia en su red y te obliguen a mostrar lo que tienes en el alma, que puedan apremiarte‘de tal manera que no sean posibles los di- chos faciles ni Jas bromas. La vida es un desfile de mas- caras y ello es motivo inagotable de diversin para ti 'y, hasta ahora, nadie ha conseguido conocerte, pues toda expresidn es siempre engafio, y sdlo asi es como puedes réspirar e impedir que Ia gente se te acerque demasiado y moleste tu respiracién, Tu ocupaciéa consiste en con- servar tu escondite y lo consigues, pues tu méscara és la més enigmitica; nada eres y nunca te encuentras a ti mismo sino en relacién con ottos, y lo que exes Jo exes en virtud de esa “relacién. Linguido, tiendes Ja mano 2 una pastora mimosa y en ese mismo instante tienes la mascara de todo el posible sentimentalismo del pastor; engafias‘a un venerable padre eclesidstico con un beso fraterno, etc. Tt mismo no eres sino un personaje enig- mético sobre cuya frente esté grabado: aut-aut, “pues és es mi divisa; esas palabras no son, como piensan los gramiticos, conjunciones disyuntivas; no, ellas se perte- necen inseparablemente y se deben escribir por Io tanto, como una sola palabra, puesto que juntas se convierten Bleelda y peronaided u en una interjeccién que yo grito a la humanidad, como se le grita jhep! aun judio”. Ain cuando términos de tal naturaleza no tienen efecto sobre mi, o, si lo tuvieran, sélo seria el de provocar una juste indignacién, te contestaré por tu propio interés: gno sabes acaso que Iegada Ia medianoche todos deben artojar Ja mdscara, crees que uno siempre se puede burlar de la vida, crees que te puedes deslizar antes de las doce a fin de evitarlo? 20 te espanta eso? He visto en la vida gente que enga- fiaba a tal punto a los otros que su verdadera natura- leza ya no se podia manifestar; he visto gente que st ocultaba hasta que su desvario imponfa finalmente a los demis sus pensamientos escondides, y de un modo tanto més repugnante cuanto que, hasta entonces, Jos-habian ocultado orgullosamente, @Puedes imaginarte algo més terrible que ver, al final, descomponerse tu naturaleza en una multitud de elementos, volverte multiple, una Legién!, como esos desgraciados seres demoniacos y perder asi lo mas intimo y lo més sagrado de un hombre: Ja potencia constrictora de la personalidad? En verdad, no deberias tomar a broma lo que no es sélo grave, sino también horrible. Hay en todo hombre algo que, én cierto modo, le impide ser transpazente para si mismo; y puede serlo en tal grado, puede ser tan inexplicable- mente introducido en su vida en circunstancias que se 1, San Marcos, 5, 9: San Taueas, 8, 30, [Las obras completes de Kierkegaard han sido edicadas en danés en dos grupos: S. Kier= Reseords semlcde Veerker, publicado por A. B. Drachmaan, J. L, Heibeeg y H. ©. Lange, Copenhague, 1901-6: y S. Kierkew genrds Papiver, publicado por P, A. Heiberg, V- Kuhe y E- Torsting, Copenhagve, 1909. Las noias que siguen han sido tomadas de Ia ediciin daness de 1920, ditigida por el profesor J Le Heiberg. N. de be Eo] 2 1 mccain ¥ remsonataan encuentran més alli de si mismo, que el hombre apenas pueda manifestarse; pero el que no puede manifestarse no puede amar, y el que no puede amar es el. mis des- graciado, FY vi haces lo mismo por espiritu de broma, te cjercitas-en el arte-de volverte enigmdtico para to- dost Mi joven amigo, supén que’ nadie se preocupe de adivinar tu enigma, ¢Qué placer podria eso procurarte? Pero ante todo, en tu propio interés, por tu salvacién —pues no conozco ningin estado de alma al cual mejor se pueda aplicar el término de perdicin— detén esa de- rota, esa pasién de aniquilamiento que estalla en ti; pues ¢s0 ¢8 lo que quieres, quieres aniquilarlo todo, quieres saciar ef hambre de duda que alienta en ti acerca de Ja existencia. Con ese fin te formas, fortaleces tu espiritu; pues no ticubeas en confesar que para nada sirves; sélo luna cosa te causa placer: dar vuelta alrededor de fa exis- tencia durante siete dias tocando ls trompeta® y luego dejar que todo se derrumbe, para que tu alma pueda calmarse, si, volverse triste, para que puedas engendrar al ecos pues el eco sdlo se oye en el vacio. Pero pienso que por este camino no adelantaré con- tigo y, ademés, mi cabeza es, si quieres, demasiado débil para soportar un continuo deslumbramiento ante los ‘ojos, 0, como creo, demasiado sélida para encontrar pla~ cer en ello, Abordaré pues Ia cuestién por otro lado. Tmagina un joven en Ia edad en que la vida comienza a tener verdadero significado para él; tiene buena salud, es sencillo, feliz, inteligente, Ieno de esperanza y es fa esperanza de cuantos lo conocen; imaginate —si cuesta decirlo—, imaginate que se haya engafiado xespecto de Como Josué alrededor de Jericé: Libro VI de Josué, Elecién y pervonalided a ti, que haya creido encontrar en ti un hombre serio, cexperimentado, sagaz, del cual podia coa seguridad ob- tener indicaciones sobre los enigmas de la vide: ima- ginate que se haya dirigido a ti con la encantadora con fianza que discingue a la juveneud, con Ia “exigencia apremiante que es el privilegio de la juventud, gqué le responderias? :Responderias: “Si, no digo sino: auf- aut?” Supongo que no, O, como sueles hacerlo cuando deseas mostrar tu repugnancia a dejarce importunar por Tos asuntos sentimentales de los demés, xe asomarias a Ia ventana para decile: “desengétiese”? 0 Jo tratarias como a otros que descan ‘consultarte y pedirte indica- ciones y que rechazas como a les que vienen.a cobrar la retribucién debida al pastors le responderias que 20 eres sino un pensionista en la vida y no un hombre asentado o de un padre de familia? Una vez més, supongo que no. Un joven inteligence es alguien a quien exti- mas demasiado. Vuestras relaciones no serian tales como las hubieras deseado. Lo que te hubiese puesto en con- tacto con él no hubiera sido un encuentro fortuito, tu ironia no hubiese sido tentada, Aun cuando él fuese el més joven y ti el mayor, gracias a lo noble de su juven- tud él habria dado gravedad al momento, 2No es asi? gNo desearias ti mismo volverte joven, no querrias sentir que hay algo hermoso en el hecho de ser joven, pero « también algo muy grave, es decir, que el uso de I juventud no es algo indiferente, que se encuentra vino ante una eleccién, una verdadera alternativa, un verda- dero aut-aut? Sentirias que Jo que vale es madurar ja propia personalidad antes que formar el espiritu, Tu be- nevolencia, tu simpatia quedarian conmovidas, si confor- me a ellas querrias hablarle, Desearlas fortalecer su ana, 4 1 seeceuy ¥ runsonaioan confirmarlo en Ja confianza que el mundo le inspira; le asegurarias que hay en cada ser una potencia capaz de desafiar al mundo entero, le recomendarias vivamente que empleara bien su tiempo. Ti puedes hacer todo eso, y si lo quieres, puedes hacerlo bien. Pero ahora, escucha bien lo que quiero decirte, joven: ya que, aunque no eres joven, siempre debe uno lamarte asi. {Qué harias en ese caso? ¢Reconocerias la importancia que, en gene- ral no quieres admitic, de un aut-aut, y por qué? Por- que tu alma habria sido conmovida por el amor al joven; en. cierto modo, sin embargo, te engafiarias, pues tal vez él te volviers a encontrar en otras circunstancias en las que, de ningtin modo, tendrias [a oportunidad de reconocerlo, Ahi yes una triste consecuencia de la inca- pacidad de la naturaleza humana para manifestarse ar~ sménicamente, Creias proceder del mejor modo y, sin embargo, tal vez lo hayas perjudicado; frente a tu des- confianza de la vida hubiera podido defenderse mejor que entregindose a. la confianza subjetivamente falsa que infundirfas en su espiritu, Imagina que algunos afios mis tarde encuentras de nuevo a ese jovens es alegre, espiritual, agradable, osado en sus pensamientos, resuelto en sus expresiones; pero tu agudeza auditiva descubre fécilmente la duda ea su alma, sospechas que él también hhabré legado a la equivoca sabiduria: “no digo sino” aud aut. {Acaso no [o lamentarias por él, no sentirias que ha perdido algo, y algo esencial? Pero, en cuanto a ti, no lo lamentaras, ests contente, si, orgulloso de tu sabi- duria equivoca, si, tan orgulloso que no puedes petmitir que otro participe de ella, quieres ser el tinico que la po- see. ¥, sin embargo, desde otro punto de vista, lamentas que ese joven haya llegado a la misma sabiducia —y es tu ‘eeion y pervnaided 5 opinién sincera—. {Qué enorme contradiccién! Toda tu naturaleza se contradice a si misma. No puedes salir de esta contradiccién sino con ayuda de un: auf-aut y yo, que te amo con mis sinceridad’que lo que vt amas al joven, yo, que en la vida he aprendido la importancia de la eleccién, te felicito por ser todavia bastante joven, incluso si todavia permaneces privado de algo, para po- der, sin embargo, alcanzar lo principal de Ja vida, recon- quistarte a ti mismo, adguiriste a ti mismo, con la condicién de que poseas, o mas bien quieras poseer, la energia necesaria para hacerlo, - Ahora, si alguien pudiese mantenerse continuamente en la clspide del instante de la eleccién, si pudiese dejar de ser un hombre, si, en lo mis profundo de su natura leza, no fuese més que idea vapotosa, si la personalidad no significara sino ser un duende que participe de los smovimientos y sin embargo permanece invariable, si todo 250 fuese cierto, entonces seria absurdo decir que puede ser demasiado tarde para que un hombre elija, puesto que, en un sentido més profundo, no se podsia hablar de una leccién. La eleccidn misme es decisiva para el contenido de la personalidad; por Ia eleccién ella se hunde en lo que ha sido clegido, y si no elige, se empobrece. En un mo- mento dado puede ser, o parecer, que los dos objetos de la eleccién se encuentran fuera del que eliges no hay rela- cién entre él y ellos, puede mantenerse indiferente ante ellos, Es el instante de la deliberacién, pero éste, como el instante platénico®, no tiene existencia verdadera, sobre todo en el sentido abstracto que Je dass y cuanto més se lo mira, menos es. Lo que debe ser elegido se encuentra 3. El instante pleténico: Platin, en el Parménides, designa el instante como la fronvera encre el antes y el después, 16 1 mmcenine x oansonatmen en la més profunds relacién con el que elige, y cuando se trata de una eleccién que concierne a una cuestién vital, el individuo ha de vivir al mismo tiempo y asi lega facilmente a desnavuralizar Ja eleccién postergin- dola, aungue delibere sin cesar pensando que asi tiene bien separados uno de otro, los dos objetos contrarios de la elecci6n. Si se mira en esta forma el aut-aut de la vida, no se tiene el facil deseo de tomarlo a broma. Se percibe entonces que la voz interior de la personalidad no tiene tiempo para hipétesis, que contimia precipitandose hacia adelante y que de un modo u otro plantea alternativa- mente una u otra cosa, lo cual, en el instante siguiente, hace la eleccién mis dificil, pues se debe retomar lo que hha sido dejado. Imagina a un segundo oficial a bordo de su navio, en el instante en que hay que hacer una maniobras puede decir tal vez: “puedo hacer esto 0 aquello; pero, si no es un oficial mediocre, se daré cuen- ta también de que el navio, mientras tanto, sigue su curso ordinario y qne asi sélo hay un instante durante ef cual ¢s indiferente hacer esto 0 aquello, Y asi ocurre con un hombre —si olvida caleular ese curso, al fin legaré un momiento en que no se trataré de un aut-aut, no porque haya elegido sino. porque ha descuidado hacerlo, 0, si se quiere, porque otros han elegido por él, porque él mismo se ha perdido—, De acuerdo con lo que acabo de desarrollar, vers también en qué difiere esencialmente mi concepto de la leccién del tayo, y he aqui Ia diferencia, El instante de Ja eleccién es para imi algo muy grave, no a causa del estudio profundo que implica la eleccién entre dos cosas distintas y de la multitud de pensamientos que se refieren a cada cosa en particular, sino, sobre todo, porque corro Lz decsibn come momseazo avon w el riesgo de no tener ya, un instante después, la misma posibilidad de elegir, porque, entretanto, algo ya ha sido vivido y debe pues ser vivido una vez mis; es un error creer que se pueda mantener un solo instante [a propia personalidad en blanco, o que se pueds, en sentido més estricto, detener o interrumpir la vida personal. Antes de Ja eleccién, la personalidad ya esté interesada; y si se posterga Ja eleccién, Ia personalidad, vale deciz las po- tencias ocultas en ella, elige inconécientemente. Si, como acabo de decir, no se esti completamente distraido, se descubre, hecha Ia eleccién, que algo debe ser rehecho, debe ser retomado, y ello, a menudo, es muy dificil. En algunos cuentos’ se habla de gentes a quienes las sirenas y los tritones mantenian bajo su poder. El cuento: nos ensefia que para ser desencantados era necesario que los encantados tocaran al revés una pieza de misica sin equivocarse ni una sola vez, He aqui una imagen muy profunda, pero de realizacién muy dificil y, sin embar- 80, €¢ asi, y cada’ vez que nos equivocamos hay que recomenzar, Por eso es importante elegir y elegir en. el momento oportuno. Til tienes otro método; bien sé que el aspecto polémico que muestras a] mundo no es tu ver- dadera naturaleza. Si, si la tarea de una vida humana fuera el teflexionar, entonces estarias cerca de la per- feccidn. Tomo un ejemplo. Para que se adapte a tu caso es necesario, naturalmente, que se: trate de elementos marcadamente opuestos: 0 pastor 0 aetor, he ahi el dile- ma. Ahora, toda tu apasionada energia despierta; la reflexi6n, con su centenar de brazos, se apodera de la 4. Wolff, Mythologie der Feen und Elfen vom Ursprunge dieses Gleubens bis auf die neuesten Zeiten, teaducido del inglés, ‘Weimar 1828, pig. 153. s A muacexSN YF smgoMAnnan idea de ser pastor, No encuentras repoto, dia y noche piensas en ello; Jees todas las obras que tienes a mano; fos domingos vas a la iglesia tres veces, entras en relacién con pastores, escribes sermones y los pronuncias para ti mismo; durante seis meses estés muerto para el mundo entero. Ahora has terminado, puedes hablar del estado de pastor con més competencia y, aparentemente, con mds experiencia que otro que ha sido pastor durante vein- te afios, Te irritas cuando esa persona que encuentras no sabe expresarse con inmensa elocuencia. "ZEs0 es entu- siasmo?”, dices. “Yo, que no soy pastor, que no me hhe consagrado a ese estado, hablo, comparado con ellos, de un modo angélico”. Tal vez sea cierto pero no te has hecho pastor. Ahora te comportas del mismo modo res- pecto del segundo problema, y tu entusiasmo artistico sobrepasa tal vez tu elocuencia eclesiéstica, En fin, estas préximo a la eleccidn. Sin embargo, se puede estar segu- so de que en Ja enorme accién intelectual en que has vivido muchas cosas nose han perdido, muchas genera- lidades y observaciones, Por consiguiente, esos desechos reaparccen en el momento en que debes elegir, se remue- ‘ven, un nuevo auf-aut aparece: un hombre de ley, abo- gado tal vez —un abogado— tiene algo comin con los otros dos. Ahora estas perdido. Pues, en ese mismo ins- tante, ya eres bastante abogado para poder probar que es justo agregar un tercer objetivo. Tu vida pasa asi. Des- pués de haber perdido un afto y medio en esas reflexiones, después de haber tendido todos Jos resortes de tu alma con admirable energia, no has avanzado ni un solo paso. En tonces el hilo del pensamiento se rompe, te vuelves impa- ciente, apasionado, pones todo a sangre y fuego; y ahora contintias: o peluquero o contador de un banco, slo digo Le aecciéa come mecuento tice 9 aut-aut, No ¢s sorprendente, por lo tanto, que esas pala~ bras sean para ti un escéndalo y una locura® “que te parezcan como los brazos de esa doncella cuyo abrazo era la pena capital” *. Desprecias a los hombres, los ridi- culizas y te has convertido en lo que mds detestas —un ctitico, un critico universal, antes todas las facultades—. A veces, cuando pienso en ti, no puedo dejar de sonreir ¥, sin embargo, es triste pensar que tus facultades verda- deramente superiores se dispersan asi. Sin embargo, ahi se encuentra una vez mds la misma contradiccién de tu naturaleza; pues ves muy bien lo que es tidiculo, y pobre del que cae en tus manos si lo es; y, sin embargo, tal vez toda Ja diferencia esté en que él se aflige y se derrumba mientras que ti te sosti¢nes bien, te vuelves ligero y més alegre que nunca, y haces don a ti mismo y a otros del evangelio: vanitas vanitatum vanitas*. Y ya esta. Pero eso no ¢s una eleccién, es lo que en danés se dice, “sea”, 0 lo que corresponde al precepto de no mirar las cosas muy de cerca. Ahora te sientes libre, te despides del mundo. So ziehich hin in alle Ferne ‘Der meiner Miitze aur die Steme® ¥ bien, has elegido pero, seguramente, no la mejor parte, y pienso que tt mismo lo confesaris; pero en el 5. Excéndalo y locura: tet, exp. San Pablo 2 los Corintis, I, 23. 6. Este donceles Instrumento de toreura usado ea lx Edad Media. 7, Venitas vanitatim: Ver el Belesiaeés, I, 2 8. So sieblich hin: y me voy hacia los paises Iejanos, con sélo las Egle sobre mi cola, Goeth, West Esicber Divan, “Fret 0 1 exacerS ¥ PEMIONSLIDAD fondo, de niagiin modo has elegido, o has elegido en sen- tido figurado. Tu eleccién es una eleccién estética; pero una eleccién estética no es eleccién. En verdad, el hecho de elegir es una expresin real y rigurosa de Ja ética. Ahi, donde, en un sentido més estricto se trata de un ‘aut-aut, se puede siempre estar seguro de que la ética jnterviene en cierto modo. El tnico aut-aué absoluto iste es Ja eleccién entre el bien y el mal, y esa también es absolutamente ética. La eleccién estética ¢s del todo inmediata, y por esa razén no es tuna eleccién, o bien se pierde en la diversidad. Por ejem- plo, cuando una joven sigue Ia elecciin de su corazén, esa eleccidn, cualquiera sea su belleza, no «5, en sentido estricto, una ¢leccién, puesto que es enteramente inme- diata, Cuando un hombre reflexiona estéticamente so- bre numerosas tareas de la vida, como lo hacias en lo que antecede, no obtiene facilmente un solo aul-aut, si- no una multitud de ellos, porque lo que constituye el libre albedrio en la eleccién no esta éticamente acentua- do, y porque no cligiendo de un modo absoluto, sélo lige para ese momento y, en el momento siguiente, pue- de elegir otra cosa. La eleccién ética es por consiguiente, en cierto sentido, mucho mis fécil, mucho més simple; pero, en otro sentido, infinitamente més dificil. Aquel que de modo ético desea determinar la tarea de su vida, por Jo general no encuentra dénde elegir tan amplia- mente; en cambio, ef acto de le eleccién tiene para él una importancia mucho mayor. Si quieres comprender- me correctamente estoy dispuesto a decir que lo que mis vale en fa eleccién no es elegir fo que ¢s justo, sino fa energia, Ia setiedad y Ia pasidn con las cuales se elige. En eso la personalidad se manifiesta en su intima infi- : Le dleesi6n come momeato feo a nitud, y es por eso que la personalidad queda a’su vez consolidada, Por cqusiguiente, aun si se equivoca, com- prenderd, sin embargo, y justamente a causa de la ener= gia con la cual ha elegido, que habia elegido en falso. Pues habiendo sido hecha Ia eleccién con voda la ceridad de la personalidad, su neturaleza ha sido purifi- cada y puesta en relacién inmediata con la potencia eterna que, por su. presencia en todas partes, penetra to da Ia existencia. El que sdlo elige estéticamente. jamés conocer§ esta transfiguracién, esta consagracién superior. El ritmo eh su alma no es, a pesar de toda su pasién, mas que un spiritus lenis, Como un Catén® te grito, pues, mi auf-aut, y sin embargo, no como un Catén, pues mi alma no ha adqui- ido atin el temperamento frio y resignado que él paseia. Pero sé que sblo este conjuro, si acaso tengo la fuerza ne- cesatia, ser’ capaz de hacer nacer en ti, no una actividad del pensamiento, pues no te falta, sino la seriedad del espiritu, Tal vex sin-ella consigas hacer muchas cosas, tal vez Ilegues a sorprender al mundo (pues no soy mez~ quino) y,"sin embargo, el bien superior, lo tinico que en verdad da importancia a la vida, se te escapard gana ris tal vez ef mundo entero" y te perderés a ti mismo, @Qué es, pues, lo que yo separo en mi aut-aut? as el bien o el mal? No, s6lo deseo conducirte hasta el punto en que esa eleccién sea verdaderamente importan- te para ti, De eso se trata. Bastaria conducir a un hom- 9. Spiritus lenis: Aspicacién ligers, 10. Getén, Re penta, naturalmense en Ta obstiscifn ena fe cual edn en el Senado, reclamaba quier ocasién muccién de Garage ie 11. Ganar el mundo entero: San Mateo, 16, 26. 2 4 mpeerbx r MUONALDAD bre hasta Ja encrucijada de tal modo que no hubiese para 41 mis salida que la eleccién, para que eligiera con jus- teza. Si, por consigniente, antes de que hayas podido leer este estudio, un poco més detallado, que, una vez mis, se te envia bajo forma de carta, llegas a sentir que el mo- mento de le eleccién ha legado, entonces rechaza el zesto, no te preocupes por 4, nada habrés perdido; pero elige y veris lo legitimo que hay en ello; no, ninguna joven puede ser tan feliz. a causa de Ia eleccién de st corazén, como un hombre que ha sabido clegir. Se debe vivir, 0 Dien estéticamente, o bien éticamente. En sentido més estricto no ¢s, como dije, cuestién de elegir, pues el que vive estéticamente no élige, y el que lige lo estético después de haber comprendido lo ético, no vive esté camente, pues peca y se ericuentra bajo las determinacio- nes éticas, aunque su vida deba ser calificada de no ética, He aqui una especie de character indelebilis"® de ‘Yr Giica: aun cuando se presente modestamente, en con- diciones de igualdad con la estética, ella es, sin embargo, al elemento que hace que Ja eleccién sea eleccién, Y lo triste cuando se, considera la vida humana, es que hay tan- tas gentes que viven sus vidas en una tranquila perdi- cidn; se desgastan a si mismos, no porque su riqueza in- “terior se despliegtie sucesivamente y sea poseida en ese despliegue; no, pero, como si al vivir saliesen de si mis- mos, desapareciesen como sombras, su alma inmortal es arrastrada como por el viento, ¥ no se preocupan de su inmortalidad, pues estén disueltos antes de mozir. No viven estéticamente, pero la ética, en su integridad, tam-. 12, Character indelebiis: Se refiere al efecto indeleble que la Iglesia catdlica atribuye al bautismo y a la ordenacién saver dota. La deesisn come voluatad de ck 23 poco se ha mostrado a ellos; en el fondo, no la han recha- zado y, por lo tanto, tampoco pecan, salvo en a medida fen que es un. pecado no set nada, ni esto ni aquellos tampoco dudan, por supuesto, de su inmottalidad, pues aquel que por su propia cuenta duda de ella profunda y sinceramente hallaré lo que ¢s justo, Digo “por su propia cuenta”, pues es hora de prevenir contra esa objetividad generosa y heroica con Ia cual muchos pen- sadores piensan por cuenta de todo el mundo y no por Ja suya propia. Si se llama a lo que aqui exijo amor a si mismo, responderé: eso se débe a que no se tiene ninguna ‘dea de lo que el yo representa, y agregaré que seria poco til para un hombre el ganar el univers perdiéndose asi mismo, y.que una prueba debe necesariamente ser una pobre prueba si, en primer término, no convence a quien la presenta, Ante todo, mi auf-eut no significa la eleccién entre el bien y el mal, significa la eleccién por la eval se elige el bien y el mal, o por la cual se los excluye, Se trata de saber bajo qué determinaciones se quiere considerar tods la existencia y vivir uno mismo. Bien cierto es que el que elige el bien y'el mal, elige el bien, pero esto sélo aparece més tarde; pues Ja estética no ¢s ¢l mal, sino la indiferencias y por ex decia que Ia ética constituye la eleccién. Por consiguiente, se trata menos de elegir entre las dos proposiciones: “querer el bien o querer el mal”, ‘que de elegir: “querer”; pero, por ese hecho, el bien y el mal estén planteados por su lado. El que clige la ética elige el bien, pero el bien es aqui algo absolutamente abstracto, su existencia sélo est planteada y de ello no se deduce en’ absoluto, que ‘quien elige no pueda a su vez elegir el mal, aun cuando haya elegido el bien. Ya ves qué m4 4 mtncesén x pmyonAt importante es que se haga una cleccién, y que lo que importa no es tanto Ia reflexién, sino ese bautismo de la voluntad, gracias a la cual ésta se incorpora a la ética. Cuanto mis se avanza, mas dificil es la eleccién; pues el alma se encuentra sin cesar en una de las partes del di- Tema, y cada vez se hace més dificil liberarse. Y, sin em- bargo, eso es necesario si hay que elegir y es muy im- portante si una eleccién tiene algin sentido, y te demos- traré mas adelante que es asi, Sabes que no tengo pretensiones de filésofo, sobre todo en mis relaciones contigo, Generalmente me pre- sento como un esposo, para fastidiarte un poco y por- que cs realmente la situacién que me es més cara, Is més preciosa y, en cierto modo, la mas importante de mi da, No he consagrado mi vida, ni al arte ni a las ciencias, ‘y, comparada con los objetivos de tu vida, mi situacién es futil, pero cuida, mi joven amigo, que las grandes cosas por las cuales realmente te sactificas, no te enga- fen, Aunque no-filésofo, me veo obligado aqui a arries- gar una pequefia reflexién filoséfica que te ruego tomes ad notam antes de criticarla., Pues ¢l resultado po- Jémico que resuena en todos tus himnos triunfales sobre la existencia se parece extrafiamente a la teoria preferida de la filosofia moderna que suprime el principio de con- tradiccién. Bien sé, que tu modo de ver es una abomina- cién para la filosofia y, sin embargo, me parece que ella es culpable del mismo error; si, que Ia razén por Ja cual no se comprende esto en seguida, es que ella no la plan- tea de un modo tan exacto como tii. Tt te sitdas sobre el terreno de Ja accién, ella, sobre el de la contemplacién. Por consiguiente, en el instante-en que se la quiere trans- ferir al plano prictico, debe Iegar al mismo resultado Le deccidn como volmatad de alexiz 25 que tu, aunque no se exprese asi, Ti realizas ta media cién de los contrarios en una locura superior, la filosofia In realiza en una sinvesis superior. Ti te vuelves hacia el porvenit, pues la-accién es esencialmente de orden fu- turos dices puedo hacer esto o aquello, pero, cualquiera sea lo que yo hago, es un error, ergo ino hago nada. La filo- sofia se vuelve hacia e| pasado, hacia toda 1a historia: vi- vida del mundo, muestra cémo los elementos discursivos s¢ comprenden en una sintesis superior, sin ‘cesar sigue haciendo mediacién. Por el contrario, en nada parece responder a fo que yo preguntos pues mis preguntas con- ciernen al porveniz. Hay que reconocer que ti respon des a ello en cierto- modo, aunque tu respuesta sea un contrasentide. Supongo ahora que la filosofia tiene ra- z6n, que el principio de Is contradiccién sea realmente suprimido, 6 que los filésofos lo supriman a cada ins- tante en Ia sintesis superior que tiene por objeto el pen- samiento, Pero esto no puede aplicarse al porvenirs pues es necesario que los contrarios hayan existido antes de que yo pueda hacer Ia mediacién, $i hay un contraste, hay un: “o lo uno o lo otro”, El fildsofo dice: hasta ahora han sido asi las cosas: pregunto qué debo hacer si no quiero-ser filésofo, pues si fuera mi intencién serlo, bien veo que, como los otros fildsofos, tendria que hacer Ja mediacién del pasado. En primer término esto no es tuna respuesta a la cuestién que he planteado acerca de mi debers pues si fuera la mejor cabeza filoséfica que jamés hhubiese existido en el mundo, algo mejor tendriz que hacer. que quedarme sentado y contemplar el pasado; ademis soy tn esposo y de ningn modo una cabeza filos6fica y me dirijo, con toda la deferencia debida, a los aficionados a esa ciencia para saber Io que debo ha- 26 1 mince ¥ rmsonarees cer, Pero no recibo ninguna respuesta, pues el filésofo hace la mediacién del pasado, el fildsofo, se precipita en el pasado con tal velocidad que s6lo sus faldones, co- mo dice un poeta de un anticuario, han quedado en el presente. Crees, como los filésofos, que la vida se detie- ne. Para el filésofo Ia historia del mundo ha terminado ¥ él hace la mediacién. Por eso el desagradable espectéculo de jévenes que saben hacer la mediaciéa de la cristian- dad y del paganismo, y jugar con las fuerzas titénicas de la historia, de esos j6venes que no saben decit a un espiritu sencillo qué es lo que debe hacer en la vida y tampoco lo saben para ellos mismos esté en el orden del dia de nuestra época. Eres sumamente rico en expre- siones que conciernen a tu resultado favoritos quiero subrayar aqui una de ellas, en la cual te asemejas nota- blemente al fildsofo, aun cuando su seriedad verdadera © fingida, le impida participar de la ingeniosa salida de rigor con la cual canto te diviertes. Cuando se te pre- gunta si quieres firmar una peticién al rey, o si quieres una constitucién o el derecho de votar los impuestos, 0 si quieres unirte a algtin movimiento con fines benéficos, entonces respondes: “jMuy honorables contemporineos! Ustedes me comprenden mal, yo nada tengo que ver en el asunto, he salido, he salido como wna pequetia + espafiola”. Lo mismo sucede con el filésofo, él también ha salido, na- da tiene que ver, se ha sentado y envejece excuchando los cantos del pasado y las armonias de la mediacién, Hon- ro a la ciencia y a sus aficionados, pero la vida tam- bign tiene sus exigencias y si, al mirar como se pierde en el pasado una cabeza especialmente dotada, no supiese de qué modo pensar y juzgar, a pesar del respeto que pu- diese tener por sus facultades intelectuales, actualmente Digrside sobre ta filerfle y no titubeo, puesto que veo cantidad de jévenes, que no pueden ser todos cabezas filoséficas, perdidos en 1a filo- sofia favorita de la ¢poca, o, como estoy tentado de decir- lo, en Ja filosofia de los jovenzuelos de la épocs. Ten g0 una exigencia vilida ante Ia filosoffa, como la tie- nen todos aquellos a quienes ella no puede rechazar por falea total de inteligencia, Soy esposo, tengo hijos. Pues bien, si en nombre de ellos preguntara a la filosofia: gqué debe hacer un hombre en la vida? Tal vez sonreirias; en todo caso Ja juventud filoséfica se sonreicia de un padre de familia, Sin embargo, pienso que constituye un terrible atgumento en su contra que ella no pueda contestar nada, Si la marcha de Ja vida ha sido detenida, Iz generacién actual tal vez pueda vivir con ayuda de la contemplacién —pero Is siguiente, ¢de qué viviri?— De la misma con- templacién? Pero la generacién anterior nada hizo, nada dej6 que pueda ser objeto de mediacién. Mira, aqui tam- bién puedo juntarte con los filésofos y decirles: el bien supzemo se les escapa. En esto me ayuda mi condicién de esposo para explicar mejor mi pensamiento, Si un esposo dijera que lz més pérfecta unién conyugel es la que no tiene hijos, se hacia culpable del mismo malentendido que los fildsofos. Haria de si mismo un absoluto —pero todo esposo sentiré que eo no es verdadero ni bello, y que ser un elemento, como se llega a serlo por un nifio, es mucho més verdadero—. Sin embargo, tal vez haya ido demasiado lejos, me he ocupado de estudios que tal vez jamas hubiese debido emprender, no sélo porque no soy fildsofo, sino porque no tengo Ja menor intencién de tratar contigo un fenémeno de Ia época, sino de prevenirte, de hacerte comprender muy bien que eres ti el prevenido, Pero ya que he ido tan a 2 nbaceity ¥ PERsONALIDAD lejos, quiero examinar, sin embargo, mis de cerca adénde hemos Hegado respecto de la mediacién filoséfica de los contrarios, Silo que tengo que decir al respecto carece de precision, val vez se encuentre algo més serio y es por esa razén, exclusivamente, que te lo expondré; no es mi in- tencién presentarme a una cétedra de filosofia, pero, ya que he tomado la pluma, defenderé la cuestién de otro modo y mejor. Es verdad que hay un futuro, es verdad que hay un aut-aiit. El tiempo en el cual el filésofo vive no es el tiempo absoluto, no es sino un momento y siempre es una circunstancia inquietante el que una filosofia sea es- téril, si, es una deshonra para ella, asi como en el Oriente se considera que la esterilidad es una vergiienza, El tiem- po mismo se hace momento, y Ja filosofia se convierte en un elemento en el tiempo. Nuestra época, a su turno, apareceré ante la pesteridad como un momento discursi- vo, y un filésofo de esa posteridad hard a su vez la me- diacin de nuestra época, y ast sucesivamente. En esas condiciones, la filosofia estd en su derecho, y hay que considerar como error fortuito de 1s filosofia de nuestra época ef haber tomado nuestro tiempo por tiempo abso- futo. Sin embargo, es f4cil ver que la categoria de la me- diacién ha sido perjudicada por ese hecho y que Ia media~ cién absoluta sélo seré posible cuando la historia haya terminado 0, en otros términos, el sistema esta en per- petua transformacién. En cambio, Jo que fa filosofia ha conservado es el reconocimiento del hecho de la media- cién absoluta, Esto tiene para ella la mayor importancia, pues si se renuncia a lx mediacién se renuncia a la es- peculacién, Por otra parte, es grave el reconocerlo, pues si se reconoce la mediacién entonces no existe eleccién Digensidn sabee fa Hosein 29 absoluta, y, si ésta no existe, no hay ningdn aut-aut ab- soluto, Abi esté Ia dificultads creo, sin embargo, que la misma se debe a la confusién de dos esferas: Ia del r2z0- namiento y Ia de la libertad, El contraste no existe para el pensamiento, el cual se resuelve en Ja otra cosa ys luego, en una sintesis superior. En cambio, el contraste existe para la libertad; pues ella lo excluye. De ningén modo confundo el liberum arbitrium ® con Ia libertad positivas pues si ésta tiene desde la eternidad, fuera de si, el mal como una posibilidad impotente, no se vuelve més perfecta incorporando cada vez més el mal, sino excluyéndolo cada vez més; pero, justamente, la exclu- sidn es el contraste de Is mediacién. Mostraré, més ade- lante, que debido a ello no llego a admitir un mal radical. Las esferas con las cuales se relaciona la filosofia esencial- mente, las esferas esenciales del pensamiento, son a légicay la naturaleza y {a historia, Abi es donde reins la necesidad y por eso la mediacién es legitima, Pienso que nadie negaré qui ése es el caso de Ia légica y de la naturaleza; pero hay una cierta dificultad en lo que concierne a la historia, pues en ella, segtin se dice, reina la libertad. Creo, sin embargo, que se tiene una idea falsa de la historia y que de ahi pro- viene la dificultad. Pues la historia es algo més que un producto de los actos libres de individnos libres. El indi- ‘viduo obra, pero su acto se incorpora al orden de cosas que ‘est4 en la base de toda existencia. E] que acta no sabe con certeza qué es lo que saldra de su acto, Pero ese orden su- petior de las cosas que, por asi decirlo, digiere los actos Libres y Jos coordina con sus leyes evernas, es la necesidad y esa necesidad es el movimiento en Ia historia universal; 13, Liberuns arbitrium: Voluntad libre. 30 mises ¥ peasonanman por tanto, es muy justo que la filosofia se sirva de Ja me- diaciéa, es decir, de lz mediacién relativa, $i considero al- giin personaje de la historia universal, puedo hacer la di- ferencia entre los actos que lo siguen, como dicen at Escrituras™, y los actos por los cuales pertenece a la his- toria. La filosofta nada tiene que hacer con lo que puede amarse el acto interior; pero el acto interior es la verda- deza vida de la libertad, La filosofia considera el acto ex- terior, y, 2 su vez, no lo vé aislado, sino incorporado al proceso histérico y modificado por él. Ese proceso es, en el fondo, el objeto de la filosofia y ¢s considerado por ésea bajo la determinacién de la necesidad. Por eso la filosofia desecha el pensamiento que intentarfa significar que todo hubiese podido ser de otra manera, considera la historia universal de tal modo que ya no existe el problema de un aut-aut. A mi, al menos, me parece que en esta contem= placiéa se introducen muchos couceptos estiipidos e inep- tos; no niego que los que me parecen més ridiculos son sobre todo esos jévenes taumaturgos que quieren evocat dos espiritus de la historia, y me inclino también profun- damente ante los magnificos resultados que ha logrado aiuestra época. La filosofia, como he dicho, ve la historia bajo la deverminacién de Ia necesidad, no bajo le de la li- bertad; pues se llama libre al proceso histérico en el mis ‘mo sentido en que se habla del proceso organizador de la naturaleza, Para el proceso histérico no se trata de un aut aut; pero un filésofo, seguramente jamis ha tenido la idea de negar que se trate de eso para un individuo actuante, De alli se desprende, a su vez, el espizitu conciliador con al cual Ia filosofia mira la historia y sus héroes; pues lot 14. Actos que lo siguos: Bl apocalipis, 14, 15, Digresién sobre Ie filosfie 31 ve bajo la determinacién de Ia necesidad. De ese hecho proviene, igualmente, su impotencia para hacer que un hombre actie a su disposicién a dejax que todo se detenga; Pues, en el fondo, exige que se obre por necesidad, lo que 5 una contradiccién, ‘De ese modo, aun el individuo mas insignificante tiene una doble existencia, El también tiene una historia que no es solamente producto de sus propios actos libres. Sus ac- tos interiores, en canibio le pertenecen y le pertenecerin eternamente. Ni la historia, ni fa historia universal pue- den quitirselos; sus actos interiores lo seguirin, para su placer o para su desgracia. En ese mundo reina un aud- aut absoluto; pero la filosofia nada tiene que hacer con ese mundo. Si imagino un hombre de edad que mica hacia el pasado de una vide agitada, él también recibird por el Pensamiento una mediacién, pues su historia estaba inter» calada en la del tiempo; pero, interiormente, no hibré me. diacién, Alli, un aut-aut separard siempre lo que estaba separado cuando él elegia. Si pudiera hablarse en ese caso de una mediacidn, habria que decir que se trata de arre- pentimientos pero el arrepentimiento no es una media cién. Tl no mira con envidia lo que debe ser el objeto de la mediacién, su célera lo devora; pero es, como la ex« clusién, el contraste de la mediacién. Por esto se ve, ade- més, que no admito un mal radical, puesto que establez~ co Ja realidad del arrepentimientos el arrepentisse es una expresién de conciliacién, pero es, ademés, una expresién absolutamente itreconciliable. Tal vez admitas todo esto, td, que, sin embargo, ha- ees causa comiin con los filésofos de tantos modos, salva n la medida en que te permites burlatte de ellos; tal vez Pienses que, como esposo, esto puede bastarme y pueda 32 1 misecréx ¥ amsonations usarlo en mi hogar. Sinceramente no pido mass pero qui- siera saber cual de las dos vidas es mejor, la del fildsofo o la del hombre libre, Si el filésofo no es mis que filé- sofo, perdido en ese oficio sin conocer Ia vida feliz de la libertad, entonces le falta algo muy importante, se apo- dera del mundo entero y se pierde a si mismo; eso jamés puede suceder al que vive por la libertad, perdiera lo que perdiese, Lucho, puss, por la libertad (en esta carta y también, especialmente, en mi mismo), por el porvenir y por aut- ait, Es el tesoro que pienso dejar a los que amo en exte mundo, Si, si mi joven hijo estuviese en edad de com- prenderme y mi tiltima hora hubiese legado, en ese mo- mento le dicia: “No te dejo fortuna, ni titulos, ni car- 05, pero sé dénde esté oculto un tesoro que puede ha- certe més rico que todo el mundo, y ese tesoro te per tenece y no debes agradecérmelo a fin de no comprome- ter tu salvacién debiéndolo todo a otro ser; ese tesoro est encetrado en tu propio corazén: ahi hay un aul-aut que hace a un ser més grande que los Angeles.” Quiero interrumpix aqui esta meditacién, Tal vez no te satisfaga, tus ojos avidas la devoran sin que estés sacia~ do; peto los ojos son los wiltimos * en quedar satisfechos, sobre todo cuando no se tiene hambre, como en tu caso, y no se sufre sino de una codicia de los ojos que no puede ser satisfecha, Gracias a mi aut aut aparece Ia ética. No se trata de Ia eleccién de algo, ni de la realidad de Jo que ha sido ele- sido; sino de la realidad de la eleccién, Eso es lo decisive ¥ respecto de ello me esforzaré por abrirte los ojos. Un 15. Los ojos som los siltimos: Se tefiere al proverbio que dice que Dios satisface al vientre antes que 2 los ojos. Digreiéa sobre lo fovea 33 hombre puede ayudar a otro hombre pero una vez qué &te esté alerta, Ia influencia que uno puede ejercer sobre el otro es secundaria, En una carta anterior te decta que el hecho de haber amado crea en la naturaleza del hom- bre una armonia que jamés se pierde completamente; aho- ra diré que el hecho de elegir da a la naturaleza del hom- bre una solemnidad, una serena dignidad que jamés se pierde completamente. Muchos hay que dan gran im- portancis al kaber mirado frente a frente a un personaje cualquiera que ha desempeiiado un papel notable en la his- toria universal, Jamés olvidan esa impresién, ella ha de- jado en su alma una imagen ideal que ennoblece su na- turalezas y, sin embargo, por significative que sea ese momento, nada es en comparacién con el instante de la eleccién. Cuando todo se ha vuelto sereno, solemne como vuna noche estrellada, cuando el alma esté sola en el mun do entero, enconces aparece ante ella, no un ser superior, sino la potencia eterna misma, el cielo se entreabre, por asi decir, y el yo se elige a si mismo 0, mis bien, se recibe asi mismo, Entonces el alma ha visto el bien supremo, Jo que ningin ojo mortal puede ver y que jamés puede ser olvidado, entonces la personalidad recibe el espalda- sazo que la ennoblece para la eternidad. No se convierte en algo distinto de lo que ya era, sino que llega a ser ella misma, Del mismo modo que un heredero no posee antes de Ia mayoria de edad Jos tesoros del mundo entero, aun cuando sea el heredero de ellos, ast [a personalidad mis rica nada es antes de haberse elegido a sf misma y Ia per- sonalidad més pobre que se pueda imaginat lo es todo cuando se he elegido a si mismas pues la grandeza no consiste en esto 0 en aquello, sino que se encuentra en el hecho de sez uno mismo; y todo hombre puede serlo Me fb mumceuhe ¥ pensontan oa silo quiere, El hecho de que lo que aparece del otro lado €s.lo estético, que es la indiferencia, te demuestra que, en cierto modo, no se trata de la eleccién de alguna cosa. Sin embargo, hay una eleccién, si, una cleccién absoluta, pues sdlo al elegir de un modo absoluto se puede elegir Ia ética, Por Jo tanto, es In eleccida absoluta la que plantea a la ética, pero esto de ningtin modo excluye a la estética, Ea la ética la personalidad eseé centrada en si misma, la estética queda excluida en forma absoluta o bien es excluida como absoluto, pero permanece siempre de modo relativo. La personalidad, al elegirse a si misma, se elige de modo ético y excluye la estética en forma ab- solttas pero, desde que se elige a si misma y continta sien- do ella misma, sin convertirse en otra naturaleza por el hecho de esa eleccién, toda la estética entra dentro de su relatividad. E] ast-aié que he establecido, es, por consiguiente, en cierto modo, absoluto, pues se trata de elegir o de no ele- gir. Pero, desde que la eleccién es una eleccién absoluta, el aut-aut es absoluto; el auf-aut absoluto no aparece en otro sentido sino en el momento de Ia eleccién, pues en- tonces aparece la eleccién entre el bien y el mal, Esta cleccién, planteada por Ja primera elecciéa, ya no seré aqui objeto de mis deliberaciones, sélo deseo llevarve hasta el punto en que aparece la necesidad de Ia eleccién y con- sidevar Inego la existencia bajo determinaciones éticas, A este respecto ino soy rigorista, entusiasmado por una Ji- bertad formal y ebstracta; sélo que, una vez planteada la eleccién, toda Ia estética vuelve y verés que solo gracias a ello la existencia es bella y que sélo por ese medio un hom- bee consigue salvar su alma y aduefiarse del mundo ente- ro, hacer uso del mundo sia abusar.

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