En Paraguay la política econóa gubernamental se basa en la vigencia plena de la economía
de mercado, la reducción de las regulaciones, la promoción de la inversión nacional y
extranjera y el incremento de la competitividad en el Mercosur para fortalecer la inserción del país en la economía mundial. En materia industrial se privilegia la creación de puertos y zonas francas para industrializar materias primas o ensamblar instrumentos y equipos para la exportación. Las instalaciones y el equipamiento de numerosas industrias tienen 20 años de antigüedad en promedio, lapso en el que no se ha registrado una renovación importante. La industria del país ha resentido profundamente la reciente apertura económica, pues según los datos de la Unión de Industriales Paraguayos durante los siete últimos años se perdieron 35 000 puestos de trabajo. El sector más castigado ha sido el del calzado, seguido por el de confecciones. Paraguay no dispone de un paquete importante de instrumentos de promoción y fomento. El principal es el Fondo de Desarrollo Industrial (FDI), creado para financiar la reconversión y el desarrollo industrial del sector manufacturero con créditos de largo plazo. El FDI reúne recursos internos y externos provenientes de organismos multilaterales de crédito, como el BID-Fonplata y el Banco Mundial, de aportes bilaterales de países, como Japón, España y China, y de aportes del Tesoro Nacional, y los canaliza por medio de instituciones financieras. En materia de exportaciones el gobierno presta diversos servicios a las empresas mediante el programa Pro-Paraguay, de la Dirección General de Promoción de las Exportaciones e Inversiones, dependiente de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Industria y Comercio. Pro-Paraguay promueve las ventas externas de productos no tradicionales, así como las inversiones de capital nacional y extranjero para el desarrollo económico del país. En el área fiscal, la Ley 60/90 establece un régimen de incentivos para la inversión de capital nacional y extranjero, incluyendo medidas de promoción y fomento del desarrollo industrial. La prestación de servicios a las empresas en las áreas de competitividad, modernización e innovación tecnológica, corresponde al Instituto Nacional de Tecnología y Normalización, organizado en la órbita del Ministerio de Industria y Comercio (MIC). También destaca la contribución del Servicio de Extensión Industrial, dependiente de la Subsecretaría de Industria del MIC, financiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y por la Unión Europea, que apoya la creación de nuevas empresas industriales y el mejoramiento de la eficiencia, productividad y competitividad de las existentes en sectores prioritarios, como madera, cuero, textil y agroalimentario.
Los instrumentos consignados son de carácter general, sin orientación
específica para el sector de la micro, pequeña y mediana empresa (MPYME.) En Paraguay este sector representa el 95% de las 600,000 empresas existentes, emplea el 90% de la PEA y contribuye con 60% al PIB. La mayor parte de las empresas pertenece al sector comercial. Históricamente, las MPYME fueron postergadas de manera sistemática de los planes económicos nacionales. En tiempos recientes, a partir de mediados de 1993, se comenzó a considerar su importancia y a formular estrategias para su desarrollo. En el ámbito del Estado, la promoción y el fomento del sector le corresponden al MIC, por medio del Centro de Apoyo a las Empresas. Uno de los principales problemas de las MPYME paraguayas es la falta de créditos, dado que el sistema bancario presta casi con exclusividad a las empresas del sector comercial. Las únicas entidades con líneas de crédito accesibles para el sector de la MPYME industriales son el Banco de Fomento y el Banco de Trabajadores las narraciones folklóricas, el hada es un ser sobrenatural que interviene en los asuntos humanos de modo mágico. En estos relatos, denominados genéricamente “cuentos de hadas”, aparecen también seres fantásticos de distintos aspectos y conductas, como los gnomos, los trasgos y los duendes. Aunque la concepción habitual de las hadas se originó en la edad media, figuras similares se encuentran en muchas mitologías. Ejemplo de ello serían las ninfas griegas. En los cuentos infantiles, las hadas aparecen como bellas jóvenes de etéreo aspecto, casi siempre benefactoras, que surgen en momentos críticos para salvar o ayudar a personas desvalidas, por lo general niños o jóvenes. Su tamaño podía ser similar al humano o muy reducido. Las tradiciones sobre las hadas en los pueblos nórdicos de Europa; particularmente en las islas británicas; las describen, sin embargo con caracteres más complejos y en ocasiones maléficos. Así las personas que eran llevadas al país de las hadas quizá nunca retornarán al reino de los mortales. Por otra parte las hadas podían contraer matrimonio con seres humanos, pro la infidelidad acarreaba la muerte del esposo. Entre las actividades benéficas de éstos seres se hallaban las de profetizar el porvenir y las de conceder riquezas o gracias especiales. Las hadas fueron un tema habitual en la literatura europea medieval y renacentista, dentro de la tradición culta representada por el italiano Ludovico Ariosto y el inglés Edmund Spenser. Su consolidación como personajes propios de la literatura infantil se debería al francés Charles Perrault, con sus Contes de ma mére l’oye (1697; Cuentos de mamá la oca) y, ya en el siglo XIX, a los alemanes hermanos Grimm, que recogieron relatos tradicionales, y al danés Hans Christian Andersen.