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AFERRÁNDONOS A LA ESPERANZA

Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar
en que Dios cumplirá su promesa. Hebreos 10:23 (NTV)

Aun en los días más grises a finales del invierno, encuentro señales de esperanza en la base de
un fuerte árbol de roble.

Debido a que lucho contra una forma de depresión conocida como trastorno afectivo
estacional, lo último que quiero hacer en una mañana fría de febrero es aventurarme al aire
libre. Preferiría permanecer abrigada con mi té caliente, la Biblia, una manta y calcetines
peludos. Pero como mi perro Memphis me suplica con sus patitas por su paseo diario, me visto
con ropa de invierno y le engancho su correa.

Memphis y yo paseamos por un sendero conocido donde encontramos un roble con raíces
nudosas cubiertas de helechos, una imagen agradable y alumbrada comparada con las hojas
secas y muertas.

Ya que las raíces de los helechos son poco profundas, éstas se adhieren a la base del árbol para
fortalecerse contra los vientos fríos del norte. Sus hojas se ven delicadas; sin embargo, estos
helechos son resistentes cuando son azotados por la lluvia, el hielo y la nieve. Son un
testimonio de fuerza ante la inclemencia del clima.

Esos helechos que se aferran con fuerza me recuerdan a nuestro versículo clave:
“Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar
en que Dios cumplirá su promesa” (Hebreos 10:23).

En este capítulo, el escritor de Hebreos se refiere a una imagen eterna de esperanza: al Lugar
Santísimo en el cielo donde podemos entrar confiadamente ante la presencia de Dios a través
de la oración y recibir una nueva infusión de esperanza cada vez que la necesitemos.

Pero si eres como yo, tal vez la esperanza te haya eludido la mayor parte de tu vida. Aunque
siempre he creído en Dios, pasé muchos años en modo supervivencia frente a algunos desafíos
personales. Luchaba con tanta fuerza por mantenerme a flote emocionalmente, que no
quedaba espacio para la esperanza. Cuando me atreví a mirar hacia el futuro, lo veía gris y con
muy poco verdor.

Hace varios años, Dios comenzó a reorientar mi visión. Mediante el estudio diario de la Biblia,
me mostró cuánto me amaba sin importar las mentiras que creía de mí misma. En la oficina del
consejero, Él me ayudó a superar las heridas de mi pasado, sacándome del modo
supervivencia. En nuevas amistades con mujeres piadosas, Él sanó mis heridas causadas por
relaciones quebrantadas. Entonces Dios me mostró cómo prosperar en la oración, usando la
esperanza en Sus promesas como mi ancla.

Así como los helechos pequeños se aferran a un árbol mucho más grande para fortalecerse, he
aprendido a aferrarme a Dios cuando necesito esperanza. Él siempre está esperándome en mi
lugar de oración, deleitándose al envolverme con el abrazo de Su presencia. Renueva mi visión
con gran esperanza, la cual verdea con vida abundante en cada situación.

A veces imagino que Dios plantó esos helechos en la base del roble solo para mí. Él los usa para
recordarme que debo llenar mi mente con la verdad de Su Palabra cada día.

Dios quiere que me deleite en la esperanza que representan... la promesa de la primavera


incluso en los días más fríos. Él usa los helechos para dirigir mi alabanza hacia Él, Aquel que usa
lo que Él quiera para acercarnos más y darnos una nueva esperanza.

Dios Padre, te alabo por darme señales de esperanza en esta temporada. Señor, abre mis ojos
para poder verlas. Ayúdame a aferrarme firmemente en la esperanza de Tus promesas cuando
me sienta tentada a preocuparme por las áreas grises en mi vida. Que Tu esperanza sea como
un árbol perenne en mi corazón y en mi mente. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Romanos 15:13, Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y
paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del
Espíritu Santo. (NTV)

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