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EL CONSENSO DE WASHINGTON Y LA CRISIS DE

LA EDUCACION EN AMERICA LATINA

PRESENTADO POR:
LAURA VANESSA LUNA FONSECA
VALENTINA RONCANCION GONZALES
LEIDY CAMILA RODRIGUEZ ROA
LAURA CAMILA RUBIO GOMEZ

PRESENTADO A:
ALEJANDRO DIOSA

FUNDACION UNIVERSITARIA LOS LIBERTADORES


CURRICULO Y GESTION EDUCATIVA
BOGOTA D.C.

2019
EL CONSENSO DE WASHINGTON Y LA
CRISIS DE LA EDUCACION EN AMERICA LATINA

Este consenso denominado de “Washington”, es sin duda un claro ejemplo de las buenas intenciones,
que explícitamente contiene y expresa, pero, ¿qué sucede con la realidad?, ¿en verdad todos los países
tienen las mismas oportunidades? o ¿se respetan y se cumplen los acuerdos de este consenso   de
“Washington”?. Existen muchos cuestionamientos al respecto, pero sin duda los países dominantes
tienen la respuesta, ya que todo se ha movido a través de ellos; el consenso de “Washington” es sin
duda, otra de las situaciones de hegemonía de los países dominantes y de las asociaciones
internacionales, sin excluir al Banco Mundial. Este consenso se debe a John Williamson, redactado en
1990; "Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a reformas de las políticas económicas" es
de suma importancia el establecer reglas y una serie de condicionantes para que este consenso pueda
cumplir con su objetivo fundamental, ya que al ser excluyente a los países llamados “tercermundistas”
los orilla a la pobreza y la falta de competitividad mundial, creando situaciones de atraso innegable en
los adelantos científicos, educación, prosperidad, mejora económica y social, adelantos tecnológicos
que la misma globalización exige para que un país sea considerado en vías de desarrollo y/o
desarrollado, con la firmeza del capitalismo mismo.  

El concepto y nombre del consenso de Washington fue presentado por primera vez en 1989 por John
Williamson, economista del Instituto Peterson, un comité de expertos en economía internacional con
sede en Washington. Williamson usó el término para resumir una serie de temas comunes entre
instituciones de asesoramiento político con sede en Washington, como el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, y se pretendía
conseguir aspectos como liberalizar el comercio exterior y el sistema financiero, reformar la
intervención del Estado o atraer capital extranjero a los países. Williamson incluía diez amplios grupos
de recomendaciones políticas relativamente específicas: 

 Disciplina en la política fiscal, enfocándose en evitar grandes déficits fiscales en relación con
el Producto Interno Bruto, donde casi todos los países de América Latina habían conducido a
desequilibrios macroeconómicos que hicieron entrar a la región en problemas inflacionarios.
 Redirección del gasto público en subsidios (especialmente de subsidios indiscriminados) hacia una
mayor inversión en los puntos claves para el desarrollo, servicios favorables para los pobres como
la educación primaria y la atención primaria de salud e infraestructura.
 Reforma tributaria, ampliando la base tributaria y la adopción de tipos impositivos
marginales moderados, basada en el aumento de los impuestos.
 Tasas de interés que sean determinadas por el mercado y positivas (pero moderadas) en términos
reales.
 Tipos de cambio competitivos
 Liberalización del comercio: liberación de las importaciones, con un particular énfasis en la
eliminación de las restricciones cuantitativas (licencias, etc.); cualquier protección comercial
deberá tener aranceles bajos y relativamente uniformes
 Liberalización de las barreras a la inversión extranjera directa
 Privatización de las empresas estatales
 Desregulación: abolición de regulaciones que impidan acceso al mercado o restrinjan la
competencia, excepto las que estén justificadas por razones de seguridad, protección del medio
ambiente y al consumidor y una supervisión prudencial de entidades financieras. 
 Seguridad jurídica para los derechos de propiedad. 

En la evolución del pensamiento sobre el desarrollo y la consiguiente aplicación de medidas acordes


con este, el Consenso de Washington marca un punto de inflexión determinante en la orientación de
las políticas económicas para las décadas posteriores, y contribuye significativamente a la creación y
consolidación del patrón de globalización neoliberal actualmente dominante. Según algunos analistas,
el extremo debilitamiento del Estado experimentado desde la vigencia del "Consenso de Washington",
impidió la adecuada regulación de las actividades privatizadas, e hizo perder la visión de largo plazo y
la preocupación por la concentración de ingresos. El artículo referido alude a la demanda social por un
nuevo tipo de Estado; analiza los requisitos y objetivos para que éste facilite un funcionamiento eficaz
de los mercados y se preocupe por disminuir las desigualdades sociales.  Por ejemplo, las políticas
industriales y agrícolas fueron eliminadas, se perdió la visión de largo plazo, así, las reformas cayeron
en un grave error, el de dar la espalda al Estado. La prescindencia del Estado en la realización de las
reformas hizo que estas experimentaran una pérdida generalizada de credibilidad. Esa crisis de
credibilidad se sumó al sentimiento generalizado de frustración y de fatiga debido a la insuficiencia
del progreso y la dureza de los sacrificios hechos en la aplicación de las reformas.  Tal y como se
desprende de las medidas mencionadas, las principales características de este enfoque han sido: el
restablecimiento del mercado como mecanismo central para la asignación de recursos en la economía;
la priorización del SECTOR PRIVADO como motor de la economía y la minimización del peso del
sector público; la liberalización de mercados y la apertura como estrategia fundamental de inserción en
la economía mundial; y la negación de una economía del desarrollo, mediante la utilización de un
único análisis y aplicación de recetas universalistas para todas las economías con independencia de su
nivel de desarrollo y su contexto particular.
Respecto a las exclusiones en el consenso de “Washington”, es terrible la postura de los países
capitalistas al no incluir en sus políticas y aspectos de interés el desarrollo como países en crecimiento
a los temas como: La equidad, la no ausencia de progresos sociales y el no deterioro de los derechos
humanos y  también la exclusión de temas como el crecimiento o el problema ecológico. Muy grave,
por al mencionar la equidad, el respeto y la igualdad de oportunidades en los países del mundo,
incluyendo a Centro América, Suda América y Latino América, la problemática del tema ecológico,
no son importantes para los países más contaminantes del mundo, ellos desechan su basura y residuos
tóxicos en el mar, enterrándolos, contaminando el subsuelo y los matos acuíferos de la tierra. Urge
legislar y apoyar las buenas intenciones, que se plantean en consensos, como el de “Washington”,  y
que estás sean apoyadas por los piases capitalista dominantes y controladores del mundo. Pero esto es
sin duda una falacia nacional y mundial, ya que para que los países tengan las mismas oportunidades,
no será del gusto e interés para los países capitalistas y  dominantes.

Hacia fines de los años setenta, la presencia de empresas públicas era muy relevante en
prácticamente toda América Latina. Estaban reflejadas en el área de los servicios públicos, pero se
extendían también a áreas diversas, como líneas aéreas, navieras, bancos, compañías de seguros,
refinerías de petróleo, minas forestales, diarios, canales de TV y distribuidoras de combustible, entre
otras. En casos más extremos, el Estado también participaba en la producción de alimentos y bebidas,
imprentas, papel, productos farmacéuticos, etc. Esta gran presencia presentaba tres problemas:
El primer término, con escasas excepciones, las empresas públicas mostraban serios problemas
de gestión por falencias en sus gobiernos corporativos (directorios seleccionados con criterios
políticos, baja fiscalización del trabajo de los ejecutivos) y sobredotación de personal. Segundo, y
como ya fue comentado, sus precios solían ser fijados por el gobierno con un criterio "social" es decir,
a valor bajo el costo, generando con ello una tendencia crónica hacia las pérdidas que debían ser
cubiertas por transferencias desde el gobierno central (presionando el déficit fiscal) o en el mejor de
los casos, por endeudamiento directo con aval del estado. Finalmente el tercero, con muy pocas
posibilidades de invertir para crecer e innovar, porque los recursos para ello provenían del presupuesto
del gobierno central, siempre apretado, lo que llevaba a una subinversión crónica. Por lo tanto, la
propuesta de privatización contenida en el Consenso de Washington no se hacía para quitarle al Estado
las "pocas" empresas que tenía en áreas claves o estratégicas, sino más bien, una vez más, para mover
el péndulo desde un extremo hacia una situación más equilibrada.
La propuesta de liberalización de las tasas de interés podría enmarcarse en la más general
desregulación de mercados, pero merece un trato aparte por la importancia de esta variable en el
desarrollo de los mercados financiero. Era usual en América Latina que el gobierno fijara las tasas de
interés de los créditos y captaciones bancarias, y que lo hiciera en niveles nominales inferiores a la
inflación. Esto arrojaba tasas de interés reales negativas, desmotivando el ahorro financiero y forzando
a los bancos a ser muy estrictos (y a veces en forma arbitraria) en el acceso al crédito. Nótese que la
propuesta también señala que se debe procurar que las tasas (reales) alcancen niveles "moderados"
después de su liberalización, lo que implica algún grado de intervención de la autoridad en los
mercados financieros.

Finalmente, la propuesta que plantea fortalecer el derecho de propiedad, se hizo en el contexto de dos
o tres décadas previas de expropiaciones y nacionalizaciones arbitrarias en la región, sin o con baja
indemnización, así como, en algunos casos, de sistemas judiciales influidos políticamente o
derechamente corruptos en la aplicación de la ley. Así, la inversión privada, tanto interna
como extranjera, tenía una sustentación legal precaria que la inhibía. Esta propuesta está muy
vinculada a aquella que propone la apertura a la inversión extranjera directa. Los discursos populistas
eran también nacionalistas, donde la fobia y la desconfianza a lo extranjero, adornadas con
términos como "imperialismo", "hegemonía capitalista extranjera", "soberanía económica" y otros, se
traducía en políticas de desaliento a la inversión externa, particularmente en recursos naturales. Tal
política conducía, con el tiempo, a desinversión en estos sectores y a un crecimiento mucho menor del
PIB y del ingreso nacional.

En la perspectiva neoliberal, los sistemas educativos latinoamericanos enfrentan hoy, básicamente, una
crisis de eficiencia, eficacia y productividad, antes que una crisis de universalización y extensión de
los servicios ofrecidos. En las últimas décadas, el sistema educativo ha puesto la educación como
prioridad para perfeccionar la prosperidad económica y social del país y ha prometido más recursos
para este sector que para cualquier otra área de política. La expansión acelerada de la oferta
educacional durante la segunda mitad del siglo se produjo, sin que haya sido acompañada de una
distribución eficiente de los recursos asignados al sector y sin un eficaz control de la productividad
alcanzada por las instituciones escolares. De esta forma, se interpreta que los sistemas educativos
latinoamericanos han crecido cuantitativamente sin garantizar un consecuente crecimiento cualitativo.
América Latina estaría enfrentando así una profunda crisis de gerenciamiento, de management de las
políticas educativas. En suma, una profunda crisis de calidad.

En la óptica neoliberal, dicha crisis expresa la incapacidad estructural del Estado para administrar las
políticas sociales. Este hecho, siendo un atributo general del asistencialismo estatal, se expresa con
una peculiaridad propia en el campo educativo: la crisis de productividad de la escuela no sintetiza
otra cosa que la crisis del centralismo y la burocratización propias de todo Estado interventor. Los
gobiernos han sido, según esta perspectiva, incapaces de asegurar la democratización de la educación
mediante el acceso de las masas a las instituciones educativas y, al mismo tiempo, la eficiencia
productiva que debe caracterizar a las prácticas pedagógicas en las escuelas de calidad.

Los gobiernos neoliberales esfuerzan en enfatizar que la cuestión central no radica en aumentar el
presupuesto educativo, sino “en gastar mejor”; que no hacen falta más trabajadores de la educación,
sino “docentes mejor formados y capacitados”; que no hace falta construir más escuelas, sino “hacer
un uso más racional del espacio escolar”; que no hacen falta más alumnos, sino “alumnos más
responsables y comprometidos con el estudio’. Con los mismos recursos financieros, la misma
cantidad de maestros y maestras, de alumnos, de escuelas y de aulas: los gobiernos neoliberales
prometen hacer una verdadera revolución educativa.

La educación debe ser pensada como un bien sometido a las reglas diferenciales de la competencia.
Lejos de ser un derecho del que gozan los individuos dada su condición de ciudadanos, debe ser
transparentemente establecida como una oportunidad que a los individuos emprendedores, a los
consumidores “responsables”, se les presenta en la esfera de un mercado flexible y dinámico (el
mercado escolar).

Ya ha dado grandes pasos para ofrecer una educación incluyente y de calidad. Ha garantizado que más
niños ingresen al sistema desde edades más tempranas. Sin embargo, la expectativa de vida escolar de
los estudiantes en condiciones de pobreza son mucho más bajas que las de familias de estratos altos.
La baja calidad de la educación es un factor determinante, un apoyo deficiente del aprendizaje desde el
principio deja a demasiados niños sin unas bases sólidas. Hoy en día es común escuchar en las
estadísticas que niños a temprana edad abandonan las instituciones educativas, por las situaciones
sociales que se están presentando en su entorno y como la falta de herramientas económicas hacen de
la educación de estudiantes una tortura.

Es muy difícil alcanzar la calidad educativa de un país cuando vemos cómo los estudiantes se ven
inmersos en un sinnúmero de problemáticas sociales que hacen de este camino uno lleno de obstáculos
casi imposibles de superar. Este sector educativo es tan fundamental para un país que aspira a un
desarrollo sostenido y equilibrado y que no puede ser ignorado por quienes sostienen que el problema
de la educación es un problema de dinero. Y no; es un problema mucho más complejo que requiere
soluciones desde los primeros años, desde nuestro hogar, para lograr formar a verdaderos ciudadanos
con principios éticos y voluntad de servicio.

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