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ARTICULO DE OPINION #1

¡VACUNAS PARA TODOS, YA!

Naciones Unidas debería comprar patente a fabricantes de las vacunas y hacerlas de

dominio público.

La pandemia mundial ha puesto al descubierto las tensiones que existen entre el sistema

global de propiedad industrial, que beneficia a las farmacéuticas, y el derecho fundamental

a la salud de los ciudadanos del mundo. Ya se cuenta con la vacuna contra el covid, pero el

remedio no está llegando a la humanidad con la cobertura y velocidad que se requieren.

No solo es problema de los países del tercer mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, el

alcalde de Nueva York reclamó en estos días “más vacunas y ahora”, al tiempo que tuvo

que aplazar desde el pasado fin de semana las citas en los centros de vacunación, por falta

de dosis. En Canadá escasea el medicamento; de hecho, no recibió ninguna dosis en esta

semana y obtendrá un 50 % menos de lo previsto en el transcurso del próximo mes. Y en

Europa la situación no es muy diferente; por ejemplo, en Alemania se requieren 56

millones de vacunas y no ha recibido ni el 5 %, por lo cual la Comisión Europea restringió

las exportaciones hasta que se surta primero al viejo continente.

La realidad es que hay muy pocos productores que no dan abasto, mientras la presión

ciudadana por las vacunas, en el mundo entero, es enorme. A los problemas de oferta se

agrega el hecho de que, en medio de la escasez, la preferencia la tienen los grandes países.

Estados Unidos compró el miércoles pasado 200 millones de dosis adicionales. Y, en una

sola transacción, la Unión Europea acaba de comprar la mitad de la producción de Pfizer


del año 2021. En estas condiciones es muy limitado el margen de maniobra que tienen

nuestros gobiernos. De hecho, 137 países no han recibido ni una vacuna.

El problema surgió el día en que la humanidad organizó un oligopolio mundial en

materia de producción y comercialización de medicamentos, mediante el otorgamiento de

patentes de invención a favor de las multinacionales, que les otorgan la prerrogativa de

explotarlos con exclusividad. Se nos dijo que si no se optaba por esta opción, las

principales farmacéuticas del mundo no continuarían invirtiendo en investigación. Este

modelo limita la oferta de medicamentos, permite a los productores maximizar los precios y

les confiere un privilegio, en la fila de compradores, a las naciones más poderosas.

Este asunto ha sido controversial aun entre nosotros. El Código de Comercio y las

decisiones iniciales de la Comunidad Andina prohibían las patentes de “las invenciones

relativas a productos farmacéuticos que figuren en la lista de medicamentos esenciales de la

Organización Mundial de la Salud”. Pero en el año 2000 la decisión 486 dio un paso atrás,

a conciencia de la repercusión que tendrían las patentes farmacéuticas sobre el acceso a los

medicamentos y sus precios.

Francia fue uno de los países pioneros en dar este paso a nivel mundial a favor de los

laboratorios en 1959 y, por supuesto, uno de los primeros en sufrir las consecuencias. Por

ejemplo, según una investigación de ‘Le Monde’ de hace algunos años, en su afán de

adquirir una nueva droga contra la hepatitis C, requerida por 250.000 pacientes, cuyo valor

comercial equivalía a 280 veces su costo de producción, tuvo que comprometer el 7 % de

su presupuesto anual de medicamentos.


El modelo muestra en la actualidad que se está retribuyendo más que apropiadamente al

sector privado por su altura inventiva. Pero es imperfecto en términos de satisfacer los

requerimientos de salud pública. Habrá que revisarlo, sin desincentivar la investigación

privada. Mientras ello ocurre, en la actual coyuntura el sistema de Naciones Unidas debería

crear un fondo global de emergencia para comprarles la patente a los fabricantes de las

vacunas y hacerlas de dominio público o, en el peor de los casos, dar curso a un sistema de

licencias obligatorias, para producirlas masivamente. Con el apoyo de los países de la

región, Colombia debería liderar de inmediato una iniciativa de esta naturaleza. Mañana

será tarde.

NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA

OPNION:

En base a este artículo se puede dar a conocer la tensión global de la propiedad

industrial respecto a las farmacéuticas y el derecho a la salud, ya que ya contamos con la

vacuna contra el covid pero no está siendo distribuida de la forma que es necesaria, lo

cierto es de que existe muy poca producción sobre esta, y aunque en medio de la escasez

hay preferencia por los grandes países, compran dosis adicionales y esto no permite que

países más bajos tengan acceso a esta, puesto que hay 137 países que no han recibido ni una

sola vacuna.

Gracias al oligopolio mundial, creo condiciones para inversión de esta, puesto que limita

la oferta y maximiza los precios, lo que le otorga un privilegio a las naciones con gran

poder. Las naciones unidas deberían crear un fondo global para la compra de estas patentes

y distribuirlas al sector público, y en el caso de que no sean suficientes, dar licencias para
producirlas masivamente y poder distribuirlas con el apoyo de todos los países de la región,

Colombia debería tomar la iniciativa y liderar esta propuesta.

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