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ideológicos.
¿Somos Nación?
La generación del 1900 desarrolló una actividad literaria y propagandista en torno a los
temas del nacionalismo cultural. También la función del escritor adquiere perfiles
profesionales. Intentaremos colocar ambos fenómenos en relación de auto implicación.
La emergencia de un campo intelectual socialmente diferenciado formaba parte del
proceso más vasto de modernización que afectaba a la sociedad argentina. Y que había
recibido su impulso más resuelto desde la década de 1880. Primera presidencia del
Gral. Roca. Urbanización de Buenos Aires y el área litoral. El régimen liberal en sus
formas institucionales y oligárquico en su funcionamiento efectivo.
Hacía los primeros años del nuevo siglo ese movimiento arrojaba todos los resultados y
consecuencias. La más significativa de estas reacciones fue la suscitada en torno al tema
de la “identidad nacional”. La primera historia de la literatura argentina, el debate sobre
el significado del Martín Fierro, y algunos libros claves del proceso intelectual
argentino, tienen su raíz en ese fermento ideológico que ha sido denominado también
“primer nacionalismo” o “nacionalismo cultural”.
El horizonte ideológico
La mediación de la Historia
En primer término, el dato más ostensible: la inmigración. Esta presencia, que era
observada con aprehensión creciente dentro de la elite de “viejos criollos” formaba parte
de la política puesta en práctica por las clases dominantes locales desde el último tercio
del siglo XIX. Traducía el programa concebido ya por los hombres de la organización
nacional.
Pero la inmigración llegaría a la campaña en escaza medida. El conjunto de
transformaciones que están modificando la articulación misma del mundo social y
político desde 1880: urbanización acelerada, modificación de la estructura productiva y
emergencia de clases y categorías sociales nuevas. No sólo se llenaba de extranjeros el
espacio social, sino que la amplitud y la configuración misma de ese espacio
cambiaban.
Profesión: artista
El nuevo modelo de escritor que emergerá en el 1900 demuestra sus relaciones con los
grandes diarios, con el teatro y su público, con las nuevas formas de consagración.
Una comunidad de artistas, regida por una legalidad para entendidos que puede
oponerse a las pautas de lo alto y lo bajo considerados socialmente, se reconoce y para
reconocerse en su diferencia, realiza el gesto de la oposición (aunque sólo sea
simbólica) a la sociedad, su público. El tema romántico de un público incapaz de
comprender lo que el artista produce, se expande y generaliza. Este proceso parece en
1910 estar tomando su impulso decisivo.
La comunidad de escritores
La cuestión del mercado de los bienes culturales, que aparece unida a la emergencia de
un público cuya relación con los textos y los escritores está mediada por la venta del
libro o la revista. Una articulación moderna del campo cultural supone esa relación
mediada entre lectores y libros. En las primeras etapas de este proceso los escritores
viven como un problema su relación con el público, el mercado y el éxito: la
ambigüedad, cuando no posiciones abiertamente contradictorias, suelen caracterizar
estos periodos de transición.
La cuestión de los medios de vida del escritor deja de ser esporádica y se extiende al
conjunto de la capa en la medida en que los intelectuales de origen tradicional
comparten el espacio cultural con los hijos de la inmigración, los practicantes del
periodismo o del profesorado. El subsidio estatal, disfrazado de diversas formas,
aparece como una solución, al menos temporaria para muchos. El patronazgo privado
conoce por lo menos una forma eminente: las corresponsalías del diario La Nación.
Mito y tradición