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CONCEPTOS FUNDAMENTALES

DEL LENGUAJE ESCULTÓRICO


CONCEPTOS FUNDAMENTALES
DEL LENGUAJE E S C U L T Ó R I C O

París Matía Martín

Elena Blanch González

Consuelo de la Cuadra G o n z á l e z - M e n e s e s

Pablo de A r r i b a del A m o

J o s é de las Casas Gómez

José Luis Gutiérrez M u ñ o z


Diseño: Juan Carlos Sanz y Rosa Gallego
Edición al cuidado de Rosa Gallego
Coordinador: París Matía

Imágenes de cubierta: Jean Tinguely, El paraíso fantástico, 1961-1962;


Constantin Brancusi, El recién nacido, 1925, yjannis Kounellis, Sin título, 1969.
Frontispicio: Joseph Beuys, Chair with fat, 1963.
Página 6: Ángel Ferrant, Constelación, 1948.

Esta obra ha sido publicada


con la a y u d a de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas
del Ministerio de Cultura.

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penas de multa y privación de libertad quienes reproduzcan
sin la preceptiva autorización o plagien,
en codo o en parte, una obra literaria, artística
o científica fijada en cualquier tipo de soporte.

© Paris Matía Martín, Elena Blanch González, Consuelo de la Cuadra González-Meneses,


Pablo de Arriba del Amo, José de las Casas Gómez y José Luis Gutiérrez Muñoz, 2 0 0 6 .

© Ediciones Akal, S.A., 2006.

Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN-10: 84-460-1804-7
ISBN-13: 978-84-460-180 4-9
Depósito legal: M. 4 4 . 5 4 4 - 2 0 0 6

Impreso en
Fernández Ciudad, S. L. (Pinto) Madrid
ÍNDICE

1. Espacio [Elena Blanch González] 7

A p r o x i m a c i ó n al espacio 7 • C o n c e p t o de e s p a c i o 7 • E t i m o l o g í a del e s p a c i o 8 • La p e r c e p c i ó n

h u m a n a del e s p a c i o 9 • El e s p a c i o c o m o e n v o l v e n t e , como c o n t e n i d o 11 • El e s p a c i o e s c u l t ó r i c o 13

• Tratamiento del e s p a c i o por las diferentes c o r r i e n t e s 13 * E s p a c i o interior y e s p a c i o exterior 16 * Escultura

h a b i t a d a 22 • R u p t u r a de l í m i t e s . C o n q u i s t a de n u e v o s e s p a c i o s : arte y n a t u r a l e z a 25 • El espacio real

y el espacio virtual 29 • D i m e n s i ó n e s p a c i o - t e m p o r a l 29 • El v a c í o 31 • T r a n s f o r m a c i ó n del e s p a c i o

escultórico 34.

2. Forma y materia f Consuelo de la Cuadra González-Meneses] 37

H a c i a u n a definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e . . . 37 • F o r m a y m a t e r i a según


su e t i m o l o g í a 37 • Entendimiento de la e s c u l t u r a según su c o n c e p t o formal o matérico 38 • Percepción

de la forma y la m a t e r i a 40 • I n c l u s i ó n del p r o y e c t o y la i n t e n c i ó n en la p e r c e p c i ó n de la forma y la m a t e r i a 44

• Forma y materia, ¿relación necesaria? Lugares en la e s c u l t u r a 46 • La m a t e r i a m e d i a d o r a - la m a t e r i a c r e a d o r a .

La a c c i ó n : encuentro entre forma y m a t e r i a 49 • T r a d u c c i ó n de lenguajes. Entendimientos en la e s c u l t u r a

con r e l a c i ó n a la m a t e r i a : materialización - desmaterialización 50 • Materia o materiales 53 • La m a t e r i a

e s c u l t ó r i c a 55 • M a t e r i a física 56 • De la idea g e n e r a d o r a a la m a t e r i a c r e a d o r a 59 • N u e v o trato con

la m a t e r i a : la v i r t u a l i d a d 61 • De la forma y la m a t e r i a al p r o c e s o y la a c c i ó n 62 • ¿Pero sigue s i e n d o real

la r e a l i d a d ? 64 • D e s m a t e r i a l i z a c i ó n de la forma 66.

3. Tiempo [París Matía Martín] 67

El f a n t a s m a de p i e d r a 67 • Concepto de t i e m p o 68 • T i e m p o absoluto y teoría relacionista 68 •

Tiempo cíclico y t i e m p o lineal 71 • Tiempo h u m a n o y tiempo científico 75 • El t i e m p o en la o b r a

artística 77 • Aceleración 80 • T i e m p o d e l a r t i s t a 81 • Tres d i m e n s i o n e s , cuatro dimensiones 83 •

Tiempo del e s c u l t o r ( r e a l i z a c i ó n ) 86 • E d a d de la obra, tiempo de los m a t e r i a l e s 88 • T i e m p o del o b s e r v a d o r 92

• Lo eterno y lo efímero 97 • De la d i m e n s i ó n i n t e m p o r a l a la t r a n s i t o r i e d a d 97 • M e m o r i a y olvido 101.

4. Movimiento [Pablo de Arriba del Amo] 103

R e p r e s e n t a r el c a m b i o , e x p r e s a r la v i d a 103 • Representación y movimiento 104


• Sensación-percepción 107 • La p e r c e p c i ó n del m o v i m i e n t o 107 • P e r c e p c i ó n de m o v i m i e n t o en

a u s e n c i a de un e s t í m u l o m ó v i l 108 • El m o v i m i e n t o y las imágenes estáticas. La d i n á m i c a visual 110

• El b i n o m i o e s p a c i o - t i e m p o en las r e p r e s e n t a c i o n e s p l á s t i c a s 110 • El m o v i m i e n t o y los r e c u r s o s para

su r e p r e s e n t a c i ó n e s c u l t ó r i c a 110 • El m o v i m i e n t o real en la e s c u l t u r a . La e s c u l t u r a c i n é t i c a 124.

f
5. Lenguaje [José de las Casas Gómez] 135

Arte c o m o lenguaje 135 • Expresión: contenedor y contenido 146 • Idea, p r e s e n t a c i ó n


y representación 160

6. Comunicación ¿fosé Luis Gutiérrez Muñoz] 170

Escultura m o d e r n a y espacio público 170 • La no comunicación 186

Notas al texto 201

Bibliografía 209

6
1

ESPACIO

Elena Blanch González

Aproximación al espacio
Concepto de espacio • Platón consideró el ser bajo tres
Dar respuesta a la cuestión ¿qué es el aspectos: uno, el de las formas o las ideas,
espacio? no es fácil. En su sentido más común para todos, increado, indestructi¬
amplio, entendemos el espacio como ble, invisible e inmutable para los sentidos;
extensión. Este concepto integra multitud otro, las cosas sensibles, siempre en trans¬
de puntos de vista: el espacio físico, el formación, movimiento creado, percepti¬
geográfico, el geométrico, el astronómico ble para los sentidos y la opinión; y por fin
y otros muchos. Además, para acercarnos el espacio, eterno, indestructible, habitácu¬
al concepto abstracto de espacio hemos lo de las cosas creadas y aprehendido.
de conocer qué significa ese término en • Aristóteles refiere el espacio como
disciplinas como la matemática, la física y límite interno que envuelve a un cuerpo,
la filosofía. como cualidad de las cosas y como distri¬
El espacio es definido por el mate- bución de los cuatro elementos (aire,
mático Mariano Díaz Velázquez como «la agua, fuego y tierra).
región tridimensional en que situamos • La Edad Media distinguió entre el
todos los cuerpos y todos los movimien¬ locus (lugar), la situs (ocupación por las
tos»'. Las matemáticas se concentran en el partes del cuerpo de un lugar) y el spa-
estudio de dimensiones como la altura, la tium (distancia entre dos puntos).
anchura y la profundidad; a través de la • A partir del Renacimiento se tiende
vista recibimos la información que estos a concebir el espacio como un continente
tres planos esenciales nos ofrecen. universal de cuerpos físicos. El espacio es
En física, antes de la formulación de la homogéneo, isotópico, continuo, ilimita¬
teoría de la relatividad, se entendía el espacio do, tridimensional y homoloidal.
limitado por las tres dimensiones clásicas • En la revolución científico-técnica,
(alto, ancho y largo), pero todo cambió con se enfrentan dos conceptos del espacio y el
Einstein, que añadió a la tridimensionalidad tiempo. Uno absoluto (Newton), en el que
el tiempo como cuarta dimensión. el espacio es una extensión real e indepen¬
En filosofía, espacio y tiempo son diente de los cuerpos que lo ocupan y otro,
conceptos fundamentales: con características de relativo (Leibniz).
• Los presocráticos relacionaban • Kant, entiende el espacio de un
espacio y materia con conceptos como el modo racional, como formas a priori de
ser o no ser, o lo lleno o lo vacio. la razón.
ESPACIO

1 y2. Rebecca Horn, Mebkasten,

1970. • Heidegger considera dos ámbitos De una manera innata, aprendemos


del espacio; el exterior, consecuencia de a orientarnos y a expresar así nuestra
la relación de unos objetos o cosas con posición en el mundo y el universo.
otras; y el interior individualizado que se Para distinguir entre los términos de
integra en el espacio que lo envuelve espacio, lugar y sitio, cabe decir que el es¬
(figs. Iy2). pacio es absoluto y envuelve los concep¬
Los seres humanos utilizamos el tos de lugar y sitio. El lugar lo entende¬
espacio para orientarnos y ubicar nuestras mos como porción de espacio que es y
acciones. Como dice Christian Norberg- puede ser ocupado por un cuerpo cual¬
Schulz: «La mayor parte de las acciones quiera. El sitio es una posición relativa
encierran un aspecto "espacial", en el sen¬ dentro de un lugar.
tido de que los objetos orientadores están
distribuidos según relaciones tales como
interior-exterior; lejos-cerca, separado-uni- E t i m o l o g í a del espacio
do y continuo-discontinuo. El espacio, El término de espacio procede del latín
por consiguiente, no es una categoría par¬ spatium, que derivaba del griego anábiov
ticular de orientación, sino un aspecto de o oráSiov (spadion o stadion). Significa
2
una orientación cualquiera» . el primero una longitud determinada y el
Aproximación al espacio

segundo el lugar que ocupa, respectiva-


mente (fig. 3).
El Diccionario de la Real Academia
Española, define espacio c o m o :
• Extensión que contiene toda la
materia existente.
• Parte que ocupa cada objeto sensible.
• Capacidad de terreno, sitio o lugar.
• Transcurso de tiempo entre dos
sucesos.
• Tardanza, lentitud.
• Distancia entre dos cuerpos.
• Separación entre las líneas o entre
letras o palabras de una misma línea de
un texto impreso.
• Programa o parte de la programa¬
ción de radio o televisión. Espacio infor-
mativo.
• Pieza de metal que sirve para sepa¬
rar las palabras o poner mayor distancia
entre las letras. 3. Joseph Kosuth, Una y tres
• Conjunto de entes entre los que se tos, y que realiza de una manera personal. sillas. 1965
establecen ciertos postulados. Espacio De este m o d o , los humanos aprehenden
vectorial. el entorno y toman conciencia del lugar
• Distancia recorrida por un móvil que ocupan, de lo que les rodea.
en cierto tiempo. El espacio percibido de modo natu¬
• Separación que hay entre las rayas ral está subjetivamente centrado y el indi¬
del pentagrama. viduo colocado en su centro del que es re¬
• Recreo, diversión. ferencia. Cuando tomamos conciencia de
• Región del universo que se encuen¬ esa ubicación es cuando somos capaces
tra más allá de la atmósfera terrestre. de orientarnos. Esta posición nos ayuda a
• Mil. En las fortificaciones, el que, ampliar nuestros propios límites. Sin
no siendo visto por los defensores, no duda, hay algo de ancestral en este hecho.
puede ser batido por los fuegos de éstos, Bajo esta concepción, Gilbert Durand vio
y, por tanto, queda indefenso. que el cambio en el ser humano del bipe-
• Astr. El que ocupan las órbitas de dismo a su posición erguida supuso tam¬
los planetas en su movimiento alrededor bién un cambio de su perspectiva visual,
del Sol. haciendo que su línea de horizonte se
• Ámbito territorial que necesitan las elevara. Esto implica que cada una de las
colectividades y los pueblos para desarro¬ especies, incluida la humana, puede
llarse. desarrollar un diferente modo de conce¬
• Irreal, fingido por la fantasía. bir el entorno debido a la perspectiva
visual a la que esté habituado.
De esta forma, una persona que viva
La p e r c e p c i ó n h u m a n a del en una zona desierta o de mar, es decir,
espacio con una línea de horizonte muy lejana,
Para el ser humano el espacio es una tendrá una muy distinta concepción del
forma de percepción sensitiva, necesaria ' espacio de aquella que habite en un paisa¬
para el reconocimiento de otros concep- je urbano, en el que las líneas de horizonte
ESPACIO

4 y 5. Cornelia Parker, Cold Dark


están siempre cortadas por multitud de
formas, objetos y arquitecturas, productos
de la creación y actividad de las gentes.
explosión controlada de una Por tanto, el tipo de organización del terri¬
cabana junto a Banbury. torio en el que se habita influye en nuestra
capacidad de apreciación, pero, en cual¬
quier caso, cada ser humano se coloca en das que son indisociables de las referen¬
el centro del mismo y se orientará respecto cias establecidas por las dimensiones
a las tres coordenadas cartesianas. espaciales y por la dimensión temporal.
Los tres ejes de coordenadas que nos La espacialidad, por tanto, nos remite a
sirven para fijar nuestro lugar y los cuer¬ una temporalidad fragmentada en diver¬
pos u objetos (arriba-abajo, derecha- sos periodos, con su inicio y su fin.
izquierda, adelante-atrás) en el espacio, Las personas, desde que nacemos,
nos hablan de un espacio estático, pero, establecemos un fuerte nexo o relación
dado que los objetos no permanecen con el espacio que habitamos que «llega a
inmóviles, también debe entrar en juego ser tan íntima y personal que podríamos
la variable del tiempo. asegurar que el espacio se convierte en
Situados en un punto fijo, nuestra una prolongación sustancial de nosotros
percepción del espacio es tridimensional, mismos»'. Entraríamos en el espacio vital
pero si nos movemos dejamos paso a la del individuo y en el lugar entendido
cuarta dimensión. Por medio del movi- como territorialidad de la persona que de¬
miento somos capaces de estructurar nues¬ fiende como algo propio y sagrado, en la
tro conocimiento del espacio y nuestro que experimenta los sucesos más signifi¬
esquema corporal. De este modo percibi¬ cativos de su existencia. Piaget nos dice
mos la espacialidad como una cualidad de que «el espacio lo constituye aquella
posición de todos los objetos. Cuando per¬ extensión proyectada desde el cuerpo, y
demos la noción del espacio nos sentimos en todas direcciones, hasta el infinito». Su
aturdidos, desorientados, como nos ocurre percepción es personal e intransferible y
bajo la superficie del agua. desde ese lugar nos apropiamos del
En el espacio tienen lugar todas entorno contiguo. A través del lugar nos
nuestras acciones humanas, escenas vivi- orientamos y ocupamos un sitio en el

10
Aproximación al espacio

espacio y, por tanto, en el Universo. Espa- • El espacio expresivo o artístico, que


cialidad que, dependiendo del lugar de es el creado por el hombre para expresar
origen del individuo, se percibe de dife¬ la estructura de su mundo.
rente forma. Según el país o la orografía, • El espacio estético, que es la des¬
un lugar puede transmitir una diferente cripción teórica del espacio expresivo o
concepción espacial a quien lo ha vivido artístico, y por último
desde niño. • El espacio lógico, que nos ofrece los
Pero el concepto de espacio no se instrumentos para describir los otros
limita a un territorio de desplazamientos espacios de una forma abstracta.
o movimientos, forma parte también de
nuestro pensamiento, en el que fijamos
nuestras experiencias reales y simbólicas El espacio como envolvente,

(figs. 4 y 5). como c o n t e n i d o

Mediante un proceso de abstracción El espacio lo relacionamos también con la


mental establecemos los códigos de per¬ capacidad de contener cuerpos, lo que
cepción del espacio. Así, tendemos a con¬ obliga a considerar el vacío como objeto
siderar como más lejanos aquellos objetos de estudio, ya sea como envolvente o
que están donde convergen las líneas de la como contenido. El espacio como envol¬
perspectiva; los objetos más grandes los vente o continente es el lugar donde
consideramos como más cercanos a noso¬ colocar los volúmenes, organizado
tros que los más pequeños; las figuras más de acuerdo a las tres coordenadas básicas.
claras las percibimos en primer término y Percibimos la espacialidad, vinculándo¬
las lejanas más difuminadas y oscuras. nos con los volúmenes que en ella habi¬
La psicología de la Gestalt ha estudia¬ tan, generadores, a su vez, de espacio. Lle¬
do en profundidad las relaciones entre las no y vacío no son sino modos de
figuras y los objetos, facilitando la com¬ nombrarlo.
prensión de los procesos de abstracción Para percibir realmente esta espaciali-
mental que han servido para comprender dad debemos introducirnos en el espacio,
el espacio y sus elementos ocupantes. Con recorriéndolo, contemplándolo así desde
sus leyes de la percepción ha mostrado todos sus puntos de vista. Sólo a través del
ciertos mecanismos mentales que hacen desplazamiento comprendemos su esencia,
que la mayoría de las personas coincida es decir, sólo a través del cambio y del
en la forma de asimilar el espacio. tiempo se nos hace asequible.
Podemos estructurar la forma en que El término volumen es un sustantivo
el hombre percibe el espacio en siete cate¬ latino, volumen, que significa «todo
gorías especificadas en orden creciente de objeto enrollado, cosa que se dobla y da
abstracción :4
giros». El término procede también del
• El espacio pragmático, que integra verbo latino volvo, volvere, «rodar, hacer
al hombre con su ambiente «orgánico» rodar».
natural. Lo percibe de una forma innata Geométricamente, el volumen lo
físicamente. definimos como espacio ocupado por un
• El espacio perceptivo, que es esen¬ cuerpo. Pero realmente lo que percibimos
cial para su identidad como persona, le si¬ será su forma y a través de ella intuimos el
túa y orienta. espacio ocupado. Este espacio ocupado
• El espacio existencial, que le hace se denomina espacio positivo y el que
pertenecer a una totalidad social y cultural. rodea a los objetos, espacio negativo. El
• El espacio cognoscitivo, que signi¬ volumen no sólo comportará espacio
fica que es capaz de pensar acerca del exterior a las figuras, ya que en ocasiones
espacio. éstas poseen un espacio interior (fig. 6).
ESPACIO

6. Susana Solano, Naixement de


Valentina, 1988. Y así aparece el vacío, vacío en el capaz de crear una forma a partir del
interior de los volúmenes, dentro de los vacío que estructura el interior de la
límites de la propia masa. Pero éste tam¬ pieza. Al observar, por tanto, una escultu¬
bién puede ser exterior, configurador ra percibimos, por un lado, su volumen
de los cuerpos en las fronteras de las ocupando una porción de espacio y,
formas, en la unión visual de diferentes simultáneamente, el vacío que genera a su
huecos. alrededor. Pero también percibimos un
La escultura ha trabajado con los espacio interior, hueco o lleno, que inevi¬
valores de lleno y vacío fundamentalmen¬ tablemente habla de los límites, los lími¬
te a lo largo del siglo XX, ya que fue una tes del volumen.
preocupación primordial para ella desen¬ No es un problema nuevo de la
trañar los misterios del volumen. Mostrar escultura, pero a lo largo de la historia se
su interioridad, su espacio interior, siendo ha abordado de modos muy diferentes.

12
El espacio escultórico

El espacio escultórico
T r a t a m i e n t o del espacio por roso por la rotundidad de sus volúmenes.
las diferentes c o r r i e n t e s La representación en Egipto está ligada
El concepto de espacio en el arte ha ido esencialmente a la superficie plana, cerra¬
modificándose con la aparición de los da y compacta, que mantiene un fuerte
avances científicos y de las corrientes de carácter simbólico (fig. 8).
pensamiento. Así pues, el paralelismo Con Grecia, el h u m a n i s m o alcanzó
entre pensamiento/filosofía y arte es su m á x i m o esplendor, siendo el hombre
lógico por su coincidencia en el tiempo y el verdadero centro del universo. Los
por tratarse de formas de expresión griegos incorporan el realismo y la lógica
cultural de cada época. visual en las artes plásticas. De este
C o m o es lógico, el concepto de m o d o , la geometría, la astronomía y el
espacio escultórico se ha ido transforman¬ arte sustituyen a los valores sobrenatura- 7. Venus de wmendorí, 25000 a.c.
do a lo largo de la historia, acomodándo¬ les y a los símbolos supersticiosos. En
se a las diferentes etapas de asimilación esta época se incorporan los valores
del hecho espacial. lógicos y objetivables. Los espacios se
Así, el hombre primitivo concebía conciben como símbolos conceptuales,
el espacio como algo subjetivo; para este naciendo el espacio cósmico tridimensio-
hombre el espacio ejercía una h e g e m o - 8. Tríada de Mikerino, 3000 a.C.
nía sobre él. Los creadores en esta época
pensaban en lugares concretos y no en
un espacio abstracto. La mitología dio el
valor emocional y simbólico a esos luga¬
res, mientras que la escultura prehistóri¬
ca representa formas cerradas y peque¬
ñ a s , abarcables con las m a n o s , con el
aparente objetivo de controlar una parte
del espacio, en un intento de dominio
sobre él (fig. 7).
Desde este primer inicio de forma
cerrada y simbólica, el ser h u m a n o ha ido
abriendo este espacio escultórico poco a
poco hasta la llegada del siglo X X , que su¬
puso la ruptura total con el bloque cerrado
y la apertura del mismo hacia el exterior.
El escultor egipcio partía siempre de
un bloque de piedra prismático y no de la
piedra en bruto. En la cara frontal del
prisma representaba la figura de frente y
en los lados el perfil. Trabajaba, pues, con
un espacio rígido y simétrico que parece
ser consecuencia de una sociedad radical¬
mente jerarquizada. Si la cultura egipcia
influyó en muchas de las civilizaciones
antiguas, sus normas de representación
espacial también dejaron una huella im- ,
ponente, gracias, sobre todo, a la particu¬
laridad de su espacio cerrado pero p o d e -

13
ESPACIO

nal, de distancia y proporciones enormes marcada por griegos y romanos. La


pero medibles. escultura románica aportó figuras no
Con respecto a la escultura, el escul¬ naturalistas sino simbólicas, marcando a
tor griego supera la superficie del plano, los «cristianos» el camino de su salva¬
pero todavía su espacio sigue estando ción, creando una espacialidad jerarqui¬
condicionado por el bloque cerrado (no zada y subordinada a la idea religiosa,
obstante, en determinados momentos, pero muy expresiva. La escultura pierde
como en el periodo helenístico, se observa la independencia de etapas anteriores y
una inquietud por integrar en la obra el pasa a integrarse en la arquitectura,
espacio envolvente) (fig. 9). adaptando su tamaño y formas a los
La Edad Media supuso un cierto espacios que le permite ocupar la arqui¬
salto atrás con relación a la tendencia tectura (fig. 10).

9. Afrodita de Melos, conocida


normalmente como Venus de
Milo, 110 a.C.

10. Santa María Magdalena,

iglesia de Vézelay, 1140.

14
El espacio escultórico

se tenía hasta ese momento. El bloque


cerrado empieza a abrirse al entorno
circundante y las figuras representadas
comienzan a proyectarse espacialmente
hacia afuera. Es el triunfo del movimiento
y el fin del equilibrio y la serenidad
anteriores. Las composiciones se liberan
de la simetría, y los brazos y manos de las
esculturas se abren, intentando atrapar el
espacio exterior. Las esculturas invitan al
espectador a que se adentre en su espacio,
comunicándose con él de una forma diná¬
mica, a través de composiciones retorcidas
y dramáticas que obligan al público a
rodearlas (fig. 12).
En el Neoclasicismo se frena la aper¬
tura que se produjo con los escultores
barrocos, debido al desarrollo de la
11. Michelangelo Buonarroti, David (fragmento), arqueología, por un lado, y a las teorías de
5
1502-1504, Florencia. contención de las expresiones de Lessing ,
por otro. En el segundo tercio del
Durante la etapa gótica, la escultura siglo XIX, el escultor romántico vuelve a
continúa formando parte de la arquitec- querer expresar las emociones de los seres
tura; sin embargo, comienza a recuperar humanos, y esto lo transmite con un mo¬
un sentido propio. Las figuras recobrarán vimiento intenso y dramatizado con
cierto naturalismo y serán cada vez más composiciones complejas y agitadas. La
realistas. Se busca la belleza ideal de las escultura vuelve a estar vinculada a la ar¬
formas naturales con sencillez y predomi¬ quitectura y, por tanto, se ubica en ese
nio del carácter narrativo. Pero aún no ha 12. Frangois Girardon, Rapto de
desarrollado un lenguaje completamente Proserpina, 1677-1699, mármol.
independiente.
En el Renacimiento se vuelve a un
espacio lógico y medible. Por tanto, se
dejan atrás las supersticiones y los valores
sobrenaturales. La escultura establece
como nuevos objetivos la proporción, el
canon y la simetría. En su modelo de
espacio, la geometría pasa a ocupar un
primer lugar con el descubrimiento de la
perspectiva. Del mismo modo, el cuerpo
humano, ese espacio propio vivido y sen¬
tido, se convierte en objetivo de estudio,
su conocimiento, su naturaleza y su fun¬
cionamiento propiciaron la creación de
una escultura figurativa como meta, en la
que el estudio de sus proporciones fue
esencial (fig. 11). 13. Frangois Pude, La partida
Con el Barroco da comienzo la aper¬ de los voluntarios de 1792 o La
tura del concepto de espacio cerrado que Marsafcca. 1833-1836.

15
ESPACIO

En el último tercio de siglo, los


impresionistas recuperan para la escultu¬
ra una serie de recursos que se habían
reservado para la pintura, tales como el
empleo del color y un especial tratamien¬
to de luces y sombras no subordinados
necesariamente al volumen. No se rompe
todavía con la concepción espacial cerra¬
da, pero Rodin inicia una serie de
cambios que harán que en el siglo XX
comience una auténtica revolución en el
modo de concebir el espacio en la escul¬
tura (fig. 14).
Rodin crea su espacio escultórico
con fuertes contrastes de luz, creados por
medio de superficies y volúmenes aboce¬
tados, e inicia así el camino hacia la
abstracción. Asimismo, con su forma de
trabajar a base de moldes de figuras (fun¬
damentalmente brazos y piernas) asentó
las bases para la escultura expresionista y
cubista.
Los expresionistas trabajan con un
espacio distorsionado y estilizado, un
espacio subjetivo en el que intentan plas¬
mar las emociones del artista. Y aunque la
forma de la pieza seguía manteniéndose
reacia a mostrar su interior, a partir de este
momento es cuando se comienza a rom¬
per con el bloque cerrado y los estilos del
pasado. Es el inicio de lo que se ha deno¬
14. Auguste Rodin, Los burgueses minado la «apertura del bloque» (fig. 15).
de Calais, 1885. marco arquitectónico, desarrollándose
fundamentalmente en el monumento
urbano y en los cementerios (fig. 13). Espacio interior y espacio
exterior
15. Wilhelm Lehmbruck, El siglo XX aportó una nueva forma de
El guerrero agonizante, 1916. ver la escultura; en él convivieron artistas
que han seguido avanzando en las pautas
de los conceptos tradicionales, con otros
que han ido abriendo nuevas vías para la

16
El espacio escultórico

investigación en el campo del espacio. 6


penetrando en su interior» . Y continúa:
Esto ha provocado una mezcla de ten- «La representación de objetos desde
dencias que requiere de lecturas más varios puntos de vista introduce un prin-
complejas sobre la obra de autores de cipio que se halla estrechamente ligado
m u y diversa índole. con la vida moderna: la simultaneidad».
Una de las inquietudes de los artistas, El contorno de la pieza no queda
a principios de siglo, fue liberar a la escul- definido, ya que puede pertenecer tanto
tura de la forma cerrada y densa. El blo- al espacio positivo como al negativo crea-
que cerrado que comenzó a abrirse con el do. Desaparece la barrera hasta entonces
Barroco, se abre ahora rotundamente, existente entre pieza y espacio, y las for-
dejándonos ver su interior y mostrando mas de la escultura ya no son contenidas
espacios inaccesibles hasta el momento y sino que invaden su entorno, dividiéndo-
modos de interpretarlo que rompen con lo y cruzándolo, abriéndose hacia él.
los límites tradicionales (fig. 16). Alexander Archipenko fue el primer
Los artistas cubistas fueron los pre- artista, en 1909, que comenzó a introdu-
cursores de este nuevo camino de la cir el hueco en la escultura. Con ello se
escultura. Se centraron en abrir las for- convirtió en uno de los pioneros en
mas y liberar así la composición de tal reconsiderar los límites exteriores, dando
modo que la luz y el aire pudieran circu- paso a un nuevo camino: el de la abstrac-
lar a través de ella. Conviven en esta épo- ción. Ésta comenzó apoyándose en los
ca formas abiertas y cerradas, que hacen temas hasta entonces tradicionales para,
que varíen las relaciones hasta entonces poco a poco, liberarse del corsé de la
existentes entre escultura y espacio. realidad hasta acabar prescindiendo total-
Con ellos, el interior se convierte en mente de ella. 16. Alexander Archipenko, Mujer

un nuevo exterior, en el que concavidad Archipenko, mediante la excavación sentada, 1911.

y convexidad tienden a equilibrarse. Jue- de los volúmenes sólidos, creando formas «[...] He unificado en una forma

gan con las transparencias, utilizan líneas cóncavas, introdujo el espacio circundan- lo intangible; el espacio, la

y planos, sustituyendo las formas sólidas. te a la escultura y lo transformó en un transparencia, la luz y el reflejo.»

Asimismo, dejan atrás las reglas de la elemento escultórico más. Lo expresa


7
perspectiva y buscan la estructura o muy bien Sigfried Giedion : «En sus
esqueleto de los objetos y muestran su figuras de bronce, lo sólido y lo vacío, lo
multiplicidad de puntos de vista. Rom- de dentro y lo de fuera, fluyen continua-
pen con los modos y leyes anteriores y mente entre sí. Archipenko describe esto
desarrollan una fórmula esquemática, como la modulación del espacio y lo
aunque todavía apoyada en la figuración. cóncavo. Sus continuas transiciones
La penetración en el volumen, intangibles desde volúmenes convexos
creando planos contrapuestos e incorpo- firmemente modelados hasta interiores
rando el hueco, les facilita jugar con las cóncavos simbolizan esta modulación».
luces y las sombras, variando así la Valora tanto el hueco como el lleno
relación existente hasta entonces entre la jugando así con el espacio definiéndolo
masa y el vacío. Siegfried Giedion afir- mediante líneas sólidas. «Desarrolló su
mó: «Considera los objetos relativamen- propia teoría sobre las formas comple-
te, esto es, desde varios puntos de vista, mentarias, basadas en la máxima de que
ninguno de los cuales tiene predominio cada espacio vacío produce su contraima-
8
absoluto. Y en esta disección de objetos, gen imaginaria» (fig. 17).
llega a verlos simultáneamente desde to- Boccioni siguió desarrollando esta
dos los lados, desde arriba y desde abajo, línea de investigación y en 1910, en el
desde dentro y desde fuera. Su contem- teatro Chiarella de Turín, presentó su
plación gira en torno a los objetos, «Manifiesto Técnico de la Escultura

17
ESPACIO

Para N a u m Gabo & Antoine Pevs¬


ner, la escultura debe ser capaz de recibir
el espacio desde cualquiera de sus lados y
nos dicen como llevarlo a c a b o : « [ . . . ]
t o m a m o s cuatro planos y configuramos
el m i s m o volumen que con una masa de
cien k i l o s . Mediante este sistema restitui¬
mos a la escultura la línea en tanto que
dirección, cosa que un prejuicio secular
había ocultado. Por este medio afirma¬
mos en ella la profundidad, única forma
de espacio»" (fig. 18).
N a u m Gabo no sólo nos lo explicó
sino que en 1937 realizó un diagrama
dibujando un cubo cerrado compuesto
por cuatro planos. Posteriormente dibujó
el m i s m o cubo abierto, sin las caras late¬
rales, atravesado por dos planos diagona¬
les. Su escultura Cabeza n° 2 (1916) se
apoya en el mismo principio (fig. 19).
17. Humberto Boccioni, Desarrollo Son planos que radian del centro,
de una botella en el espacio, 1912. Futurista» en el que dice: «Hay que partir creando espacios vacíos. Un armazón que
del núcleo central del objeto para descu¬ es estructura de la pieza y que el ojo
brir formas nuevas que lo atan, invisible
y matemáticamente, al infinito plástico 19. Naum Gabo, C a b e z a n.° 2, 1916.
aparente y al infinito plástico interior». «Espacio y tiempo son las únicas formas sobre
Para él existen fuerzas que atraviesan los las cuales la vida se construye, y sobre ellos se
objetos en el espacio y «fusionan los blo¬ debe edificar el Arte."
ques de atmósfera con la realidad»'.
Rompe con los contornos de las escultu¬
ras y crea una prolongación dinámica
con el espacio. Él mismo formula: «Mi
conjunto escultórico se desarrolla en el
espacio formado por la profundidad del
volumen y muestra la densidad de cada
aspecto y no un simple número de
aspectos inmóviles en forma de silueta».
Los futuristas, de este modo, continúan
la senda abierta, promocionando un
espacio abierto y dinámico.

Los constructivistas avanzaron en las


mismas ideas desarrolladas por los cubis¬
tas, pero abandonando toda referencia
figurativa.
«Espacio y tiempo han renacido hoy
para nosotros. Espacio y tiempo son las
únicas formas sobre las cuales la vida se
18. Naum Gabo, D i a g r a m a d e c u - construye y sobre ellas se debe edificar el
0
bos c o n s t r u i d o s , 1937. arte»' .

18
El espacio escultórico

humano envuelve para ver la globalidad


de la forma, cerrando las superficies. Él
crea la escultura a partir del vacío que
hay en el interior de la pieza. Según
Rosalind Krauss, «La importancia simbó¬
lica de un espacio interior, central, del
que se deriva la energía de la materia
viviente, a partir del que se desarrolla su
organización, como lo hacen los anillos
concéntricos que anualmente se constru¬
yen hacia fuera desde el corazón de los
troncos de los árboles, ha jugado un
12
papel crucial en la escultura moderna» .
Los escultores constructivistas traba¬
jaron identificando estructura y superfi¬
cie de la forma escultórica. Buscan el
equilibrio de la pieza mediante un juego
de ritmos estéticos relacionados con la 20. László Moholy-Nagy, Forma
matemática. Crean formas abiertas en las ordenados, ni en un ordenamiento, dual con varilla de cromo, 1946.
que los espacios negativos penetran en la como otro cualquiera, de células únicas «Dado que la luz es un problema
pieza y el aire es un componente más. de idéntico o distinto contenido de volu¬ espacial y temporal, la mera acen¬
Esto fuerza a que no exista una posición men. La creación espacial es un entrela¬ tuación de la cuestión
estática desde la que el espectador obten¬ zamiento de las partes del espacio. Este luminosa nos lleva al terreno de
ga toda la información, su ojo debe espacio es definido en el plano mensura¬ una nueva concepción espacial
moverse y debe circular por toda la pieza ble por los límites de los cuerpos y en el que resultaría prematuro analizar
(fig. 20). plano no mensurable por los campos de hoy. Sin embargo, es posible
«Así, una creación espacial moderna fuerza dinámicos. La creación espacial se describirla con un palabra:
no consiste en un conglomerado de convierte en el nexo de entidades espacia¬ suspensión.»
13
pesadas masas constructivas, ni en la les, no de materiales de construcción» .
formación de cuerpos vacíos, ni en las El camino abierto por los constructi-
posiciones relativas de volúmenes bien vistas facilitó que otros escultores

21. HenryMoore, Figura rota,


1975.
«Un agujero puede tener en si
tanto significado como una masa
sólida. La escultura en el aire es
posible allí donde la piedra
contiene solamente el agujero que
es la forma deseada y
pensada.»

19
ESPACIO

comenzaran a ver el interior de las piezas En nuestro país, Chillida se introdu¬


como un elemento más, configurador de jo dentro del espacio de la escultura hasta
la obra, y a aplicarlo en sus creaciones. Se encontrarse con su vacío, siempre respe¬
abrieron así dos vías de trabajo; una de tando al máximo las propiedades específi¬
ellas sería la que tomaron escultores como cas de los materiales escultóricos. Su
Henry Moore y Barbara Hepworth, que último gran proyecto (1994) fue el diseño
comenzaron a perforar sus volúmenes (sin construir) de una gran escultura en el
creando un vacío y planteándose el pro¬ interior de la montaña de Tindaya (Fuer-
blema de los límites. A pesar de que el ojo teventura). Ideó la creación de un cubo
humano atraviesa el centro de la pieza, de 50 metros de lado con tres comunica¬
éste, instintivamente, dibuja la figura ciones con el exterior: una simbolizaría el
22. Eduardo Chillida, Elogio de la completando la percepción de la obra. El Sol, otra la Luna y otra el horizonte. Este
luz XX, 1990. trabajo de estos escultores analiza el volu¬ proyecto pretendía llevar al espectador al
«El gran espacio creado dentro de men yuxtaponiéndolo al hueco. Las interior de la roca para que en esta especie
ella no sería visible desde formas envuelven al vacío, que es la ver¬ de templo comulgara con un nuevo espa¬
fuera, pero los hombres que dadera esencia de la composición. Henry cio vacío. Es un homenaje al hombre
penetraran en su corazón verían Moore comenta de su propia obra: «la como parte de la Tierra. La idea surgió de
la luz del sol, de la luna, dentro escultura aérea es posible: la piedra o ma¬ las piezas realizadas en 1965, Elogio de la
de una montaña volcada al mar, dera se limitan a rodear el hueco, que es la luz, Elogio de la arquitectura y Homena-
y al horizonte, inalcanzable, forma principal de la figura» (fig. 21). je a Kandinsky, que eran bloques de ala-
necesario, inexistente [...].»
El espacio escultórico

bastro en los que realizó una serie de pene¬


traciones. Quería trabajar la escultura des¬
de dentro, desde su interior, para construir
en ella con el vacío (fig. 22).
Oteiza, del mismo modo, trabajaba
en la búsqueda del espacio vacío, para ello
debía de eliminar la materia que éste ocu¬
paba. A base de excavar en el interior del
bloque llegó a penetrar en su totalidad,
mediante un proceso que llamó «desocu¬
pación del espacio». «El vacío es por des-
ocupación del espacio... un silencio espa¬
14
cial abierto.. .» . Oteiza lo define de este
modo, vacía el interior del cuerpo y man¬
tiene el volumen a base de planos que
constituyen la escultura (fig. 23).
Otro grupo de escultores, partiendo
de la herencia de los artistas cubistas y
constructivistas, reclaman una mayor
implicación por parte del espectador. Así, 23. Jorge Oteiza, Homenaje a
por ejemplo, los artistas del «minimal regularizado e igualado (cosas ubicadas a Mallarmé, 1958.
1
art»' rompieron los límites de la escultura distancias iguales) para mitigar cualquier «El vacío es por desocupación de
desplazando el centro de la obra y situán¬ interés en los intervalos. El espacio regu¬ espacio [... ] un silencio espacial
dolo en torno al observador, de modo lar puede también devenir en un elemen¬ abierto [...].»
que recaba de éste una posición activa. to para medir el tiempo, una especie
Los artistas minimalistas defienden de pulso regular. Cuando el intervalo se
el reencuentro con las estructuras prima¬ mantiene regular todo lo irregular gana 24. SolLeWitt, Estructura n° 11,
rias, eliminando todo lo accesorio, en una en importancia» . 17
1986.
búsqueda del orden y la claridad estética. Estos artistas incorporaron la figura «Usar repetidamente una forma
La descentralización de la obra escultóri¬ del módulo al campo de la escultura, simple reduce el campo de la obra
ca, con su efecto asociado de desborda¬ formando parte de ella como estructura y concentra la intensidad en la
miento del contorno, va a ser el paso más distribución de la forma.»
decisivo para que la escultura rapte el
espacio que se encuentra a su alrededor y
16
lo incorpore a la propia obra» (fig. 24).
Para ellos, el espacio es un elemento
muy importante, ya que es configurador
de la propia obra. La escultura ocupa un
espacio que a su vez es parte de la pieza.
• El espacio puede pensarse como un área
cúbica ocupada por un volumen tridi¬
mensional. Cualquier volumen va a ocu-
rar espacio. Es aire y no puede ser visto.
El el intervalo entre las cosas que pueden
ser medidas. Los intervalos y mediciones
pueden ser importantes para una obra de
irte. Si ciertas distancias son importantes,
se harán obvias en la pieza. Si el espacio
riene una importancia relativa, puede ser

21
ESPACIO

está bien. La pregunta sería cuál es mejor.


Si la cosa fuera gigante, entonces el tama¬
ño en sí sería impresionante y la idea se
perdería del todo. Igualmente, si la cosa
es demasiado chica, puede ser inconse¬
cuente. La altura del observador puede
determinar la obra, así como también el
tamaño del espacio en donde será ubica¬
da. El artista puede querer ubicar objetos
más abajo o más arriba de la mirada del
observador. Creo que la pieza debe ser lo
suficientemente grande para dar al obser¬
vador la información que necesita para
entender la obra, y debe por lo tanto ubi¬
carla de tal modo que facilite esta com¬
prensión. (A no ser que la idea sea de im¬
pedimento y requiera dificultad de visión
18
o acceso.)» .
Tanto el hecho de descubrir el vacío
en su función de elemento generador de
la propia obra escultórica, como el nuevo
papel activo del observador, son aspectos
que han ido adquiriendo una importan¬
cia cada vez mayor a lo largo del siglo
pasado, permitiendo a la escultura explo¬
rar nuevos caminos.

Escultura habitada
La creación de huecos y vacíos posibilitó
que la escultura mostrase a la vista espa-
cios hasta entonces vedados. El paso lógi-
co posterior es la consecución de escultu-
ras habitables, ya sea física o mentalmente.
Las fronteras entre arquitectura y escultura
se han roto y el escultor ha indagado en la
problemática del arquitecto tanto como el
25. DonaldJudd, Sin título, 7967. arquitecto se ha dejado seducir por las
«El espacio tridimensional es el geométrica, fabricada generalmente de formas de la escultura, creando estructuras
verdadero espacio.» manera industrial con elementos prefa¬ arquitectónicas que han tenido protago¬
bricados que se repiten a intervalos cons¬ nismo tanto en el interior como en el
tantes (fig. 25). exterior de edificios y construcciones que,
Preocupa también a estos escultores en realidad, se podrían denominar escul¬
el tamaño de la obra, ya que éste influye turas habitables. Son obras que plantean
en la percepción de la misma y en la rela¬ una relación diferente con el espectador ya
ción del espectador con la pieza. «Deter¬ que lo acogen o lo pueden acoger.
minar el tamaño de una pieza es difícil. Uno de los primeros arquitectos que
Si una idea requiere tres dimensiones, revolucionó el campo de la arquitectura,
entonces parecería que cualquier tamaño jugando con los volúmenes arquitectóni-
El espacio escultórico

eos con la finalidad de hacer esculturas


habitables, fue Charles Edouard Jeanne-
ret, Le Corbusier. Con su obra Notre-
Dame-du-Haut, en Ronchamp, abrió
camino a un nuevo campo: la escultura
arquitectónica. En su interior todo está
diseñado de tal modo que se crea una
atmósfera mística jugando con la luz, a la
cual el autor concedía un papel esencial;
para él «la luz es el espacio». Podría
decirse que esta arquitectura pretende ser
escultura, una escultura cuya luz descubre
un espacio interior que recorrer (fig. 26).
Un ejemplo más próximo en el
tiempo y en el espacio lo tenemos en la
obra emblemática del arquitecto Frank
O. Gehry: el museo Guggenheim de
Bilbao. Esta escultura-edificio está com¬ 26. Charles Edouard Jeanneret,
puesta por volúmenes ortogonales o otra forma de percibir la escultura, sus Le Corbusier,Notre-Dame-du-
curvados de titanio, piedra caliza y vidrio, entrañas, su interior. Haut, 1951 (en Ronchamp,
con un interés especial por la luz y la Incluso el modo de trabajar de este Haute-Saóne).
transparencia en el interior del edificio. arquitecto está más cerca de la escultura «La arquitectura es el juego sabio,
Es una escultura colocada en la que de la arquitectura, ya que opera con correcto y magnífico de los

entrada de la ciudad. Una escultura hue¬ dibujos y maquetas que abordan proble¬ volúmenes reunidos bajo la luz.»

ca que permite el tránsito del observador mas formales muy cercanos a los del
para descubrir las múltiples facetas, tanto escultor. Una vez satisfecho el carácter es¬
del espacio exterior como del interior, en cultórico de la maqueta, el resto del pro¬
el que penetra, accesible y habitable ceso se supedita a dicho valor (fig. 27).
como es. Un espacio escultórico que El arquitecto Robert Venturi junto a
admite ser recorrido, descubriéndonos su mujer Denise Scott Brown, urbanista y

27. Frank O. Gehry, Museo


Guggenheim de Bilbao, 1997.
«A veces empiezo a dibujar sin
saber exactamente a dónde voy.
Hago trazos familiares que
evolucionan hasta convertirse en
el edificio que tengo tendencia a
dibujar [...].»

23
ESPACIO

Entre ellos aparece una recreación del


antiguo patio, pavimentado con frases
escritas por Franklin a su mujer durante
la construcción de su vivienda común.
Historias de esta tierra habitada. Una
escultura lineal que nuestro ojo se encarga
de completar, dotando a este espacio de
una habitabilidad ficticia (fig. 28).
El escultor Olafur Eliasson, en su
instalación en el palacio de Cristal de
Madrid, en enero de 2003, crea también
diversos espacios escultóricos de una
forma más lúdica y divertida. En su obra
Opinión espiral 2002 juega con las refle¬
xiones de la luz y la óptica a través de un
calidoscopio de espejos dispuesto en
un túnel aislado. El público, al adentrarse
en la obra, ve su reflejo repetido una y
otra vez en una infinidad de cristales, un
28. Robert Venturi y Denise Scott, juego que invita a la fragmentación del
Benjamin Franklin's House, arquitecta, diseñaron el Benjamin Fran- espacio en múltiples imágenes en la que
Filadelfia, 1976. klin's House, en Filadelfia, un monumen- el visitante es igualmente protagonista.
to en honor a Benjamin Franklin. Está En esta obra, espacio y tiempo
configurado, únicamente, por la silueta muestran una fusión claramente expues¬
de los edificios que formaban la auténtica ta, ya que cada instante del recorrido
29. Olafur Eliasson, Opinión y desaparecida casa del científico. Basán- introduce cambios constantes en la
espiral, 2002. dose en los planos originales, realizaron percepción de entorno (fig. 29).
«Que los visitantes intenten una reconstrucción de las líneas principa¬ Mención especial merece, por su
ponerse en los ojos del museo y les de los edificios que la integraban. monumentalidad, la obra de este mismo
mirarse a sí mismos.» autor The Weather Project, instalada en la
Tate Modern y su sala de Turbinas. Al en¬
trar en el grandioso espacio se siente una
cierta confusión pues, a pesar de tratarse
de un lugar cerrado, los elementos em¬
pleados crean en el espectador el efecto de
haber salido a un espacio más abierto,
más libre y más natural que el propio
cauce del río en el que está ubicado el edi¬
ficio. Es una escultura habitable en la que,
al entrar, tenemos la sensación de estar de
nuevo en el espacio exterior. Nos sorpren¬
de una gran niebla que es generada por
unos surtidores de humo que se accionan
periódicamente, y al fondo aparece una
media circunferencia anaranjada, que se
refleja en un enorme techo de espejos,
dando lugar a la ilusión de un sol al atar¬
decer. Se respira una gran sensación de in¬
mensidad y de paz, y el público extasiado

24
El espacio escultórico

30. OlafurEliasson, The W e a t h e r Project, 2003.


«La naturaleza dentro de este entorno cerrado,
como cualquier naturaleza exterior, no tiene
esencia, no tiene secretos reales para descubrir.»

se tumba en el suelo a contemplar seme¬ 31. Mario Merz, Sin título, 2002.
jante espectáculo (fig. 30). 2
casa auténtica» " (fig. 31). Sus obras nos «Se trata de formas válidas en el

Desde 1968 Mario Merz aborda el remiten a la sensación de protección siglo pasado, hoy ya no cuentan

tema de la habitabilidad escultórica des¬ ancestral que nace de las formas esféricas nada. Un iglú es lo que es, es

de el lugar de la guarida. Espacios mági¬ y cerradas, invitándonos a la meditación. un iglú. Una fusión de varios

cos y protectores asociados al iglú. «Hice Una estructura que densifica el espacio lenguajes y de varios

el Iglú por tres razones que se entrecru¬ interior con su capacidad habitable. Son pensamientos, de observaciones

zan: la primera, el abandono del plano obras que provocan una reflexión sobre geométricas, aritméticas y

mural; luego, la idea de crear un espacio las formas sencillas y primitivas, huyendo geográficas.»

independientemente del hecho de colgar de la uniformidad opulenta que idealiza


algunas cosas en la pared o bien, de des¬ la actual sociedad globalizada.
colgarlas de la pared y colocarlas en la
mesa.. De ahí la idea de iglú como idea de
repació absoluto en sí mismo: no está Ruptura de límites.
modelado, es una semiesfera ubicada en Conquista de nuevos
19
tierra.» Espacio que nos da sensación de e s p a c i o s : arte y n a t u r a l e z a
protección y cobijo, un espacio ideado ¿Por qué acotar la acción artística a los
para mirar el interior de uno mismo y espacios ya conocidos, convencionales? Si
que concibe la casa y el hogar como pro¬ se han roto las fronteras hacia el intetior
longación del ser humano. Merz nos dice de la escultura no es posible mantener
que -la única escultura posible es una otras externas a ella.

25
ESPACIO

Los artistas rechazan el marco cerra¬


do del museo o galería, utilizan espacios
naturales, donde arte y naturaleza for¬
man una unidad. Quieren una naturale¬
za genuina, apartándose de los núcleos
de población y ocupando espacios donde
la distinción entre lo público y lo privado
no tenga sentido. Algunas de las obras no
dejan marca alguna en el paisaje de su
entorno que les rodea, otras, sin embar¬
go, lo modifican tangiblemente.
La localización de la obra adquiere
entonces gran importancia, contribuyen¬
do directamente al resultado final por
formar parte del producto escultórico. Es
un territorio específico el escogido, don¬
de el escultor organiza y relaciona su
escultura con el ambiente, buscando la
compatibilidad y armonía, atendiendo a
las características físicas, culturales y
constructivas del lugar. No es sólo un
elemento a tener en cuenta para su ubi¬
cación, sino que tiene consideración de
elemento configurador de la obra. No es
un simple marco o fondo para sus escul¬
turas, sino que se persigue que forme
parte intrínseca de la obra.
La fusión que nace entre escultura y
naturaleza desarrolla un intercambio en-
riquecedor para ambas. La actitud del
artista logra crear un entorno casi mági¬
co en el que tanto las características geo¬
gráficas como históricas o medioam¬
bientales enriquecen estos espacios que
adquieren tintes sagrados. Muchas de es¬
tas obras están inspiradas en los territo¬
rios sagrados de las construcciones neolí¬
ticas como Stonehenge, usando del
mismo modo trazos elementales y sim¬
32. Agustín Ibarrola, Bosque ples, y expresando así reflexiones profun¬
pintado, Orna, Bizkaia, 1983-1991. En los años sesenta, los artistas das, esenciales, sobre el hombre y la na¬
«Pienso que el problema del experimentan con los espacios naturales turaleza (fig. 33).
espacio es inseparable del modo (mar, montaña, desierto), se inicia el Estas esculturas se encuentran loca¬
en que el hombre vive su relación 11
Land Art o arte de la tierra. A través de lizadas en zonas deshabitadas y retiradas.
con el entorno, y de la manera en sus planteamientos, los autores hacen su- Por ello, el espectador no tiene un fácil
en que da sentido estético a su yas algunas de las reflexiones del ecologis¬ acceso a ellas e incluso, en algunas oca¬
experiencia.» mo, y a menudo se encaminan a criticar siones, la visión de la obra es inaccesible
los daños que el hombre causa en el me- en su totalidad, a no ser que se visione
dioambiente (fig. 31). desde el aire como en la Spiral Jetty, lo

26
El espacio escultórico

que la hace doblemente difícil y lejana al


público (fig. 34).
Hoy más que nunca se hace necesa¬
rio que aceptemos la invitación de estas
esculturas de trasladarnos a estos empla¬
zamientos y que conectemos íntimamen¬
te, igual que hacían nuestros antepasa¬
dos, con la esencia de la naturaleza, y
llegar a una armonía y fusión con ella.
Son piezas que logran sacar de nosotros
mismos la sensibilidad, quizás olvidada,
necesaria para llegar a percibir estética¬
mente los fenómenos naturales. 34. Robert Smithson, Spiral Jetty, 1970, Gran

La localización de estos espacios, y su Lago Salado, Utah.


categorización como productos de crea¬
ción, planteó un nuevo problema a los ar¬
tistas, ya que muy poca gente puede ob¬
servar estas obras directamente, quedando
fuera de los circuitos comerciales (fig. 35).
La fotografía, los dibujos, mapas y
videos solucionaron este problema. De
este modo, la documentación obtenida
adopta la función de la obra tradicional,
pudiendo así llegar a un gran número de
personas, evitando los inconvenientes
de los traslados a los difíciles emplaza¬
mientos en que se solían ubicar estas in¬
tervenciones. Surge así una contradicción
con el espíritu primitivo de estos artistas
que rechazaban los espacios privados de

55 tWalterde María, The Lightning Field


Campo de relámpagos). 1974-1977, Quemado.
Muevo México.
ESPACIO

presentar sus obras, ya que no sólo mos¬


traba los registros visuales de la obra, sino
que exponía también elementos (non
site) hallados en el lugar, tales como pie¬
dras, conchas, arena o materiales arranca¬
dos de su ubicación original (site). Los
elementos exhibidos en la galería nos
remiten al site, y se crea una relación en¬
tre ambos elementos, entre la presencia y
la ausencia. Su mensaje dirige, en cierta
manera, nuestro pensamiento hacia la
grandeza de la naturaleza y al efecto da¬
ñino que producimos en ella (fig. 36).
En algunos casos, las imágenes foto¬
gráficas realmente construyen una visión
más integral del conjunto, supliendo el
espacio real y creando otro evocado por
un medio bidimensional (fig. 37).
De este modo, el papel del escultor
cambia al abandonar su papel artesano y
convertirse en un planificador y director
de la obra. Debe realizar trabajos de
gestión y duras negociaciones para poder
36. Roben Smithson, Line of llevar a cabo sus proyectos. Y necesita
Wreckage, 1968. galerías, museos, etc., y, sin embargo, aca¬ auxiliarse de operarios especializados y
«El contenedor es en sí un ban sucumbiendo a ellos. maquinaria adecuada. Obras con costes
fragmento, en cierto sentido algo Robert Smithson dio con una millonarios, cuya existencia se limita a
que podría llamarse un mapa fórmula más sofisticada o completa de cortos periodos de tiempo.
tridimensional.» La mayoría de estos trabajos no
sobreviven al paso del tiempo, ya que las
inclemencias naturales, o el propio artis¬
ta, terminan con la obra una vez se ha
completado su función. Pero a menudo
el límite temporal ha sido concebido
como parte del trabajo. La expansión de
la escultura hacia un espacio nuevo y has¬
ta entonces no explorado, desbordando
el marco habitual, ha permitido también
un cambio con la referencia temporal.

37. Christo, Wrapped Coast, 1968-1969, Little


Bay, Australia.
«La escultura es algo tridimensional que ofrec
la posibilidad de rodearla. Pero eso es sólo el
punto de partida, ya que, cuanto más se aleja
uno de la escultura, más amplio es el espectro
de sus posibles significados y más diversos los
modos en los que uno puede experimentar la
escultura.»

28
El espacio real y el espacio virtual

El espacio real y el espacio virtual

Dimensión
espacio-temporal
Al hablar de espacio, inevitablemente
hablamos de tiempo y, a su vez, de movi¬
miento. Aunque tradicionalmente la
escultura ha sido algo inmóvil, y por tan¬
to ni el tiempo ni el movimiento han sido
elementos configurativos de la obra, sí
existen diferentes dimensiones temporales
dentro de ella, y a lo largo del siglo XX se
han mostrado, en una nueva faceta, como
componentes formales de la misma.
La relación del tiempo se establece
de manera explícita a través del recorrido
que debemos realizar para la recepción de
la obra (ya que la obra escultórica involu¬
cra al espectador y le incita a trasladarse y
moverse en torno a ella) y poder consu¬
mar su visualización a través de los dife¬
rentes puntos de vista que ofrezca, o bien
a través del movimiento de la propia obra, 38. Richard Long, Braga Circle,
que acontece en un espacio determinado construcciones arcaicas como Stonehen- 2003, Alcobendas, Parque de
y, por tanto, requiere de un tiempo para ge o Avebury. Cuando llegamos al centro Andalucía.
lograr su apreciación. de la pieza, el visitante aprecia una acústi¬
Las obras del Land Art llevan al ca extraordinaria, ya que se puede oír un
extremo la idea del recorrido como ele¬ eco incluso más fuerte que el sonido ori¬
mento necesario para su correcta recep¬ ginal. La intención de Morris era crear
ción. Se ubican en un espacio y un tiem¬ «simplemente» una obra de arte con la
po real, y las experimentamos mediante intención de experimentar el sentido del 39. Robert Morris, Observatory,
el movimiento, es decir, mediante nues¬ 1971, Netherlands.
tro propio recorrido, pero no sólo alrede¬
dor de la misma, sino por ella misma.
El público debe, para su total per¬
cepción, recorrerla, asimilando así lo que
se ha llamado «experiencia temporal del
espacio». Experimentamos de esta forma
con nuestro propio cuerpo el espacio a
través del viaje y la ruta, conquistando,
mediante nuestro movimiento, la escul¬
tura. Es una forma nueva de vivenciar la
escultura, de dar relevancia a la vida,
como señala Richard Long «un paseo se
mueve a través de la vida; es físico, pero
22
después se hace invisible» (fig. 38).
Otro ejemplo de esto lo encontra¬
mos en el trabajo Observatory, realizado
por Roben Morris en 1971, inspirado en

29
ESPACIO

41. Naum Gabo, Monumento para el Instituto


de Física y Matemáticas, 1925.
"Espacio y tiempo son las únicas formas sobre
las cuales la vida se construye, y sobre ellos se
debe edificar el Arte.»

40. Alexander Calder, Disco rojo, realizan en el espacio a través del movi¬
7947. espacio al caminar por ella, recorrerlo y, miento. Un nuevo estímulo en la escul¬
«¿Cómo nace el arte? De los como decíamos, en cierta medida, con¬ tura que nos obliga a un desplazamiento
volúmenes, el movimiento y los quistarlo (fig. 39). de la mirada (fig. 40).
espacios cincelados dentro del Alexander Calder definió un nuevo Quizá sus antecedentes los podemos
espacio circundante, el Universo. concepto de escultura sin masa que se ex¬ encontrar en Gabo y Pevsner, que ya en
pande por el espacio incorporando en la 1920 realizaron una escultura que consis¬
misma el movimiento real y, por lo tan¬ tía en una sola varilla que, al ser movida
to, tiempo. Sus delicadas piezas, con un por la acción de un motor eléctrico, pro¬
increíble equilibrio dinámico, oscilan ele¬ ducía en el espacio un nuevo volumen.
gantemente con las suaves corrientes de La rotación del motor permite que se
aire o con pequeños motores eléctricos. creen nuevas formas a partir de un único
Pequeñas chapas que se mueven en una elemento que cambia de naturaleza
siempre nueva y constante relación entre gracias a su veloz cambio de posición.
ellas. Factores como el peso de las chapas, «Renunciamos al desencanto artístico
la medida de las varillas o los puntos de enraizado desde hace siglos, según el cual
equilibrio definen la obra final. Su mayor los ritmos estáticos son los únicos ele¬
contribución no es tanto el contenido mentos de las artes plásticas. Afirmamos
formal de sus piezas como el juego que que en estas artes está el nuevo elemento

30
El espacio real y el espacio virtual

de los ritmos cinéticos en cuanto formas


basilares de nuestra percepción del tiem-
2
po real» '. Nace así una nueva escultura
que se nos muestra por un tiempo deter¬
minado (fig. 41).

El vacío
En junio de 2003, Santiago Sierra pre-
sentó en el pabellón español de la Bienal
de Venecia su obra Muro cerrando un
espacio. La obra consistía en una nave a la
que sólo era posible acceder por una
puerta. Para franquearla, se exigía la
acreditación de la nacionalidad española.
Una vez que el espectador lograba entrar
no veía nada, no encontraba nada, solo el
vacío. El trabajo de este artista pretende
ahondar en el problema actual de la
inmigración y de cómo las fronteras son
muros inexpugnables, detrás de los cuales
no se encuentra nada especial, sólo el
vacío de la sociedad actual (fig. 42).

Mostrar el vacío o la nada en reali¬


dad no es algo nuevo; ya en 1957, el 42. Santiago Sierra, Muro
artista francés Yves Klein realizó su obra ticas y espaciales, fundiendo los límites
Estado de materia prima de sensibilidad de la pintura y la escultura.
pictórica estabilizada, conocida popular- Este artista se vale de las esquinas y
mente como El Vacío, que consistía en un rincones para alojar sus piezas lumínicas,
espacio (la galería de arte) totalmente y desde esos lugares modificar el espacio.
vacío, con las paredes pintadas de blanco. Consigue su objetivo gracias a un gran
En ambas obras se aborda el con¬
cepto de vacío desde perspectivas muy
diferentes, lo que posibilita, paradójica¬
mente, dotar de un contenido a aquello
que por definición no lo tiene.
En los sesenta, los artistas minima¬
listas continuaron trabajando con espa¬
cios vacíos que transformaban mediante
la luz. La utilización de tubos de neón les
permitía reestructurar el espacio, y a su
vez lo limitaban.
Dan Flavin es un buen ejemplo de
ello (fig. 43). Con sus obras nos remite
a un nuevo espacio vacío que manipula a 43. Dan Flavin, Rosa fuera de una
través de la luz, cambiando la percepción esquina, 1963.
de sus dimensiones y ocultándolo o m o s - , «Al mirar la luz uno queda
trándolo a su antojo. Nos transporta a un fascinado-inhibido de buscar los
nuevo lugar lleno de sensaciones cromá- límites en cada extremo.»

31
ESPACIO

el espacio y el punto de luz, tomando


como elementos de trabajo el espacio, la
luz natural, la artificial, la mirada y el
tiempo. Gracias a la interconexión de
esos elementos logra que cualquier espa¬
cio adquiera una nueva entidad y una
capacidad estética.
En diciembre de 2 0 0 1 , la obra SE
NM BI SO, conocida como Entorno
atmosférico continuo, de Doug Wheeler,
se mostró en el museo Guggenheim de
Bilbao. Allí creó un espacio abovedado
increíble mediante luces fluorescentes
ultravioletas y halógenas de cuarzo, que
se iban oscureciendo en un ciclo conti¬
nuo de seis minutos. El espectador se
44. Doug Wheeler, SF NM Bl SO, encuentra fascinado formando parte de
2001. conocimiento de la percepción retiniana la composición; se elimina la distancia
de la visión, y a la participación de técni- entre público y obra. La obra provoca la
cos especialistas junto con la aplicación sensación de un espacio ilimitado, ya que
45. Richard Long, a line Made de materiales industriales. Plantea su las esquinas de la habitación han desapa¬
by Walking (Una línea hecha obra como un juego de relaciones entre recido, y se pierde la capacidad de orien¬
caminando), 7967. tación puesto que las coordenadas
habituales no existen en ese espacio
desmaterializado y vacío (fig. 44).
El espectador, al contemplar estas
obras, se siente aturdido, como expresa
24
muy bien Eduardo Subirach : «No
ve nada, no siente nada, no comprende
nada. En su desorientación absoluta, ti¬
tubea como un ciego en la infinita noche
[...] Nada entiende. No reacciona. Una
especie de innominada ataraxia se apode¬
ra de todo su ser. En este milagroso
instante, la rigidez espiritual y muscular
de este espectador ideal recuerda en cier¬
ta medida el estado de catatonía».
Richard Long lleva a cabo otro tipo
de obra desde el vacío y la ocultación. En
1967, en el campo, anduvo una y otra
vez la misma distancia sobre el mismo
terreno hasta dejar visible en éste la hue¬
lla de su presencia. El resultado es la obra
A line Made by Walking (fg 45).
Un año más tarde, en 1968, realizó
A ten Mile Walk on November. En este
caso, el recorrido no dejó huella, lo único
que quedó fue una línea dibujada en un
mapa geográfico.

32
El e s p a c i o real y el espacio v i r t u a l

46y 47. MarcelDuchamp, Éant


Donne, 1945.

La obra desaparece y sólo existe en la Pero el espectador vuelve inevitable¬


reconstrucción mental del espectador. En mente a quedar defraudado, porque no
realidad, es la desaparición total a la vista, sabe interpretar aquello que se le da a
sólo queda la ausencia, el recuerdo de una observar. Su reacción a menudo expresa
presencia, que el tiempo, de inmediato, indiferencia o indignación ante las difi¬
ha convertido en pasado. cultades que interfieren su deseo.
Estas obras poseen en común que En 1977, Walter de Maria propone
muestran vacíos y, como fruto de ellos, si¬ una nueva muestra de ocultación con la
lencios; son obras mudas en las que obra Vertical Earth Kilometer, y entierra,
vacío, silencio y desaparición son los ma¬ verticalmente, una barra metálica de un
teriales de esta «escultura de la ausencia». kilómetro de largo en Kassel. Tan sólo
Otro modo de entender el vacío lo queda a la vista la sección inicial de la
encontramos en la idea de ocultación; barra. El objeto ha desaparecido, sólo
mediante el aparente vaciado de conteni¬ queda un pequeño testigo, una huella.
do o el escamoteado de una posible La culminación de esta línea la lleva
explicación de la obra, el artista provoca a cabo Jochen Grez con sus monumentos
nuevas reacciones en el observador. invisibles en los que no hay nada que ver.
Marcel Duchamp es, tal vez, el autor En sus obras reflexiona sobre el holocaus¬
paradigmático en el manejo de la oculta¬ to y las consecuencias de la guerra. Estos
ción. Con su instalación Etant Donne monumentos, erigidos por encargo de las
(1945-1966), en el museo de Filadelfia, víctimas de las guerras, representan la
aparta la obra de nuestra mirada y provo¬ sublimación del horror, como dice el
ca nuestro deseo. Oculta lo que queremos propio autor: «volver visible sin recurrir a
ver. Este hecho causa desconcierto en el lo visible».
espectador, habituado a que se le muestre En su Monumento contra elfascismo,
todo, al menos, a la mirada. Sin embargo, 1986, colocó una columna de 12 metros
Duchamp permite que, al acercarnos, las de alto en un suburbio de Hamburgo. Se
puertas, antes aparentemente opacas, invitó a la gente, en siete idiomas, a que
muestren grietas a través de las cuales po¬ firmara contra el fascismo en su superfi¬
damos desvelar el secreto tan bien guarda- * cie. Cuando la superficie se llenaba de
do(figs.46y47). firmas, la columna bajaba gradualmente.

33
ESPACI O

de 2 0 0 1 . Como han dicho los propios


autores «un espacio que resonará con los
sentimientos de pérdida y ausencia gene¬
26
rados por la muerte y la destrucción» .
«Un monumento que expresa al
mismo tiempo la incalculable pérdida de
vida como su regeneración», que «ha
hecho, de los abismales huecos dejados
por la destrucción de las torres, el princi¬
pal símbolo de la pérdida», en palabras
27
de Maya Lin (fig. 49).
En nuestra sociedad actual, llena de
objetos y ruidos, quizá no haya mejor for¬
ma de conmemorar la ausencia que con el
silencio y el vacío. Son acciones como ésta
donde los escultores pueden recuperar su
compromiso con los seres humanos que
les rodean y favorecer el justo homenaje y
48. Jochen Gerz, Monumento
Después de siete años, la columna fue reconocimiento a las víctimas de la barba¬
contra el racismo, 1993.
enterrada por completo. rie humana.
También su Monumento contra el
racismo, 1993, en Sarrebruck, muestra
una estrategia similar. En este caso, reali¬ Transformación del e s p a c i o
zó una investigación entre las comunida¬ escultórico
des judías de Alemania para recopilar En 1969, Gilbert y George decidieron
una lista con más de 8.000 cementerios transformarse en esculturas vivientes. Para
judíos, cuyas tumbas hicieron desapare¬ ello, en una de las salas de la Sonnabend
cer los nazis durante la Segunda Guerra Gallery, se encaramaron a una mesa, ele¬
Mundial. Estos nombres fueron graba¬ gantemente vestidos, con sus manos y
49. Michael Arad y Peter Walker, dos en la cara oculta de los adoquines del caras pintadas, imitando una escultura de
Reflecting Absence, 2004. castillo y vueltos a poner en su sitio, de bronce, moviéndose una y otra vez con
Proyecto ganador de la World tal modo que, como dice Miguel Á. Her- gestos precisos al son de la vieja canción
Trade Center Site Memorial
25
nández-Navarro , «los viandantes están Underneath the Arches (sobre la vida de
Competition, 2004. condenados a pisar sobre los muertos, dos vagabundos londinenses que duer¬
muchas veces sin saberlo». Es la oculta¬ men bajo los arcos de un puente), com¬
ción de la propia muerte. Un monumen¬ puesta por Flanagan y Alien en 1932.
to a la ausencia (fig. 48). Durante quince días, de tres a seis de
Del mismo modo podríamos desig¬ la tarde, se convertían en estatuas vivas.
nar el futuro Reflecting Absence (Reflejos Veinte años más tarde, repitieron la mis¬
de la ausencia), diseñado por el arquitec¬ ma acción y volvieron a tener igual éxito
to Michael Arad y el paisajista Peter Wal¬ que la primera vez. Como comentó el
ker, que se instalará en el lugar donde crítico de arte Robert Rosenblum, era
estuvieron ubicadas las Torres Gemelas «como si no hubieran llegado a interrum¬
de Nueva York. En una plaza adoquina¬ pir la presentación original [... ] Seguirían
da, dos estanques negros, hundidos sobre cantando a lo largo de todo el siglo XX y
el nivel del suelo, marcarán exactamente más allá».
la localización de las torres, creando un Al ritmo de la música cantaban una
vacío que rememorará a los fallecidos y otra vez aquella canción, mientras se
en los atentados del 11 de septiembre intercambiaban el guante y el bastón. Al
El espacio real y el espacio virtual

acabarse la cinta, el que tenía el guante El quirófano se transforma así en


bajaba a rebobinar el cásete y, tras subirse taller, y el cuerpo de Orlan, en material
de nuevo a la mesa y ceder el guante a su de trabajo. Todo este proceso consigue un
compañero, volvían a repetir sus movi¬ conjunto de obras heterogéneas con
mientos como autómatas (fig. 50). un indudable sentido de marketing: di¬
Hasta ese momento el escultor bujos con sangre, fotografías, relicarios,
tenía, respecto a la escultura, el punto de textos, filmaciones, etcétera.
vista del observador, pero Gilbert y Geor¬ Esta acción sobre el espacio de su
ge pasan a usurpar el espacio de la escul¬ propio cuerpo no permitirá restitución o
tura, violando su impenetrabilidad tradi¬ una vuelta atrás, sino sólo una progresión
cional, no desde la desocupación, o el en el tiempo. Ella entrega su cuerpo y per¬
vaciamiento, sino transformándose en sona a la creación de una escultura. Su
ella misma. Desde ese lugar ven la reali¬ propia escultura. Según sus palabras: «Yo
dad con los ojos de la escultura, siendo es¬ he dado mi cuerpo al arte. Después de mi
cultores y escultura a la vez. muerte no se lo daré a la ciencia, sino a un
Un paso más allá, en este sentido, lo museo. Será la pieza central de una insta¬
dio la artista francesa Orlan. No se con¬ lación con vídeo, ya lo he previsto todo, 50. Gilberty George, Underneath
forma con ser escultora sino que toma un pero no quiero hablar de mi muerte, yo the Arches, 1969.
papel activo y comprometido en la reali¬ no la creo, pienso que en el futuro la gente «Haga el arte, sea usted el arte."
zación material de la escultura, transfor¬ no va morir, la ciencia, te decía, brinda es¬
mándose ella misma, hasta crear una obra peranzas, y si tengo que morir demostraré
28
personal a través de su propio cuerpo. que soy una artista hasta el final» .
A partir de mayo de 1990, se ha so¬ Mas allá de la arriesgada apuesta de
metido a múltiples operaciones de cirugía Orlan, las nuevas tecnologías ofrecen una
plástica con el objetivo de plasmar en su posibilidad de participación en la obra,
carne características de diferentes repre¬ por parte del espectador, sin precedentes
sentaciones del cuerpo que son iconos de en la historia del arte. Una participación 51. Orlan, retrato oficial. Imagen fi-
nuestra cultura. Convierte las operaciones activa, no sólo como observador pasivo, nal de Omnipresencia n.° 1, 1993.
en un espectáculo de gran impacto me¬ sino como coautor de la obra. Tal posibi¬ «Siempre creí que mi cuerpo de
diático, al ser éstas profusamente publica¬ lidad viene de la mano del espacio virtual, mujer, mi cuerpo de mujer-artista,
das y, en ocasiones, televisadas en directo que cada vez se hace más extenso gracias a era un material privilegiado para
(fig 51). Ha incorporado en su fisonomía la aplicación de la tecnología digital. crear mi obra.»
elementos como la nariz de Diana Nos fijaremos, como ejemplo para¬
(Fontainebleau), la barbilla de la Venus digmático, en la obra de Eduardo Kac,
El nacimiento de Venus) de Botticelli, la Rara Avis, creada en 1996 y presentada
boca de Europa (Boucher), los ojos de en el Nexus Contemporary Art Center,
Psyche (Gerome), o la frente de la Mona con motivo de los juegos olímpicos de
Lisa, de Leonardo da Vinci. Adanta (USA).
Orlan evoca, en sus operaciones, una Se trata de una instalación interacti¬
escena carnavalesca: va de telepresencia en red formada por:
• Diseña la decoración del quirófano. • Una enorme pajarera con 30 pája¬
• Encarga a modistos, como Raban¬ ros vivos.
ne o Miyake, los trajes de los otros actores • Una gran arara tropical (una espe¬
cirujanos) del evento. cie de ave), denominada Macowl, situada
• Orlan, que permanece consciente sobre una rama.
en la operación, suele leer textos filosófi¬ • Un casco de realidad virtual (figs.
cos o psicoanalíticos relevantes, o contesta 52, 53 y 54).
a las preguntas que se le hacen vía telefó¬ Macowl es un telerrobot, con la ca¬
nica o por correo electrónico. pacidad de mover la cabeza y cuya visión
ESPACIO

S3

cuerpo, y otorga al participante una


capacidad de diálogo con la obra, al asu¬
mir la experiencia personal de la misma.
Ser la propia obra. Ser otro.
Queda por ver si, al igual que ha
ocurrido en otras etapas de la historia en
está constituida por dos minicámaras. que las épocas doradas de la creación
El espectador, al colocarse el casco, se artística siempre vinieron precedidas de
teletransporta, virtualmente, al interior periodos ricos en acontecimientos y en
de la pajarera, y observa desde la perspec¬ nuevos descubrimientos científicos, la
tiva de Macowl. Cuando el espectador creación escultórica desarrolla nuevas
movía su cabeza, la arara telerrobótica capacidades. Posiblemente nos encontre¬
se movía también. mos ante el alumbramiento de una
Aquí el espacio real y el virtual se nueva explosión artística, que sin duda
confunden. Otros participantes remotos, aprovechará el tremendo empuje de los
a través de la red, lograban acceder a la medios tecnológicos de nuestra era, para
obra desde su interior, modificándola a reformular así los conceptos de la espa-
voluntad por medio de Macowl. El espa¬ cialidad. Además, y con un grado de
cio real genera a su vez un espacio virtual optimismo, cabe esperar que el proceso
que multiplica las posibilidades de logre una cierta popularización en la
apreciación de la pieza, eliminando sus capacidad de apreciar los productos artís¬
referencias de extensión y ubicación y ticos, una ampliación de su espacio de
cambiando drásticamente la relación acción. De hecho, ya se evidencia en el
52, 53 y 54. Eduardo Kac, Rara establecida con ella. Independiza la mira¬ entorno, pero aún queda por determinar
Avis, 1996. da del espectador del lugar que ocupa su el coste que de ello pueda derivarse.

36
2

F O R M A Y MATERIA

Consuelo de la Cuadra González-Meneses

Hacia un definición de la forma y la materia,


si esto es p o s i b l e . . .
F o r m a y m a t e r i a según su
etimología
Para buscar el concepto que define a las
palabras «forma» y «materia» hay que refe¬
rirse a dos ascendentes, el griego y el ale¬
mán, que utilizan el término refiriéndose a
cosas diversas. Para los griegos, desde el
dualismo de Platón, la forma es lo que
perrmanece, resultando invisible e intangi¬
ble por oposición a lo evidente y extemo
que sería la materia. Para el concepto ale¬
mán es a la inversa, la materia es lo oculto,
aquello que da contenido y razón de ser a
La forma. Cuando decimos: la materia Ute¬
rina es expresable a través de numerosas
formas, estamos describiendo los modos
alemanes de entender esta cuestión'
(fig. 55). Además, el término «forma» es
uno de los más duraderos que tenemos, a
la vez que de los más internacionales. El
vocablo latino, derivado del griego, es
adoptado por numerosas lenguas moder¬
nas, como el italiano, el polaco, el español
o el ruso, sin cambio alguno y con muy
pequeñas variantes en el francés (forme),
en el inglés o en el alemán (form). Quizá
sea ésta la razón por la que esta palabra re¬
suelta tan persistente como ambigua.
Estas diferencias de entendimiento
no son más que el reflejo del problema
55. Femando de Salas, Las materias que crean formas, 2003.

37
FORMA Y MATERIA

57. Policleto, Dorífora, Ñapóles, Museo


Arqueológico Nacional.

56. Ying-Yang,... en realidad des, por un desmedido afán de buscar


forman un conjunto. de fondo que supone el separar estos identidad y situarnos, en consecuencia,
términos por un intento de definición, como pertenecientes a un grupo. Pero ya
cuando en realidad forman un conjunto enunciábamos en el encabezamiento de
(fig. 56). este capítulo que no es sencilla ni creíble
No podemos imaginar la forma sin esta compartimentación, y lo más que
la otra cara de la moneda, la materia debiéramos pretender es una indicación
(llamada en otros casos contenido). Todo de los senderos por los que se ha deslizado
aquello que reconocemos como forma el pensamiento en relación a estos con¬
2
nos sitúa dentro de una materia . Y al ceptos y como esto se ha ido reflejando
revés, si alguien concibe una materia está, en la escultura.
de inmediato, dándole forma de alguna
manera.
Afirmamos que no debemos separar Entendimiento de
aquello que en realidad constituye un la e s c u l t u r a según su
todo, por mucho que en el arte quera¬ concepto formal o matérico
mos siempre destacar a uno sobre el otro Podemos observar como todas estas
hablemos en seguida de formalismos tensiones han sido recogidas por la histo¬
puros, de corrientes matéricas, de infor- ria de la estética, atribuyendo al término
malismos, de transparencias y virtualida- diferentes matices, según las sucesivas

38
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..

vertientes consideradas a la hora de esta¬


blecer una obra de arte. Así se ha ido asi-
3
milando la forma a :
• La forma como estructura o dispo¬
sición de las partes. A través de la cual
observamos los elementos con relación a
conceptos tales como simetría, orden y
proporción, aspectos todos ellos que son
considerados de algún modo objetivables
por sus significados, tanto racionales y en
cierto sentido regulares, como expresa-
bles en términos aritméticos. Es el modo
más firme y permanente de los manteni¬
dos en la historia del arte y en el que se
desarrollaron los distintos tipos de cáno¬
nes, tanto egipcios como griegos (fig. 57). 58. Ernesto Neto, Dupla, 1998.
• La forma como apariencia o aque¬ se vincularon a las artes literarias y musi¬ Formas como elementos
llo que envuelve el contenido. Es la for¬ cales, se centró principalmente en el expresivos y significativos en sí
ma como sentido y significado que inci¬ dibujo y la escultura, iniciando con ello mismos.
de especialmente en el modo de decir las un aspecto competitivo entre la forma y
cosas, anteponiéndolo sobre lo que en sí el color. Fue un modo desplegado princi¬
se dice. Radicalizando estas posiciones, palmente en el Renacimiento, donde el
llegará a afirmarse el valor sensible de la concepto de forma cerrada y nítida se
forma en sí, considerando el contenido desarrolló y sirvió de base para los futu¬
en ocasiones como perjudicial. Para Foci- ros estudios academicistas que otorgaron
4
llon las formas no resultan imágenes o al dibujo de línea frente a la mancha, el
símbolos, sino elementos expresivos y papel primordial y básico, para y por
significativos por sí mismos (fig. 58). encima de todas las artes (fig. 61).
Este concepto de apariencia se Con otro carácter, ya más filosófico
desarrolló tanto en las tendencias figura¬ que plástico, se dieron dos modos que
tivas como abstractas, de modo especial
en aquellas esculturas donde la mirada
casi se vuelve tacto. Así encontramos
escultores barrocos como Bernini, neo-
clásicos como Canova o Blay, en el movi¬
miento modernista, y también en las
corrientes esteticistas abstractas, con
representantes como Isamu Noguchi u
Horacio Romero, que buscan en la pure¬
za de las formas, la matización y delica¬
deza de la superficie, acabar de cerrar y
significar la expresión formal. En unas
y en otras, figurativas y abstractas, el
factor táctil y sensual es inherente a la
concepción de la pieza (figs. 59 y 60).
• La forma como límite o frontera,
desarrollando en ello únicamente el con¬
cepto de contorno. Este entendimiento 59. Miguel Blay, Flor Boscana, mármol.
frente a los dos anteriores, que también La mirada casi se resuelve tacto. 60. Horacio Romero, Ecisa, 2003.

39
F O R M A Y MATERIA

61. Michelangelo Buonarroti, cabeza de David.


1502-1504, Florencia, Galería de la Academia.
Líneas definidas y depuradas que encierran la
forma en volúmenes precisos y apretados.

localizaban en la esencia y en la subjetivi¬


dad a la forma:
• La forma como esencia busca un
nivel metafísico, al intentar descubrir su
carácter universalizable, aquello que sería
lo formal común a todas las formas parti¬
culares, la esencia de una rosa, por ejem¬
plo. Respondería al concepto griego del
que hablábamos en la etimología (fig. 62).
• La forma como subjetividad co¬
necta con el principio apriorístico kantia-

63. Louise Bourgeois, Sep I I , 1967, mármol.


La obra de Bourgeois representa de modo
ejemplar ese tratamiento de la forma como pro-
yección o subjetividad. A través de ella libra su
particular batalla con el subconsciente.

n o , destacando en el individuo y su sub¬


jetividad ese carácter anterior que m o d e l a
su percepción, imponiendo su perspecti¬
va sobre la realidad (fig. 63).

P e r c e p c i ó n de la f o r m a
y la m a t e r i a
Continuando con la búsqueda de claves
que nos orienten hacia posibles definicio¬
nes o acotaciones de lo que la materia y la
forma son, no podemos dejar de pregun¬
tarnos por los mecanismos que posibili¬
tan la captación de los mismos, es decir,
por los llamados fenómenos perceptivos.
La percepción humana es enorme¬
mente compleja y nos aparece como cues¬
tión previa a todo concepto sobre la for¬
ma. Observamos cómo casi todos los

62. HenryMoore, Mother and child, 1936.


Formas que describen esencias, unlversaliza-
bles y comunes a todas las formas particulares.
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..

54. Test perceptivo: ¿joven o anciana?


La ambigüedad está en la base de estudio de
todos los test de proyección o perceptivos.

esquemas estimuladores son de algún


modo ambiguos y necesitamos apoyarnos
en experiencias pasadas o en proyecciones
futuras para determinar la forma en un
5
sentido (fig. 64).
6
La psicología de la Gestalt supuso
la confirmación para los conceptos artís¬
ticos de la existencia de los principios
sobre los que reglamentar la percepción.
Esta psicología afirma una estructura ex¬
presiva que contiene las formas en sí mis¬
mas. Es un todo, una estructura que no
resulta de la suma de las partes, ya que
cada parte podría resultar diferente en
otra estructura, sino que se nos muestra a
través de una activa exploración, como lo
esencial, lo más estructutalmente básico,
razón esta por la que ejerce una poderosa 66. James Chedburn, Rhinocéros,
atracción sobre nosotros (fig. 65). criterio de organización d e l campo p e r - 2000.
Gestalt no consiste en algo que la ceptivo. Según esta ley, la organización
forma posea, sino que es una referencia al psíquica será siempre tan buena como lo
proceso de «revelación» o «reconocimien¬ permitan las condiciones existentes. Por
to- que se da en el observador. lo cual, la regularidad, la simetría, la sim¬
8
Todos estos estudios, que derivaron plicidad, la mejoran . Esto permitió
en la obtención de las leyes de organiza- descubrir la importancia de las paradojas
cion de la percepción, han sido de enor¬ perceptivas, ya que, por medio de la
me utilidad a los artistas, al poner de ruptura del criterio común establecido,
manifiesto el papel complementador del logran conducir al espectador a una am¬
observador sobre la percepción de una pliación de la sensibilidad.
determinada forma, lo que es debido a la Debido a su relevancia para la crea¬
7
ley de pregnancia , cualidad que rige el ción artística creemos oportuno recordar

41
F O R M A Y MATERIA

68. Richard Long, Walking in circles, 1991.


Elementos de una misma clase se agrupan 69. Andy Goldswordthy Nova Scotia, 1999.
visualmente formando un todo. Las líneas que circundan la superficie se
perciben de modo más unitario que las otras
que se encuentran unidas entre sí.

67. Ana Mendieta, Huella, México,


1976.
Obra que ahonda en los
conceptos de presencia-ausencia,
límite, frontera.

brevemente las principales leyes 4. Ley del cerramiento, por la que las
gestál ticas: aparentes líneas que circundan una super¬
1. Ley de figura-fondo. La idea de ficie son captadas más fácilmente como
forma viene asociada a la de contorno. El unidad que aquellas líneas que realmente
espacio cerrado dentro del contorno se se hallan unidas entre sí (fig. 69).
9
constituye en figura (figs. 66 y 67). 5. Ley de la buena curva o del desti¬
2. Ley de la proximidad, por la que no común, por la que las partes que
las partes de una totalidad son agrupadas aparentan un destino común, tienden a
10
en función de su mínima distancia. verse como una sola cosa (fig. 70).
3. Ley de la igualdad o tendencia a Conociendo estas leyes, el artista se
reunir en grupos los elementos de una sabe capaz de provocar, con estímulos
misma clase (fig. 68). mínimos, sensaciones muy complejas en

42
H a c i a u n a definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e . .

70. Juan Muñoz, C o n v e r s a c i ó n ,


1991, bronce.

La intencionalidad o destino
común integra el conjunto en una
sola pieza.

72. Medardo Rosso, La Portinaia,


1883-1884.
Traduce un toque impresionista
a la superficie de la escultura,
rompiendo con las tradicionales for¬
mas cerradas, e incorporando
la vibración perceptiva e
interpretativa.

— Moncho Amigo, Sin título, 2004,


cemento. luz.

el espectador, quien se encargará de


c o m p l e m e n t a r aquello de lo que el autor
p r e s c i n d e , a l t i e m p o que p o d r á , m e d i a n ¬
te paradojas p e r c e p t i v a s , es decir, e n t r a n ¬
do en conflicto c o n las leyes g e s t á l t i c a s ,
adentrar al espectador en m u n d o s i m p o ¬
sibles q u e , al p r o v o c a r l e desajustes, le lle¬
v e n a u n a n e c e s a r i a a m p l i a c i ó n de fron- »
t e r a s o de la s e n s i b i l i d a d al u s o (fig. 7 1 ) .
FORMA Y MATERIA

Son numerosos los ejemplos. Sirvan


como muestra las obras de los escultores
de las primeras vanguardias que dedica¬
ron esfuerzos por ampliar estos marcos,
como Humberto Boccioni, que aplicaría
de modo ilustrativo la ley del destino co¬
mún y jugaría con la tendencia a la igual¬
dad en sus trayectorias de movimientos, o
Medardo Rosso, que rompería con las
leyes del cerramiento, desarrollando las lí¬
neas de modo intermitente, con la visión
de la pintura impresionista y la fotografía,
o Henry Moore, al transgredir la opaci¬
dad y cerramiento de las formas de bulto
redondo, introduciendo las dicotomías
del dentro-fuera, abierto-cerrado, etc.,
que se convertirían en centros de investi¬
gación formal futura (fig. 72).

I n c l u s i ó n del p r o y e c t o y l a
intención en la percepción
de la f o r m a y la m a t e r i a
Dada por sentada la importancia de los
fenómenos perceptivos, la cuestión es
que, tras intensos e interesantísimos estu¬
dios realizados sobre los mismos y sobre
la creación de la imagen formal en gene¬
ral, parece que llegamos a la conclusión 74. Lluís Cera, Disculpas mutuas, 2003, piedra

73. Alberto Giacometti, Busto de de que la mirada humana ha roto los y cuerda.

Elie Lotar II (detalle), 1965.


límites de los sentidos en cuanto a per¬
cepciones físicas, y ha inventado la posi¬
bilidad de ver más. Por un lado, gracias a
herramientas desarrolladas por la tecno-
ciencia, que han sido capaces de aumen¬
tar y multiplicar nuestras posibilidades,
como son el microscopio o la resonancia
magnética, y, por otro, introduciendo un
elemento flexible (que resulta ser la cuali¬
dad esencial, el salto abismal que separa
al hombre de la máquina) entre la per¬
cepción y el estímulo, que es lo que,
desde nuestro ámbito artístico, diferencia
el mirar, o pasar la mirada sobre las cosas,
del ver, o construir las cosas a partir de la
mirada (fig. 73).
Todos tenemos numerosas expe¬
riencias de cómo la imagen o forma de

44
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es p o s i b l e . . .

las cosas varía, según y desde donde


dirijamos la mirada sobre ellas. Este
lugar o punto de vista, no consiste sólo
en el punto de vista perceptivo, que ope¬
raría también en la máquina fotográfica,
registrando imparcialmente todo aquello
que aparece en su radio de visión, sino
en la selección significativa del mismo,
que nos lleva a priorizar unos elementos
sobre otros, introduciendo un esquema
estructural que ordena e integra los
elementos, sin el cual se tornarían
irreconocibles.
Podemos comprobar cómo dentro
incluso de la misma selección de elemen¬
tos, por ejemplo, en el interior de un
paisaje, las mismas flores no son iguales
para el botánico que recoge muestras, 75. Caligrafía japonesa.
que para el pintor, o para el que confec¬ asociando a imágenes anteriores cuando La forma pura sin asociaciones
ciona un ramo para un regalo. Tampoco podemos ver y reconocer las imágenes conceptuales es m á s dificultosa
es igual el bosque en otoño para un reco¬ presentes, y que percibimos sólo cuando de memorizar.
lector de setas que para el cazador. logramos poner un nombre a nuestra
Añadimos a la percepción del estí¬ visión por medio del lenguaje.
mulo nuestra «pre-visión» acerca de él. Quizá por eso siempre me ha resul¬
Esa forma apriorística que mencionába¬ tado clarificador, para comprender el fun¬
mos antes. cionamiento del lenguaje plástico, formal
La amplitud y variedad de las fre¬ o escultórico, asimilarlo al lenguaje escri¬
cuencias u objetos perceptibles es tal que to. Ante un alfabeto parece no quedar
el escultor se ve obligado, por «realista» duda sobre la necesidad de descubrir su
que pretenda ser, a seleccionar, a comple¬ significado, para poder recordar y retener
mentar lo que ve con lo que sabe (si es las formas. Nos es infinitamente más difí¬
que podemos afirmar que ve algo que no cil recordar la imagen de una forma lin¬
sabe), para poder dar así estabilidad a lo güística china o árabe (suponiendo desco¬
que no la tiene. Gracias a ello, logramos nocer el idioma) que cualquier palabra de
dar forma a un conjunto inconexo de otra lengua que podamos asociar a la
perfiles, masas y luces, a través del signifi¬ nuestra (fig. 75).
cado, dándole orden y estructura. La elección, claramente marcada por
El ojo en la escultura no es por tanto el propósito o meta, es la que actúa de
sólo receptor; igual que en el resto de los aglutinante, o seleccionador, a la hora de
lenguajes, va más allá. No sólo ve, es que concretar unas formas y no otras, la que
para ver, necesita leer. Da un salto sobre la posibilita el carácter unitario y globaliza-
información dada, anticipándola, recono¬ dor a la pieza escultórica, porque las posi¬
ciéndola, va contrastando esto recibido bilidades formales pueden ser infinitas,
con lo anteriormente conocido y con todo pero las que sirven a mi propósito, no.
ello aventura su interpretación (fig. 74). De esta manera, todo ese conjunto
Ver y recordar implican la creación de pre-visiones y formulaciones se con¬
de totalidades organizadas, y esto lleva vierten en guía de la percepción y consi¬
consigo el que no puedan ser procesos guen disminuir los automatismos, sinteti¬
aislados. La experiencia nos indica que es zando y creando una realidad a partir de

45
FORMA Y MATERIA

que, recogidas como útiles para el proyec¬


to, amplían la expresión formal, no redu¬
ciéndola a un concepto frío, desarrollado
por el cálculo y únicamente mental.
Con esto queremos manifestar lo
inútil y descaminado que nos resulta el en-
frentamiento que en ocasiones surge entre
las tendencias que venimos llamando más
«formalistas» u «objetuales» con las de
cuño más conceptual. Parto de la necesi¬
dad de concepto y proyecto para cualquier
actividad escultórica que se precie de serlo
y la terminología habitual no acierta siem¬
pre con el contenido de las propuestas.
Lo que resulta básicamente diferente, en
cuanto a entendimiento escultórico, no lo
cifraría tanto en el término concepto, sino
más bien en el de materia física, ya que
existen unas tendencias que interponen
una relación necesaria para el desarrollo de
la escultura con la materia, y otras tenden¬
cias que claramente no.
Aquí es donde quisiera comentar lo
que llamaré el método relacional que es,
desde nuestro lugar en la escultura, el nú¬
cleo de la creación formal. Este método
76. Nicola Hicks, The Fields of otorga un valor de colaboración creativa a
Akeldama, 1986, Clay. los diferentes planos de visión. La mirada la materia, posibilitando, a través de la re¬
debe ser creadora" para otorgar forma a lación con ella, cambios de rumbo no
algo que previamente no la tiene. Si lo sólo en la expresión sino incluso en la
que observamos carece de integridad, los intención. Por ello considero que se dis¬
detalles nos resultan un conglomerado tingue sustancialmente del método que
que pierde todo significado y, para salvar recurre a la idea proyectada y materializa¬
ese caos, la mirada creadora convierte las da por otros o por máquinas (léase orde¬
operaciones formales en inteligentes, es nador o plegadoras), sin que su expresión
decir, en un trabajo de búsqueda guiado en la materia añada al propósito otro ob¬
por un proyecto. La psicología ha descu¬ jetivo que la máxima adecuación a la idea
bierto cómo los rasgos estructurales proyectual". Son tendencias escultóricas
globales son los datos primarios de la per¬ en las que la idea se deposita en la materia
cepción" (fig. 76). sin dejarse salpicar por ésta (fig. 77).
En mi concepción escultórica (y me
atrevo a explicitarla, pues creo que ello
Forma y materia, forma parte del objetivo de este libro y su
¿relación necesaria? demanda a un grupo de escultores para
L u g a r e s en la escultura que escribamos sobre conceptos de
La actividad escultórica es, por tanto, escultura), la materia es un vivo compo¬
4
eminentemente activa, buscadora, incluso nente constructivo de la forma' . La ma¬
cuando incorpora, en el sentido de que terialidad nos aparece como ese elemento
integra, operaciones azarosas o aleatorias relacional que no nos permite del todo el

46
Hacia una definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es posible...

78. Giacomo Manzu. Retrato de

objetivismo, arrojándonos su presencia, Kokoschka. 1960.

c e a l g ú n m o d o , c o m o freno. E l t a c t o , Los movimientos del trazo, las

intimamente unido al carácter matérico, huellas fortuitas se recogen como

añadiría a la vertiente m á s intelectual útiles para el proyecto, y amplían

de la vista esa suerte de e n c a r n a c i ó n que la expresión.

es la e s c u l t u r a (fig. 78).
L o s i n f o r m a l i s t a s c r e y e r o n q u e aisla¬
ran de la ecuación la variable formal,
s u b r a y a n d o el v a l o r de la m a t e r i a y e v i ¬
t a n d o c o n ese s i s t e m a e x p r e s i v o , e n apa¬
r e n c i a libre, pero en el fondo e n o r m e ¬
' 5
mente contenido , cualquier asociación
que produjera u n a significación y p o r lo
tanto un contenido formal, en el sentido
que antes p r e c i s á b a m o s . Influyó d e m a -
n e r a e x t r a o r d i n a r i a e n e l arte del siglo X X ,
en el que se dio c o m o n u n c a p r i m a c í a a
' 6
l a m a t e r i a , p e n s a n d o así a n u l a r o a c a l l a r 79. Dr. Gunther von Hagens,
el v a l o r formal o s i g n i f i c a t i v o . P e r o el Bodyworlds, 1995-2005
e r e c t o fue e l c o n t r a r i o , p o r q u e l o g r ó (www. schaepp. de/Koerper/welten).
n a c e r n o s v e r h a s t a qué p u n t o e s , a s u v e z , La materia es siempre
formalmente significativa l a m a t e r i a , y a significativa, más aún la que se
que, al r o m p e r s e la delicada relación con dispone por su propia función con
l a f o r m a , c o n s i g u i ó , e n o c a s i o n e s , llevar J a independencia de nuestra
cualidad m a t é r i c a a la caricatura, como intención.

47
FORMA Y MATERIA

81. Anthony Cragg, Line of Thought, 2002.


La obra nos sugiere la introducción de cambio y
movimiento a la que obliga la sociedad actual.

de la intencionalidad humana. Pero en


todos los casos vemos cómo los signos, al
convertirse en forma, aspiran a significar¬
se, a buscarse un contenido. Las formas
toman cuerpo en la materia, es ahí donde
existen, en un mundo que es concreto y
al tiempo diverso, frente al componente
abstracto universal y globalizador de la
forma sin soporte. Surge de esto la decla¬
ración de que una forma sin soporte no
es una forma, al tiempo que el soporte es
forma de por sí.
Este lugar de la escultura pienso que
80. Gian Lorenzo Bernini, David destaca cómo lo formal no es más que
(detalle), 1623-1624. se nos presenta, por ejemplo, en las obras una abstracción mientras no viva en la
Esculturas que destacan cómo del Dr. Gunthervon Hagens (fig. 79). materia. La siento con vocación de reali¬
lo formal no es más que una Actualmente, seguimos en la ten¬ dad y es lo que la distingue de la ensoña¬
abstracción mientras no viva en la dencia de que sea la forma la que ceda ción. Encuentro en la ejecución misma la
materia. ante la imposición material. Determina¬ realización del proyecto (fig. 80).
dos artistas insisten en mostrarnos la Por eso, las antinomias espíritu-ma¬
materia intencionalmente cruda, como el teria, materia-forma, forma-fondo, me
ejemplo de Damien Hirst, reduciendo al resultan obsesionantes. Ninguna supone
máximo su intervención formal y mos¬ un principio superior de actuación sobre
trándonos la «natural materia primige- la otra, ni siquiera en orden a una posi¬
nia» que curiosamente vuelve a hablarnos ción activa y otra pasiva, como sí otorga¬
de la organización formal que la consti¬ ba la ley gestáltica a la forma sobre fondo,
tuye, en estos casos alejada del proyecto o sino que cada una condiciona e impone

48
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible.

su principio regulador a la otra. Por esta


misma razón, tampoco las veo capaces de
ser en sí y por sí mismas, materia o forma,
sino en plural, numerosas, concretas,
complejas y cambiantes. La forma, por
tanto, más que encarnada podríamos afir¬
mar que es siempre encarnación, es siem¬
pre relación, en el sentido metodológico
que antes describía (fig. 8').
Éste siempre nos lo sugiere el com¬
ponente temporal de cambio y movi¬
miento que la sociedad actual ha introdu¬
cido de modo vertiginoso y que obliga a
la escultura, de vocación material, a in¬
corporar. Los materiales son ahora, para
la escultura, los encargados de proponer.

La m a t e r i a m e d i a d o r a -
la materia creadora. 82. Sandoz, Grenoville sur olivier,
La a c c i ó n : e n c u e n t r o entre rencia del mundo exclusivo de la ideas, 1957.
forma y materia sea estética o filosofía, la forma no es sólo Una vez sorprendidos,
En realidad, no sólo forma y materia, deseo de acción, de proyecto, sino la descubrimos que el artista nos
sino sujeto y objeto, exterior e interior se acción en sí. plagia.
elaboran mutuamente. No sólo la mate¬ Si quiero explicar los mecanismos
ria sino nuestros deseos y culturas se in¬ de la creación formal, me asalta una difi¬
corporan a esta dialéctica. Por eso, no po¬ cultad inicial, y es no poder desligarla de
demos considerar la materia como un la acción sin incurrir en un intelectualis-
instrumento sino como una mediación. mo puro, que ya no puedo considerar
Es decir, superaríamos la forma apriorís- que sea propio de la creación escultórica
tica, la forma pre-existe, para defender la formal.
que se elabora en su seno. No la posee, El pensamiento es un pensamiento
como si de un atributo se tratara, sino '7
del corazón que exige exteriorizarse, y es
que es poseída por ella. La materia es a la precisamente en esto donde reside su
escultura, lo que la palabra a la literatura, dificultad y su grandeza. Lo vemos clara¬
sólo ella hace posible que aparezca y se mente manifiesto en la música, que no
haga presente una escultura, como la es, si no se plasma e interpreta. Porque
escultura que es. Le otorga la presencia, imágenes mentales, variadas, brillantes,
el ser en que algo puede hacer su apari¬ etc., tenemos todos (los sueños son una
ción como ente. La materia no es un buena ocasión de ellas), pero la posibili¬
simple medio de fijación, ni la envoltura dad de plasmarlas, de dialogar con ellas y
o vestido de la forma. Se encuentran en¬ comunicar esas conclusiones, producto
vueltas la una en la otra, porque su con¬ precisamente del encuentro entre el pen¬
creta realidad fuerza, por así decirlo, la samiento y la materia, está sólo al alcance
propia estructura y significación formal. de unos pocos. Afirmaba Jean Rostand , '8

En cuanto manifestación, la forma refiriéndose a la creación literaria, cómo


realiza lo que significa. El signo expresivo descubría al artista por su capacidad de
es la propia materia. Porque en la escul¬ sorprender, diciéndonos lo que siempre
tura estamos en la creencia de que, a dife- supimos (fig. 82).

49
FORMA Y MATERIA

Traducido a la escultura, descubro la Volviendo a la imposibilidad para


capacidad artística en plasmar en la ma¬ desligarlas de la materia, recordaré con
5
teria aquello que todos pudimos pensar, Henry Focillon' la «vocación» formal de
imaginar o soñar, pero sólo alguno mate¬ las materias artísticas, entendiendo por
rializar. En su obra descubro mi propia ello que esas materias conllevan cierto
idea, me es revelado aquello que intuía destino técnico, lo que a su vez implica
pero que sólo su concreta presencia se me una determinada característica personal o
impone como realidad escultórica. espíritu artístico. El lenguaje de la forma
Desde la óptica que tengo, la vida no es lineal y directo sino que se constitu¬
formal proyectual es sólo un término ye a golpe de grandes oscilaciones, errores
para el diálogo (arte), que se establecerá y retrocesos que no desvían su intención,
con el otro extremo o materia. Antes de sino que la clarifican y confirman. Esa
separarse del pensamiento y de entrar en dialéctica no se abandona a un simple
la extensión, la materia y la técnica son juego azaroso, sino que es la esencia de la
ya extensión, materia y técnica. Su esbo¬ actividad creadora que se sitúa en la línea
zo interior sólo puede concretarse, estabi¬ de encuentro entre la psicología y
83. Teresa Guerrero Serrano, lizarse a partir del juego de las afirmacio¬ la filosofía, la masa, el peso y el perfil;
Galgo, 1999. nes y los arrepentimientos que le irán fuerzas todas concretas y activas que, de
Es la propia forma la que se conduciendo hacia el formato que otorga modo complejo y solidario, se tornan una
sensibiliza. el choque con la materia. a la hora de construir una escultura.
Es ya en la propia idea donde surge Este es el método relacional del que
como toque, masa, perfil, brillo, dispo¬ hablábamos, no es dejarse modelar por el
sición de volúmenes, de materiales con¬ azar o sucumbir a los condicionantes de
cretos. Insisto por ello en que no es un la materia sino, por el contrario, utilizar¬
revestimiento sensible, sino más bien los como mensaje o diálogo que, según se
un despertar de la sensibilidad en la va desarrollando, nos confirma. En la
forma (fig. 83). construcción formal, creo que la materia
siempre suma, nunca resta (fig. 84).

Traducción de lenguajes.
E n t e n d i m i e n t o s en la
e s c u l t u r a con r e l a c i ó n a
la m a t e r i a : m a t e r i a l i z a c i ó n -
desmaterialización
Cuanto más intentamos por medio de la
palabra definir lo que la materia y la
84. E d g a r D e g a s , Bailarina, 1881. forma son, más difícil nos resulta, sobre
Forma y materia no siempre se todo porque, desde la creación escultóri¬
buscan, cuando en ocasiones ca, esta dificultad la resolvemos con
se encuentran. La inclusión de nuestro hacer. Diríamos, según mostra¬
materiales fuera de uso por los mos una obra: aquí está la forma, esto es
tradicionales modos escultóricos la materia.
D'ovocó desajustes a la hora de la Precisamente, la concreción que la
interpretación crítica. Degas abrió escultura, entendida como expresión ma-
un sendero ya nunca cerrado a térica tridimensional, da a los conceptos
favor de esa empatia que no tiene de forma y de materia nos sitúa ya ante
porqué coincidir con lo que las un asunto central para nuestra cuestión:
corrientes mandan los lenguajes. Así como para hablar es
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible.

85. Efebo de Ancitera, 340 a.C, Museo


Arqueológico de Atenas.
En la construcción formal, creo que la materia
siempre aporta.

necesario unir la palabra al emisor, para


continuar con este discurso, debo de ante¬
mano reconocerme como tal, es decir, ha¬
blando desde un lugar de la escultura que
implica un entendimiento de la forma 86. Ron Mueck, Ángel, caucho de
que es también sentimiento de la misma, reconociendo a la forma como portadora silicona y mixed media, 1997.
y desde una comprensión de la materia. de aquello que b u s c a m o s . Por así decirlo, Es frecuente el empleo en el arte
Este lugar está referido a unas claras el concepto no tanto se añade cuanto que actual del valor estético de la
coordenadas espacio-temporales que, a su se desvela (fig. 85). escala, desarrollándose
vez, implican unas resoluciones plasma¬ Pero esta forma, situada aun en la numerosas obras en torno a las
das en la materia, explicitadas a través de esfera conceptual, de la pura idea, no disonancias cognitivas que
la forma, subrayada la una y la otra por su logra definición en la escultura hasta que éstas crean, rompiendo con
mutua relación y complementariedad. no se resuelve o encarna en la materia, en nuestro habitual sistema

En el proceso de creación escultóri¬ un aquí y un ahora, con toda la carga de perceptivo.

ca (resumiendo lo dicho con anteriori¬ definición y por tanto de limitación que


dad) sucede que, cuando busco una implican sus dimensiones y característi¬
forma, el mundo del concepto sigue el cas. La idea árbol, genérica y común a
rastro de lo que ya vimos o palpamos, todas las formas y texturas que bajo esa
buscando esa adecuación o empatia que palabra se recogen, deberá pasar a ser de
por identificación nos reafirme; es decir, un tamaño determinado, clase, tipo de ra-

51
FORMA Y MATERIA

m a s , material o trazo o textura, grafismo, mite únicamente mostrar lo que ya es


etc., que determinan que un árbol no sea una realidad interior.
otro. Tan crucial y rotunda es esa necesi¬ El otro campo de desarrollo creativo
dad que el arte actual ha llegado incluso a escultórico, en el que por ahora me en¬
centrar casi con exclusividad en las escalas cuentro, considera o reivindica el lengua¬
(Ron Mueck, D o - H o Suh, Charles Ray o je de la escultura desde la materia, encar¬
Stephan Balkenhol nos dan buenas mues¬ nando el concepto formal en la forma
tras de ello) y las calidades de superficie material y dejándose alcanzar por ella, lo
gran parte de su atención (figs. 86 y 87). que supone entrar en una dimensión no
Son muy numerosas las posiciones del todo personal e individual sino dialo¬
dentro del ámbito de la escultura, con gística. La materia impone su propio
22
relación a estos dos conceptos de forma y lenguaje , que no nos permite del todo
materia que v e n i m o s analizando, y sus narrar nuestra visión, si no es pactando
m o d o s de tratarlos inabarcables para el con ella. De esta manera, a través de un
cometido de este capítulo, pero no obs¬ constante intercambio con la estructura
tante intentaré reflejar alguno de ellos, de lo real, logramos construir un discurso
por las implicaciones prácticas que se conjunto, lleno de matices y acentos.
87. Toni Vidal, Roca d e M e n o r c a , derivan para nosotros. D e s d e mi experiencia, es este dejarse
2000. Quizá, la más radical diferenciación tocar o modelar por la materia (que es
Esta clase de obras es buen y que afecta, por tanto, más profunda¬ también, o principalmente, mi relación
ejemplo del desarrollo de las mente al entendimiento de la escultura, con ella) el núcleo de este lenguaje
calidades de superficie en el arte se encuentra en este m o d o de considerar plástico escultórico que actúa no desde el
actual. o no a la escultura encarnada, es decir, c o n c e p t o , sólo o preferentemente, sino
objetualizada, corporal, materializada, desde unos parámetros que de algún
siendo esto necesario o no para llegar a m o d o se reflejan en las frases que afirman
ser. La diferencia de entendimiento en que c o m p r e n d e m o s al ver y sentimos al
esta cuestión establece ámbitos muy tocar. Pese a la limitación y acotamiento
diversos para la creación, saltando u n o s , que ocasiona la materia, como también
al desmaterializar el objeto y convertirlo restringe el tacto a la mirada, existe por
en concepto, al campo de la filosofía, de esta razón una ampliación de la concien¬
la mística, de la sociología. C a m p o s ple¬ cia a través de esa materia palpada y
namente sumergidos en el ámbito de la palpitante que nos conecta con lo que no
palabra y el lenguaje que poseen toda somos, con lo otro, que nos define preci¬
la ¡limitación del campo imaginativo y la samente por ser frontera y diverso.
posibilidad amplísima de la construcción El primer modo de estar en la
de la realidad como bien nos han mostra¬ escultura (el conceptual, por reducirlo a
20
do los psicólogos constructivistas , por un término que no me agrada pero que
2
un lado, y los lingüistas franceses ', es generalmente aceptado) construye e
por otro. En este contexto, el marco se inventa su realidad.
dilata de tal manera que la materia sólo El otro, que acabo de exponer, se
resulta un estorbo, como limitación que deja construir por la realidad encontrada.
es para la expresión de la idea, para la sín¬ Para esta segunda manera, la escultura es
tesis expresiva que es la poesía, a la que casi una cuestión de fe en la materia, al
sentimos desde aquí torpemente zancadi- concederle un sentido a ésta, previo y
lleada por las concreciones de la materia. ajeno al mío. E s , desde esta segunda con¬
Defienden que la creación se produ¬ cepción, por la dependencia y necesidad
ce en el interior, y su manifestación o que los dos t é r m i n o s tienen entre sí,
exteriorización técnica es sólo un dato desde donde estamos tratando el concep¬
accesorio que a la obra nada añade. Per- to de forma y materia para la escultura.

52
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..

El tratamiento de la desmaterializa¬ 88. Imperio Antiguo, IV dinastía,


ción, que veremos más adelante, entien¬ Giza, 2540-2505a.C, basalto.
do que debe enfocarse desde la óptica Los materiales resistentes,
23
conceptual o de realidad construida . principalmente las piedras de gran
dureza como las empleadas en el
antiguo Egipto, marcaron la idea

Materia o materiales de la nobleza del material.


Quisiera, aún sin poder desligarlos de
la forma, centrar ahora el discurso en la
materia y los materiales. Estas acepciones
me sirven para distinguir dos matices que
se introducen en ocasiones de modo
intercambiable, pero que en otras mani¬
fiestan características jerárquicas que nos
sirven para profundizar en estos concep¬
tos. La división materia-materiales otorga
al término materia un carácter más
universal, no sólo cuando lo empleamos
(lo vimos anteriormente) como conteni¬
do, sino cuando es resumen de todas las
posibilidades físicas y de concreción que
conocemos.
En cambio, al hablar de materiales
incorporamos el concepto de utilidad,
tendemos a su instrumentalización,
pudiendo distinguir dos niveles, el de la
materialidad de la pieza escultórica y el
de los instrumentos, herramientas o pro¬
cedimientos técnicos que se emplean
para dominar y concretar la forma. Es
decir, distinguir entre el material como
elemento primario, para la conformación
de cualquier obra, y los materiales o
elementos secundarios, del orden de los
instrumentos, herramientas y diferentes
recursos para la creación.
Los materiales para la forma escultó¬
rica pueden ser actualmente todos. Cabe
incluir los que, como veremos a conti¬
nuación, han sido tradicionalmente
aceptados como escultóricos (más redu¬
cidos aún por las connotaciones de 89. Christo, La clóture en fuite,
24
«definitivo») , más todos aquellos mate¬ Tanto es así, que puede decirse que, 1972-1976.
riales incorporados desde las áreas indus¬ para gran parte del arte actual, el material Materiales incorporados desde las
triales por las primeras vanguardias y es el mundo en sí, y la experiencia que el áreas industriales a los
aquellos denominados experimentales en hombre desarrolla en él (fig. 90). proyectos artísticos escultóricos
al arte actual, términos en los que se t La historia de la escultura es el resul¬ han ampliado el repertorio,
engloba cualquier materia en que se pue¬ tado de la interacción de sus antecesores englobando cualquier materia que
da pensar (figs. 88 y 89). con la materia. El artista se ha ido ha- se pueda pensar.

53
FORMA Y MATERIA

ciendo consciente de que también son


materiales las sensaciones, los sentimien¬
tos, las percepciones y experiencias
humanas en general.
Desde que el material saltó a la pa¬
lestra, revindicando su papel, cobraron,
por y con ello, especial relevancia las
connotaciones simbólicas y los lenguajes
propios del material, añadiendo a su
aspecto físico, color, textura, resistencia,
conductibilidad, etc., también las conno¬
taciones sociológicas (material pobre),
vitales (material perecedero, cotidiano, o
reciclado), las psicológicas (materiales
agresivos), religiosas (materiales de culto),
etc., valores que aporta el material, pero
que a su vez le trasciende a un mundo de
referencias, significaciones y simbolismos
que va más allá de los datos puramente
sensibles.
Mediante el empleo de estos materia¬
les, cargados en sí de significación, el artista
actual incorpora lenguajes umversalmente
aceptados a los códigos y símbolos artísti¬
cos faltos de ese carácter (fig. 91).
No son tan claros, principalmente
debido a su complejidad, al aunar nume¬
rosas intenciones en imágenes únicas y al
90. Toni Vidal, S/T, 2004.
El material pasa a ser todo
aquello que nos rodea, y las
formas escultóricas tienen más
que ver con nuestra experiencia
acerca de ello que con creaciones
independientes y aisladas.

91. Ernesto Neto, Puff Puff, 1996.


Materiales cargados en sí de
significación.

54
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible...

92. Pepe Yagües, Tú eres grande


pequeña, 2004, Madrid.
El empleo de objetos cargados
de significación diferente de
la meramente estética aumenta la
ambigüedad y complejidad de las
intenciones artísticas.

no utilizar los elementos mínimos


preestablecidos que conformen un len¬
guaje común, incorporando elementos
subjetivos con ambigüedades y claves
excesivamente personales, no empleando
precisamente la ley de la simplicidad de la
que anteriormente hablamos (fig. 92).

La materia escultórica
No es éste el lugar convenido para
desarrollar el punto de vista práctico
sobre los materiales, los aspectos técnicos
o resolutivos. Aquí indagaremos, desde
la experiencia del encuentro con el
material para la escultura, sobre los
conceptos que consciente o inconscien¬
temente manejamos. Para empezar, el
concepto de materia, que la experiencia 93. Charles Simonds, Age (Edad),
a lo largo de los siglos ha forjado en el sencillo que se encontraba referenciado 1983.
hombre, hace que éste la perciba como por unas claras coordenadas espacio-
algo sólido, inerte, pesado, resistente y temporales y unas claras jerarquías de
duradero frente a la evanescencia de las valor donde enmarcar sus decisiones
ideas. Las cualidades matéricas sobre (fig. 93). Este concepto choca actual¬
las que se sustentaba la escultura y que mente con los conocimientos de la física
25
de algún modo la definían eran: el volu¬ y de la ciencia en general , y las discu¬
men, la calidad táctil y la masa peso, siones que estos conocimientos generan
derivadas de un mundo a su vez sólido y en la filosofía.

55
FORMA Y MATERIA

El hombre trabajó durante milenios


con los mismos materiales, por cierto
escasos, y esa extensa y duradera relación
con el material le ha permitido construir¬
se un sentido de la realidad concreto en el
que la materia supone un sustrato estable
sobre el que edificar. Todo esto se está
desmoronando, y nuestra experiencia ya
no nos avala la solidez de nuestra percep¬
ción, resultándonos desconcertante la
falta de sincronía entre la apariencia y
la realidad. Podemos afirmar con cierta
seguridad lo que las cosas nos parecen,
pero casi nunca lo que son. Parece que el
peso y el espesor que atribuimos a los ma¬
teriales no está en ellos mismos sino en
26
nuestra mente (fig. 94).
Esto ocasiona en la escultura una
94. Sonia Cabello, Paxti, 2004. reacción algo paralizante, al perder interés
Actualmente, los materiales nos la materialidad y acrecentarse el número
desconciertan por su falta de de imágenes y objetos, artísticos o no, que
sincronía entre la apariencia y la nos rodean, provocando no el efecto
realidad (el porexpán, recubierto multiplicador que la amplitud y variedad 95. Cabeza funeraria, Jericó, 4500 a.C.
de escayola, da a la pieza enorme podrían desencadenar, sino un gusto por Entre los primeros materiales utilizados por
27
ligereza). el vacío y el silencio formal. el hombre figuran el hueso, la arcilla y las
conchas.

Materia física Los materiales considerados tradicio¬


Antes de adentrarnos en estas tendencias nales se encuentran plenamente asociados
desmaterializadoras (que se desarrollarán a la definición de que la escultura no es
en otro capítulo) vamos a intentar recorrer sino «creación de objeto consistente que
algo la trayectoria material y objetual de la acentúe las sensaciones de vitalidad, de
escultura, agrupándola en dos grandes vigor, de movimiento, de majestad o
Trayectoria material y objetual apartados: materiales tradicionales y mate¬ de perennidad, o, por el contrario, que
de la escultura riales alternativos (véase cuadro 1). paradójicamente exprese la ligereza, la
28
Por lo que nos enseña la historia, los delicadeza y casi la ingravidez» , asociada
Materiales Piedra
tradicionales primeros materiales utilizados por el hom¬ a valores no tanto de interés de la forma
Madera
bre fueron la madera, la piedra, el cuerno, en sí como de nobleza del material. De
Metal: Bronce (fundición) el hueso y la piel. La revolución neolítica ahí parten las exigencias en numerosos
Hierro (soldadura) 29
introdujo transformaciones radicales y concursos del material «definitivo» , tér¬
Materiales Materiales de reciclaje: enriquecimiento del número de materiales, mino engañoso en la actualidad, pues
alternativos encontrados, fragmentos incorporándose la arcilla, la lana, las fibras existen materiales mucho más definitivos
azarosos.
vegetales y, ya en época más reciente, los que la piedra, la madera o el metal que
Materiales industriales, en para estos modos de entender la escultura
primeros metales (fig. 95).
los que interviene obvia¬ 30
Casi durante 8000 o 9000 años, has¬ no guardarían la suficiente nobleza .
mente la m a n i p u l a c i ó n .
ta la revolución industrial, esta situación y Como iremos viendo, los materiales, y
Materiales naturales en
estabilidad se ha mantenido, lo que ratifi¬ con ellos los términos de nobleza, auten¬
oposición a fabricados.
ca esa asunción social del carácter mate¬ ticidad, naturalidad y singularidad, han
Cuadro 1. rial del que hablábamos antes. sufrido una espectacular revolución.

56
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..

97. E. Barrías, La Nature se dévoi-


lant á la Science, 1899, mármol,
ónix, malaquita, lapislázuli y
granito.
Algunas obras intentan subrayar
la fuerza que de por sí impone
el material, destacando sus
contrastes.

96. Mateo Hernández, Bañista, 1925, granito


coral de Finlandia.

Esta división genérica de los materia¬


les, por tradicionales y experimentales, no
pasa de ser un primer acercamiento al
tema, en orden a una posible organiza¬
ción que nos permita situarnos dentro de se comporta el material en el tiempo, es el
la importancia que el término materia y que nos estructura el sentido de «realidad
materiales tienen en el ámbito de la escul¬ material». Tradicionalmente, han sido la
tura. Pero es manifiesto que las cosas no madera, por sus connotaciones cálidas,
son tan claras, debido a la revolución que la piedra, por el sentido de perpetuidad y
mencionábamos de estos últimos años, nobleza en su comportamiento, el barro,
que ha alcanzado a todo material, inclui¬ y el metal fundido (bronce), por su adap¬
dos los tradicionales. Debido a las posibi¬ tabilidad a moldes previos y registro de las
lidades de manufacturas y nuevas formas, los materiales utilizados a lo largo
técnicas (ciencia de los materiales), las de toda la historia del ser humano, hasta
materias tradicionales han pasado a en¬ la revolución industrial (fig. 96).
grosar la lista de los «nuevos materiales», La escultura (y las artes en general)
al poseer nuevas prestaciones y finalmente anhelaban eternidad, deseo de perpetui¬
un carácter nuevo en su naturaleza. dad, y estos materiales poseen todas las
En nuestro concepto de los materia¬ características de un buen envejecimien¬
les tradicionales, con toda una serie de to, adquiriendo casi «solera» con el paso
imágenes como la calidad táctil, el peso, de los años. Muchos artistas los utiliza¬
la temperatura, etc., todas ellas de orden ron a lo largo de los siglos casi exclusiva¬
físico, asociábamos la historia cultural de mente como soporte de sus formas, «tras¬
cuantos monumentos y esculturas recogía ladando» a diferentes materias la misma
nuestra memoria. Toda esta «carga cultu¬ forma e intentando que ésta (materia)
31
ral», ese sedimento experimental de cómo fuera lo más neutra posible (fig. 97).

57
FORMA Y MATERIA

98. Francisco López Hernández,


Maribel, 1972, madera de abedul
policromada.
En ocasiones, los artistas
neutralizan el poder distorsionante
del material que con sus nudos o
vetas, en el caso de la madera,
distrae la determinación o la
trayectoria de las superficies.

Esta concepción de la materia ha sido


principalmente desarrollada por las
corrientes realistas, como bien ejemplifi¬
ca el escultor Francisco López Hernán¬
dez, ya que aminora la independencia y
fuerza que la materia impone por sí sola
(fig. 98). Otras creaciones, por el contra¬ 99. Nicola Hicks, Me, 1994.

rio, buscan destacar ese valor matérico, Sus trabajos destacan las calidades del

jugando con el engarzamiento de mate¬ material y el desarrollo del proceso efectuado,

riales (véase la escultura de E. Barrías La poniendo de manifiesto su modo de ejecución

Nature se dévoilant a la Science, que se en¬ y el aprovechamiento de los recursos que le

cuentra en el museo de Orsay, engarza ofrece la materia empleada.

mármol, ónix, malaquita, lapislázuli y


granito) o destacando las características aparece de forma distinta) un significado,
propias del material propuesto (como las pues nuestra experiencia nos dice que
obras talladas en madera de Francisco nada se repite, lo que nos hace imposible
Leiro, o las texturadas materias en esca¬ establecer asociación con un mismo
yola de Nicola Hicks) (fig. 99). contenido.
32
Sea de la manera que fuere, es la Ezio Manzini sitúa el inicio de esta
repetición de la experiencia la que otorga revolución concretamente con la intro¬
33
profundidad y consistencia a un material ducción de los materiales poliméricos ,
concreto. Pero las nuevas materias incor¬ que consiguen ampliar el término de
poradas, por la industrialización primero «nuevos materiales» a todo el sistema
y por la tecno-ciencia después, llevan de materiales y no sólo a los de reciente
como característica constitutiva la veloci¬ incorporación al lenguaje de la escultura.
dad y el cambio. Todo nos aparece como Este autor analiza, como elemento
provisional, y nos cuesta trabajo el lograr clave de esta revolución material, el tema
establecer un campo semántico cuando de la complejidad, observando cómo
no poseemos el tiempo suficiente para el artista pasa de sufrir las condiciones del
otorgarle a un material (que cada vez nos material a ser casi dueño de todas sus po-

58
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..

sibilidades, creándolas en función de sus


intereses. A lo largo de toda la historia del
arte, el artista tuvo que someterse a las
dificultades que la materia le proporcio¬
naba, léase vetas, nudos o cualquier falta
de homogeneidad, hasta lograr lo que él
denomina primero «fase de la compleji¬
dad soportada», y la posterior «fase de
complejidad normalizada», que propor¬
cionaron la industria y su tratamiento del
material, aumentando la artificialidad. La
fase actual, nos afirma, es un salto cualita¬
tivo más, a la que denomina fase de «la
complejidad gestionada». En ella se busca
la complejidad con el fin de obtener pres¬
taciones más altas, basándose cada vez en
una manipulación más profunda de la
materia, posibilidad que nos proporciona
la tecno-ciencia. La transformación llega a
ser tan radical que el material ya no apare¬
ce como aquello con lo que fabricar algo,
sino más bien aquello que fabrica algo (lo
demuestran los modernos sensores, trans¬
misores o iluminadores).

De la idea g e n e r a d o r a a la
materia creadora
Así, hoy en día, la realidad del material
pasa de ser un elemento dado anterior¬
mente al proyecto y que condiciona nues¬
tra actuación, a resultar ser el objeto mis¬ 100. Jaume Piensa, S/T, 2005,

mo de la creación, buscando, a través de las vividos como inabarcables por el enorme hierro pintado.

aplicaciones y prestaciones del material, el despliegue de conocimientos, especializa- Los proyectos rastrean entre apli-

desarrollo de los proyectos y la sugerencia o dones y referentes culturales. Todo ello caciones materiales específicas

motivación creadora (fig. 100). nos conduce al efecto contrario al preten¬ que los convierten, en ocasiones,

La apertura material llega a ser tal dido: parálisis y ansiedad, en lugar de li¬ en el objeto de la creación.

que en este momento nos aparece como bertad y creación.


más libre y evolucionada que las propias Los lenguajes resultan exagerada¬
ideas. La antigua resistencia del material a mente especializados, debido a su amplí¬
la adecuación y expresión de los concep¬ sima diversidad y a las enormes posibili¬
tos se encuentra tan ampliamente supera¬ dades de desarrollo que la tecnociencia
da que nos aboca a una situación enor¬ ha proporcionado. Todo esto nos sitúa
memente contradictoria: por un lado, ante una práctica inaccesibilidad para el
surge un sentido de libertad creadora que común de los mortales y nos plantea
es resultado de la pérdida del vínculo con el problema de la relación entre los dis¬
la materia y, por otro, una desorientación tintos lenguajes, creándose una suerte de
dispersadora y frustrante que es conse¬ torre de Babel en la que resulta difícil
cuencia de la multiplicidad de lenguajes, establecer comunicación. Los materiales,

59
FORMA Y MATERIA

103. Marisa Vico, Flamenco, 2003.

por no resultar reconocibles, nos parecen


muchas veces menos sugerentes.
La materia cambia su definición y
abarca a un sistema de lenguaje, conoci¬
miento y tecnologías desde las que crear.
A partir de aquí, la materia se torna más
fluida al modificar el concepto mera¬
S4
mente físico. Pero esta «fluidificación»
de la materia, lejos de convertirla, como
era de suponer, en amoldable, la traslada
a un terreno, como dijimos, excesiva¬
mente ambiguo y bastante desconcertan¬
te (fig. 101).
El relativismo que supone compro¬
bar cómo la materialidad de lo que nos
rodea no es más que una organización
particular de nuestro punto de vista,
genera debilidad ante cualquier afirma¬
ción y arrastra también, inevitablemente,
desilusión respecto a nuestro proyecto

102. Halcón, Edad Tardía, XXVI dinastía o


posterior, c. 600 a.C, basalto, Museo Egipcio
de El Cairo.
La materia escultórica vino tradicionalmente re¬
presentándose por su dureza y espesor.

60
H a c i a u n a d e f i n i c i ó n de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e .

artístico que, en principio, suele tener 104. Ron Mueck, Pinochio, 1996,
ambición universal y plenipotenciaria. resina de poliéster, fibra de vidrio
Como venimos viendo, la materia se y pelo humano.
representó a través de su peso, espesor y Son absolutamente necesarias
dureza (fig. 102). Pero al sufrir esta espec¬ para la obtención de estas obras
tacular metamorfosis, perdiendo en gran la máxima adecuación entre
parte aquello que la representaba, actual¬ material, proceso y máquina.
mente emerge liberada y abarcando en sí
misma características opuestas a las de
ayer, asumiendo las propiedades más
contradictorias. Por todos estos cambios,
la materia parece estar avanzando más
aprisa que el espíritu, aunque se ha queri-
do limitar la importancia de esta inver¬
sión, quizá debido a la resistencia de
nuestras costumbres y de nuestras estruc¬
turas de producción, con sus correspon¬
dientes intereses y mercados.
Por todos los progresos tecnológicos
que han desarrollado los materiales sin¬
téticos, el material se ha ido poco a poco
adelgazando «espiritualizándose», para
convertirse en prestación, materia en pre igual a sí misma, ofreciéndonos un
35
servicio, función (fig. 103). Han logra- material híbrido pero con prestaciones
do que la función pueda ajustarse mejor superiores a las de sus elementos consti¬
con la forma fluidificada. La verdadera tuyentes. La técnica es cada vez más ca¬
forma ya no es la física, sino el nuevo paz de controlar las propiedades de los
sistema relacional o lenguaje en el que se elementos, y lo que ayer se fabricaba y
introduce. elaboraba hoy es creado a nivel estructu¬
ral. Esa definición que otorgaba al arte la
capacidad de sorprender con lo que
3
Nuevo trato con la materia: siempre habíamos sabido ' salta de la
la virtualidad forma a la materia, al otorgarse, por com¬
La física tradicional, así como las filoso¬ binatoria ilimitada, esa capacidad de
fías griegas que conformaron nuestra novedad y sorpresa que hasta ahora sólo
mentalidad, nos acostumbraron en exce¬ concedíamos a la forma.
so a separar significado y significante, por El material, por así decirlo, se «inte-
3
eso los cambios operados en ambos tér¬ lectualiza» '. Los nuevos materiales hacen
minos nos presentan especial dificultad posible unas operaciones mentales y unas
de comprensión. Como vimos, para ellos percepciones que crean el arte nuevo de
la idea poseía una existencia invariable las imágenes. En el catálogo de la exposi¬
fuera o por encima de lo que la materiali¬ ción «Information», K. L. McShine escri-
zaba. Pero los avances actuales en el cam¬ bió: «A muchos jóvenes artistas [...]
po de la tecno-ciencia nos hacen ver la empapados con la movilidad y el cambio
precariedad de esta concepción, impo¬ típicos de su era, les interesa más el inter¬
niéndonos una total simbiosis productiva cambio rápido de ideas que el embalsa¬
38
entre el material, el proceso, la herramien¬ mamiento de la idea en un objeto» .
ta o la máquina (fig. 104). Nos rompe el ' La idea, antes, descendía sobre la
concepto de la materia constante y siem- materia, que la hacía concreta o la repre-

61
FORMA Y MATERIA

105. Gabriel Orozco, Mis manos


son mi corazón, 1991. sentaba. Se requería un «abajamiento»,
por así decirlo, indispensable y algo
degradante. Hoy son los materiales los
que demandan estructuras formales de
mayor coherencia y vitalidad. Es la mate¬
ria la que propone a la idea y no al con¬
trario. Con esta nueva situación hemos
alcanzado la pura simbiosis del contenido
y del continente.
En lo que a la escultura se refiere po¬
demos considerarla siempre como algo
pensable-posible", es decir, proyecto con¬
dicionado a su realización matérica. Pero
como las nuevas tecnologías nos están
haciendo comprender, ya el condiciona¬
miento es casi de orden inverso. Al ser la
materia prácticamente pura información,
queda transmutada a virtualidad y por
tanto relativizada. La nueva realidad
virtual, actualmente, nos crea ambientes
simulados donde todas las características
del mundo real aparecen, excepto una y
fundamental: la presencia física, la reali¬
dad material, palpable (fig. 105).

106. Christo, maqueta de Surrounded Islands.


De la f o r m a y la m a t e r i a La mayor parte del trabajo de este autor se
al p r o c e s o y la a c c i ó n centra en el desarrollo del proyecto mediante
El hombre, a lo largo de su historia, dibujos y otros soportes gráficos, así como la
desarrolló abstracciones y elucubraciones posterior venta de las imágenes obtenidas de
que le permitieron soñar mundos desco- la obra puntual y efímera.

62
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible.

nocidos y por explorar, a los que poco a nuestro proceso de identificación formal
poco fue dando realidad. Actualmente, y todas aquellas asociaciones que estable¬
los inventos técnicos han trasladado ese cemos a partir de ahí.
orden de los conceptos a los órganos La materia siempre fue la toma de
sensoriales, gracias a aparatos que nos tierra que posibilitó al hombre actuar
aumentan infinitamente la visión, de un modo concreto, obligándole a
creando para la humanidad una capaci¬ atender el hecho accidental, pero el
dad nueva y desconocida de ver más allá, nuevo punto de vista o, mejor dicho, la
y más dentro de lo que nunca imaginó, diversidad de puntos de vista que las má¬
introduciendo al hombre en una expe¬ quinas le han posibilitado, le otorgan un
riencia nueva. Esta nueva capacidad ha nuevo modo funcional de considerar al
señalado otra consideración fundamental material. La visión salta de lo concreto a
que se pasaba por alto: el punto de vista. lo global, observando más lo general y
Ahora todo se relativiza al descubrirse que constante que lo particular, cuestión ésta
las cosas ya no son tanto en sí, como en que lleva a desarrollar sobre ella aspectos
relación a. Esto ha provocado consecuen¬ más aplicados, dirigidos a proyectos de
cias importantes en la concepción de la relación más amplia.
escultura, perdiendo primacía el objeto Los materiales, por tanto, nos apare¬
creado y potenciándose los procesos y ex¬ cen cada vez menos definidos y más com¬
periencias de su desarrollo. Ahora mismo plejos. No pudiendo casi definirlos por
no importa tanto el qué, cuanto el cómo. lo que son, tenemos que optar por aque¬ 107. Do - Ho Sun, N Y 10011
Consecuencia de ello es la situación que llo que hacen, reconociéndolos por su (pasillo), 2001, nylon translúcido.
tenemos en la que se acrecienta y desarro¬ funcionalidad y prestaciones. Funciones El juego con la disonancia entre
40
lla la importancia procesual (fig. 106). cada vez más complejas que se integran materia y función es una de las
De hecho, en numerosas ocasiones se constantes del arte actual.
conciben más las esculturas para ser reco¬
gidas por fotografía o medios de imagen
que como piezas escultóricas en sí. Las
posibilidades de actuar sobre estructuras
mínimas, o inconcebiblemente rápidas o
de escalas inconmensurables, nos han
descolocado y ampliado en gran medida
nuestros esquemas formales y matéricos.
Nos encontramos por todo esto ante una
crisis, no tanto de la forma en general,
cuanto de la forma física en particular.
41
Los límites se han roto y abierto, lo que
nos sitúa frente a la multiplicidad de ca¬
minos. Con este mundo de funciones y
relaciones, las formas más que desarrollar¬
42
se en el espacio fluyen en el tiempo .
Parece ser que es este registro del
tiempo el que acuña, por otro lado, nues¬
tros conceptos de forma artificial y forma
natural. Como analiza con acierto Ezio
43
Manzini , nos resultan artificiales aque¬
llas formas cuyas reglas de organización
internas evolucionan con más rapidez, en
ocasiones tanto que se pone en peligro
FORMA Y MATERIA

unas en otras, creando una tupida red re- asimilados por el inconsciente colectivo
lacional de muy complicada explicación. de cada cultura, multitud de esquemas y
Los últimos materiales integran en sí ' símbolos de las diferentes cualidades de
mismos información, sensores o sistemas la materia que se trasmiten como un len¬
luminosos. Los materiales pasan a superar guaje común no explícito que mantene¬
una posible relación simbiótica que llega mos, por mucho que la experiencia ac¬
incluso a la fusión de cualidades, por lo tual nos lo contradiga constantemente.
que logran crear una modificación estruc¬ De la misma manera que seguimos for¬
tural (fig. 10'). De esta manera coexisten mulando cómo el Sol sale y se pone,
en la actualidad materiales manipulados también con el material hablamos de lo
exteriormente, sin intervención en sus que parece como si fuera, conscientes de
cualidades, y otros a los que la profunda que seguramente ya nada es lo que pare¬
manipulación llega a alterar estas cualida¬ ce. Ante el enorme repertorio de materia-
des, pero en todos los casos siguen funda¬ 44
les diversos y sin nombre que los defina,
mentándose en las leyes naturales. vamos renunciando inconscientemente a
Como afirma Ezio Manzini, la saber lo que los materiales son, dejándolo
expansión físico-química del siglo XTX para los especialistas en el terreno de la fí¬
abrió paso a un desarrollo en el análisis de sico-química y centrándonos únicamente
la materia que la situó en lo que, como en lo que parecen y en las funciones que
45
dijimos, llama la fase de complejidad nos prestan , más acusadamente en el te¬
«controlada». De esta manera vamos rreno de la expresión, que es lo que prin¬
poco a poco alejándonos de la base natu¬ cipalmente nos mueve. La apariencia se
ral y de los esquemas que durante siglos convierte, de pronto, en la única realidad
introyectamos de lo que era la naturaleza a la que podemos referirnos, llegando a
y la materia, arrastrando con ello, sin lu¬ acarrear una profunda crisis en torno a la
gar a dudas, el concepto de escultura. Del autenticidad de la imagen material, no
carácter constructivo más o menos lineal sólo por el simulado de las materias, sino
del ensayo-error de todo el arte tradicio¬ por la posibilidad sincera que entrañan de
nal hasta principios de los cincuenta, se ofertar más de una cara o posibilidad
46
ha evolucionado hacia las asociaciones de ser (fig. 108).
continuas y las estructuraciones de imáge¬ La escultura, actualmente, recoge el
nes interactivas, y esto debido principal¬ gusto por la transformación derivado del
mente a todos los procedimientos infor¬ campo de la imagen electrónica, y así
máticos. La multiplicidad de datos sobre presta una atención inusual a los procedi¬
los que trabajar otorga al concepto escul¬ mientos, identificándolos cada vez más
tórico un nuevo carácter de provisionali- con la propia actividad. Sabemos que
dad y revisión, más adecuado a ese pensa¬ toda obra es resultado de la actualización
miento complejo del que hablábamos, (por tanto provisionalidad) de una infini¬
que necesita de la constante reestructura¬ dad de elecciones entre un repertorio de
ción de imágenes y de conceptos seleccio¬ alternativas que, incluso eliminadas en la
nados por la memoria. representación final, actúan y perturban
la obra ofrecida por definitiva. Toda una
pluralidad de opciones tuvieron que
¿Pero sigue siendo real sacrificarse al servicio de la unicidad de la
la realidad? forma. Esta renuncia a la multiplicidad,
Por eso no podemos, al tratar estos aspec¬ que la escultura tradicional objetual
tos, desligarlos del carácter cultural que desarrollaba y asumía, es subsanada por
llevan implícito. Qué duda cabe de que en el trabajo realizado en gran parte de la
la apreciación matérica se encuentran, escultura posmoderna, mediante la expo-
H a c i a una definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e . .

108. Marta Pan, Floating s c u l p t u r e ,

sición y muestra del proceso. En ocasio¬ Lo que sí creo va a resultar conve¬ 1986.

nes, sólo del proceso, sin conclusión, niente, al menos como procedimiento La apariencia es la única realidad

subrayando con ello que una gran obra operativo, es posicionarnos y, desde ese a la que referirnos.

nunca está acabada. Con ello, la incerti- lugar elegido (el que sea), caminar. Por¬
dumbre y la indeterminación pasan a ser que la experiencia me dice que tan am¬
cualidades estructurales de la escultura, plias posibilidades y tan infinitas deman¬
pretendiendo que la parodia, la aporía, la das no dejan de encontrarse referidas a
contradicción, consigan el ensancha¬ ese fenómeno concreto que somos cada
miento de la función significante del cual, y desde ahí, el infinito que barajo
arte, d e m a n d a n d o por parte del especta¬ como proyecto se siente caduco, y com¬
dor una nueva lectura que les convierta prende en sus propias carnes, «encarnan¬
en co-creadores, dentro plenamente de la do», la carencia, la escisión, la herida que
corriente interactiva que propician las lo configura.
nuevas tecnologías. La escultura representa de m o d o
Pero éste no sería ahora nuestro único esta contradicción entre el deseo y
tema, sino más bien intentar concluir, 4'
su satisfacción nunca p o s i b l e , pero an¬
cosa imposible, pues creemos, por todo helo planificado y desarrollado quizá en
lo dicho, que nos situamos ante la ruptu¬ esa constante lucha por el todavía m á s . 48

ra de fronteras y tal ¡limitación de los En este m o m e n t o , debido a la velo¬


horizontes nos aconseja no sacar dema¬ cidad de todos estos cambios, nos falla la
siadas y excluyentes conclusiones. confianza, y esto deriva en una cierta de-

65
FORMA Y MATERIA

solación. La transformación es tan radi¬ sición que ayude a superar la infelicidad


cal y profunda que nos parece haber per¬ ocasionada por la ausencia.
dido pie en nuestro tradicional y seguro
m u n d o histórico. Puede ser que nuestro
temor por su desmoronamiento sea Desmaterialización de
infundado y lo único que esté desmoro¬ la forma
nándose sea nuestro concepto del m i s m o , La pérdida de la materialidad física genera
pero cuando las descubiertas ondas elec¬ un tipo de desequilibrio en las dimensio¬
tromagnéticas lograron separar el mensa¬ nes reales, similar al producido en patolo¬
je del mensajero, posibilitando nuestra gías como el autismo y la esquizofrenia. Es
presencia en tiempo real, fuera de nues¬ así como lo ve Paul Virilio: «[...] creo que,
tro ser físico, borraron también nuestros a causa de las tecnologías, estamos per¬
límites espacio-temporales y nos mostra¬ diendo el propio cuerpo en beneficio del
ron cómo nuestra corporeidad dejó de cuerpo espectral y el propio m u n d o en
ser condición indispensable. Por eso beneficio de un m u n d o virtual [... ]
afirma Peter Weibei 45
que en esta cultura estas pérdidas deberán ser recompensadas,
electrónica, con la tecnología digital, el porque llegará a ser insoportable para
ser h u m a n o se ha relativizado a sí m i s m o todos [... ] Reencontrar el tacto, el placer
como la m e d i d a de todas las cosas, lo que de la marcha, son signos de otra divergen¬
ha supuesto relativizar también la medi¬ cia, de una vuelta a la física, a la materia;
da de las cosas m i s m a s . Del protagonis¬ los signos de una rematerialización del
50
mo que la cultura griega nos había otor¬ cuerpo y del m u n d o » .
g a d o , situándonos como ombligo del Este concepto de escultura en el que
universo, y considerándonos el referente me centré para dasarrollar los aspectos
de todas las cosas, esta era electromagné¬ de forma y materia en la misma, reivindi¬
tica y de los materiales de síntesis nos ca la materia como punto de partida de la
arroja a una escala relativa, en la que el presencia, como seña de identidad for¬
hombre no resulta ser ni patrón, ni mal. Busca abarcar la materia con el tacto,
medida, más que del pequeño universo implicar la mano en la creación, como
que cada cual tenga como construcción. símbolo de la cercanía a los lenguajes del
En medio de este desasimiento, la sentimiento y de la intuición que suelen
creación formal, el arte en general, podría escapar al más conceptual sentido de la
ser lo que Peter Weibel denomina una vista, ámbito dentro del que desarrollaré
técnica de resarcimiento, en el sentido de el sugerente e inquietante camino de la
tener la función de ser un objeto de tran- desmaterialización en la escultura.

66
3

T I E M P O

París M latía Martín

El fantasma de piedra

Desde mediados del siglo XIX, la escultu¬ lo divino. La obra escultórica nacía con
ra se vio enfrentada a un cuestionamien- deseo de perennidad, y en ella los dioses
to progresivo de sus motivaciones, y del encontraban la mejor concreción en este
papel que como icono y símbolo le tocó mundo, su «materia definitiva».
desempeñar; sobre todo en lo referido a «Aun siendo el más despreocupado
la escultura conmemorativa, que a la de los hombres, el más desgraciado o el
postre era la expresión escultórica más más vil, mendigo o banquero, el fantasma
importante del periodo dentro de nues¬ de piedra se apodera de usted durante
tro ámbito occidental. La crítica llegó a
su punto culminante cuando, ya iniciado
el siglo XX, el pensamiento vanguardista
invade Europa (fig. 109).
Las voces que se alzaban de este
modo eran capaces de socavar los cimien-
ros del monumento tradicional. Argüían
para ello los débitos de la escultura hacia
aspectos ideológicos que contradecían el
discurso progresista en el que otras disci¬
plinas artísticas encontraban acomodo
con facilidad (la pintura, por ejemplo).
Estas, si bien contaban con un poso his¬
tórico similar, por su propia naturaleza
tenían una mayor capacidad de adapta¬
ción y renovación ante los acontecimien¬
tos emergentes. Se avecinaban cambios,
transformaciones, para los que la grave¬
dad del mármol y el bronce parecían ser,
literalmente, lastres no asumibles en un
tiempo más ligero, más veloz.

No en vano la escultura aún respon¬ 109. Frédéric-Auguste Bartholdi,


día al ideal clásico de intemporalidad, La Libertad iluminando al mundo,
rasgo que la vinculaba directamente con Nueva York, 1886.

67
TIEMPO

unos minutos, y le ordena, en nombre del los 60 minutos de espera en la consulta


pasado, pensar en las cosas que no son de de un dentista o los 60 minutos consumi¬
la tierra. , dos en un baño de agua tibia y relajante.
»Eso es el papel divino de la escultu¬ En uno y otro caso, muy posible¬
ra» (Baudelaire)'. mente, la apreciación subjetiva del tiem¬
Baudelaire, poeta representante del po es muy dispar. Pero cuando todo el
siglo XIX, lo era también de una especial entorno cambia (la percepción del espa¬
sensibilidad hacia los signos de un tiem¬ cio es indisociable de nuestra percepción
2
po cambiante. del tiempo) , no de manera puntual y
Pero, ¿es esto posible?, ¿el tiempo localizada, sino general y extensamente,
cambia, hay tiempos, como decíamos, esa valoración subjetiva puede implicar
más ligeros y veloces que otros, o se trata a toda una cultura que la legitima en
tan sólo del uso figurado del lenguaje? su seno.
La respuesta, desde el punto de vista Poco tiene que ver esto, se dirá, con
de la lógica newtoniana, es clara. En ella un proceso científico riguroso, pero
el tiempo es un valor absoluto no sujeto a podremos comprobar que no es una
variaciones circunstanciales, y una hora cuestión ajena, ni a nuestra cultura, ni al
tiene una duración idéntica, ya se trate de saber científico actual.

Concepto de tiempo

Es un concepto que expresa la sucesión y dad, que no nos planteamos siquiera


la duración de los acontecimientos. cuestionar su validez.
Hay dos características que asocia¬ Así, también otras culturas han
mos ineludiblemente al tiempo: la desarrollado, por su parte, convenciones
imposibilidad de aprehenderlo y su que permitiesen aminorar la extrañeza que
inherente irreversibilidad. Aún a pesar la realidad temporal conlleva. Su natura¬
de la invención de sistemas para hacerlo leza tan esquiva no impide sin embargo
mensurable, el tiempo se resiste a ser que, por su trascendencia para el hom¬
atrapado, acumulado, dosificado. Ade¬ bre, haya estado presente en todas las
más, al calificarlo de irreversible, surge la religiones y corrientes filosóficas desde
evidencia del carácter intuitivo de la sus orígenes míticos.
apreciación humana del tiempo, de su La misma cultura occidental ha vivi¬
supuesto discurrir ininterrumpido que do etapas con concepciones diferentes del
no admite cambio de dirección. De am¬ tiempo. La cultura clásica griega pudo es¬
bos factores nace una perplejidad, cuya tablecer, ya en su seno, modos dispares de
causa última reside en la incapacidad de dar sentido a la idea de tiempo, modos
los mecanismos de control, tan aprecia¬ que han llegado prácticamente hasta
dos en nuestra civilización, a la hora de nuestros días. Éste es el caso de la ideas
gestionar el tiempo. absoluta y relacionista de lo temporal.
Quizá por ello, a lo largo de los
siglos, conceptuar la dimensión temporal
ha sido una tarea siempre compleja, llena Tiempo absoluto
de matices y variaciones dependientes del y teoría relacionista
espacio cultural en que se llevaba a cabo. En la transformación, la metamorfosis y
La concepción que tenemos del espacio y el cambio es donde el tiempo se hace
el tiempo es tan asumida, tan básica para perceptible, de ahí que haya sido habitual
la comprensión de nuestra propia reali- una identificación entre esos fenómenos
Concepto de tiempo

y el tiempo mismo. Así, el movimiento


de los objetos, personas, cuerpos celestes,
ofrece una muestra de cambio en estado
puro, por lo que el propio movimiento y
su representación se ha identificado con
el tiempo y su imagen. De hecho, los ins¬
trumentos que utilizamos para su medi¬
ción son objetos cambiantes, móviles: los
3
relojes .
Pero, históricamente, a partir de esa
mudabilidad con que se nos presenta el
mundo exterior, no se ha llegado a con-
clusiones idénticas.
Cuando Platón identificaba el mo¬
vimiento con el tiempo, se refería al
tiempo de la vida individual, trasunto de
un tiempo eterno, inmutable, inmóvil
(«Presencia que no pasa»). Así, el tiempo
observable a través del movimiento tan
sólo era para él una imagen, un reflejo de
la eternidad (fig. 110).
En Aristóteles, el tiempo adquiría
un rasgo numerable: «El tiempo es el
número [la medida] del movimiento
según el antes y el después [lo anterior y
4
lo posterior]» . 110. Constantin Brancusi,
Esta inclusión del vínculo entre En ese vínculo se apoya la teoría rela- El principio del mundo, 7924,
pasado y futuro establece un mayor pro¬ cionista, que no piensa en el tiempo como bronce pulido.
tagonismo para la relación de los aconte¬ una realidad en sí misma sino como una El mundo de Brancusi es el de lo
cimientos según un orden estricto. relación, en la que el tiempo existe en su esencial, en su trabajo se
Sin embargo, ya se trate del movi¬ fluir, es flujo, tránsito, derivación del or¬ deshace de lo accesorio para
miento o de la medida del movimiento, den a que responden un acontecimiento encontrar el equilibrio entre la
ambas concepciones presuponen la exis¬ previo y otro posterior al acontecer pre¬ idea, la materia y la forma,
tencia misma del tiempo. Tendría que sente (figs. 111, 112, 113 y 114). la pureza clásica, el ideal eterno.
existir un tiempo (no sólo un espacio) Si en la eternidad, ese tiempo abso¬
donde discurra y fluya el movimiento. luto al que la teología ha dedicado tanto
Puesto que existen diferentes velocidades, esfuerzo de estudio, la presencia es simul¬
lo lento y lo rápido lo serían con respecto tánea, es decir, pasado, presente y futuro
a un tiempo fuera de medida, es decir, se funden en un tiempo y espacio inde¬
un tiempo más allá de los cambios, terminados e infinitos, para la concep¬
inmutable, absoluto. ción relacionista el tiempo se entiende
Pero al establecer esa secuenciación como un orden de existencia entre cosas
(lo anterior y lo posterior), Aristóteles dio que no son simultáneas. Tuvo que existir
cabida a una fórmula de «interpretación» un pasado cuyas consecuencias se viven
del tiempo en la que adquiría protagonis¬ en el presente, que a su vez condicionará
mo el vínculo, la trabazón entre un antes el futuro (fig. 115).
y un después, con una conflictiva o, Leibniz mantuvo una postura próxi¬
cuando menos, paradójica inserción en ma a estas ideas, lo cual suponía un cues-
un tiempo inmutable. tionamiento de las expuestas por New-

69
TIEMPO

111, 112, 113y114.Andy

Woldsworthy Midsummer ton (defensor, como d e c í a m o s , de un las preguntas de Leibniz no hace sino evi¬
Snowballs, 21-22 dejunio de tiempo absoluto). Su argumentación denciar nuestra incapacidad de analizar el
2000, nieve y ramas de haya. permitía el planteamiento de preguntas tiempo como una peculiaridad o propie¬
Una bola de nieve, un caluroso desconcertantes: ¿acaso el tiempo es algo dad paralela que, eventualmente (aunque
día de verano. distinto de las cosas que existen en el sea una eventualidad de miles o millones
Independientemente de su t i e m p o ? , ¿existirían las cosas sin el tiem¬ de años), afecta y se incorpora a nuestra
versión en diferido de fotos, p o , o el tiempo sin las cosas? realidad. No se puede concebir el espacio
vídeos, etc., nos encontraríamos El estado de constante transforma¬ o la materia sin la participación del tiem¬
frente a una obra vinculable al ción de la materia la convierte en una po como configurador de ese universo al
concepto relaciona!. cuestión secundaria frente a la propia que pertenecemos.
transformación. En último extremo, la Si en algún m o m e n t o de la reflexión
materia no es lo importante, lo impor¬ acerca del tiempo se planteó la posibilidad
tante es el acontecimiento, el suceso, y el de su estudio como una propiedad más de
acontecimiento en sí es tiempo percibi¬ la cosas, una característica similar al peso o
do. Por lo tanto, la respuesta negativa a a las dimensiones espaciales de un cuerpo,

70
Concepto de tiempo

115. Tira de Quino.

tal opción fue desechada; supondría que, hecho siempre de la escultura vehículo a Felipe se convierte en un agujero

en cada cuerpo o ser existente, habría un través del cual mostrar las diferentes ideas negro en el que se agolpan el

tiempo con unas cualidades particulares y, de lo temporal que el hombre ha sido ca¬ espacio y el tiempo.

por lo tanto, inabarcables e imposibles de paz de concebir. No sólo se trata de la re¬


determinar. Y, sin e m b a r g o , tal proyecto presentación del t i e m p o , sino de la con¬
adquiere hoy una nueva significación, cepción del m i s m o que contiene cada
merced a la aplicación de nuevas técnicas obra.
que nos tientan a definir, incluso, un
tiempo para la vida individual (fulano de
tal, de tal peso y talla y vida estimada Tiempo cíclico
de tantos años en función de su herencia y tiempo lineal
5
genética) . Siempre resulta una tentación Nuestra certeza de seres acotados espacial
para nuestra cultura llegar a someter y temporalmente hace que las preguntas
aquello que escapa persistentemente a su que p o d a m o s formularnos respecto a las
deseo de dominio. dimensiones cósmicas y espirituales" que¬
Sea como fuere, las teorías absolutis¬ den tamizadas por ese hecho. De este
tas y relacionistas del tiempo encontra¬ m o d o , la disociación en diferentes ámbi¬
ron sucesivas formulaciones generalmen¬ tos temporales resulta inevitable p u e s , sin
te híbridas, síntesis de una dialéctica aún ella, quedamos a merced de meros
viva (fig. 116). parámetros de una ciencia hecha a nues¬
Por su parte, la escultura, la más tra medida. En este sentido, el tiempo
concreta de las artes, la más objetual, se asume en su seno otras subsecciones o
ha convertido en un sensible receptor a subdimensiones temporales. Por ejem¬
través del cual el hombre se explica su plo, la necesidad de un tiempo religioso,
propia existencia temporal. También la que nos haga partícipes de una realidad
escultura es acontecimiento (en m u c h o s más allá de nuestros propios límites, ha
casos, si se quiere, acontecimiento ralen- sido una constante a lo largo de siglos. Si
tizado, a la medida del espacio-tiempo bien, antes, tiempo religioso y cósmico se
cultural en que se inserta) y, por lo tanto, fundían en u n o , hoy día las teorías cien¬
tiempo. Desde sus impulsos de eterni¬ tíficas asumen un papel preponderante
dad, por un lado, y su vínculo con lo en el imaginario colectivo, y, sin embar¬
corporal, con su fisicidad sujeta a altera¬ go, no son terminantemente excluyentes
ciones por otro, la historia de la escultura del resto de sistemas explicativos.
también lo es de la concepción del tiem¬ C o n t o d o , el problema del fin, de la 116. Nudo sin fin budista.
po por parte del hombre. finalidad es un tema que compete a todas Una de las «ocho cosas de la
6
El alma del escultor , susceptible a las posibles hipótesis sobre el tiempo (sin suerte» del budismo que

ese fenómeno que llamamos t i e m p o , ha olvidar el «Dios j u e g a a los dados», de representa la inmortalidad.

71
TIEMPO

en el que el fin de una etapa y el principio


de la siguiente se funden en una continua
sucesión de ciclos, y la concepción histó-
rico-lineal (a partir de san Agustín), en la
que cada acontecimiento es único, irrepe¬
tible, irreversible y que aboca supuesta¬
mente a un desenlace. Tales fueron las
adscripciones a las que Oriente y Occi¬
dente deben su particular visión del tiem¬
po (ya sea cósmico, religioso o humano),
y que en cada una de ellas modeló una
ruta y un sentir para los miembros de sus
respectivas civilizaciones.
«El eterno retorno es una idea pro¬
fundamente arraigada en la mentalidad
oriental. En el mito cosmológico hindú
queda clara la naturaleza cíclica de la
creación y destrucción del Universo.
Occidente adoptó los mitos sumerio y
judío de la creación lineal, que explican la
creación del Universo y el hombre como
un acto único de Dios. Oriente, en cam¬
bio, no separa creador de creación y pos¬
tula un ser que segrega de sí, y recoge, el
Universo, como una araña su tela. Actos
117. El dios Shiva Nataraja, de creación y recogimiento universal se
siglo xiv, bronce. Einstein). Su planteamiento introdujo repiten a intervalos periódicos de inmen¬
Dinamismo de la danza cósmica unas variables que han resultado persis- sa duración, que van marcando un ritmo
8
del dios. Shiva crea y despliega el tentes y válidas aún hoy en el mundo de cambio cíclico» (fig. 117).
Universo para luego, en un contemporáneo. La noción de límite La opción histórico-lineal sin duda
movimiento continuo, replegarlo como finalidad (la dirección única del contiene el concepto de progreso en su
de nuevo, y que así el ciclo vuelva tiempo, ¿hacia dónde conduce?) alimen¬ esencia, y por lo tanto también la existen¬
a comenzar. tó otra controversia a la hora de expresar cia de un objetivo a cumplir, el tiempo
el carácter de lo temporal, y que también concebido como una carrera, continua y
goza de una extensa tradición. sin repetición, hacia una meta.
Es la referida a la naturaleza cíclica o En la historia del arte, ambas inter¬
lineal del tiempo. Expresiones que dan pretaciones han tenido lugar y oportuni¬
una imagen e, incluso, un valor estético dad. Por un lado, la evolución natural de
de acusada diferencia entre las concepcio¬ los planteamientos estilísticos y progra¬
nes que cada una de ellas simboliza (no máticos de cada periodo artístico parecían
en vano, al imaginarnos el tiempo le da¬ repetirse, siguiendo un patrón reconoci¬
mos extensión, como si se tratara del es¬ ble (etapa primitiva, clasicismo, barroco,
pacio, una equiparación presente desde la manierismo), ajustándose al devenir cícli¬
niñez). co de una sucesión de etapas con caracte¬
El círculo y la línea (o mejor, la fle¬ rísticas semejantes en cada periodo, aun¬
cha) representan dos modos de imaginar que cada momento histórico mantenga
la existencia según su fin. La ley del eter¬ una singularidad irreductible'.
no retorno para el primero (válida para el La extrapolación de esta interpreta¬
mundo griego y el pensamiento oriental), ción del tiempo a la vida individual pre-

72
Concepto de tiempo

senta ciertas ventajas cuyo atractivo des¬


cansa en la posibilidad, constantemente
renovada, de superación (lo que no deja
de ser igualmente un camino de evolu¬
ción espiritual):
«¡Hombre! Toda tu vida es como un
reloj de arena, que sin cesar es vuelto
boca abajo y siempre vuelve a correr; un
minuto de t i e m p o , durante el cual todas
las condiciones que determinan tu exis¬
tencia vuelven a darse en la órbita del
tiempo. [...] Mi doctrina reza así: "Vive
de modo que desees volver a vivir; ¡tú vi¬
virás otra vez!" [...].
« ¡ I m p r i m a m o s el sello de la eterni¬
dad en nuestra vida! Este pensamiento
contiene más que todas las religiones que
desprecian la vida como pasajera y hacen
mirar hacia otra vida incierta» (Friedrich
10
Wilhelm N i e t z s c h e ) (fig. 118).
Estas ideas son plenamente actuales,
aun a pesar de su conversión en m á x i m a s
inocuas a través del lenguaje publicitario
o del m u n d o de la m o d a (el carpe diem
tan m a n i d o , o el atractivo vínculo entre
renovación y m o d a ) .
Por otro lado, el carácter progresivo
lineal en la acumulación de conocimien¬
tos no parecía ser ajeno a determinados
aspectos de la actividad artística. Uno
de ellos puede ser ejemplificado con lo
que Arthur C. D a n t o explica como una
«constante disminución de la distancia
11
entre representación y realidad» , es decir,
a lo largo de la historia del arte, y hasta
hace muy p o c o , la consecución de imáge¬ 118. Carátula de la película
nes cada vez más próximas al objeto re¬ de la historia, El fin de hombre, El fin A t r a p a d o s en el t i e m p o , del
presentado fue una búsqueda constante. del arte (como ya se ha m e n c i o n a d o , idea director Harold Ramis, Columbia,
Sólo con la aparición de nuevos medios utilizada por D a n t o y deudora de H e g e l ) . 1993.
(foto y cine), que hicieron inmediata esa Son, evidentemente, muestras de una El protagonista se ve obligado a
identificación entre representación y reali¬ concepción asimétrica del t i e m p o , conse¬ repetir una y otra vez un día de su
dad, la subjetividad adquirió valor predo¬ cuencia de su unidireccionalidad. Y, si vida hasta que «evoluciona».
minante. bien es lícito pensar en esos términos acer¬
No es de extrañar, por tanto, que, ca del hipotético fin del arte o la historia,
ante el cumplimiento de algunos de los igualmente cierto es que, ante la imposibi¬
que se habían considerado objetivos más lidad de recordar el futuro, la memoria
o menos explícitos de nuestra cultura, nos ofrece numerosos «momentos finales»
apareciesen epígrafes que resuenan con anunciados con fatalidad a lo largo de los
ecos aún persistentes de esta guisa: Elfin siglos. Ni que decir tiene que todos de-

73
TIEMPO

119, 120, 121 y 122. Cabezas a

través del tiempo (según un

criterio de progreso en la

capacidad de mimesis).

-[119] Chipriota:

2600-2100 a.C, terracota.

- [120] Etrusca:

cabeza de A t e n e a de O l i m p i a ,

490a.C, terracota.

-[121] Renacentista:

retablo de San Benito

(Valladolid), de Alonso

Berruguete (1488-1561),

madera policromada.

- [ 122] Contemporánea:

Murray, de Evan Penny,

1994-1996, resina epoxy pelo,

pigmento.

fraudaron las expectativas creadas. Tan La controversia acerca del fin, ya se


sólo hay un final, y es el del propio tiem¬ entienda como objetivo o meta, ya se tra¬
po. O, como dice el proverbio árabe, te de la finalización de un ciclo o de «El
«¿Cuándo será el fin del mundo? Final», es consustancial a nuestro modo
- El día que yo me muera». de pensar y sentir la existencia. En cual-

74
Concepto de tiempo

quier caso, la concepción del tiempo «Nada hay en la física conocida que
como una flecha indica una fe en el pro¬ corresponda al paso del t i e m p o ; en su mar¬
greso, justificada por el criterio que hace co conceptual, el tiempo no transcurre,
14
siempre del pasado un periodo más arcai¬ sino que simplemente es» (Paul D a v i e s ) .
co (lo que en arte es d u d o s o , a pesar de Pero no parece tan simple. El tiem¬
los argumentos de los que D a n t o se hace po filosófico atiende a las nociones de pa¬
eco) (figs. 119, 120, 121 y 122). sado y futuro que el t i e m p o científico
despacha como variables no ajustadas a
verificación. El tiempo científico sólo
Tiempo humano admite como real el presente, a pesar de
y t i e m p o científico que sus propias especulaciones permiten
H e m o s visto la dificultad que entraña el teorizar sobre clásicos argumentos de
propósito de definir el concepto de tiem¬ ficción: la posibilidad de «viajar en el
p o , y las discrepancias a que dicho inten¬ tiempo». Una ficción, por cierto, funda¬
to da lugar. Hoy día, nuestro «tiempo mental y recurrente en m u c h a s culturas y
cultural» vendría caracterizado por los épocas, porque incide en una dimensión,
encuentros y desencuentros que nos ofre¬ la t e m p o r a l , que aún plantea m u c h o s
ce la coexistencia de dos perspectivas interrogantes.
fundamentales. U n a engloba un cúmulo La noción de tiempo absoluto, pro¬
de experiencias, percepciones y pensa¬ pia de la mecánica clásica de N e w t o n , fue 123. Alfred Hitchcock, fotograma
mientos que surgen desde y para el ancla¬ abandonada debido al cuestionamiento de la película L a s o g a , 1948.
je a una realidad inmediata o, cuando del concepto de simultaneidad (la certeza Rodada en tomas de 10 minutos,
m e n o s , próxima, y que d e n o m i n a r e m o s de que dos acontecimientos estén la película distorsiona la
«tiempo h u m a n o » . ocurriendo en el mismo instante) que sur¬ percepción del tiempo en que

Otra, la del «tiempo científico», cu¬ gió de la teoría de la relatividad. En ella, la transcurre la acción mediante

yos recursos, herramientas y m a g n i t u d e s simultaneidad depende del sistema que se trucos como la aceleración del

sobrepasan nuestra capacidad de aprecia¬ tome como referencia, y así, en sistemas atardecer del fondo (así el tiempo

ción sobre lo que, sin e m b a r g o , podrían diferentes, que se mueven entre sí, se pue¬ del espectador parece ser más

catalogarse como hechos objetivos. de hablar de tiempos diferentes (fig. 123). largo que el de la duración de la

película).
TIEMPO

Gracias a la teoría de la relatividad « ¿ C ó m o evita la degradación el organis¬


es conocido el efecto de la dilatación del mo vivo? La contestación obvia es: co¬
t i e m p o , que surge cuando al tomar dos m i e n d o , bebiendo, respirando, fotosinte-
sistemas de referencia, uno se mueve res¬ tizando, etc. El término técnico que
pecto al otro. Así se ha podido compro¬ engloba todo esto es metabolismo. [...]
bar, y gracias a la precisión de los relojes »Sólo puede mantenerse lejos de ella
atómicos actuales, que el viajero de un [de la m u e r t e ] , es decir, vivo, extrayendo
avión puede avanzar unos pocos n a n o s e - continuamente entropía negativa de su
gundos (millardésimas de segundo) con medio ambiente [... ] la entropía, expresa¬
respecto a las personas que permanecen da con signo negativo, es una medida de
en tierra; lo que, a pesar de su insignifi¬ orden [al igual que la entropía positiva lo
16
cancia, no deja de ser un minúsculo viaje es de desorden]» .
al futuro. Y aunque el viaje al pasado es Estos breves apuntes acerca de la
mucho más problemático, los físicos teó¬ visión que el saber científico ofrece sobre
ricos aún no descartan completamente la el tiempo tan sólo sirven para mostrar su
posibilidad. complejidad y transformación constantes
Curiosamente, para la física clásica, y, no obstante, su progresiva aproxima¬
la asimetría temporal (la flecha) no existe, ción hacia el tiempo h u m a n o , esa apre¬
124. J. Barra, El beso de la ya que pasado y futuro son igualmente ciación íntima, subjetiva, condicionada
17
muerte, cementerio de Poblenou irreales y, en ese sentido, simétricos res¬ por ritmos fisiológicos y circadianos .
(fotografía de Javier Rodríguez pecto al presente. Una interpretación que Si bien es cierto que la vida media
Coria). no se adapta, en absoluto, a la percepción del ser humano ha aumentado hasta casi
humana del t i e m p o , en la que p a s a d o , y duplicarse en el siglo XX, no es menos
también futuro, determinan y condicio¬ cierto que la edad m á x i m a sigue mante¬
nan el presente. niendo un tope: 120 años. Es el tope
Sin e m b a r g o , con el enunciado del biológico del Homo Sapiens y, evidente¬
segundo principio de la termodinámica , 15
m e n t e , marca el límite de funcionamien¬
se apuntalaba la irreversibilidad de ciertos to de nuestro reloj.
fenómenos (en determinadas condicio¬ De hecho, el objetivo de la biomedi¬
nes de aislamiento), al igual que ocurre cina contemporánea no es el de superar
con el tiempo en nuestra vida cotidiana. la marca, sino el de aproximar la edad
Sólo una ruptura de ese aislamiento, es media de vida a ese límite sin que esto
decir, una interacción entre diferentes signifique renunciar a un estado físico y
sistemas, podría ser capaz de cambiar esa mental satisfactorio.
tendencia (fig. 124). La ciencia explica que cada persona
De este m o d o se ha llegado a saber tiene una capacidad de sentir el tiempo
cómo el ser vivo, el organismo h u m a n o , que surge de su propio m e t a b o l i s m o , un
ralentiza el proceso descrito en el princi¬ reloj interior responsable de que al enve¬
pio físico antedicho: un constante y cre¬ j e c e r percibamos cómo el tiempo exterior
ciente desorden (entropía) que al llegar a se acelera, a la par que nuestros minutos
su nivel más alto constituye el estado de interiores se alargan.
máximo equilibrio, la degradación com¬ «Un día de nuestra infancia contie¬
pleta, la muerte. Para lograrlo, para con¬ ne m u c h o s más minutos metabólicos
seguir decelerar el proceso, el organismo que un día de nuestra madurez» (Jorge
busca, precisamente a través de la inter¬ Wagensberg) . 18

acción con el m e d i o , los mecanismos La conciencia de este límite en Occi¬


necesarios para renovar el orden interior. dente ha hecho triunfar una postura he-
N o s lo cuenta Erwin Schródinger donista ante la vida. Más allá de la pro¬
(premio Nobel de física en 1933): mesa de paraísos, al otro lado de la

76
El t i e m p o en la obra artística

frontera marcada por la muerte, nuestra por la que el hombre actual necesite de
cultura no se resigna a una actitud con¬ un constante cambio de actividad que le
templativa, ni renuncia a la vivencia de ese haga sentir vivo, y capaz de transformar y
tiempo con toda la intensidad que le per¬ eludir un destino convencional.
mite el entorno. E s , al fin y al cabo, un Un hecho que la sociedad actual y la
tiempo complejo el humano donde el azar, actividad artística también reflejan per¬
la elección, la novedad no eran fáciles de manentemente. No de otro m o d o ha de
explicar y asumir por el tiempo físico. entenderse el p r o t a g o n i s m o que el tiem¬
Si una de las características del ser p o , desde cualquier perspectiva de análi¬
vivo es su capacidad de hacer cosas, de sis, ha ido adquiriendo dentro del ámbi¬
moverse, de cambiar, tal vez sea la razón to artístico.

El tiempo en la obra artística


Dentro de la actividad artística existen quitectura) es un arte espacial, del m i s m o
campos de trabajo en los que el tiempo m o d o que la poesía o la música son artes
tiene una importancia decisiva frente a del tiempo. Por lo tanto, el que un arte es¬
la espacialidad. Así, la música o el cine, la pacial pretendiera ocuparse de lo temporal
poesía o el teatro integran la función tem¬ resultaría tan desatinado como para un
poral de manera explícita, nutriéndose poeta dar la imagen j u s t a de la inmediatez
esencialmente de ella. con que un espacio se muestra a la vista:
Otros ámbitos, como el que nos ata¬ en poesía, la descripción de un objeto o de
ñe de la escultura o el de la arquitectura, un espacio hace percibir de un m o d o su¬
ofrecen, aparentemente, una vivencia aje¬ cesivo lo que es simultáneo, mientras que
na a lo temporal o, al m e n o s , más vincu- en escultura o en pintura nuestra mente se
lable a lo espacial. Sin e m b a r g o , a menu¬ ve forzada a percibir como simultáneo lo
do se pasa por alto el hecho de que el que que es sucesivo (fig. 125).
se produzca esa «vivencia» ya supone una Lessing, naturalmente, sabía que
experiencia de tiempo inseparable de la todo existe tanto en el espacio como en
asimilación de la obra. el t i e m p o , pero concebía esa inclusión
La división entre imágenes tempora¬ en lo temporal del objeto plástico como
les y espaciales impone una tajante distin¬ una duración independiente de los cuer¬
ción que tiene la ventaja de ofrecer un cri¬ p o s , que sólo podían imitar las acciones 125. Sarcófago con relieve del
terio claro y preciso. Tal clasificación la (los sucesos, los acontecimientos) de mito de Orestes, siglo n d.C,
explicaba Lessing en su libro titulado m o d o alusivo. mármol.
Laocoonte". Desde su punto de vista, la Todo su planteamiento parte de una Orestes aparece varias veces, en
escultura (al igual que la pintura o la ar- concepción del arte como imitación de la diferentes escenas, pero en un

mismo espacio de representación.

77
TIEMPO

Por su parte, Jacques A u m o n t esta¬


bleció una tipología más pormenorizada
' de las imágenes visuales, aunque mante¬
nía la clasificación principal en dos gran¬
des categorías:
• Imágenes no temporalizadas: «que
existen idénticas a sí m i s m a s en el tiem¬
p o , al menos si se exceptúan las modifi¬
caciones muy lentas, insensibles para el
espectador».
• Imágenes temporalizadas: «que se
modifican con el transcurso del tiempo
sin que el espectador tenga que interve¬
nir, por el simple efecto de su dispositivo
20
de producción y de presentación» .
En su ordenación, como en toda
que pretenda aclarar el problema, es
esencial no confundir el tiempo de la
imagen con el tiempo del observador.
Pero, a nuestro j u i c i o , éste no deja de ser
un propósito útil tan sólo como recurso
explicativo, ya que desligar ambos tiem¬
pos resulta una tarea imposible, y aún lo
es más delimitar, en él proceso percepti¬
vo real, qué porción corresponde a cada
elemento implicado.
No obstante, queda claro que cada
disciplina artística manifiesta respecto al
uso del tiempo una sensibilidad particu¬
lar, aprovechándolo como una materia o
herramienta más a tener en cuenta. Cues¬
tión que, por otra parte, es ineludible.
21
Dice Aumont :
«En nuestra tipología, sólo las imá¬
genes presentadas en el tiempo —sean
móviles o no— tienen una existencia t e m -
poral intrínseca. Sin e m b a r g o , casi todas
126. MarkRotko, N° 6 ( a m a r i l l o , las imágenes "contienen t i e m p o " , que
blanco, azul sobre amarillo c o n realidad. Según este criterio, un cuadro de son capaces de comunicar a su especta¬
f o n d o gris), 1954, óleo sobre tela. R o t k o , por el mero hecho de ser una pin- dor si el dispositivo de presentación es
tura, se encuadraría dentro de las artes adecuado para ello.
espaciales. Pero la clasificación, resuelta de »La fotografía transmite a su espec¬
este m o d o , parece imprecisa, pues en la tador el tiempo del acontecimiento lumi¬
obra de este autor, por tratarse de la repre- noso del que es huella. El dispositivo se
sentación de una espacialidad subjetiva, cuida de asegurar esta transmisión».
aparece también un tiempo no conven- Ya se trate de la observación de una
cional, un tiempo regido por el interés imagen fotográfica, la visita al interior de
contemplativo del observador (un tiempo una catedral o de nuestra participación
marcado por el observador) (fig. 126). en una performance, cada uno de estos
El t i e m p o en la obra artística

hechos motiva una implicación temporal


del observador específica del medio en el
que se desenvuelve la obra, e imposible
de disociar de ésta.
La imagen artística tradicionalmen-
te se había ubicado en un tiempo y un
espacio concretos, distanciados del obser¬
vador para evidenciar su particularidad
ante lo real, su entidad «representativa»
ante la realidad.
Incluso en el teatro, quizá la forma
artística tradicional donde más acuerdo
existe entre el tiempo de la obra y el
tiempo del espectador, el tiempo ficticio
de los actores recaba la necesidad de una
abstracción por parte del observador,
para que éste se ubique correctamente en
la ficción. Del mismo m o d o , el espacio 127. Marina Abramovic, R h y t h m 0

de la escena y el espacio del espectador La artista colocó sobre una mesa una (performance), Ñapóles, Studio

están perfectamente acotados. serie de instrumentos que podían provo¬ Morra, 1974.

Pero, cada vez más a m e n u d o , los car tanto dolor como placer (cuchillos, 1. Instrucciones para el público:

procesos artísticos de vanguardia desarro¬ flores, pistolas, perfumes, hojas de afeitar, Hay 72 objetos sobre la mesa

llaron estrategias para conseguir una ma¬ libros...) [...] se hicieron algunos cortes que se pueden usar sobre mí

yor implicación de aquél que hasta ese sobre la piel de la artista, empezó a brotar como se desee.

m o m e n t o tan sólo había sido el sujeto sangre...» 22


(fig. 127). 2. Performance:

pasivo, el observador. Sin llegar a este extremo, también Soy un objeto.

De manera progresiva se ha produ¬ en la danza, el teatro, la escultura (insta¬ Durante este periodo adquiero

cido un acortamiento de la distancia que laciones), el v í d e o , el arte interactivo, el toda la responsabilidad.

mediaba entre obra y público y, simultᬠnet art, p o d e m o s encontrar modelos de Duración: 6 horas (8 pm - 2 am).

neamente, una supresión de la disparidad interrelación entre la obra, el artista y el


de tiempos empleados por cada uno. espectador.
Así como la primera proyección En la actualidad, lo importante no
cinematográfica (1895) logró que los es ya la aplicación de dispositivos y pro¬
espectadores se sobresaltaran por la apari¬ cesos que constituyan en sí m i s m o s un
ción de una máquina de tren que asalta¬ empleo del tiempo (vídeo, cine) o una
ba la sala, prácticamente todas las expre¬ transformación directa de la obra (arte
siones artísticas han mostrado un interés cinético), sino el que su mensaje aluda
constante por minimizar la distancia, no constantemente al hecho temporal. Sim¬
sólo espacial, sino también temporal y bólicamente, el tiempo ha alcanzado un
conceptual, con el observador. Otra papel de protagonismo como asunto y
cuestión es que, en este último terreno, sustancia del trabajo de muchos artistas
lo hayan logrado. contemporáneos.
Un ejemplo drástico de la ruptura Lo anunciaba Octavio Paz:
ce los límites convencionales nos lo pro¬ «El arte m o d e r n o es el arte más vivo
porciona el arte de acción: de la historia; es una forma del movi¬
«En 1974, Marina Abramovic per- miento o, mejor dicho, es la forma del
mitió en Rhythm 0 que una sala llena de movimiento. Por esto es cambio conti¬
espectadores de una galería de Ñapóles la nuo. Y por esto mismo está marcado por
23
maltratara a voluntad durante seis horas. el signo de la muerte» .

79
TIEMPO

Aceleración
Hoy día es imposible hablar de la dimen¬
sión temporal sin hacerlo a la vez de otro
asunto que incide en todos los á m b i t o s ,
por supuesto también en el artístico: la
«velocidad».
A u n q u e el tiempo es una dimensión
que no se deja estirar o encoger como si
se tratara de una goma elástica, lo
percibimos con cierta capacidad de
distorsión. Lo que afecta al espacio afecta
al tiempo y viceversa; por ejemplo, una
tarea que, gracias a un nuevo medio
técnico, puede realizarse en un periodo
más corto logra, en principio, dilatar
nuestro tiempo de ocio. La rapidez de un
viaje en tren de alta velocidad nos hace
sentir la distancia que media entre el
punto de partida y el de llegada menor
de lo que es.
La mutua dependencia entre espa¬
cio y tiempo viene definida por la veloci¬
dad, y es esta la que ha determinado el
proceso de cambio moderno (figs. 128 y
129). Velocidad vivida como aceleración
de nuestro propio desplazamiento, de
la accesibilidad a diferentes ámbitos, en la 130. Diseño de Issey Miyake.
capacidad de simulación de la realidad. Nuestro modo de metamorfosearnos
Todas ellas pautas de c o m p o r t a m i e n t o , inocuamente: el cambio de piel, la moda.
que construyen un m o d o diferente de
128 y 129. Yves Klein/Jean relacionarnos con el entorno. una transformación radical de los medios
Tinguely, E x c a v a d o r a del espacio D e s d e las imágenes del Futurismo utilizados con una velocidad enorme en
(en reposo y en m o v i m i e n t o ) , hasta los fotogramas de animación vir¬ comparación con lo que nos muestra
1958, en la exposición «Velocidad tual, creadas por el ordenador, ha habido todo el periodo histórico previo.
pura y estabilidad monocroma».

80
El t i e m p o en la obra artística

La transformación en sí misma se ha En el artista repercuten todos los


convertido en una fórmula que asegura la síntomas que hacen de su t i e m p o , de su
pertenencia a lo c o n t e m p o r á n e o . El cam¬ entorno espacio-temporal un particular
bio constante es una estrategia de la m o m e n t o vivido, al igual que en cual¬
naturaleza que ahora sintetizamos y ace¬ quier otro ser h u m a n o . Si existe alguna
leramos para escapar de los límites, de ese peculiaridad en su modo de vincularse al
«signo de muerte» del que nos hablaba tiempo es la de dotarle de concreción.
Octavio Paz. Cada obra explica y da contenido a un
«La metamorfosis, lo hemos visto, es t i e m p o , el artista dialoga con él, rescata
la "astucia de la vida" para alcanzar aque¬ su valor estético y lo convierte en materia
llo que a nosotros se nos escapa: perma¬ artística.
nencia. Ésa es la verdad antigua de la me- N o importa si se trata de u n a obra 131. Adrián Carra, Como e l agua
24
tamorfosis» (fig. 130). temporalizada o n o temporalizada, cada q u e fluye, 1992, piedra de

pedazo material, visual, sonoro se c o m - Calatorao.


Intemporalidad de lo fluido.

Tiempo del artista


¿Tiene alguna peculiaridad el tiempo de los
artistas frente al de los demás mortales?
Desde el punto de vista de la cotidia¬
nidad, cabe suponer que cualquier
actividad de las consideradas liberales
facilita al que las desarrolla una adminis¬
tración ventajosa del tiempo. Esto no
necesariamente supone que se interiorice
una percepción especial del t i e m p o , del
mismo modo que resultaría ridículo pen¬
sar que los relojeros, por el hecho de
trabajar con los aparatos que miden el
t i e m p o , lograran algún tipo de ventaja en
el uso y disfrute que tengan de él.
Sin embargo, los taxistas, por ejem¬
plo, desarrollan una gran capacidad de
orientación espacial tras años moviéndo¬
se entre las calles de una ciudad, y un
escultor experimentado en la talla puede
ubicar con facilidad los volúmenes gene¬
rales de su pieza dentro del bloque de
materia. Del mismo m o d o , cabe pensar
que el uso de un ritmo apropiado, en
una obra musical o cinematográfica,
supone un dominio en el empleo del
tiempo por cuanto es un elemento in¬
trínseco a la labor realizada.
Pero la cuestión no se refiere tanto a
una destreza como las descritas, sino más
bien a la posibilidad de existencia de una
sensibilidad atenta al decurso del t i e m p o ,
no de un m o d o instrumental, técnico,
como el expuesto.

81
TIEMPO

porta como un elemento densificado, Estar en el tiempo debería ser una


donde tienen también cabida los perio¬ tarea fácil, pues el entorno hace un elogio
dos dedicados a la reflexión, organización « constante del presente y, del elogio, prác¬
y materialización que t o m a n forma en la ticamente una exigencia en lo relativo al
propia obra. arte. Sin e m b a r g o , éste se nutre de un
Es el conjunto de todos estos ele¬ depósito ingente de experiencias, obras,
mentos el que, globalmente, consigue o pensamientos del p a s a d o , sin los cuales
no particularizar el trabajo realizado y, a este presente no tendría sentido.
la vez, vincularlo a lo más esencial y per¬ Para el artista queda un trabajo de
m a n e n t e , alo intemporal (fig. 131). búsqueda de aquello que, por encima
Hay una necesidad perenne del de las peculiaridades, accidentes y acceso¬
hombre: pertenecer a su tiempo. rios de una época, le permite el paso a lo
«Voy a t i e m p o , dijo, y era cierto, iba esencial, a lo eterno.
a t i e m p o , a fin de cuentas es como v a m o s Su misión es conjugar tanto los
siempre, a t i e m p o , con el t i e m p o , en el elementos propios de la época particular
t i e m p o , y nunca fuera del t i e m p o , por que le toca vivir, de la que sus obras serán
m u c h o que de eso nos acusen» . 25
irremediablemente partícipes, y otros
Es una de las acusaciones que más inmutables y permanentes, comunes a
puede temer un artista. C u a n d o no logra cualquier periodo artístico.
demostrar su contemporaneidad posible¬ La individualidad del artista y la
mente deberá ubicarse en la zona de des¬ particularidad de su época son agentes de
crédito. Aquel que no resuelva este requi¬ transformación, a los que la sensibilidad
sito no gozará del m i s m o apoyo por contemporánea concede un alto valor,
parte del entorno. hasta tal punto que, en m u c h a s ocasio¬
Pero no hay mayor certeza que aque¬ n e s , es el único mérito de que puede
lla expresada por Saramago y que trae de vanagloriarse una obra. Sólo si la obra
nuevo a colación nuestra percepción hu¬ logra conectar con el resto de individuos
mana del t i e m p o , firmemente asentada de esta época, de anteriores o futuras, el
en las mediciones de nuestro reloj bioló¬ artista trasciende su tiempo sin por ello
gico. Este estar a t i e m p o , con el t i e m p o , traicionarlo.
en el t i e m p o , resulta complejo cuando Transformación e inmutabilidad
nuestra actividad cerebral es tan hábil acaban convirtiéndose en ingredientes
para j u g a r con tiempos dispares en los básicos de la obra de arte que quiera
que p a s a d o , presente o futuro compiten denominarse de ese m o d o , y que además
a m e n u d o en igualdad de condiciones. pretenda «ir a t i e m p o » .

82
Tres dimensiones, cuatro dimensiones

Tres dimensiones, cuatro dimensiones


Realmente resulta un desafío la preten¬ A l t o , ancho, profundo, establecen
sión de que el tiempo haga mella en un coordenadas espaciales, ¿dónde demo¬
campo de trabajo que durante siglos pre¬ nios colocar la variable tiempo? La pre¬
tendió vencerlo a golpe de cincel y esco¬ gunta se responde con una obviedad: el
plo. ¿ C ó m o mostrar el tiempo en el obje¬ t i e m p o , como el espacio, nos envuelve,
to estático de la escultura?, ¿estático? Ese siempre está ahí, no es de quita y pon.
estatismo, tan útil para el mensaje de P o d e m o s acoplarnos a él, distribuirnos
solemnidad que se requería de ella, ha en él, pero no sustraernos a él.
ido dejando paso a un cada vez más vital El lenguaje escultórico ha tenido
d i n a m i s m o . Y no sólo en lo referido a la tradicionalmente una relación con un
representación del movimiento o a su tiempo muy distinto del percibido por el
presencia real (cuestiones que se analizan ser h u m a n o , pues éste percibía, frente a
en el capítulo siguiente), sino a la m i s m a la escultura, su acuciante necesidad de
génesis conceptual de la obra (fig. 132). continuidad más allá de los límites im¬
«Uno de los aspectos más sorpren¬ puestos por la biología. Pero, a la vez, el
dentes de la escultura moderna es la objeto escultórico daba concreción a
manera en que manifiesta en sus artífices ansias y aspiraciones propias de los mor¬
la creciente conciencia de que la escultu¬ tales. Su materialidad, enfrentada a la del
ra es un medio peculiarmente localizado objeto h u m a n o , resultaba c o n t u m a z ,
en el punto de unión entre el reposo y persistente y atemporal.
el m o v i m i e n t o , el tiempo detenido y el Hoy día el propio término escultura
tiempo que pasa. Esta tensión, que defi¬ tiene unas connotaciones que no logran
ne la auténtica naturaleza de la escultura, adecuarse del todo a m u c h a s de las mani¬
2
explica su enorme poder expresivo» '. festaciones artísticas así d e n o m i n a d a s .

132. Helen Escobedo, Silencio

r e c o r d a d o , 1998, instalación

audiovisual.

83
TIEMPO

Sin e m b a r g o , tenemos como como fronteras definidoras de cada cam¬


c o m ú n m e n t e aceptado que, a la hora de po de trabajo; ahora se disuelven, quedan
determinar qué es específico de la escul- diluidas ante un continuo trasvase de
tura, hay algo ineludible, definitorio: el información entre unas áreas y otras. Los
desarrollo espacial. sistemas expresivos correspondientes a
Teniendo esto presente, la variable diferentes ámbitos se influyen mutua¬
tiempo no parece corresponderse con la mente. Los productos del lenguaje publi¬
esencia de lo escultórico. Pero, si hasta citario, cinematográfico, escultórico, etc.,
ahora se ha venido insistiendo en la indi¬ de esta o anteriores épocas, comparten su
solubilidad entre espacio y t i e m p o , no disposición a ser utilizados como colores
p o d r e m o s conformarnos con una inter¬ de una paleta (fig. 133).
pretación referida exclusivamente al obje¬ • Los materiales por su parte supe¬
to. La física moderna nos dice que estu¬ ran las barreras impuestas por su origen
diar el tiempo es estudiar el espacio y la «noble» o «plebeyo». Adquieren protago¬
materia. Precisamente aquello de lo que nismo por sí m i s m o s , o bien liberan al
la escultura tiene en abundancia. objeto de la carga referencial de la que
Ha sido la integración del t i e m p o , a son portadores, hasta encontrar nuevas
la par que se incorporaba el vacío (la for¬ lecturas de su uso. En otros casos mer¬
ma negativa de la materia), lo que ha man su presencia hasta casi desaparecer.
133. JeefKoons, S a n J u a n logrado un cambio en la vinculación del Todo esto hace que la lectura de la
Bautista, 1988, porcelana. hombre hacia el objeto escultórico. La obra escultórica sea m u c h o más rica,
La Imagen clásica, si se escultura se ha hecho más cercana, su pero, por otra parte, mucho más comple¬
descontextualiza y manipula, materialidad más variada, al igual que la j a . Hasta tal punto que la propia defini¬
se
convierte en otro material concepción del tiempo utilizada se hace ción del objeto escultórico resulta difícil
artístico. flexible porque el espacio (que la envuel¬ de concretar (fig. 134).
ve) y la materia (que la constituye) asu¬ Gracias a la supresión de límites en¬
men nuevas características: tre diferentes medios se logra incorporar
• Los límites son estructuras en distintos tiempos de apreciación, de tal
134. Tom Friedman, S/T, 1992, crisis. Las cotas, antes, cerraban espacios, m o d o que su relación no es siempre uni¬
tubo de calcetines. taria, ni tampoco busca necesariamente
una sola dirección. Del mismo m o d o ,
nuevas materias cargadas de nuevos signi¬
ficados temporales (luz, sonido, olor,
etc.), escasamente empleadas en el uso
convencional de la escultura, procuran
abundar en un desarrollo del tiempo más
cercano a cómo lo sentimos en nuestro
interior. Y es más cercano p o r q u e , con
esos materiales intangibles, como el pro¬
pio t i e m p o , el cuerpo del observador se ve
envuelto y traspasado por ellos (fig. 135).
La suspensión del tiempo en la obra
escultórica tradicional, esa atemporalidad
que marcaba un territorio en torno a ella,
imponía también aislamiento, necesario
para que su lectura adquiriese la solemni¬
dad adecuada.
Estas características fueron disipán¬
dose gradualmente, del mismo m o d o
Tres dimensiones, cuatro dimensiones

135. Rebecca Horn, The t u r t h e

que su papel simbólico, su lugar o su pujante y dinámico entre el resto de dis¬ sighing t r e e , 1994.

función se transformaron radicalmente. ciplinas plásticas. El punto de partida La obra escultórica pide también

La estabilidad que las fórmulas con que se encontraron las vanguardias ser escuchada.

escultóricas (generalmente estatuarias) era un panorama que, desde su perspecti¬


habían mantenido durante tanto t i e m p o , va, aparecía estático, lo cual posibilitaba
al verse enfrentadas a cambios tan drásti¬ un salto cualitativo basado en la reacción
cos, hizo que en ellas se reflejasen con ante la inmovilidad. Y la escultura acusó
claridad los matices de tales transforma¬ por ello especialmente esta reacción.
ciones, porque «sólo conocemos el tiem¬ La ruptura de límites también pro¬
po indirectamente por lo que sucede en pició la desaparición del escenario o, me¬
él, por la observación del cambio y lo que j o r dicho, su extensión a, prácticamente,
permanece, por el señalamiento de la su¬ todos los ámbitos. La escena del monu¬
cesión de acontecimientos entre marcos m e n t o , del museo o de la galería deter¬
estables e indicando el contraste de varias minaban demasiado el qué ver, cómo
2
clases de cambios» '. verlo y dónde.
Fue gracias a esa ventajosa posición Por otro lado, el interés no recayó
de la escultura hacia lo emergente lo que solamente sobre la obra, sino sobre todas
le permitió volver a ocupar un papel las etapas de su proceso constitutivo, es

85
TIEMPO

ducción, se han convertido en motivos de


experimentación artística por sí m i s m o s .
'A algunas obras accedemos en diferido
mediante documentación fotográfica,
vídeos, etc., otras tienen la posibilidad de
materializarse sólo en el m o m e n t o de su
exposición (como ocurre con los famosos
Wall Drawing de Sol LeWitt) (fig. 136).
Cabe hablar entonces de m o d o s
muy diferentes de atender al proceso
temporal dentro de la obra artística, no
referidos exclusivamente al tiempo
representado en la obra, y que inciden
sobre aspectos ligados tanto a la organi¬
zación y ejecución de la obra, como a
aspectos materiales o aquellos que confi¬
guran el proceso de recepción de la mis¬
ma (tiempo del escultor, tiempo de la
obra, tiempo del observador).

Tiempo del escultor


(realización)
El tiempo del escultor es, por supuesto,
el de todos sus coetáneos; pero ahora nos
referiremos no a ese tiempo cultural al
que inevitablemente pertenece sino al pe¬
riodo que acoge todos los procesos de re¬
flexión, m a d u r a c i ó n y concreción del ob¬
j e t o o idea, y que forman parte de la
concepción de la obra artística (fig. 13').
La duración interior de la que ha¬
blaba Bergson, y que tan vinculada está a
la memoria, tiene aquí una posibilidad
de ser explorada y de adquirir una di¬
mensión material gracias a la labor del ar¬
tista. Esto no es privativo del artista pero,
136. SolLeWitt, W a l l Drawing # quizá porque éste se muestra más recepti¬
729, 1993. decir, de su historia: la forma en que se vo a la elaboración de ideas desde puntos
generaba, su producción, realización, el de vista más heterodoxos, hace de ese
proceso de captación y asimilación poste¬ tiempo acumulativo interior una fuente
rior por parte del p ú b l i c o , fueron motivo de recursos insustituible.
de análisis, y j u n t o s o por separado, die¬ «Hay una realidad, por lo m e n o s ,
ron pie a nuevas interpretaciones. que captamos todos desde dentro, por in¬
E s t o , como es lógico, también im¬ tuición y no por simple análisis. Es nues¬
plica un cambio drástico en los m o d o s de tra propia persona en su correr a través
apreciación temporal de la obra. del tiempo. Es nuestro yo que dura. Po¬
El acceso a la obra, el modo de ob¬ demos no simpatizar intelectualmente, o
servación de la m i s m a , su forma de pro- mejor espiritualmente, con ninguna cosa.

86
Tres dimensiones, cuatro dimensiones

Pero simpatizamos seguramente con


28
nosotros m i s m o s » .
Al fin y al cabo es la riqueza de la ex¬
periencia del autor la que se transmite a la
obra, y, en último término, es la materia
fundamental de la que está constituida.
En la medida en que uno vive (vida inte¬
rior y exterior) se abastece de materia pri¬
ma para la escultura.
Para Bergson, es ese tiempo vivido lo
verdaderamente real, y nociones como
pasado y futuro se hallan contenidas, sin
29
división, en un «presente que dura» . Es
un concepto cercano al quehacer del ar¬
tista que, al comenzar el proceso creativo,
tiende a realizar un ejercicio más intuitivo
que analítico acerca de las relaciones cau¬
sales establecidas entre las motivaciones
iniciales, la ejecución práctica y el resulta¬ 137. Alberto Giacometti
do y valoración futuras. de la escultura. En muchas de las obras así trabajando en una estatuilla, 1955

La obra escultórica aparece como la planteadas, el gesto y la señal que el autor (fotografía de María Netter).

precipitación o exudación de esos proce¬ imprime en ellas determinan un rastro de


sos, densa asimismo de significados, de tiempo que las forjó, sin cuya presencia
experiencia acumulada (fig. 138). quedarían vacías, huérfanas. 138. Martin Honert,
Si esa experiencia vital es esencial En otros casos, la resolución material K i n d e r k r e u z z u g , 1985-1987,
para el proceso de ideación, de génesis, no de la obra se realiza desde una posición poliéster pintado y óleo sobre lien-
menos importante es el periodo de ejecu¬ externa, ejerciendo tan sólo labores de zo.
ción de la obra, una nueva experiencia control y supervisión, como ocurre con Las obras de este artista se
real en espacio y t i e m p o , que cataliza el muchas obras del m i n i m a l i s m o , dado que vinculan a un pasado propio de
proceso previo y que a m e n u d o es origen juegos infantiles.
de nuevas actuaciones. El desarrollo ma¬
terial impone unos condicionamientos
técnicos en los que, de n u e v o , p a s a d o ,
presente y futuro forman en la mente del
artista una secuencia de pasos que adquie¬
ren unidad en el presente.
«Una vez establecida la idea de la
pieza en la mente del artista y decidida
la forma final, el proceso se lleva a cabo
ciegamente. Hay m u c h o s efectos secun¬
darios que el artista no puede imaginar.
Pueden servir de ideas para otras obras»
30
(Sol L e W i t t ) .
Para algunos, ante la tarea de ejecu¬
ción, surge una perentoria necesidad de
solventar una actividad considerada super¬
flua o mecánica. Para otros, en c a m b i o ,
puede representar el fundamento del ejer¬
cicio de reflexión que se impone a través

87
139. Donald Judd, Straight Single 740. Antonio López, H o m b r e y mujer,

Tube, 1974, acero. su planteamiento requiere de ese distan- 1968-1994, madera.

ciamiento para mantener la pureza en la Una labor minuciosa, de mimo constante del

forma y en el concepto pretendidos, evi¬ objeto.

tando la huella y prestando atención al


objeto y no al sujeto (figs. 139 y 140). de la misma, valoración que quedaría su¬
El tiempo dedicado a la ejecución no j e t a a los criterios de la época y el espacio
se trata en ningún caso de un aspecto ba¬ en el que dicho j u i c i o se realice.
nal de la obra, la relación que establece el Si se dice de una obra determinada
autor con ese tiempo (ya esté lleno de an¬ que es de «plena actualidad» resulta evi¬
gustia, ansiedad, disfrute o indiferencia) dente que se trata de una obra del pasado
puede trasladar esa carga, más o menos que determinadas circunstancias han
tamizada, al espectador. logrado mantener como icono represen¬
tativo, no sólo válido en el tiempo al que
pertenecía sino en otros posteriores
E d a d de la obra, t i e m p o de (recordemos el caso de la estatua de la
los m a t e r i a l e s Libertad en N u e v a York). Ésta es, por
La edad de una obra es el intervalo de tanto, una cuestión externa a la obra, en
tiempo que media entre el m o m e n t o la que las circunstancias políticas, sociales
de su realización y el m o m e n t o presente. o culturales incorporan un ingrediente de
Se trata de un dato objetivo que la sitúa azar en su apreciación.
históricamente. Así ocurre con obras de civiliza¬
Pero también puede entenderse ciones r e m o t a s que, gracias a la revalo¬
como la posible vigencia de los conteni¬ rización que de ellas hicieron los
dos formales, materiales y conceptuales m o v i m i e n t o s de v a n g u a r d i a , p u e d e n

88
Tres dimensiones, cuatro dimensiones

percibirse hoy como extrañamente


actuales (figs. 141 y 142).
No obstante, nadie calificaría de ple¬
na actualidad El Discóbolo de Mirón (a
no ser que se hable de su traslado, por
ejemplo), más bien nos referiríamos a él
como «obra intemporal», sin restarle un
ápice de valor. Una obra como ésa ha
logrado acceder al Olimpo de las piezas
artísticas, al menos en Occidente, y perte¬
nece a la categoría de imágenes arquetípi-
cas de una cultura. En ella el tiempo ya
no pasa, y adquirir tal condición la con¬
vierte en universal.

La misma materia utilizada añade


a la lectura anterior datos de otra historia.
La inclusión del material, de cualquier
TIEMPO

material en la obra, hace que ésta, como más p r ó x i m o , con parte de la vida que en
es lógico, adquiera cualidades físicas de algún m o m e n t o tuvo.
ese material, que también hablan de su M á s difícil resulta encontrar pistas
tiempo de formación (fig. 143). Al me¬ semejantes en un objeto de plástico, tan
nos así ha sido con las materias tradicio¬ sólo su referencia directa al siglo X X , en el
nales, puesto que los materiales sintéticos, que se desarrolla la industria de esta ma¬
cada vez más abundantes, no muestran teria sintética; materia que, además y
una referencia tan clara de su proceso de muy a m e n u d o , adopta un aspecto
génesis y, por lo tanto, de su «edad». distinto a su naturaleza. Mejor sería decir
El carácter imperecedero de la piedra que su naturaleza es precisamente la de
en parte se debe al periodo de formación ser transformable (fig. 144).
que ha sufrido, de miles o millones de Pero la capacidad de transforma¬
años, del m i s m o m o d o que la cálida ma¬ ción, en diferentes grados, es c o m ú n
dera incorpora en el objeto un tiempo a todas las materias, tradicionales y nue¬
144. Claes Oldenbourg, v a s , y, puesto que se trata de un rasgo
Exprimidor blando, 1965, vinilo y 145. Roben Morris, U n t i t l e d , 1967, fieltro. propio de la época, tiene un reflejo cons¬
pelo sintético. Morris, representante del arte procesual, ataca tante en la producción de obras artísti¬
la idea según la cual el arte es una actividad cas. Sobre todo a partir de la década de
cuyo resultado es un producto acabado. los sesenta c u a n d o , también en respuesta
a la asepsia con que el arte minimal ha¬
bía tratado ese aspecto, algunos artistas
dirigen su interés hacia la materia, su
naturaleza y los procesos asociados a ella:
el llamado arte procesual (fig. 145).
La incorporación de la indetermina¬
ción, de la estructuración espontánea del
material y su presentación, hasta cierto

146. Manuel Sáiz, 7 m o m e n t o s que son el

m i s m o , 1987, cristal, tierra y césped.


Tres dimensiones, cuatro dimensiones

747. Juan Bordes, CR-7 (H.N.), 1989, bronce.

Empleo de pátinas para dotar a la pieza de la

huella del tiempo.


74S. Eduardo Chillida, Homenaje

punto libre de formalismos, plantea tam¬ Aparte del envejecimiento intrínseco, a Jorge Guillen I I I , Valladolid,

bién un tiempo de proceso, de c a m b i o , ésta es la principal razón por la que los 1982.

que la obra muestra explícitamente. Un productos sintéticos se tiran a la basura» Empleo de acero corten cuya

tiempo en el que el material fluye, crece, 31


(Renny R a m a k e r s ) . aleación propicia la aparición,

se deforma o cristaliza. C u a n d o , como en el caso de las ins¬ espontánea pero veloz, de una

Esa mirada atenta al proceso y a la talaciones, el desarrollo tridimensional capa de óxido protector.

materia se mantiene en muchas obras emplea medios diversos, que incorporan


c o n t e m p o r á n e a s , sin excluir t a m p o c o la luz, sonido, objetos de índole muy dife¬
materia viva, prototipo de sustancia mu¬ rente, la realidad material se transmuta en
dable (fig. 146). un ambiente que integra todos esos
La materia cambia constantemente, datos. La materia en este caso resulta irre¬
pero no siempre se hace evidente. Las levante, y es la capacidad envolvente y la
señales dejadas por variaciones naturales activación de un espacio durante su pues¬
suelen seguir una pauta lenta de forma¬ ta en escena lo que transmite una idea de
ción, pero la velocidad se puede alterar tiempo igualmente escenificada, a veces,
32
artificialmente, y el j u e g o que permite esa con la participación del espectador .
posibilidad de equívoco es también apro¬ A la tendencia desmaterializadora se
vechada por el escultor (figs. 147 y 148). suma otra de conservación, museística
Conviven entonces tiempos reales y que, en ocasiones, crea el paradójico
ficticios del material que pueden ayudar resultado de la momificación del objeto,
o complicar la comprensión de los datos mediante labores de restauración, repro¬
que, a través de la escultura, llegan al ducción, documentación o análisis, en
observador. obras para las que el autor nunca pensó
La aplicación de nuevos materiales en la permanencia. Ejemplos son muchas
en los últimos años, y su capacidad en la de las piezas experimentales de artistas
imitación y sustitución de otros, distor¬ hoy consagrados (el paradigmático urina¬
siona nuestra percepción del entorno físi¬ rio de D u c h a m p es, quizá, de los más
co cercano, que también envejece de for¬ notorios).
ma extraña. N i n g ú n objeto se encuentra ya a
«Los productos se diseñan para ser salvo de ser estigmatizado en uno u otro
nuevos. Pero esa suave perfección que se sentido, por lo que es fácil sumarse a las
pide, no soporta el más m í n i m o arañazo. palabras de Marguerite Yourcenar: «De

91
TIEMPO

todas las mudanzas originadas por el pantes en el proceso, es decir, por el


tiempo ninguna hay que afecte tanto a las receptor de la obra.
estatuas como el cambio de gusto de sus Cada pieza tiene una historia, un
33
admiradores» . p a s a d o , lejano o reciente, que se lee en el
presente. Adquirir conciencia de las trans¬
formaciones que la obra sufre, por esa
Tiempo del observador perspectiva centrada en el ahora, es la pri¬
149. Marina Abramovic, Black mera y mayor dificultad del observador.
D r a g ó n , 1990, cuarzo rosa Contexto Hoy una obra escultórica puede
(imagen de la exposición en ofrecérsenos en múltiples formatos,
La gestación de la obra, los objetivos del
Tashikawa, Tokyo, 1994). medios y ambientes (museos, galerías,
artista al realizarla, el medio en sí, la obra
Instrucciones para el público: programas digitales de animación tridi¬
y los materiales con que se realiza contie¬
- Póngase frente a la pared. mensional, la calle). Esto plantea, en cada
nen una dimensión temporal a la que no
- Apoye su cabeza, corazón y caso, una vivencia diferente del objeto y
siempre se concede la atención necesaria.
sexo contra las almohadas del tiempo empleado en su observación,
Esa atención requiere un esfuerzo a reali¬
minerales. lo que afecta, de un m o d o aún difícil de
zar por el último de los agentes partid-
- Duración: ilimitada. determinar, a la construcción mental
que hacemos de ese objeto.
Quien observa, c o m ú n m e n t e necesi¬
ta de una información previa, una
ubicación y contexto para aproximarse a
la obra, que inevitablemente condicionan
su asimilación, pero sin ellos quedaría
desorientado en un ámbito, el artístico,
cargado de informaciones, a m e n u d o ,
contradictorias.
Por supuesto que el observador p u e -
de soslayar el camino y enfrentarse direc¬
tamente a la pieza, del m i s m o m o d o en
que se obvia la guía de uso de un aparato
doméstico y se comienza a manejar libre¬
mente. Se evita así un camino distancia¬
do, al menos en apariencia, del objetivo
inicial, que es disfrutar de la experiencia
que propone el autor (o de programar
correctamente el aparato de vídeo).
Pero es fácil concluir que si la obra
está estructurada para seguir una pauta
concreta, y no se hace así, es muy posible
que obtengamos una apreciación incom¬
pleta de su contenido. Por ello va siendo
habitual que, en determinados casos,
se ofrezcan sin titubeos instrucciones de
u s o ; especialmente cuando el artista pre¬
tende invitar a participar al espectador
(fig. 149). N a t u r a l m e n t e el visitante pue¬
de hacer gala de rebeldía o docilidad ante
unas directrices dadas, pero su existencia
parece inevitable en un ambiente donde

92
Tres dimensiones, cuatro dimensiones

150. Marina Abramovic, Mirror for

departure, 1993, barro rojo y

acero (imagen de la exposición en

Óbidos, Portugal, 1993).

Instrucciones para el público:

- Presione su cabeza dentro del

barro hasta dejar su impronta.

el arte no expone una lectura unívoca, Por lo d i c h o , el recorrido del espec¬


hasta el punto de que cada artista desarro- tador en torno a la obra, o dentro de ella,
lla un código particular. p u e d e estar guiado por las directrices del
La obra tridimensional es, a d e m á s , autor, o seguir un camino aleatorio esco¬
cada vez m á s compleja por cuanto no gido entre m u c h o s posibles. Si la secuen¬
siempre se refiere a un objeto concreto, cia de acceso es importante para la com¬
sino a un espacio o un ambiente al que se prensión de la obra, el autor se encargará
da significación, como ya v i m o s . de marcar una p a u t a ; de no ser así, el
Así p u e s , contextualizar la obra, espectador tendrá libertad para escoger, a
acceder a las pautas marcadas por el autor partir de la información recibida, los cau¬
será un primer tiempo empleado por el ces accesibles de la obra o atendiendo a
observador. En todos los casos, ya sea m e ¬ un impulso p r o p i o , particular, consciente
diante una participación activa o pasiva, o inconsciente: «Toda persona sitúa su
el espectador completa la obra, y llega in¬ cuerpo inconscientemente dentro de una
cluso a convertirse en la herramienta de envoltura tridimensional [...] L o s órganos
ejecución de la m i s m a (fig. 150). y cavidades que se sienten hápticamente
en el interior del cuerpo son, tal vez, los
Recorrido, escalas aspectos m á s descuidados por los m o d e ¬
La d i m e n s i ó n espacial determina un los gráficos y geométricos del siglo X X .
itinerario y estipula por tanto un t i e m p o Estos hitos de nuestro cuerpo constituyen
deambulatorio. un dominio psicológico amplio y com-

93
TIEMPO

piejo de sentimientos internos que influ¬ escultura aparece sin tapujos y estructu-
yen mucho más de lo que admitimos ralmente en los nuevos templos arquitec-
conscientemente en nuestra comprensión < tónicos (baste recordar la obra de Santia-
del ambiente exterior. [... ] Las ideas de go Calatrava, N o r m a n Foster o Frank
arriba/abajo, fundamentales para nuestra Gehry) (fig. 151).
orientación, son las que al m i s m o tiempo Casi siempre los objetos expuestos al
muestran una mayor inestabilidad y un observador mantienen una coherencia
34
mayor atractivo» . con su escala, pero, cada vez se muestra
A s i m i s m o , el tamaño impone una un mayor interés por el análisis de las di¬
percepción del tiempo distinta en su vin¬ vergencias o los vínculos del hombre con
culación con la obra, y que tiene m u c h o un entorno en transformación. Y una de
que ver con nuestra propia entidad las cuestiones fundamentales es nuestra
corporal. posición, la j e r a r q u i z a c i ó n que con res¬
De la escala depende, es evidente, la pecto a nuestra propia persona genera el
implicación física del espectador. Si el es¬ ambiente, con toda su carga social, psico¬
pacio al que afecta la obra tridimensional lógica, etc. El h o m b r e , como individuo,
está resuelto de m o d o que facilite su como ente físico, ocupa un lugar no ne¬
recorrido, se establece un mayor grado de cesariamente privilegiado o central. Al
conexión con él. A d e m á s , potenciará la fin y al cabo el material h u m a n o se
apropiación, por parte del ojo, de otros gestiona, en numerosas ocasiones, como
recorridos, tal vez meramente visuales, cualquier otro material.
pero constructores, al igual que el resto, U n a interpretación rotunda en este
de la experiencia espacio-temporal que la sentido es el manejo de las escalas en la
obra propone. En este sentido, arquitec¬ representación del cuerpo y de los ele¬
tura y escultura vuelven a encontrar inte¬ mentos circundantes. Las referencias al
151. SITE (grupo de arquitectos), reses c o m u n e s que se manifiestan, en la tema del tamaño relativas al cuerpo son
Sculpture ¡n the Environment mutua adaptación de principios diferen¬ muy abundantes en la escultura actual
(Esculturas en el e n t o r n o ) , temente explotados por una y otra. El (por ejemplo, en la obra de Antony
Supermercado BEST, Towson, desarrollo de recorridos al que siempre Gormley o Ron M u e c k ) .
Maryland, Estados Unidos, 1978. ha estado atenta la arquitectura, ahora Por otro lado, el interés renovado
Supermercados y museos se aparece notoriamente en la obra de innu¬ por el papel de la escultura en el espacio
erigen como monumentos a lo merables escultores; a s i m i s m o , la experi¬ público provoca una atención especial a
efímero, unos, y a lo permanente, mentación formal y constructiva de la todos los problemas suscitados por las di¬
otros. mensiones de la obra. Y en ese ámbito, ya
trasnochadas las exaltaciones de actos,
personas o estados, la escala humana es
la preponderante.
Sin e m b a r g o , la experimentación
con la escala ha adquirido de nuevo im¬
portancia. Su aplicación a la obra artística
afecta al propio recorrido (ya sea efectivo
o visual) que el observador necesita para
aproximarse a ella. Y como recorrido con¬
tiene una dimensión temporal que se in¬
corpora a la experiencia general.
El tamaño impone un tiempo y una
multiplicidad de perspectivas, ya se trate
de obras m i n u c i o s a s , miniaturas o de
35
gigantescas estructuras .

94
Tres dimensiones, cuatro dimensiones

152 y 153. Anish Kapoor,

M a r s y a s , 2002, acero y

membrana de PVC.

Maqueta de la obra y fotografía de

su realización, tomada en la Tate

Modern (Londres).

La maqueta y la obra a escala real

nos proporcionan la

capacidad para experimentar con

las dimensiones de nuestro

cuerpo. Virtualmente éste crece y

mengua como crece y mengua el

tiempo de observación.

153

95
TIEMPO

154. MiquelNavarro, Ciudad


inclinada, 1988-1995, zinc,
aluminio y plomo.
El poder de la miniatura para
crear espacios y tiempos de
ficción.

En esos casos la obra parece asumir más accesible (sin serlo de verdad) y pró¬
un tiempo propio, independiente del que ximo. La miniaturización es una fórmula
aplica el observador (figs. 152 y 153). de apropiación del espacio que crea una
Así, el tiempo del hombre parece sensación de control, también por lo que
correr más aprisa ante el tiempo más respecta al tiempo, que parece hacerse
pesado y distante de la obra de gran más dúctil cuando el espacio es abarcable
tamaño. Para abarcarla necesitamos de y manipulable.
un tiempo mayor con que aunar visiones La miniatura contiene a menudo
parciales, e igualmente necesitamos dis¬ una referencia nostálgica, en su represen¬
tancia para obtener una imagen global. tación de escenas o ámbitos, o en su vin¬
Se pone a prueba la capacidad anes¬ culación al juguete como pasado común.
tésica del cuerpo, una sensibilidad hacia Pero también funciona como un universo
su propio movimiento y su ubicación desplegado para la experimentación, en el
espacial. El cuerpo se siente implicado que los objetos se convierten en matraces
desde su pequenez, minimizado, de tal y probetas donde se plantean hipótesis y
modo que pierde toda intimidad con la se juega con tiempos reales, probables o
obra. Lo que, no obstante, puede apre¬ por completo ilusorios (fig. 154). De
ciarse como algo positivo plástica o con- cualquier modo, en ambos casos, ante la
ceptualmente. sobredimensión o ante la reducción, el
Por el contrario, cuando la escala es escenario manifiesta una irrealidad tem¬
inferior a la humana, el objeto adquiere poral además de espacial; en ambos existe
una inaprensibilidad latente.
unas nuevas propiedades que lo hacen

96
Lo eterno y lo efímero

Lo eterno y lo efímero

El hombre encuentra la misma dificultad xión actual, a la que el arte, y en particu¬


para hacer asequible lo que los conceptos lar la escultura, concede una atención es¬
de eterno y efímero representan: en el pri¬ pecial (figs. 155 y 156).
3
mero, eternidad ', por lo ajeno, por lo ex¬
traño a nuestra naturaleza; en el segundo,
3
lo efímero ', por todo lo contrario, por De la dimensión intemporal
una fugacidad demasiado próxima, de¬ a la transitoriedad
masiado hiriente. Los mecanismos que utiliza el trabajo
Y, sin embargo, en esa manifiesta artístico obran el prodigio de aunar
dicotomía se asienta una profunda refle- ambos conceptos en una misma obra: el

755. Gutzon Borglum e hijo,


Monte Rushmore, Dakota del Sur
(EE.UU.), 1927-1942.
Se emplearon 15 años en su
realización.

156. Arman. Papelera de Jim


Diñe, 1961. plástico y deshechos
domésticos.

Una especie de arqueología


individual a partir de tos detritus,
que ofrecen aquí un retrato
inusual a partir de tos objetos de
uso cotidiano de una persona.

97
TIEMPO

en el tiempo, como lo es una puesta de


sol, no impidió que se hicieran «postales»
de todo tipo. ¿Cómo, si no, darlo a cono-
cer? (fig. 15').
El acontecimiento (hecho o suceso
conceptual, formal, de movimiento, etc.)
adquiere su protagonismo actual porque
la obra incluye el elemento temporal no
desde la representación o desde la imagi¬
nación simbólica, sino desde la participa¬
ción activa, es decir, por ser ella misma
acontecimiento.
«La escultura contemporánea está de
hecho obsesionada con esta idea de pasaje
[... ] Estas imágenes de pasaje llevan a su
término la transformación de la escultura
-de un idealizado medio estático a uno
temporal y material— que había comenza-
3
do con Rodin» (Rosalind Krauss) '.
Sírvanos, para mostrar la enverga¬
dura del cambio, la contraposición entre
dos obras que, desde perspectivas y épo¬
cas muy diferentes pero con una misma
finalidad conmemorativa, nos hablan del
tránsito, de la fugacidad de la vida.
Se trata de dos monumentos, el
Mausoleo del mariscalMaurice de Saxe, del
siglo XVm, y Pasaje conmemorativo, de Wal¬
ter Benjamín, realizado en 1994.
En el primero, la representación de
los personajes explota toda la capacidad
retórica del tema, el tránsito de la vida a la
muerte mediante el uso de elementos sim¬
157. Magdalena Jetelová, bólicos propios de la época ( 1 ' 5 3 - 1 ' ' 6 ) .
Domestizierung einer Pyramide, episodio efímero se transforma en una El mariscal desciende orgulloso la escali¬
1992, arena de cuarzo rojo. suerte de acontecimiento que se repite nata, mirando sereno y altivo la dramática
Se ha hecho habitual la eternamente merced al uso de unos me¬ figura de la muerte que empuña un reloj
intervención en espacios naturales dios de reproducción (fotografías, vídeos) de arena mientras espera junto al sepulcro
o artificiales que se convierten en que difunden y perpetúan un hecho acae¬ (fig. 158).
acontecimiento fugaz pero cido en un lugar y tiempo acotados. El tiempo simbólico y el tiempo
documentado. Así, las llamadas obras efímeras, que representado por el movimiento descen¬
aglutinan muestras pertenecientes a dente hacia la tumba (que también es el
38
diversas corrientes artísticas , intentaban de la lectura del monumento) nos hacen
(sobre todo a partir de los sesenta) desli¬ contemplar una escena sobrecogedora.
garse de los mecanismos habituales de co¬ En el monumento conmemorativo 40

mercialización, mercantilización o mani¬ de Walter Benjamín nos encontramos


pulación, a los que el objeto artístico ante una estética minimalista donde no
siempre es vulnerable. Pero su propósito aparecen figuras y sí formas arquitectóni¬
de ser, sin más, un suceso estético fugaz cas simples, que sólo es posible contem-

9 8
Lo eterno y lo efímero

piar del todo penetrando en ellas. El con- cuerpos reales en el segundo, en un trán-
junto consta de tres sendas, la última de sito que emula la figura de Walter Benja-
las cuales consiste en un túnel, excavado mín sumido en la meditación de su trági-
en la roca, que desciende peldaño a pelda- co destino.
ño hasta llegar a una pared de cristal. Tras Las dos obras provocan un ejercicio
ella se ve el mar (figs. 159 y 160). de memoria desde supuestos muy distin-
Así, la obra enfatiza la acción del es- tos. Desde una imagen o desde una vi-
pectador, hasta convertirse, básicamente, vencia, las dos nos hablan de un tiempo
en un marco para el recorrido que ha de inasible.
realizar el visitante. Así pues, la identificación de la
En el Mausoleo del mariscal, el escultura como salvaguarda de la memo-
41
espectador obtiene una imagen potente, ria persiste en determinados casos, pero
pero distanciada y escenificada, del acon- mediante un cambio en la relación espa-
tecimiento idealizado de la muerte. En cial y temporal establecida con la obra.
el segundo caso, el visitante tiene una vi- El protagonismo se desplaza desde
vencia propia, con la experiencia de un el énfasis del personaje, a través de la
descenso real, de un recorrido sugerente contemplación de la obra, hasta la parti-
pero no explícito. Las imágenes marmó- cipación del espectador en ella y su expe-
reas del primer ejemplo se sustituyen por riencia directa de la escena.

99
TIEMPO

Toda la caterva de proceres, reyes,


divinidades y sus atributos de majestad,
« con que la escultura nos ha colmado a lo
largo de los siglos, ya no son tan repre¬
sentativos de una sociedad descreída de
gestas gloriosas.
Hay algo, no obstante, que se man¬
tiene hoy día, cuando las tecnologías
digitales y las imágenes de cine, vídeo y
televisión copan nuestra atención, la tridi-
mensionalidad y materialidad siguen ofre¬
ciendo una baza incontestable de lo escul¬
tórico, que también se hace notoria en el
espacio público. Sigue existiendo una ne¬
cesidad de significar el lugar, mediante un
modelo que se adapte a un entorno que
no deja de cambiar. Esto es especialmente

161. Gárgola del fotógrafo (en la catedral de Patencia).


La gárgola, realizada a principios del siglo xx, sirvió a Jerónimo Arroyo
(arquitecto que realizó las obras de restauración) como referencia
cronológica y guiño desconcertante al observador atento.

159 y 160. Dani Karavan, Pasaje


conmemorativo de \Afelter
Benjamín, Port-Bou, 1994.

100
Lo eterno y lo efímero

evidente en el entorno urbano, donde, a pos remotos, que por serlo les otorgaba
pesar del papel secundario que tiene frente una dignidad característica, ahora se
a arquitectos o urbanistas, el escultor se ha conseguido aplicar métodos similares
afana en dejar huella, o, quizá, un futuro a la reconstrucción constante del presen-
poso arqueológico (fig. 161). te. ¿Cómo? Mediante el análisis de los
procesos de cambio.
Ese mismo interés ha hecho que el
Memoria y olvido mundo del arte dirija su atención a temas
como la transformación o la metamorfo-
«Esculturas: percheros del tiempo.» sis, realizando una especie de arqueología
Indio Juan* 2
del presente.
Pero el tiempo actual no se distingue pre¬ Un presente que, en muchas ocasio-
cisamente por su atención al pasado, al nes, se hace explícito a través de materia¬
menos no a ese pasado simbólico, rico de les poco transitados, pero susceptibles de
contenidos, celoso de sus secretos. Ahora crear una imagen clara de inestabilidad,
se disecciona, se descodifican todos los je¬ por ser proclives a la consumición, putre¬
roglíficos, con un afán de transparencia. facción, condensación, degradación...
La rememoración tiene un interés siste¬ Una imagen poco digna, según criterios
mático, esclarecedor (antropológico, convencionales, pero viva.
arqueológico, paleontológico) que rápida¬ Nunca se prestó tanta atención a las
mente archiva los resultados. basuras como objeto de estudio salvo en
«Paradójicamente, vivimos a la vez la reconstrucción del pasado, o en la
en un mundo sin memoria y en un mun¬ labor detectivesca (basuras que han dado
do sin olvido, debido al ensañamiento en a la arqueología, por ejemplo, muchos de
actualizar por la fuerza aquello que ya ni los datos de que dispone). A menudo las
tan sólo recordamos. manifestaciones artísticas actuales pare¬
»Cada vez se exhuman más cosas cen continuar dicho trabajo, pero no
únicamente para ser inhumadas de nuevo ya con un empeño memorístico sino, al
inmediatamente después, se rescatan de la contrario, dando relevancia a la transito-
muerte para ser criogenizadas a perpetui¬ riedad.
162 y 163. Antoni Miralda,
43
dad» (Jean Baudrillard) . De la sensación de precariedad que Patriotic Banquet, propuesta para
Si el pasado suscitaba una búsqueda ofrecían las obras del «arte povera» y del la «Documenta V» (Kassel, 1972)
a través de hechos acontecidos en tiem- llamado «arte procesual», hasta la refle- y el Museum of Modern Art
(Nueva York, 1973).

101
TIEMPO

xión que sobre el asunto provocan las del La escultura asume entonces, ade¬
arte conceptual, muchas de sus manifes¬ más del papel simbólico desempeñado a
taciones han utilizado materiales que en lo largo de la historia, mediante su víncu¬
otra época se considerarían «improceden¬ lo con lo trascendente, con valores inalte¬
tes»» (figs. 162 y 163). rables, otros que, a menudo, recaban la
Estas obras, como los materiales que atención del espectador hacia su propio
las soportan, recurren a su carácter efíme¬ presente, hacia el tiempo real de la obser¬
ro como revulsivo ante una época contra¬ vación y de lo observado. El tiempo se
dictoria en la que conviven criterios de inserta en el discurso escultórico con
embalsamamiento con un olvido letárgi¬ toda la fuerza que le otorgan su realidad
co. El hombre puede contemplarse en material y su presencia física, las mismas
ellas con la certeza de pertenecer a la mis¬ que en otros momentos hicieron de las
ma categoría, a la de lo perecedero. esculturas «percheros del tiempo».

102
4

M O V I M I E N T O

Pablo de Arriba del Amo

Representar el cambio, expresar la vida

Hay sobre el techo de la gran sala de los tes, corriendo, y nos resulta sencillo
policromos de Altamira una imagen reconocer sus movimientos (figs. 164 y
q u e , pese a su precario estado actual, 165). En el caso del jabalí parece que el
resulta ciertamente sugerente y enigmᬠautor no encuentra suficientemente
tica, representa un jabalí que corre eficaz la fórmula que utiliza en otras
velozmente. En su carácter general no se situaciones y busca una alternativa que
diferencia de las otras figuraciones que exprese con más elocuencia la velocidad
vemos en el conjunto pictórico ni del con la que se desplaza el animal y, sobre
resto de las imágenes que nos dejó el todo, la rapidez con la que mueve sus
h o m b r e del paleolítico, donde se mani¬ patas, y así éstas se multiplican en un
fiesta un especial interés por la represen¬ alarde de libertad creativa. Resulta emo¬
tación de los seres vivos, en actividad, cionante pensar en los sentimientos de
con m o v i m i e n t o s y gestos a n i m a d o s . Es frustración y soledad del ser humano
la vida lo que se intenta plasmar, sin em¬ que es capaz de abrir esas puertas y pisar
b a r g o , la vida es c a m b i o , transición, algo esos terrenos desconocidos.
fugaz y escurridizo, algo que parece fas¬ En torno a los intereses personales y
cinar al artista p que le resulta difícil las intenciones expresivas que mueven al
de aprehender con sus medios de repre¬ artista, dentro del propio acto creador
sentación. Sobre el m i s m o techo encon¬ aparece siempre como lugar común la
t r a m o s otros animales, ciervos y bison- configuración de un mundo particular
poblado de seres, objetos o ideas que vie¬
nen a ser el reflejo de esa visión personal
que cada individuo tiene de la realidad

165. La interpretación que


hicieron Cartailhac y el abate
H. Breuil a principios del siglo xx
de la pintura de la imagen de la iz-
164. Altamira, Jabalí corriendo, estado actual. quierda.

103
MOVIMIENTO

que le rodea. Intimamente ligada a esa muchos espectadores creen ver en la pin¬
particular apreciación del mundo, aparece tura o en la escultura? ¿Es, acaso, este
la necesidad imperiosa de recrear alguno ' hecho tan frecuente una mera ilusión o
de sus aspectos como medio de conoci¬ realmente una escultura, en su inmovili¬
miento, relación o comunicación del dad, puede reproducir o albergar vida?
individuo con su entorno. Una de las ¿Cómo funciona este proceso mediante el
características más comunes de las pro¬ cual sobre una materia inerte se puede
ducciones artísticas, que a lo largo de la llegar a «ver» un movimiento? ¿De qué
historia del hombre se han venido suce¬ mecanismos se vale el escultor para lograr
diendo, es precisamente la recreación de algo que, a pesar de resultar común, no
algo tan fugaz ya la vez tan evidente deja de asombrarnos en cuanto nos dete¬
como es la vida, el movimiento y, en defi- nemos a reflexionar sobre ello?
nitiva, el cambio. El empeño por plasmar Estas preguntas afloran de forma im¬
la vida, el cambio, el movimiento a través perativa al tratar de analizar la relación
de imágenes plásticas se nos muestra que se establece entre el movimiento y la
como una constante desde aquellas pri¬ escultura como sistema de expresión.
meras manifestaciones artísticas; sin em¬ Es ésta una relación que se apoya en
bargo, es ésta una aspiración que a menu¬ un conjunto de convenciones particula¬
do adquiere tintes de absurdo y que en su res, propias y específicas de cada contexto
origen parece una lucha condenada al fra¬ creativo y perceptivo, ligadas a una parti¬
caso. ¿Cómo pretende el escultor capturar cular forma de hacer pintura o escultura,
en un mármol el vuelo del pájaro? ¿Cómo a un «estilo», y que obedecen a unas in¬
se propone que la materia inerte vibre y se tenciones y unas necesidades determina¬
agite al referirse al cuerpo vivo del mode¬ das. Como señala Gombrich, «todo arte
lo? ¿Qué empuja al artista en su ansia de es "producción de imágenes" y toda pro¬
remedar a Pigmalión? ¿Hasta qué punto ducción de imágenes está enraizada en la
es verdadera o real la vida que a menudo creación de sustitutos»'.

Representación y movimiento

Antes de entrar de lleno en el desarrollo A lo largo del presente análisis se va


de los distintos aspectos en los que se a tomar el término representación en su
puede incidir a la hora de estudiar la acepción más primaria, es decir, como
representación escultórica del movimien¬ una derivación de la palabra presentación
to, consideramos que será interesante (re-presentación); según esto, para noso¬
acotar y definir claramente el significado tros la representación de un objeto o
de unos términos que, en principio, pa¬ suceso vendrá a ser su presentación bajo
recen tan genéricos o ambiguos que ape¬ nuevos aspectos, significados o circuns¬
nas se pueden utilizar sin inducir a error tancias. Pero, para hacer realidad esta
o malentendido. nueva presencia, distinta de la presencia
Al hablar de representación es inevi¬ del propio objeto o suceso, aunque rela¬
table referirse a conceptos como el de cionada y relacionable con ella, es preciso
semejanza, ilusión, sensibilidad o signifi¬ un soporte físico, aprehensible por nues¬
cado; asimismo es necesario delimitar las tros sentidos. Este soporte puede no
concomitancias y diferencias que pueden tener ningún tipo de relación formal con
establecerse entre lo que entendemos por la realidad representada, como ocurriría
representación, por interpretación o en la primitiva mimesis del KOXOGCTÓS
por imitación. (kolossós) del mundo griego antiguo, en la
Representación y movimiento

que un monolito pétreo, que no necesa¬ aquello» se hace a partir de unos determi¬
riamente había de poseer rasgos antropo- nados presupuestos que tenemos que
mórficos, encarnaba la presencia de un conocer tanto para crear la imagen como
difunto a través de un ritual, poniendo en para comprenderla. Estos presupuestos
relación, de esta forma, el mundo de los establecen un ámbito con una sensibili¬
2
vivos con el de los muertos . dad específica. Cada época, cada cultura,
Si bien es posible hallar connota¬ tienen su propia sensibilidad y a través de
ciones formales en el Koxoaaó, como ella el individuo, indirectamente, conoce
son su inmovilidad, su carácter pétreo, la realidad. Por lo tanto, las representa¬
su anclaje en la tierra, su verticalidad, ciones han de entenderse como las imá¬
etc., éstas no son suficientes como para genes del mundo visto desde una sensibi¬
tomar a estos monolitos como dobles lidad concreta, conformada no sólo a
del muerto, se precisa el rito mediante el partir de la sensibilidad propia del indivi¬
cual la piedra pasa a ocupar el lugar del duo, sino, sobre todo, por la sensibilidad
muerto, logrando así la presencia de éste colectiva, que viene a ser el denominador
entre los vivos. común del conocimiento que del mundo
Por lo tanto, en este tipo de repre¬ tienen el conjunto de individuos que
sentación, mediante un acto ritual, se da constituyen un grupo social.
a un objeto un nuevo significado, al Toda representación comporta, en
tiempo que se presenta al difunto bajo mayor o menor medida, un cierto grado
una forma nueva. de novedad en relación con la sensibili¬
Pero hay otros tipos de representa¬ dad colectiva existente.
ción en los que el carácter ritual de la Trasladando esta terminología al
mimesis es sustituido por la sugestión; ámbito particular que pretendemos ana¬
ya no es una mimesis auténtica sino una lizar, se plantea la necesidad de definir
simulación, y por ello es preciso desarro¬ claramente lo que se entiende por repre¬
llar aquellos elementos que hagan de esta sentación del movimiento a través del
simulación un acontecimiento o una lenguaje escultórico.
presencia convincente y creíble. Se in¬ Un bailarín o un actor sobre el esce¬
tensifica así la semejanza entre el objeto nario desarrollan la representación de
representado y la representación del unos movimientos o sucesos. En su len¬
objeto. En este caso, desde el punto de guaje específico, la ilusión tiene su sopor¬
vista formal, el soporte físico de la nueva te físico en unos movimientos y unas
presencia comporta un mayor parecido, acciones reales; la eficacia o la pericia del
y cuanto más se asemeje el objeto y la artista radica en lograr que el espectador,
imagen que de él se da, más eficaz será el público, se olvide de la distancia y las
este tipo de representación al hacer que circunstancias que separan la acción que
la simulación pase desapercibida para el se simula o interpreta y la propia inter¬
espectador. pretación que a partir de ella se crea en la
Las representaciones que apoyan la escena, es decir, conseguir que el especta¬
nueva presencia en un ritual generan imᬠdor ignore la simulación y asuma como
genes de un marcado carácter simbólico, verdad lo que allí se representa y que
son auténticos símbolos y, por tanto, sus¬ no es más que una ilusión.
tentados por una relación convencional Pero en el lenguaje propio de la
que de algún modo ha de ser aprendida. escultura, o al menos el que tradicional-
Llegados a este punto conviene se¬ mente se entiende por lenguaje escultóri¬
ñalar que toda representación funciona , co, el soporte físico de la representación
dentro de un marco sociocultural concre¬ es el espacio definido a través de una
to; es decir, cuando se afirma «esto es materia, el tiempo no forma parte de este
MOVIMIENTO

lenguaje y, por lo tanto, la presentación representación será más descriptiva o


de una acción, bajo un aspecto nuevo, no narrativa cuando se aprecie un mayor
puede interpretarse a través de otra • parecido entre la realidad y la representa¬
acción, como ocurre con la danza o el ción. Según este criterio se puede afirmar
teatro; en la escultura, su construcción ha que la representación simbólica y la
de apoyarse en una configuración volu¬ representación descriptiva constituyen
métrica atemporal, es decir, que no varía los extremos de una escala ¡cónica en
con el transcurso del tiempo. Queda de donde se pueden incluir desde las imáge¬
este modo definida claramente parte nes más abstractas o con unos referentes
de la problemática en torno a la cual gira mínimos hasta las más realistas.
este análisis: las distintas formas de orga- c) En la representación se produce
nizar los volúmenes escultóricos para una alteración del significado del soporte
indicar, simbolizar o simular una acción físico o significante, unas veces apoyado
o un movimiento (fig. '66). en un ritual, otras veces en una cierta
Convendría, antes de seguir adelan¬ semejanza, pero siempre sustentado este
te, reiterar algunos conceptos en torno a proceso por una serie de convencionalis¬
la representación propiamente escultóri¬ mos que han de ser aprendidos.
ca del movimiento, atendiendo a la no¬ d) Toda representación está necesa¬
ción de representación como tal: riamente asociada a una determinada
a) El término representación lo en¬ sensibilidad, entendida ésta como la pre¬
tendemos como la presentación de las disposición para reconocer en los signifi¬
cosas bajo un nuevo significado, forma o cantes los significados propuestos y no
apariencia. otros.
b) En la representación puede haber e) Si consideramos el lenguaje escul¬
un mayor o menor grado de semejanza tórico como la creación de mensajes a
entre el significante, es decir, la imagen través de la organización de los volúme¬
concreta que sustenta la representación, y nes en el espacio, es decir, mediante el es¬
el objeto representado. Cuanto menor pecífico empleo de la tercera dimensión,
sea esa semejanza, mayor valor simbólico la representación escultórica del movi¬
implicará la imagen; por el contrario, la miento ha de entenderse como una in-

166. Apolo, Artemisa y los


gigantes Kántaros, Efialtas e
Hipertas, Delíos, c. 545 a.C.

106
Sensación-percepción

terpretación estrictamente volumétrica 167. Jean Baptiste


del fenómeno temporal, que implica el Carpeaux, La danza,
cambio de aspecto y ubicación de los 1863-1869 (fachada
volúmenes como consecuencia de esa de la Ópera de París).
acción, interpretación que sólo puede
sugerir o simbolizar esos cambios. Por lo
tanto, desde el punto de vista del lengua¬
je propiamente escultórico, la representa¬
ción del movimiento no se lleva a cabo
por medio de un movimiento real, sino a
través de una particular organización y
tratamiento de los volúmenes (fg. '67).
Más adelante se atenderá a la proble¬
mática que gira en torno a la posibilidad
de comunicar la idea de movimiento, o de
que el espectador perciba movimiento a
través de imágenes tridimensionales fijas,
apareciendo entonces el concepto de di¬
námica visual de los volúmenes y de su
organización. Antes repararemos en el
propio proceso de percepción del movi¬
miento, ya que intuimos que este análisis
nos puede ayudar a entender qué ocurre
cuando un espectador «ve moverse» una
figura de bronce o mármol.

Sensación-percepción

La tradición filosófica, que hunde sus raí¬ de la experiencia sensorial debe actuar la
ces en el pensamiento griego, sin dejar de razón. Sin embargo, la moderna psicolo¬
valorar los sentidos y las sensaciones que gía cuestiona el antagonismo que los
nos llegan a través de éstos, establece una clásicos establecen entre la percepción
clara división entre lo que es el proceso sensorial y el razonamiento, defendiendo
de recogida de información y lo que es su que el pensamiento tiene en su esencia
3
procesamiento . Sin negar la necesidad un carácter perceptual, y que la noción
de los datos sensoriales en bruto, se con¬ que obtenemos del mundo exterior a
sidera esta tarea de recopilación de infor¬ través de los sentidos es un proceso com¬
mación como una función de orden infe¬ plejo en el que participa la inteligencia,
rior, reservándose para estratos cognitivos un proceso que nos permite estructurar
superiores las labores de crear conceptos, la realidad y del que emanan las ideas .4

acumular conocimientos, procesar infor¬


maciones, pensar, en definitiva. Esta dis¬
criminación nace, entre otras razones, de La p e r c e p c i ó n del
la desconfianza e inseguridad que des¬ movimiento
piertan los sentidos y su material senso¬ Para poder analizar y entender los meca¬
rial. La facilidad con que éstos pueden nismos que intervienen en la percepción
ser engañados, lo relativos que resultan del movimiento representado, considera¬
sus datos, lleva a pensar que por encima mos de interés detenernos previamente

107
MOVIMIENTO

en la percepción del movimiento real, ya cada individuo y la sugestión los factores


que sospechamos que, aun siendo ambos que lleven al observador a apreciar movi-
fenómenos básicamente distintos, han de ,miento en un objeto estático.
estar estrechamente ligados. Se podría afirmar que todos los
Explica Bruce Goldstein en Sensa- procesos cognitivos, ya se presenten
ción y percepción que «hay cinco formas éstos como percepciones, pensamientos
de lograr que un punto de luz parezca o recuerdos, representan «hipótesis» que
moverse: haciendo que el punto se mue¬ el organismo propone. Estas hipótesis
va realmente (movimiento real); encen¬ exigen «respuesta» en forma de alguna
diendo y apagando secuencialmente dos experiencia ulterior que las confirmará o
puntos de luz situados en posiciones refutará.
diferentes (movimiento estroboscópico); En la misma línea apuntan otras
contemplando el punto en una estancia teorías que conciben la percepción como
completamente oscura (movimiento comprobación de hipótesis, resaltando el
autocinético), y contemplando el punto hecho de que nuestras percepciones no
después de observar un patrón estimular son siempre verídicas y, por ello, pode¬
(como una espiral o unas barras vertica¬ mos entender la estimulación sensorial
les) en movimiento (postefecto de movi- como un proceso de suministro de datos
5
miento)» . para hipótesis referidas a la naturaleza del
Este autor analiza la percepción del mundo exterior.
movimiento haciendo especial énfasis en Por lo tanto, se puede explicar la
los factores fisiológicos, estudiando los producción de percepciones ilusorias no
distintos detectores de movimiento, así sólo con la participación de la experien¬
como los mecanismos neurosensoriales cia previa, sino, además, implicando en
de procesamiento de la información pro¬ los procesos perceptivos factores tales
cedente de la estimulación sensorial. Pero como la imaginación (sea ésta creativa o
también se detiene a analizar aquellos ca¬ meramente reproductora), la generaliza¬
sos en los que, en ausencia de movimien¬ ción, la abstracción, la deducción o el
to real del objeto de atención, es decir, razonamiento, como ya hemos visto
sin que haya propiamente un objeto des¬ anteriormente.
plazándose, el observador lo percibe en Así se podrán comprender fenóme¬
movimiento. nos como el denominado «efecto túnel»,
que consiste en que, dadas ciertas condi¬
ciones, cuando un objeto móvil desapa¬
Percepción de movimiento rece por uno de los extremos de un «tú¬
en ausencia de un e s t í m u l o nel» y, tras unos instantes, reaparece por
móvil otro, los observadores perciben el curso
Las distintas formas de crear la ilusión de del movimiento del objeto en el interior
movimiento, o de dar lugar a su percep¬ del túnel aún cuando no vean de hecho
ción, parecen tener en gran medida un el objeto.
soporte fisiológico, pero éste no resulta Resulta difícil justificar este tipo de
ser suficiente para explicar muchas situa¬ percepciones sin valorar la posibilidad
ciones en las que no se encuentra una de que el observador sea capaz de recons¬
neurona o grupo de neuronas que se res¬ truir y completar mentalmente una
ponsabilice de procesar la estimulación sensación a partir de estímulos fragmen¬
sensorial, de tal manera que la percepción tarios suficientes; el sujeto elabora los
resultante no concuerda con la realidad. datos proporcionados por los sentidos,
En estos casos, el autor apunta la posibili¬ los confronta con su propia experiencia y
dad de que sean la experiencia previa de elige una de las opciones que se pueden

108
Sensación-percepción

168. Dos estímulos utilizados en


la demostración del efecto túnel.

derivar de ese conjunto de pistas, es decir, palabras, hace que muchos observadores
toma una decisión relacionando el estí¬ vean lo que se les sugiere.
mulo con la categoría correspondiente Aquí, al margen del soporte fisioló¬
(fig. '68). gico que se le pueda dar al movimiento
Según estos términos, a partir de los autocinético, queda patente la posibilidad
datos suministrados por la estimulación de influir en la percepción mediante la
sensorial nuestro cerebro emite una sugestión, lo que refuerza la concepción
hipótesis referida a la naturaleza del fenó¬ de la respuesta perceptiva como un com¬
meno que se desarrolla ante los ojos, plejo proceso que va más allá de lo mera¬
hipótesis que no necesariamente ha de mente sensorial y en el que participan
ser cierta, pero sí ha de ser comprobada mecanismos mentales considerados de
con posteriores percepciones. orden superior por la psicología clásica.
Por último, nos interesa recoger en Intentando resumir las cuestiones
este apartado otro fenómeno relaciona¬ planteadas anteriormente podemos
do con la percepción de movimiento en deducir las siguientes conclusiones:
ausencia de un estímulo móvil, nos refe¬ • Cuando se trata del movimiento
rimos a la llamada «técnica de la palabra representado en imágenes estáticas,
autocinética». Como hemos visto al salvo en circunstancias muy concretas,
comienzo de este apartado, una de las ha de hablarse de percepción y no de
formas de conseguir que un punto de sensación de movimiento, ya que la esti¬
luz parezca en movimiento es contem¬ mulación visual no corresponde a un
plando dicho punto en un cuarto movimiento real.
completamente oscuro, se trata del • La percepción de movimiento no
denominado movimiento autocinético; tiene únicamente un soporte fisiológico,
la técnica a la que nos referimos se deriva sino que es un proceso más complejo en
de esta ilusión de movimiento y consiste el que se implican operaciones mentales
en un tipo de test, realizado en un cuar¬ de orden superior, en las cuales ha de
to oscuro, en el que se sitúa al observa¬ encontrarse la explicación para la percep¬
dor, y se le propone que contemple un ción de movimiento en una imagen está¬
punto de luz que, al moverse, formará tica. La asociación, la generalización, la
letras o palabras. La luz en realidad está abstracción y el razonamiento, junto con
inmóvil, pero el efecto del movimiento factores como la experiencia previa y la
autocinético, en combinación con la sugestión, serán, por tanto, los mecanis¬
sugestión de que se van a ver letras o mos más destacados de este proceso.

109
MOVIMIENTO

El movimiento y las imágenes estáticas.

La dinámica visual

En el presente apartado vamos a centrar mano de otras herramientas que le son


nuestra atención en el análisis de las cir¬ más cercanas. Condensa la acción repre¬
cunstancias que rodean la plasmación de sentada en una imagen única e inmóvil
una acción o un suceso en una imagen que aprehende la secuencia temporal y la
en la que no se cuenta con la dimensión proyecta fuera de la dimensión temporal.
temporal como elemento expresivo para El pintor, el escultor o el fotógrafo pue¬
su elaboración. den referirse a los cambios constantes
que se producen en la realidad, pero sin
contar con el tiempo.
El binomio espacio-tiempo Aumont, apoyándose en estas ideas,
e n las r e p r e s e n t a c i o n e s habla de imágenes temporalizadas y no
plásticas temporalizadas para distinguir aquellas en
Para comprender los mecanismos que las que la dimensión temporal está pre¬
entran en juego en una representación sente de diversas maneras en la propia re¬
del movimiento por medio de imágenes presentación, como puede ser el caso del
estáticas, es preciso entender el fenóme¬ cine, el teatro o la danza, y aquellas otras
no del movimiento desde el punto de en las que el paso del tiempo no implica
vista de la relación espacio-temporal y sus cambios significativos en la estructura de
consecuencias a la hora de plantearse la la propia imagen, como en la pintura, la
8
representación. escultura o el dibujo (fig. '69).
Los cuerpos existen no sólo en el es¬
pacio sino también en el tiempo, lo que
queda patente en sus cambios de aspecto El movimiento
y de relación con el entorno. Las repre¬ y l o s r e c u r s o s p a r a su
sentaciones plásticas sólo pueden sugerir representación escultórica
estos cambios. Por medio de cuerpos el El artista utiliza distintos recursos para
artista puede referirse a las acciones tan transmitir al observador la idea de movi¬
sólo de forma alusiva. miento a través de unas imágenes estáti¬
Ya nos referimos anteriormente a las cas, en las que el tiempo no interviene
diferencias que separan la representación como elemento configurador. Además,
elaborada por un pintor o un escultor, y en la elaboración de este tipo de imáge¬
la que genera un bailarín o un actor sobre nes, así como en su lectura o compren¬
6
el escenario . sión por parte del espectador intervienen
Para Aumont, la representación factores muy diversos.
desarrollada por el actor o el bailarín a) La imagen ambigua y el especta-
también estaría abstrayendo el tiempo dor cómplice.
desde el momento en el que el tiempo de A la hora de referirse a los recursos
la realidad representada ha sido alterado de que se vale el artista para representar el
y pasa a ser un «tiempo representado»; tiempo a través de imágenes no tempora¬
no obstante, sólo las imágenes temporali¬ lizadas, habría que señalar previamente
zadas como las de la danza, el cine o el que la imagen, como tal, tiene razón de
7
teatro logran dar una ilusión temporal . ser desde el momento en que es percibi¬
En la pintura o en la escultura esa sensa¬ da por el observador. Sin él la comunica¬
169. Gian Lorenzo Bernini, Apolo ción o ilusión no es posible, por lo que el ción no existe y por tanto la imagen
y Dafne, 1624. artista recurre a otras estrategias y echa pierde su sentido. Pero, como ya se ha

110
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual

En las representaciones pictóricas o


escultóricas del movimiento es esencial
que el espectador conozca o intuya la
mecánica y coyuntura del propio movi¬
miento representado, cómo se ha creado
esa imagen y a qué convenciones se
acoge, para que pueda aportar algo de la
temporalidad que en ella se ha abstraído.
El espectador, al percibir las imáge¬
nes y proyectar sobre ellas sus experien¬
cias y conocimientos, adopta un papel
extremadamente activo; es él quien
«hace» la imagen, al menos la que él ve,
primero organizando los datos ambiguos
e incompletos que le llegan para poder
así reconocerlos y después ajustándolos al
esquema con el cual resulte más coheren¬
te de acuerdo con sus experiencias y
expectativas (fig. ' 7 ' ) .
b) El instante más «pregnante».
Cuando se observa una imagen en la
que se reconoce una acción concreta sabe¬
mos que su creador ha intentado encerrar
170.Auguste Rodin, El caminante, 1877. en ella una serie de datos referidos al tiem¬
po propio del suceso, para que nosotros
comentado anteriormente, la representa¬ podamos reconstruirlo en su totalidad.
ción de una realidad no puede aportar Recordemos en este sentido el céle¬
todos los datos o la información que bre pasaje del Laocoonte de Lessing, para 171. Eadweard Muybtidge,
aquélla incluía. La nueva presencia no Labrador usando un pico, 1883.
puede ser totalmente idéntica; siempre
hay cualidades que se abstraen para
poder aprehender el objeto de la repre¬
sentación. Pues bien, el espectador ante
esa imagen ambigua, por sus carencias,
no actúa con total pasividad sino que
participa en su «construcción», añadien¬
do algo que él conoce sobre el origen de
esa imagen, la forma en que ha sido ela¬
borada y los convencionalismos en los
que se apoya (fig. '70).
Para Gombrich, la mirada del espec-
9
tador no es inocente, como tampoco lo
es la del pintor o el escultor, la percep¬
ción de las imágenes y de la propia reali¬
dad opera mediante la formulación de
hipótesis a partir de una serie de expecta¬
tivas creadas por los propios conocimien¬
tos que el observador tiene del mundo y '
de las imágenes.

111
MOVIMIENTO

subrayar la importancia que tiene la elec¬ del sarcófago de Alejandro {Caza de la


ción del instante más adecuado sobre el pantera, c. 3'0 a.C.) donde las diversas
que apoyar la representación de una * actitudes que muestran los personajes re¬
acción. Ese instante será el resultado del flejan a su vez diversos grados de tensión
cambio de relaciones y aspectos anterio¬ y violencia en sus movimientos (fig. '72).
res y germen de otros posteriores; «en sus c) Las fuerzas visuales y la tensión
composiciones, que implican coexisten¬ implícita en la forma.
cia de elementos, la pintura [y en general Pero, ¿qué sucede en aquellas imáge¬
cualquier representación plástica no tem¬ nes que sin referirse a objetos en movi¬
poralizada] solamente puede utilizar un miento provocan en el observador una
único momento de la acción; de ahí que fuerte percepción dinámica? En su mani¬
tenga que elegir el más pregnante de to¬ fiesto, los futuristas se plantean, en rela¬
dos, aquel que permita hacerse cargo lo ción con esta cuestión, la necesidad de
mejor posible del momento que precede ofrecer una «sensación dinámica» enten¬
'0
y del que sigue» , y así permitir la resti¬ diendo como tal «el ritmo peculiar de
tución de la temporalidad que implícita¬ cada objeto; su tendencia de movimiento
mente puede haber en ella y reconstruir o, mejor dicho, su fuerza interior». Um¬
mentalmente la totalidad del movimien¬ berto Boccioni, tanto al representar la fi¬
to. Por lo tanto, Lessing asume que hay gura de un hombre que avanza en For—
distintos grados o niveles de potenciali¬ mas singulares de continuidad en el
dad para los distintos «pasos» que se su¬ espacio ( ' 9 ' 3 ) , como al interpretar una
ceden en un movimiento. La elección del suerte de naturaleza muerta en Desplie—
que se considere más adecuado para gue de una botella en despacio ( ' 9 ' 2 ) ,
«contar» el suceso completo es, pues, uno abre las formas y las expande, rompe los
de los recursos de los que puede valerse el contornos definidos y la masa escultórica
artista para resolver este dilema. La capa¬ se funde con el entorno, revelando en este
cidad referencial de un instante concreto, diálogo espacio-materia la energía implí¬
en relación con el movimiento en su to¬ cita en la propia estructura de la forma
talidad, permite, además, matizar la in¬ representada. «Todo objeto da a conocer,
''
tensidad que se imprime a ese suceso . por medio de sus líneas, de qué manera
Así lo vemos en los magníficos relieves se disgregaría si siguiera las tendencias de
172. Caza de la pantera, sarcófago
de Alejandro, c. 310 a.C.

112
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual

ciones tanto al movimiento de las formas


como a la dinámica que emana de las
líneas que configuran su estructura;
tanto al movimiento real de los objetos
como al movimiento potencial de los
objetos estáticos, cuyos volúmenes se
expanden hacia el exterior en líneas de
fuerza (figs. ' 7 3 , '74 y '75).
Comparando las obras mencionadas
de Boccioni con las propuestas formales
de Osear Schlemmer al investigar las re¬
laciones de la figura anatómica del baila¬
rín con el espacio en el que despliega su
coreografía (Ballet de los bastones, '922),
volvemos a encontrarnos con las ya seña¬
ladas imbricaciones entre el lenguaje es¬
cultórico y el escenográfico, si bien en
esta ocasión el cuerpo evoluciona en el
espacio y sus movimientos se potencian
con la proyección de líneas de fuerza, que
emanan de la propia forma de la figura.
d) Las fuerzas visuales derivadas de
la acción creadora.
La forma en sí misma, y la imagen
perceptual que de ella obtenemos, mani¬
773. Umberto Boccioni, Formas únicas en la fiesta la facultad de estimular la percep¬
continuidad del espacio, 7973. ción del movimiento en el espectador.
Dentro de la imagen percibida el obser¬
sus fuerzas interiores. Esta descomposi¬ vador hallará una serie de pistas o huellas
ción no está sometida a leyes fijas, sino meramente formales que, construyendo
que resulta de la esencia característica del un «diagrama de fuerzas», le remiten a las
objeto y de la emoción de quien la con- tensiones dirigidas que actuaron en su 7 74. Constantin Brancusi, El pájaro
2
templa»' . Se atiende en estas representa- elaboración. en el espacio, 7940.

775. Osear Schlemmer, escena


del Ballet de los bastones, 7922.

113
MOVIMIENTO

en otros términos, ¿se puede asignar a las


fuerzas que entran en acción en la elabo-
ración de una escultura, la capacidad de
crear algún tipo de tensión semejante a
aquellas de las que estamos hablando?
Hay indicios suficientes como para pen-
sar que así es. Aunque quizá no de una
forma tan elemental y evidente como en
la naturaleza, en la obra de arte el autor
deja una señal más o menos clara de su
forma de hacer. Su acción queda fijada
en la imagen a través de la pincelada, el
grafismo, la impronta, ciertas texturas e
incisiones sobre la materia, etcétera.
Para apoyar esta idea basta recordar
la importancia que se concede a la acción
y a los gestos desplegados por el artista en
176a. Las hojas del género 177. La concha de Nautilus pompilius. el momento de la ejecución de la obra,
Nephentes terminan en un zarcillo en las corrientes del expresionismo abs¬
que finaliza en un ascidio. Al analizar los diversos factores que tracto en general y en particular en el
generan la tensión dirigida y, por tanto, action-painting o «pintura de acción», en
el origen de la dinámica visual implícita donde se incide de forma particular en el
en la forma de los objetos, resultan muy propio acto físico de pintar, «simplemen¬
sugerentes las concepciones que determi¬ te pintar». El temor que siente el escultor
nados biólogos mantienen al explicar las ante la posibilidad de que una mala fun¬
formas de los seres vivos como producto dición apague la vida que fluye por la
y reflejo de las fuerzas que generan su superficie de su obra en forma de calida¬
crecimiento (figs. '76 y '77). des texturales, tiene mucho que ver con la
Pero ¿se pueden encontrar en las relación que se establece entre esas huellas
representaciones plásticas las huellas o del modelado o la construcción y las fuer¬
vestigios de esas fuerzas creadoras? Dicho zas visibles en forma de tensiones dirigi-

176b. Mata tortuosa de Sophora


japónica 'Péndula'.

178. El Universo, pintado por el


monje Sengai (1750-1837).

114
£1 m o v i m i e n t o y las imágenes estáticas. La dinamica visual

180. Martín Chirino, El viento,


das que emanan del propio acto físico de logía de la Gestalt, «todo esquema visual 1966.
crear (figs. ' 7 8 , ' 7 9 , ' 8 0 , ' 8 ' y ' 8 2 ) . tiende a presentar la configuración más
e) La oblicuidad y la deformación simple que sea posible para el sentido de
3
como elementos expresivos dinamizadores. la vista en las circunstancias dadas»' . Las
Para A r n h e i m , aplicando el princi- imágenes son entendidas por el sentido
pio de simplicidad asumido por la psico- de la vista t o m a n d o c o m o referencia los

181. Eduardo Chillida, estudio


para Peine de los vientos, 1959.

182. Bernar Venet. Línea


indeterminada. 1986.

115
MOVIMIENTO

185. Antonio Canova, Hércules y Lica,


1795-1815.
183. Ernst Barlach, El vengador, 1914.
El artista, al elaborar su obra, a
menudo, de forma consciente o incons-
ciente, se apoyaría en este principio para
imprimir en sus composiciones la vida y
el movimiento que busca. Su aplicación
más sencilla y eficaz podría consistir en la
estructuración de las formas al margen
del esquema visualmente más estable,
esto es, el de la vertical y la horizontal
(figs. 183, 184, 185 y 186).
En este sentido, Arnheim deja una
puerta abierta a la aportación del especta¬
dor, justificando la dinámica visual que
aparece en ciertas imágenes como el esta¬
blecimiento de «una relación de tensión
no sólo con la armazón directamente in¬
herente a la representación, sino también
con el recuerdo de la postura normal del
14
objeto» . Y podemos añadir a este razo-
184. Marino Marini, El milagro,
namiento que la «postura normal» de un
1955. esquemas más elementales, y este enten¬ objeto no tiene por qué ser necesaria¬
dimiento es articulado mediante un pro¬ mente la de reposo. Habría que aceptar
ceso dinámico que tiende a reducir las también como normales las posturas que
tensiones que puedan aparecer cuando la se adoptan al realizar un movimiento, las
imagen se aparta de aquellas configura¬ cuales han de poseer su «armazón» o
ciones más sencillas o habituales. esquema visual correspondiente.

116
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual

187. Eadweard Muybridge,


Hombre caminando a velocidad
normal, 1883.

186. Antoine Bourdelle, Heracles extermina a


las aves del lago Estínfalis, 7909. 188. Tres guerreros con casco,
con penachos, bronces etruscos
El observador sabe cómo se sitúa un del siglo va.C.
cuerpo humano en posición de reposo, y
puede que tenga en su mente un esque¬
ma más o menos sencillo para esa ima¬
gen, pero también sabe que hay muchas
formas de estar en reposo. Ese conoci¬
miento debe tener tanta importancia en
la representación de figuras en acción, y
en la lectura de esas representaciones,
como la experiencia que se tiene de los
cuerpos en acción, la manera más «nor¬
mal» de realizar cada movimiento y su como consecuencia de esa falta de corres¬
esquema visual más simple. pondencia, se producirá un aumento de
La dinámica de las imágenes tam¬ la tensión y, por lo tanto, ésta adquirirá
bién se explica, de este modo, en térmi¬ un mayor dinamismo. Se vuelve a consi¬
nos de deformación. Aplicando los pre¬ derar el conocimiento previo de las
supuestos basados en el principio de la formas de los objetos por parte del espec¬
simplicidad y la contraposición de ten¬ tador como factor esencial en la aprecia¬
dencias, Arnheim afirma que «toda ción de la dinámica de las imágenes,
tensión procede de una deformación», entendida como deformación de una
considerando ésta como un incremento configuración habitual o «normativa»
fuerte de la tensión en el campo visual. (figs. '87, '88 y '89).
Es decir, a una determinada forma se le f) La síntesis formal en la represen—
asigna su correspondiente esquema visual; tación del movimiento.
si esa forma es alterada, deformada, deja¬ Estamos analizando los distintos 189. Alberto Giacometti, Hombre
rá de encajar en el esquema más simple y, recursos que se pueden utilizar en la que camina I, 1960.

117
MOVIMIENTO

acción y, por otra, respetar la unidad e


integridad de esa acción, evitando preci¬
samente que la imagen aparezca tan
sólo como un fragmento del movimiento
completo.
El movimiento se puede definir,
bien como una variación en la ubicación
del objeto en su conjunto, o bien como
una alteración de la posición relativa de
sus partes, pero siempre como un cam¬
bio y, por lo tanto, no es posible enten¬
derlo como una suma de distintas fases.
Como afirma Bergson, «todo cambio
'5
real es un cambio indivisible» . No obs¬
190. Eadweard Muybridge, Movi- tante, la aprehensión de esta continui¬
miento de un caballo al galope, representación del movimiento a través dad, por medio de un lenguaje en el que
1872. de imágenes no temporalizadas. Hemos no se cuenta con el factor temporal, ha de
visto variables de carácter extrínseco, valerse de una cierta secuenciación o
como la experiencia del observador, su descomposición del movimiento, cuya
imaginación o sus recuerdos, se ha aplicación permite resumir en una confi¬
hablado de otras variables aportadas por guración el antes y el después respetando
la propia imagen al relacionarse con la la unidad en la que se enmarcan.
acción o el objeto representado, como La síntesis es un proceso de abstrac¬
son las improntas del acto creador, la ción, ya que con ella se elimina gran par¬
oblicuidad o la deformación, y también te de lo que objetivamente conforma el
se ha destacado la importancia de la movimiento que se pretende representar,
elección del instante más adecuado. pero esta abstracción no tiene por qué
Pero todos estos recursos, en último consistir necesariamente en seleccionar
extremo, se articulan a través de una una fase momentánea o instante del pro¬
operación de síntesis mediante la cual el ceso completo como apuntaba Lessing.
artista intenta, por una parte, resumir en El análisis de determinadas pinturas o
191. Théodore Géricault, Carrera una imagen los cambios que comporta la esculturas, en las que se representan figu¬
de caballos en Epsom, c. 1821. ras y objetos en movimiento, permite
comprobar que el artista generalmente
hace «algo más» que seleccionar «un solo
momento» de la acción.
Cuando se comparan las tiras foto¬
gráficas del galope del caballo realizadas
por Muybridge, con las imágenes elabo¬
radas por muchos artistas a lo largo de la
historia del arte que tratan de plasmar ese
movimiento, vemos que a menudo éstas
no muestran un momento concreto de la
acción. El instante más pregnante del
que hablaba Lessing no coincide con un
instante real; el pintor, en este caso, hace
un compendio o resumen de los mo¬
mentos más significativos de la acción
(figs. '90 y ' 9 ' ) .
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual

Pero los intentos de síntesis en la


representación del movimiento no han
ido únicamente en este sentido. Los artis¬
tas, al enfrentarse con este problema, han
propuesto otras soluciones que pueden
resultar más o menos acertadas o eficaces,
pero que sin duda son reflejo del interés
que suscita el tema y la necesidad de en¬
contrar el recurso más adecuado para
cada estilo o tendencia artística.
Así, otra solución muy relacionada
con la anterior consiste en superponer en
una sola imagen momentos distintos
de una misma acción; es decir, acumu¬
lando en la misma representación el
objeto mismo en distintas fases (fig. '92).
Este recurso, elemental a la vez que
efectivo, se utilizó ya desde las primeras
manifestaciones artísticas, como se puede
apreciar en la ya comentada imagen del 792. Giacomo Baila, Dinamismo
jabalí corriendo de Altamira. En princi¬ como en el arte, un «despliegue progresi- de un perro con correa, 797 7.
pio, este tipo de solución puede parecer vo del gesto». Para él, la pintura o la
absurda, ya que las figuras, el animal en escultura, en este sentido, son mucho
este caso, aparecen con un excesivo nú¬ menos convencionales que la imagen
mero de extremidades; pero aquí habrá «científica» de la fotografía «donde el
que recordar de nuevo que de lo que se tiempo se ha detenido bruscamente»; las
está hablando es de un proceso de sínte¬ instantáneas, para Rodin, a pesar de su
sis, de una representación y, por lo tanto,
autenticidad mecánica, a menudo fraca¬
de una abstracción. Tan incoherente es,
san al intentar dar una ilusión de acción.
desde la comparación de las imágenes
Y refiriéndose a la Carrera de caba-
con la realidad, esta solución como la
llos en Epson, de Géricault, que plasma el
que se puede encontrar en la fotografía
galope del caballo con las patas totalmen¬
más dinámica o la pintura más realista.
te extendidas, mantiene que es la fotogra¬
A fin de cuentas, un jabalí no tiene ocho
fía la que se equivoca, puesto que es en
patas efectivamente, pero tampoco es
los caballos del cuadro donde aparece
una superficie de roca pintada; tan con¬
más clara esa impresión de movimiento
vencional es la solución de la bidimensio-
al recoger en una sola imagen lo que
nalidad como la acumulación de imáge¬ '6
ocurre en el transcurso del tiempo .
nes del mismo animal en distintas fases
del movimiento. Estos mismos planteamientos
aparecen de forma evidente en su propia
Auguste Rodin manifiesta a este res¬ obra, como podemos ver en algunas de
pecto que ciertas imágenes fotográficas sus figuras en las que se «encuentran las
congelan el movimiento del modelo has¬ diferentes partes de la estatua representa¬
ta hacerle aparecer como «atacado de das en momentos sucesivos», lo que
repente por la parálisis y petrificado en su viene a ser una aplicación consecuente de
postura», y afirma que si los personajes su idea del movimiento como metamor¬
son captados en plena acción, reprodu¬ fosis, «transición de una actitud a otra»,
ciéndose todas las partes de su cuerpo en lo que provoca en el observador la ilusión
la misma fracción de segundo, no habrá, de que la acción, efectivamente, se está

119
MOVIMIENTO

193. Auguste Rodin, San Juan


Bautista, 1877.

194. Acarreadores de leña,


c. 700 a.C, Jorsabad, Palacio de
Sargón II.

realizando, y que lo que se tiene delante presenta como una solución paralela a
no es el fragmento de una acción sino la propuesta por Rodin e íntimamente
1
una totalidad ' (fig. 193). relacionada; aquí, la intención es referirse
195. Soldados nubios al servicio La repetición de líneas, esquemas o al desplazamiento del objeto o la figura
del príncipe Mesehti, Asiut, figuras dentro de una misma imagen se en su conjunto y no tanto al movimiento
Imperio Medio, X dinastía. relativo de las partes, algo que vemos
claramente al analizar la manera en que
se describe el movimiento en obras como
el relieve de los Acarreadores de leña, pro-
cedente del palacio de Sargón II, en Jor-
sabad, o el grupo de Soldados nubios al
servicio del príncipe Mesehti, del Imperio
Medio; el escultor se apoya en la repeti¬
ción de las figuras y su yuxtaposición en
una misma composición para describir el
movimiento de avance de los personajes,
que, si son analizados de forma individua¬
lizada, pierden sin duda vivacidad y dina¬
mismo en sus actitudes (figs. '94 y '95).
Los futuristas, con su especial interés
por la velocidad y por el dinamismo de

120
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual

las imágenes, utilizaron frecuentemente definición de la forma. Este resultado


este recurso, aprovechando sin duda la formal evidencia la sensación de impo¬
documentación que a partir de las últi- tencia y desamparo que siente ante la
mas décadas del siglo XTX les aportaban «imposibilidad de copiar la realidad tal y
los estudios fotográficos sobre el movi- 9
como la veía»' . Ir en pos de esa realidad
8
miento' . Formalmente se descompone el que le resulta inalcanzable (donde «los
movimiento en fases sucesivas que son personajes no son más que movimiento
representadas en yuxtaposición. En estas continuo hacia el interior o hacia el exte¬
soluciones, se asume una concepción de rior. Se rehacen sin parar, no tienen una
la realidad en la que predomina el cambio verdadera consistencia... son una masa en
sobre la materia, como queda bien claro movimiento, apariencia, forma cambian¬
en su Manifiesto. A los futuristas les inte¬ te y nunca completamente comprensi-
resa más la actividad de los seres y los 20
ble» ), implica una continua reelabora¬
objetos que su propia forma o materia. ción de la forma, que a su vez produce
Esa desmaterialización implica otra sucesivas incisiones y agresiones a la ma¬
posible alternativa en la resolución de teria como evidencias de una lucha apa¬
nuestro problema, siendo también el sionada y desesperada que, aún intuyen¬
Futurismo, como ya hemos visto, junto do absurda, persigue el conocimiento del 796. Germaine Richier, La gran
con el Cubismo, las tendencias artísticas 2
mundo ' (figs. '96 y '97). tauromaquia, 7953.
que analizan más a fondo sus posibilida¬ El caso de la prolongación del objeto
des y aplicaciones. Así, se aprecian dos en el espacio, marcando la dirección del
propuestas que formalmente se aseme¬ movimiento, el «barrido» o «arrastre», se
jan, pero que obedecen a planteamientos puede considerar como una derivación
conceptuales diferentes. Por una parte, del recurso que hemos denominado de
en el Cubismo encontramos lo que se ambigüedad formal. Como afirma Gom-
puede denominar una visión dinámica, brich, «la impresión de movimiento, y
fruto de un análisis formal que da origen por consiguiente de la vida, se obtiene
a una suerte de visión simultánea y que mucho más fácilmente con unos cuantos
se plasma en una fragmentación y des¬ rasgos enérgicos que mediante la elabora¬
composición total o parcial de los volú¬ ción del detalle» y nos recuerda a este res¬
menes y, por otra, en el Futurismo, la pecto las palabras del pintor Phillip Ángel
forma se abre y se expande en el sentido cuando critica a sus colegas por definir
que marca el desplazamiento, una especie
detalladamente los radios de una rueda
de «arrastre» que viene a ser la huella de
que ha de entenderse en movimiento:
la propia acción en el espacio.
«Cuando una rueda de carro o de torno
Encontraremos una solución seme¬ de hilar gira con gran velocidad, notaréis
jante, entre otros muchos casos, en la que a causa de la rotación no pueden ver¬
obra de la escultora francesa Germaine se los radios, sino sólo un dudoso atisbo
Richier o en las características figuras fili¬ de los mismos, pero aunque he visto re¬
formes de Alberto Giacometti; en ambos presentadas muchas ruedas de coche,
casos, el tratamiento textural de los volú¬ nunca he visto esto como debería apare¬
menes así como la propia configuración cer, porque cada radio viene dibujado
22
formal plantean una activa relación entre como si el coche no pareciera moverse» .
el espacio y la materia. En Giacometti, la Una aplicación ciertamente eficaz
forma se diluye y se afina hasta casi desa¬ de este recurso la encontramos en Veláz-
parecer. El resultado es una inquietante quez cuando representa el veloz giro de la
percepción de actividad provocada tanto rueda del torno en Las hilanderas, donde,
por la vibración del claroscuro, como por como también comenta Gombrich, se
la tensión que se establece ante la falta de aprecian claramente las líneas de la post-

121
MOVIMIENTO

197. Alberto Giacometti, Figura en


una caja entre dos c a s a s , 1950.
imagen que aparecen cuando un objeto
cruza con gran rapidez el campo visual.
El alto grado de estilización al que se
ha llegado en el empleo de estos recursos
comporta, a su vez, una sólida fijación ' 9 8 . Diego Velázquez, Las hilanderas (detalle),

del tópico. Hoy en día está absolutamen¬ c. 7660.

te asimilado y convencionalizado por el


nes del movimiento de algún elemento
público, hasta el punto de que resulta un
de los que aparecen representados (figs.
lugar común en el mundo de la ilustra¬
'98, '99 y 200).
ción, la publicidad o el cómic. De esta
forma, si echamos una ojeada a cualquier A modo de conclusiones que resu¬
199. Las líneas que aparecen en
revista de historietas, no nos será difícil man lo expuesto en torno a la cuestión
torno a los personajes de estas vi-
identificar este recurso en la representa¬ de la fijación de la dimensión temporal
ñetas de Hergé, en Vuelo 714
ción de la acción de los personajes y el en las imágenes fijas y de la dinámica
para Sidney, de 1968, refuerzan la
movimiento de los objetos, como tampo¬ visual, podemos decir que:
representación de su estado de
co le resultará problemático al público En su relación con la dimensión
ánimo y sobre todo de los movi-
entender esas líneas que aparecen de vez temporal, las representaciones plásticas
mientos y gestos que realizan. en cuando en las viñetas como indicacio- pueden ser imágenes temporalizadas e
imágenes no temporalizadas, siendo las
primeras aquellas en las que el tiempo
objetivamente forma parte integrante de
la propia representación, y las segundas
aquellas en las que el transcurso del tiem¬
po no implica cambios significativos en
su configuración.
En la lectura de las representaciones
de movimiento a través de imágenes no
temporalizadas, como ante cualquier
imagen, el espectador no es un mero re¬
ceptor de un mensaje; sus vivencias, co¬
nocimientos y demás condicionantes so-
cioculturales influyen de manera esencial

122
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual

en su significación y, por ello, de forma


indirecta, en la propia elaboración de la
imagen. El observador completa y orga¬
niza los datos que la imagen le aporta, y
los hace coincidir con alguno de los
esquemas que guarda en su memoria.
Las configuraciones que estimulan
nuestro sentido de la vista adquieren sus
cualidades dinámicas mientras son
procesadas por el sistema nervioso al
intentar reducirlo al esquema más simple
posible. Por tanto, la dinámica es parte
integral de lo que ve el observador.
Las cualidades dinámicas inherentes
a los propios esquemas estimuladores que
llegan a la retina del observador, junto
con sus recuerdos, conocimientos o
circunstancias específicas de carácter am¬
biental, cultural o emocional, son los dos
factores más importantes sobre los que se
apoya la representación del movimiento
en imágenes no temporalizadas.
Los recursos de los que se vale el es¬
cultor a la hora de representar de forma
eficaz el movimiento son, por una parte,
la elección del instante más apropiado
que permita al observador completar los
datos del suceso representado. Por otro
lado, está la propia selección y ordenación
de los datos en la propia imagen; así, el
artista puede optar por asignar a cada par¬
te del móvil un momento diferente de la
acción, de modo que la visión del conjun¬
to dé una idea suficiente de la unidad y
totalidad de la misma. También puede
optar por superponer momentos sucesi¬
vos del mismo objeto dentro de una mis¬
ma imagen, de forma que el observador
puede ver el móvil en las situaciones más
200. Giacomo Manzü, Muerte de
significativas del movimiento sin abando¬ nido como para que no haya una lectura San Esteban, '964
nar la apreciación de su unidad. errónea de la imagen y, a la vez, lo sufi¬
Contando siempre con la complici¬ cientemente estimulante como para que
dad del observador y con su capacidad incite a proyectar sobre él la imagen
para proyectar imágenes mentales sobre mental de la acción o el cambio al que se
las imágenes físicas o sobre la propia rea¬ refiere. Este recurso puede llegar a tal
lidad, el artista se puede valer del recurso grado de convencionalismo y estilización
de la ambigüedad e indefinición en sus que los datos que en la representación
representaciones del movimiento para sugieren el movimiento adquieren prácti¬
crear un soporte lo suficientemente defi- camente el valor de signo.

123
MOVIMIENTO

El movimiento real en la escultura.

La escultura cinética

Debemos ahora ocuparnos de aquellas crear esa imagen son propiamente escul¬
manifestaciones plásticas en las que el tóricos, sin importar, al hacer esta apre¬
escultor no aborda el problema de la re¬ ciación, que los volúmenes puedan o no
presentación del movimiento sólo como articularse o cambiar en su organización,
una realidad a la que se remite a través de puesto que, a pesar de los cambios, van a
la articulación de unos medios expresivos seguir representando a ese personaje; sin
de carácter estrictamente volumétrico, embargo, su actitud o su movimiento no
sino que, buscando en otros ámbitos de quedan definidos en esa representación,
la expresión artística, extrae los recursos no tendría sentido, es una pieza creada
con los que construir una obra en la que para moverse o, si se prefiere, para ser
el movimiento se transforma en el movida; la representación de una acción
elemento esencial de la imagen, tanto a por medio de una marioneta se lleva a
nivel de significado como de significante, cabo con movimientos reales como en el
no sólo como elemento al que se hace teatro o la danza, con la salvedad de que,
alusión, sino también como medio con en esta ocasión, esos movimientos los
el que se alude. El escultor, a la hora de materializa el artista a través de unos
elaborar este tipo de representaciones, se volúmenes inertes pero articulables en el
apoya también en la articulación de la espacio y en el tiempo (figs. 2 0 ' y 202).
dimensión temporal, y entonces el movi¬ Podemos decir que en este tipo
miento se interpreta con auténticos mo¬ de representación confluyen dos tipos de
vimientos. El paso del tiempo ya no se lenguaje; por una parte, los medios
presenta con volúmenes organizados de propiamente escultóricos atienden a la
una manera particular, sino con cambios representación de la figura de forma que
en la configuración de esos volúmenes. el público reconozca en esos volúmenes
Pensemos, por ejemplo, en un títere o al personaje que se pretende presentar;
marioneta que representa a un determi¬ por otra, los medios específicamente tea¬
nado personaje mediante una composi¬ trales entran en juego a la hora de utilizar
ción volumétrica concreta. Se puede esas formas para presentar un acción.
201. Miniatura del Hortus
considerar como una pieza escultórica, ya Características muy semejantes se
deliciarum de Herrade de
que los medios expresivos utilizados para dan en el caso del muñeco que el niño
Landsberg, finales del siglo xii mueve para simular una acción, ya que,
en esencia, tenemos unos volúmenes
más o menos esquemáticos que recons¬
truyen las formas de una figura humana
o animal, y a las cuales de manera sim¬
bólica se da vida para reproducir una
actividad o un suceso. Cuando el niño
juega con un trozo de arcilla, modelando
una figura, a menudo no se conforma
con la elaboración de un esquema
elemental que le permita obtener un
sustituto en barro del personaje repre¬
sentado, sino que, de forma fluida, sin
solución de continuidad, parece seguir
«modelando», al darle vida (animarlo)

124
El movimiento real en la escultura. La escultura cinética

reproduciendo sus movimientos. Esta Mención aparte merecen los deno¬


forma de actuar evidencia la necesidad minados móviles, composiciones escultó¬
que siente de completar la mera repre¬ ricas, generalmente de carácter abstracto,
sentación volumétrica con una serie de dotadas de movimiento real que, al no
cualidades que, de una manera más efi¬ tener un soporte figurativo definido o
caz, insinúen o reproduzcan la actividad. dominante, presentan una mayor ambi¬
Resulta curioso descubrir los esfuer¬ güedad a la hora de delimitar el tipo de
zos que, obedeciendo a razones ya sean lenguaje que entra en juego; no obstante,
de índole religiosa, estética o meramente si reflexionamos sobre las características
lúdica, se han desplegado en este campo de muchas de las representaciones que se
para tratar de «reproducir» la vida, o al elaboran en la danza o el baile, veremos
202a, 202b y 202c. Ángel Ferrant, 202c
menos algunos actos aislados, en repre¬ que a menudo nos remiten también al
sentaciones donde no fuera necesaria la movimiento en su esencia, sin connota¬ Estudio estereotómico de
intervención directa de un actor; nos ciones anecdóticas o narrativas; se repro¬ coyunturas estatuarias, 1940.
referimos aquí a la larga tradición de duce un movimiento como tal, sin que
autómatas (del griego aÜTÓuciTOS haya de articularse con otros movimien¬
[automatos], que se mueve por sí mismo) tos para construir un suceso. Estos bailes,
cuyos indicios más tempranos se remon¬ que podríamos calificar de abstractos
tan a las estatuas animadas que albergaba y que consideramos que se ajustan al
el templo de Dédalo. Aquí, el creador, mismo esquema esencial que presentan
mediante mecanismos más o menos in¬ las esculturas móviles, son en definitiva
geniosos y aprovechando alguna fuente volúmenes y, por lo tanto, pertenecientes
de energía, trata de imitar los movi¬ al ámbito de la escultura, ya que en este
mientos de los seres animados. Es, en caso el cuerpo del bailarín no se entiende
definitiva, una mimesis teatral, y por como una figura humana sino como una
tanto ficticia, con la que se pretende forma en el espacio, forma que además
presentar de forma convincente el movi¬ cambia, como también cambia la confi¬
miento de un personaje que, a su vez, es guración del móvil.
presentado, también haciendo hincapié Ya se trate de una marioneta, de un
en el parecido, a través del lenguaje es¬ autómata o de un móvil, desde el punto
cultórico (figs. 203 y 204). de vista formal, a la hora de abordar su

125
MOVIMIENTO

204. Ángel Ferrant, Fiesta c a m p e s i n a , 1948.

tracción de Kandinsky, el objeto de Du-


champ, etcétera.
El arte cinético engloba aquellas
manifestaciones plásticas en las que existe
realmente movimiento, ya sea de manera
implícita o explícita. Por su propia natu¬
203. Pau/ Gugelmanns, La net des raleza está vinculado a los grandes avan¬
fous, 1974. definición, el movimiento se asigna como ces tecnológicos y, por tanto, no tiene
adjetivo, como una cualidad que se aña¬ ligazón con el pasado anterior a la revolu¬
de a la propia forma; son esculturas que ción industrial.
se mueven o pueden moverse, y por ello En sentido estricto, nos referiremos
representan el movimiento por medio de a la introducción del movimiento real en
un lenguaje que no es propiamente el la obra plástica, y en cómo éste es defini¬
escultórico y que estaría más próximo al do por la luz. El movimiento dentro de
ámbito teatral. la escultura cinética marca el sentido y
La inclusión del movimiento real en significado de la obra.
la creación plástica del siglo XX manifies¬ El arte cinético, también llamado en
ta un carácter de ruptura o apertura, determinados casos arte óptico o arte
coherente con otras propuestas paralelas visual-cinético, basará todos sus princi¬
de las primeras vanguardias, como la abs- pios en el movimiento como componen-

126
El movimiento real en la escultura. La escultura cinética

te esencial de la obra, y sin el cual ésta 205. Marcel Duchamp,

pierde su significado primordial. Rueda de bicicleta, 1913.

Al artista cinético generalmente no


le interesa la representación del movi¬
miento como tal, sino el movimiento en
sí. El movimiento integrará la esenciali-
dad de su obra. Para distinguir la obra
cinética no basta con que el movimiento
esté implícito en la misma, es decir, con
que ésta se mueva, sino que la obra debe
de producir un tipo especial de efecto, y
para que este efecto se produzca no es
necesario que el movimiento sea real. Los
efectos que la obra cinética crea pueden
producirse por la manipulación del
espectador, del propio artista, o por
algún tipo de movimiento que el público
desarrolle delante de la obra, mediante el
cual se produzca el efecto de que la obra
se mueve, sin que este movimiento sea
necesariamente real, sino un movimiento
percibido.
El arte cinético germina en el rico
caldo de cultivo formado por las investi¬
gaciones formales del constructivismo
ruso, las propuestas rupturistas del futu¬ Pero si queremos encontrarnos con
rismo y las especulaciones conceptuales las raíces más profundas del arte cinético
de Duchamp en torno a los problemas de debemos remontarnos a las vanguardias
la representación. Es una corriente que artísticas e ideológicas de la Rusia del
nace inmersa en la negación del concepto periodo de entreguerras. En sus postula¬
tradicional de escultura como disciplina dos teóricos afloran los ecos del futuris¬
ligada a unos materiales y procedimientos mo italiano, pero se critica el hecho de
técnicos determinados, y al propósito de que su pasión por la velocidad y el movi¬
producir imágenes, y con ello a la elabo¬ miento se vea frustrada y confinada
ración de sustitutos a través de la repre¬ dentro de los límites de la estricta repre-
sentación (fig. 205). Su afán de investiga¬ 23
sentación . Por ello, se aborda la experi¬
ción analítica y demostrativa no tiene mentación en torno a la posibilidad de
como objetivo la representación plástica crear estructuras donde el tiempo y el
tradicional. Se rechaza la escultura como espacio interactúen y formen parte de
forma cerrada e inmutable, proponiendo una totalidad. En su Manifiesto realista,
en su lugar estructuras que se apoyan en de '920, los hermanos Naum Gabo y
una relación dinámica entre la materia y Antón Pevsner proponen sustituir los
el espacio, entre el lleno y el vacío, entre «ritmos estáticos» del arte tradicional por
la escultura-objeto y su entorno. «los ritmos cinéticos, formas esenciales
24
La exaltación futurista de la máqui¬ de nuestra percepción del tiempo real» .
na, de la velocidad y del movimiento La necesidad de acabar, en el ámbito
conforma el soporte temático que esta social, con la distinción de clases llevó
corriente artística va a tomar como base aparejada, dentro del terreno artístico, la
de su desarrollo posterior. revisión y el cuestionamiento de la tradi-

127
MOVIMIENTO

cional jerarquía y clasificación de las Los primeros ensayos propician


disciplinas artísticas; de esta manera, unos resultados que fijan uno de los pa¬
comienzan a diluirse los límites entre los i radigmas del arte cinético: una forma en
distintos campos de la creación. Los len¬ el espacio al moverse genera un volumen,
guajes específicos de la pintura, la escul¬ no físico, pero sí visual, esta forma deter¬
tura, la arquitectura, el teatro, etc., se mina una zona del espacio, y genera una
vuelven permeables. El artista siente la imagen. Construcción cinética, de Naum
posibilidad de moverse con libertad de Gabo, fechada entre ' 9 ' 9 y '920, y el
la pintura a la escultura o a la arquitectu¬ proyecto para el Monumento a la Tercera
ra; de abordar lo mismo una escenografía Internacional, de Vladimir Tatlin, que
que el diseño de una lámpara. Rodchen- data de esos mismos años, pueden consi¬
ko o El Lissitzky representan un buen derarse como las obras pioneras en la
ejemplo de esta actitud. La pintura y la materialización de estos postulados con¬
escultura son construcciones, no repre¬ ceptuales.
sentaciones, y por tanto pueden y deben La obra de Gabo consiste en una va¬
usar los mismos materiales y procedi¬ rilla metálica que vibra por la fuerza de
mientos técnicos que se usan en la indus¬ un motor, la vibración genera una forma
tria y la arquitectura. Además, hay una y ésta, a su vez, una imagen que es perci¬
función inédita hasta el momento en el bida como un volumen escultórico. Con
206. Vladimir Tatlin, modelo para arte, en la que basan gran parte de su
el Monumento a la Tercera trabajo, ésta es la relación del arte con la
Internacional (1919-1920), ciencia; según Giulio Cario Argan, el ar¬
reconstrucción; metal y madera tista constructivista se considera «un inte¬
pintada, altura 3 m, diámetro lectual que lleva a cabo una investigación
1,56 m. Estocolmo, Moderna científica en el campo del conocimiento
Museet. estético: los objetos que hace no tienen
valor por sí mismos, sino como instru¬
mentos y demostraciones de esa investiga-
25
ción» . Este contexto de experimentación
estética vinculada a la exploración cientí¬
fica y a la necesidad de suprimir los lími¬
tes entre las diversas disciplinas de la crea¬
ción artística propicia la aparición de las
primeras estructuras propiamente «cinéti¬
cas»; es decir, que incorporan el movi¬
miento real como parte esencial de la
obra. Y para lograr que la escultura tenga
movimiento se renuncia al concepto es¬
cultórico tradicional, esto es, a la masa y
al volumen, al utilizar, morfológicamente
hablando, la plástica geométrica heredada
del Suprematismo; algo que además se
consigue gracias a la utilización de los
materiales aportados por las nuevas
tecnologías, como cristal, perpex, plástico
trasparente, mallas, planchas, láminas,
alambres y enrejados de metal, en defini¬
tiva, aquellos materiales propios del ámbi¬
207. Naum Gabo, Construcción cinética,
to arquitectónico e industrial.
1919-1920, reconstrucción de 1985.

128
El movimiento real en la escultura. La escultura cinética

esta propuesta, el escultor, plenamente in¬


merso en la corriente constructivista, abre
una línea experimental que pronto aban¬
dona ante la falta de recursos tecnológi¬
cos, lo que le impide ahondar en esa in¬
vestigación. No obstante, Construcción
cinética puede considerarse un hito en el
contexto de las vanguardias de principios
del siglo XX al invertir, de manera radical,
la relación hasta ese momento establecida
entre el volumen escultórico y el movi¬
miento. Si anteriormente, como ya he¬
mos visto, el escultor articulaba los volú¬
menes para referirse al movimiento (para
que el espectador percibiera movimien¬
to), ahora es el movimiento, la vibración
de la varilla metálica, lo que nos permite 2 0 5 . Nicolás Schóffer, C y s p I
percibir un volumen; en definitiva, se los volúmenes generados por el movi- 1956.
construye el volumen, la escultura, me¬ miento de sus partes metálicas, sino
diante un movimiento real. Es, sin duda, como factor que articula la obra con
un instrumento de demostración en su su entorno y que es capaz de integrar el
búsqueda experimental de la escultura sin espacio circundante dentro de la propia
masa y sin volumen (figs. 206 y 207). escultura.
En el ambicioso y monumental pro¬ Además de esta importante aporta¬
yecto de Tatlin cristaliza la vertiente ción, que traza una nueva línea de inda¬
social e ideológica de los postulados gación plástica en la que se presta especial
constructivistas; se trata de una estructu¬ atención al concepto de ambiente como
ra que fluye entre la arquitectura y la parte integrante de la propuesta plástica,
escultura como un complejo volumétrico Moholy-Nagy analiza, en el ámbito teóri¬
donde confluyen «formas puramente co, las relaciones que se establecen entre el
26
artísticas con intenciones utilitarias» . El público y la obra, presagiando algo que
movimiento de las estructuras alojadas en la actualidad resulta de plena vigencia
en el interior de la gran espiral obedece a como es la participación del espectador
propósitos simbólicos más que a experi¬ en la propia creación (fig. 208).
mentaciones plásticas o formales. La pieza de arte cinético lleva apare¬
En ambas propuestas descubrimos, jada en la mayor parte de los casos la
además, cómo la luz se erige también en inclusión de una fuerza motriz que
elemento activo y configurador, abriendo impulse los mecanismos y desencadene el
de este modo una corriente eminente¬ movimiento que da sentido a la obra;
mente visual del arte cinético que se con¬ esta circunstancia plantea problemas de
creta años después en la obra de László carácter técnico y formal que en estas pri¬
Moholy-Nagy. En sus creaciones, la luz meras propuestas supusieron un notable
actúa como elemento dinamizador de grado de frustración para el artista, en
unas estructuras a las que dota de un unos casos debido a que los sistemas de
carácter virtual y cambiante. El Modula¬ motorización resultaban demasiado ar¬
dor de luz-espacio, que construye entre caicos o engorrosos, en otros, porque el
'922 y '930, le permite experimentar , aspecto formal de estas estructuras
con la utilización de la luz, no sólo como mecánicas era difícilmente integrable en
elemento que potencia la definición de el conjunto compositivo. A menudo, el

129
MOVIMIENTO

tlin. Calder no se propone resolver en su


obra complejos problemas formales, su
creación hace del juego un instrumento
fundamental a través del cual pone en
entredicho el carácter trascendental que
se otorga a la obra de arte (fig. 209).
El arte cinético, como arte que se
integra totalmente en la modernidad, es
partícipe, como se puede apreciar, de los
distintos postulados formales y concep¬
tuales defendidos por las vanguardias
históricas. A menudo la escultura cinéti¬
ca es la consecuencia lógica de esos prin¬
cipios y, en ocasiones, se impregna de
diversas corrientes, lo que le da un carác¬
ter en cierto modo ecléctico.
Partiendo de la confrontación con la
concepción corpórea de la escultura tra¬
dicional, el arte cinético se articula sobre
tres ejes fundamentales: el espacio, la luz
y el tiempo.
209. Alexander Calder, Móvil, El espacio es entendido como el ám¬
1956. motor que genera el movimiento se evi¬ bito donde se desenvuelve el movimiento
dencia en la obra como algo estéticamen¬ y, por tanto, donde se desarrolla y cambia
te ajeno a ella; la necesidad de que forme la imagen. Esta noción supera el carácter
parte de la misma sin que provoque objetual de la escultura tradicional e im¬
distorsiones traerá complicaciones im¬ plica que la obra de arte se concibe como
portantes para el cinetismo hasta que un proceso más que como un objeto.
Alexander Calder experimenta de forma
lúdica con los móviles e introduce el aire
como fuerza motriz.
Será Alexander Calder quien a partir
de '932 aborde de manera simple e
ingeniosa esta cuestión, apoyándose en el
movimiento del aire, el equilibrio o la
inercia para dotar a sus «móviles» de
la animación que los transforma en
estructuras en permanente cambio. La
personalidad de este artista poco tiene
que ver con el carácter de los constructi-
vistas rusos, sus obras no son aparatos de
experimentación y demostración, sino
más bien ingenios creados para el juego y
la contemplación lúdica. En el proceso
creativo de Calder, la escultura cinética se
entronca con el Surrealismo y el Dada,
dotándola de un carácter divertido y en
cierto modo irreverente que choca con 210. Alberto Biasi, Cinerretículo espectral n° 1,
los principios defendidos por Gabo o Ta- 1963.

130
El movimiento real en la escultura. La escultura cinética

Se adopta la luz como uno de los 21 7. Jean Tinguely, La fontaine Jo


ejes esenciales, junto con el movimiento, Siffert, 1984.
sobre los que se articula la obra, no sólo
como un factor dinamizador sino
también como elemento primordial en la
percepción final del proceso; la obra
adquiere, en consecuencia, un carácter en
el que predomina la inmaterialidad,
dejando en un segundo plano tanto el
volumen definido y corpóreo como la
materia de la escultura (fig. 2 ' 0 ) .
El tiempo pasa a ser el sustento
necesario del proceso de la obra; puesto
que ésta ya no es el objeto material de la
escultura tradicional, sino que se concibe
como un proceso, el tiempo en el que se
desarrolla el movimiento de la obra pasa
a formar parte esencial de la misma.
La obra cinética se presenta como
un sistema generador de transformaciones
en el acontecimiento temporal". Los El campo del arte cinético es tan
cambios han de estar estructurados, orde¬ amplio y rico en modalidades como
nados y controlados de tal forma que se diversas han sido también las clasificacio¬
preserve la unidad; las variaciones en la nes que nos proponen los distintos auto¬
organización interna, en las relaciones en¬ res que han abordado su estudio. Aten¬
tre los distintos componentes y entre el diendo a la naturaleza del movimiento y
conjunto de la estructura y su entorno es¬ al modo de integrarlo dentro de la propia
pacial han de ofrecer al espectador no una obra, se pueden establecer tres categorías:
sucesión de imágenes sino una única ima¬ aquellas obras en las que hay un movi¬
gen que se transforma sin dejar de ser ella miento real de los volúmenes que las
misma. En los cambios generados por el componen, aquellas en las que el movi¬
propio movimiento, bien por la acción de miento es de carácter lumínico y, por
un mecanismo interno, o bien por la in¬ último, las obras en las que el movimien¬
tervención de un agente externo que pue¬ to está relacionado con la participación
de ser el propio artista, el público o un del espectador.
factor ambiental, invariablemente encon¬ En las obras en las que el movimien¬
tramos una estructura que sustenta y en¬ to percibido por el observador no es fruto
sambla el proceso; esta estructura puede de una ilusión óptica o de una simulación,
obedecer a un esquema rígidamente esta¬ sino que tiene su origen en un verdadero
blecido o puede estar abierto a la casuali¬ movimiento de las estructuras que com¬
dad, pero siempre comporta una cierta ponen la obra, hay una modificación
previsibilidad que define unos límites espacial apreciable y significativa en la
cuya superación provoca la desaparición organización volumétrica de la misma; las
de la imagen como tal, dando lugar a otra características de estas modificaciones nos
perfectamente diferenciada. Por lo tanto, permiten apreciar diversos planteamientos
podemos considerar, como señala Simón técnicos y conceptuales. Vemos, así, pro¬
Marchan, que «la obra, para conservarse, puestas en las que el movimiento se pre¬
se autorregula, y de este modo persiste a' senta de forma rotunda y evidente, se inte¬
28
través de sus modificaciones» . gra y apodera de la estructura con la que

131
MOVIMIENTO

se funde íntimamente; la materia y el creaciones en las que el dispositivo o la


cambio forman un todo indisociable; una fuerza que desencadena el movimiento se
y otro pierden coherencia por separado o integran dentro de la composición de
resultan incomprensibles. Podríamos manera escueta y categórica; se aprecia en
decir que este planteamiento representa el el autor una intención clara por eviden¬
paradigma de la obra cinética. La varilla ciar el origen de los cambios. La relación
metálica en la Construcción cinética de causa-efecto forma parte de la estructura
Gabo pierde todo su sentido y significado de la obra y en ella radica parte de su
si no vibra y se mueve generando un volu¬ significado. Así lo vemos en alguna de las
men. Encontramos el mismo tratamiento composiciones de Tinguely donde el
en muchas de las obras de Tinguely, Le motor forma parte de la composición no
Pare, Demarco, etc., donde las esculturas sólo como volumen sino también como
sin movimiento se asemejan a máquinas el mecanismo que produce las alteracio¬
en reposo que nos ocultan su esencia, su nes en su organización (fig. 215). Por el
razón de ser (figs. 2 1 1 , 212,213 y 214). contrario, existen otras propuestas en las
2?2. Jean Tinguey, Le pompón de Pero también vemos cómo, en otras que el artista introduce una cierta carga
Nki, 7974. ocasiones, el artista cinético introduce el de misterio al ocultar la mecánica al
movimiento de manera mucho más sutil, espectador, que ve los movimientos en la
hasta tal punto que el espectador puede escultura pero no la causa que los moti¬
llegar a apreciar una doble lectura de la va; puede intuir, sospechar e incluso ave¬
obra, sin el movimiento y con el mecanis¬ riguar el origen de esa acción, pero es
mo puesto en acción. Calder construye algo que se le escamotea y a menudo eso
sus móviles para que tengan la posibilidad provoca en él una cierta incomodidad,
de moverse y variar en su organización pasando al primer plano de la percepción
interna cuando actúa la fuerza externa esa ocultación; son esculturas cuyo senti-
que rompe el juego de equilibrios de la
composición; sin embargo, esto no deja
de ser una posibilidad, ya que son obras de
gran apertura, concebidas para poder
apreciarse también en reposo, aún cuan¬
do el movimiento flote en esta percepción
como algo intrínseco y potencial.

En ciertas propuestas, el movimien¬


to de las formas y los volúmenes es tan
lento y tenue que pasa desapercibido
para el espectador ocasional y únicamen¬
te aparece tras una atenta y prolongada
observación; recordemos, en este sentido,
el proyecto anteriormente mencionado de
Tatlin, en cuya composición los giros
de las formas geométricas internas tienen
duraciones de un año, un mes o un día,
lo cual implica que apreciaríamos su mo¬
vimiento pleno sólo tras un largo periodo
de tiempo, algo que ha llevado a diversos
autores a sacar este tipo de obras fuera
2
del contexto del arte cinético '.

Hallamos una articulación técnica y 273. Hugo Demarco, Rotaciones variables,


conceptualmente diferente en aquellas 1968.

132
El movimiento real en la escultura. La escultura cinética

pieza, transformando el conjunto en una


relación ambigua y cambiante de materia¬
lidad e inmaterialidad. La luz se utiliza
para definir y configurar los espacios, pero
también para disolver las propias estruc¬
turas materiales aplicando su capacidad
disgregadora sobre la forma. Los artistas
que han utilizado la luz como su princi¬
pal medio expresivo a menudo presentan
creaciones en donde el componente ma¬
terial de la escultura tradicional se ha re¬
ducido al mínimo, si es que no ha desapa¬
recido; sólo queda luz, espacio y ambiente
(figs.2 17y2 18).
Por último, dentro del concepto de
arte cinético que estamos utilizando se
274. Julio Le Pare, Círculo en contorsión sobre sitúa la obra en la que la participación del
trama, 1966. espectador genera movimiento o un efec¬
to óptico de movimiento en objetos está¬
do lo encontramos, en gran medida, pre¬ ticos. Aquí, para la creación de la obra es
cisamente en la inquietud que suscita la fundamental la colaboración del público,
incógnita, como en el caso de la obra del bien porque se concibe como una estruc- 275. Herminio, Sin título, 2007.
escultor asturiano Herminio, que plantea tura que ha de ser manipulada, «movida»
un juego de formas etéreas y movimien¬ o alterada por el espectador, y con esa
tos leves que cautivan al espectador entre intervención la obra alcanza su pleno
la curiosidad y la sorpresa. desarrollo, su esencia; o bien porque el
Por último, encontramos un grupo espectador, al moverse ante o dentro de
de obras que, por medio de movimientos una estructura inmóvil, obtiene una sen¬
amplios, prestan especial atención a las re¬ sación de movimiento. En esta segunda
laciones que se establecen entre su parte situación la definición estricta de arte 276 Albert Hien, Pequeño
corpórea y el contexto espacial en el que mecanismo de percusión, 1985.
se desarrolla el proceso. Como ocurre en
Tiovivo, de Bruce Naumann, los límites
del espacio interior se ven desbordados,
los términos dentro y fuera pierden senti¬
do; diversos elementos se expanden e
invaden el ámbito de la estancia o el
entorno, convirtiendo la escultura en una
suerte de representación escenográfica o
acción ambiental (fig. 2 16).
En las obras que basan su sentido en
la utilización de la luz como elemento
dinamizador, se prima el cambio de
aspecto cromático, textural o ambiental
sobre el movimiento real de las partes
corpóreas de la composición. Los cam¬
bios y movimientos de la luz actúan sobre
los volúmenes y sus superficies, así como
sobre el entorno en el que se instala la
MOVIMIENTO

das como en el primer caso, sino para ser


«vividas» o «habitadas», unas situaciones
en las que el movimiento del espectador,
en cierto modo, pasa a formar parte inte¬
gral de la obra y sin el cual ésta pierde su
razón de ser. En ambos casos, el especta¬
dor deja de ser sujeto pasivo en el proce¬
so creativo, pues con su acción aporta el
movimiento a una obra que ha sido idea¬
da para el movimiento (fig. 219).
El movimiento parece aflorar de
forma recurrente en la escultura aunque
cambien los enfoques formales y concep¬
tuales o las intenciones y los intereses del
artista y la sociedad. Es uno de los estí¬
mulos visuales más potentes y los seres
vivos tienen en la movilidad una de sus
propiedades fundamentales; además,
nuestra existencia se desarrolla en un en¬
torno cambiante. Es lógico, por lo tanto,
que, siendo la escultura una manifesta¬
ción artística eminentemente visual, el
escultor haya mostrado, desde los prime¬
277. Juan Muñoz, Pieza de ros rudimentos del arte, un especial inte¬
conversación, 7997. cinético parece más difícil de asumir; sin rés por su recreación; por atrapar en su
embargo, si se analizan las circunstancias obra la fugacidad del cambio; por impri¬
en las que se produce ese efecto óptico, se mir vida a la materia inerte; por animar
puede deducir que estas estructuras estᬠel espacio creado o por crear espacios
278. Ángel Ferrant, Mujer de circo, ticas están concebidas no para ser movi- animados.
7953.

279. Jean Tinguely, Cyclograveur,


1960.

134
5

L E N G U A J E

José de la Casas Gómez

Arte como lenguaje

«Las líneas, las figuras, ¿quién puede leerlas?»'. Teniendo conciencia de los múlti¬
ples puntos de vista desde los que puede
Son muchas las reflexiones estéticas abordarse el tema del lenguaje, he descar¬
desarrolladas sobre el estudio de las rela¬ tado realizar una lista cronológica o resu¬
ciones entre arte y lenguaje, todas las men de cómo se ha ido debatiendo alo
investigaciones filosóficas realizadas son largo de la historia e intento hablar desde
fundamentales, dejan entrever las posibi¬ mi experiencia como escultor «hacedor»
lidades del lenguaje, invitan al juego que que investiga el lenguaje como forma de
lo mantiene vivo (fig. 220). pensamiento, como obra de arte.

220. Anselm Kiefer, Jah re


eJnsamkeit. 1971-1991.

135
LENGUAJE

La cartografía del texto traza líneas Cuestionar a partir de distintos aná¬


que conducen un ir y venir continuo lisis el hecho en sí de la comunicación, su
desde el análisis de las propiedades del .pretensión enunciativa: un emisor articu¬
lenguaje a lo más específico de éste en la un mensaje y lo transmite a un recep¬
relación con el arte. No haré referencia al tor. Hecho que considero demasiado am¬
lenguaje escultórico, en cuanto a la crea¬ bicioso, parece equiparar el intercambio
ción de una forma u objeto tridimensio¬ dado en la comunicación a un intercam¬
nal, sino que intento hablar desde un bio tangible, físico, es decir, traspasar
hacer común dentro del arte como pro¬ información al igual que se da un objeto
ducción de otro tipo de lenguaje distinto o se cambia de sitio, en este caso de mi
al convencional. pensamiento al tuyo.
Sí destaco de la escultura la ampli¬ No obstante, planteo el problema
tud de enfoques desde los que puede de esa dificultad evidente de la principal
abordarse, dado que su medio de articu¬ función del lenguaje, la enunciativa, para
lación es el espacio, así, la instalación, la defender la idea de que es aquí donde re¬
video-escultura, cualquier intervención o side todo su potencial creativo.
acción plástica juega e investiga la rela¬ La imposibilidad de delimitar y
ción con el espacio, concepto del lengua¬ concretar aquello que se quiere comuni¬
je escultórico. car hace que el trasvase de información
Buscando el apoyo en teorías de quede siempre abierto. La interpretación
diversos pensadores sobre estas materias del receptor y todo el proceso dado en el
y, partiendo de la frase de Gastón Bache¬ esfuerzo comunicativo: en el diálogo que
lard relativa a la imprudencia como for¬ se establece en ese articular y desarticular
ma de pensamiento, intento motivar al constante, es la particularidad más enri-
lector hacia una investigación sobre el quecedora de su funcionamiento, cuali¬
lenguaje del arte, explorar los límites de dad que lo nutre de sentido y permite el
toda representación y su lectura. conocimiento.

227. Eva Lootz, Tú y yo II


(Zapatos parlantes), 2000. (La
lengua de los pájaros. Versión
Palacio Condes de Gabia,
Granada.)

136
Arte como lenguaje

El mensaje no es estático, sino que


se conforma en la medida en que se
articula. Tomando este texto como ejem¬
plo, las relaciones que puedo establecer
aquí no son transmitidas tal y como yo
imagino al argumentarlo, por muchos
matices y ejemplos con los que intente
conducir los pensamientos de todo
lector, el texto sólo adquirirá sentido de
forma autónoma al despertar en el
receptor otras conexiones que nieguen o
corroboren éstas, no pretendo definir el
lenguaje del arte sino, más bien, motivar
la búsqueda que permite preguntarnos y
encontrar pensamientos propios a partir
de palabras de otro.
La importancia del lenguaje no es 222. Eva Lootz, Tú y yo II
sólo permitir la comunicación, sino que al niño la simbolización de su yo, con- (Zapatos parlantes), 2000. (La
es en el lenguaje donde nos pensamo s ceptualización que le facilita la capacidad lengua de los pájaros. Versión
como seres autónomos. Según la afirma¬ de controlar su propia conducta. El len¬ Galería Luis Adelantado.
ción del filósofo y lingüista Adam Schaff: guaje ocupa un puesto muy importante Foto Juan García Rosell.)
«El pensamiento y el uso del lenguaje se en el desarrollo de la personalidad, rela¬
deben concebir como dos partes de un cionado con el pensamiento, la conducta
proceso único de conocimiento de sí social y la conciencia de nosotros mismos
mismo y la comunicación del resultado (figs. 221, 222 y 223). 223. Eva Lootz, Tú y yo II
2
de este conocimiento a los demás» . Si esto es así, también se le puede (Zapatos parlantes), 2000. (La

El lenguaje contribuye al despliegue reconocer cierto poder predictivo al lengua de los pájaros. Versión

de la conciencia de uno mismo, permite lenguaje que tiene que ver con los víncu- Galería Luis Adelantado.
Foto Juan García Rosell.)

137
LENGUAJE

los que se generan en ese proceso del que fuera de los códigos preestablecidos. Par¬
habla Adam Schaff. Pensamiento y len¬ ticipar de cualquier propuesta artística
guaje se generan unidos, anticipándose tentados por el hechizo, no dictado por
incluso a uno mismo. El niño, sólo a tra-' el artista como «genio», sino por la obra
vés del lenguaje, puede conocerse, saber¬ como signo, como lenguaje. El arte pro¬
se como un yo distinto al resto. Incluso pone, sugiere, provoca, descoloca.
paradójicamente, al pronunciarse, es él Robert Wilson, al comentar su labor
quien en el acto de comunicarse se mues¬ como escenógrafo, habla de la experiencia
tra en parte, para verse como un yo autó¬ como forma de pensamiento. Transcri¬
nomo. Necesidad de mostrarse no tanto biendo sus propias palabras, dice: «El
para ser visto sino para verse. teatro es algo que se experimenta, y expe¬
La necesidad comunicativa parte de rimentar es un modo de pensar. No se
este reconocimiento de independencia experimenta exclusivamente con la mente
frente al otro. Conciencia de soledad y sino también con el cuerpo: estoy conmo¬
necesidad social se producen en el len¬ vido, estoy emocionado, me pasa algo» . 3

guaje. Arte también, como herramienta Comparto esta idea sobre la expe¬
de reflexión social, lengua que habla no riencia como pensamiento, pues tanto
sólo de un yo individual, el del artista, autor como espectador se transforman de
sino de un sentir plural de la sociedad del alguna manera en el hecho artístico. Vi¬
momento. Esta premisa parte de los ven un sentir distinto al habitual que am¬
cambios evidentes que se van generando plía su mirada, su experiencia y la forma
en la forma de expresión del arte, bús¬ de articular su conocimiento.
queda continua de nuevas motivaciones, Lejos del mito del artista, de la idea
de nuevos intereses que ocupan el queha¬ del genio creador, defiendo el arte como
cer plástico y que se convierten en actos una opción más, un ejercicio de pensa¬
detonantes del ser o estado social y, en miento desde el que tanto espectador
sentido inverso, son consecuencia del como artista reflexionan la vivencia y
pensamiento actual. asimilación de su entorno. Perspectiva
El arte como lenguaje participa de desde la que todos somos «artistas», auto¬
sus funciones además de profundizar y res de nuestro conocimiento.
ampliar su sistema de articulación a otros Tal vez, el misticismo y respeto
ámbitos, ampliando sus posibilidades. hacia la obra de arte es consecuencia de
Sin dejar de apreciar la flexibilidad esa cualidad citada anteriormente respec¬
del lenguaje verbal, su capacidad de to al lenguaje, al que se le reconoce una
adaptación para facilitar la comunicación, capacidad especial para anticiparse al
a pesar de estar reglado por un sistema de discurso de otros acontecimientos.
códigos preestablecidos en cada lengua, Se le da licencia al artista en su que¬
me gustaría destacar la riqueza del len¬ hacer a pesar de la incomprensión de su
guaje artístico, el potencial autogenético obra en el momento. Aunque defiendo
de sus signos (es decir, la capacidad que esa libertad de expresión, pienso que hay
tiene de generar códigos específicos y que alertar sobre la capacidad del lengua¬
particulares), carácter exclusivo del arte je de transfigurar el pensamiento y la
gracias a que se asienta sobre un sistema necesidad de un sentido crítico al enfren¬
abierto a todas las formas de expresión. tarse a cualquier obra. Hago referencia a
Todas las artes: la música, el cine, el esto para desconfiar del lenguaje como
teatro, la danza, etc., no sólo el lenguaje vehículo inofensivo y cuestionar esa ino¬
plástico, reivindican de alguna manera cente credulidad ante toda obra de arte.
ese «estar abierto» a otras formas de ex¬ El contenido implícito en el lengua¬
presión, ese dejarse llevar, intentar leer je es su potencial comunicativo. Conté-

138
Arte como lenguaje

nedor y contenido son elementos de un


proceso único, el uno consecuencia del
otro, están tan íntimamente relacionados
que cuesta asumir una lectura que les
identifique por separado, vemos lo que
estamos habituados a leer.
Se da cierta complicidad entre con¬
tenedor y contenido, uno y otro, podría¬
mos decir, que llegan a producir un efec¬
to camaleónico, el contenido se muestra a
través de su contenedor y éste, a su vez,
oculta el resto de connotaciones o acep¬
ciones que pueda asumir para conducir
nuestra interpretación. El arte profundiza
en la articulación del signo con aquello
que designa y juega, a veces, desenmasca¬
rando a ambos.
Un concepto puede estar expuesto
dentro del discurso artístico, trastocando
su lectura inmediata e incomodando al
espectador. Puede mostrarse una copia
del natural, buscar un reconocimiento
por parte del espectador de lo que allí
está siendo representado y, a su vez,
demostrar no ser más que un objeto
artístico, evidenciando el «engaño» de la
representación. Cuestionar la percepción
es ya desarrollar ese sentido crítico que se
solicita para el arte (fig. 224).
En cuanto a expresión y comunica
ción, el hecho artístico complica todo pa¬
ralelismo entre lenguaje lingüístico y
plástico. Aún así, no podemos eludir la
asociación entr e significado y concepto y 224. Cuno Ulzurrum, El espacio
entre significante (orden de fonemas y le¬ composición específica de todas las par- privado. Confía, 1997.
tras que componen las palabras) y forma tes que integran la obra. También, al
(materialidad de la obra). generar un concepto, hace uso de una
El arte, a pesar de no tener un códi¬ semántica (relación existente entre el
go preestablecido como todo lenguaje, no signo, lo que éste expresa y su capacidad
deja de cumplir con su función más espe¬ para expresarlo), las relaciones que esta¬
cífica: transmitir información, crear co¬ blece el arte parten de la asimilación de
municación entre el acto del emisor (autor estar inmersos en un código regulado por
de la obra) y el receptor (espectador). las convenciones comunicativas dictadas
En cierto modo, podríamos estable¬ por el fenómeno social del momento.
cer una correspondencia con el universo No obstante, dado que en el procese
lingüístico. Se establece una sintaxis creativo (insisto, el código, frente al de
(reglas de las relaciones formales entre otros lenguajes, es de naturaleza autoge-
expresiones de un sistema), pues consta nética) no siempre se da el reconocimien¬
de una estructura, organización y una to, ni la obra se lo exige, los signos que se

139
LENGUAJE

225. Jannis Kounellis, Sin título,

1984. interrelacionan en su sintaxis conllevan Reflexionemos sobre la capacidad


una articulación distinta a la convencio¬ de transformación del lenguaje. Amado
nal (fig. 225). Alonso destaca esta cualidad de agrupar
Jannis Kounellis, por ejemplo, en referentes para configurar conceptos. En
sus instalaciones, no pretende representar su definición de lenguaje, dice:
nada mediante la disposición de los «El lenguaje, al aplicar su red de
elementos expuestos. Sin embargo, no es categorías a la impresión, al organizaría
casual el orden en que se ubican en la alrededor de un símbolo, al reducirla a
sala. El saco de carbón, el hollín en la pa¬ fórmulas, la modifica de arriba abajo, por
red, el somier y la llama de gas ardiendo dentro y por fuera, debido a la transfor¬
en la obra de la imagen, han sido elegi¬ mación ordenadora que reduce a leyes el
dos por el artista sin primar sus valores 4
caos de las impresiones» .
estéticos para formar parte de la compo¬ Capacidad ordenadora que se atri¬
sición. Todos, uno tras otro dispuestos en buye al lenguaje y que hace posible el
la horizontal, se articulan para incitar a la conocimiento de las cosas. Por ejemplo,
lectura como si se tratase de un texto. el hecho de nombrar algo, en cierto
Puedo arriesgarme e interpretar: modo permite manipularlo, pensarlo.
identifico la llama con lo espiritual, el Guido Almansi habla, al introducir
somier con el canon (medida estándar de el ensayo de Michel Foucault, al que más
lo humano), el humo impreso con la tarde hago referencia, de la naturaleza del
huella activa (rastro del acto) y el carbón caos y de qué leyes priman en el orden.
(naturaleza envasada) mecanización de lo «Tanto para el anónimo autor de la
natural. Cada elemento aislado es ya un Sania Biblia como para el ensayista de
signo en su esencia, un indicio de que Esto no es una pipa, en el inicio era el
pasa o ha pasado algo. Juntos ambientan caos. O tal vez había dos: el caos de lo
la escena, festejan un ritual de presencias diferente, donde cada cosa es diferente
que, más que enunciar, interrogan. a la otra; y el caos de lo igual, donde cada

140
Arte como lenguaje

cosa es igual a c u a l q u i e r otra. Ambos son No creamos a partir de la nada, sino


refractarios a la idea de orden, que sólo que provocamos nuevas relaciones. Re¬
puede existir en la línea fronteriza entre novación de la mirada al solicitar la nece¬
la diferencia y la s i m i l i t u d . Allí donde sidad de llenar el vacío del significante o
t o d o es igual. O d o n d e todo es dispar no asumir su forma hueca. Joan Brossa, por
es p o s i b l e i m p o n e r las c a t e g o r í a s del c o - ejemplo, con sus objetos poéticos dice ha¬
nocimiento, y por tanto orden» . 5
cer de la magia un medio para compren¬
La a p l i c a c i ó n de c a t e g o r í a s a la i m - der la realidad. Lo cotidiano, fuera de
presión, la transformación que mencio- contexto se vuelve extraño, provoca otra
naba A l o n s o , es el r e s u l t a d o de ese conti¬ mirada, surge lo que él denomina otra di¬
nuo enfrentamiento de lo similar con lo mensión de la poesía (fig. 226).
diverso. Se amplían las posibilidades del ob¬
La expresión artística como lenguaje jeto como signo. Mas, ese poder que per¬
crea signos cargados de significación que mite la mezcla caprichosa de signos de
se articulan dentro de la obra de arte. Las distintos órdenes, o aislar al signo de su
diferentes partes no conviven de forma significado convencional, licencia que se
estática, sino que se genera ese enfrenta- toma el arte al cortar el enlace que man¬
miento continuo. Es en el roce de unos tenía la identidad significativa del signifi¬
significados con otros donde surge el co¬ cante, cuestiona de algún modo los códi¬
nocimiento, donde se p r o n u n c i a el arte. gos manejados por el propio lenguaje.
Más que h a b l a r de obra de arte c o m o Inseguridad al nombrar, evidente
algo r e s o l u t i v o , cerrado, hablo del hecho debilidad del nexo entre significado y sig¬
artístico como acto; arte como conslruc- nificante, vuelta al caos, frustración del 226. Joan Brossa, Un p a r a g u a s ,
ción que descansa sobre el proceso activo lenguaje, incapacidad para manejar con¬ 1986.
de poner en relación. ceptos de forma inequívoca.
Esta p e c u l i a r i d a d de relacionar sig¬ Negación del lenguaje desde el lengua¬
nos no es pretensión i n d i s p e n s a b l e para je, relatividad de su función enunciativa.
el arte. En el arte objetual, el significante Su capacidad nominativa por oposición a
es aislado de su función y significado, otros nombres empieza a fallar, incapaz
descontextualización semántica, el resul¬ de mantener de continuo el mismo vín¬
tado de esta forma de operar b u s c a culo de información que enlaza la per¬
p r o v o c a r otras asociaciones en t o r n o al cepción del objeto con el significado que 227. Rene Magritte, Dessin, 1926.
objeto o lo m u e s t r a sin m á s , para poder le constituye como signo.
contemplarlo desde otra m i r a d a , la del En Esto no es una pipa, ensayo de
arte. En otras p a l a b r a s , Simón M a r c h a n Michel Foucault, se niega el valor de la
hace referencia a este hecho como un forma desde la negación del significado
n u e v o proceso de dación, dice: que se asocia a ella, cuestionando el
«No interesa para n a d a el objeto ele¬ proceso, al que antes hice referencia, que
gido a i s l a d o , e n c e r r a d o en sí m i s m o , a no afirmaba que conocimiento y lenguaje se
ser en sus t r a n s f o r m a c i o n e s irónicas, satí¬ dan a un tiempo (fig. 227).
ricas, críticas o puramente estéticas [...] Magritte explora la arbitrariedad del
El arte objetual alcanza su p l e n i t u d en signo. El lenguaje se impone y manipula
sus p o s i b i l i d a d e s i m a g i n a t i v a s y asociati¬ lo que el hablante quiere decir. De algu¬
vas libres de i m p o s i c i o n e s , en el p r e c i s o na manera, al interrumpir la conexión
momento en que el fragmento, objeto u entre significado y significante, al colo¬
objetos desencadenan toda una gama car, sobre un caballete y dentro de un
de p r o c e s o s de dación de n u e v o s signifi¬ cuadro, la figura de una pipa y el texto
cados y sentidos en el m a r c o de su bana¬ «Esto no es una pipa», la yuxtaposición
lidad aparente»'. del «malescrito» pipalno pipa, multiplica

141
LENGUAJE

228. Joseph Kosuth, Una y tres

sillas, 1967. las incertidumbres de lectura equivocada


de la representación.
«La historia del mundo es la Histoire
du Méme, es decir, la historia de la mismi-
dad [... ] Esta mismidad no es la mismi-
dad estática del caos de lo igual, sino la 229. Mkhelangeo Pistolete, Las tablas del
mismidad dinámica del mundo, donde lo juicio, 7979.
semejante y lo diverso se enfrentan, se
oponen, se golpean. La historia de la mis- sobre ella) y la representación de ese
midad ya no es un autista rebote de espe¬ hecho (la fotografía de la silla, su imagen)
jos, sino un remolinear de imágenes» . 7
(fig. 228).
El mecanismo de asociación por Lenguaje que evidencia sus huecos
semejanza es sustituido por la lucha de por donde circulan significados. Por
significados que, aun dados a un tiempo, mucho que concretemos y delimitemos
se oponen. Entramado que provoca el una palabra, siempre queda una holgura.
parpadeo constante de una sucesión de Nombramos el punto desde donde trazar
imágenes contrarias desde la percepción una circunferencia de significados, pero
como respuesta significativa al estímulo. es en cada uno de nosotros donde se pro¬
El lenguaje se reconoce incapaz de con¬ duce el deslumbramiento que precede al
cretar definición alguna que no se consti¬ conocimiento.
r
tuya en ese proceso mismo de su nega¬ Investigar el funcionamiento del
ción, afirmación en el roce continuo de lenguaje implica indagar en los mecanis¬
lo similar con lo diverso. mos de la percepción, hecho imprescin¬
El americano Joseph Kosuth, en su dible para conocer las posibilidades de la
obra Una y tres sillas, indaga, como Fou¬ comunicación y toda expresión artística.
cault, en la categoría de las cosas y de las Que la información no se reciba sin
palabras a través de una presentación tri¬ que antes hayamos tenido que asimilarla
nitaria: la articulación de un hecho (obje¬ implica que el sujeto sea inseparable del
to silla), el relato de un hecho (definición objeto de su percepción.
escrita de silla, soporte lingüístico toma¬ «Es nuestra propia imagen reflejada
do de un diccionario, la idea que se tiene la que nos impide ver el interior del ojo de

142
Arte como lenguaje

quien miramos», dice Bill Viola. La risa «El espejo carece de memoria y no
que provoca el juego de aguantar fijamen¬ puede retener una imagen a menos que
9
te la mirada en los ojos de otro no es más ésta se aplique a su superficie» . Ni siquie¬
que la carcajada del absurdo de buscar ra en el espejo la afirmación en la seme¬
más allá de nuestra propia mirada. janza se sostiene con autonomía. Fotogra¬
Pasar al otro lado del espejo, pasear fía como sustituto de memoria, vuelta al
con la mirada en ese otro espacio que se juego de vernos mirando (fig. 230).
nos antoja distinto al nuestro. Cézanne constituye ese sujeto que no
«Si el arte es el espejo de la vida yo es otra cosa que mirada. Mirada sin pre¬
soy el vidriero» dice Michelangelo Pisto- juicios que capta la verdad de la impresión
8
letto . Y convierte las salas del museo de sin pretender asociarla a categorías ajenas
Arte Contemporáneo de Barcelona a sí misma. La imposibilidad de atrapar
(exposición realizada en el año 2000) en conceptos es tratada por Cézanne desde
una escena de imágenes especulares, su planteamiento acerca de la representa¬
puertas accesibles a la exposición a través ción. «El mundo se percibe en la impre¬
del espejo, disposición de objetos en ese sión que de él tenemos, y esa impresión
otro espacio (fig. 229). es tan verdadera, sino más, como cual-

143
LENGUAJE

231. Curro Ulzurrum, Jaque mate,


10
2000. quier narración» . Los problemas de la
pintura son concebidos en forma de
lenguaje. A partir de Cézanne no sólo
cambia la forma de abordar la pintura
sino que se cuestiona la posibilidad mis¬
ma de la representación.
Valeriano Bozal relaciona las nuevas
tendencias que toma el arte en el siglo XX
con las consecuencias derivadas del cam¬ 232. Pablo Picasso, Tete de femme, 1909.
bio en el propio concepto de representa¬
ción. Winckelmann propone la imitación Deambular por las calles como el
de los clásicos con el fin de alcanzar su flaneur de Benjamin, paseante que se
grandeza, el esplendor de su obra. De¬ hace permeable en su indiferencia al
fiende libertad e inmediatez con la natu¬ recorrer ciudad.
raleza. Lo que pretendía no era promover Acontece un «giro lingüístico». Cris¬
la imitación de las obras antiguas sino de tina Lafont sugiere, en La razón como
su forma de hacer. La aplicación de su lenguaje, que el lenguaje deja de ser ins¬
método de estudio, su contacto con la na¬ trumento con el que el sujeto habla del
turaleza, la relación directa que establecí¬ mundo, es decir, es el acto mismo de
11
an con ella: «libertad e inmediatez» . escribir, por ejemplo, el que abre otra
El debate entre el academicismo y el experiencia del mundo (fig. 231).
artista moderno comienza aquí. Éste En el Cubismo, multitud de puntos
hace de sus obras expresión de esa inme¬ de vista sobre el mismo plano rompen
diatez rebelándose frente a la obsesiva con la tradición del espacio figurado del
copia de estatuas. La diferencia para el Quattrocento y queda anulada cualquier
artista moderno es que su naturaleza es pretensión de ilusionismo tradicional
la ciudad, identifica abordar la naturaleza (fig. 232).
con el mundo urbano y defiende una Sin embargo, no significa que se
relación directa a través de la experiencia haya dejado de representar. La conexión
de un dejarse llevar. que se establece con las cosas es su pre-

144
Arte como lenguaje

7
sentadw directa . Creaciones construidas
con valores semánticos donde parte de
los objetos aludidos aparecen en t'rag^
memos conformando coüitges.
nl.as tendencias obje liia I es se reíie •
ren en sentido esirtctQ a aquellas donde
la representación de la realidad objetiva
ha sido sustituida por la presentación de
la propia realidad objetual, del mundo
1
de los objetos» ' (fig. 233),
"Un mundo ficticio que nos permi
te mirar el nuestros" (fig. 234).

234. Jaume Piensa, Islas, 1995.

145
LENGUAJE

Expresión: contenedor y contenido

«Los hechos psíquicos son formas, es « cación contamos con tres elementos bási¬
decir, unidades orgánicas que se indivi¬ cos: un emisor (el que produce y emite
dualizan y se limitan en el campo espa¬ los mensajes), un mensaje (el material
cial y temporal de percepción o de repre¬ que se transmite) y un receptor (la
sentación»". persona o público a quien se dirige el
¿Es la forma lo que delimita el con¬ mensaje). En el arte, la comunicación es
tenido o, por el contrario, es el contenido indirecta: emisor (autor de la obra) y
lo que da forma al continente? (fig. 2 3 5 ). receptor (espectador) están situados en
Tal vez, ni el contenedor ni el conte¬ espacios y tiempos diferentes.
nido. El espacio en principio es invisible, Barthes nos tecuerda la importancia
se hace perceptible cuando es transfigura¬ también de la participación del gesto en
do por el lenguaje: articulado y materiali¬ el mensaje emitido, lo impredecible de la
zado en una forma concreta cuando es comunicación, lo azaroso, dice:
usado, recorrido. La lectura del especta¬ «Vamos a distinguir por tanto: el
dor (receptor) es tan importante como la mensaje, que pretende producir una
intención del autor (emisor), ambos información, el signo, que pretende pro¬
completan el proceso creativo haciendo ducir una intelección, y el gesto, que
posible el hecho artístico. produce todo el resto (el "suplemento"),
¿Cómo se articulan contenedor y sin tener forzosamente la intención de
235. Rebecca Horn, contenido? En todo proceso de comuni- producir nada. El artista (seguimos usan-
Masque-crayons, 1972.
Expresión: contenedor y contenido

do esa palabra un tanto kitsch) es por su


estatuto un realizador de gestos: quiere
producir un efecto y al mismo tiempo no
quiere; produce efectos que no son obli-
gatoriamente los deseados por él; son
efectos que se vuelven, se invierten, se
escapan, que recaen sobre él y entonces
provocan modificaciones, desviaciones,
15
aligeramiento de trazo» .
Para responder a la pregunta de
cómo se genera ese enlace, debemos ana¬
lizar la forma en que intervienen dichos
elementos en la comunicación y en la
percepción.
La definición de percibir lleva implí¬
cito el hecho de «coger»; requiere de un
observador en activo. Cogemos de nues¬
tro alrededor lo que nos interesa, nuestro
ojo no es un ojo inocente sino que está
dirigido en su mirar por nuestros deseos.
Dondis defiende que «el nivel repre-
sentacional de la inteligencia visual está
gobernado intensamente por la experien¬
cia directa que va más allá de la percep¬
ción»", afirmación que hace referencia al
carácter inmediato de la imagen visual
como respuesta al estímulo.
Pondré un ejemplo que confirma
este hecho. Se trata de una curiosa teoría
que estudia nuestro modo de leer. Para
explicarla recurriré a un texto que proli¬
fera últimamente a través del correo digi¬ 236. Rebecca Horn, La forét des
tal: «Sgeun un etsduio de una uivenrs- dolas. Nuestro sistema visual reacciona c h a u t e r u r s h o r s - l a - l o ¡ , 1991.
diad ignlsea, no ipmotra el odren en el ante los estímulos externos, pero el
que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa estímulo no determina por completo la
ipormtnate es que la pmrirea y la utlima percepción; hay una holgura entre am¬
Itera estén ecsritas en la psiocion cocrrtea. bos. Dentro de esa holgura, la mirada se
El rsteo peuden estar ttaolmntee mal y vuelve creativa, inteligente. Vemos desde
aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso es el significado, a la mirada le cuesta ver los
pquore no lemeos cada Itera por si msi- límites de una palabra escrita sin leerla.
ma, la paalbra es un tdoo». Según Sherlock Holmes: «Sólo se
Vemos desde la memoria, percibimos puede ver lo invisible si se está buscando».
desde un código asimilado de antemano. La mirada inteligente anticipa, pre¬
Sin embargo, hay una iniciativa individual viene, utiliza información sabida, reco¬
en los sistemas perceptivos que permite noce, interpreta. «El estímulo es entonces
buscar significados nuevos (fig. 236). un pre-texto donde puedo leer mi propio
Escudriñar y escrutar significan ori¬ texto». Estas ideas resuenan en el texto de
ginariamente «visitar un lugar, recorrer¬ Antonio Marina Teoría de la inteligencia
lo». El ojo visita las cosas experimentán- creadora ".

147
LENGUAJE

Percibir es asimilar los estímulos


dándoles un significado. Adivinamos lo
que vemos, completamos con la memo¬
ria lo que no se da a los sentidos. Unos
ven como fondo lo que otros ven como
figura, el significado es parcialmente obra
nuestra, lo que uno ve es una parte fun¬
damental de lo que uno sabe. Lo peculiar
del arte es que puede inventar otras posi¬
bilidades perceptivas en las propiedades
del estímulo.
«Apilamos asociaciones de la misma
manera que apilamos ladrillos para cons¬
truir un edificio. La memoria es una for¬
ma de arquitectura», dice Louise Bour¬
geois" (fg. 237).
Construir. En las actividades menta¬
les más simples está presente la creativi¬
dad, la mente aprovecha hasta el extremo
los conocimientos que posee. Crear pro¬
yectos renueva la mirada, la libera del
automatismo del estímulo, permite alte¬
rar las reglas del funcionamiento de la re¬
presentación visual descrita anteriormen¬
te por Dondis. 238. Jaume Piensa, Pont de Terra, 1993-1998.
Ser autor es manejar lo experimen¬
tado para presentar otras posibilidades en lo en la percepción. El arte amplía la capa¬
una búsqueda dirigida por un proyecto, cidad del contenedor o significante para

237. Louise Bourgeois, Femme por una pregunta. Al fin y al cabo, provocar otra serie de contenidos inaccesi¬

Maison, 1946-1947. desarrollar la c r e a t i v i d a d es desarrollar la bles desde una mirada convencional.


c a p a c i d a d de dar r e s p u e s t a a un p r o b l e - Volviendo a la afirmación de una
ma. No se r e p r o d u c e una r e a l i d a d exte¬ identidad interna similar entre el mundo
rior, sino que se g e n e r a una realidad pro¬
pia, con la p e c u l i a r i d a d de que c o n s i g u e
p r o v o c a r otra lógica que enriquece la
e x p e r i e n c i a de lo c o t i d i a n o en el e s p e c t a -
d o r (fig. 2 3 8 ) .
Víctor Barrera en ¿Qué es una obra
de arte hoy? afirma que, en nuestros días,
el arte no es i m i t a c i ó n ni e x p r e s i ó n ; el
arte es creatividad. No se refiere a algo
m í s t i c o o ideal, el arte s i m p l e m e n t e actúa
creando otros mundos, deformando y
ampliando las experiencias individuales
(fig. 239). Según el j u e g o de c o n t e n e d o r
y contenido, podríamos decir que hay
contenidos poseídos y asimilados incons¬
cientemente desde la e x p e r i e n c i a que 239. Louise Bourgeois, Célula (arco de
reaccionan de forma i n m e d i a t a al estímu- histeria), 1992-1993.

148
Expresión: contenedor y contenido

de lo psíquico y lo físico, retomando el


estudio de lo psíquico desde su forma
física, devienen derivaciones muy impor-
tantes para la concepción de la realidad y
el propio arte. Inversamente, conocer los
procesos, sistemas y estructuras del mun-
do físico posibilita una comprensión
diferente de los hechos psíquicos.
Recurrir a la morfología, al hablar
de la expresión artística, ayuda a enten¬
der la interpenetración dada entre ambos
espacios. Tema ampliamente tratado por
Eduardo Cirlot en su libro Morfología y
arte contemporáneo. Introduzco parte de
su investigación a través de algunas ano¬
taciones porque considero importante su
análisis de la materia como espacio confi¬
gurado por una estructura de ondas.
Contenedor no como cuerpo sino como
espacio. Sabemos que las distintas cien¬
cias que tratan de las formas tienen sus
raíces en el pensamiento griego u orien¬
tal. Paracelso sostenía que todas las lí¬
neas, formas y esquemas de la naturaleza
constituían sistemas susceptibles de ser 240. Cristina Iglesias, Sin título
interpretados. Identificación de la expre¬ como la espiral o el círculo, lo amorfo... (Bosque de bambú), 1995.
sión con lo expresado. son aspectos de la materia, motivos de
Eugenio d'Ors en su texto Las ideas experimentación manipulables en la ex¬
y las formas distingue entre carne y cuer¬ presión. Investigar elementos aislados
po, sin aludir a sus cualidades de conteni¬ como material para nuevas construccio¬
do y contenedor, sino que describe la car¬ nes, provocar cierta desarticulación,
ne como amorfa (materia sin unidad de componer a partir de la descomposición
forma), mientras que el cuerpo, dice, po¬ de las formas, estudiar el movimiento...
see la peculiaridad de unidad melódica, todo está encaminado al análisis que
está organizado por ritmos. Curiosamen¬ busca el conocimiento a través de la
te alude a un principio de la configura¬ experiencia (figs. 240 y 241).
ción de su materia para distinguirlos, su¬ Me interesa comprender la materia
giriendo que la descripción de las no sólo como escultor, sino por su pro¬
características morfológicas puede aportar ducción inherente, incluso, a nuestra
conocimientos muy específicos en cuanto naturaleza (fig. 242). Citaré la orgono-
a la identidad que constituye el objeto. mía, teoría expuesta por Wilhelm Reich
Organización, estructura y compo¬ relativa al orgón: energía cósmica univer¬
sición, sin ser sinónimos, se encuentran sal, teoría que dicta el principio de la ma¬
íntimamente relacionados en el creci¬ teria. Dicho autor explica que las corrien¬
miento de las formas. tes energéticas se transmiten en ondas. La
La textura, lo orgánico, la modula¬ acumulación de ondas genera una pérdi¬
ción, los ritmos, lo continuo y lo discon¬ da de velocidad, un retroceso sobre sí de
tinuo, las relaciones entre movimiento y las ondas que provoca la génesis de una 241. Cristina Iglesias, Sin título
reposo, su crecimiento, formas concretas forma en espiral en cuyo centro emerge (Bosque de bambú), 1996.

149
LENGUAJE

242. Alberto Giacometti, Boule


suspendue, 1930.

243. Constantin Brancusi, Tete


d'enfant endormi, 1906-1907
(pieza izquierda) y Le nouveau né
II, 1923 (pieza derecha). «la materia inerte del movimiento lentifi- Las fotos de obras en el taller, como las
19
cado» , es decir, la materia. Según la mismas de Brancusi, Giacometti o de
orgonomía la «forma es movimiento con- tantos otros autores, demuestran que sus
20
gelado» . Además, añade que del predo¬ piezas cobran mayor sentido contempla¬
minio del esquema de ondas se desprende das allí, acumuladas de cualquier forma,
que la forma básica es el ovoide. donde fueron concebidas. En el taller se
En la obra de Brancusi predomina relacionan unas con otras, incluso se evi¬
esta forma, por ejemplo en Le nouveau dencia el proceso, la búsqueda, su creci¬
néll (1 923) (fig. 243). Brancusi simplifi¬ miento. El ámbito del arte no es sólo
ca la estructura de sus obras hasta llegar a crear una forma aislada, sino articular un
la abstracción formal más básica. Percibir espacio.
el espacio en sí supone un ejercicio de José Jiménez explica cómo el arte, al
abstracción, de hecho es ahí donde la ge¬ intervenir un espacio, de alguna manera
ometría asienta sus bases. lo hace perceptible, transitable, dice así:
Incluso en esa búsqueda de lo irre¬ «Para una primera mirada, el espacio
ductible la escultura se afirma como es¬ es transparente, invisible: vemos las cosas,
pacio. El lenguaje necesita desplegarse en las personas, los objetos, pero no el espa¬
el espacio, lo genera. Cualquier forma cio. [...] El artista: el escultor, el pintor y,
interactúa con el resto y recrea nexos que en cierta medida, el arquitecto, introduce
el espectador puede percibir no sólo con un corte, una cesura, en el substrato abs¬
la mirada. La escultura es una forma que tracto que concebimos como receptáculo
construye un espacio con la interrelación de todas las formas y cosas, y lo hace así
de elementos aislados; genera la magia de visible: al darle un soporte sensible, al
otro lugar. delimitar su forma, la obra de arte se con¬
El empeño de aislar las piezas vierte en una especie de eco, de materiali¬
escultóricas en las salas de un museo zación, de esa idea abstracta que nos per¬
como objetos independientes, bajo mi mite pensar científicamente el despliegue
21
punto de vista, no deja de ser absurdo. del cosmos» (figs. 244 y 245).

150
Expresión: contenedor y contenido
LENGUAJE

llevado a cabo por el arte. Mas no es el


resultado (hecho materializado) lo que
importa, sino el proceso en sí mismo.
Creamos claves de expresión o códi¬
gos, símbolos que, aunque no universales,
sí son colectivos, envasamos información
para poder manejarla. Aun así, como ya
sugería en un principio, no todo es abar-
cable, el arte asume esa imposibilidad,
evidencia lo indecible, la propia ausencia
se muestra desde el arte.
Parece que cualquier acontecimien¬
to visual es una forma de contenido in¬
tensamente influido por la significación
de sus partes constituyentes, como pue¬
den ser el color, le textura, la dimensión,
la proporción y sus relaciones compositi¬
vas (fig. 247). Von Ehrehfels afirma, res¬
pecto a la teoría de la Gestalt, que «si te¬
nemos doce observadores y cada uno de
ellos escucha uno de los doce tonos de
una melodía, la suma de sus experiencias
no correspondería a lo que percibiría si
22
alguien escuchara la melodía entera» .
No podemos negar esto, pero tam¬
bién es cierto que la melodía entera no
sonará igual para los doce. Aparte de que
el contenido se advierta con cierta globa-
lidad perceptiva, se interpreta como un
todo a pesar de estar compuesto por uni¬
dades significativas individuales (tema
tratado al hablar del contenedor como
246. Robert Llìmós, Funda, 1972. forma de poner en relación). Analizar el
Contenedor que consigue que el contenido significa seccionarlo, no dejar
contenido se cuestione. ¿Qué es lo abar- de ver sus partes.
cable del contenido? (fig. 246). Hay que acercarse a la semiótica
Si hablamos de expresión como sus¬ (teoría general de los signos) para conocer
tancia exprimida e idea como pensa¬ todos los elementos implicados en el jue¬
miento, podemos decir que el contenedor go establecido en ese trasvase de conteni¬
es la forma de acotar la sustancia (pensa¬ dos que es la expresión. Contando la
miento). Expresión como sustancia pluralidad de estudios realizados sobre la
exprimida. Acción de exprimir: depurar ciencia de la significación, nombrada así
la idea de la mera ocurrencia. Materiali¬ actualmente, me apoyo en el desarrollo te¬
zar el pensamiento es el fin al que se so¬ órico de su fundador Charles S. Peirce
meten ambas nociones, idea y expresión, (1839-1914). Más cerca a la filosofía del
acto de enfrentamiento llevado a cabo en lenguaje o teoría del conocimiento, nos
el proceso creativo. La conjugación del desplazamos por ahora del enfoque del
pensamiento y su expresión es la búsque¬ signo como una «entidad ideal con dos
da y la investigación que se da en el acto partes, significante y significado, cuya re-

152
Expresión: contenedor y contenido

247. Eva Lootz, Tú y yo I, 2000.


23
lación es arbitraria» , definición dada cionamiento que pone de manifiesto las (La lengua de los pájaros.
desde la lingüística por Saussure. dos operaciones básicas de la comunica¬ Foto Mateo Gamón.)

La descripción de losfenómenos se- ción en el arte: expresión e interpretación.


mióticos, según Peirce, se caracteriza por Un representamen no sustituye
contar con una estructura triádrica del directamente a un objeto sino que hay un
signo como función de un representamen interpretante que les vincula; podemos
(lo que está en lugar de), un objeto (aque¬ decir entonces que es éste quien convierte
llo por lo que está) y un interpretante (la en signo al representamen.
relación entre ambos). «Una cosa cualquiera, sea una cuali¬
A su vez, dependiendo de la relación dad, un individuo existente o una ley, es
establecida entre representamen y objeto, un icono de algo, en tanto en cuanto se le
24
los signos se dividen en símbolos (cuando parezca y sea usado como su signo» .
el interpretante es arbitrario, su relación La relación que establecemos con las
está establecida por costumbre), índices cosas demuestra que el espacio semántico
(cuando el nexo es causal, por un hecho) en que uno se desenvuelve condiciona la
e iconos (cuando entre el signo y el objeto percepción de la realidad. Dorfles analiza
hay un vínculo de semejanza, entendida este hecho al investigar la noción de «pre¬
25
como que el icono representa al objeto en ferencia de un significado frente a otro» ,
virtud de sus caracteres). lo que llama semántica proairética, idea
Peirce concreta el tipo de relaciones que intentaré desarrollar a continuación
que actúan enlazando al representamen en favor de la fuente.
con el objeto al que hace referencia , Reivindicamos nuestra capacidad de
diciendo que su interpretante puede ser elección para sentirnos libres y, en cierta
una ley, un hecho o una cualidad. Fun- forma, es nuestro discernimiento por una

155
LENGUAJE

u otra cosa lo que nos complica la exis- Explotamos el ingenio para prepa¬
tencia. Estamos obligados a elegir y nadie rar, inventar y planear algo, movidos por
nos asegura el acierto. , nuestra preferencia. «Manejamos la
Dicen que la angustia no es más que realidad mediante irrealidades [... ] la asi¬
la conciencia de la posibilidad. milamos mediante conceptos, comercia¬
En realidad nos pasamos la vida lizamos con ella utilizando palabras, sig¬
29
frente a una decisión continua. Incluso al nos, símbolos» . La inteligencia inventa
hablar de lenguaje, de percepción, no po- posibilidades, pero la posibilidad de
demos eludir este hecho. inventar parte de todo un bagaje semán¬
Para Dorfles, nuestras preferencias tico heredado.
son condicionantes en el significado que Joseph Quetglas intuye que, a pesar
damos a la lectura de cualquier acto. Lo de hacer referencia siempre a una acción
denomina «aspiraciones de la preferen- futura, en la definición de proyectar, el
1
cia» '. Defiende, además, que el hombre concepto implica una regresión; para
tiene que ejercer una acción desequilibra- lanzar algo hacia delante tiene que estar
dora contra las estructuras de la sociedad atrás; lo matiza diciendo: «pro-yectar:
para que se dé posibilidad de opción, de lanzar hacia delante, pro-poner [... ] todo
preferencia y de progreso; matiz que proyecto viene del fondo, es un emisario
30
puntualiza al afirmar que «cualquier pre- del pasado» .
ferencia tiene que ser asimétrica». «Sime- Proyecto: capacidad de guiar la
tría: geometrización mórbida de la esqui- atención, iniciar un movimiento, dirigir
1
zofrenia» '. la mirada, elaborar un plan y mantenerlo
Decir significado y preferencia equi¬ en la conciencia, evocar un recuerdo.
vale a decir semántica proairética: «inves¬ Deseo de una acción anclada en una
tigación de significados basada ante todo preferencia que condiciona tanto el con¬
en nuestras preferencias o en las ajenas tenido del hecho como la forma de arti¬
[... ] intento de identificar los aspectos se¬ cularlo. Es el deseo el que hace posible
mánticos que están relacionados con un materializar el proyecto.
18
factor preferencial» . «¿Qué peso tiene la preferencia del
El objeto de estas observaciones es, individuo con respecto a la de las masas?
en definitiva, subrayar la importancia ¿Hasta qué punto es libre la opción o está
que tienen hoy las preferencias del indivi¬ relacionada con prejuicios, creencias, mi¬
31
duo y las razones que las determinan. La tos, modas?» .
preferencia condiciona mucho más nues¬ Y además, ¿qué relación tiene esto
tras elecciones que el «simple gusto», por con el arte? Todos nos hemos preguntado
bueno o malo que pueda ser. Se trata de en qué consiste nuestra libertad realmen¬
una elección más comprometida, prefe¬ te. No vamos a entrar en una discusión
rencia como deseo de ser o de que ello sea. moral, pero sí habría que considerar si
Según Dorfles, en cualquier prefe¬ nuestro juicio es verdaderamente libre o
rencia se manifiesta un cociente semánti¬ está manipulado desde fuera, alienado
co: significado concreto de la preferencia. desde fuera.
Base que condiciona cualquier vínculo En cuanto al tema de preferencia en
entre contenedor y contenido, objeto y el arte, no es la primera vez que se trata
representamen. esta cuestión. Las nociones elementales
Los proyectos que inventamos, relativas a las reglas del gusto aparecen
nuestra forma de manejar la realidad desde Gérard a Hume y Burke. Ahora las
como plan y disposición intelectual para retomamos porque no están tan alejadas
hacer algo, nacen de ese valor semántico de la situación actual. El problema de la
de la preferencia. opción subyace en nuestro modo de ser y

154
Expresión: contenedor y contenido

248. Curro Ulzurrum, Los vasos


marca las direcciones de la expresión aparición de la preferencialidad temporal comunicantes, 1997.
artística actual, de su lenguaje. de la época, consecuencia de la aparición
Entendemos como semántica el con¬ de una "semántica autogenética" particu¬
junto de signos cuyo significado ya está lar que atribuye valor y significado suce¬
institucionalizado, lo cual permite desci¬ sivamente a objetos, acontecimientos, si¬
frar un mensaje. El lenguaje implica la tuaciones que ella misma escoge y va
32
existencia de un código. Al igual que identificando sucesivamente» .
la posibilidad del juego radica en el cono¬ Esas dos proposiciones producen
cimiento de sus reglas, la sintaxis marca distintas consecuencias en las opciones
determinadas pautas para conjugar los individuales y en la cultura en general.
elementos del código, para articular el Tal vez, debemos desconfiar del significa¬
mensaje y elaborar una semántica que do atribuido a determinadas situaciones,
permita la expresión. es decir, diferenciar lo que son conviccio¬
El código puede no estar presente o nes personales de juicios basados en la
estarlo sólo de forma ambigua. También tradición, manipulados por la moda u
puede ser autoproducido, autogenético, otras influencias.
no compartido por el resto de la comuni¬ Analizar la situación actual alerta so¬
dad, un signo con un significado que lo bre el peligro de la pérdida de significado
es sólo para quien lo utiliza. Un conteni¬ que pueden sufrir algunas circunstancias.
do intermitente y cambiante, que apare¬ El caos en que se genera nuestra cul¬
cerá sólo ante quien sienta una preferen¬ tura semántica influye directamente en
cia relacionada con dicho significado, nuestra forma de asimilar las cosas. Un
sólo para quien haya realizado ya las com¬ campo semántico cerrado nos limita y en
plejas operaciones de la opción (fig. 248). una red de significados demasiado abier¬
Dorfles pretendía investigar por una ta todo se vuelve tan relativo que se frag¬
vía doble el cociente semántico: «la prefe¬ menta, se imposibilita cualquier base
rencia entendida como elemento deter¬ donde asentar ciertos significados míni¬
minante de la preferencialidad temporal mos necesarios para el conocimiento.
no sólo de cualquier opción, sino tam¬ La necesidad de prescindir de leyes
bién de cualquier significado; y la des- morales, de verdades que se proclaman

155
LENGUAJE

mirada, de orro modo sumida en el


absurdo. Participa en esa labor sin inten¬
ción salvadora, sólo evidencia la incerti-
dumbre. Arte comprometido que deja a
un lado las cuestiones meramente estéti¬
cas (fig. 249).
El artista se presenta como hombre-
instrumento. En la performance y el Body
Art su cuerpo es su herramienta como
entrega poética. Su fin no es despertar el
morbo del espectador.
Según Dorfles, se recrea un aspecto
sado-narciso-masoquista reflejo de situa¬
ciones análogas que presenta la sociedad,
la política, las guerras... hasta el punto de
permitirnos una transferencia importan¬
te desde la estructura hasta la superes¬
tructura de ese bagaje de instrumentali-
249. Vito Acconci, Rostro entendi- zaciones del individuo. Asemanticidad
do como espacio, 1970. en la nada, la crisis de la representación, del entorno social que provoca la altera-
que más tarde trataremos... todo, alerta ción de los significados. Deslizamiento
hacia la urgencia de reconstruir otra pla¬ (continuo) del signifié bajo el signifiant,
taforma preferencial a la que aferrarse, diría Lacan.
para poder establecer algún planteamien¬ La entrega física en el hecho artísti-
to coherente que se sostenga en la nueva co puede acusarse de exhibicionismo,
situación social. narcisismo o, incluso, sadomasoquismo,
El arte, como lenguaje vivo, es cons¬ como apunta Dorfles, mas, a mi modo
ciente de ese déficit de sentido, por lo de ver, es un acto de valentía, de implica-
que centra su acción en lo social o en la ción total con la realidad vivida.
crítica del propio lenguaje, vías de escape Ana Mendieta, Gina Pane, Robert
que buscan el desconcierto para liberar la Llimós, Vito Acconci... no niegan una

250. Jannis Kounellis, Sin título,


1984.

156
Expresión: contenedor y contenido

postura antisocial, por eso, tan conflicti- 251. Chrístian Boltanski,

va. Actualmente las acciones y determi¬ Dispersión, Le Quai de la Gare,

nado arte público luchan contra ese París, 1993.

alienamiento de lo social (fig. 250) . Bolsa a la venta por 10 francos. El

En el catálogo de la exposición de público podía comprarla y llenarla

Kounellis (del 19 de noviembre de 1996 de ropa hasta donde quisiera.

al 19 de febrero de 1 997 en el museo na¬


cional Centro de Arte Reina Sofía) se ar¬
gumenta para introducir una de sus obras:
«El fragmento de la cruz, el cristia¬
nismo roto, es también un índice de la 252. Christian Boltanski,

ausencia de espiritualidad de nuestro Dispersión, Le Quai de la Gare,

mundo. Una constatación está omnipre¬ París, 1993.

sente en todo el trabajo de Kounellis, en (a) Tarjeta que se repartía en las

el que continuamente percibimos la deci¬ estaciones de metro de los


dida voluntad de hacer patente que una suburbios.
cosa es lo laico y otra la ausencia de espi- (b) y (c) Toneladas de ropa usada
33
ritualidad» . Y respecto al artista como se acumularon en una sala de un
instrumento, comenta: barrio pobre en París.
«Y sabemos, también, que la disolu¬
ción del clasicismo implica el estallido
de la obra de arte orgánica, su explosión
en fragmentos. El artista se muestra a sí
mismo como signo de su entrega, de su
ofrenda corporal en el proceso de la
obra. Pero el signo de esa presencia, en la
época postclásica, no puede ser ya el de
la presencia rotunda y completa de las
figuras clásicas, sino el signo de la frag-
34
mentación» .
La alteración del significado, la au¬
sencia de sentido, provoca la necesidad
de una nueva semantización. El desliza¬
miento del significado provoca la necesi¬
dad continua de una nueva interpreta-
LENGUAJE

ción de los acontecimientos de acuerdo significante y significado. Característica


con una sintaxis nueva (figs. 251 y252). presente en cualquier lengua «viva»,
Las transformaciones lingüísticas y «potencia creativa que permite la adapta¬
semióticas son muchas veces un indicio ción a las variables sociales. La metáfora y
de otras transformaciones. Volvemos a la la polisemia pueden originar muchas
capacidad de anticipación del lenguaje de interpretaciones paradójicas y, precisa¬
la que hablábamos antes. Dorfles trata mente por esa razón, fructíferas.
algunos ejemplos de la variación de las Hume afirmaba que sólo el habit (la
connotaciones semánticas asociadas a la costumbre) hace que podamo s prever el
traducción de un mismo significado, de¬ desarrollo de un acontecimiento de
pendiendo del idioma de origen. Podría¬ acuerdo con determinados encadena¬
mos decir mucho del carácter que impri¬ mientos de causa y efecto. Investigar el
me cada país indagando la semiótica de lenguaje, analizar el cambio en los hábitos
sus palabras, aún considerando sólo la al nombrar, tiene ese valor predictivo.
palabra ventana traducida a tres idiomas «El arte es la creación de significantes
(por ejemplo, en italiano, finestra; en cuyos significados correspondientes no
portugués, janela; y en alemán, fenster), existen todavía. Sólo el arte está en con¬
se advierten connotaciones completa¬ diciones de proponer las cascaras vacías
mente diferentes, casi contrarias: finestra de un significado todavía no explícito, y
y también, en el caso del alemán, fenster, ni siquiera existente, salvo en la mente
están relacionadas con las condiciones de 35
del artista», afirma Dorfles (fig. 253).
«abertura hacia el exterior»; sin embargo, Ni siquiera el artista conoce el
en ventana como en inglés window se alcance de su obra, incluso a veces carece
relacionan con «proteción contra el vien¬ de intención en un principio. Juega con
to» y, por último, janela deriva de jaula, los deslizamientos semánticos de los
«puerta pequeña». signos que maneja y deja que sean el
Es precisamente toda una cultura lenguaje y el observador los que comple¬
social, su evolución sujeta a las preferen¬ ten el significado al tomar parte en la
cias políticas, estéticas, costumbristas, éti¬ nueva situación.
cas, etc., la que interviene intensamente «El artista es un constructor de tex¬
en dicho cambio y hace que la expresión tos con un inmenso diccionario a su servi¬
del lenguaje se modifique sin que los cio, del que extrae una escritura abierta,
propios hablantes lo adviertan. una malla de posibilidades, una propuesta
Investigación semiótica, investiga¬ de diálogo, no una comunicación unidi¬
ción del vínculo que une el significante reccional. Un autor que utiliza referen¬
de un término (de un signo, de una obra cias, sensaciones o impresiones para pre¬
artística) con su naturaleza semiótica. sentar una trama, en la que el resultado
36
Que el lenguaje esté abierto a trans¬ no está establecido» (Josu Larrañaga) .
formaciones quiere decir que el vínculo Hemos aprendido a reciclar signifi¬
entre significante y significado viene dic¬ cantes, a reconquistar terrenos y hacerlos
tado por el uso de la propia lengua, la nuestros. Objetos encontrados entran a
debilidad o fortaleza de ese enlace define formar parte del discurso artístico, más¬
la ambigüedad de un término. Admitir caras del arte primitivo (objeto de culto,
dicha inestabilidad equivale a considerar presentación visible, tangible de un invi¬
que la trama de significados no es cerra¬ sible, inmaterial) son imitadas y tomadas
da. Son esos huecos los que provocan la por artistas para presentarlas en otro con¬
imprecisión de un término y los que po¬ texto ajeno a sus orígenes, vacías de su
tencian al mismo tiempo la riqueza de naturaleza mágico-religiosa. Incluso las
matices semánticos en la tensión entre fotos antiguas de desconocidos que deco-

158
Expresión: contenedor y contenido

como su silencio expresivo, su carencia


de contenido humano, sus materiales im¬
perecederos (en total antítesis con el sen¬
tido otorgado por el carácter temporal de
la exposición), se identifican más con los
símbolos persistentes y premonitores del
militarismo prusiano (caldo de cultivo de
las hordas hitlerianas que comenzarán a
actuar inmediatamente después de la cri¬
sis mundial del 29) que con las fuerzas
políticas y culturales progresistas, en su
intento de salvar la "frágil" república de
38
Weimar» (fig. 254).
No vale la pena empeñarse en forzar
símbolos para que se atengan a nuestras
intenciones, no se trata de configurar
espejos desde donde mirarse y para poder
descansar. Defiendo en el arte un hacer
dejado, un reconocerse más humilde,
acto de creación cargado de responsabili¬
dad para no participar del engaño. No
manipular en la búsqueda sino dejarse
253. Francesc Torres, Escultura, 1969.
encontrar, estar abierto, provocar, inclu¬
ran bares y casas no pretenden evocar so, que cada elemento comience de nue¬
recuerdos. Todo adquiere una nueva vo cuando sea mirado por el otro, que 254. Mies van derRohe, Pabellón

semantización a los ojos del observador. haga suya la obra. de A l e m a n i a , 1929 (Exposiciónin-

«Muchas veces la obra de arte se ternacional de Barcelona).


transforma y se une a una denotata total¬
mente nueva e inédita, que no sólo desfi¬
gura su significado original, sino también
su "función". Incluso aunque se trate de
arquitectura donde la función equivale a
3
su significado», dice Dorfles '.
La interpretación de Roberto Segre
del Pabellón de Alemania (encargo lleva¬
do a cabo por Mies van der Rohe para
representar a Alemania en la Exposición
Internacional de Barcelona, en 1929) es
un claro ejemplo de transfiguración
semántica: «Ningún estudio de la obra de
Mies deja de lado la simplicidad de sus
formas, la perfección de sus detalles, la
fluencia del espacio interior, la desmate¬
rialización de la estructura metálica mo¬
dular, lograda a partir del recubrimiento
de acero inoxidable. Pero casi todos omi¬
ten su significación ideológico-cultural,
en el contexto alemán de la primavera
del año 29. Su inutilidad funcional,

59
LENGUAJE

Idea, presentación y representación

En la tendencia del arte actual se mantie¬ to de partida para otro proceso dado en
ne la idea dada por Berenson de que «el el hecho artístico.
arte no es una representación, sino una «Las ideas son las estrellas en contra¬
35
presentación» , es decir, no es una enti¬ posición al sol de la revelación. No
dad secundaria, sino una entidad real por lucen en el día de la historia, sino que
255. idea como intuición o imagen sí misma, autónoma (fig. 255). sólo actúan en él, invisibles. Lucen única¬
de la memoria. Comienzo, Idea, como intuición o imagen de la mente en la noche de la naturaleza. Las
referente, punto de partida en el memoria. Comienzo, no referente, pun- obras de arte se definen, en este contexto,
proceso creativo. como modelos de una naturaleza que no
espera el día ni, por tanto, el día del jui¬
cio; como modelos de una naturaleza
que no es escenario de la historia ni mo¬
rada de los hombres: la noche redimida»
(Walter Benjamin, Carta a Rang del 9 de
40
diciembre de 1923) (fig. 256).
Fuerza de otra presencia, noche re-
dimida, un acontecer que subyace anóni¬
mo . Estrellas invisibles, dice Benjamin,
lucen invisibles bajo todo lo que aconte¬
ce durante el día. Apelación de vuelta a la
noche, atentos a sus juegos y potencias.
La construcción verbal/solar del
pensamiento, y la conciencia, como
supuesta forma inteligente, ya no sirve.
La lectura no está clara, no es lineal, leer
supone mucho esfuerzo, un intento de
conciliar partes aisladas en el que no po¬
demos dejar de ver el fondo fragmentado.
No hay un ideal que una principios;
el hombre excava en las grietas del cono¬
cimiento, en los errores.
Volvemos a la oscuridad, pero no
como algo sublime que nos supera, sino
que nos reconocemos en ella. La escritu¬
ra, por ejemplo, no pretende explicar
nada, en su trazo surgen otras relaciones.
«Lo que libera el pensamiento es la
41
espontaneidad» , dice José Luis Brea, no
es el concepto sino el significante mismo,
la escritura, lo que piensa.
«Donde la estructura y potencia de
significancia de todas las cosas no apela a
su fijeza simbólica en lo eterno, sino al
trenzado delirante en el que los cruces
infinitos de la diferencia de cada cosa con

256. Christian Boltanski, Humans, 1994.


Idea, presentación y representación

todas las otras proyecta el reverso de su


identidad, sostenido y ubicado, en el
éxtasis barroco de la comunicación abso-
42
luta» . Comunión total de «otro estarse
construyendo, de otro ocurrir y aconte¬
cer eterno en su pasar, interminable en su
43
existir instantáneo y efímero» .
Nuestra propia existencia es una
forma de lenguaje, nuestra identidad se
afirma en la memoria que nos relata el
continuo de nuestro acontecer desde un
tejido de ausencias consumidas. Nues¬
tros recorridos son nuestro concepto
impreso (fig. 25') .
¿Cómo hablar de representación en
este contexto? Contexto donde nada es
reflejo de otra cosa, donde la representa¬
ción no es traducción directa, no es un
sustituto de lo real. Sólo nos queda acep¬
tar algo que se reconoce distinto, que 25'. Eva Lootz, Sin título,
remite a aquello que tiene enfrente sin 1990-1994 (La lengua de los
esconder la tensión significativa que une pájaros. Colección de la artista.
a ambos. Foto JavierCampano).
El arte se limita o, al menos, sólo
pretende mostrar la presencia de ese otro
acontecer que sucede desde el lenguaje,
sin intención de sustituir a nada. El signo
atrae una presencia a la que remite, se
afirma en ese engaño del aparentar ser
otro para quien lo lee. Sólo, como ya
comenté, cuando el signo es ausencia se
da una correspondencia directa con
aquello que representa, puesto que es la
propia ausencia la que se muestra.
Pepe Espaliú es ejemplo de ese pro¬
nunciarse desde la disolución de toda
representación. Tal vez, consciente de su 258. Pepe Espaliú, Sin título,
enfermedad, hace de sus obras elementos 1993.
que construyen ese otro lugar posible
donde habitar. La tensión entre la nada y materia se modifica no en el pensamien¬
el todo percibido de la experiencia se to sino como enloquecida travesía de y
palpa. Y allí, en medio de ausencia y rea¬ 44
para sí misma» (fig. 2 5 8 ).
lidad, se alza otro discurso que es puro Volviendo a Foucaulty a José Luis
acontecer, más auténtico en la medida en Brea, sólo queda el lenguaje, no como
que no es más de lo que muestra, no héroe que viene a restituir conceptos,
conduce a otro existir que su sí mismo. sino mostrando su imposibilidad. Reto¬
«Para quien se deja conducir en el mar el lenguaje para otra cosa distinta de
olvido total de las ideas y abre la herida nombrar y buscar proposiciones verda¬
en el inmenso hueco del yo paralizado, la deras; empezar a articular, sugerir desde

161
LENGUAJE

por descripción, retrato o imaginación.


Colocar semejanzas de algo ante la mente
«o los sentidos. Ser una muestra de, ocu¬
par el lugar de, sustituir a».
Según esto, acceder a lo representa¬
do es asumir en parte el engaño que lleva
implícito el concepto de representación,
suplantar una cosa por la dada en la
representación (fig. 259).
Francisca Pérez Carreño, en su libro
Los placeres del parecido. Lcono y represen¬
tación, realiza una investigación sobre el
signo artístico en el marco de la semiótica
peirciana. Coincidiendo en la definición
de signo con la dada anteriormente de
representación, dice que signo es «aquello
4'
que está en lugar de algo para alguien» .
La autora desarrolla en su estudio la
interrelación entre percepción y semiosis,
situando la imagen dentro de un tipo de
signos: los iconos.
«El icono es la forma primera de
representación de lo real, puesto que exige
una interpretación (un intérprete en sen¬
tido estricto) que no es convencional. Por
esta razón se opone al símbolo, cuya ca¬
pacidad representativa se basa en la exis¬
tencia previa de una interpretación con-
vencionalmente admitida. Si bien el
icono no es un signo convencional, tam¬
poco es, en absoluto, un signo natural o
un fenómeno que no necesitara de inter¬
pretación. La diferenciación entre imagen
perceptiva e imagen material, matizando
259. Pepe Espaliú, Serie
la naturalidad de una, tanto como el ca¬
Máscaras, 1988. sus carencias otras relaciones, desde su
rácter cultural de la otra, se convierte en
ser abierto y discontinuo.
48
el otro criterio definitorio del iconismo» .
«La gran tarea a la que se dedicó
Mallarmé [dice Foucault] hasta el fin de El punto de vista de la autora, que
su vida, es la que nos domina ahora; en aquí transcribo, es el de la imposibilidad de
ese balbuceo encierra todos nuestros todo acercamiento inocente a la realidad;
esfuerzos actuales por devolver a la cons¬ volviendo a la idea de interpretante de
trucción de la unidad, quizá imposible, el Peirce, la realidad que percibimos es única,
45
ser dividido del lenguaje» . personal e incorregible. Sus imágenes no
Es la palabra, la vibración de su trazo son transparentes sino significativas.
sobre el papel, quien habla, en su nada. Propone la opción de cambiar nues¬
Es la palabra misma, «no su sentido sino tras formas de representación y, por tanto,
su ser enigmático y precario» . 46
nuestra visión del mundo, aunque no es
Representar, según la definición to¬ fácil, puesto que al momento cada ima¬
mada del diccionario, significa «evocar gen percibida de lo real se nos impone

'62
Idea, presentación y representación

como evidente, escondiendo otras posibi¬


lidades, otros significados.
Comparto la idea de que lo que ma¬
nejamos son nuestras formas de manipu¬
lar la realidad. Retomando la definición
anterior, en mi opinión, pretender crear
cosas que representen algo para alguien
ocupando su lugar, es decir, crear sustitu¬
tos, es un imposible.
Me pregunto cómo se puede ser
otro, ¿acaso uno puede vaciarse y llenarse
de alguien, esconderse lo suficiente? Más
bien, incluso el hecho de crear símbolos,
por ejemplo, se afirma en la diferencia.
Humildad del símbolo: mostrar su vacío,
reconocer no ser lo que define.
«Simbolización: asemejarse a algo sin
poder jamás confundirse con ello. Doble
relación conocida por mimesis: la máscara
sustituye al rostro, se asemeja a un rostro
49
pero nunca coincidirá con él» (fig. 260). 260. Louise Bourgeois, Pareja I
«Ningún discurso, verbal o plástico, deseo en la representación. Trata sobre 7997.
puede reducir un cuerpo a otro cuerpo», un hombre que anhela poseer un retrato
50
puntualiza Roland Barthes . de su amada y, tras realizar una descrip¬
Ante esa imposibilidad, comentan¬ ción exhaustiva por escrito de sus carac¬
do la obra de Cy Twombly, apela al deseo terísticas físicas, hace varios encargos a
como único activador que posibilita la distintos artistas.
representación, dice: «La obra de Cy «Los pintores trabajan, y al cabo de
Twombly permite leer esa fatalidad: mi cierto tiempo nuestro amante recibe cien
cuerpo nunca será el tuyo. Sólo hay un retratos que, pareciéndose a su descrip¬
medio de escapar a esa fatalidad, que qui¬ ción, no tienen ningún parecido entre
zá resume una cierta desgracia del hom¬ ellos ni con su amada [... ] Las pinturas
bre; este medio es la seducción: que mi son falsas, no significan, en tanto son in¬
cuerpo (o sus sustitutos sensuales, el arte, capaces de suscitar ese trazo de deseo que
la escritura) seduzca, arrebate o trastorne vincula el retrato con la amada» .51

al otro cuerpo». La imagen de la amada sólo se sos¬


Miguel Cereceda, en una de sus tiene en el deseo del amante.
reflexiones sobre el lenguaje y el deseo, También Samuel Beckett sugiere la
defiende la relación que establece este capacidad que posee el deseo de materia¬
último, entre significado y significante, lizar ante el sujeto aquello que anhela.
vínculo que hace posible el enlace entre Se cuestiona sobre qué es realización,
ambos. Discurso que se opone a la rela¬ entendida ésta como hecho consumado,
ción de asociación por semejanza perse¬ dice: «¿Qué es realización? La identifica¬
guida en la representación, niega el valor ción del sujeto con el objeto de su
52
de la apariencia como hilo conductor que deseo» . Es decir, identificación, verse a
se aferra a la cualidad del parecido para través de, transfiguración del sujeto en su
confirmar el sentido, el significado. propio deseo.
Un cuento de Diderot sirve a Cere¬ Desde el mundo de las apariencias,
ceda para explicar esta importancia del desde las dificultades, el lenguaje es un

163
LENGUAJE

de la felicidad, es una buena escuela pre¬


paratoria para los sueños reales detrás de
54
' la puerta» .
Ventanas y puertas a nuestra medi¬
da, umbrales a ninguna parte. «Rastros
del paso del hombre en la tierra. Y, por
ello, símbolos de la posibilidad humana
de ver a través de, traspasar límites. Imá¬
55
genes de la utopía» .
«Si la puerta tiene una dimensión
humana es porque el hombre la atravie¬
sa», dice Kounellis (fig. 26 1).
Nombres escritos en las puertas,
entrada a cada palabra. Las letras como
huecos, signos, como imágenes de posi¬
bles presencias. Atravesar puertas, atrave¬
sar palabras.
«La palabra poética: la materializa¬
ción espacial de la palabra, que así adquie¬
re no ya sólo su esencialidad temporal ins¬
crita en el carácter sucesivo del lenguaje,
56
sino además volumen, cuerpo» .
Palabra como recorrido, como espa¬
cio, las puertas están cerradas pero la
palabra nos transporta, su materialidad
tiene más poder que la propia puerta.
Kosuth y el grupo inglés «Arte y len¬
guaje» con Kozlow, Burgein, Kawara, Bal-
dasari, Huebler, Weimer y muchos otros,
utilizan el lenguaje desde el punto de vista
analítico y tautológico, lingüística como
conceptualismo estricto. Abordan la tarea
261. Jaume Piensa, Wonderland II, de redefinir el arte desde el terreno de la
1997. umbral vacío que significa cuando lo atra¬ semántica. «El arte conceptual no significa
vesamos, cuando deseamos cruzar al otro reducción de la obra a una idea, a un con¬
lado. El deseo consigue visualizar el signi¬ cepto, pero es la idea del arte, el concepto
5'

ficado de un signo antes de interpretarlo. del arte», Catherine Millet .


«La puerta. El signo no sólo de lo Se cuestiona el arte desde el arte, el
que cierra, sino de lo que abre el límite problema de la representación en forma
de lo que nuestros ojos no ven, pero de lenguaje, como dijimos antes. No se
nuestro corazón anhela, presiente» . 53
analiza la realidad y se expresa, sino que
Vemos la palabra escrita, sólo un se presenta otra cosa distinta, otra idea
dibujo hueco, puro trazo que despierta ajena al discurso habitual planteada
en nosotros el deseo de leerla, de recorrer¬ desde el arte.
la desde la posibilidad del encuentro con Dorfles analiza este giro de directri¬
el significado que surge de antemano ces que toma el arte desde los cambios en
como una provocación. su forma de expresión. Transcribo su
En palabras de Ernst Bloch: «La planteamiento porque nos sitúa en la
tierra inhabitable, con algunos símbolos perspectiva que vengo desarrollando.

164
Idea, presentación y representación

Desarrolla un problema hipotético esto mismo fue motivo de discusión.


dentro del capítulo titulado «Del paisaje Ruskin cuestionaba el valor de la obra de
al concepto», analizando dos posibles in¬ Whistler intentando desenmascarar su
tervenciones sobre el estudio de un lugar engaño, decía así:
concreto, formas contrapuestas de resol¬ «Veamos, señor Whistler, ¿puede de¬
ver la misma propuesta según artistas de finirme cuánto tiempo ha invertido usted
distinta índole, lo plantea así: para despachar ese Nocturno en blanco y
«Veo un cuadro con un dibujo de negro?
un paisaje abstracto, al rato distingo for¬ »Whistler: [... ] Bueno, por lo que re¬
mas, se trata de una presentación fiel de cuerdo, un día, más o menos.
la realidad. ¿Qué haría hoy un artista »Abogado: ¿Sólo un día?
conceptual que viviera ese paisaje con »Whisder: No lo afirmaría con segu¬
intenciones operativas} Posiblemente su ridad; quizá lo haya rectificado un poco al
realización se centraría en un proceso día siguiente, cuando la pintura todavía
creativo reproducido [... ] no se había secado. Por eso debería decir
»¿Cuál será el valor estético de seme¬ que más bien he trabajado dos días en él.
jante operación? El dibujo nos ofrece una »Abogado: ¡Ah, dos días! ¿Así que
imagen más sugestiva, aunque entera¬ por el trabajo de dos días pide usted dos¬
mente kitsch del paisaje; digo kitsch por¬ cientas guineas?
que el dibujo está manipulado para que »Whisder: En absoluto; las pido por
se comercialice para los turistas. Pero la el saber que he adquirido en toda una
operación del artista conceptual, acción 59
vida -aplausos» .
descriptiva egocéntrica del que pretende Volviendo al ejemplo del problema
fijar el concepto de una operación suya, que planteaba Dorfles, la actividad del
resulta en el fondo carente de placer esté¬ artista que intenta comprender el espacio
tico (señala, por ejemplo, el camino del a través de su vivencia no realiza un acto
recorrido). Una vez desaparecida la im¬ de copia, limitándose a poner a prueba el
portancia del objeto en sí, ese objeto que oficio del hecho plástico, sino un acto de
habían glorificado desmesuradamente los pensamiento.
surrealistas y después, de otro modo y Cuestiona otro hacer que deja a un
con otras connotaciones, los artistas pop, lado los valores estéticos para ocuparse de
quedaba por considerar, más que nada, la otro tipo de estudio mental, da igual si el
operación ejecutada por el artista y su in¬ resultado es una obra realista, abstracta,
tencionalidad, y no su resultado tangible conceptual o cómo sea, es la motivación
58
y comercializable» . de su autor la que cambia. Se puede
El hecho de que el artista concep¬ reflexionar desde el arte a partir de sus
tual pueda resolver su intervención con técnicas y el dominio de lo productivo de
fotos del lugar o marcando el itinerario sus medios, exponer el imaginario, la
de su propio recorrido puede criticarse creatividad, al encuentro del lugar ajeno.
como algo egocéntrico, incluso como Pero también, ¿qué es conocer un
engaño. Tal vez, no demuestra su valía lugar sino recorrerlo? En el hecho con¬
por el esfuerzo físico o la destreza artística ceptual, el resultado de la intervención
implicada en el acto. no es la representación plástica de un
El criterio que defiende la representa¬ lugar sino el propio lugar expuesto; el
ción fiel de la realidad, como copia artista invita al espectador a habitarlo de
alusiva a ésta, es facilitar la legibilidad de la distinto modo, comparte su experiencia a
obra y garantizar la ausencia de engaño. • través de la obra.
Ya en el enfrentamiento entre el pin¬ Como decía Calvino, «al llegar a
tor Whistler y el crítico inglés Ruskin, cada ciudad el viajero encuentra un pasa-

165
LENGUAJE

do suyo que ya no sabía que tenía: la rada. No puedo compartir totalmente esta
extrañeza de lo que no eres o ya no posees afirmación, no pienso que algunos trata¬
más te espera al paso de los lugares extra- mientos plásticos estén superados, cadu¬
ños y no poseídos» .60
cos, sino que su uso actual es diferente.
En esta acción se resalta la impor¬ Es evidente advertir el giro en la pre¬
tancia de la intención, del proceso más ocupación plástica, cambio que atribuyo,
que del resultado plástico. bajo mi punto de vista, al enriquecimien¬
Kosuth, D. Breu, Dennis Oppen¬ to de las posibilidades que se le recono¬
heim y el grupo «Arte y lenguaje», en sus cen al arte. Es decir, pienso que es el
comienzos, insistieron en la importancia propio estudio del «arte como lenguaje»
del momento intencional y el rechazo del (como instrumento de pensamiento) el
objetual: que lo impulsa a transmitir e indagar
«Así la presentación más o menos desde otros terrenos, pero sin dejar de
exacta de la realidad [retomando las pala- materializarse en un acto. Incluso el arte
bras de Dorfles], ya sea mediante la foto- conceptual en sus planteamientos lleva
grafía, ya sea, con mayor razón aún, la implícita cierta preocupación estética.
impresionista o la meramente abstracta, Actualmente, conviven distintas
resulta estar superada. Es necesario ofre¬ formas de expresión, aunque sí es cierto
cer una motivación diferente, más pro¬ que el paso gradual y sucesión de géneros
funda, aunque a veces ingenua, del muestra la desviación de los intereses
propio contacto con la naturaleza, con hacia lo conceptual como compromiso
las situaciones, con los acontecimientos, reflexivo para el arte.
y señalar el cambio del objeto en el tiem¬ Duchamp y sus seguidores habían
po, su transformación topocronológica, anunciado el deslizamiento de las artes
o que indique la operación ejecutada por hacia una clase de actividad dirigida más
el observador para pasar a ser partícipe de a la argumentación y a la investigación
ella, o quizá, que indique los elementos, mental, lejos de «una mera sensibilidad
aparentemente superfluos, pero indis¬ epidérmica» y de investigación formal.
pensables, para concretar y aislar comple¬ Sin embargo, entre las obras surgi¬
tamente el episodio existencial y percep¬ das de estas tendencias hay trabajos clara¬
tivo, realizado por el artista [... ] Muchas mente artísticos (dotados de interés
propuestas conceptuales abordan proble¬ formal que pueden inspirar sensaciones
mas existenciales que no son propiamen¬ estéticas). En las tres sillas de Kosuth, por
te los del arte. Ideas sobre Sociedad y ejemplo (tres significantes para el mismo
Política, presentación de documentos significado), el objeto particular se con¬
públicos, listas de personajes o corres¬ vierte en parte integrante de una cons¬
pondencia entre amigos. Queda, como trucción «conceptual», despierta ese inte¬
testimonio de la obra, sólo la palabra es¬ rés relacionado con su aspecto mental,
crita, la escritura. Las consecuencias de la sin embargo, la disposición de las sillas
propuesta conceptual se ramifican en de¬ no deja de constituir un inevitable espec¬
rivaciones que irán en direcciones opues¬ táculo estético (véase fig. 228).
tas. Unas acabarán conformando un re¬ Hoy existe un amplio despliegue de
gistro documental de imágenes, mientras operaciones artísticas en las que prevalece
que otras desembocarán en la Lingüísti¬ sin duda el aspecto mental (intelectual,
ca, en proposiciones lógico-matemáticas, filosófico, analítico) frente al aspecto esté¬
61
en el texto» . tico (formal, independientemente de que
Es necesaria una motivación más fuera figurativo, no figurativo, surreal,
profunda para el arte. Dorfles sugiere que objetual, etc.), hasta hace poco considera¬
la representación de la realidad está supe- do como determinante para el arte visual.

166
Idea, presentación y representación

262. Michael Heizer, Masa


desplazada y colocada de nuevo
en su sitio, 1969, Nevada, Silver
Spríngs. Colección Roben Scull.

«Una clara preferencia hacia la crea¬ que el hecho físico es condición de su


ción conceptual, que presenta caracterís¬ gestión, también.
ticas diferentes a otras corrientes que la Queda en el «artista» el riesgo de
62
han precedido» . Afirmación de Dorfles asumir el compromiso de su acción y de¬
que tras los años transcurridos no ha fender su intención por encima de otros
perdido vigencia. condicionamientos.
Sin embargo, la necesidad de un José Jiménez hace referencia al de¬
«testigo físico», un registro del hecho, no sarrollo del arte una vez desligado de la
deja de ser imprescindible. Incluso, el servidumbre que entraña la representa¬
arte efímero es aceptado socialmente, en ción entendida como mera traducción de
parte por la perdurabilidad del proyecto la realidad a otro lenguaje. El arte libera
o las fotografías de la obra; datos que y hace uso de todo su potencial creativo y
funcionan, además, como objetos co- genera lo que él denomina mundos apar¬
mercializables. te. Otro espacio que en la instalación se
El arte puro se enturbia por estas vuelve explícito, es decir:
cuestiones; sería ingenuo no reconocer «El concepto de instalación plástica
que el mercado interviene en su desarro¬ deriva de ahí, de ese núcleo constructivis-
llo. El arte tiene que tomar cuerpo por- ta que emancipa de forma definitiva el

167
LENGUAJE

263. Nacho Criado, Recorrido


blando, 1973. trabajo artístico de cualquier sumisión rario recorrido. La huella es la ausencia.
64
representativa, orientándolo hacia la pro¬ El silencio» .
ducción de un espacio. Espacio que pue¬ Conceptualismo estricto. Arte puro
de integrar los soportes y procedimientos que reivindica Kandinsky en su ensayo
plásticos tradicionales: dibujo, pintura, Punto y línea sobre elplano". Un trabajo
escultura... pero también los nuevos me¬ reflexivo aparte del desarrollo técnico.
dios de la fotografía y el cine, el vídeo o «Las obras constructivistas de los
los soportes digitales. Y, lo que es más últimos años son en gran parte, especial¬
importante, también los medios y sopor¬ mente en su forma primitiva, pura o abs¬
tes no plásticos según la mentalidad clasi- tracta, construcción en el espacio, sin ii—
cista: el lenguaje, el sonido, la gestuali- lidad práctica, lo que diferencia a estas
dad, la escenografía. El arte se abre a un obras de las de ingeniería y nos obliga a
66
proceso de generación de universos autó¬ situarlas en el campo del arte puro» .
nomos, con su tiempo y espacio propios, El objeto, transfigurado en el arte,
integrados, en ruptura con la experiencia rompe el vínculo de toda conexión ante¬
cotidiana, o con los usos prácticos de la rior y comienza a ser. Deja de estar condi¬
6
tecnología. Mundos aparte» * (fig. 2 6 2). cionado por su utilidad, lo libera, lo
Nacho Criado, en la acción que lle- devuelve a la virginidad originaria del ser.
vó a cabo en Mengíbar, en el año 1973, Sin utilidad práctica, carencia que matiza
titulada Recorrido blando, escenificaba la la cualidad de la pureza del arte.
realidad actual del artista, al menos desde Incomoda asumir la gratuidad de los
esta perspectiva. Un hombre que camina hechos. Estamos acostumbrados a un en¬
solo, y a su paso, según avanza, se hunde torno donde todo se vende y justifica por
en el fango; quedan sus huellas, su ausen¬ su utilidad práctica, incluso, nuestra valía
cia (fig. 263). No un hacedor de objetos, se cuestiona por la eficacia resolutiva, la
de conclusiones, sino únicamente es un calidad y cantidad de beneficios que apor¬
hombre que camina, un ser que busca. tamos al orden social con nuestros actos.
«Artista que camina hasta desapare¬ Rodeados de un exceso de informa¬
cer, interpretación de todo itinerario ción que intentamos asimilar rápido,
creativo. Deriva conceptual y poética molesta que el arte frene ese continuo
[... ] Lo realmente significativo es el itine- para cuestionar otras cosas, solicitando,

68
Idea, presentación y representación

además, otro tipo de atención que no es¬ intuían Kansdinsky y Paul Klee, junto
tamos acostumbrados a ofrecer. En cuan¬ con la idea de que el arte no es sólo un
to a este tema, Miguel Cereceda, en el medio con el que traducir la realidad,
ensayo citado anteriormente, afirma que sino que crea mundos aparte, concluyo
lo que más indigna es la negación del re¬ esta argumentación.
conocimiento, es decir, volviendo al ma- El tema tratado sobre: el arte como
lescrito, pipa Inopipa, de Magritte, lo que lenguaje, es de mayor complejidad de lo
causa la incertidumbre en el espectador, que alcanzo a sugerir. Lo dicho es una
incluso el enojo, es negarle lo que percibe aproximación, de cuyas carencias me
sin dificultad, cuestionar su lectura. excuso, anteponiendo el objetivo de mos¬
El reconocimiento nos aporta tran¬ trar las posibilidades que ofrece un cam¬
quilidad, nos afirmamos cuando deci¬ bio de perspectiva hacia la obra artística.
mos, por ejemplo: esto es una pipa. Pone¬ Arte como instrumento de conoci¬
mos a prueba nuestro conocimiento y, si miento. El lenguaje plástico no habla sólo
la proposición es cierta, podemos seguir de formas físicas: composición, color, tex¬
articulando, ordenando el resto de per¬ tura, etc., es, sobre todo, pensamiento. Lo
cepciones, economizar tiempo, pasar de habita la reflexión, un estar abierto a otro
una cosa a otra. Incomoda tener que pa¬ conocimiento desde la experiencia.
rarnos. No obstante, el hecho de hacerlo El artista, movido por una inten¬
nos ofrece otra experiencia, descubrimos ción, pone en relación elementos, arries¬
otras posibilidades, otro conocimiento ga en el sin sentido del hecho que se
nos va calando, experiencia que potencia materializa. Espacio que se asienta en la
nuestro sentido crítico. tensión comunicativa de elementos
Transcribo la lectura que hace José individuales, en el continuo, además, de
Jiménez del texto de Kansdinsky y de ondas (como vimos al hablar de la mate¬
Paul Klee, por como explica la autonomía ria), comienzo de un proceso que no
del arte en su manera de hacer, de cons¬ culmina, que se reconstruye cuando es
truir, de decir: mirado, transitado. El espectador se
«Cuando Kandinsky habla de pura enfrenta a la obra y se entrega con ella a
o abstracta construcción en el espacio, ese nudo de confusiones donde no hay
está fijando con precisión el nuevo garantía de encuentro.
horizonte de las artes plásticas, definitiva¬ Por último, me apoyo en Pepe
mente emancipadas de la mera reproduc¬ Espaliú, en su experiencia como escultor,
ción ilusionista de un fragmento espacial. como autor. Tomo sus palabras para
El arte de nuestro tiempo había entrado entenderme cuando advierto que no es
en un territorio completamente distinto, fácil, en el lenguaje nos reconocemos
el de la construcción dinámica, temporal, (como vimos al principio del texto), pero
de un espacio plenamente autónomo res¬ para encontrarse antes hay que perderse.
pecto a cualquier referencia previa. En Adentrarse en la palabra, en el signo, en la
lugar de reproducción, construcción. Eso obra, implica ese riesgo.
es lo que programáticamente, y con otros «Para aquel que se rebela en lo que
términos, había expresado también Paul hace; estilo imposible de una identifica¬
Klee (1920) en la primera frase de su ción ruinosa e indefendible pero que, aún
Confesión creadora: "El arte no reprodu¬ así, es lo único que lo sostiene... compro¬
ce lo visible, sino que hace que algo sea miso del artista que es pura ilusión, un
67
visible" .» delirio establecido para no volverse loco,
Con las palabras de José Jiménez abierto el abismo entre lo que eres y lo
68
sobre el nuevo horizonte del lenguaje que que haces» .

169
6

C o m u n i c a c i ó n

José Luis Gutiérrez Muñoz

Escultura moderna y espacio publico

La escultura ha frecuentado todo tipo de que ni el arte en general, ni la escultura


espacios para su ubicación, espacios priva¬ en particular, podían eludir. Una nueva
dos y públicos, abiertos y cerrados. Pese a época se había iniciado bajo el signo del
ello, uno de los ámbitos preferidos de este racionalismo tecnológico y cientifista, y
arte, al menos uno de los que con mayor el arte, también la escultura, tendría que
frecuencia le ha hecho ir más allá de su fa¬ deshacerse de su pesada tradición si
ceta meramente ornamental y, por tanto, quería sumarse a los nuevos aires de
cobrar mayor trascendencia, ha sido el es¬ progreso. En esta nueva época, esencial¬
pacio público exterior, donde ha ejercido mente atea, pragmática y racionalista
su función de monumento. Siempre, cla¬ resultaba anacrónico el concepto de mo¬
ro está, sin perder de vista que lo público numento escultórico. Por más que
nunca tuvo el moderno sentido democrᬠmuchos intentasen dar continuidad a ese
tico, por lo que, hablar de escultura en el modelo, lo cierto es que empezaba a per¬
espacio público era hablar de escultura en der sentido el hacer odas en piedra o
los espacios no privados transitados por bronce a lejanas gestas heroico-militares.
los ciudadanos, pero sin que eso significa¬ En las modernas sociedades, absoluta¬
se ningún tipo de gobierno, dominio o mente descreídas, dejaban de tener cabi¬
control sobre tales espacios por parte de da los superhombres mitológicos o los
dicha ciudadanía. Generalmente, en este rancios personajes históricos, ofrecidos
ámbito, la escultura ha querido ofrecerse como modelos de virtudes, y los intentos
a los subditos como signo distintivo del de perpetuación de los poderosos a través
poder, ya fuere militar, político o econó¬ del monumento escultórico empezaban a
mico. Así pues, símbolo de hegemonía o parecer patéticos signos de vanagloria
dominación, con un claro afán ostentoso, decadente. La secular tradición estatuaria
deseando perdurar en la memoria colecti¬ estaba en peligro con el advenimiento de
va, y con la intención de impresionar, la los nuevos tiempos.
mayoría de los monumentos que nos ha En las incipientes sociedades moder¬
legado la historia tienen una clara voca¬ nas, ya no había sitio para héroes, mesías o
ción grandilocuente. salvadores. A principios del siglo XX, una
Pero la modernidad, descendiente novela, basada en la Odisea de Homero,
directa de la revolución industrial, traía evidencia el nuevo concepto antiheroico
consigo una serie de transformaciones que la nueva sociedad está demandando.
Escultura moderna y espacio público

1
Me refiero a Ulises, de James Joyce , antí¬ mente por primera vez en la historia,
tesis del clásico relato de gestas. Un viaje crear a su libre antojo, sin necesidad de
exploratorio de veinticuatro horas por la obedecer los dictados de cliente alguno y
mente de Leopold Bloom, el caos frag¬ sin más limitaciones que las que le impo¬
mentario de la sociedad moderna vislum¬ nía su propia imaginación. La libertad
brado a través del incontrolado pensa¬ empezaba a sentirse como el gran
miento de un ciudadano vulgar, gris y logro de la modernidad, al menos en el
anodino, que se erige en protagonista de terreno de la expresión artística. Pero, su¬
esta epopeya. El señor Bloom no es un marse a este incipiente espacio comercial
héroe, como lo fuera el mítico Ulises, más y de emancipación para el arte, implicaba
bien es el antihéroe, y evidencia que, en para la escultura una necesaria reducción
esta etapa inaugurada por la modernidad, drástica de los tamaños. Si la escultura
en el supuesto y discutible caso de que deseaba penetrar en el moderno espacio
fuera necesario seguir escribiendo poemas expositivo, debía hacerse primordialmen¬
épicos o erigiendo monumentos, el vulgar te portátil; sólo de este modo podría
ciudadano burgués, la máquina o la des¬ competir ocupando un lugar que, en
personalizada masa obrera, símbolos de principio, parecía exclusivamente reser¬
los nuevos tiempos, todos ellos antiheroi¬ vado para la pintura.
cos, deberían ser los inspiradores de ver¬ Desde nuestra perspectiva, no pode¬
sos glorificadores o monumentos en már¬ mos celebrar la libertad creativa, las tre¬
mol o bronce. mendas conquistas que muchos artistas
Mas, no nos engañemos, la solución de principios del siglo XX trajeron, sin
no podía ser tan sencilla como un mero afirmar que tales avances llegaron a costa
suplantar el objeto de la representación, de muchas otras pérdidas. En lo que res¬
poniendo ahora vulgares ciudadanos o pecta al tema que nos ocupa, hemos de
máquinas donde antes había figuras mi¬ subrayar que la introducción de la escul¬
tológicas o poderosos señores. Como es tura en los modernos espacios artísticos
lógico pensar, la crisis impuesta por la se realizó a cambio de un evidente aban¬
modernidad no afectaba sólo al fondo, dono del espacio exterior no expositivo,
sino también a las formas, si se me per¬ del espacio público. En muchos casos,
mite esta separación un tanto reduccio¬ ajenos al peligro que encerraba esa acti¬
nista. La transformación que los nuevos tud autonomista, predomina en la crea¬
tiempos exigían implicaba también una ción escultórica moderna de la primera
renovación de los estilos, las técnicas y los mitad del siglo XX una manifiesta renun¬
materiales empleados para la labor escul¬ cia a intervenir en el espacio público
tórica. Sea por la dificultad que todo ello exterior, un repliegue hacia el pequeño
implicaba, o por la apertura de otras vías espacio privado como ámbito donde ex¬
mucho más cómodas y lucrativas para la perimentar más cómodamente con la
expresión escultórica moderna, muchos recién conquistada libertad, con todo lo
de los artistas de la primera mitad del que ello significa de distanciamiento de
siglo XX, embarcados en la renovaciónes- la realidad social. Convertida en pura
tética y conceptual de la escultura, prefi¬ mercancía, portátil y coleccionable, la
rieron crear sus obras pensando en el escultura habría de transformarse necesa¬
reducido espacio expositivo del salón de riamente en un bien socialmente insigni¬
arte o la galería e, indirectamente, en el ficante. Es, por todo ello, acertado califi¬
ámbito privado del coleccionista. Sin car dicha emancipación como una
duda, esta novedosa opción permitía al ficción, pues se trata de una libertad que
artista gozar de una libertad jamás antes afecta primordialmente, y en muchos ca¬
soñada. El escultor podía ahora, posible- sos únicamente, a asuntos estrictamente
COMUNICACIÓN

estéticos. Al artista se le permite la liber¬ que nunca, cerrar los ojos a lo que estaba
tad absoluta porque, de todos modos, es sucediendo en su entorno. El problema
una libertad intranscendente; en reali¬ ' era cómo hacer efectiva la contribución
dad, haga lo que haga carece de impor¬ de un arte que se había decantado por la
tancia socialmente, puesto que todo lo abstracción geométrica. Cómo ligar las
hace en la acotada parcela del arte, todas aspiraciones políticas y sociales a un arte
las revoluciones han quedado restringidas que parecía recrearse en el puro juego de
a lo formal, a lo puramente estético. superficies, líneas y colores. Cómo tras¬
Pese a lo cual, no sería justo pasar cender lo meramente formal.
por alto los honestos intentos de un gru¬ El debate que se abrió, en este senti¬
po de escultores, mejor sería decir artistas, do, en el seno del grupo de artistas cons-
en el más amplio sentido de la palabra, tructivistas es interesantísimo pero, por
que a principios del siglo XX pusieron no extenderme demasiado en una contro¬
todo su empeño en tratar de ligar el arte versia que está ampliamente documenta-
2
moderno, su arte, a la sociedad en que vi¬ da , me centraré en lo que considero el
vían, me refiero a los constructivistas ru— punto de inflexión más importante en la
sos. Comprometido s con la realidad social relación de la escultura moderna con el
y política de su país y su época, estos ar¬ espacio público: el fracaso del Proyecto
tistas, que habían tomado parte activa en para Monumento a la Tercera Internacio—
la revolución bolchevique As. 1917, deci¬ nal. Proyecto que el departamento de Be¬
dieron sumarse a la modernidad, esca¬ llas Artes de Moscú había encargado, a
pando de la tradición artística, pero no principios de 1919, a Vladimir Tatlin,
para refugiarse en un estéril autonomis¬ considerado pionero del constructivismo
mo estético o en esa libertad creativa tan ruso, para homenajear a la Revolución.
engañosa por su intrascendencia social. Tadin lo tenía claro desde el princi¬
Ellos deseaban, desde su arte, participar pio, deseaba, ante todo, alejarse del mo¬
en la construcción de una nueva socie¬ numento escultórico tradicional y volcar
dad, hacer realidad ese gran sueño de so¬ toda la experimentación estética abstracta
cialismo, libertad, progreso y desarrollo. y geométrica, que venían realizando des¬
¡Qué sueño tan hermoso! Aspirar a trans¬ de pocos años atrás, en este monumento.
formar la sociedad desde nuestra limitada Tatlin tenía la ocasión de redimir al grupo
parcela, el arte. La utopía duró unos años, constructivista, dando sentido, utilidad
los años inmediatamente posteriores al directa, al periodo de investigación
triunfo de la revolución bolchevique, años formal, cuestión que ya les empezaba a
en los que el poder no sólo les dejó crear inquietar. Deseaba fundir la escultura con
libremente, cosa fácil de aceptar como he¬ la arquitectura y la ingeniería para crear
mos visto, sino que, además, les puso al un monumento capaz de recoger los
frente de las nuevas instituciones artísti¬ avances técnicos de su época, y así expre¬
cas, dándoles cargos de responsabilidad. sar el dinamismo de la sociedad revolu¬
Tras varios años de experimentación cionaria. En realidad, el proyecto de Ta-
estética, años en los que se desarrolló el din era toda una exaltación del desarrollo
lenguaje formal constructivista, estos ar¬ tecnocientífico, una formidable sublima¬
tistas empezaron a sentir que la continua ción de la modernidad (fig. 264).
experimentación no podía justificarse a sí El monumento se ubicaría en el cen¬
misma si no se ponía a disposición de un 3
tro de Petersburgo y, según proyectó Ta-
fin superior, de algo que transcendiera el tlin, la torre alcanzaría una altura de 400
mero juego estético y diera una dimen¬ m y cruzaría el ancho río Neva. La Torre
sión verdaderamente social y pública a su Eiffel de París, monumento que ejerció
arte. El arte no podía, entonces menos una tremenda influencia, no sólo en este

172
Escultura moderna y espacio público

264. Vladimir Tatlin, maqueta


original del Proyecto para
Monumento a la Tercera
Internacional, 1920.
Tatlin aparece en la fotografía en
primer término con una pipa en la
mano. Este modelo, que se
expuso en Moscú a finales de
1920 en el VIII Congreso de los
Soviets, fue destruido, y
posteriormente, hasta nuestros
días, se han realizado varias
reconstrucciones a partir de las
fotografías que se conservaban.
Aunque las fotografías de las
maquetas recientes tienen mayor
definición, he preferido mostrar
esta imagen de la época.

proyecto sino en el propio fundamento y mente complejo, Tatlin pretendía dotar


estética del constructivismo, tenía 300 m de movimiento a estos gigantescos volú¬
de altura, dato que nos sirve para hacer¬ menes geométricos y, además, asignarles
nos una idea de lo ambicioso del proyecto una función. Así, el cubo serviría para
de Tatlin. Dos espirales, que ascendían ubicar a las Asambleas Legislativas, y gira¬
alrededor de un eje diagonal imaginario, ría lentamente sobre un eje central hasta
articularían la estructura metálica de la dar una vuelta completa al año. La pirá¬
torre, en cuyo interior se suspenderían mide, en cambio, daría una vuelta com¬
cuatro volúmenes geométricos recubier¬ pleta sobre su eje al mes, y serviría para
tos de cristal, de abajo arriba, un cubo, albergar a los Organismos Ejecutivos. Por
una pirámide, un cilindro y una semiesfe- encima de ella, el cilindro alojaría a los
ra. Pero, por si esto no fuera suficiente- Servicios de Información, y daría una

173
COMUNICACIÓN

vuelta sobre su eje al día. El volumen si- nente el alarde estético. Incluso, fue más
perior sería el único que no estaría dotado lejos aún en el intento de justificar el jue-
de movimiento, pero serviría como Ofici¬ , go formal, por primera y última vez, la
na de Telégrafos, y desde él se proyectarí¬ obra constructivista intentó encontrar
an eslóganes sobre el cielo de Moscú sustento en el simbolismo. El dinamismo
cuando estuviera nublado. Como es lógi¬ compositivo de la torre y el propio cine-
co pensar, Tatlin apuesta, no por materia¬ tismo de sus elementos simbolizaban para
les tradicionales, sino por otros decidida¬ Tatlin la actividad de la nueva sociedad
mente modernos: el hierro y el cristal. industrial revolucionaria. Por su parte, el
Bien podemos imaginar que, caso de movimiento físico real de esos tres gran¬
haber sido aprobado el proyecto, hubiera des volúmenes geométricos pretendía alu¬
sido una construcción de una tremenda dir al propio devenir cósmico: el cubo in¬
dificultad técnica. Tatlin, como es lógico, ferior giraría sobre su eje una vez al año,
ya que no era un ingeniero, sino un artis¬ como lo hace la Tierra alrededor del Sol;
ta, por más que en este proyecto parezca la pirámide, una vez al mes, como lo hace
más lo primero que lo segundo, no daba la Luna alrededor de la Tierra; y el cilin¬
ninguna indicación acerca del artilugio dro, al igual que la Tierra, rotando sobre
mecánico que podría hacer girar tan gi¬ su propio eje una vez al día. A todo ello
gantescos volúmenes, ni del sistema de abría que añadir el rico simbolismo de la
comunicación entre ellos por ascensores, espiral, elemento compositivo dominan¬
capaz de salvar la dificultad de la diferente te, siempre asociado a la mutación y al
velocidad de giro de cada elemento, sim¬ cambio.
plemente confiaba en que los modernos La supuesta vaciedad de contenido
progresos de la ingeniería hicieran posible de la forma escultórica abstracta era el
semejante construcción. Las pretensiones fantasma que planeaba por la mente de
de la Torre Eiffel eran mucho más modes¬ algunos constructivistas en esa época y,
tas. Allí no había más intención que la de sin duda, también debía preocupar a
mostrar un revolucionario procedimiento Tatlin. ¡Qué fácil hubiera sido homena¬
constructivo, con todo lo que ello impli¬ jear a la Revolución con un monumento
caba de exaltación de la civilización in¬ figurativo tradicional! Incluso siendo la
dustrial. Al no tener ningún fin utilitario revolución un concepto abstracto. Una
específico, aquella torre era mucho más mujer, bandera en alto, guiando al pue¬
viable como monumento, ello pese a que blo hubiera sido suficiente. Todo el mun¬
la de París fue diseñada por Eiffel, un re¬ do podría admirar la hermosura de las
futado ingeniero, experto ya en construc¬ formas, modeladas o talladas con maes¬
ciones utilitarias basadas en este mismo tría por el sabio escultor de corte tradicio¬
fundamento constructivo. A Tatlin le nal. Además, a nadie le resultaría difícil
pierde el deseo de justificar tan grandiosa percatarse de su significado. En cambio,
construcción, asignándole diferentes fun¬ ¡qué difícil encontrar un sentido, aunque
ciones utilitarias. Se estaba evidenciando fuera simbólico, en el abstracto juego de
el empeño de buena parte de los cons- formas geométricas! ¡Qué difícil hacer
tructivistas de encontrar un sentido últi¬ entender a la ciudadanía que se estaba
mo a la pirueta compositiva. El puro haciendo un canto a la revolución, al
juego de líneas, superficies, colores y progreso y a la modernidad, aspectos tre¬
volúmenes debía ponerse al servicio de un mendamente necesarios en la Rusia de
fin que trascendiera lo puramente estéti¬ esa época, pero, a la vez, se estaba inten¬
co. En este sentido, debemos entender el tando abrir un camino, igualmente revo¬
esfuerzo que realizó Tatlin por conferir al lucionario, para la expresión artística y
proyecto una utilidad que hiciera perti- para su integración con lo social!

174
Escultura moderna y espacio público

El simbolismo abstracto apenas pue¬ triunfo de la Revolución era Lunacharsky,


de ser comprendido por la masa obrera, Comisario de las Artes, quien admitía
educada además en otros patrones estéti¬ dichas manifestaciones artísticas, pero, en
cos. Ni siquiera el utilitarismo podía, en el fondo, se mostraba amante del arte y la
7
última instancia, justificar tan compleja cultura tradicional .
construcción pues, sin duda, las funcio¬ Más que un duro golpe personal,
nes que Tatlin encomendaba a su torre más que la frustración de unas expectati¬
podrían satisfacerse de un modo mucho vas definitivamente truncadas, el rechazo
más sencillo. Parece lógico, razonable y del Proyecto para Monumento a la Terce—
previsible que la oficialidad soviética, pese ra Internacional supuso el fin de un sue¬
a haber promovido este proyecto, lo ño, el fin de la utopía de hermanar arte y
rechazara finalmente. El primer impulso sociedad desde nuevas formas decidida¬
para este proyecto había venido de la más mente modernas. Pero, además, eviden¬
alta instancia de poder, y, quizás por ello, ció un problema aún sin resolver: la gran
Tatlin llegó tan lejos en su labor proyecti- dificultad, si no imposibilidad, que en¬
4
va . La idea de realizar este Monumento a cuentra la escultura abstracta para erigirse
la Tercera InternacionaT provenía del pro¬ en monumento sin caer en el puro forma¬
pio Lenin, para intentar remediar una lismo, es decir, su incapacidad para hacer¬
situación por él mismo creada al diseñar el se portadora de un cierto grado de signifi¬
Plan de Propaganda Monumental, con cación, o de vinculación ideológica con el
el que había propuesto la demolición de espacio que la acoge, que la haga sobrepa¬
los antiguos monumentos escultóricos sar el umbral de lo meramente estético y
de la época zarista para, en su lugar, erigir que la justifique como monumento.
otros que homenajearan a personas, Impugnadas todas las reglas que im¬
sobresalientes en distintos campos, vincu¬ ponía la tradición escultórica, rechazados
ladas a la revolución socialista*. Aunque sus conceptos, procedimientos, materiales
en ningún sitio se reconoce explícitamen¬ y técnicas, tras este fracaso, no será nada
te, el plan fue un fracaso porque se preci¬ fácil encontrar un modo de relación con
pitaron en la demolición de los viejos el espacio público y, quizás por ello, el es¬
monumentos, construidos con arte, cultor moderno ahonda en el repliegue
oficio y materiales nobles, y, en su lugar, hacia el reducido espacio interior que es el
apenas se levantaron unos cuantos en no lugar. En definitiva, el escultor moder¬
terracota o escayola, porque escaseaba el no termina por comprender que su abs¬
presupuesto y, lo que es más importante, tracción, desposeída de contenido, puede
con un concepto escultórico que no se defenderse con relativa facilidad en el ám¬
distanciaba del anterior más que en la bito privado de la galería de arte. La difi¬
mediocridad de lo que ahora se estaba cultad comunicativa del nuevo lenguaje
erigiendo. El encargo a Tatlin del Moru— escultórico, su incomprensión por parte
mento a la Tercera Internacional pretendía de la ciudadanía, y la consiguiente falta de
remediar esa patética situación. Tras el re¬ encargos de obra pública, reafirman al es¬
chazo del proyecto de Tatlin podría haber cultor en esa peligrosa actitud autonomis¬
todo tipo de razones, económicas en ta que denunciaba al inicio.
primer lugar, probablemente no se había El denominado realismo socialista
evaluado adecuadamente el enorme coste no tardó mucho en desplazar hacia sí el
de tan ambiciosa construcción, pero ima¬ favor de la oficialidad soviética. Era lógi¬
gino que debieron existir también razones co, este lenguaje artístico era más fácil¬
políticas. El principal responsable de ese , mente comprensible por la ciudadanía y,
ambiente de tolerancia hacia la vanguar¬ además, era más susceptible de convertir¬
dia artística en los años posteriores al se en propaganda política, al mostrarse

1/5
266. Amo Breker, Los camaradas,
1940.

más receptivo a la transmisión de mensa¬ la propaganda ideológica, y ello siempre a


jes ideológicos. Los jóvenes artistas de través de un retorno a concepciones artís¬
vanguardia tenían pocas opciones: aceptar ticas tradicionales. Se pretendió recuperar
el nuevo estilo artístico oficial, dedicarse a el sentido de monumento escultórico
tareas secundarias de diseño" o exiliarse, anterior a la convulsión impuesta por la
cosa que hicieron los hermanos escultores modernidad. El concepto escultórico que
Naum Gabo y Antoine Pevsner'. potenció el Tercer Reich puede servir
El caso de la Unión Soviética con el como ejemplo de cuanto digo. Amo
realismo socialista no es excepcional; en Breker, el escultor favorito de Hitler, ma¬
otros países que han sufrido regímenes terializó en el terreno escultórico el ideal
totalitarios podemos encontrar similares estético del nazismo. La política era con¬
pretensiones de poner el arte al servicio de cebida como una gran obra de arte, una

176
Escultura moderna y espacio público

obra de arte total, capaz de modelar las


conciencias y transformar la realidad. El
espacio urbano era para Hider el grandio¬
so escenario del melodrama del nazismo,
había pues que acentuar su grandiosidad,
10
su espectacularidad teatral . La escultura
era parte del sublime decorado que el
dictador deseaba para su obra; por ello, la
figura del artista, del escultor en nuestro
caso, no adquiere importancia singular
más que como colaborador de un gran
proyecto que, sin duda, le sobrepasa. Arno
Breker, al margen de otras responsabilida-
11
des , no fue más que el brazo ejecutor del
ideal estético del nazismo, su obra expresa
elocuentemente las virtudes que el régi¬
men exaltaba: determinación, fuerza,
arrogancia, virilidad...
En 1945, cuando las tropas aliadas
entraron en Berlín, se procedió a la
destrucción de todos los símbolos del na¬
zismo. Los monumentos escultóricos de
Breker fueron demolidos, pero también
las obras que guardaba en los dos grandes
talleres que poseía en la ciudad fueron sa¬
12
cadas a la calle y destrozadas . Lo curioso
del caso es que, finalizada la guerra, Bre-
ker fue invitado por Franco para trabajar
a su servicio en España, pero los america¬
nos, que podían vetar la salida de ciuda¬
danos alemanes de su propio país, se lo
impidieron. Sorprende que, a continua¬ 267. Amo Breker, Hombre en pie,
ción, recibiera la oferta de Stalin de ir a profunda y preocupante desubicación de 1943.
trabajar a la Unión Soviética, y pese a la obra hasta entonces, por lo general, es¬
que esta invitación sí podía legalmente trechamente ligada al lugar que la acogía.
aceptarla, la rechazó. Lo que se deduce Aquel fracaso de Tatlin sólo agudizó un
de este interés de los grandes dictadores problema que se había abierto en el terre¬
del momento por un escultor como Bre- no escultórico probablemente a finales
ker es que, efectivamente, esta concep¬ del siglo XDí con la obra de Rodin, él hizo
ción escultórica, que los modernos consi¬ ya de la escultura un objeto nómada y re-
deraron caduca, se presta como ninguna alojable. Con posterioridad, el problema
otra a hacerse portadora del mensaje pro¬ sólo se agravó y se extendió, salvo excep¬
pagandístico ideológico por su amplia ciones, hasta los años sesenta, época en la
aceptación popular (figs. 265, 266 y267). que, coincidiendo con un profundo sen¬
Más allá de este tipo de intentos, de timiento de crisis de la modernidad, dife¬
recuperar la tradición estatuaria para la rentes artistas retoman el espacio público
intervención en el espacio público en for¬ para la acción escultórica, o artística, si se
ma de monumento, el periodo moderno cree que este término resulta ya, a estas al¬
para la escultura se caracterizó por una turas, un tanto anacrónico. No obstante,

177
COMUNICACIÓN

268. Estudio parisino de Brancusi


fotografiado por el propio artista. para ser justos, debemos reconocer que al
menos dos escultores modernos no re¬
nunciaron por completo a intentar rela¬
cionar su obra con el espacio exterior; me
refiero a Brancusi y a Noguchi. 270. Brancusi en su estudio autorretratándose

La actitud de Constantin Brancusi con un disparador automático en su mano

no difería mucho, en lo relativo al auto¬ izquierda.

nomismo, de la de otros escultores mo¬


dernos. Pero, en rigor, no podemos afir¬ que estas pequeñas obras sí tenían un
mar que sus obras, también portátiles, lugar, estaban arraigadas al estudio del
estuvieran totalmente desubicadas. Las artista, que llegó a convertirse en una
numerosas fotografías que el propio artis¬ especie de guarida donde el creador, ver¬
ta tomaba de ellas en su taller nos revelan dadero ermitaño, se relacionaba con su

178
Escultura moderna y espacio público

obra. Este espacio, absolutamente priva-


do, santuario de la creación íntima, con-
fería un sentido a las obras que en él iban
naciendo. Allí había una rica relación en¬
tre las diferentes esculturas, que incluso
intercambiaban sus peanas, convertidas
ellas también en propias esculturas, pero
también había una fructífera interacción
con el cerrado espacio del taller y todo lo
que lo poblaba. Tal vez por ello el museo
parisino Georges Pompidou intentó re-
crear ese mágico espacio basándose en las
numerosas fotografías, aunque el resulta¬
do final se percibía como algo esencial¬
mente falso. El polvo, las virutas de ma¬
dera, las pequeñas esquirlas de piedra, el
serrín, ese cierto desorden, las manchas
de humedad o el óxido, sin duda se pue-
den fingir, pero exhibidos en un museo
se muestran incapaces de transmitir la
seducción original que debió ejercer
sobre Brancusi y que, paradójicamente,
las fotografías por él mismo tomadas sí
son capaces de revelar (figs. 26 8, 269,
270 y 27 1).
Además de estas consideraciones, a
pesar del carácter esencialmente portátil
de la mayor parte de la producción escul¬
tórica de Brancusi, pese a ese sentido in¬
terior y hasta intimista, Brancusi ha sido
señalado como uno de los pocos esculto¬
res modernos que se atrevió a afrontar el
reto de lo público desde la propia moder¬
nidad escultórica. El conjunto monu¬ 271. Estudio parisino de Brancusi
mental que Brancusi crea en su ciudad y, por tanto, estrechamente relacionado fotografiado por el propio artista.
natal Tárgu Jiu, en Rumania, en 1 93 8, con el entorno. La intervención constaba
intentó recuperar el espacio público para de tres elementos escultóricos separados
la modernidad escultórica. Otros esculto- entre sí cerca de un kilómetro: La mesa
res modernos contemporáneos de Bran- del silencio, La puerta del beso y La co¬
cusi, como Picasso, Calder o Henry lumna sin fn (figs. 272, 273 y 274).
Moore, incorporarán obras al espacio El segundo escultor moderno que
urbano, pero como simples engrandeci¬ mencionaba como ejemplo del interés
mientos de pequeños objetos escultóricos por salir de ese autonomismo, que lleva
no diseñados para un lugar específico. La a la escultura a renunciar al lugar, es
obra de Brancusi, en cambio, y he ahí la Isamu Noguchi. Al principio, con la ela¬
novedad, no es un mero objeto artístico boración de varias maquetas, proponía la
ubicado con más o menos acierto en un creación de parques infantiles que no lle¬
lugar ajeno a él, es un conjunto escultóri¬ garon a hacerse realidad, pero, tras algún
co diseñado específicamente para el lugar otro proyecto fallido, logró finalmente,

179
COMUNICACIÓN

272. Constantin Brancusi, La


mesa del silencio, La puerta del en 1956, intervenir escultóricamente en cusi, asume el reto de la creación para el
beso y La columna sin fin, del un espacio que denominó El jardín japo- espacio público, no limitándose a plantar
conjunto monumental de Tárgu nés, en la sede de la UNESCO, en París. una obra en un lugar determinado, sino
Jiu, Rumania, 1938. Noguchi, que durante algún tiempo tra¬ haciendo que su obra sea precisamente la
bajó como aprendiz en el taller de Bran- reordenación estética del lugar, llegando

180
Escultura moderna y espacio público

273. Constantin Brancusi, La mesa del silencio.

a alcanzar la plena fusión e indiferencia-


ción entre obra y entorno. Es éste un as¬
pecto de suma relevancia en su obra, por
todo lo que venimos analizando y, ade¬
más, porque ello le hace precursor de una
tendencia, el land art, que asume como
principio de su acción la intervención di¬ 274. Constantin Brancusi, La
recta en el paisaje (figs. 275, 276 y 211). experimentación escultórica en los lejanos columna sin fin.
Precisamente, los primeros trabajos parajes naturales. Mas, precisamente la
de la mencionada corriente, el land art, lejanía de los lugares donde el artista del
aparecen a finales de los sesenta, en una land art intervenía, hacía de éste un arte
época en la que la crisis de la modernidad sin público directo. Se estaba recuperan¬
se manifestaba en muy diferentes ámbitos do la relación con el lugar y se retomaban
culturales y políticos. Coincide ese senti¬ dimensiones grandiosas, pero el artista del
miento de agotamiento del proyecto des- land art, salvo excepciones, no estaba
arrollista de la modernidad con la necesi¬ renovando la relación del arte, de la escul¬
dad de superar, en el terreno artístico, una tura, con el público; por el contrario, este
de las más negativas consecuencias que nuevo arte, con independencia de dónde
los nuevos tiempos habían traído a la cre¬ se desarrollara, seguía difundiéndose a
ación: el ensimismamiento. Jóvenes escul¬ través de las siempre elitistas galerías de
tores sienten que ha llegado el momento arte. Únicamente se estaba produciendo
de expandir la creación hacia terrenos ale¬ una suplantación del objeto escultórico
jados de la galería de arte o el museo. Pero por las fotografías de la intervención en el
los artistas asociados a esta corriente paisaje.
deseaban liberarse incluso del asfixiante Evidentemente, las generalizaciones
espacio artificial de las urbes modernas y, son siempre peligrosas. En este caso,
por ello, buscaron un nuevo campo de cuando señalo la despreocupación del
COMUNICACIÓN

utilización del territorio como soporte de


su obra pueden ser rasgos comunes con
1
las obras del land art, un aspecto esencial
le diferencia; este artista no huye del pú¬
blico sino que lo busca, no escapa de los
entornos habitados por el hombre, y se
muestra capaz de elaborar un arte verda¬
deramente público.
Son muchos los proyectos de Chris¬
to que, desde la década de los sesenta has¬
ta nuestros días, han venido haciéndose
realidad. La mayoría de ellos han necesi¬
tado años de negociaciones con las autori¬
dades políticas, que han de dar el visto
bueno a la intervención. Estamos ante
una gran empresa escultórica, o artística si
se prefiere, que implica a multitud de per¬
sonas, desde la fase de proyección, hasta
la ejecución. Este aspecto debería hacer¬
nos revisar esa imagen romántica que, a
menudo, nos formamos del escultor
275. Isamu Noguchi, Montaña
como trabajador incansable, capaz de
de juegos, maqueta de escayola de
llevar a cabo sus ideas con un esfuerzo
un proyecto no realizado, 1933.
titánico. Olvidamos Con frecuencia que
tras un gran escultor ha habido siempre
un gran equipo de ayudantes, sin cuya
concurrencia hubiera sido imposible la
realización de tantos y tan ambiciosos
proyectos escultóricos que la historia nos
ha legado. Quizá la modernidad, con su
sublimación del genio creador individual,
su renuncia al espacio público y la drásti¬
ca reducción de los tamaños de la escultu¬
ra, nos ha hecho olvidar que éste ha sido
un arte que difícilmente podía refugiarse
en la individualidad. Ahora que el artista
intenta retomar el espacio público para su
acción, comprueba que su acción ha de
extenderse más allá de la labor directa
sobre el material; el escultor ha tenido
que aprender a proyectar, a delegar distin¬
tas labores en otras personas, a solventar
dificultades económicas y burocráticas
276. Isamu Noguchi, Parque de
que van surgiendo; en definitiva, a no ais¬
juegos contorneado, maqueta artista del land art por renovar la relación
larse y, por el contrario, relacionarse con
de escayola de un proyecto no con el público, tengo que resaltar la ex¬
la sociedad en la que pretende operar.
realizado que Noguchi proponía cepción que supone un escultor asociado
para el Central Park de Nueva tanto a esta corriente como al pop art: Como son muy numerosas las inter¬
York, 1941. 13
Christo Javacheff . Pese a que el gigantis¬ venciones, siempre efímeras, de Christo
mo de sus intervenciones y la frecuente en el espacio público, mostraré tan sólo, a

182
Escultura moderna y espacio público

modo de ejemplo, un proyecto que llevó


a cabo en 1 983 en la bahía de Miami:
Surrounded Islands (Islas Rodeadas). El
proyecto consistía en enmarcar las once
islas deshabitadas de la bahía de Miami,
cubriendo su área no arbolada, y exten¬
diéndose por la superficie del agua unos
60 m alrededor de cada isla, adaptándose
a su contorno. Daré algunos datos, muy
someramente, que pueden ayudarnos a
comprender el carácter y la envergadura
de este nuevo tipo de arte. Christo necesi¬
2
tó 650.000 m de un tejido especial de
color rosa, que ofrecía un magnífico con¬
traste con la vegetación de las islas y el
azul verdoso del mar. El aspecto definiti¬
vo podía asemejarse a unos gigantescos
pétalos, que cuales nenúfares flotaban en
el agua. Pero lo extraordinario era que el
público podía apreciarlos desde el aire,
desde los edificios próximos, desde las ca¬
rreteras que cruzaban la bahía, desde el
mar o desde la tierra. Dos abogados,
un biólogo marino, dos ornitólogos, un
especialista en mamíferos, un ingeniero
marino, cuatro ingenieros asesores y un
constructor trabajaron para Christo en la
preparación del proyecto, desde varios
años antes de que éste se hiciera realidad.
Como es fácil imaginar, el proyecto tuvo
que superar complejísimos trámites buro¬
cráticos hasta conseguir todas las licencias
necesarias. Para coser la tela, se alquilaron
los locales de una gran factoría y fueron
necesarios seis meses de trabajo. Cada
costura necesitaba una faja de flotación y
el borde externo de la tela llevaba un lar¬
guero flotante que se anclaría en los nu¬ 277. En 1956, a Noguchi le
merosos postes que fueron clavados en el las. Éste, como el resto de los proyectos pidieron que proyectara una
fondo de la bahía. Un equipo de 430 tra¬ de Christo que se han hecho realidad, lo intervención para el Patio de los
bajadores, más 120 monitores ubicados financió íntegramente el artista, quien Delegados de la sede de la
en lanchas, concluyeron en tres días el obtiene los ingresos necesarios para su UNESCO en París. Él fue m á s
montaje de una obra que había empezado arte de la venta de dibujos, maquetas y ambicioso y convenció al comité
a prepararse hacía tres años. Surrounded fotomontajes, cuando la obra aún es un para que su intervención artística
Islands le costó a Christo unos cinco mi¬ proyecto; y fotografías, vídeos y libros, se extendiera a un jardín, próximo
llones de dólares, y el artista no sólo no cuando ya se ha hecho realidad. a dicho patio. El jardín j a p o n é s ,
recibió ninguna ayuda de fondos públi¬ Este tipo de obras nacen con el finalizado en 1958, hacía realidad
cos, sino que, además, tuvo que pagar al deseo de convertirse en el centro de aten¬ numerosos proyectos anteriores
Estado de Florida por el alquiler de las is- ción durante unos días para, después, no llevados a cabo.

183
COMUNICACIÓN

de, por ya haberse llevado a cabo alguna


de sus obras, y haber contado con una fa-
'vorable acogida, no le resultaría difícil se¬
guir gozando de la aceptación de autori¬
dades y población; la fácil aprobación
restaría interés mediático, entraría en
contradicción con los propios intereses
del artista, que busca una repercusión,
aun en forma de controversia, lo más
amplia posible (fig. 278 ).
Otro artista asociado al pop art,
Claes Oldenburg, intenta, a finales de los
sesenta, relacionar su obra con el espacio
público. Su singularidad estriba en que lo
hace a través de la crítica al monumento
escultórico tradicional y, quizá, desde la
parodia de la propia sociedad a la que
ofrece el monumento . Marcel Duchamp
presentaba una rueda de bicicleta, un bo¬
tellero o cualquier objeto anónimo y vul¬
gar como obra de arte, en un gesto iróni¬
278. Christo Javacheff, co destinado a desacreditar la pretendida
Surrounded Islands (Islas retirarse sin dejar huella de su paso, sin sacralidad de la obra de arte. Algo pareci¬
Rodeadas), Miami, del 7al21 de permitir que el ciudadano llegue a can- do se propone Oldenburg, pero ahora lo
mayo, 1983. sarse de su contemplación. El dispositivo que hay que demoler es el concepto tradi¬
que activa toda esta expectación es muy cional de monumento, no sólo en sus as¬
simple, consiste en no encerrar el arte pectos formales, sino también, y princi¬
en una galería, ni llevarlo a un paraje palmente, en su carga ideológica. Para
remoto. Para que despierte interés, el ciu¬ ello nada mejor que el objeto vulgar de
dadano, incluso aquel que es ajeno e in¬ consumo. Los monumentos de Olden¬
diferente al mundillo del arte, ha de verse burg son en realidad antimonumentos
afectado por la obra, no debe dejársele la que están afirmando que no hay ya lugar
opción de ir a visitarla o no, sino que ha para dioses, mesías, héroes o superhom¬
de plantársele ante él como una imposi¬ bres, que no hay nada que conmemorar.
ción, invadiendo su espacio vital o visual, Tal vez por eso, Oldenburg hace monu¬
de modo que le sea imposible eludirla. mentos de lo trivial, lo vulgar y cotidiano
De esta manera, la obra genera, por sí (fig. 279).
misma, una dialéctica entre fuerzas con¬ Aunque hacía años que venía traba¬
servadoras y progresistas que hace que no jando en diversos dibujos y fotomontajes
pueda pasar desapercibida, aun antes de en los que proponía intervenciones en el
su instalación. La controversia involunta¬ espacio urbano, es en 1969 cuando Ol¬
riamente dispara la difusión, así el pro¬ denburg realiza su primera obra pública,
yecto puede verse beneficiado incluso de Lipstick (Ascending) on Caterpillar Tracks
lo que en principio se muestra contrario (Barra de labios ascendente sobre un tan¬
a él. De este modo, Christo logra una que oruga). El método habitual de traba¬
repercusión mediática para sus interven¬ jo de este artista consiste en escoger un
14
ciones jamás antes soñada por un artista . objeto y descontextualizarlo, realizando
Quizá por ello, Christo prefiere no volver múltiples versiones en las que se altera la
a proponer instalaciones en lugares don- escala, el material y la función. Instalada

184
Escultura moderna y espacio público

280. Claes Oldenburg, Clothespin


(Pinza de la ropa), Philadelphia.
1976.

279. Claes Oldenburg, Lipstick (Ascending) on


Caterpillar Tracks (Barra de labios ascendente sonrisa complaciente, sorprendido por el
sobre un tanque oruga), Vate, 1969. tamaño y por lo insólito del tema. Quizá
estos monumentos han perdido buena
en la Universidad de Yale, la obra debía parte del potencial crítico de Lipstick... ,
servir como tribuna móvil para oradores, pero han ganado, en cambio, en amabili¬
de modo que la inmensa barra roja de dad y belleza. No debe ser difícil para el
labios, destapada su parte superior, ade¬ ciudadano que habita los mismos espa¬
más de albergar al orador, podía ascender cios que los monumentos de Oldenburg
y descender gracias a un mecanismo sentirse a gusto con ellos, optimista, con
hidráulico. Con ello, el artista deseaba esos colores intensos y brillantes, feliz de
parodiar la solemnidad del monumento reconocer lo representado y de sentirlo
tradicional, elevaba a la categoría de como suyo. Son monumentos hermosos
monumento a un objeto vulgar, diminu¬ y fáciles, nada de complejidades interpre¬
to, antiheroico, aunque se yerga sobre un tativas, significados ocultos, dobles lectu¬
artefacto militar, con la peculiaridad de ras o representación de rancios personajes
que, al estar situado sobre unas ruedas cuyas gestas traen sin cuidado al común
de tanque, puede cambiar su ubicación de los ciudadanos. Con esta apología de
por sí mismo. Es decir, se trata, para ma¬ lo insignificante, Oldenburg convierte lo
yor burla, de un monumento autotrans¬ banal, lo cotidiano, el artículo de consu¬
portable (fig. 280). mo en verdadero protagonista de la ciu¬
Desde entonces, hasta nuestros días, dad. Cabe finalmente una duda: al hacer
Oldenburg ha atendido encargos de obra el artista esta sublimación de lo trivial,
pública para numerosas ciudades, cen¬ ¿esconde un sentido crítico hacia la vacie¬
trándose siempre en la recreación de obje¬ dad de nuestro modelo de sociedad de
tos cotidianos aumentados a escala gigan¬ consumo o, por el contrario, se muestra 281. Claes Oldenburg,
tesca. En todas las ciudades donde se han plenamente integrado y representado por Spoonbridge and Cherrry
instalado este tipo de obras, el ciudadano,' ese modelo, y por ello lo ensalza y le erige (Cuchara-puente y cereza)
por lo general, las ha recibido con una monumentos? (fig. 2 8 1). Minneapolis, 1988.

85
COMUNICACIÓN

La no comunicación

A mi juicio, aquel fracaso de Tatlin (al , con lo utilitario, e intenta incluso que su
que me referí anteriormente) tiene dos obra se desligue de lo ideológico, se dife¬
vertientes: una obvia, el rechazo de su rencia netamente del resto de escultores
Proyecto, con todo lo que ello implicó, ya abstractos geométricos en dos aspectos: la
lo hemos visto, pero también otra, mas estrecha relación de sus esculturas con el
controvertida probablemente, que se 15
lugar y su sentido antidecorativo, que en
pone de manifiesto en el éxito de Cabo y ocasiones degenera en antisocial. Sus
Pevsner en su exilio en Berlín. Las preten¬ esculturas en el espacio público se definen
siones autonomistas de estos dos herma¬ por tres negaciones rotundas, sus obras
nos gozaron del apoyo de numerosos co¬ no son decorativas, tampoco utilitarias y
leccionistas privados, y a través de ellos se nunca metafóricas; por eso, en varias
evidenció que las formas constructivistas, ocasiones, Serra ha expresado su repulsa
desposeídas ya de su contenido, liberadas tanto hacia el concepto de monumento
de esa comprometida carga ideológica 16
tradicional como hacia la mayor parte de
que las inspiró, olvidada la utopía revolu¬ las obras monumentales modernas. Le
cionaria, seguían funcionando. Reducidas desagrada la complicidad de ciertos artis¬
a meros juegos de formas geométricas tri¬ tas modernos con arquitectos, políticos y
dimensionales, las esculturas constructi- urbanistas que desean que la escultura, en
vistas encontraban, a la postre, un espacio el espacio urbano, sea un mero adorno.
comercial tremendamente lucrativo, y Empezaré mencionando una inter¬
también un sentido final en su ubicación vención escultórica de Serra que bien po¬
en el espacio público, un sentido, eso sí, dría haber ilustrado el capítulo anterior
puramente ornamental, algo que no care¬ puesto que, en su momento, desató una
ce de importancia, pero que, sin duda, polémica tan grande que obligó a cuestio¬
hubiera decepcionado a los utópicos nar el sentido de la escultura actual en el
constructivistas. Políticos y urbanistas han espacio público. Me refiero a TiltedArc
recurrido en las últimas décadas a este (Arco inclinado), instalada en 1981 en la
tipo de intervenciones escultóricas pura¬ plaza del Edificio Federal de Nueva York.
mente estéticas, con la noble intención de Es un magnífico ejemplo de cómo la
intentar hacer un poco más amable un escultura, aunque abstracta y plenamente
espacio urbano, en muchos casos inhóspi¬ formalista, al intentar relacionarse con el
to por su desmesurado crecimiento. Hay espacio que la acoge se puede convertir en
multitud de ejemplos de esta función algo esencialmente subversivo, antideco¬
complaciente de la escultura, tantos que rativo e incluso molesto para la ciudada¬
no creo necesario ilustrarla. Por el contra¬ nía que utiliza el entorno donde se
rio, deseo hablar aquí de las actitudes enclava la obra. La propia pretensión del
radicalmente opuestas, las que no aceptan artista de redefinir el lugar mediante la
esa connivencia con el poder, las decidi¬ presencia de una escultura es en sí arro¬
damente anticomplacientes o las que gante y provocadora. Lo paradójico es
nacen con la premeditada intención de que Serra se desentiende de cualquier vin¬
molestar, inquietar, irritar o agredir. culación ideológica, su obra es puramente
El escultor americano Richard Serra autorreferencial y, por tanto, las conse¬
es uno de esos artistas que ha seguido cuencias sociales o políticas de sus inter¬
desarrollando el juego formal tridimen¬ venciones le son ajenas y, desde luego, no
sional de la geometría abstracta. Aunque le preocupan. Él defiende la pureza del
su opción escultórica se define por su arte lejos de cualquier compromiso utili¬
radical oposición a cualquier vinculación tario o ideológico, aunque es consciente

186
La no comunicación

282 y 283. Richard Serra, Tilted

Aunque por el escándalo judicial y A r e ( A r c o i n c l i n a d o ) , Nueva York,

la consiguiente repercusión mediática, 1981.


Tilted Are es probablemente la obra más
de que ni la obra ni el espacio que la ro- controvertida de Richard Serra, hay otras,
dea son, en todo caso, elementos neutros como Street Levéis, que anticipan el mis-
(figs. 282 y 283). mo, si no más, carácter antidecorativo, e
Muchos consideraron que Serra incluso antisocial. Abordada desde similar
había secuestrado el lugar para su obra, al radicalidad operativa, también ésta pare-
anteponer sus consideraciones artísticas a cía secuestrar el lugar y redefinirlo en
cualesquiera otras de carácter ornamental, clave únicamente estética. Efectivamente,
incluso puramente pragmáticas como parece que ninguna otra consideración de
pudiera ser el tránsito de las personas. Por carácter funcional o decorativa ha sido
ello, los críticos más opuestos a dicha tenida en cuenta, luego sería lógica la
obra tildaron al artista de egocéntrico an- reacción adversa de la ciudadanía que no
tisocial. Tras muchas peripecias judiciales, desea ser agredida de semejante manera, y
después de que la opinión pública hubie- también comprensible que dicha destruc-
ra responsabilizado a esta escultura del ción no proviniera de un grupo de vánda-
aumento de la delincuencia en la zona, los sino de las propias autoridades. Claro
además de entorpecer el tránsito de perso- que, en este caso, la provocación estaba
nas y hasta de suponer un riesgo, al poder bien confinada bajo el auspicio de la
ser utilizada como pantalla de explosión Documenta de Kassel, en su VIII edición,
en un hipotético atentado terrorista, la convertida ya en verdadera plataforma de
obra tuvo que ser demolida en 1989 con experimentación y debate del papel del
la aquiescencia de autoridades guberna- arte actual, pero también, como conse-
17
mentales y tribunales de justicia . cuencia de esto, de la escultura en el espa-

187
COMUNICACIÓN

284. Richard Serra, Street Levéis,


Vili Documenta de Kassel, ció público. Por tanto, no hacían falta de belleza, por más que pueda tener su
Alemania, 1987. quejas vecinales para la retirada de la importancia, ya no es el objetivo único ni
obra, ésta nacía ya con fecha de caduci¬ primero del arte, existe una meta más ele¬
dad, se mantendría mientras durara la vada que no implica necesariamente la re¬
Documenta de ese año (fig. 284). nuncia a la anterior, el arte puede ofrecer¬
Obras como Tilted Are o Street Levéis se como forma de pensamiento.
de Serra, pese a que pueden considerarse En 1994, tres escultores afincados en
actitudes extremas, que llevan implícitas Barcelona fueron invitados a participar
una fuerte carga de menosprecio hacia el en la Bienal de jóvenes creadores de Euro¬
propio sistema que las acoge, suscitan, pa y el Mediterráneo, que se celebraba en
por encima de la controversia puntual, un Lisboa. Rosario Píate, Christoph Hafner
replanteamiento de la función de la escul¬ y Miquel Valldasquin, que anteriormente
tura en el espacio público y, más aún, del habían trabajado juntos en algún otro
papel que debe jugar el arte en nuestras proyecto, idearon una obra en equipo,
modernas sociedades. Después de las nu¬ obtuvieron un molde de ellos mismos,
merosas vicisitudes a que ha sido condu¬ vestidos con la ropa que utilizaban habi-
cido el arte en los últimos tiempos, algo al tualmente para trabajar, y lo positivaron
menos hemos aprendido: la producción con parafina (material con el que actual-

188
La no comunicación

mente se fabrican las velas). De este car, iluminar a los demás. Asume el crea-
modo, obtuvieron su propia figura, como dor en esta alegoría una misión sacerdo-
si de una gigantesca vela se tratara, con tal, casi profética, y hace que su verdadera
una mecha en el interior que iba desde los tarea sea no ya mostrar la belleza, sino ilu- 285 y 286. Rosario Píate,

pies hasta la cabeza. El día de la inaugura¬ minar el camino a seguir, alumbrar la ver- Christoph Hafnery Miquel

ción, cada uno de los tres artistas encen¬ Valldasquin, Sin título, 1994.

dió la mecha de la figura que le represen¬


taba, de modo que estuvo encendida todo
el tiempo que permaneció abierta la ex¬
posición. En la parte inferior de cada vela,
una gran palangana de zinc, que llevaba
grabado el nombre del artista, su estatura
y su peso, recogía la parafina derretida
que lentamente iba cayendo. El calibre de
la mecha estaba calculado de tal manera
que las figuras durasen el tiempo de per¬
manencia de la exposición. El artista,
representado en la figura de parafina, se
consumía lentamente al iluminar a su
propio público, creándose una magnífica
metáfora de la caducidad de la vida, pero
también del propio desgaste que supone
la comunicación cuando se pretende edu-
COMUNICACIÓN

dad, aunque en el empeño consuma su época, en el seno de las modernas socie¬


18
propia existencia (figs. 285 y286). dades industriales .
Esa fue la meta de los constructivis- Esa utopía, en gran medida realiza¬
tas rusos (ya lo hemos visto); pese a su da, de una sociedad en la que el arte ya no
modesta actitud, consideraron que con existiese como fenómeno aislado y parce¬
su arte estaban iluminando el camino de lado, sino que se extendiese por todos
una incipiente sociedad, pero también los ámbitos de la existencia, parece que
ellos se consumieron en poco tiempo. encerraba en sí la propia idea de muerte
Habían traído al terreno artístico las más del arte. Además, como señala Vattimo,
importantes transformaciones, haciéndo¬ actualmente esa estetización se ve poten¬
las coincidir, e incluso anticipándose, a ciada por el dominio de los medios de
19
esas otras mutaciones sociales que les comunicación de masas . Precisamente,
tocó vivir y, sin embargo, se vieron en llegados a este punto, es cuando la vieja
breve consumidos, atrapados en el calle¬ utopía revela su aspecto más negativo,
jón sin salida al que les conducía su pro¬ algo que aquellos soñadores no pudieron
pia honestidad, relegados a tareas secun¬ siquiera imaginar: la estetización de la
darias, cuando no exiliados. El sueño de existencia, lejos de propiciar la emancipa¬
construir un arte total, decididamente ción del hombre, o al menos su educación
moderno, donde todas las ramas se fusio¬ en el ámbito estético, ha implicado una
nasen, coherente con los anhelos de cam¬ ineluctable, y quizás imparable, depaupe-
20
bio, comprometido con la revolución, rización . El sueño se hizo realidad, auto¬
era tan idealista que su vela apenas ilumi¬ móviles, mobiliario, electrodomésticos, y
nó durante unos años, tras los cuales se cuantos elementos conforman nuestro
extinguió, dejando paso a otra tendencia, vacuo universo moderno, parecen im¬
el realismo socialista, que se ponía mez¬ pregnados de un marcado sentido estéti¬
quinamente al servicio de la propaganda co, ya no es suficiente con que atiendan a
política. Tras el mencionado fracaso de su función, ya nada es estéticamente des¬
Tatlin, buena parte de los constructivistas interesado, hasta el propio cuerpo parece
intentaron dar un nuevo rumbo a su ac¬ más que nunca valorado por su estética, y
tividad creativa huyendo de la expresión se aferra a los cánones de belleza que le
artística pura y autónoma, para lo cual impone la moda, resistiéndose patética¬
empezaron por decretar la muerte del mente al paso del tiempo. Por no hablar
arte mediante un manifiesto. Alegaban de la música, musiquilla debería decir,
para ello que el arte, a lo largo de la his¬ que suena en todas partes y a todas horas,
toria, se había ido cubriendo de un indi¬ la omnipresente televisión, las vallas pu¬
vidualismo exasperado y, por consiguien¬ blicitarias y el sinfín de elementos visuales
te, había fomentado progresivamente y auditivos con pretensiones estéticas que
una concepción subjetiva de la belleza. A pugnan por llamar nuestra atención.
su juicio, el arte había nacido en el seno Abocados a vivir bombardeados por la
de las culturas primitivas, cuando la téc¬ estética, ante tan abrumadora superabun¬
nica estaba todavía en estado embriona¬ dancia, sólo podemos reclamar espacios
rio, pero ahora, en la sociedad moderna, de vacío y silencio, algo difícil de encon¬
ante el impresionante desarrollo mecáni¬ trar en los tiempos que corren, pero, ade¬
co, dejaba de tener sentido, pese a lo cual más, ahora empezamos a dudar de si la
estaba siendo alimentado artificialmente democratización de la cultura ha supuesto
por la hipocresía de la cultura burguesa. realmente la emancipación del hombre
Por ello opinaban que su trabajo consis¬ moderno. Por ejemplo, en ningún otro
tía, precisamente, en encontrar nuevas periodo de la historia de la humanidad el
vías de trabajo artístico, acordes con la individuo había escuchado tanta música

190
La no comunicación

al cabo del día como ahora y, sin embar¬ ma, quiero decir la sociedad, pero tam¬
go, y esto es lo alarmante, probablemente bién el sistema de producción y comer¬
nunca había sido tan analfabeto musical¬ cialización del arte, asimilaron pronto en
mente hablando. su seno a estos pretendidos terroristas,
Estas sospechas ayudan a compren¬ domesticaron con facilidad a la fiera.
der que algunos artistas decidan apartarse Finalmente, esas supuestas agresiones
radicalmente de aquella idealista e inge¬ formaron parte de las colecciones de los
nua labor redentora, prefiriendo instalar¬ museos y, con esa sencilla maniobra,
se en la provocación, la agresión o el perdieron toda su fuerza. ¿Qué potencial
escándalo, volcando ahora su menospre¬ crítico le queda a Le Fontaine (Fuente) de
cio por la misma masa social a la que Marcel Duchamp? Expuesto tras las
antes se pretendía educar. Hay multitud vitrinas de algunos de los más prestigio¬
de ejemplos de esta actitud, anteriores y sos museos de arte moderno, ya que el
posteriores a las dos mencionadas obras original se perdió y, posteriormente, se
de Richard Serra. En definitiva, es posi¬ comercializaron varias reproducciones
ble que los utópicos deseos de demoler la (cosa fácil, pues era un objeto de fabrica¬
sociedad tradicional para así construir ción industrial), el urinario soporta el
una nueva no estén muy lejos de los incesante y estúpido peregrinar de cien¬
anhelos de zarandear los cimientos de la tos de personas que acudimos a rendirle
actual, visto el resultado de la revolución. culto, como si de un objeto sagrado se
Dada ejerció la función de repulsa dando tratara. ¿Qué acto terrorista soporta este
rienda suelta a esos sentimientos de insa¬ tipo de defensa? Lo previsible, y tal vez lo
tisfacción y frustración. La utopía ya se deseable, hubiera sido la legítima defen¬
había estrellado contra la contundente sa, la censura, la aniquilación de ese tipo
realidad, si el artista quería iluminar a los de disidencias, pero ¿cómo luchar contra
demás, deseaba educar, construir un la sacralización museística del acto terro¬
hombre nuevo, una nueva sociedad, rista? Marcel Duchamp, el primer asom¬
resultaba que la moderna sociedad emer¬ brado por esta necia pero aniquilante
gente no deseaba ser educada en la direc¬ reacción del sistema, decía: «Les tiré a la
ción que habían soñado un puñado de cara el orinal como desafío, y ahora vie¬
arriscas. La educación ya había sido u— nen a adorarlo como un objeto artístico,
21
plantada por la burda propaganda políti¬ por su belleza estética» (fig. 28 7).
ca en el país de la utopía, y en el resto, la Si el acto terrorista no inmuta al sis¬
cultura de masas o el mercado dictaban tema, que al final, como en una especie
sus propias leyes. La rabia y la impoten¬ de pirueta, hace suyas hasta las más agre¬
cia ante la constatación de la ingenuidad sivas propuestas, ¿qué opciones le quedan
de cualquier intento de transformación al artista de expresar su descontento? Tal
social desde la limitada parcela del arte vez, únicamente el silencio, la ocultación
necesariamente conducían al radicalis¬ y la negación del placer de lo bello. En
mo, a una especie de terrorismo artístico. palabras de Vattimo: «A la muerte del
El tiempo demostró que hasta esa arre por obra de los medios de comuni¬
agresividad arrogante tenía matices inge¬ cación de masas, los artistas a menudo
nuos, pues el sistema no estaba dispuesto respondieron con un comportamiento
a emprender una batalla contra quienes que también él se sitúa en la categoría de
lo agredían de semejante manera. Esos la muerte por cuanto se manifiesta como
artistas, provocadores y vociferantes, de¬ una especie de suicidio de protesta: con¬
seosos de dinamitar la acomodaticia cul¬ tra el kitsch y la cultura de masas mani¬
tura burguesa, no preocupaban a nadie, pulada, contra la estetización de la exis¬ 287. Marcel Duchamp, Le Fontaine.
es más, tenían su pizca de gracia. El siste- tencia en un bajo nivel, el arte auténtico 1917.

191
COMUNICACIÓN

288 y 289. Water de María,


Kilómetro enterrado,
VI Documenta de Kassel, 1977.
La primera imagen muestra la
ubicación de la pieza, en el centro
de la plaza que se encuentra
frente al Museo Fridericianum,
donde la Documenta acontece
desde su primera edición. La
segunda fotografía muestra el
aspecto definitivo de la obra.
Recientemente se ha construido
un gran aparcamiento subterráneo
en la plaza donde se encuentra el
Kilómetro enterrado; algunos
pensaron que sería una buena
ocasión para dejar al descubierto
una parte de esta obra pero las
autoridades, con buen criterio,
decidieron no traicionar el sentido
de la misma y han dejado oculta
la barra de latón.

a menudo se refugió en posiciones pro¬ el arte auténtico sólo habla callando y la


gramáticas de verdadera aporía al renegar experiencia estética no se da sino como
de todo elemento de deleite inmediato negación de todos aquellos caracteres que
en la obra —el aspecto gastronómico de la habían sido canonizados en la tradición,
obra-, al rechazar la comunicación y al 22
ante todo el placer de lo bello» .
decidirse por el puro y simple silencio [...] Silencio, como respuesta al continuo
En el mundo del consenso manipulado, bombardeo de ruido y musiquillas infa-

192
La no comunicación

mes, peores que el ruido, que contami¬ reflexiones puede ser, para estos artistas,
nan todos los espacios. Vacío, como ne¬ la meta más elevada del arte.
cesidad de reposo ante tan abrumadora Ya lo señalaba Susan Sontag en 1967:
superabundancia de estímulos visuales. «Rara vez la opción ejemplar del artista
Ocultación, ante una cultura que tiende moderno por el silencio llega a este ex¬
a hacerlo todo transparente y visible. Por tremo de simplificación final que consis¬
ello, no debería extrañarnos que Walter te en quedar literalmente callado. Lo
de Maria, cuando fue invitado a partici¬ más común es que continúe hablando,
par en la Documenta de Kassel (otra vez pero de modo que su público no pueda
Kassel) en 1977, diseñara una obra que, 25
oírlo» . Es cierto que, en rigor, no pode¬
como en el caso de Richard Serra, más mos hablar de una renuncia absoluta a la
parecía pensada para irritar o molestar a comunicación, aunque muy a menudo
la ciudadanía que para agradarla. La obra el arte moderno haya optado por posi¬
que realizó, todo un ejemplo de radicalis¬ ciones radicales muy próximas al silen¬
mo operativo al afrontar el arte público, cio. Es verdad que si el artista escogiera
se titulaba Kilómetro enterrado, y consis¬ dicha posibilidad de un modo literal,
tía en una perforación en el suelo de Kas¬ como ya lo hiciera fingidamente Marcel
sel de un kilómetro de profundidad, para Duchamp al abandonar la actividad
a continuación introducir una barra de artística para dedicarse únicamente a
latón de un kilómetro de largo y 12 to¬ jugar al ajedrez, nada podría transmitir,
neladas de peso, de modo tal que la obra ni siquiera su rechazo al sistema que
permanecía totalmente oculta salvo la origina su silencio. Por lo tanto, hablar
sección superior. El resultado era similar de la no comunicación en arte implica la
a si arrojamos una moneda al suelo, sólo aceptación de estos matices, pese a lo
que la obra había costado 300.000 dóla- cual, qué duda cabe, el silencio, el vacío y
23
res (figs. 288 y 289). la ocultación pueden ofrecerse como
Aunque este tipo de arte, para algu¬ alternativa lúcida a la tremenda supera¬
nos aberración del superdesarrollo capita¬ bundancia comunicativa. Aunque tal
lista, nace con la premeditada intención afirmación encierra una obvia contradic¬
de inquietarnos, desconcertarnos, tras¬ ción si se entiende en su grado absoluto,
tornarnos, confundirnos o enfadarnos, es la no comunicación en arte puede pre¬
cierto que, en muchas ocasiones, dada su sentarse como testimonio residual de
proliferación, no logran más que dejar¬ protesta ante el abrumador imperio de la
nos indiferentes. Algunos críticos, como comunicación.
Suzi Gablik, definen estos productos ar- Vacío, silencio y ocultación, frente a
tísticos como objetos de ansiedad'*, pues un mundo lleno, ruidoso y transparente.
nos hacen dudar de si de verdad estamos Pero, hay diversas maneras de trabajar
ante una auténtica obra de arte. Claro con estos elementos, así Anish Kapoor
que la propia duda puede sacudir nues¬
introduce el vacío, la nada, en el interior
tros moldes de pensamiento, e incluso
de sus propias obras, añadiendo un ele¬
desde la irritación, aun creando aversión,
mento perturbador, tremendamente
inducir a una reflexión en torno al senti¬
do y los límites de la expresión artística, y inquietante, pero a la vez con una enor¬
más allá aún, cuestionar los fundamentos me fuerza seductora. Decía Susan Sontag
de las modernas sociedades capitalistas que, «si una obra existe de veras, su silen¬
en que se generan tales obras. Negado el cio sólo es uno de los elementos que la
placer de lo bello, abandonada esa bús¬ 26
componen» . El silencio puro no se
queda en manos de otros sistemas de da en la obra de arte, como tampoco el
producción estética, provocar este tipo de vacío, si no es por contraste con lo lleno.
Parece que cada término busca su corn-
193
COMUNICACIÓN

290. Anish Kapoor, Adán, 291. Anish Kapoor, Sangre de la piedra, 1988,
1988-1989, piedra arenisca y plementario para hacerse elocuente, por piedra arenisca y pigmento.
pigmento. eso los huecos negros que se abren en
muchas obras de Kapoor son «vacíos col¬ Quien haya visto alguna de estas obras
27
mados», «silencios resonantes» , vacío podrá confirmar lo desconcertante de
infinito en una masa finita. Con una téc¬ esos vacíos. Al principio crees que es una
nica que sólo podemos intuir, Kapoor superficie plana de fieltro negro adherida
logra crear huecos en los que por más de algún modo a la piedra o al suelo, ya
que miramos no apreciamos absoluta¬ que no arroja ningún brillo, pero luego
mente nada, cuando digo nada quiero compruebas que allí no hay fieltro, allí
decir que no hay la más mínima referen¬ no hay nada, o precisamente eso es lo
cia visual que nos haga percibir los lími¬ único que hay: vacío infinito. Creo que
tes de ese hueco, que imaginamos limita¬ existe un sentido profundamente religio¬
do por los confines del propio bloque de so en todas estas obras, son magníficas
piedra, o del edificio, en el tercer caso. El representaciones de la muerte (figs. 290,
escultor está contraponiendo el contun¬ 29 1 y 292).
dente y limitado espacio físico de la pie¬ También Andy Goldsworthy, artista
dra, o el edificio, con un espacio místico, inglés continuador de la peculiar línea
vacío, negro e infinito en el interior del abierta por Richard Long en la corriente
propio bloque. Es un juego de contradic¬ denominada land art, introduce el vacío,
ciones, algo tan limitado como una pie¬ la nada, en numerosas realizaciones en el
dra, o una construcción arquitectónica, escenario natural. En este caso, el no es¬
es capaz de contener lo inconmensurable. pacio se ve románticamente potenciado

94
La no comunicación

293. AndyGoldsworthy, Hojas


gidos, aunque este simple hecho puede recolectadas y agrupadas
encerrar tanto desprecio hacia la masa alrededor de un hoyo, parque de
anodina que puebla los museos y galerías, esculturas de Yorkshire, West

292. Anish Kapoor, Building for a Void, 1992. yo entre ellos, como el propio insulto. Bretton, 25 de octubre de 1987.
Aunque seguramente se podrían
por la plenitud del remoto paisaje natu¬ citar otros ejemplos de este tipo de estra¬
ral. Pero estos escenarios en los que traba¬ tegia de ocultación, posiblemente ejem¬
ja Goldsworthy están tan alejados de plos de artistas ya consagrados , me com¬
nuestra realidad tecnológica artificializada place hablar de dos obras de un artista no
que casi los imaginamo s perdidos , olvida¬ muy conocido: Tonet Amorós. Pero, an¬
dos o, peor aun, definitivamente desterra¬ tes de eso, quiero referirme a una novela
dos de nuestra civilización, muertos. Así, de Hermán Hesse, El lobo estepario'",
la alusión a la muerte, mediante esos hue¬ que en mi opinión guarda relación con
cos negros infinitos, se realiza en un en¬ las obras que deseo comentar. Harry Ha-
torno que aparece en la fotografía exube¬ 11er, el lobo estepario, protagonista de
rantemente lleno de vida, pero tal vez esta novela, es un ser verdaderamente
existente sólo en la memoria, en una espe¬ asocial, un individuo solitario que mira
cie de recuerdo melancólico del paraíso con extrañeza, con una mezcla de repug¬
perdido (figs. 2 9 3, 294, 295 y 29 6). nancia y envidia, la sociedad conformista
Ahondando en cuanto vengo dicien¬ del orden y el bienestar. «Es algo hermo¬
do, quisiera referirme, por ultimo, a otro so esto de la autosatisfacción, la falta de
modo de ocultación mucho más sutil y preocupaciones, estos días llevaderos, a
sofisticado. Una ocultación culta, refina¬ ras de tierra, en los que no se atreven a 294. Andy Goldsworthy, Guijarros
da, elitista, que no busca la agresión, el in¬ gritar ni el dolor ni el placer, donde todo alrededor de un hoyo,
sulto o la provocación, sino simplemente no hace sino susurrar y andar de punti¬ Kinagashima-Cho, Japón,
hacerse invisible a los ojos de los no esco- llas», piensa Harry Hallen «Ahora bien, 7 de diciembre de 1987.
COMUNICACIÓN

dero y endemoniado que esta confortable


temperatura de estufa. Entonces se infla¬
ma en mi interior un fiero afán de sensa¬
ciones, de impresiones fuertes, una rabia
de esta vida degradada, superficial, esteri¬
2
lizada y sujeta a normas»
En el mundo del arte, hay no pocos
295 y 296. Andy Goldswoiihy, lobos esteparios, también Tone t Amorós
Arena húmeda escarbada conmigo se da el caso, por desgracia, de es, a su manera, uno de ellos. Véanse si
formando hoyos rodeados de que yo no soporto con facilidad precisa¬ no las obras que muestro . La primera de
pigmento rojo obtenido al mente esta semisatisfacción, que al poco ellas, titulada Wertheim, fue presentada
machaca r un tipo de piedra rica tiempo me resulta intolerablemente al VI Premio de Escultura Pablo Garga-
en h i e r r o , Isla de Wight, odiosa y repugnante [... ] Cuando he esta¬ 11o. El jurado no la premió, pero fue ad¬
Gran Bretaña, junio de 1987. do una temporada sin placer y sin dolor mitida para participar en la exposición de
y he respirado la tibia e insípida soporta- seleccionados de ese año, que se celebró
bilidad de los llamado s días buenos , en el Espacio Pignatelli de Zaragoza. En
entonces se llena mi alma infantil de un ese lugar tuve ocasió n de contemplar la
sentimiento tan doloroso y de miseria, obra en cuestión por primera y única vez,
que al dormecino dios de la semisatisfac- aunque fue forzosamente una contem¬
ción le tiraría a la cara satisfecha la mo - plación incompleta. Como puede verse,
hosa lira de la gratitud, y más me gusta la obra está compuesta por una tapadera
sentir dentro de mí arder un dolor verda- de máquina de coser antigua, que Tonet

196
La no comunicación

297. Tonet Amorós, Wertheim,


recogió de la basura y forró con lámina que las manipulase . Allí estaba la obra, 1992, plomo, madera, piel de
de plomo. En su interior, se extiende perfectamente hermética, totalmente cordero y canción de cuna de
horizontalmente una piel de cordero que forrada de plomo y, por si fuera poco, Brahms, 140 x 99x45 cm.
desborda los límites de la tapadera. Tonet con un guardia custodiándola (fig. 297).
construyó una especie de estuche de Imaginaba a Tonet satisfecho de la
plomo que cierra totalmente la piel de burla. Nunc a pude contemplar e l inte¬
cordero, adaptándose a su contorno. El rior de Wertheim. Además, me quedé
único modo de contemplar la piel de con las ganas de hacerl e algunas pregun¬
cordero y escuchar la supuesta canción tas al artista: ¿Qué significa «Wertheim»?
de cuna de Brahms, que se oculta en el Por lo que he podido averiguar, Wertheim
interior, es levantando la tapadera de má- es una pequeña ciudad de Alemania, no
quina de coser antigua; pero aquí estaba muy alejada de Frankfurt, pero no he lle¬
el problema. En la sala de exposiciones, gado a saber si significa algo más. ¿Qué
como en la mayoría de ellas, había un relación tiene este título con la obra? No
guardia, que cuando me disponía a con¬ he podido determinar si Wertheim es, tal
templar el interior de la obra levantando vez, el nombre de una antigua marca de
cuidadosamente la tapadera, acudió pres- máquinas de coser, una de cuyas tapade¬
to, muy enfadado, reprendiendo mi te¬ ras encontró Tonet en la basura y utilizó
meridad. De nada simó que le explicara para su obra. En cualquier caso, tampoco
que la obra estaba concebida para que el sería extraño que Tonet hubiera escogido
espectador levantase la tapadera y con¬ este título para desconcerta r a los no
templase el interior. Ni el artista, ni los iniciados, ya lo había hecho otras veces.
organizadore s de la exposición, le había n Todavía me quedan más dudas: ¿cómo
mencionado dicha posibilidad, por tan¬ había incorporado la canción de cuna de
to, él no podía permitir que el público Brahms a la obra? , ¿había introducido
tocase las obras de arte, y mucho menos una grabación que se escuchaba al levan-

197
COMUNICACIÓN

tar la tapadera o era una ficción, y sim¬ nómico por ello, pero sin comprometerse
plemente existía en la ficha técnica de la a custodiarlas. Probablemente aquella era
obra y, a través de ella, en la imaginació n 'la primera exposición individual de To¬
del espectador? net, en ella había puesto muchos esfuer¬
Sea como fuere, Tonet había estable¬ zos y demasiadas ilusiones. Un grupo de
cido un magnífico juego de opuestos. El vándalos que vagaban por la zona entra¬
exterior, totalmente recubierto de una ron en la sala de exposiciones y, al ver que
moldeable piel de plomo, es como no había ningún tipo de vigilancia, y
una coraza defensiva, más allá de la cual que lo que allí se exponía no era de su
sólo podía n penetrar los escogidos , entre agrado, destrozaron la mayor parte de las
los que, por desgracia, no estaba yo. A obras expuestas. Éste es un duro golpe
31
Tonet le atraían las asombrosas cualida¬ del que pocos artistas se reponen . Por
des del plomo. En primer lugar, le sedu¬ este desgraciado incidente, o por la propia
cía el hecho de que se tratase de un mate¬ personalidad del artista, Tonet Amorós
rial tóxico, cancerígeno incluso. Un decidió difundir su obra no en un ámbito
material que, además, ensucia las manos democrático, público, transparente y
del que lo toca y, por tanto, repele el tac¬ accesible sino, por el contrario, en uno
to del curioso. Le gustaba trabajarlo en privado, sectario, secreto, indescifrable,
lámina, para forrar objetos, como esa ta¬ cuya contraseña, clave de acceso o código
padera de máquina de coser, pues regis¬ sólo conociesen unos pocos elegidos.
traba lo esencial de la forma, pero eludía La segunda obra que muestro de To¬
la epidermis del objeto en cuestión. Un net Amorós es la titulada Kurdistán, que
metal capaz de comportarse como una también fue presentada al Premio de Es¬
tosca segunda piel que elimina la prime¬ cultura Pablo Gargallo , pero en su edi¬
ra. No sólo ocultaba la superficie de lo ción anterior, la quinta. Tampoc o en esta
forrado, sino que lo uniformaba cromᬠocasión la obra obtuvo premio alguno;
ticamente, con un gris que se opone simplemente, como Wertheim, fue selec¬
radicalmente a efectismos coloristas de cionada para participar en la exposición.
pátinas. Por otro lado, es asombrosa la Kurdistán, al igual que Wertheim, es una
pulcritud con que Tonet realiza este pro¬ obra absolutamente hermética, de nuevo
ceso de forrado, puedo asegurar que no la piel de plomo recubre toda la superficie
es nada sencillo. Sorprende que tanto de la obra, a excepció n de la cúpul a supe¬
amor y esmero en el proceso de elabo¬ rior, que está forrada con piel sintética.
ración den como fruto final tanto des¬ Las cuatro patas en las que se apoya el
precio hacia el público. prisma, pertenecían a un mueble antiguo
La obra de Louise Bourgeois es una que Tonet encontró abandonado en la
demostración elocuente de cómo un basura. Tonet piensa que una de las labo¬
trauma de la infancia, o cualquier acon¬ res escultóricas más importantes, que no
tecimiento desgraciado, pueden marcar se enseña en ninguna Escuela de Arte, es
definitivamente la obra de un artista . 30
saber buscar en la basura. En Barcelona,
En este sentido, recuerdo vagamente que por aquella época, no sé si continuarán
Tonet, al que tuve la suerte de conocer haciéndolo, el Ayuntamiento fijaba un
unos años antes, contó un triste inciden¬ día a la semana para que los vecino s que
te que sufrió en una exposición que reali¬ quisieran desprenderse de muebles viejos,
zó en un centro cultural de Barcelona u objetos que por su tamaño no pueden
cuando iniciaba su carrera artística. Por arrojarse al cubo de basura, los deposita¬
desgracia, es frecuente que numerosos ran en la calle para, posteriormente, ser
centros culturales acepte n expone r obras recogidos por un camión del Ayunta¬
de arte sin obtener ningún beneficio eco- miento. Ese día, Tonet trataba de adelan-

198
La no comunicación

tarse al camión para, en una labor pura¬


mente escultórica, examinar los objetos
tirados y recoger todo lo que le resultase
interesante. Muchas veces los objetos que
recogía tenían tanta personalidad, a los
ojos de Tonet, que ellos mismos eran el
germen de una escultura. Así, en el caso
de Wertheim, fue el objeto, en aquella
ocasión una simple tapadera de máquina
de coser antigua, el motor de arranque
que activó todo el juego de composición
formal y de significaciones y asociaciones
poéticas. En Kurdislán, los objetos encon¬
trados, al menos que yo sepa, son las cua¬
tro patas de mueble antiguo, un volante,
que difícilmente se ve en la fotografía que
muestro, y dos mirillas de puerta que están
colocadas, una en la parte superior de la
cúpula, y la otra en la cara lateral del pris¬
ma más frontal a la fotografía (fig. 298).
Todo está concebido nuevamente
para que el espectador se quede sólo en la
apariencia externa de la obra, en la piel.
De nuevo la coraza de plomo detiene en
la superficie la mirada curiosa del espec¬
tador. Pienso que, en esta ocasión, ni si¬
quiera el jurado seleccionador tuvo acce¬
so al interior de la obra, pues en ésta no
era tan evidente que existía un interior.
Tampoco en Kurdistán ayuda el título,
algo que el espectador siempre busca in¬
tentando encontrar alguna clave inter¬
pretativa o algún dato que esclarezca la 298. Tonet Amorós, Kurdistán,
obra. Kurdistán, en ese sentido, no pue¬ cordero). Engullimos obras de arte a toda 1991, plomo, hierro, madera,
de orientar, todo lo contrario, es una pis¬ velocidad, nuestra mirada resbala por la polipiel, cristal y luz,
ta falsa con la premeditada intención de superficie de las piezas sin detenernos, 183 x 38 x 30 cm.
confundir aun más al curioso. Intencio¬ para intentar profundizar en el sentido
nadamente se establece una ocultación de la obra, caso de que lo haya, nos que¬
que, en realidad, es una burla cargada de damos preferentemente en la piel. Creo
desprecio hacia el jurado seleccionador y que en esta ocasión, también el jurado se
hacia el propio público de las exposicio¬ quedó en la piel, en la pura apariencia ex¬
nes de arte. terna de la obra. Digo esto porque la
El lobo es el enemigo del cordero; obra tiene una mirilla en la parte supe¬
en este caso Tonet muestra su desprecio rior de la cúpula que corona el prisma,
hacia todos aquellos que, yo incluido, por la que debería entrar suficiente luz
recorremos las salas de exposiciones y los para que se hiciera visible el interior des¬
museos, especialmente cuando se trata de de la otra mirilla situada en la cara lateral
arte contemporáneo, como auténticos del prisma. Esta obra necesita luz cenital,
borregos (perdonen este sinónimo de y en la sala estaba expuesta en un lugar

199
COMUNICACIÓN

bastante oscuro donde se hacía imposible invisibles; ni siquiera por la mirilla, a tra¬
la contemplación del interior. Tonet lo vés de los espejos, podrían verse, y posi¬
sabía y, sin embargo, no dio ninguna in¬ ' blemente era el trabajo más hermoso de
dicación al respecto. También había en la obra. Cuando se giraba el volante, estas
esta edición un celoso guardián de las ruedas dentadas de madera transmitían el
obras de arte, que hubiese impedido giro al prisma triangular de espejos y, des¬
cualquie r intento de observar por la miri¬ de la mirilla, podíamo s leer un mensaje
lla al tiempo que se activaba el volante , que Tonet había escrito en las paredes
cosa necesaria para contemplar comple¬ laterales interiores de Kurdistán: la luz,
tamente el interior. Pero, casualmente, en siempre la luz...
esta ocasión yo ya conocía el interior. No es éste precisamente un mensaje
Pido disculpas a Tonet por lo que voy a para locos, o quizá sí lo sea. En cualquie r
hacer, desvelar su secreto reservado sólo caso, más parec e una aspiració n de la
para iniciados, para sus escogidos. No razón, de cualquier hombre de ciencia, o
obstante, el lector que haya tenido la pa¬ de cualquier creyente. Aunque, quizá sea
ciencia de llegar hasta este punto, bien también esa referencia que anhela el loco
puede considerarse un escogido, merece en su demencia, o el náufrago en su
el premio de entrar, aunque sólo sea desesperación, esa esperanza al final del
momentáneamente, en la nómina de los túnel, tan necesaria para el lobo estepario
privilegiados iniciados. y para todos los que buscan. Esta sencilla
El interior de ese Teatro Mágico, que pero enigmática frase se queda grabada en
Tonet había creado en Kurdistán, escon¬ la memoria como una letanía y, mucho
día un prisma triangular formado por es¬ tiempo después, aun hoy día, continúo
pejos que podía moverse accionado por el girando imaginariamente el volante de
volante. Para ello, Tonet había construido Kurdistán, y en mi mente se repite sin ce¬
unas primorosas ruedas dentadas de ma¬ sar ese lema: la luz, siempre la luz, la luz,
dera que permanecerían definitivamente siempre la luz...

200
N O T A S A L T E X T O

1 ESPACIO
20 Ibid. 4 HENRY FOCILLON, La vida de las formas
21 También llamado Earth Arts, Site y elogio de la mano, Madrid, Xarait, 1983.
1 MARIANO DÍAZ VELÁZQUEZ, Diccionario
Specific, Land Projets o Earthworks. 5 Esta ambigüedad es sobre la que se
básico de matemáticas, Madrid, Anaya,
22 Citado por A. MASSÓ, Qué puede ser trabaja en los test psicológicos de Rors-
1 980.
una escultura, Granada, Grup o Editorial chach, que evalúan a través de la pro-
2 CHRISTIAN NORBEG-SCHULZ, Existen-
Universitario, 1997. yección .
cia, espacio y arquitectura. Nuevos cami-
23 Naum Gabo y Antoine Pevsner, op. cit. 6 El concepto de Gestalt se basa en el
nos de la arquitectura, Barcelona, Blume,
24 EDUARDO SUBIRATS, Culturas virtuales, isomorfismo o correspondencia entre la
1975, p. 9.
a Madrid, Biblioteca Nueva, 2 0 0 1, p. 116. realidad y nuestra experiencia, correspon-
3 M ELENA HERNÁNDEZ, seminario «Ar-
25 MIGUEL A. HERNÁNDEZ-NAVARRO, El dencia entre forma y función que añade ex¬
quitectura desde las humanidades», p. 3.
procedimiento ceguera. presión y comunicación, evitando el empo¬
4 Según Christian Norberg-Schulz en
26 El mundo, 8-I-2004. brecimiento que ocasiona la generalización
op. cit., p. 12.
27 Autora del Vietnam memorial in Was¬ o igualamiento formal y la simplicidad. Por
5 GOTTHOLD EPHRAIM LESSING, Laocoonte
hington. esto, todo esquema estimulador tiende a
[1766], Madrid, Tecnos, 1990.
28 Extracto de una entrevista realizada ser visto de forma tal que la estructura re¬
6 SIGFRIED GIEDION, Espacio, tiempo y
a Orlan por Corinne Sacca Abadi, el 15 de sultante sea la más simple que permitan
arquitectura, Madrid, Dossat, 1979, p. 455.
junio de 1997, en Venecia. las condiciones dadas. Para Rudolf Arn-
7 SIGFRIED GIEDION, El presente eterno:
heim, destacado investigador de todos es¬
Los comienzos de la arquitectura, Madrid,
tos f e n ó m e n o s , esta simplicidad implica
Alianza, p. 494. 2 FORMA Y MATERIA
parsimonia y orden. El principio de parsi¬
8 MANFRED SCHNECKENBURGER, Arte del monia exige que entre varias hipótesis se
sigloxx, Madrid, Taschen , 2001 , p . 432. 1 «Los traductores han traducido las pa¬ tome la más sencilla, que traducido a la es¬
9 Catálogo de la Exposición de Escultu- labras, no los conceptos, y "la forma", se¬ tética supone que el artista no debe ir más
ra Futurista celebrada en París en junio de gún sea de ascendencia griega o alemana, allá de lo que exigen sus propósitos. Es de¬
1913. hace referencia a cosas distintas.» FÉLIX DE cir, que lo más es en vano cuando basta
10 NAUM GABO Y ANTOINE PEVSNER, Mani- AZÚA, Diccionario de las artes, Barcelona, con menos, como afirmaba Newton. De
fiesto constructivista o realista, 1 92 0. Planeta, 1999, p. 157. esto se deduce la necesaria corresponden¬
11 Naum Gabo y Antoine Pevsner, op. cit. 2 «¿Ideas? ¿A qué llamas ideas? ¿Algo cia estructural entre la forma escultórica y
12 ROSALIND E. KRAUSS, Pasajes de la carente de sustancia? No t e n e m o s nada su significado, para que el principio de la
escultura moderna, Madrid, Akal, 2002, p. carente de s u s t a n c i a . Todo lo que sabe¬ simplicidad no se vea interferido.
253. mos, oímos, vemos, gustamos, tocamos. El
7 De nuevo para R. Arnheim, los gestal-
13 LÁSZLÓ MOHOLY-NAGY, La nueva vi- sol se mueve, la luna y las estrellas. Las
tistas no han diferenciado lo suficiente esta
sión, Buenos Aires, Infinito, p. 115. aguas y la energía bajo la tierra son alenta¬
ley de la ley de la simplicidad. A esto añade
14 JORGE DE OTEIZA, Oteiza: paisajes, di¬ das a surgir como círculo, espiral, línea.
más confusión el hecho de la traducción in¬
mensiones, Alicante, Fundación Eduardo Los nacimientos y las muertes de la gente
correcta de la palabra alemana prágnanz
Capa, 2000, p. 234. y de la tierra. Luego, los nacimientos otra
por la Inglesa pregnance que casi significa
15 Llamado también Arte ABC, Estruc- vez. ¿Seguro que esto no es lo que tú lla¬
lo contrario. Para Arnheim la ley de la preg-
turas primarias, Pintura sistémica o Arte re- mas ideas? Son cosas con sustancia. Son
nancia englobaría otras dos: la ley de nive¬
ductivo. reales.» LUCY LIPPARD, «Cracking» en CHAR-
lación, que tiende a simplificar mediante la
16 JAVIER MADERUELO, El espacio rapta¬ LES SIMONDS, Charles Simonds, catálogo de
simetría y la reducción de la tensión, y que
do, Madrid , Mondadori , p. 210. la exposición del 18 de septiembre al 30 de
se desarrolla de manera especial en el cla¬
17 SOL LEWITT, De Artforum, 10, 5 noviembre de 2003, Instituí Valencia d'Art
sicismo, y la de la agudización, cuyo objeti¬
(junio 1967), Nueva York, p. 81 . Modern (IVAM), p. 97.
vo es acentuar lo irregular, asimétrico e in¬
18 Ibid. , 3 Categorías obtenidas del estudio de sólito, aspirando a aumentar la t e n s i ó n ,
19 MARIO MERZ, Mario Merz, Buenos Ai¬ FELICITAS PUERTA, Análisis de la forma, Va¬ objetivo perseguido particularmente en el
res, Fundación Proa, 2003, p. 39. lencia, Universidad Politécnica, 2 0 0 1 . expresionismo.

201
NOTAS AL TEXTO

ral, un acontecimiento físico, un don del siendo sus formas «mediaciones» de valo¬
8 Felicitas Puerta, op. cit.
azar [...]» UMBERTO ECO, La definición del res que la trascendían. A partir de las prime¬
9 Es a partir de este concepto del con¬
arte, Barcelona, Martínez Roca, 1985. , ras vanguardias, se reivindicó su valor for¬
torno como límite, como se constituye el
17 «[... ] la imaginación de las cosas le mal y matérico en sí, sin más trascendencia
tradicional concepto de bulto redondo, den¬
habla en su lengua al corazón. Entonces que la que su expresividad le otorgara.
so, corpóreo, pesado, cerrado y prieto por
Eros desciende desde su condición de prin¬ 25 Han sido numerosos los descubri¬
la línea que recorre la superficie y crea el
cipio universal, de abstracción del deseo, mientos que han trastocado nuestra idea
modelado. Pero también, y de modo casi
hasta la verdadera erótica de las cualida- de la materia pesada, descubriéndonosla
opuesto en cuanto a significación, se de¬
des sensibles de las cosas: materiales, for¬ como un campo de partículas y ondas
sarrollan actualmente las estéticas de la
mas, movimientos, ritmos.», JAMES HILLMAN, (J. C. Maxwell 1 874, Heinrich Hertz 1887).
ausencia y el límite. Límite como frontera
El pensamiento del corazón, Madrid, Sime- 26 Según PETER WEIBEL («La era de la
entre presencia y ausencia. Ejemplos ilus¬
la, 1999, p. 177. ausencia» en CLAUDIA GIANNETTI (ed.) Arte
trativos de estas estéticas del límite o fron¬
18 JEAN ROSTAND, El hombre y la vida, en la era electrónica: perspectivas de una
terizas son las obras Huella, de Ana Men -
México, Fondo de Cultura Económica, nueva estética, Barcelona, ACC Lánge-
dieta, o Autorretrato, de Mark Quinn
1973. lot,1 996, p. 113) «la labor y el objetivo del
(realizado con su propia sangre y manteni¬
19 Henry Focillon, op. cit. ser humano consisten precisamente en ha¬
do por el límite trazado por el sistema de
20 «El constructivismo no crea ni explica cer d e s a p a r e c e r el mundo, tal como es o
refrigeración, nos pone de manifiesto su
ninguna realidad "exterior" sino que revela como alguna vez fue [... ] Las tecnociencias
posibilidad de desaparición formal, al des¬
que no existe un interior, ni un exterior, un han inducido una transformación radical del
aparecer el frío que la mantiene).
mundo de objetos que se encuentre frente mundo. Esta transformación ha sido tan
10 En la base de todas estas leyes se si¬
a un sujeto. El constructivismo más bien profunda que ha sido percibida como la
túa el principio de semejanza, considerado
muestra que no existe la separación de su¬ pérdida del mundo histórico y habitual».
un requisito previo para poder advertir las
jeto y objeto [... ] que la división del mundo 27 «El mundo está lleno de objetos más
diferencias. Sólo puede existir la compara¬
en opuestos está forjada por el sujeto vi¬ o menos i n t e r e s a n t e s . No tengo por qué
ción partiendo de un esquema común. Este
viente y que las paradojas abren el camino añadir otros.» Declaraciones de DOUGLAS
principio se completa con el de la forma co¬
que conduce a la autonomía.» PAU L WATZ- HUEBLER en el catálogo de la exposición
herente que subraya la estructura.
LAWICK, La realidad inventada, Barcelona, «January 5-31», 1969 (catálogo formulador
11 JOSÉ ANTONIO MARINA, Teoría de la in¬
Gedisa, 1998. que inicia la tendencia de incluirlo como
teligencia creadora, Barcelona, Anagrama,
21 La deconstrucción no consiste en pa¬ arte en sí mismo).
2001 .
sar de un concepto a otro, sino en derribar 28 Luis CENCILLO, Creatividad, arte y
12 RUDOLF ARNHEIM, Arte y percepción
y desplazar un orden conceptual, así como tiempo, vol . I, Sintagma, p. 463.
visual. Psicología del ojo creador, Madrid ,
el orden conceptual en el que se articula. 29 En los concursos de escultura se ha
Alianza Editorial, 1981.
22 «Las materias poseen cierto destino venido considerando materiales definitivos
13 Este método ha desarrollado la posi¬
o, si se prefiere, cierta vocación formal [... ] la piedra, la madera o el metal.
bilidad de la ubicuidad escultórica.
y por eso mismo atraen, limitan o desarro¬ 30 «Ciertos materiales tienen un valor
14 «Si el arte queda en manos de los ar¬
llan la vida de las formas artísticas.» Henry estético por sí mismos [... ] Lo que carece
tistas y no de los teóricos, podrá todavía te¬
Focillon , op. cit, p. 38. de valor es un material artificial (plástico,
ner sentido y siempre llegará el día en que
23 Es de destacar el interesante estudio pasta de madera, papel maché), pero todo
a un Kosuth le replique un Kiefer o un
realizado por PARÍS MATÍA en su tesis docto¬ lo que no sea esto, incluso el cemento y el
Chia.» PEDRO AZARA, De la fealdad del arte
ral sobre Las influencias de los nuevos ma¬ hierro dejados en sí mismos, pueden con¬
moderno, Barcelona, Anagrama, 1990,
teriales en el concepto escultórico del cuer¬ tener, según el entorno de la obra, un gran
p. 169.
po humano. En él relaciona esta cuestión valor expresivo.» Luis Cencillo, op. cit., p.
15 Pensamos que la cortapisa que su¬
de la desmaterialización con el entorno en 469. El mismo autor reconoce a continua¬
pone el censurar toda forma espontánea o
general, observando cómo ello se deriva de ción cómo el papel maché ya ha sido eleva¬
casual que se asocie a un contenido puede
una pérdida de consistencia generalizada. do a material estético por Niki de Saint
resultar tan constrictor como el más ajusta¬
24 Ese concepto de material definitivo Phalle.
do y rigorista de los encajes academicistas.
marca precisamente un modo o ideología 31 El escultor Francisco López utiliza la
16 «[... ] aventura de lo casual, con su
en la escultura, que pone de manifiesto, madera de abedul en muchas de sus crea¬
peligro, el dejar que actúen los materiales
como ya vimos, su idea de perdurabilidad o ciones, por ser madera más limpia de vetas
por sí solos. La obra matérica se ha ¡do
intemporalidad. Desde las manifestaciones y nudos, dando el acabado con una pasta
configurando como una aparente renuncia
más remotas hasta las primeras vanguar¬ de madera con color que neutraliza todos
a toda forma, a toda organización, a toda
dias, la escultura permaneció fiel a la repre¬ los efectos de la veta que no siempre acom¬
superposición de intenciones, para permitir
sentación de valores religiosos y políticos, pañaría la intención que registra la forma.
que la obra se convierta en un hecho natu-

202
NOTAS AL TEXTO

extendido más allá del objeto o de la expe¬ robar para él el fuego de los d i o s e s , y
32 Ezio MANZINI, Artefactos, Madrid, Ce¬
riencia visual al ámbito de la investigación.» Pygmalión, enamorándose de la estatua de
leste Ediciones y Experimenta Ediciones
Afirmación de DONALD KARSHAN para Con¬ Galatea y dándole vida con su deseo, o la
de Diseño, 1990.
ceptual Art and Conceptual Aspects, Nueva vida que, según Calístrato, poseían las es¬
33 Materiales orgánicos de síntesis, ma¬
York, The New York Cultural Center, 1970. culturas de Praxíteles y Scopas.
teriales plásticos o materiales sintéticos. A
42 «La imagen electrónica tampoco dis¬ 48 Según la tesis de ÓSCAR TUSQUETS en
partir de aquí surge la confrontación del tér¬
pone de los trazos materiales de la imagen su libro Dios lo ve, el desarrollo artístico y
mino natural-artificial.
cinematográfica [... ] Su soporte, sin embar¬ científico lo sitúa en este deseo de perfec¬
34 El término fluidificación es empleado
go, no muestra imagen alguna: es opaco y ción sin razón de ser racional u objetivable,
por Ezio Manzini para explicar la pérdida mi¬
vacío a una mirada desasistida. Nuestra re¬ como si el hombre dirigiera sus acciones
lenaria del vínculo de la materia al proyecto
lación con el vídeo es necesariamente una sublimes al Dios que desde cualquier tiem¬
a desarrollar, el encadenamiento y condicio¬
relación siempre mediatizada, siempre po y lugar le contempla.
nante que ésta suponía para cualquier idea
atravesada con la ayuda de aparatos, pues¬ 49 PeterWeibel, op. cit.
que pretendiéramos plasmar, dando a en¬
to que la imagen electrónica carece de sus¬ 50 PHILIPPE PETIT y PAUL VIRILIO, Ciber-
tender con el término la capacidad de adap¬
tancia. Es un flujo de corriente eléctrica y, mundo o la política de lo peor, Madrid , Cá¬
tación de los materiales actuales.
como tal, no puede ser agarrada con las tedra, 1999.
35 Es el lenguaje informático el que con¬
manos como se agarra un plano cinemato¬
cede la forma a un cajero automático y no
gráfico.
el diseño de su pantalla.
»Así mismo, eso que llamamos "imagen" 3 TIEMPO
36 Definición para la literatura, del filóso¬
también deja de ser, en el universo del ví¬
fo y biólogo JEAN ROSTAND en El hombre y
deo, una representación pictórica en el 1 CHARLES BAUDELAIRE, Salones y otros
la vida, México, Fondo de Cultura Económi¬
sentido tradicional del término, es decir, escritos sobre arte [1859], Madrid, Visor,
ca, Col. Popular, 1973.
una inscripción en el espacio. En rigor, en 1996, p. 282.
37 Es lo que FRANQOIS DAGOGNET, en el
cada intervalo mínimo de tiempo no hay 2 El tiempo es una construcción mental,
prólogo a La materia de la invención, de
propiamente una imagen en la pantalla, una estructura inmaterial que dividimos en
Ezio MANZINI, Barcelona, CEAC, 1993, con¬
sino un único píxel de a c c e s o , un punto horas, minutos, s e g u n d o s , como si fueran
sidera el dato revolucionario del siglo xx, el
elemental de Información de luz. La ima¬ gramos o kilos de materia. Una analogía
que los términos «materia» e «invención»
gen integral, el cuadro videográfico, ya no que resulta difícil eludir.
se superpongan.
existe en el espacio, sino en la duración de 3 «Hay tiempo porque es posible medir
38 KYNASTON L. MCSHINE, Information,
un barrido completo de pantalla: en el tiem¬ el movimiento: así un reloj de sol, o uno de
Nueva York, Museo de Arte Moderno, 1970.
po.» ARLINDO MACHADO en Tendencias re¬ arena, o, por s u p u e s t o , un cronómetro.
39 Término utilizado por ANDRÉ LEROI-
cientes del Media Art, Barcelona, Goethe¬ Cada nuevo sistema de medición conlleva
GOURHAN en Materia de la invención, con el
Institut, 1997. un nuevo concepto de tiempo.» JAVIER
que desarrolla la complejidad y la interac¬
43 Ezio Manzini, La materia de la inven¬ ECHEVERRÍA «Cronología del tiempo», en
ción entre el pensamiento y su aplicación
ción, cit., p. 26. FRANCISCO JARAUTA et al., Pensar el presen¬
técnica.
44 Según dato de HENRY R. CLAUSER, en te, Madrid, Círcul o de Bellas Artes, 1993,
40 «Todo aquello que dirija la atención a
la revista Industrial and Engineering Mate¬ pp. 46-47.
los atributos físicos se opone a la compren¬
rials han contad o entre 50.000 y 70.000 4 ARISTÓTELES, Physika, IV, II, 220 a.C,
sión de la idea [... ] La obra en sí, aunque no
materiales. Atenas.
aparezca visualizada, es tanto una obra de
45 El ejemplo del automóvil y su empleo 5 Occidente hace todos sus cálculos a
arte como el producto final. Todas las eta¬
generalizado es muy gráfico para observar partir de vidas individuales, Oriente, sin
pas intermedias - a n o t a c i o n e s , esbozos, di¬
este divorcio entre el conocimiento del ob¬ embargo, piensa la realidad como un ser
bujos, modelos, búsquedas, pensamientos,
jeto en sí y el conocimiento de su función. único, piensa en La Vida.
conversaciones- presentan interés. Las
46 «[... ] la estructura combinatoria y la Mientras Occidente se afana en perfec¬
que revelan el proceso mental del artista
posibilidad metamórfica de la imagen elec¬ cionar el calibre que usa la biología para
son, a veces, más interesantes que el pro¬
trónica que permite infinitos modos de mo¬ determinar la duración media del tiempo de
ducto final.» SOL LEWITT, Paragraphs on
delado formal, recortando, insertando, alar¬ vida (un día para una mosca u ochenta
Conceptual Art, Artforum, 1967. (Se puede
gando, mezclando para poder de nuevo, en años para un hombre, y además fijar a qué
considerar a LeWitt como defensor del arte
la fase de edición, aumentar considerable¬ edad un individuo concreto puede desarro¬
inmaterial por su actitud antiobjetual y su
mente este potencial transformador.» Arlin- llar una enfermedad heredada genética¬
asociación de la pintura y la escultura a gé¬
d,o Machado, op. cit. mente), los hindúes establecieron ciclos de
neros tradicionales.)
47 Como lo representan el Prometeo de 4000 millones de años de duración llama¬
41 «El arte del post-objeto está basado
Esquilo, al modelar al hombre con arcilla y dos Kalpas.
en la premisa de que la idea del arte se ha

203
NOTAS AL TEXTO

6 Decía san Agustín que sólo aquello que 18 JORGE WAGENSBERG, «El tiempo de la 34 KENT C. BLOOMMER y CHARLES W. Moo¬
tiene alma es capaz de percibir el tiempo. física y el tiempo del hombre: Breve historia RE, Cuerpo, memoria y arquitectura, Ma¬
7 Por un lado, el tiempo que rige en el de una reconciliación», en Francisco Jarau- drid, Hermann Blume, 1982, pp. 49-53.
cosmos, cronología de su nacimiento y de ta era/., op. cit, p. 4 1 . 35 Gulliver es un héroe novelesco de
su d e s a p a r i c i ó n ; por otro, el tiempo intui¬ 19 Gotthol d Ephrai m Lessing , op. cit. plena actualidad, víctima del extrañamiento
do, deseado, interiorizado o, si se quiere, que le provoca una realidad de mundos
20 JACQUES AUMONT, La imagen [1990],
religioso. ajenos e inabordables, incluido el suyo pro¬
Barcelona, Paidós, 1992, p. 169.
8 Luis RACIONERO, Oriente y Occidente, pio, que cuestiona su identidad.
21 J a c q u e s Aumont , op. cit., pp. 172 y
Barcelona, Anagrama, 1994, p. 73. 36 Eterno: del latín aeternus, que no tie¬
176.
9 HEINRICH WÓLFFLIN {Conceptos funda¬ ne principio ni fin; de siempre o para siem¬
22 SAGRARIO AZNAR ALMAZÁN, El arte de
mentales en la historia del arte, Madrid, Es¬ pre; se aplica a lo que no perece o no ha de
acción, Hondarribi a (Guipúzcoa), Nerea,
pasa Calpe, 1970) y Henry Focillon (op. perecer.
2000, p. 70.
cit.) adoptaron un punto de vista morfológi¬ 37 Efímero: del griego éérmepog (ephe-
23 OCTAVIO PAZ, «Rupturas y restaura¬
co para el análisis de la historia del arte, meros), de un día; de muy poca duración ;
ciones», El paseante 23-25, Madrid, Sirue-
donde trataron de demostrar esta secuen- breve, fugaz.
la, 1995, p.18.
cialidad cíclica. 38 Entre las más i m p o r t a n t e s de las
24 JOSÉ JIMÉNEZ, Cuerpo y tiempo, Bar¬
10 FRIEDRICH WILHELM NIETZSCHE, El cuales se pueden encontrar ejemplos de
celona, Destino, 1993, p. 326.
eterno retorno, Buenos Aires, Aguilar, Land Art, Povera, Arte procesual o Arte
25 JOSÉ SARAMAGO, La caverna, Madrid,
1959, pp. 30-34. conceptual.
Alfaguara, 2 0 0 1 , pp. 119-120.
11 ARTHUR DANTO, «El fin del arte», El 39 Rosalind E. Krauss, op. cit., p. 274.
26 Rosalind E. Krauss, op. cit., p. 1 1 .
paseante 23-25, Madrid, Siruela, 1995, 40 El carácter conmemorativo de la obra
27 GEORGE KUBLER, La configuración del
pp. 28-55. no impide a Dani Karavan acomodar en ella
tiempo. Observaciones sobre la historia de
12 FRANCIS FUKUYAMA, El fin de la histo¬ preocupaciones plenamente contemporá¬
las cosas, Madrid , Nerea 1988, pp. 70-71 .
ria, Barcelona, Planeta, 1992. neas, como la significación del lugar me¬
28 HENRY BERGSON, El pensamiento y
13 FRANCIS FUKUYAMA, El fin del hombre, diante el recorrido.
lo moviente, Madrid, Espasa Calpe, 1976,
Madrid, Punto de lectura, 2003. 41 Se hace evidente también en la signi¬
p. 151 .
14 PAUL DAVIES, «La flecha del tiempo», ficación simbólica que adquiere su destruc¬
Investigación y Ciencia 31 4 (noviembre 29 Henry Bergson, op. cit, p.167.
ción (por ejemplo, las de Stalin tras la caída
2002), pp. 8-13. 30 SOL LEWITT, «Sentencias sobre arte
del régimen comunista o las de Sadam
15 Según este principio, no es posible conceptual» [1968] en SIMÓN MARCHAN FIZ,
Hussein, en Irak, tras la invasión norteame¬
realizar un trabajo mediante el paso de ca¬ Del arte objetual al arte de concepto. Epí¬
ricana).
lor desde un cuerpo con temperatura baja a logo sobre sensibilidad posmoderna
42 INDIO JUAN, Cuadernos de mediano¬
otro con temperatura más elevada. Lo que, [1972], Madrid, Akal, 1986, p. 414 (senten¬
che, Endymion , 1979.
simplificando, habla de la tendencia cons¬ cia n° 28).
43 JEAN BAUDRILLARD, La ilusión del fin,
tante de cualquier sistema, formado por un 31 RENNY RAMAKERS, «La historia secreta
Madrid, Siglo XXI, 1 994, pp. 113-114.
conjunto de un gran número de partículas, de los materiales», en Fisuras de la Cultura

a un estado de máximo desorden. Estado Contemporánea 7 (1999), Madrid, p. 32.

que en un ser viviente sería el de máximo 32 «[La instalación] por un lado, confiere 4 MOVIMIENTO
equilibrio (muerte). al espacio una dignidad especial, lo sitúa

La base de la termodinámica es la equi¬ en el centro de la propuesta plástica como 1 ERNST HANS GOMBRICH, Meditaciones
valencia entre el calor y otras fuentes de contenido específico de la misma [... ] pero sobre un caballo de juguete, Barcelona,
energía, demostrada por Julius Robert Ma¬ a su vez inviste también al espectador Seix Barral, 1968, pp. 18-20.
yer (1842) y confirmada posteriormente de como eje y fundamento de la experiencia 2 VALERIANO BOZAL, Mimesis: Las imá¬
forma cuantitativa por James Prescott Jou¬ artística, no sólo Incluyéndolo en su espa¬ genes y las cosas, Madrid, Visor-Antonio
le (hacia 1845). cio, sino incorporándolo al proceso de Machado, col. La balsa de la Medusa,
16 ERWIN SCHRÓDINGER, ¿Oué es la construcción representativa. Y, por otro, ins¬ 1987, p. 69.
w'da?[1 944], Barcelona, Tusquets, 2001, tituye un espacio significativo, en el sentido 3 En este sentido, E. B. Goldstein seña¬
pp. 111-114. de que da comienzo o pone en marcha un la: «Históricamente se ha efectuado una
17 Del latín circa, alrededor de, y dies, determinado proceso y a la vez determina distinción entre sensación y percepción,
un día. Los ciclos circadianos programan el carácter de éste.» Josu LARRAÑAGA, Ins¬ considerándose usualmente que las sensa¬
nuestro organismo según la sucesión de talaciones, Hondarribi a (Guipúzcoa) , Ne- ciones eran experiencias básicas y sim¬
los días y las noches debida a la rotación rea, 2 0 0 1 , p. 32. ples, provocadas por estímulos simples.
terráquea. 33 MARGUERITE YOURCENAR, El Tiempo, Por ello, podríamos decir que experimenta-
gran escultor, Madrid, Alfaguara, 1989, p. 84.

204
NOTAS AL TEXTO

mos la sensación de "rojo" cuando se nos textos futuristas [1968], Barcelona, Ed. del
11 Arnheim matiza esta capacidad refe-
presenta un pequeño punto de luz roja [... ] Cotal, 1 978, p. 196.
rencial de un instante concreto en relación
Por otra parte, si se considera desde un 19 «Obstinarse era absurdo [... ] me pa¬
con el movimiento en su totalidad al señalar
punto de vista fisiológico, las s e n s a c i o n e s recía absurdo correr tras una cosa que es¬
que de su elección depende también la in¬
suelen relacionarse con la actividad de los taba llamada al fracaso desde el principio.»
tensidad que se puede imprimir a ese suce¬
receptores sensoriales [... ] Se piensa nor¬ ALBERTO GIACOMETTI, Escritos, Madrid, Sín¬
so. Y analizando las posibilidades de la foto¬
malmente que las percepciones son expe¬ tesis, 2 0 0 1 , p. 308.
grafía para reflejar de manera objetiva el
riencias más complicadas, provocadas por 20 Ibid., p. 26 2.
movimiento dice así: «Las imágenes de ac¬
estímulos complejos y, a menudo, significa¬ 21 «Desde siempre la escultura, la pin¬
ción retratan el movimiento exactamente en
tivos [... ] podemos hablar de percibir las for¬ tura o el dibujo han sido para mí medios
la medida en que la figura lo muestre. En
mas de una pintura o la melodía de un soni¬ para comprender mi propia visión del mun¬
una de las fotografías seriadas de Muybrid-
do. Al ser complejas, se suele decir que las do exterior, y sobre todo del rostro y el con¬
ge, una secuencia que muestra a un herrero
percepciones son el resultado de procesos junto del ser humano [... ] La realidad nunca
trabajando, el pleno impacto del golpe apa¬
de orden superior a las s e n s a c i o n e s , y de ha sido para mí un pretexto para crear
rece solamente en aquellas imágenes en
una integración o adicción de sensaciones obras de arte, sino el arte un medio nece¬
que el martillo está totalmente levantado.
[... ] se suele relacionar a las percepciones sario para darme un poco más cuenta de lo
Las fases intermedias no se ven como esta¬
con la actividad fisiológica en el cerebro». que veo [... ] Todo lo que yo pueda hacer no
dios transitivos del violentísimo golpe, sino
E. BRUCE GOLDSTEIN, Sensación y percep¬ será sino una pálida imagen de lo que veo
como un levantamiento más o menos suave
ción [1984], Madrid , Debate , 1988, p. 2. y mi éxito estará siempre por debajo de mi
de la herramienta, dependiendo de la inten¬
4 RUDOLF ARNHEIM, El pensamiento vi¬ fracaso [... ] No sé si trabajo para hacer algo
sidad del ángulo representado. En las Ins¬
sual [1969], Bueno s Aires, Eudeba,1976. o para saber algo [...]» Ibid., p. 128.
tantáneas de un hombre andando, el paso
5 E. B. Goldstein, op. cit., pp. 339-340. 22 Ernst Hans Gombrich, Arte e ilusión,
parecerá grande o pequeño según el ángulo
6 Arnheim se pregunta además si estas cit., p. 2 0 1 .
que formen las piernas. El Discóbolo de Mi¬
diferencias tienen algo que ver con la «ex¬ 23 «Las tentativas de cubistas y futuris¬
rón y el David de Bernini muestran la desvia¬
periencia del paso del tiempo», con la dis¬ tas no sacarán al arte de los abismos del
ción del brazo en un punto extremo de inten¬
tinción entre cosas inmóviles y móviles, en¬ pasado, no han conducido sino a nuevos
sidad». Rudolf Arnheim, Arte y percepción
tre atemporalidad y tiempo. He aquí su errores [... ] todo este alboroto futurista en
visual. Psicología del ojo creador, cit., p. 464.
respuesta: «Lo que distingue la percepción torno a la velocidad no es sino una canden¬
12 Tomado de W. HESS, Documentos
de los s u c e s o s de la de los objetos no es te anécdota». Naum Gabo y Antoine Pevs¬
para la comprensión del arte moderno
que la primera entrañe la experiencia del ner tomado de ÁNGEL GONZÁLEZ, FRANCISCO
[1956], Buenos Aires, Nueva Visión, 2000,
paso del tiempo, sino que durante un suce¬ CALVO y SIMÓN MARCHAN, Escritos de arte
pp. 127-128.
so somos testigos de una secuencia orga¬ de vanguardia 1900/1945, Madrid, Turner,
13 Rudolf Arnheim, Arte y percepción vi¬
nizada en la que las fases se suceden unas 1979, pp. 267-268.
sual. Psicología del ojo creador, cit., p. 449.
a otras conforme a un orden unidimensio¬ 24 Ibid, p. 270.
14 Rudolf Arnheim, Arte y percepción vi¬
nal dotado de sentido. Cuando el suceso es 25 GIULO CARLO ARGAN, El arte moderno.
sual. Psicología del ojo creador, cit., p. 466.
desorganizado o incomprensible, la se¬ Del ilusionismo a los movimientos contem¬
15 Henry Bergson , op. cit., p. 135.
cuencia se rompe y queda reducida a mera poráneos [1988], Madrid , Akal , 1991 , p. 414.
16 A. RODIN, El Arte. Entrevistas recopi¬
sucesión [... ] Hay cambios constantes pero 26 VLADÍMIR E. TATLIN etal., «Formas ar¬
ladas por Paul Gsell [1911], Madrid, Sínte¬
no avance [... ] el tiempo es capaz de crear tísticas e intenciones utilitarias» [1920], to¬
sis, 2000, pp. 50-52.
sucesión pero no orden. Al contrario, toda mado de Ángel González, Francisco Calvo
17 Ibid., pp. 47-48.
experiencia del tiempo presupone alguna y Simón Marchan, op. cit, p. 266.
18 Así lo defiende UMBERTO BOCCIONI en
clase de orden». RUDOLF ARNHEIM, Arte y 27 Simón Marchan Fiz, op. cit., p. 124.
su Manifiesto técnico de la pintura futurista
percepción visual. Psicología del ojo crea¬ 28 Ibid., p.24.
de 1910: «[... ] todo cambia, todo corre, todo
dor, Madrid, Alianza, 1981 , p. 412. 29 C BARRETT, «Arte cinético», en N.
se transforma v e r t i g i n o s a m e n t e . Un perfil
7 Jacques Aumont, La imagen, op. cit., STANGOS, Conceptos de arte moderno, Ma¬
no está nunca inmóvil delante de nosotros:
p. 113. drid, Alianza, 1989, p. 178.
aparece, desaparece sin cesar. Dada la
8 Jacques Aumont, La imagen, op. cit.,
persistencia de la imagen en la retina, los
p.169.
objetos en movimiento se multiplican, se
9 ERNST HANS GOMBRICH, Arte e ilusión 5 LENGUAJE
deforman sucesivamente, como vibracio¬
[1959], Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1979,
nes precipitadas en el espacio que reco¬
pp. 181-183. 1 En la obra de G. BÜCHNER, Woyzeck,
rren. Así, un caballo corriendo no tiene cua¬
10 Gotthol d Ephral m Lessing , op. cit., citada por JUAN EDUARDO CIRLOT, El mundo
tro p a t a s , sino veinte [...]». Tomado de
pp. 106-107. del objeto, Barcelona, Omega, 1955.
FILIPPO TOMMASO MARINETTI, Manifiestos y

205
NOTAS AL TEXTO

2 A. SCHAFF, Lenguaje y conocimiento, 27 Gillo Dorfles, op. cit 57 CATHERINE MILLET, La crítica del arte:
México, Grijalbo, 1967, p. 205. 28 Gillo Dorfles, op. cit. historia, teoría y praxis, Barcelona, Edicio¬
3 Citado por M. MALDOVEANU en Compo- 29 José Antonio Marina, op. cit, p. 23. , nes del Serbal, 2003.
sición, luz y color en el teatro de Robert 30 JOSEPH QUETGLAS, El horror cristaliza¬ 58 Gillo Dorfles, op. cit.
Wilson: la experiencia como modo de pen- do. Imágenes del Pabellón de Alemania de 59 JAMES ABBOTT MACNEIL WHISTLER, Le
sar, Barcelona, Lunwerg, 2001, p. 19. Mies van der Rohe, Barcelona, Actar, 2001, Procés contre Ruskin, 1890, pp. 11-12.
4 AMADO ALONSO, «Noción, emoción, ac- p. 32. 60 CALVINO, Las ciudades invisibles, Ma¬
ción y fantasía en los diminutivos», en Es- 31 Gillo Dorfles, op. cit. drid, Siruela, 2003, p. 42.
tudios lingüísticos. Temas españoles, Ma- 32 Gillo Dorfles, op. cit. 61 Gillo Dorfles, op. cit.
drid, Gredos, 1961. 33 JANNIS KOUNELLIS, Melancolía revolu¬ 62 Gillo Dorfles, op. cit.
5 MICHEL FOUCAULT, Esto no es una pipa: cionaria, Madrid, MNCARS, 19 noviembre 63 Citado por José Jiménez, Conceptes
ensayo sobre Magritte, Barcelona, Anagra- 1996 al 19 febrero 1997. de l'espai, cit.
ma, 1993, p. 9. 34 Jannis Kounellis, op. cit. 64 Obra comentada por JOSÉ JIMÉNEZ,
6 Simón Marchan Fiz, op. cit., p. 168. 35 Gillo Dorfles, op. cit. en el catálogo de la exposición Tras la rui¬
7 Michel Foucault, op. cit, p. 10. 36 Josu LARRAÑAGA, Instalaciones, Gui¬ na, de NACHO CRIADO, realizada en el IVAM,
8 MICHELANGELO PISTOLETTO, catálogo de púzcoa, Nerea, 2001, p. 4 1 . Centro Julio González de Valencia, 1999.
la Exposición realizada en el Museo de 37 Gillo Dorfles, op. cit 65 WASSILY KANDINSKY, Punto y línea sobre
Arte Contemporáneo de Barcelona, 2000. 38 Josep Quetglas, op. cit., p. 167. elplano, Barcelona, Barral, 1926, pp.109-110.
9 Michelangelo Pistoletto, op. cit. 39 Juan Eduardo Cirlot, op. cit., p. 23. 66 José Jiménez, Conceptes de l'espai, cit.
I 0 VALERIANO BOZAL (ed.) Historias de 40 WALTER BENJAMÍN, Carta a Rang(úe\ 67 José Jiménez, Conceptes de l'espai, cit.
las ideas estéticas y de las teorías artísti- 9 de diciembre de 1923). 68 Pepe Espaliú, op. cit
cas contemporáneas, vol. 2, Madrid, Visor, 41 Walter Benjamín, op. cit.
col. La Balsa de la Medusa, 1999, p. 18. 4 2 JOSÉ LUIS BREA, Un ruido secreto. El
II Valeriano Bozal (ed.), op. cit., p. 15. arte en la era postuma de la cultura, Murcia, 6 COMUNICACIÓN
12 Simón Marchan Fiz, op. cit, p. 153. Mestizo, Col. Palabras de Arte, 1996, p. 109.
13 Valeriano Bozal (ed.), op. cit., p. 24. 43 José Luis Brea, op. cit, p. 110. 1 JAMES JOYCE, Ulises [1922].
1 4 PAUL GUILLAUME, La psicología de la 44 PEPE ESPALIÚ, catálogo de la exposi¬ 2 Recomiendo CHRISTINA LODDER, El
forma, Buenos Aires, Psique, 1947, p. 21 ción realizada en el MNCARS, 2002. constructivismo ruso [1983], Madrid, Alian¬
15 ROLAND BARTHES, Lo obvio y lo obtu- 4 5 MICHEL FOUCAULT, Las palabras y las za Editorial, 1988.
so. Imágenes, gestos, voces, Barcelona, cosas: una arqueología de tas ciencias hu¬ 3 La ubicación definitiva del Monumento
Paidós Ibérica, 1992, p. 174. manas, México, Siglo XXI, 1990, p. 297. no era una cuestión que preocupara excesi¬
1 6 DONIS A. DONDIS, La sintaxis de la 46 Michel Foucault, op. cit. vamente aTatlin. Pese a que el encargo lo re¬
imagen. Introducción al alfabeto visual, Bar¬ 47 FRANCISCA PÉREZ CARREÑO, Los pla¬ cibió del Departamento de Bellas Artes de
celona, Gustavo Gili, 1985, p. 26. ceres del parecido. Icono y representación, Moscú, a principios de 1919, Tatlin se trasla¬
17 José Antonio Marina, op. cit, p. 32. Madrid, Visor, 1988. dó a Petersburgo poco después, a mediados
18 LOUISE BOURGEOIS, Memoria y arqui¬ 48 Francisca Pérez Carreño, op. cit de 1919, para hacerse cargo del estudio de
tectura, Madrid, Coord. MNCARS, 16 no¬ 4 9 JACQUES AUMONT, La estética hoy, Ma¬ Volumen, Material y Construcción, y fue allí,
viembre 1999 al 14 febrero 2000, p. 26. drid, Cátedra, 2001. en Petersburgo, donde continuó desarrollan¬
1 9 JUAN EDUARDO CIRLOT, Morfología y 50 Roland Barthes, op. cit, p. 174. do su proyecto. Por ello, elige como hipotética
arte contemporáneo, Barcelona, Omega, 51 MIGUEL CERECEDA, El lenguaje y el ubicación de la torre el centro de esta ciudad.
1955, p. 39. deseo. Elogio de la gordura, Madrid, Julio 4 El hecho de que se construyera una
20 Ibid. Otero, 1992, p. 89. maqueta de estas dimensiones (unos 7 m
2 1 JOSÉ JIMÉNEZ, Conceptes de t'espai, 52 SAMUEL BECKETT, Ensayo sobre Mar¬ de altura) indica que existió una inicial vo¬
Barcelona, catálogo de la exposición colec¬ cel Proust, 1931. luntad política de sacarlo adelante, ya que,
tiva realizada en la Fundación Joan Miró, 5 3 JOSÉ JIMÉNEZ en el catálogo de la ex¬ salvo que se trate de un concurso de ¡deas
14 marzo al 12 mayo 2002. posición de Jannis Kounellis, Melancolía que exija la presentación de maquetas, que
22 Donis A. Dondis, op. cit, p. 27. revolucionaria, Madrid, MNCARS, 19 no¬ no era el caso, la maqueta sólo se manda
23 Valeriano Bozal, op. cit. viembre 1996 al 19 febrero 1997. realizar cuando se entiende que el proyec¬
24 CHARLES SANDERS PEIRCE, Collected 54 Citado por José Jiménez, op. cit. to, que previamente ha sido documentado
Papers, 2.247. 55 Jannis Kounellis, op. cit. con dibujos y todo tipo de explicaciones,
2 5 GILLO DORFLES, Del significado a las 56 JAUME PLENSA, Palacio de Velázquez, puede ser llevado a cabo.
opciones, Barcelona, Lumen, 1975. Parque del Buen Retiro, y MNCARS, Ma¬ 5 En principio se quería un homenaje a
26 Gillo Dorfles, op. cit. drid, 3 febrero al 30 abril 2000. la Revolución. Fue Tatlin quien decidió que

206
NOTAS AL TEXTO

fuese un h o m e n a j e a la Tercera Internacio¬ g e n e r a d a s . Breker tomó parte activa en la 16 «Mis o b r a s no se refieren ni en la for¬
nal, fundada en 1919. c a m p a ñ a de difamación que el régimen ma ni en el c o n t e n i d o a la historia de los
6 Decreto de 13 de abril de 1918 firma¬ emprendió contra las e x p r e s i o n e s artísticas m o n u m e n t o s . No e s t á n h e c h a s en memoria
do por Lenin. Publicado al día siguiente en modernas (Expresionismo, Abstracción, d e n i n g u n a p e r s o n a , d e ningún lugar, d e
Izvestya y Pavda con el título «Demolición Cubismo, etc.). V é a s e la entrevista recogida ningún a c o n t e c i m i e n t o » , c i t a d o por Y V E -
de los m o n u m e n t o s erigidos en honor a los en JOSÉ MANUEL INFIESTA, Amo Breker: el ALAIN Bois en «Paseo pintoresco en torno a
z a r e s y s u s s i r v i e n t e s , y la p r o d u c c i ó n de Miguel Ángel del siglo xx Barcelona, Edi¬ Clara-Clara», e n s a y o recogido en el catálo¬
p r o y e c t o s p a r a m o n u m e n t o s a la Revolu¬ ciones de Nuevo Arte Thor, 1982. go Richard Serra, Madrid, Museo Nacional
ción socialista r u s a » . 12 La d e s t r u c c i ó n q u e se p r o d u c e , es¬ Centro de Arte Reina Sofía, 1992, p. 19.
7 A este respecto, por s u s referencias a la p e c i a l m e n t e en Berlín, t r a s la e n t r a d a de 17 «En la n o c h e del 15 al 16 de marzo
política artística de Rusia en e s a época, pue¬ las t r o p a s a l i a d a s , no se r e d u c e a la obra de 1989 fue d e s t r u i d a la e s c u l t u r a de Ri¬
de ser interesante consultar: ANATOLI VASILIÉ- escultórica sino que se extiende a t o d o s los c h a r d S e r r a Tilted Are. A las c u a t r o y me¬
VICH LUNACHARSKI, Las artes plásticas y la po¬ s í m b o l o s del poder nazi. Las construccio¬ dia de la m a d r u g a d a fue c o r t a d o el gran
lítica en la Rusia revolucionaria, Barcelona, n e s públicas de Albert Speer, arquitecto del a r c o de a c e r o y la h e n d i d u r a q u e la obra
Seix Barral, 1969. Buen amigo de Lenin, Lu- r é g i m e n , fueron o b j e t o d e s i m i l a r e s ¡ras, había dejado en el asfalto fue r á p i d a m e n t e
nacharski (1875-1933) fue el Comisario de salvo quizá el edificio de mítines de Nurem¬ c u b i e r t a : n o d e b í a q u e d a r n i n g u n a huella
las Artes d e s d e el triunfo de la Revolución berg por ser d e m a s i a d o g r a n d e para dina¬ de la o b r a . Los v á n d a l o s q u e d e s t r u y e r o n
hasta 1929. De 1929 a 1933 trabajó en á r e a s mitarlo, convertido a h o r a en a p a r c a m i e n t o la obra de Serra no eran i c o n o c l a s t a s des¬
r e l a c i o n a d a s con la e d u c a c i ó n y la cultura. de c a m i o n e s , o alguna otra edificación con¬ b o c a d o s , sino q u e h a b í a n llevado a c a b o
Curiosamente, en 1933 fue nombrado emba¬ vertida en urinario público para mayor es¬ su trabajo por e n c a r g o de las a u t o r i d a d e s
jador en E s p a ñ a , pero murió durante el viaje. carnio del régimen nazi. g u b e r n a m e n t a l e s a m e r i c a n a s y con el be¬
8 P e r m í t a s e m e la o s a d í a de d e n o m i n a r 13 A u n q u e Christo Javacheff, artista de neplácito de los tribunales», STEFAN GER¬
« s e c u n d a r i a s » a las l a b o r e s de d i s e ñ o . En origen rumano, e m p e z ó a ser conocido por MER, «El trabajo de los s e n t i d o s : Reflexio¬
realidad, me estoy haciendo eco del pensa¬ s u s e m p a q u e t a m i e n t o s de o b j e t o s , y por nes sobre Richard Serra», ensayo
miento del propio L u n a c h a r s k i , e x p r e s a d o e l l o s se le a s o c i ó a la c o r r i e n t e Pop Art, recogido en el catálogo Richard Serra, Ma¬
en la obra citada. pronto extendió su acción al e s c e n a r i o na¬ drid, Museo Nacional Centro de Arte Reina
9 En realidad, los d o s t e n í a n el apellido tural, coincidiendo con las p r i m e r a s mani¬ Sofía, 1992, p . 4 7 .
P e v s n e r . Naum adoptó el apellido artístico f e s t a c i o n e s del Land Art a finales de los se¬ 18 Ver «Manifiesto» en R FERNÁNDEZ
G a b o para diferenciarse en lo posible de su senta. BUEY (trad.), Constructivismo (recopilación
h e r m a n o Antoine ya q u e , por lo d e m á s , s u s 14 En e s t e c a s o concreto, la s e m a n a d e t e x t o s ) , Madrid, C o m u n i c a c i ó n , 1 9 7 3 ,
o b r a s , e s p e c i a l m e n t e en los primeros a ñ o s posterior a la instalación de e s t a obra pare¬ p. 117.
de v i n c u l a c i ó n al c o n s t r u c t i v i s m o , t e n í a n ció ser la s e m a n a del arte en Miami, los pe¬ 1 9 GIANNI VATTIMO, El fin de la moderni¬
d e m a s i a d a s similitudes. riódicos locales d e d i c a r o n m á s atención a dad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura
10 El propio Hitler sufrió un fracaso tem¬ Surrounded Islands que al resto de las noti¬ posmoderna [1985], Barcelona, Gedisa,
prano que a c a s o cambió el rumbo de la his¬ cias de a c t u a l i d a d , se s a c a r o n a colación 1987.
toria. Hitler, q u e d e s d e muy joven ya mos¬ anteriores instalaciones de Christo, como la 20 Dorfles desarrolla a m p l i a m e n t e e s t a
t r a b a i n t e r é s por el a r t e , con 18 a ñ o s de Valla Continua de California, y el propio idea. GILLO DORFLES, El intervalo perdido
e d a d , dejó su villa natal, Linz, para intentar New York Times llegó a e l o g i a r a C h r i s t o [1980], B a r c e l o n a , L u m e n , 1984. Ya Walter
ingresar en la A c a d e m i a de Arte de Viena, c o m o m a e s t r o en la manipulación del pai¬ Benjamín a l e r t a b a de e s t e peligro en 1933.
pero fue r e c h a z a d o . Hitler se q u e d ó en Vie- saje y los m a s s - m e d i a . WALTER BENJAMÍN, «Experiencia y pobreza»,
na p a s e a n d o , p i n t a n d o y a c u d i e n d o a la 1 5 Dice S e r r a : «Yo n o h a g o o b j e t o s en Discursos interrumpidos [1973], Madrid,
ó p e r a . Pronto encontrará el ideal estético en t r a n s p o r t a b l e s , yo no hago o b r a s que pue¬ Taurus, 1982.
las ó p e r a s de Wagner, al extremo q u e m á s d a n s e r r e s i t u a d a s e n otro lugar. H a g o 21 C a r t a de Marcel D u c h a m p dirigida al
tarde llegó a afirmar q u e quien quiera com¬ o b r a s q u e t i e n e n q u e ver con los c o m p o ¬ d a d a í s t a H a n s Richter en 1 9 6 1 . Citada por
p r e n d e r el n a z i s m o d e b e r í a a n t e s c o n o c e r n e n t e s a m b i e n t a l e s de los l u g a r e s concre¬ Suzi GABLIK en ¿ H a muerto el arte moder-
la obra de W a g n e r . Hitler pronto a s p i r a r á a t o s . La e s c a l a , la d i m e n s i ó n y el emplaza¬ no?, Madrid, H e r m a n n Blume, 1987, p. 3 7 .
t r a n s f o r m a r la r e a l i d a d , c o n v i r t i é n d o s e él miento de mis obras específicas en Con otras palabras en JOAN SUREDA y ANA
a
mismo en príncipe, artista, p r o t a g o n i s t a y relación al sitio e s t á n d e t e r m i n a d a s por la M. GUASCH, La trama de lo moderno, Ma¬
c o r e ó g r a f o del d r a m a vital q u e e m u l a a la topografía del lugar, que p u e d e s e r un en¬ drid, Akal, 1 9 8 7 , p. 1 2 7 ; y en S i m ó n Mar¬
ficción teatral, operística o cinematográfica. torno urbano, paisajístico o arquitectónico», chan Fiz, op. cit, pp. 36 y 169.
a
11 S e g ú n s e ñ a l a el propio Breker, Hitler (jitado en M. ÁNGELES LAYUNO ROSAS, Ri¬ 22 Gianni Vattimo, op. cit, p. 5 3 .
le dio la responsabilidad de d e p u r a r el arte chard Serra, Hondarribia ( G u i p ú z c o a ) , Ne- 23 E s t o s d a t o s los he e x t r a í d o de Suzi
e l i m i n a n d o t o d a s las m a n i f e s t a c i o n e s d e - rea, 2001, p. 78. Gablik, op. cit

207
NOTAS AL TEXTO

24 «Un objeto de ansiedad suele ser un 30 Ofrezco dos declaraciones de Louise 31 Ya vimos en el anterior capítulo que
reto que puede desconcertarnos, transtor¬ Bourgeois al respecto: «Me llamo Louise Arno Breker, el escultor favorito de Hitler,
narnos, confundirnos, enfadarnos o senci- Josephine Bourgeois, nací el 24 de diciem-» vivió a los 36 años de edad una experiencia
llamente aburrirnos. Lo difícil es descubrir bre de 1 9 1 1 , en París. Todas las obras que similar, aunque seguramente de mayores
por qué es arte, e incluso si es arte de ver- he realizado en los últimos cincuenta años, magnitudes, al comprobar que las tropas
dad.» Suzi Gablik, op. cit, p. 3 5 . todos mis temas se han inspirado en mi in¬ aliadas, al entrar victoriosas en Alemania,
25 «La estética del silencio» (1 967), en- fancia». LOUISE BOURGEOIS [2000], Destruc¬ destrozaron todas las obras que almacena¬
sayo recogido en SUSAN SONTAG, Estilos ra- ción del padre / reconstrucción del padre. ba en dos grandes talleres en Berlín. Pese
dicales, Barcelona, Muchnik, 1 9 8 5 , p. 15 Escritos y entrevistas 1923-1997, Madrid, a su juventud, la carrera de Breker quedó
26 Susan Sontag, op. cit, p. 18. Síntesis, 2 0 0 2 , pp. 143 y 144. «Mis obras truncada tras este acontecimiento. Aunque
27 Juegos de opuestos que extraigo de son una reconstrucción de hechos pasa¬ realizó alguna que otra escultura con poste¬
la obra citada de Sontag, p. 19. dos. En ellas el pasado se ha vuelto tangi¬ rioridad, su obra, y probablemente su ca¬
28 HERMANN HESSE, El lobo estepario ble; pero al mismo tiempo están creadas rácter, perdió de golpe todo el orgullo.
[1955], Madrid, Alianza, 1993. con el fin de olvidar el pasado, para derro¬ Derrotado el nazismo, perdió en definitiva
29 Hermann Hesse, op. cit, p. 31 . tarlo, para revivirlo en la memoria y posibili¬ su razón de ser.
tar su olvido.» Cita extraída de Louise Bour¬
geois, Memoria y arquitectura, cit., p. 16.

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