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Conceptos Fundamentales Del Lenguaje Escultorico.
Conceptos Fundamentales Del Lenguaje Escultorico.
Consuelo de la Cuadra G o n z á l e z - M e n e s e s
Pablo de A r r i b a del A m o
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
www.akal.com
ISBN-10: 84-460-1804-7
ISBN-13: 978-84-460-180 4-9
Depósito legal: M. 4 4 . 5 4 4 - 2 0 0 6
Impreso en
Fernández Ciudad, S. L. (Pinto) Madrid
ÍNDICE
A p r o x i m a c i ó n al espacio 7 • C o n c e p t o de e s p a c i o 7 • E t i m o l o g í a del e s p a c i o 8 • La p e r c e p c i ó n
h u m a n a del e s p a c i o 9 • El e s p a c i o c o m o e n v o l v e n t e , como c o n t e n i d o 11 • El e s p a c i o e s c u l t ó r i c o 13
escultórico 34.
la r e a l i d a d ? 64 • D e s m a t e r i a l i z a c i ó n de la forma 66.
f
5. Lenguaje [José de las Casas Gómez] 135
Bibliografía 209
6
1
ESPACIO
Aproximación al espacio
Concepto de espacio • Platón consideró el ser bajo tres
Dar respuesta a la cuestión ¿qué es el aspectos: uno, el de las formas o las ideas,
espacio? no es fácil. En su sentido más común para todos, increado, indestructi¬
amplio, entendemos el espacio como ble, invisible e inmutable para los sentidos;
extensión. Este concepto integra multitud otro, las cosas sensibles, siempre en trans¬
de puntos de vista: el espacio físico, el formación, movimiento creado, percepti¬
geográfico, el geométrico, el astronómico ble para los sentidos y la opinión; y por fin
y otros muchos. Además, para acercarnos el espacio, eterno, indestructible, habitácu¬
al concepto abstracto de espacio hemos lo de las cosas creadas y aprehendido.
de conocer qué significa ese término en • Aristóteles refiere el espacio como
disciplinas como la matemática, la física y límite interno que envuelve a un cuerpo,
la filosofía. como cualidad de las cosas y como distri¬
El espacio es definido por el mate- bución de los cuatro elementos (aire,
mático Mariano Díaz Velázquez como «la agua, fuego y tierra).
región tridimensional en que situamos • La Edad Media distinguió entre el
todos los cuerpos y todos los movimien¬ locus (lugar), la situs (ocupación por las
tos»'. Las matemáticas se concentran en el partes del cuerpo de un lugar) y el spa-
estudio de dimensiones como la altura, la tium (distancia entre dos puntos).
anchura y la profundidad; a través de la • A partir del Renacimiento se tiende
vista recibimos la información que estos a concebir el espacio como un continente
tres planos esenciales nos ofrecen. universal de cuerpos físicos. El espacio es
En física, antes de la formulación de la homogéneo, isotópico, continuo, ilimita¬
teoría de la relatividad, se entendía el espacio do, tridimensional y homoloidal.
limitado por las tres dimensiones clásicas • En la revolución científico-técnica,
(alto, ancho y largo), pero todo cambió con se enfrentan dos conceptos del espacio y el
Einstein, que añadió a la tridimensionalidad tiempo. Uno absoluto (Newton), en el que
el tiempo como cuarta dimensión. el espacio es una extensión real e indepen¬
En filosofía, espacio y tiempo son diente de los cuerpos que lo ocupan y otro,
conceptos fundamentales: con características de relativo (Leibniz).
• Los presocráticos relacionaban • Kant, entiende el espacio de un
espacio y materia con conceptos como el modo racional, como formas a priori de
ser o no ser, o lo lleno o lo vacio. la razón.
ESPACIO
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Aproximación al espacio
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El espacio escultórico
El espacio escultórico
T r a t a m i e n t o del espacio por roso por la rotundidad de sus volúmenes.
las diferentes c o r r i e n t e s La representación en Egipto está ligada
El concepto de espacio en el arte ha ido esencialmente a la superficie plana, cerra¬
modificándose con la aparición de los da y compacta, que mantiene un fuerte
avances científicos y de las corrientes de carácter simbólico (fig. 8).
pensamiento. Así pues, el paralelismo Con Grecia, el h u m a n i s m o alcanzó
entre pensamiento/filosofía y arte es su m á x i m o esplendor, siendo el hombre
lógico por su coincidencia en el tiempo y el verdadero centro del universo. Los
por tratarse de formas de expresión griegos incorporan el realismo y la lógica
cultural de cada época. visual en las artes plásticas. De este
C o m o es lógico, el concepto de m o d o , la geometría, la astronomía y el
espacio escultórico se ha ido transforman¬ arte sustituyen a los valores sobrenatura- 7. Venus de wmendorí, 25000 a.c.
do a lo largo de la historia, acomodándo¬ les y a los símbolos supersticiosos. En
se a las diferentes etapas de asimilación esta época se incorporan los valores
del hecho espacial. lógicos y objetivables. Los espacios se
Así, el hombre primitivo concebía conciben como símbolos conceptuales,
el espacio como algo subjetivo; para este naciendo el espacio cósmico tridimensio-
hombre el espacio ejercía una h e g e m o - 8. Tríada de Mikerino, 3000 a.C.
nía sobre él. Los creadores en esta época
pensaban en lugares concretos y no en
un espacio abstracto. La mitología dio el
valor emocional y simbólico a esos luga¬
res, mientras que la escultura prehistóri¬
ca representa formas cerradas y peque¬
ñ a s , abarcables con las m a n o s , con el
aparente objetivo de controlar una parte
del espacio, en un intento de dominio
sobre él (fig. 7).
Desde este primer inicio de forma
cerrada y simbólica, el ser h u m a n o ha ido
abriendo este espacio escultórico poco a
poco hasta la llegada del siglo X X , que su¬
puso la ruptura total con el bloque cerrado
y la apertura del mismo hacia el exterior.
El escultor egipcio partía siempre de
un bloque de piedra prismático y no de la
piedra en bruto. En la cara frontal del
prisma representaba la figura de frente y
en los lados el perfil. Trabajaba, pues, con
un espacio rígido y simétrico que parece
ser consecuencia de una sociedad radical¬
mente jerarquizada. Si la cultura egipcia
influyó en muchas de las civilizaciones
antiguas, sus normas de representación
espacial también dejaron una huella im- ,
ponente, gracias, sobre todo, a la particu¬
laridad de su espacio cerrado pero p o d e -
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ESPACIO
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El espacio escultórico
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El espacio escultórico
y convexidad tienden a equilibrarse. Jue- de los volúmenes sólidos, creando formas «[...] He unificado en una forma
gan con las transparencias, utilizan líneas cóncavas, introdujo el espacio circundan- lo intangible; el espacio, la
y planos, sustituyendo las formas sólidas. te a la escultura y lo transformó en un transparencia, la luz y el reflejo.»
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El espacio escultórico
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ESPACIO
Escultura habitada
La creación de huecos y vacíos posibilitó
que la escultura mostrase a la vista espa-
cios hasta entonces vedados. El paso lógi-
co posterior es la consecución de escultu-
ras habitables, ya sea física o mentalmente.
Las fronteras entre arquitectura y escultura
se han roto y el escultor ha indagado en la
problemática del arquitecto tanto como el
25. DonaldJudd, Sin título, 7967. arquitecto se ha dejado seducir por las
«El espacio tridimensional es el geométrica, fabricada generalmente de formas de la escultura, creando estructuras
verdadero espacio.» manera industrial con elementos prefa¬ arquitectónicas que han tenido protago¬
bricados que se repiten a intervalos cons¬ nismo tanto en el interior como en el
tantes (fig. 25). exterior de edificios y construcciones que,
Preocupa también a estos escultores en realidad, se podrían denominar escul¬
el tamaño de la obra, ya que éste influye turas habitables. Son obras que plantean
en la percepción de la misma y en la rela¬ una relación diferente con el espectador ya
ción del espectador con la pieza. «Deter¬ que lo acogen o lo pueden acoger.
minar el tamaño de una pieza es difícil. Uno de los primeros arquitectos que
Si una idea requiere tres dimensiones, revolucionó el campo de la arquitectura,
entonces parecería que cualquier tamaño jugando con los volúmenes arquitectóni-
El espacio escultórico
entrada de la ciudad. Una escultura hue¬ dibujos y maquetas que abordan proble¬ volúmenes reunidos bajo la luz.»
ca que permite el tránsito del observador mas formales muy cercanos a los del
para descubrir las múltiples facetas, tanto escultor. Una vez satisfecho el carácter es¬
del espacio exterior como del interior, en cultórico de la maqueta, el resto del pro¬
el que penetra, accesible y habitable ceso se supedita a dicho valor (fig. 27).
como es. Un espacio escultórico que El arquitecto Robert Venturi junto a
admite ser recorrido, descubriéndonos su mujer Denise Scott Brown, urbanista y
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ESPACIO
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El espacio escultórico
se tumba en el suelo a contemplar seme¬ 31. Mario Merz, Sin título, 2002.
jante espectáculo (fig. 30). 2
casa auténtica» " (fig. 31). Sus obras nos «Se trata de formas válidas en el
Desde 1968 Mario Merz aborda el remiten a la sensación de protección siglo pasado, hoy ya no cuentan
tema de la habitabilidad escultórica des¬ ancestral que nace de las formas esféricas nada. Un iglú es lo que es, es
de el lugar de la guarida. Espacios mági¬ y cerradas, invitándonos a la meditación. un iglú. Una fusión de varios
cos y protectores asociados al iglú. «Hice Una estructura que densifica el espacio lenguajes y de varios
el Iglú por tres razones que se entrecru¬ interior con su capacidad habitable. Son pensamientos, de observaciones
zan: la primera, el abandono del plano obras que provocan una reflexión sobre geométricas, aritméticas y
mural; luego, la idea de crear un espacio las formas sencillas y primitivas, huyendo geográficas.»
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ESPACIO
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El espacio escultórico
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El espacio real y el espacio virtual
Dimensión
espacio-temporal
Al hablar de espacio, inevitablemente
hablamos de tiempo y, a su vez, de movi¬
miento. Aunque tradicionalmente la
escultura ha sido algo inmóvil, y por tan¬
to ni el tiempo ni el movimiento han sido
elementos configurativos de la obra, sí
existen diferentes dimensiones temporales
dentro de ella, y a lo largo del siglo XX se
han mostrado, en una nueva faceta, como
componentes formales de la misma.
La relación del tiempo se establece
de manera explícita a través del recorrido
que debemos realizar para la recepción de
la obra (ya que la obra escultórica involu¬
cra al espectador y le incita a trasladarse y
moverse en torno a ella) y poder consu¬
mar su visualización a través de los dife¬
rentes puntos de vista que ofrezca, o bien
a través del movimiento de la propia obra, 38. Richard Long, Braga Circle,
que acontece en un espacio determinado construcciones arcaicas como Stonehen- 2003, Alcobendas, Parque de
y, por tanto, requiere de un tiempo para ge o Avebury. Cuando llegamos al centro Andalucía.
lograr su apreciación. de la pieza, el visitante aprecia una acústi¬
Las obras del Land Art llevan al ca extraordinaria, ya que se puede oír un
extremo la idea del recorrido como ele¬ eco incluso más fuerte que el sonido ori¬
mento necesario para su correcta recep¬ ginal. La intención de Morris era crear
ción. Se ubican en un espacio y un tiem¬ «simplemente» una obra de arte con la
po real, y las experimentamos mediante intención de experimentar el sentido del 39. Robert Morris, Observatory,
el movimiento, es decir, mediante nues¬ 1971, Netherlands.
tro propio recorrido, pero no sólo alrede¬
dor de la misma, sino por ella misma.
El público debe, para su total per¬
cepción, recorrerla, asimilando así lo que
se ha llamado «experiencia temporal del
espacio». Experimentamos de esta forma
con nuestro propio cuerpo el espacio a
través del viaje y la ruta, conquistando,
mediante nuestro movimiento, la escul¬
tura. Es una forma nueva de vivenciar la
escultura, de dar relevancia a la vida,
como señala Richard Long «un paseo se
mueve a través de la vida; es físico, pero
22
después se hace invisible» (fig. 38).
Otro ejemplo de esto lo encontra¬
mos en el trabajo Observatory, realizado
por Roben Morris en 1971, inspirado en
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ESPACIO
40. Alexander Calder, Disco rojo, realizan en el espacio a través del movi¬
7947. espacio al caminar por ella, recorrerlo y, miento. Un nuevo estímulo en la escul¬
«¿Cómo nace el arte? De los como decíamos, en cierta medida, con¬ tura que nos obliga a un desplazamiento
volúmenes, el movimiento y los quistarlo (fig. 39). de la mirada (fig. 40).
espacios cincelados dentro del Alexander Calder definió un nuevo Quizá sus antecedentes los podemos
espacio circundante, el Universo. concepto de escultura sin masa que se ex¬ encontrar en Gabo y Pevsner, que ya en
pande por el espacio incorporando en la 1920 realizaron una escultura que consis¬
misma el movimiento real y, por lo tan¬ tía en una sola varilla que, al ser movida
to, tiempo. Sus delicadas piezas, con un por la acción de un motor eléctrico, pro¬
increíble equilibrio dinámico, oscilan ele¬ ducía en el espacio un nuevo volumen.
gantemente con las suaves corrientes de La rotación del motor permite que se
aire o con pequeños motores eléctricos. creen nuevas formas a partir de un único
Pequeñas chapas que se mueven en una elemento que cambia de naturaleza
siempre nueva y constante relación entre gracias a su veloz cambio de posición.
ellas. Factores como el peso de las chapas, «Renunciamos al desencanto artístico
la medida de las varillas o los puntos de enraizado desde hace siglos, según el cual
equilibrio definen la obra final. Su mayor los ritmos estáticos son los únicos ele¬
contribución no es tanto el contenido mentos de las artes plásticas. Afirmamos
formal de sus piezas como el juego que que en estas artes está el nuevo elemento
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El espacio real y el espacio virtual
El vacío
En junio de 2003, Santiago Sierra pre-
sentó en el pabellón español de la Bienal
de Venecia su obra Muro cerrando un
espacio. La obra consistía en una nave a la
que sólo era posible acceder por una
puerta. Para franquearla, se exigía la
acreditación de la nacionalidad española.
Una vez que el espectador lograba entrar
no veía nada, no encontraba nada, solo el
vacío. El trabajo de este artista pretende
ahondar en el problema actual de la
inmigración y de cómo las fronteras son
muros inexpugnables, detrás de los cuales
no se encuentra nada especial, sólo el
vacío de la sociedad actual (fig. 42).
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ESPACIO
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El e s p a c i o real y el espacio v i r t u a l
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ESPACI O
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F O R M A Y MATERIA
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FORMA Y MATERIA
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..
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F O R M A Y MATERIA
P e r c e p c i ó n de la f o r m a
y la m a t e r i a
Continuando con la búsqueda de claves
que nos orienten hacia posibles definicio¬
nes o acotaciones de lo que la materia y la
forma son, no podemos dejar de pregun¬
tarnos por los mecanismos que posibili¬
tan la captación de los mismos, es decir,
por los llamados fenómenos perceptivos.
La percepción humana es enorme¬
mente compleja y nos aparece como cues¬
tión previa a todo concepto sobre la for¬
ma. Observamos cómo casi todos los
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F O R M A Y MATERIA
brevemente las principales leyes 4. Ley del cerramiento, por la que las
gestál ticas: aparentes líneas que circundan una super¬
1. Ley de figura-fondo. La idea de ficie son captadas más fácilmente como
forma viene asociada a la de contorno. El unidad que aquellas líneas que realmente
espacio cerrado dentro del contorno se se hallan unidas entre sí (fig. 69).
9
constituye en figura (figs. 66 y 67). 5. Ley de la buena curva o del desti¬
2. Ley de la proximidad, por la que no común, por la que las partes que
las partes de una totalidad son agrupadas aparentan un destino común, tienden a
10
en función de su mínima distancia. verse como una sola cosa (fig. 70).
3. Ley de la igualdad o tendencia a Conociendo estas leyes, el artista se
reunir en grupos los elementos de una sabe capaz de provocar, con estímulos
misma clase (fig. 68). mínimos, sensaciones muy complejas en
42
H a c i a u n a definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e . .
La intencionalidad o destino
común integra el conjunto en una
sola pieza.
I n c l u s i ó n del p r o y e c t o y l a
intención en la percepción
de la f o r m a y la m a t e r i a
Dada por sentada la importancia de los
fenómenos perceptivos, la cuestión es
que, tras intensos e interesantísimos estu¬
dios realizados sobre los mismos y sobre
la creación de la imagen formal en gene¬
ral, parece que llegamos a la conclusión 74. Lluís Cera, Disculpas mutuas, 2003, piedra
73. Alberto Giacometti, Busto de de que la mirada humana ha roto los y cuerda.
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es p o s i b l e . . .
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FORMA Y MATERIA
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Hacia una definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es posible...
es la e s c u l t u r a (fig. 78).
L o s i n f o r m a l i s t a s c r e y e r o n q u e aisla¬
ran de la ecuación la variable formal,
s u b r a y a n d o el v a l o r de la m a t e r i a y e v i ¬
t a n d o c o n ese s i s t e m a e x p r e s i v o , e n apa¬
r e n c i a libre, pero en el fondo e n o r m e ¬
' 5
mente contenido , cualquier asociación
que produjera u n a significación y p o r lo
tanto un contenido formal, en el sentido
que antes p r e c i s á b a m o s . Influyó d e m a -
n e r a e x t r a o r d i n a r i a e n e l arte del siglo X X ,
en el que se dio c o m o n u n c a p r i m a c í a a
' 6
l a m a t e r i a , p e n s a n d o así a n u l a r o a c a l l a r 79. Dr. Gunther von Hagens,
el v a l o r formal o s i g n i f i c a t i v o . P e r o el Bodyworlds, 1995-2005
e r e c t o fue e l c o n t r a r i o , p o r q u e l o g r ó (www. schaepp. de/Koerper/welten).
n a c e r n o s v e r h a s t a qué p u n t o e s , a s u v e z , La materia es siempre
formalmente significativa l a m a t e r i a , y a significativa, más aún la que se
que, al r o m p e r s e la delicada relación con dispone por su propia función con
l a f o r m a , c o n s i g u i ó , e n o c a s i o n e s , llevar J a independencia de nuestra
cualidad m a t é r i c a a la caricatura, como intención.
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FORMA Y MATERIA
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible.
La m a t e r i a m e d i a d o r a -
la materia creadora. 82. Sandoz, Grenoville sur olivier,
La a c c i ó n : e n c u e n t r o entre rencia del mundo exclusivo de la ideas, 1957.
forma y materia sea estética o filosofía, la forma no es sólo Una vez sorprendidos,
En realidad, no sólo forma y materia, deseo de acción, de proyecto, sino la descubrimos que el artista nos
sino sujeto y objeto, exterior e interior se acción en sí. plagia.
elaboran mutuamente. No sólo la mate¬ Si quiero explicar los mecanismos
ria sino nuestros deseos y culturas se in¬ de la creación formal, me asalta una difi¬
corporan a esta dialéctica. Por eso, no po¬ cultad inicial, y es no poder desligarla de
demos considerar la materia como un la acción sin incurrir en un intelectualis-
instrumento sino como una mediación. mo puro, que ya no puedo considerar
Es decir, superaríamos la forma apriorís- que sea propio de la creación escultórica
tica, la forma pre-existe, para defender la formal.
que se elabora en su seno. No la posee, El pensamiento es un pensamiento
como si de un atributo se tratara, sino '7
del corazón que exige exteriorizarse, y es
que es poseída por ella. La materia es a la precisamente en esto donde reside su
escultura, lo que la palabra a la literatura, dificultad y su grandeza. Lo vemos clara¬
sólo ella hace posible que aparezca y se mente manifiesto en la música, que no
haga presente una escultura, como la es, si no se plasma e interpreta. Porque
escultura que es. Le otorga la presencia, imágenes mentales, variadas, brillantes,
el ser en que algo puede hacer su apari¬ etc., tenemos todos (los sueños son una
ción como ente. La materia no es un buena ocasión de ellas), pero la posibili¬
simple medio de fijación, ni la envoltura dad de plasmarlas, de dialogar con ellas y
o vestido de la forma. Se encuentran en¬ comunicar esas conclusiones, producto
vueltas la una en la otra, porque su con¬ precisamente del encuentro entre el pen¬
creta realidad fuerza, por así decirlo, la samiento y la materia, está sólo al alcance
propia estructura y significación formal. de unos pocos. Afirmaba Jean Rostand , '8
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FORMA Y MATERIA
Traducción de lenguajes.
E n t e n d i m i e n t o s en la
e s c u l t u r a con r e l a c i ó n a
la m a t e r i a : m a t e r i a l i z a c i ó n -
desmaterialización
Cuanto más intentamos por medio de la
palabra definir lo que la materia y la
84. E d g a r D e g a s , Bailarina, 1881. forma son, más difícil nos resulta, sobre
Forma y materia no siempre se todo porque, desde la creación escultóri¬
buscan, cuando en ocasiones ca, esta dificultad la resolvemos con
se encuentran. La inclusión de nuestro hacer. Diríamos, según mostra¬
materiales fuera de uso por los mos una obra: aquí está la forma, esto es
tradicionales modos escultóricos la materia.
D'ovocó desajustes a la hora de la Precisamente, la concreción que la
interpretación crítica. Degas abrió escultura, entendida como expresión ma-
un sendero ya nunca cerrado a térica tridimensional, da a los conceptos
favor de esa empatia que no tiene de forma y de materia nos sitúa ya ante
porqué coincidir con lo que las un asunto central para nuestra cuestión:
corrientes mandan los lenguajes. Así como para hablar es
Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible.
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FORMA Y MATERIA
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..
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FORMA Y MATERIA
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible...
La materia escultórica
No es éste el lugar convenido para
desarrollar el punto de vista práctico
sobre los materiales, los aspectos técnicos
o resolutivos. Aquí indagaremos, desde
la experiencia del encuentro con el
material para la escultura, sobre los
conceptos que consciente o inconscien¬
temente manejamos. Para empezar, el
concepto de materia, que la experiencia 93. Charles Simonds, Age (Edad),
a lo largo de los siglos ha forjado en el sencillo que se encontraba referenciado 1983.
hombre, hace que éste la perciba como por unas claras coordenadas espacio-
algo sólido, inerte, pesado, resistente y temporales y unas claras jerarquías de
duradero frente a la evanescencia de las valor donde enmarcar sus decisiones
ideas. Las cualidades matéricas sobre (fig. 93). Este concepto choca actual¬
las que se sustentaba la escultura y que mente con los conocimientos de la física
25
de algún modo la definían eran: el volu¬ y de la ciencia en general , y las discu¬
men, la calidad táctil y la masa peso, siones que estos conocimientos generan
derivadas de un mundo a su vez sólido y en la filosofía.
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..
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FORMA Y MATERIA
rio, buscan destacar ese valor matérico, Sus trabajos destacan las calidades del
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible..
De la idea g e n e r a d o r a a la
materia creadora
Así, hoy en día, la realidad del material
pasa de ser un elemento dado anterior¬
mente al proyecto y que condiciona nues¬
tra actuación, a resultar ser el objeto mis¬ 100. Jaume Piensa, S/T, 2005,
mo de la creación, buscando, a través de las vividos como inabarcables por el enorme hierro pintado.
aplicaciones y prestaciones del material, el despliegue de conocimientos, especializa- Los proyectos rastrean entre apli-
desarrollo de los proyectos y la sugerencia o dones y referentes culturales. Todo ello caciones materiales específicas
motivación creadora (fig. 100). nos conduce al efecto contrario al preten¬ que los convierten, en ocasiones,
La apertura material llega a ser tal dido: parálisis y ansiedad, en lugar de li¬ en el objeto de la creación.
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H a c i a u n a d e f i n i c i ó n de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e .
artístico que, en principio, suele tener 104. Ron Mueck, Pinochio, 1996,
ambición universal y plenipotenciaria. resina de poliéster, fibra de vidrio
Como venimos viendo, la materia se y pelo humano.
representó a través de su peso, espesor y Son absolutamente necesarias
dureza (fig. 102). Pero al sufrir esta espec¬ para la obtención de estas obras
tacular metamorfosis, perdiendo en gran la máxima adecuación entre
parte aquello que la representaba, actual¬ material, proceso y máquina.
mente emerge liberada y abarcando en sí
misma características opuestas a las de
ayer, asumiendo las propiedades más
contradictorias. Por todos estos cambios,
la materia parece estar avanzando más
aprisa que el espíritu, aunque se ha queri-
do limitar la importancia de esta inver¬
sión, quizá debido a la resistencia de
nuestras costumbres y de nuestras estruc¬
turas de producción, con sus correspon¬
dientes intereses y mercados.
Por todos los progresos tecnológicos
que han desarrollado los materiales sin¬
téticos, el material se ha ido poco a poco
adelgazando «espiritualizándose», para
convertirse en prestación, materia en pre igual a sí misma, ofreciéndonos un
35
servicio, función (fig. 103). Han logra- material híbrido pero con prestaciones
do que la función pueda ajustarse mejor superiores a las de sus elementos consti¬
con la forma fluidificada. La verdadera tuyentes. La técnica es cada vez más ca¬
forma ya no es la física, sino el nuevo paz de controlar las propiedades de los
sistema relacional o lenguaje en el que se elementos, y lo que ayer se fabricaba y
introduce. elaboraba hoy es creado a nivel estructu¬
ral. Esa definición que otorgaba al arte la
capacidad de sorprender con lo que
3
Nuevo trato con la materia: siempre habíamos sabido ' salta de la
la virtualidad forma a la materia, al otorgarse, por com¬
La física tradicional, así como las filoso¬ binatoria ilimitada, esa capacidad de
fías griegas que conformaron nuestra novedad y sorpresa que hasta ahora sólo
mentalidad, nos acostumbraron en exce¬ concedíamos a la forma.
so a separar significado y significante, por El material, por así decirlo, se «inte-
3
eso los cambios operados en ambos tér¬ lectualiza» '. Los nuevos materiales hacen
minos nos presentan especial dificultad posible unas operaciones mentales y unas
de comprensión. Como vimos, para ellos percepciones que crean el arte nuevo de
la idea poseía una existencia invariable las imágenes. En el catálogo de la exposi¬
fuera o por encima de lo que la materiali¬ ción «Information», K. L. McShine escri-
zaba. Pero los avances actuales en el cam¬ bió: «A muchos jóvenes artistas [...]
po de la tecno-ciencia nos hacen ver la empapados con la movilidad y el cambio
precariedad de esta concepción, impo¬ típicos de su era, les interesa más el inter¬
niéndonos una total simbiosis productiva cambio rápido de ideas que el embalsa¬
38
entre el material, el proceso, la herramien¬ mamiento de la idea en un objeto» .
ta o la máquina (fig. 104). Nos rompe el ' La idea, antes, descendía sobre la
concepto de la materia constante y siem- materia, que la hacía concreta o la repre-
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FORMA Y MATERIA
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Hacia una definición de la forma y la materia, si esto es posible.
nocidos y por explorar, a los que poco a nuestro proceso de identificación formal
poco fue dando realidad. Actualmente, y todas aquellas asociaciones que estable¬
los inventos técnicos han trasladado ese cemos a partir de ahí.
orden de los conceptos a los órganos La materia siempre fue la toma de
sensoriales, gracias a aparatos que nos tierra que posibilitó al hombre actuar
aumentan infinitamente la visión, de un modo concreto, obligándole a
creando para la humanidad una capaci¬ atender el hecho accidental, pero el
dad nueva y desconocida de ver más allá, nuevo punto de vista o, mejor dicho, la
y más dentro de lo que nunca imaginó, diversidad de puntos de vista que las má¬
introduciendo al hombre en una expe¬ quinas le han posibilitado, le otorgan un
riencia nueva. Esta nueva capacidad ha nuevo modo funcional de considerar al
señalado otra consideración fundamental material. La visión salta de lo concreto a
que se pasaba por alto: el punto de vista. lo global, observando más lo general y
Ahora todo se relativiza al descubrirse que constante que lo particular, cuestión ésta
las cosas ya no son tanto en sí, como en que lleva a desarrollar sobre ella aspectos
relación a. Esto ha provocado consecuen¬ más aplicados, dirigidos a proyectos de
cias importantes en la concepción de la relación más amplia.
escultura, perdiendo primacía el objeto Los materiales, por tanto, nos apare¬
creado y potenciándose los procesos y ex¬ cen cada vez menos definidos y más com¬
periencias de su desarrollo. Ahora mismo plejos. No pudiendo casi definirlos por
no importa tanto el qué, cuanto el cómo. lo que son, tenemos que optar por aque¬ 107. Do - Ho Sun, N Y 10011
Consecuencia de ello es la situación que llo que hacen, reconociéndolos por su (pasillo), 2001, nylon translúcido.
tenemos en la que se acrecienta y desarro¬ funcionalidad y prestaciones. Funciones El juego con la disonancia entre
40
lla la importancia procesual (fig. 106). cada vez más complejas que se integran materia y función es una de las
De hecho, en numerosas ocasiones se constantes del arte actual.
conciben más las esculturas para ser reco¬
gidas por fotografía o medios de imagen
que como piezas escultóricas en sí. Las
posibilidades de actuar sobre estructuras
mínimas, o inconcebiblemente rápidas o
de escalas inconmensurables, nos han
descolocado y ampliado en gran medida
nuestros esquemas formales y matéricos.
Nos encontramos por todo esto ante una
crisis, no tanto de la forma en general,
cuanto de la forma física en particular.
41
Los límites se han roto y abierto, lo que
nos sitúa frente a la multiplicidad de ca¬
minos. Con este mundo de funciones y
relaciones, las formas más que desarrollar¬
42
se en el espacio fluyen en el tiempo .
Parece ser que es este registro del
tiempo el que acuña, por otro lado, nues¬
tros conceptos de forma artificial y forma
natural. Como analiza con acierto Ezio
43
Manzini , nos resultan artificiales aque¬
llas formas cuyas reglas de organización
internas evolucionan con más rapidez, en
ocasiones tanto que se pone en peligro
FORMA Y MATERIA
unas en otras, creando una tupida red re- asimilados por el inconsciente colectivo
lacional de muy complicada explicación. de cada cultura, multitud de esquemas y
Los últimos materiales integran en sí ' símbolos de las diferentes cualidades de
mismos información, sensores o sistemas la materia que se trasmiten como un len¬
luminosos. Los materiales pasan a superar guaje común no explícito que mantene¬
una posible relación simbiótica que llega mos, por mucho que la experiencia ac¬
incluso a la fusión de cualidades, por lo tual nos lo contradiga constantemente.
que logran crear una modificación estruc¬ De la misma manera que seguimos for¬
tural (fig. 10'). De esta manera coexisten mulando cómo el Sol sale y se pone,
en la actualidad materiales manipulados también con el material hablamos de lo
exteriormente, sin intervención en sus que parece como si fuera, conscientes de
cualidades, y otros a los que la profunda que seguramente ya nada es lo que pare¬
manipulación llega a alterar estas cualida¬ ce. Ante el enorme repertorio de materia-
des, pero en todos los casos siguen funda¬ 44
les diversos y sin nombre que los defina,
mentándose en las leyes naturales. vamos renunciando inconscientemente a
Como afirma Ezio Manzini, la saber lo que los materiales son, dejándolo
expansión físico-química del siglo XTX para los especialistas en el terreno de la fí¬
abrió paso a un desarrollo en el análisis de sico-química y centrándonos únicamente
la materia que la situó en lo que, como en lo que parecen y en las funciones que
45
dijimos, llama la fase de complejidad nos prestan , más acusadamente en el te¬
«controlada». De esta manera vamos rreno de la expresión, que es lo que prin¬
poco a poco alejándonos de la base natu¬ cipalmente nos mueve. La apariencia se
ral y de los esquemas que durante siglos convierte, de pronto, en la única realidad
introyectamos de lo que era la naturaleza a la que podemos referirnos, llegando a
y la materia, arrastrando con ello, sin lu¬ acarrear una profunda crisis en torno a la
gar a dudas, el concepto de escultura. Del autenticidad de la imagen material, no
carácter constructivo más o menos lineal sólo por el simulado de las materias, sino
del ensayo-error de todo el arte tradicio¬ por la posibilidad sincera que entrañan de
nal hasta principios de los cincuenta, se ofertar más de una cara o posibilidad
46
ha evolucionado hacia las asociaciones de ser (fig. 108).
continuas y las estructuraciones de imáge¬ La escultura, actualmente, recoge el
nes interactivas, y esto debido principal¬ gusto por la transformación derivado del
mente a todos los procedimientos infor¬ campo de la imagen electrónica, y así
máticos. La multiplicidad de datos sobre presta una atención inusual a los procedi¬
los que trabajar otorga al concepto escul¬ mientos, identificándolos cada vez más
tórico un nuevo carácter de provisionali- con la propia actividad. Sabemos que
dad y revisión, más adecuado a ese pensa¬ toda obra es resultado de la actualización
miento complejo del que hablábamos, (por tanto provisionalidad) de una infini¬
que necesita de la constante reestructura¬ dad de elecciones entre un repertorio de
ción de imágenes y de conceptos seleccio¬ alternativas que, incluso eliminadas en la
nados por la memoria. representación final, actúan y perturban
la obra ofrecida por definitiva. Toda una
pluralidad de opciones tuvieron que
¿Pero sigue siendo real sacrificarse al servicio de la unicidad de la
la realidad? forma. Esta renuncia a la multiplicidad,
Por eso no podemos, al tratar estos aspec¬ que la escultura tradicional objetual
tos, desligarlos del carácter cultural que desarrollaba y asumía, es subsanada por
llevan implícito. Qué duda cabe de que en el trabajo realizado en gran parte de la
la apreciación matérica se encuentran, escultura posmoderna, mediante la expo-
H a c i a una definición de la forma y la m a t e r i a , si esto es p o s i b l e . .
sición y muestra del proceso. En ocasio¬ Lo que sí creo va a resultar conve¬ 1986.
nes, sólo del proceso, sin conclusión, niente, al menos como procedimiento La apariencia es la única realidad
subrayando con ello que una gran obra operativo, es posicionarnos y, desde ese a la que referirnos.
nunca está acabada. Con ello, la incerti- lugar elegido (el que sea), caminar. Por¬
dumbre y la indeterminación pasan a ser que la experiencia me dice que tan am¬
cualidades estructurales de la escultura, plias posibilidades y tan infinitas deman¬
pretendiendo que la parodia, la aporía, la das no dejan de encontrarse referidas a
contradicción, consigan el ensancha¬ ese fenómeno concreto que somos cada
miento de la función significante del cual, y desde ahí, el infinito que barajo
arte, d e m a n d a n d o por parte del especta¬ como proyecto se siente caduco, y com¬
dor una nueva lectura que les convierta prende en sus propias carnes, «encarnan¬
en co-creadores, dentro plenamente de la do», la carencia, la escisión, la herida que
corriente interactiva que propician las lo configura.
nuevas tecnologías. La escultura representa de m o d o
Pero éste no sería ahora nuestro único esta contradicción entre el deseo y
tema, sino más bien intentar concluir, 4'
su satisfacción nunca p o s i b l e , pero an¬
cosa imposible, pues creemos, por todo helo planificado y desarrollado quizá en
lo dicho, que nos situamos ante la ruptu¬ esa constante lucha por el todavía m á s . 48
65
FORMA Y MATERIA
66
3
T I E M P O
El fantasma de piedra
Desde mediados del siglo XIX, la escultu¬ lo divino. La obra escultórica nacía con
ra se vio enfrentada a un cuestionamien- deseo de perennidad, y en ella los dioses
to progresivo de sus motivaciones, y del encontraban la mejor concreción en este
papel que como icono y símbolo le tocó mundo, su «materia definitiva».
desempeñar; sobre todo en lo referido a «Aun siendo el más despreocupado
la escultura conmemorativa, que a la de los hombres, el más desgraciado o el
postre era la expresión escultórica más más vil, mendigo o banquero, el fantasma
importante del periodo dentro de nues¬ de piedra se apodera de usted durante
tro ámbito occidental. La crítica llegó a
su punto culminante cuando, ya iniciado
el siglo XX, el pensamiento vanguardista
invade Europa (fig. 109).
Las voces que se alzaban de este
modo eran capaces de socavar los cimien-
ros del monumento tradicional. Argüían
para ello los débitos de la escultura hacia
aspectos ideológicos que contradecían el
discurso progresista en el que otras disci¬
plinas artísticas encontraban acomodo
con facilidad (la pintura, por ejemplo).
Estas, si bien contaban con un poso his¬
tórico similar, por su propia naturaleza
tenían una mayor capacidad de adapta¬
ción y renovación ante los acontecimien¬
tos emergentes. Se avecinaban cambios,
transformaciones, para los que la grave¬
dad del mármol y el bronce parecían ser,
literalmente, lastres no asumibles en un
tiempo más ligero, más veloz.
67
TIEMPO
Concepto de tiempo
69
TIEMPO
Woldsworthy Midsummer ton (defensor, como d e c í a m o s , de un las preguntas de Leibniz no hace sino evi¬
Snowballs, 21-22 dejunio de tiempo absoluto). Su argumentación denciar nuestra incapacidad de analizar el
2000, nieve y ramas de haya. permitía el planteamiento de preguntas tiempo como una peculiaridad o propie¬
Una bola de nieve, un caluroso desconcertantes: ¿acaso el tiempo es algo dad paralela que, eventualmente (aunque
día de verano. distinto de las cosas que existen en el sea una eventualidad de miles o millones
Independientemente de su t i e m p o ? , ¿existirían las cosas sin el tiem¬ de años), afecta y se incorpora a nuestra
versión en diferido de fotos, p o , o el tiempo sin las cosas? realidad. No se puede concebir el espacio
vídeos, etc., nos encontraríamos El estado de constante transforma¬ o la materia sin la participación del tiem¬
frente a una obra vinculable al ción de la materia la convierte en una po como configurador de ese universo al
concepto relaciona!. cuestión secundaria frente a la propia que pertenecemos.
transformación. En último extremo, la Si en algún m o m e n t o de la reflexión
materia no es lo importante, lo impor¬ acerca del tiempo se planteó la posibilidad
tante es el acontecimiento, el suceso, y el de su estudio como una propiedad más de
acontecimiento en sí es tiempo percibi¬ la cosas, una característica similar al peso o
do. Por lo tanto, la respuesta negativa a a las dimensiones espaciales de un cuerpo,
70
Concepto de tiempo
tal opción fue desechada; supondría que, hecho siempre de la escultura vehículo a Felipe se convierte en un agujero
en cada cuerpo o ser existente, habría un través del cual mostrar las diferentes ideas negro en el que se agolpan el
tiempo con unas cualidades particulares y, de lo temporal que el hombre ha sido ca¬ espacio y el tiempo.
ese fenómeno que llamamos t i e m p o , ha olvidar el «Dios j u e g a a los dados», de representa la inmortalidad.
71
TIEMPO
72
Concepto de tiempo
73
TIEMPO
criterio de progreso en la
capacidad de mimesis).
-[119] Chipriota:
- [120] Etrusca:
cabeza de A t e n e a de O l i m p i a ,
490a.C, terracota.
-[121] Renacentista:
(Valladolid), de Alonso
Berruguete (1488-1561),
madera policromada.
- [ 122] Contemporánea:
pigmento.
74
Concepto de tiempo
quier caso, la concepción del tiempo «Nada hay en la física conocida que
como una flecha indica una fe en el pro¬ corresponda al paso del t i e m p o ; en su mar¬
greso, justificada por el criterio que hace co conceptual, el tiempo no transcurre,
14
siempre del pasado un periodo más arcai¬ sino que simplemente es» (Paul D a v i e s ) .
co (lo que en arte es d u d o s o , a pesar de Pero no parece tan simple. El tiem¬
los argumentos de los que D a n t o se hace po filosófico atiende a las nociones de pa¬
eco) (figs. 119, 120, 121 y 122). sado y futuro que el t i e m p o científico
despacha como variables no ajustadas a
verificación. El tiempo científico sólo
Tiempo humano admite como real el presente, a pesar de
y t i e m p o científico que sus propias especulaciones permiten
H e m o s visto la dificultad que entraña el teorizar sobre clásicos argumentos de
propósito de definir el concepto de tiem¬ ficción: la posibilidad de «viajar en el
p o , y las discrepancias a que dicho inten¬ tiempo». Una ficción, por cierto, funda¬
to da lugar. Hoy día, nuestro «tiempo mental y recurrente en m u c h a s culturas y
cultural» vendría caracterizado por los épocas, porque incide en una dimensión,
encuentros y desencuentros que nos ofre¬ la t e m p o r a l , que aún plantea m u c h o s
ce la coexistencia de dos perspectivas interrogantes.
fundamentales. U n a engloba un cúmulo La noción de tiempo absoluto, pro¬
de experiencias, percepciones y pensa¬ pia de la mecánica clásica de N e w t o n , fue 123. Alfred Hitchcock, fotograma
mientos que surgen desde y para el ancla¬ abandonada debido al cuestionamiento de la película L a s o g a , 1948.
je a una realidad inmediata o, cuando del concepto de simultaneidad (la certeza Rodada en tomas de 10 minutos,
m e n o s , próxima, y que d e n o m i n a r e m o s de que dos acontecimientos estén la película distorsiona la
«tiempo h u m a n o » . ocurriendo en el mismo instante) que sur¬ percepción del tiempo en que
Otra, la del «tiempo científico», cu¬ gió de la teoría de la relatividad. En ella, la transcurre la acción mediante
yos recursos, herramientas y m a g n i t u d e s simultaneidad depende del sistema que se trucos como la aceleración del
sobrepasan nuestra capacidad de aprecia¬ tome como referencia, y así, en sistemas atardecer del fondo (así el tiempo
ción sobre lo que, sin e m b a r g o , podrían diferentes, que se mueven entre sí, se pue¬ del espectador parece ser más
catalogarse como hechos objetivos. de hablar de tiempos diferentes (fig. 123). largo que el de la duración de la
película).
TIEMPO
76
El t i e m p o en la obra artística
frontera marcada por la muerte, nuestra por la que el hombre actual necesite de
cultura no se resigna a una actitud con¬ un constante cambio de actividad que le
templativa, ni renuncia a la vivencia de ese haga sentir vivo, y capaz de transformar y
tiempo con toda la intensidad que le per¬ eludir un destino convencional.
mite el entorno. E s , al fin y al cabo, un Un hecho que la sociedad actual y la
tiempo complejo el humano donde el azar, actividad artística también reflejan per¬
la elección, la novedad no eran fáciles de manentemente. No de otro m o d o ha de
explicar y asumir por el tiempo físico. entenderse el p r o t a g o n i s m o que el tiem¬
Si una de las características del ser p o , desde cualquier perspectiva de análi¬
vivo es su capacidad de hacer cosas, de sis, ha ido adquiriendo dentro del ámbi¬
moverse, de cambiar, tal vez sea la razón to artístico.
77
TIEMPO
de la escena y el espacio del espectador La artista colocó sobre una mesa una (performance), Ñapóles, Studio
están perfectamente acotados. serie de instrumentos que podían provo¬ Morra, 1974.
Pero, cada vez más a m e n u d o , los car tanto dolor como placer (cuchillos, 1. Instrucciones para el público:
procesos artísticos de vanguardia desarro¬ flores, pistolas, perfumes, hojas de afeitar, Hay 72 objetos sobre la mesa
llaron estrategias para conseguir una ma¬ libros...) [...] se hicieron algunos cortes que se pueden usar sobre mí
yor implicación de aquél que hasta ese sobre la piel de la artista, empezó a brotar como se desee.
De manera progresiva se ha produ¬ en la danza, el teatro, la escultura (insta¬ Durante este periodo adquiero
mediaba entre obra y público y, simultᬠnet art, p o d e m o s encontrar modelos de Duración: 6 horas (8 pm - 2 am).
79
TIEMPO
Aceleración
Hoy día es imposible hablar de la dimen¬
sión temporal sin hacerlo a la vez de otro
asunto que incide en todos los á m b i t o s ,
por supuesto también en el artístico: la
«velocidad».
A u n q u e el tiempo es una dimensión
que no se deja estirar o encoger como si
se tratara de una goma elástica, lo
percibimos con cierta capacidad de
distorsión. Lo que afecta al espacio afecta
al tiempo y viceversa; por ejemplo, una
tarea que, gracias a un nuevo medio
técnico, puede realizarse en un periodo
más corto logra, en principio, dilatar
nuestro tiempo de ocio. La rapidez de un
viaje en tren de alta velocidad nos hace
sentir la distancia que media entre el
punto de partida y el de llegada menor
de lo que es.
La mutua dependencia entre espa¬
cio y tiempo viene definida por la veloci¬
dad, y es esta la que ha determinado el
proceso de cambio moderno (figs. 128 y
129). Velocidad vivida como aceleración
de nuestro propio desplazamiento, de
la accesibilidad a diferentes ámbitos, en la 130. Diseño de Issey Miyake.
capacidad de simulación de la realidad. Nuestro modo de metamorfosearnos
Todas ellas pautas de c o m p o r t a m i e n t o , inocuamente: el cambio de piel, la moda.
que construyen un m o d o diferente de
128 y 129. Yves Klein/Jean relacionarnos con el entorno. una transformación radical de los medios
Tinguely, E x c a v a d o r a del espacio D e s d e las imágenes del Futurismo utilizados con una velocidad enorme en
(en reposo y en m o v i m i e n t o ) , hasta los fotogramas de animación vir¬ comparación con lo que nos muestra
1958, en la exposición «Velocidad tual, creadas por el ordenador, ha habido todo el periodo histórico previo.
pura y estabilidad monocroma».
80
El t i e m p o en la obra artística
81
TIEMPO
82
Tres dimensiones, cuatro dimensiones
r e c o r d a d o , 1998, instalación
audiovisual.
83
TIEMPO
que su papel simbólico, su lugar o su pujante y dinámico entre el resto de dis¬ sighing t r e e , 1994.
función se transformaron radicalmente. ciplinas plásticas. El punto de partida La obra escultórica pide también
La estabilidad que las fórmulas con que se encontraron las vanguardias ser escuchada.
85
TIEMPO
86
Tres dimensiones, cuatro dimensiones
La obra escultórica aparece como la planteadas, el gesto y la señal que el autor (fotografía de María Netter).
87
139. Donald Judd, Straight Single 740. Antonio López, H o m b r e y mujer,
ciamiento para mantener la pureza en la Una labor minuciosa, de mimo constante del
88
Tres dimensiones, cuatro dimensiones
material en la obra, hace que ésta, como más p r ó x i m o , con parte de la vida que en
es lógico, adquiera cualidades físicas de algún m o m e n t o tuvo.
ese material, que también hablan de su M á s difícil resulta encontrar pistas
tiempo de formación (fig. 143). Al me¬ semejantes en un objeto de plástico, tan
nos así ha sido con las materias tradicio¬ sólo su referencia directa al siglo X X , en el
nales, puesto que los materiales sintéticos, que se desarrolla la industria de esta ma¬
cada vez más abundantes, no muestran teria sintética; materia que, además y
una referencia tan clara de su proceso de muy a m e n u d o , adopta un aspecto
génesis y, por lo tanto, de su «edad». distinto a su naturaleza. Mejor sería decir
El carácter imperecedero de la piedra que su naturaleza es precisamente la de
en parte se debe al periodo de formación ser transformable (fig. 144).
que ha sufrido, de miles o millones de Pero la capacidad de transforma¬
años, del m i s m o m o d o que la cálida ma¬ ción, en diferentes grados, es c o m ú n
dera incorpora en el objeto un tiempo a todas las materias, tradicionales y nue¬
144. Claes Oldenbourg, v a s , y, puesto que se trata de un rasgo
Exprimidor blando, 1965, vinilo y 145. Roben Morris, U n t i t l e d , 1967, fieltro. propio de la época, tiene un reflejo cons¬
pelo sintético. Morris, representante del arte procesual, ataca tante en la producción de obras artísti¬
la idea según la cual el arte es una actividad cas. Sobre todo a partir de la década de
cuyo resultado es un producto acabado. los sesenta c u a n d o , también en respuesta
a la asepsia con que el arte minimal ha¬
bía tratado ese aspecto, algunos artistas
dirigen su interés hacia la materia, su
naturaleza y los procesos asociados a ella:
el llamado arte procesual (fig. 145).
La incorporación de la indetermina¬
ción, de la estructuración espontánea del
material y su presentación, hasta cierto
punto libre de formalismos, plantea tam¬ Aparte del envejecimiento intrínseco, a Jorge Guillen I I I , Valladolid,
bién un tiempo de proceso, de c a m b i o , ésta es la principal razón por la que los 1982.
que la obra muestra explícitamente. Un productos sintéticos se tiran a la basura» Empleo de acero corten cuya
se deforma o cristaliza. C u a n d o , como en el caso de las ins¬ espontánea pero veloz, de una
Esa mirada atenta al proceso y a la talaciones, el desarrollo tridimensional capa de óxido protector.
91
TIEMPO
92
Tres dimensiones, cuatro dimensiones
93
TIEMPO
piejo de sentimientos internos que influ¬ escultura aparece sin tapujos y estructu-
yen mucho más de lo que admitimos ralmente en los nuevos templos arquitec-
conscientemente en nuestra comprensión < tónicos (baste recordar la obra de Santia-
del ambiente exterior. [... ] Las ideas de go Calatrava, N o r m a n Foster o Frank
arriba/abajo, fundamentales para nuestra Gehry) (fig. 151).
orientación, son las que al m i s m o tiempo Casi siempre los objetos expuestos al
muestran una mayor inestabilidad y un observador mantienen una coherencia
34
mayor atractivo» . con su escala, pero, cada vez se muestra
A s i m i s m o , el tamaño impone una un mayor interés por el análisis de las di¬
percepción del tiempo distinta en su vin¬ vergencias o los vínculos del hombre con
culación con la obra, y que tiene m u c h o un entorno en transformación. Y una de
que ver con nuestra propia entidad las cuestiones fundamentales es nuestra
corporal. posición, la j e r a r q u i z a c i ó n que con res¬
De la escala depende, es evidente, la pecto a nuestra propia persona genera el
implicación física del espectador. Si el es¬ ambiente, con toda su carga social, psico¬
pacio al que afecta la obra tridimensional lógica, etc. El h o m b r e , como individuo,
está resuelto de m o d o que facilite su como ente físico, ocupa un lugar no ne¬
recorrido, se establece un mayor grado de cesariamente privilegiado o central. Al
conexión con él. A d e m á s , potenciará la fin y al cabo el material h u m a n o se
apropiación, por parte del ojo, de otros gestiona, en numerosas ocasiones, como
recorridos, tal vez meramente visuales, cualquier otro material.
pero constructores, al igual que el resto, U n a interpretación rotunda en este
de la experiencia espacio-temporal que la sentido es el manejo de las escalas en la
obra propone. En este sentido, arquitec¬ representación del cuerpo y de los ele¬
tura y escultura vuelven a encontrar inte¬ mentos circundantes. Las referencias al
151. SITE (grupo de arquitectos), reses c o m u n e s que se manifiestan, en la tema del tamaño relativas al cuerpo son
Sculpture ¡n the Environment mutua adaptación de principios diferen¬ muy abundantes en la escultura actual
(Esculturas en el e n t o r n o ) , temente explotados por una y otra. El (por ejemplo, en la obra de Antony
Supermercado BEST, Towson, desarrollo de recorridos al que siempre Gormley o Ron M u e c k ) .
Maryland, Estados Unidos, 1978. ha estado atenta la arquitectura, ahora Por otro lado, el interés renovado
Supermercados y museos se aparece notoriamente en la obra de innu¬ por el papel de la escultura en el espacio
erigen como monumentos a lo merables escultores; a s i m i s m o , la experi¬ público provoca una atención especial a
efímero, unos, y a lo permanente, mentación formal y constructiva de la todos los problemas suscitados por las di¬
otros. mensiones de la obra. Y en ese ámbito, ya
trasnochadas las exaltaciones de actos,
personas o estados, la escala humana es
la preponderante.
Sin e m b a r g o , la experimentación
con la escala ha adquirido de nuevo im¬
portancia. Su aplicación a la obra artística
afecta al propio recorrido (ya sea efectivo
o visual) que el observador necesita para
aproximarse a ella. Y como recorrido con¬
tiene una dimensión temporal que se in¬
corpora a la experiencia general.
El tamaño impone un tiempo y una
multiplicidad de perspectivas, ya se trate
de obras m i n u c i o s a s , miniaturas o de
35
gigantescas estructuras .
94
Tres dimensiones, cuatro dimensiones
M a r s y a s , 2002, acero y
membrana de PVC.
Modern (Londres).
nos proporcionan la
tiempo de observación.
153
95
TIEMPO
En esos casos la obra parece asumir más accesible (sin serlo de verdad) y pró¬
un tiempo propio, independiente del que ximo. La miniaturización es una fórmula
aplica el observador (figs. 152 y 153). de apropiación del espacio que crea una
Así, el tiempo del hombre parece sensación de control, también por lo que
correr más aprisa ante el tiempo más respecta al tiempo, que parece hacerse
pesado y distante de la obra de gran más dúctil cuando el espacio es abarcable
tamaño. Para abarcarla necesitamos de y manipulable.
un tiempo mayor con que aunar visiones La miniatura contiene a menudo
parciales, e igualmente necesitamos dis¬ una referencia nostálgica, en su represen¬
tancia para obtener una imagen global. tación de escenas o ámbitos, o en su vin¬
Se pone a prueba la capacidad anes¬ culación al juguete como pasado común.
tésica del cuerpo, una sensibilidad hacia Pero también funciona como un universo
su propio movimiento y su ubicación desplegado para la experimentación, en el
espacial. El cuerpo se siente implicado que los objetos se convierten en matraces
desde su pequenez, minimizado, de tal y probetas donde se plantean hipótesis y
modo que pierde toda intimidad con la se juega con tiempos reales, probables o
obra. Lo que, no obstante, puede apre¬ por completo ilusorios (fig. 154). De
ciarse como algo positivo plástica o con- cualquier modo, en ambos casos, ante la
ceptualmente. sobredimensión o ante la reducción, el
Por el contrario, cuando la escala es escenario manifiesta una irrealidad tem¬
inferior a la humana, el objeto adquiere poral además de espacial; en ambos existe
una inaprensibilidad latente.
unas nuevas propiedades que lo hacen
96
Lo eterno y lo efímero
Lo eterno y lo efímero
97
TIEMPO
9 8
Lo eterno y lo efímero
piar del todo penetrando en ellas. El con- cuerpos reales en el segundo, en un trán-
junto consta de tres sendas, la última de sito que emula la figura de Walter Benja-
las cuales consiste en un túnel, excavado mín sumido en la meditación de su trági-
en la roca, que desciende peldaño a pelda- co destino.
ño hasta llegar a una pared de cristal. Tras Las dos obras provocan un ejercicio
ella se ve el mar (figs. 159 y 160). de memoria desde supuestos muy distin-
Así, la obra enfatiza la acción del es- tos. Desde una imagen o desde una vi-
pectador, hasta convertirse, básicamente, vencia, las dos nos hablan de un tiempo
en un marco para el recorrido que ha de inasible.
realizar el visitante. Así pues, la identificación de la
En el Mausoleo del mariscal, el escultura como salvaguarda de la memo-
41
espectador obtiene una imagen potente, ria persiste en determinados casos, pero
pero distanciada y escenificada, del acon- mediante un cambio en la relación espa-
tecimiento idealizado de la muerte. En cial y temporal establecida con la obra.
el segundo caso, el visitante tiene una vi- El protagonismo se desplaza desde
vencia propia, con la experiencia de un el énfasis del personaje, a través de la
descenso real, de un recorrido sugerente contemplación de la obra, hasta la parti-
pero no explícito. Las imágenes marmó- cipación del espectador en ella y su expe-
reas del primer ejemplo se sustituyen por riencia directa de la escena.
99
TIEMPO
100
Lo eterno y lo efímero
evidente en el entorno urbano, donde, a pos remotos, que por serlo les otorgaba
pesar del papel secundario que tiene frente una dignidad característica, ahora se
a arquitectos o urbanistas, el escultor se ha conseguido aplicar métodos similares
afana en dejar huella, o, quizá, un futuro a la reconstrucción constante del presen-
poso arqueológico (fig. 161). te. ¿Cómo? Mediante el análisis de los
procesos de cambio.
Ese mismo interés ha hecho que el
Memoria y olvido mundo del arte dirija su atención a temas
como la transformación o la metamorfo-
«Esculturas: percheros del tiempo.» sis, realizando una especie de arqueología
Indio Juan* 2
del presente.
Pero el tiempo actual no se distingue pre¬ Un presente que, en muchas ocasio-
cisamente por su atención al pasado, al nes, se hace explícito a través de materia¬
menos no a ese pasado simbólico, rico de les poco transitados, pero susceptibles de
contenidos, celoso de sus secretos. Ahora crear una imagen clara de inestabilidad,
se disecciona, se descodifican todos los je¬ por ser proclives a la consumición, putre¬
roglíficos, con un afán de transparencia. facción, condensación, degradación...
La rememoración tiene un interés siste¬ Una imagen poco digna, según criterios
mático, esclarecedor (antropológico, convencionales, pero viva.
arqueológico, paleontológico) que rápida¬ Nunca se prestó tanta atención a las
mente archiva los resultados. basuras como objeto de estudio salvo en
«Paradójicamente, vivimos a la vez la reconstrucción del pasado, o en la
en un mundo sin memoria y en un mun¬ labor detectivesca (basuras que han dado
do sin olvido, debido al ensañamiento en a la arqueología, por ejemplo, muchos de
actualizar por la fuerza aquello que ya ni los datos de que dispone). A menudo las
tan sólo recordamos. manifestaciones artísticas actuales pare¬
»Cada vez se exhuman más cosas cen continuar dicho trabajo, pero no
únicamente para ser inhumadas de nuevo ya con un empeño memorístico sino, al
inmediatamente después, se rescatan de la contrario, dando relevancia a la transito-
muerte para ser criogenizadas a perpetui¬ riedad.
162 y 163. Antoni Miralda,
43
dad» (Jean Baudrillard) . De la sensación de precariedad que Patriotic Banquet, propuesta para
Si el pasado suscitaba una búsqueda ofrecían las obras del «arte povera» y del la «Documenta V» (Kassel, 1972)
a través de hechos acontecidos en tiem- llamado «arte procesual», hasta la refle- y el Museum of Modern Art
(Nueva York, 1973).
101
TIEMPO
xión que sobre el asunto provocan las del La escultura asume entonces, ade¬
arte conceptual, muchas de sus manifes¬ más del papel simbólico desempeñado a
taciones han utilizado materiales que en lo largo de la historia, mediante su víncu¬
otra época se considerarían «improceden¬ lo con lo trascendente, con valores inalte¬
tes»» (figs. 162 y 163). rables, otros que, a menudo, recaban la
Estas obras, como los materiales que atención del espectador hacia su propio
las soportan, recurren a su carácter efíme¬ presente, hacia el tiempo real de la obser¬
ro como revulsivo ante una época contra¬ vación y de lo observado. El tiempo se
dictoria en la que conviven criterios de inserta en el discurso escultórico con
embalsamamiento con un olvido letárgi¬ toda la fuerza que le otorgan su realidad
co. El hombre puede contemplarse en material y su presencia física, las mismas
ellas con la certeza de pertenecer a la mis¬ que en otros momentos hicieron de las
ma categoría, a la de lo perecedero. esculturas «percheros del tiempo».
102
4
M O V I M I E N T O
Hay sobre el techo de la gran sala de los tes, corriendo, y nos resulta sencillo
policromos de Altamira una imagen reconocer sus movimientos (figs. 164 y
q u e , pese a su precario estado actual, 165). En el caso del jabalí parece que el
resulta ciertamente sugerente y enigmᬠautor no encuentra suficientemente
tica, representa un jabalí que corre eficaz la fórmula que utiliza en otras
velozmente. En su carácter general no se situaciones y busca una alternativa que
diferencia de las otras figuraciones que exprese con más elocuencia la velocidad
vemos en el conjunto pictórico ni del con la que se desplaza el animal y, sobre
resto de las imágenes que nos dejó el todo, la rapidez con la que mueve sus
h o m b r e del paleolítico, donde se mani¬ patas, y así éstas se multiplican en un
fiesta un especial interés por la represen¬ alarde de libertad creativa. Resulta emo¬
tación de los seres vivos, en actividad, cionante pensar en los sentimientos de
con m o v i m i e n t o s y gestos a n i m a d o s . Es frustración y soledad del ser humano
la vida lo que se intenta plasmar, sin em¬ que es capaz de abrir esas puertas y pisar
b a r g o , la vida es c a m b i o , transición, algo esos terrenos desconocidos.
fugaz y escurridizo, algo que parece fas¬ En torno a los intereses personales y
cinar al artista p que le resulta difícil las intenciones expresivas que mueven al
de aprehender con sus medios de repre¬ artista, dentro del propio acto creador
sentación. Sobre el m i s m o techo encon¬ aparece siempre como lugar común la
t r a m o s otros animales, ciervos y bison- configuración de un mundo particular
poblado de seres, objetos o ideas que vie¬
nen a ser el reflejo de esa visión personal
que cada individuo tiene de la realidad
103
MOVIMIENTO
que le rodea. Intimamente ligada a esa muchos espectadores creen ver en la pin¬
particular apreciación del mundo, aparece tura o en la escultura? ¿Es, acaso, este
la necesidad imperiosa de recrear alguno ' hecho tan frecuente una mera ilusión o
de sus aspectos como medio de conoci¬ realmente una escultura, en su inmovili¬
miento, relación o comunicación del dad, puede reproducir o albergar vida?
individuo con su entorno. Una de las ¿Cómo funciona este proceso mediante el
características más comunes de las pro¬ cual sobre una materia inerte se puede
ducciones artísticas, que a lo largo de la llegar a «ver» un movimiento? ¿De qué
historia del hombre se han venido suce¬ mecanismos se vale el escultor para lograr
diendo, es precisamente la recreación de algo que, a pesar de resultar común, no
algo tan fugaz ya la vez tan evidente deja de asombrarnos en cuanto nos dete¬
como es la vida, el movimiento y, en defi- nemos a reflexionar sobre ello?
nitiva, el cambio. El empeño por plasmar Estas preguntas afloran de forma im¬
la vida, el cambio, el movimiento a través perativa al tratar de analizar la relación
de imágenes plásticas se nos muestra que se establece entre el movimiento y la
como una constante desde aquellas pri¬ escultura como sistema de expresión.
meras manifestaciones artísticas; sin em¬ Es ésta una relación que se apoya en
bargo, es ésta una aspiración que a menu¬ un conjunto de convenciones particula¬
do adquiere tintes de absurdo y que en su res, propias y específicas de cada contexto
origen parece una lucha condenada al fra¬ creativo y perceptivo, ligadas a una parti¬
caso. ¿Cómo pretende el escultor capturar cular forma de hacer pintura o escultura,
en un mármol el vuelo del pájaro? ¿Cómo a un «estilo», y que obedecen a unas in¬
se propone que la materia inerte vibre y se tenciones y unas necesidades determina¬
agite al referirse al cuerpo vivo del mode¬ das. Como señala Gombrich, «todo arte
lo? ¿Qué empuja al artista en su ansia de es "producción de imágenes" y toda pro¬
remedar a Pigmalión? ¿Hasta qué punto ducción de imágenes está enraizada en la
es verdadera o real la vida que a menudo creación de sustitutos»'.
Representación y movimiento
que un monolito pétreo, que no necesa¬ aquello» se hace a partir de unos determi¬
riamente había de poseer rasgos antropo- nados presupuestos que tenemos que
mórficos, encarnaba la presencia de un conocer tanto para crear la imagen como
difunto a través de un ritual, poniendo en para comprenderla. Estos presupuestos
relación, de esta forma, el mundo de los establecen un ámbito con una sensibili¬
2
vivos con el de los muertos . dad específica. Cada época, cada cultura,
Si bien es posible hallar connota¬ tienen su propia sensibilidad y a través de
ciones formales en el Koxoaaó, como ella el individuo, indirectamente, conoce
son su inmovilidad, su carácter pétreo, la realidad. Por lo tanto, las representa¬
su anclaje en la tierra, su verticalidad, ciones han de entenderse como las imá¬
etc., éstas no son suficientes como para genes del mundo visto desde una sensibi¬
tomar a estos monolitos como dobles lidad concreta, conformada no sólo a
del muerto, se precisa el rito mediante el partir de la sensibilidad propia del indivi¬
cual la piedra pasa a ocupar el lugar del duo, sino, sobre todo, por la sensibilidad
muerto, logrando así la presencia de éste colectiva, que viene a ser el denominador
entre los vivos. común del conocimiento que del mundo
Por lo tanto, en este tipo de repre¬ tienen el conjunto de individuos que
sentación, mediante un acto ritual, se da constituyen un grupo social.
a un objeto un nuevo significado, al Toda representación comporta, en
tiempo que se presenta al difunto bajo mayor o menor medida, un cierto grado
una forma nueva. de novedad en relación con la sensibili¬
Pero hay otros tipos de representa¬ dad colectiva existente.
ción en los que el carácter ritual de la Trasladando esta terminología al
mimesis es sustituido por la sugestión; ámbito particular que pretendemos ana¬
ya no es una mimesis auténtica sino una lizar, se plantea la necesidad de definir
simulación, y por ello es preciso desarro¬ claramente lo que se entiende por repre¬
llar aquellos elementos que hagan de esta sentación del movimiento a través del
simulación un acontecimiento o una lenguaje escultórico.
presencia convincente y creíble. Se in¬ Un bailarín o un actor sobre el esce¬
tensifica así la semejanza entre el objeto nario desarrollan la representación de
representado y la representación del unos movimientos o sucesos. En su len¬
objeto. En este caso, desde el punto de guaje específico, la ilusión tiene su sopor¬
vista formal, el soporte físico de la nueva te físico en unos movimientos y unas
presencia comporta un mayor parecido, acciones reales; la eficacia o la pericia del
y cuanto más se asemeje el objeto y la artista radica en lograr que el espectador,
imagen que de él se da, más eficaz será el público, se olvide de la distancia y las
este tipo de representación al hacer que circunstancias que separan la acción que
la simulación pase desapercibida para el se simula o interpreta y la propia inter¬
espectador. pretación que a partir de ella se crea en la
Las representaciones que apoyan la escena, es decir, conseguir que el especta¬
nueva presencia en un ritual generan imᬠdor ignore la simulación y asuma como
genes de un marcado carácter simbólico, verdad lo que allí se representa y que
son auténticos símbolos y, por tanto, sus¬ no es más que una ilusión.
tentados por una relación convencional Pero en el lenguaje propio de la
que de algún modo ha de ser aprendida. escultura, o al menos el que tradicional-
Llegados a este punto conviene se¬ mente se entiende por lenguaje escultóri¬
ñalar que toda representación funciona , co, el soporte físico de la representación
dentro de un marco sociocultural concre¬ es el espacio definido a través de una
to; es decir, cuando se afirma «esto es materia, el tiempo no forma parte de este
MOVIMIENTO
106
Sensación-percepción
Sensación-percepción
La tradición filosófica, que hunde sus raí¬ de la experiencia sensorial debe actuar la
ces en el pensamiento griego, sin dejar de razón. Sin embargo, la moderna psicolo¬
valorar los sentidos y las sensaciones que gía cuestiona el antagonismo que los
nos llegan a través de éstos, establece una clásicos establecen entre la percepción
clara división entre lo que es el proceso sensorial y el razonamiento, defendiendo
de recogida de información y lo que es su que el pensamiento tiene en su esencia
3
procesamiento . Sin negar la necesidad un carácter perceptual, y que la noción
de los datos sensoriales en bruto, se con¬ que obtenemos del mundo exterior a
sidera esta tarea de recopilación de infor¬ través de los sentidos es un proceso com¬
mación como una función de orden infe¬ plejo en el que participa la inteligencia,
rior, reservándose para estratos cognitivos un proceso que nos permite estructurar
superiores las labores de crear conceptos, la realidad y del que emanan las ideas .4
107
MOVIMIENTO
108
Sensación-percepción
derivar de ese conjunto de pistas, es decir, palabras, hace que muchos observadores
toma una decisión relacionando el estí¬ vean lo que se les sugiere.
mulo con la categoría correspondiente Aquí, al margen del soporte fisioló¬
(fig. '68). gico que se le pueda dar al movimiento
Según estos términos, a partir de los autocinético, queda patente la posibilidad
datos suministrados por la estimulación de influir en la percepción mediante la
sensorial nuestro cerebro emite una sugestión, lo que refuerza la concepción
hipótesis referida a la naturaleza del fenó¬ de la respuesta perceptiva como un com¬
meno que se desarrolla ante los ojos, plejo proceso que va más allá de lo mera¬
hipótesis que no necesariamente ha de mente sensorial y en el que participan
ser cierta, pero sí ha de ser comprobada mecanismos mentales considerados de
con posteriores percepciones. orden superior por la psicología clásica.
Por último, nos interesa recoger en Intentando resumir las cuestiones
este apartado otro fenómeno relaciona¬ planteadas anteriormente podemos
do con la percepción de movimiento en deducir las siguientes conclusiones:
ausencia de un estímulo móvil, nos refe¬ • Cuando se trata del movimiento
rimos a la llamada «técnica de la palabra representado en imágenes estáticas,
autocinética». Como hemos visto al salvo en circunstancias muy concretas,
comienzo de este apartado, una de las ha de hablarse de percepción y no de
formas de conseguir que un punto de sensación de movimiento, ya que la esti¬
luz parezca en movimiento es contem¬ mulación visual no corresponde a un
plando dicho punto en un cuarto movimiento real.
completamente oscuro, se trata del • La percepción de movimiento no
denominado movimiento autocinético; tiene únicamente un soporte fisiológico,
la técnica a la que nos referimos se deriva sino que es un proceso más complejo en
de esta ilusión de movimiento y consiste el que se implican operaciones mentales
en un tipo de test, realizado en un cuar¬ de orden superior, en las cuales ha de
to oscuro, en el que se sitúa al observa¬ encontrarse la explicación para la percep¬
dor, y se le propone que contemple un ción de movimiento en una imagen está¬
punto de luz que, al moverse, formará tica. La asociación, la generalización, la
letras o palabras. La luz en realidad está abstracción y el razonamiento, junto con
inmóvil, pero el efecto del movimiento factores como la experiencia previa y la
autocinético, en combinación con la sugestión, serán, por tanto, los mecanis¬
sugestión de que se van a ver letras o mos más destacados de este proceso.
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La dinámica visual
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El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual
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El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual
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£1 m o v i m i e n t o y las imágenes estáticas. La dinamica visual
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El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual
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MOVIMIENTO
realizando, y que lo que se tiene delante presenta como una solución paralela a
no es el fragmento de una acción sino la propuesta por Rodin e íntimamente
1
una totalidad ' (fig. 193). relacionada; aquí, la intención es referirse
195. Soldados nubios al servicio La repetición de líneas, esquemas o al desplazamiento del objeto o la figura
del príncipe Mesehti, Asiut, figuras dentro de una misma imagen se en su conjunto y no tanto al movimiento
Imperio Medio, X dinastía. relativo de las partes, algo que vemos
claramente al analizar la manera en que
se describe el movimiento en obras como
el relieve de los Acarreadores de leña, pro-
cedente del palacio de Sargón II, en Jor-
sabad, o el grupo de Soldados nubios al
servicio del príncipe Mesehti, del Imperio
Medio; el escultor se apoya en la repeti¬
ción de las figuras y su yuxtaposición en
una misma composición para describir el
movimiento de avance de los personajes,
que, si son analizados de forma individua¬
lizada, pierden sin duda vivacidad y dina¬
mismo en sus actitudes (figs. '94 y '95).
Los futuristas, con su especial interés
por la velocidad y por el dinamismo de
120
El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual
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MOVIMIENTO
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El movimiento y las imágenes estáticas. La dinámica visual
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MOVIMIENTO
La escultura cinética
Debemos ahora ocuparnos de aquellas crear esa imagen son propiamente escul¬
manifestaciones plásticas en las que el tóricos, sin importar, al hacer esta apre¬
escultor no aborda el problema de la re¬ ciación, que los volúmenes puedan o no
presentación del movimiento sólo como articularse o cambiar en su organización,
una realidad a la que se remite a través de puesto que, a pesar de los cambios, van a
la articulación de unos medios expresivos seguir representando a ese personaje; sin
de carácter estrictamente volumétrico, embargo, su actitud o su movimiento no
sino que, buscando en otros ámbitos de quedan definidos en esa representación,
la expresión artística, extrae los recursos no tendría sentido, es una pieza creada
con los que construir una obra en la que para moverse o, si se prefiere, para ser
el movimiento se transforma en el movida; la representación de una acción
elemento esencial de la imagen, tanto a por medio de una marioneta se lleva a
nivel de significado como de significante, cabo con movimientos reales como en el
no sólo como elemento al que se hace teatro o la danza, con la salvedad de que,
alusión, sino también como medio con en esta ocasión, esos movimientos los
el que se alude. El escultor, a la hora de materializa el artista a través de unos
elaborar este tipo de representaciones, se volúmenes inertes pero articulables en el
apoya también en la articulación de la espacio y en el tiempo (figs. 2 0 ' y 202).
dimensión temporal, y entonces el movi¬ Podemos decir que en este tipo
miento se interpreta con auténticos mo¬ de representación confluyen dos tipos de
vimientos. El paso del tiempo ya no se lenguaje; por una parte, los medios
presenta con volúmenes organizados de propiamente escultóricos atienden a la
una manera particular, sino con cambios representación de la figura de forma que
en la configuración de esos volúmenes. el público reconozca en esos volúmenes
Pensemos, por ejemplo, en un títere o al personaje que se pretende presentar;
marioneta que representa a un determi¬ por otra, los medios específicamente tea¬
nado personaje mediante una composi¬ trales entran en juego a la hora de utilizar
ción volumétrica concreta. Se puede esas formas para presentar un acción.
201. Miniatura del Hortus
considerar como una pieza escultórica, ya Características muy semejantes se
deliciarum de Herrade de
que los medios expresivos utilizados para dan en el caso del muñeco que el niño
Landsberg, finales del siglo xii mueve para simular una acción, ya que,
en esencia, tenemos unos volúmenes
más o menos esquemáticos que recons¬
truyen las formas de una figura humana
o animal, y a las cuales de manera sim¬
bólica se da vida para reproducir una
actividad o un suceso. Cuando el niño
juega con un trozo de arcilla, modelando
una figura, a menudo no se conforma
con la elaboración de un esquema
elemental que le permita obtener un
sustituto en barro del personaje repre¬
sentado, sino que, de forma fluida, sin
solución de continuidad, parece seguir
«modelando», al darle vida (animarlo)
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El movimiento real en la escultura. La escultura cinética
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MOVIMIENTO
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5
L E N G U A J E
«Las líneas, las figuras, ¿quién puede leerlas?»'. Teniendo conciencia de los múlti¬
ples puntos de vista desde los que puede
Son muchas las reflexiones estéticas abordarse el tema del lenguaje, he descar¬
desarrolladas sobre el estudio de las rela¬ tado realizar una lista cronológica o resu¬
ciones entre arte y lenguaje, todas las men de cómo se ha ido debatiendo alo
investigaciones filosóficas realizadas son largo de la historia e intento hablar desde
fundamentales, dejan entrever las posibi¬ mi experiencia como escultor «hacedor»
lidades del lenguaje, invitan al juego que que investiga el lenguaje como forma de
lo mantiene vivo (fig. 220). pensamiento, como obra de arte.
135
LENGUAJE
136
Arte como lenguaje
El lenguaje contribuye al despliegue reconocer cierto poder predictivo al lengua de los pájaros. Versión
de la conciencia de uno mismo, permite lenguaje que tiene que ver con los víncu- Galería Luis Adelantado.
Foto Juan García Rosell.)
137
LENGUAJE
los que se generan en ese proceso del que fuera de los códigos preestablecidos. Par¬
habla Adam Schaff. Pensamiento y len¬ ticipar de cualquier propuesta artística
guaje se generan unidos, anticipándose tentados por el hechizo, no dictado por
incluso a uno mismo. El niño, sólo a tra-' el artista como «genio», sino por la obra
vés del lenguaje, puede conocerse, saber¬ como signo, como lenguaje. El arte pro¬
se como un yo distinto al resto. Incluso pone, sugiere, provoca, descoloca.
paradójicamente, al pronunciarse, es él Robert Wilson, al comentar su labor
quien en el acto de comunicarse se mues¬ como escenógrafo, habla de la experiencia
tra en parte, para verse como un yo autó¬ como forma de pensamiento. Transcri¬
nomo. Necesidad de mostrarse no tanto biendo sus propias palabras, dice: «El
para ser visto sino para verse. teatro es algo que se experimenta, y expe¬
La necesidad comunicativa parte de rimentar es un modo de pensar. No se
este reconocimiento de independencia experimenta exclusivamente con la mente
frente al otro. Conciencia de soledad y sino también con el cuerpo: estoy conmo¬
necesidad social se producen en el len¬ vido, estoy emocionado, me pasa algo» . 3
guaje. Arte también, como herramienta Comparto esta idea sobre la expe¬
de reflexión social, lengua que habla no riencia como pensamiento, pues tanto
sólo de un yo individual, el del artista, autor como espectador se transforman de
sino de un sentir plural de la sociedad del alguna manera en el hecho artístico. Vi¬
momento. Esta premisa parte de los ven un sentir distinto al habitual que am¬
cambios evidentes que se van generando plía su mirada, su experiencia y la forma
en la forma de expresión del arte, bús¬ de articular su conocimiento.
queda continua de nuevas motivaciones, Lejos del mito del artista, de la idea
de nuevos intereses que ocupan el queha¬ del genio creador, defiendo el arte como
cer plástico y que se convierten en actos una opción más, un ejercicio de pensa¬
detonantes del ser o estado social y, en miento desde el que tanto espectador
sentido inverso, son consecuencia del como artista reflexionan la vivencia y
pensamiento actual. asimilación de su entorno. Perspectiva
El arte como lenguaje participa de desde la que todos somos «artistas», auto¬
sus funciones además de profundizar y res de nuestro conocimiento.
ampliar su sistema de articulación a otros Tal vez, el misticismo y respeto
ámbitos, ampliando sus posibilidades. hacia la obra de arte es consecuencia de
Sin dejar de apreciar la flexibilidad esa cualidad citada anteriormente respec¬
del lenguaje verbal, su capacidad de to al lenguaje, al que se le reconoce una
adaptación para facilitar la comunicación, capacidad especial para anticiparse al
a pesar de estar reglado por un sistema de discurso de otros acontecimientos.
códigos preestablecidos en cada lengua, Se le da licencia al artista en su que¬
me gustaría destacar la riqueza del len¬ hacer a pesar de la incomprensión de su
guaje artístico, el potencial autogenético obra en el momento. Aunque defiendo
de sus signos (es decir, la capacidad que esa libertad de expresión, pienso que hay
tiene de generar códigos específicos y que alertar sobre la capacidad del lengua¬
particulares), carácter exclusivo del arte je de transfigurar el pensamiento y la
gracias a que se asienta sobre un sistema necesidad de un sentido crítico al enfren¬
abierto a todas las formas de expresión. tarse a cualquier obra. Hago referencia a
Todas las artes: la música, el cine, el esto para desconfiar del lenguaje como
teatro, la danza, etc., no sólo el lenguaje vehículo inofensivo y cuestionar esa ino¬
plástico, reivindican de alguna manera cente credulidad ante toda obra de arte.
ese «estar abierto» a otras formas de ex¬ El contenido implícito en el lengua¬
presión, ese dejarse llevar, intentar leer je es su potencial comunicativo. Conté-
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Arte como lenguaje
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LENGUAJE
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Arte como lenguaje
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Arte como lenguaje
quien miramos», dice Bill Viola. La risa «El espejo carece de memoria y no
que provoca el juego de aguantar fijamen¬ puede retener una imagen a menos que
9
te la mirada en los ojos de otro no es más ésta se aplique a su superficie» . Ni siquie¬
que la carcajada del absurdo de buscar ra en el espejo la afirmación en la seme¬
más allá de nuestra propia mirada. janza se sostiene con autonomía. Fotogra¬
Pasar al otro lado del espejo, pasear fía como sustituto de memoria, vuelta al
con la mirada en ese otro espacio que se juego de vernos mirando (fig. 230).
nos antoja distinto al nuestro. Cézanne constituye ese sujeto que no
«Si el arte es el espejo de la vida yo es otra cosa que mirada. Mirada sin pre¬
soy el vidriero» dice Michelangelo Pisto- juicios que capta la verdad de la impresión
8
letto . Y convierte las salas del museo de sin pretender asociarla a categorías ajenas
Arte Contemporáneo de Barcelona a sí misma. La imposibilidad de atrapar
(exposición realizada en el año 2000) en conceptos es tratada por Cézanne desde
una escena de imágenes especulares, su planteamiento acerca de la representa¬
puertas accesibles a la exposición a través ción. «El mundo se percibe en la impre¬
del espejo, disposición de objetos en ese sión que de él tenemos, y esa impresión
otro espacio (fig. 229). es tan verdadera, sino más, como cual-
143
LENGUAJE
144
Arte como lenguaje
7
sentadw directa . Creaciones construidas
con valores semánticos donde parte de
los objetos aludidos aparecen en t'rag^
memos conformando coüitges.
nl.as tendencias obje liia I es se reíie •
ren en sentido esirtctQ a aquellas donde
la representación de la realidad objetiva
ha sido sustituida por la presentación de
la propia realidad objetual, del mundo
1
de los objetos» ' (fig. 233),
"Un mundo ficticio que nos permi
te mirar el nuestros" (fig. 234).
145
LENGUAJE
«Los hechos psíquicos son formas, es « cación contamos con tres elementos bási¬
decir, unidades orgánicas que se indivi¬ cos: un emisor (el que produce y emite
dualizan y se limitan en el campo espa¬ los mensajes), un mensaje (el material
cial y temporal de percepción o de repre¬ que se transmite) y un receptor (la
sentación»". persona o público a quien se dirige el
¿Es la forma lo que delimita el con¬ mensaje). En el arte, la comunicación es
tenido o, por el contrario, es el contenido indirecta: emisor (autor de la obra) y
lo que da forma al continente? (fig. 2 3 5 ). receptor (espectador) están situados en
Tal vez, ni el contenedor ni el conte¬ espacios y tiempos diferentes.
nido. El espacio en principio es invisible, Barthes nos tecuerda la importancia
se hace perceptible cuando es transfigura¬ también de la participación del gesto en
do por el lenguaje: articulado y materiali¬ el mensaje emitido, lo impredecible de la
zado en una forma concreta cuando es comunicación, lo azaroso, dice:
usado, recorrido. La lectura del especta¬ «Vamos a distinguir por tanto: el
dor (receptor) es tan importante como la mensaje, que pretende producir una
intención del autor (emisor), ambos información, el signo, que pretende pro¬
completan el proceso creativo haciendo ducir una intelección, y el gesto, que
posible el hecho artístico. produce todo el resto (el "suplemento"),
¿Cómo se articulan contenedor y sin tener forzosamente la intención de
235. Rebecca Horn, contenido? En todo proceso de comuni- producir nada. El artista (seguimos usan-
Masque-crayons, 1972.
Expresión: contenedor y contenido
147
LENGUAJE
237. Louise Bourgeois, Femme por una pregunta. Al fin y al cabo, provocar otra serie de contenidos inaccesi¬
148
Expresión: contenedor y contenido
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LENGUAJE
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Expresión: contenedor y contenido
LENGUAJE
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Expresión: contenedor y contenido
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LENGUAJE
u otra cosa lo que nos complica la exis- Explotamos el ingenio para prepa¬
tencia. Estamos obligados a elegir y nadie rar, inventar y planear algo, movidos por
nos asegura el acierto. , nuestra preferencia. «Manejamos la
Dicen que la angustia no es más que realidad mediante irrealidades [... ] la asi¬
la conciencia de la posibilidad. milamos mediante conceptos, comercia¬
En realidad nos pasamos la vida lizamos con ella utilizando palabras, sig¬
29
frente a una decisión continua. Incluso al nos, símbolos» . La inteligencia inventa
hablar de lenguaje, de percepción, no po- posibilidades, pero la posibilidad de
demos eludir este hecho. inventar parte de todo un bagaje semán¬
Para Dorfles, nuestras preferencias tico heredado.
son condicionantes en el significado que Joseph Quetglas intuye que, a pesar
damos a la lectura de cualquier acto. Lo de hacer referencia siempre a una acción
denomina «aspiraciones de la preferen- futura, en la definición de proyectar, el
1
cia» '. Defiende, además, que el hombre concepto implica una regresión; para
tiene que ejercer una acción desequilibra- lanzar algo hacia delante tiene que estar
dora contra las estructuras de la sociedad atrás; lo matiza diciendo: «pro-yectar:
para que se dé posibilidad de opción, de lanzar hacia delante, pro-poner [... ] todo
preferencia y de progreso; matiz que proyecto viene del fondo, es un emisario
30
puntualiza al afirmar que «cualquier pre- del pasado» .
ferencia tiene que ser asimétrica». «Sime- Proyecto: capacidad de guiar la
tría: geometrización mórbida de la esqui- atención, iniciar un movimiento, dirigir
1
zofrenia» '. la mirada, elaborar un plan y mantenerlo
Decir significado y preferencia equi¬ en la conciencia, evocar un recuerdo.
vale a decir semántica proairética: «inves¬ Deseo de una acción anclada en una
tigación de significados basada ante todo preferencia que condiciona tanto el con¬
en nuestras preferencias o en las ajenas tenido del hecho como la forma de arti¬
[... ] intento de identificar los aspectos se¬ cularlo. Es el deseo el que hace posible
mánticos que están relacionados con un materializar el proyecto.
18
factor preferencial» . «¿Qué peso tiene la preferencia del
El objeto de estas observaciones es, individuo con respecto a la de las masas?
en definitiva, subrayar la importancia ¿Hasta qué punto es libre la opción o está
que tienen hoy las preferencias del indivi¬ relacionada con prejuicios, creencias, mi¬
31
duo y las razones que las determinan. La tos, modas?» .
preferencia condiciona mucho más nues¬ Y además, ¿qué relación tiene esto
tras elecciones que el «simple gusto», por con el arte? Todos nos hemos preguntado
bueno o malo que pueda ser. Se trata de en qué consiste nuestra libertad realmen¬
una elección más comprometida, prefe¬ te. No vamos a entrar en una discusión
rencia como deseo de ser o de que ello sea. moral, pero sí habría que considerar si
Según Dorfles, en cualquier prefe¬ nuestro juicio es verdaderamente libre o
rencia se manifiesta un cociente semánti¬ está manipulado desde fuera, alienado
co: significado concreto de la preferencia. desde fuera.
Base que condiciona cualquier vínculo En cuanto al tema de preferencia en
entre contenedor y contenido, objeto y el arte, no es la primera vez que se trata
representamen. esta cuestión. Las nociones elementales
Los proyectos que inventamos, relativas a las reglas del gusto aparecen
nuestra forma de manejar la realidad desde Gérard a Hume y Burke. Ahora las
como plan y disposición intelectual para retomamos porque no están tan alejadas
hacer algo, nacen de ese valor semántico de la situación actual. El problema de la
de la preferencia. opción subyace en nuestro modo de ser y
154
Expresión: contenedor y contenido
155
LENGUAJE
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Expresión: contenedor y contenido
158
Expresión: contenedor y contenido
semantización a los ojos del observador. haga suya la obra. de A l e m a n i a , 1929 (Exposiciónin-
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LENGUAJE
En la tendencia del arte actual se mantie¬ to de partida para otro proceso dado en
ne la idea dada por Berenson de que «el el hecho artístico.
arte no es una representación, sino una «Las ideas son las estrellas en contra¬
35
presentación» , es decir, no es una enti¬ posición al sol de la revelación. No
dad secundaria, sino una entidad real por lucen en el día de la historia, sino que
255. idea como intuición o imagen sí misma, autónoma (fig. 255). sólo actúan en él, invisibles. Lucen única¬
de la memoria. Comienzo, Idea, como intuición o imagen de la mente en la noche de la naturaleza. Las
referente, punto de partida en el memoria. Comienzo, no referente, pun- obras de arte se definen, en este contexto,
proceso creativo. como modelos de una naturaleza que no
espera el día ni, por tanto, el día del jui¬
cio; como modelos de una naturaleza
que no es escenario de la historia ni mo¬
rada de los hombres: la noche redimida»
(Walter Benjamin, Carta a Rang del 9 de
40
diciembre de 1923) (fig. 256).
Fuerza de otra presencia, noche re-
dimida, un acontecer que subyace anóni¬
mo . Estrellas invisibles, dice Benjamin,
lucen invisibles bajo todo lo que aconte¬
ce durante el día. Apelación de vuelta a la
noche, atentos a sus juegos y potencias.
La construcción verbal/solar del
pensamiento, y la conciencia, como
supuesta forma inteligente, ya no sirve.
La lectura no está clara, no es lineal, leer
supone mucho esfuerzo, un intento de
conciliar partes aisladas en el que no po¬
demos dejar de ver el fondo fragmentado.
No hay un ideal que una principios;
el hombre excava en las grietas del cono¬
cimiento, en los errores.
Volvemos a la oscuridad, pero no
como algo sublime que nos supera, sino
que nos reconocemos en ella. La escritu¬
ra, por ejemplo, no pretende explicar
nada, en su trazo surgen otras relaciones.
«Lo que libera el pensamiento es la
41
espontaneidad» , dice José Luis Brea, no
es el concepto sino el significante mismo,
la escritura, lo que piensa.
«Donde la estructura y potencia de
significancia de todas las cosas no apela a
su fijeza simbólica en lo eterno, sino al
trenzado delirante en el que los cruces
infinitos de la diferencia de cada cosa con
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Idea, presentación y representación
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do suyo que ya no sabía que tenía: la rada. No puedo compartir totalmente esta
extrañeza de lo que no eres o ya no posees afirmación, no pienso que algunos trata¬
más te espera al paso de los lugares extra- mientos plásticos estén superados, cadu¬
ños y no poseídos» .60
cos, sino que su uso actual es diferente.
En esta acción se resalta la impor¬ Es evidente advertir el giro en la pre¬
tancia de la intención, del proceso más ocupación plástica, cambio que atribuyo,
que del resultado plástico. bajo mi punto de vista, al enriquecimien¬
Kosuth, D. Breu, Dennis Oppen¬ to de las posibilidades que se le recono¬
heim y el grupo «Arte y lenguaje», en sus cen al arte. Es decir, pienso que es el
comienzos, insistieron en la importancia propio estudio del «arte como lenguaje»
del momento intencional y el rechazo del (como instrumento de pensamiento) el
objetual: que lo impulsa a transmitir e indagar
«Así la presentación más o menos desde otros terrenos, pero sin dejar de
exacta de la realidad [retomando las pala- materializarse en un acto. Incluso el arte
bras de Dorfles], ya sea mediante la foto- conceptual en sus planteamientos lleva
grafía, ya sea, con mayor razón aún, la implícita cierta preocupación estética.
impresionista o la meramente abstracta, Actualmente, conviven distintas
resulta estar superada. Es necesario ofre¬ formas de expresión, aunque sí es cierto
cer una motivación diferente, más pro¬ que el paso gradual y sucesión de géneros
funda, aunque a veces ingenua, del muestra la desviación de los intereses
propio contacto con la naturaleza, con hacia lo conceptual como compromiso
las situaciones, con los acontecimientos, reflexivo para el arte.
y señalar el cambio del objeto en el tiem¬ Duchamp y sus seguidores habían
po, su transformación topocronológica, anunciado el deslizamiento de las artes
o que indique la operación ejecutada por hacia una clase de actividad dirigida más
el observador para pasar a ser partícipe de a la argumentación y a la investigación
ella, o quizá, que indique los elementos, mental, lejos de «una mera sensibilidad
aparentemente superfluos, pero indis¬ epidérmica» y de investigación formal.
pensables, para concretar y aislar comple¬ Sin embargo, entre las obras surgi¬
tamente el episodio existencial y percep¬ das de estas tendencias hay trabajos clara¬
tivo, realizado por el artista [... ] Muchas mente artísticos (dotados de interés
propuestas conceptuales abordan proble¬ formal que pueden inspirar sensaciones
mas existenciales que no son propiamen¬ estéticas). En las tres sillas de Kosuth, por
te los del arte. Ideas sobre Sociedad y ejemplo (tres significantes para el mismo
Política, presentación de documentos significado), el objeto particular se con¬
públicos, listas de personajes o corres¬ vierte en parte integrante de una cons¬
pondencia entre amigos. Queda, como trucción «conceptual», despierta ese inte¬
testimonio de la obra, sólo la palabra es¬ rés relacionado con su aspecto mental,
crita, la escritura. Las consecuencias de la sin embargo, la disposición de las sillas
propuesta conceptual se ramifican en de¬ no deja de constituir un inevitable espec¬
rivaciones que irán en direcciones opues¬ táculo estético (véase fig. 228).
tas. Unas acabarán conformando un re¬ Hoy existe un amplio despliegue de
gistro documental de imágenes, mientras operaciones artísticas en las que prevalece
que otras desembocarán en la Lingüísti¬ sin duda el aspecto mental (intelectual,
ca, en proposiciones lógico-matemáticas, filosófico, analítico) frente al aspecto esté¬
61
en el texto» . tico (formal, independientemente de que
Es necesaria una motivación más fuera figurativo, no figurativo, surreal,
profunda para el arte. Dorfles sugiere que objetual, etc.), hasta hace poco considera¬
la representación de la realidad está supe- do como determinante para el arte visual.
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además, otro tipo de atención que no es¬ intuían Kansdinsky y Paul Klee, junto
tamos acostumbrados a ofrecer. En cuan¬ con la idea de que el arte no es sólo un
to a este tema, Miguel Cereceda, en el medio con el que traducir la realidad,
ensayo citado anteriormente, afirma que sino que crea mundos aparte, concluyo
lo que más indigna es la negación del re¬ esta argumentación.
conocimiento, es decir, volviendo al ma- El tema tratado sobre: el arte como
lescrito, pipa Inopipa, de Magritte, lo que lenguaje, es de mayor complejidad de lo
causa la incertidumbre en el espectador, que alcanzo a sugerir. Lo dicho es una
incluso el enojo, es negarle lo que percibe aproximación, de cuyas carencias me
sin dificultad, cuestionar su lectura. excuso, anteponiendo el objetivo de mos¬
El reconocimiento nos aporta tran¬ trar las posibilidades que ofrece un cam¬
quilidad, nos afirmamos cuando deci¬ bio de perspectiva hacia la obra artística.
mos, por ejemplo: esto es una pipa. Pone¬ Arte como instrumento de conoci¬
mos a prueba nuestro conocimiento y, si miento. El lenguaje plástico no habla sólo
la proposición es cierta, podemos seguir de formas físicas: composición, color, tex¬
articulando, ordenando el resto de per¬ tura, etc., es, sobre todo, pensamiento. Lo
cepciones, economizar tiempo, pasar de habita la reflexión, un estar abierto a otro
una cosa a otra. Incomoda tener que pa¬ conocimiento desde la experiencia.
rarnos. No obstante, el hecho de hacerlo El artista, movido por una inten¬
nos ofrece otra experiencia, descubrimos ción, pone en relación elementos, arries¬
otras posibilidades, otro conocimiento ga en el sin sentido del hecho que se
nos va calando, experiencia que potencia materializa. Espacio que se asienta en la
nuestro sentido crítico. tensión comunicativa de elementos
Transcribo la lectura que hace José individuales, en el continuo, además, de
Jiménez del texto de Kansdinsky y de ondas (como vimos al hablar de la mate¬
Paul Klee, por como explica la autonomía ria), comienzo de un proceso que no
del arte en su manera de hacer, de cons¬ culmina, que se reconstruye cuando es
truir, de decir: mirado, transitado. El espectador se
«Cuando Kandinsky habla de pura enfrenta a la obra y se entrega con ella a
o abstracta construcción en el espacio, ese nudo de confusiones donde no hay
está fijando con precisión el nuevo garantía de encuentro.
horizonte de las artes plásticas, definitiva¬ Por último, me apoyo en Pepe
mente emancipadas de la mera reproduc¬ Espaliú, en su experiencia como escultor,
ción ilusionista de un fragmento espacial. como autor. Tomo sus palabras para
El arte de nuestro tiempo había entrado entenderme cuando advierto que no es
en un territorio completamente distinto, fácil, en el lenguaje nos reconocemos
el de la construcción dinámica, temporal, (como vimos al principio del texto), pero
de un espacio plenamente autónomo res¬ para encontrarse antes hay que perderse.
pecto a cualquier referencia previa. En Adentrarse en la palabra, en el signo, en la
lugar de reproducción, construcción. Eso obra, implica ese riesgo.
es lo que programáticamente, y con otros «Para aquel que se rebela en lo que
términos, había expresado también Paul hace; estilo imposible de una identifica¬
Klee (1920) en la primera frase de su ción ruinosa e indefendible pero que, aún
Confesión creadora: "El arte no reprodu¬ así, es lo único que lo sostiene... compro¬
ce lo visible, sino que hace que algo sea miso del artista que es pura ilusión, un
67
visible" .» delirio establecido para no volverse loco,
Con las palabras de José Jiménez abierto el abismo entre lo que eres y lo
68
sobre el nuevo horizonte del lenguaje que que haces» .
169
6
C o m u n i c a c i ó n
1
Me refiero a Ulises, de James Joyce , antí¬ mente por primera vez en la historia,
tesis del clásico relato de gestas. Un viaje crear a su libre antojo, sin necesidad de
exploratorio de veinticuatro horas por la obedecer los dictados de cliente alguno y
mente de Leopold Bloom, el caos frag¬ sin más limitaciones que las que le impo¬
mentario de la sociedad moderna vislum¬ nía su propia imaginación. La libertad
brado a través del incontrolado pensa¬ empezaba a sentirse como el gran
miento de un ciudadano vulgar, gris y logro de la modernidad, al menos en el
anodino, que se erige en protagonista de terreno de la expresión artística. Pero, su¬
esta epopeya. El señor Bloom no es un marse a este incipiente espacio comercial
héroe, como lo fuera el mítico Ulises, más y de emancipación para el arte, implicaba
bien es el antihéroe, y evidencia que, en para la escultura una necesaria reducción
esta etapa inaugurada por la modernidad, drástica de los tamaños. Si la escultura
en el supuesto y discutible caso de que deseaba penetrar en el moderno espacio
fuera necesario seguir escribiendo poemas expositivo, debía hacerse primordialmen¬
épicos o erigiendo monumentos, el vulgar te portátil; sólo de este modo podría
ciudadano burgués, la máquina o la des¬ competir ocupando un lugar que, en
personalizada masa obrera, símbolos de principio, parecía exclusivamente reser¬
los nuevos tiempos, todos ellos antiheroi¬ vado para la pintura.
cos, deberían ser los inspiradores de ver¬ Desde nuestra perspectiva, no pode¬
sos glorificadores o monumentos en már¬ mos celebrar la libertad creativa, las tre¬
mol o bronce. mendas conquistas que muchos artistas
Mas, no nos engañemos, la solución de principios del siglo XX trajeron, sin
no podía ser tan sencilla como un mero afirmar que tales avances llegaron a costa
suplantar el objeto de la representación, de muchas otras pérdidas. En lo que res¬
poniendo ahora vulgares ciudadanos o pecta al tema que nos ocupa, hemos de
máquinas donde antes había figuras mi¬ subrayar que la introducción de la escul¬
tológicas o poderosos señores. Como es tura en los modernos espacios artísticos
lógico pensar, la crisis impuesta por la se realizó a cambio de un evidente aban¬
modernidad no afectaba sólo al fondo, dono del espacio exterior no expositivo,
sino también a las formas, si se me per¬ del espacio público. En muchos casos,
mite esta separación un tanto reduccio¬ ajenos al peligro que encerraba esa acti¬
nista. La transformación que los nuevos tud autonomista, predomina en la crea¬
tiempos exigían implicaba también una ción escultórica moderna de la primera
renovación de los estilos, las técnicas y los mitad del siglo XX una manifiesta renun¬
materiales empleados para la labor escul¬ cia a intervenir en el espacio público
tórica. Sea por la dificultad que todo ello exterior, un repliegue hacia el pequeño
implicaba, o por la apertura de otras vías espacio privado como ámbito donde ex¬
mucho más cómodas y lucrativas para la perimentar más cómodamente con la
expresión escultórica moderna, muchos recién conquistada libertad, con todo lo
de los artistas de la primera mitad del que ello significa de distanciamiento de
siglo XX, embarcados en la renovaciónes- la realidad social. Convertida en pura
tética y conceptual de la escultura, prefi¬ mercancía, portátil y coleccionable, la
rieron crear sus obras pensando en el escultura habría de transformarse necesa¬
reducido espacio expositivo del salón de riamente en un bien socialmente insigni¬
arte o la galería e, indirectamente, en el ficante. Es, por todo ello, acertado califi¬
ámbito privado del coleccionista. Sin car dicha emancipación como una
duda, esta novedosa opción permitía al ficción, pues se trata de una libertad que
artista gozar de una libertad jamás antes afecta primordialmente, y en muchos ca¬
soñada. El escultor podía ahora, posible- sos únicamente, a asuntos estrictamente
COMUNICACIÓN
estéticos. Al artista se le permite la liber¬ que nunca, cerrar los ojos a lo que estaba
tad absoluta porque, de todos modos, es sucediendo en su entorno. El problema
una libertad intranscendente; en reali¬ ' era cómo hacer efectiva la contribución
dad, haga lo que haga carece de impor¬ de un arte que se había decantado por la
tancia socialmente, puesto que todo lo abstracción geométrica. Cómo ligar las
hace en la acotada parcela del arte, todas aspiraciones políticas y sociales a un arte
las revoluciones han quedado restringidas que parecía recrearse en el puro juego de
a lo formal, a lo puramente estético. superficies, líneas y colores. Cómo tras¬
Pese a lo cual, no sería justo pasar cender lo meramente formal.
por alto los honestos intentos de un gru¬ El debate que se abrió, en este senti¬
po de escultores, mejor sería decir artistas, do, en el seno del grupo de artistas cons-
en el más amplio sentido de la palabra, tructivistas es interesantísimo pero, por
que a principios del siglo XX pusieron no extenderme demasiado en una contro¬
todo su empeño en tratar de ligar el arte versia que está ampliamente documenta-
2
moderno, su arte, a la sociedad en que vi¬ da , me centraré en lo que considero el
vían, me refiero a los constructivistas ru— punto de inflexión más importante en la
sos. Comprometido s con la realidad social relación de la escultura moderna con el
y política de su país y su época, estos ar¬ espacio público: el fracaso del Proyecto
tistas, que habían tomado parte activa en para Monumento a la Tercera Internacio—
la revolución bolchevique As. 1917, deci¬ nal. Proyecto que el departamento de Be¬
dieron sumarse a la modernidad, esca¬ llas Artes de Moscú había encargado, a
pando de la tradición artística, pero no principios de 1919, a Vladimir Tatlin,
para refugiarse en un estéril autonomis¬ considerado pionero del constructivismo
mo estético o en esa libertad creativa tan ruso, para homenajear a la Revolución.
engañosa por su intrascendencia social. Tadin lo tenía claro desde el princi¬
Ellos deseaban, desde su arte, participar pio, deseaba, ante todo, alejarse del mo¬
en la construcción de una nueva socie¬ numento escultórico tradicional y volcar
dad, hacer realidad ese gran sueño de so¬ toda la experimentación estética abstracta
cialismo, libertad, progreso y desarrollo. y geométrica, que venían realizando des¬
¡Qué sueño tan hermoso! Aspirar a trans¬ de pocos años atrás, en este monumento.
formar la sociedad desde nuestra limitada Tatlin tenía la ocasión de redimir al grupo
parcela, el arte. La utopía duró unos años, constructivista, dando sentido, utilidad
los años inmediatamente posteriores al directa, al periodo de investigación
triunfo de la revolución bolchevique, años formal, cuestión que ya les empezaba a
en los que el poder no sólo les dejó crear inquietar. Deseaba fundir la escultura con
libremente, cosa fácil de aceptar como he¬ la arquitectura y la ingeniería para crear
mos visto, sino que, además, les puso al un monumento capaz de recoger los
frente de las nuevas instituciones artísti¬ avances técnicos de su época, y así expre¬
cas, dándoles cargos de responsabilidad. sar el dinamismo de la sociedad revolu¬
Tras varios años de experimentación cionaria. En realidad, el proyecto de Ta-
estética, años en los que se desarrolló el din era toda una exaltación del desarrollo
lenguaje formal constructivista, estos ar¬ tecnocientífico, una formidable sublima¬
tistas empezaron a sentir que la continua ción de la modernidad (fig. 264).
experimentación no podía justificarse a sí El monumento se ubicaría en el cen¬
misma si no se ponía a disposición de un 3
tro de Petersburgo y, según proyectó Ta-
fin superior, de algo que transcendiera el tlin, la torre alcanzaría una altura de 400
mero juego estético y diera una dimen¬ m y cruzaría el ancho río Neva. La Torre
sión verdaderamente social y pública a su Eiffel de París, monumento que ejerció
arte. El arte no podía, entonces menos una tremenda influencia, no sólo en este
172
Escultura moderna y espacio público
173
COMUNICACIÓN
vuelta sobre su eje al día. El volumen si- nente el alarde estético. Incluso, fue más
perior sería el único que no estaría dotado lejos aún en el intento de justificar el jue-
de movimiento, pero serviría como Ofici¬ , go formal, por primera y última vez, la
na de Telégrafos, y desde él se proyectarí¬ obra constructivista intentó encontrar
an eslóganes sobre el cielo de Moscú sustento en el simbolismo. El dinamismo
cuando estuviera nublado. Como es lógi¬ compositivo de la torre y el propio cine-
co pensar, Tatlin apuesta, no por materia¬ tismo de sus elementos simbolizaban para
les tradicionales, sino por otros decidida¬ Tatlin la actividad de la nueva sociedad
mente modernos: el hierro y el cristal. industrial revolucionaria. Por su parte, el
Bien podemos imaginar que, caso de movimiento físico real de esos tres gran¬
haber sido aprobado el proyecto, hubiera des volúmenes geométricos pretendía alu¬
sido una construcción de una tremenda dir al propio devenir cósmico: el cubo in¬
dificultad técnica. Tatlin, como es lógico, ferior giraría sobre su eje una vez al año,
ya que no era un ingeniero, sino un artis¬ como lo hace la Tierra alrededor del Sol;
ta, por más que en este proyecto parezca la pirámide, una vez al mes, como lo hace
más lo primero que lo segundo, no daba la Luna alrededor de la Tierra; y el cilin¬
ninguna indicación acerca del artilugio dro, al igual que la Tierra, rotando sobre
mecánico que podría hacer girar tan gi¬ su propio eje una vez al día. A todo ello
gantescos volúmenes, ni del sistema de abría que añadir el rico simbolismo de la
comunicación entre ellos por ascensores, espiral, elemento compositivo dominan¬
capaz de salvar la dificultad de la diferente te, siempre asociado a la mutación y al
velocidad de giro de cada elemento, sim¬ cambio.
plemente confiaba en que los modernos La supuesta vaciedad de contenido
progresos de la ingeniería hicieran posible de la forma escultórica abstracta era el
semejante construcción. Las pretensiones fantasma que planeaba por la mente de
de la Torre Eiffel eran mucho más modes¬ algunos constructivistas en esa época y,
tas. Allí no había más intención que la de sin duda, también debía preocupar a
mostrar un revolucionario procedimiento Tatlin. ¡Qué fácil hubiera sido homena¬
constructivo, con todo lo que ello impli¬ jear a la Revolución con un monumento
caba de exaltación de la civilización in¬ figurativo tradicional! Incluso siendo la
dustrial. Al no tener ningún fin utilitario revolución un concepto abstracto. Una
específico, aquella torre era mucho más mujer, bandera en alto, guiando al pue¬
viable como monumento, ello pese a que blo hubiera sido suficiente. Todo el mun¬
la de París fue diseñada por Eiffel, un re¬ do podría admirar la hermosura de las
futado ingeniero, experto ya en construc¬ formas, modeladas o talladas con maes¬
ciones utilitarias basadas en este mismo tría por el sabio escultor de corte tradicio¬
fundamento constructivo. A Tatlin le nal. Además, a nadie le resultaría difícil
pierde el deseo de justificar tan grandiosa percatarse de su significado. En cambio,
construcción, asignándole diferentes fun¬ ¡qué difícil encontrar un sentido, aunque
ciones utilitarias. Se estaba evidenciando fuera simbólico, en el abstracto juego de
el empeño de buena parte de los cons- formas geométricas! ¡Qué difícil hacer
tructivistas de encontrar un sentido últi¬ entender a la ciudadanía que se estaba
mo a la pirueta compositiva. El puro haciendo un canto a la revolución, al
juego de líneas, superficies, colores y progreso y a la modernidad, aspectos tre¬
volúmenes debía ponerse al servicio de un mendamente necesarios en la Rusia de
fin que trascendiera lo puramente estéti¬ esa época, pero, a la vez, se estaba inten¬
co. En este sentido, debemos entender el tando abrir un camino, igualmente revo¬
esfuerzo que realizó Tatlin por conferir al lucionario, para la expresión artística y
proyecto una utilidad que hiciera perti- para su integración con lo social!
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266. Amo Breker, Los camaradas,
1940.
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La no comunicación
A mi juicio, aquel fracaso de Tatlin (al , con lo utilitario, e intenta incluso que su
que me referí anteriormente) tiene dos obra se desligue de lo ideológico, se dife¬
vertientes: una obvia, el rechazo de su rencia netamente del resto de escultores
Proyecto, con todo lo que ello implicó, ya abstractos geométricos en dos aspectos: la
lo hemos visto, pero también otra, mas estrecha relación de sus esculturas con el
controvertida probablemente, que se 15
lugar y su sentido antidecorativo, que en
pone de manifiesto en el éxito de Cabo y ocasiones degenera en antisocial. Sus
Pevsner en su exilio en Berlín. Las preten¬ esculturas en el espacio público se definen
siones autonomistas de estos dos herma¬ por tres negaciones rotundas, sus obras
nos gozaron del apoyo de numerosos co¬ no son decorativas, tampoco utilitarias y
leccionistas privados, y a través de ellos se nunca metafóricas; por eso, en varias
evidenció que las formas constructivistas, ocasiones, Serra ha expresado su repulsa
desposeídas ya de su contenido, liberadas tanto hacia el concepto de monumento
de esa comprometida carga ideológica 16
tradicional como hacia la mayor parte de
que las inspiró, olvidada la utopía revolu¬ las obras monumentales modernas. Le
cionaria, seguían funcionando. Reducidas desagrada la complicidad de ciertos artis¬
a meros juegos de formas geométricas tri¬ tas modernos con arquitectos, políticos y
dimensionales, las esculturas constructi- urbanistas que desean que la escultura, en
vistas encontraban, a la postre, un espacio el espacio urbano, sea un mero adorno.
comercial tremendamente lucrativo, y Empezaré mencionando una inter¬
también un sentido final en su ubicación vención escultórica de Serra que bien po¬
en el espacio público, un sentido, eso sí, dría haber ilustrado el capítulo anterior
puramente ornamental, algo que no care¬ puesto que, en su momento, desató una
ce de importancia, pero que, sin duda, polémica tan grande que obligó a cuestio¬
hubiera decepcionado a los utópicos nar el sentido de la escultura actual en el
constructivistas. Políticos y urbanistas han espacio público. Me refiero a TiltedArc
recurrido en las últimas décadas a este (Arco inclinado), instalada en 1981 en la
tipo de intervenciones escultóricas pura¬ plaza del Edificio Federal de Nueva York.
mente estéticas, con la noble intención de Es un magnífico ejemplo de cómo la
intentar hacer un poco más amable un escultura, aunque abstracta y plenamente
espacio urbano, en muchos casos inhóspi¬ formalista, al intentar relacionarse con el
to por su desmesurado crecimiento. Hay espacio que la acoge se puede convertir en
multitud de ejemplos de esta función algo esencialmente subversivo, antideco¬
complaciente de la escultura, tantos que rativo e incluso molesto para la ciudada¬
no creo necesario ilustrarla. Por el contra¬ nía que utiliza el entorno donde se
rio, deseo hablar aquí de las actitudes enclava la obra. La propia pretensión del
radicalmente opuestas, las que no aceptan artista de redefinir el lugar mediante la
esa connivencia con el poder, las decidi¬ presencia de una escultura es en sí arro¬
damente anticomplacientes o las que gante y provocadora. Lo paradójico es
nacen con la premeditada intención de que Serra se desentiende de cualquier vin¬
molestar, inquietar, irritar o agredir. culación ideológica, su obra es puramente
El escultor americano Richard Serra autorreferencial y, por tanto, las conse¬
es uno de esos artistas que ha seguido cuencias sociales o políticas de sus inter¬
desarrollando el juego formal tridimen¬ venciones le son ajenas y, desde luego, no
sional de la geometría abstracta. Aunque le preocupan. Él defiende la pureza del
su opción escultórica se define por su arte lejos de cualquier compromiso utili¬
radical oposición a cualquier vinculación tario o ideológico, aunque es consciente
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La no comunicación
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La no comunicación
mente se fabrican las velas). De este car, iluminar a los demás. Asume el crea-
modo, obtuvieron su propia figura, como dor en esta alegoría una misión sacerdo-
si de una gigantesca vela se tratara, con tal, casi profética, y hace que su verdadera
una mecha en el interior que iba desde los tarea sea no ya mostrar la belleza, sino ilu- 285 y 286. Rosario Píate,
pies hasta la cabeza. El día de la inaugura¬ minar el camino a seguir, alumbrar la ver- Christoph Hafnery Miquel
ción, cada uno de los tres artistas encen¬ Valldasquin, Sin título, 1994.
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La no comunicación
al cabo del día como ahora y, sin embar¬ ma, quiero decir la sociedad, pero tam¬
go, y esto es lo alarmante, probablemente bién el sistema de producción y comer¬
nunca había sido tan analfabeto musical¬ cialización del arte, asimilaron pronto en
mente hablando. su seno a estos pretendidos terroristas,
Estas sospechas ayudan a compren¬ domesticaron con facilidad a la fiera.
der que algunos artistas decidan apartarse Finalmente, esas supuestas agresiones
radicalmente de aquella idealista e inge¬ formaron parte de las colecciones de los
nua labor redentora, prefiriendo instalar¬ museos y, con esa sencilla maniobra,
se en la provocación, la agresión o el perdieron toda su fuerza. ¿Qué potencial
escándalo, volcando ahora su menospre¬ crítico le queda a Le Fontaine (Fuente) de
cio por la misma masa social a la que Marcel Duchamp? Expuesto tras las
antes se pretendía educar. Hay multitud vitrinas de algunos de los más prestigio¬
de ejemplos de esta actitud, anteriores y sos museos de arte moderno, ya que el
posteriores a las dos mencionadas obras original se perdió y, posteriormente, se
de Richard Serra. En definitiva, es posi¬ comercializaron varias reproducciones
ble que los utópicos deseos de demoler la (cosa fácil, pues era un objeto de fabrica¬
sociedad tradicional para así construir ción industrial), el urinario soporta el
una nueva no estén muy lejos de los incesante y estúpido peregrinar de cien¬
anhelos de zarandear los cimientos de la tos de personas que acudimos a rendirle
actual, visto el resultado de la revolución. culto, como si de un objeto sagrado se
Dada ejerció la función de repulsa dando tratara. ¿Qué acto terrorista soporta este
rienda suelta a esos sentimientos de insa¬ tipo de defensa? Lo previsible, y tal vez lo
tisfacción y frustración. La utopía ya se deseable, hubiera sido la legítima defen¬
había estrellado contra la contundente sa, la censura, la aniquilación de ese tipo
realidad, si el artista quería iluminar a los de disidencias, pero ¿cómo luchar contra
demás, deseaba educar, construir un la sacralización museística del acto terro¬
hombre nuevo, una nueva sociedad, rista? Marcel Duchamp, el primer asom¬
resultaba que la moderna sociedad emer¬ brado por esta necia pero aniquilante
gente no deseaba ser educada en la direc¬ reacción del sistema, decía: «Les tiré a la
ción que habían soñado un puñado de cara el orinal como desafío, y ahora vie¬
arriscas. La educación ya había sido u— nen a adorarlo como un objeto artístico,
21
plantada por la burda propaganda políti¬ por su belleza estética» (fig. 28 7).
ca en el país de la utopía, y en el resto, la Si el acto terrorista no inmuta al sis¬
cultura de masas o el mercado dictaban tema, que al final, como en una especie
sus propias leyes. La rabia y la impoten¬ de pirueta, hace suyas hasta las más agre¬
cia ante la constatación de la ingenuidad sivas propuestas, ¿qué opciones le quedan
de cualquier intento de transformación al artista de expresar su descontento? Tal
social desde la limitada parcela del arte vez, únicamente el silencio, la ocultación
necesariamente conducían al radicalis¬ y la negación del placer de lo bello. En
mo, a una especie de terrorismo artístico. palabras de Vattimo: «A la muerte del
El tiempo demostró que hasta esa arre por obra de los medios de comuni¬
agresividad arrogante tenía matices inge¬ cación de masas, los artistas a menudo
nuos, pues el sistema no estaba dispuesto respondieron con un comportamiento
a emprender una batalla contra quienes que también él se sitúa en la categoría de
lo agredían de semejante manera. Esos la muerte por cuanto se manifiesta como
artistas, provocadores y vociferantes, de¬ una especie de suicidio de protesta: con¬
seosos de dinamitar la acomodaticia cul¬ tra el kitsch y la cultura de masas mani¬
tura burguesa, no preocupaban a nadie, pulada, contra la estetización de la exis¬ 287. Marcel Duchamp, Le Fontaine.
es más, tenían su pizca de gracia. El siste- tencia en un bajo nivel, el arte auténtico 1917.
191
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La no comunicación
mes, peores que el ruido, que contami¬ reflexiones puede ser, para estos artistas,
nan todos los espacios. Vacío, como ne¬ la meta más elevada del arte.
cesidad de reposo ante tan abrumadora Ya lo señalaba Susan Sontag en 1967:
superabundancia de estímulos visuales. «Rara vez la opción ejemplar del artista
Ocultación, ante una cultura que tiende moderno por el silencio llega a este ex¬
a hacerlo todo transparente y visible. Por tremo de simplificación final que consis¬
ello, no debería extrañarnos que Walter te en quedar literalmente callado. Lo
de Maria, cuando fue invitado a partici¬ más común es que continúe hablando,
par en la Documenta de Kassel (otra vez pero de modo que su público no pueda
Kassel) en 1977, diseñara una obra que, 25
oírlo» . Es cierto que, en rigor, no pode¬
como en el caso de Richard Serra, más mos hablar de una renuncia absoluta a la
parecía pensada para irritar o molestar a comunicación, aunque muy a menudo
la ciudadanía que para agradarla. La obra el arte moderno haya optado por posi¬
que realizó, todo un ejemplo de radicalis¬ ciones radicales muy próximas al silen¬
mo operativo al afrontar el arte público, cio. Es verdad que si el artista escogiera
se titulaba Kilómetro enterrado, y consis¬ dicha posibilidad de un modo literal,
tía en una perforación en el suelo de Kas¬ como ya lo hiciera fingidamente Marcel
sel de un kilómetro de profundidad, para Duchamp al abandonar la actividad
a continuación introducir una barra de artística para dedicarse únicamente a
latón de un kilómetro de largo y 12 to¬ jugar al ajedrez, nada podría transmitir,
neladas de peso, de modo tal que la obra ni siquiera su rechazo al sistema que
permanecía totalmente oculta salvo la origina su silencio. Por lo tanto, hablar
sección superior. El resultado era similar de la no comunicación en arte implica la
a si arrojamos una moneda al suelo, sólo aceptación de estos matices, pese a lo
que la obra había costado 300.000 dóla- cual, qué duda cabe, el silencio, el vacío y
23
res (figs. 288 y 289). la ocultación pueden ofrecerse como
Aunque este tipo de arte, para algu¬ alternativa lúcida a la tremenda supera¬
nos aberración del superdesarrollo capita¬ bundancia comunicativa. Aunque tal
lista, nace con la premeditada intención afirmación encierra una obvia contradic¬
de inquietarnos, desconcertarnos, tras¬ ción si se entiende en su grado absoluto,
tornarnos, confundirnos o enfadarnos, es la no comunicación en arte puede pre¬
cierto que, en muchas ocasiones, dada su sentarse como testimonio residual de
proliferación, no logran más que dejar¬ protesta ante el abrumador imperio de la
nos indiferentes. Algunos críticos, como comunicación.
Suzi Gablik, definen estos productos ar- Vacío, silencio y ocultación, frente a
tísticos como objetos de ansiedad'*, pues un mundo lleno, ruidoso y transparente.
nos hacen dudar de si de verdad estamos Pero, hay diversas maneras de trabajar
ante una auténtica obra de arte. Claro con estos elementos, así Anish Kapoor
que la propia duda puede sacudir nues¬
introduce el vacío, la nada, en el interior
tros moldes de pensamiento, e incluso
de sus propias obras, añadiendo un ele¬
desde la irritación, aun creando aversión,
mento perturbador, tremendamente
inducir a una reflexión en torno al senti¬
do y los límites de la expresión artística, y inquietante, pero a la vez con una enor¬
más allá aún, cuestionar los fundamentos me fuerza seductora. Decía Susan Sontag
de las modernas sociedades capitalistas que, «si una obra existe de veras, su silen¬
en que se generan tales obras. Negado el cio sólo es uno de los elementos que la
placer de lo bello, abandonada esa bús¬ 26
componen» . El silencio puro no se
queda en manos de otros sistemas de da en la obra de arte, como tampoco el
producción estética, provocar este tipo de vacío, si no es por contraste con lo lleno.
Parece que cada término busca su corn-
193
COMUNICACIÓN
290. Anish Kapoor, Adán, 291. Anish Kapoor, Sangre de la piedra, 1988,
1988-1989, piedra arenisca y plementario para hacerse elocuente, por piedra arenisca y pigmento.
pigmento. eso los huecos negros que se abren en
muchas obras de Kapoor son «vacíos col¬ Quien haya visto alguna de estas obras
27
mados», «silencios resonantes» , vacío podrá confirmar lo desconcertante de
infinito en una masa finita. Con una téc¬ esos vacíos. Al principio crees que es una
nica que sólo podemos intuir, Kapoor superficie plana de fieltro negro adherida
logra crear huecos en los que por más de algún modo a la piedra o al suelo, ya
que miramos no apreciamos absoluta¬ que no arroja ningún brillo, pero luego
mente nada, cuando digo nada quiero compruebas que allí no hay fieltro, allí
decir que no hay la más mínima referen¬ no hay nada, o precisamente eso es lo
cia visual que nos haga percibir los lími¬ único que hay: vacío infinito. Creo que
tes de ese hueco, que imaginamos limita¬ existe un sentido profundamente religio¬
do por los confines del propio bloque de so en todas estas obras, son magníficas
piedra, o del edificio, en el tercer caso. El representaciones de la muerte (figs. 290,
escultor está contraponiendo el contun¬ 29 1 y 292).
dente y limitado espacio físico de la pie¬ También Andy Goldsworthy, artista
dra, o el edificio, con un espacio místico, inglés continuador de la peculiar línea
vacío, negro e infinito en el interior del abierta por Richard Long en la corriente
propio bloque. Es un juego de contradic¬ denominada land art, introduce el vacío,
ciones, algo tan limitado como una pie¬ la nada, en numerosas realizaciones en el
dra, o una construcción arquitectónica, escenario natural. En este caso, el no es¬
es capaz de contener lo inconmensurable. pacio se ve románticamente potenciado
94
La no comunicación
292. Anish Kapoor, Building for a Void, 1992. yo entre ellos, como el propio insulto. Bretton, 25 de octubre de 1987.
Aunque seguramente se podrían
por la plenitud del remoto paisaje natu¬ citar otros ejemplos de este tipo de estra¬
ral. Pero estos escenarios en los que traba¬ tegia de ocultación, posiblemente ejem¬
ja Goldsworthy están tan alejados de plos de artistas ya consagrados , me com¬
nuestra realidad tecnológica artificializada place hablar de dos obras de un artista no
que casi los imaginamo s perdidos , olvida¬ muy conocido: Tonet Amorós. Pero, an¬
dos o, peor aun, definitivamente desterra¬ tes de eso, quiero referirme a una novela
dos de nuestra civilización, muertos. Así, de Hermán Hesse, El lobo estepario'",
la alusión a la muerte, mediante esos hue¬ que en mi opinión guarda relación con
cos negros infinitos, se realiza en un en¬ las obras que deseo comentar. Harry Ha-
torno que aparece en la fotografía exube¬ 11er, el lobo estepario, protagonista de
rantemente lleno de vida, pero tal vez esta novela, es un ser verdaderamente
existente sólo en la memoria, en una espe¬ asocial, un individuo solitario que mira
cie de recuerdo melancólico del paraíso con extrañeza, con una mezcla de repug¬
perdido (figs. 2 9 3, 294, 295 y 29 6). nancia y envidia, la sociedad conformista
Ahondando en cuanto vengo dicien¬ del orden y el bienestar. «Es algo hermo¬
do, quisiera referirme, por ultimo, a otro so esto de la autosatisfacción, la falta de
modo de ocultación mucho más sutil y preocupaciones, estos días llevaderos, a
sofisticado. Una ocultación culta, refina¬ ras de tierra, en los que no se atreven a 294. Andy Goldsworthy, Guijarros
da, elitista, que no busca la agresión, el in¬ gritar ni el dolor ni el placer, donde todo alrededor de un hoyo,
sulto o la provocación, sino simplemente no hace sino susurrar y andar de punti¬ Kinagashima-Cho, Japón,
hacerse invisible a los ojos de los no esco- llas», piensa Harry Hallen «Ahora bien, 7 de diciembre de 1987.
COMUNICACIÓN
196
La no comunicación
197
COMUNICACIÓN
tar la tapadera o era una ficción, y sim¬ nómico por ello, pero sin comprometerse
plemente existía en la ficha técnica de la a custodiarlas. Probablemente aquella era
obra y, a través de ella, en la imaginació n 'la primera exposición individual de To¬
del espectador? net, en ella había puesto muchos esfuer¬
Sea como fuere, Tonet había estable¬ zos y demasiadas ilusiones. Un grupo de
cido un magnífico juego de opuestos. El vándalos que vagaban por la zona entra¬
exterior, totalmente recubierto de una ron en la sala de exposiciones y, al ver que
moldeable piel de plomo, es como no había ningún tipo de vigilancia, y
una coraza defensiva, más allá de la cual que lo que allí se exponía no era de su
sólo podía n penetrar los escogidos , entre agrado, destrozaron la mayor parte de las
los que, por desgracia, no estaba yo. A obras expuestas. Éste es un duro golpe
31
Tonet le atraían las asombrosas cualida¬ del que pocos artistas se reponen . Por
des del plomo. En primer lugar, le sedu¬ este desgraciado incidente, o por la propia
cía el hecho de que se tratase de un mate¬ personalidad del artista, Tonet Amorós
rial tóxico, cancerígeno incluso. Un decidió difundir su obra no en un ámbito
material que, además, ensucia las manos democrático, público, transparente y
del que lo toca y, por tanto, repele el tac¬ accesible sino, por el contrario, en uno
to del curioso. Le gustaba trabajarlo en privado, sectario, secreto, indescifrable,
lámina, para forrar objetos, como esa ta¬ cuya contraseña, clave de acceso o código
padera de máquina de coser, pues regis¬ sólo conociesen unos pocos elegidos.
traba lo esencial de la forma, pero eludía La segunda obra que muestro de To¬
la epidermis del objeto en cuestión. Un net Amorós es la titulada Kurdistán, que
metal capaz de comportarse como una también fue presentada al Premio de Es¬
tosca segunda piel que elimina la prime¬ cultura Pablo Gargallo , pero en su edi¬
ra. No sólo ocultaba la superficie de lo ción anterior, la quinta. Tampoc o en esta
forrado, sino que lo uniformaba cromᬠocasión la obra obtuvo premio alguno;
ticamente, con un gris que se opone simplemente, como Wertheim, fue selec¬
radicalmente a efectismos coloristas de cionada para participar en la exposición.
pátinas. Por otro lado, es asombrosa la Kurdistán, al igual que Wertheim, es una
pulcritud con que Tonet realiza este pro¬ obra absolutamente hermética, de nuevo
ceso de forrado, puedo asegurar que no la piel de plomo recubre toda la superficie
es nada sencillo. Sorprende que tanto de la obra, a excepció n de la cúpul a supe¬
amor y esmero en el proceso de elabo¬ rior, que está forrada con piel sintética.
ración den como fruto final tanto des¬ Las cuatro patas en las que se apoya el
precio hacia el público. prisma, pertenecían a un mueble antiguo
La obra de Louise Bourgeois es una que Tonet encontró abandonado en la
demostración elocuente de cómo un basura. Tonet piensa que una de las labo¬
trauma de la infancia, o cualquier acon¬ res escultóricas más importantes, que no
tecimiento desgraciado, pueden marcar se enseña en ninguna Escuela de Arte, es
definitivamente la obra de un artista . 30
saber buscar en la basura. En Barcelona,
En este sentido, recuerdo vagamente que por aquella época, no sé si continuarán
Tonet, al que tuve la suerte de conocer haciéndolo, el Ayuntamiento fijaba un
unos años antes, contó un triste inciden¬ día a la semana para que los vecino s que
te que sufrió en una exposición que reali¬ quisieran desprenderse de muebles viejos,
zó en un centro cultural de Barcelona u objetos que por su tamaño no pueden
cuando iniciaba su carrera artística. Por arrojarse al cubo de basura, los deposita¬
desgracia, es frecuente que numerosos ran en la calle para, posteriormente, ser
centros culturales acepte n expone r obras recogidos por un camión del Ayunta¬
de arte sin obtener ningún beneficio eco- miento. Ese día, Tonet trataba de adelan-
198
La no comunicación
199
COMUNICACIÓN
bastante oscuro donde se hacía imposible invisibles; ni siquiera por la mirilla, a tra¬
la contemplación del interior. Tonet lo vés de los espejos, podrían verse, y posi¬
sabía y, sin embargo, no dio ninguna in¬ ' blemente era el trabajo más hermoso de
dicación al respecto. También había en la obra. Cuando se giraba el volante, estas
esta edición un celoso guardián de las ruedas dentadas de madera transmitían el
obras de arte, que hubiese impedido giro al prisma triangular de espejos y, des¬
cualquie r intento de observar por la miri¬ de la mirilla, podíamo s leer un mensaje
lla al tiempo que se activaba el volante , que Tonet había escrito en las paredes
cosa necesaria para contemplar comple¬ laterales interiores de Kurdistán: la luz,
tamente el interior. Pero, casualmente, en siempre la luz...
esta ocasión yo ya conocía el interior. No es éste precisamente un mensaje
Pido disculpas a Tonet por lo que voy a para locos, o quizá sí lo sea. En cualquie r
hacer, desvelar su secreto reservado sólo caso, más parec e una aspiració n de la
para iniciados, para sus escogidos. No razón, de cualquier hombre de ciencia, o
obstante, el lector que haya tenido la pa¬ de cualquier creyente. Aunque, quizá sea
ciencia de llegar hasta este punto, bien también esa referencia que anhela el loco
puede considerarse un escogido, merece en su demencia, o el náufrago en su
el premio de entrar, aunque sólo sea desesperación, esa esperanza al final del
momentáneamente, en la nómina de los túnel, tan necesaria para el lobo estepario
privilegiados iniciados. y para todos los que buscan. Esta sencilla
El interior de ese Teatro Mágico, que pero enigmática frase se queda grabada en
Tonet había creado en Kurdistán, escon¬ la memoria como una letanía y, mucho
día un prisma triangular formado por es¬ tiempo después, aun hoy día, continúo
pejos que podía moverse accionado por el girando imaginariamente el volante de
volante. Para ello, Tonet había construido Kurdistán, y en mi mente se repite sin ce¬
unas primorosas ruedas dentadas de ma¬ sar ese lema: la luz, siempre la luz, la luz,
dera que permanecerían definitivamente siempre la luz...
200
N O T A S A L T E X T O
1 ESPACIO
20 Ibid. 4 HENRY FOCILLON, La vida de las formas
21 También llamado Earth Arts, Site y elogio de la mano, Madrid, Xarait, 1983.
1 MARIANO DÍAZ VELÁZQUEZ, Diccionario
Specific, Land Projets o Earthworks. 5 Esta ambigüedad es sobre la que se
básico de matemáticas, Madrid, Anaya,
22 Citado por A. MASSÓ, Qué puede ser trabaja en los test psicológicos de Rors-
1 980.
una escultura, Granada, Grup o Editorial chach, que evalúan a través de la pro-
2 CHRISTIAN NORBEG-SCHULZ, Existen-
Universitario, 1997. yección .
cia, espacio y arquitectura. Nuevos cami-
23 Naum Gabo y Antoine Pevsner, op. cit. 6 El concepto de Gestalt se basa en el
nos de la arquitectura, Barcelona, Blume,
24 EDUARDO SUBIRATS, Culturas virtuales, isomorfismo o correspondencia entre la
1975, p. 9.
a Madrid, Biblioteca Nueva, 2 0 0 1, p. 116. realidad y nuestra experiencia, correspon-
3 M ELENA HERNÁNDEZ, seminario «Ar-
25 MIGUEL A. HERNÁNDEZ-NAVARRO, El dencia entre forma y función que añade ex¬
quitectura desde las humanidades», p. 3.
procedimiento ceguera. presión y comunicación, evitando el empo¬
4 Según Christian Norberg-Schulz en
26 El mundo, 8-I-2004. brecimiento que ocasiona la generalización
op. cit., p. 12.
27 Autora del Vietnam memorial in Was¬ o igualamiento formal y la simplicidad. Por
5 GOTTHOLD EPHRAIM LESSING, Laocoonte
hington. esto, todo esquema estimulador tiende a
[1766], Madrid, Tecnos, 1990.
28 Extracto de una entrevista realizada ser visto de forma tal que la estructura re¬
6 SIGFRIED GIEDION, Espacio, tiempo y
a Orlan por Corinne Sacca Abadi, el 15 de sultante sea la más simple que permitan
arquitectura, Madrid, Dossat, 1979, p. 455.
junio de 1997, en Venecia. las condiciones dadas. Para Rudolf Arn-
7 SIGFRIED GIEDION, El presente eterno:
heim, destacado investigador de todos es¬
Los comienzos de la arquitectura, Madrid,
tos f e n ó m e n o s , esta simplicidad implica
Alianza, p. 494. 2 FORMA Y MATERIA
parsimonia y orden. El principio de parsi¬
8 MANFRED SCHNECKENBURGER, Arte del monia exige que entre varias hipótesis se
sigloxx, Madrid, Taschen , 2001 , p . 432. 1 «Los traductores han traducido las pa¬ tome la más sencilla, que traducido a la es¬
9 Catálogo de la Exposición de Escultu- labras, no los conceptos, y "la forma", se¬ tética supone que el artista no debe ir más
ra Futurista celebrada en París en junio de gún sea de ascendencia griega o alemana, allá de lo que exigen sus propósitos. Es de¬
1913. hace referencia a cosas distintas.» FÉLIX DE cir, que lo más es en vano cuando basta
10 NAUM GABO Y ANTOINE PEVSNER, Mani- AZÚA, Diccionario de las artes, Barcelona, con menos, como afirmaba Newton. De
fiesto constructivista o realista, 1 92 0. Planeta, 1999, p. 157. esto se deduce la necesaria corresponden¬
11 Naum Gabo y Antoine Pevsner, op. cit. 2 «¿Ideas? ¿A qué llamas ideas? ¿Algo cia estructural entre la forma escultórica y
12 ROSALIND E. KRAUSS, Pasajes de la carente de sustancia? No t e n e m o s nada su significado, para que el principio de la
escultura moderna, Madrid, Akal, 2002, p. carente de s u s t a n c i a . Todo lo que sabe¬ simplicidad no se vea interferido.
253. mos, oímos, vemos, gustamos, tocamos. El
7 De nuevo para R. Arnheim, los gestal-
13 LÁSZLÓ MOHOLY-NAGY, La nueva vi- sol se mueve, la luna y las estrellas. Las
tistas no han diferenciado lo suficiente esta
sión, Buenos Aires, Infinito, p. 115. aguas y la energía bajo la tierra son alenta¬
ley de la ley de la simplicidad. A esto añade
14 JORGE DE OTEIZA, Oteiza: paisajes, di¬ das a surgir como círculo, espiral, línea.
más confusión el hecho de la traducción in¬
mensiones, Alicante, Fundación Eduardo Los nacimientos y las muertes de la gente
correcta de la palabra alemana prágnanz
Capa, 2000, p. 234. y de la tierra. Luego, los nacimientos otra
por la Inglesa pregnance que casi significa
15 Llamado también Arte ABC, Estruc- vez. ¿Seguro que esto no es lo que tú lla¬
lo contrario. Para Arnheim la ley de la preg-
turas primarias, Pintura sistémica o Arte re- mas ideas? Son cosas con sustancia. Son
nancia englobaría otras dos: la ley de nive¬
ductivo. reales.» LUCY LIPPARD, «Cracking» en CHAR-
lación, que tiende a simplificar mediante la
16 JAVIER MADERUELO, El espacio rapta¬ LES SIMONDS, Charles Simonds, catálogo de
simetría y la reducción de la tensión, y que
do, Madrid , Mondadori , p. 210. la exposición del 18 de septiembre al 30 de
se desarrolla de manera especial en el cla¬
17 SOL LEWITT, De Artforum, 10, 5 noviembre de 2003, Instituí Valencia d'Art
sicismo, y la de la agudización, cuyo objeti¬
(junio 1967), Nueva York, p. 81 . Modern (IVAM), p. 97.
vo es acentuar lo irregular, asimétrico e in¬
18 Ibid. , 3 Categorías obtenidas del estudio de sólito, aspirando a aumentar la t e n s i ó n ,
19 MARIO MERZ, Mario Merz, Buenos Ai¬ FELICITAS PUERTA, Análisis de la forma, Va¬ objetivo perseguido particularmente en el
res, Fundación Proa, 2003, p. 39. lencia, Universidad Politécnica, 2 0 0 1 . expresionismo.
201
NOTAS AL TEXTO
ral, un acontecimiento físico, un don del siendo sus formas «mediaciones» de valo¬
8 Felicitas Puerta, op. cit.
azar [...]» UMBERTO ECO, La definición del res que la trascendían. A partir de las prime¬
9 Es a partir de este concepto del con¬
arte, Barcelona, Martínez Roca, 1985. , ras vanguardias, se reivindicó su valor for¬
torno como límite, como se constituye el
17 «[... ] la imaginación de las cosas le mal y matérico en sí, sin más trascendencia
tradicional concepto de bulto redondo, den¬
habla en su lengua al corazón. Entonces que la que su expresividad le otorgara.
so, corpóreo, pesado, cerrado y prieto por
Eros desciende desde su condición de prin¬ 25 Han sido numerosos los descubri¬
la línea que recorre la superficie y crea el
cipio universal, de abstracción del deseo, mientos que han trastocado nuestra idea
modelado. Pero también, y de modo casi
hasta la verdadera erótica de las cualida- de la materia pesada, descubriéndonosla
opuesto en cuanto a significación, se de¬
des sensibles de las cosas: materiales, for¬ como un campo de partículas y ondas
sarrollan actualmente las estéticas de la
mas, movimientos, ritmos.», JAMES HILLMAN, (J. C. Maxwell 1 874, Heinrich Hertz 1887).
ausencia y el límite. Límite como frontera
El pensamiento del corazón, Madrid, Sime- 26 Según PETER WEIBEL («La era de la
entre presencia y ausencia. Ejemplos ilus¬
la, 1999, p. 177. ausencia» en CLAUDIA GIANNETTI (ed.) Arte
trativos de estas estéticas del límite o fron¬
18 JEAN ROSTAND, El hombre y la vida, en la era electrónica: perspectivas de una
terizas son las obras Huella, de Ana Men -
México, Fondo de Cultura Económica, nueva estética, Barcelona, ACC Lánge-
dieta, o Autorretrato, de Mark Quinn
1973. lot,1 996, p. 113) «la labor y el objetivo del
(realizado con su propia sangre y manteni¬
19 Henry Focillon, op. cit. ser humano consisten precisamente en ha¬
do por el límite trazado por el sistema de
20 «El constructivismo no crea ni explica cer d e s a p a r e c e r el mundo, tal como es o
refrigeración, nos pone de manifiesto su
ninguna realidad "exterior" sino que revela como alguna vez fue [... ] Las tecnociencias
posibilidad de desaparición formal, al des¬
que no existe un interior, ni un exterior, un han inducido una transformación radical del
aparecer el frío que la mantiene).
mundo de objetos que se encuentre frente mundo. Esta transformación ha sido tan
10 En la base de todas estas leyes se si¬
a un sujeto. El constructivismo más bien profunda que ha sido percibida como la
túa el principio de semejanza, considerado
muestra que no existe la separación de su¬ pérdida del mundo histórico y habitual».
un requisito previo para poder advertir las
jeto y objeto [... ] que la división del mundo 27 «El mundo está lleno de objetos más
diferencias. Sólo puede existir la compara¬
en opuestos está forjada por el sujeto vi¬ o menos i n t e r e s a n t e s . No tengo por qué
ción partiendo de un esquema común. Este
viente y que las paradojas abren el camino añadir otros.» Declaraciones de DOUGLAS
principio se completa con el de la forma co¬
que conduce a la autonomía.» PAU L WATZ- HUEBLER en el catálogo de la exposición
herente que subraya la estructura.
LAWICK, La realidad inventada, Barcelona, «January 5-31», 1969 (catálogo formulador
11 JOSÉ ANTONIO MARINA, Teoría de la in¬
Gedisa, 1998. que inicia la tendencia de incluirlo como
teligencia creadora, Barcelona, Anagrama,
21 La deconstrucción no consiste en pa¬ arte en sí mismo).
2001 .
sar de un concepto a otro, sino en derribar 28 Luis CENCILLO, Creatividad, arte y
12 RUDOLF ARNHEIM, Arte y percepción
y desplazar un orden conceptual, así como tiempo, vol . I, Sintagma, p. 463.
visual. Psicología del ojo creador, Madrid ,
el orden conceptual en el que se articula. 29 En los concursos de escultura se ha
Alianza Editorial, 1981.
22 «Las materias poseen cierto destino venido considerando materiales definitivos
13 Este método ha desarrollado la posi¬
o, si se prefiere, cierta vocación formal [... ] la piedra, la madera o el metal.
bilidad de la ubicuidad escultórica.
y por eso mismo atraen, limitan o desarro¬ 30 «Ciertos materiales tienen un valor
14 «Si el arte queda en manos de los ar¬
llan la vida de las formas artísticas.» Henry estético por sí mismos [... ] Lo que carece
tistas y no de los teóricos, podrá todavía te¬
Focillon , op. cit, p. 38. de valor es un material artificial (plástico,
ner sentido y siempre llegará el día en que
23 Es de destacar el interesante estudio pasta de madera, papel maché), pero todo
a un Kosuth le replique un Kiefer o un
realizado por PARÍS MATÍA en su tesis docto¬ lo que no sea esto, incluso el cemento y el
Chia.» PEDRO AZARA, De la fealdad del arte
ral sobre Las influencias de los nuevos ma¬ hierro dejados en sí mismos, pueden con¬
moderno, Barcelona, Anagrama, 1990,
teriales en el concepto escultórico del cuer¬ tener, según el entorno de la obra, un gran
p. 169.
po humano. En él relaciona esta cuestión valor expresivo.» Luis Cencillo, op. cit., p.
15 Pensamos que la cortapisa que su¬
de la desmaterialización con el entorno en 469. El mismo autor reconoce a continua¬
pone el censurar toda forma espontánea o
general, observando cómo ello se deriva de ción cómo el papel maché ya ha sido eleva¬
casual que se asocie a un contenido puede
una pérdida de consistencia generalizada. do a material estético por Niki de Saint
resultar tan constrictor como el más ajusta¬
24 Ese concepto de material definitivo Phalle.
do y rigorista de los encajes academicistas.
marca precisamente un modo o ideología 31 El escultor Francisco López utiliza la
16 «[... ] aventura de lo casual, con su
en la escultura, que pone de manifiesto, madera de abedul en muchas de sus crea¬
peligro, el dejar que actúen los materiales
como ya vimos, su idea de perdurabilidad o ciones, por ser madera más limpia de vetas
por sí solos. La obra matérica se ha ¡do
intemporalidad. Desde las manifestaciones y nudos, dando el acabado con una pasta
configurando como una aparente renuncia
más remotas hasta las primeras vanguar¬ de madera con color que neutraliza todos
a toda forma, a toda organización, a toda
dias, la escultura permaneció fiel a la repre¬ los efectos de la veta que no siempre acom¬
superposición de intenciones, para permitir
sentación de valores religiosos y políticos, pañaría la intención que registra la forma.
que la obra se convierta en un hecho natu-
202
NOTAS AL TEXTO
extendido más allá del objeto o de la expe¬ robar para él el fuego de los d i o s e s , y
32 Ezio MANZINI, Artefactos, Madrid, Ce¬
riencia visual al ámbito de la investigación.» Pygmalión, enamorándose de la estatua de
leste Ediciones y Experimenta Ediciones
Afirmación de DONALD KARSHAN para Con¬ Galatea y dándole vida con su deseo, o la
de Diseño, 1990.
ceptual Art and Conceptual Aspects, Nueva vida que, según Calístrato, poseían las es¬
33 Materiales orgánicos de síntesis, ma¬
York, The New York Cultural Center, 1970. culturas de Praxíteles y Scopas.
teriales plásticos o materiales sintéticos. A
42 «La imagen electrónica tampoco dis¬ 48 Según la tesis de ÓSCAR TUSQUETS en
partir de aquí surge la confrontación del tér¬
pone de los trazos materiales de la imagen su libro Dios lo ve, el desarrollo artístico y
mino natural-artificial.
cinematográfica [... ] Su soporte, sin embar¬ científico lo sitúa en este deseo de perfec¬
34 El término fluidificación es empleado
go, no muestra imagen alguna: es opaco y ción sin razón de ser racional u objetivable,
por Ezio Manzini para explicar la pérdida mi¬
vacío a una mirada desasistida. Nuestra re¬ como si el hombre dirigiera sus acciones
lenaria del vínculo de la materia al proyecto
lación con el vídeo es necesariamente una sublimes al Dios que desde cualquier tiem¬
a desarrollar, el encadenamiento y condicio¬
relación siempre mediatizada, siempre po y lugar le contempla.
nante que ésta suponía para cualquier idea
atravesada con la ayuda de aparatos, pues¬ 49 PeterWeibel, op. cit.
que pretendiéramos plasmar, dando a en¬
to que la imagen electrónica carece de sus¬ 50 PHILIPPE PETIT y PAUL VIRILIO, Ciber-
tender con el término la capacidad de adap¬
tancia. Es un flujo de corriente eléctrica y, mundo o la política de lo peor, Madrid , Cá¬
tación de los materiales actuales.
como tal, no puede ser agarrada con las tedra, 1999.
35 Es el lenguaje informático el que con¬
manos como se agarra un plano cinemato¬
cede la forma a un cajero automático y no
gráfico.
el diseño de su pantalla.
»Así mismo, eso que llamamos "imagen" 3 TIEMPO
36 Definición para la literatura, del filóso¬
también deja de ser, en el universo del ví¬
fo y biólogo JEAN ROSTAND en El hombre y
deo, una representación pictórica en el 1 CHARLES BAUDELAIRE, Salones y otros
la vida, México, Fondo de Cultura Económi¬
sentido tradicional del término, es decir, escritos sobre arte [1859], Madrid, Visor,
ca, Col. Popular, 1973.
una inscripción en el espacio. En rigor, en 1996, p. 282.
37 Es lo que FRANQOIS DAGOGNET, en el
cada intervalo mínimo de tiempo no hay 2 El tiempo es una construcción mental,
prólogo a La materia de la invención, de
propiamente una imagen en la pantalla, una estructura inmaterial que dividimos en
Ezio MANZINI, Barcelona, CEAC, 1993, con¬
sino un único píxel de a c c e s o , un punto horas, minutos, s e g u n d o s , como si fueran
sidera el dato revolucionario del siglo xx, el
elemental de Información de luz. La ima¬ gramos o kilos de materia. Una analogía
que los términos «materia» e «invención»
gen integral, el cuadro videográfico, ya no que resulta difícil eludir.
se superpongan.
existe en el espacio, sino en la duración de 3 «Hay tiempo porque es posible medir
38 KYNASTON L. MCSHINE, Information,
un barrido completo de pantalla: en el tiem¬ el movimiento: así un reloj de sol, o uno de
Nueva York, Museo de Arte Moderno, 1970.
po.» ARLINDO MACHADO en Tendencias re¬ arena, o, por s u p u e s t o , un cronómetro.
39 Término utilizado por ANDRÉ LEROI-
cientes del Media Art, Barcelona, Goethe¬ Cada nuevo sistema de medición conlleva
GOURHAN en Materia de la invención, con el
Institut, 1997. un nuevo concepto de tiempo.» JAVIER
que desarrolla la complejidad y la interac¬
43 Ezio Manzini, La materia de la inven¬ ECHEVERRÍA «Cronología del tiempo», en
ción entre el pensamiento y su aplicación
ción, cit., p. 26. FRANCISCO JARAUTA et al., Pensar el presen¬
técnica.
44 Según dato de HENRY R. CLAUSER, en te, Madrid, Círcul o de Bellas Artes, 1993,
40 «Todo aquello que dirija la atención a
la revista Industrial and Engineering Mate¬ pp. 46-47.
los atributos físicos se opone a la compren¬
rials han contad o entre 50.000 y 70.000 4 ARISTÓTELES, Physika, IV, II, 220 a.C,
sión de la idea [... ] La obra en sí, aunque no
materiales. Atenas.
aparezca visualizada, es tanto una obra de
45 El ejemplo del automóvil y su empleo 5 Occidente hace todos sus cálculos a
arte como el producto final. Todas las eta¬
generalizado es muy gráfico para observar partir de vidas individuales, Oriente, sin
pas intermedias - a n o t a c i o n e s , esbozos, di¬
este divorcio entre el conocimiento del ob¬ embargo, piensa la realidad como un ser
bujos, modelos, búsquedas, pensamientos,
jeto en sí y el conocimiento de su función. único, piensa en La Vida.
conversaciones- presentan interés. Las
46 «[... ] la estructura combinatoria y la Mientras Occidente se afana en perfec¬
que revelan el proceso mental del artista
posibilidad metamórfica de la imagen elec¬ cionar el calibre que usa la biología para
son, a veces, más interesantes que el pro¬
trónica que permite infinitos modos de mo¬ determinar la duración media del tiempo de
ducto final.» SOL LEWITT, Paragraphs on
delado formal, recortando, insertando, alar¬ vida (un día para una mosca u ochenta
Conceptual Art, Artforum, 1967. (Se puede
gando, mezclando para poder de nuevo, en años para un hombre, y además fijar a qué
considerar a LeWitt como defensor del arte
la fase de edición, aumentar considerable¬ edad un individuo concreto puede desarro¬
inmaterial por su actitud antiobjetual y su
mente este potencial transformador.» Arlin- llar una enfermedad heredada genética¬
asociación de la pintura y la escultura a gé¬
d,o Machado, op. cit. mente), los hindúes establecieron ciclos de
neros tradicionales.)
47 Como lo representan el Prometeo de 4000 millones de años de duración llama¬
41 «El arte del post-objeto está basado
Esquilo, al modelar al hombre con arcilla y dos Kalpas.
en la premisa de que la idea del arte se ha
203
NOTAS AL TEXTO
6 Decía san Agustín que sólo aquello que 18 JORGE WAGENSBERG, «El tiempo de la 34 KENT C. BLOOMMER y CHARLES W. Moo¬
tiene alma es capaz de percibir el tiempo. física y el tiempo del hombre: Breve historia RE, Cuerpo, memoria y arquitectura, Ma¬
7 Por un lado, el tiempo que rige en el de una reconciliación», en Francisco Jarau- drid, Hermann Blume, 1982, pp. 49-53.
cosmos, cronología de su nacimiento y de ta era/., op. cit, p. 4 1 . 35 Gulliver es un héroe novelesco de
su d e s a p a r i c i ó n ; por otro, el tiempo intui¬ 19 Gotthol d Ephrai m Lessing , op. cit. plena actualidad, víctima del extrañamiento
do, deseado, interiorizado o, si se quiere, que le provoca una realidad de mundos
20 JACQUES AUMONT, La imagen [1990],
religioso. ajenos e inabordables, incluido el suyo pro¬
Barcelona, Paidós, 1992, p. 169.
8 Luis RACIONERO, Oriente y Occidente, pio, que cuestiona su identidad.
21 J a c q u e s Aumont , op. cit., pp. 172 y
Barcelona, Anagrama, 1994, p. 73. 36 Eterno: del latín aeternus, que no tie¬
176.
9 HEINRICH WÓLFFLIN {Conceptos funda¬ ne principio ni fin; de siempre o para siem¬
22 SAGRARIO AZNAR ALMAZÁN, El arte de
mentales en la historia del arte, Madrid, Es¬ pre; se aplica a lo que no perece o no ha de
acción, Hondarribi a (Guipúzcoa), Nerea,
pasa Calpe, 1970) y Henry Focillon (op. perecer.
2000, p. 70.
cit.) adoptaron un punto de vista morfológi¬ 37 Efímero: del griego éérmepog (ephe-
23 OCTAVIO PAZ, «Rupturas y restaura¬
co para el análisis de la historia del arte, meros), de un día; de muy poca duración ;
ciones», El paseante 23-25, Madrid, Sirue-
donde trataron de demostrar esta secuen- breve, fugaz.
la, 1995, p.18.
cialidad cíclica. 38 Entre las más i m p o r t a n t e s de las
24 JOSÉ JIMÉNEZ, Cuerpo y tiempo, Bar¬
10 FRIEDRICH WILHELM NIETZSCHE, El cuales se pueden encontrar ejemplos de
celona, Destino, 1993, p. 326.
eterno retorno, Buenos Aires, Aguilar, Land Art, Povera, Arte procesual o Arte
25 JOSÉ SARAMAGO, La caverna, Madrid,
1959, pp. 30-34. conceptual.
Alfaguara, 2 0 0 1 , pp. 119-120.
11 ARTHUR DANTO, «El fin del arte», El 39 Rosalind E. Krauss, op. cit., p. 274.
26 Rosalind E. Krauss, op. cit., p. 1 1 .
paseante 23-25, Madrid, Siruela, 1995, 40 El carácter conmemorativo de la obra
27 GEORGE KUBLER, La configuración del
pp. 28-55. no impide a Dani Karavan acomodar en ella
tiempo. Observaciones sobre la historia de
12 FRANCIS FUKUYAMA, El fin de la histo¬ preocupaciones plenamente contemporá¬
las cosas, Madrid , Nerea 1988, pp. 70-71 .
ria, Barcelona, Planeta, 1992. neas, como la significación del lugar me¬
28 HENRY BERGSON, El pensamiento y
13 FRANCIS FUKUYAMA, El fin del hombre, diante el recorrido.
lo moviente, Madrid, Espasa Calpe, 1976,
Madrid, Punto de lectura, 2003. 41 Se hace evidente también en la signi¬
p. 151 .
14 PAUL DAVIES, «La flecha del tiempo», ficación simbólica que adquiere su destruc¬
Investigación y Ciencia 31 4 (noviembre 29 Henry Bergson, op. cit, p.167.
ción (por ejemplo, las de Stalin tras la caída
2002), pp. 8-13. 30 SOL LEWITT, «Sentencias sobre arte
del régimen comunista o las de Sadam
15 Según este principio, no es posible conceptual» [1968] en SIMÓN MARCHAN FIZ,
Hussein, en Irak, tras la invasión norteame¬
realizar un trabajo mediante el paso de ca¬ Del arte objetual al arte de concepto. Epí¬
ricana).
lor desde un cuerpo con temperatura baja a logo sobre sensibilidad posmoderna
42 INDIO JUAN, Cuadernos de mediano¬
otro con temperatura más elevada. Lo que, [1972], Madrid, Akal, 1986, p. 414 (senten¬
che, Endymion , 1979.
simplificando, habla de la tendencia cons¬ cia n° 28).
43 JEAN BAUDRILLARD, La ilusión del fin,
tante de cualquier sistema, formado por un 31 RENNY RAMAKERS, «La historia secreta
Madrid, Siglo XXI, 1 994, pp. 113-114.
conjunto de un gran número de partículas, de los materiales», en Fisuras de la Cultura
que en un ser viviente sería el de máximo 32 «[La instalación] por un lado, confiere 4 MOVIMIENTO
equilibrio (muerte). al espacio una dignidad especial, lo sitúa
La base de la termodinámica es la equi¬ en el centro de la propuesta plástica como 1 ERNST HANS GOMBRICH, Meditaciones
valencia entre el calor y otras fuentes de contenido específico de la misma [... ] pero sobre un caballo de juguete, Barcelona,
energía, demostrada por Julius Robert Ma¬ a su vez inviste también al espectador Seix Barral, 1968, pp. 18-20.
yer (1842) y confirmada posteriormente de como eje y fundamento de la experiencia 2 VALERIANO BOZAL, Mimesis: Las imá¬
forma cuantitativa por James Prescott Jou¬ artística, no sólo Incluyéndolo en su espa¬ genes y las cosas, Madrid, Visor-Antonio
le (hacia 1845). cio, sino incorporándolo al proceso de Machado, col. La balsa de la Medusa,
16 ERWIN SCHRÓDINGER, ¿Oué es la construcción representativa. Y, por otro, ins¬ 1987, p. 69.
w'da?[1 944], Barcelona, Tusquets, 2001, tituye un espacio significativo, en el sentido 3 En este sentido, E. B. Goldstein seña¬
pp. 111-114. de que da comienzo o pone en marcha un la: «Históricamente se ha efectuado una
17 Del latín circa, alrededor de, y dies, determinado proceso y a la vez determina distinción entre sensación y percepción,
un día. Los ciclos circadianos programan el carácter de éste.» Josu LARRAÑAGA, Ins¬ considerándose usualmente que las sensa¬
nuestro organismo según la sucesión de talaciones, Hondarribi a (Guipúzcoa) , Ne- ciones eran experiencias básicas y sim¬
los días y las noches debida a la rotación rea, 2 0 0 1 , p. 32. ples, provocadas por estímulos simples.
terráquea. 33 MARGUERITE YOURCENAR, El Tiempo, Por ello, podríamos decir que experimenta-
gran escultor, Madrid, Alfaguara, 1989, p. 84.
204
NOTAS AL TEXTO
mos la sensación de "rojo" cuando se nos textos futuristas [1968], Barcelona, Ed. del
11 Arnheim matiza esta capacidad refe-
presenta un pequeño punto de luz roja [... ] Cotal, 1 978, p. 196.
rencial de un instante concreto en relación
Por otra parte, si se considera desde un 19 «Obstinarse era absurdo [... ] me pa¬
con el movimiento en su totalidad al señalar
punto de vista fisiológico, las s e n s a c i o n e s recía absurdo correr tras una cosa que es¬
que de su elección depende también la in¬
suelen relacionarse con la actividad de los taba llamada al fracaso desde el principio.»
tensidad que se puede imprimir a ese suce¬
receptores sensoriales [... ] Se piensa nor¬ ALBERTO GIACOMETTI, Escritos, Madrid, Sín¬
so. Y analizando las posibilidades de la foto¬
malmente que las percepciones son expe¬ tesis, 2 0 0 1 , p. 308.
grafía para reflejar de manera objetiva el
riencias más complicadas, provocadas por 20 Ibid., p. 26 2.
movimiento dice así: «Las imágenes de ac¬
estímulos complejos y, a menudo, significa¬ 21 «Desde siempre la escultura, la pin¬
ción retratan el movimiento exactamente en
tivos [... ] podemos hablar de percibir las for¬ tura o el dibujo han sido para mí medios
la medida en que la figura lo muestre. En
mas de una pintura o la melodía de un soni¬ para comprender mi propia visión del mun¬
una de las fotografías seriadas de Muybrid-
do. Al ser complejas, se suele decir que las do exterior, y sobre todo del rostro y el con¬
ge, una secuencia que muestra a un herrero
percepciones son el resultado de procesos junto del ser humano [... ] La realidad nunca
trabajando, el pleno impacto del golpe apa¬
de orden superior a las s e n s a c i o n e s , y de ha sido para mí un pretexto para crear
rece solamente en aquellas imágenes en
una integración o adicción de sensaciones obras de arte, sino el arte un medio nece¬
que el martillo está totalmente levantado.
[... ] se suele relacionar a las percepciones sario para darme un poco más cuenta de lo
Las fases intermedias no se ven como esta¬
con la actividad fisiológica en el cerebro». que veo [... ] Todo lo que yo pueda hacer no
dios transitivos del violentísimo golpe, sino
E. BRUCE GOLDSTEIN, Sensación y percep¬ será sino una pálida imagen de lo que veo
como un levantamiento más o menos suave
ción [1984], Madrid , Debate , 1988, p. 2. y mi éxito estará siempre por debajo de mi
de la herramienta, dependiendo de la inten¬
4 RUDOLF ARNHEIM, El pensamiento vi¬ fracaso [... ] No sé si trabajo para hacer algo
sidad del ángulo representado. En las Ins¬
sual [1969], Bueno s Aires, Eudeba,1976. o para saber algo [...]» Ibid., p. 128.
tantáneas de un hombre andando, el paso
5 E. B. Goldstein, op. cit., pp. 339-340. 22 Ernst Hans Gombrich, Arte e ilusión,
parecerá grande o pequeño según el ángulo
6 Arnheim se pregunta además si estas cit., p. 2 0 1 .
que formen las piernas. El Discóbolo de Mi¬
diferencias tienen algo que ver con la «ex¬ 23 «Las tentativas de cubistas y futuris¬
rón y el David de Bernini muestran la desvia¬
periencia del paso del tiempo», con la dis¬ tas no sacarán al arte de los abismos del
ción del brazo en un punto extremo de inten¬
tinción entre cosas inmóviles y móviles, en¬ pasado, no han conducido sino a nuevos
sidad». Rudolf Arnheim, Arte y percepción
tre atemporalidad y tiempo. He aquí su errores [... ] todo este alboroto futurista en
visual. Psicología del ojo creador, cit., p. 464.
respuesta: «Lo que distingue la percepción torno a la velocidad no es sino una canden¬
12 Tomado de W. HESS, Documentos
de los s u c e s o s de la de los objetos no es te anécdota». Naum Gabo y Antoine Pevs¬
para la comprensión del arte moderno
que la primera entrañe la experiencia del ner tomado de ÁNGEL GONZÁLEZ, FRANCISCO
[1956], Buenos Aires, Nueva Visión, 2000,
paso del tiempo, sino que durante un suce¬ CALVO y SIMÓN MARCHAN, Escritos de arte
pp. 127-128.
so somos testigos de una secuencia orga¬ de vanguardia 1900/1945, Madrid, Turner,
13 Rudolf Arnheim, Arte y percepción vi¬
nizada en la que las fases se suceden unas 1979, pp. 267-268.
sual. Psicología del ojo creador, cit., p. 449.
a otras conforme a un orden unidimensio¬ 24 Ibid, p. 270.
14 Rudolf Arnheim, Arte y percepción vi¬
nal dotado de sentido. Cuando el suceso es 25 GIULO CARLO ARGAN, El arte moderno.
sual. Psicología del ojo creador, cit., p. 466.
desorganizado o incomprensible, la se¬ Del ilusionismo a los movimientos contem¬
15 Henry Bergson , op. cit., p. 135.
cuencia se rompe y queda reducida a mera poráneos [1988], Madrid , Akal , 1991 , p. 414.
16 A. RODIN, El Arte. Entrevistas recopi¬
sucesión [... ] Hay cambios constantes pero 26 VLADÍMIR E. TATLIN etal., «Formas ar¬
ladas por Paul Gsell [1911], Madrid, Sínte¬
no avance [... ] el tiempo es capaz de crear tísticas e intenciones utilitarias» [1920], to¬
sis, 2000, pp. 50-52.
sucesión pero no orden. Al contrario, toda mado de Ángel González, Francisco Calvo
17 Ibid., pp. 47-48.
experiencia del tiempo presupone alguna y Simón Marchan, op. cit, p. 266.
18 Así lo defiende UMBERTO BOCCIONI en
clase de orden». RUDOLF ARNHEIM, Arte y 27 Simón Marchan Fiz, op. cit., p. 124.
su Manifiesto técnico de la pintura futurista
percepción visual. Psicología del ojo crea¬ 28 Ibid., p.24.
de 1910: «[... ] todo cambia, todo corre, todo
dor, Madrid, Alianza, 1981 , p. 412. 29 C BARRETT, «Arte cinético», en N.
se transforma v e r t i g i n o s a m e n t e . Un perfil
7 Jacques Aumont, La imagen, op. cit., STANGOS, Conceptos de arte moderno, Ma¬
no está nunca inmóvil delante de nosotros:
p. 113. drid, Alianza, 1989, p. 178.
aparece, desaparece sin cesar. Dada la
8 Jacques Aumont, La imagen, op. cit.,
persistencia de la imagen en la retina, los
p.169.
objetos en movimiento se multiplican, se
9 ERNST HANS GOMBRICH, Arte e ilusión 5 LENGUAJE
deforman sucesivamente, como vibracio¬
[1959], Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1979,
nes precipitadas en el espacio que reco¬
pp. 181-183. 1 En la obra de G. BÜCHNER, Woyzeck,
rren. Así, un caballo corriendo no tiene cua¬
10 Gotthol d Ephral m Lessing , op. cit., citada por JUAN EDUARDO CIRLOT, El mundo
tro p a t a s , sino veinte [...]». Tomado de
pp. 106-107. del objeto, Barcelona, Omega, 1955.
FILIPPO TOMMASO MARINETTI, Manifiestos y
205
NOTAS AL TEXTO
2 A. SCHAFF, Lenguaje y conocimiento, 27 Gillo Dorfles, op. cit 57 CATHERINE MILLET, La crítica del arte:
México, Grijalbo, 1967, p. 205. 28 Gillo Dorfles, op. cit. historia, teoría y praxis, Barcelona, Edicio¬
3 Citado por M. MALDOVEANU en Compo- 29 José Antonio Marina, op. cit, p. 23. , nes del Serbal, 2003.
sición, luz y color en el teatro de Robert 30 JOSEPH QUETGLAS, El horror cristaliza¬ 58 Gillo Dorfles, op. cit.
Wilson: la experiencia como modo de pen- do. Imágenes del Pabellón de Alemania de 59 JAMES ABBOTT MACNEIL WHISTLER, Le
sar, Barcelona, Lunwerg, 2001, p. 19. Mies van der Rohe, Barcelona, Actar, 2001, Procés contre Ruskin, 1890, pp. 11-12.
4 AMADO ALONSO, «Noción, emoción, ac- p. 32. 60 CALVINO, Las ciudades invisibles, Ma¬
ción y fantasía en los diminutivos», en Es- 31 Gillo Dorfles, op. cit. drid, Siruela, 2003, p. 42.
tudios lingüísticos. Temas españoles, Ma- 32 Gillo Dorfles, op. cit. 61 Gillo Dorfles, op. cit.
drid, Gredos, 1961. 33 JANNIS KOUNELLIS, Melancolía revolu¬ 62 Gillo Dorfles, op. cit.
5 MICHEL FOUCAULT, Esto no es una pipa: cionaria, Madrid, MNCARS, 19 noviembre 63 Citado por José Jiménez, Conceptes
ensayo sobre Magritte, Barcelona, Anagra- 1996 al 19 febrero 1997. de l'espai, cit.
ma, 1993, p. 9. 34 Jannis Kounellis, op. cit. 64 Obra comentada por JOSÉ JIMÉNEZ,
6 Simón Marchan Fiz, op. cit., p. 168. 35 Gillo Dorfles, op. cit. en el catálogo de la exposición Tras la rui¬
7 Michel Foucault, op. cit, p. 10. 36 Josu LARRAÑAGA, Instalaciones, Gui¬ na, de NACHO CRIADO, realizada en el IVAM,
8 MICHELANGELO PISTOLETTO, catálogo de púzcoa, Nerea, 2001, p. 4 1 . Centro Julio González de Valencia, 1999.
la Exposición realizada en el Museo de 37 Gillo Dorfles, op. cit 65 WASSILY KANDINSKY, Punto y línea sobre
Arte Contemporáneo de Barcelona, 2000. 38 Josep Quetglas, op. cit., p. 167. elplano, Barcelona, Barral, 1926, pp.109-110.
9 Michelangelo Pistoletto, op. cit. 39 Juan Eduardo Cirlot, op. cit., p. 23. 66 José Jiménez, Conceptes de l'espai, cit.
I 0 VALERIANO BOZAL (ed.) Historias de 40 WALTER BENJAMÍN, Carta a Rang(úe\ 67 José Jiménez, Conceptes de l'espai, cit.
las ideas estéticas y de las teorías artísti- 9 de diciembre de 1923). 68 Pepe Espaliú, op. cit
cas contemporáneas, vol. 2, Madrid, Visor, 41 Walter Benjamín, op. cit.
col. La Balsa de la Medusa, 1999, p. 18. 4 2 JOSÉ LUIS BREA, Un ruido secreto. El
II Valeriano Bozal (ed.), op. cit., p. 15. arte en la era postuma de la cultura, Murcia, 6 COMUNICACIÓN
12 Simón Marchan Fiz, op. cit, p. 153. Mestizo, Col. Palabras de Arte, 1996, p. 109.
13 Valeriano Bozal (ed.), op. cit., p. 24. 43 José Luis Brea, op. cit, p. 110. 1 JAMES JOYCE, Ulises [1922].
1 4 PAUL GUILLAUME, La psicología de la 44 PEPE ESPALIÚ, catálogo de la exposi¬ 2 Recomiendo CHRISTINA LODDER, El
forma, Buenos Aires, Psique, 1947, p. 21 ción realizada en el MNCARS, 2002. constructivismo ruso [1983], Madrid, Alian¬
15 ROLAND BARTHES, Lo obvio y lo obtu- 4 5 MICHEL FOUCAULT, Las palabras y las za Editorial, 1988.
so. Imágenes, gestos, voces, Barcelona, cosas: una arqueología de tas ciencias hu¬ 3 La ubicación definitiva del Monumento
Paidós Ibérica, 1992, p. 174. manas, México, Siglo XXI, 1990, p. 297. no era una cuestión que preocupara excesi¬
1 6 DONIS A. DONDIS, La sintaxis de la 46 Michel Foucault, op. cit. vamente aTatlin. Pese a que el encargo lo re¬
imagen. Introducción al alfabeto visual, Bar¬ 47 FRANCISCA PÉREZ CARREÑO, Los pla¬ cibió del Departamento de Bellas Artes de
celona, Gustavo Gili, 1985, p. 26. ceres del parecido. Icono y representación, Moscú, a principios de 1919, Tatlin se trasla¬
17 José Antonio Marina, op. cit, p. 32. Madrid, Visor, 1988. dó a Petersburgo poco después, a mediados
18 LOUISE BOURGEOIS, Memoria y arqui¬ 48 Francisca Pérez Carreño, op. cit de 1919, para hacerse cargo del estudio de
tectura, Madrid, Coord. MNCARS, 16 no¬ 4 9 JACQUES AUMONT, La estética hoy, Ma¬ Volumen, Material y Construcción, y fue allí,
viembre 1999 al 14 febrero 2000, p. 26. drid, Cátedra, 2001. en Petersburgo, donde continuó desarrollan¬
1 9 JUAN EDUARDO CIRLOT, Morfología y 50 Roland Barthes, op. cit, p. 174. do su proyecto. Por ello, elige como hipotética
arte contemporáneo, Barcelona, Omega, 51 MIGUEL CERECEDA, El lenguaje y el ubicación de la torre el centro de esta ciudad.
1955, p. 39. deseo. Elogio de la gordura, Madrid, Julio 4 El hecho de que se construyera una
20 Ibid. Otero, 1992, p. 89. maqueta de estas dimensiones (unos 7 m
2 1 JOSÉ JIMÉNEZ, Conceptes de t'espai, 52 SAMUEL BECKETT, Ensayo sobre Mar¬ de altura) indica que existió una inicial vo¬
Barcelona, catálogo de la exposición colec¬ cel Proust, 1931. luntad política de sacarlo adelante, ya que,
tiva realizada en la Fundación Joan Miró, 5 3 JOSÉ JIMÉNEZ en el catálogo de la ex¬ salvo que se trate de un concurso de ¡deas
14 marzo al 12 mayo 2002. posición de Jannis Kounellis, Melancolía que exija la presentación de maquetas, que
22 Donis A. Dondis, op. cit, p. 27. revolucionaria, Madrid, MNCARS, 19 no¬ no era el caso, la maqueta sólo se manda
23 Valeriano Bozal, op. cit. viembre 1996 al 19 febrero 1997. realizar cuando se entiende que el proyec¬
24 CHARLES SANDERS PEIRCE, Collected 54 Citado por José Jiménez, op. cit. to, que previamente ha sido documentado
Papers, 2.247. 55 Jannis Kounellis, op. cit. con dibujos y todo tipo de explicaciones,
2 5 GILLO DORFLES, Del significado a las 56 JAUME PLENSA, Palacio de Velázquez, puede ser llevado a cabo.
opciones, Barcelona, Lumen, 1975. Parque del Buen Retiro, y MNCARS, Ma¬ 5 En principio se quería un homenaje a
26 Gillo Dorfles, op. cit. drid, 3 febrero al 30 abril 2000. la Revolución. Fue Tatlin quien decidió que
206
NOTAS AL TEXTO
fuese un h o m e n a j e a la Tercera Internacio¬ g e n e r a d a s . Breker tomó parte activa en la 16 «Mis o b r a s no se refieren ni en la for¬
nal, fundada en 1919. c a m p a ñ a de difamación que el régimen ma ni en el c o n t e n i d o a la historia de los
6 Decreto de 13 de abril de 1918 firma¬ emprendió contra las e x p r e s i o n e s artísticas m o n u m e n t o s . No e s t á n h e c h a s en memoria
do por Lenin. Publicado al día siguiente en modernas (Expresionismo, Abstracción, d e n i n g u n a p e r s o n a , d e ningún lugar, d e
Izvestya y Pavda con el título «Demolición Cubismo, etc.). V é a s e la entrevista recogida ningún a c o n t e c i m i e n t o » , c i t a d o por Y V E -
de los m o n u m e n t o s erigidos en honor a los en JOSÉ MANUEL INFIESTA, Amo Breker: el ALAIN Bois en «Paseo pintoresco en torno a
z a r e s y s u s s i r v i e n t e s , y la p r o d u c c i ó n de Miguel Ángel del siglo xx Barcelona, Edi¬ Clara-Clara», e n s a y o recogido en el catálo¬
p r o y e c t o s p a r a m o n u m e n t o s a la Revolu¬ ciones de Nuevo Arte Thor, 1982. go Richard Serra, Madrid, Museo Nacional
ción socialista r u s a » . 12 La d e s t r u c c i ó n q u e se p r o d u c e , es¬ Centro de Arte Reina Sofía, 1992, p. 19.
7 A este respecto, por s u s referencias a la p e c i a l m e n t e en Berlín, t r a s la e n t r a d a de 17 «En la n o c h e del 15 al 16 de marzo
política artística de Rusia en e s a época, pue¬ las t r o p a s a l i a d a s , no se r e d u c e a la obra de 1989 fue d e s t r u i d a la e s c u l t u r a de Ri¬
de ser interesante consultar: ANATOLI VASILIÉ- escultórica sino que se extiende a t o d o s los c h a r d S e r r a Tilted Are. A las c u a t r o y me¬
VICH LUNACHARSKI, Las artes plásticas y la po¬ s í m b o l o s del poder nazi. Las construccio¬ dia de la m a d r u g a d a fue c o r t a d o el gran
lítica en la Rusia revolucionaria, Barcelona, n e s públicas de Albert Speer, arquitecto del a r c o de a c e r o y la h e n d i d u r a q u e la obra
Seix Barral, 1969. Buen amigo de Lenin, Lu- r é g i m e n , fueron o b j e t o d e s i m i l a r e s ¡ras, había dejado en el asfalto fue r á p i d a m e n t e
nacharski (1875-1933) fue el Comisario de salvo quizá el edificio de mítines de Nurem¬ c u b i e r t a : n o d e b í a q u e d a r n i n g u n a huella
las Artes d e s d e el triunfo de la Revolución berg por ser d e m a s i a d o g r a n d e para dina¬ de la o b r a . Los v á n d a l o s q u e d e s t r u y e r o n
hasta 1929. De 1929 a 1933 trabajó en á r e a s mitarlo, convertido a h o r a en a p a r c a m i e n t o la obra de Serra no eran i c o n o c l a s t a s des¬
r e l a c i o n a d a s con la e d u c a c i ó n y la cultura. de c a m i o n e s , o alguna otra edificación con¬ b o c a d o s , sino q u e h a b í a n llevado a c a b o
Curiosamente, en 1933 fue nombrado emba¬ vertida en urinario público para mayor es¬ su trabajo por e n c a r g o de las a u t o r i d a d e s
jador en E s p a ñ a , pero murió durante el viaje. carnio del régimen nazi. g u b e r n a m e n t a l e s a m e r i c a n a s y con el be¬
8 P e r m í t a s e m e la o s a d í a de d e n o m i n a r 13 A u n q u e Christo Javacheff, artista de neplácito de los tribunales», STEFAN GER¬
« s e c u n d a r i a s » a las l a b o r e s de d i s e ñ o . En origen rumano, e m p e z ó a ser conocido por MER, «El trabajo de los s e n t i d o s : Reflexio¬
realidad, me estoy haciendo eco del pensa¬ s u s e m p a q u e t a m i e n t o s de o b j e t o s , y por nes sobre Richard Serra», ensayo
miento del propio L u n a c h a r s k i , e x p r e s a d o e l l o s se le a s o c i ó a la c o r r i e n t e Pop Art, recogido en el catálogo Richard Serra, Ma¬
en la obra citada. pronto extendió su acción al e s c e n a r i o na¬ drid, Museo Nacional Centro de Arte Reina
9 En realidad, los d o s t e n í a n el apellido tural, coincidiendo con las p r i m e r a s mani¬ Sofía, 1992, p . 4 7 .
P e v s n e r . Naum adoptó el apellido artístico f e s t a c i o n e s del Land Art a finales de los se¬ 18 Ver «Manifiesto» en R FERNÁNDEZ
G a b o para diferenciarse en lo posible de su senta. BUEY (trad.), Constructivismo (recopilación
h e r m a n o Antoine ya q u e , por lo d e m á s , s u s 14 En e s t e c a s o concreto, la s e m a n a d e t e x t o s ) , Madrid, C o m u n i c a c i ó n , 1 9 7 3 ,
o b r a s , e s p e c i a l m e n t e en los primeros a ñ o s posterior a la instalación de e s t a obra pare¬ p. 117.
de v i n c u l a c i ó n al c o n s t r u c t i v i s m o , t e n í a n ció ser la s e m a n a del arte en Miami, los pe¬ 1 9 GIANNI VATTIMO, El fin de la moderni¬
d e m a s i a d a s similitudes. riódicos locales d e d i c a r o n m á s atención a dad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura
10 El propio Hitler sufrió un fracaso tem¬ Surrounded Islands que al resto de las noti¬ posmoderna [1985], Barcelona, Gedisa,
prano que a c a s o cambió el rumbo de la his¬ cias de a c t u a l i d a d , se s a c a r o n a colación 1987.
toria. Hitler, q u e d e s d e muy joven ya mos¬ anteriores instalaciones de Christo, como la 20 Dorfles desarrolla a m p l i a m e n t e e s t a
t r a b a i n t e r é s por el a r t e , con 18 a ñ o s de Valla Continua de California, y el propio idea. GILLO DORFLES, El intervalo perdido
e d a d , dejó su villa natal, Linz, para intentar New York Times llegó a e l o g i a r a C h r i s t o [1980], B a r c e l o n a , L u m e n , 1984. Ya Walter
ingresar en la A c a d e m i a de Arte de Viena, c o m o m a e s t r o en la manipulación del pai¬ Benjamín a l e r t a b a de e s t e peligro en 1933.
pero fue r e c h a z a d o . Hitler se q u e d ó en Vie- saje y los m a s s - m e d i a . WALTER BENJAMÍN, «Experiencia y pobreza»,
na p a s e a n d o , p i n t a n d o y a c u d i e n d o a la 1 5 Dice S e r r a : «Yo n o h a g o o b j e t o s en Discursos interrumpidos [1973], Madrid,
ó p e r a . Pronto encontrará el ideal estético en t r a n s p o r t a b l e s , yo no hago o b r a s que pue¬ Taurus, 1982.
las ó p e r a s de Wagner, al extremo q u e m á s d a n s e r r e s i t u a d a s e n otro lugar. H a g o 21 C a r t a de Marcel D u c h a m p dirigida al
tarde llegó a afirmar q u e quien quiera com¬ o b r a s q u e t i e n e n q u e ver con los c o m p o ¬ d a d a í s t a H a n s Richter en 1 9 6 1 . Citada por
p r e n d e r el n a z i s m o d e b e r í a a n t e s c o n o c e r n e n t e s a m b i e n t a l e s de los l u g a r e s concre¬ Suzi GABLIK en ¿ H a muerto el arte moder-
la obra de W a g n e r . Hitler pronto a s p i r a r á a t o s . La e s c a l a , la d i m e n s i ó n y el emplaza¬ no?, Madrid, H e r m a n n Blume, 1987, p. 3 7 .
t r a n s f o r m a r la r e a l i d a d , c o n v i r t i é n d o s e él miento de mis obras específicas en Con otras palabras en JOAN SUREDA y ANA
a
mismo en príncipe, artista, p r o t a g o n i s t a y relación al sitio e s t á n d e t e r m i n a d a s por la M. GUASCH, La trama de lo moderno, Ma¬
c o r e ó g r a f o del d r a m a vital q u e e m u l a a la topografía del lugar, que p u e d e s e r un en¬ drid, Akal, 1 9 8 7 , p. 1 2 7 ; y en S i m ó n Mar¬
ficción teatral, operística o cinematográfica. torno urbano, paisajístico o arquitectónico», chan Fiz, op. cit, pp. 36 y 169.
a
11 S e g ú n s e ñ a l a el propio Breker, Hitler (jitado en M. ÁNGELES LAYUNO ROSAS, Ri¬ 22 Gianni Vattimo, op. cit, p. 5 3 .
le dio la responsabilidad de d e p u r a r el arte chard Serra, Hondarribia ( G u i p ú z c o a ) , Ne- 23 E s t o s d a t o s los he e x t r a í d o de Suzi
e l i m i n a n d o t o d a s las m a n i f e s t a c i o n e s d e - rea, 2001, p. 78. Gablik, op. cit
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NOTAS AL TEXTO
24 «Un objeto de ansiedad suele ser un 30 Ofrezco dos declaraciones de Louise 31 Ya vimos en el anterior capítulo que
reto que puede desconcertarnos, transtor¬ Bourgeois al respecto: «Me llamo Louise Arno Breker, el escultor favorito de Hitler,
narnos, confundirnos, enfadarnos o senci- Josephine Bourgeois, nací el 24 de diciem-» vivió a los 36 años de edad una experiencia
llamente aburrirnos. Lo difícil es descubrir bre de 1 9 1 1 , en París. Todas las obras que similar, aunque seguramente de mayores
por qué es arte, e incluso si es arte de ver- he realizado en los últimos cincuenta años, magnitudes, al comprobar que las tropas
dad.» Suzi Gablik, op. cit, p. 3 5 . todos mis temas se han inspirado en mi in¬ aliadas, al entrar victoriosas en Alemania,
25 «La estética del silencio» (1 967), en- fancia». LOUISE BOURGEOIS [2000], Destruc¬ destrozaron todas las obras que almacena¬
sayo recogido en SUSAN SONTAG, Estilos ra- ción del padre / reconstrucción del padre. ba en dos grandes talleres en Berlín. Pese
dicales, Barcelona, Muchnik, 1 9 8 5 , p. 15 Escritos y entrevistas 1923-1997, Madrid, a su juventud, la carrera de Breker quedó
26 Susan Sontag, op. cit, p. 18. Síntesis, 2 0 0 2 , pp. 143 y 144. «Mis obras truncada tras este acontecimiento. Aunque
27 Juegos de opuestos que extraigo de son una reconstrucción de hechos pasa¬ realizó alguna que otra escultura con poste¬
la obra citada de Sontag, p. 19. dos. En ellas el pasado se ha vuelto tangi¬ rioridad, su obra, y probablemente su ca¬
28 HERMANN HESSE, El lobo estepario ble; pero al mismo tiempo están creadas rácter, perdió de golpe todo el orgullo.
[1955], Madrid, Alianza, 1993. con el fin de olvidar el pasado, para derro¬ Derrotado el nazismo, perdió en definitiva
29 Hermann Hesse, op. cit, p. 31 . tarlo, para revivirlo en la memoria y posibili¬ su razón de ser.
tar su olvido.» Cita extraída de Louise Bour¬
geois, Memoria y arquitectura, cit., p. 16.
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