El racionalismo jurídico había encontrado en la codificación la forma
correspondiente al orden de ideas que él representaba. El ideal de un derecho de razón verdadero o supuesto y de una sistematización lógica de la materia jurídica, parecía ya alcanzado con los códigos. El movimiento por la codificación tal como se vino realizando y desarrollando en el siglo XVIII no tiene comparación en la historia. En otros tiempos se advirtió la necesidad de recoger, coordinar, sistematizar el derecho positivo vigente, solamente en el siglo XVIII esta necesidad fue determinada, además que, por razones prácticas y políticas, también sobre todo por razones teoréticas, por exigencias lógicas y doctrinales. La tradición jurídica, sobre todo romana, no fue entonces en la práctica desconocida, sino sometida a las nuevas exigencias formales, modificada hasta el punto de ser verdaderamente la expresión de la nueva conciencia jurídica madurada en dos siglos de especulación.
Por una parte, esta conciencia era aspiración a un derecho cierto,
uniforme, unitario y emanación de la razón iluminada del legislador, por el otro lado era tendencia a resolver el derecho privado en un sistema de relaciones lógicas e interindividuales.