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6 Por lo regular los personajes a quienes dedica las obras son arríanos o simpatizantes
del arrianismo. Paulino de T iro , a quien dedica su obra de geografía bíblica y el lib ro X
de H E , donde llega a llam arlo «sello» de su obra entera (X 1,1), será con él un decidido
defensor de A rrio . Más claro es el caso del obispo de Laodicea, Teodoto (mentado en H E
V II 31,13), a quien dedica sus dos grandes obras apologéticas PE ( i,il) y D E (1,1), y el de
Flacilo de Antioquía, arriano declarado, a quien dedica su De Ecclesiastica Theologia.
7 Solamente en H E se hallan mencionadas las obras siguientes: Eclogae propheticae (I
1,17; 6,11), Chronica (I 1,6), Antimiorum martyriorum collectio (IV 15,47, V 1,1; 4,3; 11,5) y De
mariyñbus Palaestinae ( V II I 13,7).
8 La más larga es la carta que escribe desde Nicea a su iglesia de Cesárea y que ha
sido la más afortunada al ser transm itida por varios autores antiguos: Atanasio (De decret.
Ñic. Syn 3) promete transcribirla ai final del tratado, M igue la da en PG 10,940-945 (cf.
G. O p it z Athanasius Werke I I I [B erlin 1935] p.41-47); Sócrates Hist, eccles. 1,8); Teodoreto
(Hist, eccles. 1,11). Sigue en im portancia la carta d irigida a la hermana del emperador Cons
tantino y m ujer de L icin io , Constancia, que M igne reproduce en PG 10,1545-48 y se contiene
parcialmente en las actas del concilio de Nicea I I (M ansi, X I I I col.313; cf. coi.317). En las
mismas actas aparecen fragmentos de otra carta suya a E ufratión de Balanea (m a n s i, X II I
co l.176-177 y 317), y dé otra escrita al maestro de Atanasio, Alejandro de Alejandría, acerca
de A rrio y de sus seguidores (M a n s i, X I I I col.316).
9 H E V I 36,3.
i° Véase especialmente P. N a u t i n , Lettres et écrivains chrétiens des I I e I I I e siècles
(P c ris 1 9 6 1 ) p .io -n .
11 En su obra Contra Marcellum (1,4,53-54) cita Eusebio un pasaje de M arcelo de
A m ira en que éste alude a una carta del obispo de Neronias, Narciso, dirigida conjuntamente
a «un tal Cresto», a Eufronio, sucesor de Flacilo en la sede de Antioquía, y a nuestro Eusebio.
Que hablen de él, hay que recordar la carta de Eusebio de N icomedia a Paulino de T iro
( Ο ρ ί rz , o.e., p.15-17) y la sinodal del concilio de A ntio qu ía de 314 (ibid., p.36-41).
12 V C 1.46; 3,60; 4.35 y 36.