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orientación de sus simpatías personales, particularm ente en materia

doctrinal 6. Pareja ayuda nos presta cuando alude a las vicisitudes


de su vida pasada o menciona los títu lo s de sus obras anteriores o
copia de ellas largas tiradas, cosa en que no tiene el menor reparo 7.
Es una lástima que de su epistolario no quede apenas más que
fragmentos dispares, conservados casi por pura casualidad 8, cuando
él m ism o se preocupó de re unir una colección, lo más completa
posible, de las cartas de Orígenes 9, y basó gran parte de la docu­
mentación de su H istoria eclesiástica, según se verá, en autorizadas
colecciones de cartas, que de esa manera se salvaron para la pos­
teridad 10.
De las cartas recibidas por él apenas tenemos referencias 11, si
exceptuamos las que él mismo dice que le escribió el emperador
Constantino y que reproduce cuidadosamente en su De v ita Cons-
ta n tin i12.
L a biografía de Eusebio ha ido tom ando form a a medida que
todas estas fuentes han sido explotadas en una elaboración secular
que va de V alois y T ille m o n t en el siglo xvn hasta S irin e lli y W a l-
la ce -H a d rill últim am ente, pasando por las extraordinarias figuras
de L ig h tfo o t, Schwartz, Harnack, L a w lo r, etc. Ellos son nuestros
grandes acreedores.

i. P rim e ro s años y a c tiv id a d hasta la g ra n p e rs e c u c ió n


A l comenzar a estudiar la vida de Eusebio y querer fija r la fecha
de su nacimiento, hay que contar con la expresión kcxO* finas, que,

6 Por lo regular los personajes a quienes dedica las obras son arríanos o simpatizantes
del arrianismo. Paulino de T iro , a quien dedica su obra de geografía bíblica y el lib ro X
de H E , donde llega a llam arlo «sello» de su obra entera (X 1,1), será con él un decidido
defensor de A rrio . Más claro es el caso del obispo de Laodicea, Teodoto (mentado en H E
V II 31,13), a quien dedica sus dos grandes obras apologéticas PE ( i,il) y D E (1,1), y el de
Flacilo de Antioquía, arriano declarado, a quien dedica su De Ecclesiastica Theologia.
7 Solamente en H E se hallan mencionadas las obras siguientes: Eclogae propheticae (I
1,17; 6,11), Chronica (I 1,6), Antimiorum martyriorum collectio (IV 15,47, V 1,1; 4,3; 11,5) y De
mariyñbus Palaestinae ( V II I 13,7).
8 La más larga es la carta que escribe desde Nicea a su iglesia de Cesárea y que ha
sido la más afortunada al ser transm itida por varios autores antiguos: Atanasio (De decret.
Ñic. Syn 3) promete transcribirla ai final del tratado, M igue la da en PG 10,940-945 (cf.
G. O p it z Athanasius Werke I I I [B erlin 1935] p.41-47); Sócrates Hist, eccles. 1,8); Teodoreto
(Hist, eccles. 1,11). Sigue en im portancia la carta d irigida a la hermana del emperador Cons­
tantino y m ujer de L icin io , Constancia, que M igne reproduce en PG 10,1545-48 y se contiene
parcialmente en las actas del concilio de Nicea I I (M ansi, X I I I col.313; cf. coi.317). En las
mismas actas aparecen fragmentos de otra carta suya a E ufratión de Balanea (m a n s i, X II I
co l.176-177 y 317), y dé otra escrita al maestro de Atanasio, Alejandro de Alejandría, acerca
de A rrio y de sus seguidores (M a n s i, X I I I col.316).
9 H E V I 36,3.
i° Véase especialmente P. N a u t i n , Lettres et écrivains chrétiens des I I e I I I e siècles
(P c ris 1 9 6 1 ) p .io -n .
11 En su obra Contra Marcellum (1,4,53-54) cita Eusebio un pasaje de M arcelo de
A m ira en que éste alude a una carta del obispo de Neronias, Narciso, dirigida conjuntamente
a «un tal Cresto», a Eufronio, sucesor de Flacilo en la sede de Antioquía, y a nuestro Eusebio.
Que hablen de él, hay que recordar la carta de Eusebio de N icomedia a Paulino de T iro
( Ο ρ ί rz , o.e., p.15-17) y la sinodal del concilio de A ntio qu ía de 314 (ibid., p.36-41).
12 V C 1.46; 3,60; 4.35 y 36.

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