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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL NEGOCIO DE LAS PRISIONES

PRIVADAS EN ESTADOS UNIDOS*

Por

CARMEN JUANATEY DORADO


Catedrática de Derecho Penal
Universidad de Alicante

Revistas@iustel.com

Revista General de Derecho Penal 21 (2014)

RESUMEN: En el presente trabajo se exponen algunos de los graves problemas que ha


generado el negocio de las prisiones privadas en EEUU. Una vez expuestas brevemente las
principales razones que dieron lugar al desarrollo actual de esta realidad, y los argumentos más
importantes a favor y en contra de la privatización, se analiza el impacto que esta iniciativa puede
tener sobre el funcionamiento del sistema penitenciario estadounidense. La experiencia en algunos
Estados como Oklahoma, Nuevo México, Mississippi y California revela cómo el tráfico de
influencias entre políticos, representantes de las grandes empresas que controlan el mercado y
poderosos bancos de inversión ha contribuido al incremento de la población penitenciaria y a
garantizar los beneficios de este negocio con el dinero de los contribuyentes. La conclusión es que
tales experiencias representan un "antimodelo", un ejemplo elocuente del camino que una política
penitenciaria civilizada nunca debería tomar.

PALABRAS CLAVE: Prisiones privadas, masificación penitenciaria, sistema penitenciario,


política criminal de mano dura.

SUMARIO: 1. Introducción. 2. Factores determinantes en la creación de la actual industria de


prisiones privadas en Estados Unidos. 3. Argumentos a favor y en contra de la privatización. 4. Las
empresas de prisiones privadas CCA y GEO Group. 5. La influencia de las empresas de prisiones
privadas en el sistema penitenciario estadounidense. 6. Experiencia de las compañías de prisiones
privadas en algunos Estados. 6.1. El Estado de Oklahoma. 6.2. El Estado de Nuevo México. 6.3. El
Estado de Mississippi. 6.4. El Estado de California. 7. Conclusión.

SOME REFLECTIONS ON THE BUSINESS OF PRIVATE PRISONS IN THE


UNITED STATES

ABSTRACT: This paper presents some of the serious problems that the business of private
prisons has generated in the U.S. After briefly outlining the main reasons that led to the current
development of this reality, and the points in favor and against privatization, the paper analyses the
impact that this initiative could have on the operation of the U.S. correctional system. The
experience in some states like Oklahoma, New Mexico, Mississippi and California reveals how
influence peddling among politicians, representatives of large companies that control the market
and powerful investment banks has contributed to an increase in the prison population and the
ensuring of this business's profits with taxpayer´s money. The conclusion is that such experiences
represent an "anti-model", a telling example of the path that a civilized prison policy should never
take.

KEYWORDS: Private prisons, prison overcrowding, correctional system, getting-tough-on-crime


policies
RGDP 21 (2014) Iustel

1. INTRODUCCIÓN

Con ocasión de una estancia en la Florida International University (Miami, EE.UU.),


tuve la oportunidad de conocer un poco más de cerca algunos aspectos del sistema
penitenciario estadounidense, pero quizás lo que llamó más mi atención fueron algunos
trabajos sobre el desarrollo y la evolución del actual negocio de las prisiones privadas en
Estados Unidos. En realidad, la mayoría de los trabajos que pude revisar eran críticos y
no he logrado encontrar otros trabajos que ofrezcan datos sobre la mayor eficiencia y el
ahorro económico para las arcas públicas que supuestamente ofrece la gestión privada
1
de los centros de reclusión .
No obstante, mi pretensión no es hacer un estudio exhaustivo sobre los costes, la
eficiencia y el funcionamiento en general de las prisiones privadas, sino tan solo tratar de
mostrar algunos ejemplos de cómo se articula la actividad de las principales empresas
de prisiones privadas de Estados Unidos y cuál está siendo la evolución del negocio en
este país.
Para situar el contexto de este trabajo creo que puede ser interesante empezar con
una referencia al informe anual de 2012 en el que Corrections Corporations of America
(en adelante CCA), la empresa que gestiona más prisiones privadas en Estados Unidos,
2
informa a sus accionistas de algunos de los riesgos que atenazan a su negocio :
“Nuestro crecimiento depende de nuestra habilidad para celebrar nuevos contratos, y
construir y administrar nuevas prisiones y centros de internamiento (detention facilities).
Este posible crecimiento depende de ciertos factores que nosotros no podemos controlar

* Este trabajo lo he podido realizar gracias a mi estancia en el Center for Administration of Justice
de la Florida International University (desde agosto de 2012 a noviembre de 2012). Agradezco a
esta última institución las facilidades que me dio durante ese tiempo para trabajar en este y en
otros proyectos. A la Generalitat Valenciana (Consellería de Educación, Formación y Empleo.
Dirección General de Universidad, Estudios superiores y Ciencia. Servicio de política científica) por
haberme concedido una beca para estancias de personal investigador doctor fuera de la
Comunidad Valenciana (Resolución de 12 de mayo de 2012). Y, por supuesto, a la Universidad de
Alicante, institución a la que, en último término, debo el haber podido disponer de ese tiempo.
1
Por el contrario, según apunta Paul Krugman, un estudio de la Oficina de Asesoría Jurídica
(Bureau of Justice Assistance), que forma parte del Departamento de Justicia (U.S. Department of
Justice), muestra que el ahorro de costes que supuestamente llevaría consigo la privatización de
las prisiones no se ha materializado, en Paul Krugman: “Cárceles, privatización e influencia”, El
País de 24 de enero de 2012. Véase también, Enrique Sanz Delgado: "La privatización en el
sistema penitenciario: viejos remedios e insatisfactorias soluciones, La Ley Penal. Revista de
Derecho Penal, Procesal y Penitenciario, nº 56, 2009, págs. 17-18.
2
Con esta misma declaración comienza Judith Greene su trabajo sobre la especulación en el
ámbito de la privatización de las prisiones. Aunque la referencia de esta autora es al informe anual
de 2005, la declaración se repite casi con las mismas palabras en el informe de 2012. Véase,
Judith Greene: “Banking on the Prison Boom”, en Tara Hativel and Paul Wright (edit.), Prison
Profiters. Who makes Money from mass incarceration, The New Press, New York, 2007, pág. 3.
Derecho penitenciario. Doctrina

como: índices de delincuencia, tipo de condenas impuestas y aceptación o no de la


privatización. La demanda de nuestras instalaciones y servicios podría verse
negativamente afectada por la relajación en la actuación de las fuerzas de seguridad, la
indulgencia a la hora de condenar, o la destipificación de algunas conductas que en la
actualidad son constitutivas de delito. Por ejemplo, cualquier cambio respecto de las
conductas relacionadas con el consumo y tráfico de drogas, o con la inmigración ilegal,
podría afectar al número de personas detenidas, acusadas o condenadas y, por tanto,
esto podría reducir la demanda de centros penitenciarios. Responsables políticos a nivel
federal, estatal y local están hoy proponiendo reformas de la legislación sobre
inmigración. Igualmente, en algunas jurisdicciones se han presentado propuestas de
reforma legislativa que podrían reducir el mínimo de pena para algunos delitos no
violentos y permitir que un número mayor de presos pueda salir en libertad condicional
por buen comportamiento. Asimismo, la posible aplicación de penas alternativas podría
dar lugar a que algunos condenados, que de otro modo permanecerían en prisión,
saliesen en libertad mediante el uso de un sistema de control electrónico. Y el descenso
de los índices de delincuencia o la disminución de los recursos dedicados a prevenir y
perseguir el delito podrían reducir el número de detenciones y condenas que llevan
3
aparejada privación de libertad.”
A pesar de la crudeza de este informe, lo cierto es que el incremento de la población
penitenciaria y la expansión de las prisiones son aspectos esenciales para la
supervivencia del negocio de las prisiones privadas.
De hecho, aunque tradicionalmente el debate sobre las prisiones privadas en Estados
Unidos se ha centrado en el análisis sobre la eficacia de su gestión y en sus costes en
comparación con los centros penitenciarios públicos, últimamente la atención se dirige
hacia el papel que las empresas privadas están jugando para promover el crecimiento
del número de personas encarceladas. Así, como veremos más adelante, por un lado,
estas empresas realizan considerables contribuciones a las campañas electorales de los
responsables políticos que posteriormente van a tomar las decisiones en el ámbito de la
política criminal; y, por otro lado, ejecutivos de esta industria ocupan importantes
4
posiciones de poder en la American Legislative Exchange Council , un poderoso lobby
(integrado por políticos, miembros del poder legislativo y empresarios, todos ellos
conservadores), que promueve la ideología del libre mercado, la defensa de “la política
criminal de mano dura” y la privatización de las prisiones, y que ejerce una notable
influencia en la política legislativa. Precisamente, empresas con un claro interés en la

3
Véase, http://ir.correctionscorp.com/phoenix.zhtml?c=117983&p=irol-reportsannual
4
Véase, http://www.alecexposed.org

3
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expansión de la privatización de las prisiones invirtieron 3.3 millones de dólares en apoyo


5
a diversas candidaturas electorales, entre 2002 y 2004, en cuarenta y cuatro Estados .
Este negocio de las prisiones privadas se ha centrado fundamentalmente en la
construcción y en la gestión de centros penitenciarios por parte de empresas privadas
6
cuya finalidad es obtener un beneficio económico . Esta privatización ha afectado, en
Estados Unidos, tanto a centros penitenciarios federales, estatales y locales, como a
7
centros de menores y a centros de internamiento de inmigrantes . En algunos casos es
la empresa la que construye y gestiona el centro y puede ser también la propietaria de
los terrenos; otras veces la propia empresa construye el centro y se lo alquila a la
8
Administración ; y, en otros casos, la función de la compañía se limita a la gestión de la
prisión. En cualquier caso, todas estas prisiones operan a través de contratos con la
Administración pública y están sometidas a su supervisión, de modo que ninguna es
9
completamente privada . Según datos del año 2011, el número de internos en prisiones
privadas en Estados Unidos se situaba en cerca de 130.000, que representa
10
aproximadamente un 6.8% de la población penitenciaria total del país .
Sin embargo, al parecer, en los últimos tiempos el negocio de las prisiones privadas
se está orientando hacia la financiación de la construcción de prisiones con créditos
concedidos por bancos de inversión de Wall Street y a través de la venta de un tipo de
bonos (lease revenue bonds), que emiten algunos municipios. La emisión de este tipo de
bonos no está sometida a los controles de los llamados bonos de obligación general

5
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 4.
6
Sobre las diversas formas de intervención privada en el ámbito penitenciario en Estados Unidos
puede verse, Enrique Sanz Delgado: Las prisiones privadas: La participación privada en la
ejecución penitenciaria, Edisofer, Madrid, 2000, págs. 160-165.
7
En este trabajo, con el término “prisiones privadas” haré referencia a todo este tipo de
establecimientos.
8
Como indica Del Rosal, este sistema en concreto “permite al estado o condado
correspondiente, por una parte, esquivar todas las trabas burocráticas que la construcción de un
establecimiento penal o penitenciario exige superar y, por otra, fraccionar o afrontar el pago del
alquiler dentro de sus presupuestos corrientes, sin tener que acudir a los créditos extraordinarios o
a las grandes cifras presupuestarias que proyectos de este tipo requieren. Transcurrido el periodo
de alquiler, y dependiendo de cuáles hayan sido las condiciones pactadas en el contrato, el local
se vende al estado o queda en manos de la empresa propietaria que lo destinará a otros fines”. No
obstante, como Del Rosal apunta, esta última vía no es muy utilizada dado que en el caso de que
no se renueve el contrato de alquiler, la empresa va a tener serias dificultades para realquilar las
instalaciones para otra finalidad. En Bernardo Del Rosal: “Las prisiones privadas: un nuevo modelo
en una nueva concepción sobre la ejecución penal”, en ADPCP, T. 43, 1990, págs. 575-576.
9
Charles H. Logan: Private Prisons. Cons and Pros, Oxford University Press, New York, 1990,
págs. 13-14.
10
Cristopher Petrella: "Leasing through the back door: the private finance of "public" prisons", en
Nation of Change, 31, diciembre de 2011. Sobre el tema puede verse también Roger Matthews:
Doing Time. An introduction to the Sociology of imprisonment, Palgrave Macmillan, United
Kingdom, 2ª edic., 2009, pág. 92; Rita J. Simon and Christiaan A. de Waal: Prisons the world over,
Lexington Books, Maryland, 2009, págs. 20-21.
Derecho penitenciario. Doctrina

11
(general obligation bonds ) y el interés que ofrecen es más alto que el que ofrecen estos
últimos. En algunos casos, la misma empresa que compra los bonos, con posterioridad,
alquila los centros para llevar a cabo su gestión, pero, en otras ocasiones, se limita a
realizar el negocio financiero a través de la compra de bonos, lo que significa que el
beneficio se obtiene con independencia de la buena o mala marcha del centro
penitenciario construido.
En definitiva, se trata de un tema muy complejo con importantes implicaciones
políticas, económicas, jurídicas y morales, de las que no me parece posible dar cuenta
aquí. Mi intención es simplemente tratar de situar el contexto en el que se desarrolla este
fenómeno y poner de manifiesto los riesgos que conlleva el hacer del encierro coercitivo
de personas un negocio del que finalmente se benefician grandes empresas que cotizan
en bolsa y cuyas acciones están en manos de unos pocos. Para ello, a continuación, me
voy a ocupar, en primer lugar, de las razones que parecen haber influido de manera
decisiva en el origen de la actual industria de prisiones privadas en Estados Unidos. En
segundo lugar, comentaré cuáles son los argumentos fundamentales que se manejan
en defensa y en contra de la privatización. En tercer lugar, aludiré a las dos empresas
que dominan hoy el mercado de prisiones privadas en Estados Unidos. En cuarto lugar,
haré referencia a algunas valoraciones doctrinales sobre cómo esta realidad está
influyendo en el sistema penitenciario estadounidense. Y, en quinto lugar, expondré
algunas experiencias de la industria de prisiones privadas en Estados como Oklahoma,
New México, Mississippi y California, con el fin de mostrar el tráfico de influencias que
puede haber detrás de la privatización de un servicio público tan esencial como es la
ejecución de la pena de prisión y las repercusiones que ello conlleva desde el punto de
vista social y económico.

2. FACTORES DETERMINANTES EN LA CREACIÓN DE LA ACTUAL INDUSTRIA DE


PRISIONES PRIVADAS EN ESTADOS UNIDOS

Desde comienzos del siglo XX hasta los años 70 la tasa de reclusión en Estados
Unidos se había mantenido relativamente estable, pero la campaña del presidente Nixon
de law and order provocó un claro incremento del número de personas condenadas a
penas de prisión, sin que paralelamente a esa política de endurecimiento penal se

11
Los bonos de obligación general están garantizados por el crédito del emisor, en este caso el
Estado o los municipios, por lo que el impago es absolutamente infrecuente, sólo sería esperable
en caso de quiebra. La emisión de estos bonos requiere la aprobación de los contribuyentes a
través de un referéndum. Antes de mediados de 1980, las cárceles normalmente se financiaban
bien a través de los presupuestos generales del Estado o del municipio, bien a través de la venta
de general obligation bonds, véase Cristopher Petrella: “Leasing through the back door: the private
financing of “public” prisons”, Nation of Change, 31 de diciembre de 2011.

5
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hubiesen adoptado medidas para atender al incremento de la población penitenciaria


que tuvo lugar y que desembocó en la masificación de los centros penitenciarios. Esta
situación permitió que la idea de la privatización de las prisiones, con su propuesta de
mayor eficiencia a menor coste, fuese aceptándose como una posible solución: la
12
masificación penitenciaria era un problema que la privatización podía resolver .
En este contexto, según Donna Selman y Paul Leighton, son dos las razones
fundamentales que dieron lugar en los años ochenta al surgimiento del actual negocio de
las prisiones privadas en EEUU. La primera, esa política criminal de mano dura contra el
crimen, iniciada en los años setenta, que propugna el endurecimiento de las penas y el
incremento del uso de la pena de prisión, como la mejor solución para resolver el
problema de la delincuencia. Y, la segunda, la ideología liberal a ultranza del presidente
Ronald Reagan quien, desde el comienzo de su mandato, tomó la decisión de privatizar
todas las funciones del gobierno que fuese posible, sobre la base de la doctrina de que
"el Estado es el problema y no la solución". La privatización de las prisiones no fue más
que un eslabón más de su política de dar máxima libertad a la iniciativa privada y
13
restringir en la medida de lo posible la actividad del sector público .
A partir de ahí, en los años ochenta, muchos responsables políticos federales,
estatales y locales, de todo el espectro político, comenzaron a expresar su interés por la
prisiones privadas. El interés se intensificó ante el incremento de la delincuencia, el
elevado coste del mantenimiento de las prisiones y la decadencia de la ideología del
tratamiento ante los escasos resultados de la rehabilitación. Todos estos factores
14
combinados contribuyeron a impulsar la idea de la privatización .
Unido a lo anterior, la avidez que caracterizó la actuación de la banca de inversión en
esos años contribuyó también en gran medida a la promoción de las prisiones privadas
como negocio. La ideología del libre mercado y la financiación mediante bonos basura
entró en su cénit cuando cientos de ciudades, en contra de lo que había sido la
tradicional posición de rechazo a la presencia de prisiones en su territorio ("not in my
backyard"), comienzan a competir para “entrar en el negocio” y tratar de dar solución al
problema de paro derivado de las crisis económicas de los años 80 y 90. Frente a la
situación provocada por la desindustrialización, los responsables políticos empezaron a

12
Ampliamente, sobre los antecedentes históricos de la gestión privada de prisiones en Estados
Unidos, Enrique Sanz Delgado: "Las prisiones privadas...", ob. cit., págs. 21-108; Byron Eugene
Price: Merchandizing Prisoners. Who really pays for prisons privatization, Praeger, Connecticut,
2006, págs. 1-4.
13
Donna Selman and Paul Leighton: Punishment for Sale. Private Prisons, Big Business, and the
Incarceration Binge, Rowman and Littlefield publishers, United Kingdom, 2010, pág. 3. Véase
también, Charles H. Logan: “Private Prisons…”, ob. cit. pág. 3; Byron Eugene Price:
“Merchandizing Prisoners…”, ob. cit. págs. 1-13.
14
Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit., págs. 8-9.
Derecho penitenciario. Doctrina

ver en las prisiones privadas una industria no dependiente de energías no renovables


que permitiría reemplazar los puestos de trabajo perdidos como consecuencia de la crisis
económica. Así es cómo la prisión va comenzando a verse como una industria y no como
15
una institución penal .
De esta forma, aunque algunas empresas de prisiones privadas perdieron dinero en
sus comienzos, sin embargo, lograron lanzar con éxito ofertas públicas de acciones para
recaudar fondos especialmente después de que, en los años 90, analistas financieros
comenzaran a promover la inversión en prisiones privadas y las calificaran de “theme
16
stocks” . La realidad es que hoy se considera un área en vías de expansión: con una
población penitenciaria de aproximadamente 2,3 millones de presos (la mayor parte
delincuentes no violentos recluidos en centros de media o mínima seguridad) y en
permanente crecimiento, el negocio parece estar garantizado. Como indican Selman y
Leighton, los inversores no habrían arriesgado su dinero sin una garantía de demanda
17
de plazas .

3. ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA DE LA PRIVATIZACIÓN

El establecimiento de prisiones privadas en Estados Unidos ha generado desde su


inicio un tenso debate. Por un lado, ha sido objeto de fuertes críticas por parte de
defensores de derechos humanos, penalistas, criminólogos y sindicatos. En contra de la
privatización se aducen, fundamentalmente, razones de índole moral, de orden
constitucional, y de carácter social y económico. Por otro lado, sus defensores no ven
problemas morales ni de carácter constitucional en la privatización y, sin embargo,
consideran que, desde el punto de vista social y económico, las prisiones privadas son
18
más eficientes y ahorran costes al Estado .
Quienes se oponen a la privatización alegan que dejar en manos de empresas con
ánimo de lucro la administración de las prisiones es inmoral porque sitúa la obtención de
un beneficio económico por encima del bienestar de los internos. Además, entienden que
si se deja la gestión de las prisiones en manos de organizaciones cuyo principal interés
es obtener beneficios, inevitablemente estas organizaciones van a ejercer presión para
incrementar la privación de libertad.

15
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 13; Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment
for Sale…”, ob. cit. págs. 2-4.
16
Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. pág. 4.
17
Ibid. pág. 45.
18
En general, sobre los argumentos que se manejan a favor y en contra de las prisiones privadas
puede verse, Charles H. Logan: “Private Prisons…”, ob. cit., págs. 38-48. Véase también, Dámaso
Ruíz-Jarabo: "Prisiones privadas", en Jueces para la Democracia, nº 8, 1989, págs. 42-46.

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También un sector de la iglesia católica de Estados Unidos ha puesto en tela de juicio


la moralidad de la privatización. Algunos obispos han declarado que, privar a otros seres
humanos de su libertad, restringir el contacto con sus semejantes y usar la coerción
contra ellos son actos de gran trascendencia para el ser humano, y, en consecuencia,
delegar tales funciones a instituciones cuyo éxito depende del mayor o menor beneficio
que generan es invitar al abuso y abdicar de la responsabilidad pública sobre esos seres
19
humanos .
Por lo que respecta a los argumentos de orden constitucional, quienes rechazan la
privatización afirman que la potestad para privar de libertad a las personas, el poder de
coerción, no debe estar en manos privadas; la reclusión de seres humanos es una
función esencial del Estado que no debe ser objeto de delegación. Tal delegación de
funciones en el contexto de las prisiones privadas -afirman- podría ser inconstitucional,
dado que lo que en este campo está en juego es la libertad de las personas y no otros
20
derechos como podría ser el derecho de propiedad .
Los defensores, sin embargo, aducen frente a esa supuesta inconstitucionalidad que
mientras que el poder legislativo y el poder judicial, efectivamente, deben estar en manos
del Estado, el poder ejecutivo es susceptible de delegación. El Estado puede delegar su
potestad para llevar a cabo funciones no esenciales y prestar determinados servicios
públicos. Lo importante en estos casos es que el Estado dicte normas que regulen y
limiten adecuadamente las funciones delegadas, que ejerza la supervisión necesaria y
que establezca un sistema de sanciones para el caso de incumplimiento.
En cuanto a los argumentos sobre la mayor eficiencia y el ahorro de costes para el
Estado, podría decirse que estos son los que han influido de forma más determinante en
el éxito de la industria de prisiones privadas en Estados Unidos, a pesar de que no
21
parece que haya pruebas que avalen tales resultados .
Así, en general, quienes apoyan la idea de la privatización esgrimen en su defensa
que la gestión privada reduce los costes, ofrece una mayor calidad de los servicios y
22
actúa como un escudo frente a la corrupción que aqueja al sector público .
La privatización conlleva ahorro de costes porque -se afirma- la competencia entre las
diversas empresas privadas crea fuertes incentivos para la mejora del servicio y el ahorro
económico. La disciplina del mercado les obligará a esforzarse para no tener pérdidas.

19
Catholic Bishops of the South, “Wardens from Wall Street: Prison Privatization”, en
http://www.catholiclabor.org/church-doc/CBS-2.htm.
20
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 8.
21
Véase Byron Eugene Price: “Merchandizing Prisoners…”, ob. cit., págs. 20-21; Roger
Matthews: “Doing Time…”, ob. cit., págs. 92-93
22
Sobre el tema puede verse Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., págs. 4-11. Véase también
Charles H. Logan: “Private Prisons…”, ob. cit., págs. 38-48.
Derecho penitenciario. Doctrina

Además, las empresas privadas no están sujetas a las restricciones propias del sector
público por lo que pueden contratar personal y servicios a menor coste, y pueden
construir centros más rápidamente y también a más bajo precio. En el sector privado, el
ahorro puede venir de determinados gastos sobre los que el sector público tiene poca -o
no tiene- capacidad de maniobra: salarios, margen de beneficios, horas extraordinarias,
etc.
La estrategia de mercado que domina la actividad de la empresa privada también
redundará -aducen- en una mejora de la calidad de los servicios. En primer lugar,
cualquier problema de seguridad trascenderá a los medios de comunicación y
perjudicará gravemente los intereses de la empresa, por lo que tendrán un mayor
incentivo que el Estado para desarrollar mecanismos eficientes para mantener la
disciplina y evitar problemas de seguridad como motines, fugas, etc. En segundo lugar,
los problemas burocráticos y las dificultades que conlleva la exigencia de
responsabilidades en el seno de la Administración pública hacen que la empresa privada
esté en mejor posición para exigir un correcto funcionamiento de los centros si la gestión
se lleva a cabo por una empresa privada que si son funcionarios públicos quienes se
ocupan de las prisiones. En tercer lugar, las empresas privadas pueden verse sujetas a
límites que no sería posible imponer en el sector público, como sanciones por
incumplimiento de contrato o incluso, como ya se ha dicho, su rescisión, lo que supone
un incentivo para la mejora del servicio. Y, en cuarto lugar, las compañías privadas no se
rigen por las normas que regulan el funcionamiento de la Administración y los
procedimientos para la contratación pública, ni se ven sometidas a las exigencias que
imponen los sindicatos en el sector público; podrán contratar en atención a los méritos y
podrán despedir más fácilmente cuando se vulneren derechos humanos o cuando los
trabajadores no cumplan con sus obligaciones. Además, la competencia con el sector
privado -añaden- alentará a la Administración pública a mejorar su funcionamiento, a
tratar de disminuir el poder de los sindicados, y a introducir las innovaciones tecnológicas
23
que son las “señas de identidad” del sector privado .
Por último, los defensores de la privatización afirman que la empresa privada no se ve
afectada por la corrupción que aqueja al sector público.
Pues bien, frente a todos estos argumentos, los oponentes, por su parte, insisten en
que no hay -o son mínimas- las pruebas de esos ahorros que supuestamente conlleva la
gestión privada. En general, se esgrime que las cifras de ahorro que se ofrecen son, por
un lado, el resultado de un cálculo equivocado, al establecer la comparación con
hipotéticas prisiones públicas y no con los datos económicos reales. Y, por otro lado -

23
Sobre esto puede verse, James Austin and Garry Coventry: Emerging Issues on Privated
Prisons, Bureau of Justice Assistance, Washington, DC, 200, pág. 60

9
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como luego comentaré-, los ahorros existentes en realidad responden al recorte en


costes laborales que se destinan básicamente a remunerar a los altos ejecutivos y a
24
incrementar el patrimonio de las empresas .
En cuanto a la innovación tecnológica que supuestamente es una de las “señas de
25
identidad” del sector privado , en una investigación sobre prisiones privadas realizada
para el Congreso, investigadores del Departamento Federal de prisiones concluyeron
que la esperada innovación en el sector privado se ve limitada, fundamentalmente, por
dos factores. En primer lugar, porque para controlar los riesgos asociados a la
administración de prisiones, los organismos públicos de contratación exigen el
cumplimiento de normas y requisitos que se asemejan estrechamente a las que rigen en
el sector público, lo que dificulta la introducción de nuevas metodologías de actuación. Y,
en segundo lugar, porque dado que las prisiones privadas se han vendido con la
promesa de reducir gastos y muchos Estados requieren que se pruebe ese ahorro, los
administradores se ven presionados para reducir los costes y, a un mismo tiempo,
26
obtener beneficios, lo que deja un escaso margen para la innovación .
De hecho, algunos trabajos sobre la cuestión muestran que, tras varios años de
experiencia con las prisiones privadas, existen pocas pruebas de mejoras en el
funcionamiento de las prisiones derivadas de la aplicación de las nuevas tecnologías o
métodos empresariales modernos. En realidad, la privatización no parece haber
corregido los verdaderos problemas que afectan a la gestión pública de las prisiones,
sino que su funcionamiento es similar al de las gestionadas por el sector público, y la
competencia entre empresas en orden a reducir costes o no se ha materializado o no es
27
significativa .
Por último, en opinión de Elliott Sclar, la eficiencia del mercado se ve notablemente
disminuida cuando, como ha ocurrido en el ámbito de las prisiones, la industria se ve
dominada por un par de grandes compañías, con un fuerte poder económico y político,
que controlan el mercado: Corrections Corporation of America (CCA) y GEO Group, Inc.
28
(antes Wackenhut Corrections Corporation) . En este sentido, Byron Price advierte del
peligro de que CCA y GEO Group. puedan llegar a controlar el 100% del mercado de
prisiones privadas; en ese caso -afirma- se produciría una situación de monopolio, por lo

24
Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. págs. 128-158.
25
Véase, Bernardo Del Rosal: “Las prisiones privadas…”, ob. cit., págs. 576-578.
26
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., págs. 6-7.
27
James Austin and Garry Coventry: "Emerging Issues...", ob.cit., págs. 21-38. Véase también,
Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. págs., 125-127; Paul Krugman:
“Cárceles…”, en El País de 24 de enero de 2012.
28
Elliott Sclar: “You don´t always get what you pay for: the economics of privatization, Cornell
University Press, Ithaca, 2000 (citado por Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., págs. 6-7).
Derecho penitenciario. Doctrina

que el argumento de la estrategia de mercado y la libre competencia perdería todo su


29
peso . Y todavía va más allá en esta argumentación Paul Krugman quien llega a afirmar
que las empresas que conforman el complejo industrial penitenciario, entre las que se
encuentra CCA, no están compitiendo en un mercado libre. En este ámbito, en su
opinión, ni existe mercado libre, ni hay razón alguna para esperar mejoras mágicas en la
30
eficiencia .
A continuación me ocuparé muy brevemente de esas dos grandes compañías de las
que se puede decir que controlan el mercado (aproximadamente el 74%) de prisiones
privadas en Estados Unidos.

4. LAS EMPRESAS DE PRISIONES PRIVADAS CCA Y GEO GROUP

Corrections Corporation of America (CCA) es la principal empresa de prisiones


privadas de Estados Unidos. Ocupa el quinto lugar dentro de los sistemas de prisiones
existentes en el país, después del sistema federal de prisiones y de tres sistemas
estatales, y ha sido la compañía fundadora de la industria de prisiones privadas en
Estados Unidos. Gestiona, a través de contratos con 20 Estados y el Distrito de
Columbia, 92.500 plazas aproximadamente, en 67 centros de diferentes niveles de
31
seguridad, que incluyen 47 de su propiedad .
Desde el primer momento, CCA ha mantenido estrechos lazos con representantes
políticos. De hecho, estas conexiones entre políticos y los responsables de CCA son
previas a la fundación de la empresa. Así, en 1978, cuando Lamar Alexander es elegido
gobernador de Tennessee, nombró al republicano Thomas Beasley, abogado y
empresario de los sectores inmobiliario y de seguros de Tennessee, para formar parte de
su equipo. Baesley sería nombrado poco después presidente del partido republicano del
Estado. Años más tarde, en 1983, Alexander es elegido para un segundo mandato y muy
poco tiempo después, Beasley (en ese momento expresidente del partido republicano de
Tennessee), Robert Crants (antiguo compañero de Beasley en la academia militar de
West Point) y T. Don Hutto (un ex director de la Administración penitenciaria de Arkansas
32
y Virginia, y Presidente de la American Correctional Association , desde 1984 a 1986)

29
Byron Eugene Price: “Merchandizing Prisoners…”, ob. cit. pág. 11.
30
Paul Krugman: “Cárceles…”, en El País de 24 de enero de 2012.
31
Datos extraídos del informe correspondiente al año 2012
(http://ir.correctionscorp.com/phoenix.zhtml?c=117983&p=irol-reportsannual).
32
La American Correctional Association (ACA) fue fundada en 1870 por trabajadores de
prisiones con la finalidad de promover la mejora del sistema penal y penitenciario. Sin embargo,
debido a la intervención de la industria de prisiones privadas, la organización parece haber
olvidado sus ideales de rehabilitación y de reforma, y sus fines hoy se orientan fundamentalmente
hacia la mejora en los beneficios. De hecho sus reuniones cuentan con el apoyo financiero de

11
RGDP 21 (2014) Iustel

fundan CCA con la finalidad de dirigir y administrar el sistema de prisiones del Estado de
33
Tennessee . La empresa contó también con el apoyo de un poderoso socio capitalista,
34
Jack Massy . Entre los inversores de CCA se encontraban también la mujer del
35
gobernador y el entonces presidente del Congreso de Tennessee .
Tras su fundación, en abril de 1984, CCA abrió el Houston Processing Center, centro
de internamiento de inmigrantes ilegales pendientes de deportación, que dependen del
Departamento de Inmigración (Inmigration and Costums Enforcement). La empresa es
propietaria de las instalaciones y las gestiona a través de contratos anuales con la
36
Administración . Y, en ese mismo año, le fue adjudicado el contrato para gestionar la
prisión del Condado de Hamilton (Tennessee). Esto es considerado por algunos el
37
comienzo del actual negocio de las prisiones privadas en Estados Unidos .
Precisamente en Tennessee, CCA ha lanzado fuertes ofertas para asumir la gestión
de todas la prisiones del Estado. Una en 1985, en la que intentó sin éxito asumir la
gestión por 200 millones de dólares; y la segunda en 1997, pero al igual que la primera
fracasó. No obstante, la empresa ha ido prosperando y en la actualidad controla
aproximadamente el cincuenta por ciento del mercado de prisiones privadas del Estado,
entre prisiones de adultos, centros de internamiento y centros de internamiento para

empresas de prisiones privadas, entre las que se encuentran CCA y GEO Group. Como Silja J.A.
Talvi ha señalado, en la situación actual, para esta organización los presos no son otra cosa que la
materia prima que se negocia en el mercado, en Silja J.A. Talvi: "On the inside with the American
Correctional Association", en Tara Hativel and Paul Wright (edit.), Prison Profiters. Who makes
Money from mass incarceration, The New Press, New York, 2007, págs. 119-127.
33
Charles H. Logan: “Private Prisons…”, ob. cit. págs. 22-23. Puede verse también Bernardo Del
Rosal: “Las prisiones privadas…”, ob. cit., págs. 573-574.
34
Jack Massy, propietario de la empresa Kentucky Fried Chicken, prestó su apoyo financiero a
través del Massy Burch Investment Group. Véase Bernardo Del Rosal: “Las prisiones privadas…”,
ob. cit., págs; 573-574; Enrique Sanz Delgado: “Las prisiones privadas…”, ob. cit., pág. 163; Byron
Eugene Price: “Merchandizing Prisoners…”, ob. cit. pág. 8.
35
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 11.
36
Charles H. Logan: “Private Prisons…”, ob. cit. pág. 23. Precisamente este Centro (también
conocido como Houston Contract Detention Facility) ha sido objeto de un amplio informe, realizado
en 2009, sobre los graves problemas de abusos y muertes de inmigrantes ingresados en el mismo.
A raíz de este informe, el ICE (Inmigration and Costums Enforcement) anunció un ambicioso plan
de reformas y aseguró que establecería un sistema de internamiento de inmigrantes de carácter
civil. Sin embargo, en 2012, tres años después, el ICE seguía subcontratando el internamiento de
inmigrantes del condado a los centros penitenciarios privados. Y, en julio de 2012, un informe de
Grassroots Leadership, una organización sin ánimo de lucro entre cuyos fines se encuentra el
tratar de poner fin a la privatización del encierro de personas, realizó un nuevo informe sobre las
condiciones de internamiento del Houston Processing Center. En este último informe se indica que
entre las personas ahí retenidas se encuentran residentes legales, solicitantes de asilo o víctimas
de delitos de violencia de género, en condiciones de internamiento que se asemejan a las de
condenados a penas de prisión. En concreto, el informe apunta una deficiente asistencia sanitaria,
insuficiente alimentación, abuso del aislamiento en solitario y trato inadecuado por parte de los
vigilantes, por lo que recomienda que el ICE rescinda el contrato con CCA. Esta información puede
encontrarse en www.detentionwatchnetwork.org.
37
Byron Eugene Price: “Merchandizing Prisoners…”, ob. cit. pág. 8.
Derecho penitenciario. Doctrina

jóvenes. Y, aunque en el momento del lanzamiento de la segunda oferta, la mayoría de


los representantes públicos se había despojado de sus acciones en CCA, algunos de
ellos participaban en negocios con el presidente emérito de CCA Beasley: Lee Atwater,
jefe de campaña electoral de G.H.W. Bush; el entonces gobernador Don Sundquist; el
congresista promotor de la ley para privatizar el sistema de prisiones, Matt Kisber; y el
presidente de la Camara Baja, Jimmy Naifeh, cuya mujer era entonces una líder del
38
lobby de CCA .
Desde su fundación, CCA ha realizado importantes contribuciones a las campañas
electorales, especialmente en momentos en los que el apoyo público era necesario para
solucionar problemas derivados de la deficiente gestión de las prisiones. Por ejemplo, en
1999, cuando presos procedentes de Wisconsin, que habían sido trasladados a la prisión
de CCA en Whiteville, denunciaron malos tratos en el centro, CCA envió 4.000 dólares
39
para la campaña del gobernador de Wisconsin, Tommy Thompson .
La estrategia de CCA ha sido desde su fundación la de, allí en donde hubiese
masificación penitenciaria, ofrecer sus servicios, supuestamente, “sin coste para el
Estado y los contribuyentes”.
La segunda gran compañía de prisiones privadas en Estados Unidos y principal
competidora de CCA es GEO Group. Fue fundada en 1983 como una filial de Wackenhut
Corporation. Cambió de nombre en 2003, después de que, tras una serie de operaciones
industriales, su compañía matriz fuese comprada por una empresa multinacional de
seguridad. Está constituida como una sociedad de inversión inmobiliaria (Real Estate
Investment Trust -REIT-) especializada en la construcción, financiación y gestión de
centros penitenciarios, centros de internamiento, centros de salud mental y centros de
reinserción social, no solo en Estados Unidos, sino también en otros países como
Australia, Sudáfrica, Gran Bretaña. y Cuba (Guantánamo). Gestiona 96 centros con
40
aproximadamente 73.000 plazas y tiene 18.000 empleados .
Al igual que CCA, esta empresa también ha utilizado sus conexiones políticas y ha
apoyado campañas electorales para desarrollar su negocio. De hecho, durante años,
GEO Group ha jugado un importante papel en el seno de la American Legislative
Exchange Council para promover la adopción de políticas legislativas de endurecimiento

38
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 12.
39
Ibid., pág. 12.
40
Véase, http://www.geogroup.com/documents/geo_2012_annual_report.pdf

13
RGDP 21 (2014) Iustel

de las penas de prisión a lo largo de todo el país, como las llamadas leyes de "truth-in-
41
sentencing" y "three strikes" .
En 2008, un pequeño grupo de accionistas críticos con este sistema de actuación
intentó que la compañía aprobase una resolución (Shareholder proposal requesting
semi-annual disclosure of political contributions) que abogaba por una mayor
transparencia en relación con los gastos de la empresa en contribuciones políticas, entre
las que se incluían pagos a candidatos electorales, y pagos a partidos políticos y a otras
organizaciones de carácter político. La dirección de la empresa se opuso a la propuesta
y, dado que es muy difícil que una propuesta que no cuente con el beneplácito de la
dirección pueda llegar a aprobarse (el equipo directivo cuenta con un amplio número de
acciones y su apoyo u oposición guía el voto de un amplísimo número de accionistas), la
42
mayoría de los accionistas votó en contra de la medida .
Tanto CCA como GEO Group, en la mayor parte de los contratos que celebran con la
Administraciones estatales o locales, establecen cláusulas que garantizan una ocupación
mínima de plazas que oscila entre un 80% y un 100%, aunque la cifra más frecuente es
de un 90%. El resultado es que con el dinero de los contribuyentes se garantizan los
43
beneficios de estas dos grandes compañías privadas .
Según datos aportados por Cristopher Petrella, a pesar de que los gastos federales y
estatales en prisiones se han multiplicado en un 72% en la última década, lo que cuesta
a los contribuyentes 74 mil millones de dólares al año, CCA y GEO Group han obtenido
entre las dos más de 2.9 mil millones en beneficios. Y, en general, desde el año 2000,
los centros penales gestionados privadamente han aumentado aproximadamente un
120%, mientras que los centros federales y estatales gestionados públicamente han
44
crecido sólo en un 30% .

5. LA INFLUENCIA DE LAS EMPRESAS DE PRISIONES PRIVADAS EN EL SISTEMA


PENITENCIARIO ESTADOUNIDENSE

De acuerdo con Bárbara Stolz, las empresas de prisiones privadas han ejercido una
fuerte influencia en la política penitenciaria en diversos aspectos. Esta autora ha

41
Se trata de normas que persiguen lo que podríamos denominar el cumplimiento íntegro de la
condena (truth-in-sentencing), o el endurecimiento de la pena en determinados casos de
reincidencia (three strikes).
42
Ampliamente, sobre las razones de la propuesta y los argumentos en contra por parte de la
empresa, Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. págs.101-103.
43
Información del Center of Media and Democracy´s (CMD), organización sin ánimo de lucro que
tiene como objetivo investigar y poner de manifiesto la negativa influencia que la empresa privada
ejerce sobre las políticas públicas. Véase, http://www.prwatch.org/news/2013
44
Cristopher Petrella: "Leasing through the back door: the private finance of "public" prisons", en
Nation of Change, 31, diciembre de 2011.
Derecho penitenciario. Doctrina

examinado el impacto de la privatización sobre las decisiones adoptadas por los


responsables de la política penitenciaria en algunos Estados y ha podido observar un
cambio en el funcionamiento de las prisiones en muchos de ellos. Así, en aquellos casos
en los que los diversos actores que intervienen en la política penitenciaria (congresistas,
senadores, gobernadores, colegios de abogados, fiscales, sindicatos, asociaciones de
víctimas, etc.) tienen un interés profesional, político o financiero en el desarrollo de la
política penitenciaria consiguen ejercer mayor poder que aquellos que ponen el interés
en el aspecto social. En su opinión, la intervención de las empresas privadas, al
introducir la perspectiva de lucro, modifica el proceso político, cambiando los fines, las
dinámicas, etc., en detrimento de los demás operadores; a través de sus contribuciones
a las campañas electorales y la contratación de personas pertenecientes a poderosos
grupos de presión, estas compañías consiguen introducir nuevos actores, ajenos en
principio a este campo, que, de uno u otro modo, intervienen en la toma de decisiones de
política penitenciaria. Todo ello distorsiona el normal funcionamiento del servicio público.
Pero lo más perturbador de todo, en opinión de Barbara Stolz, es la capacidad de
estas empresas para, a través de sus conexiones políticas y de sus vínculos con
determinados grupos de presión, financiar la construcción de prisiones privadas con
bonos municipales y préstamos libres de las restricciones fiscales usuales. Esta
circunstancia influye negativamente y de forma directa en el debate sobre la política
45
penal y penitenciaria, y sobre la asignación racional del gasto público .
Además, a pesar de la supervisión que el Estado debería ejercer sobre el
funcionamiento de estas prisiones y de las normas de control existentes, algunos autores
afirman que las compañías privadas actúan con menos control que las instituciones
públicas y no sólo eso, sino que algunas de estas empresas no informan a las
autoridades del Estado en el que se ubican respecto de aquellos prisioneros que
importan de otros Estados: ni informan del tipo de interno ni sobre cuáles son los delitos
46
por los que están en prisión .
Por su parte, los sociólogos y criminólogos Donna Selman y Paul Leighton han
tratado de “seguir el dinero” con la finalidad de conocer la verdadera repercusión que el
negocio de las prisiones privadas está teniendo en la actualidad en el ámbito
penitenciario. Su objetivo ha sido tratar de mostrar la forma de operar y la evolución de
ciertas compañías que cotizan en bolsa y que se han situado en áreas centrales del
sistema penal de Estados Unidos. Desde su punto de vista, no es posible entender la

45
Barbara Stolz: "Privatizing Corrections: Changing the Corrections Policy-Making
Subgovernment", Prison Journal, 77, 1, 1997 (citado por Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., págs.
10-11).
46
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 9.

15
RGDP 21 (2014) Iustel

situación del sistema penal y penitenciario sin conocer cómo funcionan estas empresas;
el enfoque tradicional, que se centra en aspectos como tasas de delincuencia,
intimidación, rehabilitación, etc., en ocasiones -afirman-, no permite ver cómo este
47
negocio afecta a la seguridad pública y a la privación de libertad .
Y lo que estos autores muestran es cómo, entre los años 70 y 90, el modesto negocio
de pequeñas empresas que prestaban servicios al sistema penal se transformó en un
“complejo industrial de justicia penal”. A partir de ese momento, y durante todos estos
años, las compañías de prisiones privadas cotizan en bolsa y han invertido miles de
millones de dólares en acciones, y miles de millones en deuda a bancos de Wall Street y
en pagos a ciertos grupos de presión. El crecimiento de este sector industrial ha
generado poderosos intereses que están afectando a la libertad de la gente y
transformando la política criminal en algo muy distinto de una herramienta para la
48
seguridad pública y la correcta administración de justicia . Esta situación, a su juicio,
amenaza con convertir la política criminal, como instrumento orientado al cumplimiento
de un servicio público, en un instrumento para el enriquecimiento privado: el castigo se
ha convertido en algo rentable. De hecho, estas empresas, como hemos visto en el caso
49
de CCA, en sus informes a la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC) , hablan
de la lenidad de posibles reformas penales como un factor de riesgo. Se trata de un
multimillonario negocio que en definitiva se debe a sus accionistas, y que, en su opinión,
50
está afectando de manera esencial a la seguridad pública y a la justicia social .
En definitiva, según Selman y Leighton, el incremento tan notable de población
penitenciaria ha sido muy costoso, ha proporcionado mínimas reducciones del delito y,
sin embargo, ha devastado a las minorías más pobres y con menos oportunidades
sociales. Las prisiones privadas nacen de esta injusta tendencia y el beneficio de las
empresas requiere que esto continúe así. Además, desde su punto de vista, la
presunción de esa mayor eficiencia del sector privado sobre el sector público alimenta la
presunción de un ahorro de costes que la investigación que ellos han realizado no ha

47
Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. pág. 4.
48
Como Selman y Leighton indican, a pesar de que la mayoría de la gente estaría de acuerdo en
que las ejecuciones no puedan ser llevadas a cabo por empresas privadas, aunque pudieran
hacerlo de forma más barata, sin embargo, Estados Unidos se ha embarcado en un proceso por el
cual la privación de libertad de más de 100.000 presos se deja en manos de la empresa que
presente la oferta más barata. Y la paradoja es, en su opinión, que el negocio de las prisiones
privadas, que se construyen con dinero de los más ricos, dan a estos la oportunidad de hacerse
más ricos a costa de encerrar a las minorías más pobres y con menos oportunidades sociales
(Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. págs. 1-4).
49
La U.S. Securities and Exchange Commission, es la agencia estatal encargada de velar por el
cumplimiento de la normativa reguladora del mercado de valores en Estados Unidos.
50
Donna Selman and Paul Leighton: “Punishment for Sale…”, ob. cit. págs. 4-5. Según estos
autores, en 2004, más del 99% de las acciones y el 99,15% de todos los bonos estaban en manos
del sector más rico de la población (pág. 4).
Derecho penitenciario. Doctrina

podido probar. Su estudio sobre los costes generales revela: pagos multimillonarios a
ejecutivos, sustanciales honorarios de abogados que presentan los informes ante la
SEC, pagos a los bancos de inversiones de Wall Street, costes de fusiones y
adquisiciones, gastos asociados al desarrollo del negocio, etc. Según su investigación,
los ahorros vienen de pagar menos a los vigilantes lo que contribuye a la desigualdad en
los ingresos de los trabajadores; pagan a sus directivos millones de dólares y esto lo
compensan pagando a los trabajadores menos de lo que cobran los empleados públicos
51
por ese mismo trabajo .
Para Selman y Leighton, analizar el sistema penal y penitenciario sin tener en cuenta
cómo esos intereses privados afectan a la seguridad pública y a la privación de libertad
llevará a una visión distorsionada de la realidad.
Otro de los autores que advierten de los efectos adversos de la privatización de los
centros penitenciarios es Paul Krugman. Este economista afirma que si se sabe que los
operadores de prisiones privadas logran ahorrar dinero mediante reducciones de
personal, recortes en las prestaciones y en otros costes relacionados con el trabajo, y
junto a ello existen informes sobre las condiciones deplorables e inhumanas en las que
se encuentran los internos en esos centros privados, entonces, en su opinión, la
pregunta que debemos hacernos es ¿qué hay detrás de la campaña para privatizar las
cárceles? Él ofrece tres posibles respuestas, que no son incompatibles entre sí. La
primera es que "la privatización puede funcionar como una forma sigilosa de
endeudamiento público, en la que los gobiernos evitan registrar gastos por adelantado (o
incluso recaudan dinero vendiendo las instalaciones existentes) mientras aumentan los
costes a largo plazo de forma que los contribuyentes no lo pueden apreciar. Como este
autor dice, si bien se oye hablar mucho sobre las deudas ocultas en las que han
incurrido los Estados en forma de pensiones de jubilación, sin embargo no se oye hablar
mucho de las deudas ocultas que se están acumulando actualmente en forma de
contratos a largo plazo con empresas privadas contratadas para dirigir la cárceles, los
colegios y otros establecimientos. La segunda de las respuestas es que "la privatización
es una manera de deshacerse de los empleados públicos, que tienen la costumbre de
sindicarse y que tienden a votar a los demócratas en cualquier caso". Y la tercera
respuesta, que es la que el autor considera sin duda alguna la principal, es "lo que la
privatización supone para los fondos de las campañas y las finanzas personales de los
políticos y sus amigos". A su juicio, "a medida que se privatizan cada vez más funciones
públicas, los Estados se convierten en paraísos en los que hay que pagar para poder
participar, en los que tanto las contribuciones políticas como los contratos para los

51
Ibid., págs. 1-10.

17
RGDP 21 (2014) Iustel

amigos y los familiares se convierten en un quid pro quo para conseguir negocios
52
públicos" .

6. EXPERIENCIAS DE LAS COMPAÑÍAS DE PRISIONES PRIVADAS EN ALGUNOS


ESTADOS

En lo que sigue, comentaré brevemente la información que Judith Greene aporta


sobre la implantación y el funcionamiento de las empresas de prisiones privadas en los
Estados de Oklahoma, Nuevo Mexico y Mississippi. En esta información pueden
apreciarse esos riesgos apuntados que conlleva el convertir la ejecución de la privación
de libertad de las personas en un negocio. El tráfico de influencias y las conexiones entre
políticos y empresas privadas, parecen inevitables. Asimismo, haré una sucinta
referencia al Estado de California, ejemplo paradigmático de esa nueva forma de
financiación de prisiones privadas destinada a eludir la aprobación de los contribuyentes.

6.1. El Estado de Oklahoma

En Oklahoma, como apunta Judith Greene, la evolución del sistema penitenciario es


un claro ejemplo de cómo las prisiones privadas inclinan la balanza a favor de la prisión
53
frente a políticas más sociales y humanas .
Hasta 1994, estaba vigente una ley (aprobada a mediados de los ochenta para tratar
de solventar el problema de la superpoblación penitenciaria), que permitía al gobernador,
en caso de masificación, aprobar medidas de emergencia para liberar a presos,
previamente seleccionados, condenados por delitos no violentos, mediante el adelanto
de la fecha de la libertad condicional. De ese modo, el Estado trataba de mantener la
población penitenciaria dentro de ciertos límites razonables y viables económicamente.
A su vez, en esos momentos, una comisión penal estaba trabajando en la elaboración
de una reforma penal para tratar de resolver el problema de la masificación penitenciaria.
La reforma contenía una serie de medidas dirigidas a reservar la pena de prisión para
condenados por delitos graves, prever medidas alternativas de supervisión comunitaria, y
establecer programas de tratamiento para delincuentes no violentos condenados por
delitos no graves, especialmente por pequeñas infracciones relacionadas con las drogas.
Pero las cosas cambiaron cuando, en 1994, el republicano F. Keating es elegido
gobernador del Estado de Oklahoma. Keating había ocupado puestos de responsabilidad
en la Administración de los presidentes Reagan y H.W. Bush y había defendido en su
campaña una política criminal de mano dura y la privatización de servicios públicos.

52
Paul Krugman: “Cárceles…”, en El País de 24 de enero de 2012.
53
Judith Greene: “Banking…”, ob. cit., pág. 12.
Derecho penitenciario. Doctrina

A partir de la elección del nuevo gobernador, CCA inició su estrategia para la


construcción de prisiones privadas, contando con que pronto firmarían contratos con la
Administración de Keating. CCA entró en tratos con las autoridades locales de
Holdenville y Cushing (Oklahoma) que estuvieron de acuerdo en emitir bonos (lease
revenue bonds) para financiar la construcción de prisiones que luego serían alquiladas a
CCA para desempeñar su gestión. Menos de un mes después de que Keating jurase su
cargo, la misma CCA había comenzado ya la construcción de Holdenville.
Con posterioridad, a raíz del caso de un preso de 20 años, que había salido en
libertad antes del cumplimiento total de la condena y que había matado a su novia y a los
padres de esta y posteriormente se había suicidado, Keating ordenó la paralización de
todas las libertades anticipadas (“pre-parole supervisión programs” y “state´s early-
release”). Y, para resolver los problemas de masificación de las prisiones, las
autoridades penitenciarias del Estado contrataron plazas privadas en la prisión de Hinton
(gestionada por CCA), en el Estado de Texas. Asimismo, Keating nombró a J. Michael
Quinlan para que evaluase la situación del sistema penitenciario del Estado. Quinlan
había sido Director del sistema federal de prisiones (Federal Bureau of Prisons) durante
el mandato de George H. W. Bush y había trabajado en estrecha colaboración con
Keating cuando este último ocupaba el puesto de fiscal general adjunto (assistant
attorney general) en el Departamento de Justicia. Pero, tras dejar la Administración,
Quinlan había trabajado para CCA como jefe de planificación estratégica de la empresa.
Por esta razón, el nombramiento de Quinlan generó un aluvión de críticas por parte de
parlamentarios que vieron en ello un claro conflicto de intereses, pero esto no impidió
que Quinlan asumiese el cometido.
El informe de Quinlan fue muy crítico con el sistema penitenciario de clasificación de
los internos al considerar que asignaba demasiados presos a programas comunitarios
que, desde su punto de vista, no eran seguros. El informe recomendaba un sistema más
restrictivo, la reclasificación de miles de internos y la ampliación del número de prisiones
de media seguridad. Así que, a pesar de que hasta ese momento, aunque existía una
prisión privada, los gestores de las prisiones públicas no habían mostrado interés alguno
por contratar plazas privadas (y la prisión había funcionado con presos procedentes de
otros Estados), poco después de la puesta en marcha de las recomendaciones de
Quinlan, dos compañías de prisiones privadas de Florida, Wackenhut Corrections y
Correctional Services Corporation, se unieron a CCA en la explotación de las prisiones
del Estado.
Paralelamente a todo lo anterior, el poder legislativo seguía mostrando sus recelos
frente a la privatización de las prisiones. De hecho, en 1997, el Parlamento de Oklahoma
había aprobado una ley de reforma, que debería entrar en vigor en julio de 1998, para

19
RGDP 21 (2014) Iustel

poner freno a la masificación penitenciaria mediante el recurso a medidas alternativas a


la prisión para condenados por delitos no violentos. Los defensores de la reforma
pretendían reducir la necesidad de contratar plazas privadas. La preocupación de
algunos políticos en ese momento era que una vez que se firmasen los contratos para la
gestión privada, los parlamentarios podrían verse presionados para mantener esas
plazas cubiertas debido a los ingresos que la industria generaba para las localidades en
las que se ubicaban las prisiones privadas.
A pesar de las reticencias del poder legislativo, al final del primer mandato de Keating,
el Estado había contratado plazas privadas por más de 66 millones de dólares al año.
Más tarde, el gobernador recibió apoyo económico (12.500 dólares) de la industria de
prisiones privadas para la campaña electoral de su segundo mandato, la mayor parte
(10.000 dólares) de CCA. Durante su campaña, Keating defendió la reducción de
medidas alternativas a la prisión y el recurso a las prisiones privadas como solución para
reducir la criminalidad.
Y, por lo que respecta a la posición del poder legislativo, en el año 1999, el
Parlamento, en una sesión especialmente polémica, derogó la ley de 1997 que nunca
llegó a entrar en vigor.
Poco tiempo después, la población penitenciaria rebasó de nuevo la capacidad del
sistema penitenciario, a pesar de que el Estado había financiado 5.170 plazas más. Y
ante una situación de emergencia por el notable incremento de la población
penitenciaria, Keating se negó a permitir liberaciones anticipadas de delincuentes no
violentos, afirmando que “siempre tendremos la opción de contratar más plazas
54
privadas” .
La decisión de contratar unas 720 plazas adicionales a CCA, situó el presupuesto
para las prisiones del Estado con un déficit de 20 millones de dólares, obligando al
Parlamento a aprobar una asignación suplementaria en la siguiente sesión.
A finales de 1999, Oklahoma había ingresado a 5.568 presos, un cuarto de la
población penitenciaria del Estado, en prisiones privadas, con un coste anual de 90
millones de dólares. Se construyeron seis prisiones privadas, sin supervisión del Estado
y sin otras ofertas competitivas. Todos los implicados en la construcción habían ganado
millones de dólares con la operación. Keating recibió más de 29.000 dólares de la
55
industria de prisiones privadas para su campaña electoral .

54
Ibid., pág. 17.
55
Sobre la circunstancias del proceso de privatización en Oklahoma, ibid., págs. 12-24.
Derecho penitenciario. Doctrina

6.2. El Estado de Nuevo México

Las conexiones políticas con las empresas de prisiones privadas pueden apreciarse
también en el desarrollo de este negocio en el Estado de Nuevo México
En 1995, G. Johnson gana las elecciones a gobernador del Estado de Nuevo México.
Una de las principales promesas de su campaña electoral había sido la de privatizar
todos los servicios públicos que fuese posible. De acuerdo con ello, Johnson pidió a los
responsables de la Administración penitenciaria del Estado que redactasen un plan para
la privatización de todo el sistema penitenciario existente al tiempo que lanzaba una
campaña para privatizar cualquier nueva prisión que fuese construida.
Aunque el proceso de privatización de las prisiones del Estado ya había comenzado
algo antes (CCA tenía en ese momento dos prisiones privadas en Nuevo México), el
fuerte apoyo de Johnson a la privatización animó a la entonces Wackenhut Corrections
(ahora GEO Group) a entrar en el mercado. Así, en 1996, Johnson llegó a un acuerdo
con Wackenhut para la construcción de dos grandes prisiones privadas, lo que según él
ahorraría 40 millones al Estado. Pero se encontró con la fuerte oposición del presidente
del Senado, Manny Aragon, crítico con la idea de la privatización. Aragon envió una carta
a Lehman Brothers, el banco de inversión que conforme al acuerdo debía garantizar la
colocación de los bonos que permitirían financiar las prisiones, manifestando su
oposición al acuerdo. Al saber que había líderes parlamentarios clave que se oponían al
plan de privatización, analistas financieros de Wall Street pusieron en conocimiento del
gobernador que la financiación no sería informada favorablemente. Esto paralizó el plan
de Johnson quien siguió intentando conseguir apoyo político sin éxito. Tanto Aragon
como el presidente del Congreso, Raymond Sánchez manifestaron su escepticismo en
relación con los supuestos ahorros que conllevaría la privatización. Finalmente, en el
otoño de 1996, se llegó a un acuerdo entre Aragon y el gobernador para la construcción
de una prisión en Lea County, en la ciudad de Hobbs, y otra en Guadalupe County, en la
ciudad de Santa Rosa, pero posponiendo para 1997 la decisión sobre si serían
privatizadas.
El plan de Johnson implicaba crear una empresa privada sin ánimo de lucro, la New
Mexico Private Corporation, que emitiría bonos para las ciudades de Hobbs y de Santa
Rosa que alquilarían las plazas al Estado. Pero de nuevo la financiación de las prisiones
se paralizó debido a la oposición frontal al acuerdo por parte de algunos parlamentarios.
Dos de ellos, el demócrata Max Coll y el republicano Jerry Alwin, interpusieron una
demanda para bloquearlo, al considerar que se trataba de una estrategia para eludir las
restricciones estatales a la financiación de las prisiones: los límites al endeudamiento y la

21
RGDP 21 (2014) Iustel

necesidad de celebrar un referendum para la aprobación de la emisión de bonos


destinados a la construcción de la prisiones.
Ante la situación creada, Aragon presentó su propia propuesta de crear 600 plazas de
prisiones de gestión pública con pequeñas instalaciones privadas para especiales
segmentos de la población penitenciaria (centros para presos con problemas mentales y
centros de mujeres). Pero Johnson continuó defendiendo su plan, por lo que la cuestión
terminó en punto muerto.
Mientras, Lea County siguió adelante con un plan para establecer su propia empresa
sin ánimo de lucro y emitir bonos para financiar la construcción de un centro con 1.600
plazas en Hobbs. Este nuevo plan incluía la firma de un contrato con Wackenhut para
gestionar la prisión. Poco después, Guadalupe County siguió el mismo camino
aprobando una empresa similar para la prisión de Santa Rosa.
En junio de 1997, los planes de ambos condados se encontraron con un obstáculo
cuando el Parlamento aprobó una propuesta para impedir que se destinase dinero a la
financiación de prisiones privadas. Aun así, Johnson firmó algunos contratos con los
condados, dejando pendiente la cuestión de la financiación en tanto no se resolviese la
impugnación interpuesta por los diputados Coll y Alwin. Wackenhut, no obstante, decidió
prestar provisionalmente la financiación bajo el compromiso del gobernador de que
firmarían los contratos para gestionar las prisiones.
El senador Aragon y su socio Melendez habían celebrado contratos con Wackenhut
para suministrar algunos servicios en la construcción de la prisión de Santa Rosa. Esta
información se obtuvo a través del apercibimiento (subpoena) presentado por el
congresista Max Coll para saber si la empresa constructora de Aragon había contratado
con Wackenhut el suministro de materiales y servicios para la construcción de la prisión.
Wackenhut negó haber recibido ofertas de Aragon para prestar esos servicios y
manifestó que desconocía que este estuviese asociado con Melendez cuando ellos
firmaron el contrato con este último.
Cuando se abrió la sesión parlamentaria de 1998, las presiones para encontrar
soluciones al incremento de la población penitenciaria aumentaron. Nuevo Mexico tenía
3.200 plazas de prisiones y 4.700 prisioneros. 1500 estaban presos fuera del Estado. La
idea de comprar las prisiones de Santa Rosa y Hobbs, entonces en construcción, fue
defendida por el gobernador y sus aliados republicanos. Ellos propusieron que las
prisiones fuesen propiedad del Estado pero gestionadas por Wackenhut, al menos
durante cinco años. El gobernador finalmente no solicitó financiación para comprar las
prisiones en su presupuesto, pero sí pidió 147 millones de dólares para alquilar 1700
plazas a Wackenhut.
Derecho penitenciario. Doctrina

Parlamentarios demócratas que se oponían a contratar plazas privadas ganaron una


votación en el Senado para aplazar la propuesta de alquilarlas. Pero entonces Aragon
sorprendió a sus colegas al introducir una medida para comprar las dos prisiones por 69
millones. Aragon proponía firmar un contrato para que Wackenhut gestionase las
prisiones durante cinco años. A pesar de la iniciativa de Johnson y de Aragon de tratar
de que el Parlamento aprobase la compra de las prisiones construidas o de alquilar los
servicios de Wackenhut para gestionar las prisiones, el presidente del Congreso la
rechazó. Los condados de Lea y Guadalupe, entonces, dieron marcha atrás a sus planes
de emitir bonos, por lo que las prisiones seguirían siendo de propiedad privada y
gestionadas privadamente.
Wackenhut abrió su primera prisión, para 300 presos, en Hobbs, en mayo de 1998.
Un mes más tarde se supo que el senador Aragon había firmado un contrato como
56
asesor de Wackenhut .

6.3. El Estado de Mississippi

Mississippi es el tercero de los Estados sobre los que Judith Greene aporta
información sobre ese tráfico de influencias entre políticos y empresarios de prisiones
57
privadas .
En 2001, el Estado se vio amenazado por una profunda crisis fiscal. Esto llevó a la
adopción de fuertes recortes presupuestarios para los servicios públicos, incluidos
servicios esenciales como salud mental y educación, pero se dejó a salvo de estas
restricciones al sistema penitenciario. A pesar de la crisis, el Parlamento de Mississippi
aprobó un presupuesto extra de 6 millones de dólares para aumentar la financiación de
prisiones privadas.
Desde mitad de los años noventa, el Parlamento había adoptado una política criminal
de mano dura contra el crimen, eliminando la libertad condicional para todos los
condenados a pena de prisión y estableciendo la obligación de cumplir al menos el 85
por ciento de la condena antes de proceder a la liberación. Y para hacer frente al
incremento de la población reclusa, se tomó la decisión de aumentar la capacidad del
sistema penitenciario, para lo que se aprobó la financiación de 4000 nuevas plazas, la
mitad en nuevas prisiones estatales y la otra mitad a cubrir mediante contrato con dos
prisiones privadas. Debido a esa política de mano dura adoptada, la población
penitenciaria continuó aumentando lo que obligó a su vez a seguir incrementando el
presupuesto para las prisiones. Así, entre junio de 1994 y junio de 2001, el presupuesto

56
Ibid. págs. 18-22.
57
Ibid., págs. 22-24.

23
RGDP 21 (2014) Iustel

para las prisiones se duplicó, pero la población penitenciaria de los centros públicos fue
descendiendo. Los gestores de las prisiones habían mantenido las prisiones privadas
prácticamente llenas, pero eso dejó las propias prisiones del Estado con más de 2.600
plazas vacías y con escasez de fondos.
Ante la crisis presupuestaria, el entonces gobernador Ronnie Musgrove y el director
de las prisiones del Estado, Robert Johnson, decidieron que había que ajustar el
presupuesto para las prisiones y redujeron la cifra mínima del número de internos
estatales ingresados en centros contratados. Hasta ese momento, normalmente en los
contratos se garantizaba el pago de un mínimo de ocupación del 80 por ciento de la
capacidad del centro. CCA y Wackenhut consiguieron, a través de sus contactos con
senadores clave, que el Parlamento aprobase una ley que les garantizaba el pago de un
mínimo de plazas, hubiese o no presos, lo que suponía un coste para el Estado de unos
seis millones de dólares. Johnson denunció el uso del escaso presupuesto para pagar a
las empresas de prisiones privadas por alojar "presos fantasma". Aunque el gobernador
Musgrove vetó la ley, dos días más tarde retiró su veto.

6.4. El Estado de California

En un artículo de 2011, Cristopher Petrella advierte del cambio que, a su juicio, se


está produciendo en el negocio de las prisiones privadas. En su opinión, el descenso del
apoyo público a la financiación de nuevas prisiones está frustrando las opciones
tradicionales y está dando lugar a operaciones de financiación de proyectos de prisiones
públicas que generan beneficios cada vez que una cárcel se construye. Esta situación
ofrece nuevas oportunidades de negocio a la banca de inversión, a empresas
constructoras y a consultores a través de instrumentos de financiación que este autor
califica de profundamente antidemocráticos. Los beneficios ya no se obtienen de la
gestión de la prisión ni dependen de la buena o mala marcha de las instalaciones; el
negocio funciona aunque las prisiones no lleguen a ocuparse. A su juicio, los gobiernos
federal, estatal y municipal están utilizando estos instrumentos de financiación para pedir
prestados miles de millones de dólares con el fin de financiar prisiones que la población
58
no está dispuesta a pagar o el erario público no se puede permitir .
El Estado de California es, según este autor, un ejemplo paradigmático de esta forma
de financiación "por la puerta de atrás" (back door financing instruments), como él la
denomina.

58
Cristopher Petrella: "Leasing through the back door: the private finance of "public" prisons", en
Nation of Change, 31, diciembre de 2011
Derecho penitenciario. Doctrina

Así, como Petrella pone de manifiesto, en California, la población rechazó


abrumadoramente la emisión de bonos para la construcción de nuevas prisiones en las
dos últimas ocasiones en las que la aprobación se sometió a referendum. Y, según una
encuesta del año 2011, casi tres de cada cuatro votantes se opone a la subida de
impuestos para la construcción de nuevas prisiones. Según este autor, es posible que el
rechazo que refleja este sondeo esté vinculado con la aprobación en 2007 de la ley
AB900 County Jail Founding and Reentry Facilities de California, que autorizó al
Departamento de Corrección y Rehabilitación (CDR) a emitir 7.800 millones de dólares
en bonos municipales (lease revenue bonds) para financiar 53.000 nuevas plazas de
prisiones sin tener que ser aprobadas por el electorado.
La aprobación de la AB900 ha sido considerada por algunos activistas contrarios a la
privatización de las prisiones como un mecanismo para eludir las restricciones
normativas y constitucionales que protegen los bonos de obligación general (que deben
ser aprobados por los votantes) con los que se venía financiando normalmente la
construcción de las prisiones. En general los lease revenue bonds resultan mucho más
costosos para el erario público que los bonos de interés general. Los primeros tienen
unos costes de emisión más altos y el interés de estos bonos es de 0,2 a 0,5 puntos
porcentuales por encima del interés de los bonos de interés general. Entre otros, Bank of
America, Goldman Sachs y Morgan Stanley han garantizado la colocación de dos mil
millones en lease revenue bonds para la construcción de prisiones en California entre
59
1991 y 2007 .

7. CONCLUSIÓN

Últimamente se habla mucho de “trasplantes jurídicos” para referirse a la tendencia


en muchos países del mundo a introducir en sus sistemas jurídicos instituciones
provenientes de otros países considerados, de alguna manera, más avanzados y en los
que esas instituciones habrían cumplido una función positiva. Algunos ejemplos
sobresalientes, referidos al Derecho penal, serían el sistema procesal “adversarial”,
basado en la oralidad, que se ha ido imponiendo en los últimos tiempos en muchos
países latinoamericanos; o la atribución a los fiscales de la instrucción penal en
detrimento de la competencia que, tradicionalmente, en los países de Derecho
continental, asumían los jueces. No me parece nada obvio que se trate de experiencias
exitosas, que hayan supuesto, allí donde se han implantado, cambios para mejor. Pero al
menos podría decirse que son supuestos controvertidos, en el sentido de que tanto en

59
Ibid.

25
RGDP 21 (2014) Iustel

un caso como en el otro podría hablarse de ventajas e inconvenientes en relación con


cada una de las instituciones enfrentadas.
La institución de las prisiones privadas es un caso muy distinto como las páginas
anteriores muestran, creo que de manera inequívoca. Son “trasplantes” que suponen
graves amenazas para la salud del paciente y ninguna mejoría para sus dolencias.
Constituyen, simplemente, un “antimodelo”, un ejemplo elocuente del camino que una
política penitenciaria civilizada nunca debería tomar. Pues adonde lleva no es al logro de
las finalidades que justifican una política penitenciaria (ni siquiera parece servir para
alcanzar el fin de la eficacia económica), sino a incrementar la injusticia en un campo de
actuación del Estado, el de la administración del castigo, en el que los “riesgos morales”
son muchos y de una gran trascendencia para el individuo. La necesidad de combatir la
corrupción política, el despilfarro del dinero público, el castigo injustificado o la
financiación ilegal (o ilegítima) de los partidos políticos son razones más que suficientes
como para mantener la institución de las prisiones privadas fuera del ámbito de lo que
cabe calificar como lícito desde un punto de vista jurídico, político y moral. Tanto en la
Medicina como el Derecho, el conocimiento “negativo”, saber cuáles son las medidas
nocivas para la salud del paciente o del sistema jurídico, tiene una gran importancia.
Particularmente en relación con el Derecho penal.

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