Soy una norma de rango legal y constituyo generalmente, el tercer escalón en la
jerarquía jurídica de las leyes de un Estado. Mi tramitación es sencilla para la
promulgación definitiva. Por encima de mi existen leyes de carácter general, es decir, leyes orgánicas. Me aprobarán con la mayoría absoluta de los miembros de la Asamblea Nacional. La mayoría simple es el voto favorable de la mitad más uno de los asambleístas presentes en la sesión del Pleno; y, por mayoría absoluta, el voto favorable de la mitad más uno de los miembros de la Asamblea Nacional. Requiero de mayoría absoluta que es la mitad más uno. Una vez iniciada mi tramitación, tengo que ser debatida artículo por artículo por los miembros del parlamento de una nación a través de una comisión especializada. Cuando ya se ha pactado mi contenido, tengo que ser sancionada, es decir, debo ser aprobada por los representantes de la soberanía popular. Finalmente, debo ser promulgada en el boletín oficial del estado para que pueda ser cumplida. Dicha promulgación incorpora la firma de la máxima autoridad de una nación. Soy importante porque, mis planteamientos son para afrontar situaciones concretas y que no afectan a los fundamentos del estado. Tengo como función regular aquellas situaciones que dejan de regular las leyes orgánicas, no sirvo como marco para la realización de otras leyes y no puedo defender derechos fundamentales (derechos que estén contemplados en la Constitución Nacional), además opero a lo largo y ancho del territorio nacional. En contraposición, no necesito de ningún tipo de requisito para ser legisladas, solamente basta con lograr la mayoría en la cámaras parlamentarias, para luego ser elevada a consideración por eso soy sencilla de modificar en lo que respecta a mi cumplimento y rigurosidad en la observación. Yo represento un rango inferior con respecto a la Constitución y dispongo de una competencia diferente al de las leyes orgánicas.